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La Revelación y su transmisión
(Capítulo I)
Para comprender la Revelación es esencial partir del número 14 del Directorio en el que se
sintetizan las principales características del plan divino comunicado por el anuncio cristiano:
“Un misterio de amor: las personas, amadas por Dios, están llamadas a responderle,
convirtiéndose en signos de amor para sus hermanos;
la ofrenda de la salvación a todos los seres humanos, a través del misterio pascual de
Jesucristo, don de la gracia y de la misericordia de Dios, que conlleva la liberación del mal, del
pecado y de la muerte;
Dado este paso, conviene alzar la mirada a Aquel que es plenitud de la Revelación. 15
Los verbos con los que el Resucitado formula el mandato misionero – “proclamen” (Mc 16, 15),
“hagan discípulos, bautícenlos y enséñenles” (cf. Mt 28, 19-20), “ámense los unos a los otros”
(Jn 15,12), “configuran la líneas esenciales de una dinámica del anuncio” que incorpora
diferentes posibilidades: “testimonio y anuncio, palabra y sacramento, cambio interior y
transformación de la sociedad” (16).
La fe es “familiaridad con Él” por la que se percibe que “se camina por senderos verdaderos”
(17).
“Implica dos dimensiones: el abandono confiado en Dios (fides qua) y la aceptación amorosa a
todo lo que Él nos ha revelado (fides quae)” (18). Así, el creer comprende una doble referencia:
‘a la persona y a la verdad; a la verdad por confianza en la persona que la atestigua’” (18).
“La fe es un don de Dios y una virtud sobrenatural” (19); si bien “no es irracional ni ciega”
puesto que “la fe y la razón son complementarias” (19).
“La fe implica una profunda transformación existencial realizada por el Espíritu Santo, una
metanoia que se manifiesta en todos los niveles de la existencia del cristiano” (20).
“La fe es ciertamente un acto personal pero no es una elección individual y privada; tiene un
carácter relacional y comunitario” (21). “El acto personal de la fe representa la respuesta a la
memoria viva de un acontecimiento que la Iglesia ha transmitido” (21). 16
EN EL CORAZÓN DE LA PERSONA
Es sabido que por la Tradición recibimos la Revelación en la fe de la Iglesia. Pero hecha esta
afirmación conviene identificar algunos de los aspectos esenciales que el Directorio trata de
subrayar:
Nueva Evangelización
Para el Directorio la “nueva evangelización, no coincide tanto con una dimensión temporal,
sino con hacer que todos los momentos del proceso de evangelización estén más abiertos a la
acción renovadora del espíritu del Resucitado” (39).
Desde este punto de partida su enseñanza es directa y explicita al proponer las claves de la
espiritualidad de la nueva evangelización:
“La espiritualidad de la nueva evangelización se realiza hoy por una conversión pastoral,
mediante la cual la Iglesia es invitada a realizarse en salida, siguiendo un dinamismo que
atraviesa toda la Revelación y situándose en un estado permanente de misión. Este impulso
misionero también lleva a una verdadera reforma de la estructuras y dinámicas eclesiásticas,
para que todas se vuelvan más misioneras, es decir, capaces de vivir con audacia y creatividad
tanto en el panorama cultural y religioso como en el ámbito de 17
toda persona. Cada bautizado, como ‘discípulo misionero’ es sujeto activo de esta misión
eclesial” (40).
“En la formación de este contexto cultural, es innegable el papel que desempeñan los medios
de comunicación, que han replanteado las coordenadas básicas humanas, yendo más allá de
las finalidades propias de la comunicación. Las nuevas tecnologías no sólo cambian el modo de
comunicar, sino que están realizando una vasta transformación cultural. Se está desarrollando
una nueva forma de aprender y de pensar, con oportunidades inéditas de entablar relaciones y
construir comunión. Por lo tanto, la transformación cultural toca el ámbito de la identidad y
libertad de las persona, así como a las capacidades cognitivas y los sistemas de aprendizaje;
inevitablemente afecta a sus relaciones y a la vez compromete su experiencia de fe” (47).
“La catequesis participa del reto eclesial de oponerse a procesos centrados en la injusticia, en
la exclusión de los pobres, en la 18
EN EL CORAZÓN DE LA PERSONA
primacía del dinero; trata, al contrario, se ser un signo profético de promoción y plenitud de
vida para todos. No son solo temas a los que hay que conceder espacio, sino que constituyen
acciones fundamentales de la catequesis y de la pastoral eclesial; son signos de una catequesis
plenamente al servicio de la inculturación de la fe” (319).
Afirma con claridad el Directorio: “[...] es necesario que la catequesis esté también al servicio
de la nueva evangelización y que, a partir de ella, desarrolle los puntos fundamentales para
que toda persona esté abierta al encuentro personal con Cristo” (48).
Desde esta clave de bóveda habrán de entenderse algunos acentos propios de la catequesis:
◗ La catequesis “en salida misionera”: La Iglesia “está dispuesta a escuchar las llamadas de
verdad que ya están presentes en las diferentes actividades humanas, con la certeza de que
Dios actúa misteriosamente en el corazón de la persona incluso antes de que el Evangelio
llegue expresamente a ella” (50). Por esta razón “la catequesis también prepara la misión,
acompañando a los creyentes en el crecimiento de las actitudes de fe y haciéndoles
conscientes de ser discípulos misioneros, llamados a participar activamente en el anuncio del
Evangelio para hacer presente el Reino de Dios en el mundo” (50). Y añade una cita de
Evangelii gaudium: “La intimidad de la Iglesia con Jesús es una intimidad itinerante, y la
comunión esencialmente se configura como comunión misionera”.
◗ La catequesis en el signo de la misericordia: “[...] si la misericordia es el corazón de la
Revelación, también será la condición del anuncio y el estilo de su pedagogía [...] la catequesis
instruirá para ser ‘misericordiosos como el Padre’ (Lc 6, 36), fomentando el conocimiento y la
práctica tanto de las obras de misericordia espirituales y corporales como invitando también a
la búsqueda de nuevas obras que respondan a las necesidades actuales” (52). 19
◗ La catequesis como “laboratorio de diálogo” porque “en lo más profundo de cada persona,
se encuentra con la vitalidad y a la vez complejidad de los deseos y búsquedas, las limitaciones
e incluso los errores de la sociedad y las culturas de nuestro mundo. Incluso para la catequesis,
se trata, entonces, de adquirir un diálogo pastoral sin relativismos, que no negocia la propia
identidad cristiana, sino que quiere alcanzar el corazón del otro, de los demás distintos a
nosotros, y allí sembrar el Evangelio” (