Leyendas y Mitos
Leyendas y Mitos
Leyendas y Mitos
"LA LLORONA"
La historia cuenta que una mujer indígena tuvo un romance con un hombre
español; relación de la que nacieron tres hijos, a quien ella atendía
devotamente. Pero, el padre de ellos, no parecía estar muy contento con la
relación, pues cada que ella buscaba formalizar, él se negaba. Pasó el
tiempo y él se terminó casando con una damisela española. Ella no pudo
con lo sucedido y perdió la razón. Aquella mujer indígena se dirigió al Lago
de Texcoco y ahí ahogó a cada uno de sus hijos, para luego suicidarse
ella.
Muchos narran que han visto salir a una mujer de la Basílica que carga una
vela que no se apaga ni con la lluvia ni con el viento.
Era una obra de arte que dejaba perplejo a cualquiera. Fue entonces
cuando la mulata preguntó: ¿Qué es lo que crees que le hace falta al
barco? A lo que el carcelero le contestó: Andar... En eso ella le dijo: Pues
mira cómo anda... La mulata dio un salto y se subió al barco,
despidiéndose del hombre que la resguardaba, quien sólo veía lo que
sucedía asombrado, el barco se perdió en el horizonte que ella dibujo
9. EL FANTASMA DE LA MONJA.
Se cuenta que en la ciudad de Morelia, en la calzada de San Diego, existe una casa donde
llegó a vivir Don Juan Núñez de Castro con su esposa Doña Margarita Estrada y su única
hija, Leonor, pero sólo de Don Juan, pues Margarita era su segunda esposa. Mujer que
constantemente humillaba a Leonor, quien tenía una belleza inigualable.
Un día, a Morelia, entonces Valladolid, llegó un noble de la corte del Virrey, quien en un
paseo conoció a Leonor y se enamoró, pidiéndole permiso para cortejarla. Ella aceptó y se
vieron en una ventanilla del sótano de la casa, donde Leonor dormía porque su madrastra
no quería que mostrara su belleza en ningún lugar.
Así pasaron los días de romance, hasta que Doña Margarita los encontró y cerró toda
ventana, dejándolos sin comunicación. Pero él no sabía qué había pasado porque tuvo que
salir corriendo a asuntos del reino. Nadie sabía que Leonor estaba prisionera. Los días
pasaron y ella seguía encerrada.
Buscando comida para mantenerse para su amado, sacaba una mano por la ventanilla para
implorar limosna. La gente ya rumoraba de la mano que salía por la reja, pero Doña
Margarita se había encargado de disipar los rumores.
Se dice que ahora, en la reja del sótano se ve una mano pálida y descarnada que implora
por caridad diciendo: "Un pedazo de pan por el amor de Dios...".
11. LA PIEDRA NEGRA.
Durante cinco días buscaron, hasta que encontraron una cueva de aspecto
extraño, a la que se acercaron y donde hallaron una roca brillante
semienterrada. Lo que les llamó la atención y se pusieron a escarbar cerca
de ella, pues pensaban que era oro.
Ante la caótica situación, se decidió que la roca fuera llevada lejos del
alcance humano, justo en lo alto de un muro posterior de la catedral
Zacatecas, debajo de la campana chica.
12. LA LEYENDA DEL CANDIL.
Para los antiguos pueblos purépecha el cosmos estaba conformado por tres
importantes partes. En Cielo recibía el nombre de Avándaro; la Tierra era
conocida como Echerendo; y al Inframundo se le denominaba Cumiechúcuaro.
Las tres partes del mundo formaban planos superpuestos. En todos ellos los
dioses moraban. Así pues, había dioses del firmamento: los astros y las aves;
dioses terrestres, y dioses de la muerte. Todos ellos podían tener la apariencia
de los hombres y de los animales. En cada una de las partes que componían al
universo, se encontraban cinco rumbos sagrados, cuatro laterales y uno central.
El estos puntos reinaba un dios y estaba regido por un color determinado. Los
Dioses de la Mano Derecha se encontraban en el Norte, y en el Sur moraban los
Dioses de la Mano Izquierda. Los dioses del Cielo, de la Tierra y del Inframundo
se encontraban simbolizados por el número Tres. A su vez, el número Cinco
representaba a los dioses de los cinco rumbos sagrados mencionados. Por otra
parte, al número Cuatro se le asignaba la connotación de los dioses llamados
Las Cuatro Partes del Mundo. A los dioses que habitaban las cinco regiones
míticas, los purépecha los adoraban en templos de piedra revestidos de arena y
cal, a los que se les anexaba canchas de juegos de pelota y casas para el baño.
De las deidades más antiguas de este pueblo, podemos mencionar a Xaratanga,
cuyo templo principal se encontraba en la población de Tzintzuntzan. Se trataba
de la diosa de la Luna, a la que ofrendaban frutas y maíz, pues ella los había
creado. El más importante de los dioses tarascos llevó por nombre Curicaveri, El
Gran Fuego, al cual representaban en una lanza de pedernal o como un
guajolote, y que había creado a todos los demás dioses del panteón. Este dios
tuvo como hermanos a los Tiripemencha, quienes rigen las cinco casas del la
Tierra: el centro y los rumbos sagrados. En Zacapu se le conoció como
Querenda Angápeti, La peña que está en el Templo. Cuando el dios iba por el
Cielo tomaba la forma de un águila, cuando se encontraba en la Tierra era un
coyote, y cuando deambulaba por el Inframundo, se arrastraba cual una
serpiente. Este dios era acompañado en importancia por Cuerahuáperi, la Madre
Naturaleza, La que hace Nacer. La Diosa Madre esposa de Curicaveri.
Representación de la Luna, diosa dual de la vida y de la muerte. Moraba en
Zinapécuaro, acompañada de sus cuatro hijas: la Nube Roja, la Blanca, la
Amarilla y la Negra. La plata provenía de sus heces sagradas. Diosa múltiple de
varias advocaciones: Pehuame, Parturienta, esposa del Sol Poniente, en
Zacapu, dueña de los hurínguequa, los temazcales, y patrona de las
parturientas; Xaratanga, Luna Nueva, habitante de la casa central de Xarácuaro,
desde donde se dirigía a los otros cuatro rumbos cardinales , madre de Mano-
Uapa, llamada Mauina en su advocación de diosa de la fertilidad. Sonia Iglesias
y Cabrera
El alma sigue su rumbo y llega a un estanque que debe atravesar, y donde hay
un perro que ataca al alma pecadora. Para defenderse, el alma lleva consigo un
palo o tortillas para darle y apaciguarlo. Siempre llevando consigo los genitales.
En seguida, se encuentra con todos los animales que en vida hizo dañó; es
entonces cuando ellos toman venganza de todos los golpes y ofensas recibidos.
Si el difunto en vida fue dueño de un perro negro al que no cuido como es
debido; es decir, no lo alimentó ni le dio agua, el perro le esperará a la puerta de
su casa para atacarlo y morderlo cuando el alma deje su hogar. En su recorrido
mortal, el espíritu pasa por un túnel en donde se encuentra un perro blanco que
le está esperando con un vaso con agua lleno de gusanos el cual le hará beber,
en caso de haber maltratado a los perros cuando vivía. Pero si el alma fue
bondadosa con los canes, entonces el perro blanco le ofrecerá comida, bebida, y
le brindará muchos parabienes. Si por algún motivo el muerto comió carne de
tlacuache, una enorme roca lo aplastará, pues tal animalito se considera sagrado
por haber robado el fuego en beneficio de los huicholes.
Una vez pasadas las pruebas establecidas por los dioses, el alma del difunto
arribará al lugar en donde se encuentran los antepasados y demás muertos,
quienes organizan una celebración alrededor de un árbol sagrado. En la fiesta
todos bailan, comen y beben tesgüino. Al momento en que todos están
borrachos, el curandero-mara’akáme atrapa el alma del muerto y, auxiliado por
un espíritu, la lleva hasta donde se encuentran sus familiares que lo reciben
llorando y le dan la bienvenida. Los parientes le preparan una sabrosa comida y
le ofrecen todas las cosas que al muertito le gustaban cuando vivía. Después de
que el alma ha saboreado la sabrosa comida, se despide y emprende su última
partida. Pasados cinco años, el alma toma la apariencia de un cristal de roca y
regresa a la Tierra a visitar a los suyos, quienes no lo han olvidado y siempre le
rezan en al altar doméstico con mucho cariño.
Dios se dirigió a la Paloma y le preguntó qué era lo que ella había observado en
la Tierra. A lo cual la Paloma Blanca replicó: -¡Querido y santo Señor, yo lloré
mucho cuando vi a los hombres, las mujeres y los niños muertos por el diluvio,
fue muy triste, y el dolor casi me mata! Entonces el Buen Dios le dijo: -Buena y
hermosa Paloma Blanca, comprendo tu dolor! Ahora quiero que los dos regresen
a la Tierra y vean qué está provocando ese humo que se ve por el horizonte.
Los mensajeros volvieron a bajar a la Tierra, donde vieron a un hombre que
encendía fuego y se movía de un lado para otro muy angustiado. Al regresar al
Cielo le dijeron a Tata Dios que un hombre encendía fuegos, y que creían que
era el único sobreviviente, que les dijera lo que debían hacer. Ceñudo, Dios
afirmó que se encargaría de él, que le dejaran pensar. Después de mucho
meditar, decidió convertir al hombre en mono y que perdiera todas sus
capacidades de hombre, tal como son ahora. Esta es la historia del Diluvio.
Los enamorados conocían el firmamento. La curiosidad por saber qué había bajo
de él hizo que descendieran a conocer la Tierra. Allí la vida era diferente. El sol
no brillaba todo el tiempo, descansa por las noches. Había más colores, texturas,
sonidos y animales que en todos los cielos recorridos por ellos.
Los enamorados, al descubrir que la tierra es más hermosa que los paraísos
celestiales, decidieron quedarse a vivir en ella para siempre. El lugar escogido
para su morada estaba cerca de un lago, al lado de valles y montañas.
El príncipe con su preciosa carga a cuestas caminó días y noches hasta llegar a
la cima de la montaña. Encendió una antorcha cerca de su amada y la veló,
parecía como si la mujer durmiera.
Izcozauhqui se quedó junto a ella, sin moverse, hasta morir. Ella se convirtió en
la Mujer Dormida, Iztaccíhuatl, y él en el cerro que humea, Popocatépetl.
Y tomándole de las patas, lo arrojó muy levantó alto, hasta la Luna, donde
quedó estampada la figura del conejo. Después, el dios le dijo:
– ¡Ahí tienes tu retrato en la Luna, para que todos los hombres de todos los
tiempos te vean para siempre!
Percibía que ningún otro animal estaba a su altura. Hasta reprochó al colibrí que
no era tan agraciado como él. Consideraba que no existía otra cualidad más
importante que no fuera el aspecto físico. El resto de las aves se sentía
humillado ante el vuelo del murciélago. Su continuo pavoneo se hizo insoportable
para todo el reino animal, y sus ofensas llegaron a oídos del Creador. Éste
decidió intervenir.
Tras observar la actitud del bello murciélago, le llamó al Cielo. El animal se sintió
halagado al verse requerido por el Ser Supremo y su ego se elevó aún más. Ante
la presencia del Creador, comenzó a aletear con una alegría desbordada. Aleteó
una y otra vez, desprendiéndose todas sus bellas plumas.
20. EL MINERO
Esta historia trata de un minero y un perro que todas las mañanas salía en busca
de algunas piezas valiosas en la comunidad del narango en el llamado puente de
la mano donde por ahí pasaba el tren que conectaba a iguala con otras
comunidades.
Una mañana como cualquiera el minero estaba escarbando con su pico debajo
de una montaña de tierra cuando de repente se empieza desmoronar y a este
ya no pudo salir así que, quedo enterrado con el escombro su perro como estaba
un poco retirado de ahí puedo vivir pero al notar que su dueño estaba enterrado
se quedó ahí al pie de, el pasaron unos días y como el señor no pudo salir de ahí
murió por la falta de aire así que el perro también murió este nunca se le
despego a su dueño de donde estaba y así murieron juntos.
Ahora la gente vecina de esa comunidad cuenta que por las noches se escucha
como si una persona estuviera escarbando y un perro ladrando
desesperadamente.
Algunas personas han querido ir a ver de qué se trata y las personas que se han
atrevido a ir cuentan las demás personas que ya no vuelven que quedan
enterrados así como el señor y con señas de mordidas.