Apunte de Sucesiones Ariza
Apunte de Sucesiones Ariza
Apunte de Sucesiones Ariza
Ariza )
La legitimación es la capacidad procesal para iniciar el proceso sucesorio, se trata legitimatio ad processum.
Legitimado es aquel a quien la ley le reconoce la capacidad; ésta puede ser de hecho o de derecho, así los herederos
menores tienen capacidad de derecho pero no de hecho, y por ello necesitan alguien que los represente.
a) La que la ley otorga para actuar en interés de un tercero; por ejemplo, los representantes legales de incapaces,
personas con capacidad restringida, menores y los mandatarios.
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b) La que la ley otorga para hacer valer un derecho del que se es titular.
Lo normal es que la capacidad de derecho para iniciar un proceso la tenga quien va a ser parte en el mismo. Así, quien
es titular de un derecho de crédito está legitimado sustancialmente para iniciar un juicio de cobro de pesos, proceso en
el que será parte.
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En el proceso sucesorio la diferencia radica en que algunas personas se encuentran legitimadas para iniciarlo y luego no
van a ser parte en él porque van a ser desplazadas por la aparición de sujetos con mejor derecho (por ej., los
acreedores).
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La característica principal del juicio sucesorio es que muchos de estos sujetos, aunque pueden iniciar el juicio sucesorio,
inmediatamente son desplazados cuando se presentan en el mismo, interesados con un derecho más cercano. Por
ejemplo, ante la demora de los herederos, el acreedor puede iniciar el juicio (art. 693 del CPCC; conf. ley 29.939)
perdiendo su calidad de parte cuando los herederos se presentan al mismo.
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La jurisprudencia, entretanto, ha expresado que no son válidas, las actuaciones promovidas en el juicio sucesorio, por
quien no está investido ni sustancial ni formalmente para ello en virtud de un derecho dependiente de la sucesión[3].
2. Antecedentes históricos
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El Código Procesal Civil de la Nación en su antigua redacción indicaba quiénes estaban legitimados para iniciar el
proceso sucesorio. Así, el artículo 627 decía: "Son parte legítima para promover el juicio de testamentaria, los
herederos, sus acreedores y todos los que tengan en la sucesión algún derecho declarado por las leyes".
Esta enumeración de quienes estaban legitimados para pedir la apertura del sucesorio se encuentra suprimida en el
actual ordenamiento procesal nacional, por ello en la actualidad la respuesta al interrogante de quiénes tienen
capacidad procesal para iniciar el juicio sucesorio la debemos buscar en el Código Civil y Comercial de la Nación,
haciendo expresa mención de la posibilidad de que los acreedores del causante puedan requerir a los herederos que sus
acreencias sean reconocidas de legítimo abono. En este sentido, tienen el derecho a iniciar la acción a fin de lograr que
no se entreguen las porciones hereditarias, ni los legados, antes de haber sido satisfechos sus créditos (conf arts. 2356 y
2357 CCyC).
El art. 2279 del Código Civil y Comercial de la Nación, atribuye capacidad para suceder:
d) las personas jurídicas existentes al tiempo de su muerte y las fundaciones creadas mediante su testamento.
Suprime de este modo, el principio general de capacidad para heredar del art. 3288 del Código de Vélez Sarsfield,
modificando la terminología empleada, pues solo habla de personas que pueden suceder, aunque ello significa, en
realidad, capacidad para suceder.
La nueva ley de fondo establece, una serie de inhabilidades especiales para suceder por testamento (conf art. 2482);
para los tutores y curadores, escribanos y testigos; y -por último- ministros de cualquier culto; cuya razón de ser radica
en evitar la captación de la herencia por quienes pueden influir en la voluntad del testador aprovechando la posición
preponderante que les confiere la función que ejercen. No son propiamente incapacidades relativas de derecho, desde
el momento en que estas personas podrían heredar al causante si fuesen familiares de grado sucesorio habilitante.
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Se deroga también la regla del art. 3286 del Código anterior según la cual la capacidad para suceder se determinaba por
la ley del domicilio de la persona al tiempo de la muerte del causante, rigiendo a la luz del nuevo texto por la ley
domicilio del causante al tiempo de su fallecimiento, conforme lo establece el art. 2644.
Las normas procesales por su parte (arts. 689 y cc del CPCC), se limitan a decir que quien inicie la sucesión deberá
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acreditar prima facie su carácter de parte legítima, dejando a los jueces la tarea de determinar en cada caso si el que
solicita la apertura del proceso sucesorio reúne o no la calidad de titular de derechos sucesorios.
El juez deberá analizar en cada caso si quien pretende tener legitimación para iniciar el proceso sucesorio lo hace de
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conformidad con las normas que rigen el Derecho de las sucesiones.
La sucesión como proceso judicial, tiene como objeto la determinación de los bienes dejados por el causante y de las
personas que habrán de heredarlo, y no la satisfacción de pretensiones resistidas o insatisfechas, por lo que, quien
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alegue tener un interés tutelable, debe promover las acciones que corresponde por la vía y forma pertinente[6].
Sólo quien acredite prima facie su carácter de parte legítima puede solicitar la apertura del juicio sucesorio y continuar
su trámite. Es nula, en consecuencia, la actuación de quien carece de la mencionada legitimación, y todo lo obrado
como consecuencia de aquélla[7].
FFII
El Código Civil y Comercial de la Nación, en su art. 2277 refiere a la apertura de la sucesión y dispone que "La muerte
real o presunta de una persona causa la apertura de su sucesión y la transmisión de su herencia a las personas llamadas
a sucederle por el testamento o por la ley. Si el testamento dispone solo parcialmente de los bienes, el resto de la
"La herencia comprende todos los derechos y obligaciones del causante que no se extinguen por su fallecimiento".
Conjuga de este modo las disposiciones contenidas en los derogados arts. 3282, 3415 y 3420 del Código de Vélez, en
cuanto establecía que la apertura de la la sucesión se producía en el momento de la muerte del causante.
Debe tenerse en consideración que en todos los casos, a partir de la fecha del fallecimiento del occiso, los sucesores
universales adquieren la propiedad de los bienes hereditarios (art. 2280), mientras que los herederos forzosos quedan
investidos de su calidad de tales (art. 2337).
Asimismo, comienza a correr el plazo de prescripción previsto en el art. 2554; nace la indivisión post comunitaria por un
plazo máximo de diez años, y es a ese instante al que se retrotrae el efecto declarativo de la partición (art. 2308 y 2332).
Al momento del deceso del causante también nace la garantía de evicción entre los herederos (art. 2423).
El art. 2337 por su parte, establece que la investidura hereditaria se da de pleno derecho a partir de la muerte del
causante, pudiendo ejercer todas las acciones transmisibles que correspondían al causante ; sin perjuicio de fijar como
Seguidamente estudiaremos algunos casos particulares respecto de quienes tienen capacidad para iniciar el proceso
sucesorio, ya sea éste ab intestato o testamentario.
Los herederos son las personas llamadas a recibir la herencia, por tanto son ellos quienes tienen la legitimación
preferencial para la iniciación del proceso sucesorio, sin que quepa hacer distinción entre los herederos legítimos
(llamados por ley a suceder) y los herederos testamentarios (llamados por la voluntad del causante a suceder). Tampoco
existe diferencia a los fines de la legitimación entre herederos de cuota y herederos universales.
El artículo 3279 del Código Civil derogado, establecía que: "La sucesión es la transmisión de los derechos activos y
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pasivos que componen la herencia de una persona muerta, a la persona que sobrevive, a la cual la ley o el testador llama
para recibirla. El llamado a recibir la sucesión se llama heredero en este Código".
Entretanto, el Código Civil y Comercial de la Nación, califica como heredero a toda persona a quién se transmite la
universalidad o una parte indivisa de la herencia (art. 2278), quedando suprimida de este modo la institución del
legatario de cuota, permitiendo la designación de heredero de alícuota, dando fin al intenso debate doctrinario derivado
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de la interpretación de los arts. 3263 y 3279 del Código derogado, en cuanto a la calificación que le correspondía al
legatario de cuota.
La apertura del juicio sucesorio corresponde en consecuencia, a los herederos de grado más próximo, quienes
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desplazan a los que tienen una vocación hereditaria de grado inferior, ya que el orden sucesorio establecido por el
Código Civil y Comercial de la Nación otorga prevalencia a los herederos en primer grado sobre los de segundo grado y
así sucesivamente, siendo excluidos unos por otros en el llamamiento a la herencia (art.2424). El heredero se encuentra
legitimado para iniciar un juicio sucesorio aun cuando no existiesen bienes en el acervo, si intenta la acción a fin de
lograr acreditar su vocación para el inicio de un determinado proceso. En este sentido la jurisprudencia ha señalado:
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La iniciación del sucesorio constituye uno de los caminos reglamentariamente previstos para que los herederos del
presunto fallecido acrediten su carácter de beneficiarios a los fines de la ley de desaparición forzada de personas 24.411
(Adla, LV-A, 7), sin que a ello obste la existencia o inexistencia de bienes. Por tanto, si éstos no existen, no puede
aducirse que la sucesión carece de objeto, pues aquéllos tienen un interés legítimo para que se declare su calidad de tal.
FFII
Lafaille define a la sustitución hereditaria: es la disposición por la cual el testador instituye en orden subsidiario a una
persona para el caso de que el instituido en primer término no llegue a suceder.
El art. 2491 del Código Civil y Comercial, por su parte, sustituye la doctrina de los arts. 3724 y 3731 del Código Civil de
Velez Sarsfield, determinando que "La facultad de instituir herederos o legatarios no importa el derecho de imprimir un
sucesor a los instituidos".
En consecuencia, observamos que la disposición aludida no afecta la validez de la institución, y tiene eficacia si puede
valer en alguno de los dos casos del párrafo siguiente:
-El testador puede subrogar al instituido para el supuesto de que este no quiera o no pueda aceptar la herencia o el
legado. La sustitución establecida para uno de esos casos vale para el otro.
-El heredero o legatario sustituto queda sujeto a las mismas cargas y condiciones impuestas al sustituido si no aparece
claramente que el testador quiso limitarlas al llamado en primer término.
El art. 2491 referido, contempla la posibilidad de instituir herederos o legatarios en forma indistinta, quedando sujetos a
las mismas cargas y condiciones impuestas al sustituido, salvo expresa limitación impuesta por el causante.
Ninguna duda cabe de que el heredero por representación tiene legitimación para iniciar la sucesión "ab intestato". Por
el contrario, el heredero del heredero no tiene legitimación para iniciar el proceso sucesorio. Así se ha resuelto
jurisprudencialmente, a saber:
La nieta, muerto el padre después de la abuela, no viene a su sucesión por derecho de representación, y en
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consecuencia carece de legitimación para promover el proceso sucesorio de esta última[11].
El Código Civil derogado, sólo mencionaba el derecho de representación en la sucesión ab intestato. No lo hacía en la
parte general del derecho sucesorio ni en la sucesión testamentaria, sino que se refiere a ella en la sucesión legítima.
En sintonía, establecía el artículo 3548 que los llamados a la sucesión testada heredan por derecho de representación y
no dice nada sobre si se puede heredar por representación en la sucesión testamentaria.
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Tal posibilidad dividía a nuestra doctrina y jurisprudencia; hasta la sanción del Código Civil y Comercial de la Nación que
zanja esta discusión estableciendo expresamente que la representación tiene lugar en la sucesión testamentaria, si el
testador se limita a confirmar la distribución de la herencia que surge de la ley (art. 2429 in fine), tomando como fuente
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el criterio sostenido por el art. 2040 del Código Civil de Portugal y el art. 953 del Código Civil Venezolano.
Un sector de la doctrina entendía que en principio no existía derecho de representación en la sucesión testamentaria.
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Su fundamento surgía de lo dispuesto por el artículo 3743 y en la nota al artículo 3799 del texto derogado, donde se
expresa que las disposiciones testamentarias son estrictamente personales o bien que se hacen respecto de personas,
de allí que los herederos del instituido no pueden pretender derecho alguno, porque su causante nada pudo haberles
transmitido atento al carácter esencialmente revocable de toda disposición testamentaria[12].
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Estos autores sostienen que en la sucesión testamentaria rige la voluntad del causante y por ende no se puede aplicar
"el derecho de representación" que deviene de la voluntad legal, ya que cuando el testador pudo disponer de sus bienes
el legislador no puede cambiar esta voluntad mediante el derecho de representación.
Por nuestra parte, creemos que excluír el derecho de representación de la sucesión testamentaria, implica violar la
propia voluntad presunta del testador -expresa o tácita-, que es la que debe ser buscada y valorada a fin de darle a los
bienes del causante el destino que aquel quiso darle[13].
Sin perjuicio de ello, es indiscutible que la representación no funciona en el caso de herederos testamentarios no
parientes, pues la disposición testamentaria caduca si la persona no pariente instituida heredero fallece con
anterioridad al testador, ya que si el testador hubiera querido que los bienes pasaran a los descendientes del instituido
hubiera modificado la disposición de última voluntad [14].
Pero a la vez consideramos que la representación se aplica en la sucesión testamentaria en el límite de la legítima y
cuando el causante confirma el llamamiento de herederos legítimos no forzosos sin alterar sus cuotas de concurrencia.
Esta última posición es la sostenida por la mayoría de la doctrina nacional, quienes aceptan que el derecho de
representación existe también en la sucesión testamentaria en los casos antes indicados[15] y fue la postura receptada
por el Código Civil y Comercial de la Nación en su art. 2429 in fine.
La representación sucesoria, se dice, ha sido ideada a fin de reparar en interés de los hijos, el daño que les ha causado
la muerte prematura de sus padres.
Argumentan los partidarios de la representación sucesoria en la herencia testada que admitido este beneficio en la
sucesión intestada, constituye una desigualdad irritante el hecho de que aquí la ley prevea el supuesto de premoriencia
de un hijo y no, en cambio, en la sucesión testamentaria.
Si la ley, interpretando la voluntad común de los hombres llama a los nietos y a los sobrinos por derecho de
representación en la sucesión intestada, no existe motivo para prescindir de este criterio en la sucesión testamentaria,
ateniéndose a los llamamientos expresos, como si en la declaración testamentaria no existieran lagunas y el testador
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tuviera que proveer una serie de vicisitudes y circunstancias que no es ordinario puedan ser anticipadamente
contempladas.
Es conforme al curso ordinario de las cosas presumir que el testador que dispone a favor de sus hijos o de sus
hermanos, si hubiera previsto la contingencia de premoriencia o incapacidad del heredero instituido habría querido
favorecer en defecto de este a sus hijos o descendientes, que son los naturales continuadores de su persona.
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Como hemos señalado, la representación en la sucesión testamentaria se admite en el art. 2429, primera parte, para
los supuestos de indignidad; recordando que no puede aplicarse el mismo criterio para los casos de desheredación,
toda vez que esta figura fue eliminada por el legislador del Código Civil y Comercial de la Nación.
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Por otra parte, en la sucesión ab intestato la ley presume el afecto del causante a sus hijos y un deber hacia cada uno de
ellos, y sobre sus nietos colectivamente proyecta la afección que él tenía respecto de cada uno de sus hijos, siendo la
representación un instrumento para asegurar la sucesión a favor de los descendientes del hijo prefallecido y la igualdad
de las sucesiones (conf. arts. 2427 y 2428 C.Civ y Com).
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El mismo principio es admitido en la sucesión de los colaterales privilegiados, o sea de los descendientes de los
hermanos: los lazos afectivos del causante con el hermano son tan estrechos que los sobrinos se benefician por la
afección que se les transmite a través de su autor, presumida por la ley al establecer el derecho de representación a
favor de los sobrinos y sobrinos nietos del hermano del causante (art. 2439).
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Este fundamento de la representación legal, la afección presunta del causante hacia sus sobrinos, no puede
desaparecer por el solo hecho de que el causante haya testado instituyendo a sus hermanos como herederos, máxime
cuando no ha establecido deferencia alguna entre ellos.
Es claro que cuando el causante instituye como únicos y universales herederos a todos sus hermanos sin mejorar a
ninguno, no se propone alterar el sistema legal, sino, por el contrario, afirmarlo. El testador quiere simplemente
confirmar y acentuar sus sentimientos fraternales, sin efectuar diferencias entre sus parientes ajenas a sus
sentimientos.
En este orden de ideas es preciso concluir que cuando la institución testamentaria recae en personas que no son
parientes en grado sucesible del testador, no hay representación a favor de los descendientes de los mismos; pero
cuando la institución se ha realizado a favor de los herederos legítimos, ratificando el llamamiento legal, sin alterar las
reglas de la sucesión ab intestato -o sea, sus cuotas de concurrencia-, funciona el derecho de representación, pues el
derecho a la herencia de los descendientes del heredero prefallecido, hermano del testador, les viene de la ley, que
presume la voluntad del causante de proteger a su familia (arts. 2484 y ss del Cód. Civ y Com.). Por el contrario, y tal
como lo establece el límite legal previsto por el art. 2429 in fine, es coherente y lógico que no se presuma tal voluntad
cuando se trata de los descendientes de un extraño[16].
Así, por ejemplo, cuando un hermano del causante es instituido por ella heredero al mismo tiempo que la ley lo llama a
la sucesión de su hermano por carecer éste de herederos forzosos (art. 2485). Si el hermano heredero testamentario
fallece antes que el testador, puede ser representado en la sucesión de éste por sus descendientes, porque la ley
presume el afecto del causante hacia su sobrino y se da el requisito exigido por el artículo 2439: que sólo se puede
representar a las personas que habrían sido llamadas a la sucesión del difunto.
Hay que tener en cuenta que los hijos del hermano designado heredero por expresión de última voluntad son llamados
por voluntad de la ley a la sucesión y cuando la causante no excluye a su hermano ni a su descendencia y se da el pre
fallecimiento del padre, los sobrinos de la causante pueden concurrir con sus tíos, según lo expone como supuesto, el
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artículo 2491.
Es lógico presuponer al respecto, que si hubiese querido evitar que lo sucedan los sobrinos, el causante debería haberlo
manifestado expresamente, de lo contrario sería preciso presumir: que no quiere a sus sobrinos, lo cual, como regla, no
es razonable.
El Proyecto de Código Civil de 1998 ya receptaba esta moderna tendencia expansionista del derecho de representación
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al disponer en su artículo 2461 que "La institución de heredero o legatario caduca cuando el instituido muere antes que
el testador o antes del cumplimiento de la condición o plazo suspensivos de los que dependa la adquisición de la
herencia o el legado. Se excluye el caso del heredero instituido pariente del testador si procede el derecho de
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representación".
En España muchos autores se ocuparon de tratar el tema y ya antes de la reforma de 1981 afirmaban enfáticamente
que el derecho de representación en la sucesión testada se da cuando el testador al instituir a sus hermanos no hubiere
previsto que le premuriesen o no fueran capaces para suceder[17].
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En la actualidad el artículo 814-3 del Código español admite el derecho de representación a favor de los descendientes
del descendiente prefallecido al testador que lo instituyó heredero.
Por su parte la Compilación de Derecho Civil de Navarra establece en su artículo 309.2 que, a falta de disposición del
causante, el derecho de representación se dará tanto en la sucesión legal como en la voluntaria, a favor de sus
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descendientes sin límites, y a favor de los descendientes de sus hermanos hasta el cuarto grado, a contar del propio
causante.
Del mismo modo, la ley 1 de 1999 de Aragón, que llama "sustitución legal" al derecho de representación, lo dispone
aplicable tanto a la sucesión testada como a la intestada, siempre en la línea descendente, y en la colateral a favor de
los descendientes de los hermanos, en casos de premoriencia, ausencia o indignidad para suceder (arts. 20.1 y 21.1).
Estas leyes cuentan con el consenso aprobatorio de la doctrina[18].
El Código Civil italiano regula el derecho de representación en forma amplia, tanto para la sucesión ab intestato como
para la sucesión testamentaria en el artículo 467: "Hay representación en la sucesión testamentaria cuando el testador
no ha previsto el caso en el cual el instituido no pueda o no quiera aceptar la herencia".
Igualmente el artículo 2040 del Código Civil portugués: "La representación tanto se da en la sucesión legal como en la
testamentaria".
Y en el mismo sentido se ha expedido la jurisprudencia bajo el régimen velezano (art. 953), cuya vigencia se mantiene a
la luz de los preceptos del Código Civil y Comercial de la Nación.
En principio el derecho de representación sólo tiene lugar en las sucesiones ab intestato porque en las testamentarias el
fallecimiento anterior al del causante de la persona favorecida convierte en caduca la disposición a su favor. Sin
embargo, cuando el causante ha dispuesto íntegramente de su porción disponible y declara únicos herederos a sus
hijos, los descendientes de uno de los hijos premuerto pueden invocar la representación de su padre, por cuanto su
derecho a la herencia les viene de la ley y no de la voluntad del causante[20].
-En el caso de las sucesiones testamentarias no tiene operatividad el derecho de representación, ya que este
sólo tiene lugar en las sucesiones ab-intestato. Ya que si el deseo del causante hubiera sido beneficiar a los
descendientes del instituido -premuerto-, pudo haber modificado el testamento
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o bien haber manifestado su deseo en forma expresa en la oportunidad de otorgar el testamento[21].
- Cuando la vocación del heredero proviene del testamento y no se trata de heredero forzoso, éste no tiene derecho de
representación. Así se ha decidido que si la causante había instituido herederos a sus hermanos, los descendientes de
los herederos que fallecieron antes que la testadora carecen de derecho de representación para concurrir a la
herencia[22].
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8. Los legatarios
Los legatarios particulares sólo se encuentran legitimados para iniciar el juicio sucesorio si los herederos son remisos en
hacerlo[23]; o en caso de que el testamento no instituyera herederos, o que sólo instituyera legatarios, no habiéndose
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designado albacea, o en casos en que los sucesores universales se muestren remisos[24].
Ello es así debido a que tienen un interés legítimo, pero sólo sobre una parte determinada de la herencia; no sucede en
la posición jurídica al causante, sino que efectúa esencialmente y directamente una adquisición, su género próximo es
el donatario, del que se distingue por adquirir mortis causa.
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En este sentido se ha expedido la jurisprudencia al sentenciar que el legatario de cosas ciertas puede iniciar el juicio
sucesorio, denunciando la existencia de herederos instituidos y del cónyuge supérstite[25].
Asimismo, en el supuesto de que la herencia estuviera dividida en su totalidad en legados particulares y no existieran
herederos legítimos, al ser los legatarios particulares los únicos interesados en el cumplimiento de las disposiciones
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9. El albacea
La palabra "albacea" viene del árabe y significa "ejecutor", y es una de las tantas voces que los musulmanes dejaron en
la Península Ibérica como vestigio de su dominación hasta el siglo XV.
Ignorado en el Derecho Romano, su desarrollo y configuración se debió a la enorme influencia de la Iglesia y del
Derecho Canónico durante la Edad Media.
El albacea es la persona designada por el testador con el fin de que éste asegure el efectivo cumplimiento de su voluntad
póstuma. Quien es designado albacea puede revestir, o no, calidad de heredero, ya sea legitimado o instituido; en este
caso, como ya hemos dicho, el albacea tendrá legitimación para iniciar el proceso sucesorio en su carácter de heredero.
El Código Civil y Comercial de la Nación establece sus atribuciones (art. 2523), la forma de su designación (art.2524), sus
deberes y facultades (art.2526), el alcance de su responsabilidad (art. 2527) y fija los parámetros para establecer su
remuneración (art.2530).
En el supuesto de carecer el albacea, de vocación sucesoria, sólo tendrá legitimación para iniciar el juicio sucesorio ante
la inacción de los herederos; ello, en pos de cumplir con el objetivo para el cual fue designado[27].
- La sentencia que declaró ineficaz e inoficiosa la actuación de un albacea testamentario que inició la sucesión a dos días
de fallecido el causante sin presentar la partida de defunción respectiva debe ser confirmada, pues la inobservancia de
lo prescripto por el art. 724 del Código Procesal Civil y Comercial de la Provincia de Buenos Aires determinó que su
presentación resultara insuficiente, apresurada e inconducente, máxime cuando al momento de agregarlo ya obraban
en el expediente dos testamentos posteriores que revocaban al presentado por aquél[29].
- Careciendo el albacea de autorización para tramitar el sucesorio y careciendo de legitimación para hacerlo, su
actuación y lo obrado como consecuencia, es nulo. El perjuicio sufrido por los herederos forzosos y testamentarios,
consiste en haberles sido conculcado el derecho que tienen a tramitar la sucesión, que emana de la transmisión del
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patrimonio. De ahí también el interés jurídico que se intenta proteger con la nulidad[30].
Ante la falta de herederos, las facultades del albacea es primordial, ya que representa a la sucesión y lleva adelante
todos los trámites del juicio, como consecuencia de tener la posesión material de la herencia, según lo dispuesto por el
art. 2529 del Código Civil y Comercial[31].
El art. 2529 del Código Civil y Comercial, a diferencia del derogado art. 3854, amplía el espectro de intervención del
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albacea en el caso de inexistencia de herederos, nombrándolo representante de la sucesión y en tal carácter puede
hacer inventario de los bienes recibidos e intervenir en todos los juicios en los cuales la sucesión es parte, a diferencia
de la prohibición que en tal sentido le imponía el art. 3862 del Código derogado.
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Consideramos que cuando no hay herederos, las facultades del albacea son amplias y tiene la de promover la sucesión,
ya que el propio Código le confiere el carácter de curador de la herencia en el art. 2529.-
La ley 163 del año 1865 faculta a los cónsules extranjeros a intervenir en la sucesión de sus connacionales al solo efecto
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de asegurar los bienes del causante y designar albacea[33], es así que el albacea consular no tiene legitimación para
iniciar el juicio sucesorio, pues sus facultades se limitan exclusivamente a la gestión de medidas conservatorias[34].
Su intervención sólo será procedente en el caso de que no existieran ascendientes, descendientes ni cónyuge legítimos
en el país, o que los herederos instituidos y el albacea designado por testamento estuviesen ausentes, y cesará una vez
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La vigencia de esta norma fue reconocida por la Corte Suprema de Justicia de la Nación[36], siendo aplicada por los
tribunales inferiores.
La cesión de derechos hereditarios es el traspaso de los derechos patrimoniales emergentes de la sucesión de una
persona que ha muerto, por quien reviste el carácter de heredero, a una tercera persona. Este traspaso puede ser
oneroso o gratuito, a título total o parcial[37].
Su regulación está contemplada en el Libro V, Título III, arts. 2302 a 2309, del Código Civil y Comercial de la Nación;
zanjando la discusión respecto al momento a partir del cual la cesión de derechos hereditarios produce efectos entre los
contratantes, los herederos y los deudores de un crédito de la herencia.
Así, el art. 2302, expone con claridad que la cesión del derecho a una herencia ya deferida o a una parte indivisa de ella
produce efectos:
Los puntos a) y b) del artículo citado, resumen la posición asumida de lege lata en las XI Jornadas Nacionales de Derecho
Civil, realizadas en la Universidad de Belgrano, Bs. As. en el año 1987, tema que fuera tratado en la Comisión N° 6:
"Cesión de derechos hereditarios"[38]
La cesión de herencia comprende lo acrecido con posterioridad en razón de una causa como la renuncia o la exclusión
de un heredero. Además, aclara que no comprende, salvo pacto en contrario lo acrecido anteriormente por una causa
desconocida al tiempo de la cesión, y los derechos sobre los sepulcros los documentos privados del causante,
distinciones honoríficas, retratos y recuerdos de familia.
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Estas disposiciones son meramente interpretativas y cabe la posibilidad de que las partes puedan pactar algo
distinto[39].
En síntesis, podemos decir que producida la cesión total de derechos hereditarios, quien reviste carácter de heredero ya
no posee intereses económicos respecto de la sucesión; en contrapartida el cesionario adquiere capacidad de derecho
respecto de la herencia, ocupando el lugar del cedente en el juicio sucesorio, y consecuentemente se encuentra
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legitimado para iniciar el mismo[40].
Es deber del cesionario acompañar en autos el instrumento público por el cual se ha realizado la cesión y acreditar la
vocación hereditaria del cedente.
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Respecto del cesionario parcial sobre los derechos hereditarios, Fassi[41], Goyena Copello[42] y Alsina[43] sostienen
que no reviste carácter de legitimado para iniciar el proceso sucesorio, a menos que revista tal carácter en garantía de
un crédito, lo que lo equipararía a los acreedores. No obstante ello, puede intervenir para suplir la negligencia de los
herederos y vigilar el movimiento de los fondos de la sucesión.
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Por otra parte Pérez Lasala[44] en posición que compartimos sostiene que el cesionario parcial también forma parte de
la comunidad hereditaria, por consiguiente puede promover el juicio sucesorio sin las exigencias requeridas a los
acreedores.
En la jurisprudencia dictada bajo el régimen del texto derogado, pero que mantiene su vigencia a la luz de los preceptos
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- El cesionario de los derechos y obligaciones patrimoniales que corresponden a sus hermanas, en la sucesión, ocupando
el lugar de éstas, salvo en lo que se refiere al título de heredero, que no se adquiere por ser personalísimo e
- El cesionario parcial de derechos hereditarios está legitimado para iniciar la sucesión si en el instrumento de cesión de
derechos se lo facultó para iniciar, proseguir e intervenir en su tramitación.
- Si bien el cesionario de derechos y acciones hereditarios sobre un inmueble no se encontraría legitimado en principio
para solicitar la apertura de la sucesión, se trata de un acreedor que podrá ejercitar tal derecho siempre que acredite su
legitimación mediante la presentación de las escrituras públicas pertinentes, máxime cuando los herederos se han
mantenido inactivos durante un prolongado lapso de tiempo. El cesionario de derechos y acciones hereditarios sobre un
bien inmueble posee carácter de acreedor o tercero interesado para promover la apertura de la sucesión en los
términos del artículo 3314 del Código Civil[46].
Por su parte, el art. 2309 del CCiv.yCom., dispone reglas sobre las cesiones sobre bienes determinados, al disponer
textualmente que "La cesión de derechos sobre bienes determinados que forman parte de una herencia no se rige por
las reglas de este Título, sino por las del contrato que corresponde, y su eficacia está sujeta a que el bien sea atribuido al
cedente en la partición".
La transmisión de los derechos hereditarios se produce en el mismo instante de la muerte del causante, momento en el
cual quien es heredero legítimo del causante comienza a ostentar el carácter de heredero.
No es necesaria la declaración judicial del carácter de heredero para encontrarse en dicha condición; por lo tanto, quien
es llamado por ley a heredar, una vez que reviste tal carácter, puede realizar la cesión de derechos hereditarios sin
necesidad de la apertura del juicio sucesorio.
El Código Civil y Comercial de la Nación establece en su artículo 1010 que: "La herencia futura no puede ser objeto de
M
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los contratos ...", siendo nulos de nulidad absoluta los contratos otorgados en este sentido (conf art. 387 del C.Civ y
Com), y, dado que la transmisión de derechos hereditarios se produce de pleno derecho, no tratándose por tanto más
que de un derecho a suceder otorgado por ley, nada obsta a que se realice la cesión hereditaria después de fallecido el
sucedible y antes de la iniciación del proceso sucesorio.
..CC
-Es válida la cesión de derechos hereditarios realizada por los herederos legítimos, sin existir declaratoria de
herederos[47].
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12. La madre del hijo extramatrimonial por nacer
El hijo por nacer tiene derechos sucesorios, los que se encuentran sujetos a la condición de que el mismo nazca con
vida. Asi lo establecen en forma expresa los artículos 21; 574 y 2279 inc b del Código Civil y Comercial de la Nación.
La madre del hijo extramatrimonial por nacer, en su carácter de representante legal del mismo, tiene legitimación para
LLAA
iniciar el proceso sucesorio[48]. Ello es así por cuanto, una vez cumplida la condición del nacimiento con vida del niño y
legalizada la filiación, el representado reviste el carácter de heredero legítimo.
El Código Civil y Comercial de la Nación por su parte, establece en el artículo 570 que en el caso de que la filiación sea
determinada por técnicas de reproducción humana asistida, la filiación extramatrimonial quedará determinada por el
FFII
En estos casos, será quién haya prestado el consentimiento previo el que tenga legitimación para iniciar el proceso
sucesorio en representación de su hijo.
Con meridiana claridad, Ferrer explica que el embrión no implantado a su juicio es un ser humano concebido, al igual
que el embrión en el seno materno, por lo que tiene derecho a la vida, a continuar su desarrollo y a nacer, por lo cual,
por esta primordial consideración al nuevo ser, no se puede negar el derecho de la mujer a solicitar y lograr la
transferencia e implantación del mismo, a fin de llevar adelante el embarazo y parto.
En este contexto, una vez nacido, tendrá filiación paterna y derecho sucesorio con relación al hombre del cual provino el
elemento genético y que prestó el consentimiento informado a la aplicación de la técnica, por la sencilla razón de que ya
estaba concebido al momento del fallecimiento de aquel (art. 19; 560 y 2279 inc c del Código Civil y Comercial).
En cuanto a la utilización de los gametos del hombre fallecido para la fecundación de su cónyuge o conviviente
supérstite, ha de tener una solución jurídica distinta a la cuestión de la implantación del embrión con posterioridad a la
muerte del hombre, en tanto dicho embrión desde que se consuma la fecundación tiene individualizada su propia
identidad humana, con la capacidad para desarrollarse de modo gradual y continuo, requiriendo de las condiciones
adecuadas para tal evolución.[49]
- La madre, durante el embarazo, puede iniciar la sucesión del padre ilegítimo del hijo por nacer, sin que en esa
oportunidad pueda ser objeto del pronunciamiento la extensión del derecho que tenga para intervenir en el juicio[50]
- Admitido que el por nacer puede adquirir algunos derechos como si hubiera nacido (art. 70, Cód. Civ.), que el hijo
concebido es capaz de suceder (art. 3290, Cód. citado), que tiene lugar la representación a su respecto (art. 64, Cód.
Civ.), y que el embarazo se tiene reconocido por la simple declaración de la madre (art. 65, Cód. citado); aun cuando no
se encuentre justificado el vínculo con el causante, como no se podrá suscitar pleito alguno sobre la filiación del no
nacido hasta después del nacimiento (art. 67, Cód. Civ.), resulta razonable admitir la intervención en el sucesorio de
autos con el objeto de posibilitar el contralor por parte de la madre de los trámites que se cumplan en estas actuaciones
y de proteger mediante las medidas que correspondan los presuntos derechos de su representado, sin perjuicio de lo
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que los demás herederos invoquen y ella aporte para justificar el vínculo en la etapa procesal oportuna[51].
El artículo 694 del Código Procesal Civil y Comercial que: "Sin perjuicio de lo dispuesto en el artículo 3314 del Código
Civil, los acreedores sólo podrán iniciar el proceso sucesorio después de transcurridos cuatro meses desde el
fallecimiento del causante.
..CC
Sin embargo, el juez podrá ampliar o reducir ese plazo cuando las circunstancias así lo aconsejaren. Su intervención
cesará cuando se presente al juicio algún heredero o se provea a su representación en forma legal, salvo inacción
manifiesta de éstos, en cuyo supuesto los acreedores podrán activar el procedimiento".
DDDD
En consecuencia, a la luz del régimen expuesto, la facultad de los acreedores para obtener la apertura del proceso
sucesorio, debía ejercerse con arreglo a lo dispuesto en los artículos 694 del Código Procesal y 3314 del Código Civil. Es
decir, no bastando para el acreedor acreditar tal calidad, ni el transcurso de los cuatro meses desde la fecha del
fallecimiento del causante, sino que, también, debía cursarse la pertinente intimación a los herederos para que acepten
LLAA
repudien la herencia.
A partir de la entrada en vigencia del Código Civil y Comercial de la Nación, este precepto deberá ser interpretado a la
luz del art. 2292, que "Si el heredero renuncia a la herencia en perjuicio de sus acreedores, éstos pueden hacerse
autorizar judicialmente para aceptarla en su nombre. En tal caso, la aceptación solo tiene lugar a favor de los acreedores
FFII
Tanto la nueva ley civil de fondo, como la procesal han limitado la amplitud de facultades de los acreedores del causante
para iniciar la sucesión. Para abrir el sucesorio, deben haber transcurrido cuatro meses desde la fecha de su
fallecimiento (art. 694, Cód. Proc.), mientras que, por otra parte, su intervención debe ser precedida por autorización
judicial previa que establece el artículo 2292 del Código Civil y Comercial de la Nación. Cumplidos estos requisitos los
acreedores quedan recién autorizados para promover por sí mismos la sucesión.
Se ha dicho al respecto, que el fin perseguido por la ley es impedir que, con el objeto de percibir los honorarios
correspondientes a la iniciación del sucesorio, los profesionales puedan actuar desaprensivamente, promoviendo
innecesaria y apresuradamente el proceso[53].
Ahora bien, conforme surge del juego armónico de los artículos 2292 del Código Civil y Comercial y 729 del Código
Procesal, los acreedores sólo pueden actuar por el heredero para iniciar la sucesión cuando éste, previamente intimado,
no lo hace, o para continuar el trámite si el sucesor lo abandona; pero solamente hasta la concurrencia de su crédito.
En este contexto se ha reconocido que si bien el cesionario parcial de derechos hereditarios no es parte del proceso
sucesorio, ya que no ocupa el lugar del heredero sino que es un simple acreedor, puede, en el ejercicio de la acción
subrogatoria, solicitar medidas tendientes a suplir las omisiones de los sucesores y requerir la partición[54]
En cuanto a los motivos que justifican la iniciación del proceso sucesorio por parte de los acreedores, cabe decir que no
obstante no poder cobrar sus acreencias en el proceso, los acreedores del causante del heredero o de los legatarios,
muchas veces inician el juicio sucesorio con el fin de: a) la necesidad de identificar los herederos; b) la necesidad de
precisar la composición del caudal relicto. Pero, en definitiva, ningún acreedor puede ser considerado parte en el
proceso sucesorio, porque su función se limita a cumplir la inactividad de los herederos[56].
La ley, a la vez que autoriza a los acreedores a iniciar el proceso sucesorio, determina para ellos requisitos especiales
con la finalidad de poner a los herederos en resguardo de su posible actuar presuroso e injustificado que provoque
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respecto de los mismos el privarlos de su natural derecho a iniciar este proceso[57].
El acreedor, para estar en condiciones de iniciar el proceso sucesorio, previamente debe cumplir con los requisitos
establecidos por la ley, a saber:
14. Los acreedores debe intimar a los herederos en los términos del artículo 2292 del Código Civil y Comercial
..CC
Esta intimación puede ser judicial o extrajudicial, pues nada impide que el acreedor intime a los herederos dentro del
marco del proceso sucesorio, con carácter previo a la apertura del mismo. Para el caso de la intimación extrajudicial,
siendo ella ajena al proceso, debe ser realizada a todos los herederos fehacientemente. Por el contrario, la intimación
judicial es la que se realiza en el expediente sucesorio con carácter previo a la apertura de la sucesión. Asimismo, si el
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acreedor conoce los domicilios de los herederos, o su existencia, se los debe intimar a esos domicilios; si fueren de
domicilio desconocido, se aplicarán las reglas contenidas en el artículo 76 del Cód. Civ. y Com., y bajo juramento del
acreedor de haber realizado las gestiones tendientes a conocer el domicilio de la persona sin éxito se realizará la
citación edictal. Cabe añadir que el plazo de intimación no puede ser menor a un mes ni mayor a tres (conf art. 2289,
primer párrafo Cód Civ y Com), es decir que los acreedores no podrían intimar a los herederos a aceptar la herencia en
LLAA
un término menor[58]. Y no se puede plantear la petición que contiene la intimación (de aceptación o repudio de la
herencia), mientras estén corriendo los días de llanto y luto (art.2289, segundo párrafo del Cód.Civ. y Com.)[59]. En
cuanto al cómputo del plazo, ninguna intimación puede realizarse en el término de los primeros nueve días de luto y
llanto; si ésta se realiza dentro del plazo se contaría a partir de la extinción del término de los nueve días referidos.
FFII
-El consorcio de propietarios que pretende la apertura de la sucesión del cotitular de un inmueble que cuenta con una
deuda de expensas debe cumplir las formalidades cuya exigencia deriva de la primera parte del art. 694 del Cód. Proc.
Civil y 3314 del Cód. Civil, ya que se trata de un supuesto de inicio del juicio sucesorio por parte de quien manifiesta ser
acreedor de los herederos[60].
-El acreedor para estar legitimado a promover el proceso sucesorio debe, previamente, intimar al heredero en los
términos del artículo 3314 del Código Civil[61].
- Los acreedores del causante que iniciaron el proceso sucesorio sin declarar la existencia de herederos, no incurrieron
en una conducta temeraria que torne aplicable la multa prevista por el art. 15 del CPCCN, pues si bien el escribano que
intervino en el poder suscripto por el causante para obtener el préstamo pudo haber tenido conocimiento de ello, no
hay elementos de convicción suficientes para afirmarlo[62].
- Los acreedores del causante no pueden iniciar la sucesión sin cumplir, previamente, con la intimación que establece el
artículo 3314 del Código Civil61.
- El acreedor carente de legitimación para iniciar un proceso sucesorio debe soportar las costas derivadas de su
actuación en tanto la circunstancia de que se le imprimiera trámite al pedido sin exigirle la acreditación de la intimación
- La presunta calidad de acreedor del causante no autoriza a iniciar el juicio sucesorio de éste, sin la previa intimación a
los herederos66.
Se ha considerado un caso excepcional, cuando el de cujus ha fallecido hace más de cuatro años y la deuda que se
reclama tiene naturaleza alimentaria en favor de tres menores de edad, puede prescindirse de la intimación prevista en
el artículo 3314 del Código Civil, proveyéndose la apertura del sucesorio67.
No siempre es posible intimar a los herederos para la aceptación o renuncia de la sucesión. Ello es innecesario o
imposible en los siguientes casos: a) cuando no existieran herederos; b) cuando hubieran transcurrido más de veinte
M
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años de la muerte del causante; c) cuando quien se presente sea la cónyuge, a título de socia de la sociedad conyugal,
reclamando su derecho a los gananciales68; d) debe dejar transcurrir cuatro meses, contados desde la fecha de
fallecimiento del causante, de conformidad con lo previsto por el artículo 694 del Código Procesal Civil y Comercial.
Ello así, los acreedores no pueden iniciar el juicio sucesorio pasados cuatro meses de la muerte del causante. El hecho
de que hayan transcurrido cuatro meses sin que el juicio sucesorio haya sido iniciado no habilita al acreedor sin más a
..CC
poder hacerlo, sino que debe cumplir con la obligación establecida por el Código de fondo de intimar a los herederos.
Cabe aclarar que las medidas indicadas en los puntos a y b deben ser cumplidas en forma conjunta, debido a que no son
excluyentes entre sí.
DDDD
Al respecto diversas salas de la Cámara Nacional Civil de la Capital Federal han resuelto:
- Si bien la intervención de los acreedores en el proceso sucesorio cesa cuando han tomado intervención los
herederos, lo cierto es que si se observa una evidente inacción por parte de éstos, corresponde autorizar al
acreedor, previa intimación, a continuar con el trámite de la causa[64].
LLAA
- En los supuestos en que la sucesión es impulsada por un acreedor no se le debe requerir a este que acompañe el
informe de libre deuda por impuesto municipal del inmueble a inscribir, sino que deberá intimarse a los herederos
para que en el plazo de cinco días de notificados manifiesten lo que estimen corresponder en
relación con lo previsto por el art. 5 de la ley 22.427, bajo apercibimiento de tener por asumida la deuda respecto del
FFII
bien[65].
En definitiva, y sin perjuicio de los requisitos legales, para que el acreedor del causante pueda iniciar el juicio sucesorio,
debe cumplir como mínimo con dos requisitos:
a) demostrar su acreencia;
b) haber intimado a los acreedores a iniciar el juicio sucesorio. También sobre este punto, se ha dicho que el acreedor
del heredero, sin otro requisito que la prueba de su acreencia y la muerte del causante, no puede emplazar a los
herederos para que, en el término de treinta días, procedan a la apertura del juicio sucesorio, bajo apercibimiento de
declarar la apertura a instancia del tercero peticionante (art. 317, inc. 5º, Cód. Proc. Civ. de Mendoza). La vía que tiene
el acreedor del heredero para emplazar a los herederos a la apertura del juicio sucesorio es la acción subrogatoria, por
lo que tiene la carga de probar los extremos de esa acción (art. 28, Cód. Proc. Civ. de Mendoza), específicamente la
prueba de su interés real, de la negligencia de su deudor y de la falta de otros bienes embargables72.
Por otro lado, de configurarse el supuesto de que el acreedor desconozca la existencia de herederos o el domicilio de
éstos, deberá dar intervención al Consejo Nacional de Educación, y sólo si este último guarda silencio podrá iniciar el
proceso sucesorio. De no proceder de este modo su actuación será considerada nula.
Respecto a los términos de la publicación de edictos señalada, debemos recordar que hasta la entrada en vigencia del
Código Civil y Comercial las normas procesales aplicables al proceso sucesorio han sido las propias de cada provincia.
La jurisprudencia surgida bajo el régimen del código derogado, pero que mantiene su vigencia a la luz de los preceptos
del Código Civil y Comercial ha dicho:
M
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-Debe decretarse la nulidad de todo lo actuado en una sucesión que fue promovida por un presunto acreedor laboral
del causante, pues existió una irregularidad en la providencia que decretó la apertura del juicio sucesorio, consistente
en no verificar la legitimación del solicitante, quien no acreditó -siquiera mínimamente- la relación laboral en la cual
fundó su acreencia74.
..CC
- Si en virtud de una transmisión sucesoria, el heredero resulta titular de dominio del inmueble sobre el que recae
la deuda por expensas, el consorcio acreedor puede peticionar la
apertura del sucesorio en cuestión ante la inactividad del heredero[67]
DDDD
- Si bien la intervención de los acreedores en el proceso sucesorio cesa cuando han tomado intervención los
herederos, lo cierto es que si se observa una evidente inacción por parte de éstos, corresponde autorizar al
acreedor, previa intimación, a continuar con el trámite de la causa[68]
- En los supuestos en que la sucesión es impulsada por un acreedor no se le debe requerir a este que acompañe el
informe de libre deuda por impuesto municipal del inmueble a inscribir, sino que deberá intimarse a los herederos
LLAA
para que en el plazo de cinco días de notificados manifiesten lo que estimen corresponder en
relación con lo previsto por el art. 5 de la ley 22.427, bajo apercibimiento de tener por asumida la deuda respecto del
bien.[69]
- Cuando se desconocen los herederos, corresponde citar al Consejo Nacional de Educación y sólo en caso de que éste
FFII
guarde silencio, podrá iniciar la sucesión el acreedor. Lo que se persigue es impedir que con el objeto de percibir los
honorarios correspondientes a todo profesional que inicia un sucesorio, éstos actúen desaprensivamente promoviendo
innecesaria y apresuradamente la sucesión[70].
- Los acreedores del causante no pueden iniciar el juicio sucesorio de éste, sin cumplir previamente con la intimación a
que se refiere el artículo 3314 del Código Civil. Cuando se desconocieren herederos, corresponde citar al Ministerio de
Educación, pudiendo iniciar la sucesión el acreedor sólo en el supuesto de que aquél guardare silencio[71].
- Sólo si los herederos fueren desconocidos o emplazados por edictos los que pudieren creerse con derecho no se
presentasen, corresponderá dar intervención a la entidad encargada de recibir la herencia vacante[72].
- Si bien se ha admitido la posibilidad de que los acreedores del difunto inicien la sucesión sin la previa intimación de los
herederos para que acepten o bien repudien la herencia, en el supuesto de inacción prolongada de éstos o cuando se
desconoce su identidad, tal temperamento no es acertado cuando la inactividad procede del Ministerio de Educación,
pues admitir esa posibilidad llevaría a presumir que éste conocía la vacancia de la herencia, conclusión que priva de
sentido a las disposiciones contenidas en el decreto 15.69883.
La actividad procesal del acreedor, luego de la promoción del juicio sucesorio, en todo lo que se refiera a su activación,
cesa una vez que se haya presentado algún heredero, ya sea que éste hubiera sido conocido o no.
En último término cabe señalar que si un acreedor se presenta después de liquidada la herencia -siempre que el crédito
no esté prescripto-, no hay ninguna razón para que no pueda cobrar, subsistiendo la responsabilidad del heredero para
responder por el valor de esos bienes, en caso de haberlos enajenado (responsabilidad pro viribus).
Asimismo, coincidimos con Perez Lasala en cuanto expresa que si existen varios herederos y, al finalizar el proceso de
liquidación se aprobó la partición, el acreedor tardío ya no podrá demandar al administrador de la masa indivisa, sino
que tendrá que demandar a los adjudicatarios o a alguno de ellos, según su conveniencia. Ello así, aunque la deuda se le
haya adjudicado a uno de los aquellos, pudiendo el acreedor dirigirse contra todos. Si el heredero o los herederos
demandados hubieren enajenado los bienes incluidos en su hijuela, responderán por su valor (art. 2280). Si el heredero
M
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demandado paga una porción de las deudas superior a su parte tiene acción contra sus coherederos por el reembolso
de su excedente (art. 2320)[73].
Obviamente, el heredero es libre para disponer de los bienes que le han correspondido en su hijuela, siendo inaplicable
el artículo 2321, inciso d, que sólo mantiene su vigencia durante el período de liquidación.
15. El cónyuge
..CC
El cónyuge puede iniciar o intervenir en la sucesión del causante a título de heredero o de socio de la comunidad de
acuerdo a lo dispuesto en los artículos 2237 y 2433 del Código Civil y Comercial.
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Mantiene de este modo, la distinción que el Código de Vélez establecía entre bienes propios y gananciales en el régimen
de comunidad, cuando el cónyuge supérstite concurre con descendientes, estableciendo que si en el acervo solo existen
bienes gananciales, el supérstite en concurrencia con descendientes no hereda, sólo recibe su parte en los gananciales
como socio de la sociedad conyugal disuelta por muerte.
Debe tenerse en cuenta asimismo, que el Código de Velez no regulaba en forma específica la indivisión post
LLAA
comunitaria, mientras que el Código Civil y Comercial suple esta omisión a través de la regla introducida en el art. 481,
mediante la cual se determina que si la extinción se produce por muerte, se aplican las reglas de la indivisión
hereditaria, incluso, si la muerte del cónyuge se produce durante la etapa de la indivisión.
Desde ya debe advertirse, que ante la posibilidad de que los consortes elijan el régimen patrimonial que regirá la
FFII
sociedad conyugal (conf art. 446 inc d. 463 y 505 del Cód Civ y Com); lo expuesto en el párrafo anterior solo será de
aplicación en caso de que los cónyuges se sometan al régimen de comunidad.
En síntesis, la capacidad del cónyuge supérstite para promover la sucesión del esposo premuerto proviene del hecho de
ser heredero en los bienes propios (art. 2433, Cód. Civ. y Com.) y socio en los gananciales (arts. 475 y concordantes, Cód.
Civ. y Comercial)[74].
La jurisprudencia ha sostenido:
- Al cónyuge supérstite le basta demostrar su carácter de tal para tener derecho, en principio, a iniciar el juicio sucesorio
del otro esposo, a fin de reclamar la mitad de los bienes gananciales que puedan corresponderle, sin que para ello tenga
que practicar intimación previa a los herederos ni esperar el plazo que fija la ley de fondo para los creedores del
causante[75].
Los derechos derivados de la sociedad conyugal correspondientes al cónyuge supérstite no dependen de aceptación
alguna y subsisten al margen de su comparecencia, o no, al proceso sucesorio, pues su eventual inacción no puede
afectar derechos que tienen su fundamento en el régimen patrimonial del matrimonio[76].
16. El cónyuge del matrimonio celebrado en los treinta días de la muerte del causante
Para configurarse la misma es necesario que se dé la concurrencia de los presupuestos objetivos y subjetivos básicos en
los que se apoyó el legislador al redactar el artículo 2436 del Código Civil y Comercial, a saber:
"La sucesión del cónyuge no tiene lugar si el causante muere dentro de los treinta días de contraído el matrimonio a
consecuencia de enfermedad existente en el momento de la celebración, conocida por el supérstite, y de desenlace
fatal previsible, excepto que el matrimonio sea precedido de una unión convivencial".
El artículo referido mantiene el criterio de exclusión hereditaria previsto por el art. 3573 derogado, pero haciendo
algunas aclaraciones necesarias respecto de su antecesora.
Por una parte, aclara que la enfermedad que ocasiona la muerte de uno de los cónyuges debe ser existente y conocida
por el otro, agregando además que el desenlace fatal debe ser previsible para que produzca la pérdida de la vocación
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hereditaria del supérstite.
Asimismo, establece una excepción a la regla general, para el caso de que el matrimonio sea precedido de una unión
convivencial, regulada en los términos del art.510, 511 y ss del Cód Civil y Comercial.
En síntesis, la norma prevé tres presupuestos objetivos: la enfermedad de uno de los cónyuges, el desenlace fatal
previsible y que la muerte se produzca dentro de los treinta días de haber contraído nupcias, mientras que el
..CC
presupuesto subjetivo está constituido por el conocimiento de la enfermedad por el otro contrayente[77].
Esta acción debe ejercitarse por vía judicial en el marco del proceso ordinario, resultando los presupuestos mencionados
materia de prueba.
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Si bien las modificaciones que establece el nuevo articulado aún no se han visto plasmada en la jurisprudencia, a fines
ilustrativos, resulta oportuno hacer mención a algunos fallos dictados bajo la disposición contenida en el art. 3573
derogado:
LLAA
- Si bien el matrimonio entre el causante y el cónyuge demandado fue celebrado in extremis, ya que la demandada
conocía la gravedad de la enfermedad del otro contrayente y éste fallece tres días después de celebrado el matrimonio
como consecuencia inmediata de la dolencia que padecía, cabe aplicar la salvedad del último párrafo del artículo 3573
del Código Civil ya que, en el caso, ha sido probada acabadamente la "situación de hecho", a la que hace referencia
dicha norma, tipificada en una relación afectiva con las características de perdurabilidad, estabilidad, singularidad y
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notoriedad, nacida muchos años antes de que apareciera la enfermedad que terminaría con la vida del causante[78].
- El artículo 3573 del Código Civil deja a salvo el caso del matrimonio que "se hubiese celebrado para regularizar una
situación de hecho", debiéndose interpretar esa última expresión de manera amplia y flexible sin limitarla al
concubinato, por lo que su aplicación aparece convertida en una cuestión de hecho que requiere prueba minuciosa y
clara que brinde la certeza necesaria de que al contraer el matrimonio in extremis se pretendió regularizar la situación
que existía y que no hubo ánimo captatorio de la herencia por parte del supérstite.
Por todo lo expuesto, el cónyuge supérstite del matrimonio celebrado dentro de los treinta días de producida la muerte
del otro contrayente tiene legitimación para iniciar el proceso sucesorio; ello, en tanto no exista una sentencia judicial
que lo declare excluido de la vocación hereditaria respecto del causante.
El artículo 3575, segundo párrafo, del Código Civil derogado, establecía que:
"Si la separación fuere imputable a la culpa de uno de los cónyuges, el inocente conservará la vocación hereditaria
siempre que no incurriere en las causales de exclusión previstas en el artículo 3574".
De este modo, nuestro Derecho positivo otorgaba vocación hereditaria al cónyuge separado inocente, haciendo la
salvedad de que ello perdurará "...siempre que no incurriese en las causales de exclusión previstas en el artículo 3574".
En definitiva, la exclusión hereditaria debe ser declarada judicialmente; en tanto ello no ocurra, de acuerdo a lo
dispuesto por el Código Civil, el cónyuge separado inocente conserva la vocación hereditaria, por tanto tiene
legitimación para iniciar el proceso sucesorio.
Aun cuando hubiese sido declarado culpable, si la sociedad conyugal no se ha liquidado, el viudo tenía legitimación en el
sucesorio a los fines de la división de la sociedad conyugal.
Bajo estas premisas, nuestros tribunales se han pronunciado diciendo sobre el particular:
- El cónyuge supérstite que se encontraba separado de hecho debe acreditar que era inocente en esa separación si
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pretende derechos hereditarios en la sucesión del cónyuge fallecido[80].
- El cónyuge supérstite que se encontraba separado de hecho sin voluntad de unirse y pretende derechos en la sucesión
del cónyuge fallecido, deberá probar que fue éste el exclusivo responsable de la ruptura (art. 2875, Cód. Civ.)[81].
El cónyuge supérstite que se encontraba separado de hecho del causante al momento de su muerte no puede ser
declarado heredero, pues, en materia sucesoria la regla es que, ante tal circunstancia fáctica, aquél pierde la vocación
..CC
sucesoria, sin perjuicio del derecho de demostrar su inocencia por la vía ordinaria pertinente[82].
Ahora bien, a partir de la eliminación de las causales culposas en el divorcio que fija el Código Civil y Comercial de la
Nación -cuyas consecuencias se proyectan especialmente hacia el derecho sucesorio-, debe tenerse en cuenta, en lo
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atinente a la sucesión del cónyuge, que se simplifica el régimen, evitando las discusiones doctrinarias que se han
suscitado en relación a la interpretación del art. 3575 de la ley de fondo derogada.[83]
Ello así, pues el art. 2437 del Código Civil y Comercial de la Nación establece que producido el divorcio, la separación de
hecho y la decisión judicial de cualquier tipo que implica cese de la convivencia, excluyen el derecho hereditario entre
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cónyuges.
Establecía el artículo 3575 del Código Civil derogado, en su primer párrafo, que: "Cesa también la vocación hereditaria
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de los cónyuges entre sí en caso que viviesen de hecho separados sin voluntad de unirse..."
La comprobación fehaciente del tema en estudio resultaba materia de prueba, como explicáramos en los supuestos
precedentes; era necesaria la sentencia obtenida en juicio para determinar la falta de vocación hereditaria del cónyuge
separado de hecho.
El principio general bajo el régimen derogado, era que el cónyuge durante la vigencia del matrimonio posee vocación
hereditaria, la separación de hecho no pone fin al matrimonio por lo tanto el separado de hecho se encuentra
legitimado para iniciar el proceso sucesorio.
A más de ello el interés principal del cónyuge separado de hecho radicaba en la liquidación de la sociedad conyugal, por
lo que el inicio del juicio sucesorio es una acción tendiente a la conservación de su patrimonio personal.
A partir de la vigencia del art. 2437 del Código Civil y Comercial de la Nación, la separación de hecho de los cónyuges sin
voluntad de unirse implicará el cese recíproco de la vocación hereditaria.
De este modo, bajará el nivel de litigiosidad en los tribunales, pues ya no será necesario para cada consorte probar en
juicio su inocencia, bastando con acreditar la interrupción de la cohabitación sin voluntad de unirse, para que se tenga
por perdida la vocación hereditaria para ambos.
Por el contrario, si efectivamente existiera el cambio de domicilio conyugal, dicho divorcio deberá ser considerado
válido en nuestro territorio, como así también el nuevo matrimonio que se hubiere contraído[84].
Con la sanción de la mencionada ley 23.515, que incorpora al régimen vigente el divorcio vincular, no existe razón para
la celebración de matrimonio en fraude a la ley, sin embargo existen parejas que no regularizaron su situación después
de la vigencia de la ley 23.515.
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En estos casos cabe preguntarse: ¿El cónyuge supérstite de matrimonio contraído en el extranjero cuando en la
Argentina no existía divorcio vincular tiene legitimación para iniciar el proceso sucesorio?
La Corte Suprema de Justicia de la Nación ha dicho que tiene legitimación para promover el juicio sucesorio la mujer que
contrajo matrimonio con el causante en la República del Paraguay sin que se hubiera disuelto el que éste celebró
anteriormente en nuestro país (arts. 699, Cód. Proc.)[85].
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Por otra parte, la jurisprudencia de la Cámara Civil de la Capital Federal ha dispuesto que la inscripción del matrimonio
celebrado por las partes en el extranjero cuando existía impedimento de ligamen por parte de uno de los contrayentes,
por haberse decretado su anterior divorcio durante la vigencia de la Ley 2393, debe admitirse, pues no puede negarse
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que, en la actualidad, la indisolubilidad del vínculo matrimonial no integra el orden público argentino interno e
internacional, a raíz del cambio producido por la sanción de la Ley 23.515[86].
Cabe señalar que con anterioridad a la vigencia de la ley 23.515, la inexistencia del divorcio vincular en nuestro país
llevaba a que la gente obtuviera el divorcio en el extranjero, y celebrara matrimonios también allí, aun cuando mantenía
LLAA
su domicilio en la Argentina y, en muchos casos, ni siquiera conocía el país donde se había casado y divorciado. Se
buscaba legitimar uniones de hecho mediante los denominados "matrimonios de papel".
Si en la actualidad alguien comparece con una sentencia de divorcio dictada en el extranjero, ya sea para excluir a quien
se ha presentado en el juicio sucesorio alegando ser cónyuge o pretendiendo ser declarado heredero, en virtud de un
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juicio de divorcio y de un posterior matrimonio en el extranjero, hay que determinar, a los fines del exequátur, los
siguientes requisitos: a) la autenticidad de la sentencia; b) la competencia del juez que la dictó; c) el conocimiento del
juicio por las partes en virtud de la citación; d) el carácter definitivo del fallo; e) el contenido, que no debe contrariar al
orden público.
A pesar de que en nuestro país rige hoy el principio del divorcio vincular, un sector de la doctrina y de la jurisprudencia
sostiene que tal sentencia no sería válida, por cuanto con anterioridad a la ley 23.515 regía la ley 2393, que en su
artículo 104 establecía que "las acciones de divorcio y de nulidad de matrimonio deben intentarse en el domicilio de los
cónyuges". Como la sentencia no fue dictada en el domicilio conyugal, no sería título suficiente para excluir al cónyuge
del sucesorio del otro.
Cabe aclarar que la competencia que establecía el artículo 104 de la Ley de Matrimonio Civil era de orden público
interno y, por tanto, no podía ser alterada por la sumisión real o ficticia a la competencia de un tribunal extranjero
(Ursula Basset).
En este sentido, se ha dicho que si el último domicilio estuvo en el país, la sentencia dictada en violación de la
competencia de los tribunales argentinos no debe ser reconocida, ni siquiera con los efectos que la ley argentina le
atribuye al divorcio.
En definitiva consideramos que se encuentra legitimado para iniciar la sucesión el cónyuge que contrajo nupcias en el
extranjero, después de divorciarse en la Argentina sin disolución de vínculo, siempre que lo haya realizado con
anterioridad a la vigencia de la ley 23.515, ya que este matrimonio no viola el orden público interno porque el orden
público es esencialmente mutable y debe ser juzgado al momento en que se dicta la sentencia.
20. El conviviente
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El Código de Vélez no le otorgaba legitimación al concubino para iniciar el juicio sucesorio del que fuera en vida su
pareja, por cuanto no le reconocía vocación sucesoria. El concubino podía iniciar el proceso sucesorio como acreedor,
pero en este caso debía cumplir con los recaudos que la ley fijaba para estos casos.
En estos términos, la jurisprudencia ha declarado que el concubino tenía derecho a repetir en la sucesión de su
concubina los gastos funerarios y de última enfermedad que él contrató con terceros, puesto que cualquier persona
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puede actuar como gestor[87].
El Código Civil y Comercial de la Nación regula la unión convivencial (conf arts.509 a 528), estableciendo los requisitos
para su conformación (art.510), fijando los parámetros para establecer los pactos relativos a los bienes de los
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convivientes (art. 514), enunciando los efectos derivados de su cese (art. 523) y el modo en como deberán distribuirse
los bienes una vez cesada la convivencia (art.528).
Pese a que ostenta una regulación específica y mucho más amplia en lo que hace al reconocimiento de derechos para
los convivientes que el texto derogado; no reconoce vocación sucesoria al conviviente (art.2424), por lo que a su
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respecto sólo podría iniciar el sucesorio en carácter de acreedor del causante, siempre que se den los requisitos que la
ley establece para justificar su legitimación como tal, o para solicitar su derecho a la vivienda.
Cabe enfatizar que el conviviente, solo puede iniciar el juicio sucesorio como acreedor y no como heredero que no lo es
en el régimen argentino actual
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Normalmente, el llamamiento testamentario se hace a los herederos en forma pura; pero puede ocurrir que dichos
llamamientos se sometan a una condición suspensiva (art. 2280, párr. 2º).
La institución condicional es aquella que subordina a un hecho incierto y futuro la consolidación o resolución del
llamamiento efectuado por el testador a la adquisición de la herencia o legado[88].
Encontrándose pendiente de cumplimiento esta condición, el instituido tiene un llamamiento puro y simple como
heredero, pero sometido a una condición suspensiva, lo que lleva a que se concrete su vocación hereditaria de
cumplirse la misma[89].
La vocación bajo condición suspensiva es una vocación que se retrasa al momento del cumplimiento de la condición; por
eso no se puede hablar de vocación actual. Como consecuencia, el heredero o legatario que muera antes del
cumplimiento de la condición, aunque sobreviva al testador, no trasmite derecho alguno a sus herederos (art. 2496,
referente a los legados, pero de aplicación extensiva a la herencia). En el mismo sentido se pronuncia el artículo 759 del
Código Civil español[90].
Durante el tiempo de yacencia, si hay albacea puede éste administrar los bienes mientras la condición se mantenga en
estado de pendencia.
Consideramos, en consecuencia, que el heredero condicional tiene legitimación para iniciar el proceso sucesorio; por
cuanto él mismo tiene facultades conservatorias sobre el acervo sucesorio, y el inicio del juicio sucesorio es una medida
conservatoria de su derecho, en el sentido que establece el artículo 2280, párrafo segundo del Código Civil.
El custodio del testamento está facultado para presentar al juez el documento que tiene en su poder, pero no puede
ampliar su intervención pues no se encuentra legitimado para iniciar el trámite sucesorio respectivo[91].
El Código Civil y Comercial de la Nación adopta en relación a las herencias vacantes el articulado del Anteproyecto de
1954, sin modificar sustancialmente el régimen del código velezano.
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OOM
Como novedad legislativa, otorga legitimación al Ministerio Público Fiscal y a cualquier interesado para pedir la
declaración de vacancia. A ello, debe hacerse lugar si no hay herederos aceptantes ni el causante ha distribuido la
totalidad de los bienes legados.
Recepta el art. 2442 del CCyC que quien reclame posteriormente derechos hereditarios debe promover acción de
..CC
petición de herencia y se tiene al Estado como poseedor de buena fe.
En el ámbito de la ciudad de Buenos Aires, si bien el producto de las herencias vacantes integra un Fondo Escolar
Permanente, la promoción del juicio está a cargo de la Procuración General de la Ciudad a través de dos letrados que
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asumirían funciones de curadores oficiales (art. 2º del dec. 2760/98)[92].
El art. 2441 del Código Civil y Comercial de la Nación, otorga legitimación al Ministerio Público a iniciar el proceso
tendiente a declarar la vacancia de herencia del causante.
Resulta positiva a nuestro juicio esta incorporación pues el texto vigente no establecía pautas claras acerca de quién
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En cuanto al juez competente, al no establecer esta norma un criterio específico, deberá atenerse al principio general
determinado por el art. 2336, primer párrafo.
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Prevé asimismo el art. 2442 la designación de un curador de bienes quién debe recibir los bienes bajo inventario, abonar
las deudas y los legados, con autorización judicial, rindiendo cuentas al Estado Nacional o Provincial, según corresponda.
El Juez, una vez efectuada la rendición de cuentas, debe mandar a entregar los bienes al Estado Nacional, quién será
considerado como poseedor de buena fe, en el caso de que un posible heredero reclame los bienes una vez otorgados,
mediante la acción de petición de herencia.
En caso de tomar conocimiento de una sucesión deferida a sus representados, este ministerio estaría capacitado para
solicitar su apertura con el fin de asegurar los bienes y para que se nombre un tutor a los menores, si no lo tuvieren[93].
25. El juez
Un sector de la doctrina considera que si bien el Código Procesal Civil y Comercial de la Nación nada dice al respecto,
cabe admitir la apertura de oficio, pues razones de economía procesal así lo exigen y además pondría en manos del juez
un medio tendiente a asegurar los valores que la sociedad le confía[94].
En este sentido, opina Casimiro Varela que "las distintas leyes autorizan al juez a disponer las medidas necesarias para la
seguridad de los bienes y documentación del causante, motivo que lleva a considerar que la sucesión puede ser iniciada
aun de oficio si se desconoce la existencia de herederos, legítimos o testamentarios, ya que razones de economía
En consecuencia, y sin perjuicio de las facultades instructorias que reconoce el Código Procesal Civil y Comercial de la
Nación a los jueces (conf. art. 34) , no existe norma específica que los autorice a iniciar de oficio el proceso sucesorio
regulado a partir del art.2335 del CCyC.
Las personas con capacidad restringida que no se le haya restringido en la sentencia la administración o disposición de
sus bienes, pueden iniciar el proceso sucesorio por si, de lo contrario deberán hacerlo con la asistencia de sus apoyos,
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Al respecto cabe señalar que el artículo 2297 CCyCN permite que las personas con capacidad restringida puedan
aceptar herencias, ya sea: por sí solas, con la asistencia de un apoyo (que acompaña a la persona o lo hace en su
nombre si detenta facultades de representación) o a través de un representante convencional, según las restricciones
establecidas en la sentencia; o bien, la persona incapaz a través de su curador. Tanto la persona incapaz, como la que
tiene capacidad restringida, nunca quedarán obligadas al pago de las deudas de la sucesión más allá del valor de los
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bienes que le sean atribuidos. Por lo tanto, para que sea aplicable este último aspecto de la norma lo que importa es
que la persona tenga una sentencia de restricción de la capacidad, ya que la extensión de las restricciones no se
relaciona con esta prerrogativa sino con la forma en la que efectivamente se acepta la herencia. Finalmente, si bien la
norma refiere a la aceptación, entendemos que lo dicho se predica también respecto de la renuncia de una herencia.
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Por cierto, en lo que refiere al derecho de opción, el nuevo Código no resuelve expresamente el caso donde la persona a
la que se le ha restringido su capacidad guarde silencio por más de diez años (art. 2288 CCyCN
El solo hecho de que se aduzca la pérdida de la vocación hereditaria no autoriza a negarle el derecho de lograr la
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apertura de la sucesión, ya que la dilucidación de tal extremo no puede hacerse dentro de la sucesión, sino por vía de
incidente[96].
Los progenitores pueden en representación de sus hijos (arts. 100 y 101, Cód. Civ. y Com) iniciar el juicio sucesorio en
que ellos estén interesados[97].
Los tutores y curadores de incapaces interesados en una sucesión, sea a título de heredero, coheredero, legatario,
acreedor, etcétera, están facultados para pedir la apertura de ella[98].
30. El donatario
Si bien el artículo 3452 del Código Civil derogado ampliaba el concepto de legitimados para la apertura del sucesorio a
todos los que tengan en la sucesión algún derecho declarado por las leyes, no se advierte que tenga tal carácter el
donatario frente a los herederos, pues aun cuando se acreditara la inexistencia de éstos, ello de manera alguna conlleva
la llamada "bonificación de título", desde que nada impide que con posterioridad se presenten herederos acreditando
su legitimación[99].
-El beneficiario de una donación efectuada por el causante, no se encuentra legitimado para promover la apertura del
juicio sucesorio, pues dicha calidad no surge de norma sustancial alguna. La promoción del sucesorio del donante no es
la vía idónea para "perfeccionar el título" del donatario, dado que tal extremo sólo acaecerá cuando venza el plazo de
El mismo criterio establece el Código Civil y Comercial en su art. 2280, al establecer como principio rector que desde la
muerte del causante, los herederos tienen todos los derechos y acciones de aquel de manera indivisa, con excepción de
los que no son transmisibles por sucesión
El art. 429 del Código Civil y Comercial de la Nación, sigue el criterio asumido por los arts. 222 y 225 del texto derogado,
es decir, que mientras no hay sentencia judicial que decrete la invalidez, el matrimonio debe reputarse válido,
produciendo el respectivo título de estado, efectos erga omnes, y, por ende, vocación hereditaria de uno de los
cónyuges en la sucesión del otro. Si pese a estar el matrimonio afectado por una causa de invalidez, ésta no ha sido
declarada ni se ha iniciado el respectivo juicio de nulidad, la unión presuntamente viciada de nulidad producirá efectos
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normales y, en consecuencia, en caso de muerte de alguno de los cónyuges, el supérstite tendrá derechos hereditarios
en la sucesión del esposo fallecido[101].
La Corte Suprema de Justicia de la Nación ha resuelto que la legitimación para promover el juicio sucesorio por parte de
la mujer que contrajo matrimonio con el causante en la República del Paraguay -sin que se hubiera disuelto el que éste
celebró anteriormente en nuestro país- dependerá de verificar, según el Derecho Internacional Privado argentino, si se
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han satisfecho los recaudos de validez de una situación creada en el extranjero y que cabe desplegar efectos en el
foro[102].
El Código Civil y Comercial establece en su art. 2337 que la investidura hereditaria de pleno derecho, receptando el
LLAA
principio general contenido en el texto del art. 3410 derogado, mas agrega a su texto una poco feliz aclaración, pues
señala que a los fines de la transferencia de los bienes registrables, su investidura debe ser reconocida mediante la
declaratoria judicial de herederos.-
Si bien dicha excepción contradice el reconocimiento de pleno derecho que hace el mismo artículo en su primer párrafo
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a favor de determinados herederos, esta no es mayor que la existente en la actual redacción de la ley de fondo y apunta
a considerar necesaria la declaratoria para poder enajenar bienes registrables.
A nuestro modo de ver, dicha incorporación no resulta acertada, por cuanto la declaratoria no es propiamente una
sentencia y no pone fin al proceso, sino que establece la calidad de herederos de quienes se han presentado en la
sucesión, pero es susceptible de ampliarse si se presentan otros coherederos.
-El proceso sucesorio culmina fundamentalmente en la sentencia que declara las personas que sucederán a la del
difunto en cuanto concierne a derechos y obligaciones. A tal declaración se arriba por distintas vías; pero lo esencial
reside en que quienes pretenden poseer la calidad de herederos, deben probar estar en condiciones de ser llamados a
la herencia[104].
- Si de los instrumentos acompañados al sucesorio no consta una serie de circunstancias que hacen a la clara
determinación de los derechos sucesorios del presentante, no corresponde incluirlo en la declaratoria de
herederos[105].
La vocación hereditaria se demuestra acreditando el estado de familia, y éste, a su vez, necesita de un título que lo
pruebe.
Goyena Copello sostiene que para lograr la apertura de la sucesión no es necesaria la prueba concluyente del vínculo,
bastando la verosimilitud del derecho, ya que la ley, como dice el artículo 689 de una justificación prima facie[107].
En definitiva teniendo en cuenta lo dispuesto por los artículos 1º y 25 de la ley 26.413 cabe concluir que el título de
estado en sentido formal, y por tanto hábil para acreditar el vínculo en el juicio sucesorio, resulta de la inscripción de
declaraciones o documentos, según el caso, en el Registro del Estado Civil y Capacidad de las Personas.
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33. Prueba de la filiación matrimonial
El artículo 569 del Código Civil y Comercial de la Nación establece que la filiación matrimonial se acredita por la
inscripción del nacimiento en el Registro del Estado Civil y Capacidad de las Personas y por la prueba del matrimonio de
los padres; por sentencia firme en juicio de filiación y en los supuestos de técnicas de reproducción humana asistida por
el consentimiento previo, informado y libre debidamente inscripto en el Registro de Estado Civil y Capacidad de las
..CC
Personas.
Para la acreditación de los nacimientos ocurridos antes de la reforma introducida por el Código Civil y Comercial de la
Nación y -anteriormente- la ley 23.264, se aplica lo que disponía el artículo 114 de la ley 2393, "La filiación legítima se
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probará: por la inscripción del nacimiento en el Registro Civil, donde exista, y a falta de éste por la inscripción en el
Registro parroquial y por la inscripción del matrimonio en el Registro Civil desde la vigencia de esta ley, y en los
parroquiales antes de ella...".
Hasta la sanción del Código Civil y Comercial de la Nación, las presunciones de paternidad del matrimonio previstas en el
Código de Vélez, no le eran aplicables al matrimonio entre personas del mismo sexo, pues la adecuación normativa
efectuada por la ley 26.618, no fijó pautas específicas relativas a los vínculos filiales que deriven de estos matrimonios.
Ello redundaba en la imposibilidad de atribuir en forma simultánea la maternidad a dos mujeres; pues, de acuerdo al
FFII
criterio asumido por Vélez, si bien se permitía el reconocimiento de la paternidad como fundamento de la filiación
(conf., art. 247, Cód. Civil), ello no ocurría en el supuesto de la mujer, con relación a la cual la maternidad resultaba del
parto (conf. art. 242, Cód. Civil).-
Por otra parte, al quedar establecida la maternidad por la prueba del nacimiento y la identidad del nacido, no
existía siquiera la posibilidad de acceder a la filiación materna por reconocimiento, que sólo era posible si no hubiera
tenido lugar la inscripción en el Registro Civil prevista en el precitado artículo 242 (conf. art. 248 "in fine", Cód. Civil).
El principio general establecido en el art. 566 del Código Civil y Comercial de la Nación, completa un vacío legal que
subsistió desde la sanción de la ley 26.618 que habilita la posibilidad para las parejas del mismo sexo de contraer
matrimonio, hasta la sanción de la ley 26.862 que regula la cobertura de las técnicas de reproducción humana asistida, y
la completa regulación que sobre este tema realiza el Código Civil y Comercial de la Nación.
De este modo, la filiación matrimonial para el caso de matrimonio constituido por dos mujeres quedará legalmente
establecida si en forma previa a la concepción ambas prestaron el consentimiento libre, pleno e informado que regulan
los arts. 560 y 561 del mismo cuerpo legal.
En este contexto, la ley 26.618 autorizó los matrimonios entre personas del mismo sexo, pero en relación a la capacidad
de procrear un hijo propio, reconoció al matrimonio constituido entre dos mujeres la posibilidad de someterse a una
técnica de fertilización asistida de carácter heteróloga con semen de donante anónimo, en virtud de las prerrogativas
dispuesta por la ley 26.862.
Ahora bien, ante la misma situación un matrimonio compuesto por dos hombres no posee la misma protección legal,
pues para poder concebir un hijo propio, con semen de uno de los cónyuges y ovodonación, debería recurrir a una
tercera mujer que geste ese embrión, práctica que no fue expresamente reconocida por el Código Civil y Comercial,
M
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pero que la jurisprudencia ha aceptado un caso de gestación por otro[108].
Cabe señalar que como la gestación por sustitución no ha sido aceptada legislativamente, para que dé lugar a filiación
debe mediar un reconocimiento judicial.
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Con anterioridad a la ley 23.264 la filiación extramatrimonial paterna o materna se acreditaba por el reconocimiento o
por sentencia judicial.
Ello daba lugar a un sinnúmero de injusticias porque niños que se sabían hijos de una mujer determinada quedaban sin
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filiación alguna, ya fuere porque la madre era demente o incapaz para el reconocimiento, o porque moría antes de
hacerlo, o porque se retiraba del hospital abandonando a la criatura sin reconocerla[109].
A partir de la ley 23.264 la filiación extramatrimonial se acreditaba de diferentes formas en los casos de paternidad y
maternidad.
LLAA
La filiación materna extramatrimonial (al igual que la matrimonial) se acredita por el hecho del parto y el certificado de
nacido vivo debidamente inscripto en el Registro Civil, por el reconocimiento y por sentencia.
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Es decir que se había agregado una tercera forma de acreditar la filiación materna extramatrimonial diferente a las dos
anteriores, cual es la inscripción del nacimiento conforme a lo dispuesto por el artículo 565 del Código Civil y Comercial.
Ello implica que el hijo extramatrimonial podrá acreditar su filiación materna con el certificado de nacimiento aun
cuando la madre no lo haya reconocido expresamente por alguna de las formas previstas.
- Corresponde tener por acreditada la filiación extramatrimonial del hijo de la causante, a los fines de su vocación
hereditaria, si en la partida de nacimiento se consignó el nombre de la madre pues si allí figura es porque el funcionario
interviniente tuvo elementos a la vista que le permitieron hacer constar su nombre en la partida, como establece el
artículo 43 de la ley 1565 -vigente al momento de la inscripción del solicitante- y, por ende, resulta suficiente para
acreditar el carácter de hijo[110].
- También se ha fallado que es improcedente exigir a la madre del causante, a fin de declararla heredera, que acredite
su matrimonio, pues la prueba de la calidad de herederos se logra con la partida de nacimiento resultando innecesario
la prueba del vínculo matrimonial, en tanto la ley argentina no distingue a fines de la vocación hereditaria entre
ascendientes matrimoniales y extramatrimoniales[111].
38. La filiación extramatrimonial en el Código Civil antes de su unificación con el Código de Comercio.
La partida de nacimiento prueba exclusivamente el nacimiento y la filiación materna, con las previsiones previstas en el
art. 565 del Código Civil y Comercial, salvo que el instrumento fuera suscripto por el progenitor, en cuyo caso también
acredita el reconocimiento.
El artículo 570 establece como principio general que la filiación extramatrimonial quedará determinada por el
reconocimiento, por el consentimiento previo, informado y libre al uso de técnicas de reproducción humana asistida, o
por la sentencia en juicio de filiación que la declare tal.
Recoge de este modo la norma, el espíritu del art. 247 derogado, suprimiendo la denominación "paternidad
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extramatrimonial", por la de "filiación extramatrimonial", respetando la adecuación terminológica que el Código
presenta en materia filiatoria.
Jurisprudencialmente se ha aceptado que la maternidad extramatrimonial lésbica puede ser determinada por el
reconocimiento con fundamento en el principio de igualdad. La decisión fue dictada en un supuesto en el cual el niño
fue concebido por técnicas de fecundación asistida implantando en el útero de la madre el óvulo fecundado con semen
..CC
de tercero de su compañera lesbiana.
En el caso se juzgó que teniendo en cuenta que en las relaciones heterosexuales el miembro masculino de la pareja
puede establecer su filiación mediante el reconocimiento[112], violaría el principio de igual dad que a las parejas
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homosexuales se les impidiera establecer la filiación mediante el reconocimiento.
La ley de registro Civil establece en su artículo 38. -- Si se tratare de un hijo extramatrimonial, no se hará mención del
padre a no ser que éste lo reconociese ante el oficial público
40. El reconocimiento
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Con relación al reconocimiento, el artículo 571 del Código Civil y Comercial (en sintonía con el texto del art. 248
derogado) dispone que: "La paternidad por reconocimiento del hijo resulta: "1º) De la declaración formulada ante el
oficial del Registro del Estado Civil y Capacidad de las Personas en oportunidad de inscribirse el nacimiento o
posteriormente.
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"3º) De las disposiciones contenidas en actos de última voluntad, aunque el reconocimiento se efectuara en forma
incidental"
La prueba de la filiación extramatrimonial surge de la inscripción, de acuerdo a lo previsto en el inciso 1º del citado
artículo.
Con relación a las formas de reconocimientos previstas por los incisos 2º y 3º, mientras no hayan sido inscriptas en el
Registro del Estado Civil y Capacidad de las Personas, éstas no constituyen título de estado en sentido formal, y por
tanto idóneo para hacerlo valer como prueba en juicio, ya que carece de las características de oponibilidad y publicidad,
necesarias para que el título de estado tenga eficacia probatoria.
Además el artículo 43 de la ley 26.413 establece que: "Los instrumentos públicos que contengan reconocimientos de
hijos, se remitirán a la dirección general, dentro del término de diez (10) días hábiles para su inscripción".
Por otra parte el artículo 46 de la ley 26413 señala que " -- No podrán inscribirse reconocimientos sucesivos de una
misma persona, por presuntos progenitores de un mismo sexo.
-El reconocimiento constitutivo del emplazamiento en el estado de hijo extramatrimonial, sólo es el que se realiza ante
el oficial público del Registro Civil en ocasión de denunciarse el nacimiento o con posterioridad a dicha denuncia. Es que,
aun cuando parte de la doctrina ha atribuido también aquella virtualidad al reconocimiento realizado en escritura
pública, judicialmente o por testamento, no se comparte este último criterio ya que en nuestro Derecho sólo son títulos
de estado, formalmente suficientes para oponer en plenitud el estado de familia, las actas o partidas del Registro del
Estado Civil y Capacidad de las Personas y sus testimonios[113].
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41. Prueba del matrimonio
El matrimonio celebrado con anterioridad a la sanción de la ley 2393 "...se prueba por la inscripción en los registros de la
parroquia o de las comuniones a que pertenecieren los casados..." (art. 179, Cód. Civ., derog. por ley 2393). Los
matrimonios celebrados durante la vigencia de la ley 2393 se acreditaban conforme al artículo 96, que establecía: "Los
matrimonios celebrados con posterioridad a la vigencia de esta ley se probarán con el acta de celebración de su
..CC
matrimonio o su testimonio".
El art. 423 del Código Civil y Comercial de la Nación actualiza la redacción del art. 197 derogado y establece que, "El
matrimonio se prueba con el acta de su celebración, su testimonio, copia o certificado, o con la libreta de familia
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expedidos por el Registro de Estado Civil y Capacidad de las Personas.
Cuando existe imposibilidad de presentarlos, la celebración del matrimonio puede probarse por otros medios,
justificando esta imposibilidad.
La posesión de estado, por sí sola, no es prueba suficiente para establecer el estado de casados o para reclamar los
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Si existe acta de matrimonio y posesión de estado, la inobservancia de las formalidades prescriptas en el acto de
celebración no puede ser alegada contra la existencia del matrimonio".
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Sustancialmente, difiere de la regulación fijada por el art. 197 del texto derogado, en cuanto da la posibilidad de invocar
la posesión de estado como prueba del vínculo matrimonial, pero no habilita la posibilidad de que ésta sea la única
prueba utilizable para acreditar la relación entre los cónyuges.
El principio general es la acreditación del vínculo que se invoca mediante las partidas del Registro del Estado Civil y
Capacidad de las Personas. Así, los grados de parentesco se prueban con las partidas del estado civil de las personas. Por
ejemplo, para acreditar la filiación matrimonial, el peticionario debe presentar la partida de matrimonio de los padres y
la de su nacimiento. El cónyuge supérstite necesita acompañar testimonio del acta matrimonial, y tratándose de hijos
reconocidos se adjuntará copia certificada del instrumento correspondiente.
Los hermanos del causante deben acompañar las partidas de nacimientos suyas y del causante y si son hijos
matrimoniales es conveniente que acompañen la partida de matrimonio de sus padres, o la libreta de familia para
acreditar el doble vínculo, debiendo aplicarse este razonamiento para todos los casos de prueba de parentesco colateral
que pudieren presentarse.
Si bien desde el punto de vista de la legitimación para iniciar el sucesorio no existen diferencias entre ellos, debe
tenerse en cuenta la trascendencia de la distinción que efectúa el art. 534 del Código Civil y Comercial en cuanto a los
hermanos bilaterales y unilaterales en materia sucesoria, por cuanto el art. 2440 del mismo Código, dispone que "en la
Durante la vigencia del Código Civil de Vélez, en los casos en que alguno de los cónyuges conservara la vocación
hereditaria en la sucesión del otro, luego de la separación personal, el que mantuviera la vocación hereditaria y
pretenda ser declarado heredero debía probar esta situación en el juicio sucesorio del cónyuge fallecido.
Por tanto, a más de la partida de matrimonio con la anotación marginal respectiva debía adjuntar al expediente el
testimonio de la sentencia de separación judicial de donde surja la circunstancia alegada.
El Código Civil y Comercial de la Nación elimina de plano esta posibilidad, pues ha eliminado la separación personal
como figura legal; quedando estableciendo por el art. 2437 que producido el divorcio, la separación de hecho y la
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OOM
decisión judicial de cualquier tipo que implica cese de la convivencia, excluyen el derecho hereditario entre cónyuges;.
44. Partidas
Son la copia fehaciente de los asientos registrados en el Registro Civil correspondiente, que dan fe de los hechos
cumplidos por ante el funcionario a cargo, o que se denuncian y acreditan debidamente, en los casos previstos por la
ley.
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El artículo 289, inciso b), del Código Civil y Comercial dispone que los instrumentos extendidos por los funcionarios
públicos son instrumentos públicos.
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De acuerdo a ello y tomando en cuenta que las actas o partidas son instrumentos expedidos por funcionarios públicos,
debemos concluir que son instrumentos públicos, y por lo tanto, y según lo prevé el artículo 296 del Código Civil y
Comercial, hacen plena fe de los hechos que aparecen mencionados en la misma, hasta que se demuestre su falsedad.
Las partidas, si bien son instrumentos públicos, no se rigen solamente por el Código Civil y Comercial. Al respecto debe
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distinguirse dos clases de reglas: por una parte, las que se refieren a las formas que deben observarse en su redacción, y
por la otra, las que se refieren a su valor probatorio.
1) En cuanto a las formas, están regidas por las disposiciones especiales contenidas en las leyes del Registro Civil; por
ejemplo, todo lo relativo a la manera de llevar los libros, formalidades de redacción, testigos que deben comparecer en
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los distintos actos, condiciones que deben reunir los testigos, etcétera.
Esta doctrina se funda en el mismo inciso b) del artículo 289 citado, cuyos términos textuales son: cualquier otro
instrumento que extendieren los escribanos o funcionarios públicos en la forma que las leyes hubieren determinado; la
forma de los instrumentos públicos queda, pues, sometida a lo que dispongan las distintas leyes, y esas leyes son el
Código Civil y Comercial respecto a los instrumentos públicos sobre los cuales él legisla, y las distintas leyes especiales,
respecto a las otras categorías de instrumentos públicos que el mismo artículo 289 enumera. Así, las formas que deben
observarse en las partidas o actas de estado civil están regidas por las leyes del Registro Civil. Sin embargo, el Código
Civil y Comercial contiene algunas disposiciones sobre las formas de los instrumentos públicos en general.
2) En cuanto al valor probatorio, todos los instrumentos públicos contenidos en la enumeración del artículo 289 del
Código Civil y Comercial están sometidos a las disposiciones del mismo cuerpo legal.
La partida constituye el título de estado formal y legalmente idóneo para probar el vínculo.
Existe jurisprudencia que avala lo expuesto, que si bien fue dictada bajo el régimen del Código de Vélez, aplica a las
disposiciones contenidas en el Código Civil y Comercial de la Nación:
- El modo de establecer el estado de familia, y consiguiente parentesco, deriva de la presentación de las respectivas
partidas o de las documentales que puedan legalmente computarse a tal fin[115].
- Es improcedente exigir a la madre del causante a fin de declararla heredera que acredite su matrimonio pues la prueba
de la calidad de herederos se logra con la partida de nacimiento resultando innecesario la prueba del vínculo
matrimonial, en tanto la ley argentina no distingue a fines de la vocación hereditaria entre ascendientes matrimoniales y
extramatrimoniales[117].
Por otra parte tanto durante la vigencia del decreto-ley 8204/63 como en la ley 26.413 se admite que el parentesco sea
acreditado mediante otros instrumentos que expide el Registro Civil y Capacidad de las Personas; sobre ello nos
extenderemos en los parágrafos siguientes.
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OOM
Como hemos explicado, en el sistema anterior al decreto-ley 8204/63 y a la ley 26.413 sólo eran aceptados como títulos
de estado las actas o partidas del Registro del Estado Civil y Capacidad de las Personas y sus testimonios.
En la actualidad hay que tener en cuenta lo establecido en el artículo 23 de la ley 26.413, que dice: "Los testimonios,
copias, certificados, libretas de familia o cualesquiera otros documentos expedidos por la dirección general y/o sus
..CC
dependencias que correspondan a inscripciones registradas en sus libros o en las copias a que se refiere el artículo 5º y
que lleven la firma del oficial público y sello de la oficina respectiva, son instrumentos públicos y crean la presunción
legal de la verdad de su contenido en los términos prescritos por el Código Civil y Comercial. Esta documentación no
podrá retenerse por autoridad judicial o administrativa ni por entidades o personas privadas debiendo limitarse a tomar
DDDD
constancias o certificar, por cualquier medio fehaciente, el contenido de los mismos, a los efectos a que hubiere lugar.
La única excepción a esta disposición, será la referida al acto de identificación, en que el acta de nacimiento podrá ser
retenida por el Registro Nacional de las Personas para acreditar la matrícula individual de la persona identificada".
Con lo cual se abre la posibilidad de justificar el vínculo con constancias diferentes a la partida o acta propiamente
LLAA
La norma citada es trascendente en lo concerniente a la prueba tanto del matrimonio como de la filiación. En cuanto a
lo primero, porque constituyó un avance con respecto al artículo 96 de la ley 2393. Según esa norma, el matrimonio sólo
se acreditaba "con el acta de celebración del matrimonio o su testimonio".
FFII
Este artículo fue modificado por el artículo 24 del decreto-ley 8204/63, el que a su vez fue modificado por la ley 26.413,
de conformidad a esta norma el matrimonio no sólo se prueba con el acta de su testimonio, sino también por "copias,
certificados, libretas de familia o cualesquiera otros documentos expedidos por el Registro Civil", siempre que los
mismos guarden los recaudos formales exigidos por la norma[118].
Finalmente el criterio del decreto-ley 8204/63 fue receptado por el Código Civil de Vélez en su artículo 197 y adoptado
literalmente por el art. 423 del Código Civil y Comercial, que establece que "El matrimonio se prueba con el acta de su
celebración, su testimonio, copia o certificado, o con la libreta de familia expedidos por el Registro del Estado Civil y
Capacidad de las Personas. Cuando existiese imposibilidad de presentarlos, podrá probarse la celebración del
matrimonio por otros medios, justificando a la vez esa imposibilidad".
En definitiva; la filiación matrimonial y extramatrimonial se prueba, como ya lo expresamos, por las respectivas
inscripciones en el Registro del Estado Civil y Capacidad de las Personas, no requiriéndose expresamente la acreditación
de los vínculos con partida o testimonio. Por ello, y lo dispuesto por el artículo 23 de la ley 26.413, la filiación puede
probarse con los instrumentos mencionados por dicho artículo.
En el caso de que la filiación se determine por técnicas de reproducción humana asistida deberá acreditarse el
consentimiento libre pleno e informado en la forma prevista por los arts. 560 y 561 del Código Civil y Comercial de la
Nación.
- El vínculo invocado por quien pretende recibir la herencia de los causantes debe ser demostrado por el título de
estado de familia correspondiente, es decir, con el instrumento o conjunto de instrumentos públicos de los que resulte
el estado de familia[119].
- El modo de establecer el estado de familia, y consiguiente parentesco, deriva de la presentación de las respectivas
partidas o de las documentales que puedan legalmente computarse a tal fin[120].
- Por principio, la demostración del título sucesorio que se invoca ha de efectuarse mediante la presentación de las
respectivas partidas. La ley modificatoria 18.327 dispone que se puede justificar el vínculo familiar, matrimonio o
filiación por los certificados expedidos por la Dirección General del Registro Civil y sus dependencias[121].
M
OOM
- El artículo 24 del decreto-ley 8204/63, modificado por la ley 18.327, dispone que los certificados de nacimiento que
lleven la firma del oficial público y el sello de la oficina respectiva, son instrumentos públicos y crean la presunción legal
de la verdad de su contenido. En tales condiciones, no parece dudoso concluir en que, para acreditar fehacientemente
el nacimiento, no es preciso presentar la transcripción íntegra del asiento en el libro correspondiente, puesto que basta
al efecto un certificado en el que consten los datos esenciales del acta[122].
..CC
Por nuestra parte, consideramos acertada esta postura jurisprudencial, dado que siendo los instrumentos mencionados
en el artículo 23 de la ley 26.413 instrumentos públicos, expedidos por un Registro Público, de conformidad con las
disposiciones establecidas por dicha legislación, no existe razón para negarles eficacia probatoria. Asimismo, en caso de
DDDD
cuestionamiento de la veracidad de los datos que surgen de los referidos instrumentos, sólo se los puede hacer
desvirtuar mediante prueba que demuestre su inexactitud.
Así la jurisprudencia ha aceptado que los instrumentos expedidos por el Registro Civil gozan de plena fe, en principio, y
no puede olvidarse de que no deben ni pueden los jueces suponer que los documentos o instrumentos públicos que
LLAA
tienen a la vista no reflejan la realidad de los hechos que pasaron ante el oficial público[123].
- Ante la imposibilidad de acompañar al proceso sucesorio de la tía de los peticionantes, la partida de matrimonio de los
padres de aquella --abuelos de quienes peticionan--, resultan suficientes las partidas de nacimiento de las cuales se
FFII
desprende que tanto la causante como sus hermanos son sus hijos legítimos, pues los certificados de cualquier
documento expedido por las dependencias administrativas que lleven la firma del oficial público y el sello de la oficina,
crean la presunción de la verdad legal de su contenido en los términos prescriptos por el Código Civil. [124].
- La correspondencia entre el certificado y la partida establecida por la ley (art. 80, Cód. Civ., y art. 24, decreto-ley
8404/63) en lo concerniente al reconocimiento de los progenitores es responsabilidad del oficial público que lo expide,
por lo tanto quien pretende contestar esa constancia del reconocimiento deberá argüir de falso tal certificado, dado el
carácter de instrumento público[125].
Por tanto no les es dable a los jueces juzgar la bondad de la ley, creando distinciones que ésta no efectúa, en aras de
una pretensa seguridad que obligaría a desconocer la calidad de instrumento público que las constancias emitidas por el
Registro Civil poseen en virtud del mandato legal.
El artículo 23 de la ley 26.413 ha otorgado a la libreta de familia, expedida con los recaudos formales requeridos por el
Registro del Estado Civil y Capacidad de las Personas, la calidad de instrumento público con presunción legal de verdad
de su contenido en los términos prescriptos por el Código Civil y Comercial.
En lo que respecta a la prueba del matrimonio, de conformidad con lo dispuesto por el artículo 23 de la ley 26.413, éste
se demuestra también con la libreta de familia, en la que consta la celebración civil de las nupcias, siempre que dicha
libreta reúna los recaudos formales que exige la norma.
En tal caso, su carácter de instrumento público hace plena fe en los términos de los artículos 289, inc c. y sus
concordantes del Código Civil y Comercial.
En relación con la prueba del nacimiento matrimonial, la libreta de familia en donde consta la inscripción de la filiación
M
OOM
constituye un certificado auténtico extraído del Registro, con el cual no se vulnera la norma del artículo 96 y 569 del
Código Civil y Comercial, en cuanto expresan que la filiación matrimonial se prueba con la inscripción del nacimiento en
el Registro del Estado Civil y Capacidad de las Personas y por la prueba del matrimonio de los padres sin hacer referencia
a tipo de instrumento alguno; por ello, tanto la inscripción del nacimiento como la prueba del matrimonio de los padres
pueden resultar de la libreta de familia[127].
..CC
En cuanto al reconocimiento de eficacia probatoria a la libreta de familia para acreditar el vínculo en el proceso
sucesorio, la jurisprudencia no es pacífica. Así, en el sentido expresado precedentemente, cabe citar las siguientes
decisiones:
DDDD
- La presentación en juicio de la libreta de familia es suficiente para acreditar el vínculo conyugal invocado a los efectos
de la declaratoria de herederos[128].
- Se desconoce el carácter de instrumento público que en forma expresa y categórica una ley atribuye a la libreta de
familia cuando no se la admite como prueba suficiente de lo que se encuentra debidamente asentado. El Código
LLAA
Procesal Civil en ningún momento se refiere a partidas, ni a sus testimonios, sino que con buen sentido solamente
dispone que la declaratoria de herederos debe solicitarse comprobando la muerte del autor y acompañando los
documentos relativos al título que se invoca (art. 591), indicando en la forma en que el vínculo podrá acreditarse:
prueba preexistente, que por sí misma lo acredite, la supletoria correspondiente o el reconocimiento de los
coherederos[129].
FFII
El Código Civil y Comercial determina expresamente que la libreta de familia es uno de los medios de prueba del
matrimonio, asignándole además la categoría de instrumento público, y el artículo 24 del decreto 8204/63, que en este
aspecto no fue mayormente modificado por el artículo 1º, inciso f, de la ley 18.327, establece que "los testimonios,
copias, certificados, libretas de familia", o cualesquiera otros documentos expedidos por la Dirección General y/o sus
dependencias, que correspondan a inscripciones registradas en sus libros y que lleven la firma del oficial público y sello
de la oficina respectiva, son instrumentos públicos y crean la presunción legal de la verdad de su contenido en los
términos prescriptos por el Código citado.
Además, el artículo 423 del cuerpo legal referido, recogiendo los preceptos de la ley 23.515, expresamente enuncia la
libreta de familia entre los medios de prueba del matrimonio.
En consecuencia, la ley asigna a la libreta de familia la categoría de instrumento público. Y precisamente por serlo hace
fe respecto de los hechos "que el oficial público ha adquirido certeza por sí mismo", como puntualiza la nota al artículo
994 del Código Civil derogado, cuya doctrina es receptada por los arts. 292 y 293 del Código Civil y Comercial , es decir
que prueba que existe, en un tomo perteneciente a una determinada sección y señalado con un número, el acta de
matrimonio de los cónyuges, cuyos datos se consignan como así también los del nacimiento de sus hijos, que son
precisamente los extremos que se pretende acreditar en este juicio sucesorio[130].
En contraposición con los fallos citados, otra postura jurisprudencial ha sostenido que la norma que ordena el Registro
del Estado Civil y Capacidad de las Personas es una norma genérica y que por lo tanto no se aplica en el caso que nos
ocupa, dado que existen normas específicas, y por consiguiente sólo es dable aceptar la libreta de familia como prueba
del vínculo cuando se demuestre la real imposibilidad de obtener las partidas o testimonios correspondientes. De esta
forma se ha resuelto:
- Si bien el artículo 24 del decreto-ley 8204/63 reemplazado por el artículo 1º, apartado f, de la ley 18.327, consagra una
regla de tipo general por la que se reconoce calidad de instrumento público a la libreta de familia, lo cierto es que no
M
OOM
configura ni mucho menos una real excepción a favor de ella, respecto a su admisión para la acreditación del vínculo en
defecto de las correspondientes partidas; por tanto es de pertinencia decidir con criterio restrictivo y a favor de las
fotocopias certificadas de partidas que el tribunal puede exigir y demandar en la especie, debiendo limitarse las libretas
de familia a los casos en que se prueba la existencia de obstáculos insoslayables en la obtención de los testimonios que
conduzcan a su reemplazo
Por nuestra parte pensamos que, después de la reforma de la ley 23.515 y más aún el Código Civil y Comercial, ninguna
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duda cabe de que la libreta de familia acredita el matrimonio de los cónyuges, máxime en razón de lo dispuesto por el
artículo 23 de la ley 26.413, en concordancia con lo establecido por los artículos 979, inciso 10, y 995 y 197 del Código
Civil; la libreta de familia constituye un instrumento público perfectamente hábil para la justificación del vínculo y,
DDDD
además, ha quedado equiparada, en cuanto a su calidad de tal, a los demás instrumentos que expide dicho Registro,
incluyendo las partidas y testimonios.
Por tanto la libreta de familia tiene idoneidad suficiente para acreditar el vínculo en el proceso sucesorio. No admitirlo
es desconocer la eficacia de los instrumentos públicos e ignorar las normas probatorias expresamente dispuestas por el
LLAA
Puede ocurrir que las partes, para acreditar la legitimación en el proceso sucesorio, acompañen fotocopias certificadas
por escribano de la documentación que, de acuerdo con el ordenamiento legal, deben adjuntar (partidas, certificados,
FFII
entre otras).
También puede darse el caso de que acompañen al expediente fotocopias para su certificación, junto con los originales
respectivos, a fin de desglosar estos últimos, quedando agregadas en los autos sucesorios las mencionadas fotocopias
La jurisprudencia dictada bajo el régimen del Código de Vélez, mantiene su vigencia a la luz de los preceptos contenidos
en el Código Civil y Comercial de la Nación, declarando que:
- La admisibilidad de fotocopias de partidas certificadas por escribano público para acreditar el vínculo con el causante
se ajusta a la directiva del artículo 24 del decreto 8204/63, ratificado por la ley 16.478 en la versión de la ley 18.327, en
cuanto la documentación a que se refiere (testimonio, copias, certificados, etc.) no podrá retenerse por autoridad
judicial o administrativa ni por entidades o personas privadas, quienes deberán limitarse a tomar constancia o certificar
"por cualquier medio fehaciente", el contenido de aquéllos a los efectos que hubiere lugar[132].
- Si bien la declaratoria no prejuzga sobre el vínculo, debe existir sobre el mismo una prueba cierta, y, en ese sentido la
fotocopia autenticada de la libreta de casamiento no es suficiente para configurarla[133].
Por lo tanto, creemos que las fotocopias certificadas de las partidas u otro documento que permita justificar el carácter
de heredero son totalmente admisibles para acreditar el vínculo en el proceso sucesorio.
El título de estado también puede acreditarse con un instrumento público (acta, partida, sentencia, "acta de notoriedad
de escribano") emitido en el extranjero. Para ello el mismo debe tener presunción de autenticidad.
La necesidad de asegurar la autenticidad de los documentos provenientes de extraña jurisdicción impuso la exigencia de
las legalizaciones o autenticaciones[134].
Lo engorroso del trámite, su alto costo y gran lentitud motivó que a propuesta de Inglaterra el tema fuera tratado en La
Haya y diera lugar a la Convención de 1961. Ésta, en su Exposición de Motivos, expresa que su fin es suprimir la
M
OOM
exigencia de la legalización diplomática o consular de los documentos públicos extranjeros. A tal fin reglamenta la
apostille. La apostille puede ser traducida como "acotación" pero no interesa en absoluto su traducción porque siempre
debe ser escrito en francés Es decir, sea cual fuere el idioma en que se emita, debe decir en la parte superior Apostille.
La apostille es la única formalidad que puede exigir un Estado (signatario de la Convención) para demostrar la
autenticidad de la firma, el carácter con que ha actuado el signatario del documento y, de corresponder, la identidad del
..CC
sello o del timbre que lleva el documento (art. 3º de la Convención).
Ello implica que si al juicio sucesorio se presenta un documento público que conste de apostille debe ser tenido por
auténtico sin exigir ninguna otra formalidad.
DDDD
Los instrumentos públicos que pueden ser autenticados mediante la apostille son, según el artículo 1º de la Convención:
a) los documentos emitidos por una autoridad o por un funcionario perteneciente a un tribunal del Estado, inclusive los
extendidos por un Fiscal de justicia, un secretario o un oficial de justicia;
LLAA
c) las actas notariales; d) las certificaciones oficiales en documentos firmados por personas
privadas, tal como la certificación del registro de un documento o de una fecha determinada y la autenticación de firmas
en documentos de carácter privado.
FFII
49. La "apostille".
Comienzo de su vigencia Nuestro país adhirió a la Convención Suprimiendo la Exigencia de la Legalización de los
Documentos Públicos Extranjeros, adoptada en La Haya el 5 de octubre de 1961, mediante la ley 23.458, que se
sancionó el 29 de octubre de 1986, se publicó en el Boletín Oficial el 21 de abril de 1987, y entró en vigencia a los
sesenta días de ser depositado el respectivo instrumento de ratificación, el 18 de febrero de 1988[135].
Es decir que a partir de esa fecha basta con la apostille para dar legitimidad a los instrumentos extranjeros. Así lo ha
señalado la jurisprudencia vigente bajo el régimen del Código Civil derogado, cuya vigencia se mantiene a la luz de los
preceptos del Código Civill y Comercial de la Nación, al decir:
- Es válido para acreditar la personería invocada por la actora, el poder otorgado en el extranjero ante un notario
público para ser ejercido en la República Argentina, el cual cuenta con la "apostille" que, según la Convención de la
Haya, suprime la exigencia de legalización de los documentos públicos extranjeros, pues la validez intrínseca y los
efectos del poder quedan sometidos a la ley del lugar de ejercicio y el documento en cuestión cumple con la forma
impuesta por la ley argentina, ya que se trata de un instrumento público que resulta suficiente para cumplir la exigencia
del art.. 1184 inc. 7 del Cód. Civil[136].
Si se pretende acreditar la vocación hereditaria con un instrumento extranjero emitido con anterioridad a tal fecha, éste
debe haber dado cumplimiento de las formalidades del decreto del 24 de julio de 1918 y del artículo 225 del reglamento
consular (decreto-ley 8713/63). No se puede exigir en este caso que el documento se encuentre apostillado.
Otro problema diferente se presenta cuando se pretende acreditar la vocación hereditaria con un documento
debidamente apostillado, pero emitido antes de febrero de 1988, es decir antes de que nuestro país hubiere adherido a
la Convención.
El tema fue tratado por la Cámara Nacional Civil de la Capital, sala I, que dijo: "A falta de solución expresa que impida la
aplicación de la Convención a los documentos apostillados con anterioridad a su vigencia para el Estado receptor del
documento, cabe acudir a una solución del problema transitorio que mejor se compadezca con la finalidad de la
M
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Convención. Desde ya no será razonable exigir que un documento debidamente legalizado y autenticado según el
sistema anterior (para la República Argentina el que resulta del decreto del 24 de julio de 1918) sea presentado con
apostille, por la sola razón de que su presentación en nuestro país ante una autoridad sea posterior a esa vigencia. Tal
sería una irretroactividad inaceptable que justamente la Convención no impone.
En cambio, qué hacer con documentos expedidos y apostillados antes de su entrada en vigencia para nuestro país.
..CC
"Parece antieconómico y retardatorio que, pese a que la apostille, como tal, se considera suficiente garantía de
autenticidad para la Convención (arts. 3º a 5º) exigir que tales documentos sean legalizados y autenticados según el
sistema anterior. Ello atentaría contra la finalidad de la Convención.
DDDD
"En conclusión para los documentos provenientes de países ratificantes de la Convención, presentados con
posterioridad a su vigencia para la República Argentina, cabe admitir tanto aquellos que acrediten su autenticidad
mediante la apostille reglada por aquélla, cualquiera fuera la fecha de su colocación en el instrumento, como los que
están acompañados de la legalización reglada en el decreto del 24 de julio de 1918"[137].
LLAA
Puede ocurrir que se pretenda acreditar el vínculo con una sentencia extranjera. Ello es posible debido a que "la
sentencia puede servir de prueba de los hechos consagrados"[138] y puede presentarse en juicio con eficacia imperativa
de derechos adquiridos en un juicio tramitado en el extranjero; es decir, con fuerza de cosa juzgada. Por ejemplo se
FFII
podría acreditar la legitimación con una sentencia en un juicio de filiación, o con una que pruebe los derechos del
acreedor.
Pero las sentencias dictadas por tribunales extranjeros no tienen eficacia en nuestro país si, previamente, no cumplen
con el correspondiente proceso judicial que se la otorgue. Este proceso es el de ejecución de sentencia o exequátur.
En este sentido se ha decidido que si en un proceso sucesorio se pretende probar el llamamiento con una sentencia
extranjera, es imprescindible el exequátur[139].
Así lo recepta el art. 2603 inc c. del Código Civil y Comercial de la Nación, en cuanto dispone que los jueces argentinos
son competentes para disponer medidas relativas a sentencias extranjeras que deben ser reconocidas o ejecutadas en la
República Argentina.
-Es nulo el trámite de un juicio sucesorio seguido por quien no es esposa legítima del causante, cuyo carácter resultara
de un fallo extranjero respecto del cual no se ha cumplido la exigencia del exequátur[140].
El Código Procesal Civil y Comercial prevé este sistema de ejecución de sentencias dictadas por tribunales extranjeros.
Así, el artículo 517 establece que las sentencias de tribunales extranjeros tienen fuerza ejecutoria en los términos de los
tratados celebrados con el país de que provenga. En caso de que no existiese tratado deben cumplirse los requisitos que
prevé el citado artículo. Para ello habrá que determinar:
a) la autenticidad de la sentencia;
M
OOM
d) el carácter definitivo del fallo;
De los requisitos antes enumerados el más importante es el de "que la sentencia, con autoridad de cosa juzgada en el
Estado que se ha pronunciado, emane de juez competente según las normas argentinas de jurisdicción internacional".
..CC
Este tema ha sido considerado con mucha prudencia cuando se ha tratado de temas vinculados al ámbito del Derecho
de Familia, como por ejemplo en el caso de divorcio o nulidades de matrimonio, ya que según el artículo 2621 y ss del
Código Civil y Comercial la jurisdicción corresponde al juez del último domicilio conyugal, y en consecuencia la sentencia
DDDD
que declara el divorcio o la nulidad del matrimonio cuando el domicilio conyugal estuviera en la Argentina sería de
ningún valor[143].
El artículo 518 del Código Procesal Civil y Comercial regula la competencia, los recaudos que deben cumplirse y el
trámite por el que debe sustanciarse, por lo tanto lo analizaremos por partes. Así, el artículo 518 dispone en su primera
LLAA
parte: "La ejecución de la sentencia dictada por un tribunal extranjero se pedirá ante el juez de primera instancia que
corresponda..."
El juez competente para resolver sobre la eficacia en nuestro país de una sentencia dictada en un país extranjero es el
juez de primera instancia competente en la materia a que se refiere. Por ejemplo, si lo que se pretende es otorgarle
FFII
fuerza de sentencia nacional a una sentencia en un juicio de filiación dictado en otro país, el pedido debe ser presentado
ante el juez de primera instancia en Familia.
Continúa el citado artículo diciendo: "...acompañando su testimonio legalizado y traducido y de las actuaciones que
acrediten que ha quedado ejecutoriada y que se han cumplido los demás requisitos, si no resultaren de la sentencia
misma".
De los testimonios legalizados y, en su caso, traducidos que se acompañan deben seguir los recaudos exigidos por el
ordenamiento (art. 517 del Cód. Proc. Civ. y Com.) o tratado o convenio aplicable. Luego establece: "Para el trámite del
exequátur se aplicarán las normas de los incidentes".
El exequátur tramita ante el juez competente y se le aplican las normas del proceso incidental. Una vez presentado el
requerimiento de reconocimiento de la sentencia extranjera se da vista al Fiscal y traslado a las demás partes que se
hubieren presentado en el proceso sucesorio, en su caso, quienes pueden oponerse por falta de algunos de los
requerimientos legales ya referidos. Finalmente el juez, luego de evaluar los elementos del caso, debe resolver sobre la
homologación de la sentencia extranjera.
Por último, el artículo 518 del Código Procesal Civil y Comercial prescribe: "Si se dispusiere la ejecución, se procederá en
la forma establecida para las sentencias pronunciadas por tribunales argentinos".
Según expone Gozaíni, el reconocimiento de herederos es la institucionalización de una antigua práctica judicial. Uno de
los pretendientes a la herencia no puede justificar su llamamiento, pero los demás se lo reconocen, lo que no implica
otorgarle estado de familia pues sus efectos se limitan a la sucesión en que ha tenido lugar. Así, el reconocimiento
contemplado por el artículo 701 suple la presentación de partidas o prueba supletoria, respecto de los herederos
reconocidos, pero no crea ni importa reconocimiento del estado de familia[144].
Por su parte, Goyena Copello refiere sobre el particular que el reconocimiento del carácter de coheredero por parte de
quien ha acreditado carácter de tal en autos releva la obligación de acreditar el vínculo, y autoriza a que se dicte
declaratoria de herederos en su favor (conf. art. 701, Cód. Pen. Nac.)[145].
M
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Tiene dicho la jurisprudencia dictada bajo la vigencia del Código de Vélez, pero que mantiene su vigencia a la luz de los
principios del Código Civil y Comercial que:
-El reconocimiento de herederos (art. 701, Cód. Proc.), es la institucionalización de una antigua práctica judicial. Uno de
los pretendientes a la herencia no puede justificar su llamamiento, pero los demás se lo reconocen, lo que no implica
..CC
otorgarle estado de familia pues sus efectos se limitan a la sucesión en que ha tenido lugar. Los herederos, si son
mayores de edad y capaces, pueden disponer de sus derechos limitando su porción para compartirla con quien sufre la
falta de certeza de susituación de familia. La herencia se reparte entre todos176.
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-El reconocimiento de una persona como coheredera del causante en los términos del art 107 del CPCyC no implica por
sí solo su inclusión en la declaratoria, sino que tiene por finalidad tener por justificado el vínculo dispensándolo de
producir la prueba pertinente, pues resulta necesario contar con el consentimiento de la persona que se intenta
introducir como heredera para que eventualmente sea tenida por tal[146].
- Aun cuando el art. 701 CPCCN permite incluir en la declaratoria de herederos a quien, a pesar de no haber justificado
LLAA
su vocación hereditaria, es reconocido en tal carácter por los otros coherederos, ello no implica un reconocimiento del
estado de familia, pues la inclusión en la sucesión es eficaz a los efectos patrimoniales, mas no acredita la filiación[147]
Cuando no media oposición de otros herederos y las pruebas aportadas permiten tener por probado el reconocimiento
del vínculo invocado, se ha considerado que carece de utilidad práctica exigir la promoción de un juicio ordinario para la
FFII
Debe tenerse en consideración al respecto, que el Código Civil y Comercial de la Nación mantiene en su art. 573 el
principio general sustentado en el Código derogado, en cuanto a que el reconocimiento del hijo fallecido no atribuye
derechos en su sucesión a quién lo formula, pero agrega una importante excepción para el caso en que haya existido
posesión de estado de hijo previo al fallecimiento, permitiendo que pueda ser reconocido por los restantes co-
herederos como tal, sin perjuicio de que haya existido la promoción de la acción de filiación pertinente.
En cuanto a la forma del reconocimiento de la calidad de heredero cabe señalar que no se presume del mero silencio de
los restantes coherederos, ello así si un heredero se presenta y solicita ser reconocido heredero, el silencio de los
restantes sucesores no basta para tenerlo por reconocido. Cuando no existe obligación de expedirse sobre la situación.
- El silencio de los herederos frente a la pretensión deducida por quien pretende ser incluido en la declaratoria de
herederos a pesar de no haber acompañado la partida que acredite su vínculo con el causante, no puede ser tomado
como una manifestación de la voluntad habida cuenta de lo dispuesto en el artículo 919 del Código Civil, máxime
cuando no medió una intimación que conminase a los herederos a expedirse al respecto bajo apercibimiento, de
considerar su silencio como señal de conformidad178.
La declaración de legítimo abono es una solicitud o manifestación de deseos de quien se titula acreedor del causante,
formulada dentro del propio juicio sucesorio, en el sentido de que se le reconozca su crédito y se le abone de
inmediato[149] .
La declaración de legítimo abono nace como práctica judicial y se plasma en el art. 2357 del C.Civil y Comercial,
permitiendo a los herederos reconocer los créditos del causante.
Si los herederos reconocieran expresamente el crédito se declarará como de legítimo abono, pero el silencio guardado
por los mismos no será considerado como presunción de asentimiento; por el contrario, de configurarse éste no será
factible el reconocimiento del crédito, ya que no se trata de uno de los supuestos en que existe obligación legal de
expedirse, artículo 263 del Código Civi y
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Comercial, ni es aplicable el trámite de la preparación de la vía ejecutiva[150] .
Corresponde determinar si la declaratoria de herederos dictada en un juicio sucesorio es idónea para acreditar el
vínculo a los efectos del dictado de declaratoria de herederos en un proceso sucesorio de otro causante.
..CC
Como explicamos en el Capítulo IV, la declaratoria de herederos verifica y reconoce la condición de heredero, para lo
cual se requiere el estudio por parte del Ministerio Público y del tribunal de los instrumentos con los cuales se pretende
demostrar la vocación sucesoria. Asimismo, si analizamos la calidad que reviste la declaratoria de herederos concluimos
que, según lo dispuesto por el artículo 289, inciso b, del Código Civil y Comercial, la declaratoria de herederos reviste la
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calidad de instrumento público.
Stratta expresa que en el juicio sucesorio debe probarse el título de heredero con relación al causante de que se trata;
por lo cual, la declaratoria de herederos no importa una prueba del parentesco, ni del estado, sino la atribución de un
derecho hereditario que es una simple cuestión patrimonial.
LLAA
En numerosos precedentes judiciales se ha aceptado la validez de la declaratoria de herederos como medio de prueba
del vínculo a los fines del dictado de declaratoria de herederos en otro proceso sucesorio.
Concretamente nuestros tribunales han sostenido bajo el régimen del Código derogado, pero cuya vigencia se mantiene
FFII
- Cabe tener con el testimonio de la declaratoria de herederos como válida la prueba del vínculo en una sucesión
posterior, en razón de que se logra una bien entendida economía procesal[151].
- Puede admitirse la validez de un testimonio de declaratoria de herederos como prueba del vínculo en una sucesión
posterior. Si bien la jurisprudencia se torna vacilante en su admisión, cabe tener como válida dicha prueba en razón de
que se logra una bien entendida economía procesal y mayor celeridad. Además no corresponde -salvo fundada razón-
poner en tela de juicio las constancias de dicho instrumento público (doct. art. 929, Cód. Civ.) por cuanto se trata de una
resolución judicial para cuyo dictado el órgano jurisdiccional ha debido tener a la vista toda la documentación legal
pertinente[152].
- La declaratoria de herederos es un instrumento público, cuya autenticidad, por vía de principio, no puede ser
cuestionada. Al surgir de la declaratoria en forma clara la legitimidad del vínculo y los elementos de juicio tenidos a la
vista para dictarla en el sucesorio del cónyuge premuerto de la causante, resulta idónea para probar el parentesco y la
vocación hereditaria en el juicio de esta última[153].
Por lo expresado, pensamos que, en principio, como la declaratoria de herederos es un instrumento público del cual
surge la verificación de la vocación hereditaria a la que funcionarios públicos arribaron luego de un estudio de la
En el caso de que no fuere posible acreditar el vínculo con el causante a través de los medios normales de prueba
exigidos en el proceso sucesorio, como ser partidas, testimonios, certificados, libreta de familia u otro documento
expedido por el Registro Civil, se plantea la cuestión de la admisibilidad de otros medios de prueba.
A falta de la documentación correspondiente para justificar el vínculo, éste puede probarse por otro tipo de prueba.
Pero para ello, con carácter previo, deberá demostrarse la real imposibilidad de obtener los instrumentos probatorios
mencionados.
Es preciso señalar que la admisión de la prueba supletoria debe considerarse restrictivamente y analizar con
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OOM
detenimiento los casos que pretenden someterse a dicho régimen de excepción, no colocando vallas insalvables pero
tampoco haciendo una regla de la excepción que sólo desprestigie a la misma y reste interés a la vía normal[154].
Las dificultades para acompañar las partidas respectivas, sobre todo cuando por su antigüedad resultan difíciles de
conseguir, o por tratarse de actos extranjeros, han llevado a declarar que los vínculos en el juicio sucesorio pueden
acreditarse a través de partidas, que si bien no son las específicas del tipo de parentesco, acreditan la existencia o
..CC
calidad del vínculo invocado[155].
-No cabe hacer lugar a la acreditación de la filiación entre los peticionantes y la causante en un proceso sucesorio,
DDDD
mediante prueba supletoria, por no constar en las correspondientes partidas el nombre de la madre y aunque haya
mediado reconocimiento de otros coherederos, si los mismos no fueron declarados como tales ni tampoco se encuentra
acreditado el vínculo que invocan188.
- Ante la imposibilidad de presentar la o las partidas que acrediten el vínculo invocado por el pretendiente de la
LLAA
sucesión por inexistencia de registro, no constar en ellos los asientos o no estar llevados en debida forma, en ese
supuesto resulta necesario acudir a otros medios de prueba, que es lo que se ha dado en llamar "prueba supletoria" y
para que ésta resulte admisible, debe demostrarse el supuesto de hecho que la torne admisible; es decir, que realmente
existe imposibilidad de obtener la partida189.
FFII
- A falta de prueba documental -instrumento público- de la vocación hereditaria, en los casos que las partidas deban
provenir de otro país, para que sea procedente la prueba supletoria es necesario que se acredite previamente la
imposibilidad material de su obtención (en el caso, por tratarse de constancias que se encontraban en países de detrás
de la cortina de hierro se admitió la prueba supletoria dada por conocida la imposibilidad de obtenerlas por
- Para justificar el vínculo, frente a la imposibilidad alegada de obtener las respectivas partidas de nacimiento, deben
aportarse elementos de juicio suficientemente demostrativos del vínculo191.
Con relación a los tipos de medios de prueba supletoria, no existe una legislación específica sobre ellos, ni una
enumeración taxativa; se sostiene que la enumeración de los medios de prueba supletoria es enunciativa.
Con respecto a la prueba de testigos, se ha decidido que ésta resulta útil cuando se encuentra unida a instrumentos
corroborantes que aseguren la verosimilitud de sus dichos. Asimismo, se le acuerda validez a la información sumaria
producida en el extranjero que consta en instrumento público debidamente legalizado. En cambio se le ha negado
validez a la información sumaria producida en el país, fuera de los autos sucesorios y del control de los interesados,
cuando tiende a demostrar un parentesco que no se apoya en los elementos de prueba específicos
Cabe mencionar que la prueba supletoria producida en el proceso sucesorio, en caso de ser aprobada por el juez de la
causa, es válida al solo efecto del juicio sucesorio, es decir que sólo tiene eficacia probatoria en el juicio sucesorio en el
En el caso de la prueba del matrimonio, cuando se torna imposible la acreditación de la celebración del mismo, el art.
423 del Código Civil y Comercial, segundo párrafo, prevé expresamente la admisión de prueba supletoria.
Para probar los matrimonios celebrados antes de la sanción de la ley 2393 era de aplicación el derogado artículo 179 del
Código Civil, que disponía: "El matrimonio se prueba por la inscripción en los Registros de la parroquia o de las
comuniones a que pertenecieren los casados. Si no existiesen Registros o no pudiesen presentarse por haber sido
celebrado en países distantes, puede probarse por los hechos que demuestren que marido y mujer se han tratado
siempre como tales, y que así eran reconocidos en la sociedad y en las respectivas familias, y también por cualquier otro
género de prueba".
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Tratándose de matrimonios celebrados hace muchos años, la prueba testimonial no sólo puede ser difícil de obtener
sino también puede adolecer de cierta inverosimilitud; por ello se ha resuelto que en la prueba supletoria del
matrimonio no cabe exigir la testimonial acerca de la ceremonia realizada setenta años atrás. En estos casos, la posesión
de estado es importante para los matrimonios celebrados con anterioridad a la Ley de Matrimonio Civil 2393 y a lo
establecido en el citado artículo193.
..CC
Los matrimonios celebrados durante la sanción de la ley 2393, y hasta la sanción de la ley 23.515, se prueban según el
artículo 97 de aquélla que dispone: "Si hubiere imposibilidad de presentar acta o su testimonio, se admitirán todos los
medios de prueba; estas pruebas no se recibirán sin que previamente se justifique la imposibilidad".
DDDD
El artículo 98 de la ley 2393 prevé los casos en que se aplica el artículo anterior.
El artículo 101 de la citada ley dispone que: "La posesión de estado no puede ser invocada por los esposos ni por
terceros como prueba bastante, cuando se trata de establecer el estado de casados o de reclamar los efectos civiles del
matrimonio. Cuando hay posesión de estado y existe el acta de la celebración del matrimonio, la inobservancia de las
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Para probar los matrimonios celebrados luego de la sanción de la ley 23.515 y a partir de la vigencia del Código Civil y
Comercial de la Nación, debe remitirse a lo dispuesto por el artículo 423 del cuerpo legal citado.
FFII
A partir del texto del referido artículo, se verifica que el Código Civil y Comercial, admite expresamente que el
matrimonio se pruebe con medios diferentes, siempre que exista y se demuestre imposibilidad de acompañar la
documentación que el ordenamiento legal requiere.
En consecuencia, tanto el artículo 101 de la derogada ley 2393 como el tercer párrafo del artículo 423 del Código Civil y
Comercial, importan una limitación a la prueba supletoria que puede ser presentada para acreditar el vínculo, ya que la
posesión del estado de casados no puede ser alegada si el matrimonio no puede acreditarse con el correspondiente
título de estado que lo justifique. Pero, aunque el título de estado que se presentase no reuniere todos los requisitos
formales exigidos legalmente, éste, de todas maneras, será tenido por válido y por lo tanto como instrumento hábil para
acreditar el vínculo.
-Si bien la posesión de estado está proscripta para probar el matrimonio, puede ser admitida como prueba corroborante
cuando hay imposibilidad de presentar prueba formal.
Cuando lo que se trata de probar es la filiación legítima de los nacimientos ocurridos a partir de la sanción de la ley 2393
y hasta la reforma de la ley 23.264, se aplica lo dispuesto por el artículo 263 (ley 2393): "...A falta de inscripción o
cuando la inscripción en los registros se ha hecho bajo falsos nombres o como de padres no conocidos, la filiación
legítima puede probarse por todos los medios de prueba".
No se ha previsto en el Código Civil y Comercial sancionado por ley 26.994, pese a la reforma de la ley 23.264, la prueba
supletoria para justificar la filiación, sea matrimonial o extramatrimonial. Sin embargo ello no significa que, ante la
probada imposibilidad de adjuntar la documentación legalmente requerida, la misma no sea admisible.
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Cuando de lo que se trata es de justificar la filiación, se ha decidido que por el consentimiento dado para contraer
matrimonio a un menor, se infirió que sus padres lo habían legitimado por el propio matrimonio, posterior al
nacimiento, celebrado entre ellos, cuya única prueba era, a su vez, esa misma partida de matrimonio del hijo195.
..CC
Las partes pueden actuar en el proceso por derecho propio o por medio de un representante. En este último caso, la
representación puede ser necesaria o voluntaria. A esta última nos referiremos seguidamente. A la representación
voluntaria se la denomina de esta forma debido a que no es obligatorio para la parte intervenir personalmente en el
proceso, sino que puede hacerlo por medio de un apoderado que la represente en juicio, el que actuará en su nombre a
DDDD
lo largo del proceso, salvo en los actos procesales que requieran la intervención personal de la parte (conf. arts. 362 a
364 del CCyC).
En el juicio sucesorio, todos los legitimados para iniciarlo pueden hacerlo por mandatario con ajuste a lo dispuesto para
la representación en juicio respecto del ejercicio de la procuración[156].
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Cabe aclarar que el personero actúa a tenor de las normas del mandato del Derecho común, con sus derechos y
obligaciones, siempre que aquéllas "no se opongan a las disposiciones del Código de Procedimientos" (art. 1319, 1320 y
cc del Código Civil y Comercial)
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Como dijimos, las partes que actúan en el proceso sucesorio pueden presentarse por medio de apoderado. Pero éste
debe acreditar debidamente la personería que invoca. En este sentido el artículo 46 del Código Procesal Civil y
Comercial establece: "La persona que se presente en juicio por un derecho que no sea propio, aunque le competa
ejercerlo en virtud de una representación legal, deberá acompañar con su primer escrito los documentos que acrediten
el carácter que inviste..." En concordancia con ello, el artículo 47 del citado cuerpo normativo dispone: "Los
procuradores o apoderados acreditarán su personalidad desde la primera gestión que hagan en nombre de sus
poderdantes, con la pertinente escritura de poder. Sin embargo cuando se invoque un poder general o especial para
varios actos, se lo acreditará con la agregación de una copia íntegra firmada por el letrado patrocinante o por el
apoderado. De oficio o a petición de parte, podrá intimarse la presentación del testimonio original".
Asimismo el artículo 363 del Código Civil y Comercial establece que el apoderamiento debe ser otorgado en la forma
prescripta para el acto que el apoderado debe realizar. Por otra parte el artículo 375 establece que las facultades
contenidas en el poder son de interpretación restrictiva. El poder conferido en términos generales solo incluye los actos
propios de administración ordinaria y los necesarios para su ejecución
A partir de ello se plantea la cuestión de establecer el tipo de poder con el que debe acreditarse el mandato.
57. ¿Por qué se requiere poder especial para aceptar una sucesión?
El artículo 375 inc d) del Código Civil y Comercial establece: "Son necesarias facultades expresas [...] D) para aceptar
herencias..." El texto recoge en forma textual el principio sentado en el art. 1881, pto.16) del Código Civil derogado,
cuya razón de ser se sustentaba en que al momento del dictado del Código Civil se comprometía el patrimonio del
heredero en su totalidad ya que la herencia no se presumía aceptada bajo beneficio de inventario. Hoy, como la ley
presume que toda aceptación es realizada bajo beneficio de inventario, ha perdido en gran medida importancia el
fundamento de esta previsión, sin perjuicio de lo cual, el Código Civil y Comercial la recepta en forma expresa, por lo
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que corresponde examinar si en todos los casos se requiere otorgar poder especial para iniciar una sucesión por
mandatario.
Nuestra legislación requiere poder especial para aceptar herencia pero no para iniciar una sucesión. Sin embargo se ha
..CC
entendido que el inicio de la sucesión implica una aceptación tácita de la herencia, ya que quien se presenta ante el juez
pidiendo que se lo declare heredero está tácitamente aceptando la herencia[157].
Goyena Copello opina que el poder para promover una sucesión por un heredero o legatario debe ser especial, como lo
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tenía dispuesto el artículo 1881, inciso 16, del Código Civil derogado, replicado por el vigente art. 375 inc d) del Código
Civil y Comercial de la Nación, y comúnmente los poderes son conferidos para promover, continuar y terminar la
sucesión de determinada persona; pero esto no es obligatorio, ya que basta el poder general con facultad para aceptar
herencias, que con respecto a este punto es especial[158].
Al respecto conviene aclarar que la herencia puede ser aceptada de dos maneras: una expresa y otra tácita (conf art.
LLAA
2293 del C.C.y C). Hay aceptación expresa cuando se manifiesta por escrito o verbalmente, en instrumento público o
privado, que se tiene intención de asumir la calidad de heredero[159].
La aceptación de la herencia ha sido conceptualizada en el artículo 2293 del Código Civil y Comercial diciendo que: "La
aceptación de la herencia puede ser expresa o tácita. Es expresa cuando el heredero toma la calidad de tal en un acto
FFII
otorgado por instrumento público o privado; es tácita si otorga un acto que supone necesariamente su intención de
aceptar y que no puede haber realizado sino en calidad de heredero".
Pero además de la norma transliterada el Codificador enumeró algunos actos que consideraba aceptación tácita de la
herencia. Así, el artículo 2294 establece en forma enunciativa aquellos actos que implican la tácita aceptación de la
herencia:
a) la iniciación del juicio sucesorio del causante o la presentación en un juicio en el cual se pretende la calidad de
heredero o derechos derivados de tal calidad;
b) la disposición a título oneroso o gratuito de un bien o el ejercicio de actos posesorios sobre él;
c) la ocupación o habitación de inmuebles de los que el causante era dueño o condómino después de transcurrido un
año del deceso;
d) el hecho de no oponer la falta de aceptación de la herencia en caso de haber sido demandado en calidad de
heredero;
f) la renuncia de la herencia en favor de alguno o algunos de sus herederos, aunque sea gratuita;
Particularmente, respecto de lo previsto en el inciso a), debe tenerse en cuenta que del artículo 3323 derogado se
infería que cuando el heredero inicia un proceso sucesorio está aceptando tácitamente la herencia ya que ha "ejercido
un derecho que pertenece a la sucesión" y por lo tanto debe otorgar un poder especial si quiere iniciar la sucesión por
intermedio de un mandatario.
El problema que se presentaba con lo dispuesto por el artículo 3330 del Código Civil derogado que decía: "La
aceptación, sea expresa o tácita, puede realizarse por intermedio de un mandatario constituido por escrito o
verbalmente"; no ha sido debidamente evacuado por el Código Civil vigente a partir del 1º de agosto de 2015, por lo
que puede válidamente sostenerse que el mandato para aceptar la herencia ha sido dado verbalmente y el poder para
actuar en juicio, por escritura pública.
Ello se traducirá en un problema de prueba porque deberá el mandatario acreditar que tenía poder especial verbal para
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aceptar herencia, hecho éste que se puede probar con una ratificación del heredero de tales dichos o con la firma del
escrito inicial.
La jurisprudencia surgida bajo el régimen de Vélez, pero que mantiene vigencia bajo las reglas del Código Civil y
Comercial en relación al tema, ha decidido que:
..CC
-De acuerdo a lo dispuesto en el artículo 1881, inciso 16 del Código Civil, para promover el sucesorio se requiere poder
especial[160].
- El mandato para iniciar e intervenir en un juicio sucesorio, importa poder especial para aceptar la herencia[161].
DDDD
- La ley exige poder especial para aceptar herencias, habiéndose interpretado que, por ende, esa clase de mandato se
debe exigir para iniciar juicio sucesorio, doctrina que podría compartirse si la promoción del proceso, a la vez, importara
aceptación de la herencia. No significa ello, sin embargo, que para todas las otras peticiones dentro de un juicio
sucesorio sea insuficiente el poder general[162].
LLAA
Por nuestra parte pensamos que, en definitiva, el poder especial se requiere para aceptar herencia, no para iniciar un
proceso sucesorio, pero la apertura del proceso sucesorio implica un acto de aceptación tácita de la herencia que
requiere de poder especial; éste puede ser dado por escrito o en forma verbal. Aceptada la herencia los demás actos del
proceso sucesorio pueden ser hechos por un mandatario con poder judicial para actuar en juicio. El proceso sucesorio
puede siempre abrirse por poder general con facultades expresas para aceptar herencia.
FFII
Si la sucesión es abierta por poder general sin facultades especiales para aceptar herencia, la ratificación posterior sanea
el procedimiento. Para evitar cualquier tipo de retardos procesales provenientes de la costumbre de exigir poder
especial para iniciar una sucesión, si no se cuenta con él y sí con un poder general para actuar en juicio, resulta
conveniente que el heredero firme el escrito inicial con lo cual ninguna duda cabe de que está aceptando la herencia.
Por otra parte coincidimos en señalar que desde el momento en que la voluntad de aceptar herencias resulta
claramente del mandato, éste debe considerarse suficiente, aun cuando esos términos no hayan sido literalmente
empleados[163].
59. Casos en que no se requiere poder especial para iniciar una sucesión. Cuando la herencia ya ha sido aceptada
Reiteramos lo dicho al comienzo del parágrafo: el poder especial es exigido por nuestro ordenamiento civil para aceptar
herencia, pero no para la apertura del juicio sucesorio, por ende si la herencia ya ha sido aceptada no es necesario que
el mandatario tenga un poder especial para iniciar la sucesión.
La ley presume que el heredero ha aceptado la herencia cuando ha iniciado el juicio sucesorio del causante o la
presentación en un juicio en el cual se pretende la calidad de heredero o derechos derivados de tal calidad; frente a la
disposición a título oneroso o gratuito de un bien o el ejercicio de actos posesorios sobre él; si procede a la ocupación o
habitación de inmuebles de los que el causante era dueño o condómino después de transcurrido un año del deceso. Así
En todos estos casos la herencia ya ha sido aceptada y como la aceptación es indivisible, se entiende que ha sido
aceptada en un todo, por ello el heredero no necesita dar un poder especial para la apertura del juicio sucesorio.
La innecesariedad del otorgamiento del poder especial cuando la herencia ha sido aceptada ha sido receptada por
nuestra jurisprudencia en un fallo de la Cámara Nacional Civil, al decir:
- De acuerdo al artículo 1881 del Código Civil -son necesarios poderes especiales "para aceptar herencia"-, si la heredera
ya había aceptado la herencia, a la fecha de su presentación el mandato general para actuar en juicio era
suficiente[164].
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En definitiva lo que debe quedar claro es que la actuación en el juicio sucesorio no siempre requiere de poder especial,
éste sólo se necesita para el escrito de apertura de la sucesión o de aprobación de testamento. Cuando el heredero
haya otorgado un mandato general para actuar en juicio y no quiera otorgar otro mandato especial a su letrado para el
inicio de la sucesión, bastará con que le otorgue un mandato verbal para aceptar la herencia, el que podrá ser
acreditado por la firma del escrito inicial por el heredero208.
..CC
60. Cuando se realizan actos conservatorios
El codificador consideró que la mera realización de actos conservatorios no implicaba la aceptación tácita de la herencia.
DDDD
Así lo determina expresamente el artículo 2296, inc a) del Código Civil y Comercial, en tanto establece que no implican
aceptación de la herencia los actos puramente conservatorios, de supervisión o de administración provisional, así como
los que resultan necesarios por circunstancias excepcionales y son ejecutados en interés de la sucesión.
De lo expuesto se deduce que si el heredero pretende realizar medidas de seguridad como las contempladas en el
artículo 690 del Código Procesal Civil de la Nación no requiere otorgar poder especial porque tales actos no implican
LLAA
aceptación de la herencia.
En todos aquellos casos en que el proceso sucesorio no es iniciado por un heredero no se requiere poder especial para
FFII
actuar porque estas actuaciones no suponen aceptación de la herencia ya que ésta no está deferida a ellos.
A los fines de clarificar conceptos conviene recordar qué se entiende por aceptación de la herencia.
La aceptación de la herencia es el acto voluntario por el cual una persona llamada a suceder asume de una manera, en
Concretamente no requiere poder especial para iniciar la sucesión por intermedio de mandatario la cónyuge, cuando el
acervo hereditario estuviera compuesto sólo por bienes gananciales ya que en este caso carece de vocación hereditaria
y su participación en el proceso se limita a sus derechos como socia en la división de la sociedad conyugal finalizada por
la muerte del causante.
Tampoco requiere otorgar poder especial para iniciar la sucesión el cesionario, porque quien ha aceptado la sucesión ha
sido el cedente al transferirle los derechos hereditarios, ello conforme lo dispone el artículo 2294 inc e) del Código Civil
y Comercial al decir: Implicará la aceptación de la herencia; " e) La cesión de los derechos hereditarios, sea a título
oneroso o gratuito".
El acreedor que inicia el proceso sucesorio no requiere poder especial porque carece de vocación hereditaria y por lo
tanto de posibilidad de aceptar o repudiar herencia. El acreedor al iniciar el proceso no acepta la herencia por su
En el caso de que la herencia se repute vacante; el Código Civil y Comercial, adapta el articulado del Anteproyecto de
1954 y otorga legitimación al Ministerio Público Fiscal y a cualquier interesado para pedir la declaración de vacancia. A
ello, debe hacerse lugar si no hay herederos aceptantes ni el causante ha distribuido la totalidad de los bienes legados.
En consecuencia, tampoco requiere poder especial porque el Estado no es un heredero sino que recibe los bienes en
virtud del dominio eminente que detenta como tal.
- Poder general para actuar en juicio utilizado en el proceso sucesorio no produce aceptación tácita de la herencia:
El poder general, dentro del proceso sucesorio, servirá para que el apoderado realice todos los actos necesarios para su
M
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tramitación, en la medida en que no importen la aceptación de la herencia pues para ello se requiere poder
especial[166].
- Poder especial para actuar en juicio utilizado en el proceso sucesorio produce aceptación tácita de la herencia
El otorgamiento del poder facultando al mandatario para intervenir en la herencia, aceptarla pura y simplemente o a
..CC
beneficio de inventario, efectuar adjudicaciones parciales, incluso a favor de la apoderada, de bienes sitos en la
Argentina, importa aceptación de la herencia[167].
- Poder especial para actuar en juicio utilizado en el proceso sucesorio produce aceptación tácita de la herencia aunque
DDDD
ésta no se haya determinado
El art. 375 inc e) del Código Civil y Comercial no exige la identificación concreta de alguna herencia, sino simplemente la
facultad genérica de realizar el acto de aceptación toda vez que la redacción indeterminada y plural de su texto así lo
hace concluir.
LLAA
Por lo demás, la precedente intelección gramatical respeta adecuadamente el fin tuitivo de la norma, pues debe
suponerse que quien facultó a su mandatario para "aceptar herencias" no estimó necesario detallar alguno en
particular; éste, obviamente, quedó comprendido en la autorización general, en la medida en que no existieren
prohibiciones concomitantes.
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62. ¿A qué se considera escrito inicial? Importancia del escrito inicial a los fines de la regulación de honorarios.
La ley 21.839, que regula los aranceles y honorarios de abogados y procuradores en el orden nacional, establece en su
artículo 43 que los procesos sucesorios se considerarán divididos en tres etapas, comprendiendo la primera el escrito
inicial; la segunda las actuaciones posteriores hasta la declaratoria de herederos o la aprobación de testamento, y la
tercera los trámites posteriores hasta la terminación del proceso.
Es muy importante definir a qué se considera "escrito inicial" porque ello va a determinar la legitimación para el cobro y
reclamo de los honorarios profesionales, por un tercio del total.
Supongamos que la apertura del proceso sucesorio es intentada por diversos herederos y acreedores de un mismo
causante, al mismo tiempo: la cuestión radica en determinar quién tiene el derecho a cobrar el tercio de honorarios por
el escrito inicial. Sin perjuicio de volver sobre el tema al momento de abordar la regulación de honorarios, cabe indicar
que en principio los honorarios sólo se le regularán a quien ha presentado el "escrito inicial" que es aquel que tiene
aptitud para obtener el dictado "del auto de apertura de la sucesión". En los procesos sucesorios, la primera etapa
comprende el escrito inicial, revistiendo tal carácter la presentación que se basta por sí para que el juez pueda declarar
abierta la sucesión. El auto de apertura debe ser la consecuencia de dicho escrito[168].
El auto de apertura de una sucesión debe ser consecuencia del escrito inicial. Y no altera esta calificación la
presentación posterior de herederos que denuncian nuevos bienes y acompañan documentación, pues tales trabajos
están comprendidos dentro de las actuaciones posteriores al auto de apertura y participan, por tanto, de la segunda
etapa a que alude la ley.
De acuerdo con el artículo 43 de la ley 21.839, que en este aspecto no se aparta del artículo 10 del derogado arancel, en
los procesos sucesorios la primera etapa comprende el escrito inicial. Reviste tal carácter, de acuerdo con una reiterada
jurisprudencia del tribunal, la presentación que se basta por sí para que el juez pueda declarar abierta la sucesión[170].
Si varios herederos al mismo tiempo han presentado escritos con tales características, los honorarios se regularán a
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prorrata.
En este sentido la jurisprudencia dictada bajo el régimen del Código de Vélez pero que mantiene su vigencia a la luz de
las normas del Código Civil y Comercial ha dicho:
* Como el arancel considera primera etapa del proceso sucesorio al escrito inicial, pero no prevé el supuesto en que la
..CC
sucesión es promovida mediante varios escritos presentados casi simultáneamente que reúnan los requisitos suficientes
e idóneos para tal fin, la jurisprudencia ha admitido en ese supuesto que la iniciación del proceso debe ser atribuida a
los profesionales firmantes de los respectivos escritos, debiendo repartirse los honorarios correspondientes al primer
tercio del juicio (en el caso, el tribunal señala que no se da la situación de presentaciones casi simultáneas, por lo que no
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corresponde aplicar ese criterio jurisprudencial)[171].
Hay que desalentar el inicio de sucesiones, por quien carece de legitimación, al solo efecto del cobro del tercio de los
honorarios. Por ello pensamos que si el escrito inicial ha sido presentado por quien carece de legitimación en el juicio
sucesorio, tal presentación no le da derecho al cobro de honorarios; ello acontecería por ejemplo si la sucesión fuera
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iniciada por el hermano del causante existiendo un cónyuge supérstite con vocación hereditaria.
* Si el causante era de estado civil divorciado, el que según constancia de la nota marginal de la partida de matrimonio
fue decretado por su culpa, el hermano de aquél carecía de legitimación para promover el proceso sucesorio, pues se
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encontraba legalmente excluido por la cónyuge inocente (arts. 3572 y 3574, primera parte, Cód. Civ.), hasta tanto no se
justificaran las circunstancias contempladas por la última parte del artículo 3574 del Código citado para hacerle perder a
ella el derecho hereditario. Por ello, si en el escrito inicial ni siquiera se invocó algunas de esas causales, ni tampoco la
citada norma legal, ello permite concluir que los profesionales recurrentes actuaron por quien no se encontraba
Nuestros tribunales han sancionado con la pérdida de honorarios a todo aquel que no cumpla con los requisitos del
escrito inicial y actúe con mala fe a los fines de cobrar el tercio de los honorarios correspondientes a esta etapa.
En un caso se dijo:
* Cabe considerar que ha mediado el propósito de obtener una prioridad indebida en los términos del artículo 722 del
Código Procesal en la actitud del representante de dos hijos extramatrimoniales del causante, poseedores de un interés
que en conjunto no alcanza al 25% del acervo, que inició la sucesión violando expresamente los requisitos previstos en
la ley, pues ni acompañó la partida, ni justificó debidamente el vínculo; que sin haber mediado ninguna explicación al
respecto, diligenció indebidamente el informe previsto en el decreto-ley 3033/56; que recién obtuvo la partida de
defunción con posterioridad a aquella presentación; que denunció un domicilio errado de la cónyuge y herederos
legítimos y allí notificó la iniciación del proceso; que en virtud de ese propio acto solicitó para sí la designación de
administrador provisorio en abierta violación a lo dispuesto en el ritual; que merced a esa inscripción en el Registro de
Los escritos posteriores al escrito inicial en que se denuncian herederos o bienes no tienen importancia para la
regulación de honorarios por esa primera parte, como veremos en la parte correspondiente (ver Cap. IX), pero pueden
ser tenidos en cuenta como trabajos comunes.
Al respecto se ha sostenido:
* El auto de apertura de una sucesión debe ser consecuencia del escrito inicial. Y no altera esta calificación la
presentación posterior de herederos que denuncian nuevos bienes y acompañan documentación, pues tales trabajos
están comprendidos dentro de las actuaciones posteriores al auto de apertura y participan, por tanto, de la segunda
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etapa a que alude la ley219.
* Si el escrito inicial del sucesorio y sus posteriores no fueron hábiles para decretar su apertura, pero fueron útiles,
deben ser considerados comunes, a cargo de la masa y como integrantes de la citada etapa, a los efectos señalados220.
Para determinar cuándo corresponde el cobro de honorarios por el "escrito inicial" corresponde previo a todo definir
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cuándo estamos frente a un "escrito inicial".
Para iniciar el proceso sucesorio no es necesario recurrir a la instancia de mediación previa, pero ello no quiere decir
DDDD
que el artículo 2º, inciso 8º, de la ley 24.573 -y sus modificatorias- exima de la mediación a todos aquellos casos en que
la sucesión sea parte.
La jurisprudencia ha dicho:
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* No es cierto que el artículo 2º, inciso 8º de la ley 24.573 exime de la mediación a todos aquellos casos en que la
sucesión sea parte, porque dicha norma contempló otro supuesto de excepción distinto al del trámite del juicio
sucesorio[174].
Cabe confirmar la resolución que, en el marco de una acción declarativa de tipo societario, intimó a la sucesión actora a
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acreditar el cumplimiento de la instancia de mediación previa pues, si bien la reforma introducida por el art. 2 del
decreto 91/98 al inciso 8 del art. 2 de la ley 24.573, excluye al trámite sucesorio de la mediación, dicha exclusión no
puede derivarse a los asuntos de corte netamente patrimonial originados en el juicio sucesorio[175].
EL Código Civil y Comercial derogado el último párrafo del artículo 3383 del Código Civil prevía que el heredero
beneficiario no podía someter en árbitros o transar los asuntos en que la sucesión tenga interés, el artículo 3390 del
mismo cuerpo legal disminuía los alcances de la prohibición y permitía realizar el acto si el juez lo autorizaba
La prohibición que contemplaba el artículo 3383, último párrafo, del Código Civil fue prevista a fin de evitar que
extrajudicialmente se realicen transacciones o se sometan a arbitraje asuntos en que la sucesión tenga interés y que
constituyan actos de disposición, ya que en esos supuestos podría significar para el heredero beneficiario la pérdida del
beneficio de inventarioHoy la situación es diferente, el artículo 3383 no se ha reproducido en el nuevo Código y por
ende no existe óbice para la mediación.
El nuevo Código Civil y Comercial regula el arbitraje y no excluye la posibilidad de someter a arbitrar las cuestiones
sucesorias. Al respecto, el artículo 1651 establece que quedan excluidas del contrato de arbitraje las siguientes
materias:
En definitiva se puede y debe recurrir a la mediación en todos aquellos asuntos en que los herederos sean partes sin
que sea obstáculo lo que dispone el artículo 1651 del Código Civil y Comercial.
"Quien solicitare la apertura del proceso sucesorio, deberá justificar, prima facie, su carácter de parte legítima y
acompañar la partida de defunción del causante. Si éste hubiera hecho testamento y el solicitante conociera su
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existencia, deberá presentarlo, cuando estuviera en su poder, o indicar el lugar donde se encontrare, si lo supiere.
Cuando el causante hubiere fallecido sin haber testado, deberá denunciarse el nombre y domicilio de los herederos o
representantes legales conocidos".
Quien se presente iniciando la sucesión ante el juez competente deberá hacerlo por escrito, acompañando la
documentación que acredite su condición de parte legítima prima facie, esto es su condición de parte o de legitimado.
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El escrito inicial del proceso sucesorio, por su importancia y función, se asemeja al escrito de demanda y, como tal,
debe cumplir con los recaudos que se exigen para la presentación de éste. Por lo tanto, creemos que debe contener:
DDDD
o El habitual encabezamiento, con mención de las partes que se presentan al proceso, si lo hacen por derecho propio, y
del letrado que los patrocina.
Si se presenta letrado apoderado, deberá acompañar el instrumento que acredite la personería por éste invocada. Si se
presentan en representación de incapaces deberán acompañar el título que los legitime.
LLAA
En todos estos casos deberán consignarse los domicilios reales y constituidos (art. 40, Cód. Proc. Civ. y Com.) y
acompañarse copia para el expediente de los instrumentos que presente (art. 120, Cód. Proc. Civ. y Com.). y el domicio
electrónico para las notificaciones.
- En el cuerpo del escrito deben mencionarse los datos del causante, su último domicilio y fecha de su fallecimiento. Es
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necesaria la explicación del vínculo existente entre el causante y las partes presentadas y es de práctica pero no
imprescindible el detalle de los bienes que conforman el acervo hereditario.
- En caso de que las partes conozcan la existencia de otros herederos deben denunciarlo a fin de que sean citados a
Por otra parte, La jurisprudencia ha reconocido que la denuncia de bienes no debe obligatoriamente existir dentro
del escrito inicial, ya que ninguna norma lo impone y su omisión
no trae consecuencias prácticas, pues dicho enunciado podrá llevarse a cabo en cualquier momento a lo largo del
proceso[176].
En definitiva el escrito de inicio de un juicio sucesorio es aquel que se basta por sí solo para que el juez pueda declarar
abierta la sucesión, debiendo contener como requisitos mínimos la acreditación del vínculo, y la denuncia del
fallecimiento del causante para probar la competencia del juez, sin que fuera de esos recaudos se prevean estilos
rigurosos ni reglas sacramentales para su confección y representación.
- En los procesos sucesorios la primera etapa comprende el escrito inicial y reviste tal carácter la presentación que basta
por sí para que el juez pueda declarar abierta la sucesión, siendo el auto de apertura consecuencia de dicho escrito. Esta
Cuando el escrito inicial -no obstante su aptitud para obtener la apertura del sucesorio- no es proveído en dicha forma,
ello no obsta a que pueda ser considerado "inicial" a los fines del artículo 43 del arancel, puesto que a tal efecto basta
con que reúna los recaudos suficientes para lograr el dictado del respectivo auto de apertura, aunque no lo consiga
efectivamente por otras razones[178].
- A los efectos regulatorios, la ley arancelaria no dispone que únicamente se considere inicial aquel escrito que obtenga
la apertura del juicio sucesorio, pues sólo exige que reúna los requisitos suficientes e idóneos para ello, es decir, la
acreditación del vínculo y la denuncia de bienes para acreditar la competencia del juez[179].
En definitiva los requisitos imprescindibles del escrito inicial son dos: a) acreditar la muerte del causante, y b) justificar la
legitimación.
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65. Acreditación del fallecimiento y del vínculo invocado
La justificación de la muerte del causante reviste fundamental importancia dado que el fallecimiento de una persona
física es el hecho que motiva la promoción del juicio sucesorio. De esto deriva que si no es posible justificar la defunción,
el juez no puede dictar el "auto de apertura del juicio sucesorio".
..CC
El art. 94 del Código Civil y Comercial de la Nación establece que la comprobación de la muerte de una persona queda
sujeta a los estándares médicos aceptados, debiendo verificarse al efecto la constatación conjunta de los requisitos
previstos por el art. 23 de la ley 24.193 de transplantes de órganos y materiales anatómicos.
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El medio de prueba para acreditar la muerte es la partida de defunción expedida por el Registro Público
correspondiente, siendo en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el Registro del Estado Civil y Capacidad de las
Personas. Sin embargo este principio general admite tres excepciones: a) lo previsto en el artículo 108 del Código Civil y
98 del CCyCN; b) el supuesto de muerte en combate, y c) el Código Aeronáutico y la Ley de Navegación. A continuación
trataremos estos distintos supuestos.
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Puede ocurrir que no se pueda extender certificado de defunción porque el cadáver no aparezca aunque el accidente se
haya producido en situación tal que la muerte ha de tenerse por cierta.
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Para este supuesto el artículo 98 del CCyCN establece que "....si el cadáver de una persona no es hallado o no puede ser
identificado, el juez puede tener por comprobada la muerte y disponer la pertinente inscripción en el registro, si la
desaparición se produjo en circunstancias tales que la muerte debe ser tenida como cierta En definitiva en los casos en
que el cadáver de una persona no fuese hallado, el juez podrá tener por comprobada la muerte y disponer la pertinente
inscripción en el registro, siempre que la desaparición se hubiera producido en circunstancias tales que la muerte deba
ser tenida como cierta.
Igual regla se aplicará en los casos en que no fuese posible la identificación del cadáver
La innecesariedad de acreditar la muerte con una partida de defunción se da por ejemplo cuando un barco se hunde en
un lugar que por la temperatura de las aguas ha de tenerse por cierta la muerte acaecido un cierto tiempo (hundimiento
en el Estrecho de Magallanes), o en el caso de un accidente aéreo que no deje posibilidad de sobrevida; en estos casos
se admite la prueba supletoria del deceso se ha aceptado la prueba supletoria cuando se ha desaparecido en un
accidente aéreo, aunque el cuerpo no haya sido hallado, si se reúnen las siguientes circunstancias: "Dificultaron el
rescate del cadáver la profundidad de las aguas, la poca visibilidad que ellas ofrecían, el hecho de estar el lugar
infestado de tiburones, y que los restos del avión encontrados en el lugar pertenecían al aparato en el que él viajaba. A
la misma conclusión se llega si el desaparecido viajaba en un avión militar desaparecido casi cuatro años antes, sin que
las intensas operaciones de búsqueda y rescate hubieran dado resultado alguno, por lo cual el tiempo transcurrido y las
circunstancias que rodearon la desaparición hacen que la muerte pueda ser tenida por cierta".
* No existiendo incertidumbre sobre el hundimiento de un rastreador ni sobre el fallecimiento de sus tripulantes, debe
admitirse la prueba supletoria del deceso (art. 108, Cód. Civ.) y no recurrir al procedimiento de declaración de muerte
presunta[180].
* Aun cuando el cadáver no haya sido hallado ni existan testigos de la muerte, es admisible la prueba supletoria si las
circunstancias del caso producen la certeza moral del fallecimiento[181].
* No corresponde aplicar las normas referentes a la simple ausencia ni a la calificada por la presunción de fallecimiento,
si se ha probado idónea e inhesitablemente que la desaparición -en el caso del patrón de una lancha durante un
temporal- se produjo en las circunstancias de que da cuenta la sumaria información rendida, dando la certidumbre de
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su muerte; por tanto, es admisible la prueba supletoria del fallecimiento (arts. 108, Cód. Civ., y 33, ley 14.394)[182].
Otra excepción al principio de la necesidad de partida de defunción para acreditar la muerte se da en el caso de los
militares. Para este supuesto el Código Civil disponía también, en su artículo 105: "La de los militares muertos en
combate, respecto de los cuales no hubiese sido posible hacer asientos, por lo que conste en el Ministerio de Guerra".
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Si bien este artículo no se reproduce en el nuevo Código Civil y Comercial s personas que pertenezcan al Ejército, la
Armada o la Aeronáutica, y hayan muerto en combate sin que se haya podido extender la partida correspondiente, su
deceso se probará con la constancia del Ministerio de Guerra, siendo en este caso innecesaria la prueba supletoria o el
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trámite de ausencia con presunción de fallecimiento.
Sin embargo no es necesaria una declaración de guerra, aunque no debe existir ninguna duda respecto del fallecimiento
del militar (ocurrido en combate) Los artículos 106 y 107 del Código Civil preveían formas especiales de demostrar la
muerte cuando el fallecimiento se producía en conventos, cuarteles, prisiones, fortalezas o lazaretos, pero tales
LLAA
artículos han perdido relevancia en la actualidad por lo cual aun cuando la muerte se produzca en estos lugares se debe
acreditar con la correspondiente partida.
La última excepción a la necesidad de acreditar la defunción mediante las partidas del Registro del Estado Civil y
Capacidad de las Personas está dada por el Código Marítimo y el Código Aeronáutico. La Ley de Navegación 20.094 en
sus artículos 123 y 124 dispone que cuando fallezca una persona a bordo de un buque, el capitán levantará inventario
de sus papeles y pertenencias con asistencia de dos oficiales del buque y de dos testigos si los hubiere. En cuanto al
cadáver, podrá adoptar las medidas que estime prudente y labrará un acta de defunción. El artículo 85 del Código
Aeronáutico dispone las mismas medidas.
69. Conmoriencia
El artículo 95 del Código Civil y Comercial establece: "Se presume que mueren al mismo tiempo las personas que
perecen en un desastre común o en cualquier otra circunstancia, si no puede determinarse lo contrario".
Puede ocurrir que dos personas mueran en un mismo accidente, de las cuales una fuera heredera de la otra, en
circunstancias tales que impidan conocer quién murió primero y, en consecuencia, si medió transmisión de derechos
entre ellas.
Si bien la redacción de la norma es menos específica que su antecesora (art. 109 del C.Civil), resulta innegable que por
aplicación del artículo 95 del Código Civil y Comercial, quien pretende transmisión de derechos entre los fallecidos
debería probar quién murió primero. Por ejemplo si el marido y la suegra mueren en un mismo accidente, cuando la
* Quien pretenda la transmisión de derechos entre los fallecidos (en un desastre común) tendrá que probar que
efectivamente uno murió antes que el otro, pues a falta de esa prueba se considerará que la muerte se produjo
simultáneamente[183].
* Si de las actas de defunción surge que los integrantes de un matrimonio fallecieron a la misma hora a causa de un
accidente automovilístico, y estas no fueron redargüidas de falsedad, debe concluirse que sus muertes se produjeron en
forma simultánea y que no existió transmisión hereditaria entre ellos, no obstando a ello el hecho de que exista un
informe suscripto por un médico y un bombero que establezca que el deceso de uno fue anterior al del otro[184].
En un juicio sucesorio el magistrado de primera instancia entendió que no resultaba posible incluir en la declaratoria de
herederos al nieto del causante debido a que había existido conmoriencia entre su progenitor y su abuelo. La Cámara
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Primera de San Rafael, Mendoza, revocó dicho pronunciamiento señalando que si bien el abuelo y el padre del actor
fallecieron al mismo tiempo según los términos del artículo 109 del Código Civil, éste no puede ser excluido de la
herencia de su abuelo, pues los nietos heredan por derecho de representación aun en caso de conmoriencia, en tanto la
ley requiere solamente que el representado no viva al momento de la apertura de la sucesión[185]
La solución del caso fue correcta porque en la representación si los hijos son colocados en el grado de su padre para
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suceder lo que el padre habría sucedido, es porque el padre no pudo suceder. Así, si muere antes, evidentemente no
puede suceder, y si murieron al mismo tiempo, tampoco puede suceder, por expresa disposición del actual 95 del CCyC,
por lo que en ambos casos hay derecho de representación.Finalmentecabe preguntarse "si no se puede representar sino
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a las personasmuertas, ¿es acaso el conmuerto menos muerto que el premuerto?
La idea que en la conmoriencia no se produce el derecho de representación ha sido abandonada por la moderna
doctrina y jurisprudencia, por cuanto para que funcione el derecho de representación. solamente requiere que el
representado no viva al momento de la apertura de la sucesión, y este requisito se cumple en el caso de conmoriencia.
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El Código Civil y Comercial de la Nación regula la presunción de fallecimiento en el Libro 1, Título I, capítulo 7;
estableciendo como regla general que la ausencia de aun persona de su domicilio sin que se tenga noticia de ella
durante un lapso de tres años, causa la presunción de su fallecimiento (art. 85); estableciendo asimismo en el art. 86, los
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supuestos en los cuales el fallecimiento se presume por vía de excepción, a saber: a) si por última vez se encontró en
lugar donde ocurrió un terremoto, incendio, acción de guerra u otro suceso semejante y b) si encontrándose en un
buque o aeronave naufragado o perdido, no se tuviese noticia de su existencia en un lapso de seis meses desde el día en
que el suceso ocurrió o pudo haber ocurrido.
En todos los casos, para iniciar el proceso sucesorio del causante es necesario presentar la sentencia que declara la
ausencia con presunción de fallecimiento, debidamente inscripta en el Registro del Estado Civil y Capacidad de las
Personas (conf. arts. 88, 89 y 90 del Código Civil y Comercial).
La importancia de la sentencia radica fundamentalmente en que en la misma se establece el día presuntivo del
fallecimiento; ello es trascendental porque en ese día se abre la sucesión del presunto difunto, y en consecuencia se
determina quiénes son las personas que tienen derecho a los bienes de aquél.
El art. 91 del Código Civil y Comercial aclara el confuso contenido del art. 28 de la ley 14.394 derogada y adopta el
criterio asumido por el art. 129 del Proyecto de Código Civil de 1998; estableciendo el régimen legal que deben cumplir
los herederos y legatarios para recibir los bienes del causante presuntamente fallecido.
Asimismo, el art. 92 del mismo cuerpo legal, establece taxativamente que bienes puede reclamar el ausente si
reaparece con vida
En los casos de ausencia por desaparición forzada, si bien la fijación el día presuntivo de fallecimiento trae como
consecuencia que se produzcan los efectos jurídicos de la muerte, el legislador al equiparar los efectos ha sido
cuidadoso en la denominación de esta particular categoría, puesto que, sin considerar que la persona ha fallecido,
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permite no obstante que los causahabientes revistan la calidad de herederos con los alcances de los artículos 2424 a
2441 del Código Civil y Comercial y 3545 a 3587 del CoCiv, cuyo carácter puede dar lugar a la declaratoria de herederos
del fallecido de la declaratoria de herederos del desaparecido.
Dado que existe una paridad en las consecuencias derivadas del fallecimiento de una persona con relación a los
declarados ausentes por desaparición forzada con la protección que brinda la ley 24.321, corresponde sustituir el
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término "presunto fallecimiento" por el de "desaparición forzada" en la declaratoria de herederos.
Cuando se pretende cobrar la indemnización por desaparición forzada el objeto es ajeno al fenómeno sucesorio, sin
embargo la jurisprudencia ha aceptado que corresponde admitir la apertura de la sucesión del declarado ausente por
LLAA
desaparición forzada, a fin de que sus causahabientes puedan percibir la indemnización establecida por la ley 24.411
(texto ley 24.823)[188].
Otro de los elementos que debe contener el escrito inicial es el de la prueba de la legitimación, para cuya consulta nos
remitimos a lo tratado en puntos precedentes respecto al tema.
Sin embargo Fassi sostiene que no es un requisito imprescindible del escrito inicial la prueba de la vocación para recibir
la herencia.
"Baste que se acredite prima facie, por ejemplo, con la partida de nacimiento que enuncie como padre al causante, sin
perjuicio de que oportunamente se presente la partida de matrimonio de los padres"[189].
El ejemplo en la actualidad carece de relevancia por cuanto los hijos matrimoniales y los extramatrimoniales heredan
por igual, con lo cual no sería necesario presentar la partida de matrimonio de los padres.
No es imprescindible que en el escrito inicial se realice la denuncia de los bienes del causante.
Aun cuando no sea inevitable realizarlo, resulta conveniente que en el escrito inicial se denuncien los bienes, y de
práctica hacerlo, pero no existe ninguna obligación legal de efectivizarlo.
Expresa Alsina: "No es indispensable denunciar la existencia de bienes para la iniciación del juicio sucesorio, porque
ellos resultarán del inventario que se practique, y aun pueden no existir bienes, ya que el heredero puede tener interés
La jurisprudencia por su parte, ha reconocido que no es indispensable denunciar la existencia de bienes para la
iniciación de juicios sucesorios, porque ellos resultarán del inventario que se practique; y aún puede no existir bienes,
ya que el heredero puede tener interés que se declare su calidad de
tal para ejercer acciones que no sean patrimoniales, y el acreedor para hacer efectivo su crédito sobre los bienes
del heredero; bastando se acredite el vínculo del peticionante para demostrar la existencia de un interés suficiente para
proceder a la apertura del sucesorio[191].
Una vez que el juez hubiere corroborado el cumplimiento de los requisitos correspondientes, declara abierto el juicio
sucesorio. En este auto ordena la citación de los herederos denunciados por las partes en su escrito de inicio y la
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publicación de edictos por tres días sólo en el Boletín Oficial si, prima facie, el haber hereditario no excediere el monto
de la cantidad máxima que correspondiere para la inscripción del bien de familia; en caso de que el monto sea superior
se ordena la publicación en otro diario del lugar del juicio (art. 699 del Cód. Proc. Civ. y Com.).
Por otra parte, el Código Civil y Comercial exige la publicación de edictos por un solo día en el Boletín Oficial, es decir, no
requiere que los edictos se publiquen por tres días como lo hace el Código Procesal Civil y Comercial. La cuestión reside
..CC
en determinar si debe aplicarse la norma procesal o la de fondo. La Cámara Civil de la Capital, en su sala F, ha resuelto
que solo a las sucesiones abiertas con posterioridad al 1° de agosto de 2015, se les exige la publicación de los edictos
por un día en el Boletín Oficial, a las restantes se les aplica el Código Procesal Civil y Comercial[192].
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Asimismo, se ordena el cumplimiento del decreto-ley 3003/56. El mismo establece que el presentante tiene la
obligación de comunicar al Registro de Juicios Universales -el que depende del archivo de actuaciones judiciales y
notariales-, y dentro del plazo de tres días, del inicio del juicio sucesorio. Esta comunicación se efectuará mediante un
formulario con los datos que prevé el artículo 2º del decreto-ley.
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El registro devuelve un ejemplar de este formulario certificando la existencia o inexistencia de otro juicio similar con
respecto al mismo causante. Este formulario debe ser acompañado al expediente. Justamente aquí es donde radica la
importancia de la existencia de este formulario, dado que permite saber al juez si se había iniciado otro proceso
sucesorio respecto del causante, con anterioridad.
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Para el caso de que el obligado hubiere incumplido con el acompañamiento del formulario en los autos respectivos, el
juez debe intimarlo, de oficio, para que cumpla con ello en el término de cuarenta y ocho horas, bajo apercibimiento de
tenerlo por desistido del juicio y mandar las actuaciones al archivo (art. 3º del decreto-ley 3003/56).
Encontrándose agregado el formulario que acredite la comunicación al Registro de Juicios Universales del inicio del
proceso sucesorio, debe acreditarse la publicación de edictos. Esto se cumple mediante el acompañamiento al
expediente de un ejemplar del diario en el que se ordenó publicar. Con ello el secretario debe certificar que se haya
cumplido la publicación de edictos y señalar si se han presentado nuevos herederos.
Finalmente, el expediente debe pasar en vista al Fiscal, quien dictamina sobre la justificación de los vínculos invocados
por quienes pretendan ser declarados herederos y sobre el cumplimiento de los recaudos procesales.
También se corre vista al Asesor de Menores, si se hubieran presentado herederos menores o incapaces.
Llegado este estado del proceso y con la conformidad del Fiscal y, en su caso, del Asesor de Menores, el juez dicta la
declaratoria de herederos.
Tampoco la intervención de estas personas debe tener el carácter de permanente, tal es así que algunas personas
intervienen sólo en determinados momentos del proceso sucesorio, otras hasta que alguien con mejor derecho se
presente en autos y por último algunos de los intervinientes deben hacerlo en forma permanente.
Por todo esto nos vemos frente a la necesidad de examinar cada caso por separado, determinando los límites de su
intervención.
77. Herederos
Los herederos, ya sean legítimos o instituidos, son los principales intervinientes en el proceso sucesorio, dado que los
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bienes del causante les pertenecen desde el momento mismo de su muerte.
Goyena Copello, en posición que compartimos, sostiene que el heredero es parte no sólo para abrir la sucesión, sino
también para continuar su trámite, durante el cual se puede presentar en cualquier momento.
La intervención de ellos se prolonga durante todo el tiempo que dure el proceso, y sólo pierden el derecho a intervenir
cuando un heredero con mejor grado los desplaza en el lugar que ellos ocupan respecto de la línea sucesoria del
causante.
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También cesa la intervención del heredero cuando realiza una cesión total de sus derechos hereditarios, debido a que su
interés en la evolución del proceso deviene inactual.
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Puede ocurrir que intervengan en el proceso sucesorio algunos de los herederos que en principio son excluidos por
otros y que durante el trámite de la exclusión intervengan los que pretenden la exclusión y aquel a quien se quiere
excluir.
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Si quien se presenta es heredero forzoso, es parte mientras no se lo haya declarado indigno, ya sea en un proceso ab
intestato o testamentario, pues debemos recordar que la desheredación ha dejado de ser una figura legalmente
reconocida por el Código Civil y Comercial.
FFII
Si no es heredero forzoso, su intervención cabe en tanto y en cuanto no surja que hay otro heredero con mejor derecho,
que esté dispuesto a recibir la herencia, lo cual puede surgir del expediente, o ser denunciado por el presentante o bien
que el causante haya dispuesto todos los bienes[196].
Los herederos menores de edad gozan de los mismos derechos y limitaciones que los herederos mayores de edad
respecto del proceso sucesorio, con la diferencia de que éstos deben comparecer en el juicio mediante la
representación legal necesaria que impone la ley, ya sea a través de sus padres o tutores.
A la luz de la nueva categorización establecida por el Código Civil y Comercial para los menores de edad (art. 25); debe
tenerse en cuenta que en el caso de que el proceso sucesorio pretenda ser iniciado por un heredero adolescente, si
existe conflicto de intereses entre este y su representante; puede el adolescente actuar por si, con asistencia letrada,
pudiendo el juez interviniente decidir que no es necesaria la designación de un tutor especial para iniciar el juicio (art.
109, inc a del CCyC).
Con relación al heredero menor emancipado, Goyena Copello afirma que el menor emancipado siempre necesitará
asistencia de un representante legal ad hoc para promover y tramitar el proceso sucesorio[197].
La intervención del Ministerio de Menores en el proceso sucesorio es necesaria en la medida en que alguno de los
herederos intervinientes sea menor o incapaz; así lo dispone el artículo 103 del Código Civil y Comercial, bajo pena de
nulidad de todo lo actuado.
En el mismo sentido, Goyena Copello refiere que dada la representación que les confiere el artículo 103 citado su
intervención en el expediente sucesorio no sólo es admisible, sino que es necesaria, bajo pena de nulidad de lo
actuado[198].
Cesará la intervención del Ministerio de Menores una vez que los menores intervinientes en el juicio sucesorio hayan
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arribado a la mayoría de edad o una vez realizada la partición definitiva del acervo hereditario.
* La garantía de la defensa en juicio consiste en que se dé a la parte una razonable oportunidad de comparecer y
exponer sus derechos.
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La privación de esa oportunidad, al no haberse dado la debida participación en la sucesión al Ministerio Público Pupilar y
al representante legal del heredero menor, omisión no convalidada por dicho Ministerio, comporta la violación de la
tutela jurídica constitucional del proceso (arts. 18, Constitución Nacional y 29, incs. 1º y 2º, Constitución de la Provincia
de Jujuy), razón por la cual corresponde declarar la nulidad de lo actuado[199].
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La actuación del incapaz en el sucesorio y su interés con relación al acervo hereditario estará representada por su
curador y el Ministerio Público, conforme a lo establecido en el artículo 103 del Código Civil y Comercial.
La intervención del defensor de ausentes en el juicio sucesorio es inadmisible, salvo en el período que va desde el
nombramiento de dicho funcionario en el juicio de ausencia simple, o de ausencia con presunción de fallecimiento,
hasta la sentencia que nombra curador a sus bienes; que incluso puede ser designado mediante una directiva anticipada
por el propio ausente (arts. 82, 139 y cc del C.Civil y Comercial).
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La intervención del cónyuge en el proceso sucesorio no sólo está dada por su carácter de heredero, también lo hace en
el carácter de socio de la sociedad conyugal. En este último supuesto la actuación del cónyuge es la misma que la del
heredero.
Goyena Copello considera sobre el particular que la personería del cónyuge para intervenir en el proceso sucesorio
proviene del hecho de ser heredero forzoso, y entrar en la posesión de la herencia de pleno derecho (conf. art. 2337 y
2433, Cód. Civ. y Com.).
El Código Civil y Comercial de la Nación, establece que el divorcio vincular; la separación de hecho sin voluntad de
unirse y cualquier decisión judicial que implique el cese de la convivencia, excluyen el derecho hereditario entre los
cónyuges (art. 2437). En todo caso, su intervención en el juicio sucesorio cesa una vez que haya finalizado la distribución
y adjudicación de los bienes que integran el acervo sucesorio, debido a que ése es el momento donde se discrimina el
carácter de propio o ganancial de los mismos.
83. Legatarios
El legatario sólo está facultado para participar en el proceso sucesorio en la realización de los trámites necesarios
tendientes a percibir su legado.
Interviene en igualdad con herederos en lo que se refiere a administración y custodia del caudal, así como para
inventariar y avaluar, lo cual puede exigir, no obstante cualquier disposición en contrario del testamento[202].
En cuanto al legatario particular, si bien la regla es que este legatario no es parte en el juicio sucesorio, lo es en cambio
para solicitar la entrega de los legados (conf. art. 2498, Cód. Civ. y Com.), así como para discutir todos los actos por los
cuales resulte indebidamente desnaturalizada la cosa a entregar, o se dificulte su individualización, o la cantidad de
cosas legadas, lo mismo que si sólo se establecen legados, o se cuestiona la validez del testamento[203].
Cesa la intervención del legatario una vez que le ha sido entregado el legado.
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El cesionario total de derechos hereditarios interviene del mismo modo que un heredero en el proceso sucesorio, ello
debido a que toma el lugar del cedente en cuanto a los derechos y deberes que le hubieran correspondido a éste en
relación al acervo hereditario.
Cesa su intervención en el proceso sucesorio una vez que haya finalizado la distribución y adjudicación de los bienes que
integran el caudal relicto.
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Por el contrario el cesionario parcial sólo puede intervenir en el proceso sucesorio ante la negligencia de los herederos
en su carácter de acreedor o cuando ha sido autorizado en instrumento de cesión, y para vigilar el movimiento de los
fondos de la sucesión.
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En este sentido se ha juzgado que:
- El cesionario parcial de derechos hereditarios está legitimado para iniciar la sucesión si en el instrumento de cesión de
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- Si bien el cesionario de derechos y acciones hereditarios sobre un inmueble no se encontraría legitimado en principio
para solicitar la apertura de la sucesión, se trata de un acreedor que podrá ejercitar tal derecho siempre que acredite su
legitimación mediante la presentación de las escrituras públicas pertinentes, máxime cuando los herederos se han
mantenido inactivos durante un prolongado lapso de tiempo[206].
En cuanto al cesionario parcial y el total, Goyena Copello sostiene que si la cesión es total, el cesionario sustituye al
cedente, que puede ser un heredero u otro cesionario anterior ocupando su lugar en el juicio, por cuanto la adquisición
por parte del mismo "de una universalidad de hecho permite considerarlo parte interesada en el proceso en el cual se
efectivizará la transmisión" mientras que el cesionario parcial no tiene derecho a intervenir; sin embargo, se le ha
reconocido que en su carácter de tal, como acreedor del heredero que es y en ejercicio de la acción indirecta, puede
solicitar las medidas de vigilancia tendientes a suplir las omisiones o negligencias de los herederos, como por ejemplo
las medidas que persiguen notificaciones de trámites pendientes desde varios meses, por negligencia manifiesta de
aquéllos.
- Si la cesión de derechos hereditarios es total, es decir de todos los derechos y obligaciones hereditarias que
correspondía al cedente, el cesionario queda colocado en el lugar de éste y adquiere el derecho a intervenir en el juicio
sucesorio respectivo para hacer efectiva la cesión de derechos hereditarios que invoca. De ahí que resulta indudable su
facultad de solicitar la inscripción de dicha cesión en el Registro respectivo -en forma conjunta con la declaratoria de
herederos aún no inscripta-, toda vez que es a él a quien interesa efectuarla para adquirir legalmente el domino del bien
cedido[209].
- La cesión de la totalidad de los derechos hereditarios que incumben al cedente, faculta al cesionario para intervenir en
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el juicio sucesorio, desde que la adquisición por este último de una universalidad de hecho permite considerarlo parte
interesada en el proceso en el cual se efectivizará la transmisión[210].
- El cesionario parcial de derechos hereditarios que ha sido facultado en el instrumento de cesión para intervenir en el
juicio sucesorio no puede ver restringida su participación en el mismo, pudiendo en tal carácter impulsar el proceso que
se ha detenido por negligencia de los herederos, pedir la partición o impugnarla y hasta iniciar la sucesión frente a la
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omisión de aquéllos[211].
- El cesionario total -que es a su vez sucesor universal del heredero en los términos del artículo 3263 del Código Civil-
puede intervenir en el sucesorio en calidad de parte, excluyendo al heredero cedente a quien sustituye, y con los
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mismos derechos que éste tenía[212].
En principio, el agente fiscal no es parte en el juicio testamentario, pues su intervención termina con la declaración de
validez del testamento y, en el juicio ab intestato con la declaración de herederos; pero su intervención subsiste en
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algunos casos, como por ejemplo: cuando hay cuestiones pendientes sobre la inclusión de herederos en la declaratoria
correspondiente, porque aquél es parte en todo lo que se vincule a la filiación.
Sobre este punto debe tenerse en especial consideración las advertencias de Ferrer respecto de la consecuencia que se
deriva del requisito de renovación del consentimiento del art. 560 a fin de determinar la filiación por TRHA que conduce
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a que si el marido o conviviente no renovó formalmente su consentimiento para la transferencia del embrión al útero de
la mujer, antes de su fallecimiento, en cuyo caso la implantación no se podrá efectuar, y si la mujer no obstante la
concreta, el hijo que nazca no tendría filiación paterna ni capacidad para heredar.
Coincidimos en este punto que, la madre en representación del hijo menor podría reclamar judicialmente contra los
herederos de progenitor fallecido la filiación paterna, fundada en el principio de la verdad biológica, y con la prueba del
ADN podría demostrarse el vínculo filial; pero aún así, declarada la filiación, no tendría derecho hereditario pues no
habría estado concebido a la época del fallecimiento del causante (art. 2279, inc. b)[213].
En los restantes casos, la intervención del Ministerio Público solamente tendrá por única y principal finalidad controlar
el cumplimiento de los requisitos legales tendientes a que se acredite el vínculo, o que el testamento goce de las
formalidades que le permitan ser tenido por tal y se pueda aprobar en cuanto a sus formas, su intervención es
necesaria[214].
Asimismo interviene en lo que respecta a la interpretación de cláusulas testamentarias que estuvieran cuestionadas, así
como en las cuestiones de incompetencia, en cualquier etapa en que estuviera tramitando el juicio sucesorio, y aun si ya
hubiera cesado con anterioridad su intervención.
Dispone el artículo 693, inciso 1º, del Código Procesal Civil y Comercial que cesa su intervención una vez aprobado el
testamento, dictada la declaratoria de herederos o reputada vacante la herencia.
Jurisprudencialmente se ha dicho:
- A partir de la vigencia de la ley 9354, el ministerio fiscal debe abstenerse de intervenir en las sucesiones ab intestato y
testamentaria, ya que el artículo 728, inciso 1º del Código Procesal Civil, no le confiere legitimación para actuar en ellas
y sólo mantiene eficacia en cuanto establece la oportunidad en que cesa su intervención en la herencia vacante, toda
vez que el artículo 770 in fine del Código Procesal Civil (en correspondencia con el art. 2648, Cód. Civ. y Com), le confiere
legitimación para intervenir en su sustanciación[216].
En materia sucesoria la intervención del agente fiscal se circunscribe a la vigilancia de la justificación de los vínculos
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hereditarios que se invoquen, a la defensa de los posibles intereses del Estado y a la del llamado orden público, por lo
que no le corresponde expedirse sobre la competencia del tribunal interviniente.
Cuando exista una herencia vacante interviene el Procurador General de la Ciudad de Buenos Aires o el curador que él
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designe. La ley 52 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y su decreto reglamentario 2760/98 establecen que será el
Procurador General de la Ciudad quien designará curador o curadora a uno o más abogados que integren el organismo a
su cargo.
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La participación de la autoridad encargada de recibir la herencia vacante en el proceso sucesorio se produce después de
la reputación de la herencia como vacante y cuando el juez interviniente considere que existe posibilidad de herencias
presuntivamente vacantes[217].
Cuando la sucesión ha sido promovida como vacante, la intervención en los autos corresponde a los representantes,
apoderados o curadores de quien está destinado a recibir los bienes que componen la herencia vacante.
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En definitiva, la designación del representante del curador estará a cargo del Procurador General de la Ciudad de
Buenos Aires de conformidad con lo dispuesto por el artículo 1º de la Ley 52 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires,
reglamentada por la Resolución Conjunta S. Ed., P.G. y E.G. Nº 365/003, publicada en el BOCBA 1763 del 28/08/2003.
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87. El albacea
Si no hay herederos, la intervención suya es primordial, ya que representa a la sucesión y lleva adelante todos los
trámites del juicio, como consecuencia de tener la posesión material de la herencia, según lo dispuesto por el artículo
Habiendo herederos, la función del albacea es de mera vigilancia y control del cumplimiento de las mandas, no siendo
parte en las mandas de los acreedores contra la sucesión, ni en las entabladas por los herederos contra terceros (arts.
2523 y ss del CCyC).
En lo relativo a su designación (art. 2524), debe tenerse en cuenta que al exigir la norma que la misma debe ajustarse a
las formas testamentarias reconocidas por el legislador -testamento ológrafo y testamento por acto público-, debe
tenerse en consideración que, para el caso del testamento por acto público, habiéndose suprimido en el artículo 291 del
Código Civil y Comercial la excepción dispuesta por el artículo 985 in fine del Código Civil derogado, quedan fuera de la
prohibición dispuesta por dicha norma todas las personas que participan como sujetos negociales o instrumentales del
acto público; en tanto la inteligencia de la norma así lo presume[218].
En el ejercicio de esta intervención tendiente a la conservación de los bienes del causante, actúa en los juicios que
promueven terceros contra la sucesión.
Cesa la intervención del albacea consular con la presentación de los herederos en los autos sucesorios o la
comparecencia del albacea testamentario, como así también cuando es declarada la vacancia de la herencia[221].
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* En una sucesión testamentaria en la cual sólo se han instituido legados, las facultades del albacea deben ser juzgadas
de manera amplia, toda vez que cuando no existen herederos legítimos o instituidos, la posesión de la herencia
corresponde al albacea en virtud de lo previsto en el artículo 3854 del Código Civil279.
89. Acreedores
Los acreedores no pueden iniciar el proceso sucesorio si han comparecido en el mismo los herederos o si existe un
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curador de la herencia designado. No obstante esto, el acreedor tiene derecho a presentarse en la sucesión y denunciar
sus créditos a fin de ser pagados, haciendo uso de las atribuciones que les son conferidas por los artículos 2356 y 2357
del Código Civil y Comercial, créditos que deberán ser abonados por el administrador de la sucesión según el rango de
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preferencia establecido por la ley de concursos (art. 2358).
Con la nueva redacción del Código Civil y Comercial de la Nación los acreedores intervienen en el proceso sucesorio
porque es allí donde van a cobrar a sus créditos, así Los acreedores hereditarios que no son titulares de garantías reales
deben presentarse a la sucesión y denunciar sus créditos a fin de ser pagados. Los créditos cuyos montos no se
encuentran definitivamente fijados se denuncian a título provisorio sobre la base de una estimación (artículo 2356
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CCyCN).
Opina Goyena Copello que la intervención de los acreedores debe reducirse y admitirse en la medida en que tiendan a
lograr el aseguramiento de su derecho, o suplir la inacción de los herederos, cuando a través de un lapso regularmente
largo, aquéllos no hayan demostrado interés en proseguir las actuaciones, y previa intimación a ellos bajo
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apercibimiento de ser continuados los trámites por el o los acreedores que lo pidiesen, aun cuando no sean ellos
quienes después activen el procedimiento[222].
En principio, cesa la intervención de los acreedores en el proceso sucesorio una vez que cobren sus acreenciasSe
produce también el cese de su intervención de cumplirse alguna de las formas ordinarias por las que se extinguen
civilmente las obligaciones, por ejemplo: pago, novación, compensación, transacción, etcétera[223].
Los acreedores de la sucesión pueden intervenir en el proceso sucesorio:1) Iniciando acciones de legítimo abono (art.
2357 del Código Civil y Comercial).
3) Deben ser notificados de las operaciones de inventario y avalúo (art. 724, Cód. Proc. Civ. y Com.).
La jurisprudencia, ha reconocido que si bien el cesionario parcial de derechos hereditarios no es parte del proceso
sucesorio, ya que no ocupa el lugar del heredero sino que es un simple acreedor, puede, en el ejercicio de la acción
subrogatoria, solicitar medidas tendientes a suplir las omisiones de los sucesores y requerir la partición[225]
- Una vez iniciado el sucesorio por el heredero, puede paralizarse el trámite por su desidia, circunstancia que autoriza el
impulso mediante la intervención de los acreedores, sin que al efecto quepa distinguir entre acreedores del causante y
de los sucesores.
- La oposición del acreedor embargante a la venta de dos automóviles que conforman el acervo hereditario debe
rechazarse si frente al caudal de bienes que arroja el inventario definitivo practicado y aprobado y a la parquedad de la
manifestación opositora del acreedor, no existen argumentos suficientes para impedir el traspaso de los vehículos
automotores, cuyos valores, confrontándolos con las demás cosas - y su cuantía - que integran el acervo hereditario no
desmerecen la garantía del crédito que se intenta cubrir por lo que la aceptación de la resistencia del embargante
conllevaría un abuso del derecho[226].
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- La intervención en el sucesorio del condómino del causante que es acreedor de un canon locativo por el uso del
inmueble que hace uno de los herederos debe admitirse con carácter excepcional y limitado, a fin de solicitar los actos
necesarios y permitidos para la tutela de sus derechos, ya que el fundamento de tal intervención radica en el derecho a
percibir el crédito impago a raíz de la indivisión comunitaria, para lo cual se necesita, en principio, identificar a los
herederos y precisar la composición del caudal relicto, a fin de suplir la inactividad de estos e, inclusive, subsanar actos
que puedan ser perjudiciales.[227]
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- El consorcio de propietarios que pretende la apertura de la sucesión del cotitular de un inmueble que cuenta con una
deuda de expensas debe cumplir las formalidades cuya exigencia deriva de la primera parte del art. 694 del Cód. Proc.
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Civil y 3314 del Cód. Civil, ya que se trata de un supuesto de inicio del juicio sucesorio por parte de quien manifiesta ser
acreedor de los herederos..[228]
El síndico en los procesos falimentales tiene como función principal la administración del patrimonio falencial. Se trata
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de la actividad inherente a la conservación de los bienes que forman el patrimonio: conservación material y
conservación jurídica (de los derechos impidiendo caducidad o prescripción).
El síndico ejerce voluntariamente, temporalmente y con retribución una función judicial[229], consistente en la tutela
de los intereses de los acreedores en su conjunto, ejerciendo activa y pasivamente los derechos y acciones de éstos
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El fallido queda desapoderado de pleno derecho, desde el dictado de la sentencia de quiebra, de sus bienes existentes a
esa fecha y de los que adquiera hasta su rehabilitación, impidiendo que ejercite los derechos de disposición y
administración (conf. art. 107, ley 24.522), perdiendo la legitimación procesal en todo litigio respecto de los bienes
desapoderados, o los futuros que caigan dentro del desapoderamiento, debiendo actuar en ellos el síndico (art. 110, ley
24.522).
Dentro de este marco dispone el artículo 111 de la ley 24.522 que: "El fallido puede aceptar o repudiar herencia o
legados.
"En caso de aceptación, los acreedores del causante sólo pueden proceder sobre los bienes desapoderados, después de
pagados los del fallido y los gastos del concurso. "La repudiación sólo produce sus efectos en lo que exceda del interés
de los acreedores y los gastos íntegros del concurso. En todos los casos actúa el síndico en los trámites del sucesorio en
que esté comprendido el interés del concurso".
Este artículo, como toda la Ley de Quiebras, tiene por finalidad la liquidación del patrimonio del fallido y su distribución,
siempre teniendo en cuenta la satisfacción de los acreedores.
Por su parte, el art. 2292 del Código Civil y Comercial, establece en forma más genérica que los derogados arts. 3351 y
3352 del Código Civil las acciones de inoponibilidad de las renuncias (arts. 338 y 339 del CCyC), cuyo objeto es oponer
Desde esta perspectiva, el primer requisito que debemos verificar para la procedencia de esta acción lo determina el
hecho de que se trate de acreencias anteriores a la renuncia, circunstancia que se infiere en forma inequívoca de la
expresión "renuncia a la herencia en perjuicio de sus acreedores", ya que no podrá atribuirse carácter perjudicial al acto,
siempre que sea anterior al nacimiento del derecho en el que se funda.
Una segunda cuestión a considerar para la procedencia de la acción la constituye la insolvencia del renunciante ya que si
este cuenta en su patrimonio con bienes suficientes para afrontar la deuda, no se justificaría la habilitación de su
acreedor para solicitar la inoponibilidad de este acto ni el posterior ejercicio de la acción subrogatoria, expreso que se
encuantra contemplado en forma expresa en la norma genérica (conf art. 339 del CCyC)[230]
Por ello, los concursados o fallidos que no han repudiado la herencia deben ser considerados aceptantes, o habiéndola
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repudiado esta actitud sólo produce sus efectos en lo que exceda del interés de los acreedores del concurso o la quiebra
y los gastos íntegros de ellos, de conformidad con lo dispuesto por el artículo 111 de la Ley de Concursos y Quiebras,
concordante con lo dispuesto por el artículo 2292 CCyCn es decir la aceptación solo tiene lugar hasta el monto de los
créditos.
Por otro lado, si la aceptación de la herencia por parte del heredero fallido o concursado es realizada con los efectos
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que anteriormente tenía la aceptación pura y simple, de pleno derecho se produce la separación de patrimonios de sus
bienes y los de la herencia, como consecuencia necesaria del desapoderamiento que el concurso o la quiebra
implican[231].
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El artículo 111 de la Ley de Quiebras confiere en su última parte la representación de la masa al síndico, lo cual no es
más que una reiteración de principios generales.
Sobre la base de lo expuesto, el síndico puede intimar a los herederos, entre ellos al concursado o al fallido, para que
acepten o repudien la herencia, y una vez ocurrido ello puede intervenir en el proceso sucesorio, haciendo uso de las
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atribuciones conferidas a los acreedores, y puede oponerse a la entrega de las porciones hereditarias al sucesor hasta
tanto no sean satisfechos los gastos del proceso concursal o falencial y sean desinteresados los acreedores concursales
o falenciales, si es que alcanza para satisfacerlos, o que se transfiera la parte correspondiente al heredero fallido a una
cuenta a nombre del concurso o de la quiebra.
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Dispone el artículo 2º, inciso 2º, de la ley 24.522 que queda comprendido dentro de ella el patrimonio del fallido
mientras se mantenga separado del patrimonio de los sucesores.
En este caso, en el proceso sucesorio se declarará herederos del causante a aquellos que se hayan presentado y
acreditado el vínculo o a los mencionados en el testamento, debiendo el síndico proceder a liquidar los bienes del
causante a fin de saldar las deudas existentes que hayan sido verificadas.
92.Fiduciario
El artículo 1699 del Código Civil y Comercial permite la constitución del fideicomiso por testamento al igual que lo hacía
la ley 24.441, denominada de Financiamiento de la Vivienda y de la Construcción, reglamenta el fideicomiso y permite
su constitución por testamento. Expresamente dispone el artículo 1699 que El fideicomiso también puede constituirse
por testamento, el que debe contener, al menos, las enunciaciones requeridas por el artículo 1667:
La esencia del fideicomiso radica en transmitir la propiedad de una cosa a una persona, para que éste la administre
como un "patrimonio de afectación" y la transmita a un tercero. La transmisión de la propiedad primero a una persona
para ser transferida a un tercero, tropieza en materia testamentaria con el inconveniente de la prohibición de la
sustitución fideicomisaria contenida en los arts. 3723 y 3724 del Cód. Civ. derogado y explicitada en la nota a este último
y mantenida en el artículo 1700 del Código Civil y Comercial.
Bajo esta premisa, resulta indiscutible que el fiduciario debe intervenir en el proceso sucesorio a los fines de recibir la
propiedad fideicomitida.
Sin perjuicio de ello, observamos que la doctrina actual tiene muchas dificultades en ubicar al Fiduciario que recibe
bienes por vía testamentaria. El Código Civil y Comercial, se inclina por expresar claramente la prohibición de la
"sustitución fideicomisaria", lo que también sucedía bajo el régimen del Código de Vélez (conf. art. 1700 del CCyC).
Los fideicomisos testamentarios permiten designar al Fiduciario para que, a la muerte del causante, reciba todo o parte
de sus bienes con el objeto de destinarlos a ciertas finalidades, en beneficio de una o más personas.
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Ergo, además de la voluntad del causante, debe respetarse la porción legítima de los herederos forzosos pues al concluir
el Fideicomiso, los bienes deben ser transmitidos a quien se hubiese designado en el testamento, o bien a quien
supletoriamente indique la ley.
De este modo, se respeta la voluntad del causante, y de ahí se colige que el art. 1699 del Código Civil y Comercial,
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prevea que en el supuesto de que el Fiduciario designado por testamento no acepte se le designará un sustituto, para lo
cual remite a lo dispuesto en los arts. 1679 y 1690 del mismo cuerpo legal, recordando que, claro está, mientras el
fiduciario no acepte no hay fideicomiso; y que la aceptación del mismo puede ser tácita[232].
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93. Fideicomisario
Para determinar si el fideicomisario interviene en el proceso sucesorio previo a todo debemos aclarar si es un sucesor
del causante La cuestión de si el fideicomisario es o no un sucesor del testador tiene mucha importancia práctica:
a) Para determinar si la aptitud para suceder ha de tenerse respecto del fiduciario o del fideicomitente.
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b) Para precisar si desde el momento de la muerte del causante el fideicomisario adquiere un derecho que puede
traspasar a sus herederos (por ser sucesor del causante). O si el fideicomisario es sucesor del fiduciario en cuyo caso tal
derecho será transmisible a los herederos del fideicomisario si éste sobrevive al momento de vencimiento del plazo o de
cumplimiento de la condición.
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c) Y para determinar si vencido el plazo del fideicomiso, o cumplida la condición, sus derechos los debe ejercer en el
juicio testamentario.
Creemos que en nuestro régimen jurídico el fideicomisario debe ser tenido como un sucesor del fideicomitente, y por lo
tanto la capacidad para recibir está relacionada con el fideicomitente y no con el fiduciario.
Ello así, pues si el fideicomisario fuera un mero adquirente del fiduciario no se le podrían aplicar las incapacidades para
suceder, y de esta forma se vulneraría el régimen de incapacidad testamentaria.
También consideramos que como es un sucesor mortis causa del fideicomitente después de la apertura de la sucesión,
transmite sus derechos eventuales a sus herederos, salvo pacto en contrario.
En el caso del fideicomisario testamentario nos parece claro que el fideicomisario debe reclamar la entrega de los
bienes fideicomitidos en el proceso sucesorio y no en un proceso por cumplimiento de contrato, porque el título por el
que se transmite es un testamento. Cierto es que el fideicomisario no recibe la propiedad del testador sino del
fiduciario, pero también es cierto que el legatario recibe la cosa del heredero y no por eso deja de ser un sucesor a título
particular del causante.
Igual ocurre en el fideicomiso testamentario; el fideicomisario es un sucesor a título particular del causante que va a
recibir la propiedad después de vencido un plazo o cumplida una condición, pero para recibirla va a tener que tener la
capacidad necesaria con respecto a la persona del testador para recibir por testamento, y necesariamente va a tener
que reclamarla en el juicio testamentario, de presentarse alguna controversia.
A modo de conclusión sobre este punto, entendemos que mientras exista un sistema de legítimas como el vigente en
nuestro código civil y Comercial, la utilidad del fideicomiso por testamento será relativo salvo en el caso de mejora a
favor del heredero con discapacidad; conforme se desprende de la interpretación armónica de los arts. 2493 y 2448 del
Código Civil y Comercial.
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94. Hermanos del causante
Cuando interviene la cónyuge, los descendientes o ascendientes en principio los hermanos del causante no tienen
legitimación para intervenir en el proceso sucesorio porque son excluidos por los primeros.
Sin embargo excepcionalmente puede admitirse la legitimación de los hermanos delcausante para intervenir en el
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sucesorio para defender un interés propio, por ejemplo cuando los hermanos alegan en el proceso sucesorio iniciado
por el cónyuge supérstite que los esposos se hallaban separados sin voluntad de unirse desde hacía varios años,
mientras se encuentra pendiente de trámite y dilucidación definitiva el proceso por exclusión de heredero iniciado al
cónyuge supérstite[234].
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95. Curador de bienes
En los casos en que proceda la designación de un curador a los bienes de un ausente (conf. art. 83 del Código Civil y
Comercial), éste tiene legitimación procesal suficiente para intervenir en los juicios sucesorios en que él era parte por
entonces, o que se le defiriesen en lo sucesivo; quedando limitada su actuación a actos de conservación y
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administración ordinaria de los bienes, debiendo contar con autorización judicial para todo acto que exceda la
autorización legal referida.
Cuando existen intereses contrapuestos entre un menor y uno de sus progenitores, es procedente hacer lugar a la
solicitud de autorización formulada por aquél para iniciar el juicio sucesorio del progenitor fallecido, debiendo ser
asistido por un tutor especial que deberá comparecer en los términos del artículo 109, inc a. del Código Civil y Comercial
y prestar juramento de ley[235].
Así, los tutores ad litem cesan de intervenir cuando a sus pupilos se les designe un representante definitivo o
desaparezca la incapacidad o la oposición de intereses que dio motivo a su designación.