A Usted Le Gusta Hacer El Trabajo Solo

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¿A USTED LE GUSTA HACER EL TRABAJO SOLO?

O ¿PIDE AYUDA PARA HACERLO?

Si a usted le gusta hacer todo su trabajo solo, ¡Cuidado! puede pasarle


lo siguiente:
Señor Jefe de Seguridad: le estoy contestando su “razonero interno”,
en el que me pide ampliar la descripción del accidente ocurrido el mes
pasado, pues en el reporte de accidente de trabajo, donde dice:
“intenté hacer todo el trabajo yo solo”, al parecer no fue
suficientemente claro.
Soy albañil profesional. El día del accidente, estuve trabajando solo en
la azotea de un edificio de seis pisos. Cuando terminé el trabajo me di
cuenta de que habían sobrado unos doscientos kilos de ladrillos. Para
no tener que bajarlos a mano, decidí bajarlos en el cilindro de madera
y utilizar la polea instalada en la fachada del edificio a la altura del
sexto piso.
Después de amarrar la soga en el primer piso, subí a la azotea y puse
los ladrillos dentro del cilindro; posteriormente bajé al primer piso y
solté la soga, agarrándome firmemente para garantizar una bajada
lenta de los doscientos kilos de ladrillos.
Para mi sorpresa, fui levantado del piso tan rápidamente que olvidé
soltarme de la soga. Como mi peso es de 75 kilos, no es necesario
decir que subí muy rápidamente por el frente del edificio. Llegando
casi al tercer piso, me encontré con el cilindro que bajaba, lo cual
explica las fracturas en la cabeza y los hombros. Casi sin parar seguí
subiendo, y me detuve sólo cuando incrusté los dedos de la mano
derecha, hasta la segunda coyuntura, dentro de la polea.
Afortunadamente tuve el suficiente valor para mantenerme agarrado a
la soga, a pesar del dolor. Sin embargo, en ese mismo instante, el
cilindro con los doscientos kilos de peso chocó contra el piso y se
desfondó; ahora, sin el peso de los ladrillos, el cilindro quedó pesando
veinticinco kilos.
Como usted puede imaginar, empecé mi rápido descenso por el frente
del edificio, cerca del tercer piso, me encontré nuevamente con el
cilindro que subía, lo que explica las heridas en las piernas y en la
parte baja del cuerpo. Ese encuentro con el cilindro, detuvo mi
descenso lo suficiente para disminuir las heridas, cuando caí sobre el
montón de ladrillos, a pesar de ello, me fracturé los dos brazos y una
pierna. Lógicamente tuve que soltar la soga, por lo cual, el cilindro que
ya estaba en el sexto piso, cayó vertiginosamente sobre mi pecho,
quebrándome cinco costillas.
Espero haber suministrado las informaciones que usted necesitaba
sobre la manera cómo ocurrieron las cosas cuando “intenté hacer todo
el trabajo solo”.
No puedo firmar, pues tengo los dos brazos quebrados. Esta carta la
escribió uno de mis compañeros, a quien pedí ayuda; ayuda que debí
pedirle para bajar los ladrillos.

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