Schapiro Estilo Artista y Sociedad - Compressed
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Traducción de
Francisco Rodríguez Martín
Prólogo de
José Jiménez
os
Diseño de cubierta:
Joaquín Gallego
Título original:
Theory and Philosophy ofArt: Style, Artist and Society
originalmente publicado por George Braziller, Inc.
Estados Unidos, 1994
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FIGURA 3: Edgar Degas, Place de la Concorde (El vizconde Lepic y sus hijas), ca. 1876.
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preparada, debe indicarse que el espacio vacío sin pintar que existe alre-
dedor de una figura no está exento de efecto expresivo ni siquiera en las
representaciones más causales y sin límites cerrados, .Imagínese una
figura dibujada en el estrecho espacio de un trozo de piedra que la con-
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na FIGURA 6: Leiden, Biblioteca de la Universidad, Anunciación a ios pastores y Magos
n- siguiendo la estrella. Salterio de San Luis.
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FIGURA 7: Leiden, Biblioteca de la Universidad, Adoración de los Magos y los Magos tes
ante Herodes, Salterio de San Luis.
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Las mismas proporciones del campo espacial como espacio que da
posee una expresividad latente se explotan en los signos verbales cer
impresos y pintados. En la jerarquía de palabras que aparecen en la api
página del título de un libro o póster las palabras principales no sólo se
se agrandan sino que a menudo se aislan en un soporte que está más rer
abierto por los lados. es] '
Está claro que el espacio pictórico posee propiedades locales que mt
afectan nuestro sentido de los signos. su
Éstas son más evidentes en las diferencias que indican cualidades do
expresivas de anchura y estrechez, arriba y abajo, izquierda y derecha, un
central y periférico, las esquinas y el resto del espacio. Donde no exis- coi
te límite de espacio, como sucede en las pinturas rupestres y en las pir
imágenes sin marco sobre rocas y grandes muros, somos nosotros tal
quienes centramos la imagen en nuestra visión; en el espacio cerrado otr
el centro está predeterminado por los límites o marco y la figura aisla- fig
da se caracteriza en pane por el lugar que ocupa en el espacio. en
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FIGURA 8: Edvard Munch, Retrato de Inger (La hermana del artista), 1892. tr
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FIGURA 9: París, Bibliotéque Nationale, Jacob luchando con el ángel, El Génesis ti,
de Viena.
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FIGURA 10: Relieve alabastrino del muro del palacio de Asurnasirpal II (885-860), rey
de Asiría en Kalak (Nimrud), Genio alado y transmisor de la voluntad del rey,
Mesopotamia (Asiría), siglo ix a.C.
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Vid. Heinrich Schafer, Grundlagen der agyptischen Rundbildnerei und ihre
Verwandschaft mit denen der Flachbildnerei, 27, Leipzig, 1923.
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DIAGRAMA 2
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pai- Por formato quiero decir la configuración del espacio, sus propor-
;nsa ciones y eje dominante, así como su tamaño. Pasaré por alto el papel
año que desempeñan las proporciones y la configuración del espacio, lo
a la cual es un vasto problema, y consideraré su tamaño.
sin El tamaño de una representación puede motivarse de diferentes
por modos: por un requisito físico externo o por las cualidades del obje-
ido to representado. Las estatuas colosales, figuras pintadas de tamaño
pri- mayor al real, expresan la grandeza de los temas que representan; y
)ro- los formatos diminutos pueden expresar lo íntimo, delicado o pre-
:ha cioso.
i el Pero el tamaño puede ser también un medio para hacer su signo
ria- visible a distancia, aparte del valor del contenido, como sucede en la
isi- pantalla de cine y en los signos gigantescos de la publicidad moderna.
sus Un signo puede ser también excesivamente pequeño para satisfacer así
lili- un requisito de economía o facilidad de manejo. (Estas diferentes fun-
era ciones del tamaño pueden compararse más o menos con las funciones
del volumen y extensión del habla.) Es evidente que no están desco-
nectados; una estatua colosal cumple ambas funciones. De cualquier
modo, diferenciamos dos tipos de condiciones en el tamaño de los sig-
nos visuales: por una parte, el tamaño del espacio y el tamaño de los
diferentes componentes de la imagen relacionados con los objetos rea-
les a los que se refieren y a su relación entre sí. Una obra puede ser
extensa, como la pintura realizada en rollos de pergamino, porque
representa muchos objetos, todos de una altura media; o puede ser
pequeña, como una pintura en miniatura, y utilizar un espacio limita-
do para expresar las diferencias de valor de las figuras mediante las
diferencias de tamaño.
En muchos estilos del arte, cuando en una misma obra se repre-
sentan objetos que tienen una tamaño diferente al que tienen en la rea-
lidad, se muestran como si tuvieran la misma altura. Los edificios,
árboles y montañas en las artes arcaicas parecen no ser más grandes
que las figuras humanas y parecen a veces más pequeños, subordinán-
dose, por tanto, a ellos. El valor o importancia en este caso es más
decisivo para el tamaño virtual que la magnitud física real de los obje-
tos representados. No estoy seguro de que esto sea algo convencional,
pues el dominio de la figura humana sobre el medio que la rodea apa-
rece de forma independiente en el arte de muchas culturas y entre
nuestros propios niños cuando representan objetos. No creemos que el
artista no sea consciente de las diferencias reales que existen entre el
hombre y los objetos de su alrededor. Los tamaños de las cosas que
aparecen en una pintura expresan una concepción que no requiere el
conocimiento de una regla para su comprensión. La asociación del
tamaño a una escala de valores es algo que se da ya en el lenguaje: los
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m
superlativos de una lengua que describen una cualidad humana son a ce
menudo términos que hacen referencia al tamaño, el mayor, el más
alto, etc., incluso cuando se aplican a cosas que son intangibles, como je
e?
por ejemplo la sabiduría o el amor. d(
El tamaño como factor expresivo no es una variable independiente. ci
Su efecto cambia con la función y contexto del signo y con la escala y in
densidad de la imagen, esto es, con el tamaño natural de los objetos, re
su número y ámbito de tipos; varía también con las cualidades signifi- S€
cadas. Una evidencia interesante de la relación cualitativa no-lineal del el
tamaño del signo con el tamaño del objeto significado se da en un se
experimento: los niños a quienes se les pidió que dibujaran juntos un ti
hombre pequeño y un hombre grande, primero en una hoja pequeña de
papel y luego en una grande, agrandaron el hombre grande pero vol- a]
C(
vieron a dibujar el hombre pequeño en la hoja grande tan pequeño
como lo habían hecho antes.
En el arte medieval occidental (y probablemente también en el
asiático) la división del espacio entre diversas figuras depende a menu-
do de una escala de significación en la que el tamaño se correlaciona
con la posición en el espacio y con la postura y rango espiritual. En
una imagen de Cristo en Majestad con los evangelistas, sus símbolos
y los profetas del Antiguo Testamento, Cristo aparece como la figura
mayor, le siguen después los evangelistas en cuanto a tamaño, siendo
los profetas de menor tamaño, como los símbolos más pequeños de
todos. Cristo aparece sentado de frente en el centro de una mandorla
enmarcada en un losange; los evangelistas, de perfil y con un tamaño
de tres cuartos con respecto a la figura principal, llenan los cuadrantes
de las cuatro esquinas; y los profetas son bustos en el interior de unos
medallones enmarcados de forma incompleta que se abren en los cua-
tro ángulos del losange entre los evangelistas. De los cuatro símbolos
distribuidos en el escaso espacio existente entre los profetas y Cristo,
el águila de Juan se encuentra en la parte superior, de acuerdo con el
rango teológico superior de este evangelista; se diferencia también de
los demás símbolos sosteniendo un pergamino, mientras que los
demás sostienen libros.
Por consiguiente, es evidente que el tamaño, empleado sistemáti-
camente, es un coeficiente expresivo de las partes del espacio como
lugares de las figuras jerarquizadas. En ciertos sistemas de representa-
ción -que dependen de sistemas de contenido- los valores distintivos
de los diferentes lugares del espacio y las diferentes magnitudes se
refuerzan entre sí. El hecho de que la utilización de estas propiedades
del signo-espacio sea convencional, apareciendo especialmente en el
arte religioso, no quiere decir que el significado de las diversas partes
del espacio y las diversas magnitudes sea algo arbitrario. Se funda-
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;es FIGURA 11: París, Bibliothéque Nationale, Cristo en Majestad con los Evangelistas
la- y profetas, Biblia de Carlos el Calvo.
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FIGURA 12: Relieve de Ur Nanshe, de Tello (antes Ur-Nina), ca. 250 a.C. ral
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La relación del tamaño del signo con el tamaño del objeto repre- tur
sentado cambia con la introducción de la perspectiva: el cambio es igual tan
para la perspectiva empírica, como es el caso del arte de Europa, o regla- aqi
mentada por una estricta regla de proyección geométrica, como sucede
en Italia. En pinturas realizadas después del siglo xv, el tamaño de un pir
objeto pintado, humano o natural, en relación con el espacio real, depen- los
de de su distancia con el plano pictórico. Contrastando con la práctica za<
medieval, la perspectiva impuso una escala uniforme a las magnitudes ta
naturales proyectadas sobre la superficie pictórica. Esto no significaba, de
como podría suponerse, devaluar lo humano; se correspondería, en ver- co -
dad, con otra humanización posterior de la imagen religiosa y sus figu- pa
ras sobrenaturales. Grandeza, importancia social o espiritual, se expre- co
saron entonces a través de otros medios como son, por ejemplo, las el
insignias, vestuario, postura, iluminación y lugar que ocupa en el espa- da
cio. En el sistema de perspectiva la figura virtualmente más grande toe
puede ser una accesoria que se encuentre en primer plano, y los perso- tui
najes pequeños pueden aparecer bastante pequeños. Esto significa una
inversión del protocolo normal de la división del espacio pictórico donde po
el individuo dominante se representa a menudo como una gran figura mi
que sobresale por encima de las figuras más pequeñas que le rodean. pa
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-
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dos,
su forma, sin embargo cuando se repite en grandes números en el con-
real
texto apropiado evoca vividamente una cualidad particular del objeto.
esa
Por otra parte, en las pinturas impresionistas los elementos mediana-
o la
mente grandes han adquirido un aspecto no-mimético. Un objeto-espa-
que
cio extenso, un paisaje, se representa en un espacio pequeño, con un
>de
consecuente aumento de los relativos tamaños de las unidades, esto es,
o es
relativos a todo el complejo signo del que forman parte. En el cuadro,
e la
las partes del árbol pintado son manchas que no tienen un parecido
una
claro de forma o color con las partes del árbol real. Aquí la pintura
>sta.
parece abordar un rasgo de los signos verbales. El árbol-signo como
e la
un todo es reconocido como un árbol, a menudo a través de su con-
gual
texto; pero las partes se parecen poco a las hojas y ramas. Sin embar-
go, aquí no ha tenido lugar ningún cambio básico en la relación semán-
icn-
tica de la imagen con el objeto. El impresionista ha optado por repre-
mli-
sentar una apariencia particular del árbol real en la que las partes ana-
itica
tómicas parecen indistintas, como si estuvieran fundidas entre sí y con
mes
los objetos cercanos. Éstas han sido experimentadas en la naturaleza
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como cosas distintas veladas por la atmósfera y como variaciones de
tun-
luz y color más bien que como configuraciones. La visión con pers-
ado
pectiva discierne tales objetos por medio de la gran silueta, el tono y
:nos
el contexto, sin discriminar detalles. Aunque no representan claramen-
iali-
te objeto, ciertas manchas de color en la imagen se corresponden con
rcas
sensaciones, pero algunas de éstas no tienen los colores locales de los
, un
objetos, sino que son de colores contrapuestos y efectos de ilumina-
una
ción inducidos.
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Es este giro de interés a otro aspecto o contenido de la realidad el
: no
que llevó a los pintores a criticar la arbitrariedad del contorno como
tido
una entidad distinta, aunque toda inflexión de la línea representa una
ado
parte conocida y reconocible de su objeto. Al afirmar con el apoyo de
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los científicos que no existen líneas en lá~ñaturaleza y que sólo vemos
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colores' emprendieron la tarea de representar el mundo visible de un
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modo más verdadero yuxtaponiendo manchas de color sin definir con-
0 de
tornos. Pero, si su sistema se defendió como más verdadero con res-
iriar
pecto al parecido de las cosas y si éste introdujo nuevos signos en la
e se
creación de pinturas para aspectos de la naturaleza tales como la luz,
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la atmósfera y las interacciones de colores que no podían representar-
1 del se en estilos más antiguos, requería también una pintura-sustancia, una
den-
en la que en algunos rasgos es tan arbitraria como el arcaico contorno
ades
negro -me refiero a las pinceladas visibles de pintura y al relieve de
pin-
pigmento duro que violan tanto la continuidad como la textura de la
ina-
superficies representadas-. Éstos son componentes técnico-materiales
idad
de la imagen no menos arbitrarios que el firme contorno negro de los
s de
primitivos y los egipcios.
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- . - RembrandL Jesús discutiendo con los doctores en el templo. 1654. ci
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ESTILO, ARTISTA Y SOCIEDAD 53
mente por los lados pero también por arriba y por abajo, de tal modo
que representa los límites reales de una visión próxima del espectador
de la escena original. El límite es entonces como el marco de una ven-
tana por el que observamos parte del espacio que existe tras él. En el
arte más antiguo esta alusión a un espacio real limitado de un especta-
dor se hacía mucho más a menudo representando dentro del mismo
espacio pictórico las partes estables circundantes de una arquitectura
-marcos de puertas y ventanas- que definían un marco de visión real
y permanente en el espacio de lo concretado.
La concepción del espacio pictórico como algo correspondiente
en su totalidad a un segmento del espacio extractado de un todo más
extenso se conserva en la pintura abstracta.
Aunque ya sin representar objetos, Mondrian construyó una red de
líneas verticales y horizontales de grosor desigual, formando rectán-
gulos de los que algunos están incompletos, interceptados por el borde
del espacio, del mismo modo que las figuras de Degas están cortadas
por el marco. En estas formas regulares, aunque evidentemente no
conmensurables, parece que sólo contemplamos una pequeña parte de
una estructura infinitamente extensa; el patrón del resto no puede
deducirse del ejemplo fragmentario, que es un segmento extraño y en
algunos aspectos ambiguo y posee, sin embargo, un equilibrio y cohe-
rencia sorprendentes. En esta construcción no sólo puede verse el ideal
de orden y precisión escrupulosa del artista, sino también un modelo
de un aspecto del pensamiento contemporáneo: la concepción del
mundo como vinculado a la ley en la relación de componentes simples
elementales, y, sin embargo, abierto, ilimitado y contingente como un
todo.