Keith Moxey, El Tiempo de Lo Visual
Keith Moxey, El Tiempo de Lo Visual
Keith Moxey, El Tiempo de Lo Visual
Keith Moxey
El tiempo de lo visual. La imagen en la historia
Barcelona, Sans Soleil, 2015
[¿necesitamos todavía el renacimiento?]
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pasado, sugiriendo que éste contaba con un movimiento teleológico Tal vez no sea necesario repasar de nuevo todas las críticas que han
–que iba a alguna parte–. De este modo, satisfizo el deseo generali- debilitado esta filosofía de la historia. Michel Foucault, por ejemplo,
zado de narrativizar el pasado2. En la historia del arte, la apoteosis aboga por una visión del pasado marcada por la ruptura y la dis-
del período renacentista en manos del que podríamos considerar, tal continuidad, en lugar de la continuidad y el progreso, insistiendo en
vez, el historiador del arte más distinguido de la posguerra, Erwin que el fundamento epistemológico para comprender el mundo es tan
Panofsky, le aseguró un estatus privilegiado en la disciplina hasta incierto como el caos de los acontecimientos que pretende ordenar4.
hace relativamente poco. Si el siglo XIX vio el Renacimiento como Historiadores como Michel de Certeau y Hayden White destacan el
un momento glorioso en el que “el hombre” se alejó de la oscuridad papel del lenguaje en la escritura histórica, argumentando que los he-
de la religión –la ceguera de la fe– dirigiéndose hacia la ilustración chos del pasado no deben ser confundidos con su interpretación en
racional alcanzada mediante el estudio empírico de la naturaleza, el el presente5. Las obras de Burckhardt revelan su convicción de que el
siglo XX lo ennobleció como el triunfo del humanismo en la civili- Renacimiento se anticipó a su propio tiempo. Su exaltación y deni-
zación occidental. Este logro debía ser defendido frente a las fuerzas gración de las figuras renacentistas depende de la creencia en que este
del fascismo que amenazaban con entregar a la humanidad una vez período inauguró tanto las glorias como las miserias de la Edad Mo-
más a la oscuridad de la creencia ideológica3. derna. En los trabajos de Felix Gilbert y Lionel Gossman, alumnos de
los “padres fundadores” del Renacimiento, seguimos descubriendo el
Critical Inquiry 14, nº 2 (1988): 354–78; Stephen Melville, “The Temptation of New alcance de los escritos de Burckhardt al comprobar cómo las preocu-
Perspectives”, en October 52 (1990): 3–15; Keith Moxey, “Art History’s Hegelian Uncon- paciones del siglo XIX se evidencian en el curso de sus análisis sobre
scious: Naturalism as Nationalism in the Study of Early Netherlandish Painting”, en The asuntos del siglo XVI6. Más recientemente, la idea del Renacimiento
Practice of Persuasion: Paradox and Power in Art History, 8–41 (Ithaca: Cornell University
Press, 2001); Jason Geiger, “Hegel’s Contested Legacy: Rethinking the Relation between
Art History and Philosophy”, en Art Bulletin 93, nº 2 (2011): 178–94. of Art within the Limits of Its Simple Reason”, en Confronting Images: Questioning the
2 Véase Paul Ricoeur, Time and Narrative, traducido por Kathleen Blamey y David Pellauer, 3 Ends of a Certain History of Art, traducido por John Goodman, 115–17 (University Park:
vol. (Chicago: University of Chicago Press, 1984–88); Hayden White, “The Value of Narra- Pennsylvania State University Press, 2005) ) [Existe edición en castellano: Ante la imagen.
tivity in the Representation of Reality”, en The Content of the Form: Narrative Discourse and Pregunta formulada a los fines de una historia del arte (Murcia: Cendeac, 2010)]; Chris-
Historical Representation, 1–25 (Baltimore: Johns Hopkins University Press, 1987). topher Wood, “Art History’s Normative Renaissance”, en The Italian Renaissance in the
3 La clásica declaración sobre la importancia central del Renacimiento para la historia del Twentieth Century: Acts of an International Conference, Florence, Villa I Tatti, June 9–11,
arte se encuentra en la obra de Panofsky Renaissance and Renascences in Western Art. La 1999, editado por Allen Grieco et al., 65–92 (Florencia: Olschki, 1999).
agenda ideológica derivada de la afirmación de Panofsky se ha reconocido y descrito, 4 Michel Foucault, The Order of Things: An Archaeology of the Human Sciences (Nueva York:
desafiado y defendido. Véase Willibald Sauerlander, “Barbari ad portas: Panofsky in den Vintage Books, 1973) [Existe edición en castellano: Las palabras y las cosas: una arqueo-
funfziger Jahren”, en Erwin Panofsky: Beiträge des Symposions Hamburg 1992, editado logía de las ciencias humanas (Madrid: Siglo XXI, 1997)].
por Bruno Reudenbach, 123–37 (Berlin: Akademie Verlag, 1994); Konrad Hoffmann, 5 Michel de Certeau, The Writing of History, traducido por Tom Conley (Nueva York:
“Panofsky’s ‘Renaissance’”, en Erwin Panofsky: Beiträge des Symposions Hamburg 1992, Columbia University Press, 1988) [Existe edición en castellano: La escritura de la historia
editado por Bruno Reudenbach, 139–44 (Berlin: Akademie Verlag, 1994); Keith Moxey, (México: Universidad Iberoamericana, 1993)]; Hayden White, Tropics of Discourse: Essays
“Panofsky’s Melancolia”, en The Practice of Theory: Poststructuralism, Cultural Politics, and in Cultural Criticism (Baltimore: Johns Hopkins University Press, 1978); White, The
Art History, 65–78 (Ithaca: Cornell University Press, 1994) [Existe edición en castellano: Content of the Form.
Teoría práctica y persuasion: estudios sobre historia del arte (Barcelona: Ediciones del Ser- 6 Véase Felix Gilbert, History or Culture? Reflections on Ranke and Burckhardt (Princeton:
bal, 2004)]; Carl Landauer, “Erwin Panofsky and the Renascence of the Renaissance”, en Princeton University Press, 1990); Lionel Gossman, Basel in the Age of Burckhardt (Chicago:
Renaissance Quarterly 47, nº 2 (1994): 255–81; Georges Didi-Huberman, “The History University of Chicago Press, 2000); Francis Haskell, History and Its Images (New Haven:
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ha sido criticada desde diversas perspectivas poscoloniales aduciendo eludir el marco histórico hace necesario reevaluarlas y reinterpretarlas
su eurocentrismo. Historiadores indios, como Dipesh Chakrabarty y a través del curso de su existencia10. Una conclusión que puede ex-
Ranajit Guha, han señalado que muchas de las culturas del mundo traerse de esta retahíla de críticas es que el lugar importa tanto como
se las han arreglado muy bien y existen desde hace miles de años sin el tiempo, que la historia del Renacimiento está profundamente im-
un concepto teleológico de la historia7. Otros han argumentado que las plicada en una narrativa histórica que ha privilegiado la importancia
narrativas históricas occidentales fracasan a la hora de captar la naturaleza de los acontecimientos de la Europa occidental y los Estados Unidos
del pasado en diferentes partes del globo. Al escribir sobre el continente por encima de los que tienen lugar en otras partes del mundo11.
americano, Anthony Pagden y Walter Mignolo subrayan la inconmensu- Para comenzar a abordar esta problemática, pensemos cómo el orde-
rabilidad de las diferentes culturas y la imposibilidad de encontrar fun- namiento del tiempo sirve para jerarquizar el espacio. ¿Puede una idea
damentos para la traducción de las experiencias de una a otra8. Claire utilizada en un primer momento para garantizar la importancia trans-
Farago recalca la relevancia de muchas de estas ideas para la disciplina de histórica de la cultura italiana, por ejemplo, ser aplicada a la compren-
la historia del arte en su libro Reframing the Renaissance9. Sin embargo, sión de diferentes circunstancias históricas y geográficas en el mismo
nadie ha sido más franco a la hora de desafiar las ideas historicistas período?12 En manos de Heinrich Wölfflin y Alois Riegl, el movimien-
de la periodicidad que Georges Didi-Huberman, quien defiende el to hegeliano del “espíritu” fue identificado con el concepto de estilo
“anacronismo” de las imágenes, insistiendo en que su presencia feno- a fin de realizar un seguimiento de su impulso teleológico a través
menológica las hace capaces de desafiar el tiempo. Su capacidad para del tiempo13. Sin embargo, el estilo contiene no uno, sino dos ejes de
Yale University Press, 1993) [Existe edición en castellano: La historia y sus imágenes: el
arte y la interpretación del pasado (Madrid: Alianza, 1994)]; J. B. Bullen, The Myth of 10 Georges Didi-Huberman,“Obscures survivances, petits retours et grande Renaissance: Re-
the Renaissance in Nineteenth-Century Writing (Oxford: Oxford University Press, 1994); marque sur les modeles de temps chez Warburg et Panofsky”, en The Italian Renaissance in the
Bann, Romanticism and the Rise of History; Jo Tollebeek, “Renaissance and ‘Fossilization’: Twentieth Century, 207–22; Didi-Huberman, Confronting Images; Georges Didi-Huberman,
Michelet, Burckhardt, and Huizinga”, en Renaissance Studies 15, nº3 (2001): 354–66. L’image survivante: Histoire de l’art et temps des fantômes selon Aby Warburg (París: Éditions
7 Dipesh Chakrabarty, Provincializing Europe: Postcolonial Thought and Historical Difference de Minuit, 2002). [Existe edición en castellano: La imagen superviviente. Historia del arte y
(Princeton: Princeton University Press, 2000); Ranajit Guha, History at the Limits of tiempo de los fantasmas según Aby Warburg (Madrid: Abada Editores, 2009)]
World History (Nueva York: Columbia University Press, 2002). En torno al debate sobre 11 Johannes Fabian, Time and the Other: How Anthropology Makes Its Object (Nueva York:
si la idea de historia es universal o no, véase Jorn Rusen, ed., Western Historical Thinking: Columbia University Press, 1983).
An Intercultural Debate (Nueva York: Berghahn Books, 2002), con contribuciones de 12 Sobre la opinión de Burckhardt de que el Renacimiento fue un fenómeno específica-
Peter Burke, Hayden White y otros. mente italiano y que la propagación del estilo renacentista en toda Europa supuso una
8 Anthony Pagden, European Encounters with the New World: From the Renaissance to Ro- pérdida de sus cualidades originales, véase Bruce Boucher, “Jacob Burckhardt and the
manticism (New Haven: Yale University Press, 1993); Walter Mignolo, The Darker Side ‘Renaissance’ North of the Alps”, en Time and Place: The Geohistory of Art, editado por
of the Renaissance (Ann Arbor: University of Michigan Press, 1995). Sobre los intentos Thomas DaCosta Kaufmann y Elizabeth Pilliod, 21–35 (Londres: Ashgate, 2005).
de relacionar la historia europea del Renacimiento a la de otras culturas sobre la base de 13 Heinrich Wolfflin, Principles of Art History: The Problem of the Development of Style in
su presunta sincronía, véase Lisa Jardine y Jerry Brotton, Global Interests: Renaissance Art Later Art, traducido por M. D. Hottinger (Londres: Bell, 1932) [Existe edición en caste-
between East and West (Ithaca: Cornell University Press, 2000); Jerry Brotton, The Renais- llano: Conceptos fundamentales de la Historia del Arte (Barcelona: Óptima, 2002)]; Alois
sance Bazaar: From the Silk Road to Michelangelo (Oxford: Oxford University Press, 2002). Riegl, The Group Portraiture of Holland, traducido por Evelyn Kain y David Britt (Los
9 Claire Farago, ed., Reframing the Renaissance: Visual Culture in Europe and Latin America, Angeles: Getty Research Center, 1999) [Existe edición en castellano: El retrato holandés
1450–1650 (New Haven: Yale University Press, 1995). de grupo (Madrid: Antonio Machado Libros, 2009)].
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significado: se refiere tanto a un tiempo como a un lugar14. Cuando sobre el “Renacimiento del norte” – Los primitivos flamencos de Erwin
nos referimos al estilo renacentista, lo que nos viene a la mente no es Panofsky– narra el auge de la verosimilitud pictórica en la pintura fla-
sólo un período en la historia, sino también un momento identificado menca del siglo XV como un brote derivado de las tendencias italia-
ahora con la nación europea de Italia. Un buen ejemplo de las conse- nas del siglo XIV16. En otras palabras, el “naturalismo” es un invento
cuencias del prestigio imperecedero que corresponde al arte italiano italiano que emprendió gradualmente su camino hacia otros puestos
por la idea del Renacimiento, lo encontramos en el texto introducto- fronterizos europeos.
rio a la exposición The World of Tycho Brahe, abierta al público en el Bajo este punto de vista, hay un origen para este estilo e Italia es
Museo Nacional de Copenhague en otoño de 2006. Colgando de una su fuente privilegiada. Según Panofsky, el cisma papal hizo que varios
gran pared se informa al visitante de que: maestros de la escuela de Siena llegasen a Aviñón introduciendo moti-
vos “naturalistas” que posteriormente se extendieron por toda Francia y
La palabra Renacimiento significa resurgir –de la cultura romana y griega de la
Antigüedad–. Es cierto que la cultura de la Antigüedad no había sido olvidada, ni las tierras bajas. Estos eran “pathos formulae”, dispositivos mediante los
mucho menos, en la Edad Media. Pero sólo durante el Renacimiento se reunie- cuales el contenido emocional de las imágenes religiosas podía hacerse
ron la antigua forma y el contenido. El arte trató de alcanzar una armonía que accesible a los fieles, representaciones de una gama más amplia de figu-
se correspondía con una imagen ideal de la sociedad antigua. El desarrollo de ras y tipos fisonómicos; también se introdujo un interés por los juegos
las ciencias sentó las bases de muchas nuevas facetas. Esto también se aplica a la
de luces y sombras y una preocupación por la representación del espacio
estructura matemáticamente correcta y lógica del cuerpo humano, a la apariencia
del mundo y a la geometría de la perspectiva. En Italia, el Renacimiento floreció ilusionista. Esta explicación no tiene en cuenta las circunstancias en las
en el siglo XV, mientras que el Renacimiento danés se inició en el siglo XVI. que surgió el ilusionismo flamenco –la naturaleza y la función específi-
ca de las imágenes dentro del contexto de la práctica cultural local– y,
Aparte del retraso atribuido al “Renacimiento” en Dinamarca más importante aún, no logra alcanzar un acuerdo sobre las cualidades
(lo cual reduce a todos sus artistas a la condición de epígonos de distintivas del naturalismo flamenco en comparación con su homólogo
sus precursores italianos), cualquiera que esté familiarizado con los italiano17. Por ejemplo, ¿por qué los artistas flamencos están mucho
brillantes textos de Panofsky Renacimiento y renacimientos y La pers- más preocupados que los italianos por la representación de la “piel” de
pectiva como forma simbólica reconocerá que todos los desarrollos los objetos? En lugar de elogiar las texturas de las superficies, la pers-
históricos que, según se asegura, marcaron el período, se llevaron a pectiva lineal es el criterio utilizado para evaluar la pintura flamenca.
cabo en Florencia15. El requisito para relacionar los acontecimientos históricos entre sí,
¿Qué sucede cuando tratamos de hablar sobre el Renacimiento en atribuyéndoles así un origen común, oscurece la particularidad local
el resto de Europa, fuera de Italia? Uno de los tratados más influyentes en aras de lo universal. A pesar de la genialidad de sus superficies y
14 Sobre la indisolubilidad del vínculo espacio-tiempo, véase Doreen Massey, For Space 16 Erwin Panofsky, Early Netherlandish Painting, vol. 1 (Cambridge: Harvard University Press,
(Londres: Sage, 2005). Sobre su uso como tropo literario, véase Mikhail Bakhtin, “Forms 1953), 1–74. [Existe edición en castellano: Los primitivos flamencos (Madrid: Cátedra, 1998)]
of Time and the Chronotope in the Novel”, en The Dialogic Imagination, traducido por 17 Para consultar una crítica de las opiniones italocéntricas de Panofsky, véase Svetlana
Caryl Emerson y Michael Holquist, 84–258 (Austin: University of Texas Press, 1981). Alpers, The Art of Describing: Dutch Art in the Seventeenth Century (Chicago: University
Véase también Svetlana Boym, The Future of Nostalgia (Nueva York: Basic Books, 2001). of Chicago Press, 1983), xvii–xxvii. [Existe edición en castellano: El arte de describir. El
15 Panofsky, Renaissance and Renascences in Western Art y Perspective as Symbolic Form. arte holandés en el siglo XVII (Madrid: Blume, 1987)]
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18 Erwin Panofsky, The Life and Art of Albrecht Dürer, vol. 1 (Princeton: Princeton Uni-
versity Press, 1955), 156–76. [Existe edición en castellano: Vida y arte de Alberto Durero 19 Joseph Koerner, The Moment of Self-Portraiture in German Renaissance Art (Chicago:
(Madrid: Alianza, 1982)] University of Chicago Press, 1993), 63–138.
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20 Georges Didi-Huberman, Fra Angelico: Dissemblance and Figuration, traducido por Jane
Marie Todd (Chicago: University of Chicago Press, 1995), parte I, 13–101.
Figura 2.2 Alberto durero, Autorretrato, 1500. óleo sobre tabla; dimensiones: 21 Georges Didi-Huberman,“History and Image: Has the ‘Epistemological Transformation’
48,9 × 67,1 cm. Alte Pinakothek, Bayerische staatsgemäldesammlungen, múnich,
Alemania.
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Taken Place?”, en The Art Historian: National Traditions and Institutional Practices, editado
por Michael Zimmermann, 128–43 (Williamstown, Mass.: Clark Art Institute, 2003). Las
implicaciones filosóficas del anacronismo para la escritura histórica son exploradas por
Jacques Rancière, “Le concept d’anachronisme et la verite de l’historien”, en L’inactuel: Psy- Figura 2.3 Fra Angelico, Anunciación con San Pedro Mártir, ca. 1440-1445.
chanalyse et culture, 53–68 (París: Calmann-Levy, 1994). Agradezco a Johanne Lamoureux Fresco. museo di san marco, Florencia, italia.
el haberme facilitado esta referencia.
22 Didi-Huberman, Confronting Images, 37. [Traducción tomada de Ante la imagen. Pre-
gunta formulada a los fines de una historia del arte (Murcia: CENDEAC, 2010)].
23 Dominick LaCapra, “History and Psychoanalysis”, en Soundings in Critical Theory, 30–
66 (Ithaca: Cornell University Press, 1989).
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que tiene el poder de quebrar el tiempo, dirigiéndose directamente la naturaleza necesariamente mítica del sistema temporal que afirma
a nosotros y exigiendo una respuesta estética. Su capacidad para ha- contenerla. En el siguiente capítulo, abordaré la paradójica necesidad
cerlo, sin embargo, depende parcialmente de nuestra capacidad para de reconocer las disyuntivas del tiempo cuando no hay una lógica
percatarnos de la diferencia temporal que nos separa de ella. Parece inherente a su secuencia.
posible, por tanto, ver las limitaciones de la gran trayectoria hege-
liana que ha estructurado durante tanto tiempo las actividades de la
disciplina, reflexionando así sobre lo que se gana y se pierde una vez
abandonados sus principios.
George Kubler escribió una vez con gran perspicacia que “conocer
el pasado es tan asombroso como conocer las estrellas”, equiparando así
a astrónomos e historiadores, ya que ambos basan sus estudios sobre
rastros de eventos (la luz de las estrellas distantes o los documentos
históricos) que les llegan mucho después de que los mismos hayan
tenido lugar24. En esta analogía astronómica, el Renacimiento es, al
igual que Venus, o bien la estrella de la tarde que anuncia la llegada
del resto del firmamento o bien la estrella del alba, la última en des-
aparecer del cielo ante la proximidad del amanecer. Si la época de la
periodización secuencial ha quebrado, la interpretación del pasado ya
no puede ser organizada de acuerdo a un esquema temporal prede-
terminado. El brillo que nos llega de las obras de arte del pasado no
guarda un patrón fijo. A pesar de los esfuerzos de muchas civilizacio-
nes –de los griegos a los incas– por imponer el orden en la turbulenta
apariencia de los cielos estrellados, ningún cuerpo estelar dictamina
la apariencia del resto. Los extraordinarios objetos que constituyen la
historia del arte reclaman la intervención imaginativa del historiador
del arte. El reto no es determinar su luz en función de alguna conste-
lación, sino permitir que sus cualidades brillen con toda su singulari-
dad y esplendor. Este capítulo encarna la tensión existente entre dos
formas de tiempo histórico. Si el cronológico registra una dinámica
interna al paso del tiempo, el anacrónico pone en duda este ritmo.
El poder de la obra de arte para inaugurar un tiempo propio revela
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