Actividades - Los Celosos
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Breve cuento
María González Cervigón
Università degli Studi della Calabria - Cosenza
FICHA DE LA ACTIVIDAD
1. Objetivos:
2. Nivel: B2 / C1 (MCER).
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1. DESARROLLO DE LA ACTIVIDAD
Paso 1. Biografía
A. Como habrás podido comprobar, son pocas las noticias que tenemos sobre
la biografía de la autora de nuestro texto, pero nosotros hemos conseguido lo-
calizar una entrevista de las pocas que concedió y hemos seleccionado algunos
temas de los que habló. Solo que tenemos un pequeño problema, las preguntas y
respuestas se nos han mezclado. ¿Serías capaz de colocarlas y relacionarlas?
3. ¿Por qué nunca abordó la c) Creo que son tan diferentes que se equilibran
novela? entre sí. Con mi prosa puedo hacer reír. ¿Será
una ilusión? Nunca, ninguna crítica menciona mi
humorismo.
5. ¿Por qué no le gustan las e) Escribo porque no me gusta hablar, para dejar
entrevistas? un testimonio más de la vida o para luchar
contra ese exceso de materia que acostumbra a
rodearnos.
6. ¿Qué prefiere su poesía o su f) Tal vez porque protagonizo en ellas el triunfo del
prosa? periodismo sobre la literatura.
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7. ¿Podría ser que ese g) No, creo que algunos cuentos míos gustaron por
humorismo exista para usted su humorismo. A lo mejor este es un poco especial
sola? y, porque no pueden catalogarlo con otros, los
críticos lo olvidan.
Los celosos
Irma Peinate era la mujer más coqueta del mundo; lo fue de soltera y aún más
de casada. Nunca se quitaba, para dormir, el colorete de las mejillas ni el rouge
de los labios, las pestañas postizas ni las uñas largas, que eran nacaradas y del
color natural. Los lentes de contacto, salvo algún accidente, jamás se los quitaba
de los ojos. El marido no sabía que Irma era miope; tampoco sabía que antaño se
comía las uñas, que sus pestañas no eran negras y sedosas, sino más bien rubias y
mochas. Tampoco sabía que Irma tenía los labios finitos. Tampoco sabía, y esto es
lo grave, que Irma no tenía los ojos celestes. Él siempre había declarado:
–Me casaré con una rubia de pestañas oscuras como la noche y de ojos celestes
como el cielo de un día de primavera.
¡Cómo defraudar un deseo tan poético! Irma usaba lentes de contacto celestes.
Irma Peinate no solo dormía con todos sus afeites: dormía con todos los jopos
y postizos que le colocaban en la peluquería. El batido del pelo le duraba una se-
mana; el ondulado de los mechones de la nuca y de la frente, cinco días; pero ella,
que era habilidosa, sabía darles la gracia que daban en la peluquería, con jugo de
limón o con cerveza. Este milagro de duración no se debía a un afán económico,
sino a una sensualidad amorosa que pocas mujeres tienen: quería conservar en
su pelo las marcas ideales de los besos de su marido. ¿Y cómo las conservaba, si
su marido no usaba lápiz labial? En el perfume de la barba: el pelo de la barba,
mezclado al pelo de su cabellera de mujer, formaban un perfume muy delicado e
inconfundible que equivalía a la marca de un beso.
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Irma, para no deshacer su peinado, dormía sobre cinco almohadones de distin-
tos tamaños. La posición que debía adoptar era sumamente forzada e incómoda.
Consiguió en poco tiempo una seria desviación de la columna vertebral, pero no
dejó por ese motivo de cuidar su peinado. Se mandó hacer el almohadón como
chorizo relleno de arroz que usan los japoneses. Como era muy bajita (hasta di-
jeron que era enana), se mandó hacer unos zuecos con plataformas que medían
veinte centímetros de alto. Consiguió que su marido se creyera más bajo que ella.
Ella nunca se sacaba los zuecos, ni para dormir, y su estatura fue siempre motivo
de admiración, de comentarios sobre las transformaciones de la raza. Como ama-
zona se lució y, como nadadora, en varias oportunidades, también. Nadaba, es
natural, con un pequeño salvavidas; y al caballo que montaba su cuidador le daba
una buena dosis de neurótico para que su mansedumbre fuera perfecta. El caba-
llo, que se llamaba Arisco, quedó un día dormido en medio de una cabalgata. La
caída de Irma no tuvo mayores consecuencias ni puso en peligro su vida; lo único
desagradable que le sucedió fue que se le rompió un diente. La coqueta volvió a
su casa fingiendo tener afonía y no abrió la boca durante un mes. Tampoco quiso
comer. Buscó en la guía la dirección de un odontólogo. Esperó dos horas, contem-
plando los países pintados en los vidrios de las ventanas, que le sugerían futuros
viajes a los bosques del Sur, a las cataratas del Niágara, a Brasilia o a París; ya en
los últimos momentos de la espera, cuando le anunciaron: «Puede pasar, señora»,
el dentista le saludó como un gran señor o como un gran payaso, agachando la
cabeza. Señaló la silla de las torturas, sobre la que se acomodó Irma. Después de
un «vamos a ver qué pasa», contempló la boca, no muy abierta por coquetería de
la señora.
–De caballo –exclamó el dentista–. Qué términos violentos. No será para tan-
to. Vamos a examinar este collar de perlas –dijo–. ¿Y cómo dice que se produjo?
Algún tarascón, sin duda –el dentista gimió levemente al ver la perla quebrada–.
Qué pena, en una boca tan perfecta. Abra, abra un poco más.
–Sin broma.
–¿Especialmente caro?
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Tal vez se había excedido en las bromas, pues el facultativo le guiñó el ojo y
le oprimió la pierna como con tenazas entre las de él, lo cual provocó un gemido,
pero todo esto lo hizo respetuosamente, sin ningún alarde ni vacilación. Después
de concretar, en una tarjeta rosada, la hora en que se empezaría el trabajo, Irma
recogió sus guantes, la tarjeta, su bufanda y la cartera y, corriendo, salió del con-
sultorio, donde tres enanas la miraban con envidia.
Transcurrieron los días sin que el marido lograra arrancar una palabra a su mu-
jer. De noche, antes de acostarse y de besarlo, apagaba la luz.
–Te noto extraña –le dijo un día su marido–. Además nunca sé adónde vas por
las tardes.
–Me parece muy natural, inevitable casi podría decir, pero no creas que me
quedo tranquilo. Sos el tipo de mujer moderna que tiene aceptación en todos
lo círculos. Alta, de ojos celestes, de boca sensual, de labios gruesos, de cabe-
llos ondulados, brillantes, que forman una cabeza que parece un soufflé, de esos
también dorados, que despiertan mi alma golosa. ¡La pucha que me da miedo! Si
fueras una enana o si tuvieras ojos negros, o el pelo pegoteado, mal peinado y las
pestañas descoloridas.... o si fueras ronca, ahí nomás; si no tuvieras esa vocesita de
paloma. A veces me dan ganas de querer a una mujer así ¿sabes? Una mujer que
fuera lo contrario de lo que sos. Así estaría más tranquilo.
–¿Qué sabés? ¿Acaso no hay otras cosas que la altura, el pelo, los ojos celestes,
las pestañas?
El marido de Irma cavilaba sobre la belleza de su mujer. «Tal vez todo hubiera
sido distinto si no fuera por la belleza. Me hubiera convenido que fuera feíta como
Cora Pringosa. Era agradable y no me hubiera inquietado por ella, pues a quién le
hubiera gustado y, si a alguien le hubiera gustado, a quién le hubiera importado.»
¿Adónde iría Irma por la tarde? Salía con prisa y volvía escondiéndose. Resolvió
seguirla. Es bastante difícil seguir a una mujer que se fija en todo lo que la rodea.
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Fracasó varias veces en sus intentos porque se interceptó entre él y ella un automó-
vil, un colectivo, unas personas y hasta una bicicleta. Logró por fin seguirla hasta
Córdoba y Esmeralda, donde tomó un taxi hasta la casa del dentista. Ahí bajó y
entró sin que él supiera a qué piso iba. No había ninguna chapa indicadora. Esperó
en la planta baja, fingiendo leer un diario. Subía y bajaba el ascensor. Se sentó en
un escalón de mármol de la escalera.
–¿Está enojada? ¿Le hice doler? Sonría. Muéstreme mi obra de arte –exclamó el
odontólogo asustado.
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Paso 3. Trabajamos el texto...
A. Haz una lista con las palabras que en el texto se relacionan con el campo
semántico de la belleza .
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B. Aquí tienes una serie de palabras que en el texto aparecen en negrita y sus
significados. Relaciónalas y después construye una frase con cada una de ellas.
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1. forzada a) liviandad
2. incómoda b) obligado
3. salvavidas c) flotador
4. facultativo d) molesta
5. antaño e) enrojecerse
6. sensualidad f) pensar
7. amazona g) pasado
8. imaginar h) médico
9. cavilar i) jinete
1____ 2____ 3____ 4_____ 5_____ 6____ 7____ 8_____ 9____ 10____
1. fino a. recatada
2. habilidosa b. satisfecha
3. coqueta c. grueso
4. vistosa d. inexperta
5. Enojada e. repulsivo
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1____ 2____ 3_____ 4_____ 5_____
Irma Peinate no solo dormía con todos sus _______: dormía con todos los jopos
y postizos que le colocaban en la peluquería. El batido del pelo le duraba una
semana; el ondulado de los ____________ de la nuca y de la frente, cinco días;
pero ella, que era habilidosa, sabía darles la gracia que daban en la peluquería,
con __________ de limón o con cerveza. Este milagro de duración no se debía a
un afán económico, sino a una ____________ amorosa que pocas mujeres tienen:
quería conservar en su pelo las marcas ideales de los besos de su marido. ¿Y cómo
las conservaba, si su marido no usaba __________ labial? En el perfume de la bar-
ba: el pelo de la barba, mezclado al pelo de su ____________ de mujer, formaban
un perfume muy delicado e inconfundible que equivalía a la marca de un beso.
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A. El rasgo morfológico principal que caracteriza a una buena parte del español
de América es el voseo. Por cierto. ¿sabes en qué consiste? Si no lo sabes, búscalo
en un diccionario.
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Paso 6. Expresión escrita
«Belleza y estética»: son cada vez más numerosas las personas que se someten
a las presiones de los cánones convencionales de belleza y, para ello, son capaces
de pasar incluso por el quirófano para adecuarse a los gustos del público. Haz
una redacción sobre la relación que pueda haber entre los dos términos, escribe
tu opinión sobre ello exponiendo argumentos a favor o en contra, contando algún
caso concreto, etc.
BIBLIOGRAFÍA
Webs
http://www.sgci.mec.es/redele/biblioteca2005/napoles2.shtml
http://www.literatura.org
http://www.pagina12.com.ar
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