Historia t8

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TEMA 8.

EL DERECHO MEDIEVAL
1. El derecho feudal

En los albores del derecho medieval, parece que tres elementos conformaron el sustrato que daría lugar al
derecho feudal:

• Pervivencia de algunos aspectos de la legislación visigoda, en especial a través de la vigencia de la


totalidad o de parte del Liber Iudiciorum, en muchos casos como derecho supletorio, es decir,
usándolo en ausencia de normas específicas sobre un determinado caso.
• Aparición de elementos de un derecho nuevo, sin que esté claro su origen, barajándose diversas
posibilidades, entre las que las más aceptadas son que procedan de las costumbres germánicas que
pervivieron al margen de la legislación escrita visigoda, o que sea la revitalización de costumbres
prerromanas que habían permanecido soterradas en las practicas rurales.
• Influencia del derecho franco, sobre todo en Cataluña, que fue una marca imperial carolingia, y a lo
largo del camino de Santiago, por donde se movían los peregrinos francos. Aportó sobre todo
elementos de derecho civil y mercantil.

El caso del derecho catalán es especial, como herencia de su vasallaje a los reinos francos. El conde de
Barcelona era quien legislaba, con la ayuda de una curia. Junto a este derecho, tenían una gran importancia
los usatges, o normas de derecho consuetudinario catalán, en especial relativas a los pactos feudales. Estos
usatges fueron reconocidos oficialmente por Jaime I en el siglo XIII, y fueron fijados definitivamente a finales
del siglo XV.

En el mundo jurídico medieval cobró gran importancia el régimen de fazañas, que era como se denominaba a
las sentencias y acuerdos judiciales. Se hace referencia a ello, en conjunto, como “fuero de fazañas”, y permitía
invocar una sentencia en un caso que fuera similar.

La importancia de las fazañas radicaba en que, con ellas, los jueces pasan de ser intérpretes de la ley a ser
creadores del Derecho, pues las sentencias se convierten en fuentes normativas. Con ello se reafirmó el “fuero
de albedrío” de los jueces: el derecho de un juez a dictar sentencia según su opinión del caso, sin interferencias
de otras personas.

Además, las fazañas fueron uno de los medios por los que se manifestaron los usus terrae, es decir, las normas
consuetudinarias sobre el uso y disposición de la tierra, conformadas a lo largo de los años en cada pueblo o
comarca, con una vigencia, por lo general, limitada a la zona circundante.

En su conjunto, el derecho medieval se caracteriza por:

• Diversidad jurídica, existiendo ordenamientos diferentes en cada reino y dentro de cada reino
múltiples niveles de vigencia de las normas (un derecho general para todo el reino, un derecho señorial
para cada feudo, un derecho municipal para cada municipio, un derecho para los nobles, otro para la
iglesia, otro para las universidades…).
• Pérdida de la calidad jurídica, ya que, por lo general, las normas no son técnicamente correctas ni
están bien construidas.
• Predominio de los elementos consuetudinarios y populares en el derecho, motivado en parte por el
derecho de ser las propias comunidades quienes buscan soluciones a sus problemas legales y, carentes
de formación jurídica, recurren a la costumbre.
• Reducido ámbito de vigencia, ya que, salvo unas pocas normas se aplican en todo el reino, la mayoría
del Derecho solo se aplica en un municipio o en un territorio limitado.
• Personalismo, ya que la aplicación de las normas queda determinada por la persona, fijándose
múltiples diferencias en función de la clase social, la religión, el origen étnico, la profesión, etc.
2. El derecho común y su recepción.

El surgimiento del derecho común será uno de los elementos decisivos en la superación del derecho medieval,
y es uno de los elementos que lleva al renacimiento en el campo jurídico.

Los emperadores del sacro imperio romano germánico acuñaron la máxima “un imperio, una ley”, que
contradecía la estructura del derecho medieval. Para encontrar esa ley única (el derecho común) recurrieron
al derecho romano, en especial a través de los trabajos de recopilación realizados por justiniano en el siglo VI,
que, bajo el nombre colectivo de Corpus Iuris Civiles recoge:
• El digesto, que contiene la jurisprudencia de los tribunales y la doctrina romana.
• El códex, que incluye las constituciones imperiales romanas hasta Justiniano.
• El Código de Justiniano o Nuevo Código, que reúne las constituciones imperiales publicadas por
justiniano.
• Las Novelas, que compila las constituciones imperiales publicadas por los emperadores posteriores a
Justiniano.
• Las Instituciones, que forma un tratado sobre la enseñanza del derecho.

En la revitalización del derecho romano tuvo un papel clave la escuela de la universidad de bolonia, la primera
que logró que el derecho se estudiara como una disciplina independiente, separada de la retórica.

El segundo pilar del derecho común es el derecho canónico, es decir, el derecho de la iglesia, igual que en
todos los territorios de la cristiandad, recogido en el Corpus Iuris Canonici. Las bases de su forma clásica
quedaron establecidas a través del derecho de Graciano. Publicado alrededor del año 1040, en el que se
recopilan las normas de derecho canónico de la iglesia en sus once primeros siglos de existencia, con la
intención de lograr la concordancia de normas, es decir, evitar la existencia de normas que se contradigan
entre sí. Para lograr la concordancia, Graciano recurre a dos de principios que siguen en vigor hoy en día:

• La ley posterior deroga a la anterior


• La norma particular deroga a la general.

El papa Gregorio XI realizó una reforma en profundidad del derecho canónico, para dar más poder al papado,
de forma que cada papa no estaba obligado por las decisiones jurídicas de los anteriores pontífices y dando
prioridad, dentro del derecho canónico, a las decretales (resoluciones del papa sobre temas jurídicos) sobre
los cánones aprobados por los concilios.

Partiendo de estas bases, el derecho común irá adquiriendo una identidad propia, se irá separando del derecho
romano e irá superando al derecho medieval. En este proceso tuvieron gran importancia los glosadores, que
comentaban los textos romanos, en especial el Digesto, mediante notas al margen y posteriormente los
comentaristas, que reinterpretaban los textos jurídicos en busca de la creación de una ciencia jurídica,
partiendo del estudio de los casos concretos y extrayendo de ellos normas generales que aplicar a su tiempo.
Para ello utilizan la técnica del mos italieus, surgida en Francia y perfeccionada en Italia. En la difusión del
pensamiento de los comentaristas desempeñaron un papel clave de las universidades.

El derecho común terminó por asentarse debido a varios factores.

• Los cambios sociales, en especial el auge de las ciudades, favorecieron la superación de los modelos
de derecho municipal, al requerirse normas generales que dieran seguridad, por ejemplo, al comercio.
• El poder de la iglesia y, por tanto, de su derecho canónico, que se aplicaba igual en todos los países de
la cristiandad.
• El refuerzo del poder de las Coronas a partir del siglo XIII, que comienzan a tener fuerza suficiente para
imponer un derecho general.
• En el caso particular de la península, por el arraigo de la tradición romana.

Pese a ello, hubo no poca oposición a su implicación. La nobleza fue contraria, ya que no se trataba de un
derecho privilegiado, y amenazaba su situación jurídica. Las clases mas humildes tampoco lo apoyaban, ya que
era un derecho técnicamente mas complejo que el municipal, al que están acostumbrados y, por tanto, para
ellos era de difícil comprensión. Por último, reinos como Castilla y Aragón poseían ya una tradición jurídica
propia, que ejerció de freno a la aceptación del derecho común.

3. La consolidación de derecho castellano.

A partir del siglo XII comienzan a llegar a Castilla las primeras nociones del derecho común, sobre todo a través
de las rutas de los peregrinos que llevan a Santiago de Compostela. Será en el siglo XIII cuando empiecen a
difundirse en la Península las obras de los comentaristas, lo cual dará inicio a un proceso de codificación,
impulsado por la Corona, en busca de una legislación común a todo el reino.
El primer paso en ese sentido fue la adopción del Liber Iudiciorum, que, traducido al castellano con el nombre
de fuero juzgo, será entregado como fuero a las ciudades reconquistadas en Andalucía, de forma que todas
tuvieran una legislación común, aunque seguía siendo municipal, ya que se daba para cada villa de forma
individual. Las razones por las que esto sucedió fueron:
• Pertenecía a una tradición romanista, que casaba con los propósitos centralistas de los reyes
castellanos del siglo XIII.
• Su adopción entroncaba con la tradición mozárabe, que se había regido por el Liber durante la
dominación musulmana.
• Era un ordenamiento completo. Que abarcaba el conjunto de las realidades sociales, políticas y
económicas.

Será durante el reinado de Alfonso X “El Sabio” cuando se produzca el gran salto adelante en la legislación
castellana. Este rey impulsó una extensa obra jurídica, entre la cual debe mencionarse:

• El Fuero Real, datado en 1255, aunque quizá existieran versiones anteriores, que incluye más de
quinientas leyes que estaban en vigor previamente. Es, por tanto, una obra recopiladora, no de crecion
de nuevo derecho. No fue publicado con vigencia general, sino que la Corona lo utilizó como modelo
de fuero, otorgándolo a las villas que no tenían uno propio o a aquellas que lo prefirieron para sustituir
a uno ya existente, principalmente en villas que pertenecían desde hacía tiempo al reino de Castilla.
• El Espectáculo: obra incompleta, también de carácter recopilador, donde se reúnen mas de 2.500
leyes, la mayor parte relativas a las potestades del rey en materia de justicia, derecho y capacidad de
dictar leyes.
• Las partidas: el código de las partidas es la obra de mayor importancia y difusión en la historia del
derecho español. Su redacción duro casi 10 años, entre 1256 y 1265, y se trata de una enciclopedia de
derecho dividida en siete partidas conforme a una sistematización que sigue las estructuras de
Justiniano. Sus fuentes incluyen el derecho romano, el derecho canónico medieval (en especial, los
trabajos de Raimundo de Peñafort) y el derecho feudal castellano-leones y catalán. Es por tanto, una
obra que recoge parte del derecho común. Fue realizada por los principales juristas del reino,
siguiendo las instrucciones y la planificación de Alfonso X, que no es el autor del teto en sí.

Además de estas obras, Alfonso X impulsó una reforma del sistema de pleitos. Hasta entonces, dado que el
rey era la cabeza del sistema de justicia, y todo tribunal ejercía la justicia en su nombre, cualquier ciudadano
tenia derecho a apelar una cuestión jurídica ante el monarca. Alfonso X lo cambió, dividiendo los pleitos en
dos:

• Pleitos foreros: juicios que debían ser resueltos en cada municipio, según el derecho municipal, incluso
las apelaciones.
• Pleitos del rey: aquello casos que, por su gravedad, podían ser juzgados por el rey o por oficiales
designados directamente por el monarca. Se trataba de delitos como el asesinato, la violación o la
quema de hogares.

Otra obra fundamental es el Ordenamiento de Alcalá, un ordenamiento de cortes aprobado en las cortes de
Alcalá de 1348, durante el reinado de Alfonso XI. El ordenamiento contiene 131 leyes, pero lo más importante
es el sistema de prelación de fuentes que establece:
• Primero; se aplicarán las normas que contiene el Ordenamiento de Alcalá; este principio se entenderá
más adelante como que ha de aplicarse primero el conjunto de la legislación real, lo que será
confirmado en las leyes de Toro, de 1505.
• En segundo lugar, si no hubiera norma aplicable, se aplicará lo que diga el fuero del lugar, es decir, el
derecho municipal.
• Si, aun así, no hubiera norma aplicable, se aplicará lo que siga el Código de las Partidas. Esto supone
que, por un lado, que el derecho común se convierte en derecho supletorio en Castilla, pero también
que solo lo es la parte contenida en las Partidas.

Esta prelación de fuentes excluyó como tres elementos hasta entonces clave:

• La doctrina, es decir, el pensamiento y los comentarios de los expertos, los juristas y los comentaristas.
• La costumbre, si no se había convertido en norma jurídica escrita en forma de ley.
• La jurisprudencia, es decir, las decisiones de los jueces y tribunales.

Además, el Ordenamiento de Alcalá concede al rey el ius interpretandi, el derecho de interpretar y aclarar las
leyes en aquello que pudiera dar lugar a confusión, dictando incluso una nueva ley que resolviera la situación,
sin necesidad de que fuera aprobada en Cortes.

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