La Insurgencia Independentista de 1778-83

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La insurgencia independentista de 1778-83

En 1774. Si a esta carga tributaria se añade el reforzamiento del viejo sistema de repartimiento o compra
forzada de mercaderías (las más de las veces innecesarias), sistema que va ligado con los abusos crecientes
de los corregidores (que llegan a nombrar ellos mismos a los kuraqas, para tenerlos bajo su control) y que
actúan como una suerte de sub-intendentes, se puede entender que se vaya gestando un clima propicio para
la rebelión. Además hay que tener en cuenta que las colonias inglesas de Norteamérica se estaban liberando
precisamente en estos años, y que ese hecho no podía dejar de influir en las colonias españolas. Esta
influencia se suma a la influencia ideológica de la Ilustración y de las revoluciones burguesas europeas.

Efectivamente las primeras insurrecciones se producen en el territorio guaraní (bajo la conducción de los
hombres-tumpa), en torno a Chayanta (norte de Potosí) bajo la conducción inicial de Tomas Katari, y en torno
a Cuzco (Perú) bajo la conducción de Túpac Amaru. Estos últimos constituyen en realidad un único
movimiento, internamente relacionado, y que luego se concentra en la zona de La Paz y encuentra su máximo
caudillo en la persona de Túpac Katari.

Los tumpas guaraníes contra haciendas y vacas


En la tradición guaraní el tumpa (o “tupa") es un hombre que aparece revestido de algo así como una vocación
sagrada para conducir a su pueblo a la guerra. Y fue en 1788 que surgieron una serie de tumpas en diferentes
lugares: el tumpa de Caiza (que ataca Salinas, en Tarija), el de Masavi (que ataca Saipuru, en Santa Cruz) y
otros cuatro tumpas que arrasan Sauces (hoy Monteagudo), Sapirangui (hoy Muyupampa), Huacareta y otros
poblados; pronunciando en cada caso proclamas sagradas, arrastrando consigo misiones enteras en una
suerte de guerra religiosa.

En 1779 los guaranies toman la iniciativa, mostrando particular fuerza en el Ingre. Pero en agosto un ejército
de cruceños y vallegrandinos arrasa las comunidades insurrectas, en lo que se llamó la Masacre de Saipurú.
Entre los últimos que se resistieron, y finalmente fueron sometidos al cepo, ya estaba Mamama, el
mbumvicha de Saipuru que ocho años más tarde volverá a rebelarse.

En 1780-81, mientras arreciaba la lucha de los Katari y los Amaru, se relanza una cadena de alzamientos
guaranies y las correspondientes represiones en el Ingre, Sauces y Salinas. Y en 1782, agotadas las fuerzas de
ambos bandos, se llega a un acuerdo de paz.

Más tarde, en 1787, Viedma llega personalmente a Saipuru, cargado de regalos para los guaranies. Pero estos
lo reciben desafiantes, armados de arcos y flechas y lo obligan a regresar. Entonces Viedma, a modo de
represalia, nombra gobernador de Saipuru a su amigo Kanderegua aprovechando, como siempre hicieron con
éxito, los españoles, las rivalidades internas de nuestros pueblos, y luego envía tropas para castigar al rebelde.
Pero Mamama se retira al Parapeti después de quemar el poblado sobre el cual Viedma fundara el fuerte de
San Carlos —, mientras prosiguen las escaramuzas entre guerreros guaranies y tropas españolas, hasta que,
con la mediación del arzobispo, se acuerda un pacto de paz. Sin embargo la lucha sigue encendida.

En 1790 se levanta el jefe Chimeo en Itau y otras comunidades, que son arrasadas por fuerzas tarijeñas. En
1795 una fuerza de guaranies y tobas toma Carapari. Al año siguiente se producen ataques a las misiones de
Saipuru, mientras el mbíirtwicha Mangueta se subleva en Piriti. En 1796 se levanta en Parapeti el cacique
Guarey, lugarteniente de Mamama. Y desde ese momento hasta 1799 se multiplican las asambleas guaranies
y los convites preparatorios para un alzamiento general, preparativos en que juegan un papel decisivo los
¡paje (chamanes).

En 1799 se celebra el solemne convite de Tapyta, con los jefes de toda la Cordillera. Ahí están Guarey (del
Gran Parapeti), Tarupaju (de Kaipependi), Guaricaja (de Yti) y Sakuarao (de Piriti), rodeados de 6 mil flecheros
dispuestos a morir para acabar con la colonia española.
En noviembre los kereimba destruyen las misiones que encuentran a su paso y la insurrección que por lo
demás se encuentra aislada en medio de una Charcas que vive en una aparente paz parece invencible. Pero
mientras tanto Viedma se prepara, y en abril de 1800 sale de Santa Cruz con 400 soldados voluntarios
reclutados en Santa Cruz y Valle grande, reforzados por 410 indígenas auxiliares de las misiones cercanas y
15 negros, y con oficiales entre los que se encontraba el Coronel Seoane; con esa fuerza se dedica a destruir
comunidades y cultivos. Por su parte los guaranies, al no poder resistir la embestida y habiendo perdido a
algunos de sus jefes, se repliegan en la Cordillera Central y desde allí con sus guazabaras (emboscadas) logran
rechazar a las tropas que los perseguían.

Una vez más la lucha termina sin vencedores (aunque si con muchos vencidos). Y Viedma decide dejar de
pelear con los guaraníes y concentrar energías en mejorar los fuertes de defensa. Por su parte los guaranies
optan por vivir un tiempo tranquilo, y estarán básicamente ausentes de la segunda guerra de independencia.

2.1.2 Tomás Katari y la rebelión de Chayanta


Descendiente de kuraqa aunque pobre y analfabeto, agricultor del ayllu Collana (perteneciente a Macha),
casado con Curusa Llave, era por usos y costumbres kuraqa o cacique de su ayllu; y por tanto tenia derechos
o privilegios especiales concedidos por los españoles como el de poseer cabalgadura, estar exento de la mit'a
y contar con servidores. Pese a ello mantuvo la solidaridad con su pueblo, y en su infancia fue testigo de la
rebelión del cacique Maturana.
Pero el corregidor Alos, siguiendo una costumbre cada vez más extendida entre los corregidores, decide
nombrar por su cuenta otro kuraqa, un amigo suyo mestizo de apellido Bernal para que coordine sus negocios,
e intensifique la explotación de los comunarios (tributos, reparto, cultivo de tierras ajenas, exacción de
semillas y de derramas de cereales y tubérculos, e incluso decomiso de sus parcelas), explotación que se suma
a la que ejercen, en forma de "derechos parroquiales", los curatos.
Tomas Katari denuncia las injusticias y repartimientos, reivindica el derecho de usar vestimentas propias —
tejidas en las comunidades, más baratas y de mejor calidad que las importadas de España— y reclama su
cargo de kuraqa, a la vez que genera un amplio consenso social (que incluye al cura Gregorio José de Merlos).
En 1778 presenta repetidamente sus quejas a la Caja Real de Potosí —que las da por comprobadas— y a la
Real Audiencia de Charcas, pero solo consigue mayores vejaciones por parte del corregidor, e incluso dos
meses de cárcel (de marzo a abril del mismo año). Entonces decide acudir al virrey de Buenos Aires en defensa
de su pueblo, un viaje de 600 leguas, a pie, que dura cuarenta días y en el que lo acompaña Tomas Achu (hijo
de su amigo el kuraqa Isidro Achu).
En diciembre del mismo año lleva sus quejas al virrey Vertiz, que admirado del espíritu cívico del kuraqa,
ordena a la Audiencia se haga una investigación al respecto, investigación que el corregidor Alos se encargara
de bloquear y que la Audiencia no tiene ningún interés en realizar. Pero Katari regresa convencido de que el
Virrey le ha restituido su cargo y ha decidido la rebaja de tributos y la exencion de la mit'a para sus
comunidades

El 18 de mayo de 1779 lo detiene junto con otros cuatro de sus colaboradores, pero camino de la cárcel de
Aullagas el se escapa, y al día siguiente un grupo de indigenas liberan a los demás. El 12 de junio vuelve a ser
detenido en Potosí (precisamente cuando llevaba el producto de la recaudación rebajada), y está preso hasta
abril de 1780, cuando es liberado por grupos de indigenas armados mientras lo llevaban a La Plata. Siempre
animado de su espíritu legalista, Tomas Katari se presenta en dicha ciudad para presentar sus quejas, pero es
detenido nuevamente el 10 de junio ; desde su prisión en La Plata sigue animando la rebelión a través de los
dirigentes que llegan a visitarlo. A todo esto es importante el dato de que precisamente el 20 de junio
aparecen por primera vez en territorio de Charcas emisarios de Túpac Amaru (concretamente un indio de
nombre Matías Checo). Y a lo largo de 1780 la insurgencia se extiende hasta Paria, Yamparaez,
Tomas Katari asume el mando de Chayanta, recorre el norte de Potosí, ya como caudillo rebelde — aunque
sin dejar de reconocer la máxima autoridad del virrey, e incluso la de la Real Audiencia— y pone en práctica
sus principios: ordena el fin de los repartimientos, resuelve pleitos entre indigenas y llega a ajusticiar a
corregidores, a algunos criollos, e incluso a algún kuraqa abusivo.
En enero de 1781, mientras el caudillo rebelde ejerce su autoridad y recorre la provincia, al pasar cerca de
Aullagas el empresario minero Álvarez Villarroel logra detenerlo (después se sabrá que por instrucciones
secretas de algunos oidores de la Real Audiencia). El cura Merlo reclama al Presidente de la misma, que
ordena se lleve al kuraqa a La Plata. El Justicia Mayor, de apellido Acuña, se encarga del traslado, pero en la
quebrada de Chataquila — cerca de Yamparaez la comitiva es atacada por un grupo de indigenas. Acuna
ordena la muerte del detenido, que es rápidamente despeñado, antes de ser muerto el mismo por miles de
indigenas que gritan "! Viva el Inca Tupaq Amaru!". La muerte de Tomas Katari produce una autentica escalada
de la rebelión, una de cuyas primeras víctimas será precisamente el minero Álvarez.

Nicolás y Dámaso Katari


Son dos primos hermanos de Tomas Katari medio hermanos entre si que participaron activamente en la
rebelión y la dirigieron a la muerte del gran caudillo, ambos naturales del ayllu Alapicha. En cuanto Nicolás se
entera del asesinato de Tomas, decide declarar la guerra a "esta isla de blancos". Para empezar ataca la mina
de Aullagas, ordena la ejecución de Álvarez y se hace declarar heredero de su mina.

A continuación los dos hermanos preparan el ataque a la ciudad de Chuquisaca (dejando luego Nicolás el
asedio en manos de Dámaso, para ir el a buscar más fuerzas). Concentrados en La Punilla rechazan un ataque
de las tropas españolas. Pero en lugar de aprovechar los problemas internos que había entre el Presidente de
la Audiencia y el comandante militar Ignacio Flores, Dámaso da tiempo a que este se organice y caiga de
sorpresa sobre los indigenas sublevados y lleve a cabo una trágica masacre, que costó más de doscientos
indigenas muertos, el día 20 de febrero de 1781.

En el proceso que se sigue a los "sesenta reos" rebeldes que fueron detenidos en La Punilla se estableció
cuatro categorías de condena, que vale la pena consignar para ver la crueldad y sadismo de las autoridades
coloniales:
1. Pena de horca, descuartizamiento, quema de viviendas y embargo de bienes.
2. "Perdimiento de las dos orejas, mitad de sus bienes y 200 azotes", más dos años de trabajo forzado en las
minas de Potosí.
3. "Perdimiento de una oreja, tercera parte de sus bienes, panadería por un ano, con azotes".
4. Pena pecuniaria, panadería, cien azotes y corte de pelo, y hacerlos pasear por las cuatro esquinas de la
plaza principal.

A pesar de la derrota que fue trágica porque dejo el paso abierto a las tropas coloniales que podían cruzar
Charcas para someter a Tupaq Amaru y a Tupaq Katari la rebelión sigue adelante, llegando a extenderse desde
Macha y Chayanta a Pocoata, Aullagas, Porco, Aymara, Challapata donde los indigenas matan a todos los
españoles, pero no a criollos ni mestizos —, Sacaca, Carasi, Moscari, Moromoro, Ocuri, Toracari, San Pedro
de Buena Vista, Carangas, Aycoma, Oruro, Paria, Yamparaez, Mizque, Tapacari, Arque, Santa Clara y otros
lugares.

La represión no se limitó al castigo de los dirigentes o caudillos, sino que llego a cada comunidad, con saqueos,
incendios, violaciones, secuestros, decomiso de bienes, arrasamiento de cosechas. La venganza de los señores
coloniales y sus aliados criollos, mestizos e indígenas fue implacable. En cuanto al cura Merlos, leal aliado de
Tomas Katari, se limitaron a inhabilitarlo para el ejercicio del sacerdocio y condenarlo a servir en el convento
de San Antonio.

Por lo demás, la rebelión no se limitó al accionar de los Katari. Se sabe de otros importantes dirigentes como
Julián Bonifacio Samlagua que junto con Salvador Coro, Pablo Miranda Samasa, Cayetano Avendaño y la
dirigente Pascuala María tía de Tomas Katari participaron en el rescate de Tomas Katari, y en consecuencia
serán condenados a muerte igual que el caudillo; también de los llamados Giwchncara (que en 1781 ordeno
el ajusticiamiento de los curas de Amaya y San Pedro), Lac'atu, Cuchillo, Isaco, Pasquito, y otros muchos y
muchas cuyos nombres constan en los archivos de Sucre.

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