Adultos Riesgo y Complicaciones de La Anestesia
Adultos Riesgo y Complicaciones de La Anestesia
Adultos Riesgo y Complicaciones de La Anestesia
Introducción
Las complicaciones de la anestesia local en la clínica dental diaria suelen ser pocas, ya que las
concentraciones de las soluciones anestésicas y los volúmenes usados son escasos; no
obstante, cualquier procedimiento, hasta el más banal, no está exento de riesgos y es
obligatorio que el profesional esté formado para prevenirlos, reconocerlos y para, en la mayoría
de los casos, tratarlos.
La morbimortalidad con la anestesia local es muy baja; a pesar de que esta aseveración es
cierta, hay descritos algunos casos en los que sobrevino la muerte por motivos anestésicos
locales. Es conocida la experiencia de Massachusetts: después de tratar 1.500.000 pacientes
en la consulta dental tras cinco años, no hubo una sola muerte. La complicación más común
fue el síncope, que ocurrió en uno de cada 142 pacientes que recibió anestesia local.
La incidencia de la mayor parte de los efectos colaterales menores asociados con la anestesia
dental es del 4,5%, comparado con el 7,6-23,2% para la anestesia general y el 0,2-19,6% para
la anestesia regional. Tales efectos colaterales fueron observa-dos en el 5,7% de los pacientes
de riesgo, comparados con el 3,5% de los pacientes sin riesgo (ASA I). Los pacientes que se
automedican tienen un significativo aumento de riesgo para desarrollar efectos colaterales
(9,1%). Adicionalmente, los pacientes automedicados requieren reinyección más
frecuentemente (28,6%) y reciben más altas dosis de anestesico local (3,4 ml). Además,
aquellos pacientes que usan AINES, analgésicos, aspirina o antibióticos no alcanzan suficiente
profundidad anestésica, requiriendo mayores dosis, y son más proclives a sufrir mas
comúnmente reacciones psicógenas. Se recomienda, también, que el tratamiento para
cualquier paciente de alto riesgo, debe limitarse a 30 minutos, dado que hay un significativo
incremento de incidencia de complicaciones, desde 2,9 para tratamientos menores de 20
minutos, al 15% para tratamientos que alcanzan los 90 minutos o más.
* anestésicos con las más bajas dosis de epinefrina posible, ya que se minimizan los efectos
simpáticomiméticos.
* individualizar la anestesia para cada paciente: tipo y duración del procedimiento, así como los
factores de riesgo.
Fracasos de la anestesia
Existen unos datos estándares sobre el período de latencia, duración y otros efectos de la
anestesia que se hallan relacionados con cada producto anestésico, cada técnica anestésica y
según el lugar a anestesiar. En lineas generales, la base del éxito de la anestesia reside en el
depósito de suficiente cantidad de producto anestésico lo más cerca posible del nervio a
anestesiar.
Los signos objetivos de la anestesia son bien conocidos, sea cual sea el territorio de la cavidad
oral a que nos refiramos y, cuando estos no están presentes, ha de pensarse que el objetivo
anestésico ha fracasado.
Se sabe que cuando más falla la anestesia local es en casos de endodoncias y drenaje e
incisión de abscesos. Cuando están presentes infección e inflamación, la reabsorción
intravascular del anestésico se ve acelerada y el bajo pH influye negativamente en su difusión.
La aplicación repetida de anestesia puede inducir el fenómeno de taquifilaxia o tolerancia
aguda manifestada por una disminución de respuesta a una dosis estándar de anestésico local,
requiriéndose incrementar la dosis para mantener el mismo efecto analgésico; este es un
fenómeno que interfiere a la hora de utilizar anestésicos locales durante largo tiempo en la
práctica clínica. Aunque este efecto ha sido imputado al pH, no ha sido demostrado en todos
los casos.
La anestesia falla muy poco en el bloqueo del nervio infraorbitario, algo más en la anestesia
infiltrativa y es alta en el bloqueo del nervio mandibular.
A) Técnica incorrecta.
3) El orificio del conducto dentario. En el niño está situado más bajo que en el adulto, por lo que
deberá puncionarse a menor altura o inclinar la aguja hacia abajo. En el desdentado, por el
contrario, está más alto con respecto a la apófisis alveolar remanente, que en el adulto
dentado.
4) Variaciones nerviosas. Lo más importante de este apartado son los trayectos nerviosos, por
ejemplo, anastomosis nerviosas, como ocurre en las regiones centrales de ambos maxilares,
en que hay anastomosis con los mismos nervios, pero del lado opuesto. En los últimos años se
han hecho revisiones que actualizan algunos detalles sobre la distribución de las ramas del
nervio trigémino.
Para la anestesia del nervio inferior mediante la técnica convencional se han descrito tres
posibles fallos de la anestesia: los dientes inferiores ipsilaterales no se anestesian
completamente (ya se ha explicado la posible mediación en la recogida de la sensibilidad del
nervio milohioideo), el tercer molar inferior ipsilateral se encuentra incompletamente
anestesiado algunas veces (se cita que, a veces, hay una rama aberrante del nervio dentario
inferior que se desprende por encima del foramen mandibular y que entraría en uno
anterosuperior de la rama para, recorriendo su propio conducto, recoger la sensibilidad del
tercer molar), anestesia incompleta de todos los dientes ipsilaterales mandibulares (esto se
explicaria por una eventual posición del foramen mandibular más alto de lo habitual).
La bifurcación del nervio mandibular, raramente mencionada en la literatura, puede ser causa
de anestesia inadecuada en un pequeño porcentaje de casos. Hay inervaciones aberrantes que
proceden de nervio alveolar posterosuperior, auriculo-temporal o ramas del nervio lingual, o de
una rama retromolar aberrante del nervio mandibular que puede inervar el tercer molar,
sugiriéndose al tiempo inyecciones en lugares adicionales, como inyecciones bucales o
sublinguales, otras técnicas de bloqueo que no sea la de la espina de Spix o inyecciones
intraligamentosas. Poca atención se ha dado a un dentario inferior bífido con un segundo
conducto dentario situado inferiormente al habitual. Esta rama podrá no ser anestesiada
mediante el bloqueo tradicional en la espina de Spix.
Ventajas
* Anestesia profunda de las pulpas mandibulares, encías y mucosa alveolar, desde el tercer
molar al incisivo central con una sola inyección.
* Con la anestesia de Gow-Gates se anestesia también el nervio milohioideo, por lo que sí este
nervio contribuyese a la inervación en algún punto del arco mandibular, quedaría bloqueado
mediante esta técnica.
Inconvenientes
*Falta de anestesia del nervio bucal, probablemente debido a que el nervio bucal está más
distante del lugar donde se deposita la anestesia de lo que se creía y de lo que describían los
tratados anatómicos, ya que cuando se deposita la anestesia con la boca muy abierta (apertura
inherente a la propia técnica anestésica), se halla separado del lugar de depósito por el
músculo pterigoideo externo y su fascia. También se ha atribuido que para la anestesia del
bucal sería necesaria más cantidad de producto anestésico, o que el paciente tendría que estar
en posición supina; parece que lo primero es más definitivo para el éxito, que la posición del
paciente.
* Cierto grado de desconfianza por parte del dentista durante el período de aprendizaje (1-2
semanas). Con la experiencia y, en algunos casos, perseverancia, se obtendrá un grado de
éxito del 95%.
Se hace necesario recordar el área de anestesia es la zona anterolateral del cuello del cóndilo,
y no la zona anteromedial. Este error contribuye a que no se contacte con hueso, así como a
producir anestesia del nervio auriculotemporal, asociado a un bloqueo deficiente del nervio
bucal.
La anestesia, también, puede fracasar por factores relacionados con el individuo o por el
terreno.
Por sensibilidad al anestésico lo que, aparte de los problemas alérgicos, conducirá a un fracaso
de la anestesia.
Otros piensan que la inflamación modifica la actividad de los nervios sensoriales periféricos. La
inflamación produce un área de hiperestesia primaria mediada por sustancias químicas que
disminuyen el umbral de los receptores sensoriales. Dado que la inflamación induce
hiperestesia, un estimulo dado produce una sensibilidad incrementada. Esta respuesta nerviosa
incrementada es bloqueada de forma menos efectiva por una cantidad dada de anestesia. Este
problema puede ser resuelto simplemente mediante el incremento de la concentración (no
necesariamente del volumen) de anestésico para disminuir el potencial de acción de los
nervios.
Con relación al producto anestésico, la anestesia también puede fracasar por que el producto
este caducado o en malas condiciones. Otros motivos de fracaso son: la hipodosificación del
anestésico, el calentamiento inadecuado y la contaminación de la solución anestésica. Aunque
se han intentado encontrar potenciadores de la acción anestésica, sólo los vasoconstrictores
han cumplido con esta función. En algún momento se pensó que la hialuronidasa, al añadirse al
anestésico, produciría mayor extensión y penetración en los tejidos.
La buena elección del producto es esencial. Si se elige mal un producto en relación con el tipo
y la duración de la intervención, el resultado puede ser un fracaso, sino total, puede que sí
parcial. Parámetros como el período de latencia, la profundidad, la duración, la tolerancia y la
ausencia de efectos colaterales son los especialmente valorados a la hora de seleccionar un
anestésico local, pero en dicha selección, no parece tener nada que ver el tipo de nervio a
bloquear.
Los anestésicos de larga duración han probado su efectividad para la supresión del dolor intra y
postoperatoriamente sobre todo en procedimientos quirúrgicos y con pocos efectos colaterales
cuando se usan a las dosis adecuadas. Sin embargo, presentan algunos efectos potenciales,
como ocurre, por ejemplo, con la bupivacaina que puede causar depresión cardiaca y
disrritmias, o la etidocaina que produce menos efectos sobre el sistema cardiovascular que la
anterior pero a cambio, su uso está asociado con dificultad para el control intraoperatorio del
sangrado.
La anestesia intraligamentosa puede ser muy útil, no sólo cuando fracasan las técnicas de
bloqueo nervioso, sino también en otras circunstancias. Puede ser conveniente el uso de la
anestesia intraligamentosa e intraseptal para pacientes hemofilícos o con otros desórdenes
hemorrágicos y en niños, así como en personas física o mentalmente discapacitadas en las
que puede aparecer mayor riesgo de infección tras trauma del labio inferior o de la lengua.
Además puede estar indicada para controlar el dolor en regiones aisladas de la mandíbula para
cortos procedimientos o en uno o dos dientes sin tener que anestesiar todo el cuadrante ni los
tejidos blandos. Hay quien manifiesta que el uso de la anestesia intraligamentosa en el
diagnóstico endodóncico puede ser de ayuda inestimable. Se piensa que la anestesia
intraligamentosa ejerce su efecto extendiéndose por las mismas vías que la intraósea y que el
daño inducido por la aguja de inyección y/o por la solución anestésica (inyectada bajo alta
presión) es de tipo inflamatorio, pero localizado, menor y reversible, probablemente en relación
con la poca cantidad de anestésico inyectado y su rápida infiltración en los espacios del hueso
esponjoso.
A veces, el hecho de duplicar la dosis del anestésico ocasiona mayor dolor postoperatorio,
como describen Jorkjend y Skoglund4.
Hay métodos anestésicos que tienen sus limitaciones, como la EMLA y la anestesia electrónica
dental. Según señalan McMillan y cols5, el EMLA (mezcla eutéctica de prilocaina y lidocaina) es
un agente tópico anestésico más eficaz que el gel de lidocaina aislado, aunque la duración de
su acción es relativamente corta, es adecuado para operaciones menores en la encía.
A) Accidentes inmediatos
1. Dolor
El dolor a la inyección persiste co-mo una frecuente fuente de ansiedad para algunos
pacientes. Los anestésicos tipo amida, por ejemplo la lidocaina y la bupivacaina, son conocidos
por su propensión a causar disconfort cuando son infiltrados.
El dolor durante la administración del líquido anestésico puede estar producido por diferentes
motivos: la punción y lesión de un determinado nervio ocasionará un dolor que persistirá horas
o días, el desgarro de los tejidos gingivales y sobre todo del periostio es causa de molestias
postoperatorias de intensidad variable; estos dolores postanestésicos hay que distinguirlos de
los dolores postoperatorios.
El dolor de la punción, sobre todo en algunas zonas, por ejemplo, en la región labial superior
puede ser disimulado mediante alguna maniobra distractora, como puede ser la tracción del
mismo. Se han comprobado los efectos de la distracción en el control del dolor en niños de
entre 3 y 7 años, encontrándose que determinadas técnicas, como respiraciones profundas y
soplar el aire, tienen algunas ventajas durante la administración del anestésico local en niños
(meno- res movimientos de torso y manos, menor arqueamiento de las cejas y menor expresión
de dolor).
Lo más solicitado por los pacientes para evitar dicho dolor, es la anestesia tópica.
Algunos autores describen sus técnicas para no producir dolor al punzar la región palatina,
como Aslin6.
Se impone, por lo tanto, usar agujas de buena cualidad, que el paciente no realice movimientos
bruscos inesperados, que usemos una técnica correcta, que no perdamos de vista el lugar de
la punción, que intentemos extraerla cuanto antes, que informemos al paciente del accidente y
que, si no podemos extraerla, enviemos al paciente al hospital, donde decidirán si conviene o
no la extracción inmediata o por el contrario, diferirla. En cualquier caso, la extracción suele ser,
por lo general, laboriosa.
3. Hematoma
4. Parálisis facial
Cuando en la anestesia del nervio dentario inferior se ha penetrado con la aguja por detrás de
la rama ascendente, se inyecta la solución en la glándula parótida. Con esto aparece una
parálisis facial que durará tanto como la anestesia dure, aunque sin duda es un accidente
alarmante para el paciente. Éste es un accidente francamente raro. Keetley y Moles 1, sin
embargo, tras 580 punciones tras el foramen mandibular, para la anestesia del nervio alvéolo-
dentario inferior, encontraron una incidencia de parálisis facial mucho más alta de lo esperado:
un 0,3%.
Los ejemplos de parálisis facial son citados relacionados, en su mayor par- te, con la anestesia
del nervio alveolo-dentario inferior. La parálisis puede ser inmediata o diferida; en el tipo
inmediato la parálisis ocurre en los primeros minutos después de la inyección, recuperándose
la función cuando han desparecido los efectos anestésicos, aproximadamente a las 3 horas o
menos. En el tipo diferido, el comienzo de la parálisis puede aparecer varias horas o varios días
después de la inyección. La recuperación puede suceder después de 24 horas a 6 semanas
dependiendo del grado de daño del nervio. Parece que la causa de la parálisis es la misma
solución anestésica.
En algunas ocasiones a raíz de cualquier anestesia se nota sobre la piel de la cara del paciente
zonas de intensa palidez debidas a la isquemia sobre esta región.
* La aguja dañaría o excitaría las fibras simpáticas asociadas a vasos arteriales del lugar de la
inyección, induciendo un reflejo que termina en las ramas periféricas de un determinado vaso;
la excitación conduce a una vasoconstricción localizada de los vasos cutáneos periféricos.
Es un accidente raro.
El líquido puede inyectarse en las fosas nasales durante la anestesia del nervio nasopalatino,
ocasionando una pequeña hemorragia, sin más problemas, pero que suele alarmar al
paciente.
8. Accidentes oculares
Los accidentes oculares relacionados con las técnicas de anestesia local para uso dental son
extremadamente infrecuentes y la literatura exhibe algunas publicaciones.
La descripción de la visión doble (diplopia) que sigue a la anestesia del nervio alvéolo-dentario
inferior está descrita desde hace tiempo en la literatura. La explicación generalmente aceptada
para este fenómeno es que la solución del anestésico se inyectó inadvertidamente
directamente en la arteria alveolar inferior y que, debido a la velocidad de inyección, apareció
un flujo retrógrado de la solución anestésica. El flujo propuesto atraviesa la primera división de
la arteria maxilar y después superiormente llega a la arteria meningea media y accede al
cráneo. Se acepta la conexión entre la arteria meníngea media y la arteria lagrimal, a través de
la fisura orbitaria superior por medio de una rama lagrinal recurrente. El mecanismo propuesto
de la visión doble, por consiguiente, se relaciona con la vasoconstriccion de ramas que afectan
al músculo recto externo. Además, hay una rica anastomosis entre la rama lacrimal recurrente y
ramas de la arteria oftálmica.
Se propone también, otro mecanismo. Existe un trauma al plexo simpático que rodea la
carótida primitiva, las carótidas externas e internas y todas sus ramas cuando la aguja
anestésica inadvertidamente irrita la pared de una arteria. En el caso de anestesia alveolar
inferior, la arteria alveolar inferior estaría involucrada. En el caso de una infiltración maxilar,
estarían involucradas las arterias alveolares superiores posteriores. En ambas instancias el
trauma podría ocasionar un impulso que viajaría a lo largo de la arteria maxilar en la fosa
pterigopalatina. De allí, el impulso simpático pasaría a lo largo del nervio petroso profundo al
plexo carotideo interno, luego a lo largo de la arteria carótida interna y finalmente a la artería
oftálmica, en la órbita. Dado que la respuesta secundaria al daño traumático disminuye la
actividad simpá- tica, entonces, el parasimpático vería aumentada su acción, con los
consiguientes signos de lagrimeo, salivación y blanqueamiento de los tejidos.
9. Inyección intravascular
Puede haber falsos negativos. La jeringa de autoaspiración de Evers es, según nuestra
experiencia, un sistema seguro de aspiración y no se halla en relación con una determinada
marca de anestésico local.
Parálisis facial que puede acompañarse de alteraciones del gusto en la parte anterior de la
lengua, lo que indicaría afectación de la cuerda del tímpano, que es una anastomosis entre los
nervios facial y lingual; la infiltración de la cuerda del tímpano podría ser responsable de esta
anestesia.
B) Accidentes mediatos
1. Persistencia de la anestesia:
Puede ocurrir después de una lesión nerviosa en la punción. El nervio se regenera lentamente
y después de un periodo de tiempo variable se recupera la sensibilidad.
Pogrel y Thamby8, deducen que la incidencia se sitúa entre 1:26.762 y 1:160.571. De los
agentes anestésicos usados, la prilocaina parece ser el agente más frecuentemente
involucrado en este estudio. En la mayoría de los casos sólo hay daño parcial, pero la
recuperación es incompleta.
La bacteria que causa la infección del tracto de la aguja puede proceder de tres fuentes: la
misma sustancia que se inyecta, el ambiente de la consulta dental y la propia microflora del
paciente.
El desarrollo de la infección del tracto de la aguja depende del status de los mecanismos de las
defensas del paciente y del número y virulencia de las bacterias inoculadas. Los síntomas de la
infección van desde una mialgia prolongada y disfunción muscular a la infección aguda de los
espacios tisulares y septicemia.
3. Dolor.
Este fenómeno ocurre generalmente cuando se lesiona el periostio; el ejemplo típico de ello, es
la anestesia subperóstica o cuando sin ser así, en una anestesia infiltrativa supraperióstica se
coloca mal el bisel de la aguja.
La lesión de los troncos nerviosos por la punta de la aguja puede originar también neuritis
persistentes.
4. Necrosis.
Se trata de un accidente raro, aunque en otro tiempo no infrecuente. La necrosis más típica era
la de la fibromucosa palatina, en relación fundamentalmente con la utilización de un
determinado producto anestésico (fosfato de butanilicaina) o con la inyección de excesiva
cantidad de solución anestésica que además contuviese una gran concentración de
vasoconstrictor. La escara (a veces alar- mante) se desprende en unos cuantos días,
dependiendo de la extensión y, postenormente, comienza un dilatado proceso de granulación
por segunda intención.
5. Sindrome de Frey.
Es un síndrome de etiología dudosa, por irritación de la cara interna mandibular, que cursa con
signos de sudoración, calor y rubor en la región auriculotemporal en el momento de la
ingestión.
Cuando la jeringa permanece cargada durante mucho tiempo antes de la inyección, la solución
anestésica puede contaminarse con los iones de cobre del interior de la aguja, con la
manifestación clínica de edemas al cabo de dos o tres días o de persistencia anormalmente
larga de los efectos anestésicos.
7. Automordeduras
Bastará con que el niño esté informado del problema y que los padres estén atentos durante el
tiempo que dure la sensación de insensibilidad.
La aparición de trismus es poco común, pero se presenta más cuando se bloquean los nervios
alveolodentario y lingual y se infiltra la región posterior del maxilar superior. Se sabe que la
lidocaina con epinefrina, cloroprocaina y piperocaina producen daño a las fibras musculares y
también a la vasculatura y que la bupivacaina produce daño primariamente tan sólo a las fibras
musculares.
Cuando la concentración de epinefrina es alta, el daño muscular puede ser atribuido a ella
debido a la isquemia muscular local. Adicionalmente se sabe que la epinefrina deprime el
glucógeno muscular e incrementa el consumo de oxígeno. Estos efectos combinados con la
isquemia pueden inducir la necrosis muscular. Cuando además la epinefrina se une al
anestésico local puede haber un efecto aditivo. Hay un significativo aumento en suero de
creatínfosfoquinasa (CPK) entre 8 y 48 horas después de una simple inyección intramuscular
de lidocaina al 10%.
9. Alveolitis
Con la anestesia intraligamentosa no hay mayor incidencia de alveolitis que con la anestesia
infiltrativa o troncular normal. Sin embargo, se ha publicado que la incidencia de alveolitis es
significativamente más alta después del uso de lidocaina comparada con la prilocaina y que el
uso de repetidas inyecciones o de técnicas intraligamentosas incrementa la probabilidad de
este doloroso problema post-extraccion.
Como reacciones tisulares de carácter local hay descritos casos de tromboflebitis tras la
administración de lidocaina, así como cambios histológicos en los músculos esqueléticos al
usar lidocaina, mepivacaina, prilocaina, bupivacaina y etidocaina pero siempre reversibles, con
regeneración muscular completa a las dos semanas.
Complicaciones sistémicas
Los efectos sistémicos de los agentes anestésicos locales pueden dividirse en tres grandes
categorías: toxicidad del medicamento, reacciones alérgicas y reacciones psicógenas. La gran
mayoría de las reacciones sistémicas están relacionadas con los medicamentos o son de
naturaleza psicogénica.
1) Reacciones sistémicas
A) Toxicidad
A pesar de la gran seguridad que ofrecen estos fármacos, hay evidencia de reacciones
adversas que van desde el 2,5 al 11%. La mayoría de las reacciones adversas ocurren
inmediatamente a la inyección o dentro de las dos primeras horas tras ella. Para Kaufman y
cols10, la mayoría de las reacciones adversas ocurren dentro de los dos primeras horas tras la
inyección.
Una de las condiciones de un anestésico ideal es poseer un bajo grado de toxicidad sistémica y
estar libre de efectos colaterales indeseables. Sí dos anestésicos tienen la misma toxicidad
general, pero uno de ellos es más eficaz a menor concentración, éste proporciona un mayor
margen de seguridad. Aún cuando un anestésico sea tóxico cuando su concentración pasa de
cierto nivel en sangre, la adición de un vasoconstrictor permite la administración de una dosis
mayor y más segura del anestésico. Esto es debido, como ya se sabe, a que el vasoconstrictor
retarda la absorción del anestésico desde su lugar de aplicación, y, por lo tanto, la
concentración del anestésico en la sangre circulante no puede llegar a un nivel elevado. Sin
embargo, si el anestésico local es inyectado accidentalmente por vía intravascular, la presencia
del vasoconstrictor no podrá reducir su toxicidad.
A mayor vascularización (velocidad de drenaje venoso y linfático) de la zona donde se deposita
el anestésico, mayor rapidez en su absorción, por lo que su acción será de corta duración y la
concentración en el plasma será alta, aumentando, por lo tanto, su toxicidad. En consecuencia,
la misma dosis puede ser segura en un lugar, pero peligrosa en otro.
Otro factor del que se sabe afecta a la absorción del anestésico local es la acidez, que causa
vasodilatación y, en consecuencia, no son predecibles los efectos cuando las inyecciones se
aplican en tejidos con acidosis local.
Los anestésicos locales se excretan por la orina, principalmente en forma de sus metabolitos,
pero también en forma inalterada. Por esto, aquellos pacientes con alteración en la función
renal pueden acumular estos productos, debiendo, precautoriamente para evitar su toxicidad,
disminuir la dosis límite de los anestésicos. La acidificación de la orina facilita la eliminación del
anestésico local, lo que sugiere que la resorción tubular se efectúa por difusión no iónica.
Los anestésicos locales amino-amida son metabolizados principalmente en el hígado por los
enzimas microsómicos.
El anestésico local de enlace amida que se metaboliza más rápidamente es la prilocaina, lo que
explica en parte su baja toxicidad sistémica.
El metabolismo hepático de los anestésicos de enlace amida puede verse afectado por
cualquier factor que altere la función hepática. Esto puede incluir, desde una enfermedad
hepática a los medicamentos que afectan el flujo sanguíneo hepático, o una alteración de la
actividad enzimática hepática. Por ejemplo, la cimetidina, aumenta la vida media plasmática de
la lidocaina en las ratas hasta un 38%.
La sobredosis por anestésicos en la práctica dental es rara, pero puede ocurrir e incluso en
algunos casos puede ser fatal. Normalmente el uso de una buena técnica que emplee
pequeñas cantidades de solución, limita la toxicidad. Además, una buena historia puede
ayudarnos a descubrir problemas pasados.
Se piensa que la estimulación y depresión sucesivas producidas por los anestésicos locales en
el SNC, son en realidad consecuencia de la depresión neuronal y que la estimulación del SNC
seria la consecuencia de la depresión selectiva de las neuronas inhibidoras. Las reacciones en
principio serán de estimulación; si la concentración hemática sigue aumentando se afectan las
excitatorias apareciendo depresión central.
La fase de excitación puede tratarse administrando por vía IV diazepam (0,1 mg/Kg. o 5-10 mg,
IV, sin pasar de 5 mg/mm; puede repetirse a intervalos de 10-15 minutos si no cede, hasta una
dosis máxima de 30 mg, vigilando en todo momento las constantes respiratorias) o barbitúricos
(tiopental, 25-50 mg). La hipercapnia y la acidosis facilitan la aparición de convulsiones,
mientras que la administración de oxígeno es beneficiosa, aunque su administración no las
suprima. Las manifestaciones musculares se pueden suprimir con succinilcolina (0,5-1 mg/Kg,
IV) o con suxametonio. De hecho, en presencia de convulsiones graves, la intubación traqueal
combinada con la administración de succinilcolina y la respiración artificial previenen la
aspiración pulmonar y facilitan la hiperventilación. Estudios realizados sobre primates,
aconsejan el uso de diazepam para aliviar las convulsiones, sin la depresión respiratoria que
producen los barbitúricos. Si bien la succinilcolina, agente bloqueante muscular de acción corta,
puede controlar las contracciones musculares y facilitar la ventilación, la parálisis respiratoria
que induce puede resultar más peligrosa que el ataque mismo.
La inyección perineural puede ser una causa frecuente de accidente en el sillón dental, y ha
recibido poca atención en la literatura. El perineuro de los nervios periféricos es una
continuación de la pia y aracnoides que rodea la médula espinal. Si una aguja fina es insertada
en el perineuro de los nervios periféricos, el líquido in-yectado viaja centrípetamente hacia el
neuroeje. Es posible, pues, por esta vía que pequeñas cantidades de anestésicos locales
puedan alcanzar el cerebro. Esto puede ocurrir en clínica humana, si se utilizan agujas muy
finas, para bloquear nervios que están relativamente fijos, como es el caso del nervio dentario
inferior, en la vecindad del foramen mandibular. En este caso, aún con pequeñas cantidades,
como por ejemplo 2 cc de lidocaina al 2%, o sea 40 mg, pueden producir un bloqueo transitorio,
medular y mesencefálico.
A dosis altas, al bloquear la conducción nerviosa, pueden inhibir tanto el sistema simpático
como el parasimpático.
El sistema nervioso central es más susceptible que el cardiovascular a los efectos sistémicos
del anestésico local. Sin embargo, en el caso de la lidocaina el efecto tóxico más común es la
estimulación del sistema nervioso central seguida por depresión, o depresión solamente. Las
muertes atribuidas a sobredosis de lidocaina son generalmente debidas a los efectos
depresores del sistema nervioso central.
3) Sistema cardiovascular
Los efectos tóxicos sobre el sistema cardiovascular se van a producir en líneas generales por el
siguiente orden: depresión de la contractilidad, excitabilidad y velocidad de conducción,
disminución del volumen/minuto, hipotensión ligera-moderada, vaso- dilatación periférica,
hipotensión severa, bradicardia sinusal y colapso cardiovascular.
Las reacciones sobre el sistema cardiovascular van desde cambios ligeros en la presión
sanguínea a parada cardiaca. Casi todos los agentes anestésicos locales poseen in vitro una
acción vasodilatadora a excepción de la prilocaina y mepivacaina, pero esto al parecer
contribuye poco a la hipotensión que producen.
Las acciones sobre el sistema cardiovascular ocurren sólo con dosis relativamente altas y de
manera primordial son de tipo quinidinico sobre el miocardio para provocar una disminución de
la excitabilidad, de la velocidad de conducción, del inotropismo y del periodo refractario, efectos
que pueden ser visualizados en el EGG.
Son fármacos con acciones antiarritmicas comportándose como estabilizadores de membrana,
suprimiendo reentradas por bloqueo bidireccional. La procaína, procainamida y la lidocaina se
han usado por vía intravenosa por sus efectos quinidinicos para controlar las arritmias
cardíacas.
A nivel vascular producen vasodilatación arterial e hipotensión, tanto por acción directa
vascular como por bloquear la conducción de los impulsos nerviosos simpáticos y la
transmisión ganglionar.
Stabile y cols11, encontraron que la mayoría de los pacientes que reciben una inyección de
etidocaina intraósea, tienen un incremento transitorio de la frecuencia cardiaca. La mayoría de
los pacientes que reciben una inye- cción intraósea de lidocaina-epinefrina experimentan un
transitorio incremento de la frecuencia cardiaca, hecho que no sucede cuando se aplica
mepivacaina al 3% por la misma vía.
Una tensión arterial sistólica mayor de 200 mm Hg y diastólica mayor de 115 mm Hg es una
contraindicación absoluta para cualquier procedimiento dental.
El uso de EMLA de forma tópica en la encía puede ser elegido para procesos quirúrgicos cortos
y menores; la máxima analgesia tras la aplicación de 4 mg del anestésico se alcanza a los 14
minutos; 30 minutos después, la sensación gingival retorna a lo normal. La duración de la
analgesia es similar a la obtenida con spray tópico de lidocaina al 10% (200 mg). Altas
concentraciones se han asociado con síntomas tóxicos del SNC o sistema cardiovascular. En
pacientes con enfermedad hepática o insuficiencia cardiaca, el EMLA ha de ser usado con
precaución.
Los efectos locales producidos por un vasoconstrictor dependen del tipo de tejido en el que se
inyecta. Por ejemplo, la epinefrina, produce vasodilatación local cuando se inyecta en el
músculo esquelético debido a que contiene sobre todo receptores betaadrenérgicos. En este
caso la epinefrina puede activar la absorción sistémica del anestésico local, aumentando así la
posibilidad de que se produzcan efectos colaterales sistémicos no deseables. La actividad de
los vasoconstrictores se reduce, como ya habíamos dicho anteriormente, en ambientes
acidóticos (lugares de infección o de inflamación). Se desconoce el mecanismo exacto de la
inactivación simpaticomimética de la amina con un pH bajo.
Además en los tejidos inflamados aumenta el flujo sanguíneo tisular, lo que induce a una mayor
absorción sistémica del vasoconstrictor y pueden presentarse efectos colaterales sistémicos no
deseados (estimulación cardiovascular).
Calatayud y cols13**, hacen una excelente revisión del uso de los vasconstrictores en
Odontología en España.
Se han llevado a cabo muchos intentos para descubrir vasoconstrictores más seguros que las
aminas simpaticomiméticas, adrenalina y noradrenalina, estudiándose las vasopresinas
(hormonas del lóbulo posterior de la hipófisis) entre las que se incluyen: vasopresina,
felipresina y ornipresina.
* Control del dolor mediante una buena técnica anestésica, ya que constituye uno de los
principales motivos del estrés durante el tratamiento odontológico. Se utilizará un anestésico
local con vasoconstrictor, ya que el riesgo de crisis anginosa es mayor por la liberación
endógena de epinefrina secundaria al estrés que el que resulta de la pequeña cantidad de
vasoconstrictor usada en los anestésicos locales.
* Debe intentarse conseguir una profunda y prolongada anestesia con la menor dosis posible
de vasoconstrictor. Se recomienda no sobrepasar los 0,04 mg de epinefrina en una sola visita
(una dosis máxima de 2 o 3 carpules con una concentración de epinefrina del 1/100.000),
aunque no hay datos objetivos que apoyen una dosis límite absoluta. Como norma general, el
uso de epinefrina a concentraciones superiores de 1/100.000 se considera arriesgado. La
anestesia se administrará lentamente y con aspiración periódica.
En los casos de Síndrome de Marfan, los anestésicos que contengan epinefrina deben ser
manejados con cuidado ya que provocan alteraciones cardíacas.
Cuando un paciente está siendo medicado con betabloqueantes no selectivos hay varias
opciones para evitar las interacciones:
2ª) Consultar con el médico y preguntar si la medicación puede ser interrumpida un día antes
del procedimiento y restaurada inmediatamente después del mismo.
3ª) Administrar un cartucho y volver a tomar tensión y pulso después de 3-4 minutos, repitiendo
este protocolo para cada cartucho.
Mask15, señala que la epinefrina debe ser usada con cautela en pacientes con marcapasos o
dispositivos defibriladores automáticos debido a la posibilidad de aparición de una arritmia
refractaria; debe consultarse con el cardiólogo del paciente.
El momento del día en el que la epinefrina ocasiona más efecto en las variables
cardiovasculares coincide con el momento en que las mayores elevaciones de la presión
arterial ocurrían a las ocho de la mañana y las menores elevaciones sucedían a las dos de la
tarde.
Meechan y cols16, publican que los pacientes con trasplante cardiaco experimentan una
taquicardia significativa 10 minutos antes de la inyección de una solución que contenga
epinefrina. No se encontró significativo cambio en la frecuencia cardiaca después de la
inyección de una solución sin epinefrina. De ahí que pueda deducirse que la respuesta
cardiovascular a la anestesia dental local en pacientes trasplantados de corazón es gobernada
por la solución inyectada.
Meechan y cols17, estudiaron los cambios de presión arterial en niños cuando se utiliza
lidocaina con epinefrina para procedimientos restauradores, de modo que sí influencia la
respuesta hemodinámica de tal modo que la presión diastólica cayó 20 minutos después de la
inyección.
Sin embargo, este tema es muy discutido, y no todo el mundo está de acuerdo y algunos
piensan que los anestésicos locales formulados con epinefrina, o norepinefrina como
vasoconstrictores pueden usarse sin reserva especial en pacientes que toman inhibidores de
MAO o fenotiacinas. La epinefrina es el vasoconstrictor adrenérgico de opción en los pacientes
que toman medicación antidepresiva triciclica, pero la prudencia indica que debe reducirse su
dosificación maxima.
Hay que corregir los estados hipotensivos: elevación de los miembros inferiores, fluidoterapia,
vasopresores (metoxamina, efedrina, entre otros). Si existe bradicardia, aplicar atropina (0,6 mg
IV).
B) Reacciones alérgicas
A pesar de que las reacciones alérgicas a los anestésicos locales son muy raras, al parecer
existe un gran número de pacientes que asegura ser alérgico a estos agentes.
Las reacciones alérgicas se dan principalmente con los anestésicos tipo éster (procaína,
dibucaina, tetracaina) y van desde dermatitis hasta reacciones de respuesta anafiláctica, que
cuando aparecen suelen ser de extrema gravedad. Los signos clínicos más típicos son:
eritema, prurito, urticaria o dermatitis exfoliativa, edema oral, facial o circunorbitario; una cuarta
parte de los casos cursa con distress respiratorio y posible muerte; puede haber convulsiones,
síntomas gastrointestinales, shock y coma. Se debe sospechar que existe alergia si cualquiera
de los síntomas señala- dos se presenta a continuación de la administración de los anestésicos
locales, pero no es normal en su ausencia.
Muchas de las soluciones anestésicas locales tipo amida han contenido metilparabeno como
conservante. El metilparabeno es un éster alquilo del ácido parahidroxibenzoico y por lo tanto
es estructuralmente parecido al PABA. Esta similitud sugiere que el metilparabeno puede
también producir hipersensibilidad. La FDA exige la eliminación del metilparabeno de los
anestésicos que contengan una dosis única, como los cartuchos dentales. La lidocaina
preparada para uso tópico puede contener, asimismo, metilparabeno o clorocresol como
conservantes que pueden producir sensibilización.
Es necesario insistir en que los test intracutáneos no permiten asegurar con fiabilidad la
hipersensibilidad a los anestésicos locales, pues se han observado reacciones falsas, tanto
positivas como negativas.
Como especifica Bourrain21, los accidentes alérgicos relacionados con anestésicos locales que
pueden aparecer son generalmente de tipo IV y I. Los de tipo IV son las reacciones de
hipersensibilidad retardada mediadas por células. El prototipo es la reacción de Mantoux.
En el caso de los anestésicos locales suele expresarse en la piel por un eczema. Los síntomas
aparecen de forma retardada, yendo desde unas horas a 48 horas, principalmente cercano al
lugar de aplicación, aunque cuando el alergeno ha sido inyectado las lesiones pueden aparecer
a distancia. Se manifiestan como lesiones eritematosas, habitualmente vesiculosas y
pruriginosas. La curación es lenta, durando bastantes días y se acelera por la aplicación de un
dermocorticoide.
Este tipo de alergias era debido sobre todo a anestésicos tipo éster. La alergia a los
anestésicos tipo amida es muy rara y para algunos no existe; en cualquier caso, la mayor parte
de las veces se manifiestan tras la aplicación de geles y cremas y raramente cuando son
inyectados.
La determinación de los alergenos particulares con respecto a los anestésicos locales puede
representar una dificultad especial en la clínica odontológica. Las alergias y reacciones
pseudoalérgicas pueden estar asociadas con toda clase de drogas usadas en la práctica
dental.
Rood22, como otros muchos autores consultados, opina también que la mayor parte de las
veces las reacciones adversas son reacciones psicógenas.
Es dificil saber con exactitud con qué frecuencia se presentan las reacciones de
hipersensibilidad, ya que no seria normal que todos los casos fueran publicados. Otro problema
es que los signos y síntomas observados durante una reacción adversa son generalmente
inespecificos y pueden conducir a un mal diagnóstico y a etiquetar erróneamente de que un
paciente es alérgico.
Estamos de acuerdo con Wilson y cols23, en que una historia detallada es esencial para evitar
riesgos a un paciente con un agente ante el cual hay probada intolerancia. Las alergias
verdaderas a los anestésicos locales son raras, pero es común diagnosticarías mal y pensar
que cualquier evento adverso serio sea una reacción alérgica. Las causas más frecuentes son
los conservantes, antioxidantes o metabólicos, y no precisamente el mismo anestésico.
Campbell y cols24, enfatizan la necesidad de que los odontólogos y estomatólogos generales
realicen correctos diagnósticos en este tipo de situaciones.
Brown y cols25, presentan un caso de un paciente que con diversos regímenes de anestésicos
locales presentaba siempre eritema dérmico y prurito, aproximadamente 36 horas después del
tratamiento.
Algún caso hay descrito de alergia a la articaina. El paciente toleró bien el tratamiento con
lidocaina.
a) Intervención inmediata:
- Administrar epinefrina acuosa en dilución al 1:1000, 0,3-0,5 ml (0,01 mg/Kg peso en niños;
dosis máxima, 0,3 mg), intramuscular, en el brazo (deltoides), cada cinco minutos, tantas veces
como sea necesario, hasta controlar los síntomas y la presión arterial. Sin embargo, y aunque
se cita la inyección en el brazo, la administración intramuscular en la cara anterolateral del
muslo (vastus medialis) produce más altos y rápidos niveles en plasma que en el brazo y será
el lugar de elección.
b) Medidas generales:
- Tomar una vía venosa y administrar suero salino fisiológico para reposición de fluidos. Si
existe hipotensión severa, administrar expansores del plasma si son necesanos.
c) Medidas específicas:
En todos los casos, pues, el manejo debe comenzar con la norma ABC estandar y suplemento
de oxígeno. La duración de acción de la epinefrina es relativamente breve (10-30 minutos) ya
que se biotransforma muy pronto y las dosis pueden necesitar ser repetidas si los síntomas
recurren.
C) Reacciones psicógenas
Las reacciones psicógenas son, probablemente, las reacciones adversas más comúnmente
asociadas con la administración de los anestésicos locales. Debido a la naturaleza insidiosa de
estas reacciones, a menudo se atribuyen equivocadamente a la toxicidad o a reacciones de
hipersensibilidad.
Este cuadro responde bien a medidas posturales (decúbito supino con elevación de las
extremidades inferiores). Hay que monitorizar los signos vitales y además de mantener el
tránsito aéreo, se administrará oxígeno al 100%, lo cual es fundamental para corregir la
acidosis que agravaría la toxicidad de los anestésicos locales; por esto, además, hay que
inyectar bicarbonato intravenoso, continuando por esta vía la infusión de líquidos (Ringer
lactato, expansores del plasma, etc.) según el estado de la tensión arterial. El tratamiento de la
hipotensión suele hacerse con aminas simpáticomiméticas de acción directa tipo metoxamina,
10-15 mg, IM o IV, que es estimulante alfa específico, sin acción sobre el músculo cardíaco,
efedrina o fenilefrina. También puede ser útil la administración de un corticoide vía parenteral.
D) Metahemoglobinemia
La metahemoglobina está normalmente presente en la sangre a niveles menores del 1%. Los
niveles pueden tomarse tóxicos cuando la hemoglobina es oxidada hacia metahemoglobina
después de ser administrados anestésicos con la benzocaina y la prilocaina.
La dosis máxima admitida es variable según los autores consultados. Las dosis máximas para
un niño de 22 Kg no deben exceder de 150-200 mg y la dosis máxima para un adulto estará
entre 450 y 600 mg. Esto corresponde aproximadamente a 7 cartuchos con un 4% de prilocaina
para un individuo de 70 Kg de peso.
5) Otras acciones
Para Nakamura y cols28, la administración de anestesia local y la extracción dentaria activan las
glándulas suprarrenales resultando un incremento del nivel de glucosa en suero en pacientes
normotensos.
Acción sobre el feto. La mayoría de los anestésicos locales atraviesan la barrera placentaria
por difusión pasiva concentrándose especialmente en el hígado, cerebro y miocardio del feto
por lo que pueden aparecer convulsiones y arritmias tras su empleo en obstetricia. La
felipresina no debe usarse en pacientes embarazadas, ya que tiene un efecto oxitócico
moderado que puede impedir la circulación placentaria al bloquear el tono del útero. Esta
contraindicación es doblemente válida ya que la felipresina por lo regular está disponible con
prilocaina, que pasa la barrera placentaria y, como ya sabemos, una dosis elevada puede
producir metahemoglobinemia fetal.
El estudio de Giuliani y cols29, sugiere que aun cuando una madre lactante sufra el tratamiento
dental con anestesia local usando lidocaina sin adrenalina, ella puede continuar la alimentación
de su hijo con toda seguridad.
Con la excepción de reacciones alérgicas muy raras, los niveles de exposición infantil a la
lidocaina y sus metabolitos, son sumamente bajos y de ninguna importancia toxicológica.
Se sabe que los pacientes ancianos tienen un período de latencia mucho menor que los
pacientes jóvenes. Debido a que la población anciana tiene baja tolerancia a las drogas, parece
que el mejor anestésico que se puede utilizar es la prilocaina con felipresina.
Lovera-Prado y cols30, hacen una excelente revisión del tratamiento dental en los pacientes con
insuficiencia renal. Recuerdan que no se debe sobrepasar el 25% de la «dosis total máxima»
admitida en el paciente normal para el paciente médicamente controlado con una disminución
de la función renal y no más de un 50% de la «dosis total máxima» para el paciente con
insuficiencia renal.
1) Anestesia de los nervios dentarios anteriores.- Son raras las complicaciones con esta
inyección.
Hay que evitar la penetración en el músculo canino, que se inserta en la fosa del mismo
nombre. La punción de este músculo origina equimosis y hematomas dolorosos y la inyección
de la solución anestésica a su nivel conduce a un fracaso de la anestesia.
Conclusiones
El odontólogo o estomatólogo tiene que estar formado para reconocer los síntomas y signos de
las complicaciones aquí citadas, debe estar al día sobre los avances en el tratamiento de estas
complicaciones y debe ensayar en su consulta, las técnicas de resucitación cardiopulmonar en
colaboración con sus ayudantes habituales, a los que habrá instruido previamente.