Principios SL SL OCR
Principios SL SL OCR
Principios SL SL OCR
sociolingüística
y sociología
del lenguaje
Francisco Moreno Fernández
4.a edición
Copyrighted material
1.* edición: enero de 1998
4 * edición corregida y actualizada: enero de 2009
ISBN 978-84-344-8277-7
Copyrighted material
ÍNDICE
LA VARIACIÓN EN LA LENGUA
Copyrighted material
2 PRINCIPIOS DE SOCJOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE
Segunda parte
opyrighted material
ÍNDICE 3
Tercera parte
Copyrighted material
4 PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE
Cuarta parte
índice analítico
Bibliografía .
Copyrighted material
A Nicolás Moreno Martín de Nicolás.
¡Pues mejor!
Copyrlghted material
PRÓLOGO A LA CUARTA EDICIÓN
Cuando un libro de texto corre de mano en mano durante varios años, parece adquirir
vida propia y, si el autor tiene la oportunidad de retocarlo, se ve tentado de renunciar a par
te de su intención primera para responder a lo que los lectores han ido buscando en la obra.
Las más de las veces, el libro de texto sigue siendo pórtico de entrada a una materia para
estudiantes de distinto nivel de formación o estudiosos de diferente procedencia intelec
tual, por lo que el autor puede hacer el intento de abundar en el ecumenismo, con el deseo
de ser entendido desde posiciones muy dispares. En ocasiones, se demanda una informa
ción actualizada al tiempo que interpretada por el autor, porque es tal el aluvión bibliográ
fico actual que a menudo requerimos el apoyo de opiniones ajenas que ayuden a separar el
grano de la paja y a esquivar los árboles que impiden la visión del bosque. Otras veces, en
fin, se busca simplemente un recordatorio de conceptos clásicos, una especie de vuelta a
los orígenes, pero con argumentos más claros y sencillos, siempre bien ejemplificados.
Esta cuarta edición de Principios de sociolingüistica y sociología del lenguaje tiene algo
de todo eso, pero no renuncia a los objetivos que orientaron su concepción original.
Por otro lado, sería cínico negar que las reediciones son el punto idóneo para abordar el
aliviador quehacer de la corrección de erratas ... y de la subsanación de errores. Difícil tarea
la de editar una obra técnicamente compleja —como lo es un manual— por cuanto el autor,
más que demiurgo, se siente un Sisifo que, aplicado en la pesada revisión de despistes, siem
pre se halla al comienzo del camino, con más faltas que corregir y aspectos que mejorar. Para
los que creemos que las cosas deben hacerse bien, la enmienda de los errores que no cesan
resulta desesperante. Afortunadamente, hay subterfugios filosóficos capaces de positivar la
realidad más fea: para la estética japonesa wabi-sabi, todo es imperfecto, todo es efímero,
todo es incompleto. Consuela pensar que, incluso en tal estado, las cosas pueden llegar a ser
útiles y bellas. Con todo, este libro sigue siendo imperfecto e incompleto, pero ha enmenda
do erratas —sobre todo en el índice analítico—, ha actualizado referencias bibliográficas y
la relación de enlaces de intemet, a la vez que ha incluido algunas noticias de aspectos no tra
tados en ediciones anteriores. Ojalá siga aceptándose como una obra de provecho y pueda
llegar, con vida propia, donde el autor no alcanzará a pisar nunca.
Copyrighted material
PRÓLOGO A LA SEGUNDA EDICIÓN 13
derarse una adición la relación de fuentes de interne! en la que consultar información o ma
teriales sociolingüísticos, si bien he incluido referencias a la red en otros muchos lugares
de esta segunda edición.
Finalmente, quisiera insistir en la fidelidad a una de las guías de estos Principios des
de su primera redacción: la atención a la lengua española. Este es un manual redactado en
español, con ejempJificación en español y pensado para lectores y contextos que tienen
contacto con el español o que se mueven en un entorno de lenguas románicas, aunque tam
bién puede resultar útil y curioso a los lectores que simplemente quieran conocer la socio-
lingüística a través de muestras procedentes del mundo hispánico. Mi mayor deseo es que
los lectores interesados en estas materias y los estudiantes de sociolingüística, sociología y
política, psicología, lingüística general, didáctica, dialectología, traducción, antropología
o etnografía, sean de donde sean, piensen por un segundo que el contenido de estas pági
nas les ha ayudado a entender mejor cómo funciona la lengua en su contexto social.
FMF
Chicago, abril de 2005
Copyrighted material
INTRODUCCIÓN
Copyrighted material
16 PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE
y sus consecuencias sociales. Los principios básicos de la teoría son los de convergencia
y divergencia: la convergencia es una estrategia comunicativa que los hablantes siguen
para adaptarse a una situación y al habla de sus interlocutores; la divergencia es un proce
dimiento por el que los hablantes acentúan sus diferencias lingüísticas y comunicativas
respecto de otros individuos. A lo largo de este manual tendremos oportunidad de compro
bar que la acomodación o adaptación ofrece explicaciones convincentes para fenómenos
tan diversos como el cambio de estilo, los mecanismos de la conversación o la elección de
lengua.
La organización interna de este Principios ofrece cuatro partes. Las tres primeras res
ponden a un recorrido lineal que va de lo particular a lo más general: comenzaremos por la
explicación de elementos tan concretos como los sociofonéticos, para concluir en el vasto
ámbito de la convivencia de lenguas y sociedades diferentes, siguiendo un itinerario que
nos llevará por la variación estilística, la variación en grupos sociales y los procesos de in
teracción comunicativa entre individuos. Caminaremos del «hablante» a la «nación», del
«sonido» a la «cultura», presentando, en la primera parte, los principios fundamentales de
la sociolingüística propiamente dicha (la variación en la lengua), en la segunda parte los
conceptos básicos de la etnografía de la comunicación (la lengua en su uso social) y, en la
tercera, los temas más destacados de la sociología del lenguaje y de ios estudios de lenguas
en contacto (la coexistencia de lenguas y sociedades). Los títulos de los capítulos nos dan
una idea más precisa de su contenido: la variación en los niveles de la lengua, las variables
sociales, patrones de variación sociolingüística, variedades lingüísticas, el cambio lingüís
tico visto desde la sociolingüística, el concepto de variación, en la primera parte; interac
ción comunicativa y cortesía, discurso y conversación, actitudes lingüisticas, lengua, cul
tura y pensamiento, en la segunda parte; bilingüismo, diglosia, elección, mantenimiento y
cambio de lengua, lenguas en contacto, lenguas pidgin y lenguas criollas, en la tercera
parte.
Los asuntos lingüísticos que en este volumen se van a tratar abarcan el espectro com
pleto de los niveles de la lengua, desde el fonema —casi desde el rasgo distintivo— a la
macroestructura del texto, pasando por el morfema, la oración y las secuencias discursivas
más simples. Y todos ellos son vistos en su relación y correlación con los múltiples facto
res sociales que concurren en las comunidades de habla, desde la di visión en clases o estra
tos a la interacción comunicativa, pasando por diversos tipos de organizaciones sociales.
Por otro lado, es conveniente anunciar que la lingüística será la ciencia que nos sirva
de norte en la presentación y valoración de los fenómenos de la lengua y de la sociedad.
Pero debe saberse, igualmente, que no dudaremos en conceder espacio a una sociolingüís
tica que vaya algo más allá de la lingüística o que nos obligue a discurrir por otras discipli
nas, como la sociología, la antropología, la psicología social, la etnometodología, la etno
grafía, la pragmática, el análisis del discurso, el análisis de la conversación, la lingüística
del texto. A todas y cada una de estas ciencias se les reconoce una relación, más o menos
estrecha, con la sociolingüística; por eso serán objeto de nuestro comentario, pese a que
los lingüistas puedan reprochamos el abandono del terreno de la sociolingüística estricta.
Las tres primeras partes de este manual darán prioridad a la presentación de los con
ceptos y principios básicos de la sociolingüística, procedan de la escuela que procedan,
aunque el peso de la investigación norteamericana se ha de hacer notar. Procuraremos no
detenemos tanto en la sociolingüística como en lo sociolíngüístico, dando protagonismo a
la lengua y a la sociedad, esto es, a los hechos sociolingüísticos propiamente dichos. Ade
más, todos los capítulos van seguidos de unas propuestas de ejercicios y de reflexiones que
Primera parte
LA VARIACIÓN EN LA LENGUA
Copyrighted material
Capítulo 1
Lengua y variabilidad
La lengua es variable y se manifiesta de modo variable. Con esto se quiere decir que
ios hablantes recurren a elementos lingüísticos distintos para expresar cosas distintas, na
turalmente, pero a la vez tienen la posibilidad de usar elementos lingüísticos diferentes
para decir unas mismas cosas. En efecto, el uso de ciertas unidades lingüísticas en lugar de
otras puede expresar significados diferentes o, de forma más amplia, valores semánticos
diferentes; piénsese, por ejemplo, en el uso de z y s (caza, casa), de -dor y -dero (yestidor
‘que viste [a alguien] \ vestidero ‘que es vestido'), de ser y estar (serfiterte, estar fuerte),
en la ausencia o presencia de determinante en el sintagma nominal (he bebido cerveza, he
bebido una cerveza), en el uso de la forma enclítica de se (tirar, tirarse) o de los tiempos
verbales en determinados actos de habla (¿puede venir mañana?, ¿podría venir maña
na?).
Pero hay ocasiones en que el uso de un elemento en lugar de otro no supone ningún
tipo de alteración semántica: tanto si se usa uno como si se usa otro, se está diciendo lo
mismo. Esto es lo que los socio lingüistas denominan variación lingüistica. He aquí algu
nas muestras de variación en español: realizaciones [s, h, 0] del fonema /s/ implosivo (ca
sas, casah); realizaciones [r, I] de los fonemas /r/ o /l/ en posición final de sílaba (multa,
murta); realizaciones más o menos tensas de ch, el uso del seseo, el ceceo o la distinción de
5 y z; la realización de /n/, en posición final, como alveolar o como velarizada; el uso de los
morfemas -ra o -se para el imperfecto de subjuntivo; el leísmo, el laísmo o el loísmo; la
presencia o ausencia de sujeto pronominal; la preferencia por ciertas construcciones acti
vas 0 pasivas. Todos ellos son casos de variación. Al elemento, rasgo o unidad lingüística
que puede manifestarse de modos diversos —esto es, de forma variable— se le da el nom
bre de variable lingüistica. Asi, una variable lingüistica es un conjunto de manifestaciones
de un mismo elemento y cada una de las manifestaciones o expresiones de una variable re
cibe el nombre de variante lingüistica.
Al identificar un fenómeno de variación, las preguntas que surgen de modo inmedia-
22 PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE
to, en cualquier nivel lingüístico, son ¿por qué? ¿cómo se ha originado? Y las respuestas
suelen requerir el auxilio de disciplinas como la dialectología o de la historia de la lengua
porque es habitual que haya factores extralingüísticos implicados en la variación: factores
como la geografía (variación geolingüística), la historia (variación histórica) o la situación
comunicativa, en su sentido más amplio (variación estilística). Todos estos factores pue
den explicar o ser responsables de muchos casos de variación. Pero los especialistas en so-
ciolingüística se plantean preguntas más concretas: ¿cómo se manifiesta esa variación?
¿qué factores la determinan? ¿qué capacidad de determinación tiene cada uno de los facto
res concurrentes? ¿qué variantes lingüísticas caracterizan a unos grupos sociales y a otros?
La sociolingüística se preocupa de estos asuntos porque los factores sociales también pue
den determinar y explicar Ja variación.
Henrietta Cedergren (1983: 150) y Humberto López Morales (2004: 56-57) han se
ñalado, desde la sociolingüística y con toda claridad, que los factores que determinan la
aparición de unas variantes lingüisticas en ciertas circunstancias y de otras variantes en
circunstancias diferentes, dentro de una comunidad de habla, responden a estas cuatro po
sibilidades:
Copyrighted material
LA VARIACIÓN EN LA LENGUA 23
Comunidad de habla
Una comunidad de habla está formada por un conjunto de hablantes que comparten al
menos una variedad lingüística, unas reglas de uso, una interpretación de ese uso, unas actitu
des y una misma valoración de las formas lingüísticas.
Copyrighted material
LA VARIACIÓN EN LA LENGUA 25
Tenemos, por tanto, que las tres características presentadas (frecuencia, integración
en un sistema, estratificación social y estilística) se encuentran muy a menudo en las varia
bles fonético-fonológicas, con virtiéndolas en objeto de estudio predilecto para la sociolin-
güística. Ahora bien, eso no quiere decir que este campo de la socio lingüística esté exento
de problemas; ni mucho menos.
Una de las dificultades prácticas más complicadas de salvar en todo estudio de la va
riación fonética es el establecimiento de las clases o tipos de sonidos que van a ser consi
derados como variantes, porque es bien sabido que las posibilidades de realización fonéti
ca de un fonema cualquiera son prácticamente infinitas y que dependen de factores más o
menos regulares (contextos, variantes dialectales), pero también de factores absolutamen
te aleatorios, como las condiciones concretas de cada articulación o la constitución del
aparato fonador de cada hablante en particular.
Para el estudio de la variación es imprescindible manejar y fijar una serie limitada de
variantes o de posibles realizaciones, que van ser consideradas como auténticas clases o ti
pos, puesto que han de incluir todos los sonidos que cumplan unos requisitos determina
dos. Así, cuando Orlando Alba estudia el comportamiento variable del fonema f\/ en posi
ción final de sílaba, distingue las variantes lateral [1], vibrante [r], vocalizada [i] y elidida
[0], y puntualiza (1990: 135-136):
Copyrighted material
26 PRINCIPIOS DE SOCIOL1NGÜÍST1CA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE
lugar de articulación sino también en lo relativo al grado de contacto de la lengua con la zona
donde se produce la articulación: los alvéolos, los dientes, el paladar, etc. De forma similar
sucede con la variante vocalizada que, como han indicado algunos investigadores, presenta
diversos grados de abertura y de localización. Se ha creído prudente trabajar con una variante
tipo y no intentar discriminar diferencias fonéticas sutiles que a simple oído resultan muy di
fíciles de transcribir de manera consistente. Sólo un análisis instrumental podría recoger de
terminadas variaciones alofónicas de forma precisa, constante, fidedigna.
Como han señalado numerosos especialistas, entre ellos López Morales (2004:
57-64), los factores lingüísticos con capacidad para determinar la variación fonéti-
co-fonológica pueden dividirse en tres grupos: distribucionales, contextúales y funcio
nales. Los factores distribucionales tienen que ver con el lugar en que aparece el fone
ma: posición inicial de silaba, fina! de sílaba interior de palabra, final de sílaba y final de
palabra, etc. Los factores contextúales están conformados por los elementos que antece
den y siguen a la variable: consonante antepuesta o pospuesta, vocal antepuesta o pos
puesta, pausa. Los factores funcionales se refieren a la naturaleza de las categorías gra
maticales en las que se incluye la variable: función gramatical, tipo de morfema, lugar en
la curva de entonación, etc. Unos pocos ejemplos nos servirán para ilustrar cómo se ma
nejan los tipos (las variantes) de diversas variables y cómo se correlacionan esas varian
tes con otros factores.2
Los ejemplos de variación fonético-fonológica que ofrecemos a continuación proce
den de varios lugares hispanohablantes y se refieren a variables fonéticas diferentes. Co
menzamos con un ejemplo procedente del español de España; más concretamente, de la
ciudad canaria de Las Palmas. José Antonio Samper (1990; 263-271) ha observado allí el
comportamiento variable de la -d- cuando aparece en posición intervocálica. Distingue
este investigador tres posibles realizaciones: una d plena (partido, nada, ayuda/, otra rela
jada y una tercera, elidida (lavo ‘lado’, dividiso ‘dividido’, cuñÁaa ‘cuñada’). En la apari
ción de cada una de ellas influyen factores tanto lingüísticos como sociales. En lo que ata
ñe a los primeros, se aprecia que los más significativos para explicar la variación de la den
tal son el estatus gramatical, el contexto fónico y la categoría léxica. De este modo, la eli
sión se hace más frecuente cuando la -d- forma parte de un participio (estatus gramatical) o
cuando la vocal anterior es a u o y la vocal posterior es o (contexto fónico). También se ve
favorecida la elisión cuando la palabra en cuestión es un adjetivo y, muy especialmente, en
la palabra todo, cuando es adyacente.
Los casos de variación fonético-fonológica menudean también en las hablas america
nas. Antes hacíamos referencia a las clases de variantes que distinguía Orlando Alba para
estudiar la variación del fonema /l/ implosivo: lateral, vibrante, vocalizada y elidida. Los
factores lingüísticos que se han considerado como posibles agentes de esta variación son
el segmento fonológico siguiente, la vocal precedente y el lugar del acento en la palabra.
En Santiago de los Caballeros (República Dominicana), la presencia de un elemento foné
tico cualquiera (lateral, vibrante o vocal), como realización de -/l/, es más frecuente en po-
2. En este momento sólo nos interesa comentar cómo las variantes pueden venir determinadas por facto
res lingüísticos, lo que supondrá, de hecho, que los ejemplos propuestos no sean auténticas muestras de estudios
sociolingüisticos sino de meros estudios lingüísticos: se intenta explicar cómo funciona la lengua en sí misma,
internamente. Con otras palabras, aunque en la realidad suele haber factores extralingüísticos implicados en la
variación lingüistica, sobre todo en la fonético-fonológica, preferimos dejar su presentación para el capítulo si
guiente, insistiendo en la idea de que la sociolingüística encuentra su sentido cuando los hechos lingüísticos se
correlacionan con variables sociales y situacionalcs.
fopyrighted material
28 PRINCIPIOS DE SOCIOL1NGÜJSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE
Basándose en estos argumentos, Quilis distingue tres niveles para el estudio de la en
tonación. el nivel lingüístico, que califica de denotativo, nocional u objetivo, el nivel ex
presivo y el nivel sociolingüístico, que considera connotativo y subjetivo. Los datos de un
estudio sociolingüístico realizado en Alcalá de Henares nos llevan a afirmar que existen
marcas prosódicas que se correlacionan con variables de naturaleza social y, consecuente
mente, que la función sociolingüística de la entonación consiste en la aparición de ciertos
rasgos prosódicos que pueden ser reconocidos como marcas de grupo social (Moreno Fer
nández, 19986; 1999).
Copyrighted material
LA VARIACIÓN EN LA LENGUA 29
A ello puede añadirse que la variación sintáctica, muy frecuentemente, no está estrati
ficada social ni estilísticamente, sino que viene determinada por factores netamente lin
güísticos.
Al margen de lo complicado que pueda resultar el análisis de la variación de elemen
tos poco frecuentes, de inventario abierto y no correlacionados social ni estilísticamente,
el escollo que se ha considerado como más difícil de evitar es el relacionado con la demos
tración de que un conjunto de variantes son realmente formas diferentes de decir lo mismo,
esto es, de que son formas equivalentes; estamos, pues, ante un obstáculo esencialmente
semántico. Tal escollo no elimina, sin embargo, la posibilidad de identificar y analizar con
éxito numerosos casos de variación gramatical.
Advertidos de las dificultades que encierra el estudio de la variación gramatical, es
pecialmente la sintáctica, se hace necesario comentar qué clases de variables son las que
quedan incluidas en este tipo de variación. Pedro Martín Butragueño (1994) ha intentado
llegar a una tipología de la variación gramatical en la sociolingüística del español y ha pro
puesto la siguiente clasificación de las variables: variables de tipo morfológico, de tipo ca-
tegorial, de tipo funcional y de tipo posicional.
Las variables de tipo morfológico son aquellas que afectan, claro está, a elementos de
la morfología, sobre todo de la morfología gramatical, cuya variación rara vez implica los
niveles sintáctico y pragmático y que suelen verse determinadas por factores tanto socio-
lingüísticos y estilísticos, como históricos y geográficos. Serían variables de tipo morfoló
gico las que se expresan a continuación:
Es evidente que esta relación podría ser más amplia, sobre todo si se piensa en varie
dades dialectales concretas, como es claro que algunos de estos ejemplos rozan el límite de
la sintaxis, aunque no por ello dejan de ser buenas muestras de fenómenos morfológicos.
Las variables de tipo categorial son aquellas que afectan, en algunos casos, a ele-
Copyrighted material
30 PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE
méritos de la morfología y, en casi todos, a Ja sintaxis, cuya variación implica a veces los
niveles semántico y pragmático. Es importante tener en cuenta que este tipo de variables a
menudo no vienen determinadas por factores sociolingüisticos, estilísticos, históricos y
geográficos o se ven determinadas por ellos de un modo bastante irregular. Serian varia
bles de tipo categorial las que se expresan a continuación:3
Las variables de tipo funcional son aquellas que afectan a la sintaxis, parcialmente a
la morfología, y que no suelen estar correlacionadas con otros factores de naturaleza se
mántica. Por otro lado, como ocurre con las variables de tipo morfológico, a menudo re
sultan determinadas por factores históricos, geográficos, sociolingüisticos y estilísticos,
aunque no siempre es asi. Algunos ejemplos de estas variables son los siguientes:
c) Personalización de haber.
ha habido muchos problemas / han habido muchos problemas.
d} Personalización de hacer.
hace seis anos que no nieva / hacen seis años que no nieva.
3. Martín Bu traguen o incluye más variables en la relación correspondiente al tipo categorial, pero su
consideración nos obligaría a hacer justificaciones que nos alejarían mucho del interés principal de este capitu
lo. Hemos prescindido también de las variables que no parecen responder a factores de índole sociolingüística.
Copyrighted material
32 PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜISTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE
en los casos en que el referente de la oración no coincide con el referente de la oración an
terior (nunca quise salir a cenar y ella nunca me lo reprochó), cuando el número es singu
lar y cuando el verbo es de percepción (ver, oler, etc ). En esta variable, y así lo han com
probado tanto Bentivoglio como Silva-Corvalán (2001: 154-169), no suelen tener inci
dencia alguna las variables de origen extra lingüístico.
Variación léxica
opyriqf aterí al
LA VARIACIÓN EN LA LENGUA 33
mentar/iniciar; panza /barriga /vientre/; carro /coche / automóvil; guita /parné /pasta
/dinero; cabrearse /mosquearse /enfadarse; pirarse /largarse / irse /marcharse; canijo /
flaco / delgado; currar / trabajar / laborar; terminar / acabar / concluir / finalizan Las
formas léxicas susceptibles de entrar en variación pueden ser unidades de distinto origen
geolingüístico que han confluido en una comunidad (gorrión, pardillo), formas adscritas a
niveles cultos o a niveles populares» así como a estilos más o menos formales (hijastro, en
tenado-, encinta, preñada, embarazada-, rasguño, raspón, rozón; burbuja, gorgorita, gar-
golito. farol) o formas tabúes o eufemísticas (jorobado, ehepita-, axila, sobaco), entre otras
posibilidades (Casas» 2003: 564-565).
Para abordar el estudio de la variación léxica hay que demostrar la equivalencia de
una serie de variantes léxicas y, lógicamente, encontrar esas variantes en el discurso natu
ral. Tal labor exige, a la vez, decidir qué características han de tener las variantes, porque,
como ha señalado Julio Borrego (1994), lo cierto es que pueden obedecer a motivaciones
muy diversas, aparte, claro está, de la etimología: diferente pronunciación {rocío / rucio),
diferente evolución fonética (laguna / ¡laguna), diferente género (el dote / la dote), dife
rente derivación {rapiña / rapiñoso ‘avaro’), diferente modificación (cogujada moñuda /
cogujada copetuda).
En un primer momento, podría parecer evidente que formas como laguna y llaguna,
o pescadero y pesca tero, más que variantes léxicas, son elementos que responden a una
variación fonética; en muchas ocasiones, sin embargo, tal variación fonética es ficticia,
por tratarse de rasgos fónicos que han dejado de funcionar como variantes y que han que
dado fosilizados en determinadas unidades léxicas. Con otras palabras, los limites entre
las variantes léxicas no siempre son diáfanos y, consecuentemente, la decisión sobre qué
unidades merecen ser consideradas como variantes de una misma variable entraña un ries
go notable. Ante tan delicada circunstancia, cada investigador se dejará guiar por los inte
reses particulares de su estudio y por las características históricas y dialectales de las va
riantes analizadas.
Asimismo, la cuestión de localizar auténticas variantes léxicas no es baladí en absolu
to, dada la escasa frecuencia con que alternan en el discurso. De ahí que algunos especia
listas hayan optado por encontrar las variables fuera del discurso continuado y natural: por
medio de encuestas y cuestionarios. Si los hablantes no usan a menudo formas léxicas
equivalentes en su habla espontánea, lo mejor es preguntar directamente por ellas en una
encuesta. Sin embargo» el lamento de los sociolingüistas a la hora de utilizar los cuestiona
rios para recoger unidades léxicas ha sido general:
Aquí [el estudio sociolingüístico del léxico], más que en ningún otro campo resulta im
prescindible el recurso de la encuesta, con todos los problemas que tal instrumento conlleva
(Borrego, 1994: 120).
Este lamento nace, no del rechazo de la encuesta misma, muy usada en otro tipo de in
vestigaciones (geolingüística, lingüística aplicada), sino de los inconvenientes que pre
senta en relación con lo que William Labov llamó la paradoja del observador (1972c apud
1983:266):
Copyrighted material
LA VARIACIÓN EN LA LENGUA 35
Variación pragmático-discursiva
En estos ejemplos se puede apreciar también otro hecho de singular relevancia: la ín
tima relación que existe entre la variación sintáctica y la variación del discurso, hasta el
punto de que muchas variantes aparentemente sintácticas solo pueden tener explicación
Copyrighted material
36 PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE
desde el discurso y la pragmática, a la vez que la concreción del discurso suele implicar a
componentes sintácticos (por ejemplo, el orden de palabras).
Otro posible ámbito para la variación es el de la conversación cotidiana, la lengua co
loquial. Aquí es posible encontrar muestras de variación, correlacionadas con factores so
ciales, en expresiones de muy diverso tipo: saludos, presentaciones, preguntas por la sa
lud, agradecimientos, despedidas (Moreno Fernández, 1989), y en el uso de diversos me
canismos conversacionales. De ello hablaremos más adelante. Finalmente, también pue
den ser variables en su uso los llamados marcadores del discurso, unidades que no ejercen
una función en el nivel oracional, sino en el discurso propiamente dicho, ordenándose en
diversas categorías: pero, entonces, mira, asimismo, encima, entonces, ahora, asi pues,
por consiguiente (Portolés, 1998; 25-26; 135-146; Martín Zorraquino y Montolio 1998).
Aquellos marcadores que pertenecen a ¡a misma categoría, cuando coinciden sus caracte
rísticas semánticas y pragmáticas, pueden establecer una relación de variación (por ejem
plo: por un lado / por una parte\ de todas formas / de todos modos /de todas maneras) e
incluso pueden ser sometidos a tratamiento cuantitativo en el que pueden estar implicados
factores sociales y, por supuesto, estilísticos (Cortés Rodríguez, 1998).
Debe advertirse, sin embargo, que todos los factores sociales, por importantes que sean,
están supeditados a los imperativos del sistema lingüístico; hasta la fecha se ha comprobado
en repetidas ocasiones que los factores sociales no son tan categóricos como los gramatica
les: actúan donde el sistema lo permite.
Así pues, las variables extralingüísticas, especialmente las sociales, actúan allí donde
la lengua lo permite y no es casualidad que sea en el nivel léxico —el más periférico o su
perficial, el más sujeto a los vaivenes históricos, el de mayor carga simbólica— donde es
tas variables parecen revelarse como más determinantes.
Copyrighted material
LA VARIACIÓN EN LA LENGUA 37
Reflexiones y ejercicios
3. Considere el uso de los pronombres interrogativos quién, qué y cuál en los si
guientes ejemplos:
¿Suponen estos usos formas diferentes de decir lo mismo o se observa entre ellos al
guna diferencia semántica? Comente si el uso de un pronombre o de otro puede explicarse
por razones sociales, geográficas o estilísticas.
4. Reflexione sobre las razones que podrían explicar la alternancia de unidades lé
xicas como las que componen las series siguientes (puede ayudarse de las definiciones que
se dan en los diccionarios):
Orientaciones bibliográficas
Acerca de los fenómenos variables más característicos del español y de los factores
que los determinan, además de la bibliografía citada en el texto, es aconsejable la lectura
de la obra dirigida por Manuel Alvar, también citada. Manual de dialectología hispánica
(1996). Como introducción clara y sencilla a las características del español de América, es
muy recomendable la lectura de los dos volúmenes de María Vaquero: El español de Amé
rica L Pronunciación y El español de América II. Morfosintaxis y Léxico (1996). Natural-
Copyrighted material
Capítulo 2
LA VARIACIÓN SOCIOLINGÜÍSTICA.
LAS VARIABLES SOCIALES
Variación sociolingüística
Queda dicho que las variables extralingüísticas, específicamente las sociales, son ca
paces de determinar la variación hasta donde lo permite el sistema de la lengua, y queda
ilustrado cómo unas variables lingüísticas, intemas, pueden incidir en la aparición de tales
o cuales variantes de una variable determinada. Es, por tanto, el momento de centramos en
las variables sociales que son capaces de determinar la variación lingüística y en el modo
en que esas variables se combinan con las de índole netamente lingüística. Con otras pala
bras, a partir de ahora afrontaremos en su totalidad el fenómeno de la variación socio lin
güistica, definido como la alternancia de dos o más expresiones de un mismo elemento,
cuando ésta no supone ningún tipo de alteración o cambio de naturaleza semántica y cuan
do se ve condicionada por factores lingüísticos y sociales. Pero, antes, vamos a formular
un principio general relativo al uso lingüístico:
opyrighted material
LA VARIACIÓN EN LA LENGUA 41
Decir que el habla femenina es conservadora, neologista o ni una cosa u otra es, en ver
dad, no decir demasiado, por cuanto en su contexto social puede ser cada una de esas cosas o
todas ellas, y fuera del ámbito al que pertenece no es nada.
El sexo puede mostrarse, por tanto, más como un factor de segundo orden, como algo
que suele subordinarse a dimensiones sociales diferentes y con mayor poder de determina
ción? Boris Cazacu (1956), por ejemplo, observó en el rumano de Mena que las diferen
cias de edad son más importantes que las que determina el sexo. Por otro lado, Richard Ca-
meron ha demostrado que las diferencias lingüísticas entre hombres y mujeres no son
constantes ni equidistantes a lo largo de toda la vida (Cameron, 2005).
La experiencia de la dialectología y de la geografía lingüística en el estudio de la varia
ción lingüística es muy rica y sugerente, pero, sin duda, la mayor parte de lo que hoy sabe
mos acerca de la conducta lingüística de hombres y mujeres se lo debemos a la sociolingüís-
tica. Esta disciplina ha dado un gran protagonismo al factor «sexo» (o «género») y lo ha
convertido en objeto de atención permanente, aunque en su seno se hayan hecho muchas
afirmaciones infundadas, como las que enfrentan el habla de los hombres y de las mujeres
calificando la de éstas como conservadora, insegura, sensible, solidaria y expresiva, y la de
aquéllos como independiente, competitiva y jerárquica. Afortunadamente, las investigacio
5. El estudio mas elaborado fue el de G Salvador (1952). Algunos trabajos recientes han vuelto a ob
servar un mayor conservadurismo en el habla femenina (Elizaincín, 1976: 51; Fontanela de Weinberg (1973:
50-56).
6. A similares conclusiones llegó A. Badia (1952: 17).
opyrighted mater
42 PRINCIPIOS DE SOCJOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE
nes han ido marginando poco a poco lo impresionista, lo subjetivo, para dejar su lugar a los
hechos probados y a las demostraciones solventes (Wodak y Benke, 1997). Por otra parte,
coincidiendo con las observaciones hechas en algunos trabajos dialectales (v.g. los de Caza-
cu)» la socio lingüística también ha comprobado que. en un número importante de casos, son
otros factores, como el nivel soc i ocultural o el estilo, las principales bases de la variación, lo
que deja al sexo relegado a un segundo plano (Fasold, 1990: 223; Martín Zorraquino, 1993:
115-126). Ello no impide que haya estudios en los que se aprecia con claridad que el sexo
tiene más capacidad de influencia sobre la lengua que otros factores, incluida la clase social:
eso ocurre en el trabajo de Horvath (1984: 65) sobre el inglés de Sydney (Australia), por
ejemplo. Más allá del posible peso de unos factores u otros. Richard Cameron (2005: 49)
sostiene que el sexo, como categoría social, no es claramente aislabie de otras categorías so
ciales; de hecho, la relevancia y la trascendencia de las diferencias de género no solo vienen
condicionadas por otras categorías sociales, sino también por los recursos lingüísticos de los
que los hablantes disponen en sus comunidades. Resulta de una singular importancia la for
ma en que el sexo de los hablantes se combina con el factor «edad» en la variación y cambio
de numerosos elementos lingüísticos, como habrá ocasión de comprobar.
Entre los estudios sociolingüísticos preocupados por las diferencias de las hablas de
hombres y mujeres destacan singularmente los de corte etnográfico. Estos estudios, reali
zados en su mayor parte mediante la observación directa de las interacciones comunicati
vas que se producen en grupos o comunidades, han permitido conocer detalles reveladores
y muy interesantes de la conducta comunicativa de hombres y mujeres en lugares muy dis
tintos. Saville-Troike, en su obra The Ethnography of Communication (1982), aduce una
serie de ejemplos, de los que entresacamos éstos: las mujeres hablantes de algunos dialec
tos esquimales usan nasales sonoras en posición final [m, n, ng] mientras los hombres uti
lizan oclusivas sordas (p, t, k, q]; la partícula japonesa ne de final de oración es utilizada
casi exclusivamente por las mujeres, asi como el uso de ciertas interjecciones al comienzo
o al final de la frase. A estos ejemplos se podrían añadir algunos de la lengua española: el
uso mayoritariamente femenino en España de ciertas formas léxicas (lila, monin, monada,
divino, ¡corazón!). de ciertos prefijos (super-enamorado, super-simpática). de ciertas for
mas eufemísticas en diminutivo (braguita) o de truncamientos léxicos con resultado gene
ralmente bisílabo (gordi ‘gordito, -ta’f chalí ‘chulo, -a; chulito, -ta\ pelu ‘peluquería’, ilu
‘ilusión’, porfa ‘por favor') (López y Morant. 1991)7
Las anotaciones de los usos más frecuentes en hombres o en mujeres se han hecho a
propósito de todos los niveles de la lengua, desde el fonético al discursivo (Bull y Swan,
1992).7bb Precisamente, uno de los ámbitos que más atención ha recibido ha sido el del dis
curso y de la conversación en su dimensión sociolingüística: se han realizado investigacio
nes sobre el empleo de muy diversos elementos del discurso, £ sobre el modo de narrar o so-
bre la forma de interactuar en la conversación, entre otras. En su libro Language andgen-
der. Mary M. Talbot (1998) presenta muchos e interesantes datos. Explica, por ejemplo.
Copyrighted material
LA VARIACIÓN EN LA LENGUA 43
cómo las madres estadounidenses inician menos narraciones en la mesa que los hijos y los
padres, cómo, en la cortesía de la interacción, son las mujeres entre sí las que más cumpli
dos se dedican (sobre todo relativos al aspecto físico), seguidas por los hombres que hacen
cumplidos a las mujeres, o cómo ios temas de conversación propuestos por mujeres cono
cen menos el éxito de su desarrollo que los temas propuestos por hombres, Ana M.A Ceste
ro (1995; 2000), en su análisis de la alternancia de rumos de habla en el español de Alcalá
de Henares (Madrid), ha podido averiguar que el funcionamiento del mecanismo de alter
nancia de tumos, si bien no es estrictamente dependiente de las características sociales de
los interlocutores puede verse parcialmente influido por factores sociales como el sexo o
la edad . Entre las conclusiones del estudio destaca que en las conversaciones entre muje
res se produce un mayor número de alternancias de tumos que en las conversaciones entre
hombres. Cestero sugiere que las diferencias en la producción de alternancias y la super
posición de habla están vinculadas a las relaciones de poder y solidaridad entre los hablan
tes y que la diferencia entre el comportamiento de hombres y mujeres revela una mayor
tendencia de las mujeres a cumplir las normas de interacción.
Estudios urbanos
En una estratificación sociolingüística estable, los hombres usan formas que no son es
tándares con mayor frecuencia que las mujeres, siempre que la variación se produzca en un
nivel de consciencia dentro de la comunidad de habla.
Por tanto, cuando hablamos de fenómenos lingüísticos de los que los miembros de la
comunidad no son plenamente conscientes (por ejemplo, el yeísmo en muchas comunida
des), no tiene por qué seguirse ese «modelo» de conducta en hombres y mujeres.
Por otro lado, la tendencia a seguir un modelo prestigioso —a menudo considerado
como normativo— no implica siempre un seguimiento del «modelo normativo». El presti
gio puede estar en las peculiaridades propias de una comunidad —lo que llevaría al conser
vadurismo—, pero también en rasgos ajenos a ella, y estaríamos entonces ante una actitud
innovadora. En cualquiera de los dos casos, la figura de la mujer aparece destacada, no solo
8bis. Labov (2001wr 294) también explicó esta realidad sociolingüística en forma de «paradoja del gé
nero», según la cual las mujeres se ajustan más estrechamente que los hombres a tas normas sociales que se esta
blecen y aceptan de una manera abierta, pero se ajustan menos que los hombres cuando tales normas sociales no
existen. Véase la formulación del Principia 2 o de la conformidad lingüistica de las mujeres en el capitulo 5. de
dicado al cambio lingüístico.
LA VARIACIÓN EN LA LENGUA 45
Sociolingüística feminista
Con el paso del tiempo, los estudios sobre el habla de hombres y mujeres se han ido
perfilando en diversos ámbitos de interés, diferentes del estudio específico de la variación.
11. Chambers habla de movilidad para referirse al contactó con otros grupos dentro de la comunidad o
procedentes de otras comunidades y afirma que en la sociedades modernas industrializadas la mujer tiene una ma
yor movilidad que el hombre; sale a trabajar fuera de su banio, va a otras zonas de la ciudad a comprar, tiene con
tactos con grupos sociales diferentes, mientras el hombre centra su vida alrededor del trabajo y de su vecindario.
12. No tenemos en cuenta la variabilidad que es consecuencia de las diferencias fisiológicas entre hom
bres y mujeres y que afectan ai ámbito de la fonética.
13. El ejemplo lo da Petcr Trudgill (1983: 79-80). Según un informe del siglo xvit, los nativos salvajes
de Dominica explican que esta circunstancia se debió a que los caribes invadieron la isla arahuaco hablante, ma
taron a todos los hombres y se unieron a las mujeres para repoblarla. El mismo informe del xvjj habla simple
mente de expresiones que son propias de hombres y de frases o palabras que los hombres nunca dirían, pero no
se hace referencia ai uso de lenguas diferentes.
14. Podrían añadirse los interesantísimos estudios sobre el lenguaje no verbal.
Copyrighted material
46 PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE
15. La sociolingüística también ha contribuido a que la figura de la mujer como investigadora y entre
vistadora adquiera una nueva dimensión, ya que la multiplicidad de contextos y situaciones en que se recogen
los datos hace que en muchas ocasiones sea preferible que la encuesta la haga una mujer a que la haga un hom
bre. El ejemplo más claro lo tenemos en la investigación de Lesley Milroy sobre el habla de tres redes sociales
de Belfast. Milroy nos dice (1987: 44):
El investigador de campo tenia que ser una mujer. Generalmente las mujeres recibían menos agresiones que los
hombres. Los hombres extraños eran vistos con considerable sospecha en muchos lugares de Belfast y a menudo po
dían correr algún peligro si visitaban un lugar durante un periodo determinado.
Conviene valorar más de lo que se suele hacer las características personales de los investigadores, en fun
ción del tipo de materiales que se pretende buscar en cada momento (Moreno Fernández. 1990: 71-77).
16. Sin negar la existencia de usos sexistas de la lengua, pero negando la naturaleza sexista de la len
gua en sí misma, hemos afirmado en otro lugar que la linca de estudio feminista, sobre todo la estadounidense
(salvo honrosísimas excepciones), ha sido poco fructífera para la ciencia porque se han restringido los limites
de la sociolingüística. se ha partido de presupuestos erróneos y se han manipulado criterios lingüísticos. Todo
ello para dejar patente la necesidad de un cambio que, en si mismo, no puede producirse solamente a través
del lenguaje. Por otro lado, tienen un fondo razonable las críticas hechas a los estudios sociolingüísticos en
los que la mujer es tratada siempre como persona dependiente de su padre o su marido o en los que la conducta
sociolingüística femenina se interpreta como mera desviación o variante de La conducta masculina. La socio-
lingüistica feminista crítica los métodos de investigación basados en la figura del hombre (Camcron y Coates.
1988: 13-26; Christie, 2000).
Copyrighted material
LA VARIACIÓN EN LA LENGUA 49
18. P. Kerswill (1996) ha elaborado una escala de dificultad en la adquisición de características lingüis
ticas indicando a qué edad suele darse. Algunos de los estadios de esa escala, de mayor a menor dificultad de ad
quisición, serían los siguientes: reglas fonológicas léxicamente imprcdocibles (3 años; máxima dificultad); nue
vas oposiciones fonológicas (3-13 años); cambios gramaticales (8 años); sistemas prosódicos (12-15 anos),
nuevas clases morfológicas (adolescencia); difusión léxica de cambios fonológicos; préstamos (mínima difi
cultad).
19. Esta es la edad mínima con la que se trabaja en las encuestas sociolingüísticas del Alias Lingüístico
(y etnográfico) de Castilla-La Mancha (García Mouton y Moreno Fernández (1993).
20. No es un estudio propiamente sociolingüístico, pero tiene en cuenta las variables sexo y edad. Pro
yecto Varilex (Variación léxica del español en el mundo). Tokio.
21. No se olvide que se trata de hablantes cultos de español (Lope Blanch, 1986: 26 y ss,).
Copyrighted material
50 PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE
uso social de la lengua." Ahora bien, si lo que se pretende es estudiar los cambios lingüís
ticos en tiempo aparente, se podría hacer con hablantes desde los 8 años de edad (véase ca
pítulo 5) (Labov, 1996: 104).
Una vez advertidos los inconvenientes de la propuesta que hizo Labov en 1964, hay
que llamar la atención sobre otras explicaciones o interpretaciones. Comentaremos breve
mente dos: una del propio Labov (1972; 1983); la otra de Chambers. William Labov. esta
vez en 1966, ofrece una explicación centrada en la adquisición de una «serie de normas de
habla» de la comunidad y no tanto en la adquisición de una variedad lingüística determina
da. Según Labov, la primera experiencia lingüística de los niños, entre los 2 y los 3 años,
está dominada por el ejemplo de los padres; entre los 4 y los 13 años, el modelo de ha
bla está dominado y regulado por los grupos de preadolescentes entre los que los indivi
duos se mueven: se supone que en este periodo se fijan los patrones automáticos de pro
ducción lingüística; durante la adolescencia, el hablante comienza a adquirir un conjunto
de normas evaluadoras, hasta que a los 17 o 18 años llega a ser consciente de la significa
ción social de su propio modo de hablar y del de los demás, así como de los usos prestigio
sos. La adquisición de las formas prestigiosas es tardía, mucho más en los grupos sociales
con menor instrucción; de ahí que sea posible encontrar hablantes de entre 30 o 40 años de
edad que aún intentan reorientar su estilo más cuidadoso —y su concepto de la norma
de prestigio— hacia modelos cercanos a lo normativo.
Por su lado, J. K, Chambers parte del hecho de que las variables lingüísticas y la al
ternancia de estilos se desarrollan conjuntamente con la fonología y la sintaxis desde el
comienzo del proceso adquisitivo y propone la existencia de tres periodos formativos en
la adquisición de los sociolectos: en primer lugar, la infancia, durante la cual se desarro
lla la lengua bajo la influencia de la familia y los amigos;'' en segundo lugar, la adoles
cencia, en la que los usos lingüísticos se llevan más allá de los límites establecidos por la
generación anterior, con gran influencia de los individuos que forman parte de la misma
red social: aquí se hace uso, por ejemplo, de un léxico de jerga o argot que ayuda a mar
car distancias con las generaciones adultas; en tercer lugar, la edad adulta joven, que
tiende a hacer un mayor uso de la variedad normativa («estándar»), al menos en aquellos
contextos y ocupaciones en que el manejo de la lengua es especialmente importante, a la
vez que se procura fijar una variedad sociolingüística de acuerdo con ciertas aspiracio
nes y preferencias sociales.2'’ Después de esa tercera etapa, se supone que los hablantes
estabilizan sus sociolectos.
La división de edades que propone Chambers y las consideraciones hechas sobre la
edad mínima de los informantes nos llevan a comentar las divisiones generacionales que se
suelen practicar en la investigación sociolingüística: concretamente, ¿cuántos grupos gene
racionales pueden distinguirse en una comunidad y dónde han de situarse los limites entre
22. Evidentemente, en los estudios en los que. además de lo sociolingiiistico, preocupan aspectos psi-
co-sociales o psicológicos de maduración o desarrollo, por ejemplo, se trabaja con hablantes de edades meno
res. La dialectología, por su parte, trabaja normalmente con la generación en la que teóricamente se da una ma
yor estabilidad: entre 40 y 60 años (Pop, 1950: 1161).
23. Los conflictos entre tos usos habituales en la familia y Los que se suelen usar con los amigos surgen
cuando son hablantes de una comunidad que se han trasladado a otra. En estos casos, es frecuente que el habla
del nuevo entorno predomine sobre la modalidad de origen de los padres. Esto ocurre en la localidad española
de Alcalá de Henares, ciudad castellana que ha recibido una gran cantidad de inmigrantes procedentes de Anda
lucía. Extremadura y Castilla-La Mancha (Blanco Canales, 2005).
24. En estos casos, los usos de los adultos pueden ser discrepantes respecto de los usos de jóvenes y vie
jos. que a su vez pueden coincidir entre sí (Downes, 1984: 190 y ss,).
materia!
LA VARIACIÓN EN LA LENGUA 51
ellos? Aunque es evidente que el número de generaciones y sus límites han de decidirse en
función de los objetivos de cada estudio sociolingüistico, no es frecuente que se trabaje con
menos de tres grupos generacionales ni con más de cuatro, por más que los sociólogos traba
jen a menudo con seis o más generaciones?5 Cuando se tienen en consideración sólo dos
grupos de edad es porque los objetivos sociolingüísticos están subordinados a otros intere
ses: el objetivo principal del proyecto «Varilex», por ejemplo, para el que se manejan dos ge
neraciones, es dar cuenta de la variación Léxica en toda la geografía del mundo hispánico.
Por otra parte, si se manejaran más de cuatro generaciones seguramente se encontrarían, en
tre dos o más de ellas, muchas coincidencias y soiapamientos que no aportarían nada signifi
cativo y que podrían complicar innecesariamente el análisis sociolingüístico.
Tenemos, pues, que los sociolingüistas manejan tres o cuatro grupos generacionales,
cuyos limites dependen de la edad que se fije como mínima: si se trabaja con menores de
20 años, se suelen distinguir cuatro generaciones; si la edad mínima es de 20 o 25 años, se
suelen distinguir tres grupos. Una vez fijado el Limite mínimo, la división de grupos puede
buscar, bien la agrupación de los informantes en categorías de dimensión equivalente,
marcando un límite más o menos objetivo cada cierto número de años (por ejemplo, cada
15 años: de 20 a 35, de 36 a 50, de 51 a 65), bien la agrupación en una misma categoría de
los informantes que estén viviendo unas circunstancias vitales similares, sabiendo que és
tas pueden variar de una comunidad a otra. Así, es probable, si se trabaja con cuatro gene
raciones, que se quiera recoger: en un primer grupo, la etapa correspondiente a la forma
ción individual (que en las comunidades occidentales industrializadas suele completarse
entre los 20 y los 25 años), en un segundo grupo la etapa del inicio de la vida profesional,
independiente de los padres (entre los 20 y los 35 años aproximadamente), en un tercer
grupo la etapa de la madurez y el máximo rendimiento profesional (de los 35 a los 50 o 55
años) y, en un cuarto grupo, la etapa correspondiente a la madurez profesional y a la jubila
ción. Lógicamente, estos grupos de edad tienen un valor relativo, pues dependen de la so
ciedad a la que se pertenezca, del tipo de actividad profesional de que se trate (más física,
más intelectual), de las condiciones socioeconómicas de la comunidad, de la esperanza
media de vida, de la organización social y de otros muchos factores.
Los grupos generacionales y las etapas de adquisición del sociolecto pueden determi
nar, y de hecho lo hacen, el uso de ciertas variables o rasgos lingüísticos que sirven para
marcar distancias entre niños y jóvenes, entre jóvenes y adultos. Son elementos que fun
cionan como indicadores de pertenencia a un grupo generacional determinado y que pue
den proceder de cualquier nivel lingüístico. Ocurre aquí, sin embargo, lo mismo que com
probamos a propósito de otras variables: son los niveles más superficiales de la lengua
—el léxico, la fraseología, el discurso— los que acusan más claramente la determinación
del factor edad, sin que medien otras variables lingüísticas. De igual modo que ciertas
prendas de vestir, ciertos peinados, ciertos gustos y actitudes, ciertos modos de diversión
se consideran característicos de tal o cual generación, existen usos lingüísticos que se con
sideran propios de ciertos grupos de edad, que se acaban con virtiendo en auténticos sím
bolos generacionales y que se van renovando conforme llegan las nuevas generaciones?6
Desde este punto de vista, han interesado mucho los usos léxicos de los jóvenes, muy a
25, Sobre las técnicas de investigación más propias de los sociólogos, véase M. García Ferrando. J. Ibá-
ñcz y F. Alvira (1989).
26. Para García de Diego (1951: 303 y ss.), en las generaciones jóvenes sedan usos más innovadores y
en las viejas, usos más conservadores.
ipyrighted material
52 PRINCIPIOS DE SOCIOUNGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE
27. Lo «cheli» es característico de los jóvenes de Madrid de principios de los años ochenta. Junto al
uso de ciertas formas léxicas (pela "peseta’, curro 'trabajo', lora "radio’, títi ‘chica’), aparecen ciertas expre
siones fijas y algún rasgo fonético, como el alargamiento del sonido | s] o la velarización de /s.‘ ante consonan
te ([áxko] "asco*). En cierto modo, algunos usos chclis se han extendido al habla juvenil en general. Lo «ma
carra» pertenece a los jóvenes urbanos de extracción social humilde que a menudo muestran una actitud de
arrogancia y suelen ir vestidos con cazadoras de cuero (chupas/. También hacen uso de algunos elementos
que se acaban de comentar, aunque se van renovando continuamente. Lo «pijo» en España es lo que se conoce
en México como «fresa» y en Argentina como «Cheto», propio de los jóvenes de clases más adineradas que
gustan de vestir ropa cara y de marca.
28. Véase el importante trabajo de U. Wcinrcich, W. Labov y M. Hcrzog (1968).
LA VARIACIÓN EN LA LENGUA 53
ocuparon de la estructura que el capitalismo industrial generó durante el siglo XIX. Desde
esta posición, la clase queda definida en términos económicos. Para Marx, las clases se es
tablecen en función de la propiedad del capital y de los medios de producción, de modo
que la población queda dividida entre los que tienen capital (clase capitalista) y los que no
lo tienen (proletariado); los grupos sociales que no se ajustan a esta división (agricultores,
pequeños comerciantes y propietarios) son considerados como residuos de la economía
precapitalista destinados a desaparecer. Para Weber, las clases responden a diferencias de
capital, que, junto a la habilidad y la educación, dan lugar a diferentes posibilidades y
oportunidades dentro de un mercado; de ahí que se distingan cuatro clases: la clase propie
taria, la clase administrativa, la clase de los pequeños comerciantes y la clase trabajadora.
Según el economista alemán, la estratificación social es un fenómeno multidimensional en
el que actúan tres factores: la clase, el estatus y el poder (Tezanos, 1996).
Posteriormente, la sociología occidental, sobre todo la norteamericana, ha rechazado
las propuestas de Marx y matizado de forma importante las de Weber. Hans Gerth y Char
les Wright Milis, por ejemplo, hablan de la formación y persistencia de los estratos socia
les teniendo en cuenta cuatro claves, llamadas dimensiones de la estratificación; la ocupa
ción, la clase, el estafas y el poder. La ocupación se define como el conjunto de activida
des realizadas de forma más o menos regular como fuente principal de ingresos económi
cos, la clase es una dimensión relacionada con los ingresos, considerados como un medio
de conseguir objetos; el estatus es una dimensión social referida a la obtención de respeto;
el poder se define como la capacidad de realizar la voluntad propia, aun por encima de la
voluntad de los demás.
En general, las propuestas que definen las clases haciendo concurrir varios factores o
dimensiones —enfoque multidimensional— consideran que no hay límites claros entre
estratos y que éstos no son más que categorías ordenadas a lo largo de un conftwuu/n, de
modo que los conflictos entre clases quedan reducidos a su mínima expresión teórica. Se
gún Abercrombie, Hill y Tumer (1986), la división de la población en tres clases —obrera,
intermedia y alta— responde a un modelo convencional sociológico de la estructura britá
nica de clases: los trabajadores manufactureros se sitúan en la clase obrera, los trabajado
res que no son manufactureros de bajo nivel (oficinistas, técnicos) se sitúan en la clase me
dia y los gerentes administradores y profesionales, en la clase alta.'9
La sociolingüística norteamericana ha basado su visión de la sociedad en unas teorías
de la estratificación que operan con varias dimensiones o indicadores, que se combinan
para distinguir varias clases, según se manifiesten esas dimensiones: los individuos que
dan clasificados a lo largo de una escala social graduada, atendiendo a atributos individua
les como la educación, los ingresos o la ocupación, entre otros. Desde esta perspectiva, los
conflictos sociales quedan minimizados, al concebir la sociedad como un ente unitario en
el que los individuos comparten unos valores y unas mismas normas de conducta y de
prestigio (Guy, 1981:41 y ss.; Moreno Fernández, 1990: 173-200).
William Labov, principal responsable de la difusión entre los socio lingüistas de este
modelo de estratificación social, utilizó en su estudio The Social Stratification of English
in New York City la división de clases propuesta por J. Michael en 1962. Se trata de una es
cala lineal de clasificación social —o más bien del estatus social— basada en un índice so-
29. Una de las criticas que ha recibido este modelo es que está basado exclusivamente en ios hombres e
ignora por completo a las mujeres, cuya situación laboral no se ajusta al patrón expuesto. El androcentrismo es
un rasgo común a muchas propuestas sociológicas.
Copyrighted material
56 PRINCIPIOS DE SOC1OLINGÜÍSTIC.A Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE
Mercado lingüístico
33. Esta asignación se realiza mediante la multiplicación del índice o la puntuación que le corresponde
a un hablante, en relación con un factor, por un número determinado, que será mayor cuanto más importante se
considere ese factor.
34. Por eso. en algunas investigaciones se prefiere trabajar con el nivel de instrucción, ios ingresos o la
profesión como variables autónomas, independientes, y no como componentes de una variable abstracta, como
la clase.
35. Los modelos de organización social, por otro lado, se ven sometidos a fuertes cambios a lo largo del
tiempo. En la sociedad romana se distinguían unas clases que no han pervivido en los países románicos: señalo*
nal. ecuestre, plebeya, la de los peregrinos y la de los esclavos (A. Alvar Ezquerra, 1983).
3/righted m aterí í
LA VARIACIÓN EN LA LENGUA 57
Red social
La medida usada en [...] Belfast para examinar la relación entre la variación lingüistica
y la estructura de la red fue una escala de seis puntos que media los índices de los hablantes
sobre cinco indicadores de multiplicidad y densidad (vecindad, parentesco, trabajo en el mis-
Copyrighted material
58 PRINCIPIOS DF. SOCIOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE
Fig. 2.3. Redes sociales (X: centro de la red), a) red de densidad alta; b) red de densidad baja.
mo lugar que otros vecinos, trabajo en el mismo lugar que otros vecinos del mismo sexo y
amistad). Estos indicadores fueron interpretados como requisitos que, si se cumplían, suge
rían la existencia de una red personal relativamente densa y múltiple. A cada individuo se le
asignaba un punto por cada requisito que cumplía, de tal forma que el grado de fuerza de la
red era la suma de los índices de los indicadores individuales.
La densidad de una red viene determinada por el número de miembros y, sobre todo, por
las relaciones que se establecen entre los miembros que la componen, de modo que puede ha
ber redes densas o de densidad alta, en las que todos los miembros mantienen algún tipo de re
lación con los demás, y redes de densidad baja, en las que algunos miembros se relacionan con
los demás y en las que otros pueden no mantener ninguna relación entre sí (fig. 23).
Cuando las relaciones entre los miembros de una red responden a vínculos de natura
leza diversa (amistad, vecindad, compañerismo) se está ante redes múltiples; sí esas rela
ciones se deben a un solo tipo de vínculo (por ejemplo, sólo la vecindad), se habla de redes
de multiplicidad baja.
En la investigación sociolingüística se correlacionan las características de las redes
(densidad, multiplicidad, fuerza) y de sus miembros con las variables lingüísticas corres
pondientes. Para llevar esto a la práctica se asigna a cada hablante un índice, construido a
partir del tipo de red a la que pertenece y del número y el tipo de vínculos que establece con
los demás miembros de la red. Este índice se correlaciona con las variables lingüísticas, de
modo semejante a como se hace con la clase social o el mercado lingüístico, y sirve para
distribuir a los hablantes a lo largo de un escala defuerza de la red. Juan A. Villena (1997)
ha comprobado que la densidad, la multiplicidad y la fuerza de la red influyen especial
mente en los individuos menos instruidos y ha podido observar, en una red social andalu
za, en Málaga, que estos hablantes de escasa instrucción rechazan nítidamente la distin
ción de los fonemas /s/ y 10!. característica de las hablas castellanas y frecuente en algunos
grupos sociales malagueños.
Pero también en este terreno se han comentado limitaciones o dificultades. Algunas
se refieren a cuestiones muy específicas, como la medida y la cuantificación de la red o el
estudio de las redes débiles. Los individuos que forman una red están integrados en ella en
grados diferentes, que son medidos a través de los indicadores que hemos comentado
(amistad, vecindad, etc.); el problema está en que los indicadores pueden variar de unaco-
Copyrighted material
LA VARIACIÓN EN LA LENGUA 59
munidad a otra, es decir, la comparación de redes diferentes puede ser difícil si no se traba
ja exactamente con los mismos indicadores. Por otro lado, las redes sociales débiles no son
fáciles de estudiar debido a la movilidad y heterogeneidad de los miembros que las com
ponen, lo que impide comparar satisfactoriamente a los miembros entre sí y unas redes dé
biles con otras. Además, las investigaciones de redes sociales ofrecen, no la imagen de
conjunto de una comunidad, sino la imagen de algunos de los grupos que la componen:
Milroy centró sus intereses en tres ámbitos de la clase trabajadora de Belfast; Villena
(1988) ha incluido, en su proyecto de investigación del habla de Málaga, el estudio de
ocho redes sociales urbanas; Ana Blanco (2005) estudió una red social de Alcalá de Hena
res (España), la correspondiente a una familia tradicional de esa ciudad, receptora de una
importante inmigración. Estas investigaciones, no obstante, presentan la ventaja de mane
jar entidades sociales muy pegadas a la realidad y permitir la conjugación del concepto de
«red» con el de «modo de vida».
Otra de las limitaciones que presentan los estudios de redes sociales es que no siem
pre han podido demostrar estadísticamente la existencia de correlación entre los miembros
de la red, del tipo que sea, y la variación lingüistica. Este hecho ha llevado a algunos inves
tigadores a limitar el valor de las redes al mero procedimiento de obtención de datos natu
rales, es decir, a la aplicación de técnicas de naturaleza etnográfica (Labov y Harris, 1996;
Kerswill, 1994; Labov, 2001). Villena Ponsoda (2003¿>), sin embargo, es partidario de re
conocer el valor de las redes, en su relación con la variación lingüística, como un marco
muy adecuado para interpretar correctamente la vida social de los hablantes, de influencia
decisiva en la selección de sus opciones lingüísticas. A este modo de entender las redes lo
llama hipótesis interpretativa.
Modo de vida
Copyrighted material
LA VARIACIÓN EN LA LENGUA 61
güísticos propios» aunque estén alejados del modelo «legitimizado» o de prestigio; cuan
do las redes ofrecen relaciones débiles» favorecen los usos lingüísticos normativos o de
prestigio.
Hemos de señalar» finalmente» que la utilidad del concepto de «modo de vida» en so-
ciolingüistica requiere mayor experimentación, por más que esté llena de sugestivas posi
bilidades. Dentro del mundo hispánico se ha propuesto su utilización» de forma experi
mental y algo marginal, en el «Proyecto para el Estudio Sociolingüistico del Español de
España y de América» (PRESEEA) (Moreno Fernández, 1993). Así, para el estudio del
español de la ciudad de México, vinculado a PRESEEA, Lastra y Martín Butragueño
(2000) han propuesto un sistema que asigna valores numéricos a los hablantes según su
modo de vida y que consiste en sumar los valores asignados al modo de producción del ha
blante» al tipo de relación familiar y al empleo del tiempo libre. Para los modos de produc
ción se distinguen ocho categorías (tradición semirrural, empleo informal» pequeños co
merciantes, subempleados» obreros, burócratas, cuellos blancos y profesiones liberales);
para las relaciones familiares se identifican tres categorías (familia implicada en la pro
ducción, separada de la producción y ceñida a la carrera); y también se dividen tres catego
rías para el empleo del tiempo libre (poco, claramente delimitado e innecesario). A partir
de aquí se puede analizar La correlación con las variables lingüísticas.
ñas de uso lingüístico más o menos estándar. Al mismo tiempo se prescinde de los grados in
termedios, de forma que en cada grupo de edades se procurará encontrar dos tipo de infor
mantes: aquellos cuyo contado con la norma sea el menor posible y aquellos cuyo contacto
sea de los más amplios entre sus coetáneos.
íntimamente ligadas a las variables «nivel de instrucción» y «clase social» están las in
vestigaciones del sociólogo británico Basil Bernstein. Este investigador, preocupado muy
especialmente por el proceso de socialización de los individuos, prestó mucha atención al
lugar que ocupa el lenguaje en dicho proceso y lo puso en relación, desde principios básica
mente ps ico lingüísticos, con la clase, la escolaridad y el contexto en que se mueven los ha
blantes.3' Esto dio lugar a una teoría conocida como teoría del déficit, desarrollada por Bem-
stein entre 1958 y 1971 a partir de sus estudios sobre la sociedad británica.
La teoría del déficit distingue dos formas de expresión lingüística, de uso de la lengua o
de códigos, que en un principio recibieron los nombres de lenguaje público y lenguajefor
mal y que después se han denominado, respectivamente, código restringido y código elabo
rado. El código restringido predomina en las clases o estratos trabajadores y el código ela
borado en las clases medias. No está nada claro, desde una perspectiva lingüística, cuál es el
referente de lo que Bernstein llama «código», pues no equivale ni a «sociolecto» ni a «esti
lo» ni, en un nivel más general, a «competencia»; tan sólo se habla de los códigos como mo
dos o patrones de comunicación desarrollados durante el proceso de socialización.
En un primer momento, como ha quedado dicho, Bernstein se limitó a asociar el códi
go restringido —con sus características lingüísticas— a ios niños de la clase trabajadora, y
el elaborado a los niños de la clase media. Sin embargo, posteriormente, prefirió ofrecer
una interpretación más amplia, asociando los códigos a estilos de interacción, a procesos
de cognición y a formas diferentes de interpretar la estructura social, y recalcando el carác
ter predecible del código restringido y el menos predecible del elaborado. Para Bernstein
(1965), todos los hablantes, de cualquier clase social, tienen acceso a un código restringi
do, pero sólo algunos grupos tienen acceso al elaborado; en estos últimos, el código res
tringido se reserva para ciertas situaciones, normalmente de comunicación familiar. Esta
es la caracterización del código restringido que presenta:
36. González Forrero (1991), sin embargo no tiene en cuenta la variable «contacto con la norma», sino
que distingue ocupación, estudios y nivel socioeconómico, además del sexo y la edad.
37. Como experimentos afines al de Bernstein, en los que se intenta poner en relación, desde la psicoso-
ciologia, la clase social, la escolaridad y los usos lingüísticos, destacan los de Fríes (1940) y los de Schatzman y
Strauss (1955). Para una introducción general a estos estudios, véase W. P. Robinson (1978).
pyrighted material
64 PRINCIPIOS DE SOCIOLrNGÜÍSTlCA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE
aserción ha de ser colectiva, más que individual; si el trabajo exige manipulación y control fí
sico, más que organización y control simbólicos; si la autoridad que el hombre pierde en su
trabajo se transforma en autoridad de poder en casa; si el hogar está sobrepoblado y limita la
variedad de situaciones que puede ofrecer: si los niños se socializan entre sí en un ambiente
que pocos estímulos intelectuales ofrece; si se encuentran todos esos atributos en un ambien
te, entonces cabrá suponer que dicho ámbito social generará una forma especial de comuni
cación, que modelará la orientación individual, social y afectiva de los niños. Tal código hará
hincapié verbalmente en lo comunitario, más que en lo individual; en lo concreto, más que en
lo abstracto: en la sustancia, más que en la elaboración de procesos; en el aquí y ahora, más
que en la exploración de motivos e intenciones, y en formas de control social porta posición,
más que personalizadas.311
La teoría del déficit se preocupa por los niños de familias y de barrios económica
mente pobres cuyo uso de la lengua es claramente deficiente o «deficitario», comparado
con el uso que hacen las clases medias. Teóricamente los niños de clases trabajadoras
disponen de unos recursos lingüísticos y de unos instrumentos cognoscitivos limitados,
que pueden ser una barrera en la escuela y provocan fracaso escolar, dado que en ella se
hace uso habitualmente de un código elaborado. Como ha señalado Fasold (1990:
269-270), este hecho sugirió a algunos educadores en los Estados Unidos de América la
necesidad de reducir el fracaso escolar mediante la implantación de programas de apoyo
o compensatorios destinados a niños de la clase trabajadora. Ahora bien, admitiendo que
la escolarización contribuye a la adquisición o al dominio del código elaborado, es justo
advertir que esto puede suponer, además de la erradicación total del código restringido,
la alienación del individuo respecto de su grupo de procedencia y de su tradición local.
Por su parte, el código elaborado, menos predecible que el restringido, abre la posibi
lidad de la individuación, por estar más orientado hacia la persona como tal que hacia la
posición del individuo dentro de un grupo. Bernstein (1964) afirma lo siguiente:
El usuario del código elaborado hallará la lengua como un juego de posibilidades teóri
cas disponible para la transmisión de experiencias únicas en su género. El concepto de la
identidad misma —contra lo que ocurre con el código restringido— se diferencia verbalmen-
tc, de modo que mediante unas regulaciones propias se convierte en objeto de actividades es
peciales de percepción. En el hablante limitado por el código restringido, el concepto de la
identidad tenderá a fraccionarse por las implicaciones de los acuerdos de estatus. Aquí no
hay problema de identidad, porque este problema no es relevante.38 39
Los rasgos lingüísticos que se asocian a uno u otro código, con diferencias primor
dialmente de orden cuantitativo, son los siguientes:
Copyrighted material
LA VARIACIÓN EN LA LENGUA 65
Este relación de rasgos lingüísticos nos indica que los usuarios de un código restrin
gido tienen importantes limitaciones en el ámbito de la gramática, el léxico y la pragmáti
ca. Las características de cada código se reciben en un entorno cultural y lingüístico deter
minado y se transmiten de una generación a otra, perpetuando unas pautas lingüísticas,
cognoscitivas y sociales.40
Pero la teoría del déficit, desarrollada poco a poco, perfilada experimento a experi
mento, ha recibido críticas desde frentes muy diversos, incluida la propia sociolingüistica.
Para entender adecuadamente esas críticas no hay que olvidar que la teoría no está hecha
por lingüistas, ni para lingüistas ni con fines lingüísticos. Los reproches podrían resumirse
en unos cuantos puntos. En primer lugar, algunos lingüistas han argüido que los usos defi
citarios de la lengua no son tales sino, simplemente, formas diferentes de usar esa lengua
(Romaíne, 1996: 233). Por otro lado, no han sido pocos los que han llamado la atención
sobre las deficiencias e imprecisiones de los conceptos y análisis de Bemstein, dejando al
margen la imposibilidad de vincular la teoría del déficit a teoría lingüística alguna (López
Morales, 2004: 187-196). Para colmo de males, la teoría del déficit se relacionó, creemos
que injustamente, con las ideas de Arthur Jensen (1969), para quien la capacidad intelec
tual de los niños negros era genéticamente inferior a la de los niños blancos. Estas ideas
provocaron la reacción inmediata de muchos intelectuales, entre ellos algunos sociolin-
güistas, que repercutieron negativamente en la aceptación de las propuestas de Bemstein
(Baugh, 1988).
40. Es importante tener en cuenta que el uso de códigos restringidos y elaborados se ha llegado a poner
en relación con el uso de la variedad baja y la variedad alta en una situación de diglosia (véase capítulo 13) y con
el uso de las variedades más o menos prestigiosas de una lengua (Fasold, 1996; Trudgiil. 1975». 93).
Copyrighted material
66 PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE
41, J. A. Moya y E. J. Garcia Wicdcmann(!995; 51-52) tienen en cuenta la profesión como componente
del nivel sociocultural. En su trabajo sobre Granada reducen las siete categorías que maneja Samper a tres.
Copyrighted material
LA VARIACIÓN EN LA LENGUA 69
mente las variedades del español que allí se dan cita (el español de los inmigrantes puerto
rriqueños, cubanos, dominicanos, colombianos, mexicanos, ecuatorianos) (Otheguy,
2005).
En lo que se refiere al barrio, se debe advertir que son muchos los socio lingüistas que,
por razones diversas, prefieren abordar el estudio de las grandes ciudades de forma par
cial, mediante el análisis de uno o varios de los barrios que las componen: en Belfast se han
estudiado redes sociales de barrios obreros; el estudio de Copenhague se ha centrado en el
barrio de Nyboder, donde se concentra un número significativo de hablantes del dialecto
danés de la ciudad (Gregersen y Pedersen, 1991); en Berlín se han analizado las repercu
siones sociolingüisticas de la división política que vivió la ciudad (Dittmar y Schlobinski,
1988).
Aparte de ser un factor ligado al nivel socioeconómico de los individuos, el barrio
es un elemento muy relacionado con la variable «procedencia geográfica» porque es ha
bitual la concentración de individuos de un mismo origen en unas mismas zonas de las
ciudades: hay barrios tradicionales, en los que viven personas cuya ascendencia es origi
naria del propio lugar, y barrios receptores de inmigrantes. Esto, a su vez, tiene repercu
siones lingüísticas muy importantes porque, en el caso de España, por ejemplo, al hablar
de procedencia se está haciendo alusión implícita a una dimensión geolinguística: la
gente de cierto origen, usuaria de cierta variedad lingüística (dialecto), puede haberse
asentado principalmente en un barrio determinado, y la de otro origen —geográfico, lin
güístico—, en una zona distinta. En algunos barrios o municipios periféricos de Madrid
hay una importante concentración de personas procedentes de Extremadura o de Anda
lucía, lo que les confiere una peculiar imagen lingüistica, sobre todo cuando se compara
el habla de los inmigrantes con la de sus descendientes, de primera y de segunda genera
ción. Martín Butragueño (1991; 2002) ha analizado un amplio número de procesos fóni
cos en el habla de Getafe (cerca de Madrid, importante receptor de inmigrantes) y, a pro
pósito del mantenimiento de la pronunciación plena de /s/ (frente a la aspiración o la eli
sión), concluye que esa articulación se ve favorecida por los hablantes procedentes de la
ciudad de Madrid y por los inmigrantes procedentes de la región de Castilla y León (al
norte de la Península), más consejadores, mientras que no se ve favorecida por los in
migrantes procedentes de Extremadura o de Andalucía, sobre todo en este último caso,
de fonética más innovadora.
La importancia de los barrios en el desarrollo sociolingüístico de las ciudades puede
llegar a ser muy grande. Una prueba de ello la proporcionan Moya y García Wiedemann en
su estudio del habla de Granada (1995:230-232): en esta ciudad del sur de España, los dos
barrios tradicionales (Albaicín y Realejo) siguen unas normas de conducta lingüística que
se oponen radicalmente a las que se observan en otras zonas de la ciudad. En los barrios
nuevos la norma mayoritaria, en cuanto a la distinción de s y z, el seseo o el ceceo, es la dis
tinción; en los barrios tradicionales, la norma casi única es el seseo. Esto hace que la mayor
parte de la ciudad andaluza de Granada tenga actualmente como norma principal la dis
tinción (entre el 60 % y el 70 %) y que el seseo quede relegado a un segundo plano (entre el
25 % y el 33 %). La implantación de la distinción, para Moya y García Wiedemann, corre
paralela a) crecimiento y transformación de la ciudad, propagándose con fuerza por los ba
rrios y las zonas más nuevos. El seseo ha resistido en las zonas en que se ha mantenido una
estructura sociológica tradicional. El ceceo prácticamente ha desaparecido, víctima de su
desprestigio y de su vinculación a las hablas rurales.
aterí ai
LA VARIACIÓN EN LA LENGUA 73
45. En 1996, G. Barrios publicó un estudio sobre las características lingüísticas de los inmigrantes ita
lianos en Montevideo (Uruguay).
Copyrighted material
78 PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE
Fig 3.2. Frecuencia relativa (%) de fricaiización de ch por niveles culturales en Granada.
Fig 3.3. Frecuencia relativa (%) de asimilación de Vs/ por niveles socioculturales
en Las Palmas de Gran Canaria.
82 PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE
0,75
07
0,65
0.6
0,55
0.5
0.45
0,4
0,35
0,3
0,25
Variación socioléxica
Las dificultades que supone recoger y analizar la variación léxica son muchas. En el
momento de descubrir qué variables sociales o estilísticas explican el uso de ciertas varia-
86 PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE
Cameron correlaciona estas tres posibilidades de cita directa con los factores «sexo»
y «edad» en San Juan de Puerto Rico y realiza un análisis cuantitativo que arroja las proba
bilidades de aparición que se reproducen en el cuadro 3.2. El cuadro permite observar que
el uso del verbo de lengua como introducción de la cita ( A) aumenta su probabilidad de
aparición conforme aumenta la edad de los hablantes y que, sí bien entre los más jóvenes
son los chicos los que más lo utilizan, entre los adultos es más probable encontrarlo en las
mujeres. Por otro lado, el recurso de cita que prescinde de elemento introductorio (C),
siempre más probable en hombres que en mujeres, mantiene un nivel similar, hasta que los
hablantes son mayores de 40 años, momento en el que su probabilidad cae. La figura 3.8
muestra la probabilidad media por grupos de edad de cada uno de los procedimientos
de cita.
En la investigación de aspectos pragmáticos y discursivos es relativamente frecuente
que el empleo de los mecanismos como el que se acaba de ejemplificar venga regido sola
mente por causas comunicativas (semántica, intencionalidad, contexto lingüístico) y su
cuantificación, a menudo practicada sobre conjuntos pequeños de datos, a veces no arroja
una significación estadística adecuada, sino solo orientativa. De todos modos, merece la
A B C
Preadolescentes
Mujer 0,23 0,45 0,31
Hombre 0,37 0,27 0,34
Adolescentes
Mujer 0,13 0.62 0,24
Hombre 0,24 0,23 0,52
20-29
Mujer 0,43 0,25 0,30
Hombre 0,32 0,25 0,41
40-59
Mujer 0,56 0r23 0,20
Hombre 0,39 0,33 0.26
Copyrighted material
LA VARIACIÓN EN LA LENGUA 93
los que se afirma que los dialectos no existen (Iordan, 1967:255,352), pero sus argumen
tos siguen siendo esgrimidos por muchos investigadores. La legitimidad del concepto de
«dialecto»se niega sobre el hecho, bien cierto, de que es muy difícil marcar sus fronteras,
Pero si esto es verdad, también lo es que la historia y la homogeneidad lingüísticas hacen
que existan diversas clases de variedades y, además, en las hablas de todo territorio conflu
yen ciertos factores extra o paralingüísticos que permiten que esas hablas, con unos carac
teres determinados, puedan ser consideradas como dialectos. Entre esos factores se en
cuentra el prestigio, aparte de la vinculación a una geografía (Alvar, 1990; 1996¿>: 15-21).
Los hablantes suelen tener una clara conciencia del prestigio de su variedad y de la
distancia que la separa, en el uso y en la interpretación de la variación sociolingüistica, de
otras variedades. En este punto el concepto de «comunidad de habla», manejado por la so-
ciolingüística, puede ser de gran utilidad: los miembros de una comunidad de habla no
sólo comparten un código o una variedad lingüística, sino que juzgan, valoran e interpre
tan de forma semejante las variables que permiten diferenciar sociolinguísticamente a sus
hablantes (Labov, 1972: 175 y ss., 353 y ss.). Los individuos, al hablar entre sí, son capa
ces de distinguir los que pertenecen a su misma comunidad de los que son ajenos a ella: los
límites de una comunidad pueden ser locales, regionales, nacionales o incluso supranacio-
nales y sus miembros generalmente conocen el perfil de la conducta lingüística que los ca
racteriza. Por este camino podría llegarse a aceptar la existencia de los dialectos, dado que
los hablantes pueden sentirse miembros de una comunidad dialectal, desgajada de otras
comunidades que usan la misma lengua, pero sin una fuerte diferenciación/2
Es evidente que, aunque una persona tenga conciencia de su pertenencia a una comuni
dad, también es capaz de identificar dentro de ella variantes internas de carácter geolingüís-
tico o sociolingüistico, así como de reconocer cuáles son los usos más prestigiosos de su va
riedad y de apreciar las relaciones históricas de su habla con otras hablas. Del mismo modo,
los miembros de una comunidad tienen una idea de la homogeneidad de sus caracteres lin
güísticos y distinguen qué rasgos los acercan y cuáles los separan. En otras palabras, los ha
blantes saben si su instrumento de comunicación es un habla local o si coincide, en mayor o
menor grado, con las hablas de otros lugares, si tiene prestigio o no lo tiene. Como conse
cuencia de lo anterior, se puede afirmar que un dialecto existe cuando los hablantes se consi
deran miembros de una comunidad de habla dialectal circunscrita a un determinado territo
rio, es decir, cuando consideran que su variedad está suficientemente diferenciada de otras y
cuando interpretan y valoran de forma semejante la variación sociolingüistica.
Ahora bien, admitiendo la existencia teórica y práctica de los dialectos, es obligado
preguntarse por su definición y por la definición de los conceptos colindantes: «lengua»,
«habla regional», «habla local». En este punto, y recordando la naturaleza extra lingüística
de los argumentos que nos van a permitir distinguir todos esos conceptos, somos partida
rios de seguir las definiciones propuestas por Manuel Alvar, entre otras razones porque
pueden aplicarse a las situaciones de Las grandes lenguas de cultura, incluido el español
(1983: 56-88). Para Alvar una lengua es
el sistema lingüístico del que se vale una comunidad hablante y que se caracteriza por estar
fuertemente diferenciado, por poseer un alto grado de nivelación, por ser vehículo de una im
portante tradición literaria y, en ocasiones, por haberse impuesto a sistemas lingüísticos de su
mismo origen.
52. La idea de comunidad que aquí barajamos no está necesariamente asociada a la de núcleo de pobla
ción, sino que puede extenderse a un territorio más amplio. Véase capítulo I.
yrighted mate!
LA VARIACIÓN EN LA LENGUA 97
Pérez, 1997; Casas, 2003). Según Coseriu, dentro de cada dialecto es posible encontrar dife
rencias de nivel y de estilo; a su vez, entre estas unidades también es posible encontrar fron
teras díferencíadoras: entre distintos dialectos existen isoglosas diatópicas; entre diferentes
niveles, isoglosas diastráticas; entre estilos distintos, isoglosas diafásicas. La unidad sintópi
ca, sinstrática y sinfásica recibe el nombre de lengua funcional.
Por lo general, para lo que Coseriu llama niveles, la sociolingüística suele hablar de
sociolectos o de dialectos sociales, que se pueden definir como manifestaciones de un dia
lecto, vamos a decir «geográfico», en un grupo social determinado, especialmente cuando
el grupo social se caracteriza por adscribirse a un nivel socioeconómico o sociocultural de
terminado. Partiendo de esta definición seria posible encontrar, dentro de una comunidad
en la que se utiliza un dialecto dado, un sociolecto alto (para el nivel sociocultural alto;
también nivel culto), un sociolecto medio (para el nivel sociocultural medio) y un socio
lecto bajo (para el nivel sociocultural bajo; también nivel popular), aunque, del mismo
modo, seria posible hablar del sociolecto de los hombres o del sociolecto de los jóvenes,
para los grupos sociales formados por hombres y por jóvenes, puesto que no dejan de ser
manifestaciones lingüísticas adscritas a unos grupos sociales determinados.57 58
Respecto a las cuestiones tratadas en el párrafo anterior, Eugenio Coseriu ha dejado
muy clara su opinión. En primer lugar, con referencia al uso de la denominación dialecto
social,™ Coseriu ha señalado que es cierto que todas las unidades menores que se distin
guen dentro de una lengua histórica podrían llamarse dialectos, incluidos los niveles y los
estilos, sin embargo, cree conveniente mantener diferenciados los dialectos espaciales de
los demás modos de hablar, dado que estos dialectos —para quienes habría que reservar en
exclusiva el término dialecto— suelen ser sistemas completos desde el punto de vista fóni
co, gramatical y léxico, mientras que los niveles y estilos de lengua son, generalmente, sis
temas incompletos, que conciernen sólo a aspectos parciales, aunque a veces sean muy im
portantes. Por otro lado, siendo posible el funcionamiento de un dialecto espacial como ni
vel o como estilo de lengua —por ejemplo, el alemán y el ruso en los Países Bálticos hasta
la Primera Guerra Mundial o el francés en Prusia y en Rusia a finales del siglo xvm—, es
impensable que un estilo pueda llegara funcionar como nivel o que un nivel lo haga como
dialecto. Coseriu prefiere, por tanto, no hablar de dialectos sociales, y compartimos su
opinión, dado, además, que no es apropiado mantener un paralelismo entre dialectos espa
ciales u horizontales y dialectos sociales o verticales: son entidades situadas en pianos di
ferentes.
Finalmente, con la mirada puesta en la investigación sociolingüístíca, es importante
partir de la idea de que la lengua hablada en una comunidad refleja un dialecto o una varie
dad geográfica determinada. Por eso se puede formular el siguiente principio:
57. Eugenio Coseriu incluye entre los estilos de lengua los llamados lenguajes de grupos, que pueden
distinguirse en unos mismos niveles socioculturales o independientemente de ellos. Así, los lenguajes de los
hombres, de las mujeres, de los adultos, de los niños o de ciertos grupos profesionales serían, para Coseriu, «rí-
los de lengua diferentes. En nuestra opinión, sin embargo, los grupos formados por hombres, por jóvenes o por
ciertos profesionales no hacen uso de estilos distintos sino de niveles o sociolectos diferentes, puesto que dentro
de cada uno de ellos se pueden descubrir diferencias diafásicas, a veces notables, motivadas por condiciones si-
tuacionalcs o contextúales distintas. Es cierto, sin embargo, que estas diferencias diafásicas no se manifiestan
de la misma forma en todos los grupos sociales.
58. Denominación utilizada por Trudgill (1974ó),
Copyrighted material
LA VARIACIÓN EN LA LENGUA 101
gador, los tipos de interlocutor, la relación que éstos mantienen con los hablantes y el con
texto comunicativo, para conseguir materiales pertenecientes a unos estilos y no a otros. To
dos esos elementos son conjugados por Labov para evitar la paradoja del observador.
Más arriba hemos presentado dos notas caracterizadoras del estilo: es una dimensión
organizada longitudinalmente en una escala de múltiples grados intermedios; además, esa
escala es un reflejo, una proyección, de la dimensión sociolingüistica. Esto supone que no
todos los hablantes de un sociolecto tienen el mismo grado de conocimiento de las caracte
rísticas de los demás sociolectos de su comunidad y que, cuanto más limitado es el acceso
a los sociolectos comunitarios, más pobres resultan las posibilidades estilísticas de un ha
blante. El cambio de estilo supone una coincidencia con los usos lingüísticos de otros so
ciolectos, pero en un plano diferente. Las variedades estilísticas son una proyección de las
variedades sociolingüísticas, pero no son las variedades sociolingüísticas. En los estilos se
reflejan los sociolectos/6 aunque la variabilidad estilística es más compleja, debido a que
se valoran factores que no aparecen en la dimensión social y debido también a que los esti
los, a la vez que sirven para decir lo mismo de manera diferente (nivel formal), también se
manejan para decir cosas distintas de maneras diversas (nivel semántico) (Halliday,
Mclntosh y Strevens, 1964; Coupland, 1980; Ure y Ellis, 1974).
Por otra parte, compartimos con Labov (1966: 84-85) la idea de que el estilo, entendi
do como una serie de alternativas lingüisticas, no admite una fácil identificación y medi
ción, puesto que los límites entre unos estilos y otros son inexistentes o, al menos, imper
ceptibles. Hablamos de un parámetro gradual que representa el nivel de formalidad del
discurso, considerando la formalidad coma la conducta guiada por unos criterios de máxi
mo respeto hacia las normas sociolingüísticas y hacia lo prestigioso.
Ahora bien, al relacionar la formalidad con la dimensión social no es posible sostener
que necesariamente se produzca una ecuación del tipo
formalidad informalidad
rasgos de sociolectos altos rasgos de sociolectos bajos
Cada hablante y cada grupo social se mueven en unos márgenes estilísticos propios,
cuyos límites inicial y final son siempre dos puntos cualesquiera pertenecientes a la di
mensión proyectada desde el plano sociolingüístico.
Así, en un hablante de nivel socio-cultural bajo (véase la figura 4.1), los rasgos de su esti
lo más cuidado o formal pueden corresponderse con los de los niveles medios o altos de la di
mensión social (62, ¿3), pero, en ocasiones, no se alejarán demasiado de los límites reflejados
por su propio sociolecto (ó 1). En un hablante de nivel sociocultural alto, los rasgos de su estilo
menos cuidado pueden coincidir con los de los niveles medios o bajos (a2, a3), aunque puede
ocurrir que sus usos informales no se alejen mucho de lo que es característico del nivel alto de
la dimensión social (a 1). Un hablante del nivel medio puede hacer uso de elementos lingüísti
cos atribuidos a las clases altas para su estilo más formal y de elementos atribuidos a las clases
bajas para el menos formal (m3), pero su dimensión estilística (formalidad-informalidad) pue
de tener en los extremos características que reflejan las de los niveles medios y altos (m2,1), las
de los medios y bajos (m2,2) o limitarse a los usos de su propio grupo (mi).66 67
66. Sobre el modo en que se produce esa proyección y sobre la importancia que, en ese proceso, tiene ta
«evaluación», véase A. Bcíl (1981: 150-158).
67, No obstante, son poco frecuentes Los casos u3, /ti 3 y ó3.
j
XJ
LA VARIACIÓN EN LA LENGUA 105
den darse in praesentia (se sabe que hay un persona —o más— que puede cumplir la fun
ción de auditor7'1 o de oyente casual) o in absentia (no existe interlocutor o bien existe pero
funciona como oyente casual o como «curioso»).
Junto a su diseño de audiencia, Alan Bell propone lo que se denomina un «diseño del
grupo de referencia» (referee design). Según Bell, el tema tratado y el contexto comunica
tivo pueden hacer que se produzca un cambio de estilo en el que esos factores se asocian de
un modo determinado a los miembros de la audiencia. Sin embargo, al mismo tiempo que
el estilo puede surgir como respuesta a factores como la audiencia, el tema o el contexto,
también es posible que su aparición se deba a una iniciativa del propio hablante, provocan
do, por su parte, un cambio en la situación. En estos cambios de estilo «por iniciativa del
hablante» los rasgos lingüísticos que aparecen suelen estar asociados a un grupo de refe
rencia y pueden, por tanto, servir como un medio de identificación con ese grupo (Bell,
2001).
En otro orden de cosas, es lógico pensar que tan importante como la función que cum
ple cada oyente en una interacción concreta es el tipo de relaciones personales que man
tiene el hablante: la importancia de las características sociolingüísticas del oyente pueden
pasar a un segundo plano si el vínculo entre el hablante y su interlocutor es estrecho (Bic-
kerton, 1980). El mayor problema que presentan estas relaciones personales para el análi
sis del estilo reside en que ofrecen infinitas posibilidades: no se mantiene el mismo grado
de intimidad con todos los amigos, ni con todos los hermanos, ni siquiera con el padre o la
madre. Si tuviéramos en cuenta las múltiples posibilidades de las relaciones interpersona
les nos enfrentaríamos a una casuística inagotable.
Para calibrar el peso del tipo de relación interpersonal sobre el estilo es imprescindi
ble trabajar sobre una tipología básica,74
75 que debería ser tan simple y general como para in
cluir, en la medida de lo posible, toda clase de relación. En la construcción de tal tipología,
los conceptos de «poder» y «solidaridad», propuestos por Roger Brown desde 1960, se re
velan como unos instrumentos de gran utilidad (Brown y Gilman, 1968) (véase capítulo
8). En principio, esos conceptos han sido utilizados principalmente para el estudio de las
formas de tratamiento, pero su aplicabilidad es mucho mayor. Partiendo de la idea de que
tanto el poder como la solidaridad pueden darse o no darse en una misma relación interper
sonal (Ueda, 1982; Moreno Fernández, 1989a), llegamos a la conclusión de que el interlo
cutor, cualquier miembro de la audiencia, puede mantener con el hablante uno de estos
cuatro tipos de relaciones:
A = + Poder - Solidaridad
B = + Poder + Solidaridad
C = - Poder - Solidaridad
D = - Poder + Solidaridad
Reflexiones y ejercicios
1. Aplicando los criterios de Stewart (1962), indique a qué tipo de variedad corres
ponderían las siguientes denominaciones y explique por qué: BASIC, sánscrito, vasco, ca
rioca, francés, maya, chino mandarín, pichinglis de Guinea Ecuatorial. Busque en manua
les de lingüística o consulte la Enciclopedia del lenguaje, de D. Crystal, si lo considera ne
cesario.
Orientaciones bibliográficas
Sobre el concepto de dialecto y todos los problemas teóricos y prácticos que se sitúan
en su entorno, conviene consultar los capítulos introductorios del libro dirigido por Ma
nuel Alvar, Manual de dialectología hispánica. El español de España (1996). Para una ca
racterización del español coloquial, puede consultarse el trabajo de Antonio Briz, El espa
ñol coloquial. Situación y uso (1996). Como introducción general a las teorías de M. A. K.
Halliday, véase su obra El lenguaje como semiótica social (1982).
Copyrighted material
114 PRINCIPIOS DE SOCTOLTNGÜÍST1CA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE
En 1968, Weinreich, Labov y Herzog y, más adelante, Labov en solitario hicieron una
descripción del mecanismo del cambio lingüístico que ha tenido una enorme repercusión
dentro y fuera del ámbito de la sociolingüística. La propuesta de Labov (1972c) se hizo to
mando como fundamento las experiencias de los estudios realizados en Martha's Vineyard
(Massachusetts)"' y en Nueva York?” Allí se habla de que el inicio del cambio suele darse
en un subgrupo de una comunidad, sobre todo cuando se acusa algún tipo de presión so
cial En un primer momento, la difusión del cambio se puede realizar, incluso de forma in
consciente, dentro de un subgrupo de nivel social bajo (cambio desde abajo) y la variable
lingüística se puede transformar en un indicador, característica que no está sometida a va
riación estilística. Cuando esa variable pasa a otras generaciones, se habla de hipercorrec-
ción desde abajo, entendiendo «hipercorrección» como el uso de una variante más allá de
lo fijado por un patrón o de lo esperado para un grupo concreto. Si la difusión del cambio
llega a ser tan amplia que llega a afectar a toda la comunidad de habla, el rasgo se transfor
ma en un marcador que pasa a ser incorporado a la variación estilística y que produce rea
justes estructurales, que a su vez pueden dar origen a nuevos cambios.
Las consecuencias últimas de este proceso de cambio varian dependiendo del estatus
del subgrupo que lo inició. Según Labov, si el subgrupo que inicia el cambio es el de ma
yor estatus de la comunidad, el cambio puede llegar a ser un modelo de prestigio del que la
comunidad es plenamente consciente (cambio desde arriba). Es en este momento cuando
puede surgir la hipercorrección desde arriba1 , los estatus inferiores, principalmente las
clases medias, en un intento de ajustarse al modelo de prestigio, sobrepasan la frecuencia
de los usos del grupo más prestigiado. Si, por el contrario, el subgrupo que inicia el cambio
es de bajo estatus, los individuos de los estratos superiores pueden rechazarlo e intentar
corregirlo. En tales casos, las innovaciones pueden convertirse en un rasgo limitado y es
tigmatizado, esto es, en un estereotipo*9
El estudio de los mecanismos sociales del cambio lingüístico está poniendo de mani
fiesto que la dinámica de las relaciones entre los grupos de una comunidad es una fuerza
87. Martha’s Vineyard es un isla de la costa de Massachusetts con una población estable de unos
6,000 habitantes; esta población aumenta hasta los 40.000 habitantes en verano. En Martha's Vineyard. los
diptongos [ai] y [au] se pronuncian mayoritaria mente con el primer elemento abierto, con una [a] semejante a
la de car. Sin embargo, en época más reciente se ha observado un progresivo aumento del cierre o centraliza
ción de ese sonido vocálico, que ha dado lugar a una realización [io] y [su]: tal centralización predomina entre
los pescadores, sobre todo los que habitan en la zona más tradicional de la isla, y en personas que tienen entre
30 y 45 años. Labov opina que el cambio se ha irradiado desde una pequeño grupo de pescadores (cambio des
de ubajo) y se ha convertido, inconscientemente, en atribulo de la personalidad de los isleños, frente a la de
los veraneantes, poco identificados con los valores tradicionales de la isla. La primera versión de este estudio
se hizo pública en 1962.
88. Labov (1972c; cito por 1983: 75-104 > estudió La realización de r en palabras como four. flúor, car,
beard o bear en la ciudad de Nueva York. Buena parte de los materiales fueron recogidos en tres grandes alma
cenes neoyorquinos, a los que acuden personas de diversos niveles socio-económicos; Saks, en la Quinta Ave
nida, Macy's. de clase media, y Klcins, de precios populares. Labov observó que el mantenimiento, o reposi
ción. de r era más frecuente entre los hablantes de mayor nivel socioeconómico, los que acudían a Saks, y mu
cho menor entre las personas que acudían a Klcins. Los estudios realizados por Labov demuestran que la pro
nunciación de resun rasgo prestigioso, más frecuente en ¡os estilos cuidados y en los hablantes de mejor posi
ción social, que se está extendiendo a otros grupos sociales, especialmente a los de nivel medio (cambio desde
arriba). Véanse ejercicios del capitulo 3.
89. Sobre la incidencia del factor «sexo» o «género» en la innovación lingüistica, véase el epígrafe de
dicado a esta variable social, donde se comenta el carácter conservador o innovador del habla de las mujeres.
Copyrighted material
118 PRINCIPIOS DE SOCIOIJNGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE
Los hechos variables se manifiestan en cada hablante o en cada lecto de un modo di
ferente y existe la posibilidad de ordenar esos individuos de forma escalonada, poniendo
en un extremo el hablante (el lecto) en el que la variación se manifiesta siempre o casi
siempre a través de unas variantes y, en el extremo opuesto, el hablante (el lecto) en el que
la variación se manifiesta siempre o casi siempre a través de otras variantes. A su vez, los
contextos lingüísticos en los que aparecen unas variantes u otras también pueden dispo
nerse de forma ordenada, dando como resultado unas escalas de implicación en las que
queda reflejado el proceso de difusión de un cambio en forma de onda.
Los estudios del cambio elaborados desde el modelo dinámico de los criollistas han
demostrado que la velocidad de difusión de un cambio lingüístico, teniendo en cuenta los
hablantes y los contextos entre los que se va generalizando, o su proporción de uso, no es
constante a lo largo de todo el proceso de difusión: el cambio se difunde muy lentamente
en un primer momento, tiene un ritmo muy rápido en una fase intermedia y se ralentiza en
la etapa final, hasta que muy poco o poco se generaliza completamente. Este proceso for
ma una curv a en forma de S como la que se representa en la figura 5.2.
Es frecuente, sin embargo, que los cambios se difundan dando lugar a una curva en
forma de S semejante a la del gráfico anterior, pero formada por varias curvas menores,
también con forma de S (fig. 5.3). En la figura se observa que cada pequeña cuna en forma
de S conesponde a un particular contexto lingüístico. La pérdida de la -n final en francés y
la progresiva nasalización de la vocal obedecieron a un proceso desarrollado a lo largo de
cinco siglos aproximadamente. La nasalización fue ampliando sus contextos paso a paso,
encadenando fases en las que se reconoce e! mismo tipo de evolución: inicio lento, desa
rrollo intermedio rápido, final lento (curva en forma de S). Según el gráfico, la pérdida de
-n se dio primeramente con vocales como aye, entre los siglos IX y xi; el proceso de pérdi
da de la nasal concluyó con las vocales altas i y m, entre los siglos Xlll y xtv (Aitchison,
1991). Cabe destacar, por otro lado, que, para la sociolingüística moderna, la difusión en
forma de onda puede producirse tanto en un espacio geográfico como en un espacio social,
lo que supone establecer un punto de contacto entre la lingüística de finales del siglo xx y
la de finales del siglo xix, especialmente con la llamada teoría de la onda de Schmidt.
Precisamente, es a finales del siglo XX cuando irrumpe una teoría matemática general
que ha ido proyectándose en las Humanidades y que ha alcanzado el terreno del estudio de
la variación y el cambio lingüístico. Se trata de la teoría de catástrofes formulada por René
Copyrighted material
122 PRINCIPIOS DE SOC1OLINGÜÍST1CA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE
son materiales escritos, sujetos muchas veces a reglas o normas diferenciadas de la lengua
hablada, que sólo proporcionan evidencias positivas y que han sido producidos por personas
de las que desconocemos su perfil sociolingüístico, así como el perfil sociolingüístico de su
entomo. De ahí que Labov defina la lingüística histórica como «el arte de hacer el mejor uso
de los peores datos». Y precisamente la precariedad de los datos históricos es lo que hace
surgir la llamada «paradoja histórica», que tiene su correspondencia en la paradoja del ob
servador de la investigación sincrónica. La paradoja histórica se formula así:
El fin de la lingüistica histórica es explicar las diferencias que existen entre el pasado y
el presente; pero, al determinar hasta qué punto el pasado fue distinto del presente, no hay
forma de saber cómo fue de diferente.
La conclusión que obtiene Labov, acerca de las limitaciones de los datos históricos
para el estudio del cambio, es que se hace necesario intentar una explicación a partir de
técnicas que permitan descubnr cómo se desarrolla el cambio; se hace necesario trabajar
sobre cambios en marcha y utilizar métodos y técnicas empíricos, que ofrezcan unos resul
tados significativos y realmente representativos de una comunidad. De este modo, sería
posible descubrir la intensidad, la variación y la orientación de un buen número de cam
bios lingüísticos.
Según se desprende de lo que acabamos de comentar, la sociolingüística propone
como complemento, no como alternativa, de la investigación de los cambios en tiempo
real el estudio de la innovación lingüística en desarrollo, del cambio lingüístico en curso;
con otras palabras, el estudio del cambio en tiempo aparente. Este estudio se realiza mane
jando simultáneamente informantes de diversas edades, pertenecientes a una misma co
munidad. Cuando los materiales recogidos de los diversos grupos de edad se extrapolan en
un eje temporal, se maneja el concepto de «tiempo aparente», en el que los usos lingüísti
cos de las generaciones de mayor edad son más antiguos y los usos de las generaciones jó
venes son más recientes y se consideran innovadores. La validez del tiempo aparente para,
la investigación del cambio está fundamentada en una hipótesis (hipótesis del tiempo apa
rente), según la cual los usos lingüísticos de una generación no se ven apenas afectados
por el paso del tiempo, esto es. se mantienen prácticamente inalterados y pueden ser con
frontados con los usos de otras generaciones, siempre que se trate de comunidades esta
bles. Ni que decir tiene que esta hipótesis puede ser ratificada o rechazada al estudiar los
cambios en comunidades de habla concretas.
Un buen ejemplo de cambio lingüístico en curso es el que ofrece M.a del Mar Ruiz
Domínguez con datos referidos al seseo en la ciudad de Melilla (España). El gráfico que se
obtiene sobre el mantenimiento del seseo, según la edad de los hablantes, se muestra en la
figura 5.5.
Aquí se observa que las generaciones de mayor edad, especialmente la última, man
tienen con bastante firmeza el seseo, firmeza que se va debilitando, en favor de las solucio
nes distinguidoras, conforme disminuye la edad de los hablantes. Esta distribución lineal
hace pensar que la distinción es un fenómeno innovador y que acabará generalizándose en
la comunidad de Melilla: el tiempo aparente nos permite llegar a una interpretación de un
cambio en curso, que podría ser ratificada o desechada por el tiempo real.
Del mismo modo, si un rasgo lingüístico no covaria con la edad de los hablantes de
una comunidad, se puede interpretar que su distribución es estable y que, por lo tanto, no
cabe esperar un cambio importante en el tiempo aparente del que dan cuenta los datos con-
128 PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE
Copyrighted material
132 PRINCIPIOS DE SOCIOLÍNGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE
Dentro de una lengua histórica (o de una comunidad idiomática), la relación entre dia
lectos, niveles y estilos es una relación «orientada», precisamente en este sentido: dialecto -*
nivel -* estilo de lengua.
Así pues, Coseriu reconoce una relación jerarquizada que tiene en la variación diató-
pica (dialecto) su término más general y en la variación de estilo su término más restringi
do. Coseriu habla de lengua histórica para referirse a las lenguas reconocidas histórica
mente como tales por sus propios hablantes y por los hablantes de otras lenguas (véase ca
pítulo 4). Añadiendo la variación histórica a lo que se acaba de exponer, Martín Butrague-
ño (1991) ha presentado una jerarquía, a partir del modelo de Coseriu, según la cual los ti
pos de variación se podrían ordenar del siguiente modo: variación histórica > variación
geográfica > variación social > variación es tilis tica.
Aunque esta visión es aceptable en términos generales, entraña dificultad en la pri
macía dada a la variación en el tiempo sobre la variación en el espacio. Sí concebimos el
tiempo como una micro historia, es decir, como un discurrir día a día, no es fácil situar la
variación histórica en un grado inmediatamente superior a la geográfica. Ello nos remite a
un viejo problema físico y filosófico: ¿debe anteponerse el espacio al tiempo, o viceversa?
La respuesta no sólo no está clara, sino que la física del siglo XX (Minkowski, Schródinger,
Einstein) prefiere hablar del concepto «tiempo-espacio» considerado como un continuo.
Copyrighted material
136 PRINCIPIOS DE SOCIOLINGCÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE
r Sistema
Escala de Escala de
WOflMA SOCIOUNGÜÍSTICA
variabilidad variabilidad
+ +
▼ ▼
Habla
mos ni ante una variante esporádica ni ante una variante en distribución complementaria,
sino ante un elemento constante.
3. Las variantes facultativas individuales no pueden ser ignoradas por el simple he
cho de ser individuales: dentro de un individuo es posible encontrar cierta regularidad en
la alternancia de algunas de estas variantes.
Valorando estos hechos, podríamos preguntamos: ¿en qué lugar de la lengua se situa
ría la variación para un estructuralista? Cabria la posibilidad de localizar la variación en un
plano intermedio, entre el nivel más abstracto de la lengua (el sistema) y el más concreto
(el habla individual). Este nivel intermedio entre el sistema y el habla incluiría cualquier
variación que encerrara algún tipo de regularidad y vendría a corresponderse con que lo
que Coseriu llama «norma»/' Con este concepto coincidiría en el hecho de que los facto
res sociales tienen algún poder de determinación sobre los fenómenos variables, lo que
permitiría hablar de norma sociolingüistica (fig. 6.2).
Los componentes de esa norma sociolingüistica estarían ordenados a lo largo de un
continuum, según su grado de regularidad o variabilidad: los fenómenos variables más re
gulares estarían más cercanos a la lengua; los más irregulares estarían más cercanos al ha
bla. La norma de cada comunidad localizaría cada fenómeno en un nivel de regularidad
particular. Como hipótesis de trabajo, podría plantearse que los fenómenos determinados
por factores sociales y por factores lingüísticos se inscribirían en la parte de la norma so-
ciolingüística más cercana al habla, mientras que los fenómenos determinados solamente
por factores lingüísticos estarían localizados en la parte de la norma más cercana a la len
gua. De esta manera, sería más fácil explicar cómo se produce el avance de los cambios
lingüísticos: empezarían en la esfera más superficial de la norma, para culminar en la más
abstracta y, finalmente, en el sistema; a la vez, las características y tendencias del sistema
podrían favorecer el desarrollo de ciertas variaciones y cambios lingüísticos e impedir la
aparición de otros. Si todos los fenómenos incluidos en el nivel de la norma sociolingüisti
ca fueran considerados como elementos abstractos, estaríamos hablando de la variación
como rasgo esencial de la lengua.
99. Sobre el concepto de norma y otras cuestiones relacionadas con la variación lingüistica, véase el in
teresante libro de J. J. Montes Giraldo (1995).
I x r ¡ ci hted ni Qteri 3l
opy
144 PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGO DEL LENGUAJE
prometo serte fiel en las alegrías y en las penas): son los enunciados realizativos. También
existen enunciados formados por proposiciones éticas, que pretenden servir de guía para
ciertas conductas (no matarás: divide y vencerás), y enunciados que sólo pretenden con
firmar el funcionamiento del canal comunicativo entre dos interlocutores: enunciados fó
ticos (¿me oyes bien?; ¿estás ahí?; ¡hola!) (Austin. 1982; Searle, 1980; Levinson, 1989).
Una de las corrientes de estudio más representativas de la pragmática actual se ocupa
de la caracterización de los enunciados llamados realizativos, frente a los constatativos.
Se ha podido comprobar que las expresiones realizativas, denominadas actos de habla,
han de cumplir ciertos requisitos: no deben describir ni registrar nada, no han de ser «ver
daderas» o «falsas», sino simplemente «adecuadas» o «no adecuadas», han de suponer la
realización de una acción o de parte de ella y suelen incluir un verbo en primera persona.
Para que esos actos de habla tengan éxito, desde un punto de vista comunicativo, ha de
existir un procedimiento convencionalmente aceptado, que debe cumplirse de forma co
rrecta, en todos sus pasos, y en el que los participantes han de ser los apropiados. En 1962,
Austin distinguió cinco clases de enunciados realizativos:judicativos (declaro culpable al
reo), ejercitativos (te designo mi sucesor), compromisorios (prometo ser imparcial), de
comportamiento (te felicito) y expositivos (supongo que es cierto lo que se cuenta en este
libro).
Por oíto lado, teniendo en cuenta que todos los enunciados suponen, de un modo u
otro, la realización de una acción y dado que las fronteras entre enunciados constatativos
y realizativos no siempre están suficientemente claras, se ha distinguido entre tres tipos
de actos, que se han convertido en unidades básicas de la pragmática: actos locutivos.
¡locativos y perlocutivos. Los actos locutivos surgen en el momento en que se dice algo,
esto es, cuando se emite un enunciado; los actos ilocutivos se realizan cuando se dice
algo con una cierta intención o fuerza por parte del hablante (informar, advertir, compro
meterse)’, los actos perlocutivos aparecen como consecuencia del acto ilocutívo y logran
un efecto o una reacción en el oyente (convencer, disuadir). A este respecto, M.a Victoria
Escandell (1993: 69) insiste oportunamente sobre la dificultad de distinguir también ta
les tipos de actos:
La distinción entre estos tipos de actos es sobre todo teórica, ya que los tres se realizan a
la vez y simultáneamente: en cuanto decimos algo, lo estamos haciendo en un determinado
sentido y estamos produciendo unos determinados efectos. Pero es interesante distinguirlos
porque sus propiedades son diferentes; el acto locutivo posee significado; el acto tiocutiw
posee fuerza; y el acto perlocutivo logra efectos.
Henk Haverkate (1994), por su parte, distingue entre actos de habla corteses y actos
no corteses. Dentro de la categoría de los actos corteses se incluyen los actos expresivos
(agradecimiento, felicitación, pésame, disculpa, cumplido, saludo) y los actos comisivos
(promesa, invitación). La categoría de los actos no corteses recoge los actos asertivos y los
exhortativos (ruego, sitplica, mandato, consejo, recomendación, instrucción). Asimismo
es posible identificar varios niveles de cortesía. En el primer nivel se distingue una corte
sía comunicativa de una cortesía no comunicativa. Dentro de la cortesía comunicativa se
distingue, a su vez, entre la cortesía lingüistica y la cortesía no lingüística; esta última in
cluye la cortesía no paralingüistica (los gestos) y la paralingüistica (ruidos y signos ver
bales). La cortesía lingüística puede ser de dos tipos: metalingüistica y no metalingüisti-
ca. A la primera se le atribuyen las funciones de mantener un contacto social apreciable
entre los interlocutores (función fótica) y de respetar las reglas o máximas de la conversa-
Copyrighted material
148 PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE
verbal los individuos utilizan estrategias que minimizan la fuerza de los actos que corres
ponden a la imagen negativa. De acuerdo con estas dos imágenes del hablante. Brown y
Levinson proponen la existencia de dos tipos de cortesía: la cortesía positiva y la cortesía
negativa, Cada una de ellas puede buscar unos fines específicos y para ello se despliegan
diversas estrategias. Asi, por ejemplo, dentro de la cortesía positiva se incluirían estrate
gias como atender a los intereses, deseos o necesidades del oyente, exagerar el interés y la
simpatía por el oyente o utilizar marcadores de grupo (uso de la misma variedad dialectal,
jerga, etc.). Tales estrategias apelan a la experiencia común entre los interlocutores para
conseguir unas actitudes favorables.
Finalmente, Lavandera propone un concepto de cortesía que la sitúa en el mismo ni
vel que la/uerz# ilocutiva en los actos de habla; de hecho, la noción de «fuerza ilocutiva»,
según Lavandera, debe complementarse con la noción de «fuerza de cortesía». La cortesía
se manifiesta, habitualmente, a través de mecanismos lingüísticos que permiten disponer
los actos de habla y las conversaciones en un continuum de fuerza de cortesía. La cortesía
no es una propiedad inherente de las oraciones, antes bien es un valor que adquieren las
expresiones en determinadas condiciones contextúales. Junto a la propuesta de Lavande
ra. las demás teorías de la cortesía han buscado una explicación satisfactoria del funciona
miento de los mecanismos de interacción; en ellas la cortesía no es un significado de las
formas lingüisticas, sino una propiedad de los actos de habla.
Unas veces al margen de las teorías de la cortesía y otras en estrecha relación con
ellas, los sociolingüistas. sobre todo los más preocupados por los aspectos etnográficos
de la comunicación, han acumulado numerosas experiencias e informaciones sobre los
mecanismos de cortesía utilizados en diversas lenguas y culturas del mundo (Wierzbic-
ka, 2003). Así. por ejemplo, C. Geertz ha comprobado que la lengua javanesa dispone de
un sistema de expresión de cortesía en el que prácticamente es imposible decir nada sin
incluir algún elemento que indique el tipo de relación social, estatus y familiaridad de los
interlocutores. Los hablantes de javanés han de elegir entre tres estilos diferentes (alto,
medio y bajo) y posteriormente seleccionar y construir sus enunciados de acuerdo con
las exigencias de cada estilo: si se quiere usar una forma equivalente a ahora. el hablante
de javanés sabe que tiene que utilizar la forma samenika para el estilo alto, saniki para el
estilo medio y saiki para el estilo bajo; si se quiere usar la forma javanesa equivalente a
ir, hay que tener en cuenta que, en el estilo bajo (con saiki}, se debe utilizar arep, que con
saniki (estilo medio) se ha de usar adjeng y que con samenika (estilo alto) se debe elegir
hade.
El japonés es otra lengua en la que la expresión de la cortesía determina de forma
cardinal el uso social de los actos de habla. Las formas indicadoras de cortesía se usan y
distribuyen dependiendo del tipo de interlocutor. Según explica Muriel Saville-Troike
(1982: 54-55), a partir de datos de Harumí Williams, en el japonés de los niveles sociales
acomodados, el ofrecimiento de un taza de té ha de hacerse mediante fórmulas de corte
sía bien diferenciadas y adecuadas a los interlocutores. Esas fórmulas pueden ordenarse
en una jerarquía de siete grados: 1) ¿Ocha? «¿té?» (hacia los propios hijos); 2) ¿Ocha
dó? (hacia los propios hijos, los hermanos y los amigos más jóvenes); 3) ¿Ocha ikaga?
(hacia los amigos de la misma edad y los hermanos mayores); 4) ¿Ocha ikaga desu ka?
(hacia el marido, los padres, los tíos y los cuñados más jóvenes); 5) ¿Ocha wa ikaga desu
ka? (hacia los abuelos); 6) ¿Ocha ikaga deshó ka? (hacia los cuñados mayores); 7)
¿Ocha wa ikaga deshó ka? (hacia los suegros, los abuelos del marido, el jefe del marido
y los profesores).
Copyrighted material
152 PRINCIPIOS DE SOCIOL1NGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE
Copyrighted material
164 PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍST1CA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE
bates, las entrevistas (por ejemplo, las que se mantienen para recoger materiales lingüísti
cos) o las conversaciones coloquiales. Estas últimas, según Payrató y Briz, se caracterizan
por ser cotidianas, espontáneas e informales; en ellas la experiencia común de los interlo
cutores viene a ser decisiva, suele contarse con una presencia notable de elementos para
lingüísticos (ruidos, carraspeo) y kinésicos (gestos, movimientos del cuerpo)* en unas cul
turas más que en otras (Poyatos, 1988), y es frecuente que predomine la función expresiva
en los elementos suprasegmentales (Payrató, 1992). A su vez, en las conversaciones colo
quiales también se distinguen varios tipos o subtipos, entre los que destacan las disputas,
las presentaciones y las charlas. En cada tipo de conversación se sabe quién puede hablar,
cuándo, cuánto, qué y cómo, aunque en la conversación coloquial y cotidiana estos facto
res ofrecen una mayor libertad.
Desde la perspectiva de la lingüística textual, la conversación es una interacción en la
que aparecen actos de diferentes interlocutores ordenados según unas reglas convenciona
les. Las interacciones han de cumplir una serie de requisitos correspondientes a las accio
nes simples; entre ellos está el de modificar un estado inicial con una intención y una fun
ción determinadas, con el fin de que la interacción tenga éxito, esto es, tenga un resultado
adecuado. Se dice que una interacción es adecuada cuando el resultado es acorde con las
intenciones de los interlocutores, pero para ello los interlocutores deben tener un acceso al
menos parcial y reciproco a sus conocimientos, sus deseos, sus intenciones y sus propósi
tos. La conversación responde a una estrategia para obtener éxito en la consecución de
unos objetivos y el éxito depende de la adecuación entre 1o que se dice, para qué se dice, a
quién se dice, cómo se dice y en qué situación se dice. Los objetivos de las conversaciones
se los marcan los hablantes en cada situación y pueden ser muy variados: mantener unas
relaciones sociales, conseguir un reacción en el interlocutor, reforzar la identidad social,
transmitir información y otros muchos (Gumperz, 1982).
Desde un punto de vista formal, una conversación es una sucesión de tumos implica
dos (A-B-A-B) que constituye una secuencia coherente de acciones. Ahora bien, esa se
cuencia está organizada de acuerdo con estrategias en las que se ven implicados todos los
niveles del lenguaje, desde el fonético al proxémico. Para Teun van Dijk, toda conversa
ción tiene una macroestructura y una microestructura. La macroestructura es una estruc
tura global, correspondiente a un macronivel, en el que la conversación queda organizada
como un todo. La microestructura corresponde a un micronivel en el que aparecen los
enunciados individuales y sus relaciones (tumos conversacionales, secuencias de tumos).
En la estructura global o macroestructura de la conversación se identifican catego
rías que se corresponden con unas funciones que son cumplidas tanto por unidades lin
güísticas, como por unidades paralingüisticas o kinésicas. Las categorías que forman la
macroestructura de la conversación quedan representadas en la figura 8.1 y son las si
guientes: preparación, apertura, orientación, objeto de la conversación, conclusión y ter
minación. Entre unas categorías y otras pueden utilizarse elementos de transición del tipo
¡Bueno!, ¡Así andamos!, ¡Ea!, ¡En fin!
La preparación es una categoría que pretende simplemente llamar la atención de ios
interlocutores, es decir, establecer la comunicación. Esta categoría puede manifestarse lin
güísticamente (mediante el uso de vocativos (Bañón, 1993): ¡Oye!, ¡Antonio!), paralin
güísticamente (¡Eh!, Hey) o kinésicamente (por ejemplo, levantando y moviendo el brazo
de un lado a otro para ser visto o arqueando las cejas), aunque en ocasiones no es necesaria
su aparición formal: cuando dos personas se encuentran de frente o cuando una persona
encuentra a otra al entrar en una habitación.
Copyrighted material
176 PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE
Orientaciones bibliográficas
una serie de hechos lingüísticos y sociolingüísticos que les conciernen o les afectan?2 Ta
les hechos pueden pertenecerá su propia variedad, a la de su grupo o a la de su comunidad,
pero también a las variedades de otros hablantes, otros grupos, otras comunidades. Los ha
blantes saben que su comunidad prefiere unos usos lingüísticos a otros, que ciertos usos
son propios de unos grupos y no de otros y, por lo tanto, tienen la posibilidad de elegir lo
que consideran más adecuado a las circunstancias o a sus intereses. Esta capacidad de
elección, derivada de la conciencia lingüística, es extraordinariamente decisiva a la hora
de producirse —y explicarse— los fenómenos de variación y de cambio lingüísticos, así
como la elección de una lengua en comunidades multilingües (Coulmas. 2005).
La conciencia lingüistica es un fenómeno estrechamente ligado al de variedad lin
güística —sobre todo en las comunidades bilingües o en territorios donde se habla más de
un dialecto— y al de estrato social. A propósito de la estratificación social, Humberto Ló
pez Morales explica lo siguiente (2004: 258-259):
Parece cierto que la relación entre estrato sociocultural y conciencia lingüística es muy
estrecha y que, a medida que se baja en el espectro social, disminuye el grado de capacidad
distintiva de los sociolectos de la comunidad. Si, efectivamente, conciencia lingüistica y es
tratificación social son de alguna forma paralelas, habrá que saber cuál es la fenomenología
sintomática que da pie a las distinciones.
Con el fin de averiguar hasta qué punto es cierta tal asociación, López Morales ha rea
lizado un estudio sobre el español de San Juan de Puerto Rico y ha llegado a la conclusión
de que ni ayori tari ámente existe conciencia sobre la variación sociolectal y de que los indi
viduos de nivel socioeconómico más alto son, con las mujeres en general, los de mayor
conciencia sociolingüística. Por lo demás, es obligado pensar que, si esta conciencia es
algo muy arraigado en comunidades fundamentalmente monolingües, lo mismo puede de
cirse, con mayor énfasis, en relación con las comunidades bilingües o multilingües.
Aparte de la actitud, una de las consecuencias directas de la conciencia sociolingüís
tica de los hablantes es su seguridad o su inseguridad lingüistica, esto es, la relación que
existe entre lo que un hablante considera correcto, adecuado o prestigioso y su propio uso
lingüístico: se habla de seguridad lingüistica cuando lo que el hablante considera como
correcto o adecuado coincide con los usos espontáneos del mismo hablante; la inseguri
dad lingüistica surge cuando tal coincidencia disminuye o desaparece. El prototipo de ha
blante inseguro sería aquel capaz de hacer afirmaciones como éstas: mi nunca me se
ocurriría decir me se ha caído o yo jamás diríe c osas como irie o vendríe.
Pero, comentado cuál es el interés de las actitudes para la sociolingüística general, es
importante saber cómo se definiría la actitud desde la disciplina que más la ha estudiado, la
psicología social, y cuáles serían sus componentes, si se admite que los tiene.
Como han indicado diversos autores —Ralph Fasold (1996:229 y ss.), por ejemplo—,
las actitudes lingüisticas han sido estudiadas desde dos puntos de vista: uno mentalista, de
t2. No puede decirse, sin embargo, que todos ios hablantes de todas las comunidades sean conscientes
de todas las características lingüisticas y socio lingüísticas de su variedad.
Copyrighted material
184 PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE
Estatua (podar)
índices: índices:
Competencia Estatus
Expe renda Poder
Fiabilidad Prestigio
Clase social
Supsnofidad
Persona
índices:
fndicta: Solidaridad interna
Benevolencia Lealtad lingüística
Atractivo Similaridad de creencias
Similaridad de atributos Orgulto étnÉco
Orgullo familiar
Solidaridad
Fig. 9.3. Situaciones percibidas en relación con la actitud lingüistica e indices de evaluación
de dos dimensiones. Adaptación del modelo de Giles y Ryan (1982).
Medida de la actitud
Copyrighted material
LA COEXISTENCIA DE LENGUAS Y SOCIEDADES 209
(«book»)
I
/búk/
I
fknfgaf
A
/búk/ fkníga/ fkníga/
los individuos de las comunidades que los utilizan y de las comunidades que no los uti
lizan.
Ahora bien, la traducibilidad que se exige en el individuo bilingüe —la tercera de las
características apuntadas— nos conduce a plantear un asunto de especial importancia: la
relación entre los sistemas lingüísticos del bilingüe; dicho de otra forma, la representación
mental de las lenguas en el individuo bilingüe. Uriel Weinreich (1974: 34-37), en uno de
los trabajos clásicos de la especialidad, distinguió tres tipos de bilingüismo, según la rela
ción que establecen entre si las lenguas que han entrado en contacto, en este caso en el in
dividuo bilingüe (véase la figura lid).
En el caso del bilingüismo coordinado, el hablante bilingüe opera como dos hablan
tes monolingües yuxtapuestos; en el bilingüismo compuesto habría una base conceptual
común para las dos lenguas (algunos autores hablan en este caso de bilingüismo puro); en
el subordinado, la lengua dominada se aprende y utiliza a través de la lengua dominante:
de hecho se ha llegado a explicar que este tipo de bilingüismo es el que producen algunas
técnicas de enseñanza-aprendizaje de segundas lenguas en sus primeras etapas.
La tipología del bilingüismo establecida por Weinreich ha sido objeto de críticas y re
visiones a lo largo de los años, revisiones que, en algunos casos, han llegado a concluir,
después de no pocos rodeos, que se trata de una propuesta adecuada. A esa clasificación de
los bilingües se le ha objetado, por ejemplo, que los subordinados sencillamente no son bi
lingües, y esto lleva a modificar algo los conceptos y a hablar de un bilingüismo en el que
existe un solo sistema de significaciones (bilingüismo compuesto) y de otro en el que exis-
Copyrighted material
Capítulo 12
DIGLOSIA
Durante parte de los siglos XIX y xx, el término diglosia se utilizó para hacer referen
cia a la situación lingüística de Grecia y al conjunto de situaciones que se viven en los paí
ses del mundo árabe.6 En ambos casos, se trata de un uso funcional y socialmente diferen
ciado de dos variantes de una misma lengua.
La lengua griega, tras el esplendor de la Antigüedad clásica, siguió una evolución na
tural que la llevó, como a cualquier otra, al desarrollo y el cambio de algunas de sus carac
terísticas lingüísticas. Una vez caído el Imperio Bizantino, el griego pasó a ser la lengua de
una cultura, la expresión de una civilización —la helenística—, que sobrevivió a la domi
nación otomana, aun recibiendo una fuerte influencia del turco, hasta que en el siglo xix
volvió a convertirse en la lengua de una nación independiente.
La situación moderna del griego se ha caracterizado por la existencia de un conflicto
lingüístico, agudo y difícil, en el que se han enfrentado, o yuxtapuesto, dos variedades: por
un lado, el griego vivo y moderno, el que ha sufrido los mil avatares, cambios e influjos
que el tiempo le ha deparado con su paso, el que habla la gente en la calle, el que conoce
una división dialectal con rasgos que trazan fronteras entíe el norte y el sur, el este y el oes
te de Grecia: el griego demotikí (griego popular); por otro, el griego culto y arcaizante, el
de los usos formales y solemnes, la variedad de la Administración, de la religión y de la
prensa oficial, de la ciencia y la tecnología: el katharévusa (griego purificado, purista).7
Existen, pues, dos variedades a las que se les han asignado funciones distintas y cuyos
usos sociales han llegado a ser considerados como excluyentes.
Copyrighted material
232 PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE
Las clases de poliglosia comentadas por Fasold no agotan las posibilidades que ofre
ce la realidad social y lingüística de las comunidades de habla repartidas por el mundo. La
situación argelina, comentada sucintamente más arriba, podria caracterizarse como diglo
sia doble porque, si para los hablantes de cierta edad se produce una diglosia «francés (A)
- árabe dialectal (B)», para los más jóvenes, los que han sido alfabetizados también en ára
be normativo, se añadiría a esa diglosia una segunda diglosia: «árabe normativo (A) - ára
be dialectal (B)»; a esto habría que sumar la situación de los grupos bereberes, que hacen
uso de su lengua en contextos familiares e informales.
La sociología de! lenguaje ha tenido entre sus preocupaciones la de fijar una serie de
principios sociolingüísticos para describir y comparar la situación lingüistica de todos los
países del mundo. Entre los criterios y principios manejados con este fin está la categoría
de la lengua. íntimamente ligada a función social que cumple. Ferguson consideró la
función como la primera y más importante condición que debía tenerse en cuenta para ha
blar de diglosia y distinguió dos funciones básicas: A y B. En otros estudios, y con otros fi
nes, esas funciones han sido tratadas con un mayor detalle.
En los años sesenta, Charles Ferguson (1966) estableció tres categorías de len
guas, según concurrían en ellas ciertas características: lengua principad lengua mino
ritaria y lengua especial. Una lengua principal es aquella que es lengua materna de
más del 25 % de una población (o de más de un millón de personas), que es lengua ofi
cial de un país y que es enseñada en la instrucción secundaria, al menos a la mitad del
alumnado.1101' Una lengua es minoritaria cuando es lengua materna de más del 5 % de
una población (o de más de 100.000 personas) y cuando se usa como lengua de instruc
ción más allá de los estudios primarios. Las lenguas especiales no reúnen, claro está,
las características de las anteriores y pueden servir para fines muy diversos: religión,
literatura, lengua franca.
Esta clasificación afecta a la función que han de cumplir las diversas categorías o cla
ses de lenguas: se habla entonces del uso oficial de la lengua, del uso en la enseñanza o en
la religión y de su utilidad como lengua de comunicación de un grupo o de una comunidad
de habla, como lingua franca o como lengua internacional. La lingua franca y la lengua
internacional se distinguen por el hecho de que la primera sirve como vehículo de comuni
cación entre hablantes de lugares y lenguas diferentes que no la tienen como lengua mater
na, mientras que la lengua internacional es hablada en distintos países cuyos hablantes dis
ponen de ella como lengua materna, aunque también puede ser utilizada como linguafran
ca (Marqués de Tamarón, 1994) (véase capítulo 16).
En una propuesta más reciente, Ralph Fasold ha presentado una relación de posibles
funciones de las lenguas y de los atributos que teóricamente les permitirían cumplir tales
funciones. Según Fasold (1996: 123-133), serían los siguientes:
— Función oficial', la lengua requiere estar estandarizada, esto es, disponer de gramá
tica, diccionario, ortografía, y ser conocida por un conjunto de ciudadanos con estudios.
1 Ibis. No debe confundirse el concepto de lengua principal con ios conceptos de lengua nacional o de
lengua oficial. Véase glosario.
/Opyrighted m aterí
238 PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE
CUADRO 13.1. Uso del inglés y del español enríe hispanos de sudoeste de EE. UU. por ámbitos,
clase y generación, según R. Sánchez
C/ase obrera
Casa E A I É A A E A 1
Barrio 1 1 i E A A A A A
Recreo A 1 i A A A A A I
Trabajo I I I A A A A I I
Medios de comunicación A 1 í A A A A A I
Gobierno I l I i J I I I I
amplio, en las que la variedad A se usa en situaciones más formales que la variedad B. Pa-
sernos ahora a un ejemplo procedente de España."
La Franja Oriental de Aragón ofrece, en algunas localidades, la posibilidad de utilizar
el español (o castellano), el catalán o un habla local (llamada generalmente chapurreao).
Allí se ha podido comprobar que el español es entendido, hablado, leído y escrito práctica
mente por el 100 % de la población; además, el 65 % de la población piensa que se manten
drá igual durante los próximos años y el 27 % opina que su uso aumentará. Las hablas lo
cales, por su parte, son utilizadas en casa, en la calle, en las tiendas y en los centro de re
creo, es decir, en los ámbitos caracterizados por un menor grado de formalidad. Según se
anota en el estudio realizado por M.’ A. Martín Zorraquino y sus colaboradores (1995: 68
y ss.), el mayor uso de las variedades locales se produce en casa, donde lo emplea el 85 %
de la población, mientras que sólo un 4 % de hablantes usa el español en casa de forma ex
clusiva, si bien se detecta un aumento del español a medida que desciende la edad de los
individuos y conforme se eleva su nivel de instrucción.
Las hablas locales de la Franja Oriental de Aragón son utilizadas por el 75 % de la pobla
ción en la calle, en las tiendas y en los lugares de recreo. Aquí también se observan diferencias
significativas si se tiene en cuenta la incidencia de diversos factores sociológicos: en los ha
blantes de mayor edad, el uso exclusivo de la variedad local supera el 80 %, pero entre los jó
venes el uso exclusivo de esta habla ronda el 50 %; asimismo, más del 82 % de las personas
con instrucción primaria utiliza siempre el habla local, proporción que se queda en el 60 % de
los hablantes de instrucción media, que en esos ámbitos hacen un mayor uso del español.
En los ámbitos considerados como más formales (trabajo, administración, entidades
bancarias, asistencia sanitaria, iglesia, reuniones públicas) se aprecia un aumento del em
pleo del español en toda la Franja. El español es usado siempre o casi siempre en el ámbito
laboral por el 11 % de las personas que trabajan, frente a las hablas locales, que son utiliza-
12. Existen muchos estudios, de diversas regiones, en los que se manifiesta una preocupación por este
asumo; algunos son modestos en cuanto a su objeto de estudio (Uruburu Bidaurrázaga, 1992), otros son investi
gaciones de gran envergadura {Mapa sociolingüistico de Galicia, 1994-1996).
LA COEXISTENCIA DE LENGUAS Y SOCIEDADES 245
tuaciones en las que, dándose la posibilidad de una sustitución, se opta por el manteni
miento.
Según Uriel Weinreich (1952, en 1974; 209-210), la lealtad lingüistica es un fenóme
no que corresponde, en el campo del lenguaje, a lo que corresponde el nacionalismo en el
terreno de la nacionalidad, y la define así:
Toda lengua, como toda nacionalidad, puede ser considerada como un conjunto de nor
mas de comportamiento; la lealtad lingüística, como el nacionalismo, designa el estado men
tal en que la lengua (como la nacionalidad), en su calidad de entidad intacta y en contraposi
ción a otras lenguas, ocupa una posición elevada en la escala de valores, posición que necesi
ta ser «defendida».
La lealtad lingüística surge como reacción ante un posible cambio de lengua; esa
reacción lleva a los individuos a conservar la lengua amenazada y a convertirla en un
símbolo social, en una auténtica «causa». Por eso Weinreich piensa en este fenómeno
como un principio, de contenido variable según la comunidad, que hace que los indivi
duos se resistan de modo consciente y activo a los cambios de funciones de su lengua y a
las modificaciones de sus caracteres lingüísticos por influencia de otra lengua. Por eso
los «leales» a menudo son excepcionalmente puristas en sus actitudes lingüísticas y con
ceden una especial trascendencia a todo lo relacionado con la estandarización y regula
ción de su lengua.
Es preciso añadir, no obstante, que, pese al paralelismo que puede establecerse entre
lealtad y nacionalismo, estamos ante factores que no siempre corren parejos, ni tienen por
qué orientarse hacia unos mismos objetivos, ni sociales ni lingüísticos. En hablantes de
muchas lenguas minoritarias es posible encontrar un profundo sentimiento de lealtad lin
güística, una reacción vehemente contra las amenazas que pueden afectar a su lengua, sin
que ello vaya acompañado de ningún deseo de reconocimiento político, de independencia,
de articulación de organizaciones propias o de extensión de sus peculiaridades a territorios
vecinos, objetivos éstos de muchos movimientos nacionalistas. Weinreich pone como
ejemplo de ello el caso de los retorromanos y los suizos italianos, en los que no se alberga
una aspiración de independencia política, y del movimiento «yidista» del este de Europa
después de la Primera Guerra Mundial, que concentró sus actividades en un programa lin
güístico sobre el yidis (judeo-alemán).
El conflicto lingüístico
opyrighted material
252 PRINCIPIOS DE SOCIOL1NGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE
Psaimus
Domine, in furore tuo
ruégoie que me condenes,
que en una carne nunc dúo,
según las penas, jam luo.
But I used to eat the bofe, the brain. And then they stoppcd selling it because tenia, este,
le encontraron que tenia worms. I used to make some bofe! Después yo hacia uno d ‘esos con-
coctions: the garlic con cebolla, y hacia un mojo, y yo dejaba que se curara eso for a couple
□f hours. Then you be drinking and eating that shit. Wooh! It's like eating anchovies when
you’re drinking. Deliciousl
Pero solia comer el bofe, los sesos. Y entonces dejaron de venderlo porque tenían, este,
le encontraron que tenía gusanos. ¡Yo solía hacer bofe! Después yo hacia una de esas mezco
lanzas: el ajo con cebolla, y hacía un mojo, y yo dejaba que se curara eso por un par de horas.
Entonces uno come todo aquello. [Ay! Es como comer anchoas cuando bebes. jDelicioso!
Por eso cada, you know, it’s nothing to be proud of,porque yo no estoy proud of it, as a
matter of fact I hate it, pero viene viernes y sábado, yo estoy, tu me ves asi a mi, sola with a,
aquí sólita, a veces que Frankie me deja, you konw, a stick or something, quizás Judy no sabe
y yo estoy asi. viendo televisión, but I rather, y cuando estoy con gente yo me... borracha por
que me siento más, happy, más free, you know. pero si yo estoy con mucha gente, yo no estoy,
you know. high, more or less, I couldn’t get along with anybody.
aterí ai
270 PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE
Basilecto (criollo de Guyana) mi gii am ‘yo le di' > mi bin gii am > ni bin gii ii > mi
bin gi ii > mi di gii ii > mi di gi ii > a di gii ii > a di gi oo> a did gi ii > a didgiv ii > a didgiv
hii > a giv ii > a giv im > a giv him > a geev ii > a geev im > a geev him > 1 gave him *yo
le di”. Acrolecto (inglés).
Los distintos caminos que puede seguir el contacto de lenguas han despertado el inte
rés de numerosos especialistas, comenzando por Hugo Schuchardt, el más brillante de los
precursores. Para Schuchardt (1909) no existe ninguna lengua en el mundo que no haya
sufrido, en algún momento de su historia, algún proceso, leve o intenso, de mezcla o de
contaminación; sobre esta base, dedica una gran parte de su atención a las comunidades de
habla criolla de base románica. Este lingüista llega a proponer una tipología de las situa
ciones de contacto en las que surgen habitualmente los criollos, a los que llama lenguas de
necesidad: en primer lugar estarían las situaciones en las que se produce una aparición y
un rápida extinción del criollo; en segundo lugar, las situaciones de aparición del criollo en
las que tiene un existencia precaria, con poco desarrollo, y finalmente las situaciones en
que se produce la aparición y desarrollo del criollo.
Más recientemente, P. Mühlháusler (1974; 1986) ha presentado un esquema que re
presenta los procesos de pidginización, despidginización, criollización y descriollización
ordenados en tomo a dos continuos generales: un continuo desarrollador y un continuo
reestructurador (flg. 15.1).
El continuo desarrollador explica el proceso que lleva a la aparición del pidgin y del
criollo; el continuo reestructurador explica el paso del pidgin o del criollo a la lengua do
minante o lexificadora, a través de múltiples grados intermedios. En cualquier caso, la
convivencia con la lengua dominante también puede dar lugar a la creación de una situa
ción de diglosia, como ocurre en Haití con e! criollo y el francés.
Continuo desarrollador
Jerpa
Pidgin estable
Pidgin elaborado Continuo post-pidgin
Copyrighted material
296 PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE
5. Además estaría, por ejemplo, la dificultad de analizar los procesos tácitos de la interacción social, lo
que Goffman ha denominado «laconismo de la conversación», muy complicados de valorar para un investiga
dor ajeno a la comunidad estudiada.
opyrighted material
304 PRINCIPIOS DE SOCIOUNGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE
Copyrighted material
362 PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE
Carbonero, P., 340 clase alta, 53. 115, 124, 180, 189, 229
caribe (lengua). 45. clase baja, 54. 59. 84, 115, 124, 154, 339
Caribe, 45, 55,278.339 clase media, 54,63,79,85, LK 115, 123,153,
Carricaburo. N., 35. 156 167, 237,242
Cartagena de Indias (Colombia), 276 clase social, 42.4149, 52,53.61,63.66.296
Casado Velarde, M., 83, 203 cláusula, 175
casta, 56 Clemente, J. E., 109
castellano, 238, 341,340 clíticos, 30, 31
Castilla-La Mancha, 50 Clyne. M„ 255
catáfora, 160 Coates. J., 46
catalán. 109, 238. 239, 243, 251, 252. 25 codificación, 334
337 código. 103
Cataluña, 233, 255, 340 código elaborado, 63
Catamarca (Argentina), 153 código restringido, 63
Cazacu, B., 41 coherencia. 160
Cebollero, P, A., 341 cohesión, 160. 176. 258
cebuano, 235 Colombi, M. C.. 73
ceceo, 21.69, 103, 113 Colombia, 274, 276
Cedergren. H,. 22 colonización, 212, 231, 268, 269, 273. 274
Cedergren, H., 303 coloquio, 164,168
Cellcfrouin (Francia), 130 comentario. 166
celta, 251 competencia, 137, 297
centro de interés. 85 competencia comunicativa, 199, 217, 293,
Centroamérica, 55 294. 296
Cervantes, M. de, 127, 168. 196 competencia cultural, 199
Cestero. A. M„ 41 169, 171 competencia lingüistica, 198, 200, 215
c*,2L 25.68. 76,123 competencia sociolingüística. 217. 303
chabacano, 96, 235, 268, 271, 272, 274, 277 complejo polilectaL 272, 303, 104
chabacano caviteño, 277 complemento. 31
chabacano cotabateño, 277 componente constitutivo, 297
chabacano davaeño, 277 componente regulador, 297
chabacano ermiteño, 277 Comrie, B.. 282
chabacano temateño, 277 comunidad de habla, 22, 23, 111, 177, 293
chabacano zamboangueño, 277 comunidad idiomática, 133
Chambers, J. K., 44. 45, 49. 50 comunidad lingüística, 23, 338
chamorro, 274, 278 conciencia sociolingüística, 177, 179, 183, 188
Chang-Rodriguez. E., 341 concordancia, 271
chapurreao. 238. 340 condicional, 29
Charmey (Francia), 41,290 conducta, 155, 181, 182, 187
Chaurand. 1, 92 conductismo, 181, 184
cheli, 52 conectores. 160, 261
chino hokkien, 235 conflicto lingüístico, 212,228, 245
chino mandarín, 91, 235 conflicto social, 24, 53
chino, 91 conjunción, 64, 65. 160
chinos, 213, 231,235 consciencia, 43.45
Chomsky, N., 198 consejo, 144. 168
Cicourel, A., 161,293 conservadurismo, 41,43
Cicza de León, P„ 333 consumación del cambio, 112
Círculo de Praga, 290 contacto con la norma, 62, 63
citas, 86. 174 contexto extraverbal, 200
citas directas, 174 contexto, 39, 101, 103, 104, 107, 143, 155,
Ciudad Real, 186 168,210, 249,289
Copyrighted material
366 PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE
Copyrighted material
370 PRINCIPIOS DE SOC1OLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE
Copyrighted material
374 PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE
pyrighteci ni aterí al
Principios de sociolingüística y sociología del lenguaje
es una obra destinada a todos ios que se mueven entre el campo
de la enseñanza y el estudio de la lingüística, la sociología,
I* E
943076
322455484717
Copyrighied material