Evaluacion Final Castellano - Lectua Critica 4°
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TEXTO 1
MARÍA Y EL LADRÓN
Había una vez una mujer muy mayor que vivía a las afueras de un pueblo. Llevaba ya muchos años
sola, desde que se había quedado viuda. Sus hijos y sus nietos iban a verla de vez en cuando: en
Navidad, algunos días de las vacaciones y en su cumpleaños, en el mes de noviembre. Durante el
resto del año, la mujer vivía sin más compañía que la de su amiga Felisa, quien alguna larde iba a
tomar el té con ella y a recordar tiempos pasados.
Una noche, María estaba sentada junto al fuego, disfrutando de su afición favorita: leer novelas de
misterio, mientras escuchaba el chisporroteo de las llamas y el reloj de péndulo de la sala. De
repente, justo cuando el inspector Pointdexter golpeaba con sus nudillos tres veces en la puerta del
principal sospechoso, oyó unos ruidos en el piso de arriba.
María no sabía exactamente lo que pasaba: ¿se habría imaginado los ruidos, por estar tan
entretenida en lo que sucedía en la historia? ¿Su adorado inspector Pointdexter había tocado ion
fuerte aquella puerta, como para que ella lo oyera afuera de las páginas de su libro, El misterio en el
tren de los Alpes?
Cerró el libro como si quisiera parar la historia y escuchó atentamente, y volvió a oír aquellos ruidos.
No cabía la menor duda. Alguien, quizá algún ladrón, había entrado por la ventano al piso superior.
Pero María no se puso nerviosa. Sabía que no podía llamar a la policía porque haría ruido cuando
marcara el teléfono de su habitación y el ladrón, o quien fuera, se daría cuenta. No podía tampoco
avisar a nadie, porque los vecinos estaban lejos y porque, si el ladrón oía algo, bajaría y… ¡sería
peligroso! Entonces, decidió utilizar un truco que había leído en otra novela de Pointdexter, cuando a
su tía abuela quisieron robarle una copa de plata con piedras preciosas, que valía una auténtica
fortuna.
María se levantó despacio y empezó a gritar al tiempo que se movía de un lado para otro, haciendo
el mayor ruido posible.
Entre tanto, en el piso de arriba, el ladrón quedó muy quieto. Casi paralizado por el miedo.
- ¡Rayos! – se dijo - . Parece que entré a una casa con familia numerosa.
Y salió con tanta prisa que casi deja los dientes en el jardín del susto que le dio. Al día siguiente,
cuando se supo lo sucedido, el pueblo entero hablaba con admiración de la astucia de María. Pero
ella solo decía que se lo debía a los libros, pues de no ser por la tía abuela de Pointdexter, no habría
sabido qué hacer.
Desde entonces, el policía del pueblo, que se hizo muy amigo de María, pasa todas las noches por
su casa para comprobar que la anciana esté acompañada solamente…por sus libros.
Cuento popular(Adaptación)
TEXTO 2
EL ASNO
Un día, un buen hombre de esos que son el hazmerreír de los demás, marchaba al mercado
llevando tras de sí un asno atado mediante una sencilla cuerda alrededor del cuello del animal Un
ladrón, muy práctico en el arte de robar, lo vio y decidió quitarle el borrico. Se lo dijo a uno de sus
qué le preguntó:
- ¡Sígueme y verás!
Se acercó entonces por detrás al hombre, y muy suavemente quitó la cuerda del cuello del asno y se
la puso él mismo, sin que el dueño se diera cuenta del cambio, yendo como una bestia de carga,
mientras su compañero se marchaba con el asno robado.
Cuando el ladrón se aseguró de que el borrico se encontraba ya lejos, se detuvo bruscamente en su
marcha, y el hombre sin volverse, comenzó a tirar de él. Pero al sentir resistencia, se dio la vuelta
decidido a pegarle al animal, y vio en lugar del asno al ladrón sujeto por la cuerda.
- Soy tu asno, ¡oh dueño mío! Mi historia es asombrosa. Has de saber que yo fui en mi juventud un
pícaro entregado a toda clase de vicios.
Un día, entré borracho en casa de mi madre, quien al verme me regañó mucho y quiso echarme del
lugar. Pero yo, estando como estaba, llegué hasta pegarle. Ella, indignada, me maldijo, y el efecto de
su maldición, fue que yo cambié al momento de forma y me convertí en un borrico.
Entonces, tú, ¡oh dueño mío!, me compraste en el mercado de los asnos, y me has conservado
durante todo este tiempo y te has servido de mí como animal de carga, y me has azotado cuando me
negaba a marchar dirigiéndome una serie de palabras que no me atrevería a repetirte. Mientras yo,
no podía ni siquiera quejarme, pues no me era posible hablar. En fin, hoy mi pobre madre me ha
debido recordar de buena voluntad y la piedad ha debido entrar en su corazón implorando para mí
misericordia. No dudo que ha sido el efecto de esa misericordia el que hace que tú me veas como mi
primitiva forma humana.
- iOh, perdóname por los agravios recibidos de mí, y olvida los malos tratos que te haya hecho sufrir
al ignorar estas cosas!
Después de decir esto, se apresuró a quitar del cuello del ladrón la cuerda y se fue muy arrepentido
a su casa donde no pudo dormir en toda la noche de tanto remordimiento y pesar que tenía.
Pasados unos días, el pobre hombre fue al mercado de los asnos a comprar otro borrico y ¡Cuál
sería su sorpresa al encontrar al muchacho bajo el aspecto de animal de carga!
Y dijo para sí, indudablemente ese bribón ha debido cometer un nuevo delito. Y acercándose al asno
que se había puesto a rebuznar al conocerle se inclinó sobre su oreja y le gritó con todas sus
fuerzas: “Oh sinvergüenza incorregible, otra vez debiste golpear a tu madre para verte convertido en
un asno! Mas no, ¡no seré yo el que te compre otra vez!”
Y furioso, le dio con un palo que llevaba y marchó a comprar otro asno, asegurándose antes de que
su padre y su madre lo fueran también.