Resumen Psicofarmacología
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Resumen Psicofarmacología
Vía oral (ingestión). La absorción por las vías gastrointestinales está regida por factores que
suelen estar predeterminados, como el área de superficie para absorción; el flujo de sangre en
el sitio dónde está, el estado físico del medicamento y su concentración en dicho sitio. La
absorción de casi todos los fármacos en las vías gastrointestinales se hace mediante procesos
pasivos, por lo cual se facilita la absorción cuando el medicamento está en su forma no
ionizada y más lipófila.
Preparados de liberación controlada. La velocidad de absorción de un producto medicinal que
se administra en forma de tableta o en otra presentación sólida para ingestión, depende en
gran parte de su velocidad de disolución en los líquidos gastrointestinales; el factor
mencionado constituye la base para preparar los fármacos llamados de liberación controlada,
extendida, sostenida o de acción prolongada, que puedan ser absorbidos en forma lenta y
uniforme durante ocho horas o más.
Entre las posibles ventajas de dichos preparados destacan: menor frecuencia de
administración que las formas corrientes; conservación del efecto terapéutico durante toda la
noche, y una menor incidencia o intensidad de efectos no deseados, por eliminación de los
“picos” o puntos máximos de la concentración del medicamento que suelen surgir después de
utilizar las formas de liberación inmediata.
Administración sublingual. La absorción en la mucosa bucal tiene importancia especial para la
administración de ciertos medicamentos, no obstante ser pequeña su área de absorción.
Administración rectal. La vía rectal suele ser útil cuando la ingestión del medicamento resulta
imposible a causa de vómito o inconsistencia del enfermo. Sin embargo, la absorción por el
recto suele ser irregular e incompleta, y muchos fármacos irritan la mucosa de dicho órgano.
Inyección parenteral. Las formas principales de aplicación parenteral son intravenosa,
subcutánea e intramuscular. En el caso de las vías subcutáneas e intramuscular, la absorción se
hace por difusión sencilla, siguiendo el gradiente que media entre el depósito del fármaco y el
plasma.
Los fármacos que se administran por cualquier vía (excepto la intraarterial) en la circulación
general, están sujetos a una eventual eliminación de primer paso por los pulmones, antes de
distribuirse al resto del cuerpo. Los pulmones son sitio temporal de eliminación de diversos
fármacos, en particular los que son bases débiles y están predominantemente no ionizados en
el pH de la sangre, al parecer por su partición en lípidos.
Vía intravenosa. La inyección intravenosa de fármacos en soluciones acuosa permite
“esquivar” los factores que intervienen en la absorción por las vías digestivas, y obtener la
concentración deseada del medicamento en la sangre, con una exactitud y celeridad que no
son posibles por otras vías.
Asimismo, sólo por vía intravenosa pueden administrarse algunas soluciones irritantes, porque
el interior de las paredes de los vasos es relativamente insensible y porque el fármaco, si se
inyecta despacio, se diluye en gran medida en la sangre.
Pese a sus ventajas, la vía intravenosa tiene también algunos inconvenientes. Tienden a
presentarse reacciones desfavorables, por la gran rapidez con que se alcanzan concentraciones
altas del producto en el plasma y los tejidos. Una vez inyectado el fármaco es imposible
revertir su acción. La inyección intravenosa debe hacerse con lentitud, manteniendo una
vigilancia constante de las reacciones del enfermo.
Vía subcutánea. A menudo se inyectan fármacos por vía subcutánea; ésta debe reservarse sólo
para productos que no irriten los tejidos, a fin de evitar la aparición eventual de dolor, necrosis
y esfacelo intensos. La velocidad de absorción después de inyección subcutánea suele ser lo
bastante baja y contante como para lograr un efecto sostenido.
Vía intramuscular. Los fármacos en solución acuosa se absorben con gran rapidez después de
inyección intramuscular, lo que depende de la velocidad del flujo de sangre por el sitio de la
inyección.
Vía intraarterial. En ocasiones se inyecta directamente un medicamento en una arteria, para
“localizar” o limitar su efecto a un tejido u órgano particular, sin embargo, este método no
tiene un valor terapéutico probado. La inyección dentro de una arteria exige enorme cuidado y
debe ser del dominio de expertos.
Vía intrarraquídea. La barrera hematoencefálica, y la que separa a sangre y líquido
cefalorraquídeo, impiden o retardan la penetración de fármacos en el sistema nervioso
central. Por tanto, si se pretende obtener efectos locales y rápidos en las meninges o el eje
cefalorraquídeo (cerebroespinal).
Vía intraperitoneal. La cavidad peritoneal posee una gran superficie absorbente a través de la
cual el fármaco penetra con rapidez en la circulación, aunque lo hace más bien por la vena
porta; en esta vía puede haber pérdidas por el metabolismo de primer paso en el hígado.
Absorción por pulmones. Los fármacos gaseosos y volátiles pueden ser inhalados y absorbidos
en el epitelio pulmonar y las mucosas de las vías respiratorias. Por este medio el producto llega
pronto a la circulación, dado que el área de superficie es grande.
Entre las ventajas de esta forma de administración destacan la absorción casi instantánea del
fármaco en la sangre, la eliminación de las pérdidas de primer paso por el hígado y, la
aplicación local del producto en el sitio de acción buscado.
Entre las desventajas de este método están la poca capacidad de regular la dosis, la dificultad
que entrañan estas formas de administración, y el hecho de que muchos fármacos gaseosos y
volátiles irritan el epitelio pulmonar.
Aplicación local (tópica). Mucosas. Se aplican fármacos también en las mucosas de conjuntiva,
nasofaringe, bucofaringe, vagina, colon, uretra y vejiga, con el fin de lograr efectos locales. La
absorción por mucosas se produce con gran rapidez.
Piel. Pocos medicamentos penetran fácilmente por la piel intacta; su absorción es proporcional
al área de superficie en que se aplican, y también a su liposolubilidad, porque la epidermis se
comporta como una barrera a los lípidos. Sin embargo la dermis es muy permeable a muchos
solutos; en consecuencia, la absorción sistémica de fármacos se produce con mucha mayor
facilidad por abrasiones, quemaduras o zonas cruentas de la piel.
Ojo. Los fármacos oftálmicos de aplicación local se utilizan más bien por sus efectos en el sitio
de aplicación.
Bioequivalencia. Los productos medicamentosos se consideran como equivalentes
farmacéuticos si contienen los mismos ingredientes activos y tienen potencia o concentración,
presentación y vías de administración idénticas. Dos fármacos farmacéuticamente
equivalentes se consideran bioequivalentes si la rapidez y magnitud de la biodisponibilidad del
ingrediente activo en ambos no difiere en mayor grado en las situaciones idóneas de “prueba”.
DISTRIBUCIÓN DE LOS FÁRMACOS
Una vez que un fármaco se absorbe o pasa por inyección al torrente sanguíneo, puede ser
distribuido en los líquidos intersticial y celular. Los patrones de distribución del medicamento
reflejan algunos factores fisiológicos y propiedades fisicoquímicas de los productos
medicinales. Se distingue una fase inicial de distribución, que refleja la intervención del gasto
cardiaco y el flujo sanguíneo regional.
El corazón, el hígado, los ríñones, el encéfalo y otros órganos con riego abundante reciben
gran parte del fármaco en los primeros minutos de haberse absorbido. La llegada del
medicamento a músculos, casi todas las visceras. En piel y grasa es más lenta, por lo que se
necesita el transcurso de minutos u horas para alcanzar el equilibrio dinámico (estable) en
dichos tejidos. Una vez logrado éste, es posible distinguir una segunda fase de distribución,
también limitada por el flujo sanguíneo, la cual incluye una fracción mucho mayor de masa
corporal que la primera fase. A los patrones de distribución de la corriente sanguínea se suman
factores que rigen la velocidad con que los fármacos se difunden a los tejidos. La difusión en el
compartimiento intersticial se produce con rapidez, por la naturaleza fuertemente permeable
de las membranas endoteliales capilares (excepto en el encéfalo).
Los fármacos no liposolubles que penetran poco por las membranas muestran restricción en
su distribución y, en consecuencia llegan en volumen insuficiente a sus posibles sitios de
acción. La distribución también puede resentir limitaciones por la unión del fármaco a
proteínas plasmáticas, en particular la albúmina en el caso de fármacos ácidos, y glucoproteína
ácida en el de medicamentos alcalinos.
La tercera fase de distribución del tiopental depende de la captación lenta —limitada por el
flujo sanguíneo— en la grasa. Con la administración de dosis sucesivas, el fármaco se acumula
en la grasa y otros tejidos que pueden almacenar grandes cantidades de él; de este modo,
sirven de depósito o reservorio para que se conserve la concentración plasmática y, por
consiguiente, la encefálica, en cifras que igualan el umbral necesario para anestesia, o incluso
lo superan. Por tanto, un fármaco de acción breve, por su rápida redistribución en sitios donde
no tiene acción farmacológica, puede tornarse un producto de acción larga cuando estos sitios
de depósito están "llenos" y la terminación de la acción del medicamento depende de su
biotransformación y excreción.
El flujo de la sangre por el encéfalo constituye el único elemento limitante para que los
fármacos fuertemente liposolubles penetren en el SNC. La velocidad de difusión de fármacos
con polaridad creciente en el interior del SNC es proporcional a la liposolubilidad de la especie
no ionizada.
Proteínas plasmáticas. Muchos medicamentos se ligan a proteínas del plasma; los fármacos
ácidos lo hacen predominantemente con la albúmina, y los alcalinos con la a-glucoproteína
ácida. La unión con otras proteínas suele producirse en grado mucho menor. Por lo común es
reversible, y a veces se observa enlace covalente de medicamentos reactivos, como los
agentes alquilantes.
Del total del fármaco, la fracción plasmática que habrá de unirse dependerá de la
concentración de aquél, su afinidad por los sitios de unión y el número de estos últimos.
Depósitos transcelulares. Los fármacos también cruzan las células epiteliales y se acumulan en
los líquidos transcelulares; el principal depósito de este tipo son las vías gastrointestinales. Las
bases débiles se concentran de manera pasiva en el estómago, desde la sangre, por la enorme
diferencia de pH entre los dos líquidos, y algunos medicamentos se secretan de manera activa
en la bilis, en la forma de complejos conjugados que se hidrolizan en el intestino. En dichos
casos, y si el fármaco se absorbe con lentitud después de ingerido, las vías gastrointestinales le
servirán de depósito.
Polimorfismos genéticos. Uno de los factores que mejor explican las enormes diferencias en
biotransformación que se observan entre individuos de una población determinada son las
diferencias genéticas en cuanto a la capacidad de cada persona para metabolizar un fármaco
por una vía particular. Las diferencias fenotípicas en la cantidad de medicamento que se
excreta por una vía controlada mediante mecanismos polimórfícos ha hecho que se clasifique
a las personas en metabolizadores extensos (rápidos) o limitados (lentos). En muchos casos el
metabolismo deficiente de un fármaco por una vía polimórfica ha generado una mayor
incidencia de efectos adversos entre la población de metabolizadores lentos. Todas las
deficiencias importantes en la actividad metabolizante de los fármacos se heredan con
carácter recesivo autosómico.
De ese modo, los fármacos liposolubles no se eliminan con rapidez hasta ser metabolizados en
compuestos más polares.
Los ríñones son los órganos más importantes para la eliminación de fármacos y sus
metabolitos. Las sustancias excretadas en heces son principalmente fármacos que no se
absorbieron por la vía oral o metabolitos excretados en la bilis, que no se resorbieron en las
vías gastrointestinales.
La excreción de medicamentos a través de la leche materna es importante, no por las
cantidades eliminadas, sino porque los productos excretados son fuente potencial de efectos
farmacológicos indeseables en el lactante que se alimenta al seno materno. La excreción
pulmonar es importante por la eliminación de gases y vapores anestésicos. A veces se excretan
por dicha vía cantidades pequeñas de otros fármacos o metabolitos.
Excreción renal. La excreción de fármacos y sus metabolitos por la orina comprende tres
procesos: filtración glomerular, secreción tubular activa, y resorción tubular pasiva.
Excreción por bilis y heces. Muchos metabolitos medicamentosos que se forman en el hígado
son excretados en el tubo digestivo y la bilis. Dichas sustancias pueden eliminarse por las
heces, pero con mayor frecuencia se resorben en la sangre para ser excretadas al final por la
orina.
Excreción por otras vías. La excreción de fármacos por el sudor, la saliva y tas lágrimas es poco
importante en términos cuantitativos. Depende más bien de la difusión de la forma no
ionizada liposoluble de los fármacos por las células epiteliales de las glándulas, y del pH. Los
medicamentos excretados por la saliva penetran en la boca y terminan por ser deglutidos.
Dado que la concentración en este líquido corresponde a la del plasma, la saliva puede ser un
líquido biológico útil para medir las concentraciones de medicamentos cuando resulta difícil o
incómodo obtener sangre. Los mismos principios son aplicables a la excreción de fármacos por
la teche materna. Esta es más acida que el plasma, por lo que en ella la concentración de
compuestos alcalinos puede ser levemente mayor que la plasmática, y la de compuestos
ácidos un poco menor.
La excreción por cabellos y piel es desdeñable, desde el punto de vista cuantitativo, pero los
métodos para la detección de metales tóxicos en dichos tejidos tienen importancia en
medicina forense.