Unidad 3 Rossi
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Unidad 3 Rossi
La internación psiquiátrica
En este capítulo trataremos de definir una propuesta de AT que se pueda aplicar a la
complejidad del trabajo que se lleva a cabo en una sala de internación psiquiátrica.
El proceso que describiremos es pasible de llevarse a cabo en una sala de internación
psiquiátrica psicodinámica que amalgama el vértigo de la llamada postmodernidad con
algunos de los calores y el espíritu de la comunidad terapéuticas planteadas en 1953.
Retomando los 3 puntos clave planteados podemos decir que:
1-En la primera instancia de trabajo, el AT significa un aporte que ayuda a construir las
condiciones para que el dispositivo de tratamiento se ponga en marcha, cuando aún no
pudo consolidarse, o está por comenzar. Situaciones cuya complejidad hace que el AT
sea solicitado por un equipo institucional o un terapeuta que tomó recientemente un caso.
Son situaciones donde el rasgo central es que no hay un vínculo con un terapeuta.
A veces es necesario todo un primer tiempo de trabajo con ese sujeto, a partir de sus
condiciones cotidianas, de la inserción del at en su entorno familiar o institucional, para
que ese sujeto pueda “comenzar a hablar”, para que pueda empezar a ubicar en otros
una posible ayuda. Si es que también pueda empezar con otro (semejante) algo de lo que
padece, algo de lo que le está pasando en términos de un sufrimiento psíquico, de un
estado emocional por el cual podría contar con alguna asistencia, y hasta podría pedirla a
partir de tener alguna confianza en los otros. Una confianza que le permita suponer un
saber en algún otro, no cualquier saber, sino aquel que le atañe, que hace a su padecer.
Algo de esto hemos visto también en las instituciones hospitalarias psiquiátricas, en el
caso de “pacientes cronificados”: aquellos que “ya han estado” en tratamiento/s, pero que
desde hace años o meses no tienen interés, o abiertamente rechazan las instancias
psicoterapéuticas, por lo que el tema a elaborar es que se le ofrece y en qué forma se le
ofrece.
En casos de nuestra experiencia hospitalaria, el lugar de AT, apareció vinculado
justamente a que algo del sujeto empezará a emerger, a que algo de las condiciones
necesarias, en tanto previas, para la construcción de un dispositivo de tratamiento, pueda
efectivizarse.
Es otro que se acerca desde la figura de un semejante, lo que hace a la posición del at, y
el encuadre en que se produce el encuentro at-paciente en estos casos. El at facilitara
estos efectos, en tanto se diferencia de la posición del terapeuta en la entrevista, quien
viene con la pregnancia de una distancia propia de su lugar, de un tiempo y de
actividades acotadas al consultorio.
2- De manera frecuente el AT es utilizado para sostener el dispositivo de tratamiento, en
momentos de crisis severa o ante situaciones de urgencia subjetiva. Acá se ubica por
indicación del terapeuta, quien se encuentra en un momento donde le resulta inviable
seguir sosteniendo el tratamiento basándose únicamente en las sesiones en el
consultorio, aunque cuente con apoyo del recurso psicofarmacológico.
LEER CASO.
La intervención del AT, entonces, se realiza para que el dispositivo-el trabajo analítico que
se venía haciendo, con sus particularidades- pudiera sostenerse, reconstruirse, en un
marco tendiente a evitar una internación que, de seguir así, hubiera sido inexorable, por
un agravamiento del estado de perturbación psíquica.
El AT permite muchas veces una presencia cercana, que no es la del amigo o familiar,
justamente cuando el terapeuta a cargo considera que la interrelación con la familia no es
conveniente en determinadas situaciones, al menos sin “mediaciones”, o cuando se
observa que el grupo de pertenencia habitual no puede hacerse cargo del estado del
paciente, por su angustia, por su eventual agresividad, etc. Resulta típica esta
descripción: que los familiares y amigos busquen explicaciones y se encuentren con
angustia; intenten comprender y se sientan incomprendidos; experimenten la impotencia y
la frustración ante los reclamos, las preguntas, las demandas imperiosas del ser querido
que se aleja repentinamente, y los convierte en un enemigo imaginario, perseguidor,
salvador; esto es, en algunas de las infinitas figuras en que se deposita la locura.
En muchos casos, la alternativa de hacer intervenir otros recursos, cuando se está ante la
posible detención de un análisis y/o la interrupción de un tratamiento psicofarmacológico,
permitirá tanto al analista como al psiquiatra tener alguna posibilidad de operar, incluso
cuando a posteriori puedan considerarse esas intervenciones como preliminares a una
internación inevitable.
3- Una tercera instancia se encuentra en nuestra experiencia en aquellos momentos
donde se necesita impulsar o destrabar el trabajo propio de un tratamiento, que aparece
atascado. Suele decirse que allí “no pasa nada”, luego de un tiempo relativamente
prolongado, de acuerdo a la perspectiva del terapeuta, aunque no sean siempre pacientes
cronificados, ni abordajes institucionales. A veces se describe cierto aplastamiento de la
subjetividad, apelándose al AT en casos donde se va perfilando el camino hacia un
“encierro” que se agudiza, a un aislamiento que puede volverse crítico.
Debe diferenciarse de la situación del punto anterior, que era de desborde, de crisis
aguda. Esto se plantea igualmente en pacientes más bien con cierto deterioro, o cuando
prevalecen síntomas de abulia o rasgos depresivos en el paciente, cuya persistencia
implica por mucho tiempo un estado de escaso movimiento subjetivo, a la vez que se
encuentra con muy poca actividad e iniciativa para hacer cosas, para insertarse en
proyectos, etc.
También ese posible movimiento lo ubicamos acá como apoyo en un proceso de
externación, en su trabajo de rehabilitación en el lazo social.
Por último, digamos que tanto en relación a la segunda como a la tercera instancia
pueden pensarse los AT que se incluyen en momentos donde se va a dar una
externación, o procesos de cambio de institución, o de salida de un esquema institucional
de tiempo parcial a una atención ambulatoria con la permanencia del paciente en su
domicilio. Cuando el AT se plantea ante estos cambios en las condiciones de vida
cotidiana de un sujeto, como dije antes, puede deberse a cierta coyuntura de crisis que le
genera dicho cambio, así como indicarse en un contexto donde ese pasaje apunta a
generar a algún movimiento diferente en un paciente estabilizado.
Las características de estos pacientes, como se presentan con frecuencia para quienes
trabajan en instituciones, conduce a veces a cierto “aplastamiento” también en los
terapeutas, por lo cual es importante que sea trabajado en el equipo, en el espacio de
control o supervisión, incluyendo condiciones alternativas en el marco de un proyecto
terapéutico, evitando “agotar” a los terapeutas, que terminan “cronificandose” o
“abandonando” el caso.
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