Manuel Rivas - El Triunfo de La Gracia

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Manuel Rivas

El triunfo de la gracia
¿Qué es Sevilla? Por supuesto es la Giralda, surgiendo por sorpresa en plena noche,
monumental, insensata y deslumbrante, iluminada como un trasatlántico de piedra y oro varado
en la oscuridad. Sevilla es la plaza de toros de la Maestranza y el Hospital de la Caridad, cuyos
cofrades se entierran en solemnes funerales barrocos presididos por los indigentes más
antiguos de la casa.

Sevilla es un lugar donde la tradición y la ortodoxia avasallarían si no provocasen una asidua


floración de heterodoxos: el día de mi llegada me crucé por la calle con un hombre que
enarbolaba un gran cartel donde se leía: “Los ateos estamos libres de pecado” (más pequeño,
junto al dibujo de un tipo sacando la lengua, se leía también: “Chincha rabiña”); le pregunté al
hombre para qué hacía aquello. “Para predicar la buena nueva”, contestó. “Y para que no se
aburra el personal”. Sevilla es una ciudad donde —según el guitarrista Eduardo Rebollar— si la
gente ve a un tipo con un barril de cerveza al hombro, le toca las palmas porque piensa que es
un paso de Semana Santa, una ciudad donde se ríe hasta en los velatorios y donde todo el
mundo sabe o siente que no hay nada mejor que la gracia ni nada peor que un gracioso,
porque el gracioso es a la gracia lo que el sentimentalismo al sentimiento: un sucedáneo, una
forma de prostitución. Sevilla es un estrecho laberinto de calles con una iglesia en cada
esquina y un lugar tan autocrítico que todos los sevillanos critican su falta de autocrítica, con un
renombre universal debido a la ópera, la poesía y la pintura, un inmenso patrimonio que, según
lamenta Iwasaki, los políticos ignoran o desdeñan.

Todas estas cosas son Sevilla, o eso pensé después de pasar dos días allí, descubriendo que
Iwasaki estaba en lo cierto y que mi intuición sobre el cliché de Sevilla era errónea y que hay
que pensar contra el cliché pero con cuidado, porque los clichés contienen siempre una parte
de verdad: de lo contrario no hubieran llegado a ser clichés. También pensé que, aunque a
algunos sevillanos les atosiguen a veces la risa y la alegría permanentes de su ciudad, no hay
antídoto más fiable que ellas contra el fanatismo, el puritanismo y demás formas de la
desdicha. Y pensé por último que Sevilla es todo lo que yo había visto y sentido y miles de
cosas más, pero sobre todo es un enigma sin solución o cuya única solución es el propio
enigma.

El País (21/12/2014)

Cuestiones.
1. Resumen y tema
2. Estructura.
3. Comentario crítico.
4. Teoría relacionada:
a. El lenguaje periodístico.
b. Los subgéneros periodísticos.
c. El ensayo.
5. Análisis sintáctico: «Sevilla es un lugar donde la tradición y la ortodoxia avasallarían si
no provocasen una asidua floración de heterodoxos».

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