El Héroe de Ricardo Mariño

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 4

EL HÉROE de Ricardo Mariño

De todos los bichos de la Planta de Limón


el mosquito Efraín era el más sufrido. No había
cucaracha, arañabicho bolita o moscardón que
no se riera de él porque era asustadizo, torpe,
tímido. Hasta sus padres y hermanos solían
murmurar “¡Cabeza de mosquito!”, cuando él
cometía un error. “Tengo que hacer algo”,
pensaba Efraín mientras en vano trataba de no
oír las burlas de sus vecinos. 
Un día tomó una decisión: abandonar la
Planta de Limón donde vivía, y salir al mundo. De madrugada, mientras todos
dormían, se marchó. Voló dos horas seguidas y al fin llegó al puerto. Eligió un barco
que tenía un delicioso olor a pescado podrido y se refugió en el camarote del
Capitán. Cuando el barco zarpó, Efraín recordó a sus padres y rompió a llorar, pero
luego pensó: “Tengo que aprender a ser fuerte, para eso emprendí esta aventura…
Recorreré el mundo. Volveré con el ojo furioso…”

Sus problemas empezaron ni bien tuvo que procurarse comida. Efraín se


tiró en picada sobre el enorme brazo del capitán, hundiendo su aguijón en la piel.

¡Maldición! – Gritó el hombre, alzando su mano gigantesca. Una milésima


antes de que la mano se estrellara contra el brazo, Efraín logró apartarse. Furioso,
el capitán agarró un matamosquitos y lo persiguió por todo el camarote. Tras una
terrible persecución Efraín escapó por debajo de la puerta. El resto del viaje
estuvo lleno de peligros: un temporal lo sorprendió descansando en la vela mayor;
otro día fue atacado con armas químicas por el enloquecido cocinero chino que lo
bañó con sus aerosoles e insecticidas. Efraín tosió tres horas seguidas. Otro
terrorífico momento fue cuando sus patas quedaron pegadas al dulce de leche que
comía el fogonero del barco… De todos esos peligros Efraín se las arregló para salir
con vida.
El barco amarró por fin en el puerto inglés de Liverpool. Efraín bajó y
conoció los sitios más increíbles. Un día peleó contra dos jejenes británicos y los
venció. Otro día quedó enredado en las telas de una araña escocesa y,
demostrando una fuerza que ni el mismo imaginaba, logró desprenderse.

Mientras tanto los vecinos de la Planta de Limón y, en especial los padres y


hermanos de Efraín, no pasaban un día sin recordar al mosquito, arrepentidos por
haberlo maltratado. “¿Dónde estará? ¡Qué injustos fuimos! Era un mosquito muy
joven y nos burlamos de él” – Decían.

Hasta que una noche sucedió algo increíble: todos los bichos del vecindario
se trasladaron hasta el bar “Don Chicho” a ver el partido Argentina – Inglaterra.
Cada uno se acomodó como pudo, volando alrededor de la lamparita o sobre el
pelo de los hombres que miraban. Pero casi se mueren de emoción cuando,
después del gol argentino, vieron que ¡el mosquito Efraín daba vueltas y vueltas
ante la cámara, festejando el gol! ¡Efraín estaba en Inglaterra!  

En el segundo tiempo el referí dio un penal para los ingleses. El bar “Don
Chicho” pareció estallar de rabia. Una parte de los humanos y casi todos los
insectos insultaban al referí alemán. Los demás se agarraban la cabeza, miraban la
pantalla como hipnotizados y repetían:
-         Y ahora…
Los insectos se agruparon más cerca del televisor, sobre la cabeza de un
señor pelado. El inglés iba a tirar el penal y el arquero argentino esperaba
nervioso. Los segundos pasaban, interminables. La pantalla mostró un primer
plano  del delantero inglés…
¡Efraín! – Gritó de pronto una mosca - ¡Es Efraín!

Efraín el mosquito estaba sobre la mejilla del delantero inglés esperando


que el referí diera la orden para patear el penal.

Está por… por – Alcanzó a murmurar el hermano mayor de Efraín. No


alcanzó a decir “picarlo”. El referí hizo sonar el silbato hacia la pelota y cuando
estaba por patear Efraín hundió su aguijón en su acalorada mejilla. El delantero se
sorprendió, hizo una extraña mueca y tiró la pelota a la tribuna. El “Don Chicho”
estalló en gritos de algarabía. Pero en medio de los festejos una cucaracha que
estaba sobre la propia mesa del
televisor gritó:

- ¡Esperen!
No fue necesario que explicara
nada porque todo se vio con
claridad: el jugador acababa de
pegarse en la cara, aplastando a
Efraín.

Los bichos salieron volando del


“Don Chicho” sin interesarse por
cómo seguía el partido. Desconsolados regresaron enmudecidos a la Planta de
Limón. Fue una noche interminable en la que nadie podía parar de llorar y de decir
cosas como “fue un héroe” o “yo jamás me hubiera animado a arriesgarme como lo
hizo él”

Bueno, no todas las historias pueden tener final feliz y sobre Efraín el
Mosquito solo falta agregar que a la mayoría de los bichitos que nacieron esa
temporada los padres les pusieron su nombre y que cada tanto en el barrio de la
Planta de Limón aparece escrita, con indudable letra de insecto, la leyenda “Efraín
vive”. Lástima que no sea cierto. 
Fin

También podría gustarte