Culpa o Dolo - Responsabilidad Extracontractual
Culpa o Dolo - Responsabilidad Extracontractual
Culpa o Dolo - Responsabilidad Extracontractual
© Cristián Banfi
Profesor Asociado de Derecho Civil – Universidad de Chile
Concepto
1
relación de causalidad entre el hecho y el daño, sino que se requiere
probar fehacientemente además, la culpa del hechor de acuerdo a la
realidad objetiva. En este orden de ideas, debe tratarse de una lesión
antijurídica o un resultado dañoso, no justificado, pues no existe lesión
de daños por acto lícito, por imposibilidad de su antijuricidad”.2
2
CA Santiago, 14.10.2002 (rol 1.572-2002) Revista de Derecho y Jurisprudencia
(RDJ), t. 99, sec. 2ª, p. 132, cons. 18º: el actor demandó la indemnización de los
daños que los demandados habrían causado en su predio. La Corte acogió el recurso
de apelación interpuesto por ellos, revocó el fallo de primer grado y rechazó la
demanda por estimar que no se acreditó la culpa ni la causalidad.
3
CS, 16.9.1921, RDJ, t. 21, sec. 1ª, p. 119; CS, 20.10.1954, RDJ, t. 51, sec. 1ª, p.
509; CS, 7.4.1958, RDJ, t. 55, sec. 1ª, p. 35.
4
CS, 2.7.1998, RDJ, t. 95, sec. 4ª, p. 95.
5
CS, 4.10.1984, RDJ, t. 81, sec. 4ª, p. 206.
6
CS, 30.9.1999, RDJ, t. 96, sec. 4ª, p. 268; CA Santiago, 17.4.2002, GJ 262, p. 81.
7
CS, 16.10.2000, GJ 244, p. 163; CS, 24.10.2000, GJ 244, p. 98.
2
probar la culpa grave –la completa desconsideración o indiferencia del
autor respecto de la víctima– para dar por acreditado el dolo.
3
El error de conducta es una defensa admisible en las obligaciones
contractuales de medios y en la RC ext. derivada de los servicios
profesionales. Por ejemplo, los médicos no responden de los riesgos
terapéuticos (fuerza mayor) que deben ser asumidos por los
pacientes.11
11
CS, 29.9.1998, RDJ, t. 95, sec. 1ª, p. 158; CS, 2.7.1998, RDJ, t. 95, sec. 4ª, p. 95.
12
CS, 12.8.1981, RDJ, t. 78, sec. 4ª, p. 120.
13
CS, 26.1.2004, GJ 283, p. 121.
14
CA Santiago, 14.10.2002, RDJ, t. 99, sec. 2ª, p. 132.
15
CA Santiago, 13.4.1939, confirmada CS, 3.8.1940, RDJ, t. 38, sec. 1ª, p. 239.
4
conductas contrarias a la ley en materias de propiedad intelectual,17
construcción,18 protección a los consumidores,19 accidentes del trabajo20
y medioambiente;21 la infracción del Reglamento (DFL) del Registro
Conservatorio de Bienes Raíces (como la inscripción de una hipoteca
sobre un inmueble respecto del cual el deudor carecía de todo
derecho);22 la transgresión del Reglamento de hospitales y clínicas
privadas (DS 161/1982 Min. Salud);23 la infracción del Reglamento
funcionamiento y operación de piscinas (DS 327/1977, DS 209/2003
Min. Salud).24
16
CS, 3.5.1990, GJ 119, p. 72; CS, 6.1.1998, GJ 211, p. 113; CS, 14.4.1999, FM 485,
p. 503; CS, 30.1.2001, GJ 247, p. 150; CS, 21.6.2004, GJ 288, p. 161.
17
CS, 15.9.1999, RDJ, t. 96, sec. 1ª, p. 158; CS, 15.1.2001, GJ 247, p. 41; CA
Antofagasta, 26.5.2004, GJ 290, p. 120.
18
CA Santiago, 13.11.1998, RDJ, t. 97, sec. 2ª, p. 78.
19
CA Antofagasta, 10.10.2002, GJ 268, p. 115; CA Rancagua, 19.7.2004, GJ 292, p.
131.
20
CS, 13.11.2002, GJ 269, p. 39.
21
CS, 30.12.2003, FM 517, p. 3400.
22
CA Temuco, 11.6.1934, confirmada CS, 11.1.1935 y 23.9.1935, RDJ, t. 32, sec. 1ª,
p. 538.
23
CA Santiago, 10.7.2002, RDJ, t. 99, sec. 2ª, p. 83.
24
CA Santiago, 14.1.2002, confirmada CS, 7.1.2003, GJ 271, p. 96.
25
CS, 22.4.1998, GJ 214, p. 115 (“la norma que prohíbe irrespetar el derecho de paso
preferente de otro vehículo, obstruyéndole inesperadamente el paso, tiene por objeto
evitar que el demandado se encuentre donde no debía estar cuando se produce la
colisión…la prohibición tiene por objeto que quienes circulan por la vía con paso
preferente la hallen despejada de obstáculos del mismo tipo”).
26
Gorris v. Scott (1874) LR 9 Ex 125.
27
CA Santiago, 4.9.1991, GJ 135, p. 103; CA Concepción 3.4.2001, confirmada CS
27.3.2002, GJ 261, p. 80; CA Santiago, 1.9.2003, GJ 281, p. 104.
5
en estado de ebriedad y a exceso de velocidad si se prueba que el daño
provino de otra causa.28
28
CA Concepción 5.8.1980, RDJ, t. 77, sec. 2ª, p. 105; CS, 16.11.1998, FM 480, p.
2334; CA Santiago, 3.12.2004, RDJ, t. 99, sec. 2ª, p. 153.
29
CS, 23.8.1951, RDJ, t. 48, sec. 4ª, p. 186; CA Santiago, 17.4.2002, GJ 262, p. 81.
30
CA Santiago, 10.7.2002, RDJ, t. 99, sec. 2ª, p. 83.
31
CA Santiago, 30.12.1999, GJ 234, p. 203.
6
(i) A mayor intensidad, magnitud o gravedad del daño causado, más
riguroso es el examen de la culpa. Este factor usualmente se presenta,
en forma implícita, junto a otros criterios, como la probabilidad del
daño. Por ejemplo, en un caso la Corte de Apelaciones eximió a la
empresa de ferrocarriles demandada de responder civilmente por la
muerte del conductor de un vehículo que pasó el cruce y fue arrollado
por un tren, ya que éste iba con los focos encendidos, dio los pitazos
reglamentarios, tocó la campana y además en el lugar existían barreras
visibles por la luz de un restaurante cercano. Sin embargo, la Corte
Suprema estimó que la demandada era culpable porque mantenía una
construcción en las inmediaciones del cruce que obstruía la visibilidad de
la línea férrea.32 La intensidad del daño es un criterio también aplicado
en accidentes del trabajo, imponiéndose al empleador una obligación de
seguridad.33
32
CS 7.4.1958, RDJ, t. 55, sec. 1ª, p. 35.
33
CS, 27.5.1999, RDJ, t. 96, sec. 3ª, p. 89.
34
CA Santiago, 12.10.1909, RDJ, t. 9, sec. 2ª, p. 25; CS, 14.12.1923, RDJ, t. 22, sec.
1ª, p. 785; CS 11.8.1932, RDJ, t. 29, sec. 1ª, p. 570.
35
CS, 27.11.1965, RDJ, t. 62, sec. 1ª, p. 445.
36
CA Chillán, 5.10.1970, RDJ, t. 67, sec. 2ª, p. 85.
37
CA Santiago, 17.7.1998, RDJ, t. 95, sec. 2ª, p. 48.
38
CS, 24.7.1905, RDJ, t. 3, sec. 1ª, p. 60.
39
CS, 13.1.1922, RDJ, t. 21, sec. 1ª, p. 529.
7
es negligente quien olvida cerrar una llave de paso tras un corte de
agua, omisión que horas después, al volver el suministro, causa una
inundación provocando daños al piso inferior;40
8
Una actividad muy beneficiosa puede implicar la asunción de mayores
riesgos, como el ejercicio de la libertad de información y la libertad de
competir que necesariamente causa daño. En estos casos sólo se
debería responder por dolo o culpa grave, como reflejo del abuso del
derecho (tal como sucede con las conductas anticompetitivas o de
competencia desleal). Un caso ícono de la liberta de prensa fue New
York Times v. Sullivand46. NYT informó erróneamente que un jefe de
policía participó en la brutal represión de una manifestación a favor de
los derechos de las minorías. Los tribunales de Alabama acogieron la
acción de perjuicios contra NYT. Sin embargo, la Corte Suprema declaró
inconstitucionales las normas del derecho común que sancionaban la
difamación, declarando que los daños derivados del ejerccio de la
libertad de expresión sólo pueden ser reparados si el demandado actuó
con dolo o culpa grave. La jurisprudencia chilena, en sede de recurso de
protección, se ha inclinado por privilegiar el derecho al honor y la
privacidad en desmedro de la libertad de expresión.
46
376 US 254.
47
Sin embargo, es culpable el empleador por el accidente sufrido por un trabajador
que falleció al efectuar una acción de rescate aceptando el riesgo. No se redujo la
indemnización por exposición imprudente de la víctima al daño, atendido que ella fue
un rescatador: CA Concepción 20.5.2002, confirmado CS, 9.12.2002, GJ 270, p. 160.
48
CS, 29.9.1942, RDJ, t. 40, sec. 1ª, p. 212; CS, 18.1.2000, RDJ, t. 97, sec. 4ª, p. 3.
49
CS, 4.9.2002, RDJ, t. 99, sec. 1ª, p. 186; CS, 26.1.2004, GJ 283, p. 121.
50
CA Santiago, 11.1.1908, RDJ, t. 5, sec. 2ª, p. 55.
9
autoridad prohibiría la actividad o extremaría las medidas de resguardo.
Pero esto no ocurre porque los costos asociados son mayores a los
beneficios de la restricción. Los riesgos que deben ser evitados son los
que una persona prudente y diligente trataría de prevenir.
Este criterio permite definir lo que haría una persona prudente o racional
y considera cuánto cuidado adicional es razonable exigir. Pero este
método prescinde de la relación bilateral (justicia correctiva) entre autor
y víctima: sólo considera al demandado, comparando la utilidad de su
acción con el costo de precaución. No toma en cuenta la asimetría de
riesgos y beneficios entre ambas partes; no permite comparar valores
económicos con valores no patrimoniales (vida, privacidad, libertad,
etc.); ni sirve para actividades que exigen tomar decisiones de manera
instantánea o impulsiva, que es lo habitual (es raro que las personas
tengan la información necesaria para adoptar decisiones racionales).
10
Por razones fundadas en la libertad, el derecho no obliga a actuar (no
impone un deber positivo de conducta) para evitar el mal o procurar el
bien ajeno: no existe el deber de amar a los demás sino no dañarlos
(exigencia básica de la justicia correctiva, a diferencia de las virtudes
morales).
(i) Omisión dolosa (con intención positiva de dañar, como dolo directo
del art. 44 CC, no bastando el dolo eventual ni la culpa lata), lo que es
muy infrecuente.
Pero en situaciones límite, como las que tipifica el CP, parece razonable
imponer RC a quien, sin riesgo para sí, omite ayudar a quien está
desamparado. Por ejemplo, un médico fue condenado por cuasidelito de
homicidio (art. 490 N° 1 CP), ya que no concurrió al hospital durante la
noche ante un llamado de un paramédico que atendía de urgencia a un
53
CA Santiago, 10.9.1940, confirmada CS, 26.8.1941, RDJ, t. 39, sec. 1ª, p. 203.
54
CS, 4.10.1984, RDJ, t. 81, sec. 4ª, p. 2006.
55
CS, 2.4.2003, GJ 274, p. 194.
11
niño y se negó a atender a los padres de éste que acudieron a su casa a
pedirle ayuda. El niño murió producto de la enfermedad que padecía, la
cual era curable.56 En general, debe existir una relación especial entre la
víctima y quien omitió ayudarla para que pueda imponerse a éste un
deber de cuidado: entre el dueño de un establecimiento de comercio y
quienes acceden al mismo como servidores o clientes; entre los que
negocian un contrato; entre el fabricante de un producto que lo pone en
el mercado y descubre un defecto que puede dañar a los consumidores
y los distribuidores del mismo; el capitán de un barco respecto de los
pasajeros invitados; el administrador de un centro deportivo respecto de
los niños que concurren al lugar; entre dos amigos uno de los cuales
omite ayudar al otro habiendo sufrido un asalto ambos; el haber
intervenido sin culpa en un accidente que deja a uno de los participantes
en mal estado; si el tercero es el único que puede impedir un daño
grave (el médico que casualmente participa en un accidente).
Causales de justificación
56
CS, 28.1.1999, RDJ, t. 96, sec. 4ª, p. 71.
57
CA Santiago, 19.6.2003, GJ 276, p. 111.
58
“Art. 40. El directorio de una sociedad anónima la representa judicial y
extrajudicialmente y para el cumplimiento del objeto social, lo que no será necesario
acreditar a terceros, está investido de todas las facultades de administración y
disposición que la ley o el estatuto no establezcan como privativas de la junta de
12
no responde por sus decisiones equivocadas dentro de sus facultades
de administración discrecionales;59
• el demandante no responde de los daños que sufra el demandado
contra quien interpuso una acción judicial que es rechazada,60 salvo
que su ejercicio sea considerado abusivo, caracterizado por el dolo o
la culpa grave;61
• no responde quien daña a otro en cumplimiento de un deber legal,
como el policía que priva de libertad al detenido o el receptor judicial
que traba un embargo;
• no responde quien daña a otro ejerciendo un derecho subjetivo o
libertad reconocida en la CPR o la ley, como la libertad de expresión y
la libertad de emprender o competir;
• no es culpable ni ilícita la conducta ajustada a los usos o prácticas
(lex artis) normalmente consideradas como correctas en cada
actividad específica, como la incisión efectuada por un médico al
operar a un paciente según la lex artis; o la lesión sufrida por un
futbolista conforme a las reglas del juego.
13
La asunción voluntaria de un riesgo en actividades deportivas peligrosas
(como el ski y el descenso de ríos en balsas o canoas) puede propiciar la
concurrencia de causalidad y culpa tanto de la víctima (art. 2330) como
del tercero (v.gr., del empresario que organiza la actividad).
62
CS, 26.01.2012, rol 8.352-2009.
63
CS, 10.03.2016, rol 21.373-2015.
14
El policía que, ante la falta de agua y para evitar que el incendio iniciado
en un predio se propagara, derrama el aguardiente contenida en unos
recipientes al interior de un inmueble vecino, no responde ante el dueño
de éste porque dañó la propiedad de uno para salvar la de muchos.64
Requisitos:
• una desproporción evidente de los bienes o intereses en conflicto;
• un peligro actual o inminente para el autor del daño;
• el peligro no debe ser causado por culpa del autor del daño; y
• el daño no puede evitarse por medios inocuos o menos nocivos.
Prueba de la culpa
El actor deberá probar los usos normativos (por ejemplo, las buenas
prácticas profesionales o lex artis) cuya infracción imputa al demandado
y configura la culpa. Por ejemplo, la responsabilidad médica
64
CA Santiago 21.10.1890, GT, 1890, 2°Sem, N°4135, p. 999.
65
CS, 8.1.1979, FM 244, p. 33; CS, 4.4.2001, GJ 250, p. 151.
66
CS, 16.10.1954, RDJ, t. 51, sec. 1ª, p. 488; CS, 16.10.2000, GJ 244, p. 61.
67
CA Valdivia, 9.11.1988, confirmada CS, 3.5.1990, GJ 119, p. 72.
15
extracontractual requiere dolo o culpa manifestada en la infracción de la
lex artis.68
Art 2329: Por regla general todo daño que pueda imputarse a malicia o
negligencia de otra persona, debe ser reparado por ésta. // Son
especialmente obligados a esta reparación: 1.º El que dispara
imprudentemente un arma de fuego; 2.º El que remueve las losas de
68
CS, 29.9.1998, RDJ, t. 95, sec. 1ª, p. 157. La jurisprudencia ha precisado el ámbito
de las reglas de la buena práctica médica y de la actividad hospitalaria: CS, 2.7.1998,
RDJ, t. 95, sec. 4ª, p. 95; CS, 28.1.1999, RDJ, t. 96, sec. 4ª, p. 71; CA Santiago,
28.12.1999, GJ 234, p. 63; CA Concepción, 10.8.2000, confirmada CS, 24.1.2002, GJ
259, p. 38; CA Concepción, 6.3.2002, confirmada CS, 8.7.2002, GJ 265, p. 127.
69
CS, 6.9.1998, GJ 219, p. 168; CS, 1.6.2000, GJ 240, p. 147.
70
CS, 28.7.1910, RDJ, t. 7, sec. 1ª, p. 454; CS, 15.4.1939, RDJ, t. 36, sec. 1ª, p.
544; CS, 7.4.1958, RDJ, t. 55, sec. 1ª, p. 35; CS, 2.7.1998, RDJ, t. 95, sec. 4ª, p. 95;
CS, 28.1.1999, RDJ, t. 96, sec. 4ª, p. 71; CS, 30.9.1999, RDJ, t. 96, sec. 4ª, p. 268;
CS, 26.1.2000, RDJ, t. 97, sec. 1ª, p. 36; CS, 23.1.2001, RDJ, t. 98, sec. 5ª, p. 13;
CS, 3.5.2001, RDJ, t. 98, sec. 5ª, p. 87.
16
una acequia o cañería en calle o camino, sin las precauciones necesarias
para que no caigan los que por allí transitan de día o de noche; 3.º El
que, obligado a la construcción o reparación de un acueducto o puente
que atraviesa un camino lo tiene en estado de causar daño a los que
transitan por él.
Para Ducci, el art. 2329 consagraba una presunción de culpa por el daño
emanado de actividades especialmente peligrosas. Algunos fallos
presumen la culpa, implícitamente72 o explícitamente.73 Alessandri
adhirió a la tesis de Ducci, indicando que la presunción de culpa por el
hecho propio tiene lugar “cuando el daño proviene de un hecho que, por
su naturaleza o por las circunstancias en que se realizó, es susceptible
de atribuirse a culpa o dolo del agente”.74 Es lo que ocurre con un
choque de trenes: “el hecho de que choquen dos trenes de la misma
Empresa no sólo manifiesta que sus empleados no han cumplido sus
obligaciones, sino también que no han usado la menor prudencia, pues,
como dice el art. 186 del Reglamento General de 1884, ‘nada justifica el
choque de dos trenes’”.75
78
CA Concepción, 4.11.1997, confirmada CS, 3.11.1998, FM 481, p. 2600 (empresa de
gas omitió las medidas necesarias para impedir filtraciones que mataron a tres
personas).
que mataron a tres personas).
79
Fletcher v. Ryland 1866 LR 1 Ex. 265 (la filtración del agua desde el depósito
ubicado en la propiedad del demandado hacia la mina del actor, impidiendo a éste
continuar con su explotación, revela un uso anormalmente peligroso del agua por el
cual el demandado debe responder al margen de su culpa).
17
anormal (magnitud, probabilidad e inutilidad) convertido en daño, como
lo ilustra el primer ejemplo del art. 2329. Los ejemplos adicionales dan
lugar a responsabilidad del Estado por falta de servicio. (ii) Cosas o
actividades que, estando bajo el control o cuidado del demandado
(incluyendo la organización en su conjunto de una empresa),80 causan
accidentes y daños que ordinaria o normalmente, según la experiencia
(res ipsa loquitur), suponen la culpa del agente.81
onder al margen de su culpa).
80
La falta de medidas de precaución por una empresa hace presumir la culpa de la
misma sin necesidad de probar un hecho de los dependientes (CA Santiago,
17.7.1998, RDJ, t. 95, sec. 2ª, p. 48). La víctima de culpa médica y hospitalaria
tampoco tiene que identificar al concreto dependiente de un servicio de salud
empresarialmente organizado, bastándole probar que alguien dentro de dicha entidad
incurrió en culpa y que ésta causó el daño (CA Concepción 10.8.2000, confirmada CS,
24.1.2002, GJ 259, p. 38).
CS, 24.1.2002, GJ 259, p. 38).
81
Tratándose de excavaciones profundas en la edificación urbana, lo normal es que no
se produzcan daños en las construcciones o suelos colindantes y si lo contrario ocurre,
cabe presumir la culpa del demandado: CA Santiago, 7.9.2000, RDJ, t. 97, sec. 2ª, p.
65.
0, RDJ, t. 97, sec. 2ª, p. 65.
82
Cabe presumir la culpa de la municipalidad cuyos empleados omitieron reponer la
tapa de un sumidero de aguas en reparaciones y las señalizaciones dirigidas a los
peatones, causando daño a estos últimos (CA Valparaíso 3.12.1948, confirmada CS,
4.8.1952, RDJ, t. 49, sec. 1ª, p. 281); es responsable la empresa de ferrocarriles por
el incendio causado a una viña adyacente a la línea férrea por chispas lanzadas desde
el tren ya que no llevaba canastillo para evitar el hecho (CS, 5.10.1929, RDJ, t. 27,
sec. 1ª, p. 557); es culpable la municipalidad que mantiene las baldosas de la acera de
una calle sobresaliendo varios centímetros, lo que hizo tropezar a un peatón sufriendo
daños, porque es “un hecho de aquellos que provienen ordinariamente de negligencia
[y] procedería aplicar la presunción de culpabilidad que establece el artículo 2329 del
Código Civil” (CA Concepción 25.1.2002, confirmada CS, 7.5.2002, RDJ, t. 99, sec. 5ª,
p. 104).
18
culpa del primero. Pero la presunción no opera si la víctima tuvo o pudo
razonablemente tener una participación decisiva en el accidente.
Para Javier Barrientos el art. 2314 se aplica a los hechos ilícitos dañosos
penados en la ley y el art. 2329 a los hechos ilícitos dañosos no penados
en la ley. No existe una presunción general de culpa por el hecho propio.
[Larroucau Torres, Jorge, “Res ipsa loquitur: quien habla es el juez, no la cosa”, en
Estudios de Derecho Civil VI, Santiago, LegalPublishing, 2011, pp. 491-519:
El art. 2329 es un correctivo procesal de prueba prima facie o en principio que permite
enfrentar con éxito situaciones de incertidumbre generadas por muchos accidentes
sometidos a la responsabilidad por culpa: sirve para identificar al litigante -
normalmente el demandado- mejor posicionado para aportar al juez la explicación más
precisa (la prueba) sobre el accidente. El análisis procesal ayuda a entender por qué la
exigencia de una prueba indubitada o de una presunción irrefragable de culpa son
interpretaciones que ignoran la función que cumple en un proceso la facilidad
probatoria como criterio de alteración del onus probandi, el peso de la buena fe
procesal y la correcta implementación de niveles de corroboración legal necesarios
para acreditar una hipótesis en competencia en el proceso civil. El hecho de distinguir
entre una interpretación débil y una fuerte del res ipsa loquitur puede iluminar las
posibilidades de aplicación del art. 2329 como instrumento probatorio para conocer los
accidentes que ocurren en contextos de incertidumbre, de modo que las decisiones
judiciales puedan ser adoptadas dentro de parámetros racionales y controlables.
RDJ, t. 99, sec. 5ª, p. 104).
83
CA Concepción, 25.1.2002, confirmada CS, 7.5.2002, RDJ, t. 99, sec. 5ª, p. 104. Se
ha resuelto que demuestran culpa hechos tales como el derrumbe producido durante la
demolición de un edificio que hiere a terceros, la muerte de un peatón causada por una
línea eléctrica en condiciones peligrosas, el accidente provocado por un pozo
descubierto sin señales de prevención y el volcamiento de un carro de ferrocarril por
mal estado de la vía férrea.
19
Los requisitos del res ipsa loquitur son: (i) un perjuicio que normalmente no ocurre sin
la negligencia; (ii) causado por algo bajo el control exclusivo del demandado; (iii) sin
la contribución de la víctima; (iv) no se cuenta con otras pruebas que aclaren el curso
de los hechos (Porat y Stein, 2001).
Para Larroucau, el res ipsa loquitur es el procedimiento seguido por la práctica civil
para concluir que el razonamiento del juez sobre los hechos es inferencial o
probabilístico y, como resulta de la interpretación débil, todas las inferencias (de
culpabilidad, de causalidad, de responsabilidad) son establecidas por el juez
competente al tenor de las pruebas rendidas en el proceso: quien habla es el juez, no
la cosa.
Larroucau sostiene que si bien la prevención hecha por Mauricio Tapia es sensata (no
convertir, por medio del uso del art. 2329, la responsabilidad por culpa en una
responsabilidad estricta general), no es suficiente para limitar la interpretación de
dicha norma, por dos razones: porque el demandado siempre puede rendir la prueba
liberatoria; y porque la jurisprudencia chilena no ha convertido la responsabilidad por
culpa en una responsabilidad estricta.
La jurisprudencia chilena no concibe el art. 2329 como una repetición del art. 2314. El
hecho de que se haga referencia conjunta a ambos preceptos no significa que los
jueces consideren que expresan lo mismo, sino que suelen invocarlos para definir la
culpa o para reiterar los requisitos de la responsabilidad. Además, varios de los casos
mencionados son situaciones donde la prueba de la culpa no es difícil para la
demandante. Por ejemplo, el desplome de una pasarela peatonal que causó la muerte
de varias personas que se instalaron allí para observar el Año Nuevo en el Puerto de
Valparaíso (CS 20.7.2005 rol 5.369-2004); el protesto de un cheque tres años después
20
que la cuenta corriente fuera cerrada, sin que el banco dejara constancia que en el
documento la firma del girador era notoriamente disconforme con la que el banco tenía
registradas para el cotejo de rigor, a raíz de lo cual el demandante fue privado de
libertad por el delito de giro doloso de cheques (Tercer Juzgado de Letras de Osorno,
8.10.2004, rol 32.247); una inundación de aguas servidas de las casas de un grupo de
vecinos de Chiguayante por el rebalse de la cámara de alcantarillado del sector,
derrame que fue controlado por el personal de la empresa sanitaria 3 horas después y
que dejó bienes destruidos y una contaminación infecciosa de los hogares que persistió
durante 5 meses (CA Concepción, 25.10.2002, rol 2.150-2003); el retiro de
mercaderías desde las bodegas de una empresa portuaria sin que ésta exija los
conocimientos de embarque originales, único documento que autoriza al depositario
para entregar la mercancía al consignatario (CS, 30.8.2004, rol 53403, LegalPublishing
30761).
Larroucau desestima la tesis de Tapia que, para argumentar que el art. 2329 reitera el
art. 2314, sostiene que la jurisprudencia utiliza el art. 2329 para reconocer la
reparación integral. Esto nada dice respecto de si dicho precepto repite o no el art.
2314. Larroucau tampoco suscribe la interpretación de Barrientos, para quien el art.
2314 refiere a hechos ilícitos dañosos constitutivos de delitos penales mientras que el
art. 2329 refiere a hechos ilícitos dañosos que no son delitos penales. Larroucau
sostiene que esta lectura permite desechar la idea de reiteración de ambas normas,
pero que no es incompatible con ninguna de las interpretaciones del art. 2329 (la que
lo reduce a las actividades peligrosas y el res ipsa loquitur). La Corte Suprema ha
resuelto que el art. 2329 contempla una situación jurídica diferente a la del art. 2314:
éste alude a quien comete el hecho que ha inferido daño, el art. 2329 sanciona
también con la reparación al tercero al cual se le pueda imputar daño por malicia o
negligencia (CS, 7.10.1980, FM 263 p. 349).
Los argumentos usados por la jurisprudencia chilena para interpretar el art. 2329 como
una presunción de responsabilidad por el hecho propio refieren no solo a la
peligrosidad de las actividades, sino también al control sobre los antecedentes o
pruebas del caso y a la posibilidad de inferir que el daño no se habría producido sin la
negligencia del demandado. El art. 2329 no solo puede aplicarse a casos simples sino
también difíciles: donde una de las partes incrementa los riesgos de daño y donde la
experiencia indica que hay negligencia de alguien. Ambas situaciones intuyen que el
demandado posee o debió poseer información que explique el accidente, lo que
justifica negarle inmunidad frente al riesgo de materializar un error en el fallo que
resuelve el caso. Es decir, Larroucau también discrepa de Tapia en cuanto éste limita
el art. 2329 a las actividades peligrosas. Sostiene Larroucau que la clasificación de
Tapia para agrupar las actividades, donde es relevante la idea de peligrosidad en las
conductas de quienes causan accidentes atendida la alta probabilidad e intensidad del
daño (el mantenimiento de vías públicas; las faenas de transporte que implican
operaciones de carga y descarga; el almacenamiento de productos; las construcciones
en zonas urbanas; y la quema de pastizales en terrenos forestales), son en realidad
casos en los que están presentes los rasgos característicos de la res ipsa loquitur, a
saber, se justifica invertir el peso de la prueba porque uno de los litigantes controla los
antecedentes y porque así lo indican las máximas de la experiencia en la litigación
civil. Se trata no tanto de la peligrosidad de la actividad sino de razones procesales y
probatorias que justifican presumir la culpa del demandado. Así, si bien la construcción
que supone el tránsito de camiones en una zona donde deambulan estudiantes implica
incrementar los riesgos de un accidente, lo que se calificó de negligente fue que la
empresa constructora demandada y la Municipalidad codemandada que encargó las
obras, no se detuviera a “examinar reflexivamente las condiciones en que, pese a las
dificultades físicas ya descritas del acceso, pudieren de todos modos ingresar los
camiones cargados, de un modo seguro, durante las maniobras de acceso” (cons.
22°). Bajo esta idea de control sobre las circunstancias del accidente, la sentencia
concluyó que “este necesario examen debió conducirles, precisamente en razón de la
pendiente cuya inclinación motivaba la orientación al cielo de los espejos retrovisores
de los camiones, a considerar la presencia, durante toda la maniobra de ingreso de
camiones, de un asistente que orientase en todo momento al chofer, para evitar el
atropello de personas, entre ellos de jóvenes estudiantes que, con toda evidencia,
circularían por el sector” (CA Concepción, 6.10.2008, rol 2.228-2004, cons. 22°). Por
ende, la imputación de negligencia no solo se basa en la peligrosidad de la actividad
sino también en la ausencia de medidas para disminuir las probabilidades de daño en
dichas circunstancias. La ausencia de un funcionario (asistente) no solo incrementa el
riesgo de accidente sino que además causa un “daño probatorio” a la víctima, pues
impide a ésta contará con alguien que pueda explicar al juez las causas del accidente.
La empresa demandada debe proveer al juez de la información dada la asimetría que
existe en ella (fuente generadora de los riesgos y controladora de los antecedentes) y
las potenciales víctimas de los daños.
21
Mantilla E., Fabricio y Pizarro W., Carlos, “La responsabilidad civil por actividades
peligrosas: aplique primero y explique después” (2014):
La doctrina tradicional (Ducci, Alessandri) aboga por una presunción de culpa por el
hecho propio en favor de la víctima cuando el daño emana de una actividad peligrosa y
esto explica el daño, similar al res ipsa loquitur. Barros apoya la presunción y la basa
en el peligro excesivo materializado en daño. Pero no sostiene una presunción radical
sino una más tenue: “una prueba en principio”, esto es, la “apariencia de culpa”. Pero
esta apariencia de culpa viene a ser lo mismo que una presunción simplemente legal.
Para Barros “la inusual peligrosidad de la acción sigue siendo un elemento decisivo
para aplicar la presunción de responsabilidad en caso de accidentes. Quien actúa en
ámbitos particularmente riesgosos está obligado, según se ha visto, a adoptar
extremos resguardos para evitar que ocurra un accidente que amenaza un daño
intenso y probable” (151).
Tapia elabora un catálogo de las sentencias que acogen la interpretación del art. 2329
como presunción de culpa (mantenimiento de vías públicas por las municipalidades;
operaciones de transporte de carga y descarga; almacenamiento de productos
peligrosos; daños a predios colindantes derivados de la construcción; suministro de
productos peligrosos y quema de pastizales). Sostiene que ésta solo se puede aplicar a
ciertas actividades peligrosas en atención a la probabilidad e intensidad del daño. Tapia
rechaza una presunción de culpa generalizada. Barrientos interpreta los arts 2314 y
2329 en clave histórica (el primero comprendiendo hechos ilícitos civiles que son al
mismo tiempo penales; y el segundo refiriéndose a hechos ilícitos puramente civiles).
Pero ¿qué seguridad ofrece el fundamentarlo en una noción tan imprecisa como la de
actividades peligrosas? “Actividad peligrosa” es una categoría de contenido variable,
que comprende diferentes actividades heterogéneas cuya clasificación en la categoría
no obedece a un denominador común. La jurisprudencia puede realizar su labor
interpretativa partiendo de las actividades reconocidas tradicionalmente como
peligrosas y buscando en las nuevas situaciones similitudes concernientes tanto a los
supuestos fácticos como a los objetivos que se persiguen con la aplicación de la norma.
Por esta razón la jurisprudencia no se limita a presentar un listado taxativo de
actividades reguladas por el art. 2329 sino que enuncia un grupo de actividades, las
califica como “peligrosas”, precisando que aquéllas no agotan la categoría. La categoría
actividad peligrosa sirve para clasificar categorías de actividades –como conducir
vehículos automotores, o emitir gases tóxicos- y no una acción específica –como
Fulanito de Tal conduciendo su motoneta-. Esto permite una estabilidad en la
aplicación de la calificación, con independencia absoluta de las circunstancias
particulares. La calificación como peligrosa no implica un juicio de valor: ésta se
predica de categorías generales, como “transportar energía eléctrica”, y no está
llamada a inhibir las conductas ni desincentivar actividades tales como la aviación ni la
utilización de máquinas industriales. Las discusiones entre la jurisprudencia y la
doctrina han durado cerca de ochenta años y, hoy en día, todavía no se ha decantado
un régimen especial de responsabilidad por culpa presunta fundamentado en el artículo
2329 del Código Civil. Tampoco es que dicha incertidumbre haya ocasionado alguna
22
catástrofe o que las víctimas se vean agobiadas por la carga de probar la culpa. Con
todo, fijar un criterio para la interpretación del art. 2329 es deseable.]
mal estado de la vía férrea.
84
CA Santiago, 1.1.1925, confirmada CS, 3.3.1927, RDJ, t. 1ª, p. 117.
3.3.1927, RDJ, t. 1ª, p. 117.
117.
86
Alessandri (1943) 164.
86
CA Santiago, 21.4.199
23
Los que se aprovechan del delito civil ajeno, sin ser cómplices en él
(encubridores u otros), deben restituir el monto del enriquecimiento
injusto (arts. 1458.3 y 2316.2). No sólo el delito civil debe haber
causado el daño de la víctima sino también debe haber causado (directa
e inmediatamente) el beneficio (ganancia, utilidad o incremento
patrimonial efectivo; o ahorro de gastos) del tercero. Es debatible si se
extiende a la culpa grave: la asimilación (art. 44) ofrece una respuesta
afirmativa y Barros la comparte (cita el ejemplo de quien, con total
desconsideración de sus deberes de lealtad para con una sociedad de la
que es gerente o director, aprovecha una oportunidad de negocios en
favor de una empresa relacionada). Para Alessandri el art. 2316.2 se
refiere exclusivamente al dolo.
24
causalidad adecuada porque es normalmente imprevisible. Por eso es
que sistemas extranjeros como el alemán y el inglés sólo permitan
indemnizarlo si emana de conductas dolosas (cubren los perjuicios
imprevisibles).
25