Penedo Vasquez Difusionismo

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UNIVERSIDADE DE SANTIAGO DE COMPOSTELA

FACULTADE DE XEOGRAFÍA E HISTORIA


DEPARTAMENTO DE HISTORIA I

HISTORIOGRAFÍA DEL PARENTESCO: DEL


EVOLUCIONISMO DECIMONÓNICO AL
PARTICULARISMO ANTIEVOLUCIONISTA

Eva Penedo Vázquez

Memoria para optar al grado de doctora


presentada por la licenciada Eva Penedo Vázquez.
Dirigida por María del Mar Llinares García
Santiago de Compostela. Abril de 2014
María del Mar Llinares García, profesora titular del
departamento de Historia I de la Universidad de Santiago de
Compostela

HACE CONSTAR

que el trabajo “Historiografía del parentesco: del evolucionismo


decimonónico al particularismo antievolucionista”, que presenta Eva
Penedo Vázquez para optar al título de doctora ha sido realizado bajo
su dirección.

Firmado
María del Mar Llinares García

Santiago de Compostela
Abril de 2014

Eva Penedo Vázquez


A mi fauna
Quiero expresar en el ámbito de lo académico mi más sincero
agradecimiento a mi tutora, María del Mar Llinares García, por su paciencia y
comprensión a lo largo de este último lustro, y por haberme apoyado
incondicionalmente en otros proyectos al margen de mi tesis doctoral.

También a los bibliotecarios y bibliotecarias de la Facultad de Geografía e


Historia, siempre amables y competentes, rostros conocidos que, desde una
relación meramente superficial, me ayudaron, sin embargo, a sobrellevar la carga
de tantos y tantos libros.

A todos los miembros del Becariato, por lo que ellos ya saben.

A mis padres, que han estado, están y estarán siempre a mi lado. A Ana,
hermana más allá de la consanguinidad. A mi compañero, Emilio, que me apoyó en
los momentos de tesis y me perdonó por los de no-tesis que debieran haberlo sido.
Y a mi hijo Alejandro, que me ha enseñado lo que de verdad es importante en esta
vida.

Esta tesis se llevó a cabo con la ayuda de una beca del programa de
Formación de Profesorado Universitario otorgada por el Ministerio de Educación y
Ciencia disfrutada entre Mayo de 2007 y Agosto de 2011.
ÍNDICE

Introducción …………………………...................................................... 5

Capítulo 1. Conceptos básicos del parentesco

1.1. Conceptos teóricos de la antropología del parentesco ………….. 11


1.2. Breve historiografía del parentesco …………………………...... 25

Capítulo 2. En el origen: el contexto del siglo XIX

2.1. El contexto decimonónico de las visiones antropológicas …....... 33


2.1.1. El siglo del progreso humano …………………………..... 33
2.1.2. Economía y política: del laissez-faire
al imperialismo colonialista …………………………........ 36
2.1.3. La familia monógama como modelo de perfección …....... 39
2.1.4. La revolución científica: el evolucionismo biológico …… 42
2.2. Del evolucionismo biológico al evolucionismo social ………..... 48

Capítulo 3. El estudio del parentesco en la antropología decimonónica

3.1. Los objetivos antropológicos y sus medios de consecución ….... 53


3.2. Los sistemas de parentesco …………………............................... 57
3.3. De la familia al individuo.
Teorías jurídicas del derecho y la religión …................................ 69
3.4. La humanidad promiscua ……………………………………...... 74
3.5. El sexo en el poder: patriarcado o matriarcado ……………......... 80

-1-
3.6. El matrimonio por captura y el origen de la exogamia ………..... 88
3.7. El esquema de Morgan y su
influencia en la antropología marxista ………..……………........ 97
3.8. La antropología estadística como medio de
elaboración de una secuencia cronológica …………………........ 111

Capítulo 4. El difusionismo

4.1. La corriente difusionista y su metodología ………………........... 116


4.2. Los británicos heliolíticos …………………………………......... 126
4.3 Los Kulturkreise germanos ……………........................................ 130

Capítulo 5. William Halse Rivers Rivers

5.1. El método genealógico …………………………………….......... 137


5.2. Rivers y Morgan ………………………....................................... 143
5.3. La etapa difusionista ………………………………………......... 148
5.4. Descendencia o filiación ……………………............................... 151

Capítulo 6. El particularismo histórico

6.1. Franz Boas y el particularismo histórico ………………….......... 154


6.1.1. Los campos de estudio de Boas …………………….......... 154
6.1.2. Los años evolucionistas y el inicio
de la crítica metodológica …………………………........... 159
6.1.3. La ruptura con el evolucionismo
y las matizaciones de la difusión ….................................... 161
6.1.4. El particularismo histórico y el germen
de “cultura y personalidad” ………………….....................166

-2-
6.1.5. La filiación kwakiutl al servicio de la
crítica al evolucionismo …………………………….......... 169
6.2. Boasianos menores ante el parentesco …………………….......... 175
6.3. “Cultura y personalidad” …………………………………...........187

Capítulo 7. Robert Lowie: Morgan revisionado

7.1. Lowie, boasiano ………………………………………................ 194


7.2. Sobre las teorías de la difusión y de la evolución independiente ..195
7.3. Morgan y Lowie. Primeras refutaciones ………………...…........ 199
7.4. Sociedad antigua vs. sociedad primitiva ……………………....... 205
7.4.1. Los estadios “matrimoniales” ………………..................... 206
7.4.2. La sib ………………………………………………........... 207
7.4.3. Historia de la sib ………………………............................. 210
7.5. Morgan desde una perspectiva histórica ……............................... 213
7.6. Las terminologías bifurcadas del parentesco ..…………….......... 215

Conclusiones …………………………………………………………........ 218

Bibliografía …………………………………………………………........... 228

-3-
INTRODUCCIÓN
El nacimiento de la antropología del parentesco en la segunda mitad del
siglo XIX quedó indefectiblemente ligado a un contexto muy específico que dictó
los objetos de estudio tanto como la terminología y los prejuicios lastrantes que
caracterizarían la rama más dura de la disciplina durante décadas. El parentesco,
que hoy por hoy trae a colación multitud de debates novedosos y controvertidos
que van desde los estrictamente científicos hasta los religiosos o los morales,
abarcando ámbitos sociales que quedan muy lejos del mundo académico, parecía
en la centuria decimonónica algo mucho más delimitado, directo o evidente, al
menos en su uso, tal como se inscribía en su rol de elemento determinante de la
línea de la evolución humana.

Desde la ciencia biológica se construía la visión del paso de lo más simple


hacia lo más complejo, ampliando en miles de años el telón de fondo de actuación
de los protagonistas del proceso. Mientras tanto, la veloz y brutal industrialización
respaldaba la percepción de la posibilidad del cambio y la trasladaba de lleno al
ámbito social, donde cada ciudadano podía percibir de forma manifiesta el control
del hombre sobre el medio. El occidental, más seguro de sí mismo que nunca,
convirtió al salvaje y a todas sus instituciones en la otra cara de la moneda que él
mismo ocupaba, en el otro extremo de su idónea, perfecta y autocomplaciente
sociedad, donde los logros de los más fuertes garantizaban de forma indiscutible el
progreso de la raza entera. Considerado, asimismo, como paradigma de la infancia
de las sociedades superiores, la suya propia se descubrió a ojos de los
investigadores como la oportunidad irrepetible de conocer, a través de la
comparación, un pasado inalcanzable por otros medios. Los estadios de los pueblos
inferiores, supuestos más o menos avanzados, mostraron al pensamiento
antropológico el desarrollo temporal de la línea del progreso.

En este contexto, las formas de parentesco y de religión existentes entre los


salvajes aparecían como los campos más dotados para el acercamiento, imposible a
través de la arqueología, a las instituciones y las creencias presumiblemente
originarias del ser humano en su conjunto, dada la premisa de la unidad psíquica
compartida por la especie. Las relaciones de parentesco, estructuradoras de la
sociedad en la mayor parte de los casos, se convirtieron en la antítesis del Estado,
en símbolo de la condición atrasada del individuo carente del civilizado y supremo

-5-
sentimiento capitalista de la propiedad. Desde la societas a la civitas, los primeros
antropólogos trazarían su historia conjetural, perfectamente ordenada por
secuencias, de la humanidad.

Los primeros capítulos de esta tesis, tras un apartado introductorio sobre la


conceptualización del parentesco -que consideramos básico dada la aridez del tema
a todo aquel ajeno a su especialización- y una breve esquematización de su
desarrollo posterior a la época acotada en el presente trabajo, se dedican a la
exposición de los principales planteamientos que desde el ámbito evolucionista de
la antropología decimonónica se llevaron a cabo en relación a este tema. En tal
sentido, las teorías referentes a la religión quedan relegadas lo máximo posible
siempre y cuando no interfieran en la ocupación que nos atañe. Ello no significa
que nuestros autores las eludiesen en la realización de sus esquemas; al contrario,
la mayor parte trató de reconstruir también la secuencia evolutiva de este campo.
En los extremos, si Morgan la eludió casi por completo, Tylor se dedicó a ella con
empeño -y, sin embargo, no pudo coordinarla con el análisis social-. En última
instancia, resulta prescindible en la mayoría de los casos de cara a la aproximación
al pensamiento sobre el parentesco. Es por ello que una de las más importantes
obras antropológicas de la época, La rama dorada de James George Frazer, queda
fuera de estas páginas.

La procedencia personal de los autores decimonónicos incluidos, por otra


parte, nos lleva a una clara delimitación en el apartado del contexto. A pesar de las
diferencias entre todos ellos, que se diseminaban entre el mundo académico y el del
derecho, pasando por la ocupación técnica de Spencer y las diversas
nacionalidades, lo cierto es que las ideas modeladas por la mentalidad victoriana en
sus visiones sobre la familia los sitúa sin duda alguna en el ámbito de lo burgués.
Sólo Engels se excluirá de esta enmarcación, criticando con inquina la institución
monógama idealizada por Occidente como meta de la evolución de la sociedad
humana. Consideramos fundamental prestar una atención especial a este contexto
histórico del siglo XIX que no se repetirá con el del XX, pues la estrecha
imbricación entre aquél y la rama antropológica del parentesco es única, irrepetible
y totalmente determinante. Partimos, así, con una enorme ventaja como
historiadores, la de poder comprender plenamente las relaciones sociales, políticas,

-6-
económicas e ideológicas entretejidas en los albores de las teorías de la ciencia
antropológica, sumergidas entre abogados y juristas estudiosos de la historia clásica
y la prehistoria. Morgan, Lubbock, Bachofen, incluso Engels -sin cuya mediación
entre Morgan y Marx, a priori extraña, la comprensión de ciertas teorías marxistas
estaría incompleta-, son nombres reconocibles a oídos del historiador, mucho más
de lo que puedan serlo Rivers, Boas o Lowie, insertos ya totalmente en la
antropología.
.
Las teorías evolucionistas sobre el parentesco quedaron poco a poco
obsoletas. Sin ellas, sin embargo, no existiría la rama que lo estudia, responsables
como fueron de la creación terminológica científica y del descubrimiento de los
fenómenos fundamentales que circunscriben tales relaciones. Los esquemas de
nuestros autores, coincidentes en sus preocupaciones y, en numerosas ocasiones,
también en las cuestiones preferentes, son tratados en la medida de lo posible por
sus visiones relacionadas con los diferentes campos temáticos de la disciplina. La
especificidad de cada cual, no obstante, nos impele en ciertos casos a una visión
uniforme. Sus aportaciones a la teoría antropológica, desarrolladas sin descanso
desde el siglo XIX, hace tiempo que quedaron, como mínimo, delimitadas.
Ampliados desde entonces sin descanso, nuestro recorrido por la historiografía de
la disciplina se extiende a la primera mitad del siglo XX, abarcando dos corrientes
básicas: el difusionismo, antitético al evolucionismo y el particularismo,
globalizador de los aciertos y crítico de los errores de ambas. Nuestra elección de
estas tres escuelas responde precisamente a este carácter fusionador, casi circular.
El funcionalismo, aunque de aparición coetánea a los discípulos de Boas, inicia su
mayor incidencia con el decaimiento de la hegemonía boasiana, a inicios de la
década de los 40. Evolucionismo, difusionismo y particularismo tienen, además, un
elemento básico en común que nos resulta especialmente atractivo: su interés -
entendido de formas y por medios diferentes- por la historia, ya fuese a través de la
reconstrucción conjetural de una línea única de la evolución humana, ya mediante
ciclos culturales difundidos entre la humanidad, ya estableciendo las historias
particulares de cada pueblo. Frente a esto, el funcionalismo a-histórico, que asumía
el valor de lo pasado sólo por su función en el presente. Aunque esta última
corriente aportó muchas y muy valiosas investigaciones a la historia del parentesco,
habrá que esperar, desde Lowie, a que Lévi-Strauss revolucione totalmente su

-7-
estudio, trayendo a la palestra una afinidad (vs. filiación), que había pasado
prácticamente desapercibida hasta entonces. Pero esa es ya otra historia.

Si el contexto histórico de los autores difusionistas y particularistas no


resulta imprescindible para la comprensión de sus ideas en torno al parentesco -no
así respecto a otras ramas como por ejemplo la antropología física y su relación con
las ideas sobre la raza, que ya no nos atañen-, sí es básica la consideración de las
bases metodológicas de sus protagonistas, indesligables de sus trabajos en cada
rama. El conocimiento del marco teórico de cualquier corriente, como todo
historiador bien sabe, es ineluctable para la comprensión total de sus autores. Es
por ello que nos detendremos con calma tanto en el difusionismo en todas sus
vertientes -alemana, inglesa y norteamericana-, pese a que muchos de sus autores,
Rivers incluido, pasan desapercibidos hoy día incluso entre los propios
antropólogos; como en la figura de Franz Boas, cuya importancia en el desarrollo
de la antropología exige la extensión del capítulo que se le dedica. Del mismo
modo, el deseo de tener una visión completa del trato de los boasianos al
parentesco hace que incluyamos las aportaciones particulares más destacables de
los autores más importantes, pese a sumergirse su exposición teórica de
terminologías, relaciones y sistemas de pueblos concretos en una exposición útil al
antropólogo, pero fatigosa para el historiador. Partiendo de la enorme cautela que
siempre exige una exposición en apariencia diacrónica, cuya artificiosidad aplicada
al desarrollo teórico de cualquier disciplina es bien conocida por todo historiador,
haremos uso no obstante de tal metodología, teniendo siempre presente el
solapamiento de los autores y su conocimiento, como mínimo en las dos últimas
corrientes, mutuo.

Nuestra tesis no busca una finalidad interpretativa de teorías y afirmaciones


que pertenecen naturalmente a la disciplina antropológica y que, entendemos,
competerían a un antropólogo formado en dicha ciencia. Bastante lejos le quedan al
historiador la aplicación de conocimientos del parentesco del tipo de los
matrimonios de primos cruzados en Fiji, o la consideración no exógama de los
clanes dieri. Y, sin embargo, ha sido este camino recorrido por la Antropología el
que ha ido puliendo los conceptos básicos y, sobre todo, mostrando la pluralidad
mundial de los tipos familiares y matrimoniales y los usos y costumbres a ellos

-8-
ligados, tanto económicos, como sociales, ideológicos e incluso políticos, que
cualquier historiador usa, estudia y aplica en sus investigaciones diarias,
habiéndose plasmado, desde ese lejano origen decimonónico, en los estudios sobre
la organización social, la propiedad, las políticas matrimoniales, las alianzas a
pequeña y gran escala, la demografía, los linajes nobiliarios, la endogamia de clase
y, poco, a poco, las regulaciones de la sexualidad, las mentalidades, la historia de la
infancia, del feminismo, del género… Todos los aspectos, en fin, que rigen el
entramado de la realidad humana en la que, de un modo u otro, es el seno familiar
el que acoge al individuo y lo inserta en la sociedad. Nuestro trabajo, en este
sentido, no tiene una pretensión mayor, aparte de dejar bien establecidos los
orígenes históricos evolucionistas del parentesco, que la de compendiar los
principales textos e ideas del tema entre difusionistas y particularistas, apoyados en
la exposición de sus fundamentos teóricos generales. Así, por una parte,
perseguimos el objetivo de que nuestra tesis pueda servir como base de consulta
para el historiador que desee, escuchando la reclamación de G.W. Stocking, hacer
una historia de la antropología; en este caso concreto, de la rama de la disciplina
que hemos elegido. Pero, por otra, y no por ello menos importante, deseamos
llamar la atención sobre la ligazón desconocida por gran número de historiadores
con estos orígenes del parentesco, prácticamente inconscientes del uso en sus
investigaciones de unas bases antropológicas, en ocasiones asombrosas, en
ocasiones complicadas, arraigadas hace ya más de un siglo.

-9-
CAPÍTULO 1

CONCEPTOS BÁSICOS
DEL PARENTESCO
1.1. Conceptos teóricos de la antropología del parentesco

La universalidad de la familia fue uno de los pilares básicos sobre los que
se asentó la antropología del parentesco en sus orígenes. Familia, eso sí,
considerada en su perfección y meta evolutiva como monógama y nuclear. De esta
idea se derivó el desprecio y la infravaloración de cualquier otro tipo de formación
diferente, a la par que se estableció el punto de partida desde el que sistematizar las
formas familiares conocidas en una línea evolutiva cargada de consideraciones
morales que veremos al tratar de nuestros autores.
Mucha elaboración teórica se ha recorrido desde entonces en los estudios
antropológicos y, sin embargo, las diferencias culturales continúan -y continuarán-
impidiendo el establecimiento de una definición del término que englobe todas las
variedades posibles. Aunque desde el punto de vista de la disciplina se comprende
que “la organización familiar contemporánea [nuclear occidental] es sólo uno de
los arreglos posibles en el universo de las culturas” 1 , el peso de las visiones
etnocéntricas heredadas del siglo XIX todavía da primacía en el imaginario
colectivo al grupo nuclear como forma lógica y mejor, cuando no omnipresente.
Ya sea nuclear, poligámica o extensa 2 , la familia ha sido considerada por la
mayor parte de los antropólogos existente en prácticamente todo tipo de sociedad,
teniendo muy presente, a partir de los estudios de Kathleen Gough y Melford
Spiro 3 , la flexibilidad en la definición del término. Si tomamos la de Aurora

1
SEGALEN, Martine. Antropología histórica del parentesco. Taurus. Madrid, 2004, p. 22.
2
En general, la familia nuclear o elemental se conforma de una pareja casada con sus hijos solteros,
la poligámica de un hombre (poliginia) o una mujer (poliandria) con varios cónyuges y sus hijos, y
la extensa, gran familia o familia conjunta de varias unidades monógamas o polígamas, junto con
los hijos de todas ellas.
3
Ambos autores estudiaron casos extremos de sistemas que, por su configuración, quedaban fuera
de las definiciones clásicas de familia, demostrando con ello la existencia de sociedades o grupos
humanos que podían organizarse de maneras diferentes a las aceptadas hasta entonces. Así, los
nayar de Malabar (India) casaban ritualmente a una joven con un muchacho; permanecían juntos
sólo unos días y luego se separaban. La joven se convertía en mujer y pasaba a tener, si así lo
deseaba, varios amantes: visitantes de paso o maridos visitantes. Estos últimos tenían diferentes
obligaciones, tales como la realización de pequeños regalos y el reconocimiento de la paternidad de
los niños aunque no se tuviese constancia biológica de ella. El mantenimiento económico de la
mujer y su prole corría a cargo de su grupo matrilineal, el padre reconocido no tenía ni derechos ni
deberes respecto a los hijos. La relación podía romperse en cualquier momento por cualquiera de las
partes (estudio de 1959). En cuanto al caso de los kibbutzim israelitas, estudiados por Spiro,
consistían en comunidades que ponían el trabajo y la propiedad en común. El matrimonio se
realizaba sin ceremonia, únicamente obteniendo la pareja una habitación propia. Las comidas se
realizaban en un comedor común. Todo el kibbutz mantenía a sus miembros, los servicios eran
comunes, incluido el cuidado de los hijos, quienes estaban organizados en grupos de compañeros
según la edad, criados por niñeras y maestros; visitaban a sus padres en las habitaciones de éstos

- 11 -
González, su amplitud trata de dar cabida al máximo número de posibilidades:
“grupo de personas vinculadas por matrimonio y descendencia con una residencia
local común, adscrito a la procreación y cuidado de los hijos” 4 . La misma autora
matiza otros términos, advirtiendo sobre la necesidad de distinguir unidad
doméstica 5 y núcleo procreativo 6 , de cuyas definiciones se derivaría que “los nayar
tienen unidad doméstica de parientes, pero no de familia, que una comuna es un
tipo de unidad doméstica, que una familia nuclear es un tipo de familia y que la
familia es la forma más generalizada de núcleo procreativo y de unidad doméstica,
pero en ningún caso la única” 7 . Lo común entre los antropólogos, por el contrario,
es no perfilar con tanta precisión estos conceptos, asimilando familia a unidad
doméstica. Toda definición del concepto, en cualquier caso, nos lleva a los criterios
interrelacionados sobre los que sus diversos tipos se configuran: norma de
residencia y forma de matrimonio. De la primera baste mentar las familias
dependientes 8 y las independientes 9 . Respecto al matrimonio, cuyas formas más
conocidas son la monogamia y la poligamia 10 , hay que hacer constar la misma
imposibilidad de una definición única que encontramos para la familia. Si respecto
a ésta la principal discusión versaba en torno a su universalidad, para el matrimonio

únicamente ciertas horas al día (estudio de 1956). V. GOUGH, Kathleen; LÉVI-STRAUSS, Claude;
SPIRO, Melford E. Polémica sobre el origen y la universalidad de la familia. Anagrama.
Barcelona, 1995 (1973).
4
GONZÁLEZ ECHEVARRÍA, Aurora; GRAU REBOLLO, Jorge; SAN ROMÁN ESPINOSA,
Teresa. Las relaciones de parentesco. Universidad Autónoma de Barcelona. Barcelona, 2003, p. 62.
5
Unidad doméstica: “grupo de personas que conviven en una residencia común, formando una
unidad de cooperación económica y en cuyo seno se educa y se cría a los hijos que nacen de sus
miembros. Puede ser una asociación o no de parientes”. GONZÁLEZ ECHEVARRÍA et alii. Las
relaciones…Op. cit., p. 62. También: “Hay algunas unidades domésticas donde aún siendo parientes
sus miembros no constituyen una familia, por no existir matrimonio entre ellos”. GONZÁLEZ
ECHEVARRÍA, Aurora; SAN ROMÁN ESPINOSA, Teresa; VALDÉS, Ramón. Tres estudios
introductorios al estudio del parentesco. Universidad Autónoma de Barcelona. Barcelona, 2000, p.
15.
6
Núcleo procreativo: “grupo de personas vinculadas por matrimonio y descendencia. Pueden
compartir o no una residencia común”. GONZÁLEZ ECHEVARRÍA et alii. Las relaciones…Op.
cit., p. 62.
7
Ibid. p. 63.
8
Las familias dependientes son las extensas (la unidad doméstica incluye varias unidades maritales,
ya sean monógamas, ya polígamas), definidas en este caso por la regla de residencia postmarital.
Las patrilocales residen con la familia del marido, las matrilocales con la de la mujer, las
avunculocales con el tío materno del esposo, en las bilocales al nuevo matrimonio se le deja libre
elección para incorporarse a la familia del marido o de la mujer.
9
Sólo hay una unidad marital (monógama o polígama). Son neolocales si el establecimiento es en
una localidad diferente a la de la residencia de origen; virilocal si se establece el hogar en el grupo
local del marido; uxorilocal en el grupo local de la mujer y comúnlocal si los esposos pertenecen al
mismo grupo y establecen en él su unidad doméstica.
10
La poligamia puede ser poliándrica (una mujer y varios maridos) o poligínica (un hombre y varias
esposas).

- 12 -
la principal discusión giró en torno a su definición. Una orientativa en relación a
sus principales componentes podría ser la siguiente: “unión sexual socialmente
legitimada, que se inicia con una notificación pública y que se emprende con cierta
idea de permanencia: se asume con un contrato de matrimonio más o menos
explícito, que fija derechos y obligaciones recíprocos entre los esposos y los
futuros hijos”. 11 . Es interesante señalar también, en relación a lo que la fidelidad y
el sentimiento amoroso suponen para nuestra mentalidad, que en muchas
sociedades estas cuestiones se dejan de lado, no porque no se valoren -que puede
hacerse- sino porque la unión se contempla antes bien entre grupos que entre
individuos, de ahí la alta estima en la que se la tiene acompañada en muchas
ocasiones de una actitud despectiva hacia la soltería y el celibato.
En relación con el matrimonio nos topamos en multitud de pueblos, tanto
orientales como occidentales, con el precio de la novia, cuyas características
difieren dependiendo del contexto. Se trata, básicamente, de la circulación de los
bienes en el momento del matrimonio desde el campo del marido al de la mujer,
responsabilizándose del pago en la mayor parte de los casos no el propio hombre,
sino su grupo de pertenencia (linaje, clan, familia…), que entrega el pago al de la
mujer representado por el padre de ella. Las interpretaciones de su significación
son varias: compensación al progenitor y parientes de la novia por los gastos
realizados durante la estancia de la hija en casa, pues de sus capacidades se
beneficiarán los nuevos familiares; compensación al padre por la pérdida de
derechos sobre la novia; compensación al grupo por la pérdida de un miembro que
podía proporcionar más como procreadora; garantía en el intercambio de mujeres.
La importancia económica no es tanta como en principio pueda parecer; en
realidad es un «pago» más bien simbólico que asegura la circulación de bienes; los
obtenidos por un grupo suelen se empleados para conseguir otra mujer. Además, es
frecuente que exista un contrapago del grupo de la esposa al del marido por un
valor económico semejante.
Esta retribución matrimonial existe también en la condición inversa: los
bienes van del campo de la mujer al campo del marido. En este caso se denomina
dote. Una de sus interpretaciones la explica en un sentido de estratificación social,
considerando que se eleva el estatus de la mujer al unirla a un hombre de nivel más

11
STEPHENS, William. “La familia en una perspectiva transcultural”, en: NIETO, José Antonio
(ed.). Antropología de la sexualidad y diversidad cultural. Talasa. Madrid, 2003, p. 96.

- 13 -
elevado, o que se aumenta el prestigio por alguna cuestión concreta 12 . También
puede darse la situación de que el hombre no posea más recursos que los de su
trabajo, que aporta a la familia de su esposa o dedica a las tierras de ésta, pues a
través del matrimonio pasan a ser suyas. En ocasiones la mujer mantiene un
pequeño control sobre la dote, lo cual sirve como dispositivo de seguridad en caso
de viudedad.

Al margen de las discusiones sobre la universalidad o no de la familia o de


sus tipos, lo que nos interesa principalmente es el establecimiento de los límites
entre familia y parentesco, pues no podemos perder de vista que el uso corriente
del primer término ha llevado a una conceptualización en el mundo occidental
bastante alejada de las pautas antropológicas centradas en el estudio del parentesco.
Así, en nuestra sociedad se tiende a acotar los parientes en tres o cuatro
generaciones 13 . Ellos, unidos a la familia política con la que se entra en relación a
través del matrimonio (un matrimonio monógamo, neo o común local, origen de
una tercera familia por parte de otras dos) forman básicamente el grupo que integra
nuestra visión de la familia y nuestro concepto de pariente. El parentesco, sin
embargo, sistema que superpone la interpretación sociocultural sobre el hecho
biológico 14 , va más allá de nuestros límites etnocéntricos de la familia,
constituyendo en muchas sociedades primitivas la institución clave para la
estructuración del grupo, que es elemento básico y central de los estudios de la
antropología del parentesco. En las sociedades civilizadas, donde este papel ha sido
sustituido por otras instituciones, si bien continúa desempeñando un rol
fundamental a la hora de organizar las relaciones sociales de sobra experimentado
por todos nosotros, lo hace a un nivel individual que, en todos los casos, se adapta
a la situación de cada familia.

12
Aurora González menciona el caso del campesinado griego, que reúne dotes para casar a sus hijas
con hombres que viven en la ciudad, hecho considerado como prestigioso. GONZÁLEZ
ECHEVARRÍA et alii. Las relaciones de… Op. cit., pp. 55-56.
13
El acotamiento del ámbito de parentesco viene dado bien por el reconocimiento como parientes
de los descendientes de un mismo antepasado situando a éste en una distancia generacional
limitada, bien privilegiando un sexo sobre el otro.
14
El sistema de parentesco es: “un sistema de posiciones sociales ideológicamente concebido que
sirve de marco donde se ordena la reproducción y en ocasiones la producción y que tiene su génesis
en la biología, pero sólo en la medida en que cada pueblo interpreta y concibe las relaciones
biológicas, los procesos genéticos, según patrones dictados por su propia cultura”. GONZÁLEZ
ECHEVARRÍA, Aurora. Teorías del parentesco. Eudema. Madrid, 1994, p. 47. Un ejemplo de la
superposicón de la interpretación cultural sobre el hecho biológico es el caso de las adopciones -
parentesco ficticio o pseudoparentesco: aquél que carece de lazos consanguíneos o matrimoniales-.

- 14 -
La cuestión de fondo es, en resumen, la necesidad primordial de ser
conscientes del sentimiento subjetivo occidental sobre la familia, herencia sin duda
de un siglo XIX que desechaba moralmente las soluciones ajenas a la monogamia
como formas familiares válidas. Los sistemas de parentesco, en cualquier caso,
sirvieron en esta centuria para delinear la historia humana, gestándose ahora todo el
grueso de la teoría.
Consideramos importante establecer las cuestiones básicas de estudio
referidas a esta rama de la Antropología 15 , menos conocidas sin duda para el lego
que las específicamente relacionadas con el matrimonio o con la institución
familiar. De entrada, partiremos de las teorías básicas en torno a las que se articula
el parentesco: filiación y alianza.

La filiación supone la transmisión automática de la pertenencia a un grupo,


para lo cual no basta la consanguinidad, pues mientras la descendencia 16 es
siempre bilateral, la filiación se establece de forma unilineal o duolineal. Así, los
grupos de filiación están formados por personas que en teoría descienden
linealmente de un mismo antepasado; sus miembros pertenecen sólo a un grupo
social -pertenencia que determina por completo todos los aspectos de la vida de una
persona-, pero además poseen parientes con los que mantienen relaciones
institucionalizadas, si bien pertenecen a otros grupos (es la denominada
descendencia complementaria, que viene dada por el progenitor que no transmite la
pertenencia al grupo). Cuando se puede establecer sin ninguna duda la relación
hasta llegar al antepasado común hablamos de linaje; si dicha relación es imposible
de trazar genealógicamente de forma exacta -pudiendo incluso situarse el
antepasado en un ámbito mítico- estamos ante un clan.
El principio unilineal es el que por excelencia recluta a los parientes de
forma automática. Por él, pertenecen al grupo sólo los que están emparentados por

15
Seguiremos para este estudio la obra ya mentada de Aurora González Echevarría, Las relaciones
de parentesco. Para un estudio más desarrollado véase FOX, Robin. Sistemas de parentesco y
matrimonio. Alianza. Madrid, 2004.
16
Descendendia y filiación son los dos modos que tiene una persona de “reclutar” parientes.
Aranzadi señaló la problemática de las traducciones del inglés al español, pues correspondiéndose
perfectamente descent con descendencia y filiation con filiación, muchos autores peninsulares y
traductores invirtieron los términos y llamaron además grupos de filiación a los descent groups. La
relación de descendencia se establece entre las personas que descienden de un antepasado y éste,
mientras la situación contraria es de ascendencia. ARANZADI MARTÍNEZ, Juan. Introducción
histórica a la antropología del parentesco. Editorial Universitaria Ramón Areces. Madrid. 2008,
pp. 16-18.

- 15 -
vínculos de un único sexo, patrilineal por vía masculina -pertenecen al grupo tanto
hombres como mujeres, pero sólo los hombres transmiten la pertenencia a los
hijos- y matrilineal por vía femenina -son las mujeres las que transmiten la calidad
de miembros-. Respecto a la doble filiación o filiación duolineal, en ella cada
individuo pertenece a un grupo patrilineal y a otro matrilineal, localizándose uno de
los grupos en un territorio y dispersándose el otro, cada cual con atribuciones
distintas.
Existe otro principio para el reclutamiento de parientes diferente a los
anteriores, el cognaticio o bilateral, filiación indiferenciada, en el cual la
adscripción se realiza hasta una generación determinada sin que el sexo intervenga
en absoluto. En el caso español, por ejemplo, se suelen estipular tres generaciones,
dentro de las cuales consideramos por igual a todos los parientes sean hombres o
mujeres. Este carácter impide la formación de grupos de filiación 17 . El único grupo
reconocido, que sólo es común para los hermanos porque se forma desde la
perspectiva de un Ego concreto, es el de la parentela, que no constituye una sección
social. Aunque la mayor parte de las veces no existen restricciones en este
reclutamiento cognaticio, sí pueden establecerse límites para la pertenencia al
grupo, que por lo general vienen determinados por cuestiones de la residencia en
territorio común.

La teoría de la alianza prima la importancia de las relaciones


matrimoniales, basadas en la exogamia y en la prohibición del incesto.
Desarrollada por Lévi-Strauss en relación a las nociones de intercambio -de
mujeres- y de reciprocidad, trata de dar una explicación global de los diferentes
sistemas matrimoniales, que se dividen en elementales o prescriptivos;
semicomplejos; complejos.
Los sistemas elementales o prescriptivos definen los cónyuges prohibidos
especificando además con quién hay que casarse. La forma más sencilla es la del
intercambio directo, simétrico o restringido entre dos grupos que se organizan

17
Robin Fox habla de filiación cognaticia, afirmando que: “a los grupos unilineales se los considera
simplemente como un tipo de filiación restringido más que como un tipo totalmente distinto del
cognaticio. Todos los grupos tienen en común que son grupos de filiación común, es decir, que
todos los miembros descienden de un antepasado común”. FOX, Robin. Op. cit., p. 149. Aurora
González afirma, por su parte: “en ningún caso suponen un principio de filiación por no darse en él
las condiciones de transmisión automática de pertenencia a un grupo definido”. GONZÁLEZ
ECHEVARRÍA et alii. Estudios de… Op. cit., p. 80.

- 16 -
como un modelo binario con dos unidades de intercambio 18 , produciendo una regla
de matrimonio entre primos cruzados, pues cada generación reproduce la misma
alianza simétrica y los primos paralelos pertenecen al grupo de Ego. Se puede
hablar, así, de matrimonio prescriptivo con la prima cruzada bilateral, aunque casos
diferentes puedan mostrar mayor o menor complejidad. Existe también una forma
de intercambio asimétrico o generalizado en el que cada grupo se relaciona con uno
que entrega mujeres y con otro del que las recibe. Ego debe casar con su prima
cruzada matrilateral, estándole prohibida la cruzada patrilateral. Los grupos de
unifiliación se dividen en dadores y tomadores de mujeres, lo cual puede llevar a
una jerarquización de los grupos entre sí.
Las estructuras semicomplejas, establecidas por Fraçoise Heritier en los
años 80 del siglo XX, asumen elementos de las simples y de las complejas.
Enuncian prohibiciones y toman modelos de intercambio restringido y
generalizado, pero sin reglas positivas. No obstante la inexistencia de
prescripciones, existen numerosos mecanismos que limitan la elección del
cónyuge. En muchos casos aparece una preferencia clara por el matrimonio con los
consanguíneos permitidos más próximos.
Las estructuras complejas proclaman de forma negativa reglas poco
numerosas, prohibiendo el matrimonio sólo entre parientes próximos. La elección
de cónyuge depende de cuestiones diferentes a las del parentesco.

Un tema que merece especial consideración es el de la prohibición del


incesto; es decir, la prohibición universal de mantener relaciones sexuales en el
interior del grupo de parientes 19 .
El tabú del incesto, tengámoslo presente, prohíbe el sexo, que no
necesariamente el matrimonio (aunque puede hacerlo). A pesar de que de una cosa
parezca derivarse la otra y, efectivamente, vayan casi siempre de la mano, es

18
En el modelo de intercambio directo pueden producirse subdivisiones en secciones. Véanse los
ejemplos de los kariera y los aranda en GONZÁLEZ ECHEVARRÍA et alii. Las relaciones de…
Op.cit., pp. 105 y ss.
19
Hay que tener en cuenta, claro está, que cada sociedad considera parientes a personas con
distintos grados de consanguinidad. Es decir, que una relación considerada incestuosa en Occidente
puede resultar perfectamente válida, e incluso aconsejable, en otras sociedades. Existe siempre
alguna prohibición, pero ninguna se puede considerar aplicable a nivel “universal”. Por otra parte, la
excepción histórica a la prohibición del incesto de los gobernantes incas y egipcios sería en realidad
una ratificación, dado que la naturaleza divina de estos personajes los eximía de las normas
humanas.

- 17 -
posible toparse con grados de parentesco que pueden mantener relaciones sexuales
sin que se permita la unión matrimonial. Ello desecharía la explicación del tabú que
centra la atención en un dificultamiento de la extensión de relaciones sociales en
realidad inexistente.
Robin Fox cita y discute otras razones que tratan de clarificar la
prohibición: confundiría a los miembros de las familias -“la teoría es realmente
demasiado tonta como para que nos detengamos en ella” 20 -; trastornaría la
autoridad dentro de la familia debido a la incompatibilidad de las funciones de ésta
y la competencia sexual -algo que la semejanza con el caso de las familias
polígamas desmiente-; y, sobre todo, los resultados genéticos serían desastrosos.
Aunque los biólogos llevan tiempo discutiendo que los frutos de las uniones
consanguíneas sean tan fatales como comúnmente se piensa 21 , lo cierto es que las
últimas tendencias en investigación genética parecen apuntar hacia estos
resultados. Esta última teoría, en todo caso, implica incluir en la discusión la
selección natural y afirmar que los grupos que practicaban la prohibición
sobrevivieron y los que no se extinguieron. Supondría también aceptar que los
humanos primitivos eran conscientes de ello.

Desde el punto de vista de la Psicología se elaboraron a finales del siglo


XIX y principios del XX las explicaciones al tabú del incesto en torno a las cuales
giraría la discusión sobre los orígenes de este fenómeno no sólo en la propia época
de sus teorizadores, sino a lo largo de toda la pasada centuria. Adelantamos en este
apartado ambas hipótesis -uno de cuyos autores se enmarca en la corriente
evolucionista tardía y que abordaremos en relación a otros temas-, pues son
imprescindibles para una visión genérica del incesto.

20
FOX, Robin. Sistemas… Op. cit., p. 54. El papel que la sociedad asigna se confunde con la
biología y no se tiene en cuenta que una persona no puede ser más que una persona a la vez. El
autor afirma que si en un acto incestuoso una mujer tiene un hijo de su padre, “será su prole y poco
importa si el progenitor es su propio padre, el lechero o un donante anónimo”. P. 55.
21
Véase LÉVI-STRAUSS, Claude. Las estructuras elementales del parentesco. Paidós. Barcelona,
1998.. pp. 47-49; GONZÁLEZ ECHEVARRÍA et alii. Relaciones de… Op.cit., pp. 32-33.

- 18 -
Por una parte tenemos a Edward Westermarck 22 , quien trató el tema en
relación a la exogamia (que consideraba una extensión natural de tal prohibición).
Partiendo del hecho de que las reglas exógamas diferían tanto temporalmente como
entre diferentes pueblos, este autor afirmaba que existía un rechazo instintivo que
se derivaba de una inhibición del deseo sexual ante los miembros cercanos de la
familia provocada por la convivencia: “las leyes contra el incesto no producen
sensación de freno sobre los sentimientos individuales corrientes, sencillamente
porque en los casos normales no se siente ansia de cometer los actos que aquéllas
prohíben. Hablando en términos generales, las personas que desde la niñez viven
reunidas o con mucha intimidad no experimentan sentimientos eróticos las unas por
las otras. Más aún, en tales y en otros casos, la indiferencia sexual va unida a una
sensación de aversión positiva en el momento en que se piensa en los actos
dichos” 23 . La principal apreciación que se hizo a esta afirmación ya en la propia
época de Westermarck y en años posteriores fue que si esta aversión era innata, no
se explicaría por qué se hacía necesaria la prohibición. A pesar de esta crítica, la
aceptación de la teoría en la época de edición de la obra fue muy amplia y no se vio
relegada realmente por otras opciones hasta pasados unos años. En las últimas tres
décadas ha tomado de nuevo gran relevancia, en conexión, especialmente, como
mencionábamos hace unas líneas, con estudios de biólogos que la han asociado a
la idea de selección natural. Así, se considera que “los hijos de parientes tienen de
promedio una viabilidad menor y, por ello, parece razonable esperar que la
selección natural erija algún tipo de barrera en contra de los apareamientos entre
consanguíneos. De hecho, se ha constatado que estas uniones son muy raras en los
primates no humanos 24 . Lumsden y Wilson 25 defendieron que los seres humanos
poseemos mecanismos que condicionan el grado en que nos atraen aquellas
personas con las que hemos convivido durante la infancia y, como consecuencia, la

22
Edward Westermarck (1862-1939). Antropólogo, sociólogo y filósofo finlandés. Profesor de
Filosofía en la Academia de Åbo, en Finlandia. Dio cursos regulares en la London School of
Economics y realizó estancias de investigación en Marruecos. Se inscribe tardíamente en la
corriente evolucionista, de cuya mayoría difiere en opiniones como las de la existencia de una etapa
original de promiscuidad en el desarrollo humano o la de que los sistemas de parentesco patrilineal
hayan estado precedidos siempre por sistemas matrilineales.
23
WESTERMARCK, Edward. Historia del matrimonio. Laertes. Barcelona, 1984, p. 90.
24
V. DURHAM, W.; WOLF, P. (ed.). Inbreeding, Incest and the Incest Taboo. The State of
Knowledge al the Turn of the Century. Stanford University Press. Stanford, 2005.
25
Biólogos especializados en el estudio de la relación entre genes y cultura. Expresaron esta idea en
su obra de 1981 Genes, Mind and Culture.

- 19 -
probabilidad de que se tengan o no relaciones incestuosas con ellas 26 . La selección
natural habría favorecido, pues, a los genes responsables de esas predisposiciones
psicológicas que dificultan el incesto” 27 . Otro punto de vista acerca de esta
cuestión lo aporta Robin Fox, que contempla el asunto desde la perspectiva no del
desastre genético físico, sino de las conveniencias sociales. Lo que deduce es que
“existió un síndrome de conductas genéticamente determinadas que hizo al ser
humano pubescente, en particular, susceptible a la culpabilidad y a otros modos de
condicionar los impulsos agresivos y sexuales. Aun cuando no resultaría en un
instinto específico anti-incesto, es, sin embargo, conjunto de reacciones instintivas
que pudieron facilitar el desarrollo de las inhibiciones con respecto a la sexualidad
familiar y, por consiguiente, llevar a la supervivencia de las poblaciones que lo
adoptaron” 28 .
En el otro extremo hallamos a Sigmund Freud, que publicó en 1913 Tótem y
Tabú, obra en la que se incluye su visión sobre el incesto. Su punto de partida es
totalmente contrario al de Westermarck. No sólo no existe una aversión innata a
mantener relaciones sexuales con las personas con las que se mantiene contacto
desde la infancia, sino que precisamente el primer deseo sexual se dirige hacia
ellas. Así, el hijo desea a la madre y ve en el padre un competidor directo del que
anhela deshacerse pero al que, al mismo tiempo, teme (el tan conocido complejo de
Edipo). El temor y el rechazo se transforman con el tiempo en culpa y vergüenza y,
con la madurez, el deseo sexual se reorienta hacia otras mujeres.
El relato freudiano del origen del tabú del incesto es, como mínimo,
curioso. El psicoanalista concibe grupos humanos en los que un varón domina al
resto e impide a sus hijos el acceso a las mujeres. Los vástagos, que odian al
progenitor a la vez que lo envidian por tener lo que ellos desean, confabulan en su

26
Existen estudios que intentaron demostrar esta aversión a mantener relaciones sexuales con
personas con las que se ha tenido estrecho contacto desde la infancia. Yonina Talmon trabajó con
los kibbutzim israelíes, mostrando las actitudes reacias en época adulta a contraer matrimonio dentro
del kibutz. Arthur Wolf estudió los matrimonios sim-pua taiwaneses, en los que se casan un hombre
y su hermana adoptiva, adoptada por la madre ya desde niña de cara a convertirla en esposa del hijo.
Wolf demostró que estos matrimonios eran más frágiles y tenían menos descendencia. Véase
DURHAM; WOLF. Inbreeding… Op. Cit., Cap. 4. KUPER, Adam. El primate elegido. Crítica.
Barcelona, 1996, pp. 160-161.
27
CASTRO, Laureano; LÓPEZ-FANJUL, Carlos; TORO, Miguel Ángel. A la sombra de Darwin.
Las aproximaciones evolucionistas al comportamiento humano. Siglo Veintiuno. Madrid, 2003, p.
173. Los autores del libro encuentran esta conclusión razonable, pero también admiten que la
cuestión del origen de la prohibición debe ser abordada teniendo en cuenta las diversidades
culturales.
28
FOX, Robin. Sistemas… Op. cit., p. 66.

- 20 -
contra, lo matan y lo devoran. Ante su acción sienten tanta culpa que deciden
renunciar a aquello por lo que la llevaron a cabo, esto es, el acceso sexual a las
hembras. Algo por otra parte necesario para mantener el orden, pues en caso
contrario habrían de luchar entre ellos para hacerse con el dominio que antes poseía
el padre. Cada persona expresaría en sí misma la evolución de la humanidad,
siendo el niño el hombre primitivo, el adolescente la lucha contra el complejo de
Edipo (que no deja de ser el paso de la naturaleza a la cultura, concebido como es
por diferentes autores el tabú del incesto como el elemento indispensable para esta
transformación) y el adulto la civilización.
Notemos, en cualquier caso, que la teoría de Freud está estrechamente
imbricada con el Psicoanálisis y que centra su atención en la relación incestuosa
madre-hijo, precisamente la más inusual de todas entre cualquier primate 29
Es interesante señalar una tercera teoría sobre el tabú del incesto, la del
antropólogo estructuralista Lévi-Strauss. En Las estructuras elementales del
parentesco (1949) partió de la hipótesis dualista de E. B. Tylor, que veremos en su
debido momento, cuyo núcleo estipulaba el matrimonio cruzado entre tribus como
alternativa al enfrentamiento bélico. De ello dedujo el antropólogo francés que el
tabú del incesto fue la base para un sistema de intercambio de mujeres 30
indispensable para el fortalecimiento de la sociedad a través de alianzas
matrimoniales, colocando en las dos caras de la misma moneda dicho tabú y la
exogamia y considerándolo, al igual que Freud, como el paso decisivo del hombre
desde el estado natural al cultural.

Partamos de la teoría de la que partamos, lo que parece indiscutible es que,


incluso a pesar de las diferentes interpretaciones que se pueden dar a una relación
como incestuosa dependiendo del grado de parentesco al que distintas culturas
prohíban la unión sexual, lo cierto es que, de modo universal, siempre existe una
prohibición. Que los tabúes del incesto no formen una clase bien definida, como no

29
Westermarck también trabajó preferentemente sobre una relación, en su caso hermano-hermana,
pero, como ya hemos visto, los apoyos a su teoría son mucho más sólidos que los que tiene la de
Freud.
30
Así, “a partir del momento en que me prohíbo el uso de una mujer, que así queda disponible para
otro hombre, hay, en alguna parte, un hombre que renuncia a una mujer que por este hecho se hace
disponible para mí. El contenido de la prohibición no se agota en el hecho de la prohibición, ésta se
instaura sólo para garantizar y fundar, en forma directa o indirecta, inmediata o mediata, un
intercambio”. LÉVI-STRAUSS, Claude. Las estructuras… Op.cit., p. 90.

- 21 -
la forman las características de las familias y de los matrimonios, no quiere decir
que no pueda elaborarse una teoría general que se adapte a cada caso.

Otro aspecto básico que es necesario conocer en relación al parentesco es el


de sus sistemas, ineludiblemente unidos a la terminología; esto es, a todo conjunto
de términos empleados para referirse y dirigirse a los parientes unido a las reglas de
uso que relacionan pariente y término.
La primera distinción clave vino dada en el siglo XIX: los sistemas
descriptivos se basaban en la combinación de un pequeño número de términos
simples, acumulaban términos primarios y oponían parientes lineales vs.
colaterales. El sistema clasificatorio repartía a los consanguíneos entre clases de
individuos a los que se aplicaba el mismo término. El autor de la distinción, Lewis
Henry Morgan 31 , se dio cuenta de que la terminología era un método que mostraba
cómo clasificaban los diversos sistemas a los parientes. Con el tiempo, los
descriptivos fueron perdiendo importancia, pues al final todos acaban siendo
clasificatorios 32 .
Las tres oposiciones básicas sobre las que los sistemas basan sus
distinciones terminológicas son la generacional (padre/hijo), la lineal (padre/tío) y
la sexual (padre/madre). Todas ellas pueden sumarse. Aunque nosotros empleamos
la sexual no como una verdadera distinción de parentesco, sino más bien
gramatical, las terminologías de otras sociedades la conciben con un uso mucho
más importante. La bifurcación implica una diferenciación entre los parientes
paternos y los maternos, que se complica todavía más si también se distinguen los
parientes que están relacionados a través de dos hermanos de diferente sexo de los
relacionados a través de dos hermanos del mismo sexo: así, los primos cruzados
son los hijos del hermano de la madre o de la hermana del padre de Ego, mientras
los primos paralelos son los hijos de la hermana de la madre o del hermano del

31
Lewis Henry Morgan (1818-1881). Abogado norteamericano que se interesó especialmente por el
pueblo iroqués, de cuyo estudio y sus consecuencias surgieron sus principales obras, que veremos
en apartados próximos. No ocupó ningún puesto académico, pero sí realizó trabajo de campo e
influyó en toda su generación. Para una reseña biográfica completa puede consultarse a VALDÉS
GÁZQUEZ, María. El pensamiento antropológico de Lewis Henry Morgan. Universidad Autónoma
de Barcelona. Barcelona, 1988. O también el prólogo de Carmelo Lisón Tolosana en la edición
española de MORGAN, L. H. La sociedad primitiva. Ayuso. Madrid, 1975.
32
Las terminologías son ante todo un modo de clasificación que no tiene porqué corresponderse
siempre con exactitud con los grupos reales. Lo que muestran con seguridad es cómo ven las
personas que los usan el mundo de sus parientes.

- 22 -
padre. Fue Kroeber quien se fijó en primer lugar en la diferencia entre la línea de
Ego y las colaterales. Lowie, en 1928, mostró que existen para un Ego masculino
cuatro formas de clasificar a sus parientes varones de la primera generación
ascendente 33 . Finalmente, en 1949, Murdock completó la clasificación basándose
en el tratamiento diferenciado por sexo (germanos ≠ primos paralelos ≠ primos
cruzados).
Al margen de la problemática de las discusiones actuales sobre el
parentesco y los temas preferentes de estudio que han ido reemplazando un tanto al
de la terminología, así como de la de los defectos de la clasificación34 , lo cierto es
que la tipología de Murdock es la más empleada en la actualidad, aunque sólo sea
por cuestiones de comodidad. Puede esquematizarse de la siguiente manera 35 :

G+1 G0 Morgan Lowie Murdock


F = FB = BM G=P=X Clasificatorio Generacional Hawaiano
F = FB  MB G=PX Bifurcado de fusión Iroqués
G = P ≠ Xm ≠Xp Omaha/ Crow
F ≠ FB ≠ MB Descriptivo Bifurcado colateral Sudanés
F  FB = BM Lineal Esquimal

33
Esquemas generacional, lineal, colateral bifurcado y bifurcado de fusión. El generacional llama al
padre, al hermano del padre y al hermano de la madre con el mismo término. Los sistemas lineales
separan al pariente lineal (padre) de los términos colaterales (tío, tanto hermano del padre como
hermano de la madre), pero llaman a ambos colaterales con el mismo término. El colateral
bifurcado separa los dos colaterales entre sí y también del pariente lineal masculino, y por lo tanto
tiene tres términos. El bifurcado de fusión une al hermano del padre con el padre como un único
término, pero designa al hermano de la madre con un término diferente. Esto significa que del padre
y del hermano del padre se espera que hagan más o menos lo mismo por Ego, aunque el padre
puede ser considerado más próximo y de mayor confianza. BOHANNAN, Paul. Para raros,
nosotros. Akal. Madrid, 1996, p. 89.
34
Bonte e Izard señalan los siguientes: “hay que distinguir en cada sociedad un sistema de términos
de referencia (nombres dados a los parientes de los que se habla) y un sistema de términos de
apelación (nombres dados a los parientes con los que se habla). La terminología puede variar así
según la edad y sobre todo el sexo de Ego. Cada tipo ideal recubre además realidades que pueden
desviarlo más o menos fuertemente. A veces, ciertos rasgos típicos se encuentran en una
terminología concreta que por ello se inscribe con dificultad en la clasificación. Estas variaciones
pueden ser significativas de las condiciones de funcionamiento del propio sistema (…); a la inversa,
semejanzas formales llevan a considerar como muestra de un mismo tipo a sistemas cuyo
funcionamiento es muy diferente”. BONTE, Pierre; IZARD, Michael. Diccionario Akal de
Etnología y Antropología. Akal. Madrid, 2005, p. 574.
35
Cuadro tomado de BONTE, Pierre; IZARD, Michael. Diccionario… Op. cit., p. 574. Para
describir las distintas terminologías de parentesco se usa una parentela restringida a las
generaciones 0 y +1, incluyendo en la 0 a los colaterales 2 y en la +1 a los colaterales 1. Las
iniciales se toman del inglés (Father, Mother, Brother). G indica a los germanos, P a los primos
paralelos y X a los cruzados, siendo Xm los matrilaterales y Xp los patrilaterales.

- 23 -
La terminología hawaiana, que es el arquetipo de las terminologías
clasificatorias, tiene los cuatro términos imprescindibles para designar a los cuatro
miembros de la familia nuclear. Ego llama a los hermanos de sus progenitores igual
que al padre; a las hermanas de los progenitores igual que a la madre; a los primos
igual que al hermano y a las primas igual que a la hermana. En numerosas
sociedades que la emplean la unidad doméstica predominante es la familia extensa.
La terminología iroquesa también es clasificatoria. Ego llama con el mismo
nombre al padre y al tío paterno; a la madre y a la tía materna; al hermano y a los
primos paralelos; a la hermana y a las primas paralelas. Pero utiliza otros nombres
para la tía paterna, el tío materno y los primos cruzados. Predominan en las
sociedades que la usan, paradójicamente, formas de filiación unilineal -una
explicación satisfactoria a esta supuesta incongruencia sería que dichas sociedades
se organizasen en mitades matrimoniales, con lo cual la coincidencia de
denominación de los primos paralelos paternos y maternos (algo propio antes bien
de la doble filiación) se correspondería con una coincidencia de personas-.
Las terminologías crow y omaha son variedades de la anterior, con un
mismo sistema terminológico que se caracteriza por el dominio del criterio de línea
sobre el de generación. En ambas se usa la misma terminología iroquesa para los/as
tíos/as y primos/as paralelos/as, pero en la crow Ego llama a sus primos cruzados
patrilaterales como a su padre y como a la hermana del padre, y a los primos
cruzados matrilaterales como a su hijo y a su hija. La terminología omaha es la
versión patrilineal de la crow. La razón de los rasgos nuevos respecto a la
terminología iroquesa viene dada porque cuando existen grupos corporativos de
filiación unilineal el parentesco entre los miembros de un mismo grupo difiere del
que existe entre miembros de dos grupos separados. La identidad del linaje pasa
por encima de la de generación.
La terminología sudanesa emplea un término distinto para referirse a cada
pariente de las generaciones 0 y +1, pero es poco frecuente.
La terminología esquimal posee siete términos. Hace las mismas
distinciones que la nuestra excepto con los primos de Ego, con los cuales no
reconoce la oposición de sexos. La unidad doméstica es con frecuencia la familia
nuclear.

- 24 -
1.2. Breve historiografía del parentesco

“El parentesco es a la antropología lo que la lógica a la


filosofía o el desnudo al arte: la disciplina básica del tema”
Robin Fox. Sistemas de parentesco y matrimonio, pp. 10-11

“There is no such thing as kinship, and it follows


that there can be no such thing as kinship theory”
Rodney Needham. “Remarks on the Analysis of Kinship and Marriage”, p. 5

Existe hoy día un rechazo uniforme entre los miembros de la disciplina de


la idea de una trayectoria sin fisuras de la antropología del parentesco. Como
mínimo podría hablarse de enfrentamientos teóricos, sobre todo entre las teorías de
la filiación y de la alianza, y hay al menos una etapa clásica que se diferencia
temporalmente de las tendencias posteriores a ella. El momento de transición suele
situarse entre las décadas de 1950 y 1960. La época que nos compete en el presente
trabajo, que se extiende a lo largo de la segunda mitad del siglo XIX y primera del
XX, es tan sólo parte del primer período; El siglo XIX supone, no obstante, el
momento clave, pues a pesar de que diversas ideas sobre la familia y el parentesco
ya habían sido abordadas con anterioridad por autores como el padre Lafitau 36 , es
en esta segunda mitad decimonónica cuando, al establecerse la Antropología como
ciencia, el tratamiento de sus temas crea la base de los objetos de estudio y el
esqueleto conceptual de la disciplina; en el ámbito que nos ocupa: matriarcado,
patriarcado, universalidad de la familia, prohibición del incesto, filiación y
alianza… A pesar de que la antropología evolucionista no pretendió de manera
intencionada situar al parentesco como el centro de la ciencia que estaba
configurando, aquél constituyó sin duda una de sus cuestiones predilectas junto con
la de la religión, pues ambas permitían una reflexión sobre el origen de las
instituciones y las creencias y, con el tiempo, “tanto por la posibilidad de utilizar
modelos matemáticos como por sus técnicas específicas en la recolección de datos
objetivos y su capacidad de definir los conceptos teóricos sin confusión, el

36
En su obra Costumbres de los salvajes americanos comparadas con las costumbres de los
primeros tiempos, de 1724, incluye el padre Lafitau entre sus categorías el tema del matrimonio.

- 25 -
parentesco estaba destinado a convertirse en el dominio de vanguardia de la
antropología y a acercarla al estado de ciencia pura” 37 .
La segunda fase de esta etapa, que se desarrolla en la primera mitad del
siglo XX, es también una época de confianza entre los antropólogos. Los intereses
se centran en las teorías de la filiación y, en menor medida, de la alianza, cuyo
funcionamiento ya conocemos. La de la filiación, que se sigue en primer lugar a
través de McLennan, Bachofen, Maine, Morgan y después Rivers, Radcliffe-
Brown, Evans-Pritchard, Fortes, permitía la construcción de grupos corporativos
inequívocos que se articulaban en estructuras jerárquicas y estipulaban las
directrices del funcionamiento social, así como la explicación de las diferentes
relaciones interpersonales entre parientes. Se distinguían, de este modo, los
segmentos de una sociedad, luego vendría el parentesco, derivado del matrimonio
que unía los grupos. La teoría de la alianza, personificada por Dumont, Needham,
Maybury-Lewis, Leach y, por supuesto, Lévi-Strauss, que publica Las estructuras
elementales del parentesco en 1949, tuvo su origen en la organización dual
establecida por Tylor en el siglo XIX 38 . La sociedad se constituía a través de las
relaciones que se establecían por el matrimonio. Así, la solidaridad social se basaba
en la alianza matrimonial; la filiación era secundaria a ésta.
Abandonada la primera etapa del desarrollo de la antropología del
parentesco, los inicios de la segunda 39 asisten a un espectáculo de “crisis de
procedimientos, de búsqueda de mecanismos formales de descripción y de
aprehensión de significados, de polémicas interminables sobre los términos del
parentesco americano, o sobre la naturaleza del parentesco…” 40 . En la década de
1950 entró en crisis la teoría de la filiación 41 , criticada por su nula atención a unas
relaciones de afinidad que encubría bajo el concepto de descendencia

37
BESTARD, Joan. Parentesco y modernidad. Paidós. Barcelona, 1998, p. 51.
38
En este año se publica también Estructura social, de Murdock, que pone en la palestra la
debilidad de los conceptos antropológicos. Sobre la organización dual de Tylor, véase el punto 3.8
del presente trabajo.
39
Aurora González divide la segunda etapa en dos fases. Entre 1950 y 1970, cuando se desarrollan
estudios de formalismo americano en relación al tema de la validez cognitiva del espacio
genealógico, se hacen estudios de grupos de filiación no unilineales y se vive la influencia de Lévi-
Strauss y sus estructuras elementales del parentesco. Entre 1970 y el año de escritura de su libro
aparecen por un lado las críticas radicales de autores como Needham y Schneider, pero por otro se
llevan a cabo estudios no sólo nuevos y desde perspectivas teóricas diferentes, sino también algunos
que retoman temas previos a las críticas. GONZÁLEZ ECHEVARRÍA, Aurora. Teorías…Op. cit.,
pp. 10 y ss.
40
GONZÁLEZ ECHEVARRÍA, Aurora. Teorías…Op. cit., p p. 11.
41
La teoría de la alianza, por el contrario, continuó desarrollándose sin problemas por parte de la
Antropología francesa. Véase GONZÁLEZ ECHEVARRÍA. Teorías…Op. cit., capítulo 5.

- 26 -
complementaria, la cual no abordaba la vinculación entre linajes a través del
matrimonio, sino sólo las relaciones con el progenitor que no proporcionaba la
filiación y con su grupo. La teoría había establecido también la vinculación entre
los linajes y localidades y subrayado el papel jurídico y político de los primeros en
las sociedades segmentarias que se ejercía a través de la estructuración de los
segmentos del linaje en relaciones de oposición y complementariedad 42 . El modelo
de linaje segmentario, estudiado sobre todo en sociedades africanas, se había
convertido en el representante por excelencia de la teoría de la filiación. Pero
quizás lo más criticado fue su asunción de la universalidad de la unifiliación como
esencia del parentesco en las sociedades simples, que pronto quedó oscurecida ante
la evidencia del peso de otros factores, tipo territorial, y ante estudios de numerosos
autores que dieron cabida a los grupos de filiación ambilineal y a los cognaticios.
La obra de Murdock fue básica a este respecto, pues permitió poner a prueba el
alcance estadístico de la supuesta extensión y generalidad de ciertos modelos de
filiación y despertó el interés por las sociedades bilaterales y por las cognaticias.
Scheffler y Sahlins trataron la filiación y la descendencia como constructos
culturales -posibilidad de que existan conceptos y normas de filiación sin existencia
de grupos delimitados por ellos- así como las relaciones o su ausencia entre tales
constructos y la organización social. Scheffler supuso también que había formas de
pensar la unidad de grupo que tenían más que ver con la relación padre-hijo que
con la descendencia de un antepasado común.
A la crisis de los modelos africanos de filiación se añadió la discusión sobre
la universalidad del espacio generacional, pues empezó a pensarse que, tal como se
había concebido hasta el momento, era más bien el resultado del sustrato intelectual
del antropólogo. Esta nueva visión afectó al denominado análisis semántico
componencial originado entre 1951 y 1956, etapa en la que el objetivo de los
antropólogos era estudiar cómo construye el nativo su mundo observando los
componentes de sus estructuras semánticas o de sus comportamientos
significativos. Se regresa al estudio de las terminologías de parentesco, a través

42
La segmentación es una solución al aumento de población que sobrepasa los recursos. Es una
ramificación del linaje en dos partes que mantienen una relación como grupos genealógicamente
vinculados con relaciones prescritas. Con el tiempo puede llegarse a la escisión, pero mientras ésta
no acontece los grupos pueden aparecer como uno en momentos concretos. En los grupos
segmentarios de filiación las relaciones entre personas y grupos están definidas en relación al
espacio genealógico: cuanta más cercanía, más numerosos los derechos y las obligaciones. Véase
GONZÁLEZ ECHEVARRÍA et alii. Las relaciones…Op. cit., pp. 87-90.

- 27 -
ahora de este nuevo tipo de análisis, con la intención de llegar a derivar categorías
sociales y sistemas de categorías sociales. Se considera un campo semántico al
conjunto de designaciones de tipos de parientes, se analizan en cada comunidad los
usos lingüísticos que agrupan estos tipos de parientes en un pequeño número de
dichos tipos y se extreman las precauciones a la hora de traducir. El problema era
la imposibilidad de llevar a cabo una traducción exacta. Más grave todavía era la
caracterización del campo semántico de partida en términos de parentesco
generacional pues, como ya veíamos, la universalidad del espacio genealógico se
había puesto en duda por considerarse de carácter eminentemente etnocéntrico. Se
propuso la distinción entre lo que es real psicológicamente para el nativo de lo que
es real estructuralmente para el antropólogo, así como la necesidad de crear
técnicas que permitiesen a las definiciones más próximas llegar a la validez
psicológica.
Todos estos cambios y revisiones de modelos coincidieron con un proceso
de replanteamiento epistemológico que, a la larga, pondría en duda incluso la
propia validez de la antropología del parentesco. El año de inflexión fue 1971; el
protagonista, Rodney Needham. En una breve pero contundente intervención fue
desmontando de forma concisa pero brutal los contenidos de parentesco,
matrimonio, filiación, terminologías e incesto. El más doloroso para los
antropólogos fue, sin duda, el primero, si bien la crítica de los demás siguió el
mismo modelo. Partía de la premisa mínima de que el parentesco tiene que ver con
la adjudicación de derechos y su transmisión de una generación a otra. Los
derechos tales como la pertenencia al grupo, la sucesión a cargos, la herencia de
propiedades y otros, se trasmiten por modos que no tienen que ver con el sexo o el
estatus genealógico del transmisor o del receptor y sin conexión intrínseca ni con
los hechos ni con los idiomas culturales de la procreación. Las relaciones en
cuestión no tienen porqué ser genealógicas ni ser concebidas como tal por los
actores. De todo ello deduce que cuando decimos que una institución tiene algo que
ver con el parentesco, en realidad no damos información alguna sobre hechos
sociales, de tal modo que la palabra, aunque útil para un uso convencional, no
denota ninguna clase discriminada de fenómenos ni ningún tipo distinto de teoría.
Su conclusión es que ni hay parentesco, ni puede haber teoría del parentesco. A la
palabra matrimonio le aplica un trato semejante, pues comparar instituciones que se
engloban bajo el mismo término exigiría para cada sociedad un análisis del

- 28 -
derecho, las ideas morales, las místicas… que pueden variar en cualquier momento.
Emplear una definición técnica puede dejar fuera del tintero rasgos considerados
centrales para otras sociedades. Cómoda para el uso de sentencias descriptivas, es
errónea en la comparación e inútil en el análisis. Sobre la filiación, habla de la que
gobierna la transmisión de clases de derechos; si las modalidades de transmisión de
los distintos derechos difieren, no podemos hablar de tipos homogéneos. Para ver
cómo se transmite cada derecho en cada sociedad elabora una tipología 43 a raíz de
la cual concluye que sólo si la transmisión fuera la misma podría hablarse de
sociedades matrilineales o patrilineales. Respecto a las terminologías, propone
sustituir las tradicionales por principios clasificatorios que pueden estar presentes
en una medida u otra en cada una de ellas. Lo que le interesa es atacar las clases o
tipos caracterizados por un solo rasgo distintivo. Sobre el incesto, insiste
nuevamente en la inexistencia de una clase definida, y de ahí deriva la
imposibilidad de una teoría general.
El siguiente gran golpe que recibió la antropología del parentesco lo dio D.
M. Schneider en 1984, con A Critique of the Study of Kinship. Su participación en
las divergencias teóricas de los diferentes aspectos que se discutían en la disciplina
venía ya de la década de los 60, si bien fue con esta obra con la que logró su
impronta definitiva 44 . Schneider denuncia que es la cultura occidental la que
establece la prioridad de las relaciones genealógicas y las definiciones previas de
los antropólogos las que convierten en universales a los sistemas de parentesco.
Éste sería un postulado perteneciente a la cultura europea, de tal modo que su
utilidad más allá de ella es nula, por lo cual propugna abandonar el concepto y
establecer las categorías particulares de cada cultura. A esto añadió Adam Kuper en
1988 con The Invention of Primitive Society. Transformations of an Illusion, la idea
de que el trabajo antropológico arrastra distorsiones de diferentes tipos, la más
grave de las cuales es la de una sociedad primitiva basada en el parentesco creada
en el siglo XIX por Maine y Morgan: “la visión ortodoxa moderna es que nunca
hubo una cosa tal como la sociedad primitiva. Ciertamente, algo así no se puede
reconstruir ahora. Ni siquiera hay una manera en la que uno pueda especificar qué

43
NEEDHAM, Rodney. “Remarks on the Analysis of Kinship and Marriage”, en: NEEDHAM,
Rodney (Ed.). Rethinking Kinship and Marriage. Tavistock Publications. Londres, 1971, pp. 10-11.
44
Grau Rebollo opina que con la publicación de esta obra debería situarse el inicio de una tercera
etapa en la historiografía del parentesco. Véanse sus periodizaciones en GRAU REBOLLO, Jorge.
Procreación, género e identidad. Debates actuales sobre el parentesco y la familia en clave
transcultural. Bellaterra. Barcelona, 2006, pp. 35 y ss.

- 29 -
es una sociedad primitiva. Una de las razones para escribir ese libro es remover la
constitución de la sociedad primitiva de la agenda de la teoría antropológica y
política de una vez por todas” 45 . La falacia, afirmaba el autor, se había construido
desde una perspectiva jurídico-legal que tomaba como base común el derecho
romano. Ello permitía la comprensión de formas sociales radicalmente diferentes a
las coetáneas y descubrir la génesis humana dentro de una cadena evolutiva, pues
podía estudiarse el pasado a través de las sociedades que se encontraban en ese
momento en la misma etapa que había ocupado la occidental siglos atrás. Este,
como veremos, es uno de los postulados básicos de la corriente evolucionista. Las
razones de la pervivencia de esta ilusión que Kuper pretendía eliminar se habrían
debido a elementos políticos e ideológicos, pues la teoría de la sociedad primitiva
había cuajado con los propósitos imperialistas del momento en el que se gestó y
había proporcionado dos de las ideas básicas sobre las que a lo largo del siglo XX
cimentaron los países su soberanía y derecho a defenderla: sangre y territorio.
También afectó la influencia de cuestiones académicas, ya que en este ámbito se
convirtió rápidamente en objeto de estudio preferente.
La herencia de los postulados de Schneider se constató posteriormente en
infinidad de cuestiones, tales como la reconceptualización del papel de la biología
en la definición de categorías sociales, en la antropología de género y en
movimientos feministas, en el relativismo cultural… Su obra fue el detonante de
nuevas perspectivas de estudio del parentesco, como la de Yanagisako y Collier,
quienes traspasaron el intento crítico de Schneider a las categorías de género y
sexo. En los Estados Unidos su peso fue mucho mayor que en Gran Bretaña. En
cualquier caso, pueden señalarse las principales líneas de estudio desarrolladas en
cada país desde mediados de la década de los 8046 . En Norteamérica: simbología y
significados locales; género, reproducción y sexualidad; práctica, agencia y
concepciones sobre la persona; parentesco “en casa”; poder e historia. En
Inglaterra: secuencia de estudio de la familia y el parentesco en proximidad;
consideración profunda sobre el estatuto ontológico y epistemológico del
parentesco como mediador entre la naturaleza y la cultura en las concepciones folk
occidentales; crítica al carácter proyectivo de las teorías generadas desde las

45
KUPER, Adam. The Invention of Primitive Society. Transformations of an Illusion. Routledge.
London, 1991, pp. 7-8. Las traducciones en la presente tesis son obra de la autora.
46
Me remito para los listados a GRAU REBOLLO, Jorge. Procreación… Op. cit., pp. 98, 100, 109,
110.

- 30 -
escuelas británicas, basado en la idiosincrasia cultural de los propios antropólogos;
crítica a los límites comprensivos de la vieja antropología del parentesco con
respecto a los vínculos relacionales entre individuos más allá de la malla
genealógica como elaboración etnosemántica específica de Occidente. En Francia,
donde la presencia de Schneider no fue tan importante, continuó trabajándose sobre
la teoría de la alianza, abordándose cuestiones como la necesidad de la circulación
de individuos adultos como precondición para la reproducción social; exploración
de los sistemas semicomplejos; articulación social entre productores y nutricias en
los sistemas ginecostáticos; exploración de los sistemas campesinos europeos.
A la par, se produjo también una aportación del pensamiento feminista en el
que ya no nos introduciremos, como tampoco en las líneas más recientes de la
disciplina (que incluyen temas como el de las adopciones o la perspectiva de los
estudios queer), por situarse ya demasiado lejos de los límites de nuestro breve
recorrido historiográfico. Desde la autoconfianza plena de los antropólogos del
parentesco surgida en los estudios decimonónicos hasta el panorama actual, baste
decir que las críticas más destructivas no han conseguido más que fortalecer la
disciplina al obligar a sus autores a depurarse continuamente. Así, tal como
afirmaba Aurora González, “no me parece que esté en crisis la antropología del
parentesco. Lo que está en crisis, y yo diría que de manera definitiva y saludable,
es el parentesco como esqueleto, como disciplina básica del tema” 47 .

47
GONZÁLEZ ECHEVARRÍA. Teorías…Op. cit., p. 12.

- 31 -
CAPÍTULO 2

EN EL ORIGEN:
EL CONTEXTO DEL SIGLO XIX
2.1. El contexto decimonónico de las visiones antropológicas

2.1.1. El siglo del progreso humano


La Exposición Universal ideada por el consorte de la reina Victoria
realizada en el Londres de 1851 marcó un hito no sólo en la historia de la evolución
industrial y técnica del mundo occidental, sino también en la visión europea sobre
el resto del orbe, sobre el lugar del viejo continente en él y sobre lo que se podía
esperar o no del futuro.
En este contexto, Inglaterra era el origen de todo, el país adulto que
contemplaba complacido la distancia de crecimiento frente a los pequeñuelos
continentales y la posición adelantada que le aseguraba un destino privilegiado
dictaminado por la Providencia. La Revolución Industrial se había encargado de
situarlo en este puesto de avanzada que le otorgó una confianza en sí mismo
transformada pronto en chovinismo inusitado. Era el país pacífico por antonomasia
que, sin haber desfallecido ante la amenaza del Terror francés, se había convertido
en el taller del mundo, prosperando desorbitadamente y demostrando con creces las
posibilidades del progreso material humano.
El ferrocarril simbolizó el espíritu de la era, el nuevo modo de vida repleto
de velocidad y carente de distancias. Transformó la sensación del tiempo,
contribuyó a la percepción de la rapidez del cambio y la inmediatez de los espacios,
uniendo un territorio que, recorrido hasta entonces en semanas, se abarcaba ahora
en pocos días. Participó en la expansión de la industria nacional a mayor gloria de
Inglaterra, que acudió generosa en ayuda de Francia y Rusia, ignorantes de la
maquinaria de la nueva invención: “es el triunfo de la técnica británica, de los
ingenieros británicos, de los diseñadores británicos, de los capitales británicos, y de
los empresarios británicos, empleando máquinas y, a veces, incluso obreros
británicos” 48 . La isla se llenó de estaciones ferroviarias que se conjugaban con los
nuevos espectáculos urbanísticos, ciudades en constante crecimiento, contrapuestas
más que nunca al campo, repletas de fábricas y de humo que creaban en minutos lo
que antes tardaba horas. El ciudadano medio podía percibir con claridad los
avances científicos inagotables que proporcionaban al hombre el dominio sobre el
medio. El pasado quedaba atrás con una rapidez hasta entonces inimaginable,

48
BÉDARIDA, François. La era victoriana. Oikos-tau. Barcelona, 1988, p. 17.

- 33 -
provocando una sensación de urgencia y celeridad, de pertenencia al futuro
inmediato.
La Exposición de 1851 se convirtió en el máximo exponente del progreso
material inglés, unido al convencimiento psicológico y moral de haber demostrado
con su talento el carácter de raza tocada por la Gracia divina. El orgullo nacional se
condensó en el evento para ensancharse ante las demás naciones, erigiéndose en
representante de la cohesión del hombre. Proclamaba el príncipe consorte: “nadie
que haya prestado atención a los rasgos peculiares de la era presente dudará ni
siquiera un instante que estamos viviendo un período de transformaciones
maravillosas que tiende a realizar rápidamente aquella gran finalidad a la que
apunta toda la historia: la realización de la unidad humana… Las distancias que
separaban a las diferentes naciones y partes del mundo están desapareciendo
rápidamente ante las realizaciones de la invención moderna y podemos atravesarlas
con increíble sencillez; las lenguas de todas las naciones se conocen y su uso está al
alcance de todos; el pensamiento se comunica con la rapidez e incluso con el poder
de la luz. De otro lado, el gran principio de la división del trabajo, que puede ser
entendido como el motor de la civilización, se está extendiendo a todas las ramas
de la ciencia, la industria y el arte… Señores, la Exposición de 1851 ha de ser una
prueba y una plasmación viviente del punto de desarrollo al que ha llegado la
totalidad de la humanidad en su gran tarea, así como un nuevo punto de partida
desde el que todas las naciones podrán dirigir sus esfuerzos futuros” 49 . El
optimismo se extendía más allá del progreso material, haciendo un llamamiento al
hermanamiento del género humano.
Pero era una doctrina ligada también a las consecuencias sociales de la
industrialización, al ascenso de la burguesía y de sus valores focalizados en el
capitalismo y en el laissez-faire y a la necesidad de excusar moralmente las
enormes contradicciones humanas del mundo industrializado. Una persona
progresaba y se enriquecía en la medida del valor de su trabajo, su esfuerzo y su
perseverancia. La pobreza, reverso de los logros burgueses, se atribuía
directamente a la holgazanería, la vagancia e incluso el vicio, nunca a las
circunstancias personales o a cualquier coyuntura negativa. La ociosidad de la
aristocracia y su indolencia eran despreciables, pues “para estos burgueses serenos

49
Príncipe consorte Alberto, citado en BURY, John. La idea del progreso. Alianza. Madrid, 1971,
p. 295.

- 34 -
y austeros, no se ha venido a esta tierra para divertirse, sino para cumplir una tarea
a la cual son llamados. Los cimientos de la sociedad están hechos de virtudes y de
disciplina” 50 . Que Inglaterra hubiese sido elegida por la Providencia no había sido
accidental ni equivocado. La jerarquización social no desapareció, pero
curiosamente los nuevos valores en alza situaron a la clase media por encima de la
alta: la burguesía alcanzó una superioridad moral, pareja al papel desempeñado en
el desarrollo de la nación, que dibujaría el modelo a seguir tanto por la nobleza -
que se vio obligada a ello por la presión social- como por la clase trabajadora -que,
dada la premisa de que siguiendo estos valores cualquier persona podía alcanzar un
alto estatus y respetabilidad social al margen de su origen, trataba de emularla-.
Esta difusión y aceptación de su modo de ver el mundo le proporcionó si cabe más
seguridad en sí misma, pues se trataba sin duda de su victoria psicológica
incondicional. La moral por sí misma también fue abordada desde el punto de vista
del progreso, considerada como uno de los aspectos en los que más había
evolucionado la humanidad desde sus orígenes. Ello implicaría una visión
totalmente antagónica entre civilización -occidental, mejor aún británica,
industrializada y repleta de valores- y salvajismo -pueblos primitivos con
tecnología limitada, razas inferiores carentes de conceptos de moralidad y movidas
por pulsiones animales-.
Siguiendo esta línea, habría de ser en alianza con el evolucionismo -en
especial aplicado a la sociedad- como lograse triunfar de forma definitiva la
doctrina del Progreso, pues justamente “el evolucionismo es sencillamente la
doctrina, o ideología, que identifica la historia cultural humana con el progreso” 51 .
Podríamos plantearnos incluso “hasta qué punto la idea de que los organismos
complejos se han desarrollado a partir de formas más simples no es una idea
sugerida a los biólogos y filósofos evolucionistas clásicos por lo que veían que
ocurría en relación con las experiencias técnicas e industriales” 52 .
La mayor parte de los antropólogos evolucionistas vivieron, si no en
Inglaterra, al menos sí en países prósperos influenciados por la mentalidad
victoriana, afectados de un modo u otro por la Revolución Industrial y las
consecuencias sociales de ésta, absorbidos por una vorágine de industrialización y

50
BEDÁRIDA. La era… Op. cit., p. 66.
51
ADAMS, William Y. Las raíces filosóficas de la Antropología. Trotta. Madrid, 2003, p. 25.
52
CARO BAROJA, Julio. Los fundamentos del pensamiento antropológico. CSIC. Madrid, 1991, p.
68.

- 35 -
tecnología capitalistas cuyas consecuencias negativas, siguiendo la corriente de la
época, se vieron impelidos a excusar moralmente, o excusaron sin más,
convencidos de hallarse en la última y suprema etapa de la evolución humana. La
extensión del principio de la evolución a la sociología y a la ética situaría en un
primer plano la perfectibilidad del hombre; ello, combinado con la incontestable
visión del hombre en un estado primitivo desde el que ha evolucionado, convirtió
la idea del Progreso en una verdad próxima, obvia e irrefutable.

2.1.2. Economía y política. Del laissez-faire al Imperialismo colonialista


El Utilitarismo que dominó el panorama británico durante la segunda mitad
del siglo XIX nos interesa en la medida de su influencia en la teoría del darwinismo
social y en las visiones científicas de Darwin y Spencer. Enlazado con la ideología
liberalista y la doctrina del laissez-faire, las consecuencias globales de su asunción
afectaron sin duda a las visiones antropológicas dentro de un contexto en el que la
constatación del evolucionismo biológico y del progreso en todos los ámbitos
simbolizado en la industrialización inglesa, que con tanto lujo se pavonearía en la
Gran Exposición de 1851, hacía sentir a los británicos su sociedad como meta de
cualquier deseo humano de realización. Situados en su atalaya condescendiente,
interiorizaron la visión de los salvajes como seres representativos de etapas
primitivas y, por lo tanto inferiores, del desarrollo de la civilización, asumiendo
sobre ellos actitudes que iban desde el desprecio más obvio hasta el paternalismo
más maniqueísta.
El valor supremo, en cualquier caso, era la libertad: libertad de
pensamiento, de palabra, religiosa, de prensa, libertad de empresa, de competencia,
de trabajo y de comercio. Apoyada en la filosofía utilitaria de Jeremy Bentham, la
ideología liberal se implantó con igual medida entre la Economía, la Filosofía y la
sociedad, aprehendiéndose en todos estos ámbitos las visiones hedonistas que
propugnaban la mayor felicidad para el mayor número posible. La utilidad general,
el bien común y el bienestar colectivo se convirtieron en la meta de la actuación de
un gobierno cuyo principal deber era el de proveer las condiciones en las que el
hombre pudiese obtener lo máximo de lo que desease, lo cual significaba,
trasladado a la esfera económica ya desde Adam Smith, que debía abstenerse de
intervenir jamás en el mercado ni en ninguna otra cuestión en la que su presencia
atentase contra la individualidad de las personas. La prosperidad de uno, facilitada

- 36 -
por la libre competencia y por las propias capacidades y eficacia, repercutiría de
por sí en el bien público. El laissez-faire se convertía así en la base del capitalismo
y fe ciega del empresario industrial, pues justificaba su competitividad, su
búsqueda de beneficios y la acumulación de capital. De ahí que el espíritu
comercial, acompañado de la ambición social, se contemplasen desde una óptica de
la respetabilidad ligada a la riqueza proporcionada por el trabajo. La moral puritana
dominante en Inglaterra también contribuyó al proceso, dado que extendió la idea
de que el dinero era una recompensa divina por el mérito personal. En este
contexto, “el liberalismo económico y político, en sí mismo producto del avance
tecnológico y científico, ejerció un efecto inmensamente estimulante sobre todas
las formas del estudio científico. Los adelantos tecnológicos que resultaban de esos
estudios eran esenciales para el mantenimiento del capitalismo” 53 .
Dado que el nivel tecnológico de una sociedad era uno de los raseros
fundamentales con los que se medía el grado de civilización que aquélla poseía, en
el conjunto de las excusas del colonizador las protestas contra la pereza del salvaje
que no quería trabajar se añadían a la benevolencia de la actuación occidental
dispuesta a aportar a las sociedades atrasadas todos los beneficios de la civilización
y del capitalismo que ella conllevaba. La avaricia colonialista se disimulaba, así,
bajo el manto del altruismo, pues la opinión extendida predicaba que colonizar no
sólo era un derecho del más evolucionado, sino ante todo un deber.
En este contexto debe situarse el nacimiento de la disciplina antropológica,
que al unir evolucionismo biológico con evolucionismo social “trajo consigo una
consecuencia siniestra: permitió la presentación de la raza como una variable
significativa en el proceso evolutivo” 54 , aportando de esta manera al imperialismo
no sólo sus opiniones en relación al determinismo racial, sino especialmente el
peso de la credibilidad científica.
El determinismo racial venía ya de lejos, de las discusiones entre
monogenistas y poligenistas que hablaban de la influencia del medioambiente, de
la degeneración, de la inteligencia inferior de los negros… Siempre, desde ambos
bandos, apoyándose en el texto bíblico, ya se creyese en una sola raza original, ya
en varias. Lo interesante es que en la primera mitad del siglo XIX se convirtió en

53
HARRIS. Marvin. El desarrollo de la teoría antropológica. Una historia de las teorías de la
cultura. .Siglo XXI. Madrid, 2005, p. 93.
54
ADAMS, William Y. Las raíces… Op. cit., p. 65.

- 37 -
“la forma que tomó la ola creciente de la ciencia de la cultura al romper en las
playas del capitalismo industrial. Bajo ese disfraz fue como la Antropología tuvo
un papel activo y positivo (…) en el mantenimiento y en la difusión de la sociedad
capitalista” 55 . Lo que lo caracterizó en esta época fue “la preocupación por
demostrar la transmisión hereditaria de diferencias raciales para crear, adquirir o
alcanzar la civilización” 56 . La inferioridad del salvaje nunca se puso en duda por
parte de ningún antropólogo, y si bien los caracteres externos se trataban hasta
cierto punto de forma secundaria -si exceptuamos la antropología física, derivada
de la anatomía comparada- y ni siquiera Darwin opinaba que tuviesen nada que ver
con las diferencias entre razas, que vendrían dadas por las distintas facultades
intelectuales, morales y sociales, lo cierto es que el racismo científico está presente
en todos nuestros autores, que consideraban inferior la inteligencia de los salvajes -
en este sentido sí consideraban importante el tamaño de los cráneos-. Ello no
intervino en la concepción de que el producto del desarrollo de los pueblos estaba
posibilitado por una unidad psíquica humana ni en el hecho de que el mayor interés
de los investigadores radicase en explicar el progreso de la humanidad desde un
punto de vista social y moral; y aunque no se llegó a dar una importancia real a
factores como el del color de la piel para aludir a la inferioridad de unas razas sobre
otras, y de hecho fue Morgan el único que llegó a creer que rasgos culturales
concretos, como el sistema de parentesco, se llevaban en la sangre, nunca se dejó
de lado una creencia en el determinismo racial que lastró todos los estudios de la
causalidad sociocultural. La razón era innata, pero la racionalidad venía dada por
un desarrollo en el que la raza blanca superaba a las demás con creces.
Todo esto, en cualquier caso, no derivó invariablemente en una defensa
unánime de los derechos que propugnaba el imperialismo, pues aunque autores
como Lubbock proclamaban los beneficios del estudio antropológico para un
imperio como el inglés y pedía disculpas por la narración de costumbres que
despertaban la aversión occidental, Spencer por su parte creía que precisamente las
diferencias entre los grupos humanos debían implicar unos criterios de juicio
adaptados a ellos. Ni todos los racistas eran evolucionistas, ni todos los
evolucionistas eran racistas; a pesar del uso que muchos defensores de la
colonización, segregacionistas y otros personajes de similar ideología hicieron del

55
ADAMS, William Y. Las raíces… Op. cit., p. 69
56
Ibid. p. 71.

- 38 -
evolucionismo, no se le puede adjudicar a éste la etiqueta de imperialista a la
ligera. Lo que se discutía entre los antropólogos era si las razas inferiores podían
mejorar o no, algo que Tylor, por ejemplo, defendía a ultranza. Desde el punto de
vista de las ideas del darwinismo social propugnadas por Spencer, la lucha por la
vida y la supervivencia del más apto, que tan bien cuadraba con el laissez-faire,
implicaba la exigencia a los pueblos primitivos de asumir los rasgos de la
civilización occidental, en todos los ámbitos indudablemente superior a ojos de
quienes veían en los pueblos salvajes las etapas primitivas por las que había pasado
toda la humanidad.
El imperialismo se benefició en gran medida de estas teorías, pues con ellas
fundamentaba sus derechos en la superioridad que le suponía la base de la ciencia
social: al orgullo, voluntad de poder y virilidad de la nación se unía la confianza en
las virtudes de la raza y la absoluta seguridad de la superioridad de la blanca, ya
fuese por cuestiones meramente biológicas para aquellos que optasen por este
camino, ya por su desarrollo cultural, económico, tecnológico y social. Inglaterra, y
por extensión el resto de Europa, estaban destinadas a asimilar a sus colonias y
convertirlas a la civilización.

2.1.3. La familia monógama como modelo de perfección


Si la monogamia se consideró entre los eruditos decimonónicos como el
modelo perfecto de matrimonio al que podía aspirar la humanidad, lo hizo
enmarcada dentro del patrón de la familia victoriana 57 . La unión exclusiva no se
valoraba en este caso sólo por sí misma, sino ante todo caracterizada por los rasgos
y cualidades con los que se la dotó en un contexto ideológico dominado por el
evangelicalismo y el capitalismo, que imprintaron la institución familiar con unos
valores que traspasaron pronto la frontera británica.
Desde el punto de vista económico, la industrialización afectó de un modo
determinante al modelo de familia. Dejando a un lado la obrera, que no nos

57
Muy pocos autores escaparon a esta adhesión, y mucho menos fueron contrarios a ella, si bien los
fundadores de la sociología de la familia, desconfiados ante los peligros de la industrialización,
difirieron de ella: Le Play consideraba la familia nuclear como “aislada, obstinada y egoísta”,
mientras Riehl optaba por la extensa como la mejor fase. Véase. GAY, Peter. La experiencia
burguesa de Victoria a Freud. I. La educación de los sentidos. FCE. México, 1992, pp. 392 y ss.
Tampoco desde el marxismo se veía con buenos ojos el matrimonio monógamo, que se consideraba
una relación de explotación del hombre sobre la mujer. La revolución de los medios de producción
sería la que lograse imponer la igualdad de los sexos, de ahí que se llamase a las mujeres a dejar a
un lado la lucha feminista a favor de la socialista.

- 39 -
incumbe 58 , en el ámbito empresarial la adquisición de ganancias y el constante
crecimiento económico de los industriales y los comerciantes, así como la
diversificación cada vez mayor de los negocios y el empleo más numeroso de
personal, fue minimizando progresivamente la importancia que hasta entonces
había tenido la labor de la esposa como ayudante de su marido, convirtiendo en
objetivo su completa anulación. Ello implicó también una separación de los
ámbitos laboral y doméstico desconocida hasta el momento, lo cual conllevó una
demarcación de esferas diferentes que serían adjudicadas a cada sexo. El ámbito de
la fábrica, del comercio, del mercado, era un mundo competitivo y amoral
dominado por los hombres; el hogar, situado ahora en las afueras de la ciudad 59 , se
convirtió en lugar de paz y reposo sacrosanto, cálido, moral y acogedor. Por ello se
encargó de su dirección a la mujer, cuyas cualidades como madre y como esposa
fueron exacerbadas en este siglo hasta la exasperación. Después de todo, era el
propio Libro Sagrado el que había establecido la función procreadora de la hembra
y su sumisión al macho, más fuerte y racional 60 . También los tratados médicos
suscribían la inferioridad femenina, tanto física como mental, hasta el punto de
llegar a afirmarse que la educación superior podía debilitar la salud de las jóvenes
por el esfuerzo realizado y, peor aún, provocarles esterilidad. Pero quizás lo más
preocupante fuese el tema de la sexualidad. Dado que las frágiles y pasivas féminas
58
Para una visión de este aspecto puede verse SEGALEN, Martine. “La Revolución industrial: del
proletario al burgués”, en: BURGUIÈRE, André; KLAPISCH-ZUBER, Christiane; SEGALEN,
Martine; ZONABEND, Françoise (dir.). Historia de la familia. Vol. II. Alianza. Madrid, 1988, pp.
387-424.
59
La aparición de barrios residenciales en las afueras de las ciudades -diferenciados y separados por
clases- desempeñó un papel fundamental en la separación de las esferas femenina y masculina y en
el alejamiento de la mujer del lugar de trabajo del marido, pues el cuidado de los hijos ocupaba
ahora el máximo de su tiempo, impidiéndole acercarse a la fábrica o comercio. Las casas, por su
parte, reflejaron también los cambios del ámbito doméstico y de las relaciones entre los diferentes
miembros del grupo familiar o su valoración: los niños tenían sus propios cuartos e incluso una
habitación expresa para sus juegos, mientras el padre poseía un despacho privado de acceso
restringido. También se acotaban los espacios de los sirvientes, a menudo con acceso diferenciado,
y se distinguía el lugar donde comía la familia del lugar donde cocinaban las personas contratadas
para ello. Asimismo, se pusieron de moda los jardines, convertidos en lugares de disfrute común de
toda la familia, donde el marido podía relajarse ocupándose de las parras y los árboles y la mujer
disfrutar del cuidado de las flores. Por otra parte, la cantidad de servidumbre a las órdenes de una
familia servía como elemento de prestigio, a la par que desvalorizaba el trabajo doméstico.
60
En relación a la contraposición del hombre racional frente a la mujer emocional es muy
interesante la figura de la histérica, pues muestra en gran medida el temor real de los varones hacia
la sexualidad femenina. Existente ya desde la Antigüedad, en el siglo XIX se hacía hincapié en el
sistema genital como responsable, unido a la extrema sensibilidad característica de las mujeres; por
ello se recomendaba a los maridos una satisfacción responsable y moderada del deseo de sus
esposas. También la enfermedad de la clorosis en las adolescentes es muestra de estos recelos. Los
síntomas de debilidad en las muchachas se asociaban al mal funcionamiento menstrual y a los
peligros de la pasión, por lo que se las mantenía apartadas de ésta en espera del único remedio
posible: el matrimonio.

- 40 -
eran divinizadas como los ángeles del hogar que lo convertían en el refugio que
debía ser para los hombres, situadas en pedestales de virtuosidad y rodeadas de un
halo de sobrehumanidad destinado a la pureza del pensamiento masculino, es
evidente que el deseo carnal era algo impensable en ellas. William Acton, médico
muy leído en los países anglosajones, afirmaba que las únicas mujeres con el
apetito sexual despierto eran las que habían recibido poca educación y tenían una
mala posición social, pues las muchachas bien situadas colmaban su sexualidad con
la maternidad y la vida doméstica.
La desconfianza hacia el sexo, en cualquier caso, era general en la moral
victoriana, algo estrechamente relacionado con la influencia en ella del
Evangelicalismo pero también, curiosamente, con el espíritu utilitario, pues el coito
se consideraba una pérdida de fuerzas tanto como la masturbación una dilapidación
de recursos. La religión evangélica, derivada pronto hacia el puritanismo, sentía un
horror inmensurable y enfermizo hacia el pecado y la culpa, aunque tenía fe en las
posibilidades de la redención a través de Cristo mediante el autocontrol estricto y la
ayuda externa de otros fieles: “esta lucha afectaba a los innumerables pequeños
detalles de la vida cotidiana, a las relaciones con familiares y amigos, con criados y
empleados, a las órdenes que se daban y recibían, al acto de comer y al disfrute de
las actividades de esparcimiento; tanto en el trabajo como en el hogar, en la iglesia
como en el establo, Dios estaba observando y oyendo, y esos ojos y esos oídos
capaces de verlo y oírlo todo debían convertirse en la conciencia interna (…). Un
cristiano en verdad debía llevar una vida espiritual cada minuto, cada hora y cada
día de su existencia” 61 . Protagonista de los principios de austeridad y laboriosidad
que hemos visto en los apartados previos, en el ámbito del matrimonio y la familia,
dadas sus premisas de partida, desempeñó también un papel fundamental, pues fue
ella la responsable no sólo de la conversión del hogar en el lugar de retiro del
corrupto mundo 62 , además de en una pequeña iglesia -el Evangelicalismo favorecía
la lectura individual de la Biblia y la familia era el contexto idóneo para ello- 63 ,
sino también de la visión negativa del sexo, el peor de los placeres pecaminosos.
61
ARIÈS, Philippe; DUBY, George (dir.). Historia de la vida privada. IV: De la Revolución
Francesa a la I Guerra Mundial. Taurus. Madrid, 1989, p. 52.
62
El Evangelicalismo fue uno de los principales responsables de la creación y mantenimiento de las
dos esferas de actuación masculina y femenina. Su principal escritora, Hannah More, defendía que
la propia constitución biológica del hombre y de la mujer señalaba el destino de cada uno y que
tratar de traspasar esta barrera iba contra natura. La igualdad espiritual existía, pero no así la social.
63
Tal lectura proporcionaba el fundamento ideal de la autoridad del hombre sobre la esposa y el
deber de obediencia de ésta.

- 41 -
Ello derivó en el silencio sepulcral ante los hijos, que los llevaba ya adultos a
continuar el círculo vicioso con sus propios vástagos.
Esta moral impregnada de disciplina y mortificación construía familias
desde la base del desconocimiento de ambas partes: las mujeres de la sexualidad,
los hombres de la humanidad de las mujeres deificadas. Aunque andados los años
fueron cada vez más numerosos los matrimonios que se constituían en base al
sentimiento amoroso, éste fue secundario durante mucho tiempo, y aún cuando
empezó a ser valorado se controlaba en la medida de lo posible a través de la
vigilancia de los ambientes en los que los hijos e hijas casaderos se movían. La
elección del cónyuge implicaba a toda la familia, “homogamia e incluso endogamia
son en todos los medios, regionales y sociales, tendencias firmes, que explican
asimismo las formas de sociabilidad: se casa uno con su semejante porque es
también con quien uno se encuentra” 64 . Formar familia lo antes posible era uno de
los objetivos de los ingleses victorianos, que empezaron tarde y limitadamente,
aunque lo hicieron, a emplear métodos contraceptivos, idea extraña para la
mentalidad general y en principio muy mal considerada que, sin embargo, iría en
alza con el transcurso de los años, tanto por los costes del mantenimiento de los
niños, como sobre todo por el deseo femenino de rebajar los peligrosos embarazos.
El matrimonio, en cualquier caso, era la institución reguladora de la
sexualidad y de los roles de los cónyuges, idea subyacente que veremos reflejada
en los escritos antropológicos. El carácter patriarcal con predominio masculino en
la esfera de lo público fue tomado como el modelo idóneo de familia humana, así
como también la fragilidad y fuerza generatriz femenina de deseo contenido 65 .

2.1.4. La revolución científica: el evolucionismo biológico


Si tuviésemos que elegir una palabra que condensase las inquietudes de los
investigadores del siglo XIX, ésta habría de ser, sin duda, evolución. Aunque el

64
ARIÈS, Philippe; DUBY, George (dir.). Historia… Op. cit., p. 141.
65
Veremos en el suizo Bachofen, por ejemplo, la idea de que el primer paso que se dio de cara al
progreso de la humanidad vino dado por el cansancio de las mujeres ante el deseo sexual masculino
y su limitación de éste. Stocking señala a McLennan como el principal autor en el que se reflejan
opiniones contemporáneas sobre el matrimonio. En general, los antropólogos evolucionistas
“tendieron a ver el matrimonio en términos de control de la sexualidad humana, y dieron por segura
una temprana condición de primitiva promiscuidad. Todos aceptaron la prioridad general de las
formas matrilineales –incluso incorporaron también el patriarcado de Maine como una fase
evolutiva tardía-. Y por supuesto todos vieron el proceso evolutivo culminante en una familia
monógama semejante a la victoriana británica”. STOCKING George W. Victorian Anthropology.
The Free Press. New York, 1991, pp. 200 y ss.

- 42 -
término trae a la mente del imaginario común de forma inmediata El origen de las
especies, lo cierto es que el contenido que engloba fue fruto de numerosas
preocupaciones en épocas previas que no nos atañen de una manera directa.
Debemos tener presente, no obstante, que, al contrario de la determinación de una
influencia de las teorías naturalistas sobre los antropólogos -y en especial las de
Darwin, tal como se pensó durante un tiempo incluso dentro de la propia
Antropología-, fueron los naturalistas los influidos por ideas filosóficas de los
siglos XVII y, especialmente, XVIII 66 . Cuando, en 1859, Darwin publicó su obra
más importante, habían aparecido ya trabajos de Maine, McLennan Spencer o
Morgan. De hecho, cuestiones como la selección natural, la herencia de los
caracteres adquiridos o la lucha por la vida parecen bastante ajenas a los escritos de
casi todos nuestros antropólogos. El azar darwiniano, por otra parte, se convierte en
aquéllos en teleología, pues a lo que se aspira es a alcanzar la sociedad perfecta.
El siglo XIX fue el protagonista privilegiado de la conjunción de los
factores que dieron lugar al surgimiento de la corriente evolucionista de la
Antropología en una época en la que la propia disciplina se asentaba como tal. Por
lo que a nosotros compete, es imprescindible asomarnos a este contexto científico
en el que se gestaron nuestros autores y que determinó su visión de la historia
humana, tanto más cuanto que en muchos de ellos los hechos de parentesco
desempeñaron un papel fundamental en sus esquemas sobre la evolución 67 .
Consideramos fundamental, también, abordar las teorías darwinistas, dada su
capacidad de cohesionar las diferentes ideas que se pensaban en su tiempo.
A la concepción y las reflexiones filosóficas sobre el término y todas sus
implicaciones habría de añadirse la investigación científica, el hallazgo de pruebas
irrefutables, de cara a que la idea se convirtiese en hecho. Es en la Geología y en la
Paleontología de finales del siglo XVIII y primera mitad del XIX donde deben
buscarse los orígenes de este proceso. De entrada, era necesario combatir la breve
antigüedad que el relato bíblico otorgaba a la tierra, situada la creación del mundo
por el arzobispo James Usher a mediados del siglo XVII en el 4004 a.e.c.,
66
Así, por ejemplo, la idea de una historia universal que abarca en un mismo movimiento a toda la
humanidad. También existía, en este caso entre los historiadores, la idea de la lucha por la
supervivencia, pues se creía que la sociedad evolucionaba debido a la contradicción entre las
necesidades innatas y los recursos limitados, lo cual engendraba conflictos cuya solución se
atribuyó en el XVIII al consenso y, ya en el XIX, a la lucha por el control de los recursos. Puede
verse una síntesis de estas ideas en HARRIS, Marvin. El desarrollo… Op. cit., capítulo 2.
67
Por lo general, cada etapa por la que atraviesa la sociedad humana viene determinada o se asocia
a formas familiares diferentes.

- 43 -
aceptada, desde entonces, casi como dogma de fe. Desde el punto de vista
geológico, la publicación de Hutton Theory of the Earth 68 en 1788 supuso un punto
de inflexión para replantearse seriamente una datación que, a pesar de todo,
continuó vigente hasta bien entrado el siglo XIX, sin tambalearse con peligro real
hasta la aparición entre 1830 y 1833 de la obra de Charles Lyell Principles of
Geology. Por su parte, el tema de la antigüedad de la vida orgánica incluía en su
cuestionamiento el problema de su origen y desarrollo. La naturaleza de los fósiles
aparecidos en diversas partes del continente y las islas fue discutida durante años,
derivándose de ello explicaciones que iban desde las que los ligaban al Diluvio
veterotestamentario hasta la que los consideraban accidentes naturales 69 . Aceptar
su antigüedad -evidencia innegable con el transcurso de las investigaciones- no
llevó a un consenso sobre el desarrollo de las especies a lo largo de los años. De
hecho, prescindir de los dictados bíblicos no resultaría tan fácil como los
descubrimientos científicos podrían haber permitido a primera vista. La evolución
que se podía percibir a través del estudio de los fósiles era refutada por la idea de la
inmutabilidad de las especies. Dejando a un lado la cuestión del primer origen -aún
no se discutía a Dios, después de todo-, se estableció una controversia entre los
catastrofistas y los transmutacionistas o transformacionistas, representados por
Cuvier vs. Lamarck en Francia, y Owen vs. Robert Grant en Inglaterra.
Cuvier 70 , que fue el primer autor en hablar de diferentes extinciones de
animales, se negó durante toda su vida a aceptar la evolución orgánica. Frente a lo
que el estudio de las pruebas paleontológicas iba constatando, él estableció la teoría
de la existencia de eras geológicas rematadas siempre con algún tipo de catástrofe,
tras las cuales se registraba una «repoblación» llevada a cabo, bien por la
migración de animales desde otras zonas no afectadas por el desastre, bien -lo más
probable- porque Dios habría procedido a una nueva creación. La hipótesis de la
transmutación de Lamarck 71 situaba en la base del esquema de evolución los
organismos más simples, nacidos por generación espontánea y progresiva mediante
la acción de una fuerza o un fluido vital sobre la materia. La responsabilidad de

68
Otros autores habían intentado ya en épocas previas demostrar que la edad de la Tierra era mayor
de lo que se pensaba. Así, el conde de Buffon, quien llegó a realizar algún que otro experimento del
que dedujo una edad de 75000 años, si bien no se atrevió a exponer sus resultados.
69
Véase WAAL MALEFIJT, A. de. Imágenes del hombre. Amorrortu. Buenos Aires, 1983, p. 107.
70
Sus obras más importantes son: Leçons d´anatomie comparée (1800); Recherches sur les
ossements fossiles (1812) y Le règene animal distribué d´après son organisation (1817).
71
Su teoría evolucionista se plasmó de forma elaborada en 1809 en Philosophie Zoologique.

- 44 -
este fluido nervioso sobre la evolución de los organismos se producía de dos
maneras básicas. Por un lado, los estímulos externos de un medioambiente en
continuo cambio y los requisitos internos o consciencia interna del animal podían
hacer que el fluido se concentrase en una parte concreta del cuerpo, provocando la
aparición de un órgano nuevo; por otra parte, el fluido se movía hacia los órganos
más utilizados y huía de los que menos se empleaban, de tal modo que unos se
fortalecían y los otros se debilitaban, atrofiaban y llegaban a desaparecer. Era, en
cualquier caso, un proceso adaptativo. A ello se sumaba, por necesidad, que los
cambios fuesen hereditarios.
Ambas teorías tuvieron sus fieles seguidores. Catastrofistas como Sedgwick
y Buckland transformaban el supuesto progreso orgánico en un plan del Creador,
quien habría diseñado cada especie para cada época y lugar, mientras Richard
Owen disculpaba las homologías de una misma estructura útil para diversas
funciones como otra idea más de Dios: uso del mismo arquetipo para moldear
múltiples especies. Desde el otro bando, aunque alejado de Lamarck en algunos
postulados, Robert Chambers afirmaba en 1844, en sus Vestiges of the Natural
History of Creation, la existencia de focos distintos de producción orgánica que
evolucionaban hacia la perfección. Pese a tratarse de un libro con carencias en el
ámbito científico, su difusión entre el público, afirma Puig-Samper, “favoreció el
que la idea de evolución biológica empezara a flotar en los densos aires de la
sociedad victoriana” 72 .
Mención aparte merece el Uniformismo de Charles Lyell, contrario al
Evolucionismo y, sin embargo, base fundamental para el desarrollo del
pensamiento de Darwin. En Principles of Geology, publicado en tres tomos entre
1830 y 1833, Lyell se deshacía de la idea de los grandes cataclismos,
sustituyéndola por la afirmación de una acción prolongada a través de amplios
espacios de tiempo de los mismos agentes naturales que los propios
contemporáneos del autor podían observar -algo insostenible en la teoría previa,
que concebía a los protagonistas de las catástrofes como elementos mucho más
fuertes-. Se sirvió el geólogo, para elaborar su teoría, del vulcanismo estacionario
de Hutton: proceso cíclico de ascenso de montañas de roca ígnea desde el núcleo
fundido de la tierra, erosión y nueva fusión en el núcleo. Afirmaba, además, que la

72
PUIG-SAMPER, Miguel Ángel. Darwinismo y Antropología en el siglo XIX. Akal. Madrid, 1992,
p. 14.

- 45 -
causa de la extinción de unas especies era la introducción de otras nuevas, que se
deshacían de las anteriores en un espacio de tiempo insuficiente como para permitir
a las viejas desarrollar modificaciones adaptativas con las que lograr sobrevivir. La
negación de Lyell de la direccionalidad geológica establecida por los catastrofistas,
así como su rechazo de los elementos religiosos, le llevaron a algún que otro agrio
enfrentamiento con éstos, pese a su creencia de que, precisamente una historia
geológica de este tipo convenía al lamarckianismo que ambos rechazaban.
Finalmente, ya avanzada la segunda mitad del siglo, acabaría por aceptar, en The
Antiquity of Man, publicado en 1863, las teorías darwinianas.
A Lyell, curiosamente, se debe la conversión del autor de El origen de las
especies de sus primeras convicciones catastrofistas -influido como estaba por
Sedgwick- al Uniformismo geológico -cuyo libro de nacimiento proporcionó el
capitán del Beagle al joven naturalista-. La obra de Lyell otorgó a éste algo de lo
que había carecido Lamarck: mayor amplitud temporal. En los estratos del
archipiélago de Cabo Verde interpretó Darwin la acción a través del tiempo de
fuerzas geológicas normales, y no el producto de cataclismo alguno.
Posteriormente, su visita a las Galápagos provocó el viraje de sus creencias hacia la
evolución orgánica y, por tanto, el establecimiento de una parte fundamental de la
base de toda su teoría final. La semejanza de las especies de las islas con las del
continente próximo y, sin embargo, sus especificidades y diferencias no sólo con
éstas, sino incluso entre sí -dependiendo de la isla-, llevaron a Darwin a pensar en
la existencia de ancestros comunes y una posterior adaptación al nicho ecológico
correspondiente.
La lectura del clásico Ensayo sobre el principio de la población (1798), de
Thomas Malthus, ya en Inglaterra, llevó a nuestro autor a dar un paso más en la
elaboración de sus hipótesis. Lo que Malthus le proporcionó con la ley de la
población: la reproducción del hombre, demasiado rápida y con tasas muy altas,
pone en peligro los recursos, insuficientes para tantos individuos; fue la posibilidad
de extrapolación de tal idea a todos los seres vivos. De ello dedujo Darwin la
existencia de una lucha que remataría con la supervivencia de los más fuertes y
mejor adaptados, quienes se reproducirían y transmitirían sus adaptaciones a sus
descendientes. Establecía, así, la teoría de la selección natural.
En este punto del progreso del pensamiento del naturalista inglés se sitúa
Alfred Russel Wallace, explorador que, siguiendo su propio camino y habiéndose

- 46 -
inspirado también en Malthus, llegó a unas conclusiones sobre la evolución
orgánica semejantes a las de Darwin, a quien envió en junio de 1858 el texto donde
las había plasmado, On the Tendencies of Varieties to Depart Indefinitely from the
Original Type. Su destinatario, temiendo perder la primacía de la idea, procedió, al
fin, a poner por escrito las teorías que llevaba años desarrollando en su cabeza. Un
año después aparecía publicado El origen de las especies.
Paralela a la controversia sobre la antigüedad de los restos fósiles nos
topamos con la referida a la antigüedad del hombre, en la que desempeñó un papel
fundamental el estudio de los artefactos líticos y los esqueletos humanos que la
Arqueología ponía al descubierto. Al igual que había sucedido con los restos
animales, los primeros hallazgos fueron negados como antediluvianos, so pena de
amonestación eclesiástica. Previo al inicio de la inevitable aceptación de las
evidencias, la Arqueología había logrado ya, a través de los trabajos de Vedel-
Simonsen y C. J. Thomas, establecer una periodización en tres edades (Piedra,
Cobre o Bronce, Hierro), pero habría que esperar a Jacques Boucher de Perthes y
su Antiquités celtiques et Antediluviennes (1846) para que los progresivos apoyos
de prestigiosos científicos franceses e ingleses a sus hallazgos afianzasen la
aceptación de la antigüedad de los mentados artefactos.
La participación de Darwin en la cuestión sobre el origen del hombre no se
circunscribe tanto a la edad -aunque evidentemente toque el tema- como a su
procedencia, pues lo que interesaba al naturalista era su evolución, afirmaba, desde
algún tipo de primate. Es a Charles Lyell a quien se debe el haber zanjado el tema
al que nos venimos refiriendo. Habiendo reunido en Antiquity of Man todas las
evidencias sobre la contemporaneidad de los útiles líticos con animales extintos, y
partiendo de que éstos pertenecían a series evolutivas de animales modernos, las
hipótesis transformacionistas exigían el transcurso de docenas de miles de años en
dichas series, de lo que se derivaba la misma progresión de años para los humanos
que habían fabricado los útiles. Darwin, en cualquier caso, deja de interesarnos en
este punto en nuestro tema 73 . El origen del hombre se planteaba, al fin, una visión

73
Sí interesa señalar su aplicación de la teoría de la supervivencia del más apto al desarrollo
humano, pues creía que la eliminación de los ineptos produciría no sólo el progreso biológico, sino
también el cultural. El autor era un claro adepto de la doctrina del laissez-faire. También es
interesante señalar su opinión acerca de unos orígenes en los que el ser humano vivía en pequeñas
comunidades, poseyendo cada hombre una o varias mujeres que no compartiría con los demás por
una cuestión de celos; Edward Westermarck suscribirá esta opinión a la hora de defender la

- 47 -
de la evolución humana desde el punto de vista de las teorías de su autor, pero para
1871 Spencer había aplicado ya la teoría biológica a la evolución sociocultural.

2.2 Del evolucionismo biológico al evolucionismo social

Que los principales antropólogos evolucionistas empleasen la palabra


progreso con preferencia a evolución resulta bastante significativo. Hemos visto ya,
en el contexto tecnológico e industrial del siglo XIX, el proceso de cambio que
inculcaba en nuestros autores la sensación de una mejora progresiva, imparable e
imbatible. Hemos visto también, en el apartado previo, la victoria de la doctrina de
la evolución orgánica frente al inmutable creacionismo. La historia de la idea del
progreso con anterioridad al siglo XIX es algo que queda fuera del alcance de
nuestro trabajo. Baste recordar que en la centuria decimonónica, a través de la
extrapolación del evolucionismo orgánico a la realidad sociocultural humana,
consiguió plena validez.

La figura de Herbert Spencer, olvidada durante años en el ámbito de la


antropología debido a su marginalidad de dicha esfera en la comunidad británica
del siglo XIX 74 y al uso descontextualizado de los datos etnográficos que le
criticaron ya autores coetáneos como Tylor es, sin embargo, el eslabón clave para
comprender la conexión entre el evolucionismo natural y el social 75 . De hecho, fue
Spencer quien puso de moda la palabra evolución 76 , que introdujo en 1857 en “The

prevalencia del sistema patriarcal sobre el matriarcal y la inexistencia de una etapa inicial
promiscua.
74
Herbert Spencer (1820-1903). Filósofo ingles. Recibió educación privada en un ambiente de
radicalismo filosófico y no acudió a la Universidad de letras. Ejerció profesionalmente como
ingeniero de construcción ferroviaria y fue subdirector del periódico The Economist.
75
Stocking difiere en la valoración de Spencer: “La cuestión no es negar las contribuciones de
Spencer a la teoría de la evolución sociocultural (especialmente en el área de la suposición
psicológica); es sólo sugerir que en la época en la que Spencer orbitaba la sociología evolucionista,
el evolucionismo sociocultural en la antropología británica ya había sido bien establecido por otros
escritores en contextos diferentes”. STOCKING, G. W. Victorian… Op. cit., pp. 136, 137. Carneiro,
sin embargo: “La mayor contribución de Spencer a la antropología se centra en su aplicación del
principio de evolución al fenómeno de la sociedad humana”. CARNEIRO, Robert L. (edición e
introducción). The Evolution of Society. Selections from Herbert Spencer´s Principles of Sociology.
The University of Chicago Press. Chicago. 1974, p. X.
76
Spencer precisa evolución como: “un cambio de un estado de homogeneidad relativamente
indefinida e incoherente, a un estado de heterogeneidad relativamente definida y coherente”.
Spencer citado en CARNEIRO, The evolution… Op. cit., p. XVII.

- 48 -
Ultimate Laws of Physiology” en sustitución precisamente de progreso, vocablo
que a sus ojos poseía demasiadas connotaciones antropocéntricas. El concepto en sí
lo había empleado ya en “Progress: Its Law and Cause”, también de 1857, con su
significación de avance de lo simple a lo complejo. Por otro lado, “supervivencia
del más apto” fue una expresión acuñada también por él en 1864 77 . El propio
Darwin, en ediciones posteriores de El origen de las especies, en parte por
sugerencia de Wallace, pero sobre todo por convicción personal, adoptó la nueva
expresión spenceriana relegando con ella la de “selección natural”.
Spencer se confirmó en su fe en el evolucionismo orgánico vía Lamarck.
Como ya le había sucedido a Darwin, la lectura de la refutación que Lyell llevó a
cabo en contra de las hipótesis lamarckianas sirvió al autor para convencerse de la
universalidad de la teoría evolutiva, en la que empezó a pensar en términos de ley
universal 78 . El lamarckianismo, además, concordaba bien con ideas victorianas
arraigadas en Spencer, tales como la capacidad del individuo de mejorar y
desarrollarse por sí solo o la responsabilidad moral personal.
La comprensión de la aplicación de la teoría al contexto social pasa por
entender que, para el autor: “el evolucionismo y la noción de que las sociedades
son sistemas, o para usar sus propios términos, análogos a organismos, eran
inseparables” 79 . Aunque su primera obra importante, Social Statics (1850), no
incluye más que el germen de sus consideraciones sobre la sociedad orgánica, se
plantea en ella la cuestión que le llevó a convertir la teoría evolucionista en la
respuesta a todas las preguntas: la sociedad perfecta basada en la libertad de cada
hombre. Así, las mismas leyes de la evolución que regían el universo entero se
aplicarían al estudio de los fenómenos sociales (que denomina superorgánicos), de
cara a avalar la doctrina de la perfectibilidad del hombre. Influenciado también por
la cuestión de la división fisiológica de las labores biológicas -cada órgano cumple
con sus funciones- y por la fórmula de Von Baer para el desarrollo embriológico –
cada organismo en el curso de su desarrollo cambia desde la homogeneidad de la

77
La idea de la supervivencia de los más fuertes venía ya de antes, en 1852 reconocía en “A Theory
of Population deduced from the General Law of Animal Fertility” que la lucha por la existencia era
un factor importante de la evolución orgánica.
78
En 1858 concibió la idea de aplicar el esquema del evolucionismo a la biología (Principles of
Biology, 1864-1867), a la Psicología (Principles of Psychology, 1870-1872), a la Sociología
(Principles of Sociology, 1876, 1882, 1896) y a la Moral.
79
BURROW, J. W. Evolution and Society. Cambridge University Press. Cambridge, 1970, p. 193.

- 49 -
estructura a la homogeneidad de la estructura 80 -, refirió las observaciones que le
llevaban a afirmar que una sociedad es un organismo en Principles of Sociology:
“Experimenta un crecimiento continuo. Como crece, sus partes se vuelven
distintas: exhibe un aumento de la estructura. Las partes diferentes asumen
simultáneamente actividades de clases distintas. Estas actividades son diferentes,
pero sus diferencias están relacionadas. La ayuda recíproca causa dependencia de
las partes. Y la mutua dependencia de las partes forma un agregado constutuido
sobre el mismo principio general que en un organismo individual. La analogía de
una sociedad y un organismo se vuelve más clara en el aprendizaje de que cada
organismo de dimensión considerable es una sociedad, y en el más lejano de que en
ambos, las vidas de las unidades continúan por algún tiempo en la vida del
agregado; si el agregado no es destruido de forma violenta, su vida excede en
duración a las de las unidades (…). No hay diferencia en las leyes de la
organización: las influencias mutuas de las partes, no transmisibles de un modo
directo, se transmiten, en una sociedad, de modo indirecto” 81 .
Ahora bien, aplicada a la evolución social la teoría admitía la existencia de
etapas uniformes sólo al hablar del paso de las sociedades militantes (esto es, las
primitivas, con cooperación forzosa) a las industriales (civilizadas, cooperación
voluntaria), lo cual establece una diferencia muy importante en relación a los
demás autores que en la época teorizaron sobre las fases del desarrollo humano.
Nos interesa más cómo consideraba Spencer que se produce el progreso
sociocultural. En su visión, una vez más como a Darwin, influyó de manera
decisiva la obra de Malthus y sus ideas negativas sobre la perfectibilidad humana,
contra las cuales reaccionó. “A Theory of Population” (1852) planteaba el principio
de la supervivencia del más apto en relación a una mayor inteligencia desarrollada
de cara a superar los obstáculos en un contexto superpoblado. Si no aplicó el
mismo principio al origen de las especies fue por la convicción de que la herencia
de las modificaciones producidas funcionalmente bastaba para explicar todos los
cambios 82 . Ello, no obstante, no incide en el hecho de que fue Spencer quien
elaboró las bases de lo que hoy día se conoce equívocamente como darwinismo

80
STOCKING. Victorian… Op. cit., p. 133.
81
SPENCER Herbert. Principles of Sociology. Selecciones en: CARNEIRO, Robert L. (edición e
introducción). The Evolution of Society. Selections from Herbert Spencer´s Principles of Sociology.
The University of Chicago Press. Chicago. 1974, p. 8.
82
Véase HARRIS. El desarrollo… Op. cit., p. 110.

- 50 -
social, que en líneas generales puede describirse como progreso a través de la
lucha. Más concretamente, seguía al menos tres líneas definidas que ya hemos visto
en el contexto político-económico del siglo: la eliminación de los individuos
inútiles de la sociedad por medio de la selección natural beneficia al conjunto; el
sistema económico social funciona mejor si cada cual busca sus propios intereses,
por lo que se exige del Estado la no intervención (así sobreviven las empresas más
fuertes: laissez-faire); existencia de una lucha por la supervivencia a nivel de
sociedades enteras. En tal visión incidió de forma fundamental la defensa del
liberalismo económico en el que Spencer creía ciegamente, interrelacionada, eso sí,
con una visión positiva sobre el futuro humano. Así, en aplicación de los principios
que acabamos de ver, su negativa a que el gobierno interviniese a favor de los
pobres no debe considerarse como desprecio hacia éstos; en realidad, Spencer se
movía por la creencia de que la naturaleza decidiría por sí misma la supervivencia
de aquellos que beneficiasen biológicamente a la especie. Lo aplica también desde
el punto de vista del sistema económico, uniendo la doctrina del laissez-faire a la
de la selección natural: cada individuo debe trabajar por sus intereses privados.
Siguiendo estas argumentaciones atribuyó un rol determinante a la guerra en el
desarrollo de la civilización. Las sociedades de tipo industrial progresarían y
dejarían atrás la competencia militar.
Las teorías spencerianas cuajaban perfectamente en la ideología imperialista
propia de la época, que se aferraba, entre otros tópicos manidos, a las
características bioculturales inferiores de los salvajes como razón de la
benevolencia de la conquista civilizadora. Sin embargo, pese a lo que pueda
parecer dadas las opiniones que hemos visto hasta ahora, Spencer se encuentra
entre los autores más críticos de la avaricia colonialista europea. Su determinismo
racial se desarrolló totalmente al margen no sólo de todo intento de excusar el
dominio y explotación de unas razas sobre otras, sino también de la presunción de
que se podía aplicar a las inferiores el mismo criterio de juicio que a las superiores,
pues de la existencia de diferencias en la naturaleza humana para él se seguía que
cada grupo tenía que ser juzgado de la manera adecuada a su propio estado de
desarrollo: “Lo que era bueno para los hombres civilizados no tenía por qué ser
bueno para los nativos” 83 .

83
HARRIS. El desarrollo… Op. cit., p. 115

- 51 -
CAPÍTULO 3

EL ESTUDIO DEL PARENTESCO EN


LA ANTROPOLOGÍA DECIMONÓNICA
3. 1 Los objetivos antropológicos y sus medios de consecución

Los antropólogos decimonónicos, basándose en la idea de que toda la


humanidad recorría el mismo sendero en la misma dirección, dieron por supuesta la
existencia de una serie de etapas a atravesar 84 , desde la más simple a la más
compleja, con una clara direccionalidad teleológica que respondía a su imagen del
progreso y que remataría en la sociedad perfecta, esto es, la victoriana en la cual se
gestó el grueso de la teoría 85 . Se trataba, pues, de llegar a conocer las
características de cada fase y las leyes que regían el paso de una a otra, partiendo
para ello de la premisa de que los fenómenos socioculturales, al igual que la
naturaleza, se regían por unas leyes de funcionamiento idéntico en el pasado y en el
presente que la ciencia podía explicar: existía un orden de causalidad que
relacionaba todos los ámbitos de la vida social. Se sirvieron para su fin del método
comparativo y de la afirmación de la existencia de una psique humana uniforme,
imprescindible para elaborar la teoría de las secuencias.
Los hallazgos arqueológicos fueron un elemento básico en la búsqueda
antropológica, no sólo en lo que a fósiles humanos se refiere, sino también o sobre
todo en relación a los objetos líticos europeos semejantes a los de sociedades
primitivas coetáneas. La Edad de Piedra, después de todo, había dejado claro que

84
Así, por ejemplo, afirmaba Morgan: “La experiencia del género humano ha sido casi uniforme;
las necesidades humanas bajo condiciones similares han sido esencialmente las mismas”.
MORGAN, Lewis Henry. La sociedad… Op. cit., p. 80. Spencer, como veíamos, discrepa en este
punto del resto de nuestros autores (tampoco creía en la unidad psíquica humana). De todos modos,
en el avance uniforme de la humanidad se reconocían excepciones, pero interesaban más las
tendencias generales mayoritarias. Tampoco interesaba describir procesos históricos concretos.
85
Frente a ellos se alzaba una teoría que disfrutó de bastante fama durante la primera mitad del siglo
XIX, la del degeneracionismo, defendida por autores como Louis de Bonald, Joseph de Meistre o
Richard Wathely, y que respondía al deseo de mantener intactos los datos ofrecidos por la Biblia.
Afirmaba que los pueblos primitivos contemporáneos eran en realidad descendientes de pueblos
civilizados caídos en la barbarie tras el episodio de la Torre de Babel. La obra de Lyell fue
fundamental para la refutación de estas ideas. Dos de los evolucionistas que se dedicaron con más
detenimiento a atacarlas fueron John Lubbock y Edward Tylor. El primero se sirvió de su estudio
sobre la terminología del parentesco, afirmando que ésta se explicaba por la hipótesis del progreso:
“si dos razas hubiesen llegado al mismo estado social, una elevándose desde la etapa inferior
conocida, y otra descendiendo de la superior, tendrían por fuerza una nomenclatura totalmente
distinta; y no hay ejemplo de un sistema como el que podría resultar de la última hipótesis”.
LUBBOCK, John. Los orígenes de la civilización. Alta Fulla. Barcelona, 1987, p. 180. Tylor aducía
la falta de pruebas históricas: “la guerra y la confusión, el hambre y la peste han devastado, una y
otra vez, países enteros, han reducido sus poblaciones a residuos miserables, y han rebajado su nivel
de civilización, (…) la vida aislada de zonas abandonadas del país parece tender, a veces, hacia el
salvajismo. Pero, que nosotros sepamos, ninguna de esas causas ha creado nunca, en realidad, una
comunidad salvaje”. TYLOR, Edward Burnett. Cultura Primitiva. Vol. I: Los orígenes de la
cultura. Ayuso. Madrid, 1977, p. 56.

- 53 -
los europeos habían sido unos salvajes. Mas el pensamiento que de aquí se derivó
resultó problemático, pues se dio por sentado que los pueblos primitivos de la
época podían ilustrar sin discusión el pasado del hombre civilizado en las
diferentes etapas por las que había atravesado hasta llegar a la actualidad 86 . Se
partía además, muchas veces, de datos de los asentamientos inexactos, cuando no
falsos, al suponerles una continuidad que podían no tener. Con el estudio de estas
sociedades se suplían las carencias de la arqueología, obteniendo las informaciones
que ésta no podía proporcionar al margen de los restos materiales, tales como las
religiosas o las sociales. Con ellos, también, los antropólogos rellenaban huecos
históricos, interpolando lo que suponían debía pertenecer a la cadena de evolución
concreta que pretendían reconstruir. Sus afanes, en fin, no dejaban de responder al
deseo de abarcar una historia universal, para lo cual se ayudaron también de
fuentes clásicas.
En todo esto consiste el polémico método comparativo, cuyo origen, una
vez más, se remonta al siglo XVIII, hallándolo aplicado tanto entre filósofos como
zoólogos, lingüistas e incluso astrónomos 87 . En su contexto, la adopción de este
método resulta perfectamente lógica, aunque sus limitaciones en épocas posteriores
devinieron obvias. A pesar del intento de algunos autores de reforzar sus hipótesis
acumulando ejemplos, la validez del resultado final dependía de factores muy
diversos. Quizás lo más evidente era la importancia de una diversidad tanto de los
pueblos primitivos como de los prehistóricos que los evolucionistas pasaban por
alto, sin poner en duda su capacidad de llevar a cabo unas equiparaciones
sistemáticas que incluían, casi siempre, compartimentos estancos de equivalencias
mecánicas entre diversos aspectos culturales, tales como técnicos, sociales y
económicos: la posesión de uno implicaría, dentro de un mismo pueblo, la posesión
de otro (así, por ejemplo, la carencia de metalurgia indicaría también la ausencia de
estratificación social).

86
Así, por ejemplo, mencionaba Tylor: “en orden a la general similitud de la naturaleza humana, de
una parte, y a la general similitud de las circunstancias de la vida, de otra, pueden investigarse,
indudablemente, aquella semejanza y aquella coherencia, y pueden ser estudiadas de un modo
especialmente conveniente comparando las razas próximas al mismo grado de civilización”.
TYLOR. Cultura… Op. cit., p. 23.
87
Como indica Harris, desde el punto de vista filosófico la visión del salvaje, en consonancia con la
idea del progreso, situaba al primero como lo que el europeo había dejado atrás. En biología se
hacía comparación de fósiles con organismos existentes en el momento. En Lingüística se
comparaban lenguas contemporáneas, y en Astronomía galaxias próximas con lejanas. HARRIS. El
desarrollo… Op. cit., p.p. 130-132.

- 54 -
Otra crítica que recibió la metodología evolucionista le atribuyó la negación
de la importancia de la difusión, error de juicio que se agrava más si con esta
acusación se pretende afirmar que difusión e invención independiente se excluyen
la una a la otra y que aceptar la primera implicaba negar la evolución por
secuencias. Ningún evolucionista defendió que las semejanzas entre culturas fuesen
con más frecuencia producto de la invención independiente que de la difusión88 . En
realidad, se tomaba ésta como prueba secundaria de una unidad psíquica humana
que facilitaba la asimilación de los nuevos conocimientos. Aunque, ciertamente, la
invención independiente era una prueba de ello mucho más firme, y como tal era
enarbolada, ambas eran compatibles; la una no excluía a la otra en la mentalidad
antropológica del XIX.
El intento más importante que se llevó a cabo de sistematizar el método
comparativo vino dado de manos de Edward Burnett Tylor 89 , a quien se debe la
faceta estadística de la metodología antropológica evolucionista. En el artículo “On
a Method of Investigating the Development of Institutions; applied to Laws of
Marriage and Descent”, de 1888, se propuso “mostrar que el desarrollo de las
instituciones puede ser investigado sobre una base de tabulación y clasificación” 90 ,
para lo cual trabajó sobre la comparación de cerca de 400 sociedades: “las reglas
particulares han sido listadas en tablas, para atribuir las que pueden ser
denominadas adhesiones de cada costumbre, mostrando qué gentes tienen la misma
costumbre, y qué otras costumbres los acompañan o permanecen aparte. De la
recurrencia o ausencia de estas costumbres es nuestro asunto inferir su dependencia
sobre las causas que actúan sobre toda la humanidad” 91 .

88
Como dice Harris, (aplicado a Tylor pero extrapolable al resto de los evolucionistas): “para
probar que en la historia había un movimiento general, carecía de importancia el que la uniformidad
de un estadio concreto fuera el resultado de un préstamo o de una invención independiente”.
HARRIS. El desarrollo… Op. cit., p. 151.
89
Edward Burnett Tylor (1832-1917). Caballero cuáquero que recibió educación privada. No se
graduó, pero estuvo ligado a la Universidad de Oxford, donde fue su primer profesor de
Antropología. Su contribución más importante fue el concepto de cultura. Destacó también por el
tratamiento crítico de las fuentes, por sus estudios sobre religión -defendía la coherencia y la lógica
de las religiones no católicas y atacaba la creencia en una voluntad superior que lo determinaba
todo- y por la elaboración de los conceptos de los survivals y animismo. Creía en un progreso
histórico en tres etapas: salvajismo, barbarie y civilización; pero admitía también que la cultura
industrial y la intelectual y moral no avanzaban siempre uniformemente, dándose muchos casos de
fenómenos negativos que, sin embargo, no anulaban la regla general.
90
TYLOR, E. B. “On a Method of Investigating the Development of Institutions; applied to laws of
Marriage and Descent”. En The Collected Works of Edward Burnett Tylor. Vol. VI. Journal Articles.
1863-1900. Routledge. London, 1994, p. 245.
91
Ibid., p. 246.

- 55 -
Los resultados obtenidos con el método comparativo podían ser
confirmados a través de los survivals: “fenómenos que tuvieron su origen en un
conjunto de condiciones causales de una época anterior se perpetúan en un período
en el que ya han dejado de darse las condiciones originales” 92 con una utilidad
mayor o menor, a veces nula, pero siempre diferente de la que tuvieron en su
origen. Su aplicación era uno de los elementos básicos para llevar a cabo
reconstrucciones históricas, pues con ellos “los evolucionistas estaban demostrando
que el presente no se podía explicar solamente en términos del presente”93 . Aunque
todos los autores pertenecientes a esta corriente los usaron en múltiples ocasiones,
es a Tylor, una vez más, a quien se debe la acuñación del término y la principal
elaboración sobre el concepto, que llevó a cabo en dos amplios capítulos de su obra
Primitive Culture, publicada en 1865, en los que recogió numerosos ejemplos de la
pervivencia de estos elementos culturales: “Cuando una costumbre, un arte o una
idea ha emprendido su camino claramente por el mundo, las influencias
perturbadoras a que puede verse sometida durante mucho tiempo son tan leves, que
no le impiden mantener su curso, de generación en generación, de igual modo que
una corriente, una vez instalada en su cauce, fluirá por él durante siglos. Esta es la
simple permanencia de la cultura; y lo verdaderamente maravilloso es que el
cambio y la revolución de las cosas humanas hayan dejado que tantos de sus más
débiles riachuelos hayan seguido su curso, durante tanto tiempo” 94
Los campos de la religión y del parentesco, como mencionábamos en
páginas anteriores, se privilegiaron en esta época porque permitían reflexionar
sobre el origen de las instituciones. De hecho, fueron juristas quienes iniciaron el
estudio de estos temas desde el punto de partida de la teoría evolucionista y desde
una perspectiva antropológica. Ellos construyeron el bagaje terminológico con el
que desde entonces y hasta ahora se han movido los antropólogos a la hora de

92
HARRIS. El desarrollo… Op. cit., p. 141.
93
Ibid., p. 144.
94
TYLOR, E. B. Cultura…Op. cit., p. 81. También Lubbock: “La condición y las costumbres de la
vida salvaje (…) ilustran mucho de lo que ahora está pasando entre nosotros -muchas costumbres
que evidentemente no tienen ninguna relación con las circunstancias actuales, y algunas ideas que
se han incrustado en nuestros espíritus, como los fósiles en las rocas- (…) aún en los pueblos
civilizados encontramos huellas de una barbarie anterior (…). Las leyes y costumbres,
frecuentemente de muy antiguo origen, contienen símbolos que son reliquias de primitivas
realidades”, tales como el matrimonio por coemptio romano, que indicaría un antiguo uso de
compra de las mujeres, o el simulacro de rapto en las bodas, que mostraría la antigua práctica real.
LUBBOCK, John. Los orígenes… Op. cit., pp. 1-2. También es una supervivencia el concepto de
Henry Maine de ficción legal, que veremos más adelante.

- 56 -
describir el parentesco y las relaciones sociales, dado que a través de las diferentes
formas de organización de aquél se determinaban las etapas por las que pasaba la
sociedad humana. Bachofen, Maine, McLennan y Morgan serían los pioneros a
este respecto. Sus teorías, discutidas muchas veces entre sí y fuente de diferentes
controversias y discusiones entre los autores, marcarían la pauta temática de la
antropología del parentesco durante una larga época.

3.2 Los sistemas de parentesco

Cuando el abogado norteamericano Lewis Henry Morgan, llevado por su


interés hacia el pueblo iroqués, decidió llevar a cabo un detallado estudio de su
cultura, lo que más llamó su atención fue la organización familiar y, sobre todo, la
denominación de los parientes. En su primera obra importante, The league of the
Ho-dé-no-su-nee or Iroquois, de 1851, expuso con precisión, entre otras cosas, la
terminología del parentesco que empleaban. La Liga, fundada sobre unas
relaciones de consanguinidad que se mantuvieron cuando entraron en escena las
territoriales, estaba formada por ocho tribus 95 que se distribuían entre cinco
naciones, de tal modo que éstas se unían por lazos sanguíneos inquebrantables.
Cuatro tribus eran hermanas entre sí y con las otras cuatro sucedía lo mismo, así
que los matrimonios debían realizarse entre miembros no sólo de tribus distintas,
sino también de las mitades diferentes de esta división. La filiación era de carácter
matrilineal; si bien le sorprendía al abogado este aspecto, admitía que “si la pureza
de sangre era un requisito, los legisladores iroqueses idearon la única regla cierta
que podía asegurarla” 96 . Respecto a la terminología del parentesco, en esta primera
obra advirtió la diferencia de computación de consanguinidad iroquesa con la de
los países civilizados: no había distinción entre las líneas lineales y las colaterales,
ni en parientes por ascendencia ni por descendencia, algo que el autor explicaba
por el carácter matrilineal del sistema. Ego aplicaba el mismo término al pariente
lineal y al colateral del mismo sexo en la generación correspondiente (abuela =
tías-abuelas maternas; madre = tías maternas; hijos = sobrinos por parte de

95
En años posteriores Morgan preferirá el término gens-gentes.
96
Morgan citado en VALDÉS GÁZQUEZ. El pensamiento antropológico de Lewis… Op. cit., p.
63.

- 57 -
hermanas). Con los parientes que no pertenecían a su tribu, por parte de padre,
sucedía otro tanto de lo mismo. En cualquier caso, tal como señala Valdés
Gázquez, “Morgan concibe las distinciones terminológicas del parentesco como si
respondieran a categorías existentes en la naturaleza, no como creaciones
arbitrarias de la mente humana, como convenciones del discurso” 97 . Habría que
esperar unos cuantos años para que su visión cambiase, plasmándose en 1871 en
Systems of Consanguinity and Affinity of the Human Family -concebido ya en
1865- toda su teoría sobre las terminologías del parentesco, que le llevó a afirmar
que no se trataban de meras formas de tratamiento, sino de auténticos sistemas que
podían codificar la estructura de la organización social. Entre ambas obras medió
su descubrimiento de que los ojibwa, que nada tenían que ver con los iroqueses, así
como también otros grupos americanos y asiáticos, poseían un sistema muy
similar, de lo cual dedujo un origen común.
Como premisa básica, expresó con claridad la diferencia entre los sistemas
de consanguinidad descriptivo y clasificatorio, que merece la pena exponer en la
totalidad de su planteamiento pese a su extensión:
“En sentido general, hay dos formas radicalmente distintas de
consanguinidad entre las naciones presentadas en las tablas. Una es la descriptiva y
otra la clasificatoria. La primera, que es la de las familias aria, semítica y uraliana,
rechazando la clasificación de parientes, excepto si está de acuerdo con el sistema
numérico, describe los consanguíneos colaterales, en la mayoría de las partes, por
un aumento o una combinación de términos primarios de parentesco. Estos
términos, que son marido y mujer, padre y madre, hermano y hermana, a los que
debemos añadir, en las lenguas que los poseen, abuelo y abuela, y nieto y nieta,
están restringidos al sentido primario en el que aquí se emplean. Todos los demás
términos son secundarios. Cada relación es pues independiente y distinta de las
demás. Pero el segundo, que es el de los turanios, indios americanos y familias
malayas, rechazando las fases descriptivas, y reduciendo los consanguíneos a
grandes clases por una serie de generalizaciones aparentemente arbitrarias, aplica
los mismos términos a todos los miembros de la misma clase. Esto confunde
relaciones, que, bajo el sistema descriptivo, son distintas, y amplía el significado de
los términos primarios y secundarios más allá de su sentido aparentemente

97
VALDÉS GÁZQUEZ. El pensamiento antropológico de Lewis… Op. cit., p. 65.

- 58 -
apropiado (…). En los sistemas de relaciones de los arios, semíticos y uralianos, las
líneas colaterales se mantienen distintas y perpetuamente divergentes de la lineal,
que resulta, en la teoría y en la práctica, en una dispersión de la sangre. El valor de
las relaciones de los consanguíneos colaterales es despreciado y finalmente se
pierde bajo las dificultades del método descriptivo. Esta divergencia es una de las
características del método descriptivo. Por el contrario, en las familias turania, de
los indios americanos y malaya, las varias líneas colaterales, próximas y remotas,
se traen dentro y se mezclan con la línea lineal, lo que teóricamente, si no
prácticamente, previene de una dispersión de la sangre. Las relaciones de los
colaterales en este sentido son apreciadas y preservadas. Esta mezcla es una de las
características del sistema clasificatorio 98 .
El sistema descriptivo es el que más se adecúa a lo que Morgan define
como sistema natural, que sería el existente cuando la forma matrimonial que
prevalece es la monogamia o matrimonio entre parejas simples, que responde al
plan de la naturaleza para distribuir los parientes en diferentes líneas de
descendencia 99 . El sistema consanguíneo no se ajustaría del mismo modo porque
confunde las relaciones.
La obra se divide en tres partes acompañadas de tablas que recogen las
diferentes nomenclaturas de parentesco de todos los pueblos de los que Morgan
pudo recopilarlas. La parte I se dedica al sistema descriptivo, presente en las
familias aria, semítica y urálica 100 . Como modelo de la aria se detiene con detalle
en el sistema romano, pues como novedad los legisladores latinos añadieron el
establecimiento de las relaciones del tío y tía paterno/a y materno/a 101 , permitiendo

98
MORGAN, Lewis Henry. Systems of Consanguinity and Affinity of the Human Family.
University of Nebraska Press. Lincoln and London, 1997, pp. 11-13.
99
El sistema descriptivo: “ha sido llamado también sistema natural, porque se funda sobre una
correcta apreciación de la distinción entre las líneas colaterales y las lineales, y de la perpetua
divergencia entre la última y la primera. Cada relación está especializada y separada de las otras de
tal manera que decrece su proximidad, y disminuye su valor de acuerdo con el grado de distancia
desde Ego. El sistema numérico sugerido por la naturaleza de los descendientes se afirma por este
recococimiento formal de la divergencia de las corrientes de sangre y la conexión de los
consanguíneos a través de ancestros comunes. Se asume también la existencia de matrimonios entre
parejas simples”. MORGAN, Lewis Henry. Systems Op. cit., pp. 142-143.
100
La familia aria comprende: Roma, Grecia clásica, Grecia moderna, naciones románicas, naciones
teutónicas, sistema sánscrito, naciones eslavas, naciones celtas, Persia, Armenia. La semita:
sistemas árabe, hebreo y arameo. La urálica: naciones del Báltico y turcas. En las clasificaciones
modernas se habla del sistema esquimal.
101
El sistema romano diferenciaba entre tío paterno -patruus- de materno -avunculus- y tía paterna -
amita- de materna -matertera-.

- 59 -
sistematizar las relaciones en las cinco primeras líneas colaterales 102 y dejando
atrás el incómodo sistema primitivo ario 103 . El único defecto de un sistema que
Morgan consideraba incomparable por su simplicidad de método y belleza de
nomenclatura era que carecía de términos para los/as tíos/as políticos/as.
Las partes II y III se dedican al sistema clasificatorio, propio de las familias
ganowania, turania y malaya 104 . Dado que es un sistema totalmente diferente al
conocido en el mundo civilizado, Morgan cree conveniente detenerse antes de
entrar en los casos concretos en una exposición específica de las características
genéricas principales. Así, las concepciones fundamentales serían 105 :

1. Todos los descendientes de una pareja original caen dentro de


relaciones de parentesco reconocidas
2. En las relaciones sanguíneas y matrimoniales se le atribuye a cada
cual un término especial. Personas que están respecto a Ego en
grados desiguales son colocadas en el mismo rango de las
relaciones de parentesco.
3. Las diferentes líneas colaterales en cada caso están fusionadas
con la lineal.

102
El sistema romano se distribuye de la siguiente manera: la primera línea, masculina, comienza
con el hermano -frater- y se compone de él y su descendencia; la segunda línea, masculina,
comienza con el hermano del padre -patruus- y se compone de él y de sus descendientes. La tercera
línea, masculina, comienza con el tío-abuelo paterno -patruus magnus- y se compone de él y de sus
descendientes. Las líneas cuarta y quinta, masculinas, comienzan con el tío-bisabuelo paterno -
patruus major- y con el tío-tatarabuelo paterno -patruus maximus-. La línea femenina seguiría el
mismo orden.
103
Aunque se introdujeron términos especiales para expresar las relaciones de parentesco en algunas
ramas de las grandes familias, fueron suficientes sólo para un pequeño número del parentesco
sanguíneo de cada persona. “al menos cuatro-cinco dentro de los límites de las primras cinco líneas
colaterales, y dentro de seis grados desde el ancestor común, podían ser indicados sólo a través de
frases descriptivas”. MORGAN. Systems of… Op. cit., p. 142.
104
La familia ganowaniana es el nombre que Morgan dio a los amerindios. La familia turania
comprende: pueblos asiáticos como China, grupos de habla dravidiana tipo Tamil, norte de la India
y Japón. La malaya: malayos, hawaianos. En las clasificaciones actuales el sistema terminológico de
parentesco turanio-ganowanio se corresponde con el iroqués y el malayo con el hawaiano. El autor
habla también brevemente del sistema esquimal, que considera “un sistema clasificatorio
independiente, diferente radicalmente del ganowaniano, turanio y malayo”, conjeturándole un
origen desde algún sistema de las estepas asiáticas. Acorde con el sistema ganowaniano en su
carácter clasificatorio y en la integración de las líneas colaterales en la lineal, difiere de él en la
clasificación de los parientes, “en muchos aspectos se acerca bastante a los sistemas de las familias
aria y uraliana, de las cuales están más cerca que de la turania o de la ganowaniana”. MORGAN.
Systems of… Op. cit., p. 510.
105
Ibid., pp. 143-144. En las pp. 145 y ss. el autor propone las características materiales del sistema
de parentesco clasificatorio y las breves excepciones registradas.

- 60 -
4. La relación de primo es el grado colateral más remoto
reconocido.
5. Los hijos de hermanos son hermanos/as entre sí. Los hijos de
hermanas son hermanos/as entre sí. Pero los hijos de hermano y
hermana tienen una relación de parentesco diferente.
6. La relación de tío se restringe a los hermanos de la madre
7. La relación de tía se restringe a las hermanas del padre
8. Las relaciones de sobrino y sobrina se restringen, cuando Ego es
varón, a los hijos de los hermanos; cuando Ego es mujer, a los
hijos de las hermanas.
9. Las relaciones correlativas se aplican estrictamente.
Los sistemas ganowanio y turanio serían la forma principal del
clasificatorio, pues hacen una distinción entre líneas paralelas y cruzadas, mientras
el malayo la hace sobre la base de la generación y del sexo.
En sus reflexiones finales sobre su investigación, Morgan volvía una vez
más a establecer las diferencias entre los sistemas descriptivo y clasificatorio.
Ambos descansaban sobre un cuerpo de ideas fundamentales, más fáciles de ver en
el primero, pues expresaban las líneas naturales de la descendencia. Sobre este
mismo sistema, el descriptivo, razonó que si se insistía en su carácter natural y
espontáneo habría que dejar de lado el argumento a favor de la unidad de origen,
pues tendría que haberlo sido de todas las naciones. Pero que si, por otra parte, se
hablaba de un sistema previo diferente al matrimonio entre parejas simples, habría
que pensar que el sistema descriptivo era resultado de la invención humana 106 . Los
sistemas clasificatorios, por el contrario, evidenciaban que el matrimonio
monógamo no existía en el origen de la humanidad. Hubo de desarrollarse a lo
largo de los años y la experiencia gracias al discernimiento de sus elementos
positivos, de tal modo que: “no es del todo improbable que el matrimonio en este
alto sentido fuese la institución culminante por la cual estas familias emergiesen de
la barbarie y comenzasen su carrera civilizada” 107 . Los sistemas de parentesco, por
tanto, servían para dividir en dos las familias humanas, distinguiendo las naciones

106
Morgan descubre aquí, según Valdés Gázquez, que “son sistemas naturales en la medida en que
surgen naturalmente por el ejercicio de la inteligencia común [sugestión natural], pero no en las
condiciones impuestas por la naturaleza, sino en condiciones sociales determinadas”. VALDÉS
GÁZQUEZ. El pensamiento antropológico de Lewis… Op. cit., p. 144. Dentro de estas últimas,
Morgan dará mucha importancia a los medios de subsistencia
107
MORGAN. Systems of… Op. cit., p. 469.

- 61 -
civilizadas de las no civilizadas. Morgan concluía que: “aunque ambas formas son
tan antiguas cono la civilización, se tiende a mostrar que la familia, tal como está
hoy día constituida, y cuyo crecimiento se debió al desarrollo del conocimiento de
la propiedad, o sus usos, y de su transmisión por la herencia, yace en la fundación
de la primera civilización de la humanidad” 108 .
El autor presupuso que el origen de ninguno de los dos sistemas era
explicable por las sugestiones naturales, pero que sí podía explicarse desde la
naturaleza de la descendencia si se partía de la creencia de que existieron unas
condiciones sociales externas que los hicieron emerger. Así: “si pueden ser así
explicados, los dos sistemas ascienden en una asombrosa preeminencia como
instituciones domésticas, por lo que serán encontrados para representar y
personificar la vasta y variada experiencia de la humanidad desde épocas
inmemoriables de la barbarie” 109 . En este aspecto Morgan introdujo un interés
característico de la antropología evolucionista, pues contemplaría desde ahora la
posibilidad de emplear los sistemas de relaciones para el estudio de las condiciones
sociales de las épocas pretéritas de la humanidad en las que surgieron a través de
una sucesión ordenada de las instituciones que los hicieron aparecer 110 .
Al preguntarse por el origen del sistema clasificatorio el abogado desechó
tanto el recurso a los lazos de sangre para la protección mutua y la organización
tribal, porque no podían explicar todos sus rasgos, como la influencia de la
poliginia y la poliandria, por ser costumbres no adoptadas por todo el grupo social.
Si se buscaban las causas en condiciones anteriores de la sociedad entonces sí
podría establecerse un origen común. Para ello hizo uso de las características del
sistema hawaiano, integrando entonces los sistemas de relaciones en una secuencia
diacrónica. Morgan opinaba que el sistema malayo, por ser más simple, era
anterior; luego vendría el turanio-ganowaniano. Si para el malayo hacía uso de las
costumbres hawaianas a la hora de explicar las condiciones sociales en las que
surgió 111 , para el turanio-ganowanio se centró en la existencia de la organización

108
MORGAN. Systems of… Op. cit., p. p. 470.
109
Ibid., p. 473
110
VALDÉS GÁZQUEZ. El pensamiento antropológico de Lewis… Op. cit., p. 147. Su aplicación
la veremos al abordar Ancient Society.
111
En las islas Sándwich en el siglo XIX los misioneros constataron la existencia de una forma
combinada de poliginia y poliandria: en una de las ramas varios hermanos vivían en poliginia y sus
mujeres en poliandria; en la otra varias hermanas vivían en poliandria y sus maridos en poliginia.
Morgan opinaba que la existencia de esta costumbre indicaba la existencia de una condición anterior
de intercambio promiscuo incluyendo la cohabitación de hermanos y hermanas. El sistema de

- 62 -
tribal 112 . Tanto para el origen de uno como para el tránsito hacia el otro, el abogado
creía necesario hablar, más que de una institución, de diferentes instituciones y
costumbres anteriores al matrimonio monógamo. Opinaba, desde una perspectiva
muy evolucionista, que la humanidad había hecho progresos disparejos desde sus
inicios de tal modo que algunos pueblos se mantenían en estados primitivos, “y
ahora revelan muchos de los estadios que intervienen en el progreso” 113 . Él mismo
estableció la serie de costumbres e instituciones que explicaban el origen del
sistema clasificatorio y su existencia hasta su sustitución por el descriptivo 114 , que
habrían brotado gradualmente, prevaleciendo más o menos de forma simultánea y
modificándose en diferentes áreas bajo influencias particulares:

1. Intercambio promiscuo. Estadio de la humanidad más próximo a la


condición animal. El hombre era un salvaje de débil intelecto y sentido
moral.
2. Matrimonio o cohabitación entre hermanos y hermanas. Era
imprescindible aceptar esta costumbre entre los ancestros de las
naciones que en el momento poseían el sistema clasificatorio si se
pretendía afirmar su origen natural.
3. La familia comunal (primer estadio de la familia). El comunismo se
relacionaba con la unión del esfuerzo para procurarse la subsistencia.
Morgan contaba con ejemplos vivos 115 .
4. La costumbre hawaiana.
5. La forma malaya del sistema clasificatorio de relaciones.
6. La organización tribal. Fue fundamental en el sentido de que hizo que
las bandas vecinas dependiesen unas de otras para conseguir mujeres.

relaciones se explicaría desde la naturaleza de la descendencia si un grupo de hermanos se casase


con un grupo de hermanas y conviviesen juntos (familia comunal). Morgan insistía en la existencia
de esta fase del desarrollo humano, a pesar de considerar repulsiva y desagradable la idea de una
condición antecedente del hombre en la que no existía la propensión a emparejarse y a vivir en una
relación familiar (esto es, monógama). Véase MORGAN. Systems of… Op. cit., pp. 480-481.
112
A las costumbres del sistema malayo se suma la organización tribal, que surge de la ruptura de la
cohabitación de hermanos y hermanas y la obligación de casarse fuera de la tribu (es decir,
prohibición del incesto y exogamia de clan), algo que impulsa “la última realización del matrimonio
entre parejas simples, y el esdo de la familia verdadera”. Ibid., p. 485.
113
Ibid., p. 479.
114
Ibid., p. 480.
115
Añadió en relación a este punto en una nota a pie de página el tema de la arquitectura doméstica
de los indios americanos, desarrollado anteriormente en un capítulo que el editor le obligó a
suprimir en la edición definitiva de la obra.

- 63 -
7. El sistema de relaciones turanio y ganowaniano.
8. Matrimonio entre parejas simples. Si existió en épocas primitivas,
fueron excepciones. Al limitarse el acceso a las mujeres de la propia
tribu y tener que acudir a otra a través de la negociación, el trueque o la
captura, el esfuerzo de la obtención implicaría el deseo de posesión
única.
9. La familia bárbara (segundo estadio de la familia). Era un agregado de
familias que adoptaron un modo de vida en común con autoridad tribal.
10. Poligamia. Suponía acumulación de riqueza, de ahí que dedujese el
autor que la costumbre era relativamente reciente. Los hermanos que
tuviesen la riqueza suficiente como para tener varias esposas las
reservarían para sí. Avance, decía Morgan, hacia la verdadera familia.
11. La familia patriarcal (tercer estadio). Un único varón a la cabeza.
12. Poliandria. Era una consecuencia de la poligamia a la que no prestó
atención.
13. El surgimiento de la propiedad con la fijación de la sucesión lineal a las
posesiones. Morgan consideraba fundamental la influencia de la
propiedad sobre la civilización, pues consistía en el germen del progreso
desde la barbarie. Al acumularse posesiones surgió el deseo de
transmitirlas a los hijos propios, momento en el que se hizo necesario
distinguir las líneas colaterales de la lineal. Además, sólo el matrimonio
entre parejas permitía certificar con seguridad la paternidad. Los
gobiernos, las instituciones y las leyes son agentes de creación y
protección de la propiedad.
14. La familia civilizada (cuarto y último estadio de la familia). Un hombre,
una mujer y sus hijos. La propiedad acabó con cualesquiera otras
costumbres inconsistentes con esta forma matrimonial. La gens romana
era una de las ilustraciones tempranas de la familia civilizada.
15. El derrocamiento del sistema clasificatorio de relaciones y su
sustitución por el descriptivo.

Morgan se planteó también si podía inferirse de la posesión común del


mismo sistema de relaciones la conexión genealógica de ciertas naciones.
Convencido de que “las diferentes hipótesis de la invención accidental concurrente,

- 64 -
del préstamo de unas a otras, y del crecimiento espontáneo era enteramente
inadecuadas” 116 , defendió a capa y espada la teoría del mismo origen en una época
muy alejada en el tiempo. Se preguntó además si podía deducirse de la posesión
común del mismo sistema de relaciones en áreas desconectadas la conexión
genealógica de las familias que lo presentaban. Esto tiene que ver con su objetivo
de demostrar el origen asiático de los indios americanos, para lo cual presentó
como ejemplo de apoyo las similitudes entre los sistemas séneca y tamil (India).
Las razones de tales semejanzas las explicó a través de cuatro posibles respuestas:
por préstamo de una a otra (difusión), lo que descartó pues según sus tablas el
sistema de relaciones se había transmitido junto con la lengua y no de forma
aislada, y además no había conexión territorial entre los pueblos; por invención
accidental en áreas desconectadas, lo que era imposible dado lo complicado del
sistema y el hecho de que existían sólo dos en el mundo; por crecimiento
espontáneo en áreas desconectadas bajo la influencia de sugestiones surgiendo de
similares necesidades y similares condiciones de sociedad, pero era altamente
improbable que una misma secuencia como la establecida para explicar el
nacimiento del sistema turanio y ganowanio pudiese producirse más de una vez 117 ;
por transmisión con la sangre desde una fuente original común, que es la hipótesis
que él manejó mediante lo que denominaba como corrientes de sangre, elemento de
carácter lamarckiano que primaba los caracteres adquiridos y transmitidos a través
de las generaciones: “una vez establecido el sistema encuentra en los diferentes
flujos de la sangre un instrumento y un medio par su transmisión a través de
períodos de duración indefinida. Como las innumerables líneas ascienden a través
de los años, convergen continuamente hasta que finalmente se encuentran en un
punto común, y cualquiera que fuese la sangre original, capaz de fluir en su
corriente, se trasmitió por sí misma. ¿Podría haber existido en el cerebro humano

116
MORGAN. Systems of… Op. cit., p. 495.
117
Valdés Gázquez señala que al intentar compatibilizar esta secuencia con el origen asiático de los
indios, Morgan ignoró algo que tenían muy presente sus contemporáneos: que lo único que podía
sustentar una secuencia evolutiva era presuponer que gracias a la unidad psíquica del ser humano
una única inteligencia, actuando en las condiciones idénticas de cada estadio de evolución, producía
los mismos resultados de forma independiente. V. VALDÉS GÁZQUEZ. El pensamiento
antropológico de Lewis… Op. cit., p. 169. La concepción híper-migracionista que llevaba al autor a
sostener el origen asiático de los nativos americanos fue diluyéndose a raíz de una carta del
sacerdote McIlvaine en la que le comentaba que la difusión del sistema clasificador podía demostrar
que todos los grupos que lo utilizaban estaban relacionados entre sí, de tal modo que era probable
que el sistema pudiese denotar una etapa más temprana del desarrollo humano. Aquí se halla el
origen de Ancient Society.

- 65 -
primitivo tal cosa que se derivase de los cauces de la existencia, a través de todas
las vicisitudes, que estas simples ideas, en sus relaciones fijadas, por las cuales el
hombre debía distinguir a sus diferentes parientes? Estas ideas fueron semillas
plantadas en el comienzo, y en germinación perpetua” 118 . Morgan defendía aquí,
pues, un origen único para toda la humanidad, que emergería de la barbarie a través
del progreso moral.

La primera crítica destacable que se le hizo a esta obra fue la del abogado y
prehistoriador inglés John Lubbock, más tarde lord Avebury 119 , en su artículo
“On the Development of Relationships”, publicado en 1871 en el primer volumen
del Journal of the Anthropological Institute, y que incluiría en 1875 en la tercera
edición de su obra Origin of Civilization and the Primitive Condition of Man.
Lubbock pretendió desmentir la idea de que pudo existir una relación entre
los sistemas de parentesco -cuya evolución consideraba expresiva del curso de la
historia y del progreso- y las afinidades étnicas. En relación a ello rechazó la teoría
de Morgan que postulaba idéntico origen para los indios norteamericanos que para
pueblos asiáticos como el de los tamiles, alegando que en tal caso habría de
suponerse lo mismo para los fiyianos y tongueses, y: “bien sabido es, no obstante,
que esas razas pertenecen a divisiones muy distintas de la humanidad, y
cualesquiera hechos que revelen semejanza entre ellas, por interesantes e
importantes que puedan ser como pruebas de la unidad del espíritu y de la historia
humana, evidentemente no pueden tener ninguna conexión con afinidades
etnológicas especiales” 120 ; trató de probarlo con la elaboración e interpretación de
sus propias tablas. Consideró que los términos de parentesco los empleaban las
razas inferiores para designar los resultados de las costumbres del matrimonio, sin
implicar la idea occidental que se tenía de tales relaciones: los lazos, derechos y
deberes de los individuos entre sí, así como la transmisión de la propiedad, se
regían por su relación con la tribu, no con la familia.

118
MORGAN. Systems of… Op. cit., p. 505.
119
John Lubbock (1834-1913). Aunque se dedicó especialmente a la prehistoria, también llevó a
cabo estudios de índole etnográfica y naturalista. Aparte de su faceta de abogado, participó en
política y en la Cámara de Comercio de Londres. Fue vicepresidente de la Royal Society y
presidente de la Sociological Society, además de corresponsal de la Academia de Ciencias de París.
Se trata sin duda de uno de los evolucionistas más lastrados -desde luego explícitamente- por el
peso del etnocentrismo europeo, mostrándose constantemente mortificado por las ideas y hechos
abominables que debía constatar ante sus lectores.
120
LUBBOCK, John. Los orígenes… Op. cit., pp. 133-134.

- 66 -
La crítica de John Ferguson McLennan 121 tuvo consecuencias más
amplias que las de Lubbock. Expresada en Studies in Ancient History en 1876, a
Morgan le dio tiempo de contrarrestarla añadiendo la suya propia al esquema de
McLennan en su obra Ancient Society, que por entonces se hallaba en prensa. Si la
polémica no se extendió más allá en el tiempo fue debido a la salud de ambos
antropólogos, que casualmente fallecieron en el mismo año, 1881, con pocos meses
de diferencia.
El escocés criticó la afirmación de Morgan de que dado el origen natural del
sistema clasificatorio era imprescindible que hubiese habido un estadio de
matrimonio comunal -empleando el término de Lubbock- que comprendería
hermanos y hermanas viviendo juntos en promiscuidad incestuosa. De la costumbre
hawaiana ni siquiera había podido dar el estadounidense pruebas más contundentes
que los testimonios del juez Mr. Andrews y del Reverendo Artemus Bishop, que
McLennan desvirtuaba diciendo que no eran en absoluto definitivos. Por tanto,
ninguna de las asunciones derivadas de la creencia en estos estadios serían válidas:
ni que el sistema malayo de parentesco era un sistema de relaciones consanguíneas,
ni que cada relación en su interior podía explicarse por la naturaleza de la
descendencia; llamar padre a todos los hermanos del padre o madre a las hermanas
de la madre sería en realidad, a ojos de McLennan, una prueba de pobreza de
lenguaje. Acusó también a Morgan de no dar una explicación al hecho de que se
pudiese llamar hijo, en los pueblos que mantenían en aquel momento el sistema
malayo, a un niño desde el punto de vista de los progenitores, de los hermanos y
hermanas indistintamente tanto del padre como de la madre, así como de los tíos
políticos, cuando las relaciones de estas personas con el muchacho diferían
dependiendo de si los/as tíos/as lo eran por parte materna o paterna, por vía
consanguínea o afín, dado que los esposos no eran hermanos entre sí: “¿Cómo, de
acuerdo a la naturaleza de los descendientes, llegan las relaciones que podrían
haber sido desarrolladas en este grupo familiar, de personas todas de una misma
sangre, a ser aplicables a relaciones en grupos familiares del grupo existente en el

121
John Ferguson McLennan (1827-1881). Abogado escocés, miembro del Colegio de abogados de
Escocia y miembro fundador del Edinburgh Evening Club. Fue uno de los juristas adscritos a las
teorías de la evolución más importantes de su época, a la par que el más crítico de todos sus colegas,
hasta el punto que de él dice Lowie que “estaba demasiado enamorado de sus propios
razonamientos para tomar en cuenta hipótesis opuestas”. LOWIE, Robert. Historia de la Etnología.
Fondo de Cultura Económica. México, 1974, p. 65. Su principal obra, Primitive Marriage, se
publicó en 1865; Morgan arremeterá contra sus teorías.

- 67 -
que los maridos y las mujeres no son hermanos y hermanas, y las sangres son
diferentestes? Es razonable creer que el señor Morgan nunca vio esta dificultad” 122 .
El origen del sistema, por lo tanto, quedaba sin explicar de forma satisfactoria.
Negó también las implicaciones que Morgan daba a la organización tribal,
considerando que no podía realmente prevenir los matrimonios entre hermanos y
hermanas 123 y que su peso en el paso del sistema malayo al turanio y ganowanio no
era el que pretendió dársele. La exogamia no pudo transformar el sistema malayo
por completo.
Los errores cometidos por Morgan, en cualquier caso, quedaban resumidos
en dos: “su primer error fue que no vio contemplada de forma regular la principal
peculiaridad del sistema –su clasificación de personas conectadas; que no buscó el
origen del sistema en el probable origen de la clasificación (…). El segundo error,
o lo que yo creo que es un error, fue asumir a la ligera que el sistema era un sistema
de lazos de sangre” 124 . El sistema clasificatorio, defendía McLennan, no era un
sistema de vínculos sanguíneos, los términos no hacían referencia real a posiciones
de parentesco reales ni se podía tener a la vez dos sistemas de relación sanguínea
(McLennan hablaba de la filiación matrilineal). La conclusión era obvia: el sistema
clasificatorio era meramente un modo de salutación. Así, aún estando de acuerdo
con que ilustraba una condición social del hombre muy antigua, difería por
completo en la naturaleza de su origen, que postuló ayudándose de los datos
recogidos por Morgan y entrelazándolo con sus propias ideas sobre la poliandria de
tipo nayar y tibetana, llegando al resumen del sistema malayo como “1. Una
necesidad o conveniencia de clasificar a los parientes unidos en familias mientras
maridos y mujeres no vivían juntos en la misma; y 2. La ampliación de las clases
de parientes a través de la conexión de familias por el matrimonio, con las mujeres
pasando como norma común a las familias de los maridos” 125 .

122
MCLENNAN. Studies in Ancient History. London. 1876, pp. 347-348.
123
“La organización tribal (...) es simple exogamia, la prohibición del matrimonio entre personas de
la misma tribu de descendencia, o de las que poseen el mismo nombre familiar de tótem. Y la
exogamia prohibe el matrimonio entre hermanos y hermanas sólo cuando son hijos de la misma
madre, o de madres que comparten la misma sangre. Se sigue de esto que el hijo de un hombre y la
hija de su hermana, mientras se consideren hermano y hermana, serían libres, cuando la
organización tribal lo hubiese establecido, para casarse, pues pertenecían a diferentes tribus de
descendencia”. MCLENNAN. Studies… Op. cit., pp. 353-354.
124
Ibid., pp. 360-361.
125
Ibid., p. 391.

- 68 -
3.3. De la familia al individuo.
Las teorías jurídicas del derecho y la religión

El Ancient Law de Henry James Sumner Maine 126 , publicado en 1861,


parecía no ser en principio más que un tratado sobre derecho romano y sus
variantes europeas. De hecho, partía de una diferenciación entre sociedades
progresivas y estacionarias que le llevaba a descartar el estudio de estas últimas
como válido para cualquier cuestión sobre la historia humana, considerando que
habían carecido desde la puesta por escrito de un cuerpo de derecho del deseo de
mejorar sus instituciones civiles. Ello lo llevó a dejar de lado cualquier grupo no
perteneciente a la Europa occidental, cuya civilización, extendida a su origen ario,
suponía a sus ojos la excepción en la historia del mundo. No obstante esta ausencia,
su estudio de las sociedades europeas en sus etapas primitivas, especialmente la
romana, reviste un gran interés desde el punto de vista antropológico, ello incluso a
pesar de que su intención primera confesa pudiese no haber sido la de extrapolar
sus conclusiones más allá del contexto indoeuropeo, pues sus propios
contemporáneos consideraron su aplicabilidad de intencionalidad universal y como
tal la criticaron y discutieron; la exposición del jurista, aunque simple, no dejaba de
responder al objetivo de búsqueda de las fases del desarrollo humano.
La principal contribución de Maine a la Antropología, dice Harris, es “su
sugerencia de que el parentesco ha proporcionado el principio básico de
organización de la sociedad primitiva” 127 , hipótesis que comparte en realidad con

126
Henry James Sumner Maine (1822-1888). Profesor de Leyes en Cambridge. Fue miembro del
Consejo Supremo del Gobernador General de la India y vicecanciller de la universidad de Calcuta,
donde residió varios años. Regresó a Inglaterra en 1869, obtuvo la cátedra Corpus de Jurisprudencia
en Oxford y en 1877 la cátedra de Derecho Internacional en Cambridge
127
HARRIS. El desarrollo… Op. cit., p. 166. En Ancient Law Maine no fue más allá de las
sociedades arias en la exposición de sus teorías. En su obra Early History of Institutions, de 1875,
amplió su concepción patriarcal del parentesco a los pueblos semitas y urálicos y admitió la
existencia de grupos en los que la cuestión de la consanguinidad era inconciliable con la hipótesis
de un antepasado único, mencionando los estudios de Morgan, sobre los que afirmó que: “por
interesantes que sean semejantes investigaciones, nada tenemos que ver con ellas mientras no se
establezca con certidumbre que el parentesco en las razas superiores es el desarrollo natural de esa
especie de parentesco conocida solamente entre las razas inferiores; y aún entonces, tales
investigaciones no tendrían para nosotros más que un interés muy remoto”. Incluso Morgan,
señalaba Maine, afirmaba que el sistema que prevalecía en las razas aria, semítica y urálica se había
establecido después de la institución del matrimonio entre parejas simples. Por otra parte, la función
de simplificación que ejercía el sistema de nomenclatura de esas tribus inferiores también podía
desempeñarla en las razas superiores el poder patriarcal, “pues simplifica las ideas de parentesco y
de obligación, por de pronto en la familia patriarcal, y, en último término, en el clan o en la tribu”.

- 69 -
el resto de los antropólogos evolucionistas de la época. Nos interesa su visión del
progreso que media entre el estatus y el contrato, entre la familia y el individuo,
visto a través de la perspectiva de la jurisprudencia y empleando como metodología
para acceder a las formas legislativas más antiguas que no se conservan por escrito
lo que denominó ficción legal: “toda afirmación con que se oculta o trata de ocultar
la alteración hecha en una regla del derecho, cuya aplicación cambia, pero cuyo
texto subsiste (…) De hecho (…) el derecho cambia completamente; la ficción no
hace más que suponer que no ha cambiado” 128 .
En el origen, Maine teorizó a los hombres divididos en grupos aislados bajo
el mandato del padre de familia, cuya palabra era ley. La sociedad se constituía
como una agregación de familias -y no de individuos, tal como sucede en la
sociedad moderna-. Esta característica implicaba que el derecho se concibiese para
pequeñas corporaciones independientes, resultase insuficiente dado el
mantenimiento del despotismo de los cabezas de familia y estuviese cargado de
formalismos al regular algo más parecido a asuntos internacionales que a relaciones
entre individuos. En este contexto, las faltas o los méritos morales del individuo se
extendían al grupo en general, de tal modo que el crimen se consideraba un acto
colectivo.
La agregación de familias formaba la gens o la casa, la agregación de casas
formaba la tribu, y la agregación de tribus constituía la nación (commonwealth),
considerándose los miembros, en todos los casos, descendientes de un antepasado
común. Siguiendo este camino cabe decir que: “la historia de las ideas políticas
comienza realmente con la idea de que la comunidad de sangre [incluido el
parentesco ficticio] es la sola base posible de una comunidad de funciones
políticas” 129 . El reclutamiento por parentesco se convertía en aristocracia llegado
el momento en el que, sintiéndose los grupos originarios fuertes frente a la presión
de fuera, nuevas poblaciones reunidas en torno a ellos no podían reclamar una
misma comunidad de origen, pasando a ocupar una posición inferior desde la que
desarrollaron el principio de la contigüidad espacial, reconocido en la actualidad
como la condición de la comunidad de derechos políticos. En Early History of

MAINE, Henry James Sumner Las instituciones primitivas. La España Moderna. Biblioteca de
Jurisprudencia, Filosofía e Historia. Sin fecha de edición (1875), pp. 64-65.
128
MAINE. El derecho antiguo. Editorial Civitas. Madrid, 1993 (1861), p. 29. La adopción se
consideraba una ficción legal.
129
Ibid., p. 91.

- 70 -
Institutions el autor mantuvo y profundizó en estas teorías, haciendo hincapié en la
idea de que la confusión de poder y consanguinidad era la que había llevado a la
sumisión del grupo más pequeño, la familia, a su jefe patriarcal, repitiéndose esto a
nivel tribal con la sujeción también a un jefe. Asimismo, insistió en que: “desde el
momento en que una tribu se fija de un modo permanente y definitivo en una
extensión dada de territorio, la tierra o el suelo sustituye al parentesco como
fundamento de la organización social” 130
Aparte de los miembros sanguíneos y adoptados de las familias, Maine
mencionaba la existencia de los esclavos, cuya situación difería en gran medida
dependiendo del punto de vista de la jurisprudencia desde el que se los considerase,
suavizada en todas las instituciones influidas por el derecho romano tras ser éste
matizado por la teoría del derecho natural que llevó a dejar de verlos como a
artículos de propiedad.
El derecho primitivo, así pues, se derivó de las órdenes de los patriarcas a
sus mujeres, hijos y esclavos, obligando por tanto a la familia entera y viéndose
obligados por la legislación de las asambleas y la jurisdicción de los tribunales
únicamente dichos patriarcas. Progresivamente, el derecho civil fue ganando
terreno, pasando los derechos personales y de propiedad más importantes de manos
del cabeza de familia a los tribunales públicos, de tal modo que la dependencia de
la familia fue perdiendo peso a la par que lo ganaba el individuo. Al lazo que
reemplaza las formas de reciprocidad de derechos y deberes de la familia lo
denominó Maine contrato, propio del orden social en que las relaciones nacían de
la voluntad libre de los individuos. A las condiciones personales existentes dentro
de la familia las llamó estatus. Podemos concluir, dice Maine, que “el movimiento
de las sociedades progresivas hasta el presente ha consistido en pasar del estatus al
contrato” 131 .

Existe otro autor interesado específicamente en las instituciones y el


derecho clásico al que merece la pena mentar pese a su presencia casi nula en el
contexto antropológico. Se trata de Numa Denis Fustel de Coulanges 132 ,

130
MAINE. Las instituciones… Op. cit., p. 68.
131
MAINE. El derecho… Op. cit., p. 118.
132
Numa Denis Fustel de Coulanges (1830-1889). Profesor de Historia en el Liceo de Amiens y en
el Liceo Saint-Louis de París. Obtuvo la cátedra de Historia en la Universidad de Estrasburgo,

- 71 -
historiador francés responsable en 1864 de La ciudad antigua. Elegimos este
apartado para señalar su contribución al considerar la contraposición que supone
con respecto a Maine -dadas sus visiones diferentes del proceso de pérdida de la
solidaridad familiar y del elemento central que constituye el hilo en la evolución
social 133 -, ello a pesar de su cercanía en la consideración de la importancia del
estudio de las sociedades clásicas para la comprensión de este proceso. No
perdamos de vista, no obstante, que la influencia de Fustel en sus contemporáneos
fue prácticamente inexistente, al margen del posterior tratamiento del clan por parte
de Morgan que recuerda a los estudios de aquél sobre las relaciones en el marco de
la gens. La afirmación de García Gual que sostiene que La ciudad antigua “merece
ser citada como uno de los libros clásicos en los estudios de antropología” 134 (al
lado de El Derecho Antiguo, El Matriarcado, Sistemas de consanguinidad y
afinidad de la familia humana y otras), es como mínimo excesiva.
Fustel atribuía a las creencias religiosas un papel en el desarrollo de las
instituciones ausente en Maine 135 . Partía de la idea de que “la comparación de las
creencias y las leyes nos revela que una religión primitiva fundó la familia griega y
romana, estableció el matrimonio y la autoridad paterna, determinó los rangos de
parentesco, consagró el derecho de propiedad y el derecho de herencia. Esta misma
religión, después de ampliar y extender la familia, formó una asociación mayor: la
ciudad, y reinó en ella como en la familia. De ella procedieron todas las
instituciones y todo el derecho privado de los antiguos” 136 . Con el tiempo, fueron
modificándose, y con ellas se transformaron el derecho privado y las instituciones
políticas.
No nos detendremos en la descripción del autor de dichas creencias. Baste
mentar la importancia que otorga al culto a los muertos -adorar a los antepasados
fue un sentimiento de casi todas las sociedades humanas-, que habría exigido el
servicio continuo de los familiares del difunto, se realizaría en el interior de la casa

impartió clases en la Sorbona y ejerció como director de la Escuela Normal Superior de París.
También fue miembro de la Académie des Sciences morales et politiques.
133
Para Fustel, el derecho “sólo constituía un aspecto de la religión”. FUSTEL DE COULANGES,
Numa Denis. La ciudad antigua. Península. Barcelona, 1984, p. 205.
134
GARCÍA GUAL, Carlos. “Prólogo”, en: FUSTEL DE COULANGES. La ciudad antigua. Edaf.
Madrid, 2001, p. 13.
135
Para Maine, las creencias religiosas eran inseparables de las formas de organización primitivas
del derecho, pero no veía a éste subordinado a ellas. Además, era el parentesco el principio que daba
lugar a la organización social, no la religión.
136
FUSTEL DE COULANGES. La ciudad… Op. cit., pp. 34-35.

- 72 -
y tendría al pater 137 actuando como sacerdote y transmitiendo todos los elementos
pertenecientes al culto de la familia concreta (cada una lo regularía a su modo) a su
hijo primogénito varón. Así pues, Fustel estableció que es este culto a los ancestros
el principio constitutivo de la familia antigua, algo que lo aleja no sólo de Maine,
sino también de toda la tradición antropológica de su época: “el principio de la
familia antigua no radica en la generación exclusivamente (…), no es ya el afecto
natural (…) lo que une a los miembros de la familia antigua, ese algo más poderoso
que el nacimiento, que el sentimiento, que la fuerza física, es la religión del hogar y
de los antepasados (…). La familia antigua es una asociación religiosa antes que
una asociación natural” 138 . El parentesco se circunscribía al ámbito de los que
comparten los mismos dioses, lo cual implicaba una acotación por vía masculina,
pues el culto a los muertos se realizaba únicamente por línea ascendente de varón.
Aunque posteriormente se aceptase el parentesco por cognación, se consideraría
independiente de la religión doméstica. Asimismo, el derecho de propiedad se
conectaba también inevitablemente con aquélla, pues se elegía el espacio en el que
establecer el hogar del culto, que quedaba perfectamente delimitado del resto de los
hogares, y se garantizaba no en virtud de las leyes, sino de la religión doméstica;
ésta, “tanto en la vida como en la muerte, separaba a cada familia de las demás y
excluía severamente cualquier apariencia de comunidad” 139 . La gens antigua era la
familia en tanto en cuanto mantuviese todavía su organización primitiva y su
unidad (aunque pudiese haberse extendido debido a la integración de esclavos y de
libertos).
Esta habría sido la etapa más antigua de la humanidad -o al menos la única
que Fustel alcanzó al no suponer nada más allá de la raza aria-: grupos aislados e
independientes con dioses domésticos, tierra en propiedad y derecho privado.
Llegó un momento, previo a los tiempos históricos 140 , en el que cierto número de
familias formó un grupo modelado sobre ellas denominado en griego fratría y en
latín curia, partiendo probablemente de la celebración de un culto común. Este
grupo poseería una divinidad común superior a las domésticas a la que se le

137
La autoridad del padre no resultaría despótica en el sentido en el que hablaba Maine, dado que
venía dada por cuestiones religiosas, lo cual le confería una cierta moral que le impedía la
arbitrariedad.
138
FUSTEL DE COULANGES. La ciudad… Op. cit., pp. 65-66.
139
Ibid., p. 85.
140
El autor no es muy preciso en cuanto a dataciones, se limita a establecer que la familia como
forma de sociedad habría existido durante siglos.

- 73 -
encendió un fuego sagrado y se le instituyó un culto con una comida común. Cada
grupo tendría un jefe, encargado de presidir los sacrificios, existirían asambleas,
deliberaciones y redacción de decretos. A su vez, varias fratrías se unirían
“naturalmente” formando una tribu, cuyo dios por lo general era epónimo y que
poseería asambleas, tribunal, derecho de justicia sobre sus miembros y un jefe. Con
la asociación de varias tribus -voluntaria o no-, respetando el culto privado de cada
una pero asimilando uno común, surgirían las ciudades 141 , que sufrirían con el paso
del tiempo diferentes revoluciones derivadas de conflictos internos que incluían el
de la incapacidad de la religión nacional para satisfacer las necesidades de un
contexto en el que crecía cada vez con más fuerza el sentimiento de autonomía y el
deseo de las clases inferiores de igualdad política y social: regímenes monárquicos
dejaron paso a aristocráticos y éstos a democráticos. Finalmente, se produjo una
evolución religiosa hacia el sincretismo en la que desaparecieron los dioses
privados y se allanó el camino para la llegada del cristianismo.
La evolución de la sociedad humana vino dada, pues, por la unión de
grupos pequeños que mantenían su individualidad al ir fundiéndose en otros más
grandes. Fustel no ahondó en lo que Maine denominó como paso del estatus al
contrato, a pesar de considerar también que el individualismo creció a expensas de
la solidaridad familiar. La familia, a sus ojos, no era de por sí el elemento
fundamental en el hilo de la evolución de los grupos humanos. Este papel
correspondía, antes bien, a la religión de la que la gens dependía, y si ésta
permaneció imperturbable en la línea evolutiva trazada desde su origen hasta el
surgimiento de la ciudad, fue debido a la desaparición del culto a los antepasados
como se llegó al triunfo del individualismo.

3.4. La humanidad promiscua

La mayor parte de los antropólogos evolucionistas del siglo XIX, en


especial los que contemplaban la existencia de la filiación matrilineal como la
primera en el desarrollo de la civilización, consideraban que el origen del hombre
había estado dominado por la promiscuidad sexual, especulada en realidad más que

141
La ciudad se diferencia de la urbe, ésta es el lugar de reunión, el domicilio y santuario de la
ciudad.

- 74 -
por pruebas etnológicas por la visión evolucionista de una línea de progreso que,
rematada en la monogamia, tenía que haberse iniciado lógicamente a partir de la
situación inversa.

La etapa promiscua imaginada por el abogado suizo Johann Jakob


Bachofen 142 en su obra El Matriarcado, publicada en 1861, recibe el nombre de
hetairismo. En ella, “abandonada [la mujer] sin protección a los abusos del hombre
y (…) mortalmente cansada por el deseo de aquél, experimenta el anhelo de unas
condiciones ordenadas y una civilización más pura, a cuya presión el hombre no se
somete de buen grado, obstinado en la consciencia de su superior fuerza física” 143 .
El hetairismo no era producto meramente de la lujuria sin control, sino que venía
determinado en parte por la propia condición femenina, dotada por la naturaleza
para ser disfrutada por más de un hombre: la exclusividad ofendería a las leyes de
la materia. De aquí extraía el autor la explicación de la prostitución ceremonial
periódica: la mujer debía cumplir de algún modo con una ocupación que había sido
natural en épocas anteriores. Paulatinamente, la entrega a cualquier hombre fue
reduciéndose a la entrega a personas específicas, hasta llegar a crearse una
categoría específica que absolvió al matronazgo de tal obligación, “siendo
especialmente significativo para la mejora de las circunstancias sociales” 144 . La
etapa hetáirica, en cualquier caso, se correspondería a la completa naturalidad de la
vida palustre. Tanto este nivel como su sucesor, el ginecocrático, descansarían
sobre el principio del cuerpo maternal, pero donde el nivel superior se asociaba a la
agricultura, a la espiga y al trigo, el nivel inferior lo hacía a la vegetación salvaje de
la Madre Tierra.

En el origen, McLennan vislumbró en Primitive Marriage, publicada en


1865, grupos primitivos independientes, hordas entre las que reinaba un estado
constante de hostilidad en el que se consideraba a cualquier extraño como enemigo.
Dadas las condiciones penosas de supervivencia en las que se luchaba por el
alimento y la seguridad, las hembras, más débiles que los machos e incapaces para

142
Johann Jakob Bachofen (1815-1887). Estudió Derecho y Ciencias de la Antigüedad en Berlín.
Fue juez y profesor de Derecho Romano en Basilea la mayor parte de su vida.
143
BACHOFEN. El matriarcado. Una investigación sobre la ginecocracia en el mundo antiguo
según su naturaleza religiosa y jurídica. Akal. Madrid, 1992 (1861), p. 49.
144
Ibid., P. 51.

- 75 -
la caza, eras vistas como una carga y, por lo tanto, sacrificadas en su mayoría. Esta
práctica infanticida, que existía todavía entre algunos pueblos coetáneos al autor, se
explicaba, pues, racionalmente. La escasez de mujeres que llegaban a la edad de
procrear implicaría la existencia de promiscuidad sexual, dado que de no existir
ésta las luchas internas habrían sido constantes. Así, estos grupos compartirían sus
mujeres como si se tratasen de otro bien cualquiera. Los niños pertenecerían
también a la horda, “y es probable que antes del ascenso del parentesco, todos los
grupos humanos siguiesen este modelo” 145 .

Lubbock hablaba de la inexistencia del matrimonio tal como lo entendía en


su contexto occidental, incluida la ausencia del sentimiento amoroso. Para
respaldar su idea llevó a cabo una enumeración de ejemplos de la supuesta
institución matrimonial y sus ceremonias tomados descontextualizadamente de
autores diversos que iban desde antropólogos hasta meros viajeros, pasando por
fuentes clásicas. Afirmó que: “hay pruebas numerosas de que las razas inferiores
viven o han vivido en el estado de lo que podría llamarse «matrimonio
comunal»” 146 . A continuación, procedió a la acumulación de ejemplos típica de su
obra. Entre otros, habló de Grecia hasta la época de Cécrope, de los masagetas y de
la tribu etíope de los aures mentados en Herodoto, que no conocían el matrimonio,
de los indígenas de la Isla Carlota -observados por un tal Mr. Poole-, cuyas mujeres
parecían considerar a casi todos los hombres de su propia tribu como maridos, de
las tribus australianas -tomando como fuente las leyendas autóctonas- y de los
habitantes de las islas Sándwich, clasificados por Morgan en el sistema hawaiano.
De la admisión de que “la comunidad de mujeres, según indican las páginas
anteriores, existe o ha existido en tantas razas de un grado inferior de civilización
[se deduce que] representa la primitiva y más temprana condición social del
hombre” 147 . En ella, sin embargo, habrían aparecido ya las primeras tendencias
hacia la posesión individual de las mujeres entre jóvenes guerreros que hubiesen
hecho cautivas en la guerra sobre las que el resto del grupo no tenía derechos. Los
hijos, de momento, pertenecían a la tribu.

145
MCLENNAN, John Ferguson. Primitive Marriage. University of Chicago Press. Chicago, 1970,
p. 69.
146
LUBBOCK. Los orígenes… Op. cit., p. 84.
147
Ibid., p. 92.

- 76 -
McLennan criticó el concepto de Lubbock de matrimonio comunal,
incidiendo en la inconsistencia de su uso tanto para indicar la inexistencia de
matrimonio como el matrimonio de todos los hombres con todas las mujeres. En el
segundo de los casos se hablaría de derechos comunales de los esposos sobre las
mujeres, cuando en el estado de hetairismo -adoptando el vocablo bachofeniano-
no se admitía ningún tipo de derecho en materia de sexo. La contradicción
principal de Lubbock estaría en afirmar que la tribu no tenía derechos sobre la
cautiva de guerra, pero que la apropiación debía ser expiada porque se estaba
infringiendo el derecho del grupo originario de la mujer. McLennan refutó los
ejemplos aducidos por el prehistoriador inglés tanto de la existencia del comunismo
con las mujeres como de la necesidad de esta compensación afirmando que
ninguno de ellos era una prueba clara de las teorías de lord Avebury 148 . También
atacó la afirmación de que la posesión de una mujer por un solo hombre se iniciase
con su captura individual, pues ésta se llevaba a cabo usualmente de forma grupal.
El escocés, echando por tierra el esquema de Lubbock, pretendía en realidad
hacer caer todo aquello que afectaba negativamente al suyo: “sus explicaciones del
origen de la exogamia, la práctica de la captura, el infanticidio femenino, y todas
las costumbres conectadas con estas” 149 .

De la letra de Spencer también hubo una crítica a la visión de Lubbock,


tanto al concepto de matrimonio comunal, que consideraba inadecuado, como a la
ausencia total del concepto de propiedad en el salvaje. En el primer caso, Spencer
afirmaba que el matrimonio comunal se hubiese inscrito como parte de unas leyes
sociales inexistentes en el estado social inicial de la humanidad. En el segundo, el
autor se basaba en cuestiones como la posesión individual por parte de los salvajes
contemporáneos de armas, instrumentos de trabajo o vestimenta, extrapolando este
«impulso monopolizador» al hombre primitivo. Precisamente en relación a la
propiedad privada tejió la hipótesis que lo particulariza en este apartado respecto al
grueso de las opiniones de sus coetáneos, pues Spencer no consideraba que la
promiscuidad hubiese sido algo genérico en los albores de la historia humana. De
hecho, de la posesión individual de la mujer consideraba que debíamos “inferir
que, aún en los tiempos prehistóricos, la promiscuidad estuviese refrenada por las

148
MCLENNAN. Studies… Op. cit., pp. 430-443.
149
Ibid., p. 449.

- 77 -
uniones individuales establecidas en el afecto y mantenidas con la fuerza frente a
otros hombres” 150 . Existió, efectivamente, en algún momento previo al desarrollo
de la matrilinealidad, que se derivó de ella dada la imposibilidad de establecer la
paternidad en el contexto de este tipo de relaciones sexuales.

También Morgan creía en una etapa promiscua, que hemos visto ya en


relación al sistema hawaiano. En Ancient Society, publicada en 1881, volvió a
incidir en ella siguiendo sus argumentaciones características sobre la evolución
desde las etapas inferiores a otras superiores. Su familia consanguínea, primera
forma organizada de la sociedad, tenía que ser precedida, por lógica, por una
situación anterior, siendo la más plausible -por no decir la única posible- la de la
promiscuidad sexual.

La Historia del matrimonio humano de Edward Westermarck fue


publicada en 1891, lo cual le permitió dejar atrás las obras del grueso antropológico
decimonónico que defendían la existencia de la etapa de promiscuidad primitiva
seguida de la matrilineal, algo que él objetaba. Aunque logró bastante repercusión
en su momento, pues parecía terminar con el debate sobre la incómoda cuestión de
la sexualidad promiscua humana, tan reñida con la visión idónea de la
monogamia 151 , fue criticado posteriormente por su uso descontextualizado y laxo
de las fuentes antropológicas. No obstante, de él dijo Lowie que su interés primario
“no es la cultura; se trata de un filósofo que utiliza los fenómenos culturales para
ilustrar sus ideas (…). El lector tiene la impresión desconcertante de que no hay
nada que le interese menos que comprender las tribus primitivas en la manera como
lo haría un historiador de la cultura” 152 .

150
Spencer, Herbert. Instituciones domésticas. Sopena, Barcelona. Sin año de edición, p. 57.
151
La incomodidad no escapaba tampoco a los ojos de los evolucionistas que habían defendido pese
a todo dicha etapa. Bachofen, por ejemplo, reflexionaba: “La exclusividad de la relación
matrimonial parece tan estrecha y necesariamente emparentada con la nobleza de la naturaleza
humana que es considerada por la mayoría como la situación originaria, y la afirmación de una
relación ente los sexos más baja y desordenada es enviada al reino de los sueños, al considerarla un
extravío de inútiles especulaciones sobre los comienzos de la existencia humana. ¿Quién no se
uniría de buen grado a esta expresión y evitaría a nuestra raza el doloroso recuerdo de una infancia
tan indigna? Pero el testimonio de la Historia prohíbe prestar oídos a las insinuaciones de la
soberbia y el egoísmo, y poner en duda el extraordinariamente lento progreso de la Humanidad
hacia la civilización matrimonial”. BACHOFEN. El matriarcado. Op. cit., p. 49.
152
LOWIE, R. H. Historia… Op. cit., p. 122.

- 78 -
Partiendo de la inexistencia en su época de pueblos que mostrasen un estado
de promiscuidad sexual y de la desacreditación de diversas fuentes que hablaban de
él 153 , atacaba esta tesis sirviéndose del planteamiento de que en los pueblos
coetáneos se constatase como resquicio de aquél la libertad sexual previa al
matrimonio. El autor afirmaba que: “en ningún caso puede este hecho señalarse
como residuo de una promiscuidad primitiva, bien porque no representa la
existencia definitiva de tal hábito o por ser costumbre de reciente implantación. La
libertad prenupcial no implica el que la mujer soltera cambie de continuo de
amante ni que el hombre no casado haga objeto de sus atenciones a mujeres
diversas, ni tampoco el que puedan hacerlo impunemente” 154 . Podía tratarse,
también, de un modo de ensayo previo a la unión matrimonial, exigido en muchos
pueblos cuyos datos no especificó, si bien generalizó que entre los no civilizados el
hecho de que se obligase al hombre a casarse con la joven embarazada o a pagar
una multa era indicativo de que se conocía la identidad paterna y de que, por lo
tanto, no se trataba de promiscuidad. Westermarck consideraba también que el
nivel de la castidad prenupcial de una tribu no era proporcional al grado de cultura,
topándose con que en las más inferiores merecía más respeto que entre otras más
civilizadas: “esto parece lógico siendo el matrimonio la relación normal y natural
entre los dos sexos de la gran familia humana” 155 .
En relación a las afirmaciones de Lubbock sobre el matrimonio comunal, el
autor trató de desmontar la teoría de la existencia de ciertas costumbres que se
empleaban como prueba de estadios previos, centrándose en el caso del ius primae
noctis. Donde lord Avebury decía que la posesión exclusiva de una mujer sólo
podía adquirirse legalmente por el reconocimiento temporal de los derechos
comunales preexistentes, Westermarck hablaba del miedo supersticioso a la sangre
por la pérdida de la virginidad y la necesidad de que el acto lo llevase a cabo una
persona de autoridad preparada para ello. En el caso de la costumbre de ofrecer la
mujer propia al huésped, la consideró mera herencia de una ley de hospitalidad. En
cuanto a la relación entre promiscuidad y sucesión matrilineal, el autor negó que
existiese una correspondencia exacta entre ese tipo de filiación y el

153
Westermarck acusaba a diferentes autores que trataban de la promiscuidad sexual de confusión
de ésta con otros fenómenos como el relajamiento sexual o la frecuencia de la separación;
asimismo, también afirmaba que muchos de los informes que presentaban tal fenómeno eran
ambiguos y que las fuentes clásicas lo mentaban sin fundamento.
154
WESTERMARCK. Historia... Op. cit., p. 15.
155
Ibid., p. 17.

- 79 -
desconocimiento de la paternidad; existían sociedades de derecho materno en las
que se conocía perfectamente la paternidad del bebé, así como sociedades de
derecho paterno en las que no se tenía tal seguridad o incluso en las que el padre
legal no era el biológico.
A todo esto se sumaban los celos, característica preponderante en los
machos humanos en las épocas más remotas, interpretados por Westermarck como
la ira provocada por la pérdida o el temor a perder una posesión objeto del afán
sexual. Ello, sin duda, sería un obstáculo evidente a la existencia de la
promiscuidad.
La conclusión, en cualquier caso, era que: “puede asegurarse sin temor a
errores que no hay ni una sola costumbre de las que se alegan como reliquia o
vestigio de una cohabitación promiscua entre los dos sexos o del antedicho
matrimonio comunal que haga suponer la existencia de tal estado en otros tiempos.
Los hechos que se aducen en apoyo de esa hipotética promiscuidad no autorizan a
presumir que tal estado fuese la forma prevaleciente de las relaciones sexuales en
pueblo alguno, y mucho menos que hayan constituido un estado general dentro del
desarrollo social del hombre ni que haya sido el punto de partida de toda la historia
de la humanidad. En rigor, la hipótesis de la promiscuidad no sólo carece de base
en cuanto a hechos concretos, sino que se opone a las suposiciones más probables
que nos es dado colegir acerca de las condiciones primitivas en que se desarrollaba
la vida del hombre” 156 . Es decir, la del macho dominante protector de la mujer y
los hijos.

3.5. El sexo en el poder: patriarcado o matriarcado

Lo contrario a la corriente de opinión común respecto a los orígenes de la


humanidad entre los antropólogos evolucionistas del siglo XIX era, dado al
androcentrismo destacado de la sociedad decimonónica, el patriarcado. A él se
aferró, sin embargo, Henry Maine, que afirmó contundentemente que: “el
resultado de las pruebas que presenta la jurisprudencia comparada es que la
condición primitiva de la especie humana fue lo que se llama el estado

156
WESTERMARCK. Historia... Op. cit., p. 24.

- 80 -
patriarcal” 157 . El punto de partida de esta afirmación no dejaba de ser un tanto
ingenuo, creyendo como creía que la historia bíblica de los patriarcas hebreos podía
tomarse como fuente histórica fidedigna y que si ningún estudioso de los
fenómenos sociales había llegado antes a las mismas conclusiones había sido por
hallarse bajo los efectos de prejuicios religiosos y antisemitas. Maine resaltó los
datos significativos de estos textos: “el pariente varón de más edad, el ascendiente
de mayor edad, era dueño absoluto en su casa; tenía el poder de vida y muerte
sobre sus hijos y su familia, al mismo tiempo que sobre sus esclavos, y en realidad,
las relaciones de padre e hijo y de señor y esclavo, no diferían apenas en otra cosa
que en la capacidad del hijo para llegar a jefe de la familia” 158 . De ello se extraen
los primeros rasgos de la patria potestas: poder absoluto del padre sobre la vida y
bienes de su esposa, hijos y siervos 159 , que también encontró en los versos de
Homero, si bien en Grecia la autoridad del padre quedaba limitada, al contrario que
en Roma, a la minoría de los hijos. Precisamente Maine se basó para sus tesis en el
derecho romano, que había mantenido estas características, como tipo de la
autoridad del padre en los tiempos primitivos, conservando la institución desde las
épocas remotas 160 .
El abogado consideró el parentesco en el ámbito de la jurisprudencia
romana como dependiente de la patria potestas y limitado por ella, siendo
representativo de los tiempos más antiguos el parentesco por agnación -línea
exclusiva de varones- frente al parentesco de cognación y teniendo en cuenta que:
“la base de la agnación no es el matrimonio del padre y la madre; es el poder del
padre. Son, pues, parientes por agnación todos los que están bajo la misma patria
potestad 161 , o que han estado o que podrían estarlo si su antepasado hubiese vivido

157
MAINE. El derecho… Op. cit., p. 87.
158
Ibid., p. 88.
159
Los derechos del padre eran de vida y muerte, de castigos corporales, de modificar la condición
personal, de casar o divorciar, de hacer pasar a otra familia a través de la adopción. Pero también
deber moral -Maine prefería el vocablo mental, pues consideraba que moral pertenecía a un
desarrollo mental más avanzado- de mantener a sus dependientes y de responsabilizarse de sus
delitos.
160
La única excepción en la que el padre podía perder sus derechos sobre los hijos se hallaba en el
ámbito del ius publicum en circunstancias en las que el hijo podía ser aprovechado para cargos
públicos y militares, pues en tal caso quedaba libre del progenitor.
161
Teniendo presente que: “en tanto que la familia permaneció (…) gobernada por sus instituciones,
de las que era origen el padre, la limitación del parentesco a los agnados fue necesaria garantía
frente a los conflictos del derecho en el foro doméstico”, pues de haberse aceptado el parentesco por
línea femenina habrían entrado en conflicto dos patrias potestades. MAINE. El derecho… Op. cit.,
p. 105. Fustel de Coulanges coincidía en cierta medida con estas opiniones: consideraba parientes a
“aquellos que tenían los mismos dioses, el mismo hogar y la misma comida fúnebre”, o lo que es lo

- 81 -
lo bastante para ejercer su poder: de manera que, desde el punto de vista primitivo,
el parentesco está limitado por la patria potestad. Donde ésta comienza, comienza
el parentesco; y por esto los hijos adoptivos son parientes. Donde aquélla acaba, el
parentesco acaba; y, por lo tanto, un hijo emancipado por su padre pierde los
derechos de agnación” 162 . Los descendientes de las mujeres no eran parientes del
padre ni de los hermanos varones de ellas, sino de los agnados de sus maridos; ni
tampoco eran parientes entre sí los hermanos uterinos de distinto padre, pero sí los
de idéntico progenitor y diferentes madres. Las mujeres, que eran agnadas pero no
transmitían la condición, se mantenían ligadas a la familia paterna, ya fuese a su
padre, ya a otro pariente varón, a través de la tutela perpetua, que no era más que
una prolongación artificial de la patria potestas. Incluso a través del matrimonio en
las épocas más arcaicas el esposo adquiría los derechos sobre la mujer en calidad
de padre y, en etapas más avanzadas, la unión pasó a ser un depósito temporal de la
esposa por parte de su familia.
La patria potestas, a ojos de Maine, era la que había dado lugar a todo el
derecho relativo a las personas. El parentesco patrilineal, como veíamos, continuó
vigente como principio básico de organización social hasta muy avanzada en la
legislación la primacía del individuo sobre el grupo familiar.
El principal detractor de Maine fue, cómo no, McLennan, quien realizó su
primera crítica a la idea central de Ancient Law ya en 1865. Desdeñaba aquí que el
jurista inglés fuese incapaz de concebir un principio más primitivo que el del
patriarcado y como lazos sanguíneos sólo los de la agnación derivada de la patria
potestas. Atribuía tal error al hecho de que hubiese prestado atención
fundamentalmente a sistemas legales de razas que estaban muy alejadas de sus

mismo, a los miembros de una misma familia. Pero donde Maine primó la patria potestas, Fustel
afirmaba que “era, desde luego, la religión doméstica la que establecía el parentesco (…). El
principio del parentesco no radicaba en el acto material del nacimiento sino en el culto”. El derecho
de ofrecer los sacrificios se transmitía de varón a varón, “dos hombres no podían ser agnados a
menos que tuviesen antepasados comunes por línea masculina. La regla para la agnación era la
misma que para el culto; entre ambas existía manifiesta relación, la agnación no era otra cosa que el
parentesco tal como la religión lo había establecido en sus orígenes”. FUSTEL DE COULANGES.
La ciudad… Op. cit., Pp. 79-80.
162
MAINE. El derecho… Op. cit., p. 104. En 1875 volvió a insistir en los caracteres de la familia
patriarcal: “Este grupo comprende seres animados y seres inanimados: esposa, hijos, esclavos,
tierras y bienes muebles, ligados conjuntamente a la autoridad despótica del varón de más edad
perteneciente a la línea primogénita de los descendientes. La fuerza que mantuvo la homogeneidad
del grupo es el poder. Un hijo adoptado por la familia patriarcal le pertenece lo mismo que un hijo
nacido en su seno; y un hijo que se separa de ella es igualmente repudiado por ella. Todos los
grupos más considerables de que se componen las sociedades primitivas en que la familia patriarcal
entra como elemento, no son más que sus múltiplos, y más o menos, están calculados de hecho en
este modelo”. MAINE. Las instituciones… Op. cit., pp. 280-281.

- 82 -
etapas de evolución más tempranas, cuando existían otras en las que claramente
podían observarse como conectores del parentesco únicamente los lazos maternos.
El principal embate vino dado en The Patriarchal Theory, de publicación
póstuma -1885- y completado por su hermano Donald. McLennan partía de la
imposibilidad de la teoría patriarcal para explicar los hechos conectados con el
crecimiento de las sociedades y de la insuficiencia de las ficciones legales para
basar la propia hipótesis, que Maine situaba en el origen de la humanidad obviando
la existencia de sociedades de parentesco matrilineal. Los conceptos con cuya
crítica más se detuvo fueron los de agnación y patria potestas, empezando por la
negación de todos aquellos ejemplos que habían sido expuestos como
representativos de la presencia de la patria potestas: hebreos, hindúes, eslavos e
irlandeses; en todos ellos había sobradas pruebas de una importancia de las mujeres
o de los derechos de los hijos que negaba el poder despótico característico del
patriarcado. Ante el hecho de que la agnación -que era considerada por el abogado
británico como definitoria del parentesco, con presencia generalizada en la
evolución humana y posibilidad de presencia independiente de la patria potestas-
fuese afirmada derivada de ésta 163 , McLennan disentía: “La patria potestas no
podría haber originado la agnación, o haber sido su fundación, a no ser que la gente
se hubiese casado sistemáticamente fuera del círculo de sus parientes reconocidos –
por eso este sistema de matrimonio, que no es otro que el de la exogamia, apareció,
en su propio estado, como el determinante real de la agnación” 164 ; es decir, la
agnación podía explicarse fácilmente a través de la descendencia por línea paterna
y por la exogamia. Además, la estructura de la descendencia matrilineal era la
misma que la de la descendencia patrilineal, y ello no significaba que la primera
estuviese asociada con una potestas matriarcal. Ambos fenómenos, en cualquier
caso, se hallaban juntos únicamente en el caso romano, lo cual les negaba el valor
universal que pretendía darles Maine -sobre todo a la agnación, constatada en muy
pocos pueblos-.
En última instancia, en la discusión entre ambos autores la controversia no
radicaba de forma especial en esta cuestión; de fondo se hallaba el tema de si el

163
En la patria potestas se expresaba también el principio de identidad del linaje, pues era como un
molde que conservaba sus marcas cuando éstas dejaban de existir: los antepasados vivían a través
de sus descendientes.
164
MCLENNAN. The Patriarchal… Op. cit., p. 259.

- 83 -
origen de la sociedad se había producido con la familia, tal como defendía el
inglés, o bien con los grupos de estirpe totémicos, como afirmaba McLennan.

La idea del patriarcado como forma de agrupamiento original humana fue


defendida también por Westermarck 165 . Su opinión era la de que desde el inicio
de los tiempos “era costumbre el que un hombre y una mujer (o varias mujeres)
vivieran juntos, mantuvieran relaciones sexuales y criaran su prole conjuntamente;
siendo el varón protector y mantenedor de la familia, y la mujer compañera de él y
guardadora de los hijos” 166 . Su negación de la etapa promiscua original del
hombre, en consonancia con estas ideas, iba unida al rechazo de la idea de que el
principio de la ascendencia patrilineal hubiese sido precedido siempre por sistemas
matrilineales, llegando a poner en duda que en éstos los tíos maternos o los
parientes de la madre ejerciesen sobre los hijos más autoridad que el padre 167 y
respaldando su opinión aduciendo lo que consideraba el hecho de que en todas
aquellas tribus de raza inferior que subsistían por la caza y la recolección la unidad
social indiscutible era la familia encabezada por el padre. La procreación de pocos
hijos, la prolongación de la infancia y la necesidad de búsqueda de alimentos eran
los factores sobre los que se basaba para hablar de esta formación, partiendo de que
el hallazgo de estas características entre los animales más semejantes al hombre
hacía lógico pensar que, como ellos, la pareja antropoide hubiese poseído el mismo
tipo de unión, pero insistiendo en que: “mi suposición acerca de la existencia de la
familia constituida por los padres y sus hijos entre los hombres primitivos se basa
sobre hechos y factores de esta índole y no sobre meras observaciones de los
hábitos y costumbres del gorila y el chimpancé” 168 . No consideraba necesario tratar
de instituciones, pues bastaba con los hábitos: el instinto del macho que le inducía a
permanecer junto a la hembra, basado quizás en una tendencia afectiva hacia la
persona que había sido causa de placer, se convertía en costumbre. Igualmente, los
cuidados de la prole procedían del instinto, algo indiscutible, “pues el sentimiento

165
Westermarck no concibe el patriarcado en el mismo sentido que Maine, está menos interesado
por la autoridad en la que considera la primera etapa del desarrollo humano -se retrotrae mucho más
allá en el tiempo que Maine- que por el tipo de unión. El padre, en cualquier caso, es la cabeza de
familia y su protector.
166
WESTERMARCK. Historia… Op. cit., p. 9.
167
Sobre la matrilinealidad en los iroqueses, por ejemplo, menciona que: “un investigador anterior
[a Morgan] asegura que la madre dirige y gobierna todo aquello que se relaciona con los hijos, pero
la autoridad del padre en la casa es suprema”. Ibid., p. 29.
168
WESTERMARCK. Historia… Op. cit., p. 35.

- 84 -
paternal prevalece entre los salvajes con la misma intensidad que entre los hombre
civilizados” 169 .

A pesar del peso que llegaron a tener las ideas de Westermarck, no tuvo la
última palabra en relación a este tema. En 1896 Tylor volvió una vez más a la
cuestión en su artículo “The Matriarchal Family System”; aunque se trata
básicamente de una compilación de las opiniones que ya había expresado años
atrás respecto a la primacía en el tiempo del sistema matriarcal sobre el patriarcal,
que veremos en su apartado correspondiente, es interesante señalarlo aquí por su
cronología tardía. Si bien se cubrió las espaldas negando un posicionamiento
rotundo: “No hay niguna prueba de que en ningún período el sistema materno
mantuviese la posesión exclusiva de la raza humana” 170 , afirmó también: “pero la
fuerza con la que mantiene su terreno puede ser medida por haber abarcado el
globo en el espacio desde la remota antigüedad” 171 .

La cuestión del matriarcado es más compleja que la anterior, ya de entrada


por la posible confusión con la matrilinealidad o incluso la matrilocalidad, algo
derivado de la tendencia a equiparar el término con el de patriarcado y
considerarlos antitéticos. Que una sociedad reúna uno o ambos de los caracteres
anteriores no implica que sea matriarcal en el sentido de dominio del poder político
por parte de la mujer. De hecho, con características de este tipo no se conoce
ninguna sociedad actual ni remota. Pese a considerarse por los evolucionistas
decimonónicos como la situación universal en los albores de la humanidad tras el
paso por una situación primigenia de promiscuidad, será necesario tener muy
presente a la hora de abordar la obra de estos autores los límites entre matriarcado y
matrilinealidad, pues sólo Bachofen considerará esta situación en sus plenas
consecuencias como etapa de dominio femenino sobre el hombre en todas las
esferas.

El libro clásico sobre el matriarcado, obra de Bachofen, se publicó,


curiosamente, el mismo año que Ancient Law. En su esquema de etapas evolutivas,

169
WESTERMARCK. Historia… Op. cit., p. 35.
170
TYLOR. “The Matriarchal Family System”. En The Collected Works of Edward Burnett Tylor.
Volume VI. Journal Articles. 1863-1900. Routledge. London, 1994, p. 94.
171
Ibid., p. 94.

- 85 -
calificado por Harris como uno de los más descabellados desde el punto de vista de
la causalidad, la matriarcal ocupa el segundo lugar de una línea de tres, “no
pertenece a ningún pueblo determinado, sino a un estadio cultural, que, por lo
tanto, y como consecuencia de la semejanza y carácter normativo de la naturaleza
humana, no puede depender de ser restringido por una identificación con algún
pueblo en concreto” 172 . Sus argumentos -místicos, simbólicos y románticos- beben
exclusivamente de la mitología clásica, apoyándose sólo en contadas ocasiones en
datos etnográficos modernos, pues partió del supuesto de que en los mitos se
hallaba un nivel cultural reprimido que permitía acceder a los principios previos de
los pueblos que los crearon 173 . En su análisis encontró el sistema en el que supuso
se basaban las más antiguas civilizaciones: lo femenino (lado izquierdo, noche,
luna, tierra, muerte, luto, materia, sentimiento y religiosidad) frente a lo masculino
(lado derecho, día, sol, mar y cielo, vida, alegría, espíritu, racionalidad).
Bachofen partió de que el derecho de familia en épocas conocidas de la
Antigüedad era consecuencia de niveles de cultura precedentes, en posesión de
ideas y condiciones totalmente distintas. Del patriarcado, pues, se deducía lo
contrario: el matriarcado; del mismo modo que éste habría exigido una ley anterior
opuesta, que en este caso habría sido la promiscuidad total. La religión era vista
como el motor que movía la civilización, pero era una religión totalmente diferente
a la surgida por el culto a los muertos que veíamos en Fustel de Coulanges, a pesar
de que, como éste, Bachofen opinaba que todos los aspectos de la sociedad y las
instituciones debían contemplarse interrelacionados entre sí y con la religión;
precisamente la ligazón de las mujeres con ella mediante la tendencia de su espíritu
a lo sobrenatural y lo divino y su carácter de madres, vinculadas a lo ctónico, a lo
misterioso, a la naturaleza, las habría capacitado para obtener las riendas del poder
por encima del sexo más fuerte durante el período ginecocrático de la humanidad:
“la mujer opone a la superior fuerza física del hombre el poderoso influjo de su
consagración religiosa, al principio de la fuerza el de la paz, a la hostilidad
sangrienta la reconciliación, al odio el amor, y sabe entonces conducir la existencia
salvaje no atada por ninguna ley por primera vez por el camino de aquella
civilización más suave y amistosa, en cuyo punto central ella reina como la

172
BACHOFEN, J. J. El matriarcado. Op. cit., pp. 28-29.
173
Sobre su concepción del mito y ésta dentro de su contexto, véase LLINARES GARCÍA, María
del Mar. “Introducción”, en: BACHOFEN, Johan Jakob. El matriarcado… Op. cit., pp. 6 y ss.

- 86 -
portadora de los principios más elevados, como la manifestación del mandamiento
divino. En esto radica el poder fascinador de la apariencia femenina que desarma
las más salvajes pasiones, separa las filas de combatientes, asegura la inviolabilidad
para las sentencias de la mujer, y en todas las cosas otorga a sus deseos la autoridad
de una ley superior” 174 . La ginecocracia religiosa, ligada a los misterios, sirvió
como base a la ginecocracia civil, al derecho materno, a las formas de vida
ciudadanas. La mujer, a la que se debió la primera educación religiosa -para la cual
estaba capacitada allí donde el hombre era incapaz-, considerada ésta por Bachofen
como el bien superior, fue la responsable, pues, de la primera elevación de la
civilización por encima de la barbarie previa. Así, “la ginecocracia demetríaca
ordenada ocupa un lugar intermedio en el que se representa como punto de tránsito
de la Humanidad desde el nivel más profundo de la existencia al más alto. Con el
primero, ella comparte el punto de vista materno-material, y con el segundo, la
exclusividad del matrimonio: lo que la diferencia de ambos es allí la regulación
demetríaca de la maternidad, mediante la cual se eleva por encima de la ley del
hetairismo, y aquí la preferencia concedida al vientre reproductor, en la que ella,
como forma profunda de vida, se manifiesta en contra del sistema patriarcal” 175 .
Sin embargo, no fue la ginecocracia pacífica la primera en dejar de lado la etapa
del hetairismo. Este papel correspondió, antes bien, al amazonismo, al que
Bachofen dio total credibilidad y nivel de fenómeno general derivado de
circunstancias de la existencia humana y para el cual buscó ejemplos, además de en
Grecia, en el Tíbet, la India y África. Aunque supuso una degeneración, fue
también un avance, pues sustituyó la brutalidad sexual por el derecho del
matriarcado. Con el tiempo, las amazonas iniciaron la construcción de poblados y
el cultivo de la agricultura, lo cual implica que la etapa humana que va del
nomadismo al establecimiento doméstico sea otra deuda con la mujer 176 . Fue
entonces cuando se inició el declive del matriarcado, que fue perdiendo terreno
bien en el ámbito doméstico, bien en el político, pues: “en la fijación de la vida el

174
LLINARES GARCÍA, María del Mar. “Introducción” Op. cit., p. 42.
175
Ibid., pp. 48-49.
176
Aunque no especifica cuáles, Bachofen afirma que: “la observación de pueblos actuales ha
dejado fuera de duda el hecho de que la sociedad humana se mueve por el esfuerzo de las mujeres
por la agricultura, que el hombre rechazó por mucho tiempo”. BACHOFEN. El matriarcado. Op.
cit., p. 60.

- 87 -
sexo femenino culmina su destino natural” 177 , que en la mente decimonónica era,
no lo olvidemos, el hogar y los hijos en supeditación al hombre.
La relación madre-hijo sobre la que descansaba la ginecocracia no dejaba de
ser imperfecta dada su materialidad, ya que la existencia humana debía ir más allá
de lo físico para poder acceder a otro nivel más elevado. Por ello, el hombre buscó
un nuevo principio. Primero intentó fingir la maternidad a través de la covada 178 ,
luego halló la preponderancia de la potencia engendradora: “sobre la existencia
corporal se alza la espiritual, y la conexión con los círculos más profundos de la
creación se limita ahora a aquélla. La maternidad pertenece al lado corporal del
hombre, y sólo éste retiene de aquí en adelante la conexión con los demás seres: el
principio paterno-espiritual le pertenece por sí solo” 179 .

3.6. El matrimonio por captura y el origen de la exogamia

La principal obra de McLennan, Primitive Marriage, se publicó en 1865 y


fue reeditada junto con otros textos en 1876 bajo el título de Studies in Ancient
History, si bien anteriormente llevó a cabo otras puntualizaciones que, en cuaquier
caso, no afectaron a la tesis general de modo definitivo.
El eje central en torno al que se articula toda su elaboración teórica es el del
matrimonio por rapto o captura; de él surgirán los conceptos de endogamia y
exogamia. En su origen, lo hemos visto ya, el infanticidio femenino y la
consecuente escasez de mujeres. La lucha por los alimentos y las necesidades de
supervivencia habrían llevado al hombre primitivo al asesinato de las niñas, más
débiles que los niños, lo cual habría desembocado en una escasez de mujeres
dentro del grupo propio y en la necesidad de compartir las pocas que quedaban o
las que se podían obtener a través del secuestro de las de otras tribus, algo que se
llevó a la práctica con tanta asiduidad que se convirtió en costumbre, llegando con
el tiempo a verse de forma negativa el tomar esposa dentro del grupo de

177
BACHOFEN. El matriarcado. Op. cit., p. 60.
178
Durante el parto, el hombre finge tener los mismos dolores que la mujer y exige la misma
atención que ésta.
179
BACHOFEN. El matriarcado. Op. cit., pp. 62-63.

- 88 -
pertenencia y a convertirse la exogamia 180 en norma común. Compartir esposa
derivó en la poliandria, que McLennan postuló como primer paso para el abandono
del original estado de promiscuidad. Éste, decía el autor, era el primer sistema de
familia del que se tenía conocimiento. En la poliandria más arcaica, de tipo nayar,
los hombres no estaban emparentados entre sí y las mujeres vivían con sus madres
o con sus hermanos, transmitiendo ellas el parentesco 181 . Así, “donde hemos
encontrado poliandria o trazas de ella, debió prevalecer en la antigüedad el sistema
de parentesco a través únicamente de las hembras” 182 . En un nivel más elaborado,
el de la poliandria de tipo tibetano, los maridos eran hermanos entre sí y la mujer
en común pasaba a vivir con ellos o con la familia de ellos, a la que pertenecía
desde entonces la descendencia, introduciéndose de este modo el parentesco por
vía masculina 183 . El levirato constituiría una supervivencia de este último sistema.
En reelaboraciones posteriores de la obra, McLennan fue añadiendo
aspectos nuevos y transformando algunos de los anteriores. Por una parte, llegó a
establecer que la filiación matrilineal era previa a la captura de las mujeres y a la
exogamia, unido esto a una elaboración sobre el totemismo y la venganza de
sangre 184 que completaría la costumbre del rapto de mujeres de otras tribus más
allá de la razón de la escasez derivada del infanticidio: las hordas primitivas se
consideraban descendientes de un antepasado animal común, las bandas que
compartían tótem no se robaban mujeres entre sí, pues el robo implicaría sin duda
el derramamiento de sangre y una necesidad de venganza entre parientes
inaceptable. Por todo esto, las tribus se habrían visto obligadas a obtener mujeres
de otros grupos y la unión con éstas se habría concebido posible únicamente con
las esposas foráneas cautivas, viéndose aquélla con una mujer de la misma
ascendencia como incestuosa.

180
Exogamia vs. endogamia, en la que se prohibía a los miembros de una familia o tribu contraer
matrimonio con los miembros de otras familias o tribus. Los actos simbólicos de secuestro
constatados con posterioridad en multitud de culturas serían vestigios de esta primera situación
exógama que, en todo caso, iba ligada indefectiblemente a ojos del autor al rapto de la novia. El
análisis de la exogamia por McLennan inició la discusión en torno al origen de la prohibición del
incesto dentro de la familia nuclear. En este aspecto suscribirían sus teorías Lubbock y Spencer
181
En Studies in Ancient History McLennan trata sobre El Matriarcado de Bachofen, negando sus
ideas sobre la etapa de poder de la mujer, pero cediéndole caballerosamente el honor del
descubrimiento de que el sistema matrilineal había precedido en los albores de la humanidad al
patrilineal.
182
MCLENNAN. Primitive… Op. cit., p. 84.
183
Sin usar los términos concretos, McLennan relaciona la ascendencia patrilineal con la residencia
patrilocal, así como la matrilinealidad con la matrilocalidad.
184
Ambos habrían funcionado como elementos cohesionadores de los grupos primitivos de linaje.

- 89 -
Al ser los grupos primitivos homogéneos, en un primer momento las
esposas capturadas se consideraban extrañas, así como también sus hijos e hijas, de
tal modo que: “Las hordas contenían hombres y mujeres jóvenes contados de
diferentes poblaciones, que podía casarse consistentemente con la exogamia” 185 , a
través de la compra o del rapto fingido. Destruida la homogeneidad de los grupos
de linaje mediante la acción conjunta de estos elementos: rapto, exogamia,
parentesco femenino; aquéllos se convirtieron en tribus locales que albergaban en
su seno gentes de diferentes linajes. Una vez desaparecida la poliandria, cuando los
hombres ya no compartían sus mujeres, fue posible llevar una cuenta exacta de la
paternidad y de la herencia de la propiedad, dejándose a un lado la filiación
matrilineal a favor de la patrilineal, de tal modo que las mujeres y hombres de un
mismo grupo pasaban a ser miembros de la misma línea de descendencia. A partir
de aquí, una tribu local podía sobresalir de las demás debido a éxitos bélicos y
entonces convertirse en casta y prohibir el matrimonio con las otras tribus
consideradas inferiores, volviéndose endógamas y esgrimiendo orgullosas la
supuesta descendencia de un antepasado común 186 .
Finalmente, McLennan elaboró también su teoría sobre el origen del
Estado, eliminando, consecuentemente con todo lo anterior, la idea de que la
familia estuviese en la base de sus orígenes y concluyendo: “El orden del desarrollo
social, en nuestra visión, es que la tribu fue primero, la gens o casa la siguiente, y
por último la familia” 187 .

185
MCLENNAN. Primitive… Op. cit., p. 93.
186
Es interesante señalar a W. Robertson Smith (1846-1894) como «discípulo» de McLennan y su
obra Kinship and Marriage in Early Arabia como la aplicación de los presupuestos téoricos del
escocés a un abanico cultural mucho más restringido. Especialista en la Biblia y en lenguas
semíticas, profesor de física y redactor de la Enciclopedia Británica, este autor extrapoló el esquema
de McLennan al estudio de los beduinos anteriores a Mahoma. Así, entre éstos vio una etapa de
promiscuidad sexual que demuestra, como buen evolucionista, por medio de survivals. Luego
aparecieron las hordas locales, grupos de estirpe matrilineales con relaciones sexuales poliándricas
(Smith acuñó el término de poliandria baal, en la cual los maridos no tenían porqué ser hermanos
entre sí, bastaba con que fuesen de la misma sangre), exógamos y totémicos (la exogamia habría
derivado del totemismo, inexorablemente ligado a la poliandria y al parentesco por vía femenina).
El matrimonio por captura, sumado a la poliandria, perfiló poco a poco la paternidad, dejando a un
lado la matrilinealidad en beneficio de la transmisión del parentesco vía paterna y dando lugar al
matrimonio monógamo. El levirato, por su parte, sería otra de las supervivencias del sistema
anterior.
187
MCLENNAN. Primitive… Op. cit., p. 111. Las gentes se habrían originado a raíz del
desmembramiento de los grupos totémicos de linaje, que se distribuyeron como gentes entre los
diferentes grupos tribales. El ascenso de la propiedad privada también habría facilitado el camino
hacia el establecimiento del estado, al ir sustituyéndose los derechos de la tribu por los individuales.

- 90 -
Como veíamos a la hora de tratar los sistemas de parentesco de Morgan,
éste fue criticado por McLennan a la ligera, a lo cual respondió a su vez el
norteamericano, molesto por ser tachada su obra entera de no científica, con una
crítica a Primitive Marriage (en su versión de Studies in Ancient History) bastante
contundente. Partiendo del comentario de que la actitud de McLennan no era más
que un ataque a unas teorías antagónicas por completo a las propias, Morgan
enumeró todo aquello defendido por el escocés que sus sistemas de consanguinidad
refutaban y contradecían: la utilidad de los términos de endogamia y exogamia; la
existencia de parentesco solamente por la mujer; la generalidad de la poliandria y la
necesidad y la difusión del matrimonio por rapto. Siguiendo estas argumentaciones,
“el examen de los fundamentos de los cargos de McLennan, descubre no sólo la
invalidez de sus críticas, sino también, la insuficiencia de las teorías sobre las
cuales aquéllas se basan” 188 . Morgan trabajará bajo tres postulados que engloban
las críticas anteriores.
En primer lugar, el de la afirmación de que ni los términos ni las teorías
empleadas en Primitive Marriage tenían valor en etnología. De entrada, su uso de
los términos endogamia y exogamia se hacía aplicado a agrupaciones sin
distinción, ya fuesen tribus, gentes u otros tipos. La exogamia, además, no era más
que una norma de la gens, siendo ésta y no aquélla el hecho primario, en contra de
lo que pensaba McLennan, quien ni siquiera había hecho referencia alguna a ella ni
había definido de forma clara conceptos como el de tribu. Podía hablarse de
exogamia, afirmaba Morgan, aplicado al grupo de gentes, que no de tribus: “si nos
basamos en sus definiciones principales, podemos afirmar sin temor a
contradecirnos, que McLennan no ha presentado en su obra un solo caso de tribu
exógama” 189 . Dados ejemplos de grupos diferentes como los yurak siberianos,
entre otros, nos encontramos ante el hecho de que existían gentes exógamas con
respecto a sí mismas pero endógamas con respecto a las demás gentes de la tribu a
la que pertenecían, de tal modo que los términos en entredicho no eran en absoluto
un binomio válido para expresar condiciones opuestas de la sociedad.
También se atacó la idea del sistema de parentesco por la línea femenina
únicamente. Los sistemas malayo, turanio y ganowaniano demostraban que tal
afirmación no era cierta, pues el parentesco por línea masculina era igualmente

188
MORGAN. La sociedad... Op. cit., p. 506.
189
Ibid., p. 511.

- 91 -
válido, llegando incluso cuando la paternidad no podía establecerse a abarcar un
mayor número de personas probables. Por otra parte, Morgan afirmó la inexistencia
de pruebas acerca de la prevalencia general de la poliandria de los nayar y de los
tibetanos: “si un promedio de tres hombres tuviese una esposa en común (…) y
esto fuese general en toda la tribu, las dos terceras partes de las mujeres núbiles
carecerían de marido. Se puede aventurar sin riesgo que semejante estado de cosas
jamás pudo haberse generalizado en las tribus de la humanidad” 190 . Ello no quería
decir que la poliandria no existiese, pues tanto ella como la poliginia aparecían en
los sistemas malayo, turanio y ganowanio, si bien con caracteres diferentes a los
atribuidos por McLennan y sin el peso que éste le daba a la primera dentro de la
evolución humana.
El segundo postulado de Morgan es el de que la hipótesis con la que
McLennan pretendía explicar el origen del sistema clasificatorio no lo lograba. La
afirmación de partida era que los fenómenos expuestos en todas las formas del
sistema de clasificación eran asignables al régimen matrimonial. El que empleaba
para explicar el origen del sistema malayo era el de la poliandria nayar, y el del
origen del sistema turanio y ganowanio era el indicado para la poliandria tibetana.
Pero carecía el autor de los sistemas de consanguinidad y afinidad de ambos
pueblos para verificar sus hipótesis: “parte, por tanto, sin ningún material de
fuentes nayar o tibetanas y con formas de régimen conyugal que jamás existieron
entre tribus y naciones que poseían el sistema de clasificación de parentesco” 191 .
Por otra parte, McLennan rechazaba los cuadros de Morgan acusándolos de meras
formas de tratamiento, considerando que habría existido en algún momento un
sistema de consanguinidad completamente independiente y que ambos habrían
crecido a la par. Y, sin embargo, utilizaba dichos cuadros precisamente como los
sistemas de consanguinidad y afinidad que negaba que eran para elaborar sus
propias hipótesis.
El abogado norteamericano concluyó que todos los reparos de su colega
hacia Systems of Consanguinity and Affinity of the Human Family carecían de
validez. En respuesta a los dos errores que, según este último, cometía el primero al
explicar el origen del sistema de clasificación (recordémoslos: “Su primera
equivocación estriba en no reparar suficientemente en la peculiaridad principal del

190
MORGAN. La sociedad... Op. cit., p. 514.
191
Ibid., p. 515.

- 92 -
sistema; su clasificación de personas vinculadas, pues no buscó el origen del
sistema en el origen de la clasificación. (…) La segunda equivocación, o más bien
error, fue el de haber sentado con tanta ligereza que el sistema era un sistema de
lazos de sangre” 192 ) Morgan respondió, ante el primero, “¿cuál es en este caso la
diferencia entre el sistema y la clasificación? Los dos significan la misma cosa, y
en manera alguna pueden ser constreñidas a significar otra. Indagar el origen de la
una es indagar el origen del otro” 193 ; y, ante el segundo: “no existe tal error desde
que las personas mencionadas en los cuadros descienden de un antepasado común,
o bien están ligadas por el matrimonio con una o varias de ellas” 194 .
Ante la diferencia de opiniones, Morgan, elegantemente, se limita a someter
la cuestión al juicio del lector.

Spencer también realizó unas cuantas críticas al esquema de McLennan.


Por una parte, llamó la atención sobre supuestas contradicciones del autor, tales
como equiparar numéricamente la cantidad de tribus exógamas y endógamas pero
afirmar la universalidad de la exogamia; hablar de la existencia de cierto
sentimiento contrario a la endogamia pero afirmar que la asimilación de la
exogamia se hace por necesidad… Más interesantes resultan matizaciones de otro
tipo. Así, ante la carestía de mujeres derivada del infanticidio femenino, Spencer
habla de una carestía masculina debida a la muerte en la guerra; si McLennan habla
de suplir esta falta por medio del robo de mujeres a otras tribus, Spencer afirma que
lo que adquirían unas lo perdían las otras, conduciendo este sistema a un círculo
viciado en el que tendría cabida la inconsistencia de la idea de criar niñas si,
supuestamente, dada la presencia de la ley de la exogamia, no sólo no servirían
para casar con ellas, sino que actuarían como foco de atracción para incursiones de
tribus vecinas. De ello, deduce el autor, “la exogamia en la forma original no pudo
nunca haber tenido carácter absoluto en las tribus que componen un grupo, pero
debió ser ley sólo para algunas de ellas” 195 , en concreto para las más tendentes a
enfrentamientos bélicos (mientras el resto permanecía endógamo), produciéndose
una cadena que llevaría del predominio en la guerra a la exogamia pasando por la
posesión de mujeres cautivas por parte de los hombres victoriosos, el prestigio de

192
McLennan citado en MORGAN. La sociedad… Op. cit., p. 318.
193
MORGAN. La sociedad… Op. cit., p. 519.
194
Ibid., p. 519.
195
SPENCER. Las instituciones… Op. cit., p. 39.

- 93 -
dicha posesión ligada a la victoria y el cada vez mayor desprestigio de desposar a
mujeres de la propia tribu. Si esta misma deducción es la que llevó a cabo
McLennan, Spencer hace constar: “Aún cuando puede ocurrir que una costumbre
se convierta en ley, esta interpretación concuerda con la de McLennan, no
admitiendo, sin embargo, como la suya, que este uso pudiese haber tenido origen
en un instinto primordial o que resultase de la escasez de mujeres ocasionada por el
infanticidio” 196 , del mismo modo que tampoco aceptaba que el matrimonio por
rapto fuese una demostración de la existencia de la exogamia, sino meramente de
que en esa tribu se practicaba, efectivamente, el rapto de mujeres. La endogamia,
en todo caso, era el mejor de los sistemas a ojos de Spencer, dada su clara
vinculación con los grupos más pacíficos, carácter imprescindible en el avance
hacia la civilización.

Lubbock dedicó la mayor parte de su obra más importante -The Origin of


Civilization and the Primitive Condition of Man, 1870- a la cuestión de la religión
entre los salvajes, mas no llegó a coordinar la secuencia creada en este campo con
la que estableció respecto a la de la evolución de la familia y el Estado. La primacía
que dio al parentesco en el estudio de este tema es clara: “nada hay quizá más
instructivo sobre la verdadera condición de los salvajes que sus ideas a propósito
del parentesco y el matrimonio; como no cabe prueba más concluyente de las
grandes ventajas de la civilización que el progreso realizado, gracias a ella, en las
relaciones de los sexos” 197 .
Lubbock conocía el esquema de Bachofen, pero rechazaba cualquier
posibilidad de etapa matriarcal en la que las mujeres hubiesen ejercido el poder
supremo aduciendo la total sumisión al hombre; en los derechos de éste, y no en los
de aquéllas, se basaba la idea del matrimonio. De hecho, la mujer era una posesión
más, lo cual a ojos del autor explicaría la costumbre del levirato -que se
relacionaría, pues, con cuestiones de propiedad, y no con la poliandria como
afirmaba McLennan- .
Con el esquema de éste se detuvo más que con el de Bachofen. Las críticas
que le hizo fueron de diverso tipo. Así, por ejemplo, el infanticidio de niños habría
sido tan habitual como el de niñas, pues “la distinción entre los sexos implica una

196
SPENCER. Las instituciones… Op. cit., pp. 42-43.
197
LUBBOCK. Los orígenes… Op. cit., p. 69.

- 94 -
suma de previsión y de prudencia que en modo alguno hay que esperar de los
salvajes” 198 , y ciertamente ni uno ni el otro habrían sido tan habituales como hacía
pensar McLennan. Lubbock quiso invertir el orden del escocés. Consideró que el
matrimonio comunal fue sustituido directamente por el individual, fundado en el
rapto, y que éste condujo primero a la exogamia y luego al infanticidio femenino.
La endogamia y la poliandria reguladas serían excepcionales y no tendrían cabida
en el proceso evolutivo general; probablemente muchos de los ejemplos
poliándricos enumerados por McLennan no se tratasen más que de casos de
matrimonio comunal. La captura de mujeres en la guerra sobre las que la tribu no
tenía derecho habría dado lugar al matrimonio individual, que poco a poco iría
imponiéndose debido al desarrollo de los afectos y a los deseos naturales de la
mujer. El rapto era el único medio que poseía un hombre de monopolizar a una
hembra en detrimento de los demás miembros varones de su tribu, de ahí que la
exogamia se derivase de esta práctica y no al contrario. Por otra parte, consideraba
que “el matrimonio era un acto por el cual se debía alguna compensación a
aquellos cuyos derechos se violaba (…). Un matrimonio particular era una
infracción de los derechos comunes, que exigía compensaciones” 199 (tal como el
ius primae noctis. La compra de la novia en etapas posteriores reflejaría también
esta circunstancia). La explicación de Morgan sobre la exogamia, que se daba
como correctivo para impedir el matrimonio entre consanguíneos, tampoco le
complacía, pues no consideraba a los salvajes capaces de tal grado de pensamiento.
Su propia interpretación fue la de la observación por parte de los salvajes de los
beneficios del cruzamiento con miembros exteriores al propio grupo (para lo cual sí
tendrían los implicados capacidad de raciocinio). En cualquier caso, es en esta
situación de matrimonio exógamo con las mujeres capturadas -se poseyese una o
varias- donde Lubbock situaba la filiación matrilineal, que atribuía a cambios
frecuentes que conllevaban que el lazo mujer-hijo fuese mucho más fuerte que el
de hombre-hijo y que explicaban los casos en los que la relación del niño con su tío
materno era mucho más importante que la que pudiese tener con su supuesto
progenitor. El paso siguiente sería el que se diese hacia la filiación patrilineal, que
ejemplificó, como Bachofen, con la Orestíada, si bien difirió por completo en las
razones del porqué del cambio: “cuando fue más respetado el matrimonio, y se

198
LUBBOCK. Los orígenes… Op. cit., p. 97.
199
Ibid., p. 116.

- 95 -
fortalecieron los sentimientos de la familia, de suyo se comprende que la costumbre
de transmitir los bienes a los hijos de la hermana suscitaría objeciones tanto en el
espíritu de los padres, que desearían naturalmente dejar por herederos a sus propios
hijos, como en el de estos últimos” 200 . El hallazgo de parentesco a través sólo de
las hembras debería verse como un resto de antigua barbarie. Por último, el hijo se
consideraría unido por lazos naturales tanto a la madre como al padre.

Volvamos al tema del totemismo y su relación con la exogamia. McLennan


fue el responsable de la creación antropológica del concepto del tótem, basándose
en la tesis de Tylor sobre el fetichismo desarrollada en el volumen II de Cultura
Primitiva, que no abordaremos aquí. Baste mentar la existencia de fetiches entre
los primitivos que ellos creían animados por espíritus antropomorfos. McLennan
perfiló el totemismo añadiendo matizaciones al fetichismo: la tribu se apropia de
un fetiche especial, por lo general un animal, que es hereditario por transmisión
matrilineal 201 . Dada su concepción de los grupos primitivos como matrilineales y
exógamos, el totemismo se añadiría a estos caracteres convirtiéndose en un
elemento identitario muy concreto que implicaría, por una parte, la idea de la
pertenencia de los individuos a la especie en concreto y, por otra, la imposibilidad
de endogamia entre personas que poseyesen un tótem común. A la par, el animal
totémico estaría rodeado de tabúes entre los que destacan el de su muerte y
consumo, que en ocasiones especiales se dejarían de lado para, precisamente,
lograr una mayor identificación con el tótem 202 .
A partir de McLennan se tendió a ver el totemismo ligado a la exogamia,
obcecados los antropólogos en la búsqueda de las relaciones existentes entre las
entidades naturales totémicas y las unidades sociales que las adoptaban. Se aceptó,
no obstante, la prevalencia temporal del primero. Asimismo, se consideró que la
existencia de uno no era condición sine qua para la del otro. Así, si tomamos a
Frazer 203 , y su obra Totemism and Exogamy (1910), en la que se basaría Freud a la

200
LUBBOCK. Los orígenes… Op. cit., p. 40.
201
Robertson Smith coincidió con McLennan en su idea del totemismo aplicándola a los árabes en
Kinship and Marriage in Early Arabia. Fue la base de su teoría sobre el sacrificio, desarrollada en
Lectures on the Religión of the Semites (1889), obra que queda ya fuera de nuestro alcance.
202
Freud pensó que tal vez esto fuese señal de que en el origen del totemismo sucediese lo
contrario; es decir, que el animal totémico fuese comestible.
203
James George Frazer (1854-1941). Antropólogo escocés. Estudió en Glasgow y Cambridge.
Catedrático de Antropología Social en Liverpool y miembro de la Royal Society. Famoso

- 96 -
hora de desarrollar su teoría psicoanalítica sobre el totemismo y el concepto del
tabú, admite el autor que si bien en la mayor parte de las tribus los clanes totémicos
son exógamos, no necesariamente lo son todos, pues ambos fenómenos son
diferentes y pueden existir independientemente el uno del otro. Frazer desarrolló
diferentes teorías sobre este fenómeno, que fue desechando hasta quedar
convencido por la que denominó totemismo concepcional, la forma más antigua
conocida presente en las tribus centrales australianas. Los salvajes, ignorantes
sobre la concepción y la relación entre el sexo y el embarazo, creían que el bebé
entraba en el útero de la madre desde fuera y que el lugar donde la mujer se sentía
encinta por primera vez era el que determinaba el tótem al que pertenecía el
niño 204 . La exogamia, opinaba Frazer, no había formado parte nunca del verdadero
totemismo; de hecho, el tótem no se volvió exógamo con la introducción de la
regla, dado que el objetivo principal de ésta era evitar las uniones incestuosas 205 , y
en el caso del totemismo concepcional la pertenencia al tótem la dictaba algo
totalmente casual. No era más que una reforma social de fecha tardía que en
muchas comunidades habría modificado accidentalmente el sistema totémico y en
otras no habría afectado en absoluto.

3.7. El esquema de Morgan y su


influencia en la antropología marxista

El Ancient Society de Morgan, publicado en 1877, es probablemente una de


las principales obras de su tiempo y la exposición más sistemática de la corriente
antropológica evolucionista. Lo que importa no es tanto su división tripartita de la

principalmente por su obra La rama dorada, compendio sobre folklore, magia y religión, tan
conocido en su época como criticado en cuanto a su rigor científico.
204
Este totemismo, con el tiempo, se habría convertido en hereditario. Frazer no admite que la
descendencia materna precediese necesariamente a la paterna, cree que ambas líneas pudieron haber
provenido independientemente desde el totemismo concepcional.
205
Las divisiones de los clanes totémicos en clases exógamas obedecían al interés en evitar el
incesto, que se veía como algo negativo y dañino no por cuestiones morales o por considerarlo
perjudicial para la descendencia, sino por algún tipo de superstición. Así, Frazer se acerca en su idea
del origen de la exogamia a Morgan, mientras se aleja de McLennan, negando que hubiese un
mayor infanticidio femenino que masculino, que las relaciones entre las tribus fuesen siempre
hostiles o que la solución a la escasez de mujeres fuese secuestrar las de las tribus vecinas.

- 97 -
Historia 206 , incluso a pesar de la novedad de sus subdivisiones, como el hecho de
que cada una fuese caracterizada con rasgos e inventos que se correlacionaban con
la economía, las costumbres sociales y las instituciones políticas. Por ello es
imposible abordar los diferentes aspectos de su investigación de forma aislada. No
sólo mostró la unidad de la experiencia humana, sino que especificó todos los
logros que Morgan aclara como las líneas independientes de investigación que
centraban su atención: los inventos y descubrimientos por un lado y las
instituciones primitivas por el otro 207 . Además, “los hechos indican la formación
gradual y el desarrollo subsiguiente de ciertas ideas, pasiones y aspiraciones.
Aquellos que ocupan las posiciones más prominentes caben generalizarse como
crecimientos de ideas particulares, con las que se unen íntimamente” 208 . Ellos son
la subsistencia, el gobierno, el lenguaje, la familia, la religión, la vida de hogar y
arquitectura y, por último, la propiedad. A su alrededor estableció el autor el
esquema completo de la obra 209 , exceptuando el lenguaje, que “no cae dentro de
los límites de la presente investigación” 210 ; la religión, pues “el desarrollo de la
idea religiosa se halla rodeado de tales dificultades intrínsecas que no es posible
establecer una explicación totalmente satisfactoria. (…) Se enlaza tanto con la
naturaleza imaginativa y emotiva, y por consiguiente, con elementos tan inseguros
de conocimiento, que todas las religiones primitivas son grotescas y hasta cierto
punto ininteligibles. También esta materia sale del plan de la presente obra, salvo
en las sugerencias incidentales” 211 ; se exceptúa además la cuestión de la
arquitectura de la vivienda, capítulo que el autor trataría como obra independiente
en años posteriores.

206
La visión tripartita de Morgan no es en absoluto original. Venía ya de Turgot, que en 1750
hablaba del paso del cazador al agricultor con el pastor por medio de ambos y que influyó en Adam
Ferguson en 1767, quien dividió la historia de la humanidad en tres períodos: el de los salvajes
desconocedores de la propiedad, el de los bárbaros que sí la conocían pero no tenían leyes y el de
los civilizados. Otro autor con una visión semejante a la de Morgan pero anterior a ella fue W.
Robertson (1777).
207
Valdés Gázquez señala la dificultad de determinar qué es lo que se puede considerar dentro de un
grupo o de otro. La división, afirma, “parece aludir más bien al carácter artificial, azaroso y
contingente de los inventos, que aparecieron en la historia humana cuando les tocó, no por
necesidad, sino por azar (…) y al carácter natural, indefectible y necesario de las instituciones que,
dadas unas determinadas condiciones, surgen espontáneamente”. VALDÉS GÁZQUEZ. El
pensamiento antropológico de Lewis… Op. cit., p. 195.
208
MORGAN. La sociedad… Op. cit., p. 78.
209
Adjunto al final del presente apartado el esquema realizado por Lisón Tolosana para una visión
en conjunto del total de las premisas morganianas. LISÓN TOLOSANA, Carmelo. “Prólogo”, en:
MORGAN, Lewis Henry. La sociedad primitiva. Ayuso. Madrid, 1975, p. XXX
210
MORGAN. La sociedad… Op. cit., p. 78.
211
Ibid., 79.

- 98 -
El propósito de Morgan, resume, es: “presentar algunas pruebas del
progreso humano a lo largo de estas líneas y a través de períodos étnicos sucesivos,
según se halla revelado por invenciones y descubrimientos y por el crecimiento de
las ideas de gobierno, de familia y de propiedad” 212 .
Las artes de subsistencia, que pertenecen a la línea de progreso de las
invenciones y descubrimientos, cobraron una importancia fundamental en relación
a la periodización del progreso humano, pues el norteamericano escogió algunos
de los inventos relacionados con ellas para marcar el paso de un período a otro
convencido de que demostraban “el hecho importante de que el hombre comenzó al
pie de la escala, y se elevó (…). El hombre es el único ser de quien se puede decir
que ha logrado el dominio absoluto de la producción de alimentos que, en el punto
de partida, no era más suya que de otros animales. Al no haber ampliado las bases
de subsistencia, el hombre ni hubiese podido propagarse hasta otras zonas que no
poseyeran las mismas clases de alimentos, y, luego, por toda la superficie de la
tierra (…). Es, por tanto, probable, que las grandes épocas del progreso humano se
han identificado, más o menos directamente, con la ampliación de las fuentes de
subsistencia” 213 .
En cuanto al esquema tripartito del progreso, las primeras dos etapas se
subdividen de modo simétrico, quedando la línea morganiana en sus rasgos
generales argumentada del siguiente modo:

1. Salvajismo. Duración de unos sesenta mil años


A. Estadio inferior. Infancia del hombre. Subsistencia a base de frutas y
nueces. Vivienda en cavernas y árboles. Comienzo de la palabra articulada.
Termina con la adquisición de una subsistencia a base de pescado y el
conocimiento del uso del fuego. No se conocían tribus en la época de
Morgan que hubiesen llegado en esa fase hasta el período histórico.
B. Estadio medio. El hombre se diseminó desde su morada originaria por
la mayor parte de la tierra. Mismos productos de subsistencia. Terminó con
la invención del arco y la flecha. Como ejemplos: australianos, polinesios
en su mayoría.

212
MORGAN. La sociedad… Op. cit., p. 79
213
Ibid., p. 90.

- 99 -
C. Estadio superior. Subsistencia a base de raíces farináceas cocidas y de
la caza. Aparece la escritura en imágenes. Finaliza con la invención de la
alfarería. Ejemplos: tribu athapascan (bahía de Hudson), tribus del valle de
Colombia, ciertas tribus de la costa de América del Norte y del Sur.
2. Barbarie. Veinte mil años en el estadio inferior y quince mil los demás
A. Estadio inferior. Subsistencia farinácea mediante cultivos. Morgan
considera fundamental el uso de la alfarería, su presencia determina
indiscutiblemente si una cultura debe ser situada en la fase del salvajismo o
en la de la barbarie. Finaliza, en el hemisferio oriental, con la domesticación
de animales y, en el occidental, con el cultivo del maíz y plantas mediante
el riego, junto con el uso de adobe y piedra en la construcción de casas.
Como ejemplo: las tribus indias de Estados Unidos y las europeas que
practicaban la alfarería y que no poseían animales domésticos.
B. Estadio medio. Subsistencia a base de carne y leche en Eurasia y
farinácea mediante cultivos (maíz, judías, calabaza, tabaco) en América.
Termina con la invención del procedimiento de fundir el hierro mineral, que
se usará para crear herramientas. Como ejemplo: aztecas e incas
C. Superior. Subsistencia gracias a la labranza de los campos. Como
ejemplos: las tribus griegas de la edad de Homero, las italianas previas a la
fundación de Roma y las germánicas de época de César.
3. Civilización. Cinco mil años. Comienza con el uso del alfabeto fonético y
la producción de registros literarios. Dura hasta el momento actual.

Establecido el esquema, Morgan dio por sentado que todas las culturas
podían ser clasificadas en un momento concreto de su línea evolutiva y derivativa,
pues de cada etapa suponía que podía inferirse la posterior. La inmutabilidad del
esquema y su rigidez lo llevaron en ocasiones a obviar características de algunos
pueblos que habrían resultado incompatibles con la situación que, por otros rasgos
que consideraba de mayor importancia, le había atribuido el autor. Así, “no admitía
ninguna noticia que apartase a las sociedades que había tomado como ejemplos del
lugar que les había asignado en la clasificación” 214 : los hawaianos, por ejemplo,
cuyo sistema de parentesco colocaba Morgan como uno de los más tempranos,

214
VALDÉS GÁZQUEZ. El pensamiento antropológico de Lewis… Op. cit., p. 192.

- 100 -
practicaban en realidad la agricultura, estaban estratificados y tenían una forma de
gobierno compleja.
Tras emplear los criterios de subsistencia y cultura material para establecer
sus períodos de evolución, Morgan pasó a abordar la organización sociopolítica, la
familiar, la terminología de parentesco, las pautas de descendencia y las reglas para
la herencia de los bienes. Aunque no todas pudieron responder a las siete etapas
finales del esquema del autor, éste supo adaptarlas de cara a la reconstrucción de su
perspectiva del progreso humano.
En el apartado referido al crecimiento de la idea de gobierno encontramos el
núcleo de la obra. En una división que nos recuerda a la del estatus y el contrato de
Maine, Morgan estableció las diferencias entre la societas y la civitas,
asimilándolas respectivamente al mundo primitivo y al civilizado. La
contraposición entre ambas se expresa en diferentes caracteres:

Societas Civitas

Organización social basada en la Organización política basada en


gens, la fratía y la tribu el territorio y la propiedad

Gobierno basado en la persona y Gobierno basado en la propiedad y


sobre relaciones puramente personales en el pueblo, el distrito y el Estado

El gobierno actúa sobre las personas El gobierno actúa sobre las personas
a través de la gens a través de relaciones territoriales

Relaciones puramente personales Relaciones puramente territoriales

El Estado no existe Existe el Estado

La seguridad del individuo es atendida El Estado protege a las personas y a


por la gens la sociedad

Salvajismo y barbarie Civilización

La gens (llamada en ocasiones clan), fue favorita de Morgan en su proceso


de explicar la evolución del ser humano en sus fases primitivas: “ella suministró el
plan casi universal de gobierno de la antigua sociedad asiática, europea, africana y
australiana. Fue el instrumento por el cual la sociedad adquirió organización y
cohesión. Nacida en el salvajismo y perpetuándose a través de los tres subperíodos

- 101 -
de la barbarie, subsistió hasta la implantación de la sociedad política, lo que ya no
sucedió hasta después de iniciada la civilización. La gens, la fratría y tribu de los
griegos y la gens, curia y tribu de los romanos hallan su símil en la gens, fratría y
tribu de los aborígenes americanos (…). Hasta donde llegan nuestros
conocimientos, corre esta organización por el mundo antiguo entero, en todos los
continentes, y fue traída hasta el período histórico por aquellas tribus que
alcanzaron la civilización” 215 . Su definición es: “cuerpo de consanguíneos que
descienden de un antepasado común, distinguidos por un nombre gentilicio y
ligado por afinidades de sangre” 216 sobre las que se establecía el pacto social, ya
fuese la descendencia contada por vía matrilineal -primera en el tiempo- o
patrilineal. Morgan procedió a su estudio a través tanto de sus ya bien conocidos
iroqueses como del resto de tribus de la familia ganowania, en un intento de
demostrar la presencia general de tal organización en el continente americano.
Continuó en esta línea incluyendo a los aztecas para pasar luego a estudiar los
casos griego y romano. Los indios americanos representarían la forma arcaica de la
institución, y los pueblos clásicos la definitiva 217 , pero en cualquier caso la forma
no política de gobierno habría sido la misma para todos.
En el paso de la societas a la civitas, se observaban entre los indios
americanos, tras las gentes, la fratría: unión de gentes con funciones sociales y
religiosas; la tribu: gentes agrupadas por lo general en fratrías, hablando el mismo
dialecto y con un territorio común; y la confederación de tribus. En los griegos la
fratría: gentes unidas con fines sociales y religiosos; la tribu: gentes organizadas en
fratrías; y la nación o coalición de tribus. En los romanos la curia: asociación de
gentes con funciones religiosas y administrativas; la tribu: gentes organizadas en
curias; y la nación: tribus fusionadas en sociedad gentilicia, el populus romano.
Con el ejemplo de griegos y romanos expuso el abogado la sustitución de la
organización gentilicia por la política. Aunque gradual, en Grecia el paso definitivo
lo habría dado Clístenes, creador de los demos en los que los ciudadanos residentes
debían registrarse junto con sus propiedades; sus habitantes eran un cuerpo político

215
MORGAN. La sociedad… Op. cit., pp. 126-127.
216
Ibid., p. 127.
217
Morgan necesitaba demostrar que griegos y romanos habían tenido al principio una filiación de
tipo matrilineal. Su principal argumentación era que, dado que existía en su época la posibilidad de
comprobar tal descendencia entre los indios y que era más arcaica y estaba más conforme con las
condiciones primitivas de la sociedad antigua, podía deducirse que lo mismo había sucedido en
Grecia y en Roma.

- 102 -
organizado, con poderes de gobierno propio así como templo, culto y sacerdote. En
Roma el mismo papel correspondería a Servio Tulio, quien habría tomado medidas
como la de instituir el censo por el cual todo individuo debía anotarse en el barrio
en el que residía y declarar sus bienes; y la división de la ciudad en cuatro partes,
ordenando una organización basada en cuatro tribus locales que él mismo había
creado al margen de lazos sanguíneos.

En relación al desarrollo del concepto de familia, Morgan distinguió cinco


formas diferentes y sucesivas, cada cual con un régimen de matrimonio
característico:
1. Familia consanguínea. Basada en el matrimonio entre hermanos y
hermanas, propios o colaterales, en grupo.
2. Familia punalúa. Basada en el matrimonio entre varias hermanas,
propias y colaterales, con los maridos de cada una de las otras, en grupo,
no siendo indispensable que los maridos comunes estuviesen
emparentados entre sí. También a la inversa. No era indispensable que
los/as esposos/as estuviesen emparentados/as entre sí, aunque en ambos
casos esto sucedía con frecuencia. El grupo de hombres se casaba en
conjunto con el grupo de mujeres.
3. La familia sindiásmica o por parejas. Basada en el matrimonio entre
parejas solas, pero sin cohabitación exclusiva. El matrimonio duraba a
voluntad de ambos cónyuges.
4. La familia patriarcal. Basada en el matrimonio de un hombre con varias
mujeres.
5. La familia monógama. Basada en el matrimonio entre parejas solas, con
cohabitación exclusiva.
La tercera forma y la cuarta no llegaron a modificar sustancialmente el
sistema vigente, pero la primera, la segunda y la quinta fueron lo suficientemente
generales e influyentes como para crear tres sistemas de consanguinidad que se
mantenían vivos en la época: malayo, turanio y ario, respectivamente. Los tipos de
familia avanzarían más rápido que los sistemas de consanguinidad, pues la familia
era el principio activo y el sistema de parentesco el pasivo, de ahí que de una etapa
a la siguiente permaneciesen parentescos que funcionaban para una familia pero no
para la otra: parentescos del sistema malayo válidos para la familia consanguínea

- 103 -
pero falsos para la familia punalúa; parentescos del sistema turanio válidos para la
familia punalúa pero falsos para la familia sindiásmica
Con la familia consanguínea apareció el sistema malayo, que era el más
antiguo, pues: “es evidente que (…) no ha podido derivar de ningún otro existente,
porque no puede concebirse ninguno más elemental que él” 218 . Los únicos lazos de
sangre que se reconocían eran los primarios, en número de cinco y sin distinción de
sexo: la generación de Ego, las dos ascendentes y las dos descendientes. Las
esposas de los hermanos de Ego eran también sus esposas, y los esposos de las
hermanas de Ego eran también sus esposos: matrimonio entre consanguíneos que
incluían a los hermanos y hermanas propios y colaterales. El paso hacia la familia
punalúa, que se habría producido a través de multitud de ensayos, vendría dado por
la exclusión paulatina de los primeros de la relación matrimonial y el
mantenimiento de los segundos, algo que a ojos de Morgan expresaba
ejemplarmente el principio de la selección natural, al haber sido observadas unas
ventajas que implícitamente consideró biológicas 219 .
La familia punalúa se correspondía con el sistema de consanguinidad
turanio. En la primera línea colateral, los hijos del hermano de Ego varón eran
como hijos propios, y lo mismo sucedía con los nietos. Pero los hijos/as de la
hermana eran sobrinos/as (aunque nietos los descendientes, y no sobrino-nietos). Si
Ego era mujer, sucedía a la inversa. Con la segunda línea, todos los hermanos del
padre ocupaban el lugar del padre, los hijos de éstos eran hermanos de Ego. El
parentesco de tía se restringía a las hermanas del padre y de las otras personas que
ocupaban la relación de padre, excepto las hermanas de la madre. Los hijos de la tía
paterna eran primos/as. El hermano de la madre era también tío y sus hijos primos.
Todas las hermanas propias y colaterales ocupaban recíprocamente la relación de
madre de los hijos de todas. Las líneas tercera y cuarta se repetían con el abuelo y
el bisabuelo.
El sistema turanio se encontraba estrechamente ligado a la forma arcaica de
la organización gentilicia, en la que varias hermanas, propias y colaterales,
218
MORGAN. La sociedad… Op. cit., p. 411.
219
La teoría de Morgan sobre el origen del tabú del incesto, que no trata explícitamente pero a la
que da claros tintes biológicos, se sobrepuso a la de McLennan. La exogamia de clan se difundiría a
la par que la prohibición del matrimonio entre hermanos/as. El problema, como señala Harris, es
que Morgan la presenta asociada al matrimonio preferencial de primos cruzados, lo cual promueve
enlaces entre miembros de un grupo muy reducido. Recordemos que una de las críticas que
McLennan hacía a Morgan era precisamente la de que la organización tribal no podía prevenir el
matrimonio entre hermanos y hermanas.

- 104 -
compartían en común sus maridos y que poseía como principios básicos la
prohibición de uniones matrimoniales entre hermanos propios y la descendencia
por la línea femenina. El matrimonio por grupos ponía las bases de la gens porque
situaba a pocos pasos el cumplimiento de ambos requisitos: la inicial exclusión de
los hermanos propios de las posibilidades matrimoniales y la conversión de los
grupos punalúa en una institución circunscrita a las madres, sus hijos y sus
descendientes por línea femenina.
A la familia monógama se llegaba a través de la sindiásmica y de la
patriarcal. La gens dio lugar a la primera de ellas, pues prohibió el matrimonio
dentro de sí misma y permitió observar las ventajas de casarse fuera. En este
período, la escasez de esposas implicó la necesidad de raptarlas o comprarlas, lo
que incrementaría su valor y deseo de posesión particular. Este nuevo régimen
comunicó un impulso a la sociedad, pues al casar a personas no emparentadas,
“tendió a crear una raza más vigorosa, tanto física como mentalmente. La fusión de
varias razas significa una ganancia por acrecentamiento, lo que ha ejercido gran
influencia en el adelanto humano, cuando dos tribus que marchan hacia el
progreso, poseedoras de vigorosas cualidades físicas y mentales, se reúnen y
fusionan, por los accidentes de la vida bárbara, en un solo pueblo, el nuevo cerebro
y cráneo resultante se ensancha y crece hasta la suma de las capacidades de ambas.
La nueva raza sería superior a las dos anteriores, y esta superioridad se manifestaría
en el aumento de la inteligencia” 220 . Esta familia heredó el sistema de
consanguinidad turanio. En cuanto a la patriarcal, creación semítica, correspondía
al período superior de la barbarie. Consistía en una agrupación de un número de
personas libres y serviles que formaban una familia sujeta a la autoridad paterna.
No le prestó demasiada atención al considerar que “por su limitado predominio
ejerció muy poca influencia en los destinos humanos” 221 .
El sistema de consanguinidad ario es el que se corresponde con la familia
monógama. Habiendo utilizado los arios, semitas y urálicos el sistema turanio con
anterioridad, al generalizarse el régimen monógamo se produjo una transición a un
sistema descriptivo, cuya mejor expresión, la romana, ya conocemos.
Como buen evolucionista, Morgan consideró en el ámbito de la familia a la
monógama como la meta de todo progreso humano. Ella aseguraba la paternidad de

220
MORGAN. La sociedad… Op. cit., p. 461.
221
Ibid., p. 408

- 105 -
los hijos, lo cual conllevaba el crecimiento del anhelo por parte de los padres de
legar sus bienes a sus descendientes en una época en la que la filiación matrilineal
daba paso a la patrilineal, paralelamente al crecimiento de la propiedad privada y
de la autoridad paterna. Sobre ella, reflexionaba el autor: “cuando se acepta el
hecho de que la familia ha pasado por cuatro formas sucesivas, y actualmente
atraviesa la quinta, surge la pregunta de si esta forma será definitiva en el porvenir.
La única respuesta lógica es la de que la familia debe progresar con el progreso de
la sociedad y cambiar en la medida en que ésta lo haga, tal como ocurriera en el
pasado. Ella es engendro del sistema social, y debe reflejar la cultura del mismo.
Desde que la familia monógama se ha perfeccionado enormemente desde el
comienzo de la civilización y sensiblemente en los tiempos modernos, debemos,
por lo menos, suponerla capaz de mayores perfeccionamientos hasta que se logre la
igualdad de los sexos. Si en virtud del constante progreso de la civilización, la
familia monógama, en el futuro lejano, no llegara a responder a las exigencias de la
sociedad, no será posible ahora predecir la naturaleza de su sucesora” 222 .
Al crecimiento de la idea de propiedad Morgan le dedicó poco espacio en el
total de la obra, pero lo consideró básico respecto al progreso humano, pues ya
desde el inicio podía tenerse en cuenta su existencia en relación a la obtención de
los productos de subsistencia, acompañando al avance de la técnica y los inventos
en los diferentes períodos étnicos el aumento de las posesiones y la aparición de
reglas para regularlas. Son tres las que el autor mostró en secuencia.
La primera se correspondería con el período superior del salvajismo. Las
posesiones del salvaje eran de escasa importancia, lo que conllevaba unas nociones
nulas sobre su posible valor. Con la gens apareció la primera regla de la herencia,
que distribuía los efectos del muerto entre los gentiles. La segunda surgió en el
período inferior de la barbarie. Todavía no existía pasión por la propiedad. El paso
de la descendencia matrilineal a la patrilineal tendría que ver, probablemente, con
el deseo de los padres de que sus agnados heredasen sus bienes. La tercera, en el
período superior de la barbarie, vivió una época de incremento de los rebaños, las
casas y la propiedad privada de la tierra. Con la familia monógama, el trabajo de
los hijos se incorporó además a la tierra, lo cual implicó mayores derechos si cabe a
heredar al padre.

222
MORGAN. La sociedad… Op. cit., p. 486.

- 106 -
El progreso, de todos modos, conduciría al hombre a un destino en el que
cesaría por completo la carrera por la propiedad, dando paso a una recuperación de
la libertad, la igualdad y la fraternidad de las antiguas gentes.

En 1884 se publicó El origen de la familia, la propiedad privada y el


estado, de Friedrich Engels, redactado en base a las anotaciones de Marx sobre el
trabajo de Morgan. A ella nos ceñiremos, a pesar de existir también notas sobre
Lubbock y Maine y de diferir un tanto la visión que de Ancient Society 223 tenían los
autores socialistas, pues fue finalmente Engels -que, por otra parte, llegó más lejos
que Marx en su conformidad con la obra- quien la convirtió en “la Biblia
antropológica para los marxistas y filomarxistas” 224 , considerada de importancia
fundamental para el análisis materialista del comunismo primitivo.
Más de la mitad del libro consiste en una paráfrasis de la obra del
norteamericano. Lo que condujo en un principio a estos autores hacia Ancient
Society fue, evidentemente, el énfasis de Morgan en los elementos de la producción
económica (desde el consumo de frutas hasta la domesticación de animales) y en
los relacionados con la subsistencia (desde el fuego hasta el hierro). Pero lo cierto
es que Morgan no había hallado la relación sistemática entre las variables
tecnoeconómicas y la estructura social, algo que daría quebraderos de cabeza a
Engels a la hora de explicar desde el materialismo temas como el de la familia
nuclear o el del tabú de incesto. Por los conocimientos superiores que demostró
Morgan de las sociedades primitivas frente a su total ignorancia de la cuestión y,
por supuesto, por la inseparabilidad del esquema entero en el que la gens
desempeña un rol insustituible, Marx y Engels suscribieron el total de la obra,
empezando por la división tripartita de salvajismo, barbarie y civilización,
contextualizadora de las cuestiones materiales de la evolución, y asumiendo
asimismo los pasos desde la comunidad sexual hasta la monogamia, la importancia
de la gens y su disolución derivada en la llegada del Estado y la sucesión de la
matrilinealidad por la patrilinealidad. Hasta tal punto secundó Engels a Morgan que
se ensañó a gusto con detractores como McLennan, “ese escocés pedante”, o con
meras teorías contrarias a las suyas, como las de Westermarck, considerando que se

223
V. KRADER, Lawrence. Los apuntes etnológicos de Karl Marx. Editorial Pablo Iglesias-Siglo
XXI. Madrid, 1988., pp. 41-48. Para una visión más detallada de los apuntes de Marx, pp. 13-30.
224
LISÓN TOLOSANA, Carmelo. “Prólogo”. Op. cit., p. 59.

- 107 -
hacía boicot a un autor que criticaba “la civilización y la sociedad de la producción
mercantil (…) hablando además de una transformación de esta sociedad en
términos que hubieran podido salir de labios de Marx” 225 ; no sin razón, “el
descubrimiento de la primitiva gens de derecho materno como etapa anterior a la
gens de derecho paterno de los pueblos civilizados, tiene para la historia primitiva
la misma importancia que la teoría de la evolución de Darwin para la biología y la
teoría de la plusvalía de Marx para la Economía política” 226 .
Lo más interesante de la obra de Engels al margen de la adición de los
ejemplos celta y germano al griego y al romano es, sin duda, su adaptación de las
hipótesis de Ancient Society a los postulados de las teorías marxistas. En este
sentido, hallamos por una parte su disertación sobre la familia, en especial sobre la
condición monógama, y la desaparición de la gens a favor del Estado. En relación
al primer tema, Engels definió la monogamia como “la primera forma de familia
que no se basaba en condiciones naturales, sino económicas, y concretamente en el
triunfo de la propiedad privada sobre la propiedad común primitiva, originada
espontáneamente” 227 . A diferencia del resto de los autores de la época, no la
consideraba en absoluto como la forma idónea o más elevada de matrimonio, pues
suponía una forma de esclavizamiento de un sexo sobre el otro: “la primera
división del trabajo es la que se hizo entre el hombre y la mujer para la procreación
de hijos. El primer antagonismo de clases que apareció en la Historia coincide con
el desarrollo del antagonismo entre el hombre y la mujer en la monogamia y la
primera opresión de clases, con la del sexo femenino por el masculino. La
monogamia fue un gran progreso histórico, pero al mismo tiempo inaugura,
juntamente con la esclavitud y con las riquezas privadas, aquella época que dura
hasta nuestros días y en la cual cada progreso es al mismo tiempo un regreso
relativo y el desarrollo de unos verifícase a expensas del dolor y de la represión de
otros. La monogamia es la forma celular de la sociedad civilizada, en la cual
podemos estudiar ya la naturaleza de las contradicciones y los antagonismos que
alcanzan su pleno desarrollo en esta sociedad” 228 . Junto a ella, además, aparecía el
hetairismo, la prostitución envilecedora de la mujer heredada del matrimonio por

225
ENGELS, Friedrich. El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado. En Obras
escogidas. V. II. Akal. Madrid, 1975, p. 191.
226
ENGELS, Friedrich. El origen… Op. cit., p. 189.
227
Ibid., p. 235.
228
Ibid., pp. 235-236.

- 108 -
grupos que se mantenía en el siglo XIX y permitía al hombre la posibilidad de una
infidelidad negada a la esposa, conllevando la contradicción de que ésta se buscase
un amante y la paternidad de los hijos pudiese ser puesta en duda: “este es el
resultado final de tres mil años de monogamia” 229 . En el caso de los matrimonios
burgueses protestantes, que no abundaban tanto ni en hetairismo ni en esposos
engañados, lo que existía era un aburrimiento mortal disfrazado bajo la expresión
de felicidad doméstica. La unión en el hogar proletario, por el contrario, eliminaba
la supremacía del hombre y los intereses económicos en la búsqueda de pareja: “el
matrimonio proletario es monógamo en el sentido etimológico de la palabra, pero
de ningún modo lo es en su sentido histórico” 230 . La revolución socialista, al
suprimir la producción capitalista y sus condiciones de propiedad, implicaría la
desaparición de la prostitución, de la búsqueda de beneficios en la elección de
cónyuge y de la familia individual como unidad económica de la sociedad,
convirtiéndose el cuidado y educación de los hijos, fuesen legítimos o no -libertad
sexual de la mujer-, en un asunto social.
Los cambios en la familia vendrían dados también por la transformación de
la producción en la Prehistoria: “el salvaje, guerrero y cazador, se había
conformado con ocupar en la casa el segundo lugar, después de la mujer; el pastor,
más dulce, engreído de su riqueza, se puso en el primer lugar y relegó al segundo a
la mujer (…). El trabajo doméstico de la mujer perdía ahora su importancia
comparado con el trabajo productivo del hombre (…). Esto demuestra ya que la
emancipación de la mujer y su igualdad con el hombre son y seguirán siendo
imposibles mientras permanezca excluida del trabajo productivo social y confinada
dentro del trabajo doméstico, que es un trabajo privado” 231 .
El advenimiento del Estado sustituyó a la gens y dividió a la sociedad en
clases. Caracterizado, entre otras cosas, por agrupar a las personas según divisiones
territoriales y por crear una fuerza pública, convertido en la fuerza cohesiva de la
sociedad civilizada en la que imperaba una monogamia de mujeres sometidas y la
familia individual como unidad económica, convertido además en una máquina de
represión de la clase oprimida y explotada, el Estado debía desaparecer.

229
ENGELS, Friedrich. El origen… Op. cit., p. 237.
230
Ibid., p. 242.
231
Ibid., pp. 328-329.

- 109 -
110
3.8. La antropología estadística como método
de elaboración de una secuencia cronológica

La principal obra de Tylor fue Primitive Culture, publicada en 1871 en dos


volúmenes. El subtítulo es indicativo de sus intereses: Researches into the development
of Mythology, Philosophy, Religion, Art and Custom 232 . El esquema de evolución que
elaboró reservó su parte principal a la mente humana. El desarrollo social y el
parentesco, así como el derecho y la formación del gobierno, no le interesaron del
mismo modo que al resto de sus colegas evolucionistas; al menos no lo suficiente como
para dedicarles monográficamente pocas páginas más que las de un artículo que, sin
embargo, es fundamental tanto desde el punto de vista metodológico -Tylor creía en la
necesidad de una elaboración estadística de la Antropología para su consolidación como
ciencia- como del contenido, en tanto en cuanto se expresa en él la residencia matrilocal
y la patrilocal como elementos indicativos de etapas históricas. Se trata de “On a
Method of Investigating the Development of Institutions; Applied to the Laws of
Marriage and Descent”, publicado en 1888. El autor condensó aquí, en aras de su
estudio estadístico, algunas de las cuestiones principales que abordaron los autores
decimonónicos en relación a las instituciones del parentesco: costumbre de evitación del
cónyuge respecto a la familia política y su relación con los sistemas de residencia
postmatrimonial; tecnominia, covada y matrimonio por captura como demostración del
papel del modo de residencia en la secuencia cronológica de los estadios de evolución;
exogamia y sistemas de clasificación de parentesco.
Inició su análisis por la costumbre de la elusión o evitación 233 . Encontró entre
los pueblos que le sirvieron para su trabajo cuarenta y cinco casos entre el hombre y los
parientes de su mujer, ocho casos de elusión mutua y trece entre la esposa y los
parientes de su marido. De ello quiso deducir una relación con los diferentes modos de
residencia. Tabuló: matrilocalidad sesenta y cinco; matrilocalidad temporal con
patrilocalidad final setenta y seis; patrilocalidad ciento cuarenta y uno. Llegó a la
conclusión de que las concordancias eran demasiadas como para ser casualidad y que no

232
Tengamos presente la definición que el autor hace de cultura: “Cultura o Civilización, tomada en su
amplio sentido etnográfico, es ese complejo que incluye el conocimiento, las creencias, las artes, la moral,
las leyes, las costumbres y cualesquiera otras aptitudes y hábitos adquiridos por el hombre como miembro
de la sociedad”. TYLOR. Cultura… Op. cit., p. 19.
233
“El punto que elijo es una costumbre cómica y pintoresca de la etiqueta bárbara entre los maridos y los
parientes de las esposas, y viceversa: no pueden mirarse, ni mucho menos hablarse, y deben incluso evitar
mencionar el nombre del otro”. TYLOR. “On a Method of…” Op. cit., p. 246.

- 111 -
podían ser consideradas asociaciones independientes, sino adhesions (esto es,
correlaciones): “hay una marcada preponderancia que indica que la evitación
ceremonial por el marido de la familia de la esposa está de alguna manera conectada
con su vida con ellos; y viceversa para la mujer y la familia del marido” 234 . También la
costumbre de la tecnominia -poner al padre el nombre del hijo- la consideró ligada al
tipo de residencia, hallándola frecuente en sociedades matrilocales: “las dos coinciden
veintidós veces, donde el accidente podía haber dado once. Ello prueba todavía más la
práctica de la evitación ceremonial por el marido de los parientes de la esposa,
ocurriendo catorce veces donde el accidente podría haber dado cuatro” 235 . La existencia
de ejemplos que contradecían su teoría, como el hallazgo de pueblos (sobre todo en
Melanesia y Australia) en los que la evitación por parte del marido de los parientes de la
esposa coincidía con una residencia de tipo patrilocal, los excusaba el autor mediante el
concepto de la supervivencia, en este caso de una etapa de matrilocalidad. De la
distribución de tal costumbre en diferentes partes del mundo, en cualquier caso, se
deducía que los tres diferentes modos de residencia se habían sucedido el uno al otro,
ocupando el primer lugar la matrilocalidad, seguida por la matrilocalidad temporal que
da paso a la patrilocalidad, y por último la patrilocalidad exclusiva.
En la cuestión sobre la división de las sociedades entre matriarcales y
patriarcales, el antropólogo afirmó lo poco apropiado de esta terminología y su
preferencia por materna y paterna 236 . Entre ambos estadios existiría un tercero, de
filiación materna-paterna (dual), que combinaría rasgos de ambas 237 . De cara a

234
TYLOR. “On a Method of…” Op. cit., p. 247. Lo expresó también en diagrama para demostrar lo que
consideraba una tendencia evolutiva.
235
Ibid., p. 248.
236
En un artículo de años posteriores volvió a especificar el porqué de su elección: “El término matriarcal
es una mejora de definiciones tempranas, pero da demasiado por sentado que las mujeres gobernaban la
familia. Es cierto que en estas comunidades las mujeres disfrutaban de una consideración mucho mayor
que en la primitiva vida patriarcal, pero el poder actual no estaba tanto en sus manos como en las de sus
hermanos o tíos maternos. Son preferibles los términos maternal y paternal”. TYLOR. “The
Matriarchal…”. Op. cit., p. 90. Respecto a la definición de ambos sistemas: “En el sistema matriarcal, la
descendencia se reconoce por la madre; la autoridad está principalmente en su lado, el hermano de la
madre se convierte en guardián de los niños; la sucesión de rango y oficio, y la herencia de la propiedad,
siguen la misma línea a través del hermano de la madre al hijo. En el sistema patriarcal la desdencencia es
desde el padre; él tiene el poder sobre la mujer y los niños; la sucesión y la herencia son desde él a su
descendencia”. P. 252. Por otra parte: “los sistemas materno y paterno no son una institución definida,
sino combinaciones en las que más o menos estrictamente la autoridad, descendencia, sucesión y herencia
se siguen de la línea feminina o masculina”. P. 258.
237
Tylor no afirma inequívocamente que la etapa de filiación matrilineal fuese la representante de la fase
más primitiva de la humanidad, sino que: “es un estadio que los habitantes actuales de gran parte del
mundo en el estadio paterno parecen haber pasado (…). Parece posible que este sistema materna creciese
desde una condición regulada de la vida humana temprana y menos organizada”. TYLOR. “On a method
of…” Op. cit., p. 257.

- 112 -
establecer la dirección que tomó la humanidad para pasar de un tipo a otro, analizó las
costumbres del levirato, de la covada y del matrimonio por rapto. El levirato, presente
en ciento veinte pueblos de los de la lista del autor, sería una costumbre de sustitución
perteneciente al período en el que el matrimonio era un pacto no entre dos individuos,
sino entre dos familias. Su evolución a lo largo de las tres etapas implicaría un cambio
en la cuestión de la herencia del esposo muerto a los hijos y no a los hermanos. En
cuanto a la covada, inexistente en la etapa materna, coincidió con Bachofen en que
pertenecía al momento decisivo de la evolución humana en el que el vínculo de
ascendencia se extendió desde la filiación matrilineal hasta abarcar la paternidad,
fingiendo el padre ser madre. Sería no sólo un mero indicio del paso de una etapa a otra,
sino el signo mismo del cambio. El matrimonio por rapto, constatado en más de cien
pueblos de los catalogados, habría tenido a su vez un efecto de desintegración del
sistema materno y su sustitución por el paterno a medida que las mujeres capturadas
iban siendo aceptadas como miembros de las tribus en las que eran integradas,
quedando atrás las épocas del rapto hostil, en el que las cautivas no tenían ningún tipo
de derecho y se diferenciaban del resto de las mujeres libres del grupo, y dejando paso
al rapto connubial, llevado a cabo entre tribus amigas una vez aceptado el matrimonio
con las mujeres raptadas, y al meramente formal, ambos pertenecientes a la etapa
patriarcal.
La prueba que consideraba irrefutable de que la clasificación tipológica era
también un registro de las etapas históricas era la ausencia de supervivencias que se
extendiesen a la etapa materna, cuando para la paterna sí sucedía y con frecuencia.
Sistema materno y residencia matrilocal, del mismo modo que sus contrarios, iban
inevitablemente unidos. La residencia era la causa principal, a ojos del autor, de las
diferentes costumbres que se combinaban para formar uno u otro de ellos.
Por último, Tylor llevó a cabo un análisis conjunto de la exogamia y el sistema
clasificatorio del parentesco, que suponía dos caras de la misma moneda 238 . La forma
original de exogamia, y la más simple, sería la dual 239 , en la cual una sociedad se

238
Ante la conjunción de ambos, expresó: “Estos que recuerdan la discusión entre McLennan y Morgan
hace años, y la visión de que las relaciones clasificatorias fueron un mero sistema de dirigirse, alcanzarán
el camino en el que la controversia finalice, por mi parte sé que si me siento más triste por mi amigo
McLennan es porque debido a su muerte no supo que él y Morgan, quienes se creían adversarios,
defendían en realidad la misma doctrina desde diferentes lados TYLOR. “On a Method of…” Op. cit., p.
265.
239
Esta organización dio sentido a la estructuración social en mitades y a la distinción entre primos
paralelos y primos cruzados. La prohibición del incesto afectaba a ambas mitades y obligaba a la
exogamia. Esta teoría fue la base sobre la que se gestó la teoría de la alianza.

- 113 -
dividiría en dos mitades cuyos miembros podían casar entre sí; el sistema de
clasificación derivaría de este tipo de exogamia: “los sistemas de exogamia son duales
en su naturaleza, esto es, consisten en dos clases o grupos de clases que permanecen en
conexión directa con el matrimonio de primos cruzados y la relación clasificatoria” 240 .
Las correlaciones o adhesiones del catálogo de pueblos de Tylor entre sistema de
clasificación y exogamia eran muy altas, más fuertes en el caso del matrimonio entre
primos cruzados, que se trataría de una relación de identidad al ser esta norma de unión
una forma parcial o una expresión imperfecta de la propia ley de la exogamia, en
palabras del autor.
Respecto a la discusión sobre hasta qué punto la exogamia de clan podría haber
sido el origen de los diferentes grados de prohibición matrimonial aparecidos en las
leyes de diferentes naciones, o hasta qué punto la permisividad o prohibición del
matrimonio pudo llevar a las naciones a definir las relaciones de parentesco y darles
nombre, afirmó el autor que, en las sociedades en las que la exogamia se encontraba
codo con codo con el matrimonio por captura, éste no pudo ser su origen: el número de
ejemplos era excesivamente corto como para inferir una relación de causa y efecto.
La exogamia, en cualquier caso, y con ella la prohibición del incesto, habrían
desempeñado un papel fundamental a la hora de establecer relaciones pacíficas entre
tribus diferentes, por lo que en una época del desarrollo social debió tratarse de una
cuestión de primordial importancia: “una y otra vez en la historia del mundo, las tribus
salvajes debieron toparse ante la simple alternativa práctica de casarse o matarse entre
sí” 241 .

240
TYLOR. “On a Method of…” Op. cit., p. 264.
241
Ibid., p. 267.

- 114 -
CAPÍTULO 4

DIFUSIONISMO
4.1. La corriente difusionista y su metodología

El difusionismo, que se desarrolló sobre todo durante las tres primeras décadas
del siglo XX, vino a ser una reacción al evolucionismo, una crítica a las que se
consideraban simplificaciones subjetivas del estudio de la historia humana. De entrada,
esta corriente partió de la similitud de objetos pertenecientes a diferentes culturas, de lo
cual se pretendió derivar las conexiones culturales e históricas entre los distintos
pueblos humanos. Aunque no era ni mucho menos una idea de nueva creación, fue en
estos años cuando se adoptó como principio fundamental teórico y metodológico de una
línea ya plenamente antropológica. De hecho, muchos de los autores difusionistas
pertenecían a ámbitos laborales que favorecieron el desarrollo de estas ideas,
especialmente museos etnográficos cuyas colecciones facilitaron la visión de las
semejanzas entre poblaciones vecinas.
Dentro del ámbito del parentesco, sólo un autor de una de las tres escuelas que
se adhirieron a esta corriente resulta novedoso y fundamental. Consideramos necesario,
sin embargo, no sólo incluirlas a todas ellas, sino abordar también la metodología
empleada en cada caso, en parte por la necesidad historiográfica de cubrir el nicho
espacio-temporal que ocupan en el desarrollo antropológico, sin olvidarnos de que, aún
sin ser creativos en el ámbito que nos ocupa, incluyeron el parenteso dentro de sus
argumentaciones y recreaciones “históricas”; y en parte por constituir el contexto
ideológico-metodológico del autor que, en el próximo capítulo, expondremos con
detalle.
Es en su relación antagónica con el evolucionismo como mejor puede
comprenderse el origen del difusionismo. Ante esto, debemos tener presente la falsedad
de las ideas sobre lo que los decimonónicos pensaban acerca de la difusión, extendidas
y mantenidas tanto por las escuelas europeas como por la norteamericana. Vimos ya en
capítulos anteriores que los evolucionistas no negaron la existencia de la difusión y la
migración 242 , ni la importancia de ambos factores. La confusión parte de la base de la
asunción difusionista de una dicotomía entre préstamo e invención, como si ambos
elementos no pudiesen coexistir, y de la adjudicación al pensamiento evolucionista
tanto de una extremísima capacidad inventiva del ser humano como una paradójica
aceptación de la posibilidad de la difusión coexistiendo con la universalidad de la

242
La difusión implica la adopción de rasgos por imitación. La migración se da cuando los portadores de
la cultura original se trasladan a otros lugares.

- 116 -
psique humana, cuando no ya directamente la negación de la difusión. Pero si,
ciertamente, la invención independiente era útil a los decimonónicos para demostrar la
unidad psíquica del ser humano, para explicar las leyes de secuencia universales no
importaba mucho que la uniformidad de un estadio se debiese a ese tipo de invención o
bien a un préstamo cultural. Los evolucionistas, en cualquier caso, pese a primar uno de
los factores, concibieron la compatibilidad de ambos, cosa que no sucedió entre los
difusionistas extremos. Éstos, por otra parte, lejos de sus acusaciones viscerales y
enceguecidas, emplearon en diferentes ocasiones metodología enemiga, distinguiéndose
finalmente por su negación de las regularidades y las leyes en la historia: la secuencia
esencial de los acontecimientos no pudo repetirse.
Dentro del difusionismo hemos de distinguir tres escuelas de diferente valor. Las
del viejo continente, nos dice Harris, “rivalizaron en un mismo esfuerzo: el de convertir
la ciencia de la historia en un estudio de accidentes y extravagancias” 243 . En su obsesión
por contrarrestar al evolucionismo ambas pretendieron demostrar que todas las
invenciones importantes de la historia se habían descubierto una vez (o varias, pero
escasas) y se habían difundido mediante migración y difusión, según los ingleses, o
sobre todo por migración, en la visión germana. Los británicos fueron sin duda mucho
más radicales que los alemanes, pero tanto en uno como en otro caso sus teorías
remataron en callejones sin salida ya a corto plazo. La escuela norteamericana, que
trabajó más con la difusión que con la migración, tuvo una aplicación más extensa tanto
desde el punto de vista de la cantidad de autores que utilizaron su metodología como de
la duración temporal de su uso. La diferencia principal entre los estadounidenses y los
europeos radicó en el área a la que los primeros se circunscribieron, pues emplearon el
difusionismo para el estudio del continente americano, mientras ingleses y alemanes
pretendieron una aplicación universal. A pesar de ello los norteamericanos también se
encontraron con problemas insalvables, y si el difusionismo pervivió en los estudios
antropológicos de este continente lo hizo al margen de la corriente del área cultural,
ligada a la idea original, e inscrito en el particularismo histórico de Franz Boas, quien le
daría un uso muy concreto y alejado del protagonismo de metodología única.

243
Harris. El desarrollo… Op. cit., p. 328

- 117 -
En los Estados Unidos el concepto de área cultural apareció por primera vez a
finales del XIX, pero fue Clark Wissler 244 , responsable de la elaboración clásica de la
etnología de los indígenas estadounidenses, quien lo popularizó más tarde, basando su
trabajo en la metodología difusionista de la corriente que adoptó el mismo nombre. Las
áreas culturales eran las regiones geográficas norteamericanas habitadas por tribus que
manifestaban semejanzas culturales. Éstas eran mayores entre tribus vecinas que entre
grupos más alejados. El método de estudio pasaba, así, por la elaboración de mapas que
distribuían los distintos rasgos de los pueblos indios en estos contextos diferenciados.
Wissler supuso que cada área poseía un centro desde el que se difundían los rasgos
compartidos y que entre las tribus pertenecientes a cada división existían similitudes
psicológicas, menores en las poblaciones más lejanas. El punto original de cada área -
que habría sido habitada por separado- vendría dado por un ajustamiento satisfactorio de
la cultura a las condiciones del entorno, surgiendo estos centros en el lugar más
favorable y siendo ellos los únicos innovadores. Wissler estaba convencido de que el
contexto físico influía en la cultura de un modo determinante, estableciendo como
elemento fundamental el criterio de la subsistencia, ligado directamente a la
alimentación permitida por el entorno habitado. Su libro El indio americano, de 1917,
estableció 8 áreas de alimentación, correspondientes a 8 áreas culturales 245 . En Hombre
y cultura, de 1923, desarrolló a mayores el principio de la edad del área, que sostenía
que los rasgos presentes a mayor distancia del centro, extendidos en un espacio más
amplio que el foco difusor, debían ser los más antiguos. Su metodología quedaba así
completada, conformando una ley de difusión que pretendía establecer inferencias
históricas. A ello añadió una elaboración teórica del concepto de patrón cultural, que
hacía referencia a la existencia en los grupos humanos de conceptos dominantes que
influían en la modificación de los rasgos prestados: “la concepción es que en ciertas
fases de la cultura cada unidad social desarrolla un estilo o patrón, sus rasgos y los

244
Clark Wissler (1870-1947). Antropólogo norteamericano. Graduado en Psicología por la Universidad
de Indiana, completó estudios en Columbia, donde conoció a Franz Boas y donde fue profesor hasta que
en 1909 entró a trabajar en el Museo de Historia Natural de Nueva York. En 1924 retomó labores
docentes en Yale, hasta que se retiró en 1942. Es interesante señalar que, aunque en algunas obras aparece
como discípulo de Boas, en realidad no lo fue, a pesar de estar presente en el lugar y la época idóneas.
Fue, como mencionaron los Freed, una “anomalía”. FREED, Stanley; FREED, Ruth. “Clark Wissler and
the Development of Anthropology in the United States”. American Anthropologist, New Series. Vol. 85,
n. 4 (Diciembre 1983), p. 802. Leslie Spier afirmaría, años más tarde, que el verdadero responsible del
concepto de área cultural fue Boas. Ello se debió al origen geográfico antes que al etnográfico. Fue
Wissler quien lo integró en este último ámbito.
245
Caribú-esquimales; bisonte-grandes llanuras; salmón-costa del Pacífico septentrional; semillas
silvestres-California; maíz oriente-sudeste de los bosques orientales; agricultura intensiva-sudoeste,
México, Perú; mandioca-Amazonas, Antillas; Guanaco.

- 118 -
rasgos prestados serán trabajados para conformarse a este patrón” 246 . En 1923 formuló
un nuevo concepto de patrón cultural universal, que en esencia venía a decir que todas
las culturas tenían unas mismas categorías de base, unos mismos componentes:
lenguaje, cultura material, arte, mitología y ciencia, prácticas religiosas, familia y
organización social, propiedad, gobierno y guerra.
Las teorías de Wissler se presentaron frágiles desde múltiples perspectivas.
Harris señala ya un par de anomalías en sus áreas culturales: en la de agricultura
intensiva cada subárea está a varios miles de millas de las otras dos, no hay contigüidad,
lo cual hace plantearse el papel atribuido a ésta en la difusión. Por otra parte, mientras 3
áreas remiten a especies domesticadas, el resto lo hace a recursos naturales, con lo cual
estaría privando a la ecuación tecnología-entorno, imprescindible para explicar la
cultura de una sociedad, del factor tecnológico 247 . Las propias áreas culturales son
circunscripciones que funcionan sólo a un nivel muy elemental, pues se confunden entre
sí, dada la dificultad de establecer las fronteras entre unas y otras. Los rasgos culturales,
por otra parte, no siempre se difunden en todas direcciones, tal como defiende Wissler,
no lo hacen cronológicamente del modo que el autor presupone, pues el ritmo de la
difusión no es idéntico en todos los casos ni los elementos difundidos permanecen
inalterables durante el proceso de su extensión.
Wissler estaba convencido de la imposibilidad de comprender una cultura hasta
que no se poseyese una lista casi completa de sus rasgos culturales. Su trabajo despertó
un auténtico, si bien breve, furor entre los antropólogos de campo, que se dedicaron a
compilar listas desmesuradas que nada aportaban al conocimiento del cambio cultural.
Hubo resistencia a abandonar el concepto por completo, de tal modo que antropólogos
destacados como Kroeber, Lesser o Spier, persistieron en la elaboración de diferentes
áreas, circunscritas, eso siempre, a territorio americano. El futuro de esos estudios, en
cualquier caso, ya no nos compete.

El híperdifusionismo británico, representado por G. Elliot Smith 248 , W. J.


Perry 249 y W. H. R. Rivers 250 , mantenía como su premisa principal la nula capacidad

246
Wissler, en FREED, Stanley A.; FREED, Ruth S. “Clark Wissler…” Op. cit., p 814
247
Véase HARRIS. El desarrollo… Op. cit., p. 325.
248
Grafton Elliot Smith (1871-1937). Licenciado en Medicina, becado por la Asociación Médica británica
en 1898. Ocupó la cátedra de Anatomía en El Cairo entre 1900 y 1909, año en que marchó a Manchester
para ocupar la misma cátedra. En 1919 fue nombrado profesor de Anatomía en la Universidad de
Londres, cargo que ocupó hasta su muerte.

- 119 -
inventiva del ser humano, de lo cual deducían la idea de que toda la cultura provenía de
un centro definido original. Se defendían de la acusación de negar la posibilidad de la
invención múltiple afirmando que no existía ninguna prueba de ello y que la enorme
complejidad y las circunstancias tan concretas que debían rodear el proceso eran tan
difíciles de alcanzar que la invención independiente era altamente improbable, por no
decir prácticamente milagrosa. Esta corriente, más que ninguna otra, fue la responsable
de la asociación antitética de difusionismo y evolucionismo. Smith acusó a Tylor de
vivir una existencia de Jekyll y Hyde, siendo al mismo tiempo exponente del principio
de la difusión tanto como agente promotor de su caída a través de su afirmación de la
universalidad del animismo, “que es el único factor que impide que Tylor caiga en la
aprobación del principio de la difusión” 251 . Smith valoraba la importancia del
difusionismo hasta el punto de considerarlo imprescindible para la comprensión no sólo
de la historia de la civilización, sino de los pensamientos y acciones de los hombres y
mujeres de su época. Cada individuo de cada sociedad debía su cultura al resto del
mundo, pasado y presente, “por eso en la mayoría de las cosas que comemos y
bebemos, que hacemos y pensamos, en cada momento de nuestras vidas estamos
pagando tributo a la difusión de la cultura en el tiempo y el espacio” 252 . El anatomista
australiano dio por sentado que cualquier elemento cultural tomado arbitrariamente
podía ser estudiado bajo la premisa del difusionismo y hallado en diferentes lugares y
en diferentes momentos, siguiendo una línea que permitía alcanzar el único y primer
centro difusor de toda la civilización 253 . La difusión, afirmaba el autor, era un proceso
vital que inevitablemente modificaba todos los aspectos que se difundían de un grupo
humano a otro. Considerando al hombre reacio a adoptar costumbres ajenas, opinaba

249
William James Perry (1887-1949). Geógrafo y antropólogo británico graduado en el University
College de Londres, donde estudió historia de las religiones. Enseñó en las universidades de Londres y
Oxford. Coincidió con Elliot Smith en Manchester y se convenció de sus teorías panegipcias,
convirtiéndose en uno de sus máximos defensores.
250
William Halse Rivers Rivers (1864-1922). Licenciado en Medicina por la Universidad de Londres,
pionero en la aplicación de ciertas técnicas psicológicas con soldados de la I Guerra Mundial afectados
por neurosis. En 1898 viajó con Haddon en la expedición al Estrecho de Torres, donde realizó algunos
experimentos sensoriales con los isleños y donde tuvo origen el método genealógico que lo destaca dentro
del ámbito de la Antropología. Posteriormente estudiaría la sociedad de los Toda y la de Melanesia.
251
SMITH, G. E. The Difussion of Culture. Watts and Co. London, 1933, pp. 4-6.
252
Ibid., p. 8.
253
Perry resume el método histórico de secuencias culturales: en muchos lugares se puede establecer
comparaciones entre dos o más fases de cultura. Podemos seleccionar un elemento de la fase más
temprana y buscar su presencia o ausencia en la fase más tardía. Si esas comparaciones pueden llevarse a
una escala más amplia, algo puede saberse sobre la manera en la que la cultura se modificó en la región a
lo largo de los años. Si encontramos que la respuesta es invariablemente la misma respecto a cualquier
elemento cultural, estamos ante el primer paso para la fundación de una teoría estable de la historia de la
civilización en la región.

- 120 -
que el intercambio no bastaba por sí mismo para la introducción en un pueblo de
prácticas distintas a las propias, sino que era necesario, para que se produjese la
verdadera difusión, la migración de las personas que portaban la cultura que se difundía,
normalmente por cuestiones comerciales. Así se producía el progreso: se asimilaban los
elementos de los recién llegados, se transformaban, se construía una nueva civilización
que se impermeabilizaba temporalmente hasta que iniciaba a su vez la búsqueda
comercial con otros pueblos, portando con ella la cultura que a su vez había recibido.
De este modo, la civilización original se habría extendido por todo el orbe, si bien
habría degenerado durante la migración y en ningún caso habría alcanzado el esplendor
que tuvo en su lugar de origen. El Degeneracionismo desempeñaba, así pues, un papel
fundamental en la historia humana -más aún si tenemos en cuenta que era doble, pues
Smith consideraba la época del hombre natural como una edad de oro-.
La escuela de los Kulturkreise alemana, cuya premisa básica era aceptar la
conexión histórica de los elementos de las diferentes culturas humanas fuese cual fuese
la distancia entre ellas, tuvo como integrantes principales a Fritz Graebner 254 y al Padre
Wilhelm Schmidt 255 . Sus elaboraciones teóricas bebieron directamente de la fuente de
otros dos autores previos que, sin pertenecer estrictamente a la corriente, le aportaron
una base metodológica y terminológica fundamental.
Por una parte hablamos de Friedrich Ratzel (1844-1904), fundador de la
denominada antropogeografía, centrada en estudiar las distribuciones de rasgos
culturales entre pueblos vecinos. Admitía la importancia del medioambiente en el
desarrollo de la cultura, pero no por encima de los contactos entre los distintos grupos
humanos a través de las migraciones y de los hechos acaecidos a lo largo del tiempo.
Fue crítico con la idea de la unidad psíquica del ser humano, restándole importancia
como elemento explicativo, e insistió en la prevalencia de la imitación sobre la creación,
afirmando la necesidad de probar absoluta e inequívocamente que la aparición de
cualquier elemento se debiese a una invención independiente y no al producto de alguna
migración. Ratzel introdujo un criterio de la forma a la hora de estudiar las semejanzas
en la cultura material: ciertos objetos muestran parecidos que se deben a su
254
Fritz Graebner (1877-1934). Estudió en Berlín y en Magburgo, doctorándose en Historia Medieval. En
1899 empezó a trabajar en el Museo Imperial de Berlín como asistente de investigación en los fondos de
Oceanía. En 1906 trabajó en el Museo de Colonia del que pasó a ser director en 1925. Fue también
profesor de Etnología en Bonn.
255
Wilhelm Schmidt (1868-1954). Misionero de formación, que no de práctica, antropólogo y clérigo.
Estudió lenguas semíticas y se interesó por las de Oceanía y las del Sudeste asiático. Fundó en 1926 la
revista de Etnología y lingüística Anthropos. Fue profesor en las universidades de Friburgo y Viena (de
hecho a la Escuela de los Círculos culturales se le llama a veces Escuela de Viena).

- 121 -
funcionalidad; es en el momento en el que aparecen otras cualidades “inútiles”
comparables cuando hay que pensar en una conexión histórica entre las culturas que los
comparten, que él vio entre Indonesia y África occidental a través de las conexiones
materiales y decorativas de arcos y flechas. Hay que señalar, también, que criticó la idea
de que existiesen grupos humanos sin familia. Lo que existían eran muchas situaciones
familiares. Fue, nos dice el Padre Schmidt, el fundador de la teoría de la migración
Leo Frobenius, discípulo de Ratzel, añadió al trabajo de su maestro el criterio de
cantidad, exigiendo un recuento de las similitudes en todos los ámbitos entre las
culturas, yendo él mismo más allá de los objetos materiales e investigando la mitología
de Melanesia, Indonesia y África occidental, topando semejanzas entre ellas. No son los
elementos individuales los que migran, sino culturas enteras. Añadió, además, la idea de
la cultura como un organismo, como “un ser viviente individual que pasa por un
nacimiento, una edad infantil, viril y senil” 256 , e introdujo la terminología de ciclo o
círculo y de forma cultural, afirmando que la cultura “está ligada, según sus formas, a
territorios determinados, los círculos culturales; las formas se transmiten en la
trasplantación y originan, al emparejarse, nuevas formas” 257 . Encaminaría la teoría de la
migración de Ratzel, afirma Schmidt, hacia la teoría de los círculos culturales.

Fritz Graebner fue el responsable de una primera elaboración metodológica de la


escuela histórico-cultural alemana en su Die Methode der Ethnologie de 1911, que se
vería plenamente respaldada en 1939 por el The Culture Historical Method of
Ethnology del Padre Wilhelm Schmidt. Ambos autores fueron los protagonistas del
desarrollo del denominado método histórico, con diferencias casi imperceptibles que no
hacen diferir en absoluto el contenido de sus estudios 258 .
Schmidt acentuó la incorrección de denominar a su corriente escuela de los
círculos culturales asegurando que, aunque básicos como herramienta metodológica, su
uso no era apropiado para nombrar al conjunto. Y, sin embargo, todo en la teoría gira a
su alrededor. El religioso los abordó desde dos ámbitos diferentes. El primero de ellos
lo denominó como del orden existencial, en el cual acusó a Graebner de laxitud por
señalar únicamente que “hay que mencionar que un complejo de cultura, que es
considerado como independiente, debe naturalmente abarcar todos los apartados de la

256
FROBENIUS, Leo. La cultura como ser viviente. Espasa-Calpe. Madrid, 1934, p. 15.
257
Ibid., p. 15.
258
Seguiremos para ello la obra de Schmidt, por tratarse de la más reciente.

- 122 -
cultura” 259 . En este orden el misionero concibió los círculos como complejos culturales
que abarcaban las categorías esenciales y básicas de la cultura humana: la material, la
vida económica, la social, las costumbres y la religión. Se bastaban a sí mismos para
mantener una existencia independiente. Geográficamente un círculo comprende al
menos un grupo grande de tribus y pueblos con la suficiente estabilidad y poder para
perpetuarse durante generaciones frente a influencias externas y diferencias internas 260 .
Dada su complejidad, exige un tiempo para su formación. Ofrece, además, los medios
para una búsqueda metódica en la extensión de sus límites y dentro de la propia área de
su territorio. Su enorme superficie proporciona muchas posibilidades para nuevos
sistemas de búsqueda cuando una cultura externa invade la región. Un cuarto uso,
señala el autor, se refiere al carácter orgánico del círculo 261 , del que deriva una
conexión entre las esferas culturales individuales y la posibilidad de inferir de la
naturaleza de una de ellas la de otra, a la par que la dominancia de una sobre el resto en
una cultura favorece el reconocimiento de la asociación histórica con el círculo cultural
original.
Graebner y Schmidt señalaron dos tipos de círculos culturales: los de
distribución continua se definen como “unidades que se relacionan entre sí como ramas
del tronco de un árbol y que de uno modo u otro presentan variaciones del mismo
tema” 262 ; estaríamos, pues, ante una difusión continua. De los de difusión discontinua
se nos dice: “su característica es, primero de todo, negativa; no se pueden encontrar
grupos de unidades culturales que, de acuerdo con la mayor parte de su contenido,
puedan considerarse como derivaciones de un prototpio básico. Señalan mucho más, por

259
GRAEBNER en SCHMIDT, W. The Culture Historical Method of Ethnology. Fortuny´s. New York,
1939, p. 175.
260
En este contexto Schmidt estableció las diferencias entre el círculo cultural alemán y el área de cultura
norteamericana: “El área de cultura es la ecualización de culturas de diferente clase y origen, producidos
en una cierta área sin necesidad de haber tenido una conexión orgánica permanente. Este ultimo punto,
sin embargo, es esencial para la cultura del círculo. La segunda diferencia es esta: el círculo de cultura
consiste en elementos que entran en todos los dominios esenciales e indispensables de la cultura, mientras
lo esencial para el área de cultura es la combinación de rasgos característicos individuales. Tercero, el
círculo de cultura difiere del área de cultura porque, mientras el primero puede existir tanto si el pasado
como el presente están incompletos, fragmentados o superpuestos uno encima de otro, el área cultural
indica esencialmente sólo la colección de elementos culturales característicos del presente en el área
existente hoy día. El círculo de cultura es independiente del tiempo: el área cultural es esencialmente el
concepto de algo que tiene una existencia contemporánea. Finalmente, en conexión con lo anterior, hay
otra diferencia; un círculo de cultura puede estar presente en diferentes partes de un continente o de la
tierra, separado de otros, esencialmente indéntico, mientras un área cultural existe sólo una vez y en un
área particular, lo cual naturalmente ocurre sólo en ese lugar en la tierra. SCHMIDT. The Culture… Op.
cit., p. 189
261
“Un círculo cultural, que satisface todas las demandas esenciales de la vida, es por definición un
organismo vivo como aquel al que sirve”. SCHMIDT. The Culture… Op. cit., pp. 177-178.
262
GRAEBNER en SCHMIDT. The Culture… Op. cit., p. 178.

- 123 -
un lado, a aminorar transiciones en direcciones diferentes, por el otro lado a relaciones
aparentemente irregulars y arbitrarias, en muchos casos, de hecho, exclusivamente las
últimas mencionadas” 263 .
El segundo ámbito desde el que el religioso alemán abordó los círculos
culturales fue el de su uso como herramienta metodológica de investigación a la vez que
como propia meta de la búsqueda del investigador, pues como ya defendía Graebner, la
tarea de los historiadores de la cultura era la reconstrucción de los Kulturkreise y de las
relaciones establecidas entre ellos. Aquí entran en juego varios criterios. El de forma
(Graebner) o cualidad (Schmidt) es el que afirma que las características similares
observables entre elementos de diferentes culturas que no son producto de su propia
naturaleza, ni del material del que están hechos, ni de la función que cumplen, debe
atribuirse a una conexión histórica derivada de la difusión, incluso aunque esas culturas
se distribuyan sobre superficies discontinuas. El criterio de cantidad sostiene que cuanto
mayor es el número de elementos adicionales entre los que pueden observarse
semejanzas, mayor es la probabilidad de una relación entre esas culturas (como decía
Schmidt, varias similitudes prueban más que una sola). Existen además dos criterios
auxiliares. El de continuidad sirve para reforzar a los anteriores en casos de grandes
distancias, funciona en proporción a los elementos culturales y grupos de culturas que
se encuentran a lo largo del espacio en el que se repite el mismo criterio de cualidad; es
decir, implica la posibilidad de demostrar la conexión entre los elementos semejantes de
esas dos culturas en el territorio entre ambas, funcionando esos hallazgos como pilares-
puente en la asunción de conexiones históricas entre culturas que se hallan separadas
por regiones muy extensas. Por último, el criterio de grado de parentesco: las
semejanzas se hacen más numerosas y más fuertes cuanto uno más se acerca a los dos
campos principales ahora separados, dichas semejanzas deben su origen y subsistencia a
la conexión histórica con los dos territorios principales.
Aparte de la reconstrucción de los círculos culturales, los difusionistas alemanes
quisieron llevar a cabo una reconstrucción cronológica, de lo cual se derivó el
establecimiento de círculos primarios, secundarios y terciarios (más las
subdivisiones) 264 . Los primarios serían los originales, las pequeñas bandas aisladas de

263
SCHMIDT. The Culture… Op. cit., pp. 179-180.
264
“Cuando se tocan dos campos de cultura de diferente carácter puede suceder una de dos cosas: o se
compenetran sus fronteras, y así resultan formas mixtas, o solamente se tocan en sus límites, y así surgen
fenómenos de contacto. Es claro que siempre y en todas partes las formas mixtas y las formas de contacto
son más recientes que las formas primitivas (…). Aquellas formas de mezcla de contacto, en que todavía

- 124 -
hombres primitivos que desarrollaron cada una su propia cultura distintiva (los
alemanes no creyeron en la existencia de un único centro difusor original al estilo de los
panegipcios). La difusión de estas bandas desde Asia265 conllevó la progresiva
población de todos los continentes. Con la ayuda de los criterios metodológicos
defendidos por la corriente podría determinarse la sucesión y antigüedad de los círculos
de cultura, deduciendo cuál de ellos es el más antiguo así como la progresión lineal del
resto.
Los difusionistas germanos criticaron duramente al evolucionismo, en especial
al desarrollo temporal por etapas de la humanidad. No consideraban que existiese
realmente en todos los ámbitos culturales una progresión desde lo más bajo a lo más
alto, una ascendencia lineal de las culturas 266 . De hecho, creían perfectamente posible
toparse con elementos simplificados en supuestas culturas complejas. Así, afirmaban la
incapacidad de los decimonónicos para llevar a cabo la determinación de la sucesión
cronológica de los primeros períodos de la humanidad, que ellos sí podían establecer a
través de sus círculos. El método comparativo, no obstante, fue algo que usaron con
profusión, a la par que Schmidt insistió en que no era lo mismo rechazar el
evolucionismo que la evolución, pues “si una persona se opone y rechaza aceptar el
evolucionismo, no tiene porqué rechazar y oponerse a la evolución-el desarrollo
interior. Simplemente no insiste en que el desarrollo interior sea considerado siempre
como la primera elección ni que sea aceptado sin ninguna prueba positiva, el desarrollo
exterior a través de la influencia histórica entra en cuestión sólo cuando la imposibilidad
del desarrollo interior ha sido demostrada” 267

son fácilmente reconocibles ambos componentes, revelan por eso mismo ser más recientes que aquellas
en que se han fundido en una nueva unidad, cosa que exige, naturalmente, tiempo más largo”. SCHMIDT,
W. Manual de Historia comparada de las religiones. Origen y formación de la religión. Teorías y
hechos. Espasa-Calpe. Madrid-Barcelona, 1932, p. 248.
265
“Aquellas partes del mundo que encierran en sí los actuales pueblos naturales. África, Oceanía,
América, no se hallan en contacto con Asia mediante una ancha masa de tierra, de suerte que las
emigraciones hubieran podido vaciarse en ellas en una anchura incontrolable, sino que están unidas a
Asia mediante tan estrechos ismos o series de islas, que la masa principal de las emigraciones sólo puede
haber seguido ese camino (…). De aquí resulta para estas tres partes del mundo la conclusión de que en
cada caso las emigraciones más antiguas de pueblos debieron correrse hasta sus regiones más apartadas o
que, por lo menos, fueron empujadas hasta allí por las sucesivas emigraciones y que, al contrario, en estas
partes del mundo las capas más jóvenes de pueblos tendrán su asiento cerca de la puerta de entrada”.
Ibid., p. 250.
266
Schmidt, sin embargo, no dudó a la hora de afirmar la simpleza de los enterramientos pigmeos era una
evidencia de su cronología temprana. El autor, además, al igual que Graebner, encasilló en sus secuencias
establecidas diferentes culturas, algo que criticaban de los evolucionistas.
267
SCHMIDT. The Culture… Op. cit., pp. 11, 12.

- 125 -
4.2. Los británicos heliolíticos

Cuando hablamos de difusionismo británico o híperdifusionismo hablamos de la


teoría heliolítica o panegipcia de Smith y Perry. Aunque W. H. Rivers Rivers se
enmarca también dentro de este grupo, sus obras de corte difusionista no se encuadran
dentro del mundo egipcio y tienen una entidad propia más independeiente, por lo que
conviene tratarlo por separado. Smith y Perry, por el contrario, pueden ser vistos de
forma conjunta, pues no sólo no aportaron nada de relevancia al estudio del parentesco,
sino en general a cualquier aspecto de la teoría antropológica. Conviene, no obstante,
tenerlos bien presentes, dado que suponen el contexto del pensamiento difusionista
inglés al que posteriormente se convertiría el creador del método genealógico.
Dadas las premisas de la nula capacidad inventiva del hombre y de que la cultura
había surgido una sola vez en un solo lugar, se hacía necesario escoger dicho punto de
partida, que ambos autores situaron en Egipto 268 . Previamente al nacimiento de la
civilización el hombre natural, contemplado en una perspectiva genérica que engloba al
orbe entero, carecía absolutamente de todo. La descripción de Smith lo dibuja cercano
al buen salvaje: “criatura desnuda, inofensiva y veraz, buena, honesta y considerada
(pero) tímida y suspicaz (…). Aunque hábil y competente, el hombre primitivo no siente
el deseo innato de construir viviendas, hacer ropas, trabajar la tierra o domesticar
animales. No tiene religión ni organización social ni jefes hereditarios; tampoco tiene
leyes formales ni ceremonias, sean nupciales o fúnebres” 269 . En cuanto al ámbito
familiar, señala la existencia de grupos dentro de los cuales el vínculo principal es el
afecto por los niños y la preocupación por su bienestar. Cada grupo tendría su propio
territorio, respetado por el resto, y sus miembros practicarían una monogamia casi
siempre estricta precedida de un período de libertad sexual durante la adolescencia. A
pesar de la existencia puntual de poligamia, la tónica común sería una fidelidad absoluta
al compañero que se mantendría durante toda la vida, característica sin duda acorde con
esta visión amable de la criatura buena y considerada.

268
Lowie, sarcástico, señala sobre Smith: “Este reformador de la etnología, quien en un tiempo se instaló
en el Cairo, decretó que Egipto debe ser la fuente de toda la cultura avanzada. Si hubiese permanecido
una temporada en el Éufrates, podríamos probablemente suponer que hubiese adoptado una teoría
panbabilónica”. LOWIE, R. H. Historia… Op. cit., p. 197.
269
SMITH, George Elliot. En el origen de la civilización. Editorial Nova. Buenos Aires, 1945, pp. 39-40.

- 126 -
La civilización se habría iniciado con el fin del nomadismo, algo que permitió el
inicio de la agricultura hacia el año 4000 a.e.c. en Egipto, donde una cosecha
espontánea de cebada enseñó al hombre cómo cultivar la tierra. Las familias se
sedentarizaron y juntaron, pasando a dominar unas sobre otras y a formarse clanes. A
partir de ahí, el país del Nilo conjugó todas las características de la civilización arcaica
señaladas por Perry: un sistema de irrigación; uso de la piedra pulida y talla de
imágenes; cerámica; trabajo con metales y pesca de perlas; una clase de soberanos 270 ;
culto al Sol; práctica de la momificación; gran Diosa Madre; sacrificio humano; derecho
materno; clanes totémicos; organización dual; exogamia. Con el tiempo, los egipcios
iniciaron viajes en búsqueda de materias primas, lo cual originó la difusión gradual de
su cultura de un extremo a otro del mundo 271 .
En relación al derecho materno los panegipcios no fueron muy ocurrentes ni
definitorios, limitándose a adoptar las teorías previas que relacionaban a la Diosa Madre
y las vicisitudes de su culto con la descendencia matrilineal 272 . Así, esta divinidad
habría sido la primigenia en la sociedad arcaica en los tiempos previos al
descubrimiento de la irrigación, de ahí que dedujesen que el derecho materno fue el
primero. Luego aparecería un hijo divino, a la par que amante, personificado en la tierra
por el rey, asociado con la fertilidad y la vegetación. El siguiente paso fue rápido: los
elementos masculinos primaron sobre los femeninos, se relegó a la Diosa Madre al
papel de consorte y se produjo poco después del inicio de las migraciones la
transformación social que llevó a la victoria del derecho paterno.
La organización dual la relacionaron Perry y Smith con la existencia de los dos
tipos de clase de dirigentes. Para extender este carácter al resto de elementos culturales
lo tuvieron tan fácil con Egipto como el de presentar la propia división del país en dos
270
Perry señala la existencia de dos tipos de soberanos que se sucedieron en el tiempo. Los que él
denomina Hijos del Sol fueron los gobernantes que, a partir de la V Dinastía, se asociaron a la divinidad
solar (previamente los faraones se asimilaban a dioses relacionados con la vegetación y la fertilidad). Ya
en esta época no gobernaban solos, pues existían nobles que desempeñaban también funciones
importantes. La familia real estaba conectada con el mundo solar, los faraones eran dioses encarnados. El
resto de las personas estaban conectados con el inframundo, pues allí iban sus almas después de la
muerte: “Los reyes solares fueron más allá de la muerte al cielo a vivir en compañia de Ra; pero el resto
de la gente fue a la tierra de los muertos gobernada por Osiris, el primer rey que se convirtió en mortal.”
PERRY. The Children… Op. cit., p. 256. Más tarde Osiris sería también identificado con el ámbito
celeste, mientras la Diosa Madre se relacionó siempre con el inframundo. Posteriormente el rey-sol dio
paso a un dios guerrero, derivado esto de transformaciones en la sociedad que devinieron en un carácter
más bélico de los pueblos, frente al carácter pacífico característico de la civilización arcaica.
271
Gran parte de The Children of the Sun de Perry está dedicado a demostrar la existencia de todos estos
elementos en los diferentes continentes.
272
Esto explicaría el matrimonio entre hermanos: “Bajo instituciones matrilineales la hija del rey es la
heredera legal al trono. Por lo cual cualquiera que quisiese reinar tenía que casarse con ella y reinar como
su sustituto”. PERRY, The Children… Op. cit., p. 241.

- 127 -
partes distintas unificadas en tiempos dinásticos. País, por lo tanto, dual desde su raíz,
con expresión de este fenómeno alrededor del propio monarca: doble corona, doble
ceremonia de coronación, dos palacios, dos templos de estado… Lo remarcable, en
cualquier caso, es que los autores heliocéntricos asumieron una idea de dualidad que
aplicaron a los ámbitos de lo social, político, económico y religioso, buscándolo en cada
cultura de las investigadas por ellos como prueba de la difusión de la civilización
arcaica.
Qué campo más idóneo para su expresión, qué duda cabe, que el de la exogamia.
Perry negó que se debiese a un deseo de evitar el incesto, tal como afirmaba Frazer. Al
contrario, aquél apareció por medio de las reglas matrimoniales de la organización
dual 273 , en cuyo desarrollo distinguió tres estadios: matrimonio prohibido entre
miembros de la misma mitad, matrimonios prohibidos entre miembros del mismo clan,
matrimonios prohibidos entre parientes sanguíneos 274 . Lo que quedaba claro era que la
exogamia era independiente del sistema del clan totémico y que su origen se ligaba a los
grupos duales. Smith defendió que el objeto de esta exogamia era el de estabilizar la
posición de soberanía dual y eliminar el riesgo de una desorganización del estado. Dado
que los grupos duales tomaban sus características de la clase soberana de la civilización
arcaica, era evidente para el autor que tal fue su regla matrimonial y que en los
asentamientos gobernados por los Hijos del Sol se practicaron sistemáticamente
matrimonios entre la gente del cielo y la gente del inframundo; esto es, entre miembros
de la casa real y miembros de la nobleza, especialmente entre personas de la familia del
visir.

Los panegipcios carecieron totalmente de una metodología válida en sus


reconstrucciones históricas, las cuales pecan, por no calificarlo de otro modo, de una
impresionante ingenuidad. Smith y Perry no sólo pretendieron establecer una cronología

273
Smith afirmaba que el incesto sirvió para preservar la divinidad de los Hijos del Sol. Esto entra en
contradicción con las ideas sobre el origen de la exogamia (matrimonio entre familia real y familia del
visir) si tenemos en cuenta la afirmación de Perry de que la nobleza estaba conectada con el inframundo,
no con el cielo. En civilizaciones receptoras de la egipcia con presencia de poliginia, los Hijos del Sol
habrían desposado tanto parientes cercanas como a miembros de la familia del jefe guerrero (esta jefatura
habría derivado del grupo soberano relacionado con el inframundo). De hecho, señala también la
poliginia como una expresión de la transformación acaecida en las sociedades que adoptaron un carácter
bélico: “cuando la guerra se convirtió en una ocupación prominente, la manifiesta incapacidad de las
mujeres para los modos violentos de comportamiento, y la atención creciente de las clases reinantes a la
lucha, tendieron, entre otras cosas, a ponerla en una situación de inferioridad y convertir al hombre en
predominante”. PERRY. The Children… Op. cit., p. 493.
274
Este es un buen ejemplo de uso semejante de metodología evolucionista, pues estos estadios no dejan
de ser sucesiones en el tiempo de reglas matrimoniales.

- 128 -
tan corta para el desarrollo de la civilización humana como la de 4000 años, sino que
además utilizaron lo que denominaron pruebas arqueológicas de un modo totalmente
descontextualizado e imaginario, comparando, por poner un ejemplo, cualquier
monumento piramidal, fuese cual fuese su uso, con las pirámides egipcias 275 , o
derivando de algo tan circunstancial como el hallazgo del fémur disecado de un jefe
africano una conexión con la momificación de los faraones 276 .
Lowie criticó y refutó varios de estos absurdos heliolíticos. En el campo de la
etnografía señalaba, además, contradicciones de los propios autores, como la hipótesis
de que hacía sesenta siglos los hombres vivian como antropoides, que se saltaba el
propio Elliot Smith en partes diferentes de su obra; o la negación de que los pueblos
indígeneas tuviesen prácticas e ideas mágicas y religiosas, afirmando en otro lado que
algunos pudieron creer en la magia imitativa… Los panegipcios daban por sentado que
si un pueblo había tomado prestado un rasgo cultural, toda su cultura tenía la misma
procedencia. Usaron para su argumentación no sólo elementos como las pirámides o los
enterramientos, sino también los cultivos mexicanos (eslabón del paso de la cultura
entre Egipto y el Nuevo Mundo) y la organización dual, como ya hemos visto, que
aplicaban sin rubor a todos los ámbitos de la cultura humana, desde el urbano al de
parentesco. Lowie los refutaba en este último sentido con meros ejemplos: la extinción
de uno de los tres clanes exogámicos de los hopi se debió a un desarrollo independiente,
pero eran tres, no dos, o que los angami anda de Asam tenían clanes locales que eran
mitades exógamas, una de las cuales se dividió en seis clanes, quedando siete en total,
evidenciándose que la organización dual era un fenómeno fluido. Criticaba también la
minimización heliolítica de la capacidad inventiva primitiva, aludiendo, en relación a
Smith y Perry, a su “ignorancia ilimitada de los datos más elementales de la
etnografía” 277 . En resumidas cuentas, “la obsesión panegipcia de estos autores va en
contra de los hechos observados” 278

275
Afirmaba Perry: “lo que sucede en el caso de la pirámide de piedra es que este monumento no se
originó como una pirámide de piedra, sino que es el resultado del agrupamiento de varias ideas que
pueden ser analizadas dentro de sus elementos fundamentales. Por eso cuando las pirámides se
encontraron también en México y en América, puede suponerse sin ninguna duda que su origen se halla
en Egipto”. PERRY, W. The Children…Op. cit., pp. 475-476.
276
Smith llegó a hacer la afirmación de que “el motivo central de la historia de la civilización lo
constituye el conjunto de ideas relacionadas con la costumbre egipcia de momificar a los muertos”
SMITH, G. E. En el comienzo… Op. cit., p. 81.
277
LOWIE. Historia… Op. cit., p. 205.
278
Ibid., p. 201.

- 129 -
4.3. Los Kulturkreise germanos

Obcecado en la reconstrucción de los círculos culturales originarios de la


humanidad, Graebner estableció un esquema que más adelante retocaría el Padre
Schmidt. Fue en Oceanía donde situó seis desarrollos culturales que se iniciaron con el
círculo tasmanio, seguido por la cultura del boomerang australiana, un kreis de
cazadores totémicos, otro de horticultores de dos clases, una cultura polinesia del arco y
otra polinesia patrilineal. Lo que nos interesa principalmente son sus ideas sobre las
concepciones diferentes del mundo de las culturas matriarcales y patriarcales, ambas
pertenecientes a círculos primarios y, tengámoslo presente, no sucesivas en la línea
cronológica evolucionista de promiscuidad-matriarcado-patriarcado, ampliamente
criticada por el autor: “el conocimiento más exacto de los pueblos salvajes,
precisamente de los más primitivos, nos ha enseñado que ese estado de promiscuidad en
las comunidades humanas es una hipótesis sin fundamento o, mejor dicho, un parto de
la fantasía; que ni siquiera ciertos vestigios de matrimonio colectivo por grupos,
supuesto estadio intermedio entre la promiscuidad y el verdadero matrimonio-, pueden
considerarse como formas primarias, sino secundarias, que, justamente, los pueblos más
primitivos viven en monogamia indudable, y que, en fin, no puede afirmarse que en
toda ocasión el estado natural de los pueblos matriarcales sea más primitivo que el de
los patriarcales. La etnología ha llegado a convencerse de que los sistemas matriarcales
no han imperado jamás en todos los estados de la tierra, sino que representan la
evolución definida de ciertos grupos, caracterizados sobre todo por sus particularidades
económicas” 279 .
Graebner partía ya de la idea de que las comunidades más primitivas de
cazadores-recolectores australianos formaban grupos que funcionaban como pequeños
estados que defendían sus límites geográficos y que se constituían de pequeñas familias
de matrimonios monógamos. Pero la diferenciación máxima que hace el autor es entre
los pueblos agricultores matriarcales y los pastoriles patriarcales.

279
GRAEBNER, F. El mundo del hombre primitivo. Revista de Occidente. Madrid, 1925, pp. 11-12.

- 130 -
Las culturas matriarcales 280 habrían surgido del descubrimiento por parte de la
mujer tras la observación empírica de que los alimentos caídos en terreno favorable
arraigaban y daban nuevas plantas. Esto conllevó que los hombres cargasen sobre sus
compañeras el peso de la vida económica, y como ellas llevaban a cabo el trabajo con
un conjunto de parientes femeninas, creció en importancia el determinar con qué grupo
se establecía el parentesco. Éste, por otra parte, pasó a determinarse por línea materna.
Y esto sería lo que se denomina matriarcado 281 .
Los pueblos matriarcales se caracterizan por el sedentarismo proporcionado por
la agricultura, existe un centro fijo en el territorio y la comunidad de la aldea se
convierte en una unidad política preponderante, existiendo ante todo una democracia sin
clases. Habría un tráfico fronterizo que limitaba el comercio a ciertos días y a
determinados mercados y primarían las artes manuales femeninas (alfarería y tejido). La
defensa personal sería por vía jurídica, quedando relegada la venganza por sangre. En el
ámbito de las creencias religiosas tendrían una gran importancia los mitos con la luna
como protagonista o personaje y existiría una clara creencia en los posibles beneficios
que la fuerza de los muertos podría proporcionar a la comunidad.
Las culturas patriarcales, como ya mencionamos, no sucedieron en el tiempo a
sus antagonistas. Como menciona Graebner, ya en el tiempo que medió entre la
propagación de la cultura australiana y las viejas culturas labradoras del continente
meridional encontramos allí una forma cultural en la que aparecen grupos de parentesco
que trascienden la pequeña familia en la que los hijos pertenecen a la línea del padre.
Asimismo también hay inexistencia de matriarcado entre los pastores del antiguo
continente y los malayo-polinesios. Aunque no se puede establecer con seguridad cuál
fue la forma original de su economía, sí se pueden mostrar otras características. Así, los
círculos totémicos más antiguos presentaban huellas de nomadismo estacional y vivían
de la ganadería y la pesca. El totemismo colectivo (existe totemismo tanto patriarcal
como matriarcal, en cualquier caso) emparenta a un grupo entero con, por lo general, un
animal y va casi siempre acompañado de exogamia. A pesar de negar la línea
cronológica, Graebner comenta sin embargo que las formas patriarcales fueron
probablemente las más antiguas, destacando entre ellas las del totemismo local: los

280
Mar del Sur de Melanesia, SE de Asia, interior de África (sobre todo Congo), tierras bajas del
Amazonas y del Orinoco, zonas templadas de Norteamérica: Montañas Rocosas, pueblos agricultores del
Atlántico -iroqueses, maskoki-. Otra zona de influencia matriarcal pero sin cultivo de tierra se extiende
por el Mar del Sur.
281
Ni Graebner ni Schmidt difieren de Bachofen en el sentido que le dan a la palabra.

- 131 -
grupos totémicos viven en localidades separadas, de suerte que el casamiento con un
miembro de otro grupo significa matrimonio en otro grupo local. Por otra parte, el
totemismo despierta antagonismo entre los sexos, pues los hombres son el elemento
estable de la población mientras las mujeres casadas pertenecen a totems diferentes.
No poseían alfarería ni industria del tejido, pero sí conocían el trabajo de la
madera. Existiría para ellos todavía la venganza de sangre. El comercio se produciría a
través de las visitas de unos grupos a otros y, desde el punto de vista de las creencias,
destacaría la figura del sol en los mitos. Las culturas patriarcales, a ojos del autor, “se
muestran superiores a las matriarcales, en primer lugar, por su grandiosidad 282 . Esto les
permite, además, admitir en su amplio espacio elementos de las otras culturas sin
cambiar, por eso, esencialmente, su carácter propio” 283 .
De la fusión de elementos de los viejos pueblos agricultores y pastoriles surgió
la que el autor considera única cultura superior que logró dar frutos superiores al
conjunto de las culturas madres, pues cuando confluyen dos culturas inferiores casi
nunca surge nada nuevo superior. Se extendería desde el África occidental por todo el
territorio del Sudán, Noroeste de África, Oeste, Sur y Este de Asia y dominaría
América, perteneciendo a ella los pueblos de China, Egipto y Mesopotamia. Se habría
caracterizado por un comercio viajero ampliado, la creación de grandes comarcas
pacíficas y monarquías, organizaciones religiosas y sacerdotales así como escritura. En
ellas no existirían prácticamente vestigios de matriarcalidad, a excepción de algunas
formas de sucesión en el trono.

Schmidt elaboró su propio esquema, modificando algunas cosas. De entrada,


introdujo como círculo de cultura más antiguo el pigmeo, que Graebner no había tenido
en cuenta, y rechazó el de la cultura del boomerang como círculo de cultura original
independiente, aceptándolo sólo como una mezcla temprana de elementos matriarcales
con los de la cultura primitiva.
Existen 3 etapas. A la primitiva pertenecen las tribus en estado de caza (hombre)
y recolección (mujer). Sus círculos, todos con dominio de patriarcado, serán:
- Exógamo monogámico o central. Pigmeos de África, de Asia del Sur, tal vez
los de Nueva Guinea y los de las Nuevas Hébridas.

282
En contraposición a las culturas matriarcales que considera como núcleos cerrados.
283
GRAEBNER. El mundo… Op. cit., pp. 109-110.

- 132 -
- Exógamo totémico del Sur. Australia Sudeste (y tasmanios), guarda relación
con los fueguinos en el extremo Sur de Sudamérica y con los bosquimanos
del Sur de África
- Círculo ártico. Exógamo con igualdad sexual. Comprende pueblos del Norte
y del Nordeste de Asia y los primitivos esquimales de Norteamérica, guarda
relación con los californianos del centro y con los primitivos algonquinos.
Graebner añadiría aquí la cultura del boomerang. En Sudamérica los círculos
primitivos se habrían fundido.
La etapa primaria cuenta, también, con diferentes círculos:
- El de cultura patriarcal de las grandes familias de los pueblos pastores
nómadas (futuros conquistadores uralo-altaicos, indoeuropeos y semitas).
- El de cultura exógama patriarcal de los grandes cazadores totémicos,
fundadores del arte, del trabajo manual, del comercio y de la cultura de las
ciudades. No abarca una extensión cerrada, se halla extendido en Autralia del
Sur y del Centro, en Nueva Guinea y en partes de la Melanesia e Indoensia,
en la India y en grandes regiones de África y de América del Norte y del Sur.
- Círculo exógamo matriarcal de los agricultores inferiores, cultura de las
aldeas. Tampoco presenta una extensión cerrada: Australia del Este y del
Oeste, Melanesia Central, partes de Indonesia, India, Oeste y centro de
África oriental y en partes de América del Norte y del Sur.
Los grados secundarios de la cultura comprenderían los círculos de cultura
patriarcales libres de, entre otras zonas, Polinesia, Sudán, India, Asia occidental y Sur
de Europa; y los matriarcales libres Sur de la China, Indonesia, Melanesia, Noroeste de
Sudamérica, etc.
Por último, como culturas terciarias señalaría las altas culturas de Asia, Europa y
América.
Schmidt incide en que las tres culturas primarias no surgieron esencialmente una
después de otra, los pueblos no pasaron por ellas como etapas, sino que una parte
evolucionó hacia el estado totémico de cazadores, otra hacia la cría de ganado y otra
hacia la agricultura. La evolución interna de cada uno fue independiente. Autores como
Harris, no obstante, tacharon todo el esquema de evolucionista, afirmando que “la
sucesión de los grados no es ni más ni menos que la secuencia familiar de los estadios
que llevan desde los tipos de sistemas socioculturales de los cazadores recolectores,
pasando por los tipos de horticultores y pastores hasta las civilizaciones complejas

- 133 -
estratificadas” 284 . Incluyó también en esta línea la visión del kreis agricultor del
matriarcado, que vendría de la lógica evolucionista de Bachofen y Morgan con una clara
secuencia temporal de los derechos de propiedad.
La reconstrucción de este círculo nos interesa especialmente. Schmidt la llevó a
cabo con detalle a través de una línea argumental sobre la relación entre la mujer y la
propiedad en la sociedad primitiva.
En las culturas cazadoras-recolectoras, sencillamente, no habría derechos de
propiedad sobre el suelo ni entre hombres ni entre mujeres, sólo sobre objetos movibles,
y esa posesión se respetaba fuese de quien fuese. Por otra parte, “en prácticamente todas
estas tribus la mujer está en posesión también de la más alta clase de propiedad, de su
persona, por lo que puede disponer libremente de sí misma, independientemente de lo
que quieran sus padres u otras personas” 285 .
En las culturas primarias de pastoreo el objeto de propiedad prioritario es la
cabeza de ganado. En casi todas aquellas en las que el ganado se constituía de renos 286
las mujeres podían recibir este tipo de presente por parte de su padre y/o de su marido y
podían legarlo a sus hijos y a veces incluso a sus hijas. Asimismo, tenían independencia
para casarse. Algunas de las libertades más “extremas” de las que disfrutaba, dice el
autor, se debían probablemente a influencias de culturas matriarcales más tardías, pero
en cualquier caso los derechos de propiedad eran inherentes a estos círculos. Sin
embargo, entre las gentes criadoras de caballos las cosas cambiaron y la dote se volvió
propiedad del marido, algo que se extendió al resto de las posesiones femeninas,
incluidas las ropas y ornamentos, así como la capacidad de heredar, ya inexistente; sólo
como viuda podía administrar los bienes del difunto, y únicamente para uso de sus hijos
(si ella decidía regresar con su familia, los hijos quedaban con la del padre).
En las culturas horticultoras los derechos de propiedad de las mujeres y sus
prerrogativas sociales alcanzaron el pico del matriarcado. Éste no habría existido en el
origen de la humanidad, tal como ya había dicho Graebner, sino que fue precedido de
un período en el que reinaba una división económica del trabajo (hombres cazadores y
mujeres recolectoras, como ya vimos), en el cual la mujer seguía al marido a su
residencia. Fue el inicio del cultivo de las plantas el que marcó la diferencia. Conllevó

284
HARRIS. Historia del… Op. cit., pp. 333-334.
285
SCHMIDT. “The Position of Women with regard to Property in Primitive Society”. En American
Anthropologist. Vol. 37, n. 2. Parte 1. (Abril-Junio 1935), p. 246.
286
Sería un primer estadio, criadores de renos en el Norte de Asia: tribus de los samoyedos, tunguses,
koryak y chukchee.

- 134 -
el cambio de apreciación del suelo, que pasó a ser objeto de propiedad, y el punto de
partida de la primacía femenina, pues en sus manos estaba este aspecto de la vida
económica del grupo, de tal modo que se convirtió en la dueña de las tierras y de los
productos que de ella se obtenían. A la par, la residencia se estableció en los lugares de
cultivo, por lo cual la esposa ya no seguía al marido, sino que el matrimonio se
convirtió en un sistema de visitas más o menos frecuentes del hombre a casa de la
mujer, poseyendo ésta los derechos sobre los hijos y transmitiéndose la filiación por vía
materna. Añade el clérigo: “como esta clase de matrimoio no preservó nada de la vida
común del hombre y la mujer propia de la familia natural de la cultura primitiva, incluso
en este nuevo estado económico era demasiado antinatural como para convertirse en una
institución universal” 287 . Con el tiempo el hombre acabó por establecerse con la familia
de la esposa y se instituyó la matrilocalidad, restableciéndose al menos la comunidad de
familia.
El final del período clásico del matriarcado se produjo pasando a lo que Schmidt
denominó derecho materno masculinizado. El hermano de la mujer habría cobrado cada
vez mayor presencia en la administración de los bienes y en otras tareas que
desempeñarían mejor los hombres que las mujeres. Poco a poco relevó a la hermana en
las funciones relacionadas con la propiedad, hasta el punto de controlar incluso a sus
sobrinos, que pasaron a heredar de su tío y no de su madre.

287
SCHMIDT. “The Position…” Op. cit., p. 252.

- 135 -
CAPÍTULO 5

WILLIAM HALSE RIVERS RIVERS

- 136 -
5.1. El método genealógico

La producción antropológica de William Halse Rivers Rivers, médico y


psicólogo de formación, se divide en dos etapas bien diferenciadas cuyo año de escisión
se sitúa en 1911 288 . La segunda fase es la de la asunción de los postulados difusionistas,
plasmados con todas sus consecuencias en su Historia de la sociedad melanesia, de
1914. Desde el punto de vista del parentesco es el primer período del autor y las obras
derivadas de él (algunas publicadas algo después de 1911) el que más nos interesa.
La principal aportación de Rivers en lo que a nosotros atañe es la del método
genealógico como instrumento para el conocimiento de la estructura social y cultural de
cualquier grupo humano. El contexto de descubrimiento o invención de esta
metodología nos lo da la expedición al Estrecho de Torres llevada a cabo por un grupo
de estudiosos de Cambridge 289 en 1898. Partió con la pretensión de recoger la máxima
cantidad de datos posible antes de que las culturas a observar desapareciesen por
completo. De hecho, Haddon, cabeza de la expedición, había visitado ya el lugar 10
años antes, siendo profesor en Dublín. La experiencia tuvo repercusiones claramente
antropológicas, entre las que destaca la recuperación del trabajo de campo entre los
investigadores británicos. Aquí, donde en un principio Rivers pensaba poner en práctica
experimentos de índole psicológica, fue donde descubrió las posibilidades del método
genealógico 290 y se dedicó a aplicarlo con la intención de analizar la organización social
de los nativos. Él y Seligman se responsabilizarían de formar a la siguiente generación
de antropólogos británicos.
El método se origina con una regla básica: partir del menor número de términos
de parentesco posible, siendo factible obtener los linajes del informante cuando nos
limitamos a: padre, madre, hijo o hija, marido y esposa. Es necesario que los nombres
288
En un discurso pronunciado ante la Asociación Británica en Portsmouth el propio autor anunció que
había asimilado las posiciones difusionistas
289
Componían la expedición: Alfred Haddon, zoólogo; Anthony Wilkin, aprendiz de antropólogo de
campo; Rivers; Sydney Ray, lingüista, Charles Myers y William McDougall, psicólogos; y Charles
Seligman, patólogo.
290
El artículo original “El método genealógico de investigación antropológica” se publicó por primera
vez en 1910 en The Sociological Review (Vol. 3). En 1968 fue recogido en el libro Kinship and Social
Organization. En cualquier caso, las ideas aquí defendidas aparecieron plasmadas ya por primera vez en
sus aportaciones a los Reports of the Cambridge Anthropological Expedition to Torres Straits,
concretamente en los volúmenes V (Sociology, Magic and Religion of the Western Islanders), de 1904 y
VI (Sociology, Magic and Religion of the Eastern Islanders), de 1908.

- 137 -
de los progenitores sean los verdaderos, no los de otras personas a las que se llame igual
en virtud del sistema clasificatorio. El siguiente paso es asegurarse de que el padre y la
madre del informante hayan tenido una sola esposa y un solo marido y obtener los
nombres de sus hijos por orden de edad, así como los matrimonios de éstos y los hijos
de cada uno. De esta manera se logra el grupo formado por los descendientes de los
padres del informante. El ejemplo práctico presentado por el autor fue tomado en una
isla de Guadalcanal donde imperaba la descendencia matrilineal, lo cual implicó un
mayor conocimiento del linaje materno, pudiendo remontarse a generaciones previas de
éste con el mismo método hasta agotar los conocimientos genealógicos del indígena
inquirido. Es importante también averiguar la condición social de cada persona incluida
en los linajes, la localidad a la que pertenece, el distrito e incluso los nombres de grupos
territoriales menores (pueblo o aldea). Si el pueblo en cuestión tiene una organización
totémica hay que registrar los nombres del tótem o de los tótems de cada persona y si no
la tiene o posee otro tipo de organización social, especificarlo. Al empezar a trabajar en
un lugar nuevo se registra cualquier otro dato relativo a cada persona que puede tener
alguna relevancia social (después de la investigación hay que limitarse a los
importantes). Se anotan las localidades de quienes, procedentes de otras tribus o lugares,
se han casado con miembros de la comunidad. Si existe la adopción, los hijos adoptados
se incluyen casi seguro entre los auténticos, deben consignarse los padres reales y los
adoptivos. Otro aspecto a tener en cuenta es que pueden presentarse dificultades como
el tabú de nombrar a los muertos o las prácticas de adopción y la costumbre de
cambiarse de nombre en diferentes etapas de la vida. Para solventar estas dificultades lo
mejor es obtener las mismas genealogías de diferentes informantes (por lo general habrá
solapamiento al pertenecer a la misma comunidad), no fiarse demasiado de los más
jóvenes y acudir, por el contrario, a aquellos que tienen un conocimiento especial del
tema.
Rivers señala varios usos que se le pueden dar a las genealogías. En primer
lugar, la elaboración de los sistemas terminológicos del parentesco. Se le pregunta al
informante por los términos que asigna a los miembros de su linaje, y por los términos
que se le asignan a él. El autor señala que sólo con carácter excepcional puede obtenerse
un conjunto completo de términos de parentesco a partir de un único linaje, pero aún
cuando esto fuera posible no es aconsejable pues puede haber alguna relación doble y
esto inducir a error, lo mejor es obtener cada relación a partir de tres genealogías
diferentes. La siguiente utilidad es para el estudio de las reglamentaciones del

- 138 -
matrimonio. Puede saberse cuáles han sido permitidos o encarecidos, cuáles prohibidos
y expresar estadísticamente la frecuencia de los distintos tipos. El método genealógico
es el idóneo para estudiar las fases de transición que puede pasar la institución en un
pueblo dado, y allí donde está regulada por un grupo social pueden descubrirse las
tendencias especiales a casarse entre ellos que tengan las personas de ciertas divisiones.
También permite el estudio exacto de formas de matrimonio como la poliginia y la
poliandria, el levirato y el matrimonio entre primos cruzados y capacita para detectar
hasta qué punto se practican de hecho las regulaciones matrimoniales de un pueblo. El
tercer uso está en la investigación de las leyes que regulan la descendencia (matrilineal
o patrilineal) y la herencia siguiendo la historia de un trozo de tierra. En cuarto lugar, el
estudio de las migraciones. Por otra parte, también sirve para descubrir el vínculo entre
funciones de índole mágico-religiosa y ceremonial y las relaciones de parentesco. El
sexto uso se dedica a aspectos de importancia sociológica: proporción de los sexos,
tamaño de la familia, sexo del primogénito, proporción de niños que crecen y se casan
respecto al total de los nacidos... En séptimo lugar está la utilidad para la antropología
física: descubrir los antepasados inmediatos de individuos de una población, problemas
de la herencia, afecciones físicas.
Como ventajas adicionales Rivers menciona la del conocimiento de la
transmisión de los nombres (que puede dar lugar a la obtención de datos de épocas de
antepasados de una persona), la de aportar material lingüístico, su concreción y
capacidad para investigar problemas abstractos, comprender sistemas de parentesco
aunque no se posean conocimientos de la lengua indígena y los intérpretes sean malos.
También facilita los medios para comprobar la precisión de los testigos y proporciona
una confianza mutua entre interrogado e interrogador.
Finalmente, el autor recoge dos cuestiones que considera fundamentales: el
método nos retrotrae a momentos anteriores a la influencia blanca sobre los pueblos
estudiados y está capacitado par demostrar los hechos de la organización social
verazmente, lo cual contribuye a situar a la Antropología al nivel de otras ciencias.
La aplicación de esta metodología al estudio de la organización social en las
islas del Estrecho de Torres 291 fue pareja a un afianzamiento de la división morganiana
entre sistemas clasificatorios y descriptivos, así como la afirmación de que en las

291
Situado entre Nueva Guinea y Australia. Entre las islas del Oeste estudió principalmente Mabuiag.
Entre las del Este Murray (o Mer)

- 139 -
terminologías de parentesco contemporáneas podían encontrarse trazos de los sistemas
sociales primitivos, cuya presencia en suelo anglosajón venía ya de atrás.
El sistema de las islas occidentales sería clasificatorio, aunque con diferencias
respecto a otros sistemas del estilo: “usualmente se hace una distinción en los nombres
aplicados de uno a otro por los hijos de un hermano y un hermano, y deuna hermana y
una hermana, por un lado, y por los hijos de hermano y hermana por otro. Otro rasgo en
el que el sistema de Mabuiag difiere de las formas americana y asiática es en el marcado
carácter recíproco de los términos” 292 . Dicha diferencia podría deberse en parte, señala
el autor, a una supervivencia del matrimonio de primos cruzados. Menciona, también,
ciertos tabúes en el uso de las terminologías (especialmente los relacionados con la
familia política), así como las funciones de algunos parientes, entre las que destaca la
referida a la estrecha relación entre un hombre y su tío materno, que sería también un
survival, en este caso de la descendencia materna. El sistema de parentesco, insiste el
autor, tendría una importancia fundamental en la comunidad y regularía y determinaría
las relaciones entre los individuos, así como de los matrimonios. Respecto a esto último,
Rivers afirma que las regulaciones matrimoniales dependen más de cuestiones
relacionadas con el parentesco que con el clan, aunque los dos ámbitos tengan
importancia. Así, un hombre encuentra restricciones para casarse con una mujer de su
clan, pero también con mujeres de otros clanes si existe algún tipo de ligazón parental.
Existen matrimonios entre personas con el mismo tótem 293 , pero en estos casos los
individuos pertenecen a diferentes clanes. En última instancia es el grado del parentesco
el que determina la posibilidad de la unión. Un tipo de matrimonio frecuente en el
Estrecho de Torres era el del intercambio de hermanos y hermanas, conectado su origen,
según los propios nativos, con un precio de la novia demasiado alto. Por otra parte, el
autor constató la existencia de la poligamia (sororal o no) y del levirato (no obligatorio
para la viuda).
Las islas orientales no difieren en gran medida de las occidentales. Como
peculiaridades de su terminología señala la existencia de una designación especial para

292
RIVERS. Reports of the Cambridge anthropological Expedition to Torres Straits. Vol. V: Sociology,
Magic and Religion of the Western Islanders. Cambridge University Press. Cambridge, 1904, pp. 139-
140.
293
Los miembros de cada clan (en cada isla hay varios clanes) tienen el mismo tótem o totems. Si hay
varios, uno de ellos es más importante que el resto. En algunos casos dos o más clanes pueden tener el
mismo tótem principal y diferentes totems secundarios. Los miembros de un clan viven por lo general en
una localidad de la que toman el nombre y, si se van a vivir fuera, mantienen la pertenencia al clan. La
descendencia es patrilineal. En un tiempo los clanes de la isla de Mabuiag se dividieron en dos fratrías,
pero la división acabó perdiéndose.

- 140 -
la hermana del padre (por la probable existencia en algún tiempo de una distinción con
la hermana de la madre, en su día desaparecida) y también para los hijos del hermano y
de la hermana (que, dice el autor, a pesar de no estar incluida por Morgan, es un rasgo
muy general del sistema clasificatorio). Otras diferencias con las islas del Oeste es que
las del Este tienen un mismo término para el abuelo y la abuela y las del Oeste para
suegros y cuñados/as. En cualquier caso, ambos sistemas se asemejan al malayo de
Morgan, quien lo asimilaba a la familia consanguínea. Rivers opina que la cultura
Polinesia no posee una organización familiar de tipo primitivo y que su sistema
terminológico es el resultado de la ruptura de uno más complejo. Las islas orientales
también cuentan con tabúes relacionados con los parientes políticos, a los que no se
debe llamar por su nombre propio, y con ciertas funciones de parentesco (el peso del tío
materno no se asemeja aquí al que tenía en Mabuiag).
Respecto a las regulaciones matrimoniales en la zona oriental del Estrecho, la
unidad social empleada por los isleños es la de la villa 294 : “dicen que un hombre no
debe casarse en la villa de su padre ni en la de su madre ni en la de la madre de su
padre, y si uno de sus ancestros ha sido adoptado también está vetado que se case en la
villa a la que pertenecería por actual descendencia” 295 . El método genealógico,
observando a la gente de una villa como un clan y usándolo como la base de un sistema
de exogamia, confirma la observancia de estas reglas. Una restricción claramente ligada
con el parentesco es la prohibición de casarse hijos de dos hermanas. Existen también
aquí las prácticas de intercambio de hermanos y hermanas, la poligamia (entre los más
poderosos de la comunidad) y el levirato (no obligatorio).

Rivers volvió a poner en práctica su método genealógico en el estudio de la


sociedad de los todas, al Sur de la India, con los que pasó un tiempo entre 1901 y 1902.
Esta experiencia se plasmó en 1906 en The Todas, obra en la que llevó a cabo un
estudio exhaustivo de este pueblo 296 .
En el ámbito del parentesco el autor expuso nuevamente a través de su
metodología otro sistema clasificatorio, si bien concibió del presente un carácter
próximo al sistema descriptivo, pues “los todas han alcanzado un estado de desarrollo

294
Existen otros agrupamientos de gente con significación social, pero sin relevancia en lo que a
regulaciones matrimoniales se refiere.
295
RIVERS. “The regulation of marriage”. En Reports of the… Op. cit., p. 121.
296
Aunque el objetivo original de Rivers fue estudiar la poliandria y la exogamia en los todas, se decantó
después en mayor medida por la religión y la sociología. En general quiso inscribirlo en las líneas
evolucionistas.

- 141 -
mental en que que parece que no están satisfechos con una nomenclatura de un sistema
puramente clasificatorio, y han comenzado a hacer distinciones en su terminología entre
parientes cercanos y lejanos” 297 .
Otras peculiaridades del sistema terminológico de los todas serían el uso de los
mismos términos para el hermano de la madre y el suegro y para la hermana del padre y
la suegra (derivado del matrimonio de primos cruzados, que sería el preferencial), la
distinción entre los miembros más jóvenes y más viejos de la familia y del clan (propio
de los sistemas clasificatorios, extremadamente desarrollado en este caso) y la
existencia de dos grupos diferenciados de términos que expresan lazos de parentesco: el
que se usa para hablar de los parientes, y otro para hablar a los parientes (no se
corresponden, el segundo grupo es mucho menor y se basa en edades y generaciones).
En cuanto a los tabúes del sistema, podemos señalar la imposibilidad para un hombre de
decir los nombres de los hermanos de su madre, del hombre del que ha recibido a su
esposa (sea o no el padre de ésta), de la madre de su mujer y de sus abuelos paternos y
maternos. Existen numerosas obligaciones referidas al parentesco, entre las que
destacan aquellas relacionadas con ceremonias fúnebres (que vienen determinadas por
la identidad del difunto) y las referidas a los parientes políticos.
En el ámbito del matrimonio es importante, de entrada, la división de los todas
en dos grandes grupos, el de los Tartharol y el de los Teivaliol, componiéndose cada
uno de varios clanes exógamos 298 . No puede existir matrimonio entre estos dos
grupos 299 , a la par que existen también prohibiciones de unión entre algunos clanes. De
todos modos, Rivers señala que la última palabra en lo que a prohibiciones
matrimoniales se refiere viene dada por lo que los indígenas denominan püliol, que sería
el término general que engloba a las personas con las que uno no puede casarse 300 y que
se amplía incluso a los familiares de estas personas: “el término es aplicado por un
hombre no sólo a las mujeres con las que no puede casarse, sino también a las familias
en general en las que o puede casarse; por eso un hombre puede hablar de otros hombres
como sus püliol, lo cual significa que no puede casarse con sus hermanas” 301 . El autor

297
RIVERS. The Todas. McMilllan and Co. Londres, 1906, p. 493.
298
Los clanes todianos serían territoriales, no totémicos. Cada clan tendrían un número de villas y tomaría
el nombre de la principal
299
Lo que sí se permite es un tipo de unión denominado Mokhthoditi, en el cual una mujer de uno de los
grupos está ligada a un hombre del otro grupo, si bien los hijos de ambos pertenecen al marido o maridos
legales de la mujer, quienes dan permiso para la unión a cambio de ciertos presentes.
300
Serían püliol de un hombre: las hijas de los hermanos del padre; las hijas de las hermanas de la madre;
las hijas de su padre; las hijas de sus hermanas; las hijas de las hermanas del padre de su padre.
301
RIVERS. The Todas. Op. cit., p. 509.

- 142 -
concluye que un todiano no tiene dos tipos de afinidad prohibidos, una dependiente de
las relaciones de clan y otra de las de parentesco sanguíneo, sino una sola, la del püliol,
que incluye ciertos parientes tanto maternos como paternos. Los vínculos parentales, así
pues, estarían en este ámbito de la vida social por encima de los vínculos clánicos. De
hecho, Rivers consideraba que los todianos estaban en un estado de evolución social en
el que los lazos constituidos por la pertenencia al clan estaban siendo reemplazados por
los familiares, constituyéndose la familia como unidad social sustitutiva del clan. Así,
mientras la tierra y algunos búfalos pertenecían al clan, la casa, algunas villas y la
mayor parte de los búfalos eran pertenencias familiares (algunas figurillas de
divinidades y ornamentos serían propiedades individuales). La descendencia vendría por
línea paterna 302 , si por padre se toma al hombre que llevó a cabo la entrega a la mujer
del arco y las flechas en la ceremonia denominada pursütpimi, pues la paternidad
biológica carece de importancia para este pueblo. La poliandria es algo común entre
ellos, casándose una mujer con varios hombres que pueden ser o no hermanos entre sí.
En caso de serlo, existiría convivencia en la misma casa y todos serían los padres de los
hijos. En caso de no serlo, los hombres pertenecerían al mismo clan y a la misma
generación, podrían vivir juntos o no, en situación afirmativa la mujer pasaría diferentes
temporadas con cada uno de ellos y la paternidad dependería de quien llevase a cabo la
ceremonia de entrega del arco y las flechas. Como elemento interesante hay que
mencionar que Rivers insistió en que la poliandria todiana no servía para el estudio de
las conexiones de esta institución con el levirato303 ni tampoco con el infanticidio
femenino (creía que la poliandria fue una importación de esta sociedad), aunque la
disminución de éste estaba derivando en su momento en un aumento de la poliginia,
cuyo modelo principal era el de dos hermanos que tendrían dos esposas en común.

5.2. Rivers y Morgan

El uso que Rivers hizo del sistema clasificatorio de Morgan lo llevó


necesariamente a enfrentar opiniones contrarias al americano que se estaban alzando ya

302
Rivers señala que algunos actos de un toda hacia el hijo de su hermana podrían ser reminiscencias de
la existencia en un tiempo muy remoto de derecho materno.
303
El levirato no era obligatorio, una viuda podía casarse con otro hombre diferente del hermano de su
esposo, en cuyo caso el nuevo marido pagaría a los hijos del difunto, y no al hermano de la nueva esposa.

- 143 -
desde el cambio de siglo. En 1907 participó en una miscelánea destinada a homenajear a
Tylor por su 75 cumpleaños con un artículo dedicado al análisis de los orígenes de
dicho sistema. La principal crítica que se hacía al abogado en estos años, baste recordar
a Westermarck, arremetía contra la afirmación de la existencia de un estadio primordial
de humanidad promiscua. El problema, señalaba nuestro autor, era que los oponentes de
Morgan no veían más allá de este estadio y extendían su condena al esquema completo.
Tomando la crítica concreta, el propio Rivers secundaba la negativa a aceptar esta época
de promiscuidad, argumentando que el sistema terminológico malayo 304 en el que se
basaba la afirmación de su existencia no era tan primitivo como Morgan pensaba; al
contrario, las sociedades polinesias 305 a las que el abogado atribuía la posesión de este
sistema de parentesco, estaban altamente desarrolladas, a la par que se constataba, en
sociedades como las del Estrecho de Torres, que existían cambios en las terminologías
direccionados hacia una simplificación de las mismas. No obstante este fallo en las
teorías de Morgan, el médico británico defendió su plena validez a la par que expuso sus
propias ideas acerca del origen del sistema clasificatorio, que él situó ligado al
matrimonio de grupo entendido no en el sentido morganiano, sino como la unión en una
comunidad dividida en grupos definidos (clanes, clases, fratrías) en la cual todos los
hombres de un grupo eran los maridos de todas las mujeres del otro grupo, y todos los
hombres del segundo grupo eran los maridos de las mujeres del primero. El hecho de
que el sistema clasificatorio tuviese su origen en este tipo de unión implicaba, por otra
parte, que en su origen fue más expresivo de estatus que de consanguinidad y afinidad.
Sobre el tipo de sociedad en el que surgió, Rivers asumió en primer lugar que debía ser
exógama, probablemente con dos mitades, matrimonio de grupo y matrilinealidad. Se
distinguirían cuatro grupos de personas: los hombres activos, las mujeres con niños, los
mayores y los niños. Éstos reconocían en su comunidad a la gente que permanecía
respecto a él en varias relaciones diferentes. En su mitad las mujeres con bebés a las que
daría el nombre que se correspondería con lo que conocemos como madre 306 , hombres
sexualmente activos (hermanos de la madre), niños y niñas (hermano/as), mayores
(abuelos/as). En la otra mitad estarían los padres, las hermanas del padre, los hijos/as

304
El sistema malayo, recordémoslo, se corresponde con la familia consanguínea (cuya existencia niega
Rivers). Se reconocen sólo los lazos de sangre primarios en número de cinco y sin distinción de sexo: la
generación de Ego, las dos descendentes y las dos ascendentes. El matrimonio se da entre consanguíneos
que incluyen los hermanos y hermanas propios y colaterales.
305
Morgan consideraba a los polinesios como una rama de la familia malaya.
306
Utilizamos los términos de parentesco por comodidad. Rivers especifica que es una posición y que no
sería hasta más tarde cuando el vocablo usado en esa supuesta sociedad hiciese referencia al parentesco.

- 144 -
del hermano de la madre y de la hermana del padre y más abuelos y abuelas. Así, “una
sociedad establecida debería darnos los términos clave que encontramos en el sistema
clasificatorio, y deberían desarrollarse nuevos términos cuando la organización social se
vuelve más compleja” 307 . El estatus del niño cambiaría al convertirse en adulto, y con él
habría un cambio en las relaciones con el resto del grupo. No obstante, advertía el autor,
cualquiera que hubiese sido el origen del sistema clasificatorio, no existía ninguna duda
de que su uso en la época presente era una expresión de consanguinidad y afinidad.
La defensa del británico no quedó aquí, pues las críticas al americano
persistieron. Tal vez la más ejemplificadora de ellas en este contexto sea la de Alfred
Kroeber 308 , plasmada en 1909 en su artículo “Classificatory systems of relationship”.
Por una parte desechaba la distinción entre los sistemas de parentesco descriptivo y
clasificatorio, tachándola de subjetiva y atribuyendo su origen al entusiasmo de los
investigadores europeos por plasmar teorías generales que, en este caso, unido al
aproximamiento a lenguas extranjeras, los habría llevado a una valoración errónea de la
inexistencia de diferenciación en algunos pueblos primitivos de ciertas relaciones de
parentesco que las lenguas de los propios antropólogos sí poseían. Éstos, afirmaba,
parecían haber olvidado que en su idioma sucedía algo parecido y que ninguna lengua
poseía diferentes términos para todos los tipos de parientes existentes. Así, un lenguaje
era más clasificatorio cuanto más pequeño era el número de sus términos de parentesco,
pero siguiendo esta línea de pensamiento, “el inglés, con sus veinte términos de
parentesco, no debe ser menos clasificatorio que otras lenguas de otros pueblos
primitivos que poseen veinticinco, treinta o más términos (…). El simple hecho de que
otros pueblos agrupen varias relaciones que otras lenguas distinguen no hace su sistema
clasificatorio” 309 .
Una segunda conclusión de Kroeber fue que los sistemas de terminología de
parentesco pueden ser comparados a través de un examen de las categorías de

307
RIVERS. “On the origin of the Classificatory system of relationship”. En BALFOUR et. alii.
Anthropological Essays Presented to Edward Burnett Tylor in honour of his 75th birthday oct. 2., 1907.
Clarendon press. Oxford, 1907, p. 320.
308
Alfred Louis Kroeber. 1876, Hoboken, New Yersey, 1960 París. Antropólogo norteamericano
doctorado en 1901 bajo la tutela de Franz Boas, aunque procedente de estudios de letras. Profesor durante
45 años en el Departamento de Antropología de la Universidad de Berkeley (California), donde formó a
multitud de antropólogos bajo las premisas del particularismo histórico. Se interesó por el estudio de las
áreas culturales de los indios norteamericanos y por el determinismo cultural, ámbito en el que la defensa
del concepto de lo superorgánico que le valió numerosas críticas de sus propios coetáneos.
309
KROEBER, Alfred. “Classificatory system of relationship”. Vol. 39. Journal of the Royal
Anthropological Institute of Great Britain and Ireland. 1909, p. 78.

- 145 -
parentesco que implican y del grado con el que dan expresión a esas categorías, ocho en
total:
1. La diferencia entre personas de la misma generación y de diferentes
generaciones
2. La diferencia entre parentesco lineal y colateral
3. Diferencia de edad dentro de una generación
4. El sexo del familiar
5. El sexo del que habla
6. El sexo de la persona con la que existe la relación (esta categoría no existe en
inglés 310 , por ello es necesario explicar si un tío o un abuelo es paterno o
materno).
7. Distinción de parientes de sangre de conexiones por matrimonio
8. Condición de vida de la persona con la que existe la relación (la relación
puede ser de sangre o por matrimonio, la persona que sirve de lazo puede
estar viva o muerta, casada o no…).
El inglés tiene menos categorías que las lenguas de los indios americanos y, sin
embargo, es más completo, pues los sistemas indios, que empiezan desde una base más
elaborada, expresan la mayoría de las categorías en sólo parte de los términos de
parentesco; es decir, que algunas de estas categorías sólo tienen una expresión parcial y
menos regular. En definitiva, las diferencias entre los lenguajes europeos y los de gentes
menos civilizadas en lo que a parentesco se refiere puede determinarse sólo en base a
estas categorías descritas y expresarse a través de ellas.
En cualquier caso, el sistema clasificatorio de parentesco no denota en absoluto
ningún tipo de institución social o marital, las causas de las que deriva son
principalmente lingüísticas y en casi todos los casos la expresión de la relación no
puede determinarse desde el punto de vista sociológico, sino meramente psicológico.
Como ejemplo, Kroeber señala que una mujer y su hermana son más parecidas que una
mujer y su hermano, siendo la diferencia conceptual o lingüística, no sociológica.
Rivers criticó este artículo 311 señalando que, desde el punto de vista de la
afirmación de la causalidad lingüística, dado que los términos de parentesco son en sí
elementos de lenguaje, lo que Kroeber venía a decir era que los elementos del

310
Kroeber toma el inglés como modelo de las lenguas europeas
311
En 1913 se editaron bajo el nombre de Kinship and Social Organization tres conferencias llevadas a
cabo por Rivers en Mayo de ese año en la London School of Economics destinadas a la defensa del
sistema clasificatorio de parentesco.

- 146 -
parentesco están determinados primordialmente por el lenguaje, así que, rizando el rizo,
para estudiarlos habría que buscar los antecedentes de los fenómenos lingüísticos en
otros fenómenos lingüísticos. En cuanto a que reflejan una cuestión psicológica, lo que
según el inglés presupone Kroeber es que si llamamos a dos personas con el mismo
término es porque sentimos la relación con ambas como si fuese parecida.
Lo primordial para Rivers ante los ataques que había sufrido Morgan, incluidos
los de Westermarck o el de McLennan que tachaba al sistema completo de meramente
apelativo, era “demostrar la estrecha conexión que existe entre los métodos de denotar
parentesco o consanguinidad y las formas de organización social, incluidas aquellas que
se basan en las diferentes variedades de la institución del matrimonio (…), mostrar que
la terminología del parentesco ha estado rigurosamente determinada por las condiciones
sociales y que, si se establece y acepta esta posición, los sistemas terminológicos del
parentesco nos ofrecen uno de los instrumentos más inestimables para el estudio de la
historia de las instituciones sociales” 312 . Para ello, señaló por una parte la existencia de
deberes y derechos del hermano de la madre en alguna de las islas que estudió, pero
sobre todo se centró en el matrimonio de primos cruzados 313 , en virtud del cual las
relaciones de parentesco de hermano de la madre, marido de la hermana del padre,
esposa del hermano de la madre y suegra se combinan de igual modo. Así se plasma en
el sistema terminológico de Fiji, en las islas sureñas de las Nuevas Hébridas y en
Guadalcanal, “únicas partes de Melanesia incluidas en la investigación en las que
encontré la práctica del matrimonio entre primos cruzados, y en las tres regiones los

312
RIVERS RIVERS, William H. Kinship and Social Organization. University of London. London,
1968, p. 39.
313
Observó también otros tipos de matrimonio, pero se centró principalmente en este. Trabajó además
con otras instituciones sociales para probar lo mismo. En Oceanía, por ejemplo, se clasifica a los cuñados
y cuñadas como hermanos y hermanas siempre que sean de diferentes sexo a Ego (si fuese un elemento
psicológico, como defendía Kroeber, se haría sin distinción de sexo), de lo cual se deriva que hubo una
época en la que se permitían las relaciones sexuales entre un hombre y las hermanas de su esposa y las
esposas de sus hermanos. Por otra parte, un hombre llama a la hermana de su mujer del mismo modo que
la llama ésta, lo cual demuestra el rechazo a las relaciones sexuales entre ambos (factor psicológico, sí,
pero sobre todo sociológico, pues muestra el cambio desde una condición de comunismo sexual a otra en
la que las relaciones sexuales se restringen a parejas de un matrimonio). Rivers opina también que la
simplificación en el sistema terminológico clasificatorio vivida en Oceanía se debe al paso de la
regulación del matrimonio por algún tipo de exogamia de clan a otra regulación determinada por el
parentesco y trazada a través de las genealogías. En esta exogamia en comunidades duales estaría el
origen del sistema, algo que podría observarse todavía en rasgos como la distinción entre el hermano del
padre y el de la madre, o entre la hermana del padre y la de la madre, o en que los hijos de los hermanos
se clasifican con los hijos de hermanas: un hombre aplica el mismo término para los hijos de la hermana
de la madre que para los hijos de los hermanos del padre (su uso acarrea prohibición de matrimonio)

- 147 -
sistemas de parentesco eran exactamente aquellos que se derivarían de esa forma de
matrimonio” 314 .
En lo que respecta al sistema descriptivo, el autor señaló lo incorrecto de la
denominación, admitiendo que cualquier sistema clasificatorio resultaba más
descriptivo que el inglés. Como característica principal. Rivers habló de su
independencia en relación a las instituciones sociales, a la par que propuso como nueva
denominación la de sistema de familia (vs. clan), pues de ésta (extensa o no) depende
nuestra forma de nombrar a los parientes.

5.3. La etapa difusionista

La etapa difusionista de Rivers le sobrevino en plena redacción de su Historia de


la sociedad melanesia. La transformación fundamental afectó a la metodología y
consistió en la introducción de la distribución geográfica de los términos de parentesco
como elemento a tener en cuenta, si bien ello no supuso un abandono del evolucionismo
ni la caída en la tipología de los difusionistas británicos. De hecho, afirmaba que aunque
los cambios en la estructura social de Melanesia se produjeron por la influencia de
pequeños cuerpos de inmigrantes, fue algo gradual producto de una evolución, “el
tratamiento evolucionario temprano se mantuvo bien sólo porque es sólo por un proceso
que estamos acostumbrados a considerar como evolucionario que es posible que se
produzcan cambios en la estructura de la sociedad” 315 . En el primer volumen el autor
llevó a cabo un trabajo eminentemente enumerativo, recogiendo la organización social
de las diferentes islas melanesias: la estructura de mitades, de clanes, el sistema de
parentesco, las terminologías, los deberes y los privilegios de los parientes, el
matrimonio y sus regulaciones, la adopción, la propiedad y la herencia. Es el segundo
volumen el que realmente nos interesa, pues en él realizó un trabajo de síntesis de los
datos recogidos para elaborar su teorización genérica, incluyendo la explicación de los

314
RIVERS. Kinship… Op. cit., p. 52. Lowie opinaba que este argumento era realmente una prueba
clásica de la realidad de la causación sociológica, pero advertía también de que de él no se seguía que
todos los rasgos de la terminología de parentesco estén condicionados de forma similar existiendo
muchos elementos de sistemas primitivos que sólo pueden referirse a una acción caprichosa de una
conciencia psico-lingüística. LOWIE. “Review Kinship and Social Organization”. American Journal of
Sociology. Vol. 20. 1914, pp. 120-121.
315
RIVERS. The History of Melanesian Society. Vol. II. Anthropological Publications. Oosterhout N. B.
The Netherlands, 1968, p. 5

- 148 -
cuatro tipos principales de matrimonio existentes en las islas. De ellos destaca como
novedoso el de las uniones intergeneracionales, cuya existencia dedujo de la
terminología de los sistemas de Pentecostés, Fiji y Buin, que se asociarían a una
organización social basada en el dominio de los varones ancianos. Así, en Pentecostés la
madre de la madre y la hermana mayor se nominaban con el mismo vocablo, de lo cual
extrajo que los hombres se casaban con las hijas de las hijas de sus hermanos 316 . Fiji y
Buin supondrían la versión patrilineal del sistema, llamándose igual el padre del padre
que el hermano mayor. En este caso los matrimonios habrían sido con una esposa del
padre del padre o con una mujer que ocupase el mismo estatus, algo que se debería a
que una vez existió una organización dual con descendencia matrilineal en estos
lugares 317 . En la actualidad de Rivers podían encontrarse uniones con una esposa del
hermano de la madre, algo que el autor suponía un refuerzo a su teoría de los
matrimonios intergeneracionales, pues si existían con una generación de diferencia, ello
disminuía la improbabilidad de sumarle otra. Socialmente este tipo de matrimonios sería
la expresión de una gerontocracia en la que los ancianos monopolizarían a las mujeres
jóvenes, de tal modo que el resto de los hombres no podrían acceder más que a las
esposas de sus mayores, concretamente en los dos casos que hemos visto, la del padre
del padre y la del hermano de la madre, pues otros grupos de mujeres pertenecerían a su
mitad 318 .
En las Islas Banks y en Pentecostés se combinarían el matrimonio con la hija de
la hija con la unión con la esposa del hermano de la madre, partiendo del hecho de que
al acercarse el hijo de la hermana a la edad de contraer matrimonio probablemente las
mujeres viejas fuesen muriendo o estuviesen incapacitadas para tener hijos, por lo cual
la edad de la esposa iría acercándose en una generación a la del marido. En Buin la
combinación fue la del matrimonio con la esposa del padre del padre y el de los primos
cruzados. Ello derivó de una creciente importancia del hijo de la hermana que condujo a
que el tío le entregase no a una de sus esposas, sino a una de sus propias hijas.

316
Existe un paralelismo entre los dieri de Autralia, pero Rivers señala que este sistema es de clases
matrimoniales, los miembros de generaciones contiguas pertenencen a clases diferentes y sería imposible
el matrimonio entre un hombre y una esposa del hermano de su madre, combinación indisoluble en
Pentecostés con la unión con la hija de la hija.
317
Esta organización limita la elección matrimonial de estos hombres a dos grupos de parientes: las
mujeres con el estatus de sus hijas y las del estatus de hijas de sus hijas, pues las hijas de las hermanas y
de los hermanos pertenecerían a su mitad.
318
El matrimonio por captura, afirma el inglés, no sería un survival del secuestro de mujeres de tribus
vecinas, sino la consecuencia del intento de escapar a esta monopolización.

- 149 -
Rivers insistió, en cualquier caso, en la matrilinealidad y dualidad del sistema en
el que se generaron estos cuatro tipos de matrimonio 319 . Previamente a esta
gerontocracia había existido una condición de comunismo sexual que el autor se niega a
llamar matrimonio de grupo, pues no cumplía con la que él consideraba función
fundamental de la institución: determinar el lugar que cada nuevo nacido ocupa en la
estructura de su comunidad 320 . El dominio de los ancianos sobre las mujeres jóvenes
introdujo el matrimonio individual. Los tres tipos de uniones que mencionamos en
primer lugar, de carácter indígena y plenamente vinculadas al sistema dual imaginado
por Rivers, dieron paso en una simplificación progresiva de la organización social al
matrimonio de primos cruzados, que habría sido introducido por inmigrantes y que
conllevó, junto con la mayor importancia del hijo de la hermana que ya mencionamos,
el reconocimiento definitivo del padre sobre los hijos, expresado en este caso por la
capacidad de un hombre de entregar en matrimonio a su hija.
Aparte de la organización dual Rivers habló de otras con menos peso. De los
clanes exógamos totémicos no mencionó mucho más que los rasgos característicos del
totemismo: conexión de especies de animales o plantas o de un objeto inanimado o
clase de objetos inanimados con un grupo social definido de la comunidad y con un
grupo o clan exógamo; creencia en una relación de parentesco entre los miembros del
grupo social y el animal, planta u objeto, una creencia en la descendencia desde ese
tótem; respeto a éste, no se come ni se usa o se hace con restricciones. Mencionó
también la existencia de agrupamientos locales exógamos no totémicos y los grupos sin
clanes exógamos con regulaciones matrimoniales vinculadas al parentesco. Ello sería
indicio, como ya mentábamos, de un cambio progresivo en Melanesia auspiciado por
olas de inmigrantes que fue desde una temprana organización de base dual con
descendencia matrilineal hacia una en la que la organización del clan había
desaparecido y el matrimonio se regulaba por las relaciones de parentesco que podían
ser trazadas genealógicamente 321 , tal como sucede con el de primos cruzados.

319
Esta insistencia en la importancia de la dualidad se enmarca dentro de la de sus colegas Perry y Smith.
320
Es interesante señalar a este respecto que el médico consideraba esta función como la propia también
de la familia, proponiendo aplicar este último término sólo a los grupos de padres e hijos y usando para
los grupos bilaterales el de kindred, para los unilaterales joint family y para los que incluían otros
parientes y sirvientes household. Como grupo unilateral, el clan se diferenciaría de la joint family en que
ésta puede expresar las relaciones de parentesco genealógicamente, mientras los del clan no
necesariamente. Por otra parte, propuso también denominar al clan con el nombre de sept y usar sib para
las relaciones mantenidas entre los miembros del sept, pero sus propuestas no lograron aceptación.
321
Esta progresión recuerda a la de Perry y sus Hijos del Sol.

- 150 -
5.4. Descendencia o filiación

Rivers diferenció entre condición o estado social de una persona 322 y proceso
social. Dentro de este último estarían la descendencia, como proceso por el cual una
persona se convierte en miembro de un grupo a través del padre o la madre; y la
transmisión, que sería a su vez de dos tipos: la herencia como proceso por el cual se
adquieren las propiedades de un muerto, y sucesión en virtud de la cual una persona
toma el lugar de otra como titular de un cargo o título cuando muere o se retira. Tanto la
descendencia como la sucesión y la herencia podrían ser matrilineales o patrilineales,
dependiendo de con quién se tenga la relación genealógica legalmente relevante; aunque
que uno de estos elementos sea patrilineal, por ejemplo, no implica que todos lo sean,
por lo cual no se puede caracterizar a una sociedad en su totalidad como patrilineal o
matrilineal. La diferencia entre la condición social y el proceso social es que el estatus
de la persona como pariente ni desciende ni se transmite y, dentro de los procesos
sociales, no de todos los derechos de los que puede decirse que descienden de una
generación a la siguiente puede decirse también que son transmitidos de una persona a
otra. Los significados principales de descent eran: relación genealógica ascendente y
adjudicación de posiciones sociales en virtud de la conexión genealógica. Rivers ignoró
el primero y concretó su propio significado 323 : proceso social por medio del cual una
persona se convierte en miembro de un grupo (o categoría, o clase) bien a través del
padre, bien a través de la madre (proceso de reclutamiento o afiliación de un individuo a
un grupo en virtud de su patrifiliación o su matrifiliación). De su concepto quedaba
fuera la visión de la conexión genealógica ascendente o del parentesco consanguíneo

322
Empleando el término kinship para el parentesco consanguíneo y relationship en en sentido más
amplio incluyendo el de la afinidad matrimonial.
323
El primer intento de definición estricto viene ya de 1915: “el término debe limitarse al proceso que
regula la pertenencia al grupo social, tal como el clan, la casta, la familia, etc (...). El uso del término es
más apropiado cuando la comunidad está dividida en grupos sociales distintos, y esta distinción es mucho
más pronunciada en la organización clánica, en la que la práctica de la exogamia separa claramente, uno
de otro, los grupos sociales llamados clanes. La organización social basada en la familia o la parentela
está constituida por grupos que son más difíciles de distinguir unos de otros y, aunque podamos hablar de
descent en la familia, tanto en el sentido estricto como en el sentido extendido, en este caso el término es
menos apropiado”. RIVERS en DUMONT, Louis. Introducción a dos teorías de la antropología social.
Anagrama. Barcelona, 1975, pp. 48-49.

- 151 -
con un antepasado pre-parental que privilegiaría Meyer Fortes más adelante y que es la
que hoy día se usa en antropología, evidenciando el fracaso de Rivers que, como
Aranzadi señala 324 , se debió a varios factores, entre ellos que, de igual modo que el
médico británico decía que no tenía sentido el afirmar de las identidades de las personas
como parientes que descendía o que eran transmitidas, lo mismo podía decirse de las
identidades de las personas como miembros de grupos que descendían a esas personas
cuando eran adquiridas a través del padre o de la madre; es decir, el estatus adquirido
por una persona no es el detentado por su padre o su madre, sino uno del mismo género.

324
Véase ARANZADI, Juan. Introducción histórica a la antropología del parentesco. Edit. Ramón
Areces. Madrid, pp. 175-181.

- 152 -
CAPÍTULO 6

EL PARTICULARISMO HISTÓRICO

- 153 -
6.1. Franz Boas y el particularismo histórico

6.1.1. Los campos de estudio de Boas


La amplísima extensión del boasioanismo es algo que excede con creces el
contexto de nuestro trabajo, partiendo ya de los propios intereses de Franz Boas 325 y
extendiéndonos especialmente a las ramas que abordaron sus discípulos, siguiendo o no
las pautas del maestro a rajatabla. No obstante la nimiedad de las aportaciones del autor
al ámbito del parentesco, máxime si quisiésemos referirnos a contribuciones teóricas
novedosas, pasarlo por alto resultaría impensable incluso aunque no hubiese
mencionado jamás nada en relación al tema que nos ocupa. Tal es su peso en el
desarrollo de la historia de la antropología, a pesar de las desavenencias y desacuerdos
temáticos de unos pupilos que negaron constante y tozudamente la existencia de una
escuela boasiana 326 .
Boas es considerado el fundador de la escuela americana antropológica por
varios factores. Por una parte, su metodología otorgó a la disciplina un rigor científico
muy necesario frente a la mayor parte de los autores contemporáneos. Por otra,

325
Franz Boas. Minden, 1858-Nueva York. 1942. Antropólogo de origen alemán. Estudió Matemáticas,
Física y Geografía en Heidelberg, Bonn y Kiel. Fue profesor de la Universidad de Berlín y trabajó en el
Museo etnográfico de la ciudad a las órdenes de Adolf Bastian. En 1888 se afincó en Estados Unidos,
donde ocho años después se convirtió en profesor de Antropología en la Universidad de Columbia. Fue
fundador de la Sociedad Norteamericana de Folklore en 1888, cofundador de la Asociación Americana de
Antropología y, desde 1931, presidente de la Asociación Americana para el Desarrollo de la Ciencia. Fue
el responsable de la corriente conocida como particularismo histórico.
326
Comentaba Lowie, de primera generación: “el término boasiano es engañoso. Decía un discípulo del
gran fisiólogo Johannes Müller: no hay una escuela en el sentido de dogmas comunes, porque no enseñó
ninguno, sólo un método común. Esto sirve para Boas. Sus discípulos difirieron a menudo entre sí y del
maestro. Kroeber, Sapir, Radin, han expresado repetidamente su disentimiento respecto a visiones
boasianas cardinales, e incluso yo he pronunciado dudas sobre ciertos puntos” LOWIE, Robert.
“Evolution in Cultural Anthropology: A reply to Leslie White”. American Anthropologist. Vol. 48, n.2.
1946, pp. 223-224. Kroeber, primero de sus alumnos declarados, afirmaba: “no hay una escuela de Boas,
y nunca la ha habido, en el sentio de un grupo definido que siga un programa definido y selectivo”.
KROEBER. “History and Science in Anthropology”. American Anthropologist. Vol. 37, n. 4. 1935, p.
540. También Herskovits: “Hay indudablemente una importante razón por la cual el término escuela de
Boas de antropología, a la que se hace referencia en ocasiones, es un nombre inapropiado. Si se
consideran las contribuciones de los estudiantes a los cuales Boas enseñó, y los estudiantes antiguos, tales
como Elsie Clews Parsons, George A. Dorsey y P. E. Goddard, a los cuales atrajo a su círculo, uno
encuentra una amplia variedad de intereses, métodos y orientación téorica, tanto si la comparación es
hecha con Boas, como si se hace entre ellos”. HERSKOVITS. Franz Boas. The Science of man in the
making. Twentieth century Library. New York, London. 1953, p. 23. Margaret Mead, de segunda
generación: “Es cierto que no fundó una escuela, porque no creía en las escuelas (…). No hay una
metodología boasiana, igual que no hay una escuela boasiana”. MEAD, Margaret. “Apprenticeship under
Boas”. En GOLDSCHMIDT, Walter (edit.). The Anthropology of Franz Boas. Essays on the Centennial
of His Birth. Memoir n. 89 of the American Anthropological Association. Vol. 61, n. 5, part 2. American
Anthropological Association and Howard Chandler. San Francisco, 1959, pp. 30, 31.

- 154 -
sistematizó el trabajo de campo como parte de esta rigorización 327 . Por último, por sus
manos pasaron gran parte de los antropólogos culturales norteamericanos de la siguiente
generación, quienes se situaron además a la cabeza de los departamentos de
antropología de las más importantes universidades del país. Stocking habla de él como
del líder de una revolución cultural que transformó la Antropología y el mundo de los
antropólogos, creador del concepto contemporáneo de «culturas», en plural, frente al
preantropológico «cultura»
Si tuviésemos que clasificar a grandes rasgos, o abordar de semejante modo, la
obra del autor, habría que especificar tres áreas fundamentales328 : su interés por las
cuestiones de la antropología física en relación a la raza; su estudio del lenguaje; y el
ámbito más puramente metodológico de la disciplina. Este último campo es el que más
nos interesa de cara a comprender el particularismo histórico y, por lo tanto, el único en
que nos detendremos con detalle pues, tal como en el difusionismo, es impresncindible
el conocimiento de la metodología de la escuela para poder contextualizar los estudios
de sus autores.
En los tres campos Boas mostró, lógicamente, un mismo patrón que lo llevó
desde una breve aceptación de las premisas asumidas por su contexto histórico hasta el
desarrollo de sus propias ideas, cimentadas en una pronta duda metódica de tal contexto
y de la aceptación de esas teorías dominantes debido al mero hecho de la facilidad de
acomodarse a lo dado. No nos extrañamos al encontrar entre sus primeros artículos
alguno en el que se defiende una antropología física dedicada a crear tipologías
humanas 329 en la más pura línea del formalismo racial imperante en la época, u otros

327
El trabajo etnográfico de Boas fue criticado por diferentes autores en relación a conclusiones erróneas
a las que llegó a través de los datos recogidos. Al margen de sus propias interpretaciones lo cierto es que
llevó a cabo una tarea de sistematización que proporcionó unas directrices firmes a la hora de la
recolección de información. Lowie decía de él: “hay que comprender a Boas antes de todo como
investigador de campo”. LOWIE. Historia… Op. cit., p. 162. Insistió en el aprendizaje de la lengua de los
pueblos estudiados y, en su defecto, en la trascripción fonética y traducción posterior por parte de un
intérprete, pues una de las máximas boasianas era que el análisis de la experiencia de otros pueblos debía
basarse en sus conceptos, no en los nuestros. Propuso enseñar a leer y escribir a los informantes en
potencia para recoger, preferentemente en sus lenguas vernáculas, datos de conocimientos tradicionales
transmitidos por ancianos enterados. Recalcó la importancia de que antropólogas mujeres investigasen
temas femeninos vedados a los hombres. Creía también en la necesidad de recoger diferentes gamas de
reacciones individuales al medio ambiente social, proviniesen de participantes de mayor o de menor
importancia. Promovió, además, la redacción de autobiografías.
328
El mismo Boas así dividió los apartados de la recopilación de algunos de sus principales artículos en
Race, Language and Culture, en 1940. Precisamente uno de los objetivos de su investigación fue
demostrar que la clásica asimilación de la Antropología entre estos tres fenómenos humanos era
insostenible.
329
En “Some recent criticism of physical anthropology” rebate críticas contra la metodología clásica de la
antropología física. BOAS, Franz. Race, Language and Culture. The Free Press, New York; Collier-

- 155 -
inscritos en la taxonomización lingüística característica de la antropología de finales del
XIX 330 .
Aunque una de las críticas que recibió por parte de muchos autores fue la de no
ordenar sistemáticamente sus ideas en obras específicas, lo cierto es que en los dos
ámbitos que acabamos de mencionar es fácil ceñirnos a un par que ejemplifican su
postura en ambos casos. Así, obviando el recorrido intermedio, podríamos citar The
Mind of Primitive Man, de 1938 331 , y la introducción del Handbook of the American
Indian Languages, de 1911.
Cuando Boas publicó The Mind of Primitive Man hacía ya mucho tiempo que
había llegado a las conclusiones aquí plasmadas, centradas en la irrealidad de las
clasificaciones y jerarquizaciones raciales y, por tanto, culturales 332 . En su análisis
histórico sobre la cuestión Boas clasificó no sólo las teorías que relacionaban raza y
carácter o capacidad de un pueblo o de una clase social 333 , sino también las
ambientalistas 334 y, posteriormente, todas aquellas que concentraron su atención en las

MacMillan Limited. London. 1968 (1940), pp. 165-171. (Publicación original en American
Anthropologist, vol. I. 1899).
330
“Classification of the Languages of the North Pacific Coast”, de 1894, por poner el ejemplo trabajado
por Valdés Gázquez, que lo califica de “verdadera culminación de su interés inicial por los problemas
clasificatorios”. VALDÉS GÁZQUEZ, María. El pensamiento antropológico de Franz Boas. Universidad
Autónoma de Barcelona. Barcelona, 2006, p. 103.
331
Una primera versión del libro apareció en 1911. La edición de 1938 muestra la postura definitiva. En
español se tradujo como Cuestiones fundamentales de Antropología cultural.
332
Aranzadi señala las características predominantes de la elite WASP (White, Anglo-Saxon, Protestant)
que dominaban las universidades y la ideología política norteamericana en este contexto y hasta la II
Guerra Mundial: “1. La creencia “poligenista” en una inmensa distancia entre las razas, especialmente
entre blancos y negros; 2. Un “darwinismo social”, o “spencerismo biológico”, que consideraba un
resultado inevitable de la “selección natural” (identificada con la “libre competencia” capitalista) la
progresiva sustitución de las razas inferiores por las superiores; 3. El apoyo a una política eugenésica
partidaria de impedir por todos los medios la contaminación presuntamente insalubre y esterilizadora de
las “razas superiores” por las “inferiores”; y 4. Un racismo tradicional de fundamento religioso (que era el
tipo de racismo predominante en el pueblo norteamericano)”. ARANZADI. Introducción... Op. cit., p.
565.
333
Así, por ejemplo, habla entre otros de Linneo, quien atribuía a cada tipo racial sus características
mentales; de Gobineau, que extremizó la relación forma física y funciones mentales; de Klemm y su idea
sobre la humanidad pasiva versus la humanidad activa... Concluyó que “en la actualidad, la creencia de
que la raza determina el comportamiento mental y la cultura, descansa en fuertes valores emocionales. Se
considera a la raza como un vínculo unificador entre los individuos y un llamamiento a la fidelidad
racial”. BOAS, Franz. Cuestiones fundamentales de Antropología cultural. Círculo de lectores.
Barcelona, 1990 (1938), p. 39. A esto se suma una combinación de la psicología fisiológica y la biología,
que refuerza la opinión de que las funciones mentales y culturales de los individuos están determinadas
por la herencia.
334
Pertenecientes a los autores que “vieron y comprendieron claramente la individualidad de cada tipo de
vida cultural, pero que lo interpretaron no como expresión de cualidades mentales innatas sino como el
resultado de condiciones exteriores varias, actuando sobre características humanas generales”. BOAS.
Cuestiones... Op. cit., p. 42. Así: Herder, Karl Ritter o Theodor Waitz.

- 156 -
diferencias de estado cultural ignorando por completo los elementos raciales 335 , ante las
cuales el autor advirtió que, si bien se centraban en las semejanzas de cultura en el
mundo que los llevaban a suponer una unidad de la mente humana, ello no significaba
que no pudiesen existir algunas diferencias significativas. Afirmaba que “subsiste el
problema de si hay una relación más o menos íntima entre la estructura corporal de los
grupos raciales 336 y su vida cultural” 337 . En su objetivo de desestimar por completo las
jerarquizaciones raciales el autor argumentó aportando numerosos datos estadísticos 338
en contra de los criterios morfológicos, fisiológicos y psicológicos.
Respecto a los factores morfológicos y en relación a la afirmación de que las
razas inferiores tienen rasgos más parecidos a otras especies animales defendió que
“esos rasgos en que el hombre se diferencia más marcadamente de los animales no
ocurren con preferencia en una única raza, sino que cada raza es eminentemente humana
desde un punto de vista diferente. En todos estos rasgos la distancia que separa al
hombre del animal es considerable, y las variaciones entre las razas son insignificantes
si se las compara con aquélla (...). Las razas que estamos acostumbrados a denominar
razas superiores no están de ningún modo más apartadas del animal en todos los
aspectos” 339 . En cuanto al peso del cerebro, señaló que sí era probable que el aumento
de su tamaño fuese parejo al de aptitud, pero que ésta no era una relación tan inmediata
como a menudo se suponía y que, en caso de existir una correlación entre forma y
capacidad, debería buscarse en los propios rasgos morfológicos del cerebro más que en
su tamaño, pues no existe ningún dato concluyente que pueda corroborar sin ninguna
duda la existencia de diferencias estructurales entre los cerebros de las distintas razas
humanas.
Las funciones fisiológicas son enormemente variables. Dependerían, según
Boas, de los linajes familiares de una población, cuya variedad se somete a la mayor o
menor movilidad y contacto con otras poblaciones; de las fraternidades, considerando

335
Así: Spencer, Tylor, Bastian, Morgan, Frazer, Durkheim, Lévy-Bruhl. “La semejanza de las
costumbres y creencias fundamentales en el mundo entero, prescindiendo de raza y medio ambiente, es
tan general que la raza les pareció desprovista de importancia”. BOAS. Cuestiones... Op. cit., p. 43.
336
Conviene saber qué entiende Boas por raza: “no debe ser identificada con un tipo subjetivo
establecido, sino que debe ser concebida como una unidad biológica, como una población que desciende
de antepasados comunes y que en virtud de su origen está dotada de características biológicas definidas”.
BOAS. Cuestiones... Op. cit., p. 47.
337
Ibid., p. 44.
338
Y, como menciona W.W. Howells, “Boas no emplea primariamente estadísticas como herramienta o
forma de aproximación al material, pero sí con un sentido de proyección, como unasegunda lengua, para
sostener sus ideas o demostrar sus resultados”. HOWELLS, W. “Boas as Statistician”. En
GOLDSCHMIDT, Walter (edit.). The Anthropology of… Op. cit., p. 112
339
BOAS. Cuestiones... Op. cit., pp. 106-107.

- 157 -
éstas como los hermanos y hermanas de cada familia, que serán parecidos si los
progenitores son semejantes en forma corporal y diferentes si dicha forma es distinta; y
el propio factor individual, determinado por las vivencias fisiológicas de cada persona.
El autor afirmó que “si bien es imposible dar una definición biológica exacta de una
raza, podemos definir los linajes familiares con mucha mayor precisión y por lo tanto la
raza debe ser definida como un complejo de linajes familiares. El origen y carácter de
los linajes familiares determina el carácter de una raza” 340 . Tanto los linajes familiares
como las fraternidades son heterogéneas, pues incluso en poblaciones cerradas con poca
variabilidad las leyes de la herencia impiden una homogeneidad absoluta. Ello no es
óbice para la existencia de grupos que, debido a alguna circunstancia concreta de
aislamiento, muestren rasgos homogéneos.
En cuanto a los fenómenos psicológicos, más volubles incluso que los
fisiológicos, el autor consideró imposible el abordaje desde el punto de vista del
individuo, dada la importancia del papel desempeñado por la variedad del ambiente
cultural, pues es con la cultura, y no con la raza, con la que varía la personalidad.
Concluyó, en cualquier caso, del siguiente modo: “la importancia abrumadora de las
condiciones exteriores, culturales, es tan grande, como hemos visto y, en comparación,
las diferencias raciales cuantitativas entre grandes poblaciones son tan mezquinas, que
ninguna de las teorías sobre diferencias sustanciales entre las razas parece ser
científicamente sólida” 341 .
Respecto al Handbook of the American Languages, baste decir que Boas
propugnó el abandono del método clasificatorio de las lenguas a través de su
morfología, reivindicando las particularidades de cada una y su papel como producto
social individual y expresivo de las diferentes visiones del mundo, dado su carácter de
manifestación fundamental de la vida mental humana. Negó la jerarquización de
lenguas en base a su fonética, rechazó la idea de que las diferencias entre categorías
gramaticales fuesen sintomáticas de carencias de un idioma respecto a otro y se opuso a
la afirmación de que la ausencia de vocabulario relacionado con la abstracción fuese un
síntoma de la incapacidad de los hablantes para este tipo de pensamiento. El tratamiento
que propuso para su estudio fue la consideración individual de cada lengua y el análisis
según sus propios principios (tomando cada una como un caso singular podría
investigarse la formación del discurso articulado); es sincrético y particularista, pues

340
BOAS. Cuestiones fundamentales de… Op. cit., p. 72.
341
Ibid., p. 146.

- 158 -
opina que no posee los datos suficientes para conocer la causa originaria de cada lengua
y las influencias entre ellas y, por tanto, no se puede proceder a un estudio histórico, y
está en plena consonancia con el relativismo inherente a su metodología, que veremos a
continuación. No perdamos de vista, en este sentido, que este fue su modus operandi en
el planteamiento de la disimilación de raza, lengua y cultura 342 , pues aunque sus
estudios sobre el lenguaje sobrepasan los marcos de nuestra investigación, se inscriben
lógicamente en la línea de pensamiento boasiano que marcó tan profundamente a la
antropología posterior.

6.1.2. Los años evolucionistas y el inicio de la crítica metodológica.


El particularismo histórico no se forjó de la noche a la mañana. Hemos visto ya
cómo el antropólogo se acomodó durante sus primeros años a las premisas aceptadas
por la Antropología de su época; esto es, ni más ni menos que las evolucionistas,
aceptando con pleno convencimiento la licitud de la búsqueda de las leyes de la
evolución cultural: “Una comparación de la vida social de diferentes pueblos prueba que
los fundamentos de su desarrollo cultural son remarcalemente uniformes. Se sigue de
esto que hay leyes a las que este desarrollo se somete. Su descubrimiento es el segundo,
quizás el más importante objetivo de nuestra ciencia” 343 . El primer objetivo, por otra
parte, era el estudio de la historia cultural. Este artículo de Boas, “The Aims of
Ethnology”, que nos interesa desde el punto de vista del parentesco en su primera
versión 344 , añadía respecto a la familia una clarísima posición decimonónica:
fundamento de la sociedad con el varón a la cabeza y colofón de una secuencia que
empezaba por hordas de mujeres y hombres con matrimonio comunal (organización de
la sociedad en base al sexo, como los australianos), seguía con el matriarcado y el
patriarcado (siempre en este orden) y remataba con el nacimiento de la familia -

342
“Estas consideraciones dejan bastante claro que, por lo menos en la actualidad, tipo anatómico, lengua
y cultura no tienen necesariamente el mismo destino; que un pueblo puede permanecer constante en tipo y
lengua y cambiar en cultura; que puede permanecer constante en el tipo, pero cambiar en lengua, o que
puede permanecer constante en lengua y cambiar en tipo y cultura. Si esto es verdad, entonces resulta
obvio que lengua y cultura tienen que llegar a resultados diferentes según el punto de vista que se escoja;
que una clasificación basada primariamente sólo en el tipo nos conducirá a un sistema que represente más
o menos adecuadamente los vínculos de sangre de los pueblos, que no necesitan coincidir con sus
relaciones culturales, y que, de la misma manera, clasificaciones basadas en la lengua y en la cultura no
necesitan en absoluto coincidir con una clasificación biológica” BOAS recogido en VALDÉS
GÁZQUEZ, María. El pensamiento antropológico de Franz... Op. cit., p. 120.
343
BOAS. Race… Op. cit., p. 634 (1888).
344
El artículo original se publicó en 1888 y se recogió en Race, Language and Culture con algunas
correcciones que demuestran que la enorme distancia de pensamiento del autor entre una y otra versión
suponía para él un motivo de vergüenza ante sus primeras ideas. Puede verse la versión original recogida
en STOCKING. (Edit.) A Franz Boas Reader. University of Chicago Press. Chicago, 1982, pp. 67-72.

- 159 -
monógama, por supuesto- como institución. Tal secuencia, afirmaba, se desarrollaba
siempre del mismo modo en todas partes. El artículo, por otra parte. advierte también
sobre la necesidad de abstraernos de la influencia de nuestra educación como individuos
y nuestra historia como pueblo de cara a poder abordar lo más objetivamente posible
culturas ajenas a la nuestra. Atisbamos, ya, la visión del relativista cultural.
Unos años más tarde, en 1896, nuestro autor publicó otro escrito 345 que, sin
romper aún con el evolucionismo, incluía una crítica al uso de su método favorito, el
comparativo. Manteniéndose fiel a los presupuestos de la teoría decimonónica, señalaba
que la sociedad humana se desarrolló en todas partes con los mismos rasgos debido a la
existencia de leyes que gobernaban dicho desarrollo; su descubrimiento nos permitiría
dirigir la acción del hombre en su beneficio. El antropólogo debía estudiar el origen de
estas ideas universales y su aparición en las diversas culturas, así como los factores
influyentes en las variaciones de éstas (externos o internos). Es en la primera cuestión
donde entra en juego la crítica al método comparativo. Así, Boas acusaba que muchos
autores consideraban que los mismos fenómenos etnológicos se debían siempre a las
mismas causas, siendo esto prueba de que la mente humana obedecería a idénticas leyes
en todas partes. Y, sin embargo, se daba también el caso de que diferentes desarrollos
históricos podían conducir a los mismos resultados, por lo cual las generalizaciones de
estos investigadores serían sólo aparentes: “la investigación antropológica que compara
fenómenos culturales similares de varias partes del mundo de cara a descubrir la historia
uniforme de su desarrollo asume que el mismo fenómeno etnológico se ha desarrollado
del mismo modo en todas partes. Aquí está el fallo del argumento del nuevo método: no
tiene pruebas. Incluso el análisis más superficial muestra que el mismo resultado puede
desarrollarse en multitud de caminos”346 . Entre los varios ejemplos que señaló acerca de
esta cuestión mencionó la organización clánica: los clanes con totems han aparecido
multitud de veces de forma independiente, de lo que podría argüirse que las condiciones
físicas del ser humano favorecen dicha organización. Sin embargo, ello no significa que
la sociedad totémica haya tenido idéntico desarrollo en todas partes, pues existen
ejemplos tanto de ser producto de la asociación de tribus pequeñas como de la
desintegración de tribus extensas. Con todo esto nuestro autor no desechaba el método
comparativo, pero sí exigía que se investigasen las causas de emergencia de los

345
“The Limitations of the Comparative Method of Anthropology”. Recogido en BOAS. Race... Op. cit.,
pp. 270-280.
346
Ibid., p. 273.

- 160 -
fenómenos etnológicos antes de compararlos a la ligera, pues tal comparación sería sólo
posible en aquellos para los que pudiese probarse irrefutablemente ser efectos de las
mismas causas. De entrada, habría que presuponer siempre que el desarrollo histórico
podía haber seguido multitud de caminos, eliminando, por tanto, la premisa
evolucionista de un desarrollo unilineal universal.
El objetivo, en cualquier caso, seguía siendo descubrir las leyes que gobiernan el
desarrollo humano. Para ello, el método histórico-cultural debía emplearse como paso
previo a todos los estudios comparativos: “un estudio detallado de las costumbres en su
relación con el total de la cultura de la tribu que las practica, con conexiones con una
investigación de su distribución geográfica entre tribus vecinas, nos proporciona casi
siempre un medio para determinar con precisión considerable las causas históricas que
llevaron a la formación de las costumbres en cuestión y los procesos psicológicos que
actuaron en su desarrollo” 347 . Las investigaciones con este método podrían revelar las
condiciones ambientales creadoras o modificadoras de los elementos culturales, aclarar
los efectos psicológicos que influyen en la configuración de la cultura y mostrar los
efectos que sobre el desarrollo de ésta tienen las conexiones históricas. La principal
novedad boasiana en todo lo que acabamos de ver, y que lo alejaría de un método
histórico un tanto quemado en su época, fue la exigencia de que su aplicación debía
darse únicamente en un territorio geográfico pequeño y bien definido; las
comparaciones no debían extenderse más allá de los límites del área cultural que forma
su base de estudio, siendo la única prueba de conexión histórica la continuidad de
distribución del rasgo estudiado; rota dicha continuidad, debía presuponerse un
surgimiento independiente de tal rasgo presente en diferentes culturas.
Boas procedía, pues a una asimilación de los dos métodos en boga empleados
por predecesores y contemporáneos, sin dar primacía a ninguno de ellos, si bien en
persecución de un objetivo que era todavía plenamente evolucionista.

6.1.3. La ruptura con el evolucionismo y las matizaciones de la difusión.


Valdés Gázquez nos da una pauta cronológica y temática muy útil de la crítica
boasiana al evolucionismo 348 . Tras su advertencia sobre el abuso del método
comparativo en 1888, en una conferencia de 1904 en el Congreso de Artes y Ciencias de

347
BOAS. “The Limitations…” Op. cit., p. 276.
348
VALDÉS GÁZQUEZ. El pensamiento antropológico de Franz... Op. cit., pp. 159-164.

- 161 -
San Luís titulado “The History of Anthropology” 349 hizo hincapié en el problema de
una visión etnocéntrica que derivaba en errores tales como el de dar por supuesto un
progreso de las formas sociales más simples hasta las más complejas (salvajismo,
barbarie y civilización). Aquí, no obstante, aún defendía como objetivo último de la
antropología el problema general de la evolución de la humanidad. Tres años después
perfiló su crítica en “Anthropology” 350 : las semejanzas culturales ni son prueba de una
unidad psicológica humana ni pueden tomarse como la base de partida de la teoría
evolucionista de la civilización que elaboraba leyes uniformes de la historia humana y
situaba la cultura occidental contemporánea como la meta de todas las razas; es erróneo,
también, presuponer que existe una secuencia incontestable y universal que va de lo
simple a lo complejo; existen, además, clarísimos casos de transmisión de elementos
culturales (pueden verse, por ejemplo, en el folklore de las tribus del mundo) que
demuestran una interrelación temprana a nivel casi mundial del ser humano. La
Antropología, afirma Boas, “enseña mejor que cualquier otra ciencia la relatividad de
los valores de la civilización” 351 .
En 1911, en The Mind of Primitive Man, llevó a cabo un desmenuzamiento
minucioso de la teoría evolucionista contradiciendo sus principales presupuestos.
Señaló, para empezar, en relación al uso decimonónico de extrapolar las condiciones de
los pueblos salvajes a los estadios anteriores de los civilizados, que “si bien es
indudablemente cierto que pueden descubrirse semejanzas entre los tipos de cultura
representados por pueblos primitivos y las condiciones reinantes entre los antepasados
de los pueblos actualmente civilizados en los comienzos de la historia, que estas
analogías cobren mayor fuerza ante las pruebas aportadas por las supervivencias, los
testimonios arqueológicos no justifican una completa generalización. Para que la teoría
del desarrollo paralelo tuviera importancia, sería preciso que en todas las ramas de la
humanidad los pasos de la invención hubieran seguido, al menos aproximadamente, el
mismo orden, y que no se hallaran brechas considerables. Los hechos, en la medida en
que se conocen hasta el presente, contradicen totalmente esta hipótesis” 352 . Es
imposible asegurar que todos los pueblos civilizados han pasado por las mismas etapas
de una evolución unilineal, así como también creer que la pobreza en un aspecto
cultural sea determinante de la pobreza en el resto. En el caso de la familia, por ejemplo,

349
Recogido en STOCKING. A Franz Boas… Op. cit., pp. 23-36.
350
Ibid., pp. 267-281.
351
BOAS. “Anthropology”. Recogido en STOCKING. A Franz... Op. cit., p. 280.
352
BOAS. Cuestiones... Op.cit., pp. 176-177.

- 162 -
la afirmación de que sus formas más simples están asociadas siempre con los tipos más
sencillos de cultura es falsa. Ni las costumbres se desarrollan necesariamente de igual
manera ni los mismos rasgos culturales tienen que haberse desarrollado siempre de
idénticas causas únicas 353 . No es posible la comparación generalizadora que llevaban a
cabo Morgan y compañía, pues las variaciones individuales las incapacitan, lo que para
un pueblo supone la vida después de la muerte, por ejemplo, puede ser -y de hecho a
menudo lo es- algo totalmente ajeno para otras culturas; como este caso, otros muchos
como el totemismo o el valor de la vida humana. Un mismo fenómeno étnico, señalaba
nuestro autor, “puede derivar de fuentes diferentes; y podemos inferir que cuanto más
simple es el hecho observado, tanto más probable es que haya derivado aquí de una
fuente, allá de otra” 354 . Para poder interpretar las semejanzas entre diversos fenómenos
es imprescindible investigar su desarrollo histórico, y sólo cuando éste es idéntico en
áreas diferentes pueden considerarse como equivalentes.
Por otra parte, otro elemento interesante en relación al pensamiento de Boas que
incluyó en este libro fue una crítica a los determinismos que, aunque consideraba
importantes, lo eran sólo en grados variables y no como elementos únicos. Sobre el
geográfico afirmó que estas condiciones no son creadoras, sino solamente, como
mucho, modificadoras de la cultura, pues es evidente que idénticos medios producen
formas culturales diferentes. Con el económico, que conforma una parte de la propia
cultura, sucede otro tanto, ya que las condiciones de este tipo actúan sobre una cultura
preexistente y dependen de sus otros aspectos. En obras posteriores negaría también los
artísticos, religiosos y sociales.
En 1920 el autor volvió a centrarse en cuestiones metodológicas con inclusión
de crítica teórica en “The Methods of Ethnology” 355 . Insiste en la imposibilidad de
mantener la hipótesis de una única línea general de desarrollo, dado que puede haber
tipos de civilización coexistentes y esencialmente distintos, así como también era
erróneo asumir sin más el presupuesto difusionista de que el hallazgo de elementos

353
Así, por ejemplo, ante la aserción evolucionista de la secuencia cronológica matri-patrilinealidad, dice:
“la deducción de que las instituciones maternas preceden a las paternas (...) se funda en la generalización
de que puesto que en un número de casos las familias paternas se han desarrollado de las maternas, todas
las familias paternas deben haberse desarrollado en la misma forma. No hay prueba demostrativa de que
la historia de la organización familiar esté gobernada por una serie única de condiciones específicas, de
que la familia del hombre o de la mujer o cualquier otro grupo ejerciera una influencia dominante, ni de
que haya alguna razón esencial para que un tipo deba haber precedido al otro. Por lo tanto, podemos lo
mismo concluir que las familias paternas han dado origen en algunos casos a instituciones maternales, y
en otros a la inversa”. BOAS. Cuestiones... Op.cit., p. 181.
354
Ibid., p. 185.
355
Recogido en BOAS. Race, Language… Op. cit., pp. 281-289.

- 163 -
similares en distintas partes del globo debiesen atribuirse siempre a migración o
difusión. La opinión de nuestro autor era que “estos métodos son esencialmente formas
de clasificación de fenómenos estáticos de la cultura en acuerdo a dos principios
diferentes, e interpretaciones de esas clasificaciones en cuanto a su relevancia histórica,
sin intento alguno de probar que la interpretación sea justificable” 356 . Mostraba que su
alejamiento del evolucionismo no implicaba una adhesión al difusionismo generalizador
imperante en la época 357 , movimiento del cual, como hemos visto, hizo un uso
personalizado con limitaciones de índole geográfica y centrándose en cada cultura
como una unidad singular y un problema histórico individual; es decir, era un
difusionismo particularista. Frente a esto, Boas llamaba la atención sobre la importancia
del punto de vista del proceso histórico, estableciendo lo que consideraba una diferencia
fundamental de metodología entre los antropólogos estadounidenses y los europeos:
“los estudiosos americanos están interesados principalmente en los fenómenos
dinámicos del cambio cultural y tratan de inferir la historia cultural mediante la
aplicación de los resultados de sus estudios; relegan al futuro, cuando se conozcan
mejor las condiciones factuales del cambio cultural, la solución para la cuestión
definitiva de la relativa importancia del paralelismo en el desarrollo cultural en áreas
distantes y la estabilidad de los rasgos culturales durante largos períodos” 358 . Así, Boas
establecía como punto de partida una comprensión básica del problema de la historia
cultural como un problema histórico, siendo imprescindible un conocimiento del
proceso mediante el cual las cosas llegaban a ser lo que eran en su actualidad.

Leslie White, abanderado del neoevolucionismo, quiso convertir a Boas en el


paladín por antonomasia del anti-evolucionismo, considerando que “el repudio y
356
BOAS. “The Methods of Ethnology”. Recogido en BOAS. Race... Op. cit., p. 282.
357
Boas llegó a escribir una reseña sobre el Method der Ethnologie de Fritz Graebner en 1911, recogida
en su Race, Language and Culture, en la que acusaba al alemán de usar una metodología tan hipotética e
injustificable como la de los evolucionistas. Aunque la difusión, concordaba con Graebner, era más
corriente que la invención independiente, era necesario demostrar la viabilidad de cualquier contacto
geográfico, de ahí su insistencia en que la Difusión fuese estudiada en regiones específicas con un
contacto histórico lo suficientemente demostrado como para poder asumir la hipótesis de la transmisión.
Cuenta Herskovists que, sobre los excesos de Elliot Smith, el maestro no hacía en sus clases más que una
exposición nimia, dado que el propio contenido evidenciaba lo amateur de sus responsables.
Goldenweiser afirmaba que la escuela americana era crítica porque rechazaba los extremos tanto del
evolucionismo como del difusionismo, a la par que aceptaba algunos de los postulados de ambas como
principios heurísticos. GOLDENWEISER. “Diffusionism and the American School of Historical
Ethnology”. En Amercian Journal of Sociology. Vol. 31, n. 1. 1925, p. 38.
358
BOAS. “The Methods…” Op. cit., pp. 283, 284. En relación a la cuestión del movimiento dinámico de
las sociedades aprovechó en este artículo para incluir una crítica a Elliot Smith, señalando la
imposibilidad que defendía este autor de que las antiguas costumbres del Mediterráneo pudiesen hallarse
en su momento prácticamente inalteradas en diferentes lugares del mundo.

- 164 -
rechazo del evolucionismo ha sido una de las principales contribuciones de la escuela de
Boas” 359 . Si lo fue o no a título personal es algo que no afecta en demasía a nuestra
tesis, a excepción del hecho de que su interpretación sobre la sociedad kwakiutl pudiese
estar influida por tales ideas. White estaba convencido de que el alemán había liderado
una cruzada consciente y deliberada contra la teoría de la evolución a la que se habían
unido con fervorosa fe sus discípulos, asimilando así anti-evolucionismo y boasianismo
de forma inextricable. Sin embargo, la crítica de White exige matizaciones. Boas no se
opuso nunca al concepto de evolución, así como tampoco ninguno de sus seguidores 360 .
Respecto a la crítica al evolucionismo, tal como en otros asuntos en este hubo también
disensión entre los propios alumnos de la escuela y, aunque es cierto que pueden
recogerse muchas ideas negativas en varios de ellos, tal como hizo el propio White, lo
definitivo a nivel global de la “escuela” es que, como comenta Harris, a lo que se
opusieron realmente de forma unívoca fue al reduccionismo biológico, a dar por sentado
que la evolución paralela era más importante que la convergente o divergente, a la
definición etnocéntrica del progreso y a creer que la evolución cultural y biológica era
explicable en términos de procesos naturales (tal como defendían Spencer y Darwin) 361 .
White los acusó también de crear la falacia del enfrentamiento entre difusión y
evolución debido según él a una confusión entre la evolución de la cultura y la historia
de la cultura de los pueblos y a la incapacidad de distinguir entre proceso evolutivo y
proceso histórico 362 . Este supuesto entusiasmo por la difusión, como hemos visto, ni fue
tan ciego como quiso creer este crítico, ni se usó de ese modo antitético. White, en
cualquier caso, resumía las contribuciones más remarcables de Boas a la recolección de
textos kwakiutl, afirmando la inutilidad de unas reconstrucciones históricas en
ocasiones fantásticas. Como neoevolucionista, está claro, guardaba cierta inquina al

359
WHITE, Leslie. “Diffusion versus Evolution: an anti-Evolutionist fallacy”. American Anthropologist.
Vol. 47, n.3. 1945, p. 354.
360
Lowie comentaba que la pregunta que White hacía de por qué Boas y sus discípulos habían sido anti-
evolucionistas era errónea y que la formulación correcta sería “¿por qué Boas y sus discípulos atacaron no
la evolución, sino los esquemas evolucionistas de Morgan y otros escritores?”. LOWIE. “Evolution in
cultural…” Op. cit., p. 227. En su acérrima defensa del maestro, Lowie se expresó ante Leslie White de
forma sarcástica y contundente, tachándolo de fanático sin mala fe.
361
HARRIS. El desarrollo... Op. cit., p. 254.
362
Stocking señalaba, en cambio, que precisamente la crítica de Boas se construyó sobre esta distinción:
“si la cuestión radica en que Boas no hizo justicia al evolucionismo como punto de vista teórico, entonces
simplemente debería anotarse que no estaba atacando al evolucionismo como una abstracción atemporal,
sino como una abstracción derivada de un punto particular en el tiempo (…). Lo que era realmente la
cuestión no era simplemente la evolución general de la cultura, sino la extrapolación de los estados
evolutivos en cada área de la vida cultural. Si Boas atacó un estereotipo fue el producto de un desarrollo
histórico tanto como su polémico análisis”. STOCKING. Race, Culture and Evolution. Essays in the
History on Anthropology. The University of Chicago Press. Chicago, London, 1982, p. 209.

- 165 -
alemán. La estatura como antropólogo cultural del autor, afirmaba: “ha sido enorme -e
incluso grotescamente- exagerada por sus discípulos y otros. Y, como consecuencia de
esto, muchos antropólogos, no sólo en los Estados Unidos sino también en otros países,
tienen concepciones distorsionadas e injustificables de muchos problemas
363
antropológicos” .

6.1.4. El particularismo histórico y el germen de “cultura y personalidad”


Un pensamiento de Harris sobre Boas nos resulta significativo: “parecía como si
la orgía de la especulación evolucionista y difusionista le hubiera asqueado tanto que ya
no podía volver a sentirse cómodo ante ninguna generalización” 364 . En la crítica
progresiva al evolucionismo que vimos en el apartado anterior se conformaron las ideas
y la metodología del particularismo histórico. A través del desencanto progresivo acerca
de la búsqueda de las leyes fundamentales que regían el desarrollo de la historia
humana, objetivo considerado como el básico de la Antropología por nuestro autor en
su juventud, Boas desembocó en un profundo descreimiento y total negación de la
existencia de dichas leyes. El método histórico se limitaría a estudiar de la forma más
detallada posible sociedades pequeñas, cada una como un todo, recolectando todos los
elementos posibles de unas culturas que estaban en movimiento constante. Esta
recolección, creía el autor, llevaría al conocimiento histórico particular de estos pueblos.
Su negativa a llevar a cabo sistematización alguna, ese pánico a la especulación 365 que
lo condujo, como comentó Lowie, a publicar miles de páginas sobre los kwakiutl sin
sintetizar ninguna teoría sobre su cultura, llevó a un callejón sin salida teórica, pues los
hechos, en Antropología, jamás hablan por sí solos.
Las críticas empezaron a lloverle ya en su propia época, acusado de llevar a cabo
investigaciones que no servían para nada. Él mismo trató de defenderse en un año tan
temprano como 1920, afirmando: “puede parecerle a un observador distante que los
estudiosos americanos están empeñados en una masa de investigaciones detalladas sin
demasiada trascendencia en lo que respecta a la solución de los problemas
fundamentales de una historia filosófica de la civilización humana. Pienso que esta

363
WHITE, Leslie. The Ethnography and Ethnology of Franz Boas. Texas Memorial Museum. Bulletin 6.
University of Texas. Texas, 1963, p. 66.
364
HARRIS. El desarrollo... Op. cit., p. 226.
365
Menciona Margaret Mead, ya de segunda generación, que en sus clases les inculcó que “ninguna
prueba debía llevarse demasiado lejos por miedo a generalizaciones prematuras, resultado que Boas temía
como a la peste y contra el que continuamente nos estaba previniendo”. MEAD, Margaret.
“Apprenticeship under…” Op. cit., p. 29.

- 166 -
interpretación de la actitud americana sería injusta porque las cuestiones fundamentales
están tan cerca de nuestros corazones como lo están de todos aquellos otros estudiosos,
sólo que nosotros no esperamos ser capaces de resolver un intrincado problema
histórico a través de una fórmula”366 . En este mismo artículo hizo su aparición un nuevo
tema de preocupación para el autor 367 : el rol que desempeña el individuo en el cambio
cultural, pues del mismo modo que en las actividades de aquél influye ineluctablemente
su entorno social, él mismo afecta también a éste, pudiendo llegar a ser responsable de
modificaciones significativas.
En relación a este aspecto Boas se hizo eco de las teorías freudianas que trataban
de demostrar que el pensamiento primitivo era análogo a diferentes actividades
psíquicas individuales estudiadas por el psicoanálisis 368 . Nuestro autor le concedía
importancia al tema de las experiencias infantiles de los primeros años y su influencia
en la personalidad y el comportamiento social, pero opinaba que intentar aplicar en su
totalidad la teoría de la influencia de los deseos reprimidos a las acciones del hombre
era excesivo y que relegaba otros aspectos, tales como el lenguaje, sin relación con las
cuestiones favoritas del psicoanálisis y probablemente de mayor importancia. Tampoco
aceptó la teoría simbólica freudiana, pues los resultados de una interpretación de este
tipo estaban condicionados por el subjetivismo del investigador. Esta nueva etapa
boasiana, que Valdés Gázquez denomina como culturalismo, consideró posible
determinar tendencias sociales generalmente valederas aislando antes las
característicamente humanas de las animales. La diferencia entre cultura humana y

366
BOAS. “The Methods of…” Op. cit., pp. 283, 284. Lowie lo defendía encarecidamente: “mientras que
sus críticos sugieren como explicación que Boas sea incapaz de llegar a una síntesis, quienes lo conocen
íntimamente saben que sí tiene opinión acerca de todas las cuestiones antropológicas, pero se abstiene de
expresar públicamente sus ideas cuando las pruebas parecen no ser terminantes. No cabe duda que aun las
síntesis provisionales de un pensador tan independiente y erudito como Boas serían sumamente
ilustrativas, pero ésta no es su manera de proceder. Resulta aún más paradójico que este colector tan
incansable, que continuamente ha predicado la manera totalitaria de ver la cultura, no ha producido ni una
sola monografía extensa de una tribu individual. El caso más notable es que él, que ha publicado miles de
páginas acerca de los kwakiutl, nunca ha reunido estos datos en un solo libro. Sin duda alguna también en
este caso lo detuvo su puritanismo; por una parte es nuestro deber recoger los datos originales antes de
que desaparezcan; pero por otra parte, ¿cuándo podemos estar seguros de disponer de todos los datos que
puedan justificar una interpretación definitiva?” LOWIE. Historia… Op. cit., p. 187.
367
Boas situó bastante antes este interés: “Cuando pensaba que estos métodos históricos estaban
firmemente establecidos, entoncens comencé a remarcar, sore 1910, el problema de las dinámicas
culturales, de integración de la cultura y de interacción entre la sociedad individual”. BOAS. “Historical
and Science in anthropology: a reply”. Recogido en BOAS. Race, Language… Op. cit., p. 311. Margaret
Mead, sin embargo, decía que por la época en la que ella inició su trabajo de campo su maestro todavía no
estaba interesado en el cambio cultural (aunque le faltaba poco), y que por ello le ordenó trabajar sobre la
adolescencia. Véase MEAD, Margaret. Experiencias personales y científicas de una antropóloga. Paidós.
Barcelona, 1987, p. 125
368
Puede verse el artículo “Some problems of methodology in the social Sciences”, de 1930, recogido en
Race, Language and Culture.

- 167 -
conducta animal radicaría en las relaciones subjetivamente condicionadas o aprendidas,
que aún existiendo para ambos grupos pesaría muchísimo más y serían más rápidas en
el humano. Boas insistió en que la gran variedad de formas que a lo largo del tiempo se
desarrollaron bajo estas tensiones establecía como problema de gran importancia la
diferenciación entre lo que era generalmente humano y lo que era característico de
sociedades específicas. Criticando los determinismos de carácter biológico, geográfico y
económico, el autor concluía que el conocimiento de estos factores y la comprensión de
las reacciones de los miembros de una sociedad y de ésta en conjunto ante ellos
permitiría comprender su conducta sin necesidad de la reconstrucción histórica que
tanto obsesionaba a la «anterior» antropología; aunque importante, más lo era “un
estudio en profundidad del individuo bajo la tensión de la cultura en la que vive” 369 .
Pese a este creciente interés por los factores psicológicos, no perdió de vista su vena
historicista, pues tan sólo un par de años después volvió a insistir en que en la búsqueda
del objeto de la antropología cultural “tan necesario es el conocimiento de los procesos
vitales para una comprensión inteligente de los procesos históricos como para entender
la evolución de las formas vivas” 370 . O, poco después: “el interés por estos problemas
sociopsicológicos no se opone en modo alguno al criterio histórico” 371 .
La conclusión, en cualquier caso, era el absoluto escepticismo ante la posibilidad
de que la Antropología hallase leyes generales que explicaran la historia humana o
pudiesen anticipar su futuro: “Los fenómenos de nuestra ciencia están tan
individualizados y tan expuestos a accidentes exteriores que ningún conjunto de leyes
podría explicarlos (…). En cada caso individual podemos llegar a entender su
determinación por fuerzas internas y externas, pero no podemos explicar su
individualidad bajo la forma de leyes (…). Los fenómenos culturales son de tal
complejidad que dudo que puedan encontrarse leyes culturales válidas. Las condiciones
causales de los acontecimientos culturales se hallan siempre en interacción entre
individuo y sociedad y ningún estudio clasificatorio de las sociedades puede llamar
nuestra atención sobre tantos problemas” 372 .

369
BOAS. “Some problems of methodology in the social Sciences”, de 1930, recogido en Race,
Language… Op. cit., p. 269.
370
BOAS. “The aims of Anthropological Research” Recogido en Race, Language… Op. cit., p. 255.
371
BOAS. “Introducción” en BENEDICT, Ruth. El hombre y la cultura. Edhasa. Barcelona, 1989, p. 8.
372
BOAS. “The aims of…” Op. cit., p. 257.

- 168 -
6.1.5. La filiación kwakiutl al servicio de la crítica al evolucionismo
El grueso del trabajo de campo de Boas y de gran parte de sus discípulos se llevó
a cabo entre las tribus indias del Noroeste americano. Cada uno, comentaba Margaret
Mead, tenía su propio pueblo y trabajaba bajo un sentimiento de urgencia ante la pronta
desaparición de las culturas a estudiar. De los kwakiutl, dice esta autora, hablaba el
maestro como de “mis queridos amigos” 373 . A lo largo de su carrera Boas acumuló
miles de páginas de datos de esta tribu, pero no realizó jamás ninguna síntesis ni
teorización sobre ninguno de sus aspectos. El que a nosotros nos interesa especialmente
es el que se refiere a su organización social y, más en concreto, la conclusión de que
este pueblo demostraba la falsedad de la secuencia evolucionista que situaba la
matrilinealidad previamente a la patrilinealidad como fenómeno universal. El alemán
publicó en 1897 el artículo “The social organization and the secret societies of the
kwakiutl indians”, en el que se mostraba convencido de que la pertenencia, el rango y
los privilegios dentro de los grupos de parentesco (clanes, gentes o numaym en este caso
en concreto) estaban determinados por la filiación matrilineal 374 y que la organización
de la tribu tenía que haber sido en otro tiempo puramente paterna, habiéndose producido
una transición de filiación contraria a la promulgada por los evolucionistas. Los
kwakiutl se dividían en muchas tribus que, a su vez, se dividían en septs y clanes. Cada
clan procedía de un ancestro que habría descendido del cielo, elevado desde el mundo
subterráneo o emergido del océano. Sus privilegios se basaban en las aventuras de los
ancestros de los que descendían. Sus nombres procedían de tres orígenes: el del propio
antepasado, el de la región que habitaba el clan o de nombres de honor, tipo “los ricos”.
En cualquier caso, el sistema de tribus y clanes de la época era de reciente crecimiento.
Podía suponerse que cada clan era originalmente una comunidad que debido a cambios
en su número o por propósitos defensivos abandonaba el hogar para unirse a otra
comunidad, reteniendo cierto grado de independencia. Entre los kwakiutl, continúa el
autor, los clanes eran exógamos, ciertos privilegios se heredaban por vía paterna y otro
gran número se obtenían a través del matrimonio: “la existencia del primer grupo

373
BOAS en MEAD, Margaret. Experiencias… Op. cit., p. 133.
374
Unos años antes Boas pensaba que el niño por nacimiento podía ser hecho miembro de cualquiera de
las gentes de sus padres, abuelos o bisabuelos. Creía, como buen evolucionista, que los kwakiutl habían
sido matrilineales, algo que según él se traslucía de sus ceremonias matrimoniales. Leslie White trató de
utilizar estos cambios de parecer de cara a demostrar la incomprensión de Boas de la organización social
de esta tribu. Aunque en parte esto es cierto y, efectivamente, a lo largo del tiempo el autor varió sus
opiniones, en este aspecto específico mantuvo desde 1895 su idea fija sobre el orden del paso de la
filiación paterna a la materna

- 169 -
sugiere que la organización debió haber sido en un tiempo puramente paterna” 375 .
Atribuye la transformación de la organización original a tres causas: el desarrollo de
otra organización más compleja, la influencia de las tribus del Norte que tenían una
organización puramente materna y el desarrollo de leyendas referentes a los orígenes de
los clanes que eran análogas a tradiciones similares de los grupos de las tribus norteñas.
Cada clan proclamaba ciertos rasgos y privilegios basados en el nacimiento y las
aventuras de sus antepasados. Aquí inicia Boas un razonamiento que Harris consideró
tendencioso: “si estos privilegios hubiesen pertenecido en su origen a una tribu que en
algún momento hubiese estado en una etapa paterna, difícilmente habría tenido
tendencia a desviarse de la ley que gobernaba ese estadio. Si se hubiese originado bajo
la influencia de una gente en fase materna un desarrollo anormal parece probable. En el
Norte los privilegios y el rango de una mujer siempre descienden sobre el niño.
Prácticamente el mismo resultado se ha encontrado entre los kwakiutl, pero en una
manera que sugiere que una gente con instituciones paternas adaptó sus leyes sociales a
estas costumbres. Aquí la mujer entrega la posesión y privilegios de su padre como dote
al marido, quien, sin embargo, no puede usarlos en beneficio propio, sino que los
adquiere para su hijo. Como padre de una mujer, por su parte, ha adquirido sus
privilegios del mismo modo a través de su madre, es segura una ley de descendencia
puramente femenina, si bien sólo a través del marido. Me parece que esta ley
excesivamente intricada (…) no se puede explicar de otro modo más que como una
adaptación de las leyes maternas por una tribu que estuviese en un estadio paterno. No
puedo imaginar que esto sea una transición de una sociedad materna a otra paterna
porque no hay restos de la primera etapa más allá de los que encontramos en todas
partes y que no prueban en absoluto que la transición haya sido reciente. No hay trazo
de una herencia de los hermanos de la madre; la pareja no vive con los padres de la
esposa, y el argumento más importante es que las costumbres no pueden haber
prevalecido en las comunidades aldeanas en las que se originó el sistema tribal presente,
en ellas la tribu se designa siempre como descendiente directo del ancestro mítico. Si
hubiesen estado en un estadio materno, se habrían designado como descendientes de los
antepasados de las hermanas, como es siempre el caso en las leyendas de las tribus del

375
BOAS. “The Social Organization and the Secret Societies of the kwakiutl indians”. Report of the U. S.
National Museum for 1895. Washington D. C. 1897, pp. 334-335.

- 170 -
Norte” 376 . Es decir, no existían los survivals que deberían haberse encontrado si los
kwakiutl hubiesen sido en un estadio anterior matrilineales.
En 1904 las especulaciones boasianas había calado ya hondo en John
Swanton 377 , autor que, según Kuper, no llegó a ocupar nunca un puesto destacado en el
mundo antropológico norteamericano al igual que otros muchos discípulos de Boas,
pero que como raro ejemplar WASP de este círculo contribuyó a respaldar las ideas del
maestro en el contexto disciplinario. En 1894 apoyaba la afirmación de que los kwakiutl
habían tenido alguna vez una organización paterna y que por influencia de sus vecinos
norteños había cambiado a materna. Como a los kwakiutl, esto habría sucedido a sus
tribus vecinas: “desde la evidencia presentada por Morice y Boas creo que es seguro
buscar el asentamiento original del sistema clánico con descendencia materna en la
costa Noroeste entre los tlingit, haida y tsimshian” 378 . Dijo de él Lowie que “merced a
su demostración ya no hay dudas de que en Norteamérica una organización sin clanes
ha precedido a la ascendencia unilateral” 379 , pues efectivamente se dedicó el autor a
rebatir la teoría del clan totémico que suponía que la descendencia de los matrimonios
pertenecía al clan de la madre. Movía al autor al estudio de esta cuestión “el hecho de
que se considera que la teoría ha sido confirmada por material aportado por todas partes
por un etnólogo americano, Lewis Henry Morgan y, más aún, no ha aparecido impresa
ninguna objeción específica a sus conclusiones” 380 . Afirmaba que podía concebirse la
descendencia reconocida a través de la madre sin la existencia de clanes, de un sistema
clánico en el que los clanes existiesen sin totems, y de uno en el cual, aunque los totems
existiesen, no habría tabúes, nombres o ritos especiales acompañándolos. Creía también
que las sociedades patrilineales no solían mostrar rasgos de otras matrilineales previas y
que las sociedades matrilineales eran más avanzadas culturalmente que las de
descendencia patrilineal. Morgan habría forzado la inclusión de muchas de las tribus

376
BOAS. “The Social…” Op. cit., p. 335.
377
John Swanton. 1873-1958. Antropólogo estadounidense. Licenciado en Harvard, cursó dos años de
etnología y lingüística con Boas. Fue uno de los fundadores de la American Anthropological Association,
presidente en 1932 y editor del American Anthropologist en 1911 y entre 1921 y 1923. Presidente
también de la American Folklore Society. Su trabajo de campo se centró especialmente en las tribus del
Suroeste norteamericano, interesándole sobre todo los estudios lingüísticos.
378
SWANTON, John. “The development of the clan system and of secret societies”. American
Anthropologist. Vol. 6, n.4. 1904. P. 484. No expresó, sin embargo, cómo habían llegado estos tres
pueblos a ser matrilineales (presuponiendo, él mismo comentaba, que no lo hubiesen sido siempre). Sí
menciona, en “A reconstruction of the theory of social organization”, en 1906, que los clanes no reciben
nombres totémicos, sino apelaciones locales de los lugares originarios del clan. Totemismo y exogamia
debían tratarse separadamente.
379
LOWIE. Historia… Op. cit., p. 180.
380
SWANTON, John. “The social organization of American Tribes”. American Anthropologist. Vol. 7,
n.4. 1905, p. 664.

- 171 -
consideradas como clánicas en su sistema sin serlo, e incluso en las que sí lo eran, la
autoridad del clan se habría sobrevalorado. Asimismo, también habría aportado pruebas
poco conclusivas, a veces incluso meras asunciones, al afirmar la existencia de una
condición previa materna en tribus patrilineales de la época. Existía en realidad un tipo
de organización en la cual la familia, incluso aunque fuese polígama, era la base del
estado, de la propiedad y de la autoridad, tanto los que descendían como los que tendían
a descender de padre a hijo. Se negó, también, a aceptar que los fenómenos australianos
fuesen los más antiguos a estudiar, defendiendo la necesidad de estudiar cada región del
globo por sí misma.
En 1920 Boas dio otro giro a sus opiniones sobre el tema kwakiutl. Comenzó
diciendo que uno de los grandes obstáculos para una clara comprensión de su
organización social era la confusión general causada por la reducción numérica de la
tribu. Constaban de 4 septs o subtribus, cada una dividida en un número de
subdivisiones que eran las unidades sociales fundamentales. Ninguno de los grupos
kwakiutl conocidos por el autor era una unidad que no se hubiese dividido nunca y una
sola localidad era denominada como el lugar de origen de cada división de la tribu, casi
siempre lugares próximos entre sí. En el concepto de los propios indios, “la tribu
consiste en un número de divisiones, cada una de las cuales deriva de un ancestro, pero
que incluye también individuos de diferente descendencia que en un tiempo temprano
compartieron un antepasado” 381 . Boas comentaba también: “en escritos previos he
usado los términos gens y clan conforme a la impresión variable de la prevalencia de la
descendencia materna y paterna, los dos son importantes. Después de meditarlo mucho
he decidido usar el término numaym porque las características de la unidad son tan
peculiares que los términos gens o clan o incluso sib serían engañosos 382 . La
comprensión de la constitución del numaym se dificulta porque el número de posiciones
en su interior es superior al de miembros de la tribu, muchas personas pueden tener más
de una posición en más de un numaym, hasta el punto de que los propios indios no
tienen muy claro cuáles son los derechos de cada individuo. La defensa de aquellos se
basa en la descendencia, siendo el principio fundamental el de primogenitura. Cuando
padre y madre son del mismo alto rango (línea de primogénitos), el primer hijo puede
asignarse a un numaym y el siguiente a otro. En otros casos del mismo rango de ambos
padres, el numaym del padre tiene preferencia a la hora de asignar a él al primogénito.

381
BOAS. “The social Organization of the Kwakiutl”. Recogido en Race… Op. cit., p. 359 (1920).
382
Ibid, pp. 359-360.

- 172 -
Señalaba Boas que no había podido concluir nunca si un niño asignado a un numaym
diferente al de la madre retenía o no el derecho a la pertenencia al del padre. Insistía en
que la posición y los privilegios no podían ir más allá de la línea de primogenitura ni ser
entregados a través del matrimonio, las líneas jóvenes tenían nombre de rango inferior y
formaban las clases bajas, conservando los nobles su posición a través de la endogamia.
Así, afirmaba el autor: “podemos decir que los numayms se basan en la descendencia
con preferencia por la línea paterna” 383 . Su idea plasmada en publicaciones previas de
que un hombre recibía el nombre y los privilegios de su suegro para transmitírselos a su
hijo, que sería el poseedor real al crecer, quedaba obsoleta, no se correspondía, según él
mismo decía, con las condiciones actuales. A cambio de los presentes matrimoniales
entregados por el hombre joven, el suegro prometía nombres, posiciones y privilegios a
cualquier miembro de la familia del yerno, al yerno en sí, a su padre, hermano o
hermana y a sus futuros hijos. Señalaba, finalmente (insistiendo que no se podía obtener
datos históricos para probar el desarrollo actual, sino únicamente discutir sobre el curso
probable de los acontecimientos) que no veía ninguna razón que le hiciese cambiar de
opinión en lo referido a la antigüedad relativa de la transmisión de nombres y
privilegios por línea masculina o femenina.
No nos interesan tanto las dificultades de Boas en la comprensión del numaym
kwakiutl 384 como el hecho de que sus afirmaciones fueron respaldadas y utilizadas por
varios de sus discípulos para asimilar y difundir la supuesta demostración de Boas de
que era tan probable una secuencia como la otra. Se llegó al extremo de afirmar, como
hemos visto en Swanton, que la secuencia normal era la de patrilinealidad seguida de
matrilinealidad, aceptando Goldenweiser, Lowie y Kroeber las afirmaciones de este

383
BOAS. “The social organization…” Op. cit., p. 362.
384
Boas se aferraba para explicar el numaym a la filiación unilineal, pero no sería hasta 1956 y 1959
cuando Goodenough y Davenport introdujesen el concepto de filiación no unilineal, aplicable al caso
kwakiutl, pues los individuos elegían el grupo de filiación y residencia que les convenía. White lo acusó
precisamente de haber sido incapaz de formular el concepto de linaje ambilateral, por lo cual habría
interpretado el caso como una transición entre un estadio y otro. Es curioso constatar, no obstante, que a
pesar de haber sido incapaz de aplicar dicho concepto a los kwakiutl, Boas mentase en 1938 su existencia
en tribus norteamericanas, si bien como herramienta para criticar el esquema clásico de la familia y la
correlación entre las formas más simples de aquélla y los tipos más sencillos de cultura y, probablemente,
con una falta de comprensión de todas las implicaciones de su funcionamiento: “algunas tribus muy
primitivas, como los esquimales y las tribus indígenas de las mesetas noroccidentales de América del
Norte, cuentan el parentesco bilateralmente por parte de padre o de madre; otras tribus de cultura
altamente desarrolladas reconocen la línea materna solamente, mientras otras, cuya vida económica e
industrial es de tipo más simple, reconocen la línea paterna (Swanton). Los datos son contradictorios y no
nos permiten concluir que la vida económica y organización familiar estén íntimamente relacionadas
respecto a su forma interior”. BOAS. Cuestiones fundamentales… Op. cit., p. 180

- 173 -
autor de que las tribus organizadas matrilinealmente eran más avanzadas desde el punto
de vista cultural que los grupos patrilineales.
El primero respaldaba por completo en su artículo de 1914 sobre la organización
de los indios norteamericanos la demostración de que el sistema prevalente había sido el
basado en la familia individual y el grupo local, no en clanes ni en gentes basados en
grupos de parentesco, siendo inexistentes además las pruebas de que las tribus de
sistema paterno hubiesen poseído siempre previamente un sistema materno. Lowie, en
1920, atacaba la argumentación morganiana afirmando varios puntos: el matrimonio por
parejas simples existía en tribus muy sencillas -es decir, no era correlativa la
complejidad cultural con las relaciones sexuales bendecidas por los victorianos-; no
existían bases para dar por sentado la etapa de promiscuidad ni pruebas para sostener
que el desarrollo de la propiedad determinase el paso de la matri a la patrilinealidad; el
avunculado en una sociedad patrilineal no era evidencia de una etapa previa matrilineal,
pues su existencia podía tener un origen del todo distinto 385 . Kroeber, por su parte,
afirmaba rotundamente en relación al tema que “entre las dos series totémico-
exogámicas, a las tribus matrilineales debe acreditarse una cultura mejor organizada y
más compleja que a las patrilineales (…). Sería extravagante sostener que en todo el
continente americano todas las tribus matrilineales eran culturalmente más adelantadas
que las patrilineales. Pero es claro que dentro de cada área o tipo de cultura las tribus
matrilineales manifiestan superioridad sobre las patrilineales en la mayoría de los
aspectos culturales. En América del Norte, la organización matrilineal en clanes
representa así una etapa más alta y probablemente más tardía que la organización
patrilineal en clanes, como ésta, a su vez, es más elevada que la condición carente de
clanes y a la que sucede en el tiempo” 386 . En la costa noroeste se daría el caso inverso,
de lo que dedujo el autor la inexistencia de relación con la zona de México: “la
distribución anormal matrilineal-patrilineal del noroeste no es un obstáculo para el
resultado genérico respecto a América del Norte de que las organizaciones sin clanes,
patrilineales y matrilineales se colocan en este orden respecto al desarrollo como a la
distancia de la América Media” 387 .
La explicación definitiva de la secuencia, en cualquier caso, se basó en la
difusión, pues la explicación originaria de Boas al porqué del paso de la patrilinealidad

385
A pesar de estas afirmaciones y del respeto por Boas, Lowie señalaría que el caso kwakiutl no podía
emplearse para refutar el esquema evolucionista. Lo veremos con más detalle más adelante.
386
KROEBER, A. Antropología general. Fondo de Cultura Económica. México, 1945. p. 363.
387
Ibid., p. 364.

- 174 -
a la matrilinealidad fue la de la influencia sobre los kwuakiutl de las tribus norteñas.
Este esquema se impuso, merced a sus discípulos, durante al menos tres décadas.

6.2. Boasianos menores ante el parentesco

Entendemos el calificativo de menores en un contexto de contraposición al


boasiano que consideramos mayor, Lowie, desde el punto de vista de las aportaciones a
la antropología del parentesco. Así, a pesar de que fueron muchos los discípulos de
Boas que se interesaron por cuestiones diversas de este ámbito, es a Lowie a quien se
debe situar como el principal continuador de esta línea, si es que podemos hablar en
estos términos, y es que cada discípulo, lejos de la inmensa capacidad polifacética del
maestro, mostró clara preferencia por un campo concreto 388 . Si buscamos aportaciones
novedosas más allá de estudios etnológicos de alguna tribu particular o de la
distribución de los sistemas de parentesco, poco hallaremos y remitimos al lector
interesado a la bibliografía concreta de cada autor.

No obstante, es imprescindible abordar algunos de estos trabajos, comenzando


por recordar el ya visto en un capítulo previo del que fue el primer discípulo importante
de Boas, Alfred Kroeber, el “Classificatory systems of relationship” que lo llevó a
enfrentarse con Rivers, defensor de Morgan frente a, como afirmó Stocking, una crítica
arquetípica boasiana 389 . Kroeber, como también comentamos, defendió a Swanton en su
afirmación de que las tribus organizadas matrilinealmente eran más avanzadas desde el
punto de vista cultural que las patrilineales.
En “California Kinship Systems”, otro de sus estudios interesantes en el ámbito
del parentesco, Kroeber llevó a cabo un anáilisis de los sistemas de varias tribus:
mohave, luiseño, yokuts, miwok, paiute, tübatulabal, kawaiisu, shoshones, wintun,
pomo, yuki y yurok. Los dividió en tres grupos. El primero comprendería a los mohave
y los luiseño, el segundo a los yurok y el tercero a todos los demás (con un subtipo
wintun). Su distribución geográfica coincidiría, según el autor, con la distribución de los

388
Así, por ejemplo, Sapir con la lingüística o Paul Radin con la religión.
389
STOCKING. After Tylor… Op. cit., p. 199.

- 175 -
tipos de civilización nativa aceptados en California, las 3 áreas culturales primarias: Sur,
Noroeste y central.
Las características del Sur serían un enorme desarrollo de las expresiones de
reciprocidad, una notable reducción de los términos que denotaban conexiones por el
matrimonio y el consistente reconocimiento del factor del linaje, tal como se expresaba
terminológicamente en la distinción de los parientes cruzados y paralelos (esta última no
era característica única del Sur). Todos estos rasgos parecían típicos también del
Suroeste, zona con la que el Sur tenía muchas correspondencias.
El sistema central se caracterizaba por una consistente reciprocidad dentro de las
clases de términos de abuelo y tío, pero poca en otros puntos; por un elaborado
desarrollo de la nomenclatura para conexiones por matrimonio, siendo nombrados sin
embargo los suegros por un solo término.
El subsistema especializado wintun estaba caracterizado por una extrema fusión
de relaciones, con un consecuente pequeño número de términos. Esta tendencia habría
destruido 2 de los 3 rasgos de la forma central genérica del sistema: la reciprocidad y la
abundancia de las designaciones de afinidad. El tercer rasgo, el sentimiento de clase o
linaje, expresado en una diferencia de términos para parientes cruzados y paralelos,
permanecía en vigor sólo en la clase de los tíos. El rasgo más saliente del sistema era la
mezcla de los parientes próximos lineales con los próximos colaterales como
consecuencia de la reducción general de la terminología.
El sistema del Noroeste desatendía la distinción de parientes cruzados y
paralelos y no manifestaba impulsos hacia expresiones de reciprocidad.
Cada sistema parecería corresponderse con formas de organización social. Así,
los mohave y los luiseño se organizaban en clanes, en el centro aparecían sistemas de
mitades hereditarios. En el Noroeste, en cambio, era difícil reconocer factores sociales
específicos que pudiesen corresponderse con el peculiar sistema yurok. Donde el
matrimonio entre parientes prevalecía parecería claro que hubo influencia de los
sistemas de parentesco; en California, en cambio, existían pocas indicaciones acerca de
relaciones específicamente determinadas entre parientes, exceptuando el matrimonio
entre primos cruzados de los miwok (que no concordaba, sin embargo, con las
designaciones de los parientes) y que derivaba del matrimonio de un hombre con la hija
del hermano de la esposa (modificación local bajo la influencia del sistema de mitades
de la costumbre californiana del matrimonio con la hija de la esposa). En lo que sí

- 176 -
habría tenido más peso el sistema de parentesco es en el ámbito del complejo cultural:
arte, religión, ritos...
Lo más interesante de este pequeño estudio de Kroeber son sus consideraciones
teóricas finales. Nos recuerda en ellas sus opiniones de años antes: la discriminación
entre sistemas clasificatorio y descriptivo de parentesco era errónea; una distinción más
útil y real entre estos dos tipos de terminología consanguínea podía encontrarse a través
de una consideración de las diferencias de método empleadas por diferentes países al
mantener ciertos grupos de conceptos; en general son los factores psicológicos los
determinantes en las designaciones de parentesco. Estas tesis, como sabemos, fueron
rebatidas por Rivers en un ensayo que Kroeber califica de admirable y que defendía que
la nomenclatura del parentesco estaba moldeada por las instituciones sociales. Kroeber
admite que sus propias ideas habían sido exageradas: “no quiero ni quise nunca
mantener la proposición de que los términos de parentesco reflejaban por completo la
psicología y nada de sociología” 390 . La diferencia principal que sigue manteniendo con
Rivers o el propio Morgan, afirma, es la negación del uso del parentesco en el intento
del establecimiento de unos estadios universales y principios generales. No se puede
usar la división de sistemas descriptivos y clasificatorios para contrastar los sistemas
occidentales y los de los salvajes. En relación a Rivers, continúa Kroeber, y respecto a
las designaciones de parentesco, la cuestión real se separa de los extremos tanto del uno
como del otro (origen psicológico o institucional de las designaciones), radica en si las
terminologías pueden ser determinadas tan completamente por las instituciones que
puedan ser utilizadas con plena confianza para construir esquemas hipotéticos en cuanto
a instituciones, o si sus determinantes son tan frecuentemente no institucionales que no
puedan ser utilizados en estos esfuerzos. Detrás de esto permanece la cuestión de si los
fenómenos sociales específicos de cualquier clase pueden ser usados como las causas
específicas de base o causas determinantes de otros fenómenos sociales; o si el
aproximamiento más cercano posible para explicar el fenómeno de los sistemas de
parentesco consiste en trazar los rasgos de las actividades psíquicas o culturales
comunes a ellos y otros fenómenos. Los sistemas californianos demuestran que las
instituciones sociales influyen en los sistemas de parentesco, con dominancia de los
determinantes psicológicos sobre los sociales. A esto hay que añadir algunas
consideraciones. Para empezar, las propias influencias psicológicas en el lenguaje, pues

390
KROEBER, Alfred “California Kinship Systems”. American Archaeology and Ethnology. V. 12.
University of California Publications. 1917, p. 386.

- 177 -
es evidente que entre culturas distintas existen diferencias conceptuales imbuidas dentro
de las propias palabras. Así, por ejemplo, introducir la cuestión del sexo del hablante en
relación a la terminología del parentesco influirá en sus concepciones, que serán
totalmente diferentes de una cultura que la obvie. Del mismo modo, la propia cultura
influye en la terminología al incluir cuestiones no lingüísticas que sí influyen en el
lenguaje. Es necesario también ser precavidos con las interpretaciones subjetivas en un
contexto como el del parentesco, pues se tiende a anular esta faceta en los pueblos
“salvajes”, como si no fuese tan posible que ellos empleen en alguna ocasión algún
término de parentesco con un uso psicológico sin ningún otro significado que implique
levirato o matrimonio de grupo, por ejemplo, como lo hacemos nosotros en contextos
como el de llamar hermano a un cuñado. En tercer lugar, una influencia terminológica,
psicológica y lingüística, es el impulso hacia la denotación recíproca de los términos de
parentesco. Así, el momento en el que un término implica sexo y tiene un recíproco
exacto, está claro que el recíproco debe expresar el sexo del hablante y no el del
pariente; o ambos términos deben denotar ambas categorías, lo que significa que el
número de términos diferentes se duplica o cuatriplica. El uso de frases descriptivas en
vez de palabras concretas para denotar conexiones por matrimonio es un rasgo
psicológico. En cuarto lugar, se han desdeñado parientes separados un escalón en favor
de los separados por dos o tres. Kroeber acusa a Rivers de haber correlacionado
realmente las partes de los sistemas que se correlacionan con condiciones sociales, pero
de haber ignorado al resto. Por último, es un hecho que la terminologia ha influido
muchas veces en las instituciones matrimoniales.
Si la cuestión original era la preminencia de los factores psicológicos o sociales
en los sistemas de parentesco, Kroeber mantiene su insistencia en los primeros, pues
después de todo, “los sistemas de parentesco son terminologías, las terminologías son
clasificaciones, y las clasificaciones son reflejos de procesos psicológicos” 391 , aunque
también “estoy listo para conceder libremente que las influencias sociales -y religiosas y
económicas- han entrado en alguna medida en los sistemas de parentesco, a veces
incluso en bastante grado” 392 . El aspecto básico del problema persiste: si la
terminología de parentesco está rígidamente determinada por fenómenos sociales
específicos de una clase, y pueden ser por tanto utilizados para explicaciones
constructivas causales de las sociedades, o si todas las clases de fenómenos sociales

391
KROEBER. “California...” Op. cit., p. 395.
392
Ibid., p. 395.

- 178 -
pueden y obran recíprocamente sobre tal terminología y el infinito juego de los factores
variables prohibe cualquier determinación real de causalidad de carácter profundo.

La defensa que hizo Kroeber de Swanton en su afirmación de que las tribus


organizadas matrilinealmente eran más avanzadas desde el punto de vista cultural que
las patrilineales fue compartida por Alexander Goldenweiser 393 , quien incidió en su
ataque a la asunción de la primitiva promiscuidad morganiana, la universalidad
temprana del matrimonio de grupo y la existencia de clanes sustituidos por gentes.
Incidentalmente, afirmó, llegó a la concusión de que “la familia era vista como
universal y como la forma más temprana de grupo social, una tesis ampliamente
sostenida y generalmente aceptada” 394 . Este autor propuso también un análisis de los
tipos de unidades sociales de Norteamerica y sus funciones de cara a averiguar la
relación de la estructura y la función en la organización social. Consideró necesario
incluir al individuo, dado su ejercicio de funciones en su sociedad semejantes al de otras
unidades, señalando que pese a estar privado de toda iniciativa, atado de manos y pies
por la costumbre, mero reflejo de su contexto social, existían esferas de derechos,
actividades e incluso iniciativas individuales. Respecto a la familia individual, su unidad
e importancia se veían disminuidas allí donde existía a la par que grupos de parentesco
exógamos, por lo cual no solía aparecer como unidad específica social, ceremonial,
económica ni política, pues casi siempre estaba asociada al clan. Su papel principal
consistiría en el contexto educacional de sus miembros, así como en la toma de
decisiones sobre cuestiones matrimoniales tales como la elección de los candidatos
masculinos. Las familias paterna y materna desempeñaron un rol importante entre las
tribus indias. Entre las maternas citaba el caso iroqués, en su tiempo ya obsoleto, de
control sobre funciones religiosas y ceremoniales, preservado no obstante en el sistema
social, e incidía en la importancia de no confundirla con el clan, pues muchos
informantes tendían a este error, dado que ambas unidades comprendían un grupo de
personas unido por descendencia materna. Las diferencias, entre otras, radicaban en el

393
Alexander Goldenweiser. Kiev, 1880, Portland, Oregon, 1940. Antropólogo norteamericano. Estudió
Filosofía en Harvard y se doctoró con Boas en 1910. Dio clases en Columbia entre 1910 y 1919, fue
lector en diversas instituciones a lo largo de su vida y profesor de Pensamiento y cultura en la
Universidad de Oregón desde 1930 hasta su muerte. Hizo trabajo de campo durante un breve período
sobre la organización social y política de los iroqueses del Norte. Es conocido principalmente por su
trabajo sobre totemismo, en el que afirmaba que éste se basaba en relaciones simbólicas y místicas,
poniéndolo en relación con factores psicológicos.
394
GOLDENWEISER. “Diffusionism and the American School of Historical Ethnology”. En American
Journal of Sociology, vol. 31, nº 1. 1925, p. 28. Veremos lo mismo en el Family and Sib de Lowie

- 179 -
carácter fluctuante de la familia frente al permanente del clan y en el mecanismo de
perpetuación, que en la primera se basaría en la memoria de relaciones concretas y en el
segundo sería automático entre madres e hijos. Respecto al clan y la gens, Goldenweiser
enumeró diferentes funciones entre diversas tribus y afirmó que la exogamia, tan ligada
en el imaginario colectivo a los indios nortemericanos, no era en realidad característica
de esta zona. Añadió, por último, que existían dos sistemas clánicos: los que tenían un
número limitado de clanes y los de número ilimitado (entendiendo por tales los de más
de 50, frente a números más pequeños como los 13 de los Crow). El siguiente conjunto
de unidades sociales que mencionó fue el de la fratría y la división dual,
contextualizándolas en ocasiones ceremoniales y sólo entre los iroqueses con funciones
políticas. Las divisiones duales, en casi todos los casos, eran exógamas. Las fratrías, por
su parte, diferían numéricamente entre unas tribus y otras, aglomerando unas un número
mucho mayor de clanes que otras. Sobre las tribus y las confederaciones, el autor
confesó no tener suficiente información más allá de sus características religiosas y
ceremoniales y de las descripciones de la liga de los iroqueses, cuerpo político con
funciones relacionales pacíficas y bélicas entre sus miembros y otras tribus.
Goldenweiser advertía acerca del criticable hecho de la subestimación del grupo local -
esto es, la unidad territorial- entre los estudiosos de la época, pues en todas las tribus
desempeñó un rol en la vida de las personas, especialmente en lo que atañe a
sentimientos de solidaridad, sin olvidar que, además, suponía en muchas partes la base
de sistemas clánicos o gentiles; lo que es más, “debemos ver en el grupo local la más
antigua, universal y por descartado la más importante unidad de la sociedad
primitiva” 395 .
Como colofón a este análisis creyó conveniente añadir las definiciones de los
términos que consideraba importantes: una banda sería un grupo local sin funciones
específicas; un sept, grupo local que a su vez derivaría de una subdivisión de un grupo
más amplio, o una subdivisión local de una unidad social; una villa consistiría en un
grupo local de organización interna definida y con funciones externas. La familia
materna estaría constituida por una mujer y sus hijos y por los descendientes de sus
hijas, así hasta como mucho 5 ó 6 generaciones. La familia paterna reproduce lo mismo
por vía masculina. El clan supondría la subdivisión de una tribu constituida por un
grupo de parientes actuales y asumidos, con un nombre común y hereditario por línea

395
GOLDENWEISER. “The Social…” Op. cit., p. 432.

- 180 -
materna. La gens es el espejo pero por línea paterna. La fratría provendría de una
subdivisión social de una tribu a su vez subdividida, hereditaria por vía materna o
paterna.
El trabajo de 1910 sobre totemismo nos atañe en tanto en cuanto engloba
cuestiones interesantes sobre exogamia. Tras un resumen de la comprensión de tal
fenómeno por Frazer y Rivers, el autor concluye como caracteres sistemáticos -e
independientes los unos de los otros- los siguientes: clan exógamo; nombre del clan
derivado del tótem; actitud religiosa y tabúes hacia el tótem; creencia en descender de
él. Se propuso la demostración de la validez de la teoría de la evolución convergente
para el fenómeno totémico de Australia y de la Costa Noroeste de América (Columbia
británica), para lo cual quiso demostrar en ambas las diferencias existentes entre los
rasgos totémicos, insistiendo en la enorme diferencia de un lugar y otro incluso en los
elementos que parecían más análogos: exogamia y nombres totémicos 396 . Así, respecto
a la primera, aunque en las dos áreas totémicas encontramos este fenómeno, mientras en
muchas tribus de Australia hay una segmentación de la comunidad en 4 u 8 clases
matrimoniales exógamas (la regulación matrimonial, por otra parte, parece ser la única
función de tales clases), en la Columbia británica no encontramos tal división. El clan
de la costa Noroeste difiere del clan totémico australiano. Mantienen la tradición de la
época en la que eran grupos locales, ocupando un espacio o villa concreta;
posteriormente se habrían sucedido migraciones, separaciones e incluso amalgamas, sin
desaparecer nunca el sentimiento de un origen local común. Así, entre las tribus de la
costa de la Columbia británica la comunidad de la villa constituyó una vez la unidad de
organización política y social. En cuanto a Australia, no hay ningún rastro que apunte a
que los clanes totémicos se originasen en comunidades villariegas. La fratría, por su
parte, apunta a ser una institución muy antigua, mayor que la de los clanes totémicos. Si
hay un punto de similitud entre las fratrías australianas y los clanes de las tribus de la
Columbia británica, afirma el autor, radica en su carácter exógamo. El clan totémico
australiano es una unidad social débil, exógamo casi siempre como parte de la fratría e
importante únicamente en las ceremonias (superado en éstas, también, por la fratría). En
la Columbia británica el clan o la familia local es la unidad social por excelencia397 . En

396
El autor divide en 3 grupos los rasgos totémicos que estudia en las dos zonas, de cara a diferenciar el
totemismo de cada una. Sólo nos interesa, en el primer grupo, la exogamia. El segundo grupo estaría
constituido por los tabúes y la descendencia del tótem y el tercero por las ceremonias mágicas y la
reencarnación australianas frente al arte y los espíritus guardianes americanos.
397
Alcanza su máxima referencia, afirma Goldenweiser, en los kwuakiutl

- 181 -
ambos casos la exogamia no es necesariamente acompañante del totemismo. En los
ejemplos de exogamia local, el grupo local se convierte en la unidad exógama cuando,
precisamente, la exogamia se controla a este nivel y no al clánico, tras obtener la
localidad una preeminencia que le permite hacerse cargo de diferentes funciones
sociales; la pregunta que no se puede contestar, dice el autor, es la de si lo que nos
topamos es un grupo exógamo localizado, o un grupo local exógamo. También nos
encontramos con problemas ante comunidades en las que los clanes o algún otro grupo
social definido, por un lado, e individuos que mantiene relaciones de parentesco, por
otro, desempeñan importantes factores sociales. En estos casos la investigación debe
destinarse a discernir cuáles son realmente los determinantes de peso en las reglas
matrimoniales, tal como llevó a cabo Rivers en su descripción del püliol todiano.
Goldenweiser se interesó por el clan totémico australiano en relación a la
exogamia buscando divorciar ambos conceptos y criticando el de exogamia en sí
mismo. En casi toda el área, según la mayor parte de los expertos afirma, ambos
factores van ligados, a excepción de la tribu de los aranda, que tampoco tenía
descendencia totémica y cuyo descubrimiento causó conmoción entre los estudiosos del
continente. El autor considera que se había pasado por alto un factor psicológico.
Cuando se determina el hecho de que un grupo social dado no puede casarse dentro de
sí mismo, la información es sólo parcialmente completa. El carácter exógamo del grupo
puede ser debido a su constitución por miembros que se sitúan unos respecto a otros en
ciertos grados de parentesco, o el grupo puede ser exógamo al ocupar una localidad
definida, o la exogamia del grupo puede seguirse como un resultado indirecto por
constituirse como una parte de una división social más grande que es exógama; el grupo
como tal, finalmente, puede ser la fuente de sus propias funciones exógamas. Sólo en el
último ejemplo estaríamos justificados en la consideración del grupo como una unidad
exógama. El fracaso para diferenciar estos conceptos puede llevar a graves
interpretaciones erróneas de principios fundamentales de una organización social dada.
Tomando la relación básica exógama: un hombre del grupo A tiene que casar con una
mujer del grupo B, el autor se plantea si funciona de tal manera entre los dieri, tribu que
ejemplifica aquellas con fratrías y clanes totémicos pero sin clases, y llega a la
conclusión de que no existe la misma reciprocidad exacta. Un miembro de un clan x de
una fratría A no puede casarse dentro de la fratría A, tiene que hacerlo en la B, pero eso
sería lo mismo que tuviese que hacer un miembro de la fratría A si no hubiese clanes.
Al mismo tiempo el individuo debería figurar como miembro de un grupo exógamo, la

- 182 -
fratría, tal como el clan x. Otras cuestiones pueden llevarnos a la existencia de
sentimientos que acompañan la prohibición del matrimonio dentro del clan, pero incluso
así, en una organización como la de los dieri, dice el autor que el clan no puede
considerarse como una unidad exógama, pues una relación exógama está representada
por completo sólo cuando vienen dados tanto el grupo en el que el matrimonio se
prohibe como aquel en el que está permitido o prescrito 398 . Así, entre los dieri, la fratría
A consta de los clanes a, b, c. La B, de los clanes d, e, f. Si el clan a fuese una unidad
exógama, su unidad complementaria sería la fratría B, más los clanes b y c. Esta unidad
sería matrimonialmente heterogénea, constando de b y c, con los cuales a no podría
casarse, y de B, con quien sí podría casarse. Para el clan b, la unidad complementaria
sería B  a  c. El clan a aparecería por una parte como una unidad exógama, por otra
comparte de un grupo más amplio, y lo mismo con los demás clanes, se precisarían 6
diagramas para la representación de estas relaciones exógamas. En las tribus del
momento los clanes serían mucho más de 6 y estas relaciones mucho más complejas.
Resulta inconcebible, dice el autor, que disposiciones como estas se correspondiesen a
cualquiera de los elementos de la actitud de los nativos. La complejidad es artificial y se
debe al intento de representar al clan como una unidad exógama. En organizaciones
como las de los dieri el clan no puede ser considerado como una unidad exógama,
incluso si la prohibición del matrimonio en el clan se muestra especialmente rígida. Una
comparación con los aranda facilita las cosas: dos fratrías con varios clanes, pero
algunos de los clanes se hallan en ambas fratrías. Un hombre del clan x, fratría A, puede
casarse con una mujer del clan x de la fratría B, pues lo determinante es la fratría, no el
clan. Es la fratría, la clase o la subclase la que regula el matrimonio, no el clan totémico
individual. La restricción matrimonial para uno o más clanes, concluye el autor, es más
tardía en su origen que la regla de los dieri. Esta tendencia a regular los matrimonios,
por otra parte, sería una constante en el desarrollo de las sociedades humanas.
Lowie no estaba muy de acuerdo con el uso de Goldenweiser del término de
exogamia 399 , afirmaba que modelaba su propia concepción de la típica relación
exógama sobre las condiciones supuestamente encontradas en las tribus australianas con
dos fratrías, y que en este caso en concreto la redefinición del autor no podía ser usada
con consistencia en su sentido modificado. Donde hay sólo dos unidades sociales

398
GOLDENWEISER. “Totemism, an Analytical Study”. The Journal of American Folklore”. Vol. 23,
n.88. 1910, p. 238
399
LOWIE, R. “A new Conception of Totemism”. American Anthropologist. Vol. 13, nº2, pp. 189-207.

- 183 -
exógamas, continúa Lowie, el matrimonio entre ellas se sigue como una necesidad
física 400 , el grupo en el cual el matrimonio está permitido o prescrito está determinado
por la mera manifestación de las regulaciones prohibitivas. Este no es el caso cuando
son 4, 6 o más unidades. En estas instancias, afirma Goldenweiser, la relación exógama
está plenamente representada donde faltan las manifestaciones de lo contrario, el
miembro del grupo I puede casarse con los miembros de todos los demás grupos. Pero
si las regulaciones positivas tienen que ser tenidas en cuenta, no es lo mismo si un
hombre debe casarse dentro del único grupo existente a su lado, si debe casarse dentro
de uno de los otros grupos, o si puede casarse dentro de cualquier otro de los grupos
existentes. Para la crítica parece que sólo hay dos alternativas, incluso si adoptamos la
concepción de exogamia del autor. Entonces la relación mutua de clases que se casan
entre ellas con reglas contra los matrimonios entre clases formaría la ilustración
estándar de la exogamia; las fratrías ejemplificarían sólo formalmente la exogamia. O
nos aferramos al uso aceptado del término, entonces la exogamia puede ser adscrita a
cualquier grupo que prohiba el matrimonio entre sus miembros.

En el ámbito del parentesco, Leslie Spier 401 , detractor de los Sistemas de


parentesco de Morgan, trabajó sobre la descripción y comparación de patrones
terminológicos, sin abordar casi la organización social. Llevó a cabo una síntesis sobre
la distribución de los sistemas de parentesco en Norteamérica que incluye unos mapas
bastante prácticos a la hora de situar visualmente los sistemas terminológicos de los
indios del septentrión del continente. Su clasificación, que define como estrictamente
empírica, divide entre los tipos Omaha, Crow, Salish, Acama, Yuman, Mackenzie,
iroqués y esquimal. Como base para la discriminación en el Este utiliza el método de
clasificación de primos cruzados. Las tribus Mackenzie, iroquesas y esquimales
difieren, en las Mackenzie los primos cruzados se llaman también hermanos, los
iroqueses usan términos especiales para ellos y los esquimales clasifican juntos a todos

400
Goldenweiser protestó ante esta afirmación, defendiendo que en Australia y Melanesia la regulación
positiva sería un factor psicológico en los matrimonios de dos mitades, al igual que entre los Haida.
GOLDEWEISER. “Exogamy and Totemism Defined. A Rejoinder”. American Anthropologist. V. 13,
nº4, pp. 589-597.
401
Leslie Spier. Nueva York, 1983-1961 Antropólogo norteamericano. Licenciado en ingeniería por el
College de la ciudad de Nueva York en 1915, doctorado con Boas en Columbia en 1920. Asistente de
Antropología entre 1913-1915 en Nueva Jersey, Delaware y Nueva York y entre 1916 y 1920 en el
Museo de Historia Natural. Profesor entre 1920 y 1955 en diferentes universidades estadounidenses,
pasando más años en las de Washington, Yale y Nuevo México. Realizó bastante trabajo de campo del
que se derivaron diversos estudios monográficos, entre los que destaca el de los havasupai. Se interesó
por la distribución de los fenómenos culturales y su reconstrucción histórica.

- 184 -
los primos separados de los hermanos. El sistema yuman se asemeja a las tribus
mackenzie e iroquesas pero difiere en su desarrollo de distinciones por edad. Los omaha
clasifican juntos al hermano de la madre y sus descendientes por vía masculina: sus
hijas se llaman siempre “madres”. Los primos cruzados paternos son equivalentes
conceptuales. Los crow clasifican a la hermana del padre con sus descendientes
femeninas por vía femenina y sus hijos con el padre. De nuevo, formas equivalentes se
usan para los primos cruzados maternos. Ambos ignoran diferencias de generación en
uno u otro tipo de la descendencia unilateral. Entre los salish no se tiene en cuenta la
filiación paterna o materna, sólo la generación y por lo tanto operan con un mínimo de
términos. Los acama pertenecen a la misma categoría, o al menos el autor afirma que no
ve razones para situarlos en una categoría separada. Las hermanas de los padres están
mezcladas, y a veces sucede también con los hermanos, para el resto tienen un
desarrollo considerable de reciprocidad verbal y una única vía de clasificación de
abuelos/as y nietos/as.

Alexander Lesser 402 eligió a los crow y los omaha para demostrar la posibilidad
de la existencia a la par de orígenes independientes y difusión y que sus organizaciones
exógamas fueron posteriores a las clasificaciones de parentesco. Trae a colación el
artículo anterior de Spier y su elección de rasgo demarcador de la nomenclatura de los
primos cruzados como útil para propósitos de clasificación, pero considera que al tratar
con sistemas es necesario mostrar que las diferencias halladas en tal nomenclatura son
funciones indicativas de diferencias sistemásticas genuinas, tal como, según él, sucede
en estos dos casos. El sistema omaha aparece, fuera de Norteamérica, en el Este de
África, el crow en las Islas Banks de Melanesia. Lesser sugiere un origen independiente
y una difusión, tanto en los continentes separados como dentro de la propia América,
donde habrían surgido varias veces, extendiéndose luego dentro de cada área. Estas dos
explicaciones indicarían aspectos funcionales del fenómeno distribucional. En cualquier
caso, prosigue el autor, el sistema debió originarse al menos una vez e
independientemente de otras áreas donde aparece. “Esta consideración abre el camino al
intento de delinear algunas correlaciones de estos sistemas de parentesco, que pueden

402
Alexander Lesser. 1902-1982. Antropólogo norteamericano. Estudió Filosofía y Antropología en
Columbia. Realizó estudios monográficos sobre los indios de las llanuras, los pawnee y los sioux. Se
interesó por el ámbito histórico de la antropología y en 1939 rompió públicamente con el particularismo
histórico afirmando que se podían demostrar leyes generales de la evolución cultural.

- 185 -
ser la causa de la aparición original del sistema en un área aislada” 403 . El omaha es en
su mayor parte de descendencia unilateral masculina, exógama y patrilocal, con
presencia del matrimonio con la hija del hermano de la esposa. El sistema crow es de
descendencia unilateral a través de la madre, exógamo y matrilocal, con presencia del
matrimonio con el hijo de la hermana del marido. El peso de la asignación de
matrimonios preferenciales en la modelación del parentesco y la organización social es
un tema abierto, aunque es bastante probable, a ojos del autor, que sea fundamental.
Urge dar mayor énfasis al orden de una regla específica de residencia, la hija del
hermano de la esposa en el caso de la residencia patrilocal y el hijo de la hermana del
marido en la residencia matrilocal, son de la misma casa de la esposa y el marido
respectivamente, por ello sería una extensión natural del sororato y levirato
respectivamente para ellos ser sustituidos por la hermana de la esposa o el hermano del
marido. Que la terminología de parentesco para expresar estos usos deba seguirse de la
costumbre es otro tema. Para una gran extensión esto dependería de la preponderancia
numérica de tales matrimonios. No es suficiente el que un matrimonio sea posible, o el
que ocurra ahora o entonces; para ser un factor determinante, debe ser evidentemente
dominante sobre otros factores de un orden parecido, esto es, debe ser una forma
preferente y obligatoria de comportamiento. Garantizadas estas condiciones, y aquí es
donde los datos son más incompletos, afirma el autor, “creo que debería seguirse que la
terminología de parentesco se ajustaría al comportamiento” 404 . De los sistemas crow y
omaha se evidencia, a la vista de la relación de los grupos exógamos con estos tipos de
parentesco, que los esquemas de la relación de los grupos exógamos con estos tipos de
parentesco aparecen sin estructura exógama organizada. Es probable que estos sistemas
constituyesen unas condiciones mucho más favorables para la aparición de
organizaciones exógamas, y no el que el desarrollo completo del sistema de parentesco
sea un reflejo de la organización social. Estas organizaciones exógamas siguieron en el
tiempo a las clasificaciones del parentesco, no las precedieron.

403
LESSER, Alexander. “Kinship origins in the Light of some distributions”. American Anthropologist..
Vol. 31, n.4. 1929, p. 715.
404
Ibid., p. 726.

- 186 -
6.3. “Cultura y personalidad”

La corriente de “cultura y personalidad” tuvo su origen en el interés creciente de


Boas por la vida mental del hombre, que llevó a ciertos antropólogos a un acercamiento
a Freud. El desarrollo de esta tendencia tuvo muchos y duraderos frutos, así como fases
diferenciadas que no veremos en este trabajo; de hecho, aunque corriente muy
interesante y muy rica en aportaciones a la orientación psicológica de la antropología y
básica en una de sus autoras para la fundamentación de la antropología del género, pasa
bastante desaperciba en relación al parentesco propiamente dicho. No queremos
continuar sin mentar, en todo caso, a autoras de la talla de Ruth Benedict y Margaret
Mead, pertenecientes a la fase prefreudiana de esta corriente 405 .
La obra principal de Ruth Benedict 406 es Patterns of Culture, traducida al
español como El hombre y la cultura. En ella la autora establece la diferenciación entre
las culturas zuñi y la kwakiutl, que caracteriza una como apolínea y la otra como
dionisíaca, otorgándoles así ciertos caracteres determinantes y específicos. Su intención
no fue, sin embargo, hacer una generalización ni pretender que esta división y
caracterización pudiese aplicarse globalmente a las diferentes culturas del mundo, por lo
que se corresponde plenamente con las doctrinas del particularismo histórico. Incluyó
un breve fragmento sobre el incesto dentro de su disertación sobre la diversidad cultural,
coincidiendo con muchos autores en que es un rasgo universal, si bien muy variado en
sus caracterísitcas y contenido dependiendo de las sociedades. La organización social de
las tribus que estudia no aporta nada novedoso. Los zuñi son matrilineales, el grupo de
parentesco sanguíneo está arraigado en la propiedad de la casa y unido al cuidado de
objetos sagrados. En relación a los kwakiutl destacó el matrimonio por su especial
importancia en la adquisición de una posición y su carácter de transición comercial: no
se compraba a la novia, sino las prerrogativas que ésta tenía de hacer pasar los
privilegios de su padre a sus hijos (la herencia pasaba a través de la línea materna pero

405
Como boasianas acérrimas, Tótem y tabú constituía para estas autoras un modelo de especulación
evolucionista salvaje. Mead negó por completo cualquier componente biopsicológico en la naturaleza
humana, cualquier regularidad universal en el desarrollo evolutivo de una persona. Y, sin embargo, el
psicoanálisis resultaba tan atractivo que se dejó de lado este pequeño “defecto” freudiano para asumir -
Mead incluida- perspectivas de la disciplina del tipo transferencia de emociones, importancia de las
expresiones de la primera infancia, etc., e integrarlas dentro del estudio antropológico.
406
Ruth Benedict. Nueva York, 1887-1948. Poetisa y antropóloga estadounidense. Estudió literatura y
después Antropología en Nueva York entre 1912 y 1922, siendo alumna de Goldenweiser y ayudante de
Boas en el Barnard College entre 1922 y 1923. Realizó trabajo de campo entre varias tribus e indios
norteamericanos en 1922, 1930 y 1938 y se interesó por la aplicación de la antropología al estudio de
problemas de sociedades contemporáneas.

- 187 -
saltando una generación). Como característica curiosa, su imbricación en el potlach y el
carácter combativo que se le atribuía, de tal modo que un individuo importante, si fuese
a casarse, reunía a sus parientes y compañeros como si se tratase de una acción guerrera.
Hay que mencionar también, como ya hemos visto, que esta tribu no asumió el sistema
de clanes matrilineales de las tribus del Norte, sino que conservó las costumbres
heredadas del Sur.
Margaret Mead 407 fue mucho más profusa que Benedict aunque, en opinión de
Harris, de similar baja magnitud en cuanto al alcance de su teoría cultural. Si ya fue
polémico el Patterns of Culture en relación a sus fallos etnográficos, las obras de Mead
Adolescencia y cultura en Samoa (Coming of Age in Samoa) y Sexo y temperamento en
tres sociedades primitivas lo fueron mucho más. En el primero se propuso el estudio de
la adolescencia femenina samoana de cara a establecer el peso cultural en esta etapa de
la vida por encima del biológico y procediendo para ello con una comparativa con el
propio desarollo del mismo período en la sociedad estadounidense 408 . Describe el tipo
de familia samoana y sus elementos de parentesco. Cada familia está presidida por un
jefe llamado matai, no existe necesariamente una unidad residencial, sino que puede
estar diseminada por la aldea en 3, 4 ó más casas, forman parte de una familia todos los
individuos que viven durante un período de tiempo cualquiera bajo la autoridad y
protección de un matai común, desde la familia biológica de padres e hijos, hasta
aquellas formadas por multitud de personas que están emparentadas con el matai o su
esposa por lazos de sangre, matrimonio o adopción, aunque no tengan relaciones
estrechas entre sí. Después de la autoridad del matai la que prima lo hace por edad 409 ,
no por parentesco, y es la edad y no el matrimonio el principio clasificador, de tal modo
que cualquier pariente tiene el derecho de exigir servicios a los jóvenes y entrometerse
en sus asuntos, incluso aunque no vivan en la misma casa; como contraposición a esto,

407
Margaret Mead. Philadelphia, 1901-Nueva York, 1978. Antropóloga norteamericana. Estudió
Psicología y Antropología en Columbia, donde fue alumna de Boas y amiga de su ayudante Ruth
Benedict. A lo largo de su vida llevó a cabo trabajo de campo en Samoa, Nueva Guinea y Bali, entre otros
lugares. Profesora asociada en Columbia. Pionera en el uso de la fotografía dentro de la antropología y
autora muy interesada en abordar su propia sociedad desde su disciplina, estudiando las formas del
cambio económico y social así como de personalidad. Ampliamente conocida a nivel profesional y lego,
fue autora básica, aún sin pretenderlo, en las bases de la Antropología del género
408
Boas afirmaba en el prefacio que “los resultados de su empeñosa investigación confirman la sospecha
largamente alimentada por los antropólogos, acerca de que mucho de lo que atribuimos a la naturaleza
humana no es más que una reacción frente a las restricciones que nos impone nuestra civilización”.
BOAS, Fraz. Prefacio en MEAD, Margaret. Adolescencia y cultura en Samoa. Paidós. Barcelona, 1990,
p. 36.
409
A excepción de la taupo, princesa ceremonial de 15 ó 16 años, pero sólo hay 2 ó 3 por aldea (cada
aldea consta de entre 40 o 50 familias).

- 188 -
la ventaja de poder resguardarse en diferentes casas, “tan estimado es el sistema de
refugio consanguíneo, que un hombre sin títulos o de categoría inferior arrancaría las
barbas al pariente más noble que viniera a reclamar la devolución del niño fugitivo” 410 .
Un pariente es, pues, alguien sobre quien se tiene una cantidad de derechos y a quien se
debe una cantidad de obligaciones. Un matrimonio que dura muchos años ata a los
grupos de parentesco tan íntimamente que en la práctica es la misma unidad de la casa
la que presta ayuda a un pariente que la pide de cualquiera de los dos esposos, siendo
sólo las familias de alta jerarquía aquellas en las que el verdadero parentesco
consanguíneo sigue teniendo importancia efectiva.
Junto a la edad, influye en la clasificación de los parientes el sexo, teniendo
especial relevancia la relación entre los varones y las féminas que se llaman hermano y
hermana, lo sean por consanguinidad, casamiento o adopción. Los parientes de sexo
opuesto que se hayan criado juntos o que tengan una relación consanguínea o política
tienen una serie de rígidas prohibiciones en el trato común a partir de los 9-10 años,
tales como no tocarse, no sentarse ni comer juntos, no hablarse familiarmente... Esto
rige también para las diferencias de edad menores de 5 años.
Los términos de parentesco 411 no se usan nunca cuando se dirige la palabra a
alguien, sino que se emplea el nombre o sobrenombre, hasta para hablar al padre o a la
madre. Por otra parte, los parientes de la misma edad, un año o dos menores o 5 ó 10
mayores, se clasifican como de la generación del que nos habla y de su mismo sexo o
del opuesto. Los samoanos no tienen términos especiales para el grupo de parientes
políticos.
El otro libro importante de Mead es Sexo y temperamento en tres sociedades
primitivas, de 1935. En él llevó a cabo una comparación de tres pueblos diferentes con
la finalidad de determinar que los comportamientos en función de los sexos dependen
de la cultura, no son algo natural ni consustancial al ser humano. Así, los hombres
arapesh poseen un carácter maternal, todas las relaciones de parentesco están repletas de
afecto y confianza mutuos y los niños son criados entre parientes diversos bajo una
sensación de total seguridad. Mead señala que en esta cultura no existen unidades
políticas, sino localidades conformadas por varias poblaciones. Cada aldea pertenece a
una familia de la misma línea paterna que, a su vez, tiene un nombre para distinguirse.

410
MEAD, Margaret. Adolescencia y cultura... Op. cit., pp. 74-75.
411
Puede verse una relación completa en uno de los apéndices de Adolescencia y cultura en Samoa, pp.
257-258

- 189 -
Las familias de la misma línea paterna, o pequeños clanes localizados, poseen también
tierras para la horticultura y la caza. Respecto al matrimonio, desde niña la futura esposa
vive en casa de los padres del que será su marido, quien contribuye con alimentos para
el crecimiento de la joven, estableciendo un vínculo estrecho fundamental -si el hombre
muere y otro pariente debe casar con la mujer la unión será menos estable, aunque ella
seguirá sintiendo afecto por el grupo de personas con quienes se crió-. El matrimonio es
una oportunidad para aumentar el círculo familiar 412 , por lo que se buscan mujeres con
numerosos hermanos y primos, mejor si cabe de localidades lejanas porque eso implica
también una unión de dos pueblos y en ocasiones la aportación de algún tipo de
habilidad de la esposa desconocida en la familia de recepción. La poligamia está
permitida, pero no es un ideal, se deriva básicamente de casos de defunción; la mujer
vuelve a casarse, casi siempre en el grupo del marido. Los arapesh, afirma la autora, no
establecen una clara diferencia entre relación de consanguinidad y de matrimonio.
Los mundugomor, por el contrario, poseían un carácter agresivo y violento. Al
existir dos grupos caníbales el matrimonio se prefiere dentro del propio grupo o con
cautivas. El ambiente general es de ira y desconfianza, así como incomodidad ante la
mayoría de los parientes. Las mujeres comparten este carácter. No existe una
comunidad, sino lugares establecidos con residencia irregular establecida según el
parentesco masculino o el de hombres relacionados por el matrimonio. La organización
social se basa en la teoría de que existe hostilidad natural entre los individuos del mismo
sexo, que deben relacionarse a través del sexo opuesto. No se organizan por línea
materna o paterna, sino a través del rope: un hombre, sus hijos, los hijos de sus hijas, las
hijas de los hijos de sus hijas (a la inversa en caso de empezar el cálculo por una mujer).
El ideal social reside en la amplia familia poligínica, donde existe una división entre el
grupo compuesto por el padre y todas sus hijas, y el de cada madre y sus hijos,
existiendo rivalidad entre los propios hermanos, acrecentada debido al intercambio para
el matrimonio de hermanas, sobre todo si el número de éstas es menor y teniendo en
cuenta que, además, los viejos pueden casarse con mujeres jóvenes, de tal modo que los
hombres tienen que competir incluso con su padre para poder usar una hermana para
conseguir esposa. Dentro de los rope existen apellidos, se identifica a una mujer con su
abuelo paterno y a un hombre con su abuelo materno, un hombre es socialmente
idéntico a su abuelo materno y puede aplicar a la generación de su abuelo los mismos

412
A tal punto, dice Mead, que la visión negativa del incesto se debe a la inaceptabilidad de que un
hombre no quiera aumentar el número de parientes

- 190 -
términos de parentesco que éste usa (puede llamar a su abuela materna esposa). Los
matrimonios más estables son los arreglados entre individos muy jóvenes, pues aún no
tienen edad para escapar, y los de elección, que duran hasta la preñez que hace que el
marido busque otra esposa. La muerte y redistribución de las viudas crean peleas entre
los hermanos varones y discusiones dentro de las familias poligínicas, si bien las peleas
familiares en general tienen poca repercusión fuera de la propia familia
El último pueblo que abordó Mead fue el de los tchambuli, que tiene las
funciones masculina y femenina invertidas en relación a la cultura occidental. Existe
línea paterna, grupos de hombes emparentados por los antepasados masculinos y que
llevan un apellido común y poseen tierras en las colinas. La descripción de la
organización social es somera, Mead habla de clanes y de una organización dual: todos
los miembros de un clan pertenecen generalmente al grupo del Sol o al de la Madre,
pero a veces un clan se divide en dos, y cada mitad pertenece a uno de estos grupos. El
casamiento debería unir a miembros de un grupo con los de otro, a través de la línea
divisoria de la organización dual, pero no siempre sucede así. Un clan está ligado a otro,
de generación en generación, pues los hombres de un clan tienen derecho sobre las
mujeres del otro. En un grupo, un hombre considera a todas las mujeres con la categoría
de madre, incluyendo a su madre, las esposas de los hermanos de su padre, las de los
hermanos de su madre, las esposas de las hermanas de su padre, las de los hermanos de
su madre y las hijas de las hermanas de su madre. El otro grupo está formado por la
hermana de su padre y por la hija de la hermana de su padre, no pueden ser madres,
esposas ni suegras. Los tres parentescos se hallan unidos en el sentimiento tchambuli. El
prototipo de la poliginia es el de dos hermanas que llegan como esposas a una familia
donde ya entraron por casamiento una o más hermanas de su padre. Hay solidaridad
entre las mujeres.

Sin duda las generalizaciones de las autoras fueron desmesuradas. En el caso de


Benedict no lo fueron de motu propio. Al contrario, siguiendo la estela boasiana la
poetisa se cuidó mucho de establecer un esquema global y trabajó siempre con un
espectro espacial limitado. Y, sin embargo, de modo inevitable, su obra recibió muchas
críticas, no sólo por los fallos etnográficos de su investigación, sino también por las
estereotipación de sus patrones culturales, más si cabe al parecer encasillados dentro de
unas descripciones nietzscheanas tan precisas y consideradas -o convertidas- por ella en
tipos psicológicos. La autora, no obstante, aunque abordaba de tal modo a los pueblo,

- 191 -
los dobu y los kwakiutl, no dejó de incidir en que sus patrones no eran tipos entendibles
como rasgos fijos y generalizables, sino que el objetivo de su trabajo era explicar que
cada cultura podía comprenderse o estudiarse a través de los rasgos característicos que
se habían perfilado en ella. El carácter dionisíaco y el apolíneo no sólo serán dos más
entre muchos posibles, sino que en realidad serían aplicables a muy pocas culturas en el
mundo, pues poseían una integración tan perfecta que difícilmente podría hallarse en
más ocasiones. Aunque sin duda muy interesante desde el aspecto psicológico por toda
la base que supuso para esta rama en ciernes de la antropología, el tema se nos va ya de
las manos. Quedémonos con que, al igual que su maestro había utilizado el parentesco
kwakiutl con una finalidad concreta, Benedict lo ajustó dentro de su propio esquema
como un elemento más en la demostración de la coherencia de los patrones
contrapuestos descritos.
Las generalizaciones de Mead en relación a los pueblos por ella estudiados
fueron todavía mayores y más conscientes, al rechazar de un plumazo cualquier
desviación de la cultura general como una anomalía -Benedict había apleado, más
suavemente, a la diversidad humana-. También resulta un tanto chocante su uso de
calificativos subjetivos en las descripciones de los caracteres de las persnas y su
presuposición de sentimientos y actitudes ajenas. Al igual que a su compañera Ruth, a
Mead le llovieron multitud de críticas en relación a su investigación etnográfica,
tachándola incluso de artificial y acusándola de haber creado compartimentos estancos
de conductas prefiguradas. En cualquier caso, no hay duda de que su trabajo supuso una
llamada de atención fundamental sobre la construcción social del sexo, afirmación sobre
la que trabajará la antropología del género en años posteriores.

- 192 -
CAPÍTULO 7

ROBERT LOWIE:
MORGAN REVISIONADO
A Robert Lowie 413 lo hemos visto ya en varias ocasiones antes de llegar
propiamente hasta él. Su crítica a los heliolíticos, sus observaciones a Rivers, sus
discusiones con Leslie White, su apreciación de Goldenweiser… Y es que Lowie,
habiendo sido un prolífico investigador y escritor, legó también una historia de la
Etnografía cuya percepción subjetiva resulta muy útil a la hora de conocer sus opiniones
sobre distintas corrientes antropológicas. Fue, además, sin la menor duda, el boasiano
más implicado en el parentesco, yendo más allá de la teorización sobre cuestiones muy
concretas y de los datos etnográficos para llevar a cabo una revisión fundamental de
Morgan, hasta tal punto que, dice Harris, “no hay apenas ni un solo artículo de los que
Lowie escribió sobre organización social que no arranque, implícita o explícitamente,
del punto en el que había quedado Morgan” 414 .

7.1. Lowie, boasiano

Lowie fue el más aplicado de los discípulos de Boas, el más convencido de su


programa y su más firme defensor. De él, que lo había impresionado en sus años de
universidad por su omnisciencia y su juicio crítico, dice que “desde Tylor nadie ha
ejercido sobre la etnología una influencia comparable a la de Franz Boas” 415 . No
escatima en elogios al alemán, extendiendo sus aptitudes desde el ámbito del trabajo de
campo al de formador, pasando por administrador museológico, organizador de
expediciones, editor de publicaciones en serie, geógrafo, físico, filólogo y hasta
arqueólogo. Incluso cuando no lo suscribe punto por punto, es a través de alumnos
como expresaba el desacuerdo; así, sobre el funcionalismo del maestro, oportuno y de
gran utilidad, dice que eran los discípulos menos cautelosos quienes se prestaban a la
exageración. Cierto es, también, que Lowie señaló algunas contradicciones puntuales en
la obra de Boas, si bien de forma secundaria, resumiendo así la labor de su mentor: “la

413
Robert Henry Lowie. Viena, 1883-Berkeley, 1957. Antropólogo norteamericano. Nacido en Viena
pero instalado en Nueva York en 1893. Estudió antropología en Columbia, donde fue alumno de Boas.
Realizó trabajo de campo entre 1910 y 1916 con tribus de indios norteamericanos. Entre 1907 y 1917
trabajó en el Museo Americano. Entre 1917 y 1950 fue profesor de antropología en Berkeley. Redactor
jefe de American Anthropologist entre 1924 y 1933, presidente de la American Folklore Society (1916-
1917), de la American Ethnological Society (1920-1921) y de la Anthropological Association (1935-
1936). Miembro de la National Academy of Sciencies. Se interesó especialmente por los hechos de la
organización social y política y fue el responsable de una revisión de la obra de Morgan.
414
HARRIS. El desarrollo… Op. cit., p. 304.
415
LOWIE. Historia… Op. cit., p. 159.

- 194 -
gran importancia de Boas no proviene de una elaboración sistemática de los hechos,
sino del modo independiente de estudiarlos, de la manera nueva de clasificarlos, de su
capacidad para definir problemas en los cuales hasta entonces nadie había pensado y de
su insistencia en una solución metodológicamente rigurosa. Visto este aspecto, Boas no
tiene rival; y comparados con él, todos sus contemporáneos parecen carecer de
profundidad” 416 . No deja de ser contradictorio que, pese a todo, Lowie afirme que sus
relaciones con Boas durante su madurez, aunque muy cordiales, no fueron nunca
distintivamente íntimas, permaneciendo “libre de una intricación emocional de discípulo
favorito” 417 y, por tanto, lejos de poder ser acusado de idólatra del maestro.
También resulta en parte contradictorio que, siendo el más vehemente de los
discípulos, sea también quien, a la par que se hace eco de cierta metodología
evolucionista defendiendo la existencia de algunos paralelismos, rechace la
imposibilidad de la formulación de unas hipótesis relativas a procesos socioculturales a
las que su maestro parecía tan alérgico. Esto no significaba que aceptase, ni mucho
menos, la existencia de leyes absolutas, pero sí pensaba que existían ciertas
regularidades que no sólo se podían, sino que sobre todo se debían abordar y estudiar.
Las correlaciones entre el parentesco y la organización social se encontraban entre ellas.

7.2. Sobre las teorías de la difusión y de la evolución independiente

En el conflicto entre difusionistas y evolucionistas, alejado del exacerbamiento


de ambas tendencias representado en los heliolíticos tanto como en Morgan -autores,
eso sí, de muy diferente validez-, Lowie establece su postura claramente boasiana de
atender a las particularidades de cada caso. La importancia del difusionismo en la
corriente, ya lo vimos, era grande. Los círculos culturales de Wissler fueron una teoría
bien asida entre los boasianos, y en relación a ella el propio Lowie -quien, por cierto,
trabajó una temporada a las órdenes de Wissler- mencionaba el ejemplo del maestro de
la mitología del cuervo canadiense, muy perfeccionada en el origen y difuminada en la
periferia. Es por ello que, afirma, “la difusión debe ser considerada una vera causa” 418 .

416
LOWIE. Historia… Op. cit., p. 191.
417
LOWIE. “Boas once more” American Anthropologist. Vol. 58, n. 1. 1956, p. 160.
418
LOWIE. La sociedad primitiva Amorrortu editores. Buenos Aires, 1979, p. 16. Lowie llamaba a las
escuelas difusionistas escuelas históricas, alegando que en contra del esquema evolucionista los etnólogos

- 195 -
No la única, por supuesto, dada la imposibilidad de aplicarla -sin caer en la
inverosimilitud e incluso en el ridículo- en multitud de casos de rasgos semejantes
aparecidos en regiones muy distantes que no parecían haber tenido contacto nunca,
desde invenciones complejas hasta elementos de lo más simples, insistiendo el
difusionismo extremo en la ausencia total de capacidad inventiva del ser humano. Este
es el aspecto principal de la teoría que ataca Lowie.
Con los ingleses se detiene sin duda más de lo que realmente se precisaba, vistos
los disparates elaborados de los Hijos del Sol. Era, sin duda, un autor conciezudo y no
deseó que su Historia de la Etnología quedase coja o semejase poco objetiva a pesar de
la evidencia, ya por aquel entonces, de la nula aportación etnológica de los británicos,
quienes pecaban, en palabras del autor, de crasa ignorancia. Aunque ya vimos las
críticas en su momento, podemos añadir un par de ejemplos citados por Lowie de
algunos de los temas smithianos. La afirmación de que los indios americanos vivieron
como antropoides hasta el principio de la era cristiana, “hipótesis tan injustificable que
en intervalos lúcidos, y cuando se descuida el propio Elliot Smith hace afirmaciones que
anulan por completo este principio cardinal” 419 , o la negación de la existencia de
cualquier concepto de alma más allá de la muerte si no está relacionado con momias.
Como dice el boasiano, no existe una corriente cultural automática de un pueblo
avanzado a otro más atrasado al entrar en contacto, sino un intercambio. Lowie insiste
en la enormidad del error de dar por sentado que si una tribu tomó prestado un rasgo
cultural, toda su cultura provendría del mismo sitio. Desengranando estas afirmaciones,
el autor menciona varios ejemplos de préstamos en la dirección opuesta a la admitida
por los británicos, como la batata importada por los polinesios desde Sudamérica; o,
más interesante aún, la aplicación heliolítica de una organización dual a todo lo que se
les ocurría, negándola totalmente en casos como el de la derivación de las dos
organizaciones militares de los indios crow halladas en 1810, producto meramente de la
extinción de otras enteriores 420 . Ya habia atacado la teoría en su reseña sobre Los Hijos

historiadores reconocían que cada pueblo había recibido un conjunto diferente de influencias a través de
contactos con sus vecinos cuya naturaleza era el objeto de estudio necesario para la comprensión del
desarrollo histórico. El difusionismo empleado de forma moderada no da por sentada la incapacidad de
invención humana como axioma de fe y da mucha más importancia a la necesidad de conocer las vías de
comunicación.
419
LOWIE. Historia… Op. cit., p. 199.
420
Así, “la organización dual es manifiestamente un fenómeno fluido que desaparece y reaparece en el
transcurso de la historia”. LOWIE. Historia… Op. cit., p. 205.

- 196 -
del Sol 421 , señalando el absurdo de la insistencia de Perry en la división en dos
grupos/equipos en muchos juegos, pues se sobreentiende de la propia naturaleza del
juego. Aunque por lo general trata a Smith y Perry en conjunto, dedica a éste la breve
contestación referida, inevitablemente, a la obra magna heliolítica. Critica no sólo el
tema de la dualidad, sino también el del uso indiscriminado del término cerámica -
aplicado a elementos incomparables en un intento artificial de probar la difusión-, el
supuesto de que las culturas norteamericanas provenían de Centroamérica, y algunos
otros temas que ya trataría más adelante en conjunto. El grado de inventiva del ser
humano, sin ser ilimitado, no debía confundirse con su negación total, ni mucho menos
con el absurdo de atribuir el origen de todo a Egipto.
Con los difusionistas alemanes es mucho menos severo, pues por méritos
propios poseían de por sí unos conocimientos etnográficos mayores y, lo que es más
importante, la capacidad para aplicarlos sin caer en los absurdos heliolíticos. A
diferencia de los británicos, consideraban la existencia de un desarrollo múltiple; a
semejanza, deseaban establecer una historia cultural total. Pero a pesar de sus
conocimientos cometieron bastantes errores. En el tema de los kreise, por ejemplo, y al
abordar el origen graebneriano establecido en Oceanía 422 , el alemán llevaba a cabo una
asociación arbitraria de rasgos cuya diseminación por otros continentes, además, dividía
entre difusión primaria y secundaria, sin ninguna explicación de por qué se daba una y
no la otra, de cómo los complejos se convertían en realidades históricas. Dice Lowie
que “otros investigadores pueden muy bien combinar diferentes rasgos para formar un
kreis equivalente. No se trata de un empirismo puro sino bastante diluído en una
especulación apriorística” 423 . En el complejo de las mitades se daba por sentado que
eran matrilineales, mientras los totems se consideraban patrilineales y toda desviación
de la pauta era el resultado de una mezcla; algo que Lowie desmiente con ejemplos
norteamericanos. Los alemanes, opina el autor, simplificaban demasiado los hechos,
cuando “sólo una investigación intensa realizada en cada área principal puede aclarar lo
que de veras aconteció” 424 .
En cuanto a la relación de Lowie con el evolucionismo, él es precisamente de los
alumnos boasianos más “adscritos”, si se puede emplear este término, a pesar de sus

421
LOWIE. “Review of The Children of the Sun by W. J. Perry”. American Anthropologist. Vol. 26, n.1.
1924.
422
Recordemos: estratos tasmanio, proto-australiano, totémico, de las mitades, melanesio de arco,
polinesio.
423
LOWIE. Historia… Op. cit., p. 222.
424
Ibid., p. 225.

- 197 -
críticas a Morgan, pues como ya vimos en el apartado correspondiente, la postura clara
de los particularistas era contraria a los evolucionistas, que no a la evolución, y ante las
acusaciones y los ataques de Leslie White a Boas y a sus discípulos, la mayor reacción
defensiva, cargada de sarcasmo, vino por parte de Lowie en su artículo “Evolution in
Cultural Anthropology: A Reply to Leslie-White”, de 1946, donde le dice al profesor
White que debería relajarse, o le pregunta irónicamente qué es lo que espera, “¿un
almuecín académico en cada centro de aprendizaje que dirija a los antropólogos en
reverencias y genuflexiones diarias hacia Rochester?” 425 . Era el fanatismo, dice Lowie,
el que había llevado al neoevolucionista a una sarta de equívocos y acusaciones falsas
enceguecidas, como la de que los discípulos de Boas negaban cualquier importancia a
Morgan o que habían llevado a la práctica un complot antievolucionista, cuando la
realidad era que reconocían el mérito del abogado norteamericano y creían firmemente
en la evolución, pero no en los esquemas preconcebidos de la unilinealidad
decimonónica.
Lowie no se detiene en esta defensa, sino que él mismo llega a formular sus
propias secuencias evolutivas -historia en su letra-, como veremos con su tratamiento de
la sib, y defiende el uso moderado de los survivals, acusando el rechazo de éstos a una
clara ignorancia de la lógica de las supervivencias, pues era en realidad un método
plenamente compatible con el histórico, ni inferior a éste, ni a la investigación científica
en general. Para determinar qué tribu transmite a otra un elemento dado, comenta, se
usan criterios con sentido común, como el lingüístico (qué pueblo posee la palabra
original que lo designa -si es que no se ha transmitido con el propio elemento-) o la
intensidad del rasgo cultural, su grado de desarrollo. Sin olvidar, por otra parte, que
cualquier etnólogo lleva consigo a su investigación de campo datos y conocimientos
adquiridos que utilizará a la hora de reconocer elementos semejantes en pueblos
diferentes. ¿En qué aspecto, pues, se pregunta Lowie, difería el método de los survivals
del histórico etnológico? Ejemplifica con el avunculado: en las sociedades patrilineales
melanésicas no dejaba de ser prueba de la existencia previa de un sistema matrilineal.
Entre diferentes tribus de la costa pacífica norteamericana y en otros pueblos como los
hopi, los pawnee y los choctaw aparecían también rasgos característicos del avunculado
¿Significa esto que estas tribus tenían también un sistema matrilineal? El autor afirma
que “el que muchos rasgos de avunculado debieron coexistir con una regla de

425
LOWIE. “Evolution in Cultural…” Op. cit., pp. 223-233.

- 198 -
descendencia paterna nos conduce a un puzzle ininteligible, a menos que lo
restituyamos a su contexto natural asumiendo que una vez se asociaron con un esquema
matrilineal (…). Podemos aceptar por los cánones de la lógica científica universalmente
aceptados que la presencia de uno de los dos rasgos asociados indica la asociación con
el miembro complementario del par” 426 . Lo que sería por completo erróneo es deducir
que necesariamente e todos estos casos el sistema matrilineal precedió siempre al
patrilineal, pues no es así 427 . No hay que asumir que las culturas han producido en un
número indefinido de casos la misma asociación de rasgos culturales. Así, “hemos
ganado una posición desde la cual es posible armonizar los puntos de vista
aparentemente contradictorios del survavilista y el historiador” 428

7.3. Lowie y Morgan, primeras refutaciones

Una de las obras fundamentales de Lowie, calificada por Harris como la más
importante y exasperante del particularismo histórico, es Primitive Society. Publicada en
1920 y recibida de forma muy positiva por sus contemporáneos, este trabajo supuso una
revisión crítica fundamental de Morgan, pues Lowie rebatió las secuencias del
americano para exponer las propias; el autor, en efecto, no se abstuvo de formular
hipótesis, especialmente en relación a los procesos socioculturales, alejándose, eso sí,
del evolucionismo unilineal y buscando lo que llamaba criterio histórico, lejos en sus
palabras de fórmulas psicológicas y de las falsamente históricas.
Unos años antes de la publicación de este libro ya había perfilado sus ideas en
varios artículos, tanto las favorables como las críticas al evolucionismo y al padre de la
antropología del parentesco. Así, ya en 1914 advertía: “debemos distinguir entre el
Morgan observador y el Morgan teórico; y en el trabajo del Morgan teórico debemos
distinguir de nuevo entre su inusual poder para ver la importancia de ciertos hechos que
a otros se escapan, y el ordinario poder mostrado en sus construcciones ingenuamente

426
LOWIE. “Survivals and the Historical Method”. The American Journal of Sociology. Vol. 23, n.4, p.
533.
427
En “The avunculate in Patrilineal Tribes” añade otra línea de argumentación posible estableciendo el
siguiente esquema: residencia matrilocal; residencia matrilocal con avunculado; vacilación entre
residencia matri y patrilocal – avunculado; triunfo de la residencia patrilocal – persistencia del
avunculado; residencia patrilocal con descendencia patrilineal – el avunculado como survival no de
descendencia matrilineal, sino de residencia matrilocal.
428
LOWIE. “Survivals and the Historical…” Op. cit., p. 534.

- 199 -
sintéticas 429 ”, derivadas de sus esquemas evolucionistas artificiales. Para elaborar tales
esquemas no se requería, desde luego, un alto grado de habilidad científica.
Se propone en este artículo refutar en relación a las tribus norteamericanas la
“juventud” de la descendencia patrilineal y la universalidad del clan. Por ello responde a
dos cuestiones. La primera: ¿fue el grupo de parentesco unilineal exógamo una
institución universal entre los nativos del norte del continente? Basándose en el trabajo
de campo de muchos antropólogos puede responderse categóricamente que no; así, no
había rastro de tal sistema en parte de la zona septentrional de México, entre los
esquimales, las áreas del río MacKenzie y Plateau, en California y en varias de las tribus
de las llanuras. Las tribus sin esta institución poseían una cultura menos compleja.
Sostener que podría haber existido y desaparecido era una aserción carente de pruebas.
La segunda cuestión: ¿la historia de los grupos unilineales en Norteamérica ha sido el
origen y persistencia parcial del clan arcaico y su transformación parcial en una
gens? 430 . No existe conexión causal en el sistema de herencia de la propiedad que lo
pruebe, y la coexistencia de diferentes reglas de descendencia para distintos grupos
sociales está bien establecida en varias tribus primitivas. Lowie se encuentra en este
tema con el problema de que no sólo Morgan había establecido la prioridad de la
matrilinealidad apoyándose básicamente en el desconocimiento de la paternidad
biológica, sino que era un esquema extendido a autores que él mismo tenía en la mayor
consideración, tales como Tylor. Incluso Rivers defendía la secuencia para Oceanía. En
honor a la verdad y a pesar de la idolatría hacia Boas, hay que admitir la honestidad de
Lowie al rechazar el caso kwakiutl como una prueba de refutación e inversión del
esquema evolucionista. Aunque esta tribu de comunidades patrilineales hubiese
asumido por influencia de pueblos septentrionales matrilineales un sistema complejo de
herencia de privilegios obtenidos por matrimonio a través de un intrincado método que
aseguraba la descendencia maternal, explicaba el autor, esto no se asemejaba siquiera a
un estadio materno como lo habría comprendido Morgan, pues ciertos privilegios
seguían heredándose a través del padre, así que como mucho podría pensarse en el
cambio de una condición puramente paterna a una mixta. Además, un niño kwakiutl
pertenecía por igual a la familia del padre que a la de la madre, y ni siquiera existía una
regla definida de exogamia que pudiese corresponderse a la del modelo del esquema
decimonónico. Remata Lowie afirmando que “incluso si pudiese admitirse el cambio de

429
LOWIE. “Social Organization” The American Journal of Sociology. Vol. 20, n.1. 1914, p. 69.
430
Recordemos: el clan es de descendencia matrilineal, la gens patrilineal.

- 200 -
una descendencia paterna a otra materna, podría suponerse un prístino estadio de
reconocimiento matrilineal precediendo a las comunidades patrilineales” 431 . Los
kwakiutl, no obstante, demostraban algo que anulaba de lleno la teoría del paralelismo:
la influencia de otras tribus, los préstamos de instituciones, impedían la existencia de
secuencias lineales desarrolladas de forma paralela en todo el mundo. Cada proceso
histórico es único. De probarse algo, podría probarse con mayor asiduidad el paso de un
estadio materno a otro paterno (como lo había hecho Swanton). Y, aún así, no existían
pruebas de que las tribus patrilineales norteamericanas tuviesen que haber pasado
necesariamente por un estado matrilineal; es decir, no podía probarse que las tribus
indias con sistemas gentiles hubiesen tenido previamente un sistema clánico.
En una segunda parte del artículo Lowie se dedica a refutar otras de las
aserciones de Morgan, las de que en todo el mundo el grupo de parentesco unilineal era
el único medio de regulación del matrimonio entre los pueblos primitivos, a la par que
la única unidad social existente previa al desarrollo de la sociedad política.
En relación a la primera cuestión, y a través de varios de los ejemplos
etnográficos estudiados ya en la época en la que escribía, el autor concluye que las
restricciones matrimoniales basadas en las relaciones de parentesco sanguíneo al
margen del parentesco unilineal coexistían con la exogamia del grupo de parentesco. A
la par, las restricciones de matrimonio debidas al parentesco sanguíneo existían donde
no ocurría la exogamia de parentesco; es decir, al menos en Norteamérica, entre las
tribus de las culturas más primitivas. Por últmo, en algunos casos la exogamia de
parentesco era un corolario de restricciones debido al parentesco sanguíneo. Por lo
tanto, la exogamia clásica o gentil era un fenómeno superpuesto sobre prohibiciones de
incesto en el sentido occidental.
Respecto al tema de si el clan o la gens eran el prototipo de todas las unidades
sociales (al menos norteamericanas), Lowie empieza haciendo una puntualización
terminológica en relación a los clanes de las tribus sénecas y sus divisiones en dos
denominadas por Morgan fratrías. Nuestro autor prefiere usar el término fratría para la
asociación de clanes ocurrida sin agrupamiento dual y llamar mitad a cada una de las
dos divisiones complementarias de una tribu. Entonces plantea la pregunta: ¿se
desarrollaron las mitades sénecas desde los clanes sénecas por un proceso de
subdivisión? Ambos tenían caracteres muy distintos que no dejaban claro por qué habría

431
LOWIE. “Social Organization”… Op. cit., p. 79.

- 201 -
que dar por sentada una relación genética entre ellos. Cuando los clanes y las gentes
formaban parte de unidades más grandes exógamas, ello no implicaba que también lo
fuesen; asumiendo que sí lo fuesen habría que atender a la concepción de la mitad, pues
podría ser no una subdivisión de un clan exógamo, tal como afirmaba Morgan, sino una
asociación de clanes exógamos. Lo que quedaba claro era que varios tipos de unidades
sociales podían coexitir en una misma tribu regulando aspectos diferentes. Lowie cita
los siguientes:
1. El clan o gens exógamo (crow, fox)
2. Clan o gens de carácter indeterminado exógamo, porque forma parte de una
unidad exógama más grande (iroqueses).
3. La mitad exógama compuesta de varios clanes o gentes (iroqueses).
4. La mitad no exógama compuesta de varios clanes o gentes (hidatsas).
5. La mitad no exógama organizada sin relación con clanes o gentes (yuchi, fox)
6. Fratrías con carácter indeterminado (crow, kansas)
7. Castas (Costa Noroeste)
8. Cuerpos ceremoniales en los que la pertenencia es determinada por la
descendencia (hidatsas)
A ellos se añadiría la familia entendida en un sentido aproximado al occidental
del término.
Por último, ¿el grupo de parentesco es en todas partes fundamentalmente el
mismo? Dada la existencia de clanes exógamos y no exógamos, y por lo tanto de
diferentes características, no puede darse por supuesto que el de la exogamia fue el
primer rasgo en aparecer. En cualquier caso, vistas las pruebas, ya en un mismo
continente quedaba probada la existencia de clanes totalmente diferentes, del mismo
modo que Goldenweisser lo había probado en su comparación de los indios
norteamericanos y Australia.
Lowie remata con una breve reflexión en la que señala que si las leyes del
desarrollo histórico existían, su descubrimiento sería un logro, pero era imprescindible
estar en guardia contra simplificaciones artificiales y basarse siempre en una síntesis de
los hechos.
El siguiente paso lógico de la revisión de Morgan sería el de los sistemas
clasificatorios, en este caso en relación a la exogamia, y lo dio al año siguiente en el
artículo “La exogamia y el sistema clasificatorio de parentesco”. Lejos de posicionarse
del lado de otro de los más importantes boasianos, Kroeber, cuya discusión con Rivers

- 202 -
sobre el tema ya vimos en su momento, Lowie respalda a éste último. No sólo eso, sino
que con plena aceptación de la validez del método comparativo, defiende la correlación
entre la presencia de los sistemas clasificatorios y el desarrollo de grupos exógamos de
filiación unilineal. No es extraño que sea en este mismo artículo donde defienda
también el uso moderado de los survivals.
El autor admite aceptar el clan, la generación y otras causas como operativas en
el desarrollo de la nomenclatura del parentesco, siempre y cuando se tenga en cuenta la
interacción de los principios, cosa que no hizo Rivers, quien “subestimó en la práctica el
mismo factor que ocupó la posición dominante en su teoría” 432 , el de la exogamia,
dando explicaciones erróneas a ciertos usos terminológicos al margen de este factor,
como la afirmación de que el descuido del principio de las generaciones se debía a
ciertas regulaciones matrimoniales
La exogamia puede explicar por qué las líneas colaterales y lineales de
parentesco están mezcladas en los sistemas del tipo turanio de Morgan. En Oceanía,
Rivers no trató con sistemas clasificatorios y no clasificatorios, sino con las dos formas
del sistema clasificatorio, hawaiano y turanio. Llegó a la conclusión de que hubo un
cambio progresivo de la forma turania a la hawaiana, a la par que la sustitución de
regulaciones matrimoniales no exógamas por otras de divisiones exógamas. Ello, sin
embargo, no es prueba de que la exogamia fuese más antigua en el tiempo, pues en
Norteamérica las evidencias mostraban un devenir inverso al oceánico. La teoría de
Rivers y Tylor, dice Lowie, podía tratarse agrupando juntas por un lado las tribus
exógamas, y por el otro las no exógamas, y comparar sus terminologías de parentesco.
Siguiendo este proceso, nuestro autor recalcaba varios puntos: la costumbre de
identificar en la nomenclatura parientes lineales y colaterales coexistió con lá práctica
exógama, pudiendo documentarse, salvo una excepción, en las cuatro principales áreas
exógamas: este del Mississippi, sioux del Sur, tribus de las llanuras del Nororeste, costa
noroeste. En cuanto a las tribus no exógamas: esquimales, río McKenzie, indios Plateau
e indios californianos; nos encontramos con terminologías no exógamas: padres que se
distinguen de tíos y tías, hijos de sobrinos y sobrinas…
Así, la teoría expuesta, la de la correlación de los fenómenos citados -al margen
de la antigüedad temporal-, estaría plenamente corroborada por estas tribus y los datos
obtenidos de estas áreas: “los sistemas de parentesco exógamos coinciden tan

432
“Exogamy and the Classificatory Systems of Relationship”. American Anthropologist. Vol. 17, n.2.
1915, pp. 225-226

- 203 -
ampliamente con una organización social exógama y están tan ausentes donde no hay
exogamia, que hay que suponer como más que probable una relación funcional entre
ambos” 433 . Lowie advierte, eso sí, de la posibilidad de otras causas como responsables
de la aparición de un sistema de nomenclatura exógama, tal como la difusión 434 y el
préstamo. Muestra, una vez más, su cautela boasiana.
En un siguiente paso aborda la denominada por él sib (más adelante kin), que
vendría a ser la gens morganiana o el clan. Excluye, por lo tanto, una mitad del
parenteso sanguíneo, pero incluye otros a través de ficciones legales como la adopción,
mucho más común de lo que podríamos pensar y que se extiende a casos muy diferentes
al niño de la mentalidad occidental. Nuestro antropólogo concibe como principal
problema no la comprensión del fenómeno, sino el origen y expansión de los modelos
de familia materna y paterna. Resume sus objetivos en los siguientes: mostrar que los
rasgos de la organización del sib están prefigurados en las tribus que no lo poseen; que
ciertos usos pueden provocar una alineación de parentesco tal como sucedía en los
sistemas sib y que éste es un grupo de parientes segregados y definidos por un nombre
distintivo.
Así, comparando la nomenclatura de tribus sin sib y de tribus organizadas
definidamente, ambas fallan al distinguir parientes paternos y maternos o/y al mezclar
parientes colaterales y lineales. A este respecto nos topamos con la clasificación acorde
a la edad (la denominada hawaiana). En las tribus sin sib se constataban numerosos
casos de una bifurcación de parientes sanguíneos, dicotomía que podría esperarse de un
sistema sib, pues como los padres pertenecen a familias distintas, por lógica sus
parientes se distinguen unos de otros. Asumiendo que la bifurcación y la tendencia de
mezcla estuviesen unidas, se obtendría una terminología en la que los parientes
femeninos de la madre pertenecientes a su generación se clasificarían con la hermana de
la madre y los parientes masculinos de esa generación con los hermanos de la madre,
mientras la clasificación correspondiente se da para los parientes del padre. Este

433
LOWIE. “Exogamy and the Classificatory…” Op. cit., p. 233.
434
Desarrolló algo más algunos ejemplos de nomenclatura en este caso en el artículo “Historical and
Sociological interpretation of kinship terminologies”, de 1916, donde afirmaba que el principio de que
“los rasgos de la terminología de parentesco están distribuidos como otros fenómenos etnográficos, y
deben ser medidos con el mismo espíritu. Al igual que costumbres específicas, creencias o herramientas,
los rasgos particulares de nomenclatura de parentesco son signos de relación cultural”. LOWIE.
“Historical and Sociological interpretation of kinship terminologies” Holmes Anniversary volume. J.W.
Bryan Press. Washington. 1916, p. 299.

- 204 -
alineamiento anticiparía al tipo dakota 435 . En cuanto a la generación de ego, los
términos para primos diferirían entre tribus.
Lowie asume que en el estadio precedente al del sib los nativos tenían términos
específicos para hermano y hermana, mientras todos los demás parientes de esa
generación se agruparían bajo un mismo término, habiendo sólo una diferencia por
sexo. Esto diferiría mucho de la distinción entre primos paralelos y cruzados de los
sistemas sib. La explicación de Tylor del fenómeno, basada en el sistema de mitades,
era insuficiente para casos superiores a dos sibs, por lo que Lowie introduce el factor de
sororato y levirato, cuyo efecto sería el de erigir a los paralelos al estatus de hermanos,
mientras los cruzados se mantendrían en la clase general de los contemporáneos.
El origen de la organización sib, en cualquier caso, sería múltiple, y lo trataría
más pormenorizadamente en su obra principal.

7.4. Sociedad antigua vs. sociedad primitiva

Del Primitive Society de Lowie dice Harris que “empezando por su título (…),
donde el énfasis debe ponerse en Primitive, lo que ya implica una primera corrección,
todo en el libro tiene la función de presentar a una vasta audiencia los principales
errores de la obra de Lewis Morgan, Ancient Society” 436 . Sin ser, por ello una obra
antievolucionista, sí es una crítica al evolucionismo enmarcada perfectamente en la
línea boasiana 437 , si bien va mucho más allá y posee una entidad propia fundamental.
Los temas perfilados hasta el momento por el autor en los artículos precedentes se
abordan en estas páginas como parte prácticamente de un manual que dominaría las
teorías sobre la organización social hasta mediados de siglo 438 , a la par que se
reformulan secuencias de Morgan, en parte compartidas por sus coetáneos, como la de
las uniones sexuales encaminadas a la monogamia.

435
El parentesco colateral y el lineal, del lado paterno o materno, respectivamente, reconfunden sin tomar
en cuenta el grado.
436
HARRIS. El desarrollo… Op. cit., p. 300. Ya había abordado brevemente la obra morganiana en 1915,
pero será en esta obra donde desarrolle sus argumentos.
437
Que ataque tan concretamente a Morgan, explicaba Lowie, se debía precisamente a que aquél
encarnaba al evolucionismo unilineal.
438
En 1934 publicaría Antropología cultural ya como manual propiamente dicho para el alumnado
universitario.

- 205 -
7.4.1. Los estadios “matrimoniales”
Lowie niega la preeminencia temporal del comunismo sexual, erróneamente
denominado matrimonio colectivo, pues podía coexistir con el individual sin resultar
siquiera perjudicial para éste último. La postura evolucionista del tema, completamente
segura en su exposición de los extremos entre la barbarie y la civilización, daba por
sentado que la forma perfecta monogámica se contraponía a la promiscuidad total, por
lo cual no se consideraba necesaria la aportación de pruebas para demostrar algo cuya
lógica se veía como evidente. Para Lowie es inaceptable y absurdo acatar un
presupuesto que ni se basa en puebas, ni se incluye dentro de una discusión científica
rigurosa.
El siguiente estadio de Morgan, la familia consanguínea, era igualmente
criticable, pues se basaba en la nomenclatura hawaiana, sin más sustento empírico que
ese. Por no distinguir los parientes de la misma generación, el abogado la consideraba
un survival de una época en la que hermanos y hermanas casaban entre ellos. Y, sin
embargo, sí distinguía a parientes por afinidad, cosa que no sucedería de ser
respresentante real de una familia consanguínea. Además, Morgan asumía que aplicar el
mismo término usado para el progenitor al tío, equivalía asimilar a las personas, dando
por sentado una equivalencia que tendría que darse lógicamente con el término madre, y
no se daba, pues ningún indígena identificaba a sus tías como madres en el sentido
estricto de la maternidad física; era una occidentalización del uso del término incorrecta.
El sistema hawaiano, sencillamente, respresentaba la estratificación del parentesco a
través de generaciones. Por último, “admitiendo incluso que sus datos prueben la
anterior existencia del matrimonio entre hermanos y hermanas, estos indicios no nos
obligan a asignar ninguna época en especial a esta práctica” 439 . De hecho, a través de
diferentes culturas de todo el orbe, desde los iroqueses hasta los tumme africanos, se
constataban elementos de tipo hawaianos incluidos como innovaciones posteriores, lo
cual negaba la preminencia temporal que le daba Morgan.
Seguidamente, el estadio del matrimonio colectivo, en el que un grupo de
hombres en su conjunto estaba casado con un grupo de mujeres. Morgan interpretaba el
sororato -y Frazer el levirato- como survivals de este tipo de unión, pero eran
instituciones plenamente comprensibles en sus propios contextos y que justificaba que
el padre y el hermano del padre, y la madre y la hermana de la madre, se clasificasen en

439
LOWIE. Sociedad primitiva... Op. cit., p. 49.

- 206 -
una misma categoría -mientras el hermano de la madre y la hermana del padre se
designaban con vocablos específicos-; esto es, se acomodaban a la nomenclatura
denominada por Lowie dakota. Ambos fenómenos, por tanto, no sólo no pueden
emplearse para justificar este estadio, sino que son prueba de que la terminología no
conllevaba o expresaba indefectiblemente un uso sexual real, pues ego llamaría padre a
su tío paterno, hubiese éste desposado o no a su madre. En resumen, hay una aplicación
del término “en potencia” por la posibilidad de que la relación que expresa pase a
convertirse en real.

7.4.2. La sib
Como crítica a Morgan, los capítulos dedicados a la sib 440 suponen el meollo de
la cuestión. Lowie desea demostrar que el argumento morganiano que la situaba
precediendo a la monogamia no sólo era erróneo, sino que debía invertirse. En este
sentido, el autor cae, por sí mismo, en una proposición de secuencias que recuerda no
sin ligereza a la metodología evolucionista, hasta el punto de que Harris afirma que “el
tratamiento que Lowie hace del origen de la sipe representa mucho más que una mera
inversión del esquema evolucionista de Morgan: es una de las defensas más sólidas que
se han hecho del paralelismo y la convergencia en los procesos evolutivos” 441 .
Lowie inicia su exposición de la sib estableciendo las diferencias de sus
pricipales caracerísticas con la familia. La primera es un grupo unilateral de parentesco,
la segunda bilateral; la familia una unidad libre que puede disolverse o dispersarse, la
sib posee un vínculo permanente; la sib es mucho más amplia a pesar de desechar a la
mitad de la parentela consanguínea, pues los vínculos de la familia raramente se
extienden a parientes lejanos.

440
La sib o sipe (del alemán sippe) puede traducirse como linaje o estirpe. Con posterioridad Lowie
emplearía clan, distinguiéndolo de linaje, en la descripción típica de esta terminología: “el clan patrilineal
es una unidad que se compone de un antecesor, sus hijos y los hijos de sus descendientes masculinos por
línea masculina. Según este sistema, el individuo formaba parte del clan de su padre y de su abuelo
paterno y mientras que el hombre transmite a sus hijos su nombre, la mujer conserva el suyo toda la vida
pero nunca lo transmite. En efecto, lo esencial es la transmisión de la calidad de miembro del clan, el cual
puede simbolizarse de varias maneras pero el símbolo más sencillo de todos es el nombre. En teoría, el
clan paterno desciende un antepasado único, y el clan que no se compone más que de descendientes de un
solo antepasado se denomina linaje. Por lo común comprende los miembros de dos linaje o más, pero el
concepto no cambia, por lo que el clan paterno es un grupo de parientes verdaderos, o de individuos
unidos por parentesco real o supuesto, y que hacen remontar su origen a un antepasado único por
ascendencia masculina” LOWIE. Antropología cultural. Fondo de Cultura Económica. México, 1947, p.
246. En el caso de los clanes matrilineales, la descendencia sería a través de la mujer.
441
HARRIS. El desarrollo… Op. cit., p. 302.

- 207 -
El autor asocia la nomenclatura -llamar hermanos/as a los miembros de la misma
generación- con la exogamia, rasgo frecuente de la sib. La más común de las tribus
organizadas en estirpes es la del tipo dakota. Lo veíamos ya en el artículo de 1915, y
aquí vuelve a incidir en apoyarse en -o apoyar a- Tylor y Rivers, insistiendo en que era
más plausible que una organización clánica trajese por consecuencia la nomenclatura
citada. Llama la atención sobre la posibilidad de otros orígenes para esta terminología y
recuerda que encaja también con el levirato y el sororato, pero insiste en que tras sus
investigaciones en Norteamérica 442 podían establecerse las generalizaciones expuestas.
Presta atención también a la multiplicidad de las sibs y sus posibilidades de
cambio, las diferencias existentes entre ellas y las diversas funciones que cumplían, algo
que se enfrentaba, o como mínimo obstaculizaba, a la teoría morganiana de un origen
único del fenómeno. El autor quiere probar en América del Norte la existencia de varios
centros de creación, para una vez demostrado, extrapolar el resultado al resto del mundo
y descartar así la teoría del abogado norteamericano. No deja de ser, curiosamente, una
metodología bastante evolucionista.
Establece, al menos, cuatro -probablemente cinco- zonas con una organización
en sibs: Este del Mississippi, llanuras noroccidentales, sudeste agregando California
central y del Sur según algunos autores como zona distinta a aquélla, norte desde el Sur
de Alaska hasta la costa Norte de la Columbia Británica. En todas ellas hay tribus que se
diferencian entre sí en múltiples aspectos, pero que se asemejan en otros fundamentales
que hacen que constituyan grupos definidos y separados. En la primera zona 443 , las sibs
son habitualmente designadas por nombres de animales, cada uno posee un conjunto de
nombres personales que distinguen a sus miembros y casi todos los sistemas gentilicios
están vinculados con un agrupamiento del tipo de las mitades exogámicas. Las
semejanzas entre tribus remotas deben atribuirse a la difusión. En la segunda zona 444
raramente aparecen nombres de animales y nunca en relación con el concepto de
existencia de un vínculo místico entre el epónimo y los miembros de la sib. Las
designaciónes más comunes suelen ser apodos. No hay grupos distintivos de nombres
personales. La mitad típica de la primera zona que aparece como núcleo ceremonial o
exogámica, en la segunda sólo se ve en un par de tribus y prácticamente sin función

442
Casi todas las tribus con sibs exogámicas poseían el sistema del tipo dakota, algunas tribus sin sibs
compartían la nomenclatura, pero muchos más sin estirpes diferenciaban el parentesco lineal del colateral.
443
Iroqueses, menomini, omaha, osage, cris, chicazo, yuchi y choctó entre otros.
444
Hidatsa, mandan, crow, grôs ventre, pies negros.

- 208 -
seria. Son modelos totalmente diferentes. La tercera zona 445 tiene una unidad lingüística
específicada por Kroeber en cuatro grupos que vinculaba entre sí las sibs en conjuntos
más vastos, “nada comparable se encuentra fuera de esta región, por lo cual el sistema
de esta zona se destaca como entidad histórica distinta de las organizaciones de sibs
hasta aquí examinadas” 446 . En la cuarta zona 447 nos encontramos con las denominadas
cimeras, una serie de privilegios ceremoniales muy apreciados, que son los que otorgan
carácter especial a la zona, por encima de las designaciones. Entre otras cosas, implican
el derecho a utilizar diseños que representan determinados animales u objetos. No todos
los miembros de una división compartían obligadamente la misma cimera.
En resumen: “la organización de la Costa Noroeste no se asemeja a los sistemas
de ninguna de las otras zonas. Se diferencia sobre todo del sistema de las praderas
norteñas, al cual debería parecerse mucho de haber tenido lugar la difusión, por ser el
más cercano geográficamente. Ya hemos visto que, a su vez, el sistema de las praderas
se diferencia radicalmente del de las tribus cercanas del este y del de la región pueblo.
En tales condiciones es incomprensible cómo podría haber tenido lugar la adopción.
Tampoco es posible suponer que la idea de sib, en forma genérica, haya estado
generalmente distribuida por América del Norte, y que desde entonces se haya
diferenciado en las diversas zonas, ya que, según probaré más tarde, la sib jamás existió
fuera de las regiones nombradas. Así pues, no se puede evitar la conclusión de que la
sib surgió en América del Norte por lo menos cuatro veces, y, por consiguiente, que ha
tenido origen múltiple en el mundo” 448
En cuanto a la relación entre sibs de orden diferente dentro de la misma tribu,
Lowie señala varias posibilidades: que las mayores supusiesen una subdivisión de una
original y los fragmentos se cohesionasen conservando el sentido de unidad previo; que
grupos sociales diferentes se uniesen para determinados fines, sin perder del todo el
sentimiento de individualidad preexistente; que dos tipos de organización diversos se
coordinasen de tal forma que la unidad de un sistema abarcase varias unidades del otro.
Lowie señala que Morgan admitía exclusivamente la primera opción, y que si
bien era, efectivamente, la más probable, era necesario, a priori, incluir otras
posibilidades y tratar cada caso individualmente.

445
Indios pueblo: hopi, zuñi, keres, tano.
446
LOWIE. Sociedad primitiva… Op. cit., p. 95.
447
Tlingit, haida, tsimshian.
448
LOWIE. Sociedad primitiva… Op. cit., pp. 96-97.

- 209 -
Por otra parte, en relación a las posibilidades de la transferencia de funciones
entre sibs mayores y menores, siendo las mitades el ejemplo más importante de sib
mayor 449 , el autor llama la atención sobre la afirmación de que éstas eran las
representantes más antiguas de los sibs, rechazándola y afirmando que aunque la
organización dual concuerde mejor que otra forma de organización por sibs con la
terminología dakota 450 , ello no implicaba que se aceptase automáticamente su prioridad
temporal. El autor indica varias trabas, como la de que las mitades exogámicas no
estaban distribuidas de manera tan extendida como el tipo de terminología de parentesco
compatible con ellas, o como que la ausencia de organización exogámica dual en África
y gran parte de América y Asia exigía cautela a la hora de señalar la dualidad como
forma originaria de las sibs; o que no tuvo porqué ser la organización más sencilla para
el hombre primitivo, dado que al surgir de la fusión de elementos distintos, las
relaciones matrimoniales se establecerían no con un solo grupo externo, sino con varios,
y al unirse producirían una comunidad de un número limitado de sibs exógamos cuyos
miembros se unirían en matrimonio y podrían posteriormente distribuirse en mitades
opuestas 451 .

7.4.3. La historia de la sib


Vimos ya como Lowie refutaba la idea de la universalidad de la sib, a la par que
la de su prioridad en el tiempo, afirmando que los datos demostraban claramente “que la
familia es omnipresente en todas las etapas de la cultura; que en un nivel más elevado
suele ir unida a una organización gentilicia y que en un nivel más elevado aún la sib
desaparece” 452 . Entramos, pues, en contradicción con Morgan, quien, recordemos,
enarbolaba las ventajas biológicas que la exogamia de clan había supuesto al impedir
matrimonios entre consanguíneos como la razón principal de su difusión por todo el
orbe. Pero ya sólo contra esta opinción, la exogamia permitía, en realidad, el
matrimonio entre primos cruzados y en ocasiones incluso entre algunos paralelos
Ahondando en la negativa de su universalidad, el antropólogo pretende
demostrar lo contrario; esto es, la ausencia de la sib en las tribus más primitivas, de lo
449
Podían aparecer como sibs indivisas. No eran necesariamente exógamas, pero la organización más
frecuente era la dual exogámica.
450
Especialmente la clasificación de primos paralelos y cruzados.
451
Un ejemplo práctico: los toda tenían mitades endogámicas subdivididas en sibs paternas exógamas,
cada mitad correspondía al conjunto de una tribu exógama. Dentro de la mitad teivaliol, de seis sibs, la
kuudr prevalecía numéricamente y para poder cumplir con la exogamia sus miembros se casaban con casi
todos los disponibles de otras sibs, quedando muy pocos de éstas para casarse entre sí.
452
LOWIE. Sociedad… Op. cit., p. 108.

- 210 -
cual se desprendería además la prioridad cronológica de la familia, incidiendo
nuevamente en la crítica a la correlación genérica morganiana de avance tecnológico
con organización social, lo cual, aún posible, comprensible o lógico en muchos casos,
no era una norma absoluta ni universal: “que todas las tribus clasificadas como las
ínfimas en la escala de la civilización general se hayan elevado al punto más alto
posible en un solo aspecto de la cultura (el representado por la vida familiar), mientras
que tribus de status mucho más avanzado quedaban uniformemente retrasadas en este
único detalle, es una aseveración monstruosa y concebirla con claridad equivale a
rechazarla como puro disparate. De aquí que si realmente comprobamos que, casi sin
excepción, la familia está presente y la sib ausente en las culturas inferiores,
obedeceremos a los dictados de la razón si llegamos al convencimiento final de que la
familia representa un estadio anterior y la estirpe uno posterior” 453 .
Ya había probado Swanton, con gran aceptación general, que la mayor parte de
tribus norteamericanas de las más toscas no se organizaban por sibs. En Morgan,
desconocedor de estas áreas occidentales, el fallo era disculpable; en sus discípulos, no.
Como en este continente, sucedía en muchas tribus del resto del orbe, a excepción de
Australia y, aún así, aquí aparecía también la familia como elemento básico, aduce
Lowie, mientras la sib era de índole secundaria. Nuestro autor atiende al argumento a
favor de una existencia anterior desaparecida que utilizaba la nomenclatura del
parentesco como principal defensa, tal como había hecho Rivers con Polinesia
afirmando que la dakota y la sib habrían precedido a la terminología hawaiana y a una
organización sin sib; aquél explica que aparte de que podía haber otras expliaciones, si
la terminología de parentesco, vinculada con una organización sin sibs, no daba prueba
de la existencia anterior de éstas, siguiendo la teoría de Morgan que afirmaba que la
terminología era más duradera que la estructura social que representaba, no hay pues la
mínima razón para presuponer esta organización en sibs.
Lowie cree que el origen de la sib estaba en la transmisión de derechos de
propiedad y en el modo de residencia después del matrimonio. Ambos fenómenos eran
los medios más efectivos para establecer el linaje unilateral, ya fuese patri o matrilineal,
y explicaban además a la perfección los orígenes múltiples y las evoluciones diferentes
de ambos tipos de linajes. La prioridad temporal de la matrilineal como dogma básico
evolucionista ya la había discutido y puesto en evidencia. Rebate ahora punto por punto

453
LOWIE. Sociedad… Op. cit., pp. 109-110.

- 211 -
las bases o principios de los que partía Morgan para su defensa. Para empezar, no era
cierta la inexistencia del matrimonio por parejas simples entre las tribus más primitivas
ni había pruebas etnográficas que aseverasen la promiscuidad original alegada por los
decimonónicos. Así, los andaman, por ejemplo tenían como regla la monogamia.
Además, como ya sabemos, la incertidumbre de la paternidad biológica no implicaba la
existencia de matrilinealidad, pues era muy diferente de la consideración sociológica en
pueblos como los toda. La correlación entre la norma sucesoria y la del linaje no era
total, pues aunque la más habitual era la herencia matrilineal en una sociedad
matrilineal, y sucesión filial en la patrilineal, había demasiadas excepciones como para
convertirlo en norma, del mismo modo que multitud de casos advertían de que los
cambios en el desarrollo de la propiedad no determinaban el paso de la matrilinealidad a
la patrilinealidad.
Lowie considera importante rebatir el esquema evolucionista desde Tylor, tanto
más cuanto que admiraba y respetaba mucho a este autor en otros muchos aspectos de
sus teorías. Tylor lo había establecido en “The Matriarchal Family System” postulando
tres estadios: el materno, el materno-paterno y el paterno. En el primero y en el último
presuponía que ciertas costumbres que conectaban entre sí -herencia, sucesión- se
vinculaban inevitablemente con la norma de descendencia, y que cuando no aparecían
todas había que adscribir la tribu al estadio intermedio. Pero, afirma Lowie, la
coexistencia de familia bilateral y unilateralidad era indicativa de que, sguiendo el
razonamiento de Tylor, casi todos los pueblos del mundo se encontrarían en el estadio
materno-paterno. Y, además, Tylor asoció características indisolubles dentro del mismo
linaje cuya aparición conjunta, aunque a priori fuese lógica, no era absoluta ni universal.
Así, por ejemplo, en el caso del avunculado, había tribus matrilineales que no lo poseían
y, por el contrario, pueblos patrilineales que sí lo practicaban, algunos de los cuales lo
habían adoptado por difusión, con lo cual la teoría que lo convertía en un survival para
defensa de la secuencia evolucionista quedaba invalidada; ya no sólo por esta razón,
sino por la de que en ocasiones aparecía relacionado con el vínculo matrimonial y no
con el sanguíneo 454 . Y lo mismo sucedía con la herencia, pues había pueblos

454
Sobre el origen del avunculado, partiendo de que no aparecía en sociedades matrilineales, Lowie
afirmaba: “puede resultar, en definitiva, que hagan falta condiciones adicionales, además de la progenie
matrilineal, para que surja (…); a menudo su más alto desarrollo parece ir unido a una existencia
sedentaria y con definida matrilocalidad, y posiblemente para producirlo haga falta este último rasgo, o
todas estas condiciones favorables en conjunto”. LOWIE. Sociedad… Op. cit., p. 125. Citaba a los kariera
patrilineales con matrimonio preferencial de primos cruzados, entre los que un joven debía ciertos

- 212 -
patrilineales que reconocían los derechos del hijo de la hermana, y otras matrilineales
con transmisión de padres a hijos. Resumiendo: “la clasificación en sistemas maternos,
maternos-paternos y paternos, aunque no desprovista de base empírica, representa con
exactitud mucho mejor una serie de posibilidades lógicas abstractas que las realidades
normales de la sociedad primitiva” 455 .
Tylor empleó otros dos fenómenos en apoyo de sus teorías: el de la herencia por
los hijos de las viudas del padre en el levirato -a excepción de la madre- y la de la
covada, advirtiendo que no aparecían en el estadio materno. Pero como señala Lowie,
que hubiesen relaciones funcionales entre los fenómenos no implicaba que existiese un
orden cronológico, que sólo se veía a través del prisma de las leyes uniformes de la
evolución social.
Por otra parte, el autor menciona también la existencia de multitud de casos,
como muchas tribus siberianas, en los que las sibs matri y patrilineales surgieron de
condiciones previas carentes de este tipo e organización.
Por último, en una reflexión acerca de la asociación tan decimonónica entre
patrilinealidad y civilización elevada, Lowie se limita a afirmar que si bien era cierta su
existencia, también lo era la de muchas tribus de las más primitivas igualmente
paternas.

7.5. Morgan en una perspectiva histórica

En 1936 Lowie compacta su visión de Morgan en una “perspectiva histórica”


que pasaría posteriormente a formar el capítulo oficial de su Historia de la Etnología.
Se basa en tres aspectos desde los que se considera al abogado: como colector de
hechos, como filósofo de la historia de la cultura y como contribuyente al conocimiento
de la organización social.
Como etnógrafo, Lowie se une a la admiración de sus capacidades, situándolas
en algunos casos incluso por encima de las propias. En el segundo ámbito, aunque le
concede vastos conocimientos, señala también la presencia de lagunas fundamentales en
su presentación de las tribus norteamericanas, desatendiendo temas como los clubes,

servicios al padre de su prometida y en cierto modo a los hermanos de la madre, que se situaban a un
nivel semejante
455
LOWIE. Sociedad… Op. cit., p. 125.

- 213 -
organizaciones militares o corporaciones religiosas entretejidas en el entramado social
nativo, así como instituciones aristocráticas y sobre todo monárquicas, cuya existencia
llegaba a negar. Errores de este tipo lo llevaron a encorsetar de forma totalmente
equivocada diferentes tribus en su esquema histórico igualmente artificial, erróneo y
cuadriculado: salvajismo, barbarie y civilización. En su secuencia cronológica, si
faltaban datos, los intercabala alegremente dándolos por sentado, ignorando a la par
cuestiones perfectamente lógicas que los préstamos culturales podrían aportar a las
relaciones entre pueblos. Sí se aferró a la difusión en casos extremos, y de forma
llamativa, como el de presuponer un único origen para los modos de designar parientes
y para el clan, extendido éste según él por todo el orbe por los beneficios que la
exogamia aportaba a las mejoras raciales. El propio Lubbock lo refutó, haciendo ver que
las semejanzas de agrupamientos de parientes entre algunos pueblos australianos -entre
otros- y los iroqueses, siguiendo la argumentación de Morgan, exigiría establecer una
conexión racial inexistente. Lowie sentencia, de forma tajante: “el ejemplo es revelador,
porque en este caso Morgan trataba datos que él conocía mejor que ninguno de sus
contemporáneos. Sus asombrosas inferencias ilustran lo deficiente de su sensibilidad
histórica” 456 .
El trabajo sociológico de Morgan era indesligable de estas concepciones, si bien
cierto es que hizo aportaciones muy útiles como la aclaración del concepto de
exogamia; la extensión del reconocimiento de la distinción de Maine entre unidades
organizadas por el territorio y unidades sociales basadas en el parentesco, o la correción
a McLennan acerca de la extensión de la poliandria -en realidad excepcional-.
Pero, sin lugar a dudas, fue en el campo de los sistemas de parenteso donde
Morgan triunfó, pues él mismo lo originó. Su compilación de datos fue la primera y más
completa y proporcionó datos y un esquema fundamentales para todos los estudios
posteriores, pese a que se hubiese superado ya también la división estricta entre
sistemas clasificatorios y descriptivos -y, sobre todo, la asignación de los primeros a los
primitivos y los segundos a los occidentales- y hubiese quedado muy atrás el uso de las
nomenclaturas como apoyo teórico de las supervivencias en el escalonamiento del
progreso –no así las correlaciones con ciertos factores sociales, que sí eran ciertas-. Así,
los Systems of Consanguinity and Affinity of the Human Family “abrieron camino para
dos tipos de investigaciones: estudios sobre la distribución geográfica de las formas

456
LOWIE. Historia… Op. cit., p. 80.

- 214 -
sociales basadas en el parentesco, los que automáticamente nos llevan a importantes
problemas históricos; e indagaciones acerca del nexo orgánico existente entre
terminologías y usanzas sociales” 457 .

7.6. Las terminologías bifurcadas del parentesco

Siendo este el campo de fundamental valía que Lowie le reconoce a Morgan, y


tratando en cierto modo sus carencias con un tono paternalista, nuestro autor no deja de
advertir los fallos del abogado decimonónico.
La distinción entre sistemas clasificatorios y descriptivos estaba superada ya por
Kroeber y Rivers, quienes habían señalado la existencia de términos que, perteneciendo
a un sistema, respondían al otro 458 o, incluso, alguno tipo uncle que Rivers consideraba
más bien denotativo. Lowie opina, además, que esta dicotomía no era tal, pues no eran
conceptos complementarios, sino que pertenecían a ámbitos diferentes: “el clasificatorio
afrontaba la singularidad o pluralidad de la parentela desginada; el descriptivo considera
la técnica por la que es definida la parentela”459 . A ello se suma otra confusión, la de
creer que los sistemas clasificatorios se caracterizaban por la discriminación del
hermano mayor y el menor, pues en realidad esta distinción no era característica propia
de tales sistemas.
Lowie incide de nuevo en sus ideas sobre la correlación entre la exogamia y el
sistema clasificatorio, que ya vimos hace unas páginas, afirmando su probabilidad pero
negando la infalibilidad de la asociación y el nexo causa-efecto; existían muchas tribus
sin organización sib operando con terminologías clánicas.
Nuestro autor propone un esquema de cara a un mejor conocimiento de las
terminologías de parentesco del mundo, afirmando que el desarrollo histórico sugiere el
tratamiento de los parientes colaterales de la primera generación ascndente como la base
más apropiada. Así, las posibilidade lógicas serían las siguientes:
1. Los tíos y las tías pueden ser tratados como parientes

457
LOWIE. Historia… Op. cit., p. 86.
458
Así, por ejemplo, terminologías europeas que poseían el término primo, que era clasificatorio.
459
LOWIE. “A Note on Relationship Terminologies”. American Anthropologist. Vol. 30, n.2. 1928, p.
264.

- 215 -
2. El tío paterno puede ser clasificado con el padre, mientras el materno es
designado por un término específico; y, correspondientemente, la tía materna
puede ser clasificada con la madre, mientras la paterna tiene una designación
específica
3. Los tíos (o tías) maternos y paternos se distinguen de los padres y entre ellos
4. Los tíos (o tías) maternos y paternnos se distinguen de los padres, pero
tienen un término común para la designación de tío (o tía)
Esta mezcla de tíos/as con padres constituye una terminología de generación. Si
los hombres o mujeres de la primera generación ascendente son dicotomizados sobre los
principios expresados, podría llamarse terminología bifurcada de fusión: bifurcada
porque se distinguen parientes maternos y paternos, de fusión porque existe una parcial
con los padres. Donde la fusión no se logra, porque cada pariente colateral se distingue,
la nomenclatura se llama bifurcada colateral. Si los colaterales se confunden entre sí
pero permanecen separados de la línea directa de descendencia, usamos el término
lineal. El tipo generacional corresponde al malayo morganiano o al hawaiano de Rivers;
el bifurcado de fusión sería el clasificatorio (también llamado turanio-ganowanio,
clánico o dakota-iroqués); el lineal será el descriptivo de Morgan o el de familia de
Rivers, el indoeuropeo. El bifurcado colateral, pese a su amplia presencia en
Norteamérica, denuncia Lowie, había sido muy ignorado. Mientras Morgan establecía el
desarrollo desde las terminologías bifurcada de fusión hacia las de generación, y Rivers
revertía el proceso, el reconocimiento de la bifurcación colateral permitía pensar en la
derivación desde éste del bifurcado de fusión, que aparecería defitivamente empujado
por los fenómenos de levirato y sororato, previos a la organización en sibs.

- 216 -
CONCLUSIONES
Muchos fueron los fallos cometidos por los antropólogos evolucionistas, los
presupuestos equivocados, las hipótesis basadas en interpretaciones erróneas y datos
imprecisos. Algo inevitable, evidentemente, en los albores de una disciplina tan
influenciable en sus inicios. El contexto intelectual, económico y político determinó la
visión de las sociedades primitivas y de los derechos sobre ellas de los países
occidentales. El conocimiento del otro, incompleto y tamizado, adolecía de múltiples
carencias. En este entorno dominado por la prepotencia y el chovinismo, los
antropólogos decimonónicos trataron de elaborar sus teorías desde un cientificismo que
no fingían imparcial. Su percepción del mundo carecía, en gran medida, de opiniones
contrapuestas: acusarlos de subjetividad resultaría absurdamente anacrónico. Y, sin
embargo, su visión del bárbaro teñiría -y lastraría- en mayor o menor medida, durante
décadas, investigaciones de todo tipo, desde las antropológicas a las históricas.

Desde entonces, fueron numerosas las críticas que, unidas a la anterior, se


hicieron a sus fuentes y metodología: los abusos del método comparativo y su concepto
de survivals, la ausencia de trabajo de campo, el evolucionismo unilineal y la negación
de la difusión. Todas ellas son matizables y algunas discutibles. Ni todos los
antropólogos de los que nos hemos ocupado aplicaban la comparación de forma
inamovible, ni la comparación en sí misma de pueblos primitivos coetáneos con
configuraciones culturales más antiguas, lejos de una aplicación mecánica y basada en
datos adecuados, es inútil o ilógica. Los survivals nunca fueron vistos como
enteramente inútiles para la explicación de las costumbres. La inexistencia de trabajo de
campo es acorde a su contexto y objetivos, pues resultaba prescindible en la elaboración
de las secuencias históricas. La unilinealidad de la evolución humana no se afirma
incontestable, ni tampoco, como axioma, la imposibilidad de la difusión de los rasgos
culturales.

Poco nos importa, en cualquier caso, la pertinencia de las acusaciones o la


veracidad de su defensa teórico-metodológica. Como sucede con las corrientes de la
mayor parte de las disciplinas, el evolucionismo antropológico fue sustituido
progresivamente por la siguiente generación de investigadores y sus nuevas inquietudes;
superado, asimismo, en las principales de sus premisas. Elaborar un estudio
historiográfico de la crítica evolucionista nos llevaría mucho más allá de los límites de
nuestro trabajo. Su herencia, como mínimo en lo conceptual, merece bien la deuda que

- 218 -
se le profesa, y en el ámbito del parentesco sus aportaciones -por no llamarlas
creaciones o descubrimientos- establecieron las bases fundamentales de los estudios
posteriores. Desde las teorías de la filiación a los sistemas de parentesco, pasando por el
tabú del incesto en relación a la exogamia, las formas matrimoniales y familiares, el
patriarcado o matriarcado y la sexualidad humana, los antropólogos decimonónicos
establecieron el inicio de la elaboración teórica de todas estas materias. Materias que,
mucho más allá de la antropología, abarcan una dimensión mayor, entrelazados como
están todos los ámbitos de la cultura humana. La historia, por supuesto, no escapa a
ellos; al contrario, pese a, como decíamos ya en la introducción, lo lejos que nos quedan
cuestiones tratadas en esta tesis como la filiación kwakiutl o el püliol todiano, el
parentesco está presente y se usa muchas veces de forma inconsciente -bajo otros
nombres diferentes- en nuestra disciplina, hasta el punto del desconocimiento de
numerosos investigadores de las raíces de la metodología o ideas que están usando.
Pocos marxistas conocerán la vinculación de ciertas teorías de su doctrina con Morgan a
través de Engels, pocos especialistas en genealogías habrán leído, aunque sólo sea por
mera curiosidad, a Rivers, o pocas historiadoras feministas estarán familiarizadas con
los vínculos reales de la filiación materna -que no matriarcal-, por poner algún ejemplo.

El matriarcado, de hecho, resulta muy sugestivo bajo nuestra perspectiva. Su


invención, creador como es de la idea de la ginecocracia a la que tantas vueltas ha dado
la investigación feminista, que la entiende en el sentido bachofeniano de dominio
político de la mujer, fue herencia clara del siglo XIX. La idea como tal pecaba en
exceso de atractivo para esta esfera de estudios. Ni la arqueología ni la historia apoyan
hoy en absoluto esta teoría. Y, sin embargo, su situación en el panorama actual de
estudios sociales no debe considerarse baladí, pues muchas autoras feministas la han
convertido en uno de sus estandartes de batalla. Aunque la importancia de la cuestión se
aleja un tanto de nuestro tema, nos interesa señalar brevemente su papel en la
antropología posterior a la época que nos atañe, pues este tema es un claro representante
de la influencia en la historia del parentesco decimonónico. No dejan de sorprender a
más de cien años de la publicación del libro de Bachofen afirmaciones como la de
Esther Newton y Paula Webster en su artículo “Matriarcado, enigma y paradigma”
(recogido en el conocido libro editado por Olivia Harris y Kate Young Antropología y
feminismo, de 1979), donde decían: “Muchas mujeres en el movimiento [de liberación
de la mujer] se están aferrando a la teoría del matriarcado como a una verdadera historia

- 219 -
de la mujer y como a un modelo ideal (mítico o no). No nos encerremos en nuestra
imagen de chicas buenas, hijas de papá, que por encima de todo defendemos la
sabiduría convencional de la antropología, ni desautoricemos a nuestras hermanas
ajenas al campo de la antropología como mal informadas, o simplemente desorientadas.
Aquellas de entre nosotras que rechazan -ya sea en el terreno de lo teórico, ya en el de
lo empírico, ya en ambos- la existencia de un matriarcado, haríamos bien en
asegurarnos de que no estamos tirando por la borda, a un mismo tiempo, la búsqueda de
una historia de la mujer o el ideal del poder de la mujer”. Se referían las autoras
especialmente a Elizabeth Gould Davis, de la que reconocían saber pocos datos
personales ni profesionales, pero que, entre otras cosas, creía que el mito era historia. La
descripción que se lleva a cabo de la obra de esta mujer, The First Sex, es bastante
significativa de su ignorancia, desconocimiento o tergiversación de datos históricos en
su reconstrucción de las etapas de la humanidad. Ello sin duda hace más sorprendente la
defensa que estas antropólogas hicieron de ella con comentarios como el de que tal vez
buena parte de su libro no fuese tan fantástico como parecía, incluso a pesar de que sus
fuentes fuesen tan diversas como la mitología, arqueología, historia, biología, teóricos
de la Atlántida y defensores de los viajes extraterrestres. Las autoras de este artículo no
encontraban necesariamente lamentable la popularidad de la obra, y de hecho opinaban
que sería necesario examinar y sopesar su doble compromiso con el feminismo y con la
antropología, pues las mujeres querían de ellas respuestas, y obligación suya era escribir
y publicar de tal forma que el mensaje que deseban transmitir fuese comprendido.
Afortunadamente, se ha recorrido mucho camino desde aquellos inicios feministas de la
década de los 70 en los que se consideraba radicalmente a las mujeres como víctimas
del patriarcado. Desde el punto de vista antropológico hace ya muchos años que se
toman con precaución las teorías de estas “hermanas ajenas”, que podrían haber llevado
a concebir el matriarcado al margen de fuentes históricas fidedignas exactamente como
una antítesis del patriarcado, con poder absoluto de la mujer y una concepción utópica
del benévolo gobierno de ésta a pesar de que, por lógica, el hombre se supondría
sometido y en situación de desigualdad. Podría hablarse aquí también de las figurillas
de la Diosa Madre y toda la literatura generada a su respecto más allá de la arqueología
y de los estudios prehistóricos, que se entrelaza con ese pasado femenino glorioso de
hembras espirituales y próximas a la naturaleza, pero ello nos llevaría demasiado lejos
de nuestros límites.

- 220 -
La antropología -y la historia y la arqueología-, feministas o no, han abordado el
matriarcado desde ámbitos diversos. La tendencia general, a pesar de opiniones como la
expresada más arriba, niega la existencia de una etapa en el desarrollo de la humanidad
en la que las mujeres detentasen el poder político. Tema aparte constituiría hablar de su
posición respecto a los varones: subordinación total, igualdad, dominio en determinados
ámbitos... En ese caso deberíamos entrar ya en matices que incluirían la ideología
personal de las diferentes antropólogas, abordar los casos específicos de la antropología
feminista e introducirnos en los actuales estudios de género y sus tendencias. Lo que
nos interesa señalar sucintamente de la elaboración de la teoría del matriarcado en el
siglo XIX, en un contexto tan específico como el que hemos visto, es la paradoja de su
perdurabilidad tantos años después con un uso completamente inverso al de los
presupuestos que le dieron origen, al tratar de convertir la fase primitiva e incivilizada
que se consideraba en aquella época en una edad de oro para las mujeres.

Matrilinealidad, por otra parte, no es sinónimo de matriarcado, como ya


mencionábamos hace unas líneas. La filiación unilineal, ya lo fuese desde el ámbito
materno o paterno, es también una deuda debida al siglo XIX. Si bien la obra magna de
Morgan incluía la palabra afinidad, éste fue un tema prácticamente ignorado por los
evolucionistas y, en general, por las escuelas de la primera mitad del siglo XX.
Curiosamente, no podemos dejar de recordar que el antropólogo que lo trajo a escena,
Lévi-Strauss, dedicó la obra en la que lo hizo precisamente a Morgan, estableciendo un
puente entre ambas épocas. Morgan, por cierto, llamó la atención sobre la importancia
del tío materno desempeñada en la filiación matrilineal, dando una explicación a la
relación avuncular, algo que viene a cuento también respecto al matriarcado. Fue de la
versión estadística de esta centuria de la que procedieron los primeros intentos de
relacionar filiación y residencia. La consideración de ésta última ha crecido en
importancia en los últimos años entre los antropólogos, hasta el punto de relegar en
ciertos estudios a un segundo plano los lazos de parentesco como elementos básicos de
organización de las relaciones interpersonales, y en plena relación del desarrollo de la
historia de la familia -situándose como último de los elementos preferidos en la
investigación- .

La familia es otro de los campos antropológicos privilegiados por los estudios


históricos. El presupuesto de la universalidad de esta institución y la idoneidad de la

- 221 -
monogamia en su ligazón a la doctrina antropológica hunde sus presupuestos, como ya
vimos, en la centuria decimonónica. Esta moralización del matrimonio occidental,
determinada durante siglos desde el ámbito religioso, buscó ahora el apoyo científico
para enarbolar su superioridad, pudiendo utilizar tanto la teoría de la promiscuidad
originaria como la contraria que situaba en ese origen la monogamia. Desde la moral
victoriana del ciudadano de a pie tanto daba la una, que corría acorde a la idea del
progreso y por lo tanto la situaba como meta, como la otra, que directamente idealizaba
la relación en los albores de la humanidad, eliminando de paso esa idea de irregularidad
sexual que tanto incomodaba a autores como Lubbock. La cuestión era, en cualquier
caso, poseer unas bases científicas que respaldasen las ideológicas, predisponiendo sin
duda las relaciones occidentales con el extraño, el ajeno, el bárbaro. Toda investigación,
en esta centuria, estuvo determinada por esa creencia en el progreso humano, y ello
determinó una visión de los pueblos primitivos que generalizó sus características en
contraposición a las occidentales. No sólo las investigaciones antropológicas posteriores
se verían determinadas por este presupuesto, sino las de cualquier rama de estudios
relacionados con las humanidades. Sería interesante, al respecto de las consideraciones
del “salvaje”, acercarse a la antropología del colonialismo, buena muestra en algunos de
sus representantes del lastre de ciertas teorías. Pero queda ya fuera de los límites de
nuestra tesis. Y, sin embargo, cualquier historiador contemporáneo del tema debería
conocer la obra de estos primeros antropólogos surgida al calor de la industrialización,
de la autocomplecencia occidental y del paternalismo de la raza blanca, pues no
podemos perder de vista que son pioneras desde un ámbito que se pretendía ya
científico -recordemos que Tylor ocupó una de las primeras cátedras de antropología
creadas ya en un contexto académico- respecto a la imposición de la visión de las
sociedades primitivas y su relación con el Viejo Mundo.
Junto a la familia, las relaciones de parentesco que la vertebran, en íntima
relación con sus sistemas, descubiertos por Morgan gracias a un trabajo de campo que
dejó atrás a muchos de sus coetáneos. Aunque la división entre descriptivos y
clasificatorios empezó pronto a generar objeciones, la definición de las diferentes
terminologías dispuso el conocimiento de las relaciones entre los parientes y del
entramado social en el que se movían sus hablantes. A través de cualquier controversia
o diferencia de opinión desde aquel lejano 1871, nadie duda de que la antropología del
parentesco nació con Systems of Consanguinity and Affinity of the Human Family. A él
debemos la clasificación de las terminologías, que con algunas matizaciones o

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añadiduras de otros autores se mantienen hasta la actualidad. Planteó la cuestión de cuál
era la relación entre los diferentes aspectos del parentesco en una misma sociedad, a la
que como vimos respondieron Kroeber y Rivers en su famosa polémica, y otros muchos
autores que no hemos visto desde muy diferentes puntos de vista, llegando Malinowski
incluso a despreciar el tema llamándolo despectivamente el “álgebra del parentesco”. El
significado y el uso y abuso de las terminologías acabaria desembocando en una crisis
de la disciplina de la que pareció salir airosa. Pero, además, Morgan proporcionó la
terminología del parentesco como producto de diferentes formas de familia, entendido
como principio básico de la organización de la sociedad primitiva con caracteres
diferentes al sistema estatal. Este es un legado también decimonónico, el de la societas
frente a la civitas, el funcionamiento del parentesco como elemento vertebrador de las
sociedades sin estado que se asimilaría a las salvajes, hasta el punto de dar por sentado
que el conocimiento de sus sistemas de parentesco implicaba su conocimiento
etnográfico, algo extraño a nuestro modo de vida y nuestra cultura, en la que otras
instituciones relegan el papel del parentesco; y, no obstante, no del todo ajeno, dadas las
implicaciones que para cualquiera tiene, incluso de forma inconsciente, la mera
pertenencia de un individuo a nuestro grupo de parentela. La dicotomía entre las
sociedades sin Estado, basadas en el parentesco, y las sociedades con Estado,
organizadas en torno a las instituciones de poder, asimiladas las primeras a los salvajes,
las segundas a los occidentales, constituirá un dúo en torno al cual trabajarán
investigadores de diferentes disciplinas durante mucho tiempo, hasta que la publicación
de Kuper de 1988 de La invención de la sociedad primitiva haga replantearse
determinadas cosas.

Volvamos, pues, a la historia de la familia. Es, quizás, uno de los elementos


antropológicos más utilizados por nuestra disciplina, y desde múltiples perspectivas,
pues como hemos visto abarca los aspectos fundamentales del desarrollo humano dentro
de su cultura y sociedad. Esta historia de la familia, en Europa, se vertebró, casi a modo
evolucionista, en torno a la idea del paso de una extensa a una conyugal, con todas las
implicaciones sociales que dicha transformación acarrearía. Es si duda en el estudio de
las sociedades campesinas donde se plasmó del modo más perfecto este interés
antropológico, a través de los numerosísimos estudios sobre los grupos domésticos y su
papel desempeñado en el desarrollo económico de la época tratada, especialmente la
medieval y la moderna, si hablamos a nivel genérico, pues como bien sabemos las

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especificidades locales proporcionarían datos y por lo tanto conclusiones diferentes. En
estas sociedades, abordadas en muchas ocasiones tal como los pueblos primitivos -otro
de los usos históricos antropológicos-, las relaciones de parentesco dominarían del
mismo modo, en su nivel local, las relaciones económicas, constituyendo el núcleo
familiar la principal unidad de producción e incluyendo entre sus modos de
funcionamiento los intercambios recíprocos con otras unidades, e incluso las políticas,
sin olvidarnos de otro aspecto antropológico de su funcionamiento ligado también a
temas de economía: la endogamia de aldea -legado, el concepto, al igual que
“exogamia” o el “precio de la novia”, del evolucionismo-. Considero innecesario ya
mencionar la historia de la familia en épocas posteriores, pero no quisiera abandonar el
tema sin llamar la atención sobre la importancia del parentesco en el estudio de la
nobleza, recogida por George Duby en su elaboración de un modelo de análisis aplicado
a la nobleza medieval del Norte de Francia que sería extrapolado por muchos autores en
numerosas ocasiones: los mecanismos de sucesión y herencia venían determinados a
través del parentesco, imprescindible para el encuadramiento social del noble dentro de
su grupo social. Grupos que, desde la Alta Edad Media, se encuadraban dentro de clanes
o sippes que se fortalecerían progresivamente. Basta echar un vistazo a libros como el
de Jacques Heers de El clan familiar en la Edad Media, o a cualquier árbol genealógico
que exprese las alianzas matrimoniales de la nobleza y la realeza, para atisbar
claramente las bases antropológicas de su contenido.

Estos son tan sólo algunos ejemplos, en los que no es necesario profundizar, de
las deudas que la historia tiene con las creaciones antropológicas decimonónicas del
parentesco. Las corrientes siguientes, que reelaboraron sus propias visiones, aportaron
también sus granos de arena al desarrollo de la disciplina, y como tal importan al
historiador actual, pues aún cuando las bases de sus usos están en el XIX, son elementos
que lógicamente no han permanecido inmóviles en el ámbito antropológico. Así, por
ejemplo, aunque como ya vimos, la teoría difusionista estuvo en sus tres vertientes
destinada a morir al poco tiempo de su nacimiento, y al parentesco no aportaron
novedades teóricas destacables, incluso el extremismo heliolítico, pese a los absurdos de
sus planteamientos y la falta de pruebas de sus bases teóricas, no debe ser desdeñado a
la ligera, pues muchos años después se intensificaria en Estados Unidos la línea de
estudio que preconizaba a Egipto como origen de toda la cultura humana, en una
tendencia conocida como afrocentrismo, abanderada por Martin Bernal, que, aunque

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inexistente en Europa, tuvo una cierta presencia e incluso peso en algunas universidades
norteamericanas. Curiosamente, no mentaba el difusionismo antropológico entre sus
fuentes. De Rivers, converso sorprendente a la fe de la difusión, nos quedamos con el
método genealógico, al que tanto uso darían antropólogos posteriores y que utilizó para
responder a la pregunta que había planteado Morgan acerca de la relación entre los
diferentes aspectos del parentesco, interpretando las terminologías en relación a las
formas de matrimonio. Daba, pues, plena validez de interpretación social a aquéllas,
entrando en conflicto con Alfred Kroeber.

El particularismo histórico resulta apasionante dede un punto de vista histórico


en varias de sus facetas de investigación. El compromiso boasiano contra el nazismo en
la época bélica que vivió y la ligazón científica de la falta de peso teórico del racismo
que promulgaba la ideología fascista sería sin duda un tema interesante de estudio. Por
fortuna -o por desgracia- es posible desligar casi por completo la vertiente del
parentesco del pensamiento del maestro. Fue usado por el fundador, prácticamente,
como modo de desmontar la afirmación evolucionista de la secuencia cronológica que
iba de la matrilinealidad a la patrilinealidad, y aceptado como tal por varios de sus
discípulos. Es, sin embargo una corriente fundamental, y como tal la hemos tratado,
fusionadora de los aciertos de las anteriores y defensora de la importancia de la historia
de cada pueblo concreto para la comprensión de sus propias particularidades, así como
de la importancia de cada cultura por sí misma, sin comparación con otras: no las hay ni
inferiores, ni superiores, son simplemente diferentes. Es una escuela, por otra parte,
imprescindible para cualquier historiador de las culturas indias norteamericanas -por
lejos que nos queden a los europeos-, conocidas básicamente a través del trabajo
antropológico de autores como Kroeber, Lesser, Goldenweisser o Spier.
La Sociedad Antigua de Morgan frente a la Primitiva de Lowie nos parece el
término más significativo para nuestra tesis: lo que empieza con una, remata, tras
décadas de investigación etnográfica, con su revisión completa por la otra: al
comunismo sexual, la existencia del matrimonio individual perfectamente coetánea. A
la existencia de la familia consaguínea probada por el sistema hawaiano, la afirmación
de que éste distinguía a parientes por afinidad -rasgo incompatible con tal familia-. Al
matrimonio colectivo, la negación del sororato como survival. Y la sib, el sippe, el clan,
que no era universal como presumía Morgan, ni apareció en el tiempo antes que la
familia, ni su presencia determina ni se correlaciona necesariamente con un grado

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mayor o menor de desarrollo general de una cultura. Tampoco existía una secuencia de
la matrilinealidad a la patrilinealidad, ni una asociación indiscutible entre ésta última y
la superioridad de una cultura. Finalmente, lo remataba allí donde también lo admiraba,
donde le otorgaba el grueso de su aportación a la antropología del parentesco, para no
dejar títere con cabeza, añadiendo a sus terminologías las denominadas bifurcadas.

Recorridas, en esta investigación, tan sólo tres etapas de la antropología del


parentesco, una de ellas tan breve como la del difusionismo, encontramos en un breve
período de tiempo los cimientos del siglo XIX desmontados. Cimientos que, no
obstante, permanecen en los estudios de casi todas las disciplinas que estudian, de una
manera u otra, al ser humano: psicología, sociología, historia... Más de siglo y medio
transcurrido desde sus inicios, el parentesco, atravesadas épocas de gloria al igual que
de profundas crisis, continúa tan inevitablemente presente en la antropología como el
primer día, avanzando sus planteamientos a la par que se transforma su propia
concepción en cada cultura y sociedad. Condenado, como cualquier rama de toda
disciplina, a las reinterpretaciones sucesivas de unas nuevas generaciones que
trabajarán, de forma instintiva, sobre las bases decimonónicas.

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