Historia Del Derecho Notarial

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UNIVERSIDAD MARIANO GALVEZ DE GUATEMALA

CENTRO UNIVERSITARIO: SANTA CRUZ DEL QUICHE


CIENCIAS JURIDICAS Y SOCIALES
CURSO: DERECHO NOTARIAL I
LIC: AXEL VINICIO RODRIGUEZ SALAZAR

TRABAJO
HISTORIA DEL DERECHO NOTARIAL EN AMERICA Y GUATEMALA.

ALUMNA: JACINTA ELIZA SANTIAGO BRITO


CARNE: 5011-17-3346
SECCIÓN: “A”
SEPTIMO CICLO
INTRODUCCION
El presente trabajo trata sobre todo lo referente a la historia del derecho Notarial.
Para que nosotros como estudiantes del derecho conozcamos bien del
surgimiento de dicho tema de investigación. Como futuros notarios acerca del
verdadero nacimiento del derecho notarial en general; proporcionar la historia y el
verdadero origen del derecho notarial guatemalteco a los estudiantes de derecho
por ser el más antiguo de Centroamérica; describir la importancia que brinda el
derecho notarial a los guatemaltecos, ya que gracias a éste se logra llevar a cabo
la tramitación de varios asuntos. Específicos: Demostrar que el nacimiento del
derecho notarial se deriva únicamente con la existencia del notario
afirmarle a los que ejercen la profesión y a los futuros notarios que el derecho
notarial no surgió del derecho civil, ni del derecho procesal, mucho menos del
derecho administrativo, como lo expresan algunos autores, juristas, legisladores y
doctores en la materia; evaluar los criterios de éstos, que definen el derecho
notarial como una rama del derecho privado o como una rama del derecho
público; explicar que la naturaleza del derecho notarial arranca precisamente de la
naturaleza del notario (elemento sustancial y subjetivo) sin el cual no habría
derecho notarial. Los supuestos que se formularon en la presente investigación
son los siguientes.
EVOLUCIÓN HISTÓRICA DEL DERECHO NOTARIAL
Los notarios (notarii) utilizaban las notas tironianas, que eran caracteres
abreviados, los cuales constituían una especie de escritura taquigráfica que estuvo
en uso en la Antigua Roma y en la Edad Media. Tirón recopiló estos signos, y de
ahí les viene el nombre de Notas Tironianas, así los que utilizaban tales notas
fueron llamados notarios (notarii). Esos caracteres se perfeccionaron poco a poco
y pueden ser considerados como los precursores de la taquigrafía moderna.
Los antecesores de los notarios fueron en un principio único y exclusivamente,
redactores de documentos. El notario, tal como hoy lo concebimos, sólo surge en
la historia, cuando el documentador queda investido de la fe pública que el Estado
le otorga, para hacer constar y autorizar actos y contratos en los que intervenga.
No es fácil precisar exactamente cuando ocurre esto. Probablemente hasta el
siglo XII no adquieren los simples redactores de documentos el poder de dar fe,
potestad que hasta entonces había correspondido a Jueces o Magistrados. Pero la
aparición del notario con fe pública no significa que pierda su antigua condición de
redactor de documentos. La autenticidad de documentos eleva considerablemente
su valor jurídico, pero no transforma esencialmente el quehacer del notario. Éste,
aunque investido del poder de dar fe cumple su función precisamente, porque es
hombre sabedor de escribir. Era necesario también conocer el derecho. Pero
aconteció que el derecho que en la práctica se manejaba, a raíz de las invasiones
bárbaras y de la destrucción del imperio romano de Occidente, era sumamente
rudimentario y sencillo y respondía a los conceptos elementales del primitivo
derecho germánico. Es verdad, que salvo en ciertos momentos de opresión
absoluta, los pueblos invasores respetaron el derecho de los vencidos. Pero el
principio de la personalidad del derecho debió tener un valor sumamente relativo.
En primer lugar, era lógico que los vencidos, procuraran aplicar el propio, por lo
menos en todos los supuestos en que los sujetos que intervenían en la relación
fueran de origen distinto. En segundo término, el derecho romano que pervivió
durante las épocas de las invasiones germánicas, mutilado e incompleto, sufrió el
influjo constante del derecho extraño, aunque también aquél se viera influido
paulatinamente por el primero.
La Revolución Francesa, al acabar con el sistema funesto de los oficios
enajenados, vuelven las cosas a su ser. A partir de la Ley de 25 Ventosa del año
XI de la Revolución, el notario europeo recupera las calidades que
transitoriamente había perdido. En España la Ley Orgánica del 28 de mayo de
1862, sienta las bases sobre las que hoy se asienta la profesión notarial y gracias
a ella, el notariado español ha recuperado su prestigio y se ha colocado a la
cabeza de los notariados modernos, según se reconoce con unanimidad.
Inevitablemente la decadencia durante los siglos XVII y XVIII del notariado en
España, tenía que repercutir sobre su imperio de ultramar, casi desde su
nacimiento hasta la emancipación de los países hispanoamericanos. Por fortuna la
mayor parte de ellos han sabido superar la época de crisis, y también algunos
notariados hermanos son honra y prestigio de la unión internacional.
Al estudiar la evolución histórica del notariado encontramos diferentes personajes,
que sin tener rasgos del notariado actual, tienen la tarea de dejar escrita la
historia. Es así como en México, mucho antes del descubrimiento de América, se
afirma que no existieron notarios, sin embargo se menciona al “Tlacuilo” como un
funcionario al estilo del escriba egipcio. El Tlacuilo por la actividad que
desempeñaba es el antepasado del escribano, coincidía por su ocupación con los
Escribas, Tabularii, Chartullarii, Cancelari y Tabeliones de otras épocas. Tlacuilo
era el artesano azteca que tenía la función de dejar constancia de los
acontecimientos, por medio de signos ideográficos y pinturas para guardar
memoria de ellos de una manera creíble. Con el nombre de Tlacuilo se designaba
tanto a los escritores como a los pintores. El autor Oscar Salas, nos dice que las
primeras agrupaciones humanas no necesitaron de notario. Lo reducido del grupo
permitía que los actos jurídicos fueran conocidos
por todos. La invención de la escritura aceleró el proceso, pues con ella se dejaba
exacta memoria de lo sucedido. Esto hizo necesario la intervención de alguien que
supiera escribir y que conociera también de las formalidades, que fueron
sustituyendo a los antiguos ritos o solemnidades con el mismo fin, de dar a la
expresión de la voluntad, un sentido inequívoco. Estos llamados escribas, junto
con los testigos requeridos, ocuparon el lugar del grupo social para dar fe o
testimonio de los actos ocurridos en su presencia
En algunos pueblos primitivos el escriba formaba parte de la organización
religiosa, en otros de la judicatura. Lo primero ocurrió en Egipto, donde la alta
estima que se tenía de quienes desempeñaban estas funciones, se deduce del
hecho de que entre las deidades, había un escriba de los dioses llamado Thot,
protector de los escribas de la tierra. Éstos, estaban adscritos a las distintas ramas
del gobierno, teniendo como función primordial la redacción de los documentos
concernientes al Estado y a los particulares. Sin embargo, su intervención no daba
autenticidad al documento, pues para lograrla, debía tener estampado el sello de
sacerdote o magistrado de jerarquía similar. En cambio en Babilonia, desde por lo
menos 4,000 años antes de Cristo, los escribas eran asistentes de los jueces. Se
acudía a ellos para dar forma de sentencia judicial a los contratos y revestirlos así
de autenticidad y fuerza ejecutiva.
Los escribas hebreos eran de distinta clase. Unos guardaban constancia y daban
fe de los actos y decisiones del Rey. Otros pertenecían a la clase sacerdotal y
daban testimonio de los libros bíblicos que conservaban, reproducían e
interpretaban. Había también escribas del Estado, cuyas funciones consistían en
actuar como secretarios del consejo estatal y colaboradores de los tribunales de
justicia del Estado. Pero además, había entre ellos otra clase de escribas, mucho
más parecidos a los notarios actuales: los escribas del pueblo, que redactaban en
forma apropiada los contratos privados. La fehaciencia, solamente se lograba
mediante la fijación del sello de superior jerarquía del escriba, pues no estaba
delegada en éste la fe pública, sino reservada al primero . Por tal razón, se ha
querido ver en el escriba del pueblo un 6 simple amanuense. Sin embargo, el sello
del escriba también era necesario, aunque no bastaba.
En Grecia, continua diciendo Oscar Salas, existieron funcionarios en los que
algunos autores han creído hallar ciertas analogías, no muy precisas, con el
notario actual. Tales eran los Síngrafos, que formalizaban contratos por escrito,
entregándolo a las partes para su firma, y los Apógrafos, copistas de los
tribunales. También existían otros llamados Mnemon, entre los cuales se
mencionan los Hyeromnmon, archiveros de los textos sagrados y redactores de
ciertos documentos de toda clase, bajo la autoridad de superiores jerárquicos
llamados Promnemon. En Roma, hubo muchas personas encargadas de la
redacción de instrumentos. Los Scriba conservaban los archivos judiciales y daban
forma escrita a las resoluciones de los magistrados. Los Notarii, también adscritos
a la organización judicial, escuchaban a los litigantes y testigos y ponían por
escrito, en forma ordenada y sintética, el contenido de sus exposiciones. Más que
a los notarios actuales, se parecen por su función, a los taquígrafos de hoy. Los
Chartularii, además de la redacción del instrumento, tenían a su cargo su
conservación y custodia. Los Tabularii eran contadores del fisco y archiveros de
documentos públicos, pero complemento de sus funciones, fueron encargándose
de la formalización de testamentos y contratos, que conservaban en sus archivos,
hasta convertirse en los Tabellio, que se dedicaron exclusivamente a estas
actividades y en quienes se reunieron en la etapa final de la evolución, algunos de
los caracteres distintivos del notario latino: el de hombre versado en derecho, el de
consejero de las partes y el de redactor del instrumento, aunque su 7 autenticidad,
que le confería la condición de documento público, no se lograba sino mediante la
insinuatio. Consistía ésta, en la presentación del instrumento ante una corte
compuesta de un magistrado que la presidía, tres curiales y un canciller o
exceptor, que desempeñaba las funciones de actuario. A pesar de no haber
indicios acerca de la existencia del notariado desde las tribus primitivas, es
indudable que esta institución tiene sus orígenes en los albores de la vida
socialmente organizada del hombre.
El notariado en sus inicios no se consideraba como figura jurídica, de tal modo que
ni siquiera contaba con fe pública; ésta la adquirió a través del tiempo y por meras
necesidades. Quienes ejercían esta función eran consideradas como personas
que eran capaces de leer y escribir y que auxiliaban al rey o a algún funcionario de
un pueblo para redactar textos.
En los tiempos remotos del antiguo Egipto, Palestina, Grecia y Roma, ya se
encuentra al más lejano ancestro del notario actual, bajo el nombre de escriba,
cuando los códigos más antiguos, como el de Hamurabi y el del Manú, aún sin
hallarse definida la función notarial, está probado que ya existía el escriba porque
se le haya precisamente, como elemento esencial de la organización jurídica y
administrativa de los reinos.
Épocas del notario A pesar de no haber indicios acerca de la existencia del
notariado desde las 8 tribus primitivas, es indudable que esta institución tiene sus
orígenes en los albores de la vida socialmente organizada del hombre. La historia
del notariado, tiene las siguientes épocas:
Época pre-notarial Tiene como exponente a los egipcios, los hebreos, los
griegos y los romanos. Respecto a la época pre-notarial, hay que tratar
ineludiblemente acerca del escriba. Este vocablo proviene del latín Scriba,
utilizado desde muy antiguo, en los albores de la historia universal, para designar
una clase de funcionarios con cierta cultura general y específica que los distinguía
del común y les aseguraba privilegios y consideraciones especiales. Resulta difícil
dar una definición genérica de escriba, pues su institución varía según los países y
aun dentro de éstos, según las épocas.
En Egipto, por ejemplo, su quehacer más generalizado parece haber sido las
funciones contables y la confección de documentos escritos. En Palestina, su
arraigo y predicamento deviene de la condición de doctor e intérprete de la Ley,
pero en sí, gozaban de alta consideración, llegando a desempeñar cargos
directivos en la conducción del gobierno. El escriba es siempre un funcionario
público y el lugar destacado que ocupa dentro de la organización social y política
lo es, más que por su jerarquía honorífica, por la eficacia práctica de su ministerio,
de su función, vinculada a 9 la autenticidad de las convenciones, y a la actividad
de los hombres en orden al patrimonio y al desenvolvimiento de la economía tanto
individual, privada, como estatal.
Egipto La sociedad típicamente clasista de los faraones, en las civilizaciones del
Nilo, los escribas fueron los únicos que, provenientes de las clases plebeyas,
desheredadas, consiguieron merced a su oficio, elevarse un poco sobre la mísera
condición de sus semejantes. Sabido es que en Egipto las clases inferiores, las no
privilegiadas, vivieron en el sometimiento y la esclavitud, sobrellevando una
existencia dura. El conocimiento que los escribas tenían de la escritura y de los
números, logrado a base de inteligencia y pacientes estudios, los tornaba útiles,
acercándolos necesariamente a las clases superiores y ganándoles privilegios y
consideraciones. La escritura egipcia, era difícil y para dominarla se necesitaban
pacientes estudios y larga práctica, realizándose el aprendizaje en los templos, al
lado de los sacerdotes, casta muy privilegiada que hacía de intermediaria entre los
hombres y los dioses. El escriba sabía leer, llevar cuentas y escribir. Se lo
encontraba en todas partes, al servicio del rico particular, ya en el establecimiento
del comerciante, ya en las granjas, ya en los palacios del Faraón. Era
contramaestre o ingeniero, recaudador de contribuciones, sacerdotes o general,
que según Malet "Le acompañaban negros armados de varas de palmera, que
hacían ejecutar sus órdenes". Los escribas en Egipto no constituían una clase
social, como erróneamente afirman algunos autores, pues los había de todo nivel
social, tanto de la nobleza como del pueblo, pero indudablemente ser escriba era
el único medio para elevarse socialmente. En conclusión en la civilización egipcia
el escriba era una especie de delegado de los colegios sacerdotales, que tenía a
su cargo la redacción de los contratos. Los egipcios tenían alta estima a los
escribas que formaban parte de la organización religiosa, estos estaban adscritos
a las distintas ramas del gobierno, teniendo como función primordial la redacción
de los documentos concernientes al Estado y a los particulares, sin embargo no
tenían autenticidad, sino no se estampaba el sello del sacerdote o magistrado.
1.2.2. Los hebreos Los escribas hebreos eran de distintas clases, unos guardaban
constancia y daban fe de los actos y decisiones del Rey; otros pertenecían a la
clase sacerdotal y daban testimonio de los libros bíblicos que conservaban,
reproducían e interpretaban. Los terceros eran escribas de Estado y sus funciones
eran como de Secretarios del Consejo Estatal y colaboradores de tribunales de
justicia del Estado. Por último, había otros escribas llamados del pueblo, que
redactaban en forma apropiada los contratos privados, eran más parecidos a los
notarios actuales, pero su sola intervención no 11 daban legalidad al acto, pues
para conseguir ésta, era necesario el sello del superior jerárquico. El escriba entre
los hebreos tiene el carácter de doctor e intérprete de la ley. Como maestro de la
ley mosaica, tuvieron a la vez una misión religiosa, así como la de los oficiales
públicos. Varios autores concuerdan que el primer escriba fue Esdras. En este
pueblo tan impregnado del sentido religioso, resulta casi imposible distinguir entre
la ley civil y el precepto teológico. En la ley mosaica a los escribas se les
denominaba SOFER (escribir). Como en Egipto, en un comienzo tuvieron
funciones de secretarios y actuarios, administradores de reparticiones públicas,
instructores del ejército y en otras funciones delicadas. Los judíos conocieron tres
clases de escribas: los de la ley, cuyas decisiones recibían con respeto; los del
pueblo, que eran los magistrados de éste; y, los comunes, que ejercían funciones
notariales o de secretarios del Sanhedrin.
En Palestina, la función primordial del escriba es la interpretación de la ley por
medio de los Libros Sagrados. Según el Talmud el que olvida un precepto
enseñado por un escriba, debe perder la vida. Los escribas del Rey, tenían como
fin principal autenticar los actos del Rey; los escribas de la ley, debían interpretar
los textos legales; los escribas del pueblo prestaban su ministerio a los ciudadanos
que lo requerian redactando las convenciones 12 entre particulares y los escribas
del estado ejercían las funciones de secretarios del Consejo de Estado, de los
Tribunales y de todos los establecimientos públicos. 1.2.3. Grecia En esta cultura
los notarios eran llamados Síngrafos que eran los que formalizaban contratos por
escrito, entregándoles a las partes para su firma. Apógrafos eran los copistas de
los tribunales. Mnemon que eran los que archivaban los textos sagrados. En
Grecia, no hubo propiamente escribas, pero por la similitud de algunas de las
funciones, puede decirse que hicieron sus veces, aunque sin el sentido religioso.
Los logógrafos (de logo: palabra, y grafo: grabar, escribir), hacían los discursos y
alegatos ante los tribunales; escribían, asimismo todos los documentos y datos
que les solicitaba el público. Aristóteles en el año 360 a.c. ya hablaba de los
oficiales encargados de redactar los controles, a quienes los consideraba
necesarios en una ciudad bien organizada. La función notarial predominó sobre la
registradora, a diferencia de lo que sucedía en Roma.
En Grecia, los notarios asumieron directamente la función registradora, tanto para
los contratos celebrados entre particulares, como para las convenciones
internacionales. En este pueblo existieron oficiales públicos encargados de
redactar los documentos de los ciudadanos, estos oficiales públicos eran los 13
notarios, los cuales tenían diferentes denominaciones, las cuales eran:
Apógraphos o Singraphos, a veces eran llamados Mnemones o Promnemones,
todos estos nombres eran alusivos a la función escrituraria o a la recordación y
constancia de los hechos que la requerían. Los Singraphos eran considerados
como verdaderos notarios, cuya principal función consistía en llevar un registro
público. Estos sujetos eran muy comunes en la ciudad de Atenas, en la cual no se
otorgaba contrato alguno si no se inscribía en Registro Público llevado por ellos.
Cada tribu contaba con dos de ellos, los cuales estaban más circunscritos a la
familia o gentilicio y gozaban de grandes consideraciones y honores. Los
Mnemon, Promnemon o también conocidos como Sympromnemon, se
consideraban como los representantes de los precedentes griegos del notario; ya
que se encargaban de formalizar y registrar los tratos públicos y las convenciones
y contratos privados.
Roma El origen de la palabra notario viene de la antigua Roma y que era notarii,
cuáles eran los que utilizaban las notas tironianas que eran caracteres abreviados,
que constituían una especie de escritura taquigráfica, también se usó en la Edad
Media. Los scriba conservaban los archivos judiciales y daban forma escrita a las
resoluciones judiciales. Los notarii, también adscritos a la organización judicial,
escuchaban a los 14 litigantes y testigos y ponían por escrito, en forma ordenada y
sintética, el contenido de sus exposiciones. Los chartularii, además de la
redacción de instrumentos tenían a su cargo la conservación y custodia de los
mismos. Los tabularii eran contadores del fisco y archivadores de documentos
públicos, pero, como complemento de sus funciones, fueron encargándose de la
formalización de testamentos y contratos, que conservaban en sus archivos hasta
convertirse en los tabellio, que se dedicaron exclusivamente a estas actividades y
en quienes se reunieron, en la etapa final de su evolución, algunos de los
caracteres distintivos del notariado latino: El hombre versado en derecho, el
consejero de las partes y el redactor del instrumento, aunque su autenticidad, que
le confería la condición de documento público, no se lograba sino mediante la
insinuatio.
En Roma, la función notarial estuvo atribuida y dispersa a multitud de oficiales
públicos y privados, pero sin que todas las atribuciones de estas personas se
reunieran en una sola. Se conocen cuatro personas que eran los más
característicos de la antigua Roma y ejercían funciones del tipo notarial, y eran el
escriba, el notarri, el tabularius y el tabellio. Sin embargo, el Maestro Giménez-
Arnau se refiere a diversos autores quienes hablan de personas conocidas como
tabellio, cursor, amanuensiis, cognitor, acturarius, axeptor, logofraphis,
numerarius, entre otros. "Esta variedad de nomenclatura no prueba, en definitiva,
sino que la función notarial está dispersa y atribuida a multitud de variados
oficiales públicos y privados, sin que originariamente se reúnan todas las
atribuciones en una sola persona". 16 Los Tabularii o Tabularios. (Oficiales de
Censo) Roma fue uno de los pocos países de la antigüedad, que se preocupó por
la labor estadística; y debido al apogeo y avance en este aspecto, se necesitó de
éstos. Algunos historiadores afirman que fueron autorizados también para
intervenir en la redacción de contratos y actos jurídicos entre particulares. Los
Tabelliones. Aparecen en las grandes ciudades de mayor población, ayudaban al
trabajo de los Tabularii, pero ordinariamente se estima que el Tabelión no es sólo
el precursor sino el verdadero Notario del Derecho Romano, porque era el que
redactaba definitivamente las convenciones fijadas entre las partes,
imprimiéndoles carácter de auntenticidad, suscribiendo con su firma y estampado
el sello o signo en presencia de los testigos y para mayor garantía de la
indestructibilidad del documento, lo transcribia ad-acta, conservándolo en depósito
en su registro, del mismo modo que las sentencias judiciales. La denominación de
Tabeliones es usada en la actualidad en la legislación brasileña para designar a
los notarios.
AMÉRICA
Por tal razón, se ha querido ver en el escriba del pueblo un 6 simple amanuense.
Sin embargo, el sello del escriba también era necesario, aunque no bastaba. La
venida de Escobedo personifica el trasplante del instituto del notariado de España
a América. “Los antecedentes de la legislación americana deben buscarse en las
leyes castellanas de entonces. No obstante, se promulgó una legislación especial
para América conocida como Leyes de Indias, en las cuales a los escribanos se
les exigía el título académico de escribano y pasar un examen ante la Real
Audiencia, se les prohibía el uso de abreviaturas, la escritura de cantidades se
hacía en letras y se exigía redactar el documento con minuciosidad, usando,
obligatoriamente papel sellado.

EVOLUCIÓN HISTÓRICA DEL DERECHO NOTARIAL EN GUATEMALA


En la Época Colonial al fundarse la ciudad de Santiago de Guatemala y en la
Reunión del Primer Cabildo que tuvo lugar el 27 de julio de 1524, se fraccionó la
primera acta, actuando como primer escribano Alonso de Reguera. El
nombramiento, recepción y admisión del Escribano Público, lo hacía el Cabildo. El
trabajo del escribano público era en función de los contratos y las actuaciones
judiciales, la colegiación de abogados y escribanos se dispuso en el Decreto
Legislativo No. 81 del 23 de diciembre de 1851, que encargó su organización a la
Corte Suprema de Justicia. Se creó la Ley de Notariado en la época de la Reforma
Liberal (1877) junto al Código Civil, al de Procedimientos Civiles y la Ley General
de Instrucción Pública.

ANTECEDENTES
Posiblemente los primeros vestigios de historia escrita, los encontramos en El
Popul Vuh, también conocido con los nombres de Manuscritos de Chichicaste
nango, Biblia Quiche y el Libro Sagrado, demostración de que tenemos un
patrimonio cultural valiosísimo.

ÉPOCA COLONIAL
Escribe Jorge Luján Muñoz: “Es casi seguro que la fundación de la ciudad de
Santiago de Guatemala y la reunión del primer cabildo tuvieron lugar el día 27 de
julio de 1524. En esta primera acta de cabildo aparece actuando el primer
Escribano: Alonso de Reguera”. “Tanto Reguera, como todos los miembros del
cabildo, fue nombrados por Pedro de Alvarado en su calidad de teniente
gobernador y capitán general de don Fernando Cortés.”
“Alonso de Reguera continuó en el cargo hasta enero de 1529, pero mientras tanto
sabemos que hubo otros escribanos, llamados públicos de la ciudad.” Se
menciona a Juan Páez y a Rodrigo Díaz. Resume el autor aludido: a) El escribano
de cabildo no ejercía como escribano público; b) Sólo había un escribano público
en la ciudad, en caso de ausencia debían nombrar otro; c) El nombramiento,
recepción y admisión del escribano público lo hacía el cabildo. El 28 de septiembre
de 1528 se nombró otro escribano público, a Antón de Morales por Jorge de
Alvarado, quien era Teniente Gobernador y Capitán General. “Esto quiere decir
que en 1529, a escasos tres años de su fundación, había en la ciudad de
Guatemala tres escribanos públicos; es decir, el número máximo que alcanzaría la
ciudad, pues si bien momentáneamente disminuirían, luego volvería a llegar a tres
a fines del mismo siglo XVI, para mantenerse en ese número hasta que terminó la
Colonia.” Continúa refiriendo Luján Muñoz: El 16 de Agosto de 1542 se expide real
cédula aprobando el nombramiento del nuevo escribano de cabildo de Santiago de
Guatemala, Juan de León. El siguiente escribano de cabildo fue Juan Vázquez
Farinas, y luego por su ausencia fue nombrado Juan Méndez de Sorio el 26 de
agosto de 1544.” 25 El autor expresa: En resumen, la etapa formativa del
notariado en la ciudad de Guatemala repite las características básicas con que se
dio el inicio de la profesión en otras regiones indianas. Los nombramientos los
hace el cabildo o el gobernador de la provincia, siempre sujetos a la ulterior
decisión real. A pesar de lo pequeño de la naciente ciudad (un máximo de 150
vecinos) los escribanos tenían suficiente trabajo e ingresos. El de cabildo, gracias
al registro de vecinos y el otorgamiento de solares y terrenos; y los públicos con
las probanzas, contratos y actuaciones judiciales. Por otro lado, ya se detecta
cierta acumulación de cargos (que luego va a ser tan notoria), pues el escribano
de cabildo actúa en algunos casos también como público. Mientras no existió
audiencia en Guatemala, los exámenes de escribanos proveídos por el rey,
debieron realizarse ante la de México. Con la llegada de los primeros escribanos
con merced real, aunque al principio fuese por medio de diputados o tenientes que
ejercían un cargo que se había otorgado a algún cortesano, se afirma la facultad
del monarca para proveer estos cargos; lo cual poco a poco se va a ir ratificando,
especialmente luego del establecimiento de la Audiencia de los Confines. Por su
parte el autor Oscar Salas, expone que: “el notario guatemalteco es el más antiguo
en Centroamérica, ya que en 1543 aparece el escribano don Juan de León,
cartulando en la ciudad de Santiago de Guatemala, como entonces se llamaba. 26
Pero además de antiguo le cabe el honor de haber mantenido desde el nacimiento
mismo del Estado, las exigencias más rigurosas para su ingreso, siendo necesario
el examen y recibimiento. En primer lugar, el aspirante debía ocurrir a la
municipalidad para que se instruyeran las diligencias correspondientes, tras lo cual
pasaba el expediente al jefe departamental quien, por sí mismo, y con citación y
audiencia del síndico, debía seguir una información de siete testigos entre los
vecinos de mejor nota por su probidad. Estos vecinos eran examinados acerca del
conocimiento que tenían del candidato, su moralidad, desinterés, rectitud y otras
varias virtudes políticas que lo hagan acreedor a la confianza pública. El candidato
debía probar, además ser ciudadano mayor de edad, en el goce de sus derechos
civiles, con arraigo en el Estado y medios conocidos de subsistir. Concluida esta
prueba se pasaba de nuevo el expediente a la municipalidad que daría vista al
síndico y con su impedimento y circunspecto análisis del expediente, acordaba su
resolución con las dos terceras partes de los votos. En el caso de obtener
resolución favorable se pasaba ésta al Supremo Gobierno para la concesión del
fìat. Solamente entonces pasaba a la Corte Superior donde debía el aspirante
presentar certificación de haber estudiado ortografía y gramática castellana, haber
sido examinado por los preceptores de la academia y merecido buena calificación
y certificaciones juradas de haber practicado dos años con un escribano de los
juzgados municipales y otro con escribanos de los de primera instancia. Después
de ello, sufría un examen sobre cartulación, requisitos de los instrumentos
públicos, testamentos, 27 cartas dotales, donaciones, circunstancias y número de
testigos, práctica de inventario, trámites judiciales, términos probatorios, concursos
de acreedores, valor y uso de papel sellado con todo lo demás que se crea
corresponder al oficio. Y se concluía estableciendo: Sin la forma y requisitos
exigidos nadie podrá recibirse de escribano, ni ejercer este oficio en el estado.
(Decreto legislativo del 27 de noviembre de 1834). “Apenas tres meses después,
el 24 de febrero de 1835, un Decreto de la Asamblea Legislativa aclaró que los
catedráticos de gramática castellana no estaban obligados a presentar la
certificación de haber estudiado y aprobado esa materia y la de ortografía. De
igual manera los Abogados que hubieren sido facultados ampliamente para ejercer
todos los ramos de la abogacía no estaban obligados a presentar a la Corte de
Justicia certificaciones de haber practicado con los escribanos a que aludía la ley
anterior, ni a someterse al examen exigido en la misma. La rigurosidad con que se
efectuaban estos exámenes, aparece evidente en el auto acordado de la Suprema
Corte de Justicia del 4 de marzo de 1846, contenido de disposiciones relativas a la
integración del Tribunal de Examen por tres escribanos o abogados recibidos y
dispuso que, sí el solicitante es reprobado, lo informen con reserva, excitando al
mismo solicitante para que continúe sus estudios y práctica por algún tiempo más.
Como podemos ver si terminó con la venta de oficios, y los que habían adquirido
la escribanía por compra, debían ser indemnizados y ya no seguirla ejerciendo

Encontramos también en el Decreto Legislativo del 27 de agosto de 1835, la


autorización para que los jueces de circuito pudieran cartular; dicho decreto fue
ampliado o aclarado por otro, también de la Asamblea Legislativa, el día 8 de
agosto de 1837, en que se estableció que los escribanos judiciales que habían
cartulado podían seguirlo haciendo, así como también los secretarios de las cortes
de distrito. Fue hasta la promulgación del Decreto del 30 de marzo de 1854, que
prohibió cartular a los escribanos que desempeñaran algún empleo público, fuera
político, judicial o militar, bajo pena de ley y nulidad de los instrumentos y
destitución del cargo que ante ellos se otorgasen. Con respecto a la colegiación
Salas expresa: “La colegiación de Abogados y Escribanos, fue dispuesta por el
Decreto Legislativo No. 81, del 23 de diciembre de 1851, que encargó su
organización a la Corte Suprema de Justicia. La vigilancia de la actuación notarial
no fue descuidada. Ya la ley del 28 de agosto de 1832 dispuso que se visitaran los
protocolos y, conforme a ella, la Corte Suprema, por acuerdo del 16 de marzo de
1852, ordenó a los jueces de primera instancia realizar tales visitas en los
departamentos donde hubiera estos oficios y hacer que los mismos escribanos
remitieran al propio Tribunal, dentro de los ocho primeros días del mes de enero,
un testimonio del índice de los protocolos que hubieran autorizado del año
anterior.” En la historia del notario guatemalteco, ya hubo notariado de número, el
motivo que lo impulsó fue: Darle la importancia debida, para que fuera
desempeñado con pureza y rectitud. Así lo establece el Decreto 100 del 30 de
marzo de 1854, que 29 confirmó facultades al Presidente de la República para fijar
el número de escribanos nacionales que reunieran los requisitos legales, él
expendía el título y también podía recogerlo en caso de abuso. El Decreto
mencionado limitó la competencia territorial al departamento de su domicilio, fuera
del cual no podían cartular. Se reguló también lo relativo a la fianza. Vinculados al
descubrimiento de América, se conocen algunos casos de escribanos o notarios
que en alguna u otra forma intervinieron en el magno acontecimiento del
descubrimiento y en las primeras manifestaciones de la conquista española. Un
artículo publicado en la revista internacional del notario intitulado "Los Notarios en
el descubrimiento de América", el autor reconoce como el primer hombre en
ofrecerle su ayuda a Cristóbal Colón a Don Luís de Santagel, funcionario de la
corona de Aragón, que desempeño en 1481, el cargo de escribano de ración o jefe
de la tesorería del rey Fernando Católico. Sin embargo, a quien se señala como el
primer notario de América fue Don Rodrigo de Escobedo, escribano de cuadra y
del consulado del mar, que era en esos tiempos la institución encargada de
regular las relaciones y las actividades marítimas comerciales en España, quien
en ejercicio de sus funciones acompañó a Colón en su primer viaje y levantó un
acto que da cuenta de la toma de posesión de la isla de Guanahani, en nombre de
los Reyes, isla que el Almirante llamo San Salvador.
Hernán Cortés, notario en Azua, el legendario conquistador de México, Don
Hernán Cortés, ejerció la escribanía en nuestra isla, en el ensayo sobre el notario
mexicano, se precisa que Cortés había nacido en Medellín, Villa de la provincia de
Badajoz, España, en 1485 y que había sido empleado de notarios en Valladolid y
Sevilla, antes de venir como expedicionario a las américas recién descubiertas.
Vino a la isla con Nicolás de Ovando en 1502 y en 1504 solicita ser nombrado
escribano del Rey para la ciudad de Santo Domingo, pero no obtiene éxito,
posteriormente obtiene la escribanía del ayuntamiento de Azua, cargo que ejerció
hasta 1511. En 1512, salió conjuntamente con Diego Velásquez y se establece en
la vecindad de Santiago de Baracoa, en Cuba, y allí es nombrado escribano y
ejerce hasta 1519, cuando sale de Cuba y conquistó el imperio de los aztecas.
Murió en España en 1547. El primer documento notarial de América. El viernes 3
de agosto de 1492, cuando el futuro almirante de la mar océano, parte desde el
puerto de palos de Moguer, en la calavera Santa María, capitaneada por el propio
Cristóbal Colón, viene con Don Rodrigo de Escobedo, escribano de toda la
armada, por ser el primero en pisar tierras americanas y haber tenido el honor de
levantar el acta en la que requería a los indígenas que le manifestaran si tenían
alguna objeción contra la ocupación que hacían de esos territorios en nombre de
los reyes de España.
EL NOTARIADO DESPUÉS DE LA REFORMA LIBERAL
Oscar Salas expone que entre las reformas que trajo el espíritu liberal, el
Presidente Justo Rufino Barrios dio a Guatemala una ley de notariado, junto a un
Código Civil, uno de Procedimientos Civiles y una Ley General de Instrucción
Pública, todos de avanzada para la época. La ley del 7 de abril de 1877 y la del 21
de mayo del mismo año, hicieron del notariado una carrera universitaria. Se
dispuso que no podría pedirse al Rector de la Universidad de San Carlos, el
señalamiento de día para el examen general previo a la licenciatura de notario, sin
acompañar el expediente en que constara que se habían llenado los requisitos
legales, condiciones morales y fianza. Por primera vez se les denomina notarios.
El mismo Justo Rufino Barrios, que ejerció el notariado antes de la Revolución,
dictó también el Decreto No. 271 de fecha 20 de febrero de 1882, el cual contenía
la Ley de Notariado. Dicha ley definió el notariado como “la institución en que las
leyes depositan la confianza pública, para garantía, seguridad y perpetua
constancia… También declaró incompatible el ejercicio del notariado a los que
desempeñaren cargos públicos que tuvieran anexa jurisdicción. Para ejercer dicha
profesión, además de la mayoría de edad, 21 años (actualmente son 18 años) se
necesitaba tener la ciudadanía guatemalteca, ser del estado seglar y la posesión
de propiedades por un monto de dos mil pesos, o la prestación de una fianza por
una cantidad equivalente. 32 Otras reformas importantes fueron la supresión del
signo notarial (Decreto número 271) por un sello con el nombre y apellido del
notario, que se registraba en la Secretaría de Gobernación. El signo notarial, era la
señal hecha a mano, con una figura determinada e idéntica, que usaban los
notarios en la antigüedad. Se reguló que los notarios no eran dueños de los
protocolos sino depositarios, sobre la remisión de protocolos al archivo general, la
reposición del mismo y se permitió la protocolación entre otros. El Decreto del 25
de agosto de 1916, ordenó a los notarios empastar los tomos de sus protocolos, el
Decreto del 18 de junio de 1917, reguló lo relativo a las auténticas de firmas ante
notarios. El Decreto Legislativo del 29 de diciembre de 1929 suprimió la fianza
para ejercer la profesión de notario y prohibió que pudiera redargüirse de nulidad
los actos ejecutados por notarios, que no hubiesen llenado ese requisito desde el
11 de marzo del mismo año. Durante el gobierno de Jorge Ubico, se emitió una
nueva Ley de notariado, contenida en el Decreto Legislativo No. 2154, muy
extensa y detallada. En 1940, por Decreto Legislativo No 2437 de fecha 13 de
abril, se reglamentó los exámenes de práctica notarial. Como podemos establecer
se dictaron en esta época, muchas disposiciones relativas al ejercicio profesional,
hasta llegar a la emisión del Código de notariado que actualmente nos rige.

EL NOTARIADO DESPUÉS DE LA REVOLUCIÓN DE 1944


El licenciado Fernando José Quezada Toruño, afirma: “Con el advenimiento de la
revolución del 20 de octubre de 1944, en la que tuvieron decidida participación los
estudiantes universitarios, surgen un acendrado espíritu renovador, se deslumbran
mejores y más amplios horizontes y los órganos estatales, así como las
autoridades y funcionarios, adoptan una actitud distinta ante lo universitario. Como
primeros pasos de innegable trascendencia, cabe señalar que en la Constitución
de la República se consagra como derecho constitucional la autonomía de la
universidad y se establece la colegiación oficial obligatoria para el ejercicio de
todas las profesiones universitarias. El colegio de abogados de Guatemala,
integrado también por todos los notarios del país, queda constituido el 10 de
noviembre de 1947. El nuevo Congreso de la República emprende una ardua
labor legislativa y en un lapso relativamente corto, decreta leyes de suma
importancia para la vida nacional. Entre éstas nos interesa destacar dos, que
están indisolublemente unidas a nuestro trabajo: El Código de Notariado y la Ley
de Colegiación Oficial Obligatoria para el Ejercicio de las Profesiones
Universitarias.”
Continúa diciendo el autor mencionado, que el notariado antes de la promulgación
del actual Código de Notariado: “Se desenvolvía dentro de un marco jurídico
confuso y desconcertante, debido a la proliferación de leyes, reglamentos,
acuerdos y circulares administrativas que conformaban la legislación notarial. Más
de veinte disposiciones legales establecían los derechos y obligaciones de los
notarios y regulaban su ejercicio profesional. Como es obvio suponer, esta
legislación no respondía a ningún principio científico uniforme ni era propicia para
ordenar y sistematizar adecuadamente la función notarial. Por el contrario, el
estudio de esa legislación pone de manifiesto que la inspiraba un arraigado
sentimiento de desconfianza hacia el notario, pues buena parte de sus
disposiciones establecían un sin número de obstáculos que restringían o
dificultaban considerablemente el ejercicio de la profesión. Éste, en lugar de ser
ágil y efectivo, como exige el mundo moderno, se tornaba lento y engorroso. La
contratación, por lo tanto, sufría injustificadas demoras con el consiguiente
perjuicio que esta situación producía en la economía del país.” Como podemos
establecer se pretendía con la nueva ley agilizar la contratación y unificar muchas
disposiciones dispersas. Los dos considerandos que contiene el Código de
Notariado, lo expresan: “Que se hace necesaria la reforma de la actual ley del
notariado, toda vez que contiene disposiciones que son demora para la libre
contratación” y “Que es imperativo modernizar los preceptos de la referida ley, y
unificar en un solo cuerpo claro y congruente todas las disposiciones que se
refieren a la actividad notarial.”
El Código de Notariado en vigencia es una buena ley, prueba de ello, es que ha
superado ya cinco décadas desde su emisión y las reformas que ha sufrido
responden a la necesidad de actualización y modernización.
El Código en referencia fue emitido por el Congreso de la República el 30 de
noviembre de 1946, sancionado el 10 de diciembre de 1946, y entró en vigencia el
1 de enero de 1947.
EL NOTARIADO EN LA ÉPOCA ACTUAL
Actualmente la ley que nos sigue rigiendo es el Decreto 314 del Congreso de la
República, que contiene el Código de Notariado, emitido en 1946, como antes
apunte ha tenido algunas reformas incorporadas al mismo texto, en cumplimiento
al Artículo 110 que establece: que cualquier incorporación, modificación que se le
haga al mismo debe de cumplir con los requisitos de éste artículo. Entre las
reformas que puedo mencionar están:
- El Decreto Ley 172, relativa al ejercicio del notariado, ya incorporada al Artículo 5
del Código de Notariado.
- El Decreto 38-74 del Congreso, con respecto a las sanciones, incorporada en el
Artículo 100 del Código de Notariado. 36
- El Decreto Ley 113-83, relativa a inspección de protocolos, incorporada a los
Artículos 84 y 86 del Código de Notariado. - El Decreto Ley 35-84, relativa a
inspección de protocolos, incorporada a los Artículos 4 y 37 del Código de
Notariado.
- El Decreto que reguló lo relativo al depósito del protocolo del notario que salga
temporalmente del país, Decreto N. 62-86 del Congreso, reforma introducida al
Artículo 27 del Código de Notariado.
- El Decreto 28-87 del Congreso, que se refiere a la legalización de fotocopias,
fotostáticas y otros, introducida en los Artículos 54 y 55 del Código de Notariado.
- El Artículo 38 del Código de Notariado fue reformado expresamente por el
Artículo 47 del Decreto 62-87 del Congreso de la República; y el Artículo 39 del
Código de Notariado fue derogado por el Artículo 48 también del Decreto 62-87
del Congreso de la República que en la actualidad ya no está vigente, porque fue
derogado según los Artículos 46 y 48 del Decreto número 15-98 del Congreso de
la República, actual Ley del Impuesto Único Sobre Inmuebles (IUSI).
- El Decreto 131-96 del Congreso de la República, que reformó el Artículo 11 del
Código de Notariado, con respecto al pago de apertura del protocolo que antes era
de dos quetzales (Q 2.00) y en la actualidad es de cincuenta quetzales (Q 50.00),
más el impuesto al valor agregado (IVA).

El Decreto 131-96 del Congreso de la República, reformó el Artículo 108 y


modificó el Artículo 109 ambos del Código de Notariado que contienen el arancel
de los notarios. En la actualidad el campo de actuación del notario no se
circunscribe al Código de Notariado; existen otras leyes de singular importancia
que debemos mencionar, tal es el caso del Decreto 54-77 que contiene la Ley
Reguladora de la Tramitación Notarial en asuntos de Jurisdicción Voluntaria, la
cual amplió el campo de actuación del Notario guatemalteco, ya que permite que
en sus bufetes u oficinas profesionales se tramiten determinados asuntos que
antes debían necesariamente conocer los jueces. Así también el Decreto Ley 125-
83, que regula lo relativo al trámite de rectificación de área seguida ante notario. El
mismo Código Procesal Civil y Mercantil, Decreto-Ley 107, que regula el trámite
sucesorio, intestado y testamentario, cuando se sigue ante notario. Como también
lo relativo al Registro de Procesos Sucesorios, regulado en el Decreto 73-75 del
Congreso de la República. También cabe mencionar la Ley del Organismo
Judicial, Decreto 2-89 del Congreso de la República, reformado por los Decretos
Legislativos: 64-90, 75-90, 11- 93, 112-97 y reforma constitucional según Acuerdo
Legislativo 18-93, que regula lo 38 relativo al ejercicio del notariado en el exterior y
a los documentos que provienen del extranjero (fundamentado en los Artículos 37
al 44 de la Ley del Organismo Judicial). La Ley de Colegiación Profesional
Obligatoria, Decreto 62-91 del Congreso de la República; el Código de Ética
Profesional aprobado por la Asamblea Nacional del Colegio de Abogados y
Notarios de Guatemala, con base en el inciso “b” del Artículo 11 del Decreto
Número 62-91 del Congreso de la República; la Ley del Timbre Forense y Timbre
Notarial, Decreto 82-96 del Congreso de la República; Código Civil, Decreto Ley
107; Código de Comercio, Decreto 2-70 del Congreso de la República; Ley de
Parcelamientos Urbanos; y las leyes impositivas, entre otras: La Ley de
Contribuciones, La Ley del Impuesto Único Sobre Inmuebles (IUSI), La Ley del
Impuesto de Timbres Fiscales y Papel Sellado Especial para Protocolos y La Ley
de Herencias, Legados y Donaciones.
CONCLUSIONES
1) Los grandes exponentes que han estudiado la rama del notariado indican
que el mismo, se relaciona con otra ramas pero origen o nacimiento no se
deriva de ellas, sino que de la necesidad fáctica que la práctica jurídico
social delineo para el surgimiento para esta ramo autónoma del derecho.

2) El origen del derecho notarial hasta nuestros tiempos es muy complejo, ya


que con el tiempo ha venido evolucionando respecto a cambios que se dan
en la práctica del diario vivir de cada uno.

3) La importancia, evolución y trascendencia del Notariado, es el reflejo de


sus antecedentes históricos y la necesidad de la fe pública en el mundo
jurídico, justifica y hace indispensable su existencia.

4) La función que ejerce el notario, sin duda alguna es importantísima en la


vida en sociedad en cualquier parte del mundo, no solo porque el tráfico de
negocios jurídicos cada día va creciendo sino también por las diversas
tareas que le son encomendadas y delegadas a este funcionario depositario
de la fe pública.

5)  el sistema notarial latino es un sistema ordenado, se halla en ventaja


frente al sistema anglosajón que rige en otros países, ya que el notario de
tipo latino es un funcionario preparado, es decir, no solo está encargado de
sellar y firmar documentos, sino también de escuchar, comprender, redactar
y perpetuar conforme a la ley las declaraciones de voluntad de las partes
que ante él acuden. De esta forma el documento notarial latino se convierte
en un instrumento, el cual contiene lo presumido en un principio como
verdadero y legítimo, constituyendo incluso prueba eficacísima en litigios
entre partes y otros.

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