Lectura El Origen Del Derecho Colectivo en El Perú

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CAPITULO 1 EL ORIGEN DEL DERECHO COLECTIVO EN EL PERU

INTRODUCCIÓN
Cabe reseñar que la historia del derecho colectivo del trabajo en el mundo, se remonta a la
época en que surgieron las primeras industrias en Inglaterra y en EEUU, cuando frente al
surgimiento de la revolución industrial se contraponía el interés de la fuerza de trabajo. En el
siglo XIX los empresarios tenían más derechos que los trabajadores quienes incluso
laboraban en condiciones precarias: más de 12 horas de trabajo diarias, pésimas condiciones
de trabajo lo que produjo muchos accidentes laborales, sin ninguna protección contra el
despido lo cual los obligaba a aceptar las pésimas condiciones laborales impuestas por el
empleador, y la total desprotección de los trabajadores quienes prácticamente no tenían
ningún derecho sino que eran considerados trabajadores obligados a trabajar aun cuando las
condiciones sean paupérrimas, y los salarios bajos, pero sin tener ningún derecho laboral. [1]

En ese contexto, “los hombres de ciencia entienden por revolución industrial el proceso del
paso del trabajo manual, en el oficio y la manufactura, a la producción maquinizada (fabril). La
principal consecuencia social de este proceso fue la formalización de dos clases
fundamentales de la sociedad burguesa-la burguesía industrial y el proletariado fabril-y el
surgimiento de la lucha entre ellas” (Mijailov: 9).

Aquí es cuando surgió la necesidad de proteger al trabajador, pero en un inicio no fueron


derechos entregados por una autoridad como el Estado, sino que fueron derechos reclamados
por los trabajadores en conjunto y de ahí surgieron los sindicatos o derechos colectivos
laborales: “Esto propició la reacción organizada de los trabajadores, planteando
reclamaciones colectivas en busca de una mejora de su calidad de vida. También supuso la
intervención del Estado para limitar la autonomía de la voluntad empresarial a favor del
restablecimiento de un equilibrio que permitiera una negociación más pareja entre las partes.
(…) De una u otra manera, la legislación protectora y sobre todo la acción de las primeras
organizaciones sindicales fueron logrando que se fijen reglas básicas que limitaron el abuso
de los empleadores” (Boza 2011:22).

Lo que busca este trabajo es analizar la evolución del derecho colectivo del trabajo en el Perú
de tal forma de confirmar si este derecho ha sido ejercido por todos los trabajadores o si solo
ha beneficiado a los trabajadores que tienen cierta estabilidad laboral y que tienen un régimen
laboral indeterminado. En especial se analizará la época de la república peruana porque es
aquí cuando se presentan los mayores cambios, lo cual permitirá observar su evolución y
predecir la situación en el futuro.

____________

[1]
 Serie de History Channel: “The man who buildt America”. Año 2007.

CAPITULO 1
1.El surgimiento de los derechos laborales y colectivos del trabajo en Europa y Estados
Unidos

Es importante ver el surgimiento de los derechos laborales aun cuando el contexto social sea
aparentemente diferente debido a que se trata de orígenes anglosajones, sin embargo, es
evidente la inspiración que tuvo la legislación del derecho del trabajo en el Perú y en
Latinoamérica de acuerdo con lo logrado en materia laboral en estos países.
Los derechos colectivos del trabajo tienen su origen y explosión en Europa con la Revolución
Industrial, y es reconocido como uno de los grandes episodios de la historia humana. Esta
implicó un cambio de modos de vida generalizado e intenso y fue en tal sentido una auténtica
revolución, una convulsión profunda, no sólo industrial sino también social e intelectual
aunque sus traumatismos no fueran instantáneos, sino largamente preparados y prolongados
en el tiempo, generando en suma una nueva civilización o una nueva cultura. (González 2015:
14)

Sin la Revolución Industrial difícilmente se hubieran producido los factores fundantes del
fenómeno sindical. Los particulares caracteres de los cambios productivos y del mundo del
trabajo en Gran Bretaña, a fines del siglo XVIII y comienzos del XIX, posteriormente
extendidos al resto de Europa y más tardíamente a América Latina, configuran el contexto
adecuado dentro del cual se desarrollará el Derecho del Trabajo, especialmente el Derecho
Colectivo. De esta manera, se produce la formación de la primera y más numerosa clase
obrera. Nacen las grandes fábricas y manufactureras, generalizándose el sistema de la
compraventa de la fuerza de trabajo y contratación asalariada. Capital y trabajo (Gonzales
2015: 14).

La “colectivización del trabajo” permitió una lenta, pero segura, toma de conciencia por parte
de los trabajadores, de sus necesidades e intereses comunes, y del poder colectivo. Por otra
parte, no existe acuerdo en cuanto a la existencia de organizaciones o agrupaciones
antecesoras de los sindicatos. Pareciera que las antiguas corporaciones medievales serían el
antecedente histórico de las agrupaciones de trabajadores (Gonzales 2015: 16).

En estos países, el surgimiento del derecho laboral, individual y colectivo, se confunde en un


sólo proceso con la formación de la sociedad industrial o capitalista y del movimiento sindical.
Las normas se fueron expandiendo por países y de manera muy desigual. Las primeras
expresiones de la protesta obrera fueron inorgánicas, más políticas que reivindicativas y
enmarcados en las fronteras de países como Inglaterra, Francia, Alemania y Estados Unidos.
Luego se hicieron más generales e internacionales y se fueron configurando, en la segunda
mitad del Siglo XIX y las dos primeras décadas del XX, las corrientes político-sindicales que
han predominado hasta nuestros días. Por otro lado, la Iglesia, desde muy temprano, ingresó
en esta disputa por influir en los trabajadores. El anterior proceso social y político sirvió de
sustento al surgimiento de las instituciones del derecho colectivo del trabajo. Los hechos
fueron primero, luego vino la intervención de la sociedad y el Estado para regularlos: “Las
instituciones del derecho colectivo del trabajo nacieron antes de su reconocimiento y de su
reglamentación legal; el orden jurídico reconoció la coalición, la asociación, la huelga y el
contrato colectivo tiempo después de su existencia, cuando el Estado perdió fuerza y no logró
destruirlos” (González 2015: 12). Es importante observar que en estos países el origen de las
luchas de los derechos laborales no solamente fue por mejorar las condiciones de trabajo sino
que tuvieron una  finalidad política, como una revuelta social contra el gobierno de ese
momento.

1.1.El surgimiento de los derechos laborales en Latinoamérica

El contexto latinoamericano señala claramente que durante el siglo XIX la filosofía


prevaleciente fue el “laissez faire” inspirado en el liberalismo europeo, donde el mercado se
dejaba en manos del juego libre de la oferta y la demanda. Sin embargo, es en el transcurso
del siglo XX cuando el Estado comenzó a intervenir más activamente en la economía y en el
mercado de trabajo. Es así que, luego de la crisis de los años treinta, el Estado pasó de una
etapa de abstencionismo a la de formulación de políticas de sustitución de importaciones,
fomentando y protegiendo la industria nacional. A partir de entonces el modelo de desarrollo
económico prevaleciente en América Latina fue el de la economía “cerrada” y de la aplicación
de una política de “crecimiento hacia adentro”, cerrando su mercado a la competencia
internacional.  En la mayoría de países este modelo mantuvo su vigencia por lo menos hasta
la década de los ochenta. (Ciudad 2004: 22)

Así, uno de los grandes elementos socio-políticos que se encuentra en la formación del
Derecho de Trabajo en América Latina es el modelo de economía protegida, cerrada y
orientada hacia el interior, también denominado de sustitución de importaciones. A su vez, el
Estado que protegía la industria nacional y buscaba atenuar el conflicto social, se erigió en
protector de los trabajadores urbanos, en cuyo favor promulgó una legislación que en aquella
misma época era aún más incipiente en Europa.

En general, las primeras organizaciones sindicales en Latinoamérica aparecen a fines del


siglo XVIII, a medida que se desarrollaba la empresa capitalista. Los gestores de estos
movimientos fueron en gran parte obreros emigrados y refugiados políticos, pero sin olvidar el
carácter solidario y comprometido del trabajador peruano (Aliaga 2003).             Los
organismos sindicales en América Latina surgen a fines del siglo pasado y a comienzos del
siglo XIX en Argentina, Uruguay, Cuba y en México; luego el movimiento avanzó hacia Chile,
Perú y a otros países de este continente.

Es cuando surge con fuerza el sindicalismo en forma de “sociedades de resistencia”, que


luchan por mejorar las condiciones de vida y trabajo, representando el nuevo espíritu de la
clase trabajadora, el de la “lucha de clases”, como respuesta a las injusticias de que eran
objeto los asalariados.

La política no fue ajena a la evolución del derecho sindical en Latinoamérica. El sindicalismo


latinoamericano tuvo su origen en base a posiciones políticas de izquierda, de acuerdo con la
teoría de la “lucha de clases”. Una parte importante del movimiento obrero, paulatinamente,
adquiere un contenido marxista, ante la abierta oposición de los empleadores y la fuerte
represión de los gobiernos. Luego, con el reconocimiento legal del sindicalismo, éste se
expande y adopta formas más pragmáticas o legales, ejerciendo un importante rol en la vida
de los países americanos. En América Latina es posible distinguir un sindicalismo de clase en
países como Bolivia, Chile o Perú y otro populista en Argentina, Brasil y México. (Gonzales
2015)

En países latinoamericanos como Perú y Chile, el movimiento sindical ha tenido menor


importancia que su par europeo, por el hecho de que la tutela laboral se ha realizado por
medio de leyes protectoras más que por la negociación colectiva, sin perjuicio de algunas
enmiendas legales que se han basado en contratos colectivos, como fue el caso de la
indemnización por años de servicio. Además, gran parte de la actuación sindical a nivel
supraempresa se ha orientado a presionar al Estado a fin de obtener leyes laborales y
previsionales (Gonzales 2015). También por el hecho de la creación normativa de la jornada
de 8 horas, protección frente a accidentes de trabajo y posteriormente el fuero sindical y la
estabilidad laboral, en el caso de Perú, los cuales son factores que dieron la protección
necesaria para que se desarrolle el derecho sindical, pero antes de estos aportes legislativos
si bien sí existían sindicatos no se sabe de algún logro sindical relevante que se haya hecho
como parte de las negociaciones colectivas, salvo, en el caso peruano que gracias a las
protestas sociales, con el “decreto del 19 de enero de 1919 se estableció la jornada de ocho
horas en el Perú, pero dicho logro pudo plasmarse gracias a la tenaz lucha de los
trabajadores, como la representada por la Federación Obrera de Lima” (Aliaga 2003:     60)

 
1.2.El surgimiento de los derechos colectivos del trabajo en el Perú

Mientras que en el contexto peruano, la preocupación por salvaguardar los derechos laborales
y los derechos colectivos del trabajo en específico ha sido tardía, es así que el derecho al
trabajo desarrollado en Europa en los siglos XVIII hasta el siglo XX se replicó en
Latinoamérica recién varias décadas después, lo cual ha traído consigo diferencias entre
ambas realidades, de tal forma que “mientras en Europa las organizaciones sindicales han
sido importantes actores en los procesos contemporáneos, en Latinoamérica- salvo contadas
excepciones- más bien han tenido un papel modesto. La consecuencia de esto ha sido que
mientras en Europa existen múltiples ejemplos de sistemas de relaciones colectivas de trabajo
consolidadas y con regulaciones autónomas de bastante importancia; entre nosotros tales
manifestaciones son excepcionales, siendo el legislador el llamado a suplantar el papel
regulador que naturalmente corresponde al sindicato, regulando varios derechos y
reglamentando su aplicación en una profusa legislación laboral” (Boza 2011:33).

Entiendo que esto se debe a que en Latinoamérica y en especial en el Perú no hemos vivido
una revolución industrial del nivel de Inglaterra o Estados Unidos, por ejemplo en Estados
Unidos sobresale el modelo de escala de producción masiva de Ford para la construcción de
automóviles, y ese modelo se utilizó incluso para producir golosinas. Lo cual produce una
diferencia abismal con respecto a la realidad peruana, donde antes que el sector empresarial
apueste por la innovación y tecnificación de su producción lo que hicieron fue crear industrias
extractivas como del caucho, mineras, agrícolas, etc. Lo que produjo que la sindicalización
moderna se retrase, porque cabe señalar que otras formas de agremiación más arcaicas sí
han existido en la realidad no solamente latinoamericana, sino mundial, como más adelante se
desarrollará.

Muchos autores coinciden en que la sindicación en el Perú y en Latinoamérica tuvo un retraso


de décadas con respecto a la europea o estadounidense debido a ese factor del “tardío
proceso de industrialización que produjo que el surgimiento del sindicalismo se haya visto
retrasado en nuestro continente por múltiples factores de diversa índole. En primer lugar cabe
señalar el retraso económico de nuestros países, esencialmente agrarios y mineros hasta
comienzos del siglo XX. Por otra parte, la actitud hostil de los gobernantes, la fuerte represión
a las manifestaciones obreras, la intransigencia de los empleadores, la violencia de ciertas
manifestaciones populares, la excesiva influencia de los partidos políticos en la cúpula
sindical, han sido factores que han complotado en contra del crecimiento y desarrollo del
sindicalismo en nuestro continente”. (González 2015). Un ejemplo de ello, como se mencionó,
es cuando el presidente del Perú Sánchez Cerro ordenó erradicar la CGTP en 1930.

Podemos afirmar que el origen y formación del sindicalismo europeo es diferente del
latinoamericano y en especial del sindicalismo peruano. De manera general debemos decir
que el movimiento sindical en los pueblos latinoamericanos, no tuvo la tradición, ni la
proyección de los sindicatos en el desarrollo de la sociedad europea.

No podemos negar que el sindicalismo sea una respuesta a la cuestión social, y que esta
fuera una consecuencia de la revolución industrial. Sin embargo, como mencionamos, “en
América la revolución industrial llegó tarde, si tomamos como referencia los movimientos
sindicales en Inglaterra y después a otros pueblos occidentales así se debe anotar que la
industrialización no se realizó de manera uniforme en América; y de esta manera advertimos
que la actividad económica en estos lares, avanzó en función de los interés del capitalismo
financiero que abiertamente convirtió a nuestros pueblos en simples proveedores de materia
prima” (Aliaga 2003). En simples extractores de recursos naturales desde el guano, caucho,
hasta los minerales.
2.Gremios sindicales en el Perú

Contrariamente a lo que mi hipótesis señalaba, en realidad en el Perú de la época republicana


desde inicios del siglo XX hasta mediados de 1979 sí tuvo una gran cantidad de sindicatos
que incluso están certificados porque en su momento fueron registrados. De hecho, el autor
Didier Aliaga en su tesis señala que en el Perú siempre  han existido gremios incluso desde la
época de la colonia, pero es recién en el siglo XX cuando se crean los sindicatos “modernos”:

Históricamente desde la época colonial en el Perú, la libertad sindical y gremial es una tarea
tradicional en el Perú. Entonces, se permitió a los trabajadores la libre constitución de
gremios, dedicados entonces a un sinnúmero de especialidades – espaderos, torneros,
platerios, etc. Al respecto el Estado Español dictó una variedad de ordenanzas que ligaban la
organización corporativa con un sistema de cofradías marcadamente religiosas. (Aliaga 2003)

Incluso, “los antecedentes de la organización sindical podrían encontrarse en las asociaciones


formadas por los compañeros u oficiales de los talleres artesanales en la edad media para
defenderse de los maestros y velar por sus intereses”. Pero, es desde la segunda mitad del
siglo XVIII, que las asociaciones profesionales modernos nacen y se desarrollan, sobre todo
bajo la forma de sindicatos que agrupan a individuos de idéntica ocupación u oficio y por
consiguiente con intereses comunes.

“Las nuevas organizaciones de obreros aparecen como una consecuencia del desarrollo de la
empresa capitalista impulsada por la revolución industrial”. En ese sentido, es evidentemente
que el derecho sindical está vinculado con el capitalismo porque este derecho sindical se
formó en las empresas donde trabajan los trabajadores, quienes evidentemente tienen
intereses contrapuestos con los empleadores. El derecho sindical nace en ese contexto de la
revolución industrial.

Concluyendo este punto podemos anotar que aunque el derecho de asociarse con fines
profesionales y económicos es una conquista de los trabajadores relativamente moderna y
que adquiere su esplendor y penumbra en estas décadas, ha existido en épocas anteriores la
tendencia a formar asociaciones que aunque no han tendido el carácter de los sindicatos
actuales tienen relación con el trabajo, pues ha existido desde épocas remotas la agremiación
de las personas que practicaban el mismo oficio con reglamentaciones y modalidades propias:
advirtiendo que todos estos afanes tienen como fundamento esencial el espíritu gregario del
ser humano. (Aliaga 2003)

“El movimiento obrero latinoamericano”, de Moisés Poblete Troncoso, anota que la era
republicana de América, pasó por tres etapas, perfectamente definidas. En la 1era etapa,
nacen los mutuales, que son las primeras manifestaciones del espíritu de asociación,
paralelas a un desarrollo económico incipiente en el que no existía sino el artesano o los
primeros obreros de una organización industrial en sus comienzos. Esta etapa abarca todo el
siglo XIX, en el que los obreros solo se reúnen para atender las necesidades inmediatas y
angustiosas que producen en casos de enfermedad, que la mutualidad llena en este periodo
histórico del movimiento obrero, una necesidad física, y a la vez que espiritual.

El autor también señala que el año 1919, significa una referencia importante para el
movimiento sindical, que “prosiguió su avance pese a los obstáculos y zancadilla que ponían
los gobiernos de turno”. La carta política de 1920 ha sido nuestra primera Constitución en
incorporar los derechos sociales al trabajo, al bienestar y la seguridad, inspirándose en las
Constituciones alemandas de Weimar de 1919 y mexicana de Querétaro de 1917 y en los
programas socialistas surgidos después de la Primera Guerra Mundial.
2.1.Confederación General de Trabajadores

Asimismo, la figura de José Carlos Mariátegui merece mención especial en el ámbito sindical
pues se le reconoce la creación en 1929 de la Confederación General de Trabajadores del
Perú que representa una primera etapa de centralización nacional en la vida de los sindicatos,
lo cual evidentemente es tardía con respecto a la creación de los sindicatos europeos. Este
movimiento animó la formación de organizaciones sindicales en todo el Perú; “tal acción trajo
como consecuencia que el 12 de noviembre de 1930, mediante DL 6926, del Presidente del
gobierno militar Luis Sánchez Cerro, disuelve la Confederación General de Trabajadores del
Perú”, no cabe duda de el presidente que disolvió la CGTP porque temía que se produzcan
revueltas sociales que pongan en peligro al orden público, pero sobre todo a su gestión de
gobierno.

Esa era normalmente la excusa para mantener en control a los sindicatos, así también el
“comportamiento de los empleadores que comprometidos con los gobiernos de turno,
identificaron las luchas sindicales, como conducta destructora del orden público, la paz social,
etc. Sumado a esto la falta de una cultura sindical, se produjo en los grupos de trabajadores
un psicología que rechaza o desconfía de toda organización” (Aliaga 2003)

Estos años fueron de una intensa lucha política determinada por Sánchez Cerro y Víctor Raúl
Haya de la Torre, jefe del flamante Partido Aprista Peruano, que se apoyaba principalmente
en las clases medias, los universitarios, en los sindicatos y en los obreros de nuestro
incipiente industrialismo. (Aliaga 2003)

Sin embargo, ello no impidió que el 1° de Mayo de 1944, se cree la Confederación de


Trabajadores del Perú (CTP), que fue cuestionada en cuanto a su orientación política “de
derecha”. Sin embargo y aunque las actividades políticas partidaristas contrarían los fines del
sindicalismo, no podemos negar que encarnaban los matices del pensamiento de la sociedad
en el contexto de esos años. (Aliaga 2003)

Con respecto al desarrollo constitucional de la época, en materia de garantías sociales la


Constitución de 1933, estableció el reconocimiento del contrato colectivo del trabajo, la
participación del Estado en las utilidades mineras y de los trabajadores en las ganancias de
las empresas donde sirve y uno de los aportes importantes fue la concesión del sufragio a las
mujeres. En este párrafo destacó el debate constitucional que propició el Congreso
Constituyente de 1931, el partido Aprista quiso limitar el sufragio femenino a las mujeres que
trabajan o estudian, posesión que no fue aceptada porque finalmente la Ley 12391 del 7 de
setiembre de 1955, reconoció a las mujeres el derecho a voto. Distinción que permitió el
ingreso de las mujeres en el quehacer de los sindicatos y por lo tanto amplió las alas de la
libertad sindical. (Aliaga 2003)

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