UNIDAD UNO Prueba en El Proceso Civil Cba
UNIDAD UNO Prueba en El Proceso Civil Cba
UNIDAD UNO Prueba en El Proceso Civil Cba
LA PRUEBA EN GENERAL
Estimados alumnos:
En la primera parte de este módulo veremos los aspectos generales de la prueba judicial.
Aquí responderemos a las preguntas: ¿qué es lo que debe probarse?, ¿Quién prueba?, o ¿cómo
se prueba?, entre otras.
También estudiaremos, por ejemplo, los principios aplicables, que nos servirán de guía al
momento de resolver una problemática concreta. Por ejemplo, el principio de adquisición
procesal es la pauta más importante a tener en cuenta para decidir hasta qué momento las
partes pueden desistir de las pruebas que han ofrecido.
Aprenderemos cuál es la conducta que las partes deben seguir durante esta etapa del juicio y,
por último, el análisis de las reglas de la carga probatoria nos permitirá saber cómo debe
resolver el Juez en los casos en que la prueba producida en la causa sea insuficiente o escasa.
Sólo para quienes quieran profundizar estos temas, en las notas al final del texto hemos
desarrollado algunos de manera más exhaustiva.
Introducción
El proceso judicial tiene como fin específico la fijación de los hechos fundantes de las
pretensiones de los sujetos procesales y la aplicación del derecho. En otras palabras, tiende a
confirmar o desechar determinado acontecimiento de la vida, afirmado como existente por
una de las partes y negado por la otra, sobre el que ha de fundamentarse la solución. La
noción de prueba[1] no es exclusiva del derecho procesal, sino que campea en todas las ramas
del derecho. Ello, toda vez que, si bien los códigos formales regulan el procedimiento
probatorio, esto es, el camino procesal que ha de seguirse para la producción de la prueba
(las condiciones de admisibilidad de los medios probatorios, los requisitos de lugar, tiempo y
modo en que han de producirse), también las leyes sustanciales dictan reglas concernientes al
valor que debe adjudicarse a cada medio de prueba, pudiendo incluso determinar que ciertos
hechos pueden ser probados sólo con un determinado medio de prueba.
Estaría de más recordar la importancia de la prueba, dado que en la mayoría de las ocasiones,
de su eficacia dependerá la suerte del juicio (y por ende, también el monto de los honorarios
del letrado). Puede afirmarse que “la actividad probatoria es el esfuerzo que realizan todos
los sujetos de la litis, tendientes a demostrar la verdad de los hechos controvertidos del
proceso”[2] .
Concepto de prueba[3]
Es la comprobación judicial por los medios que la ley establece, de la verdad de un hecho
controvertido del cual depende el derecho que se pretende[4] . En otras palabras, la prueba
judicial constituye el conjunto de reglas que regulan la admisión, producción y valoración de
los diversos medios que pueden emplearse para llevar al juez a la convicción sobre los hechos
que interesan al proceso.-
En una primera aproximación, podemos decir que el objeto de la prueba son los hechos
controvertidos. Es decir, los hechos esgrimidos por las partes en sus pretensiones y que han
sido desconocidos. Si ocurre dicha situación, corresponderá la apertura a prueba de la causa,
ya sea a pedido de parte, o de oficio (art. 198 Código Procesal Civil y Comercial de Córdoba,
en adelante: CPC; y art. 359 Código de Procedimientos civiles de la Nación, al cual nos
referiremos con la sigla CPCN). Recordemos que la no contestación de la demanda por el
accionado no exime al actor de acreditar los extremos fundantes de su petición[5] . Entonces,
en lo que nos interesa, debemos entender que los hechos son controvertidos aún cuando el
demandado haya respondido con el silencio, o con negativas genéricas o respuestas
evasivas[6] . En definitiva, en la práctica, y por responsabilidad profesional, esto nos obliga a
producir prueba, más aún, por ejemplo, si estamos hablando de un juicio de daños y
perjuicios.
En la ley federal, para que proceda la apertura a prueba, no sólo deben existir hechos
controvertidos, sino que estos, además, deben ser “conducentes”, es decir, relacionados con
la cuestión a resolver y útiles para ello, tal como se desprende de la norma mencionada.
a) Hechos admitidos.
El hecho admitido de manera expresa, está exento de prueba, ya que no resulta necesario
acreditar lo que el adversario dice en idéntico sentido (Este tema de la admisión de los
hechos, tiene sus bemoles, que se desarrollan en la nota al final, para quien quiera
profundizarlo)[11] .
La admisión expresa del hecho produce dos consecuencias necesarias, por lo menos en el
campo de los derechos disponibles: la primera es que obliga al juez a tener por cierto la
afirmación bilateral al tiempo de sentenciar; y la segunda es que debe tenerlo por
suficientemente acreditado sin necesidad de prueba adicional.
De todos modos, en ciertos procesos en donde está interesado el orden público, el hecho
debe probarse a pesar de estar expresamente reconocido por la contraria. En estos casos, la
admisión pasa a ser un medio de prueba que el juez considerará en la sentencia junto con las
demás pruebas producidas. Ejemplos de este tipo de procesos los encontramos en el derecho
de familia, respecto de hechos que se refieren al estado de las personas, al principio de
verdad biológica o cuando se vinculan a derechos personalísimos de los sujetos en los que se
interesa el orden público del Estado.-
b) Hechos notorios.
Existen hechos que no es necesario probar por su notoriedad pública. Se reputan
públicamente notorios aquellos hechos, cuya existencia es conocida por la generalidad de los
ciudadanos de cultura media en el tiempo y en el lugar en que se produce la decisión.
También aquellos hechos que pertenezcan a la experiencia común. Sólo por citar un ejemplo:
no hace falta diligenciar prueba a los fines de demostrar la crisis económica de fines del año
2001[12] . Cabe destacar que la exención de prueba del hecho notorio, no excluye la carga de
afirmarlo.-
c) Hechos evidentes.
Por su parte, evidente es aquello obvio, claro, patente, que no ofrece la menor duda[13] .
Podemos citar como ejemplo de hechos evidentes que la luz del día favorece la visión de las
cosas y que la oscuridad la dificulta[14] .
Los hechos evidentes están exentos de prueba, pero, a diferencia de los notorios, no
necesitan ser alegados.-
d) Hechos normales.
Hechos normales son aquellos que suceden conforme lo regula el curso natural de las cosas.-
A falta de prueba, debe suponerse que los hechos sucedieron conforme a lo normal y regular
en la ocurrencia de las cosas.-
Así por ejemplo: el que alega en un juicio capacidad procesal -capacidad de hecho- y es
mayor de edad, no necesita probarla; el que alegue lo contrario, tendrá que probar que dicho
sujeto carece de discernimiento, de juicio o de voluntad. Para algunos autores, como
Kielmanovich[15] , los llamados “hechos normales” no se encuentran exentos de prueba. Sino
que suponen una inversión de la carga de la misma, que pesa sobre quien sostiene un hecho
contrario al estado normal y habitual de las cosas.-
f) El derecho nacional.
El derecho nacional no debe ser objeto de prueba ya que se presume conocido por quien lo
debe aplicar[18] (ver art. 20 del C. C.). Rige la regla “iura novit curia”[19] .-
Como dijimos anteriormente, el art. 360 del CPCN responde alsistema de “preadecuación
discrecional” de la prueba, que le otorga al juez facultades para inadmitir aquellas pruebas
que no se refieran a hechos que han sido fijados con antelación como objeto de ella. A ese
fin, el de fijar los hechos que deberán ser objeto de prueba, se lleva a cabo esta audiencia. Si
bien doctrinariamente esta innovación legislativa de la ley 25488 (que modificó el acto similar
que ya fijaba la ley 24573) fue festejada por los especialistas, se encuentra discutida por la
“práctica” judicial, ya que la cantidad de pleitos sustanciados en los Tribunales impide al
Juez llevar a cabo en forma efectiva las finalidades que la audiencia preliminar tiene (a pesar
de la conminación de nulidad que la inasistencia del magistrado apareja, por lo menos a nivel
formal). Para que el sistema funcione, el titular del Tribunal debería conocer el expediente a
la perfección antes de la realización de la audiencia y, en la práctica, por muchos motivos,
sabemos que el Juez recién se dedica al conocimiento profundo de la causa en oportunidad
de dictar sentencia.
¿Cómo se prueba?
El Procedimiento probatorio.--
El procedimiento probatorio comprende la totalidad de las actividades procesales
relacionadas con la prueba en sus diversas etapas y fases[41] . Abarca la introducción,
admisión y el ordenamiento de la prueba, como también su recepción y práctica.-
diligenciamiento previo; y
recepción definitiva.
¿Qué sucede en el caso de que el ofrecimiento de prueba haya sido firmado únicamente por
el letrado que no tiene carácter de apoderado?
Cuando el letrado es sólo patrocinante, aquél debe recordar que el ofrecimiento de prueba es
de los actos que necesariamente llevan la firma de su cliente (arts. 80/81 CPC, y 56/57
CPCN). Como todo acto procesal, sin embargo, puede ser ratificado por el mandante, con
efecto retroactivo (art. 1936 C.C.).
Pero, en este caso, como el plazo de prueba es fatal, se encuentra afectado el derecho de la
otra parte y está en juego el principio de preclusión. Por ende, esa ratificación debe ser
realizada dentro del plazo en cuestión, so pena de ser tenida por extemporánea[42] . Por
ejemplo: el letrado patrocinante ofreció prueba testimonial a los ocho días de abierta la
causa a prueba (sin la firma del patrocinado). Cinco días más tarde (es decir, con el plazo ya
vencido –que es de 10 días), el cliente ratifica lo actuado. En ese caso, la prueba debe ser
rechazada.
¿Puede ofrecerse prueba en segunda instancia?
La posibilidad existe, pero es excepcional, tanto que aquí no rige el principio de libertad
probatoria, y es uno de los pocos supuestos en que el Tribunal (en este caso la Cámara) puede
analizar la pertinencia de la prueba, rechazando la misma de considerarla impertinente.
El tema está tratado en el art. 375 del CPC, y según la doctrina[43] son 4 los supuestos en que
puede permitirse: 1) Prueba no producida en primera instancia, pero sin culpa de la parte
proponente, 2) Replanteo de medidas probatorias denegadas, 3) Hechos nuevos, y 4) Caso del
rebelde citado por edictos. A nivel federal, la cuestión se encuentra legislada en los arts. 66 y
260/263 del CPCN.
Los supuestos referidos a las pruebas documental y confesional los veremos en la unidad tres.
¿Es necesario que el Tribunal dicte un decreto ordenando la clausura del periodo de prueba?
Como hemos visto, el plazo de prueba es fatal. En consecuencia, no es necesario dictar una
resolución que ordene la clausura de dicho período, sin perjuicio de que se siga haciendo así
en muchos lugares, sobre todo en el interior de la Provincia. En el rito federal, la cuestión se
encuentra tratada en la norma del art. 363 del CPCN.
De todas maneras, y como dice el art. 212 del CPC, si aún decretada la clausura se incorpora
una prueba que había sido debidamente instada, es procedente su agregación. Aún después
de realizados los alegatos, e incluso en segunda instancia.
NEGLIGENCIA
¿Que significa negligencia probatoria?
El concepto de negligencia probatoria se encuentra implícitamente contenido en el art. 212
del CPC antes mencionado, al igual que en el art. 384 del CPCN. Partiendo de que el plazo de
prueba es fatal (es decir, fenece por el mero transcurso del tiempo, arts. 49 inc. 4 y 50 del
CPC, y 155 del CPCN), y en virtud del principio dispositivo que rige nuestro ordenamiento,
cada parte soporta la carga de instar la prueba ofrecida, de modo tal que sea diligenciada
antes del vencimiento, so pena de ser acusada de negligente, con la consiguiente pérdida del
derecho a producirla.
Sólo como excepción, si el interesado a quien incumbe urgir la prueba, no la diligenciare
oportunamente por una razón extraña, podrá practicarla una vez vencido el período
probatorio, siempre y cuando la haya instado en término y no pueda imputársele aquella
actitud.
Las normas mencionadas fijan una conducta a seguir: La parte interesada no debe agotar su
actividad en el mero ofrecimiento de la prueba, sino que esa actividad comprende, además,
todo el esfuerzo tendiente a que el elemento de prueba se incorpore al proceso. Son las
partes las que tienen que urgir la producción de las "diligencias" o medidas necesarias para la
incorporación definitiva de la prueba.
Un conocido procesalista cordobés decía en sus clases, enfatizando la importancia del tema:
“Hay que estar arriba de la prueba! Si el testigo no viene, hay pedir nuevo día y que se libre
oficio para que sea traído por la fuerza pública. En el caso de la prueba informativa, si la
entidad no contestó el oficio, hay que pedir su reiteración, si tampoco es contestado, pedir
sanciones. Si el perito no aceptó el cargo, pedir la remoción. Si no presenta el dictamen,
emplazarlo, etc”.
Valga la obviedad, pero negligencia es justamente lo contrario a diligencia. Aquella implica
un juicio de conductas, una apreciación o una mirada subjetiva. Consiste en una actitud de
indolencia, de dejadez, de desidia o desinterés de la parte respecto de las pruebas, al no
realizar las medidas necesarias para lograr su producción en los plazos correspondientes.
Pero lo importante aquí, no es el mero transcurso del tiempo, o el sólo vencimiento del plazo
de prueba (es decir, el dato objetivo), sino que también es necesario el examen de conducta,
de la actividad de la parte (es decir, el dato subjetivo).[75]
No basta el hecho objetivo, dado que todos sabemos que es imposible diligenciar la prueba en
el limitado plazo que el código establece. Entonces, se requiere de un condimento de tipo
subjetivo, como la desidia o el desinterés respecto de la prueba, y que esa inactividad no
tenga justificación.
El análisis debe hacerse en función de las características particulares de cada caso, y debe
tenerse en cuenta cuál es el grado de imputabilidad que pueda hacerse a la parte interesada,
porque hay ocasiones en que hay elementos ajenos que justifican un retraso extraordinario en
la producción de la prueba (por ej., si diligenció el oficio, no lo contestan, pido reiteración,
no hay respuesta, pido astreintes, se lo emplaza bajo ese apercibimiento, tampoco se
cumple, se aplica la sanción, es notificada, y sigo sin contestación del pedido de
informes.....).
En definitiva, se requiere el paso del tiempo, pero también la omisión de la actividad
necesaria para producir la prueba.
2. Vía recursiva, es decir, reposición y/o apelación (vía directa o subsidiaria), en contra
del proveído que ordena la continuación del diligenciamiento de una prueba que se
entiende caducada (ya vimos que era uno de los supuestos de excepción a la
inapelabilidad del art. 198).
VALORACION DE LA PRUEBA
¿Qué significa valorar la prueba?
Podemos decir que la apreciación o valoración de la prueba “... es la actividad intelectual
que realiza el juez para determinar la fuerza probatoria relativa que tiene cada uno de los
medios de prueba en su comparación con los demás, para llegar al resultado de la
correspondencia que en su conjunto debe atribuirles respecto de la versión fáctica
suministrada por las partes[80] .-
Hemos expresado que en principio, el juez debe valorar la prueba en el momento de la
sentencia definitiva, toda vez que con anterioridad, le está vedado analizar la pertinencia o
relevancia de la misma. Es en la oportunidad de resolver el momento en el cual el magistrado
realiza una tarea de selección de los elementos aportados a fin de fijar definitivamente los
hechos, para luego efectuar la aplicación del derecho.
b) Libre convicción
En los procesos que admiten el sistema de libre convicción, basta con que el magistrado
afirme que tiene la convicción moral que los hechos han ocurrido de tal manera, sin
necesidad de desarrollar lógicamente las razones que le conducen a la conclusión
establecida”[82] .
De esta manera, el juez podría asignarle a la prueba la eficacia que discrecionalmente su
conciencia le aconsejara, al margen o con abstracción de lo que resultara de la misma.
Con la libre convicción no debe el juez imperativamente basarse en las pruebas aportadas.
Además hasta podría el juzgador utilizar conocimientos de su saber privado. En este sistema
el juez debe resolver conforme a su leal saber y entender, y como un buen padre de familia.-
En nuestra provincia, está previsto legislativamente para los jueces de paz legos o no letrados
(aunque sabemos que, en la práctica, los Jueces de Paz se limitan a librar medidas
cautelares, o a ser ejecutores de las órdenes dadas por otro Tribunal, actuando casi como
oficiales de Justicia). Asimismo, en el juicio arbitral, cuando se trata de arbitraje de
amigable composición, rigen los arts. 633 del C.P.C. y 766 y 769 del CPCN [83] .
c) Sana crítica
El sistema denominado sana crítica exige un proceso lógico de razonamiento, debiendo el
juez explicar dicho proceso. En el mismo, el Juez usará las reglas de la lógica[84] , de la
experiencia[85] , el sentido común, las leyes de la coherencia y de la derivación, y la
psicología[86] .-
La prueba “...debe apreciarse y valorarse de acuerdo a los principios de la sana crítica [...]
entendiéndose como tales aquellas normas de criterio fundadas en la lógica y en la
experiencia, como ´standard flexible`, que suponen a quien decide un comportamiento
conforme al ´correcto entendimiento humano` y cuyo adecuado respeto permite emitir un
juicio de conocimiento y de valor, referido al objeto de la litis, justificando que la decisión
tenga fuerza de convicción”[87] .-
La lógica y la experiencia deberán ser aplicadas por el juez en la motivación de la sentencia,
la cual no debe implicar discrecionalidad o arbitrariedad. Así, la motivación de la sentencia
debe ser adecuada y presentarse como una garantía para el justiciable (lo que también va a
facilitar la posibilidad de impugnar la decisión). La fundamentación para ser válida, debe ser
expresa, clara, completa, legítima y lógica[88] .-
[1] Probar “es efectuar una labor de traslación. Significa trasladar un hecho o suceso
producido en unas coordenadas tempo-espaciales distintas a las del juez a la presencia de
éste ultimo, haciendo de este modo viable su repetición histórica". “Todo hecho es algo que
impresiona o estampa la realidad circundante y que deja como resultado de dicha
estampación lo que vulgarmente denominaríamos una huella o rastro…. El juez no ve la
realidad pero ve sus huellas” (Muñoz Sabaté, L., Técnica probatoria, en Estudios sobre las
dificultades de la prueba en el proceso, Ed. Praxis, págs. 135 y 236/7).
[2] Ferreyra de De la Rua – Rodríguez Juárez, Manual de Derecho Procesal Civil, Tomo I, Edit.
Alveroni.-
[3] Etimológicamente, el vocablo prueba (al igual que probo) deriva de la voz latina “probus”,
que significa bueno, honrado; así pues, lo que resulta probado es bueno, es correcto, es
auténtico. Cfr. Sentís Melendo, La prueba. Los grandes temas del derecho probatorio, Ejea,
pág. 33; citado por Arazi, Roland, La prueba en el proceso civil. Teoría y práctica, Ediciones
La Rocca, pág. 29.-
[4] Alsina, Hugo, Tratado Teórico Práctico de Derecho Procesal Civil y Comercial, Tomo III,
Ed. Ediar, pág. 225.-
[5] Art. 192 del C.P.C.; TSJ, Sala civil, Sent 144 22/11/04, Roque Gustavo A c/ Norma
Canapino - ord. - rec. De casación - AJ Pag. 4167 - 2° quincena diciembre 2004.
[6] Ver la nota número 11, sobre todo, la opinión de Kielmanovich.
[7] Conf. Kielmanovich, Jorge L., Teoría de la Prueba y Medios probatorios, tercera edición,
Edit. Rubinzal-Culzoni, pág. 43.-
[8] Conf. Alsina, ob. cit., pág. 241; ver además Palacio, Lino E., Derecho Procesal Civil, Edit.
Abeledo Perrot, tomo IV, pág. 358.-
[9] Veamos como se ha expedido la jurisprudencia con respecto a este problema: “La
alegación de que se trata de un hecho negativo no releva de la prueba a quien lo aduce si
aquél es presupuesto de actuación de la norma que esa parte invoca a su favor. Es carga de
las partes la prueba de los presupuestos de hecho, aun los negativos, de las normas sin cuya
aplicación no puede ser estimada la pretensión” (C.N. Civ., Sala A, 18/12/80, Rep. L.L. XLII,
J-Z, 1918, sums. 17 y 16). “Al actor incumbe probar los hechos afirmados en la demanda
cuando fueren desconocidos en el responde, y no hay en el caso una razón valedera que
justifique un apartamiento de ese principio inveterado. No se alegue que se trata de un hecho
negativo de imposible demostración porque esa supuesta excepción a la regla general no goza
ya de predicamento alguno en la doctrina contemporánea, advertida ahora de sus endebles
fundamentos. Demostrar que la Municipalidad omite la prestación del servicio no supone
dificultades mayores que la prueba contraria, es decir, la comprobación de su efectiva
realización” (TSJ de Córdoba, en pleno, 05/08/1983, L.L.C. 1983, pág. 241).- Ahora bien, es
necesario distinguir entre la negativa del hecho afirmado por la parte contraria y la prueba
del hecho negativo.- La negativa del hecho afirmado por la contraparte es una cuestión
vinculada con el instituto de la “carga de la prueba”; y en principio, esta negativa no debe
ser probada, salvo que exista una presunción a favor de quien afirma el hecho simplemente
negado.- El problema de la alegación del hecho negativo es distinto; en general tal alegación
se prueba con el hecho positivo contrario. Ello, toda vez que, como bien lo explicita el Dr.
Kielmanovich, la mayoría de las veces la negativa del hecho encierra en sí la afirmación
contraria (ob. cit., pág. 46 y 47).- Por ejemplo, si digo que no soy casado, que mi terreno no
está baldío; no serían verdaderas negaciones pues estoy en condiciones de aseverar y probar
que soy soltero o viudo, o que en mi terreno hay un edificio (Conf. Eisner, La prueba en el
proceso civil, edit. Abeledo-Perrot, pág. 57).- Las negaciones pueden ser “de cualidad”, así
cuando se niega a una persona una cualidad determinada -por ejemplo que no es mayor de
edad-. Si dicha cualidad es de las que todos tienen, como ser la capacidad, la prueba
corresponde a quien la niegue, mientras que si se trata de una que le compete
accidentalmente -por caso, la posesión de un cargo-, la prueba incumbirá a quien la afirma.
(Conf. Alsina, ob. cit., pág. 252).- Las negaciones además pueden ser “de derecho”, así
cuando se afirma que un hecho o acto no es conforme a derecho -vgr.: la ilicitud de la
compraventa celebrada entre cónyuges-; en estos casos no se requiere prueba sino la simple
invocación o declaración oficiosa del precepto que así lo indica.- Siguiendo al mismo autor,
las negaciones por último pueden ser “de hecho”, por ejemplo “el cuchillo no es de plata;
“no se ha firmado el contrato” (ejemplos extraídos de Arazi, ob. cit., pág. 65 y 66). Estas a su
vez pueden ser “simples” o “calificadas”.- Las negativas de hecho “simples” son aquellas que
no determinan circunstancias de tiempo y de lugar, así cuando se desconoce haber celebrado
contrato alguno. Es lo que se produce cuando el demandado niega el hecho constitutivo
afirmado por el actor. En este caso al demandado le basta con su negativa -no le es exigible
probar su negación-, siempre y cuando el hecho en cuestión no sea de aquellos presumidos
por la ley.- Las negativas de hecho “calificadas”, por el contrario, son aquellas que importan
una afirmación, por ejemplo cuando se alega que “no se contrajo espontáneamente la
obligación porque se afirma implícitamente un hecho: la violencia, el dolo, el error. Es lo que
ocurre cuando el demandado se excepciona alegando un hecho impeditivo, modificativo o
extintivo” (Alsina, ob. cit., pág. 252).- Por tanto, las negativas de hecho simples o absolutas
son verdaderas negaciones, toda vez que se refieren a hechos indefinidos, “es decir la nada
en el espacio y en el tiempo (un nunca, un jamás), en tal caso, la prueba “sería diabólica y el
Derecho exime de su carga a quien alega por ejemplo: yo jamás estuve en dicho pueblo; Juan
nunca me pagó la deuda” (Cfr. Eisner, La prueba, ob. cit., pág. 57, nota 23).- “Por eso es que
se sostiene que la contraparte de quien invoca un hecho indefinido, por lo general, se
encuentra en una mejor posición para probar aún cuanto más no fuera un solo hecho positivo
contrario a la proposición indefinida...” (Kielmanovich, ob. cit., pág. 49; ver además Arazi,
ob. cit., pág. 66).-
[10] Arazi, Roland; La prueba..., ob. cit., pág. 66.-
[11] La admisión de los hechos puede ser simple o calificada. De la primera especie son los
hechos que se aceptan lisa y llanamente por la contraria sin salvedades. Es calificada cuando
se acepta el hecho invocado por la contraparte, pero se introducen aclaraciones o
explicaciones o se les atribuye una configuración legal distinta (verbigracia; frente a la
aseveración del demandante de que entregó una suma de dinero en préstamo, el accionado
puede manifestar al momento de contestar la demanda que es cierto que recibió la mentada
suma, pero no en calidad de préstamo, sino de donación). En conclusión: la admisión simple y
expresa de un hecho, torna innecesaria la prueba del mismo (por lo menos en el campo de los
derechos patrimoniales); en cambio, la admisión calificada obliga a verificar la versión que se
introduce, por constituir un hecho modificativo. Además, la admisión expresa y la tácita
producen efectos distintos que provienen del diferente efecto jurídico que al silencio la
asigna la ley (ver art. 192 del C.P.C., y el fallo del TSJ, Sala civil, Sent 144 22/11/04, Roque
Gustavo A c/ Norma Canapino - ord. - rec. De casación - AJ Pag. 4167 - 2° quincena diciembre
2004).- Así, la admisión tácita, derivada del silencio, las respuestas evasivas o la negativa
meramente general de los hechos expuestos por la contraria, no exime de prueba, toda vez
que la norma establece que el juez “podrá” -no deberá- tenerlo por confeso en la sentencia
(art. 192 del C.P.C.). La admisión tácita genera una presunción que debe ser reforzada con
prueba independiente.- Ante el texto del art. 192 “...quien afirmó un hecho tendrá que
probarlo por temor a que el juez, en la sentencia, estime que las actitudes de su contraria
[silencio, respuestas evasivas...] no son suficientes para tenerlo por acreditado” (Arazi, ob.
cit., pág. 50).- Kielmanovich entiende que tanto la negativa expresa como el silencio del
accionado, tornan al hecho alegado por la parte actora en “controvertido”; en este sentido
expresa que “... hablamos del hecho no admitido expresamente, pues en rigor de verdad, la
admisión tácita derivada de la rebeldía, la no contestación de la demanda, o su contestación
con evasivas o negativas genéricas, no le quitan en purismo a aquél su cualidad de
´controvertido`...” (ob. cit., pág. 29).-
[12] La definición del hecho notorio ofrece algunas dificultades, siendo necesario separar
estos hechos de aquellos que simplemente son de conocimiento personal del juez. En los
primeros existe consenso general acerca de su existencia, mientras que los segundos son
conocidos por el magistrado en virtud de una circunstancia particular. El juez puede hacer
mérito, en su sentencia, del hecho notorio, pero no del hecho de su conocimiento personal
(Arazi, ob. cit., pág. 52 y 53).- El hecho notorio es conocido por el juez fuera del proceso,
pero se trata de afirmaciones consideradas como verdad indiscutible por una colectividad
(Cfr. Calamandrei, Pedro, La definición del hecho notorio, en Estudios sobre el proceso civil,
trad. Sentís Melendo. Bibliográfica Argentina, pág. 184 y ss).- Para el Dr. Lino Palacio, se
incluyen dentro de la categoría del hecho notorio a “los hechos históricos o políticos, los
accidentes geográficos y los acontecimientos de cuya existencia dan cuenta los medios
corrientes de difusión, siempre que sean conocidos y tenidos por verdaderos por la
generalidad de las personas de mediana cultura en el lugar y tiempo en que se desenvuelve el
proceso” (ob. cit., pág. 349).- Así, hecho notorio es por ejemplo el descubrimiento de
América; el hecho de que a fines de 1945 fue inventado el procedimiento de división del
átomo, creándose una nueva fuente de energía; aun cuando ese hecho no es conocido por
todos, se encuentra en cualquier texto especializado y la información que surge de tales
textos es aceptada por los miembros de una comunidad (Conf. Couture, ob. cit., pág. 233). En
este sentido, el Dr. Arazi afirma que “No se incluye en la noción del hecho notorio la
necesidad de conocimiento por parte de todos los integrantes de una sociedad; sólo debe
exigirse que ese conocimiento pueda adquirirse fuera del proceso, mediante elementos
(documentos, publicaciones, etc.) al alcance de cualquier persona y cuyo contenido nadie
pone en duda” (ob. cit., pág. 53 y 54).- Cuando el magistrado merita en su sentencia al hecho
notorio, no actúa en calidad de testigo, como sucedería con los hechos simplemente de su
conocimiento personal, sino que lleva al proceso un hecho acerca del cual hay una certeza
generalizada sobre su existencia.- La jurisprudencia ha considerado, entre otros, los
siguientes hechos como notorios: las variaciones en la política económica; la división del
tiempo en meses y días que contiene el calendario; la depreciación monetaria; el aumento
del costo de vida; el tipo de cambio de las divisas extranjeras; que los garages no tienen
cerradas sus puertas durante la noche; la iliquidez por la que atraviesan en un momento dado
las entidades bancarias.- También han sido considerados hechos notorios los siguientes: a)
que las farmacias no extienden nominalmente las facturas de venta de sus productos; b) que
los avalúos fiscales alcanzan a una tercera parte del valor real del inmueble; c) que los
componentes de todo conjunto folklórico actúan de pie y moviéndose o desplazándose al
ritmo o compás de la música que ejecutan o interpretan; d) cuál es el sentido de circulación
en las arterias correspondientes a la ciudad donde tiene su asiento el tribunal (Kielmanovich,
ob. cit., pág. 54, nota nro. 92).- Asimismo, conviene también distinguir al hecho notorio de
las “máximas de la experiencia”. Éstas últimas no son hechos sino “juicios” o “principios
generales” extraídos de la observación del corriente comportamiento de los hombres, o
elementos para la formación del criterio del juez, y operan como sustrato para la elaboración
de una presunción o como regla para la valoración de la eficacia de la prueba (Conf.
Kielmanovich, ob. cit., pág. 57). Un ejemplo de máximas de experiencia: probado que un
automóvil circulaba a 150 km. por hora, el juez puede concluir -aplicando éstas máximas- que
tal velocidad aumenta el riesgo normal del vehículo. De igual manera las máximas de
experiencia le indican al juez que, actualmente, una persona no puede trasladarse desde
Europa hasta América en dos horas (ejemplos extraídos de Arazi, ob. cit., pág. 57).-
[13] El Dr. Arazi destaca que en rigor de verdad, “...se ha reservado la denominación de
evidentes a los hechos que surgen de la mera percepción sensorial” Arazi, Roland; La
prueba..., ob. cit., pág. 56.-
[14] Ejemplo tomado de Couture, Eduardo J., Fundamentos del Derecho Procesal Civil, Edit.
Depalma, pág. 228.-
[15] Ob. cit, pág. 57, nota nro. 106.
[16] Conf. Couture, Eduardo, ob. cit., pág. 228 y 229.-
[17] Gozaíni, Osvaldo, Carga de la prueba. Conceptos clásicos y actuales, en Revista de
Derecho Privado y Comunitario, nº 13: Prueba-I, Rubinzal-Culzoni, 1997, pág. 56).-
[18] El Dr. Kielmanovich expresa que habría una excepción a la regla que se propone; sería el
caso que se tratara de disposiciones de Derecho interno no publicadas oficialmente; así, por
ejemplo, si se tratara de ordenanzas municipales, reglamentaciones administrativas o edictos
de policía que no han sido publicados en el Boletín oficial, la parte interesada en su
aplicación debería probar su existencia (ob. cit., pág. 42).-
[19] Esa regla, desde otra perspectiva, permite al juez no sólo calificar adecuadamente el
derecho aplicable al caso, sino también modificar el cuadro jurídico presentado por las partes
en sus respectivos escritos introductorias. Cfr. Gozaíni, Osvaldo, Carga de la prueba.
Conceptos clásicos y actuales, en Revista de Derecho Privado y Comunitario, nº 13: Prueba-I,
Rubinzal-Culzoni, 1997, pág. 35.-
[20] El hecho no afirmado: Salvo el supuesto de hechos “secundarios” y “sobrevinientes”, el
hecho no afirmado no puede ser objeto de la prueba en el proceso civil dispositivo, pues el
hecho no afirmado no existe como tal dentro de un ordenamiento que, además, obliga a
fundar toda sentencia definitiva o interlocutoria respetando el principio de congruencia.- El
hecho principal es aquél hecho jurídico puesto como fundamento de las demandas o
excepciones de las partes (Liebman, ob. cit., pág. 281). Es el que constituye el fundamento
de la demanda.- Los hechos secundarios -o hechos simples- son aquellos que prueban el
fundamento de la demanda o de la defensa; sirven para integrar al hecho principal. Son
aquellos no afirmados explícitamente, aunque comprendidos genéricamente en el hecho
principal y a partir de los cuales puede argumentarse la existencia de éste último.- Enseña
Palacio que “se hallan por lo tanto excluidos del objeto de la prueba los hechos no afirmados
por ninguna de las partes, aunque ello no descarta la posibilidad de que la actividad
instructora se extienda a la comprobación de circunstancias que si bien no han sido
especificadas con la claridad que exigen los arts. 330, inc. 4º y 356, inc. 2º del CPN [en el
orden local, art. 175 inc. 4 y del C.P.C.], lo fueron en forma incidental y genérica, siempre
que guarden relación con los hechos principales invocados como fundamento de la pretensión
o de la oposición (Palacio, ob. cit, pág. 346; citado por Kielmanovich, ob. cit., pág. 41, nota
nro. 52).- Con respecto al hecho sobreviniente cabe destacar que el artículo 163, inciso 6º del
Código Procesal Civil y Comercial de la Nación, permite, si bien excepcionalmente, la prueba
del hecho no afirmado (ius superveniens), producido durante la sustanciación del juicio, en
tanto el mismo pueda tener la virtualidad de constituir, modificar o extinguir el derecho
debatido en la litis (Ver Fenochietto y Arazi, Código Procesal Civil y Comercial de la Nación,
edit. Astrea, tomo I, pág. 638; Kielmanovich, Hechos nuevos, en J.A. 1992 -III-797 y Hechos
nuevos (a propósito del art. 365 del Código Procesal Civil y Comercial de la Nación), en L.L.
1987 -D-870). Este hecho superveniens “...puede erigirse en objeto de la prueba aun cuando
no hubiese sido alegado, en tanto hubiese acaecido durante la sustanciación del juicio y
guardase aquella vinculación o virtualidad [se refiere a que sea constitutivo, modificativo o
extintivo del derecho discutido en la litis]” (Kielmanovich, ob. cit., pág. 51). Así, por
ejemplo, la sentencia puede hacer mérito del pago efectuado por el asegurador a nombre del
asegurado, aunque ello no hubiese sido alegado por el beneficiario (Cam. Nac. Civil, Sala D,
28/12/70; L.L. 142-608, f. 26.306-S).-
[21] Clariá Olmedo, Jorge, Derecho Procesal, Edit. Depalma, tomo I, pág. 181.-
[22] Ferreyra de De la Rúa – Rodríguez Juárez, Manual...; ob. cit.; Tomo I, Edit. Alveroni, pág.
238.-
[23] Conf. Ferreyra de De la Rúa – González de la Vega de Opl, Lecciones de derecho procesal
civil; edit. Advocatus, pág. 148)
[24] En legislaciones modernas se adopta, como intermedio, el sistema de “preadecuación
discrecional” de la prueba, que significa otorgar al juez facultades para inadmitir la prueba
que no se refiera a hechos que han sido fijados con antelación como objeto de prueba. A ese
fin, fijar los hechos que deberán ser objeto de prueba, se lleva a cabo una audiencia, que en
el orden nacional se denomina “audiencia preliminar” (ver art. 360 del C.P.N.).-
[25] La Excma. Cámara 4° de Apelaciones de Córdoba, ha señalado que "...En el juicio
ejecutivo no se puede ofrecer cualquier prueba, sino tan sólo la pertinente. Ello así, la
prueba que resulte carente de utilidad, es decir, que no guarda correlato con las defensas
opuestas por vía de excepción, conduce a su inadmisión..." "...La apertura a prueba de las
excepciones en un juicio ejecutivo es facultad privativa del juez, quien se halla habilitado
para prescindir de esa etapa procesal cuando considere que los elementos obrantes en su
poder resultan suficientes para pronunciar sentencia, sin necesidad de recurrir a ese medio o
cuando se han opuesto excepciones inadmisibles o bien la prueba ofrecida resulta ser
meramente dilatoria o carente de utilidad" (Cám. 4° de Apel. Cba., in re "Goldman Raúl c/
Perea Nora Elizabeth -PVE-", Sent. nro. 198 del 29712/05, Zeus Cba., nro. 191 pág. 250).-
[26] Los dos últimos ejemplos son nombrados por el Dr. Arturo Echenique en sus clases de
grado de Derecho Procesal Civil en la Facultad de Derecho de la U.N.C..-
[27] Consultar, por ejemplo, las opiniones expresadas en la obra titulada: "Derecho Procesal
Civil", Dirigido por Zinny Jorge H., Edit. Atenea, Cba, año 1997
[28] Ferrer Sergio E., LLC 1997-249, Rechazo in limine del pedido de apertura a prueba o del
despacho de diligencias probatorias en el nuevo Código Procesal Civil.-
[29] Vénica, Oscar Hugo, Código Procesal Civil y Comercial de la Provincia de Córdoba., T. II,
págs. 313/314, Marcos Lerner Editora Córdoba, 1997. Luego de reseñar la postura de Ferrer
señala: “La precedente construcción luce impecable”.-
[30] Kielmanovich, ob. cit., pág. 65.-
[31] Conf. Devis Echandía, Hernando, Teoría general de la prueba judicial, tomo 1, Zavalía,
pág. 124.-
[32] Por lo expuesto, la actividad probatoria cumplida en violación de este principio podrá ser
declarada nula. Cualquier medida probatoria producida en infracción a este principio, lo diga
o no la ley, apareja, si no la nulidad, la ineficacia de la prueba así obtenida (Kielmanovich,
ob. cit., pág. 67). En idéntico sentido se expide Couture: “Una prueba que se ha producido a
espaldas del otro litigante, por regla general, es ineficaz” (ob. cit., pág. 129).-
[33] La regla que comentamos supone un “...contacto directo entre el juez y las partes,
participantes, y órganos de prueba. Este principio contribuye a la autenticidad, la seriedad,
la oportunidad, la pertinencia y la validez de la prueba” (Devis Echandía, ob. cit.).- La
inmediación atañe vitalmente a la eficacia de la prueba en el proceso, y, por ende, a la
efectividad de los procedimientos judiciales, pues supone la exclusión de toda intermediación
artificial e inútil entre el juez y la prueba.- La inmediación supone que el juez debe
desempeñar un papel activo en la conducción de la prueba, debiéndosele otorgar poderes-
deberes amplios a tal fin. Ello marca la tendencia publicística del proceso civil de hoy.- El
sistema de juicio oral es el que más favorece a la efectiva inmediación. La tendencia actual
es la oralidad e inmediación en la práctica de las pruebas, de forma tal que se permita el
contacto entre los protagonistas del trámite y la apreciación directa de la prueba (Cfr.
Ferreyra de De la Rúa – González de la Vega de Opl, ob. cit., pág. 153 y 154).- Imponer la
vigencia de la inmediación, aunque sólo sea en algunos actos del proceso, significa que el
juez podrá observar sin intermediarios la conducta de las partes en el transcurso del debate
probatorio, podrá percibir la forma de declaración de testigos, y tendrá una vívida imagen de
lo acontecido para efectuar una apreciación correcta de todos los elementos de juicio
(Ferreyra de De la Rúa – Rodríguez Juárez, ob. cit., pág. 240 y 241).- Sin embargo, cabe
precisar que la vigencia de este principio en nuestro régimen procesal civil es prácticamente
nula ya que, conforme al sistema dispositivo formal y escrito adoptado, toda actividad se
realiza en forma escrita.- “En tal sentido es tan desesperadamente escrito nuestro sistema
que aún las pruebas de declaración de partes o terceros se recepcionan en forma verbal y
actuada; ello significa que tanto las preguntas como las contestaciones se formulan por
escrito y se plasman textualmente o con la mayor fidelidad posible en actas judiciales que
son conocidas (leídas) por el juez por regla general en oportunidad del dictado de la
sentencia” (Ferreyra de De la Rúa – Rodríguez Juárez, ob. cit., pág. 240).- Decía Radbruch,
criticando la falta de inmediación en el proceso, que los jueces en esas condiciones
“juzgaban sobre la base de deposiciones que nunca habían oído con las propias orejas, y
respecto de partes que nunca habían comparecido ante sus ojos [...] En el estilo uniforme de
secretaría de las actas, iban perdiéndose todos aquellos matices y todos aquellos
imponderables”, para concluir que “se puede aventurar la paradoja de que siendo los poetas
los únicos que saben decir por escrito la verdad, este carisma no suele ser propio de cualquier
redactor de actas judiciales” (citado por Kielmanovich, ob. cit., pág. 72). O como bien lo
expresa Gorphe -citando a De la Grasserie-: “el acta del interrogatorio vela la fisonomía de
los testimonios y no refleja de ellos más que su sombra” (Gorphe, F., La apreciación judicial
de las pruebas, Ed. La Ley, pág. 391).- Por último, resta destacar que otro principio
estrechamente vinculado a la inmediación es el de “personalidad”, que impone la presencia
necesaria de las partes en ciertos actos procesales. Así, por ejemplo, en el Fuero de Familia
de Córdoba (ley 7676), como en el procedimiento laboral (7987), se establece la
comparecencia ineludible de actor y demandado a ciertas audiencias de naturaleza
conciliatoria.-
[34] Vinculado con esto se halla el problema de las cuestiones de difícil acreditación, en
donde se ha dicho que habrá de resolverse en favor de la prueba cuando el hecho histórico no
encuentre en su realizarse ninguna circunstancia apta para recibir su huella, esto es
dificultades de impresionabilidad, o cuando ello acontezca en el proceso de su transmisión o
representación judicial, esto es dificultades de traslatividad, sea por causa del tiempo (vgr.
muerte del testigo), de la distancia (vgr. prueba documental a producirse en países en guerra
o que se halla en poder de un Estado con el cual no se mantienen relaciones diplomáticas),
por obra de terceros (vgr. destrucción de la prueba), o por obra de la parte contraria
(ocultamiento de pruebas), etcétera (Cfr. Muñoz Sabaté, ob. cit., pág. 143).- Por el lugar
donde ocurren los hechos, los verificados en la esfera íntima de las personas, en su
privacidad, así, por ejemplo, en el seno de su hogar, pueden de ordinario dificultar su
impresionabilidad y transmisibilidad si no se hallan documentados (vgr. filmación,
fotografías), pues, por lo general, suceden fuera de la presencia de testigos o frente a
testigos comprendidos dentro de las “generales de la ley” y por ello conceptuados como
sospechosos) (Conf. Kielmanovich, ob. cit., pág. 76). Cuando veamos testimonial
analizaremos el tema de los testigos prohibidos y la interpretación que debe hacerse en los
juicios de divorcio.- También este tipo de problemas (de impresionabilidad o traslatividad),
aparecen cuando los hechos suceden en un espacio cerrado a los ojos de terceros, por
ejemplo en un quirófano, máxime si el paciente se encuentra inconsciente; en éstos casos, la
mala praxis médica puede resultar de muy difícil demostración, particularmente cuando todo
el equipo médico que ha intervenido en la operación ha sido demandado por los daños
inusuales sufridos por aquél -paciente-.- En cuanto al tiempo transcurrido entre el momento
en que se sucedieron los hechos y el momento en que se los representa judicialmente
mediante el testimonio de la partes o terceros, tiene decisiva importancia la propia duración
de la vida humana y la natural merma que sufre la memoria con el paso de los años. Muñoz
Sabaté ilustra con lucidez esta situación: o bien no quedan testigos o bien ya nadie se
acuerda (ob. cit., pág. 149).- El principio en cuestión se refleja en estos casos, marcando una
menor exigencia de precisión en los testimonios rendidos; en la admisibilidad del testimonio
“de oídas”; en la aceptación de pruebas menos idóneas, por ejemplo la testimonial, en lugar
de la pericial para establecer, por ejemplo, la autenticidad de un documento a falta de
documentos indubitados y ausencia o fallecimiento de su otorgante.- En cuanto a las
dificultades derivadas de la naturaleza de los hechos llamados a constituirse en objeto de la
prueba, corresponde incluir mayormente dentro de esta categoría a los hechos ilícitos,
íntimos, negativos, psíquicos y técnicos.- En cuanto a los hechos ilícitos, habrá de tenerse en
cuenta que éstos, se llevan a cabo sigilosamente, procurando no dejar huellas o rastros de su
existencia (inimpresionabilidad intencional) ni en personas ni en cosas, a la par que se
realizan en lugares que se hallan normalmente fuera de la vista de terceros y que coadyuvan
a tal propósito, cuestión que imposibilita o dificulta también su transmisibilidad.- En lo que a
los hechos íntimos se refiere, cabe predicar algo similar a lo expuesto anteriormente para los
hechos ilícitos; aquellos también suceden dentro de un ámbito esencialmente reservado,
oculto a las miradas de terceros, por razones que atañen al pudor de sus protagonistas (vgr.:
el adulterio) o a la confidencialidad de sus negocios (vgr. poder adquisitivo del alimentante),
aspectos que también confluyen sobre la impresionabilidad y transmisibilidad de tales datos
de la realidad.- En esta materia cobra vital importancia la prueba indiciaria, en especial la
valoración del comportamiento procesal de las partes; como así también se impone una
mayor elasticidad en la valoración de la prueba en su conjunto (Conf. Kielmanovich, ob. cit.,
pág. 79; recomiendo la lectura de las notas al pie de la página nro. 170 y 171).- En cuanto al
hecho negativo, se ha resuelto que si bien el que invoca un hecho negativo tiene la carga de
probarlo, dadas las dificultades de la prueba no debe tenerse en este caso un criterio
excesivamente severo; la prueba tiene forzosamente que ser menos completa que en materia
de hechos positivos.- Los hechos psíquicos, por su parte, ocurren y se originan en la esfera
interna del individuo, en el complejo mundo de su psiquis. De ordinario no dejan huella
sensible de sí mismos sino, se conocen a partir de otros hechos que pueden inferirlos. Con
referencia a ellos, se advierte su escasa impresionabilidad y transmisibilidad, sumado a ello
las dificultades de interpretación o traducción de aquellos signos o síntomas que los
evidencian. El magistrado debe en estos casos realizar una profunda y sensible exploración de
la persona y su entorno, y analizar -valorar- con criterio amplio e inteligente la prueba
pericial e indiciaria. Como ejemplos de estos hechos puede citarse la prueba del error o del
dolo como vicio de la voluntad en el régimen del matrimonio; o la enfermedad mental que
habilita el divorcio (art. 203 del Cód. Civil).- Los hechos técnicos son aquellos que para su
establecimiento demandan un conocimiento especial en una ciencia, arte o técnica, y pueden
configurar “defficilioris probaciones” cuando para ello se debe contar con conocimientos de
alta especialización, que exceden la preparación media de los profesionales que se
desempeñan como peritos, o cuando, por el desarrollo de nuestros conocimientos actuales, su
examen bajo tal óptica tampoco permite elaborar un juicio categórico o indudable acerca de
su existencia o inexistencia. En estos casos el tribunal debe favorecer la práctica de la prueba
pericial y acordarle preeminencia por sobre los restantes medios.
[35] Suprema Corte de Mendoza, Sala I, “Diaz Julio C/ Open Mall S.A. P/ Daños y perjuicios”,
5/3/08, Publicado en C. y J. del día 26/5/08, y en La Ley On Line.-
[36] Por ejemplo: Se dice que la prueba testimonial no es hábil si existen procesalmente
medios más idóneos para llegar a la comprobación de los hechos controvertidos. Así, en este
sentido habrá de observarse que si bien la prueba testimonial resultaría admisible para probar
la autenticidad de una firma -a la luz de lo que dispone el artículo 1033 del Cód. Civil-, la
misma devendría de ordinario ineficaz en el caso en que, por las circunstancias de la causa, la
parte hubiese podido ofrecer la prueba más idónea, en la hipótesis, la pericial caligráfica. Sin
embargo, si materialmente la prueba pericial no hubiese podido realizarse por inexistencia de
firmas para el cotejo e imposibilidad de formar cuerpo de escritura, cabrían sí las otras
pruebas a que hace mención el citado dispositivo legal.- Otro ejemplo: para probar la
solvencia económica de una persona que posee dentro de su patrimonio bienes inmuebles y
automotores, el medio original para acreditar el extremo es la prueba informativa dirigida a
los Registros de la Propiedad, o prueba documental. La testimonial no sería idónea.-
[37] Conf. Cam. Nac. Civ., Sala G, 03/06/82; L.L. 1982 -D- 347.-
[38] Conf. Ferreyra de De la Rúa – González de la Vega de Opl, Medios de prueba, edit.
Advocatus, pág. 21.-
[39] En definitiva, “órgano de prueba es la persona que mediante su expresión oral o escrita
trae el elemento probatorio que se introduce en el proceso por el medio regulado por la ley”
Ferreyra de De la Rúa – González de la Vega de Opl, Lecciones..., ob. cit., edit. Advocatus,
pág. 161.-
[40] Vélez Mariconde, Alfredo, Derecho procesal penal, Edit. Marcos Lerner, tomo 1, pág.
341.-
[41] Devis Echandía, ob. cit., pág. 274.
[42] Molina de Caminal, María Rosa, Nulidades en el Proceso Civil, Capitulo 8: La nulidad de lo
actuado sin poder y no ratificado. Pág. 217 y ss., Edit. Advocatus, Córdoba, año 2007.-
[43] Fontaine Julio L., en “Código Procesal Civil y Comercial de la Provincia de Córdoba”, Dir.
Rogelio Ferrer Martinez, T. I, Pág. 713 y ss., Edit. Advocatus, Córdoba, año 2000.-
[44] CC 6 Cba., Sent. 20 del 03/03/2008, Álvarez Oscar c/ López Griselda Alicia – Ejecutivo -
AJ Nº 146, pág. 9612.
[45] Cfr Zavala de González Matilde, Solución de casos, Tomo 3 pág. Pág. 339.
[46] Fallos 238:550.-
[47] “Adecuación entre la idea que se tiene de un objeto y lo que ese objeto es en realidad”
[48] El primer límite se vislumbra en tanto nuestra ley procesal, que se basa en el sistema
dispositivo, confiere a las partes casi de modo exclusivo la tarea de aportar y producir las
pruebas que hacen a sus respectivas pretensiones. A las partes les incumbe, en principio, la
carga de acreditar los hechos y en consecuencia deben ofrecer, diligenciar e instar la
producción de los medios probatorios.- Otro límite se impone por la vigencia, para algunos
medios de prueba, del sistema de valoración denominado de prueba legal, que implica que el
legislador determina apriorísticamente el valor que corresponde atribuir a la prueba (vgr.:
art. 236 del C.P.C., referido a la prueba confesional; y arts. 993, 994, y 995 del Cód. Civil,
referidos al valor probatorio de los instrumentos públicos); o impone o excluye a otros para la
demostración de los hechos (por ej.: arts. 79 y ss., art. 142, y 1193 del Cód. Civil, referidos a
la prueba del nacimiento, de la demencia, y a los contratos que superan la suma de pesos
diez mil, respectivamente).- La búsqueda de la verdad se encuentra limitada además, por
elementos de carácter fácticos. Así por ejemplo, puede suceder que una demanda y su
correspondiente contestación no reflejen exactamente la forma en que ocurrieron los hechos;
esto ocurre cuando las partes los plantearon en forma diferente al fundar sus respectivas
pretensiones (y el Juez deberá limitarse a eso). Otro límite de hecho puede configurarse en la
producción de la prueba; por ejemplo la testimonial: un testigo a veces relata de una manera
diferente lo que efectivamente vio, presenció o sintió; ello puede suceder debido a que la
conducta del sujeto es maliciosa o mendaz, o simplemente porque, por el transcurso del
tiempo, la fragilidad de la memoria, la edad avanzada, o la falta de habilidad del testigo para
relatar el hecho, impiden que éste deponga en forma fidedigna.- Más allá de estos
condicionamientos, se ha dicho que la exclusión de la verdad como valor absoluto nos
conduce a aceptar una concepción más humana y real del proceso judicial; el juez tendrá que
contentarse en la mayoría de los casos con lograr la “certeza” de cómo han ocurrido los
hechos litigiosos necesarios para fundar el decisorio. En palabras del profesor Arazi: “No
podemos decir que el juez tiene que llegar a la verdad, ya que ésta puede ser inaccesible;
pero sí tiene que procurar convencerse de que ha alcanzado esa verdad...; la certeza es la
que lleva al juzgador a creer, sin lugar a dudas, que su conocimiento coincide con la verdad”
(Arazi, ob. cit., pág. 30). Ello no significa dar un nuevo concepto de verdad sino ponerla
dentro de sus justos límites jurídicos. Implica otorgar primacía a su esclarecimiento, evitando
que, por excesivo rigor formal, se evite su obtención en la actividad judicial.-
[49] En palabras del máximo tribunal de la nación: “el proceso civil no puede ser conducido
en términos estrictamente formales. No se trata ciertamente del cumplimiento de ritos
caprichosos, sino del desarrollo de procedimientos destinados al establecimiento de la verdad
jurídica objetiva que es su norte. Que concordantemente con ello la ley procesal vigente
dispone que los jueces tendrán, en cualquier estado del juicio, la facultad de disponer
medidas necesarias para esclarecer los hechos debatidos”.- La verdad jurídica objetiva es un
concepto superador de la tradicional verdad “formal”, pues con ella lo que se pretende es
que los jueces dirijan el proceso y ejerzan en forma efectiva sus poderes de dirección e
instrucción para cumplir con su función pacificadora y de justicia (fines sociales del Estado).-
[50] TSJ, SJ 1100, pág. 127, citado por Vénica, Oscar Hugo; Código Procesal Civil y Comercial
de la Provincia de Córdoba., T. II, pág. 170/1, Marcos Lerner Editora Córdoba, 1997)
[51] Sin embargo, la Cámara 1° Cont. Adm. de Cba. ha interpretado que si bien la norma del
art. 198 del C.P.C.C. se refiere a la apelación, no puede sino entenderse que resulta
comprensiva también de la reposición (arg. art. 199 del C.P.C.C.). En consecuencia, ese
Tribunal expresó que el despacho de diligencias probatorias es irrecurrible (in re "Prueba de
la actora en Ingaser S.R.L. c/ M. de Río Segundo -Poder Legislativo- Jurisdic.-", del 19/05/98;
Foro de Cba. nro. 61 año 2000, pág. 113).-
[52] Así, la Excma. Cámara 4° de Apelaciones de Córdoba ha precisado que "...la
jurisprudencia formada sobre el anterior texto legal informaba de una excepción: la
concesión de medidas probatorias es apelable cuando se cuestionen tales medidas por haber
sido solicitadas y ordenadas una vez vencido el período probatorio o se alegue negligencia en
su producción (Cám. 4° de Apel. Cba. in re "Balderramo, Luis c/ Mayda, Alberto y otro
-Recurso Directo-", A.I. nro. 426, del 15/09/06; citando además un fallo de la C.C.C.Trab. de
Marcos Juárez, in re Baleani Octavio y Otra c/ Ascolani, Abel y otros" del 6/5/97).- (cfr.
también C3CC, SJ Tomo 90, 2004-B,763; C4CC, LLCba 1999-629; C8CC Auto Interlocutorio Nº
172 del 08.07.97).
[53] El término carga deriva de la voz latina “onus”. Antes de que la expresión carga fuera
adoptada por el mundo del derecho, el “onus” latino o el “onere” italiano eran traducidos
como peso; por ello en algunas traducciones de libros italianos puede leerse “peso de la
prueba” (Conf. Arazi, ob. cit., pág. 67).-
[54] Hay que dejar bien en claro que la carga procesal, en definitiva, es más algo que se
“debe” hacer que algo que se “puede” hacer. En otras palabras: aparejaría antes que una
facultad un imperativo. Ello, toda vez que la carga procesal no se establece para garantizar o
procurar el ejercicio de un derecho o prerrogativa procesal, sino el cumplimiento de una
conducta fijada, si bien en interés de la propia parte gravada con ella, también “...en interés
de la adecuada marcha y solución del proceso” y de la propia administración de justicia.
Enseña el Dr. Jorge Kielmanovich que “La parte gravada con la carga es libre de actuar,
puede cumplir o no con el imperativo señalado, pero, y en esto radica uno de los grandes
avances del moderno proceso civil dispositivo, el juez también es libre de atribuirle a esa
omisión, de acuerdo a máximas de su experiencia común, efectos probatorios en contra de
ese interés que se pretendió afirmar con aquél, por lo que frente a la incontestación de la
demanda, de una posición, o en vista de la negativa de prestarse a la producción de una
pericia sobre su cuerpo, no podría imponérsele al renuente una sanción ni exigir su
cumplimiento, pero podría sí tener a los hechos contenidos o denotados por tal
comportamiento como ciertos”. La moderna concepción del derecho procesal se aparta de la
clásica definición que nos acercaba Goldschmidt según la cual la carga constituiría
sencillamente un “imperativo del propio interés” (Goldschmidt, J., Teoría general del
proceso, ed. Labor, pág. 83), toda vez que el instituto analizado no persigue la satisfacción
de un exclusivo y excluyente interés propio, sino la de un interés público, para cuyo
resguardo se sirve precisamente del primero.- No obstante la autorizada opinión de grandes
maestros del derecho (Goldschmidt, Carnelutti, Couture) que ubican a la carga entre los
deberes, el Dr. Roland Arazi afirma que el concepto de carga se encuentra alejado de toda
idea de deber. Citando a Rosenberg, expresa que “nadie tiene el deber de triunfar”; y es por
ello que frente a una carga el sujeto puede organizar su conducta como mejor le parezca,
inclusive en sentido contrario al previsto en la norma (Arazi, ob. cit., pág. 68).- En
conclusión: son tantas las diferencias existentes entre carga, derecho, obligaciones y
deberes, que parece adecuado estudiar el instituto que ahora nos ocupa, sin incluirlo en
algunos de los otros conceptos. Por ello, podemos afirmar, como dice Sentís Melendo que “la
carga es la carga”; es decir que se trata de una institución autónoma que integra la teoría
general del derecho, aun cuando su principal aplicación la advertimos dentro del derecho
procesal (Arazi, ob. cit., pág. 69).-
[55] Es la carga “formal” de la prueba de la que nos habla Goldschmidt (Goldshmidt, Teoría
general del proceso, ed. Labor, pág. 253).-
[56] La carga “material” de la prueba a la que hace referencia el autor anterior (Goldshmidt,
ob. cit., pág. 253).-
[57] Palacio, Lino; ob. cit., pág. 363.-
[58] Conf. Cam. Nac. Com., Sala B, 22/04/91; L.L. 1991-C-339.-
[59] Destaca el eminente profesor Augusto Morello que “...las reglas atinentes a la carga de la
prueba (art. 377, Cód. Proc.) están dirigidas al juez, quien deberá tenerlas en cuenta al
sentenciar en los supuestos de insuficiencia probatoria, y a los litigantes, que deben conocer
su distribución antes de que se haya constituido el proceso...” (Morello, La Prueba
-tendencias modernas-, segunda edición ampliada, Abeledo-Perrot, pág. 84).-
[60] Durante mucho tiempo el tema se rigió por aforismos que venían del derecho romano. El
más difundido es el “onus probandi incumbit actori”, que se complementaba con el “reus in
excipien fit actor”. Su significado, corresponde, respectivamente, a los dos primeros párrafos
del texto.
[61] Era aplicación de la fórmula “ei incumbit probatio qui dicit, non qui negat y negativa non
sunt probanda”.-
[62] Chiovenda, J., Principios de derecho procesal civil, ed. Reus, tomo II, pág. 265; citado
por Kielmanovich, ob. cit., pág. 122.-
[63] Chiovenda, J., Instituciones de derecho procesal civil, Revista de Derecho Privado, tomo
3, pág. 92.-
[64] El desarrollo de esta teoría corresponde al jurista alemán Leo Rosenberg (Tratado de
derecho procesal civil, ed. Ejea, tomo II, pág. 22).-
[65] Enseña Arazi que se diseña así una teoría normativa: la norma jurídica invocada por las
partes como fundamento de sus pretensiones, contempla presupuestos de hecho -fácticos-
que debe acreditar quien se beneficia con su aplicación. El mérito de esta teoría “...consiste
en haber trasladado la cuestión de la carga de la prueba, de los hechos a la norma,
contemplando de esta manera todos los problemas posibles, ya que el juez, en la sentencia,
necesariamente deberá aplicar el derecho. De tal manera el tema de la carga de la prueba se
limita a una cuestión de aplicación del derecho” Arazi, ob. cit., pág. 82.-
[66] Art. 377 CPCN: “Incumbirá la carga de la prueba a la parte que afirme la existencia de un
hecho controvertido o de un precepto jurídico que el juez o el tribunal no tenga el deber de
conocer.//Cada una de las partes deberá probar el presupuesto de hecho de la norma o
normas que invocare como fundamento de su pretensión, defensa o excepción…”
[67] “Nemo tenetur edere contra se”
[68] En la actualidad se han puesto en tela de juicio algunos principios inveterados del clásico
proceso civil -caracterizado por una visión exacerbadamente privatística-; éste ha adquirido
en los últimos años una fuerte tonalidad publicística en lo atinente a las formas de
administrar justicia: no sólo interesan a los sujetos involucrados accidentalmente en la litis,
sino a la comunidad en su conjunto
[69] Juez que podría ser calificado -en palabras de Morello- de “director activista”. Se apunta
a desarrollar el proceso de cara a la realidad, sin excesivo rigor formal, conforme el feliz
término acuñado por nuestro más alto tribunal de la Nación (Colalillo c/ España y Río de la
Plata Cia. De Seguros; 18/09/1957). Todo ello perfila un proceso con eminente acento
publicístico, cuyo fin no sólo es lograr una solución justa al caso concreto, sino la pacificación
social -fines sociales del proceso.-
[70] Cámara de Apelaciones en lo Civil y Comercial de Lomas de Zamora, sala I; 12/09/2006;
Dojas Buid, Fernando y otra c. Dojas López, Zulema; LLBA 2007 (marzo), 214.
[71] Corte Suprema de Justicia de la Nación; 02/06/1998; Mendoza, María M. c. Instituto de
Serv. Soc. Bancarios; LA LEY 1998-F, 43 - DJ 1999-1, 484.-
[72] Morello, La prueba, ob. cit., pág. 94.-
[73] Conf. Ferreyra de De la Rúa – Rodríguez Juárez, ob. cit., pág. 256.-
[74] Esta distribución del “onus probandi” puede tener su fundamento en el principio de
cooperación, o lo que Morello ha llamado visión solidarista (Morello, Augusto, “Hacia una
visión solidarista de la carga de la prueba (La cooperación al órgano, sin refugiarse en el solo
interés de la parte); ED, 132-953); o bien reconoce el aspecto dinámico del fenómeno
procedimental teorizado por Goldschmidt y que Peyrano traslada al derecho probatorio,
denominándolo cargas probatorias dinámicas (Peyrano – Chiappini, Lineamientos de las cargas
probatorias dinámicas, ED, 107-1005). Hace ya algunos años que se viene sosteniendo que una
visión acentuadamente liberal del derecho procesal, que se centra de un modo principal
-cuando no excluyente- en el polo referencial del interés de las partes, deja pospuestos otros
valores que, según entendemos, igualmente deben ser rescatados; tal como el principio de
solidaridad que “obliga -dicho en su sabor propio dentro del cuadrante del proceso, es decir
como carga técnica de un más acentuado rigor- a aquella parte que se encuentra en mejores
condiciones de suministrar la prueba”.- Hay algo que debe quedar claro: no es que se haya de
sacrificar la posición de una de las partes, brindando a la otra más de lo que tolera el
adecuado y razonable juego de la defensa en juicio; de lo que se trata es de que, puestas las
cartas sobre el tapete del debate judicial, y siempre preservándose rigurosamente el tríptico:
audiencia, bilateralidad e igualdad, no haga la parte “el papel del avestruz”, se esconda y
omita, impidiendo que la jurisdicción arribe a lo suyo, que es lo nuclear de la función de
juzgar. Lo puede hacer, pero a su riesgo, pues el “egoísmo” lo debe pagar quien lo practique
(Morello, La prueba..., ob. cit., pág. 86/87, nota nro. 8). Ante ese cuadro de situación, el
juez valorará la conducta de las partes en el proceso, determinará si alguna de ellas ha
quebrantado el deber de cooperación -del que ya nos hemos referido supra-, y juzgará en
contra del infractor. Ello, toda vez que el comportamiento de las partes -más precisamente la
falta de cooperación activa- podrá constituir un elemento de convicción corroborante de las
pruebas, inclusive los indicios y presunciones, para juzgar la procedencia de las pretensiones
hechas valer en juicio (arg. art. 316 segundo párrafo). En otras palabras, el comportamiento
observado por las partes es útil en cuanto puede convertirse en fuente de convicción,
equiparable a un indicio presuncional, auxiliando a un juez activo, ya que el norte de su
misión (que es hacer justicia) le lleva a apreciar la proyección de cooperación funcional que
corresponde requerir al justiciable, a tenor de las particularidades de cada caso concreto. La
posibilidad de la adquisición de evidencias no está limitada por ninguna valla, y pueden
obtenerse precisamente de lo hecho o “dejado de hacer” por quien estaba en mejor situación
para llevarlo a cabo, adecuadamente (Conf. C.S.J.N.; Fallos 308[1]:733; jurisprudencia citada
por Morello, La prueba..., ob. cit., pág. 88, nota nro. 11). Para concluir, transcribiré la
elocuente conclusión del Dr. Morello: “No es bastante ya refugiarse en la defensa del propio
interés con olvido del valor superior de una solidaridad que, en una concepción humanista,
emerge inesquivable para el logro cabal de la finalidad esencial de hacer justicia” (Morello,
La prueba..., ob. cit., pág. 91).
[75] “En relación a ésta temática, Nuestro Alto Cuerpo en autos: "Gimenez Antonio Hugo c/
Taddei Horacio y Otros.Acción de Responsabilidad Civil (Pba del Actor)" (AI N° 37-30/3/04-
Sala Civil), resolvió: "La determinación de la eventual negligencia en la actividad procesal
tendiente a producir prueba no sólo requiere del hallazgo del hecho objetivo de la conducta
procesal inerte, sino que debe verificarse la existencia de condimentos de tipo subjetivo,
como la desidia o la falta de interés de la parte respecto de su prueba ofrecida, que
determinen la ausencia de algún elemento que justifique la inactividad´, `...El análisis de la
conducta desarrollada por el sujeto a quien se le impute negligencia probatoria debe siempre
efectuarse en función de las circunstancias particulares que se dieron en el curso del trámite
del proceso, y que no le son imputables al sujeto. En ocasiones, el examen de tales
contingencias demuestra la existencia de elementos que justifican la inactividad
aparentemente desinteresada o, al menos, determinan la relación de causalidad que existe
entre la configuración de aquellos factores extraños a la voluntad de la parte y su falta de
actividad que aparece reflejada en el expediente´. En igual sentido esta Cámara ha sostenido
en anteriores pronunciamientos, que en razón de que la negligencia no está legislada en la ley
ritual, cada Juez en cada caso ha de juzgar si las situaciones que las partes propongan para
configurarla hacen posible que tal conducta se manifieste en forma efectiva. La actividad del
interesado en el proceso no se agota en la mera presentación de sus escritos, sino en vigilar
también la actividad que consecuentemente a su pretensión desarrolle el Tribunal. La
caducidad de las pruebas no opera de manera mecánica sino asociada a la noción de
negligencia, y esta, por definición, desde que supone un juicio de conductas y no sobre meros
hechos objetivos, constituye una apreciación de carácter subjetivo: lo que genera la
caducidad no es solamente el paso del tiempo sino este hecho unido a la omisión de las
actividades necesarias para producir las pruebas.” (C6a CC Cba. 23.02.05. Auto N° 28.
"Stoppa Lorenzo Claudio y otro c/ Aguas Cordobesas S.A. - Ordinario- Daños y Perjuicios- Otras
formas de resp. Extracontracual (diario Jurídico 30/03/05)
[76] CC 2ª Cba., Auto Nª 514, 10/09/03, Tallarico Oscar C/ Materiales S.A. y otros – ordinario –
Atraido en Materiales S.A. – Concurso preventivo – prueba de La Buenos Aires Seguros S.A. –
Citada en garantía – (Publicado en SJ 1433, pág. 607)
[77] C6a. CC Cba. 23.02.05. Auto N° 28. "Stoppa Lorenzo Claudio y otro c/ Aguas Cordobesas
S.A. - Ordinario- Daños y Perjuicios- Otras formas de resp. Extracontracual (Diario Jurídico de
Córdoba del día 30/03/05)
[78] “Ante la contumacia del testigo, el proponente debe solicitar el comparendo a la
segunda audiencia por medio de la fuerza pública, más no se satisface la carga procesal con
el mero pedido, pues si no se libraron oportunamente los oficios... a pedido de parte debe
tenerse la prueba por desistida” (Acosta José V., “Negligencia Probatoria”, Ed.Rubinzal
Culzoni, 1999, p.165).
[79] "Si bien la pericial había sido ofrecida cuando el término de prueba estaba corriendo, el
hecho de que en la notificación practicada al perito se haya omitido la transcripción del
apercibimiento contenido en el artículo 280 del C.P.C., dejando transcurrir más de un mes
para hacerlo correctamente, autoriza a concluir que el pedido de remoción de dicho
profesional por no haber aceptado el cargo y la designación de uno nuevo, deviene
extemporáneo, pues ha existido negligencia procesal al no tomarse los recaudos necesarios
para instar el diligenciamiento de la referida prueba en tiempo oportuno". Estando vencido el
término probatorio -que no es un acto procesal de escaso valor-, podrá ser recibida aquella
prueba ofrecida y diligenciada en término, pero ello no otorga una garantía de que pueda
prolongarse sine die la efectivización de la misma, puesto que deberá demostrarse que junto
al oportuno ofrecimiento, existió una clara diligencia en su realización, y que sostenidamente
ha sido mantenida ella para poder lograr agregar finalmente la prueba a la litis (Cám. 6°
Apel. Cba. in re Caja de Crédito Varela S.A. c/ Mary S. Leila Hadad -Ejecutivo-", 2001)
[80] CN Com. Sala B, 04/09/79, L.L. 1980-A-94.-
[81] En cambio, autores de la talla de Lino E. Palacio, consideran que sólo existen dos
sistemas: a) prueba legal y b) libre apreciación. Respecto de esto último, el Dr. Arazi afirma
que la distinción entre sana crítica y libre convicción es errónea. Explica, siguiendo a Devis
Echandía, que sólo hay dos formas de apreciar la prueba: fija el valor el legislador o lo
establece libremente el juez. La mayor o menor motivación de la sentencia por parte del juez
no justifica la inclusión de un tercer sistema.- En definitiva: “No hay sistema alguno que
permita al juez una apreciación arbitraria y menos aún que el magistrado pueda fallar fuera
de la prueba de autos o contra la prueba de autos [como parece afirmar Couture]. Es posible
que la ley atenúe el deber del juez de expresar cómo llegó a la conclusión; puede eximirlo de
explicar el razonamiento lógico empleado, pero ello no implica que el legislador haya
supuesto que tal razonamiento no se efectuó (Arazi, ob. cit., pág. 101).-
[82] Couture, ob. cit., pág. 273, quien agrega que, en este sistema, el razonamiento del juez
no se apoya necesariamente en la prueba que le exhibe el expediente; sino que, el
magistrado adquiere el convencimiento de la verdad “con la prueba de autos, fuera de la
prueba de autos y aún contra la prueba de autos.-
[83] El árbitro debe fallar las causas según su leal saber y entender -“ex aequo et bono”-,
moderando, según las circunstancias, el rigor de las leyes y dando a los elementos de prueba
mayor o menor eficacia de las que les corresponde por derecho Cfr. Vénica, Oscar Hugo,
Código Procesal Civil de la Provincia de Córdoba, Comentado y Anotado, Edit. Marcos Lerner,
tomo VI, pág. 17, 18, 35, 36, y 37.-
[84] La lógica proposicional tiene sus propias leyes que no pueden ser ignoradas por el
tribunal, tales son: principio de identidad; principio de no contradicción; principio de tercero
excluido; y principio de razón suficiente.-
Las reglas de la lógica nos brindan los instrumentos (métodos y principios) para distinguir el
buen -correcto- razonamiento del malo -incorrecto.-
[85] En cuanto a las máximas de la experiencia, cabe predicar que las mismas son enseñanzas
que se adquieren con la práctica o con el sólo hecho de vivir, y que se encuentran en la
generalidad de las personas, integrando el sentido común.-
[86] El sistema de la sana crítica “...reserva al arbitrio judicial la concreta determinación de
la eficacia de la prueba según reglas lógicas y máximas de la experiencia, esto es, normas
lógico-experimentales” Kielmanovich; ob. cit., pág. 143.-
[87] C.C.Com. de Paraná, Sala I, 03/07/79; Rep. L.L. XLI, J-Z, 2399, sum. 84.-
[88] Conf. Ferreyra de De la Rúa – González de la Vega de Opl, Lecciones..., ob. cit., pág.
184.-
[89] (CSJN, "Lapido, Eduardo R. c. Sanatorio Privado Figueroa Paredes S.A. y otros",
05/09/2002, La ley on line, Fallo de la Corte Premium, Cita Fallos Corte: 325:2202; TSJ, Sala
Civil y Comercial; 22/05/2007; Monicci de Huespe, Miriam M. y ot. c. Carignani, Jorge A. y
ot.; Publicado en: La Ley Online. Ambos fallos pueden consultarse en las respectivas páginas
web: www.csjn.gov.ar y www.justiciacordoba.gov.ar).