Articulo - Biodanza y Neurociencias - Fernando Tucho

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“Actualizando un sistema vivo: aportaciones de las neurociencias a la teoría y práctica de

Biodanza”1

Fernando Tucho2

La aparición y avance de las Neurociencias en los últimos años nos ha permitido, en lo general,
alcanzar una mayor compresión de nuestro funcionamiento como seres humanos y, en lo
particular, también una mejor comprensión de los mecanismos de acción de la Biodanza sobre
nosotros/as, confirmando muchos de los postulados intuidos por Rolando, matizando otros e
incluso cuestionando alguno de ellos. Es por ello que para Rolando este fue uno de sus
principales temas de interés en sus últimos años y que trabajara junto a algunas personas
destacadas en la creación de una especialización en esta materia. En esta especialización me
formé con Annalisa Risoli, médico y fisiatra italiana encargada por Rolando de desarrollar lo
que Rolando quiso que fuera un módulo obligatorio en la formación de los futuros facilitadores
y facilitadoras de Biodanza, y que ya hemos incluido en la Escuela Hispánica de Madrid como
uno de los módulos complementarios a la formación oficial.

En el inicio del cuadernillo de esta especialización, Annalisa escribe: “A través de los nuevos
conocimientos de las neurociencias, es posible profundizar las bases teóricas de la Biodanza y
comprender mejor cómo y por qué la Biodanza actúa”. Este es el objetivo del módulo de
formación y de los talleres que vengo impartiendo sobre esta materia. A continuación damos
un breve repaso a algunas de estas cuestiones.

Para Annalisa son tres los ámbitos fundamentales en los que los avances de las neurociencias
afectan a las bases de la Biodanza: los descubrimientos sobre el movimiento, sobre las
neuronas espejo y sobre el funcionamiento de la memoria y el aprendizaje. A estas cuestiones
podríamos sumar otras también relevantes, como serían los avances sobre los efectos de la
música en el cerebro y el papel que diversas partes de nuestro encéfalo pueden estar jugando
durante las sesiones de Biodanza.

En su clasificación sobre Movimiento Humano, Rolando venía a diferenciar entre movimientos


movidos por la voluntad y movimientos motivados por la vivencia. Aunque
fenomenológicamente es muy válida su clasificación, lo cierto es que las neurociencias vienen
a decirnos que salvo los movimientos reflejos y rítmicos, producidos por patrones
estereotipados de contracción muscular, el resto de movimientos (la mayoría de los que
hacemos a diario y también la mayoría de los presentes en Biodanza) son “voluntarios”, en
cuanto tienen una intención en su origen. Otra cuestión es que esta intención sea
normalmente inconsciente, fijada en la fase de programación del movimiento, previa a su
ejecución (que es sobre la que solemos poner conciencia). A diferencia de los movimientos
reflejos y rítmicos, originados en la médula y el tronco encefálico, los movimientos voluntarios
son todos dirigidos por la corteza cerebral (corteza que tiene un papel clave en Biodanza como

1
Artículo publicado en “Revista de Biodanza” nº9, 2018
2
Fernando Tucho es doctor y profesor universitario. Facilitador y didacta de Biodanza, es actualmente
director adjunto de la Escuela y Centro Hispánico de Biodanza SRT de Madrid (España), dirigida por
Maite Bernardelle. Fernando edita la página de Facebook “Biodanza y neurociencias”
no podría ser de otra forma aunque a veces haya ganado “mala fama” por alguna de sus
funciones como la modulación de los impulsos y las emociones, propia de la corteza prefrontal,
de otro lado gran centro integrador éste de nuestro cerebro).

Desde estos postulados, podríamos realizar una revisión del modelo de movimiento humano
de Rolando para agregar estos matices que nos ofrecen los descubrimientos de las
neurociencias. También, por ejemplo, cuando reserva el contenido emocional para los
movimientos organizados por la vivencia. Desde la terminología neurocientífica, emoción hay
en la base de todos los movimientos voluntarios, en cuanto entendemos emoción como un
estado corporal generado por cualquier estímulo interno o externo que nos informa de una
necesidad, como afirma el prestigioso neurocientífico Antonio Damasio, necesidad que tiene
en el movimiento una de las vías para ser “resuelta”.

De otro lado, decíamos, si todo movimiento tiene una intención, ésta normalmente es
inconsciente y además, agregamos, sabemos que las neuronas espejo –y añadimos este nuevo
elemento clave- están diseñadas para captar precisamente esas intenciones inconscientes…
Como facilitadores y facilitadoras de Biodanza, ¿qué intención están captando nuestros
alumnos y alumnas cuando, por ejemplo, realizamos las demostraciones de los ejercicios? Si el
facilitador no entra en vivencia y realiza un movimiento algo teatralizado, ¿qué captan las
neuronas espejo del alumno…? Son diversas las cuestiones sobre las que reflexionar a este
respecto y que tienen importantes repercusiones prácticas para nuestra práctica como
facilitadores y facilitadoras.

Estas neuronas espejo, descubiertas por Rizzolati y su equipo y que en palabras de


Ramachandran “son para las Neurociencias lo que el ADN ha sido para la biología”, están en la
base del aprendizaje que realizamos en Biodanza –adelantamos ya este tercer ámbito, el de la
memoria y el aprendizaje- y también en la importancia de la demostración en Biodanza, lo que
le da más sentido a esta genial intuición de Rolando. Ahora bien, el efecto espejo que tiene la
demostración sobre el cerebro de nuestros alumnos y alumnas de cara a realizar
posteriormente los ejercicios tendría su máxima eficacia cuanto menos tiempo pasara entre
ver la demostración y hacer la danza ellos mismos… ¿cómo reducir al mínimo, pues, este
tiempo? Son diversas las estrategias que se pueden aplicar, entre ellas: no volver a la consigna
tras realizar la demostración; pedir a los alumnos y alumnas que para ver la demostración
ocupen ya el lugar en la sala desde el que van a iniciar su danza; en el caso de danzas en pares,
salvo que sean alumnos de iniciación que necesiten ver la danza antes para invitar a una u otra
persona, pedirles que se coloquen ya por parejas para ver la demostración,… y un largo
etcétera de estrategias que venimos implementando.

Las neuronas espejo, como adelantábamos, están en la base del aprendizaje implícito en
Biodanza. Estas neuronas funcionan si la acción que vemos forma parte al menos en una
pequeña proporción de nuestro repertorio motor (cuanto más estén esos movimientos en
nuestro repertorio, más se activan). Así pues, la propuesta genial de Rolando de trabajar sobre
los movimientos universales humanos es accesible a todos/as pues son movimientos cercanos
al repertorio motor generalizado de los humanos. Tener esto en cuenta sería clave a la hora de
pensar en proponer nuevos ejercicios en Biodanza.
Este aprendizaje implícito, inconsciente, que actúa sobre memorias implícitas, es el que opera
fundamentalmente durante las sesiones de Biodanza. Los dos elementos claves que tiene
nuestro cerebro para saber si debe grabar una nueva experiencia –como son las que
proponemos en Biodanza- son la intensidad y la repetición. A más intensidad, más fácil se
graba la experiencia. A más repetición, también. Así pues, para que la modificación funcional,
temporal que puede generar una sesión normal de Biodanza pueda devenir en estructural y
por tanto asentarse realmente como una posible nueva vía de expresión para la persona es
imprescindible la repetición, la repetición de músicas y ejercicios, que debe ser la base de
nuestras sesiones. A base de repetición, todas estas nuevas experiencias en Biodanza irán
generando, en terminología de Antonio Damasio, nuevos marcadores somáticos que ayudarán
a nuestros alumnos y alumnas a ampliar su posibilidad de toma de decisiones en la vida. Ahora
bien, la repetición debe ir introduciendo pequeñas modificaciones significativas para que el
cerebro encuentre siempre un reto que le mantenga activo. Cuestiones todas estas que de
nuevo son claves para nuestra práctica de la facilitación de Biodanza.

De otro lado, los aprendizajes implícitos, mayoritarios en Biodanza como decimos, son
“contexto-dependientes”, es decir, están muy ligados al contexto en el que se generan, por lo
que cuesta llevarlos a otros contextos. Esto es clave para Biodanza pues nuestro objetivo es
que el alumno lleve a su vida cotidiana lo que va generando en el salón de clases… ¿cómo
ayudarle a realizar este paso? Un espacio clave, entre otras vías, sería el relato de vivencia a
través de la invitación a ir haciendo conscientes esos aprendizajes que se han generado
inconscientemente.

Bueno, hasta aquí algunos breves apuntes de todo lo que los numerosos descubrimientos de
las neurociencias podrían aportar a la Biodanza, un sistema vivo y abierto a la ciencia como
deseaba Rolando.

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