First Thing I See - Vi Keeland

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Nelly Vanessa y Mona

Nelly Vanessa 3

Mona

Móninik
Sinopsis Capítulo 14

Capítulo 1 Capítulo 15

Capítulo 2 Capítulo 16

Capítulo 3 Capítulo 17

Capítulo 4 Capítulo 18

Capítulo 5 Capítulo 19
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Capítulo 6 Capítulo 20

Capítulo 7 Capítulo 21

Capítulo 8 Capítulo 22

Capítulo 9 Capítulo 23

Capítulo 10 Capítulo 24

Capítulo 11 Capítulo 25

Capítulo 12 Capítulo 26

Capítulo 13 Capítulo 27
La vida me cambió en tres días: el día que murió mi madre, el día que mi
padre se casó con Candice y el día que conocí a Kennedy Jenner.

Desde el momento en que lo vi, me sentí atraída por él. Como una polilla
a la llama, no podía mantenerme lejos del calor irresistible del fuego. Esa
sonrisa confiada y sabionda... esos hermosos ojos azules... y esos hoyuelos....
simplemente deliciosos. ¿Quién podría resistirse a un hombre fuerte y tan
hermoso?

Hope York se transformó de ser una aburrida chica de pueblo en una


belleza perfecta en el exterior. Pero en su interior, ella nunca cambió. Kennedy
Jenner era un hombre de exitoso, rico y guapo que hacía caer la mandíbula, que 5
podría tener lo que quisiera, en sus propios términos. Y quería a Hope. ¿Pero la
querría aún después de verla por quién era realmente, en lugar de lo que había
planeado cuidadosamente para que todos vieran? ¿Y su propio secreto del
pasado se pondría en su camino para evitar que consiga lo que realmente
quiere?
Hoy, empiezo de nuevo. Hope miró el espejo tratando de convencerse a sí
misma de que hoy sería un nuevo comienzo y que las cosas iban a cambiar para
mejor. Hope Marie York se acomodó el profundo traje rojo Prada que le costó
casi dos meses de paga de su trabajo de regreso en Florence, Oregon. Después
de dos años de planificación y ahorro, el día había llegado finalmente para que
empezara de nuevo. Su armario estaba lleno de ropa de diseñador, en su
pequeño apartamento estudio en la ciudad de Nueva York, y su maquillaje caro
de salón la había dejado casi irreconocible de la chica sencilla de pueblo que
dejó atrás en Oregon. Con un profundo suspiro, abrió la puerta y salió a
encontrar a Shauna en el pequeño café que se había convertido su lugar no
oficial de juntas.
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—¡Mi señor Hope, mírate! —dijo Shauna con una mirada lenta arriba y
abajo que podría haber resentido si no hubiera estado tan emocionada de ver la
boca abierta de Shauna.
Siempre había admirado el estilo y la confianza de Shauna, tal vez incluso
estaba un poco celosa de cuanto brotaban esas cualidades de ella sin esfuerzo.
Saber por su expresión que la había impresionado me dio una sacudida de la
confianza que necesitaba en mi primer día. Shauna, aunque era mi mejor
amiga desde cuarto grado, podía ser una pequeña perra y sabía que se
necesitaba mucho para hacer que su mandíbula cayera en estos días. Alta,
delgada, cabello rubio y ojos azules con las piernas de un kilómetro de largo.
Shauna podría enojar a Barbie, porque la cabeza de Ken seguramente se
voltearía a seguirla mientras pasaba caminando.
—Gracias Shauna, ¡sólo ver tu expresión casi hace que la agonía de los
últimos dos años de planificación y ahorro valgan la pena!
Hace dos años, habría pasado desapercibida. Era promedio. No demasiado
alta, no demasiado baja, tímida, cabello rubio cenizo, tez pálida y unos diez
kilos extras me podrían poner en una escala de cinco de calificación. Mis ojos
verdes estaban ocultos tras unas gafas que escondían mi falta de maquillaje.
No ayudaba que mi vestuario consistiera en sólo negro, blanco, marrón y azul
marino.
Mis armarios estaban llenos de conjuntos conservadores de suéter,
pantalones de color oscuro, jeans, camisetas lisas y sandalias cómodas. Pero
hoy, el rostro de Shauna me decía que me veía en parte de al menos un ocho.
En dos años, había trabajado duro para transformarme. Una dieta estricta y
una rutina de ejercicio me ayudaron a perder 8 kilos y definió mis músculos.
Reflejos rubios brillantes y un corte de cabello mágico transformó mi cabello
grueso en capas brillantes. Una buena lección en el uso del maquillaje para
acentuar mis almendrados ojos verdes y labios carnosos, junto con el
intercambio de mis gafas por lentes de contacto, completaron mi cambio de
imagen física. Dos años de ahorro transformaron mi armario de monótono a
diseñador e incluso me veía en parte como una mujer profesional de la ciudad
de Nueva York.
—Tenemos que ir al bar y celebrar después de tu primer gran día hoy.
Shauna realmente podía encontrar una razón para ir al bar y celebrar
cualquier cosa. Pero hoy no iba a discutir porque contaba con sentirme tan bien
al final del primer día de mi nuevo trabajo como hacía al comienzo del mismo. 7
—¿Qué tal si nos encontramos en ese lujoso bar que tienen en tu hotel
después del trabajo? El que está en el piso 45 con vista a la ciudad, Icon, creo
que se llama. Estoy segura de que las bebidas son caras, pero ¡podemos
encontrar algún vendedor viajero caliente que los compre para nosotras!
Casi me atraganté con el yogurt por su descripción de a quién
pertenecería la billetera que pagaría por nosotras esta noche. Pero Shauna
estaba en lo cierto; nunca hubo escasez de hombres que esperara comprar
nuestras bebidas con la forma en que Shauna lucía.
—No sé si es una buena idea que nos vayamos de fiesta en el hotel en el
que estaré trabajando en mi primer día. No me gustaría que la gente me viera
y pensara que soy una chica de fiestas —le ofrecí una alternativa—. ¿Qué tal
si vamos al bar Marley’s en su lugar?
Shauna dio un pequeño saludo al hombre guapo claramente babeando
hacia ella desde la mesa frente a nosotras y dijo lo suficientemente alto como
para que la mayoría de la cafetería escuchara. —No, iremos a Icon esta noche y
no aceptaré un no por respuesta. La vieja Hope va al bar Marley’s, la nueva
Hope va a Icon para ser vista. —Acabando su desayuno y poniéndose de pie,
claramente no era un tema que estuviera planeando discutir, Shauna dio tres
pasos y miró hacia atrás—. Incon a las 06:00 esta tarde. —Luego le dio un
guiño al hombre babeando y escuchando nuestra conversación con atención y
me pregunté si esperaba que yo o el extraño estuviéramos en Icon esta noche,
cuando ella llegara.

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Soplando un mechón de cabello escapando fuera de mi rostro, me detuve
afuera para mirar al magnífico hotel donde pasaría ahora mis días. El Monet,
uno de los dos hoteles de cinco estrellas en una ciudad donde un hotel de dos
estrellas podía costar más de trescientos dólares la noche, estaba en uno de los
edificios más grandes en toda la ciudad. Columnas de piedra arqueadas a más
de tres pisos de altura marcaban el tono de la entrada de la gran estructura de
45 pisos. El portero sonrió mientras yo absorbía todo, abriendo la puerta
mientras inclinaba su sombrero hacia mí. —Buenos días y bienvenida al
Monet. —Aunque ya había estado en el interior del edificio en dos entrevistas,
el vestíbulo todavía me golpeó con asombro cuando entré en el emblemático
hotel de Upper East Side.
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Como retroceder en el tiempo, el vestíbulo del Monet reunía el lujo del
viejo mundo con moderna elegancia. Mármol inmaculado y cristal reluciente
eran compensados por impresionantes colores vibrantes de arreglos florales en
una inimaginable escala. Arcos grandes y techos abovedados sostenían grandes
arañas de cristal que brillaban. Una amplia escalera, el epítome de la
elegancia, establecía el escenario para la discreta recepción.
Estaba casi una hora más temprano para el comienzo de mi primer día,
incluso después del desayuno con Shauna. Traté de no caminar por el vestíbulo
con los ojos demasiado grandes, pero era difícil contener mi emoción de
aterrizar en mi trabajo ideal. Con mi nuevo cambio de apariencia, había
esperado mezclarme con el resto de jóvenes profesionales nativos de Nueva
York que trabajaban en el magnífico hotel. Pero incluso sin todos mis cambios
externos, en el interior todavía me sentía como la chica normal de Oregon.
Tuve que trabajar mucho fingiendo que pertenecía ahí mientras caminaba
a la oficina del gerente general para informarle de mi primer día como nueva
coordinadora de eventos del Monet. Cuatro años de universidad estudiando
hostelería y negocios, tres años como asistente de coordinadora de eventos en el
hotel más grande de Oregon, un nuevo guardarropa, cambio de imagen, de
ciudad, de apartamento y todavía me sentía indigna del puesto de trabajo. ¿Por
qué no tenía el sentido de Shauna de pertenencia? Le tomó cerca de treinta
minutos sentirse como en casa en Nueva York cuando se mudó hace casi cuatro
años a la edad de veintidós.
No era sólo Shauna quien tenía el sentido innato de pertenecer
dondequiera que iba. Mi hermosa madrastra Candace, ex Miss Oregon, tenía la
misma sensación de pertenencia de la que claramente yo carecía. Mi padre, Joe
York, un oficial del servicio secreto retirado, tenía un tipo diferente de
confianza que la de su esposa, la suya no era llamativa. La suya era una
confianza tranquila, de esas que te hacen pararte más derecha cuando está en
la habitación. Por supuesto, mis dos más allá de hermosas hermanas también
cosechaban los beneficios de pertenecer a dos padres confiados y que llevaban
la confianza a un nivel completamente nuevo que algunas personas no
llamarían confianza, sino en su lugar lo llamarían derecho.

George Windham, el director general, era de unos cuarenta y tantos, calvo


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y redondo que tenía ganas de trabajar. Parecía amable y bien educado y le creí
cuando me dijo que iba a ayudarme a ser un éxito en mi nueva posición.
Después de un gran tour por el hotel y las presentaciones con por lo menos
cincuenta empleados, me dejó con la gerente de la recepción para mi primer día
de entrenamiento en el hotel. A pesar de que sería planificadora de eventos del
hotel, el hotel tenía una política de que todos los nuevos empleados pasaban su
primer mes de entrenamiento en los puestos clave del hotel, así realmente
entenderían cómo funcionaba el hotel. Mi primera semana la pasaría en
recepción, aprendiendo el proceso de registro y verificación.
George me dejó con Dylan, la pelirroja gerente saliente de la recepción,
quien me dio una visión general y luego tomamos un descanso para ir por un
poco de café. —Entonces, ¿eres soltera Hope? Porque este hotel es mejor que
cualquier bar de solteros para cazar a solteros ricos. Quiero decir, cuando un
hombre puede pagar setecientos dólares por noche en un hotel, puede darse el
lujo de mantenerme almacenado en mi Jimmy Choos, ¿verdad?
Dylan rió mientras me estudiaba desde el otro lado de la mesa. A pesar de
mi sorpresa al escuchar que una gerente en su posición pensaba como una
cazadora de oportunidades, no pude evitar pensar que Dylan no tendría ningún
problema para encontrar un apuesto soltero por su cuenta. A diferencia de mí,
Dylan era suculenta y tentadora con una gran cantidad de curvas y chispa.
Aunque pequeña, apostaría que los hombres no se daban cuenta de su altura.
Llevaba una camiseta sin mangas de color púrpura hundiendo apenas sus
contenidas copas D bajo su apropiada chaqueta de recepción. Su rostro se veía
como si hubiera sido retocada con maquillaje perfecto para satisfacer sus
grandes ojos marrones. Aunque para mi gusto era un poco Dolly Parton en la
parte superior, sin duda podría ver el atractivo que tenía sobre los hombres.
El resto de la mañana pasó volando conmigo observando al personal de
recepción mientras hacían su trabajo. Al caer la tarde Dylan anunció que era
hora de que me graduara y tomé el turno para registrar al siguiente huésped.
Acababa de colgar el teléfono después de transferir a un huésped al conserje
para hacer algunas reservas, cuando miré hacia arriba para ver al siguiente
huésped acercarse al escritorio para el registro. Mi corazón dio un vuelco y
tartamudeé—: Bbbbbb Bienvenido al Monet, ¿en qué puedo ayudarle? —Miré
hacia arriba a los ojos azules más pálidos e increíbles rodeados de pestañas de
color negro oscuro que había visto en mi vida. Instantáneamente sentí mi
rostro ruborizarse y en silencio maldije mi piel pálida.
—Debe ser nueva aquí —dijo el Adonis de pie delante de mí, en una
profunda y suave voz. 11
—Ummm.... pido disculpas, soy nueva, pero haré mi mejor esfuerzo para
registrarlo rápidamente. —Me ruboricé aún más mientras me daba cuenta de
que él podía ver mi inexperiencia.
—No estaba preocupado por un registro rápido, quise decir que me
hubiera acordado de ti si te hubiera visto aquí antes.
Mis labios y boca se secaron y tuve problemas para hablar. Espera,
¿acababa de coquetear conmigo? Parpadeé con aturdimiento, lamí mis labios
secos y miré al hermoso hombre, que estaba viendo mi boca, aparentemente
imperturbable ante mis torpes movimientos.
Este no era un hombre hermoso; este era un trabajo de arte caminando.
Alto, moreno y guapo no podía empezar a describir lo que estaba delante de mí.
Su estructura ósea parecía como si hubiera sido creada del cincel y de la piedra
de un artista. Su nariz fuerte era recta, estaba de pie con labios perfectos y su
leve sonrisa revelaba dos hoyuelos cavernosos gloriosos que enviaron un
hormigueo directamente a través de mi columna sólo viendo un atisbo de ellos.
Su traje con camisa azul claro prolijamente presionada con una hermosa
corbata azul y gris, que bajaba a pantalones de vestir de color gris oscuro, todo
parecía como si estuvieran hechos a la medida de él.
—Kennedy Jenner, señorita... —dijo el hombre hermoso mientras
extendía su mano en mi dirección.
—Es señorita Hope York, Sr. Jenner, encantada de conocerlo. —Un
choque de electricidad fue a través de mi cuerpo mientras su gran mano
envolvía la mía. Mi latido se aceleró y todo el vello de mi cuerpo se levantó, a
pesar de mi mejor esfuerzo por ocultar mi emoción.
Él tomó mi mano más tiempo del necesario para un apretón de manos
estándar y miró mis ojos con una ceja arqueada y el toque de un hoyuelo
desesperado por escapar. — ¿Se siente bien señorita York?
Avergonzada, fui consciente de que mi rostro tenía que coincidir con el
color rojo intenso de mi traje ahora, pero escupí una respuesta. —Estoy bien Sr.
Jenner.
Estaba molesta conmigo misma por no poder ocultar mis nervios y por
permitirle a un hombre que no conocía volverme gelatina. Sin embargo, él se
quedó allí con la expresión arrogante sin vacilar en su enfoque para permitirme
unos segundos para serenarme. Me tropecé con el teclado del ordenador y se
detuvo la reserva de la increíble criatura. —Sólo voy a necesitar una tarjeta de
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crédito y una licencia para el proceso de registro Sr. Jenner —continué mirando
hacia abajo a la pantalla del ordenador mientras él agarraba su billetera, pero
podía sentir su mirada tomando lentamente mi rostro y sus reacciones en ella.
Finalmente, después de lo que parecieron diez minutos de presión, pero que en
realidad fueron probablemente sólo treinta segundos completé el proceso de
registro y le ofrecí al Sr. Jenner la tarjeta de la habitación.
Él tomó la tarjeta de la habitación de mi mano, rozando su pulgar contra
el mío en el intercambio y ahí estaba otra vez, la inconfundible electricidad
viajando a lugares a los que ningún hombre había estado en bastante tiempo.
Demasiado tiempo, de repente me di cuenta. —Disfrute de su estancia Sr.
Jenner. —Conseguí esbozar una sonrisa.
—Oh, voy a disfrutar de mi estancia en esta ocasión, señorita York, puede
contar con ello.
Asentí, aunque no tenía ni idea de lo que se suponía que significaba eso.
Vi como el hombre más hermoso que había visto jamás caminaba hacia el
ascensor. Lo vi sonreír sin mirar en mi dirección mientras entraba en la jaula
del ascensor y mis rodillas se debilitaron.
Sentí el torrente de alivio de la liberación de la intensidad que Kennedy
Jenner había traído sobre mí. Sin embargo, también me sentí extrañamente
triste de que se hubiera ido. Dylan, obviamente, no perdiéndose mucho de lo
que sucedía cuando un hombre apuesto se acercaba a su recepción, silbó de una
manera sexy detrás de mí.
—Jesús, Hope, ¡podía cortar la tensión sexual en ese intercambio con un
hacha!
¿Realmente acababa de hacer un trasero de mí misma en mi primer día en
mi trabajo de ensueño delante de un hombre fuera de mi liga? Sonreí
cortésmente hacia Dylan y me excusé para ir al baño de damas para serenar de
nuevo a la profesional que tenía que ser.
El resto del día transcurrió sin incidentes, aunque me encontré mirando al
ascensor en demasiadas ocasiones. Gracias al Señor que el hombre entró tarde
en el día, o habría sido incapaz de trabajar durante todo el día.

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Shauna ya estaba sentada en el bar cuando entré en el Icon. El bar tenía
una vista verdaderamente espectacular. Por un lado, las ventanas de piso a
techo mostraban toda la ciudad desde la posición elevada del bar en el piso 45
del Monet. El otro lado era una pared de vidrio que conducía a una terraza
exterior de caoba al aire libre con sillas que tenían íntimos arreglos que
permitían a los grupos pequeños hablar. La cubierta mostraba dos barras al
aire libre y podía escuchar tocar jazz y voces riendo en la distancia.
—¡Hope! —La burbujeante muestra en voz alta de emoción de Shauna
hizo que algunos de los hombres que estaban viendo a Shauna miraran en mi
dirección. Me acerqué a la barra, de nuevo ligeramente enrojecida, y abracé a
Shauna, feliz de ver un rostro familiar después de un largo primer día—.
Bueno, ¿cómo fue? ¿Encontraste a algún hombre caliente para seducir en el
trabajo? 14
Hablamos y reímos sobre mi día y en algún momento, cometí el error de
hablarle del Adonis que había conocido. Si era lo que podría considerarse una
mojigata, Shauna era exactamente lo contrario. Siempre dispuesta a discutir
abiertamente los encuentros sexuales y su amor por los hombres en general.
Yo, por el contrario, no tenía mucho de qué hablar por lo general.
Después de unos tragos y del juego de Shauna haciéndome bromas para
sacar una copia extra de la llave y deslizarla en la habitación del huésped
guapo por un poco de emoción, la convencí de que era hora de irse.
Entrelazando los brazos, nos dirigimos hacia la puerta, donde
rápidamente me dirigí directamente a él.
Él sonrió, mostrando un indicio de los hoyuelos que hicieron que mis
rodillas se pusieran débiles y miró hacia mí. —Te dije que tendría una buena
estancia esta vez. —Me quedé inmóvil, incapaz de responder, y me limité a
mirarlo mientras un amor adolescente me golpeaba. ¿Por qué respondía como
una idiota cerca de este hombre? Kennedy levantó su brazo para colocar su
mano en mi hombro y se agachó para poder sentir su respiración en mi oreja—:
Por favor, toma una copa conmigo señorita York.
Shauna rió y rápidamente intervino—: Realmente tengo que irme, pero tú
deberías quedarte por un rato y disfrutar de tu bebida con Hope. —Kennedy le
sonrió a Shauna, pero me di cuenta de que no la miraba de arriba abajo como
todos los hombres cuando se encontraban con ella.
—Ummm... realmente tengo que irme, tengo una cita a la que tengo que
llegar.
Kennedy me sonrió y soltó mi hombro. Inclinándose más cerca hasta que
pude sentir el calor repercutiendo de su cuerpo y sentí que mi propio cuerpo
comenzaba a tener un hormigueo, susurró—: Sólo tomo un no por respuesta
una vez, así que nos veremos pronto señorita York.
—¿Qué en el mundo pasó ahí? —chilló Shauna mientras entrábamos en el
ascensor para el paseo a la calle—. Por la expresión de tu rostro, ¿puedo
considerar que fue el chico de esta tarde? —Apretó los botones mirándome, al
parecer, era una pregunta retórica y estaba esperando una respuesta.
—Sí, ese fue el hombre de la recepción hoy. No tengo idea de qué se
apodera de mí cuando estoy cerca de ese hombre. ¡Es como si mi cerebro se
convirtiera en papilla y no pudiera controlar mi cuerpo!
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Shauna parecía irritada. —Hope, una mirada a la forma en que ese
hombre te mira y puedo decirte que no necesitas controlar tu cuerpo. ¡Ese
hombre lo hará por ti! ¿Por qué en la tierra no aceptaste su invitación de tomar
una copa?
Cuando las puertas se abrieron al piso del vestíbulo, no pude evitar
preguntarme por qué no había aceptado su invitación tampoco. Mientras
caminábamos por el vestíbulo unos pocos de los empleados nos dieron las
buenas noches y me alegré con alivio de la inquisición de Shauna por un
momento.
En la calle, el aire fresco y los sonidos bulliciosos de la ciudad me trajeron
de vuelta a la realidad. —No tengo idea Shauna, creo que puedo tener un poco
de miedo del hombre. No del tipo de miedo violento, ¡sino del tipo que hace que
me derrita como mantequilla en una azotea en Arizona!
Tras otra breve conferencia sobre los beneficios del sexo casual, y
recordarme que me mudé a Nueva York para comenzar una nueva vida, mejor,
Shauna me abrazó y nos pusimos de acuerdo para reunirnos en Icon de nuevo
el jueves después del trabajo.
Los dos días siguientes pasaron en un borrón mientras trabajaba para
aprender todo lo que podía sobre el hotel y todos los diferentes puestos de
trabajo que mantenían al hotel calificado con cinco estrellas. Aunque me
mantuve ocupada, mis ojos estaban siempre al acecho del Adonis. Por
desgracia, no lo vi, y porque lo registré, sabía que estaría saliendo pronto.

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Kennedy Jenner nunca se obsesionó con nada que no fueran los negocios.
Hizo una fortuna al mantener la cabeza clara y el control de sus emociones.
Creía que el tiempo era todo y a menudo ganaba ofertas porque prestaba
atención a los detalles y sabía cuándo llegar a un acuerdo y cuándo retroceder.
Como fundador de Jenner Holdings, tenía más de tres mil empleados que
dependían de él y se tomaba la responsabilidad muy en serio.
Sus diversas inversiones empresariales y la seguridad financiera le
proporcionaban un estilo de vida que la mayoría envidiaría. Las mujeres se
lanzaban a él, ya sea por su aspecto o por su dinero, a veces ambos. Si querían
darle su cuerpo tan fácilmente, ¿quién era él para negarse?
Sin embargo, hoy mientras corría en la cinta trotadora en el Monet, no
podía pensar en otra cosa aparte de la pequeña señorita Hope York. Correr por
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lo general lo tranquilizaba y le aclaraba la cabeza, pero hoy su corazón corría y
el sudor escurría de su cuerpo, todo en lo que podía pensar era en ponerse
sudoroso con la pequeña empleada. Mientras aumentaba la velocidad, negó
pensando en su impecable piel y grandes labios carnosos. Entre más duro
corría más se daba cuenta de que necesitaba ir a buscar a esa mujercita y
meterse en la cama con ella para poder sacarla de su cabeza.
Kennedy se duchó, se cambió y subió al Icon, con la esperanza de que tal
vez ella estuviera allí de nuevo. Había ido hasta el Icon todas las noches
después de su primer encuentro, pero ella nunca apareció por ningún lugar.

Shauna y Hope se sentaron en la terraza del Icon disfrutando de la noche


cálida de otoño. Dos hombres muy guapos les compraron bebidas y se
acomodaron a su lado tratando de encantarlas con ingenio y buenas sonrisas.
Kennedy estaba de pie en la barra pidiendo una bebida y examinó la sala
por Hope. Decepcionado, se dirigió hacia fuera a la cubierta para tomar aire y
despejar su cabeza.
Al llegar a la puerta que conducía a la terraza exterior, la vio. Con la
cabeza echada hacia atrás riendo, era aún más hermosa de lo que recordaba.
Su profunda blusa verde y falda la hicieron al instante destacarse entre la
multitud. Pero, ¿quién era el payaso sentado demasiado cerca de ella
haciéndola reír? Al darse cuenta de que tenía un apretón de muerte en la
puerta, se compuso él mismo antes de caminar hacia Hope.
—Señorita York, ¿estoy teniendo un problema con el hotel y me
preguntaba si me podría proporcionar asistencia? —Sorprendida por la voz que
sólo podía pertenecer a él, Hope se volvió y miró los ojos azul pálido que ponían
débiles sus rodillas. Se estudiaron el uno al otro por un momento y entonces vio
el leve aumento de su boca y un toque de su anhelado hoyuelo haciendo acto de
presencia.
—Umm, sí señor Jenner, déjeme ver si puedo prestarle asistencia.
Mientras se ponía de pie para alejarse de Shauna y de los dos hombres,
uno se levantó con ella y sonrió. —Estaré aquí esperando por ti cuando
termines Hope
Apenas capaz de contenerse, Kennedy dio dos pasos para enfrentar al
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hombre sonriente y estando cara a cara, se elevó sobre el hombre hasta que la
sonrisa del pobre hombre desapareció. —No volverá.
Shauna sonrió y se rió y le dio a su amiga un guiño y un rápido abrazo.

Kennedy puso la mano en la parte baja de mi espalda y me sacó fuera del


bar.
El calor de su ligero toque se irradió a través de mi cuerpo y sus dedos
quemaron la piel donde me tocaron. En el pasillo, me sonrojé de nuevo con una
extraña mezcla de vergüenza y deseo, y fui incapaz de mirarlo a los ojos. —
¿Cuál es el problema, Sr. Jenner? —susurré, incapaz de encontrar mi voz
completa.
—El problema es que no he tenido ningún postre todavía, y me
preguntaba si se uniría a mí. —Su hermoso rostro estaba serio, el único atisbo
de honestidad era siempre ese leve giro hacia arriba en el lado izquierdo de su
sonrisa que hacía que el incontenible hoyuelo comenzara a mostrarse.
—¿Quiere decir que me llevó lejos de mi mejor amiga y de nuestros dos
nuevos amigos con engaños?
Kennedy no dijo nada por un momento y luego preguntó—: ¿Estás
acostándote con alguien?
La forma en que hizo la pregunta fue tan directa pero relajada, que podría
haber estado preguntando direcciones.
La pregunta me tomó tan desprevenida, miré hacia él con confusión.
—¿Qué si estoy acostándome con alguien?
Dio un paso más cerca, —Sí, esa es la pregunta que hice. ¿Quiere saber si
estoy acostándome con alguien antes de contestar?
Di un paso atrás y respiré hondo. —¿Por qué es de su incumbencia si estoy
acostándome con alguien, Sr. Jenner?
Otro paso más cerca y su bello rostro se inclinó a mi oreja—: Porque
quiero ser el único follándote, Hope. —Mis rodillas se debilitaron y volteé mi
cabeza tan rápido que miré hacia él y empecé a balancearme, inestable en mi
equilibrio. Él dio un paso más cerca y yo di otra de vuelta hasta que golpeé la
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pared detrás de mí. Colocando una mano a cada lado de mi cabeza, sonrió, el
hoyuelo completo estuvo en su sonrisa esta vez y sentí un dolor entre mis
muslos.
Conociendo que la antigua Hope se habría aterrorizado y huido hizo mi
respuesta más fácil—: No, no estoy acostándome con nadie en la actualidad. —
Nos miramos el uno al otro a los ojos durante un largo minuto y por un segundo
pensé que me iba a besar. En cambio, levantó mi mano a su boca, aplanó mi
mano y me besó en la palma hasta que sentí el toque de su lengua en el centro
de la palma de mi mano. ¿Acababa de probarme? Antes de que pudiera pensar,
tomó mi mano y me llevó al ascensor. Me di cuenta de que no respiraba y forcé
una exhalación mientras estábamos en el ascensor esperando que las puertas
se cerraran. Él estaba detrás de mí lo suficientemente cerca como para sentir
su respiración. Casi esperaba que presionara el botón del piso 44, que sabía era
el piso de su habitación. Me decepcionó un poco, pero me sentí aliviada, cuando
apretó el botón para ir hasta el vestíbulo.
De pie tan cerca de mí, respiré profundamente y lo olí. Jabón y almizcle,
me dieron ganas de saborearlo también. Entonces di un paso hacia adelante
cuando las puertas del ascensor se abrieron, la cercanía de su cuerpo fue
sustituida por su mano de nuevo en la parte baja de mi espalda. Sin hablar, nos
guió a través del vestíbulo y salimos a la calle.
—¿A dónde vamos? —Di un vistazo hacia él por primera vez desde que
dejamos el piso 45.
—A ver si esto puede funcionar —respondió con su voz aterciopelada
profunda y tomó mi mano en la suya. Supongo que debería haber estado
nerviosa o preocupada por mi seguridad. Pero no lo estaba. Sólo esperaba que
donde fuera que íbamos hubiera un pequeño espacio como el ascensor
donde tuviéramos que estar cerca de nuevo.
Caminamos unas pocas cuadras antes de llegar a una pequeña, heladería
de moda. Él abrió la puerta y me hizo señas para que entrara. —Una cabina
para dos personas, preferentemente privada.
La anfitriona con enormes pechos asomando de su traje diseñado para
parecerse a una chica de los años cincuenta se quedó mirando a Adonis, con la
boca abierta por unos segundos antes de recuperar la compostura. Me pareció
ser la única que notó a la llamativa anfitriona ofreciendo sus amplios pechos y
atención a Kennedy, su mirada nunca me dejó. La seguimos a una cabina en la
parte posterior de la pequeña sala y me senté al otro lado de él, extrañando su
toque tan pronto como me soltó la mano.
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Él miró sobre la mesa sosteniendo mis ojos, no lo que me permitió que
mirara lejos. —Me siento atraído por ti Hope. Te puedo dar todo lo que quieras,
pero quiero una cosa en pago. —Mis ojos se cerraron sabiendo lo que vendría
después. Todos querían una sola cosa. Me obligué a abrir los ojos y la
proximidad de él y su intenso enfoque se elevó a un nivel físicamente doloroso.
Me volví cruzando las piernas de nuevo en un intento infructuoso por contener
el latido entre mis muslos. Un indicio de un ladeado ascendente desnudó el
inicio de ese hoyuelo izquierdo diciéndome que sabía lo que estaba sintiendo.
—¿Y si no quiero darle lo único que quiere, señor Jenner?
Él se quedó mirando, sus ojos azules pálidos oscureciéndose como el acero
con intensidad. —Bésame antes de decidir lo que estás dispuesta a darme.
Mi respiración se volvió agitada ante sus palabras, me lamí los labios y vi
su mirada estableciéndose en mi boca. Mi cuerpo estaba traicionando a mi
mente. Él gimió levantando su mirada de vuelta a mis ojos, estirándose sobre la
pequeña mesa y poniendo su mano firmemente detrás de mi cuello, jalándome
más cerca de él sobre la mesa. Antes de que mi cerebro pudiera ponerse al día
con mi cuerpo, sus labios cubrieron los míos. Presión dura confiada con la
suficiente fuerza agresiva a la demanda de mis labios abiertos cuando su
lengua lamió mis labios. Gruñó, inclinando la cabeza para profundizar el beso,
su lengua sumergiéndose dentro de mi boca, degustándome en movimientos
sensuales largos. Sentí que mi clítoris se hinchaba y mi corazón latía en mi
pecho. Su agarre se suavizó y terminó el beso con un ligero pellizco con el labio
inferior que era más fuerte que una mordida amable, pero no muy dolorosa.
Nuestros rostros aún estaban cerca, nariz contra nariz, con la respiración
entrecortada. —No quiero mentiras, Hope, nunca.
¿Esa es la única cosa que quería? Desde luego, no era lo que esperaba. Era
vagamente consciente de la camarera de pie con la mandíbula colgando abierta
de nuevo mientras se aclaraba la garganta para traernos de vuelta a la
realidad. Avergonzada por la intrusión en nuestro momento privado, me retiré
y traté de acomodarme en mi asiento. Él ordenó algo que le valió una gran
sonrisa de la gran camarera con pechos, pero mi cerebro no pudo encadenar las
palabras que pronunció juntas. Necesitaba despejar mi cabeza y mover mi
concentración de nuevo a la conversación típica de cita de “conocerte” antes de
hacer algo estúpido.
—Entonces, Sr. Jenner, ¿qué lo trae a Nueva York? —El rubor ahora
familiar se arrastró rápidamente sobre mi rostro. ¿Qué pasaba con este hombre
que me hace ruborizar cada vez que estoy cerca de él? 21
—Negocios. Y aunque me gusta la idea de que me llames señor Jenner
cuando estés debajo de mí en la cama, creo que Kennedy es más apropiado por
el momento, ¿no es así?
Seguramente no dijo eso, ¿verdad? —¿Perdón? —Mis cejas se fruncieron
con confusión ante su pregunta.
Él se acercó más y poco a poco, con un ligero toque de diversión. —Me
oíste correctamente Hope, Kennedy ahora señor Jenner en el futuro.
—Umm..., ¿Vienes a la ciudad a menudo?
Una lenta sonrisa de confianza se extendió por su rostro y con la visión de
la hermosa sonrisa llena, de hoyuelos tan profundos tuve que acordarme de
respirar. —Lo hago ahora, Hope. —Una vez más fuimos interrumpidos por la
camarera de amplios pechos, esta vez fue un alivio. La sonrisa tan pronto
después de nuestro beso y la reacción de mi cuerpo traidor cuerpo me dejó en
un estado que era difícil mantenerme al día con nuestra conversación.
La camarera volvió y me dio un gran cono de helado de chocolate cubierto
de virutas rojas, entonces se fue. —¿Dónde está tu postre? —Sus cejas se
arquearon y su ligera sonrisa se volvió carnal—. Mi postre es verte comer eso.
Al principio, tuve una horrible visión en mi cabeza de lo estúpida que me
vería lamiendo lentamente el cono de helado. Pero su mirada firme y hermosos
ojos claros volviéndose casi marinos por la guerra con su deseo me dio la
confianza que necesitaba para hacer retroceder a la antigua Hope
convirtiéndose en la nueva mujer que tan desesperadamente necesitaba ser.
Cerré los ojos y di unos largos movimientos lentos con la parte de atrás de mi
lengua al helado en mi boca y pasé saliva antes de un trago.
—Jesucristo. —Sus ojos cedieron ante mí, las dos manos tomando su
cabello con dureza—. Quiero follarte tanto que me duele. —Yo estaba excitada
ante la idea de tener tal control sobre un hombre tan increíblemente hermoso.
Cuando terminé el postre, él se levantó bruscamente, tirando un poco de
dinero en la mesa. La realidad de mi comportamiento juguetón me inundó de
nuevo y estaba completamente avergonzada. Nunca en mi vida había actuado
de esa manera antes, sobre todo en un lugar tan público.
Kennedy me agarró la mano y caminó con grandes zancadas hacia la
puerta. Yo era apenas capaz de mantener el ritmo. En el exterior, su mirada
anhelante fue sustituida por un rostro de piedra, ilegible. —Me gustaría
asegurarme de que llegues a casa con seguridad, si está bien. —Todavía era 22
temprano y unos minutos antes pensaba que lo último que quería hacer era
terminar la noche, pero algo había cambiado.
Avergonzada, me obligué a mantener mi cabeza en alto. —Puedo caminar
desde aquí. Gracias por el postre Kennedy.
—No vas a caminar sola. —Su tono dejó en claro que no había espacio
para el desacuerdo, señalé el norte y expliqué que faltaban cinco cuadras y dos
calles más.
Respiró profundamente y suavemente tomó mi mano y comenzó a
caminar. Estaba tan cerca de mí, sin embargo, la distancia que se interponía
entre nosotros hacía que se sintiera como si estuviéramos a kilómetros de
distancia. Llegamos a mi edificio, una casa de piedra rojiza de cuatro pisos, y
nos dirigimos a los diez escalones hasta la puerta. Le
expliqué que mi estudio estaba en la planta baja y no hizo ningún intento de
unirse a mí en el interior.
—¿Es esa tu ventana del dormitorio justo ahí? No tienes ninguna
seguridad sobre ello.
No quería admitir que me sentía incómoda con la falta de seguridad y
había planeado poner una alarma, pero no podía ya que había gastado todos
mis ahorros en mi nuevo guardarropa. —La ventana tiene cerrojo.
Él me vio con una mirada que no pude identificar. ¿Estaba preocupado o
enojado?
Tomé el pomo de la puerta y empecé a darle las gracias una vez más.
Caminando al frente bloqueó mi entrada, puso ambas manos sobre mis
hombros y me atrajo cerca. Su boca cubrió la mía, sus labios y besos fueron
suaves esta vez. Una caricia suave que desataba ternura, diferente del
apasionado, deseoso beso de antes. Soltó mis labios y puso su frente en la mía,
poniendo el dedo en mi boca. —Buenas noches Hope.
Le di una leve sonrisa y esperé hasta que retrocedió ligeramente.
Volviendo a caminar hacia el edificio, me miró por encima del hombro y no tuve
idea de dónde vino la palabra. —Sí.
Caminando por las escaleras, se detuvo y se volvió para mirar hacia atrás
a mí, con las cejas fruncidas con confusión. —¿Sí?
—Sí, a tu única solicitud. 23
Sonrió, haciéndome sentir las rodillas débiles con la sonrisa con hoyuelos
del tamaño del Gran Cañón. Le devolví la sonrisa y me volví hacia mi edificio
sin mirar atrás, sabiendo que sus ojos estaban en mi trasero, hasta que estuve
fuera de su vista.
—Está bien, derrámalo chica. —Aunque no nos hablamos ni hicimos
planes para el desayuno la mañana del viernes, sabía que Shauna estaría en
nuestro café después de mi inesperada salida del Icon anoche. Después de todos
estos años, éramos como un viejo matrimonio que sabía lo que pensaba la otra
antes de que lo dijera.
—No tengo idea de lo que pasó, un minuto estábamos atrapados en una
intensa tensión sexual, al siguiente me estaba llevando a su casa y estaba
tomando una ducha fría.
—Olvídate de la parte de ducha; Quiero escuchar la parte de la tensión
sexual.
Shauna fue porrista del equipo de baloncesto profesional, pero debería 24
haber sido detective. Tenía una manera de obtener toda la información de ti
mientras te sentías culpable de alguna manera seguías sin dar nada a cambio.
—Realmente no hay mucho que contar. Fuimos por un helado y me besó
hasta que no estuve segura de mi propio nombre durante unos minutos.
Entonces me acompañó a casa sin decir una palabra y me dio un suave beso sin
ni siquiera pedirme entrar.
— ¿Vas a verlo de nuevo?
—No lo creo, vive en Chicago y estará yéndose hoy. Es probablemente algo
bueno que nada pasara anoche.
Shauna estaba en silencio, asintió y miró el reloj, lo que indicaba que
necesitaba irse. —Esta noche, a las 6:00. Olvídate del Icon, vamos a probar el
nuevo club Salt que se abrió en la calle 57. Nos encontraremos en el vestíbulo
del hotel.
Realmente no quiero ir. Mi cabeza estaba desordenada y tuve el deseo de
ponerme pantalones de chándal y sentarme con un cubo de Ben y Jerry y ver
una película sentimental. Pero no, esa era la antigua Hope. —Está bien, estoy
en el juego. —Le di mi mejor sonrisa falsa y me fui al hotel.
Hoy sería mi último día de entrenamiento en el mostrador de recepción.
La mañana estuvo ocupada con cuentas de clientes saliendo, pero levantaba la
vista cada vez que escuchaba la campanilla del ascensor y me decepcionaba
cada vez. Dylan debió darse cuenta de lo que estaba haciendo. —Si estás en
busca de ese magnífico hombre que te llamó la atención el lunes, salió antes de
que llegaras. Me dijo algo de un vuelo temprano por la mañana. Sé que lo viste
primero, pero no me importa ayudarte a quitar la pelusa sus almohadas en su
suite... el hombre está más allá de sexy.
Traté de ocultar mi decepción. —Oh, no estaba buscando a un huésped,
quería hablar con George sobre donde estaría entrenando la próxima semana y
pensé que podría ir.
Completamente cabizbaja sin que me contactara antes de que se fuera,
todavía no pude evitar pensar en él todo el día. Al caer la tarde, me alegré de
que Shauna hubiera insistido en salir esta noche. Un par de copas y un poco de
baile era probablemente lo que necesitaba para sacar a Kennedy Jenner de mi
mente. Casi al final de mi día, un hombre mayor con traje se acercó al 25
mostrador sosteniendo un sobre. —Estoy buscando a la señorita York.
Acepté el sobre y él esperó. ¿Estaba esperando una propina?
Alcanzando mi bolsillo, saqué un par de dólares y extendí mi mano en
dirección a la suya. El señor mayor sonrió y negó. —No, señorita York, creo que
debería leer la tarjeta.
En el interior, sobre grueso estampado crema con letras doradas vi las
iniciales KJ. Mi columna se enderezó y mis latidos se aceleraron con el hecho
de saber que escribió la nota.
Querida Hope, Charles es mi chofer cuando estoy en Nueva York. Por
favor, deja que te lleve a casa esta noche. Tiene un regalo en su auto que
necesita ser entregado en tu apartamento contigo. Kennedy.
Una tarjeta de visita también estaba incluida en el sobre, donde había
escrito a mano su número de celular.
Shauna llegó y se dirigió al mostrador de recepción a unos pasos de
Charles. —Ha habido un pequeño cambio de planes Shauna. Este es Charles.
—Hice un gesto hacia el señor mayor sonriente vestido con traje de chofer y
sombrero.
—Kennedy lo envió para llevarme a mi casa junto con un regalo que tiene
en el auto para mí.
—Oh, ¡estoy tan emocionada! ¡Sabía que el hombre no podía alejarse de ti!
—Shauna volvió su encanto a Charles—. Charles, ¿te importaría mucho llevar
a Hope para que se vuelva a reunir conmigo después de que entregues el regalo
en su apartamento?
Charles pudo haber sido mayor, pero el encanto de Shauna no se perdió
para el hombre. —No señorita, no hay problema.
—Hope, me gustaría ir contigo, especialmente porque me muero por saber
que es el regalo, pero le dije a algunas de las chicas del grupo que nos íbamos a
encontrar con ellas en Salt en quince minutos y, debido a que conozco al
portero, les prometí que conseguiría que todas entráramos de forma gratuita.
Después de un beso rápido al aire mientras caminaba hacia la salida del
vestíbulo con los ojos de todos los hombres tras el balanceo de sus caderas,
incluyendo al viejo Charles.
Mientras subía a la parte trasera de la limusina y le proporcionaba a
Charles mi dirección, vi un gran paquete envuelto en papel marrón con otra 26
tarjeta adjunta escrita a mano. ¿Tal vez podría encontrar más información
sobre Kennedy de Charles, si ha sido su chofer durante años? —Charles,
¿cuánto tiempo hace que conoces al Sr. Jenner?
—Probablemente unos cinco años en total, utiliza mis servicios
exclusivamente cuando está en Nueva York —Charles sonaba orgulloso de su
declaración.
—¿Con qué frecuencia viene a Nueva York?
—Por lo general, una vez al mes, a veces durante un viaje de un día, otras
veces pasa unos pocos días.
Sintiendo acelerar mi latido hacia la posibilidad de ver de nuevo a
Kennedy, me sentí como si estuviera en la secundaria. Me hundí en mi asiento
y curiosamente consideré lo que estaba bajo el papel marrón. Tenía la forma de
una fotografía de algún tipo, aunque era bastante grande para una foto.
Mientras llegábamos a mi casa de piedra rojiza, me di cuenta de que sería
difícil para mí meter el gran paquete a la casa sola. Charles abrió la puerta y
extendió la mano para ayudarme a salir del auto.
—El Sr. Jenner me dio instrucciones específicas de que llevara el regalo a
su apartamento por usted.
Subiendo por las escaleras hasta mi casa de piedra rojiza, me di cuenta de
que algo era diferente, pero no podía poner mi dedo en ello. Cuando me acerqué
a la puerta, me di cuenta de que mi ventana estaba ahora cubierta
parcialmente al hermoso hierro forjado decorativo antiguo.
El diseño era elegante y grácil casi ocultando el verdadero propósito de su
colocación como una obra de arte decorativa. Seguridad. Sería imposible que
alguien pudiera caber a través de mi ventana con las barras de hierro
cuidadosamente situadas para limitar la accesibilidad. Había visto la ventana
revestida así cuando estaba investigando la seguridad, pero piezas antiguas así
costaban miles de dólares y era un lujo que nunca podría pagar. Mi primer
pensamiento fue que el propietario había añadido la seguridad, pero luego
recordé la declaración de Kennedy sobre mi falta de seguridad anoche.
Abrí la puerta de mi apartamento y Charles colocó el paquete
cuidadosamente sobre la mesa y volvió a su auto diciéndome que me tomara
todo el tiempo que necesitara.
Dos segundos después de cerrar la puerta detrás de él, rompí el papel
marrón como un niño la mañana de Navidad, la curiosidad finalmente sacó lo
mejor de mi compostura. Debajo, la obra más perfecta de arte que había visto 27
me dejó sin aliento. No muy abstracto, sino con colores brillantes y dimensiones
sombreadas había una fotografía sencilla de la lengua de una mujer
comiéndose un cono de helado. No había rostro que perteneciera a la lengua y
era casi difícil de distinguir la lengua lamiendo el cono detrás de las
salpicaduras de color y de las audaces lamidas.
Sexual. Sensual. Crudo. Los sentimientos que al ver la obra de arte
evocaba eran poderosos.
Las lágrimas escocieron mis ojos y me obligaron a parpadear para
mantenerlas a raya.
Entonces me acordé de que había otra tarjeta en el exterior. Busqué en la
envoltura y la encontré.
Cuelga este original de modo que lo puedas ver desde tu cama. Compré la
impresión para colgarla en mi dormitorio.
KJ.

Oh. Mi. Señor. ¿Quién es este hombre? Realmente no lo sé, pero todavía se
sentía como si hubiera estado esperando una eternidad para que llegara. Mi
corazón se aceleró y mi sonrisa se extendió tanto que me dolió. Tenía que
llamarle y darle las gracias, no podía esperar a escuchar su voz. Marqué el
número de celular que escribió en su tarjeta de visita.
—Kennedy —la respuesta del otro lado de la línea al primer timbre.
—Oh, hola Kennedy, soy Hope York. —Dios, ¿por qué soy una idiota?
Había recitado mi nombre y apellido para identificarme con un hombre que me
besó ayer por la noche y que me envió un regalo increíble hoy. Me encogí
internamente por mi falta de tacto.
—Hope, ¿llegaste a casa con seguridad? —Podía escuchar la sonrisa en su
voz.
—Sí, lo hice. Fue muy amable de tu parte enviar a Charles y la obra de
arte es, bueno... es simplemente increíble. Quiero decir es hermosa.
—Me alegro de que te gustara. Pensé que era muy bonita. Aunque ni
siquiera se acerca a la persona real que vi ayer por la noche. —Estaba a punto
de darle las gracias, cuando su voz profunda interrumpió mi pensamiento—.
Charles me dijo que tu amiga le pidió que te dejara en un club para encontrarte
con ella esta noche.
—Ummm... sí, no fue mi intención pedirle un paseo, fue sólo algo que 28
pasó.
El sonido aterciopelado de la profunda voz de Kennedy y una risa
profunda me dieron el alivio de que no estaba molestó porque estuviera
aprovechando de su generosidad. —Hope, no quiero que vayas al club esta
noche. Quiero que te quedes en casa y te masturbes y pienses en mí.
Jesús. Incluso a través del teléfono este hombre podía hacer que mis
pezones se endurecieran con entusiasmo. Dejé que esperara en silencio durante
un minuto. Si alguien más hubiera dicho esas mismas palabras me habrían
indignado. Sin embargo, las palabras de Kennedy como una orden y no una
petición, crearon un deseo de obedecerlo que me llenó. —Está bien. —La
palabra salió de mi propia boca y sin embargo estaba sorprendida de que
acababa de aceptar hacer lo que me ordenó.
—Bien, gracias.
—¿Y tú qué vas a hacer esta noche, mientras estoy en casa en mi cama
sola?
Sonreí, no muy segura de lo que quería fuera su respuesta.
—No lo que suelo hacer en una noche de viernes. —Silencio por un
momento, y luego—. Te llamaré mañana, tengo que hacer un par de llamadas
para cambiar algunos compromisos anteriores.
Unos minutos más tarde, colgué el teléfono. En la ventana, vi a Charles en
su celular y luego sonrió y se alejó. Me sentí como si sólo hubiéramos acordado
un montón de cosas en nuestra breve conversación, sin embargo, no estaba muy
segura de lo que eran esas cosas. Mi celular sonó y me di cuenta de que tenía
que avisarle a Shauna que no iría a su encuentro en el club. Era más fácil
fingir una enfermedad repentina y luego de decirle a Shauna la verdad. Que le
había prometido a un hombre que apenas conocía que me quedaría en mi
apartamento y me masturbaría no se vería bien en un texto.

29
Kennedy Jenner tenía una cita fija con Mikayla Santorina todos los
viernes por la noche de los últimos tres meses. No era una relación complicada.
A Mikaylale gustaba ir a cenas caras y socializar en fiestas y ser vista del
brazo de un hombre alto y oscuro, guapo y rico. Kennedy con frecuencia
necesitaba una cita para eventos sociales a los que estaba obligado a asistir por
sus negocios. Y, al final de la noche, le gustaba follar o una mamada y luego
irse a casa solo, sin la presión de dormir fuera de casa y por la mañana estar
con una mujer. Mikayla había intentado en más de una ocasión hacer un
arreglo de algo más, pero Kennedy dejó en claro que no estaba interesado más.
Esta noche canceló sus planes para asistir a la cena de caridad de la
Alcaldía juntos, contándole a Mikayla tenía una emergencia de negocios que
tenía que atender.
30
Era más fácil que decirle la verdad, y si las cosas no funcionaban con la
pequeña señorita York, podría considerar mantener su arreglo.
Mikayla no estuvo feliz cuando Kennedy llamó para cancelar, pero se
ofreció a reunirse con él después de la cena para la segunda mitad de su cita
habitual nocturna de todos modos. Ni siquiera tentado, él declinó su oferta.

Ser rico y guapo le había hecho un blanco para las mujeres. Sólo salía con
las que conocían las reglas y podrían proporcionarle sólo lo que él necesitaba y
ser feliz con lo poco que podía ofrecer. El tiempo y la energía de Kennedy se
dedicaron a la construcción de su empresa en los últimos ocho años. No había
tiempo para distracciones. No lo permitiría. O bien controlaba la relación o
terminaba la relación. Las mismas reglas se aplicaban a su negocio. El control
no era algo que podía ceder, lo necesitaba para sobrevivir.
La asistente de Kennedy Marcy no se sorprendió de que llamara tan tarde
ese día. Pero se sorprendió de que llamara para hacer los arreglos para dos
entregas adicionales para una mujer en Nueva York. Y el hecho de que llamara
en un momento en que se suponía que estaba con Mikayla puso una sonrisa en
el rostro de Marcy. Marcy no confiaba en Mikayla y contaba en que la relación
terminaría pronto.

31
El timbre sonó mientras me estaba vistiendo para ir al gimnasio y me
asomé por la ventana para ver quién podía estar en la puerta tan temprano
una mañana de sábado.
Charles estaba de pie con el uniforme completo y se quitó la gorra con una
sonrisa, me saludó con una leve reverencia. En su brazo izquierdo tenía una
caja grande de flores. —Buenos días señorita York.
Abrí la puerta. —Buenos días Charles, esta es una visita inesperada.
Charles extendió sus brazos para pasarme la caja que llevaba. —El Sr.
Jenner me pidió que le entregara estas y que vea que sea llevada a cualquier
diligencia a la que necesite ir hoy.
Sonreí y le ofrecí que entrara, pero él declinó cortésmente. —Estaba
preparándome para ir al gimnasio, si no te importa esperar; Estaré lista en 32
pocos minutos.
—Tómese todo el tiempo que necesite señorita York, soy suyo por el día.

Charles me dejó en mi apartamento después de una mañana en el


gimnasio, de hacer media docena de recados que me habrían llevado el doble de
tiempo en el metro. Al abrir la puerta de mi apartamento, el olor de dos
docenas de rosas lilas y amarillas llenó el aire. Cerré los ojos y sonreí, abriendo
para contemplar la hermosa, imagen erótica que ahora se cernía a sólo metro y
medio de los pies de mi cama.
Más tarde esa noche Kennedy llamó y hablamos largamente esta vez. Le
dije acerca de mi nuevo trabajo, de mi mudanza de Oregon, y un poco de
Shauna. La conversación parecía extrañamente normal y familiar.
No le pregunté lo que hizo anoche y él no me preguntó tampoco.
La siguiente semana pasó volando y, aunque hablé con Kennedy todos los
días, no le pregunté cuándo volvería a la ciudad. Quería saberlo pero temía
preguntar, aunque no estaba muy segura de por qué.
El viernes por la tarde mientras me estaba preparaba para dejar el
trabajo, mi celular sonó y sonreí al ver su número. —Hola.
—¿Usas control de la natalidad? —Su voz era profunda y su tono
uniforme. Pude decir que se hizo una pregunta muy seria y no jugando al
coqueto. Quería una respuesta seria.
El rubor se filtró en mi cara. El hombre podía hacer que me sonrojara con
sólo una palabra en el teléfono.
Por la esquina de mi ojo, vi el gerente del hotel, George, viniendo en mi
dirección. —Umm... sí lo hago, pero posiblemente podríamos hablar de esto más
tarde, preferiría no tener a mi jefe sabiendo sobre mi vida sexual, o de la falta
de ella, y está caminando directo hacia mí.
—Podemos seguir esta conversación más tarde, pero estoy feliz de saber
sobre tu “falta de una vida sexual”. Lo escuchaba sonriendo con suficiencia a 33
través del teléfono. Apuesto a que la respuesta consiguió una visita de sus dos
hoyuelos.
George llegó y colgamos. —Hope, siento pedírtelo tan tarde en viernes,
pero hay un VIP en la suite del penthouse que quiere discutir la celebración de
un gran evento aquí.
—No hay problema, George, estoy feliz de hacerlo.
Le envié un texto rápido a Shauna para decirle sobre el cambio de planes
y que fuera al Happy Hour sin mí.

Había recorrido la suite del penthouse en mi primer día cuando estaba


vacante y sabía que era de lujo. Ocupaba casi la mitad de un piso entero y
había una sala y comedor donde podíamos sentarnos y discutir la planificación
de un evento. Fui a la suite y miré por encima de la carpeta que George me
había dado que contenía algunos conceptos básicos sobre el evento. Sin nombre
en el archivo. Tendría que presentarme y esperar que el huésped me diera su
nombre a cambio.
La puerta se abrió y me quedé boquiabierta. Kennedy. Me quedé de piedra
y no pude moverme. La diversión bailaba en sus ojos mientras miraba hacia mí,
dándome la sonrisa y los hoyuelos. Mis rodillas se debilitaron y me quedé allí
como una niña en la escuela, nerviosa e incapaz de devolverle la sonrisa. Dos
pasos rápidos y estaba en mi espacio personal. —No podía esperar más para
verte.
Levantó mi mano y tiró de ella a su boca. Sus ojos divertidos
desaparecieron y fueron reemplazados por una intensa concentración. Sus ojos
no dejaron los míos mientras nos llevaba dos pasos adelante en la habitación y
vagamente escuché cerrarse la puerta detrás de mí. Él se inclinó, metiendo su
cabeza en mi cabello y suavemente besando mi cuello. La sensación de sus
labios sobre mi piel sensible llevó piel de gallina a todo mi cuerpo. Mis pezones
se animaron y la excitación se disparó a través de mí.
—Hola. —Fue lo mejor que pude obligar a salir de mis pulmones.
—Hola preciosa. —Suavemente me inmovilizó contra la pared detrás de
mí, capturando mi boca. La suavidad rápidamente se convirtió en pasión. Me
encantaba la forma en que me besaba como si tuviera que hacerlo para poder
respirar. Robaba el aire de mis pulmones. Mordisqueó mi labio lentamente de 34
una esquina a la otra. Me chupó con su lengua. Él respondió presionando su
cuerpo firmemente en el mío. Podía sentir su erección contra mi vientre.
Envolví mis brazos alrededor de sus anchos hombros y levanté una pierna
alrededor de su cadera para sentir más de él. Un gemido se me escapó mientras
presionaba su cuerpo más fuerte contra mí.
Kennedy se retiró, y miró mi rostro. Pude ver su pecho subir y bajar
rápidamente mientras luchaba por recuperar el control. —Joder Hope, tengo
que tenerte.
Lo miré a los ojos durante unos segundos y tomé una decisión. Asentí,
incapaz de encontrar palabras. Él me observó con atención mientras pasaba las
manos a lo largo de su pecho sintiendo el músculo duro que sólo había
imaginado estaba allí. Tiré de la parte inferior y solté el dobladillo de su camisa
metida. Sus ojos nunca dejaron mi rostro, podía verlo buscar en mis ojos para
confirmar la respuesta que ya le había dado.
Me levantó y me llevó al dormitorio, sentándome en el borde de la cama.
Dio dos pasos hacia atrás y me miró. —Desnúdate para mí. —Poco a poco
desabroché mi camisa de seda profundamente azul, dejando que cayera abierta
revelando el cordón de mi sujetador azul profundo—. Jesús, Hope —susurró
con voz baja ronca, pero no hizo ningún movimiento hacia mí.
Me quedé de pie, abriendo lentamente mi falda y dejándola caer al suelo a
mi alrededor.
Mis bragas azules cortas de encaje a juego fueron reveladas. Me senté y
lentamente desabroché las correas de mis sandalias de tacón alto, y luego me
puse de pie. Sus ojos me bebieron lentamente de pies a cabeza.
Cuando sus ojos alcanzaron los míos, una leve sonrisa y enarqué una ceja.
—Tu turno.
No iba a hacer el lento striptease que sólo le había dado. Él cerró el
espacio entre nosotros y me sonrió. Una sonrisa malvada que hizo a mis
rodillas débiles. Nunca estuve tan excitada en toda mi vida.
—Voy a ver mientras te hago correrte y luego bombear mi semen tan lejos
en ti que puedas sentir que se filtra a través de tu cuerpo durante varios días.
Mi clítoris se hinchó por sus palabras y su intensidad me llevó al
acantilado del orgasmo. —Voy a probar cada centímetro de ti y luego vas a
chupar mi lengua de nuevo y a probarte a ti misma. —Su mano había acunado 35
mi pecho y su pulgar empujó el encaje liberando a un lado mis pezones
hinchados. Vi como su cabeza se inclinaba y tomó mi pezón en su boca,
chupándolo y haciendo remolinos con su lengua vuelta y vuelta, volviéndome
loca. Cortó su camino de un pecho al otro y aumentó la succión mientras mi
jadeo crecía.
Sentí su mano acariciar las curvas por el camino de mi trasero y su mano
me agarró del trasero pellizcándomelo duro, dejándome en el cruce de placer y
dolor. Él movió su mano al frente, encontrando mis bragas de encaje ya
mojadas. Frotó la palma de su mano sobre el encaje, arriba y abajo entre mi
clítoris y mi entrada. La fricción incorporada de cada trazo era firme, pero no lo
suficiente como para permitir mi liberación. Sus dedos se deslizaron bajo el
encaje y su pulgar jugó con mi clítoris en círculos suaves. Necesitaba más
presión. Me arqueé para volver a inclinarme hacia él y un gemido se me escapó.
Cerré los ojos y respiré profundo— Más —fue todo lo que pude decir, pero él
entendió.
Kennedy aumentó la presión, masajeando mi clítoris con círculos rítmicos.
Luego deslizó un dedo dentro de mí y ordenó—: Abre los ojos, Hope, quiero
ver que te corres. —Abrí los ojos y los cerré a sus pálidos ojos azules y sentí que
mi cuerpo comenzaba a llegar al clímax. Agarré sus hombros y dejé que se
apoderara de mí. El placer se disparó a través de mí y la intensidad de mi
orgasmo ondeó en suaves gemidos que escaparon de mis labios. Había olvidado
que todavía estábamos parados y mis rodillas empezaron a doblarse. Kennedy
suavemente me empujó hacia atrás y hacia abajo sobre la cama.
Antes de que pudiera encontrar las palabras para hablar, él se puso de
rodillas al lado de la cama, y tiró de mis caderas hacia él. Yo estaba hinchada y
exhausta de mi orgasmo, pero la lengua de Kennedy tocando mi clítoris agitó
algo dentro de mí. Él utilizó suavemente la parte de atrás de su lengua para
lamer mi clítoris con movimientos lentos largos. Rodeó firmemente el nudo
hinchado hasta que estuve en el borde de otro orgasmo y luego se retiró. Sopló
sobre mi clítoris suavemente y luego me sorprendió sentir su lengua
sumergirse duramente en mí. Mi cuerpo se estremeció y comenzó de nuevo con
un ritmo constante de dolor, su lengua moviéndose dentro y fuera de mí
rápidamente. Mis músculos se apretaron y el orgasmo pulsó a través de mí en
olas feroces de placer. Dejó escapar un gruñido bajo y luego lamió y chupó
hasta que se tragó hasta la última gota de mi semen.
Él se puso de pie y se desnudó, sin apartar los ojos de mí. Di un grito
ahogado mientras se bajaba los calzoncillos bóxer, liberando su largo, grueso, 36
erecto pene. Suavemente puso su cuerpo sobre el mío, sus antebrazos a ambos
lados de mi rostro para apoyar su peso. Me miró a los ojos —Todo lo que podía
pensar era en hacerte venir toda la semana Hope. —Empujó su rodilla en mis
piernas haciendo espacio para él. Podía sentir su erección en mi apertura—.
Sabes tan dulce, Hope. Quiero que te pruebes a ti misma. —Su boca devoró la
mía y me sentí mareada por su beso. Apretó su pene en mi apertura y
lentamente se movió, estirando mi túnel un poco y tirando hacia afuera.
Entonces estaba de vuelta en el interior, más lejos esta vez. —Jesús Hope,
estás tan apretada. —Tragué al oír sus palabras.
Se tomó su tiempo con movimientos lentos cortos hasta que me estiré más
y finalmente estuvo enterrado dentro de mí. Agarró la parte posterior de mis
rodillas y apretó las piernas en alto profundizando sus embestidas. No había
pensado que era posible para él llegar a cualquier profundidad. Me miró
mientras bombeaba más fuerte y sus caderas se movieron ligeramente de lado
a lado con cada golpe hacia abajo. Su rostro se mostró y sus ojos se
concentraron en mí. Tomó mi boca ahogada con mi gemido y otro pequeño
orgasmo se apoderó de mí. Sentí los músculos de su espalda tensarse mientras
ferozmente bombeaba en mí. Sus embestidas desaceleraron y creí oírlo
susurrar en voz baja mi nombre mientras cambiaba su peso de mí.
Unos minutos más tarde yacíamos enredados el uno con el otro callados,
nuestra respiración volviendo a la normalidad. —Hope, ¿cuánto tiempo pasó
desde la última vez que tuviste sexo?
—Ummm... dos años —dije con voz temblorosa, honesta, pero avergonzada
por mi propia admisión.
Él sacó su rostro de mi cuello para mirar directamente mis ojos y mi
respuesta fue recompensada con una sonrisa. Llena de dientes blancos
nacarados con profundos hoyuelos completó su sonrisa que siempre estaría
grabada a fuego en mi cerebro. No dijo nada más, pero me dio un dulce beso en
los labios y se levantó y se dirigió al cuarto de baño.
Escuché el agua corriendo en el cuarto de baño y pensé que tal vez
Kennedy decidió ducharse. De repente me cansé y cruda emoción comenzó a
filtrarse en mi cerebro finalmente alcanzando a mi cuerpo. Había pasado tanto
tiempo desde que estuve con un hombre, que no estaba segura de cuál era la
etiqueta adecuada. ¿Me vestía y me iba? Agarré mi camisa y comencé a
cubrirme cuando Kennedy salió del baño. —¿Qué estás haciendo Hope?
Sorprendida ante su pregunta—: Yo... yo... pensé que debía vestirme.
37
—¿Por qué? ¿Quieres pasar tiempo conmigo, Hope?
Se acercó a la cama.
—Sí.
—¿Por qué? —Se cruzó de brazos, luchando por esperar mi respuesta.
—Ummm.
—Recuerda nuestro trato, Hope. Sin mentiras.
—Porque eres el hombre más hermoso en el que he puesto los ojos y desde
el momento en que te vi no he podido dejar de pensar en ti. —Mierda.
¿Realmente sólo había dicho eso? Inmediatamente, sentí el rubor subir a mi
rostro.
Hubo un silencio sepulcral mientras me miraba y luché para mirar hacia
él. —Jesús, Hope, ¿no tienes idea de qué hacer? —Se acercó y me tomó en sus
brazos—. Tomaremos un baño. Debes tener dolor y quiero cuidar de ti.
El baño de la suite del penthouse era más grande que mi apartamento. El
mármol blanco era de piso a techo y una enorme bañera de hidromasaje parecía
lo suficientemente grande como para contener a seis personas. Kennedy me
puso en la bañera y se colocó detrás de mí acunándome entre sus piernas. Lavó
mi cuerpo lentamente por la espalda y pasó suavemente el paño sobre mi
hinchado sexo. Nunca había tenido a un hombre lavándome antes y me pareció
un acto íntimo, pero sin embargo calmante. Después de un largo baño y de que
el agua ya había empezado a enfriarse, me hizo salir y nos secó a los dos.
—Debes tener hambre, ¿te gustaría ir a comer o pedir algo?
No estaba dispuesta a ir al mundo exterior y a salir del capullo que habían
hecho juntos. —Ordena.
Kennedy salió a la sala y le escuché en el teléfono. Miré alrededor por algo
cómodo para usar, descartando mi ropa de trabajo extendida en una pila al lado
de la cama. En lugar de ello, opté por vestir la camisa de Kennedy, que me
llegaba casi hasta las rodillas.
Fui a unirme a Kennedy a la sala de estar. Él estaba de pie en la repisa,
junto a la chimenea apagada y se volvió mientras entraba. Vi como sus ojos
hacían un asalto lento, teniendo mi medio cuerpo desnudo en su camisa
abotonada parcialmente. —Si llevaras eso para trabajar, habría unos años de
espera por una habitación aquí.
Me reí y fui a estar delante de él. Sin mis acostumbrados tacones de ocho 38
centímetros, Kennedy tenía que ser cerca de medio metro más alto que mi
metro sesenta. Me estiré y puse mis brazos alrededor de él, mientras sonaba su
celular. Respiró profundo y exhaló un suspiro —Lo siento, probablemente
debería contestar esto. En cierto modo me fui inesperadamente hoy y la gente
se estará preguntando dónde estoy. Mi Director Ejecutivo enviará un equipo de
búsqueda si no me puede alcanzar por unas horas.
—Jenner —contestó el teléfono todo negocios—. No, me disculpo, debería
haber llamado antes. No podré llegar esta noche. —Podía escuchar la voz de
una mujer despotricando al otro extremo, a pesar de que el celular estaba
presionado contra su oreja. Pero Kennedy no hizo ningún intento de alejarse
para tener privacidad. Me jaló más cerca de su pecho, envolviendo un brazo
firmemente alrededor de mi cintura. Escuchó en el teléfono durante un tiempo,
pero no me sentía cómoda mirando hacia arriba para ver la expresión de su
rostro—. Como dije, hice mal por no haber llamado antes, pero salió algo
urgente. Este no es un buen momento para tener esta discusión, pero no estaré
libre más los viernes. —La voz en el otro extremo se hizo más fuerte. Él se
movió, pero su brazo alrededor de mi espalda sólo se apretó cuando intenté
alejarme y darle espacio—. Tengo que colgar; estoy en medio de algo que
importante y necesito devolver a Mikayla. —Luego cerró el teléfono, lo arrojó
al sofá, y su otro brazo fue alrededor de mí.
Miré hacia arriba, sin saber cómo debía reaccionar. Kennedy me miró,
aprensivo. —Se acabó. Mi pasado no es tan sano como el tuyo. No vayamos allí.
—Le di una pequeña sonrisa y asentí. La aprensión se retiró lentamente de su
rostro. Ambas manos tomaron mi rostro luego se inclinó y besó suavemente la
punta de mi nariz.
Después de comer, Kennedy encendió el fuego y nos acomodamos en el
sofá. Me dolía el cuerpo y el cansancio se apoderó de mí. Kennedy me llevó de
nuevo a acostarme. Mi espalda quedó en su frente y sus manos cubrieron las
mías. Nos miramos en silencio en el fuego y pude sentir mi respiración lenta. —
Quédate conmigo este fin de semana Hope.
Mi corazón se agitó. —Está bien.

A la mañana siguiente me desperté y me incliné de nuevo donde Kennedy


había estado sólo para encontrar el espacio vacío y frío. Vagué por la suite y
encontré a Kennedy en una pequeña oficina, que ahora parecía comando 39
central. Estaba escribiendo en su computadora portátil, la impresora estaba
imprimiendo y un fax estaba entrando. Su celular sonó y me pregunté si así
sería siempre.
—Buenos días dormilona. —Kennedy me sonrió cuando me paré en la
puerta.
—¿Qué hora es? —No recordaba haberme dormido pero se sentía como si
no hubiera sido hace mucho tiempo.
—Las 7:30
—¿Por la mañana? Es sábado, ¿no duermes el sábado? —Hice mi mejor
esfuerzo para verme legítimamente horrorizada.
—Las 07:30 es dormir para mí. He estado trabajando durante dos horas
ya. —Una ligera sonrisa acompañó una risa divertida—. No me digas que no
me buscaste en Google y averiguaste que era un adicto al trabajo.
No estaba segura de si debía parecer avergonzada porque no había
pensado en investigarlo o vergüenza porque no podía comprender cómo podía
estar tan alerta mientras Kennedy ya estaba trabajando tan temprano en una
mañana de sábado. Tomó mi rostro y se sentó de nuevo en su silla. —De verdad
no sabes nada de mí, ¿verdad?
Busqué en su rostro y pensé por un momento. —¿Sé que me diste tres
orgasmos ayer y que tienes buen gusto en el arte?
—Ven aquí Hope. —Me puse delante de él y me tomó en su regazo. Apretó
la mejilla contra la mía y envolvió sus brazos alrededor de mí con fuerza en un
abrazo. Nos quedamos así durante unos minutos. Se apartó un poco para que
pudiera verlo—. Quiero llevarte a mi restaurante favorito esta noche. Tengo
que hacer un par de horas de trabajo. Hice arreglos para que Charles te lleve al
spa y de compras. Tengo una cuenta abierta en las tiendas a las que te llevará
y quiero que consigas lo que quieras. Cómprate algo nuevo para la cena.
Compra toda la tienda si eso te hace feliz.
—Eso es muy dulce de tu parte Kennedy, pero no es necesario. Puedo ir a
casa y conseguir algo de ropa y volver más tarde.
—Por favor, Hope. Quiero cuidar de ti este fin de semana. Permíteme
hacerlo. Puedes hacer que Charles recoja a tu amiga, si quieres. Ve a disfruta
de ti misma y luego serás mía esta noche.

40

La respuesta de Shauna al invitarla a través de un texto no se hizo


esperar.
Cállate la boca. LOL. Por supuesto que iré. ¿Qué tan pronto puedes estar
aquí?
Pasamos la mañana en el spa, siendo “Las invitadas especiales del Sr.
Jenner” y luego nos fuimos de compras. Al salir de la limusina en frente de la
exclusiva boutique después de una mañana llena de mimos, me sentí como si
estuviera en un cuento de hadas. Shauna le dijo a Charles que iríamos a dar un
paseo alrededor de la cuadra antes de dirigirnos a la tienda e hicimos planes
para que nos recogiera en dos horas. Entrelazando mi brazo al de ella,
partimos a dar un paseo. Sabía que quería interrogarme. Era la mejor amiga
que jamás podría tener y me gustaría Kennedy también lo fuera o se enojaría
con él si hacía algo para lastimarme.
—Entonces, el Adonis está de vuelta y te ves como si hubieras sido bien
follada — Shauna podía hablar basura como el mejor de los hombres.
Le conté todo sobre anoche e incluso compartí la noticia de mis tres
orgasmos. —Es tan dulce Shauna, tengo la sensación de que quiere que la
gente piense que es todo negocios y mandón, pero debajo de ese ridículamente
hermoso exterior, tiene un gran corazón.
—Bueno, leí sobre los negocios y la parte mandona. Hice algunas
investigaciones esta mañana y creo que debes tener cuidado. Quiero decir,
quiero que tengas un gran momento, que lo disfrutes, pero que no te enamores
perdidamente. Kennedy Jenner tiene la reputación de ser un
hombre de negocios astuto y siempre tiene a una modelo colgando de su brazo.
Todo lo que estoy diciendo es que debes saber en lo que te estás metiendo.
Sus palabras estallaron y me sentí como si el aire fuera sacado de mí.
Obviamente, es un poco mandón y habría esperado la parte del hombre de
negocios astuto, basado en su éxito y riqueza. ¿Y por qué no iba a ser un
mujeriego? El chico sabe hablar, es oscuro, rico y ridículamente hermoso. Las
mujeres probablemente se lanzaban a él todos los días.
El pensamiento hizo que mi estómago se agriara.
—Sé que probablemente debería querer saber más sobre él. Pero por
alguna razón, quiero aprenderlo pasando tiempo con él. La vieja Hope
probablemente ya hubiera desenterrado todo lo que podría y corrido tan rápido 41
como pudiera lejos de él. No estoy segura de por qué, pero no quieren huir de él.

Shauna y yo tuvimos un gran momento de compras. Me probé una docena


de hermosos vestidos que probablemente costaban más de lo que ganaba en un
año, y luego me decidí por un vestido nuevo que podría permitirme. El vestido
verde esmeralda que escogí se aferraba a mis curvas y pensé que era Shauna
más que yo, pero la empleada de ventas y Shauna dijeron que tenía que
comprarlo y sabía que pelear con Shauna sobre moda era una batalla perdida.
Shauna me convenció para añadir un poco de lencería sexy debajo del vestido
de noche e incluso pensé que era una buena idea.
La vendedora trató de poner la cuenta en “La cuenta del Sr. Jenner”, pero
me negué y lo cargué a mi visa, conteniendo la respiración porque el cargo no
fuera rechazado.
Me tomaría unos meses pagarlo, pero el vestido me hacía sentir sexy y
quería sentirme sexy para Kennedy esta noche. Charles se detuvo frente a la
boutique justo cuando estábamos terminando en el mostrador y nosotros nos
reímos todo el viaje de vuelta el apartamento de Shauna. Me senté como tonta
mientras conducíamos el resto del camino de vuelta al hotel. Allí no pude negar
que no podía esperar para volver a ver a Kennedy.

Después de una larga ducha caliente me envolví en una de las lujosas


túnicas de felpa que el hotel ofrecía en todas las suites y silenciosamente entré
en la sala de estar. Kennedy estaba de pie junto a la alta ventana mirando
hacia el increíble horizonte mientras el sol comenzaba a desvanecerse y los
edificios comenzaban a iluminarse. Usando sólo pantalones deportivos
holgados, los músculos de su espalda ondulaban en su bronceada piel. Mientras
caminaba detrás de él, aflojé los lazos de mi bata y la dejé caer abierta.
Envolviendo mis brazos alrededor de él y presionando mi húmeda frente
desnuda en su espalda, al instante hizo que mi sexo se hinchara y mi corazón
aleteara. Mi intención era que el gesto fuera sexy y juguetón, pero se sintió más
íntimo y amoroso de lo que esperaba.
Su aliento silbó mientras exhalaba profundamente por mi toque. —No 42
vamos a llegar al restaurante en absoluto si no te pones algo de ropa muy, muy
rápidamente. —Podía oír la moderación en su voz.
Me reí, un poco avergonzada de mi atrevimiento, y se volvió para
mirarme. Quería que me viera como la nueva sexy Hope y no a la antigua,
nerviosa Hope. —No me importa faltar a la cena —dije con una sonrisa
diabólica en mi rostro. Kennedy me miró y pude sentir el rubor de calor en mi
cara. Podría ocultar a la antigua Hope, con mi atrevimiento, pero mi rostro me
traicionaba. Sus ojos buscaron los míos y no estuve segura de qué respuesta
estaba buscando.
—Tengo que alimentarte para reponer fuerzas para lo que planeo para
más tarde. —Sus labios cubrieron los míos en un beso que fue demasiado corto
y luego dio un paso atrás y señaló hacia el dormitorio—. Una caja llegó para ti
mientras estabas en la ducha. Por qué no te alistas, Charles estará aquí pronto.
La confusión de por qué me habría mandado algo a la habitación de hotel
de Kennedy, me ayudó a ignorar la decepción de ser rechazada. Estudié la gran
caja en la cama reconociendo el nombre de la tienda que habíamos visitado en
la tarde. Mi corazón revoloteó mientras desataba el gran moño y levantaba la
caja para encontrar todos los vestidos que me había probado y rechazado por el
precio esa tarde. Antes de que pudiera dar la vuelta, escuché su voz desde la
puerta. —Debes saber que no tomo un no por respuesta cuando quiero algo.
Incluso si ese deseo es darte un regalo. —Su voz era seria y encontré su
tenacidad halagadora.
Esperé un minuto antes de darme la vuelta para mirarlo. La antigua
Hope habría insistido en devolver los vestidos y se sentiría indigna de un gasto
tan lujoso. Luchando con mi propia reacción innata, traté de pensar en cómo
Shauna manejaría una situación así. Ella era el tipo de mujer a la que los
hombres prodigaban con regalos. Esperando que no pudiera ver a través de mí,
forcé una sonrisa y me volví para caminar con él. —Gracias. —Me puse de
puntillas y me estiré y lo besé suavemente la mejilla. Una lenta sonrisa se
dibujó en su rostro que reveló sus hoyuelos y tuve que recobrar el equilibrio
cuando mis rodillas se debilitaron.

No sé exactamente cuánto tiempo me llevó estar lista después de eso, mi


cerebro estaba demasiado ocupado recuperándose de lo que había ocurrido 43
durante el día para enfocarse. Salí del dormitorio y me congelé. Kennedy pudo
haber alcanzado el estatus de Adonis en su traje de negocios, pero vestido con
pantalones oscuros y un simple suéter gris hacía agua la boca. El suéter se
estiraba ligeramente a través de sus amplios hombros, una palabra vino a mi
mente. Poder.
Vi sus ojos ir lentamente arriba y abajo de mi cuerpo considerando mi
nuevo vestido. Sus ojos eran oscuros y su voz tenía un dejo peligroso en ella. —
Hope Jesús. Joder. —Sentí que su reacción se filtraba en mi piel y el vello en
mi nuca se irguió. Se acercó a mí sin apartar sus ojos de los míos, le escuché
respirar profundamente—. Eres hermosa. —Con sólo unas pocas palabras
simples, estaba húmeda de deseo. Él bajó la cabeza y besó suavemente mi
cuello ligeramente debajo de mi oreja. Enviando escalofríos por mi columna. Me
derretí cuando me acercó y me tomó en un fuerte apretado abrazo. Se retiró y
se aclaró la garganta—. Cena, ahora. —Y nos fuimos.
La conversación en la cena llegó con facilidad y Kennedy se rió mientras le
contaba las historias de Shauna y de cuando crecía en el Oregon rural. La
mayoría de las historias tenían el mismo tema. Shauna metiéndose en
problemas y yo teniendo que salvar su trasero. Le hablé de mi padre retirado
del servicio y de cómo se casó con la ex Miss Oregon después de que mi madre
murió cuando tenía once años. Me dijo que era el mayor de tres hijos, pero no
compartió ninguna historia sobre su infancia.
Cuando la camarera llegó con el carro de postres, él rápidamente le dijo
que no podríamos comer postre y pidió la cuenta. Inclinándose hacia delante,
arqueé una ceja y pregunté—: Iremos por helado en su lugar. —El vino en la
cena me había hecho sentir valiente y la forma en que Kennedy me miraba me
hacía sentir sexy.
Su rostro se puso serio y se inclinó tan cerca que pude sentir su aliento—:
No Hope, te voy a comer de postre. —Mi rostro enrojeció y me di cuenta de que
estaba jugando su juego y acababa de voltearme las cosas—. He estado
pensando acerca de cómo tu lengua acarició el helado de crema todo el día y voy
a pretender que eres un cono de helado y a lamerte hasta que tu crema se
derrita en mi boca. —Cerré los ojos sintiendo cruda emoción y deseo. Quería
hundir mis uñas en su cuerpo como roca dura y tomarlo más profundo hasta
que no hubiera aire que quedara entre nosotros. Forcé mis ojos a abrirse, su
rostro a centímetros del mío—. Bueno ¿por qué seguimos sentados aquí
entonces?
La cabeza de Kennedy se retiró y una sonrisa iluminó su retorcido rostro. 44
Se puso de pie y me agarró la mano levantándome. Me llevó fuera del
restaurante tirando de mí detrás de él tan rápidamente que apenas podía
mantener el ritmo.
Más tarde esa noche me quedé dormida en sus brazos después de que
cumplió su promesa de tenerme de postre y yo correspondí sirviendo como otro
cono de helado.
Sólo que esta vez el cono fue Kennedy.

Me desperté el domingo todavía en sus brazos y moví mi cabeza


suavemente levantándola de su hombro para mirar a Kennedy dormir. Para mi
sorpresa, no estaba durmiendo. Estaba mirando hacia mí y comenzó a acariciar
mi cabello. —Buenos días hermosa. —Sonreí pensando en lo increíble que sería
despertar en este sitio todos los días. Él me devolvió la sonrisa, pero no fue la
sonrisa llena de hoyuelos—. Tengo que prepararme para mi vuelo de regreso a
Chicago pronto. —La idea de dejar el capullo creado el fin de semana, desinfló
la emoción que sentí al despertar en sus brazos. Me enderecé con sus palabras.
—Está bien. —No podía pensar en nada más que decir, sin mostrar lo
triste que la idea de no verlo realmente me hacía.
Se detuvo de acariciar mi cabello y me preparé para lo que pensaba
vendría después. —No puedo soportar la idea de tú en esta ciudad caminando
tan inocentemente, con todo hombre con sus ojos tras tu trasero mientras estoy
todo el camino a Chicago. —Impresionada, me apoyó en mi codo para mirarlo.
—Eso no es exactamente lo que pensé que ibas a decir. —Un momento
más tarde la realización de sus palabras me golpeó— Y no soy inocente Sr.
Jenner. —Hice todo lo posible para verme molesta y seria. Kennedy, ajeno a la
actitud que estaba lanzando en su dirección, echó la cabeza hacia atrás
sonriendo. Me miró sonriendo y luego su rostro se puso serio.
—Realmente no tienes ninguna puta idea, ¿verdad?
—¿Idea de que me acabas de insultar al cuestionar mi fortaleza?
Me miró con las cejas arqueadas y una ligera curva de su labio. —Lo
siento hermosa, eres dura como una roca. 45

Tuvimos servicio de habitación para el desayuno y luego Charles me dejó en mi


apartamento de camino a llevar a Kennedy al aeropuerto. No hicimos planes
para el futuro.
No sé por qué tenía miedo de tratar de hablar de lo que teníamos en voz
alta, pero por alguna razón sabía que teníamos algo. Kennedy me subió las
escaleras a mi puerta y se volvió hacia mí. Tomó mi rostro entre las manos y
apretó los labios con firmeza en los míos.
Luego miró mis ojos por un momento y no estaba segura de sí estaba
esperando que dijera algo. Pero se agachó y besó suavemente mi nariz y sonrió.
Fui dentro y corrí a mirar por la ventana. Él ya se estaba alejando.
Aunque mis músculos estaban ya doloridos de mi trabajo con Kennedy
este fin de semana, me obligué a ir al encuentro de Shauna en el gimnasio. Por
suerte el gimnasio estaba ocupado también, así que Shauna no pudo hacerme el
interrogatorio completo. Me puse mis auriculares y pasé casi una hora en la
cinta trotadora reviviendo la fantasía del fin de semana. Shauna
aparentemente había perdido la paciencia con la esperanza de escuchar sobre
el fin de semana, porque apretó el botón de parada de mi equipo en el momento
en que terminó. Cuando la miré molesta, ella sólo sonrió y dijo en alto—: ¿Vas a
decirme acerca de tu follamaratón del fin de semana o qué? —El chico a mi lado
quitó los ojos del trasero de Shauna el tiempo suficiente para mirar por encima
de mí y darme una sonrisa. Shauna definitivamente sabía cómo conseguir lo
que quería.
De vuelta en mi apartamento, le hablé de nuestra fácil conversación y de
que me compró todos los vestidos que me había probado. Ella quería más
detalles sobre nuestras “aventuras sexuales”, pero sólo le dije que era un buen
amante. Por una vez, no me presionó hasta conseguir más de mí. Pedimos
comida china y me contó de su cita del sábado por la noche. Shauna tenía una
lista de las diez cosas por la que los hombres debían ser dejados, sin importar lo
mucho que le gustaran.
46
El pobre hombre no tuvo una posibilidad cuando cometió dos de los diez
primeros, incluso antes de cenar, pidiéndole que se pusiera su uniforme de
porrista para él más adelante y mirarse en un espejo durante su primera cita.
Despejamos la mesa después de consumir más calorías de las que
habíamos quemado en dos horas en el gimnasio, y Shauna me dijo que había
hurgado un poco más sobre Kennedy.
—No sé si quiero averiguar sobre él leyendo historias de gente que no lo
conoce realmente y que escribe con el objetivo de vender su historia Shauna.
—Sólo quiero que tengas cuidado, Hope. No son sólo las fotos con
modelos. Podría tener algunas otras cuestiones. Hay tragedia en su pasado. Es
diferente de tu pasado Hope, pero debes saber más que nadie que no caminas
sobre fuego sin salir con un par de quemaduras.
Sus palabras me golpearon como si me llamaran la atención físicamente.
Apretó mi estómago y mi corazón se aceleró. Podía sentir la sangre salir de mi
cara y quedarse a mis pies. Shauna me miró y dio dos pasos rápidos hacia mí y
me abrazó con fuerza. No me soltó hasta que mi respiración volvió a la
normalidad. Algunas cosas nunca cambiarán. Y Shauna y el cuidado de los
demás era una de ellas.
Cuando entré de nuevo a la mesa de la cocina después de decirle adiós a
Shauna, vi la carpeta sobre la mesa. Me moría de ganas de mirar, pero
simplemente no se sentía bien. Si iba a tener alguna oportunidad con Kennedy,
no podía dejar que la antigua Hope tuviera un arsenal de información que
podría obsesionarse en destruirnos antes de que tuviéramos la oportunidad.
Tomé la carpeta y la puse en mi mesita de noche para evitar la tentación.

Me sorprendió no saber de Kennedy el domingo por la noche después del


fin de semana que compartimos. Estaba triste y decepcionada cuando no tuve
noticias de él ni el lunes ni el martes tampoco.

47
Franklin Jenner tenía treinta, dos años más joven que su hermano mayor
Kennedy, pero actuaba como el hermano mayor la mayoría del tiempo. Cuando
la empresa familiar fue heredada de su difunto padre, los hermanos se
separaron y cada uno tomó el timón de diferentes segmentos. Franklin operaba
la compañía naviera, mientras Kennedy tomó la división financiera y Garrett,
el hermano menor, tomó las operaciones biomédicas.
Franklin estaba bien con Envíos Internacionales Jenner, y vivía un estilo
de vida cómodo. Él no cuadruplicó el negocio como Kennedy después de hacerse
cargo de las operaciones de financiación, pero aun así tenía un sueldo
multimillonario cada año.
Franklin se casó con su novia de la secundaria a los veintiuno y era el
orgulloso padre de una niña de seis años Emily y uno tres años, Joseph.
48
Después de que sus padres murieron, Franklin se hizo cargo de la tradición
familiar de realizar la cena familiar la noche del martes. Garret estaba fuera de
la ciudad, por lo que esta semana serían sólo Franklin y Jenner sentados en la
terraza después de la cena disfrutando de una copa de Hennessey.
—Vi a Mikayla en el Hospital de Niños para recaudar fondos este fin de
semana. Dijo que estabas en Nueva York por negocios de nuevo. Y sonaba
enojada —Franklin sonaba divertido.
—Lo de Mikayla se acabó pero ella no va a renunciar. —Kennedy vació su
vaso.
—Entonces, ¿qué hay de nuevo en Nueva York? ¿Alguna cosa con la que
necesites una mano?
Kennedy pasó los dedos por su cabello y dejó escapar un profundo suspiro.
Necesitaba hablar con alguien. —Conocí a una mujer allí hace un par de
semanas.
—¿Te refieres a una mujer de verdad o a un prototipo de Mikayla?
—A una mujer de verdad. Una en la que parece no puedo dejar de pensar
y que me está volviendo loco tratando de mantener en control. —Kennedy
sirvió otros dos dedos en su vaso y se quedó mirando hacia el cielo en busca de
la respuesta.
—Santa. Mierda. ¡Conociste a una mujer de verdad! —Franklin dio una
palmada en la espalda de Kennedy juguetonamente—. Se supone que es algo
bueno cuando no puedes dejar de pensar en una chica, hermano mayor. ¿Por
qué la cara larga?
—Todo lo que quiero hacer es hablar con ella y verla. Me está matando
mantener mi distancia. No me puedo concentrar y creo que mi personal se
esconde cuando me ven tan miserable.
La tensión en el rostro de Kennedy era evidente.
—Bueno, ¿por qué estás guardando tu distancia entonces? ¿Ella es una
mala noticia?
Franklin sabía que su hermano no había estado en una relación real en
mucho tiempo, pero estaba bastante seguro de que Kennedy era lo
suficientemente inteligente como para saber que mantener la distancia en una
relación nueva no era normal.
Kennedy echó hacia atrás la segunda copa y volvió a centrarse en el cielo. 49
—No, ella es un ángel por dentro y fuera, es hermosa. Y no tiene ni idea
de que es perfecta.
—Bueno, con esa combinación, será mejor que no te tomes demasiado
tiempo para pensar por qué estás manteniendo tu distancia, porque puedes
apostar a que habrá una línea de tipos detrás de ti. —Franklin se levantó y
puso su mano sobre el hombro de su hermano, sin saber que su papá hacía lo
mismo al darle a sus hijos conversaciones serias mientras crecían—. Mira,
algún día tendrás que dejar entrar a alguien. No sé si ella es esa, pero sí sé que
no lo averiguarás si nunca lo intentas.
Kennedy se quedó en silencio por un momento. —Gracias Franklin, iré en
pocos minutos.

Franklin le recordó a Kennedy sobre el recital de ballet de su ahijada el


siguiente fin de semana mientras Kennedy les daba las buenas noches a los
niños.
El miércoles por la mañana Kennedy despertó con pánico. Su hermano
tenía razón y tenía que hacer algo antes de que fuera demasiado tarde.

50
El área de entrenamiento esa semana era en conserjería. Fue difícil para
mí ofrecerles asesoramiento a los turistas ricos que querían ver los mejores
sitios de la ciudad, cuando sólo había visto a un puñado de los mayores lugares
de interés yo misma. Peor aún, estaba triste y un poco enojada y consideraba
que hoy estaba siendo torturada por una avalancha de recién casados que
estaban todos enamorados y agarrados de las manos. Vi a Charles entrar en el
vestíbulo con la esquina de mi ojo y creo que mi corazón dejó de latir por un
segundo. Me tomó un minuto serenarme cuando vi a Dylan señalando en mi
dirección en la recepción.
Charles sonrió cuando me vio y se quitó la gorra. —Señorita York, es
encantador vernos de nuevo. El Sr. Jenner me pidió que le entregara esto. —
Charles extendió su mano que tenía un sobre grande.
51
—Gracias Charles.
—De nada. Espero verla el viernes. Que tenga buen día, señorita York. —
Otro movimiento de gorra y Charles estaba en camino.
Cuando abrí el sobre, me pregunté si Kennedy vendría a la ciudad de
nuevo el viernes. La idea de que viniera fines de semana al azar y estuviera
esperando que estuviera disponible para “aventuras sexuales” a cambio de unos
pocos vestidos me revolvió el estómago.
Incluso precioso y rico no valía la pena las visitas de fin de semana de un
hombre que no pensaba lo suficiente acerca de mí para llamarme una o dos
veces durante la semana. ¿Cómo podía haber sido tan mala con él?
Dentro había una nota corta y otro sobre.
Hope. Siento, no haberte llamado. Cometí un error. No puedo dejar de
pensar en ti. Por favor, dame otra oportunidad.
Ven al ballet conmigo en Chicago. ¿Por Favor?
KJ.
El segundo sobre tenía un boleto de primera clase de ida y vuelta a
Chicago saliendo el viernes por la tarde.
El miércoles por la noche me acosté en la cama sintiéndome rodeada de un
hombre que sólo había conocido unas semanas. La pintura erótica me recordó
nuestra primera noche juntos, apoyada en la pared de mi habitación, a la
espera de ser colgada. Su nota y boleto en la cocina, donde estaba sentada y lo
leí al menos treinta veces antes de obligarme a ir a la cama.
Shauna estaba en lo cierto, debería haber sido más cuidadosa con
Kennedy. El fin de semana obviamente significó más para mí que para él, y
debería haber sabido que era sólo una fantasía.
Mi cerebro por fin había alcanzado mi corazón. Hombres como Kennedy
Jenner no tenían felices para siempre con mujeres como yo.
Di vueltas por un tiempo. En mi cabeza había terminado, pero mi corazón
seguía necesitando el cierre. Alcancé mi mesita de noche y saqué la carpeta que
Shauna me había dado, en busca de respuestas. Abrí la carpeta y estudié la
imagen en la parte superior de Kennedy con una morena impresionante. Ella 52
tenía que ser de por lo menos metro ochenta de alto y con las piernas en
exhibición bajo su falda corta que tenía que ser tan alta como yo. Mi corazón se
encogió en mi pecho y mis ojos se llenaron de lágrimas. Leí los siguientes
artículos mirando las fotos y vi a la misma mujer en varias tomas.
El teléfono me sobresaltó y salté enviando la carpeta a volar a la cama, los
papeles se derramaron por toda ella. Temía las llamadas telefónicas nocturnas,
porque casi siempre eran malas noticias. Respondí vacilante con miedo de lo
que traería la llamada.
—Hola.
—No me ibas a llamar ni a venir este fin de semana, ¿verdad?
La voz de Kennedy hizo que mi corazón aleteara de inmediato y sentí un
destello de alivio y emoción.
—Ummm… no, yo, yo, supongo que no lo iba a hacer.
—Si no subes a ese avión el viernes por la noche, yo me subiré a uno.
Mi corazón se agitó, y un rayo de esperanza iluminó profundamente mi
ser. Los nervios siempre sacaban mi lado sarcástico. — ¿Irás al Caribe si no voy
a Chicago?
Silencio por un momento. —Si prefieres ir al Caribe que a Chicago,
funciona para mí. —Una larga pausa—. Hope, no sé lo que está pasando entre
nosotros, pero voy a averiguarlo. Cometí un error al no llamarte por unos días.
Lo siento. Pero esto no se acaba aquí. No soy bueno rogando, pero no puedo
encontrar otra manera más creativa, para compensarte.
Solo me tenía que decir que vendría tras de mí si no me subía al avión, el
resto es un bono. —De acuerdo.
—¿De acuerdo? —preguntó como si realmente no hubiera esperado que su
discurso funcionara.
—Sí, subiré al avión el viernes. —Puse los ojos en blanco y sonreí.
—Gracias. Voy a dejarte de ir a dormir, pero puedes estar absolutamente
segura de que te llamaré mañana.
Me reí. —Está bien. Buenas noches Kennedy.
—Buenas noches hermosa.
Colgué el teléfono y junté la investigación de Shauna de nuevo en la
carpeta sin otra mirada. Lo que averiguara sobre Kennedy, lo haría por mi
53
cuenta.

Kennedy llamó a la noche siguiente. Y también envió un enorme ramo de


flores silvestres con una caja de mano de fresas cubiertas de chocolate.
El viernes llegó y se fue rápidamente cuando terminé mi último día de
entrenamiento en la conserjería. Kennedy había arreglado que Charles me
recogiera del trabajo y me llevara al aeropuerto. El vuelo transcurrió sin
incidentes, pero yo estaba nerviosa y pasé la mayor parte del mismo inquieta
en mi asiento. El hombre a mi lado fue muy agradable y asumió que era una
pasajera nerviosa. Charlamos un rato y me dijo que él también era de Nueva
York y que se estaba tomando el fin de semana de viaje para visitar a su
hermana. Si no hubiera pasado la mayor parte de mis horas de vigilia
pensando a Kennedy, podría haber notado que el extraño era guapo.
Vi a Kennedy tan pronto como pasé seguridad. Nuestros ojos se
encontraron y me dio su plena doble sonrisa con hoyuelos. Le sonreí y le dije
adiós al hombre que apenas había conocido con el vuelo. Vi a Kennedy ver al
hombre mientras decía —Tal vez nos veamos en el vuelo de regreso Hope. —Y
luego me tiré a los brazos de Kennedy y sus labios cubrieron los míos
presionándolos con fuerza.
Cuando rompió el beso, me miró y sonrió. —Hola. Esa fue una bienvenida
agradable.
—Ese fue un Hola. Te daré la bienvenida cuando lleguemos a casa.
Siniestro en su voz ronca.
Mis piernas se volvieron gelatina y pensé que podría caer. Cuando
lleguemos a casa. Me gustaba el sonido de eso. Mucho.

No estaba segura de qué esperar del apartamento de Kennedy, pero lo que


pensé fue eclipsado totalmente por lo real. La suite del penthouse podría evocar
imágenes de lujo, pero no comenzaba a describirlo. Al menos cinco de mis
apartamentos podrían caber en la sala de estar solamente. Había una pared 54
entera de ventanas de piso a techo con una majestuosa vista del centro de
Chicago y la orilla del río. Una enorme chimenea de piedra y un mobiliario
moderno y elegante complementaban la vista.
Di unos pasos hacia las ventanas. —Tu vista es increíble.
—No puede compararse a la que tengo ahora. —Me miró mientras
contemplaba la vista.
Sonreí. —¿Me darás un tour?
—Puedes tener los que quieras —dijo como realmente en serio.
La excursión incluyó un comedor para doce personas, tres dormitorios de
invitados, una cocina por la que un chef babearía, cinco baños, una terraza al
aire libre y terminaba con la enorme suite principal.
Kennedy se volvió hacia mí y me atrajo a un fuerte abrazo. Acarició mi
cabeza sobre mi cabello. —¿Eso concluye la gira Sr. Jenner?
—Me sorprende no detenerme de camino aquí, no he querido nada más
que saborear cada centímetro de ti desde que te vi en el aeropuerto —. Se retiró
un poco para mirarme—. Te mostraré el resto mañana, lo prometo.
—¿El resto? —Comenzó a besar mi cuello.
—Un piso más abajo es mi oficina privada. —Más besos—. Los diez por
debajo de ese es la sede corporativa de mi empresa.
Creo que mi mandíbula podría haber caído abierta. Pero Kennedy no
pareció notarlo. Estaba ocupado lamiendo la delicada piel detrás de mi oreja y
desabrochándome la blusa.

El sábado por la mañana Kennedy me dio el resto del tour. Aunque


prácticamente vacío, había algunas personas que trabajaban en las oficinas
corporativas. La mayoría de ellos no pareció sorprendido de ver al jefe andar
por ahí en fin de semana, pero me dio la impresión de que se sorprendieron al
verlo caminar alrededor sosteniendo mi mano.
Kennedy me dijo que el ballet era casual, así que me vestí con pantalones
vaqueros, un suéter de forma ajustada de cachemira con cuello V de color rojo y
marrón botas de tacón alto. Pensé que era extraño ir a un ballet vestida de
manera informal, pero nunca había estado en Chicago y asumí que era 55
simplemente diferente que en Nueva York.
Kennedy nos llevó al teatro en su elegante Mercedes negro, sosteniendo
mi mano durante todo el camino. Estacionamos y entramos en un pequeño
teatro y tomamos nuestros asientos en la parte de atrás. Yo estaba perpleja
cuando el telón se abrió y allí estaban cuatro, bailarinas de seis años vestidas
de rosa dos parejas con diademas y varitas brillando. Kennedy tomó mi mano
en la suya y me dio un ligero apretón. —La tercera bailarina de la izquierda es
mi ahijada y sobrina Emily. —Me sonrió tímidamente, una sonrisa de niño tan
contradictoria en su llamativo rostro masculino. Ese fue el momento exacto en
que me di cuenta de que estaba enamorándome de Kennedy Jenner.
Cuando llegó el intermedio, Kennedy me guió fuera. —No suelo quedarme
durante toda la actuación, mi hermano y su esposa normalmente nos
encontramos cruzando la calle en Calhoun y tomamos algún bocado para comer
con Emily. Se sientan en la primera fila con todo el asunto de video como
padres enloquecidos.
Extendí la mano y toqué su rostro y luego puse ambas palmas sobre su
pecho. —Eres un hombre muy sorprendente, Kennedy.
Él me miró con recelo. —Espero que eso es algo bueno.
Asentí y me incliné y le di un beso en los labios. Le di un beso
suavemente, una forma silenciosa de asegurarle que era algo bueno. Pero él se
hizo cargo y rápidamente profundizó el beso en respuesta al mío. Los dos
sonreímos y él tomó mi mano para guiarme al restaurante al otro lado de la
calle. Mientras miraba hacia arriba me sobresaltó una mujer mirándonos con
dagas desde la parte delantera del restaurante. Agarré firmemente su mano
cuando cruzamos la calle y sus ojos nunca nos dejaron mientras nos dirigíamos
hacia la puerta en la que ella todavía estaba de pie.
—Mikayla —Kennedy asintió.
—¿No vas a presentarme a tu pequeña amiga, Kennedy? —Hizo señas
hacia mí, pero sus ojos no se apartaron de Kennedy.
Kennedy me acercó más a él y puso su brazo alrededor de mis hombros.
—Claro, Mikayla. Esta es mi novia, Hope. Hope, esta es Mikayla. Fue
bueno verte Mikayla. Disfruta de la velada. —No hubo tiempo para un apretón
de manos, porque Kennedy puso la mano en la parte baja de mi espalda y me
guió hacia el restaurante.
La anfitriona nos acomodó en una mesa lo suficientemente grande para 56
que tres más para unieran a nosotros, y Kennedy me miró con el estrés
mostrándose en su rostro. —Siento eso.
Yo pensé por un momento. — ¿Se terminó entre tú y ella?
—Sí —habló sin dudarlo.
Me tranquilizó oírselo decir. —Está bien, entonces, ¿Qué ordenaremos,
porque vas a necesitar una gran cantidad de combustible para más adelante si
vas a rematar la noche como anoche.
Vi sus hombros relajarse y sonrió completamente con sus hoyuelos dobles
hacia mí. Sacudió la cabeza. —No tengo idea. —Miró el menú todavía sonriendo
y negando—. Absolutamente ni puta idea.

Franklin Jenner era el vivo retrato de su hermano menos 8 centímetros


con un metro ochenta. También tenía la piel más pálida y carecía de los
hoyuelos profundos que me hacían ponerme de rodillas. Su esposa, Lauren era
alta y delgada con la apariencia juvenil de la chica de al lado y una sonrisa que
decía que era verdaderamente feliz. La pequeña bailarina, Emily, tenía rizos
dorados, pálidos ojos azules y, obviamente, había heredado la afición de su
madre de sonreír.
Aunque la noticia de conocer a la familia de Kennedy sólo había surgido
en mí hace dos horas, parecía que Franklin, Lauren y Emily habían tenido
menos aviso de mí. Kennedy nos presentó a todos y Emily inmediatamente
insistió en sentarse entre su tío Kennedy y yo.
—Hope, no puedo decirte lo feliz que estoy de conocerte. He oído hablar
mucho de ti en las últimas semanas de mi hermano. —¿Kennedy habló de mí?
¿Con su familia? Había estado nerviosa por conocer a su familia, pero ahora
estaba emocionada por aprender más sobre Kennedy desde un punto de vista
diferente.
Sonreí. —Es un placer conocerte también. Espero que algo de eso sea
bueno.
Él sonrió y miró a su hermano. —Cada palabra.
—Tío Kennedy, ¿te vas a casar con Hope? —De la boca de los niños.
Incómodo silencio por un momento. No había estado mirándolo, sin querer 57
que la pregunta incómoda fuera peor para las personas que acababa de conocer.
Pero cuando miré hacia arriba, Franklin y Lauren estaban mirando a Kennedy
y Kennedy estaba mirándome a mí.
Esperó a que nuestros ojos se encontraran antes de contestar. —Si tengo
mucha suerte, Em.
Algo en su voz era crudo y sentí las lágrimas en mis ojos.
Lauren vio mi rostro, sonrió y me tiró un salvavidas. —Emily, no debes
hacer preguntas sobre la vida privada de la gente cariño.
Emily se quitó la tiara y me la entregó. —Está bien mamá. Pero el tío
Kennedy nunca trae chicas con él, así que simplemente pensé que tal vez
escogiera a ésta para casarse. Hope, ¿quieres probarte mi tiara?
Le sonreí a Emily y me agaché para que colocara la tiara en mi cabeza. —
Te voy a decir un secreto Emily —bajé mi voz como si estuviera diciendo un
secreto, pero todavía fue lo suficientemente alto para que la mesa escuchara—.
Cuando tenía tu edad, mi juego favorito era jugar a la princesa. Tenía una tiara
favorita. Me la ponía a donde quiera que fuera. Todavía la tengo. Está en mi
apartamento en Nueva York. Si alguna vez vas a Nueva York, voy a hacernos
un poco de té y te podrás probar mi tiara también.
Pasamos la siguiente hora hablando de la ciudad de Nueva York. Estaba
claro que Kennedy era cercano a su hermano y me hicieron sentir bienvenida y
cómoda. Mientras decíamos adiós, Lauren me abrazó mientras Franklin y
Kennedy estaban hablando y me confió en voz baja—: Nunca he conocido a
nadie con la que Kennedy haya salido. Fue realmente genial conocerte. Sé que
no nos conocemos bien, pero puedo ver por la forma en que te mira que está loco
por ti. Kennedy es difícil de romper y a veces lucha por mantenerte fuera. Pero
el hombre que está al otro lado, es un hombre por el que vale la pena luchar,
Hope.

El viaje de regreso con Kennedy fue corto y los dos nos reímos mientras él
me contaba historias sobre Emily. Adoraba claramente a su sobrina, y eso hizo
que mi corazón se hinchara un poco más. La noche había sido perfecta y sabía
que era algo grande que Kennedy me llevara a conocer a su familia. Me estaba
dejando entrar y quería estar allí. 58
Al entrar en su apartamento, sonó su móvil. Él lo sacó y gruñó—: Lo
siento, tengo que tomar esta. Es un negocio. —Kennedy gritó en el teléfono y
me di cuenta de que algo andaba mal. Él escuchó e hizo preguntas durante diez
minutos y luego dio órdenes y colgó el teléfono sin decir adiós. Estaba tenso y lo
irradiaba en su rostro. No estaba seguro de cómo iba a reaccionar a mi llegada,
pero necesitaba ayudarle a calmarse.
Él se quedó de pie en el mostrador de la cocina, con las piernas abiertas y
los brazos cruzados. Yo me estiré y besé sus labios suavemente,
sorprendiéndolo al llegar abajo y lo tomé en mi mano. Liberé el botón de sus
vaqueros y lentamente bajé la cremallera. Él se quedó mirándome y yo le
sostuve los ojos. Llegué dentro y envolví mi mano alrededor de él. Se puso duro
al instante. La rápida respuesta de su cuerpo me excitó. No era ajena a llevar a
un hombre de rodillas, pero nunca había sido algo que me excitara, lo hacía por
ellos. Pero con Kennedy, sentir el control de su cuerpo me excitaba y no podía
esperar para llevarlo a mi boca.
Froté arriba y abajo la longitud de su pene duro y cuando sus ojos se
cerraron, caí de rodillas. El suelo estaba frío y duro, pero no enfrió mi
excitación. Lamí suavemente la cabeza de su pene, girando mi lengua alrededor
de la anchura de su cabeza hasta que lo escuché exhalar con dureza. Moví mi
lengua arriba y abajo de su larga erección hasta que oí acelerarse su
respiración. Otro minuto de juegos y tomé la base de su pene en mi puño y lo
tomé profundamente en un movimiento descendente y largo. Adicional a la
succión lo sentí ponerse más grueso en mi boca. Sus manos se envolvieron
alrededor del borde del mostrador de granito con los nudillos blancos con
fuerza. Se agachó y puso sus manos en mi cabello, desesperado por tomar el
ritmo.
—Joder Hope, Joder. —Sus caderas comenzaron a empujar suavemente
mientras se balanceaba arriba y abajo. La cabeza de su pene golpeó la parte
trasera de mi garganta y tragué, llevándolo hacia abajo y más adentro. Él
gimió, un sonido profundo de placer y dolor. Me encantaba ese sonido y que
fuera perdiendo el control por mi toque.
Sus embestidas se hicieron más fuertes y sus manos tomaron con fuerza
mi cabello aquietaron mi cabeza. Él estaba tomando el control. Quería darle lo
que necesitaba, eliminar su estrés. Tomé sus largos trazos duros hasta que la
raíz de su pene tocó mis labios. Tomé sus bolas en la mano, apretándolas
suavemente, sintiéndolas apretarse con mi toque. —Hope, voy a venirme. —
Sentí sus manos aflojar su agarre en mi cabello y estuvo dando estocadas nuevo 59
a mí permitiéndome liberarlo. Sus embestidas se desaceleraron. Quería que
acabara en mi boca. Estiré la mano y agarré sus muslos tensos con las dos
manos, y balanceé la cabeza para hacerme cargo donde su empuje me dejó. Él
gimió en voz alta, un sonido que salió de muy adentro.
Sentí su esperma caliente llenar la parte posterior de mi garganta y me
esforcé por tragármelo todo. Tres explosiones grandes pusieron mi garganta en
llamas, sin embargo, continué bombeando con mi puño en la base de su pene,
bebiéndome hasta la última gota. Su cuerpo se estremeció y murmuró algo
incoherente, pero no estaba segura de cuales fueron incluso sus palabras.
Todavía estaba duro mientras lo soltaba, lo que me sorprendió después de un
orgasmo tan ardiente.
Me levantó y me sostuvo contra su pecho. Envolvió sus brazos
herméticamente y descansé mi cabeza hacia un lado, mi oído contra su pecho,
escuchando su latido.
Kennedy me había dado lo que necesitaba esta noche en la cena. Sabía
que él se preocupaba por mí y era algo más que buen sexo. Estaba feliz de
poder darle lo que necesita para ayudarlo a relajarse conmigo.
Hicimos el amor dos veces más esa noche, y fue la primera vez que
nuestro encuentro se sintió más como hacer el amor y menos como sexo. La
pasión y la necesidad estaba todavía allí, pero había algo más.

60
A la mañana siguiente amaneció y me desperté con una mezcla de
sentimientos. Estaba acurrucada en el pecho de Kennedy y sus brazos aún
estaban envueltos alrededor de mí. Se sentía tan bien y tan correcto, pero la
realidad de que mi vuelo fuera en un par de horas me dejó preocupada. —Iré a
Nueva York el próximo fin de semana. —Su voz rompió mis pensamientos y no
estaba segura de sí Kennedy sintió mi inseguridad o si yo sentía la suya.
Lo miré y sonreí. Parecíamos estar haciendo un buen trabajo en cuidar de
las necesidades del otro ahora. —Eso sería genial. ¿Te quedarías conmigo? Mi
apartamento es más pequeño que tu cuarto de baño, pero preferiría estar allí
que en mi trabajo.
—Lo que quieras Hope. —Besó la parte superior de mi cabeza suavemente
y nos quedamos allí en silencio durante unos minutos más.
61
—Tengo que hacer algunas llamadas rápidas de negocios, pero luego me
gustaría mostrarte la ciudad antes de tu vuelo.
Me abracé más fuerte realmente no queriendo hacer nada que no
implicara que Kennedy ya no me abrazara fuerte, pero sabía que mis
pensamientos eran irracionales. —Bien.
Me di una ducha y Kennedy fue a su oficina para hacer sus llamadas. No
sabía que había llamado a su asistente y le había hecho comprar un billete para
el asiento de al lado en mi vuelo de regreso para que permanecería vacío, en
lugar de llenarse con el hombre guapo que estuvo sentado a mi lado en mi vuelo
de venida.
Kennedy no quería dejar que Hope fuera a casa. Quería mantenerla en
Chicago y enviar a una compañía de mudanzas para recoger sus cosas en
Nueva York y nunca dejarla fuera de su vista de nuevo. Pero sabía que sus
pensamientos eran irracionales. ¿Cómo podría quiere estar con una mujer todo
el tiempo cuando la había conocido hacía menos de un mes? Nunca incluso
dejaba que las mujeres durmieran en su apartamento, ahora estaba soñando
con vivir con Hope.
Se lanzó a su trabajo, tratando de mantenerse tan ocupado que no tuviera
tiempo a pensar en todos los hombres que miraban fijamente a su mujer a
miles de kilómetros de distancia. No funcionó, no podía dejar de pensar en ella.
Hablaban por teléfono todos los días, pero no fue suficiente. Sabía que
Hope se reunía con Shauna para beber después del trabajo la noche del jueves
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y el pensamiento de hombres haciendo cola para comprarle bebidas y tratar de
poner sus manos en Hope era insoportable. Era el jefe, no tenía que esperar
hasta el viernes para ir a Nueva York, podía ir y venir como quisiera. Así que
hizo las maletas y se dirigió hacia el aeropuerto la noche del jueves. No se lo
dijo a Hope.
Kennedy llegó a las 10:30 y sabía que Hope estaba todavía con Shauna
porque lo llamaría cuando llegara a casa. Charles lo recogió y lo llevó a Salt,
donde sabía que estaban planeando ir. Mientras salía, vio salir a Shauna del
club del brazo de un hombre. Su corazón se aceleró y temió mirar la puerta
para ver quién saldría entonces. ¿Hope estaría del brazo de otro hombre? La
puerta se abrió y Hope salió sola, pero un hombre la seguía a corta distancia
detrás. Él observó como Shauna y Hope hablaban y se abrazaban y los dos
hombres intercambiaron golpes de puño. Luego Shauna caminó hacia el
hombre y tomó sus manos y comenzó a caminar en una dirección y Hope dio dos
pasos en el otro. El hombre que había estado siguiendo a Hope se puso de pie
en su camino y ella intento caminar a su alrededor. Puso su brazo agarrándola
por la cintura y ella se empujó lejos de él con fuerza en un intento de escapar.
Kennedy saltó fuera del auto y dio dos zancadas y tomó la garganta del
hombre. El idiota soltó a Hope y comenzó a asfixiarse. Hope se volvió.
—¡Kennedy!
—Hope, ¡entra en el auto! —El agarre de Kennedy se tensó y el rostro del
hombre empezó a ponerse rojo.
—Oh, Dios mío, Kennedy, por favor, déjalo ir, no me lastimó. —El rostro
de Kennedy era de piedra y estaba segura de que no me había escuchado,
aunque estaba parada a su lado.
—Súbete al maldito auto —una orden, no una petición.
Hice lo que me dijo y vi como Kennedy lanzaba al hombre que cayó hacia
atrás en la acera agarrándose el cuello. Kennedy le dijo algo al hombre y luego
se metió en la parte de atrás de la limusina.
—¿Qué estás haciendo aquí? —Estaba confundida por el repentino giro de
los acontecimientos.
—Vine a sorprenderte. ¿Qué carajos estabas haciendo? —El acero
enfrentándome en su mirada fue mi respuesta.
—Yo... yo... Shauna me arregló una cita con el amigo de ese hombre y yo le
dije que no estaba interesada. Él me dejó sola al principio. Pero creo que bebió
63
demasiado y se volvió más persistente. Le dije a Shauna que me quería ir y lo
siguiente que supe es que estaba delante de mí en la calle. —Las lágrimas
brotaron de mis ojos mientras la realización de lo que había pasado me afectó.
¿Podrían las cosas haber empeorado aún más yéndose de las manos si Kennedy
no hubiera estado allí? Sentí las lágrimas desbordarse y picar mis mejillas
cuando comencé a temblar a raíz de todo.
Kennedy me agarró y me acercó, abrazándome fuerte. Enterré el rostro en
su pecho y sollocé. Mis ojos fluyeron con lágrimas que nublaron mi visión.
Escuché una profunda exhalación y luego—: Está bien hermosa, nunca voy a
dejar que nada te pase de nuevo.
Todavía estaba conmocionada cuando llegamos a mi apartamento.
Kennedy me sostuvo cerca esa noche en mi cama. Era la primera vez que
pasamos la noche sin tener sexo.
Él me hacía sentir segura.
Kennedy insistió en caminar al trabajo a la mañana siguiente. Paseamos
de la mano y vimos a las mujeres en la calle girar la cabeza mientras Kennedy
pasaba. Dondequiera que iba, los ojos de las mujeres lo seguían. La atención
que recibía normalmente me pondría incómoda, pero él parecía ajeno a todo y
sólo daba su atención a mí. Mientras llegábamos fuera del Monet, sentí su
preocupación de anoche.
—¿Vas a estar bien hoy Hope?
—Sí, estoy bien. Pero, ¿qué vas a hacer durante todo el día mientras estoy
en el trabajo? —Saqué mis llaves del apartamento de mi llavero y las puse en
su mano.
—Traje mi ordenador portátil y tengo que hacer algunas llamadas.
También tengo que ir de compras. —Él sonrió, con una sonrisa sospechosa.
—¿De compras? ¿Haces compras? Ese es mi segundo pasatiempo favorito...
¿no puedes esperar hasta mañana para ir de compras, así podría ir contigo? —
Sonreí y supe que captó mi insinuación.
—¿Tu segundo pasatiempo favorito? —Una ceja arqueada y una leve
sonrisa torcida. 64
Presioné mis labios a los suyos firmemente en un beso y me puse de
puntillas para llegar cerca de su oreja. —Bueno solía ser mi primer favorito,
pero tenerte dentro de mí ha derrocado a las compras de su posición en la parte
superior de mi lista de favoritos.
Él gimió. —Mierda. No puedes hablar de mí estando dentro de ti y
dejarme todo el día. Me estoy poniendo duro parado aquí.
Sonreí y presioné mis labios en los suyos una vez más y lo dejé de pie allí
mirando mi trasero balancearse mientras caminaba por la puerta para
trabajar.

El segundo piso del Monet tenía todos los salones de banquetes y algunas
oficinas. Había una escalera desde el gran vestíbulo principal que llevaba a la
sala de baile principal y mi oficina estaba a la derecha. Fuera de mi oficina
podía ver abajo el vestíbulo y a menudo me detenía para mirar a la gente ir y
venir desde el vestíbulo. Muchas personas estaban vestidas y no era raro ver a
una novia o los hombres de esmoquin. Esta noche salí de la puerta de mi oficina
y bajé la mirada hacia el vestíbulo y vi a Kennedy esperándome. Mientras
llegaba a la cima de la escalera, nuestros ojos se encontraron. Sus ojos no me
dejaron en toda la caminata hacia abajo. No necesitaba juegos previos con este
hombre, me excitaba sólo con la forma en que me miraba con sus ojos
hambrientos. El hombre era sexo listo para consumir.
Cuando llegué a la planta principal, vi al gerente del hotel, George,
acercándose a Kennedy, completamente obvio con nuestro interludio. —Sr.
Jenner, no vi su nombre en nuestra lista VIP, estará uniéndose a nosotros esta
noche. —George era un buen hombre y dirigía un gran hotel, pero no era el
mejor en evaluar el lenguaje corporal.
—No, George, vine a recoger a mi novia. —Kennedy sonrió y siguió
mirándome mientras hablaba, pero George todavía no lo entendió.
George se volvió hacia mí y cortésmente preguntó —Hope, ¿podrías hacer
el favor de llamar a la habitación de la novia del Sr. Jenner?
Le sonreí a George y volví la cabeza hacia Kennedy. —Claro. Sr. Jenner,
lo que pueda hacer para ayudar al señor será mi placer.
65
Kennedy arqueó la ceja, con una sonrisa maliciosa. —¿Cualquier cosa?
—Puede apostar su trasero Sr. Jenner. —Le devolví la sonrisa.
Vi la cabeza de George poner atención con mi respuesta. Pero Kennedy ya
me había agarrado la mano y tirado de mí para plantar sus labios sobre los
míos. George todavía estaba de pie en el mismo lugar con la boca abierta
cuando me di la vuelta para decirle buenas noches.
Cuando llegamos a la calle, Kennedy se volvió hacia mí. —Entonces, si no
estuviera aquí, ¿qué estarías haciendo esta noche?
—Bueno, creo que habría ido al gimnasio durante una hora, y luego a casa
y hubiera visto una película de terror con un gran tazón de palomitas de maíz y
luego tratar de conciliar el sueño, pero habría tenido miedo de cada pequeño
ruido que escuchara por lo que me tomaría dos horas hacerlo.
Él me miró para evaluar si hablaba en serio y luego dijo—: Ok, eso suena
bien para mí. Vamos a hacer un cambio de ropa. ¿Tu gimnasio me daría un
pase de invitado?
Asentí, sonreí y nos fuimos.
Me vestí con mis mejores ropas de gimnasio. Había comprado el equipo
como parte de la “Operación de la Nueva Hope”, pero en realidad nunca lo usé.
La parte superior era de lycra negro y rosa y en realidad era sólo la mitad de
un top. El fondo era de lycra negro sólido y sabía que mostraba mis curvas.
Me puse mi traje sexy de gimnasio y agarré mi cabello en una cola de
caballo. Kennedy estaba esperándome afuera de los vestidores. Llevaba un par
de pantalones cortos deportivos negros que colgaban y una camiseta que estaba
estrecha a través de su amplia figura. Las mangas estaban ajustadas en sus
amplios brazos y estaba bastante segura de que tendría que usar ese traje
cuando estuviéramos en privado.
Él se quedó allí mirándome y pude ver su mandíbula trabajar para
controlar su temperamento. Me detuve frente a él y él dio un paso adelante, en
mi espacio personal.
—¿Usas eso en el gimnasio todo el tiempo?
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Estaba secretamente complacida de sus celos. —No, tengo un montón de
diferentes trajes.
Él puso su mano en la parte baja de mi espalda que estaba expuesta y me
llevó al gimnasio. —Vamos a terminar con esto antes de que me arresten.
Fui a la cinta trotadora y Kennedy fue a las pesas. Lo observé entrenar y
pasar de una pieza de equipo a otra. Él sabía su camino alrededor del equipo y
pude ver que tenía una rutina para hacer. Fingí que no lo noté más veces, pero
sé que él se volvía a verme entre cada serie de repeticiones.
Mientras estaba terminando mi carrera y comenzaba a caminar para
enfriarme, me di cuenta de que uno de las mujeres entrenadoras que había
visto se acercaba a él. Le preguntó si era nuevo en el gimnasio mientras él se
ejercitaba y era amable, pero estaba lejos de participar. No dejó su ejercicio
para participar en la conversación. La mujer no se desanimó, siguió de pie al
lado de él y fingió estar interesada en su ejercicio. Pero pude ver por la forma
en que lo miraba que no estaba interesada en él como cliente.
Podría haber caminado hacia él y salvarlo, pero estaba disfrutando verlo
tratar de rechazarla cortésmente. En cambio, me acerqué a la fuente de agua
frente a su equipo, cuando Kennedy estaba ejercitándose e hice una curvatura
exagerada hasta la fuente mientras tomaba un trago muy largo con mi trasero
dirigido directamente a su rostro.
Me di vuelta y lo vi mirándome, una leve sonrisa evidente en su rostro.
Movió la cabeza hacia mí y levanté una ceja en respuesta. La mujer seguía
hablando con él y ni se dio cuenta que no estaba prestándole atención. La hora
de las grandes armas. Caminé a uno de los entrenadores masculinos
voluminosos y le preguntó acerca de los horarios de las clases de yoga para la
noche. Antes de que pudiera responder, Kennedy había dejado a la mujer en
medio de una frase y agarró mi codo redirigiéndome hacia el vestuario.
Levanté la vista hacia él con grandes ojos sorprendidos exagerados. —Oh,
¿Ya terminaste tu conversación con tu nueva amiga cariño?
Kennedy puso su boca junto a mi oído y susurró mientras caminábamos.
—Muy lindo, pero ahora estoy caliente y celoso y no estoy tan seguro de
que te gustará la combinación cuando lleguemos a casa. —Al llegar a los
vestuarios, me golpeó en el trasero duro—. Vete a cambiar.
Fuera del gimnasio, Kennedy tomó mi mano y comenzó a caminar tan
rápido hacia mi apartamento que apenas podía mantener el ritmo. —¿Estamos 67
tarde para algo o estás tratando de utilizar el camino a casa como un poco de
ejercicio de último minuto? —No estaba segura de que era inteligente hacer
una broma de que tenía hambre con sarcasmo, pero lo hice de todos modos.
Él se detuvo bruscamente y me llevó cerca de él. —Cuando lleguemos a
casa voy a follarte tan duro que no podrás caminar de regreso al gimnasio para
ver a los tipos de esteroides durante una semana.
Sus duras palabras y celos estaban de vuelta completamente. Cuando
llegamos a la parte inferior de las escaleras, me detuvo y tiró de mí para que
me diera prisa. Lo miré con timidez. —Umm, tal vez deberíamos caminar
alrededor de la cuadra un par de veces más para enfriarnos correctamente.
Dio un paso hacia mí y luego me levantó y me tiró encima del hombro.
Corrió por las escaleras. Me reí y lo golpeé en la espalda con mis brazos
agitándose, pero él no disminuyó su velocidad. Me dejó justo en la puerta y
cerró la puerta. Me volvió hacia la puerta. —Manos en la puerta Hope. —Hice
lo que me fue ordenado.
Puse las dos manos de la puerta y me volví para mirar hacia él. —No te
des la vuelta—. Sentí sus labios en la parte posterior de mi cuello mientras
comenzaba su camino hasta mi hombro y espalda. Mordió la sensible carne
entre mi cuello y hombro. Yo di un grito ahogado.
Sus manos me bajaron los pantalones y las bragas en un movimiento
rápido. —Te follaré con el dedo, pero tu castigo es que no te permitiré moverte.
Cada vez que te muevas, tu trasero recibirá otro golpe. ¿Me entiendes, Hope?
Asentí, incapaz de hablar. Estaba tan completamente excitada, pensé que
podría venirme incluso antes de que entrara en mí. —Inclínate hacia delante
para mí Hope, mantén las manos en la puerta y no te sueltes.
Hice lo que me dijo. Sus largos dedos rodearon mi clítoris y no sabía que
incluso había comenzado a moverme al ritmo que creó hasta que sentí el golpe
en mi trasero mientras su mano chocaba con mi nalga derecha. Me quedé
helada y luego él continuó. Puso dos fuertes dedos sobre mi clítoris y añadió
presión a sus círculos. Gemí, pero permanecí inmóvil mientras continuaba con
su tortura lenta y rítmica. Cuando estaba en el borde, deslizó dos dedos dentro
de mí y bombeó con el doble de fuerza. Una vez más, mi cuerpo reaccionó a sus
caricias y ni siquiera fui consciente de que me estaba moviendo hasta que sentí
el golpe de su mano en mi trasero.
El dolor, junto con sus dedos ahora bombeando dentro de mí era casi
demasiado para soportar. Necesitaba más. A propósito rodeé mis caderas
mientras llegaba al límite y después su firme golpe me envió sobre el borde. 68
Gemí su nombre cuando me vine duro.
—Jesús, Hope. Eres tan jodidamente sexy, casi me vine viéndote venir. —
Escuché su cremallera bajarse y entonces estaba dentro de mí. Agarró mi
cintura duro y me llenó de un golpe duro hasta que sentí sus bolas chocar
contra mi clítoris. Salió y luego otra carrera completa dura golpeando dentro de
mí. Me vine de nuevo con fuerza y me empujé de ida y vuelta a él obligándolo a
entrar y salir de mí mientras gritaba de éxtasis. Nunca tuve un orgasmo tan
duro o tan largo en mi vida.
Mi orgasmo envió a Kennedy a toda marcha. Bombeó en mí duro y rápido
y agarró mis caderas y me fijó en mi lugar. Con un último empuje profundo se
vació dentro de mí con un gemido gutural y lo sentí temblar.
Ambos caímos al suelo y me abrazó, nuestra difícil respiración se detuvo
junta. —Jesús Hope, no tienes ni idea de lo que me haces.
Le sonreí a través de mi bruma post orgásmica. —Bueno, sé lo que acabas
de hacerme y fue increíble.
El sábado por la mañana estábamos sentados en la cama leyendo el
periódico juntos y bebiendo café. Se sentía tan simple y tan correcto comenzar
nuestro día juntos. Kennedy me preguntó si podía ir a Chicago el fin de semana
siguiente para asistir a un evento de caridad que apoyaba su familia.
Le pregunté acerca de la caridad y me dijo que la caridad proporcionaba
fondos para el asesoramiento de los hermanos y padres de las víctimas de
delitos. Explicó que había una gran cantidad de organizaciones benéficas para
ayudar a las víctimas, pero pocas ayudaban a que las familias de las víctimas
recibieran asesoramiento para aprender a lidiar con su dolor y el dolor de la
víctima. Sonreí y le dije que sonaba como una causa muy reflexiva y que valía
la pena y que me encantaría asistir con él.
Charles nos recogió para nuestra tarde de compras y Kennedy no me dijo
lo que íbamos a comprar. Nuestra primera parada fue a una tienda de
suministros de policía. Estaba confundida pero lo seguí. En el interior, él habló
con el empleado de ventas, mientras caminaba alrededor y miraba algunos de 69
los uniformes. Cuando el empleado desapareció en la parte de atrás, me
acerqué a Kennedy. —¿Esposas? —Sonreí y lo miré.
—No. —Su rostro estaba divertido por mi suposición.
—¿Un uniforme de Policía y un traje de ladrón?
—No, pero no es una mala idea... ¿Ves alguna falda de mujer policía sexy
y camisas apretadas?
Sonreí y negué.
El empleado de ventas volvió a donde estábamos parados. —¿Sabe cómo
usarlas correctamente?
—No, ella necesita una lección. —Kennedy hizo un gesto hacia mí.
El empleado de ventas procedió a darme una fuerte lección de cómo
hacerlas funcionar y sobre las reglas básicas del uso de las esposas. Cuando
terminó y Kennedy pagó tres latas pequeñas de nuez moscada y un agradable
artilugio de cuero rosa, salimos de la tienda. En el exterior, lo detuve y lo miré
con cara seria. —Gracias, significa mucho para mí que quieras asegurarte de
que esté segura.
—Hermosa, no voy a dejar que te pase nada nunca.
La siguiente parada de nuestro viaje de compras fue la tienda de artículos
deportivos. Dentro Kennedy escogió y me compró cinco nuevos trajes para el
gimnasio. Eran bonitos, pero los tops cubrían mi delantera completamente y
algo de mi trasero. No peleé con él sobre los nuevos trajes porque me dijo que o
me compraba ropa nueva de ejercicio o me compraba un gimnasio y me
convertía en la única mujer en él. Me reí de su amenaza, pero no estaba muy
seguro que no pensara hacerlo si no hubiera aceptado la ropa.

Empecé a temer despertarme en las mañanas de domingo, sabiendo que


sólo tendría unas horas antes que se fuera de nuevo. Tuvimos unos grandiosos
días y no quería que terminaran. Estaba empezando a darme cuenta de que no
quería que terminara. Me quedé de pie tranquilamente con mi café y pensando
70
mientras miraba por la ventana.
—En qué estás pensando. —Su voz me sobresaltó, pensé que estaba
dormido.
—Ummm. —Mierda, piensa en algo Hope rápido, no le puedes decir que te
estás enamorando locamente de él y quieres hacer pequeños bebés Kennedy con
hoyuelos...
Él interrumpió mis pensamientos. —Recuerda nuestro trato Hope.
Maldita sea, sabía que si trataba de mentirle ahora, mi rostro me
delataría. —Estaba pensando que odio cuando te vas. —No, eso no sonó tan
aterrador.
Ensordecedor silencio por un momento, luego se paró detrás de mí.
Envolvió sus brazos alrededor de mi cintura y miró por la ventana conmigo por
un momento. —No he querido nada más que estar contigo desde el momento en
que te vi. —Me dio la vuelta para que lo encarara. Poco a poco pasó la punta de
sus dedos por mi mejilla, deteniéndose para empujar un mechón escapando de
cabello detrás de mi oreja. Me besó suavemente. —No he tenido una novia
desde que tenía quince años Hope.
Sus palabras me confundieron. Había conocido a su última novia en
persona y Shauna me había dicho que leyó mucho acerca de que era un
playboy. Vio la confusión en mi rostro. —Creo que puedo decir que salí.
Definitivamente tuve un montón de sexo y fui a lugares agradables con
mujeres. Pero eran más arreglos; nunca hubo ningún apego emocional.
Busqué en sus hermosos ojos claros y vi la verdad. Entonces me arrojé a
él. No pude evitarlo y realmente no quería intentarlo. Me levanté de un salto y
envolví mis brazos y piernas alrededor de él y lo apreté tan fuerte como pude.
Nunca quería dejar de lado a este hombre. Él se rió y me abrazó tan fuerte que
apenas pude respirar. Saqué mi cara para volver a besar su rostro. Sonreí y
miré sus ojos. —Eso fue todo lo que necesitaba escuchar. —Arrugué la nariz—.
Menos la parte de ‘mucho sexo’.
Los dos nos reímos mucho y acabamos pasando el resto de la mañana en
la cama. Todavía odiaba cuando tenía que irse, pero el recuerdo del día me dejó
mejor preparada para la semana sin él.

71
Shauna y yo fuimos a cenar la noche del martes a nuestro restaurante
mexicano favorito y la llené con mi fin de semana. Ella me habló de un nuevo
jugador que se unió a su equipo en un intercambio, y cómo tenía la esperanza
de hacer un cambio con él ella misma pronto.
—¿Así que vas a invitar al Sr. Maravilloso a la insignificante Oregon para
conocer al Sr. Caliente y su novia trasero desagradable? —Shauna había
llamado mi padre el Sr. Caliente hace diez años, cuando nos emborrachamos
por primera vez en el lago y groseramente me confesó que pensaba que mi
padre era guapo. En cuanto a su novia, trasero desagradable era uno de los
nombres más rutinario que tenía para la mujer.
—No sé, me temo que si voy con él a Oregon, me convierta en la antigua
Hope y se dará cuenta de que no soy la persona que piensa que soy y saldrá
72
corriendo a las colinas.
—Esa afirmación requiere otra margarita. —Se bebió lo que quedaba en el
vaso y literalmente agarró a nuestro camarero al pasar—. Necesitamos dos
margaritas más rápido. —Movió sus pestañas hacia el pobre camarero de
diecinueve años que fue masilla en sus manos. Luego que ella liberó el agarre
de su cintura para ir buscarlos para ella.
Sentí que mi teléfono vibraba y miré hacia abajo para ver mis textos.
Kennedy no era un gran redactor de textos, pero si estaba en el trabajo o con
Shauna me enviaba un texto, en lugar de llamar. Era una de las cosas que
adoraba de él.
Charles estará fuera en una hora y esperará cuando estés lista. No quiero
que ustedes, señoritas caminen a casa en la oscuridad después de beber.
K.
—Ahora, ¿dónde estábamos? Voy a decir esto de una vez por todas Hope
Marie York. Y será mejor que lo metas en esa dura cabeza tuya. Eres preciosa,
por dentro y por fuera. Ese pedazo de mierda de monstruo estuvo celosa de ti
todos estos años, es por eso que siempre está abajo. No dejes que una pequeña
mentira de la perra te engañe. Kennedy te desea a ti, no a la antigua Hope o a
la Nueva Hope, ¡sólo a ti!
Nos miramos la una a la otra serias por un momento, y luego procedió a
cagarse de la risa por los próximos cinco minutos. La combinación de
margaritas y de Shauna tratando de ser adulta en nuestro dúo hizo su sermón
parecer histérico.

Charles se detuvo delante del apartamento de Shauna y me dio un abrazo.


—Realmente podría acostumbrarme a tener una limusina que nos
llevándonos por ahí después de una noche de copas. —Guiñó un ojo y vi como
Charles la acompañaba hasta la puerta. Vi a Charles observarla balancear el
trasero, mientras desaparecía en el ascensor.

73
—Entonces, ¿cómo están las cosas entre tú y Hope? —preguntó Franklin
casi tan pronto como la cena estuvo sobre la mesa.
—¿Hope? ¿Es linda? ¿Tiene una amiga para mí? —Garrett era el más
joven de los tres hermanos Jenner y no hacía ningún intento de ocultar su
confirmada soltería. A los veintisiete fue nombrado el número dos de los más
codiciados de la lista de solteros de Chicago este año. La notoriedad causó
mucha burla en la familia, pero a Garrett no le importaba.
Se jactó de que guardó copias adicionales y que las dejaba deslizarse en el
suelo si una mujer al principio se resistía a sus encantos juveniles.
Kennedy miró sin expresión a su hermano. —No irás a ninguna parte
cerca de Hope o de ninguna de sus amigas.
Garrett silbó. —Oh, muchacho, el hermano mayor lo tiene mal, ¿no? —Le 74
sonrió a Franklin.
Franklin le devolvió la sonrisa. —Si conocieras a esta Garrett, lo
entenderías. Es tan bella por dentro como por fuera.
Garrett presionó su suerte. —No me importa cómo se vea en el interior,
pero sí me importa cómo ellas saben en el interior. —Levantó y bajó las cejas
un par de veces y sonrió ampliamente revelando versiones más pequeñas de
hoyuelos sexys de su hermano mayor.
Kennedy se pasó los dedos por su cabello y miró a Franklin por apoyo,
ignorando por completo a Garrett. —Me está volviendo loco que esté tan lejos.
La semana pasada la vi con un borracho imbécil poniendo las manos sobre ella
y casi me volví loco.
—Entonces tráela aquí. —Franklin se encogió de hombros como si fuera
una solución simple.
Garrett arqueó una ceja hacia su hermano. —¿Estás enamorado de ella?
Las palabras no eran necesarias. Garrett y Franklin sonrieron y miraron
a Kennedy tomarse su bebida de nuevo y soltar una respiración profunda.
¿Cómo si él no se hubiera dado cuenta de que se había enamorado de Hope
hasta ahora?

75
El miércoles por la mañana estaba a medio camino al trabajo cuando
empecé a tener la sensación de que alguien me observaba. No era la primera
vez que me había sentido así últimamente.
Hoy sólo parecía estar más cerca. Miré a mi alrededor mientras apretaba
el paso y veía una típica mañana en la ciudad de Nueva York. Las masas de
gente caminaba en todas direcciones al doble de velocidad de lo que la gente se
trasladaba en Oregon. Personas solas con auriculares, gente hablando en el
teléfono, autos que trataban de dar vuelta mientras personas llenaban la
pasarela. Recorrí la multitud de nuevo cuando llegué a la cuadra final del
trabajo y reduje la velocidad para mirar realmente a la gente a mí alrededor.
Nadie en particular, parecía estar mirándome.
Ahora que ya había terminado el entrenamiento en los puestos generales
76
del hotel, mis días estaban atrapados en la planificación de eventos. La
mayoría de los días pasaba la mitad del día reunida con un potencial nuevo
cliente que se interesaba en la planificación de un evento en el Monet, y la otra
mitad trabajando en la planificación de los eventos que habían reservado. Hoy
pasé la mañana con una mujer que vagamente había reconocido de las páginas
de sociedad, que estaba interesada en reservar el primer cumpleaños de su hija
en el gran salón de baile. Mientras que era genial para los negocios, tuve que
preguntarme lo que la mujer haría para el segundo o tercer cumpleaños de la
niña al tener tal primer exagerado cumpleaños. La hora del almuerzo llegó
rápidamente y decidía almorzar en el parque antes de hacer mi camino hacia
Park Avenue para una reunión por la tarde con una planificadora de fiestas con
la que estaría trabajando en un evento de caridad próximo a celebrarse en El
Monet.
Las hojas en el parque estaban casi todas en el suelo y este estaba lleno de
los colores vibrantes del otoño. Profundo naranja y rojo se alineaba en la ruta
del parque y decidí sentarme en un banco del parque, cerca del parque de
perros. Me encantaba ver a los propietarios interactuar con sus perros cuando
pensaban que nadie estaba mirando. No estaba segura de sí tenía el
sentimiento de ser observada esta mañana, al ver los perros corriendo en un
área abierta, o la hermosa caída de colores lo que me hizo querer llamar a mi
papá para reportarme. No habíamos hablado desde hace tiempo y sabía que me
esperaba en casa para Acción de Gracias.
—Hola Candace, ¿está mi papá por ahí? —Sabía que odiaba cuando la
llamaba Candace. Todo el mundo la llamaba Candy. Para mí, Candy era una
mujer con tacones de aguja de diez centímetros que llevaba borlas azules en los
pezones mientras bailaba alrededor de la barra de striptease. Pensaba que
Candace era un nombre bonito, pero una vez que escuché que le dijo a alguien
que Candace la hacía sonar vieja. Desde ese día, fue Candace para mí. No podía
abiertamente desacreditarla sin herir a papá, por lo que había llegado a
disfrutar de las pequeñas cosas que podía hacer silenciosamente para
molestarla.
Él debe haber estado al alcance del oído, porque su emoción fingida y
burbujeantes preguntas ciertamente no era una actuación que ponía sólo para
mí. Papá y yo hablamos de Acción de Gracias, de uno de sus compañeros de
servicio que se jubilaba y de Coy, mi golden retriever. Le dije a papá que había
conocido a alguien y que estaba considerando pedirle que fuera a casa conmigo
para Acción de Gracias, y me dio un interrogatorio, pero sonó contento. No
mencioné que vivía en Chicago y que habíamos estado viajando de ida y vuelta, 77
sabía que solo haría que se preocupase más.
Papá y yo habíamos pasado por muchas cosas juntos desde que mi mamá
murió en un accidente de auto hace tantos años. Ambos nos protegimos entre sí
de las cosas que nos preocupaban al otro tanto como pudimos. Por eso nunca le
dije acerca de cómo me trataba Candace después de que supe de su romance.
Tenía 15 años el día en que vi a Candace caminar con el entrenador de los
jóvenes de fútbol desde su auto a una casa en Maiden Lane. Ella me vio
también, pero no me di cuenta de eso con el tiempo. Yo era joven, inocente y
confiada, por lo que el pensamiento nunca se me pasó por la mente de que
podría estar haciendo algo malo. Supongo que simplemente asumí que estaba
discutiendo algo acerca de las porristas, ya que sus dos niñas tenían la
esperanza de entrar al equipo de las animadoras y seguir los pasos de su madre
como capitana de las animadoras y a reina de belleza.
Papá no se inmutó cuando le mencioné que vi a Candace con el entrenador
Fitzsimmons esa tarde, y no sería hasta dos meses después que sabría la
verdad mientras escuchaba su discusión una noche. Todos los años en el
servicio habían entrenado a papá también. Sabía cuándo cavar cuando algo no
le caía nada bien.
Después de mi inocente comentario, papá había comenzado a seguir a
Candace y descubrió que estaba teniendo un romance con el joven entrenador
de fútbol del instituto.
Durante meses después de eso, peleaban mucho. Pero al final, decidieron
permanecer juntos y trabajar en su matrimonio. Ella lo culpó por trabajar
demasiado y que no le daba la atención que necesitaba. Él la culpó por romper
sus votos y subir a otro hombre a su cama. No creo que ningún hombre tuviera
tiempo ni fuerzas para darle a Candace la atención que pensaba que
necesitaba. Pero papá había tenido suficiente y quién era yo para juzgarlo.
Después de un año o así, volvieron a la normalidad y las peleas por el
entrenador parecieron ser menos y menos. Papá había comenzado a
perdonarla, pero ya me había dado cuenta de que Candace nunca me lo
perdonaría. Sé que en el fondo él perdonó a Candace porque no quería estar
solo otra vez. No quería experimentar la pérdida que sintió cuando mamá
murió. Pero Candace me culpó de sus problemas, porque fui la primera que le
dijo a papá sobre el asunto. Nunca creyó que actué con inocencia; pensó que
quería sabotear su matrimonio. La vida se volvió un infierno para mí en su
casa a los 15. 78
Candace siempre había favorecido a sus dos hijas, pero era educada y
amistosa antes. Después del incidente con el entrenador, comenzó sus ataques
verbales hacia mí. Su marca de crueldad no podría haber sido física, pero no
era menos aterrorizante. En momentos en que las niñas necesitaban más a su
madre, yo fui infligida con ataques implacables de lo fea y no deseada que era y
que nunca iba a encontrar a un hombre.
No le dije a papá y ella no lo hizo delante de él. Al menos no abiertamente.
En el momento en que fue insoportable estar en mi propia casa con ella,
papá estaba empezando a sanar de la tortura por la que lo había hecho pasar y
no podía soportar verlo sufrir de nuevo. Así que lo tomé todo, y después de un
tiempo, ella me convenció de que sus palabras eran ciertas. Si no fuera por
Shauna, no sé cómo habría conseguido a atravesar esos años. Ella era mi luz en
la oscuridad y la mejor amiga como la que alguien podría tener.
—¿Entonces, este Kennedy tiene apellido? —Pensé en inventar uno,
porque sabía que estaría llamando a un amigo para que investigara sus
antecedentes por la tarde si no lo hacía.
—Su apellido es Jenner papá, pero por favor no envíes a todos tus amigos
a una misión para encontrar su suciedad.
—Ahora ¿yo haría eso niña? —Sí, papá sin duda lo haría.
—Bueno papá, tengo que volver a trabajar ahora. Sé bueno y te veré el
miércoles antes de Acción de Gracias.
—Te quiero niña. —Pude oírlo suspirar a través del teléfono. Él me
extrañaba y lo sabía.
—También te quiero papá.

79
Kennedy me sorprendió con un vestido nuevo para el evento de caridad al
iríamos la noche del sábado. —¿De verdad escogiste todo esto solo? Es el
vestido más hermoso que he visto. —El vestido era obviamente de alta costura
de época. El estilo estaba alejado de las líneas de la moda actual de estilo art
deco y ásperos ángulos y en su lugar fue diseñado para mostrar la belleza y
gracia. Todo el vestido estaba decorado en tonos claros de perlas y cuentas
iridiscentes. Se veía como algo fuera de una película de 1920, sin los volantes
en la parte superior. Las perlas estaban puestas de una forma para dar la
apariencia de encaje y entonces, los abalorios oscuros aparecieron como una
sombra en el encaje. Era de un rosa pálido y algo que nunca habría elegido
para mí. El escote era bajo, pero tenía capas de pura tela que lo hacían
aparecer romántico en lugar de demasiado sexy.
—Me estás matando Hope, ¿crees que no puedo escoger algo hermoso? — 80
Él arqueó una ceja y vi la sombra de una sonrisa bajo el pretexto de sus
sentimientos heridos.
—No quise decir eso, sólo que es tan único y hermoso, que debes haber
tenido que pasar mucho tiempo buscando.
Él tomó un sorbo de su vino con esa boca sexy. —Tienes razón, lo hice.
Realmente tienes que mantener los ojos abiertos por algo tan único y hermoso.
—Pude decir que no estaba hablando más sobre el vestido y enrojecí. Este
hombre me había visto desnuda y en algunas posiciones bastante
comprometedoras, sin embargo, sus palabras aún podían hacer que me
sonrojara como una niña de escuela.
—¿Por qué no ponérmelo para ti? —Di una sonrisa torcida. Ya había
comprado la ropa interior para este fin de semana y tenía mucha confianza en
cuál sería su reacción. Mantuve los ojos fijos en él y lentamente desaté la larga
túnica de seda verde que llevaba. La dejé colgar abierta durante un minuto
para que pudiera ver un toque de encaje, antes de sacudir mis hombros un par
de veces para hacer que la bata se deslizara lentamente por mis hombros y
formara un charco a mis pies.
Sus ojos se oscurecieron y se clavaron en mí. Mis pechos estaban
empujados hacia arriba y apenas contenidos por la media copa del sujetador de
encaje color piel. En la parte inferior, llevaba cortas bragas a juego de encaje
que me quedaban como una segunda piel. Mis delgadas piernas bien formadas
estaban cubiertas por medias altas escarpadas hasta el muslo con una cinta de
raso y encaje en la parte superior. Cuando él vio la ropa interior supe que era la
mezcla perfecta de inocencia y sensualidad que a Kennedy le encantaría. Me
quedé allí por un momento y lo vi beberme.
—Estás jodidamente matándome Hope. Voy a tener que estar cerca de ti
esta noche sabiendo lo que tienes debajo de tu vestido.
Le sonreí inocentemente. —¿Qué, esto? ¿Te gusta?
Él dio dos pasos largos y agarró mi cintura con fuerza. —O podemos llegar
tarde y puedo arrancártela y follarte por detrás con esa mirada inocente en tu
rostro, para poder recordar eso en su lugar. —Sus labios cubrieron los míos y
tomó mi labio inferior entre sus dientes y me mordió duro.
Cada vez que pensaba que era el gato, terminaba siendo el ratón con este
hombre. —¡¡Kennedy!! ¡No podemos, acabo de pasar una hora arreglando mi
81
cabello y maquillaje y la cena comienza en media hora! ¡Llegaremos horas
tarde! —A pesar de que mis palabras le decían que no podíamos, mi cuerpo ya
había reaccionado al suyo y mi clítoris estaba hinchado y mis pezones se
mostraban y estaban erectos.
Dio un paso cauteloso hacia atrás y respiró hondo. —Vete. Ponte el
vestido, antes de que cambie de opinión y no nos vayamos de aquí en absoluto.
El vestido era exquisito por su cuenta, pero se aferraba a mi cuerpo como
si fuera hecho para mí. Me hacía sentir especial. Salí a la sala de estar y
Kennedy estaba esperando. —Hope te ves impresionante. —Su reacción me
hizo sentir como si estuviera flotando. Se acercó a mí y sostuvo algo en la
mano—. Date la vuelta hermosa.
Levantó mi cabello y puso un delicado collar suavemente alrededor de mi
cuello.
Vi mi reflejo en el espejo de encima de la chimenea. Una hermosa,
delicada cadena simple de platino, sostenía una ronda de tres quilates de
diamantes de color rosa pálido, rodeada por dos círculos hechos de
incrustaciones menores con chispas diamantes de color rosa. Hermoso. Me di la
vuelta y moví mi mano al collar. —Es hermoso Kennedy, igual que el hombre
que me lo puso en mí. Gracias.
La cena benéfica se celebrada en el Hotel Marimount, era la versión
Chicago del Monet. Era lujosa y tenía un encanto del viejo mundo. Pasé toda la
hora del coctel siendo presentada con la gente que parecía conocer bien a
Kennedy. Había estado nerviosa acerca de no conocer a nadie y pensé que
podría pasar mucho tiempo parada en el bar sola jugando con mi teléfono. Pero
Kennedy nunca dejó mi lado. Su mano izquierda estaba
fuertemente en mi mano derecha. Sólo me soltó cuando necesitó saludar gente,
entonces encontraba la mía de nuevo inmediatamente.
Kennedy nos excusó de este último grupo de personas y agarró champán
mientras el camarero pasaba. Nos quedamos de pie solos por un momento,
mientras Kennedy me contaba historias sobre algunas de las personas que
habíamos conocido. Nos reímos juntos como mejores amigos que estuviéramos
compartiendo años de secretos en el interior. Me decepcioné cuando anunciaron
que la cena estaba a punto de ser servida y nos tuvimos que ir a nuestra mesa
asignada en el salón de baile principal.
82
Estaba feliz de ver que estábamos sentados con Franklin y Lauren. Ya
había otras dos parejas sentadas en la mesa. Una que sabía tenía que ser
Garrett, el hermano más joven de Kennedy, que se parecía tanto a él. Kennedy
me presentó a su hermano y su hermano presentó a su cita. La otra pareja en
la mesa era el Director Financiero de Kennedy y su esposa. Lauren insistió en
que me sentara a su lado y Kennedy se sentó en mi otro lado. Lauren y yo
conversamos con facilidad y Kennedy habló con Garret por encima de la mesa.
Nada se sintió obligado. Se sentía estar bien con su familia.
Estábamos a mitad de la cena, cuando vi a Mikayla. Habría sido difícil
pasarla por alto. Llevaba un vestido negro corto atrevido y sus kilométricas
piernas delgadas probablemente llegaban a mis hombros con sus tacones de
doce centímetros. Llevaba el cabello recogido hacia atrás apretado fuera de su
rostro y su piel sin defectos era radiante. La vi mirar a Kennedy, después me
miró fijamente y sonrió con una sonrisa malévola y se alejó. Lauren debió
haberlo visto todo porque se inclinó hacia mí en silencio y susurró: —No hagas
caso de ella, no dejes que el pasado se interponga en el camino de tu futuro
Hope.
Respiré profundamente y sonreí y me excusé para ir al baño de damas.
Lauren me siguió. No hablamos de Mikayla ni de Kennedy, pero sabía que en
silencio me estaba mostrando su apoyo. Me habló como si fuera parte de la
familia y sentí consuelo en su familiaridad. Retoqué mi lápiz labial y decidí que
Lauren estaba en lo cierto, no iba a arruinar la noche con mis inseguridades.
Después de la cena, Kennedy y yo bailamos juntos. Él me abrazó y yo
pude sentir ojos sobre nosotros. Capté a algunas de las mujeres más jóvenes
mirándome fijamente con lo que pensé que podría ser envidia de sus rostros.
¿Algunas de estas las mujeres serían con las que Kennedy había hecho
“Arreglos” las que estaban delante de mí? ¿Estaba mirando a un grupo de
mujeres hermosas que se habían acostado con él? Los celos y la inseguridad
entraron mientras él me abrazaba. Mientras la música se detenía, me susurró
al oído. —No puedo dejar de pensar en sacar ese vestido de ti.
Sentí su aliento en mi cuello y piel de gallina se levantó en mis brazos y
piernas. Todo lo que dijo fue unas palabras y olvidé mis celos.
Cuando terminó el baile, Garrett se acercó y me pidió el siguiente baile.
Pude ver la mandíbula de Kennedy apretarse y permitirme bailar con su
hermano. Garrett me sostuvo apretado para alguien que acababa de conocer
mientras bailamos. Era encantador y guapo y mientras estaba claramente
consciente de sus encantos, dejaba salir su confianza de niño en lugar de la 83
arrogancia por alguna razón. Me miró mientras bailamos. —Entonces, debes
ser alguien muy especial para que Kennedy te haya traído aquí.
Sonreí, sin saber si la afirmación requería una respuesta real.
—Umm. ¿Gracias?
Él se echó a reír. —De nada.
Su declaración fue amable, pero no estaba segura de sí su hermano quería
decir que Kennedy no traía mujeres a eventos como éste o si este evento en
particular era importante para Kennedy. Metí la pregunta en el fondo de mi
mente para después. Antes de que la canción hubiera terminado totalmente,
Kennedy ya estaba a nuestro lado. —Muy bien hermano pequeño, tuviste tu
diversión, lleva tu trasero de vuelta a tu propia cita y quita las manos de mi
mujer. —¿Mi mujer? Eso fue como cavernícola, pero me gustó de todos modos.
Le sonreí a Garrett y me encogí de hombros. Él sacudió la cabeza y se echó a
reír y se alejó.
Unas horas más tarde, estábamos diciendo adiós cuando una atractiva
mujer mayor se me acercó. Kennedy había ido a buscar nuestros abrigos y yo
estaba de pie sola. La mujer estiró suavemente la mano y tomó la mía entre las
suyas. —Sólo quería que supieras cuán emocionada estoy de ver a Kennedy
feliz, querida. Sé que ha salido en los últimos años, pero en los quince años
desde que empezó la fundación, nunca había traído a nadie aquí. Sé que Kelly
estará feliz... dondequiera que esté. —Me sonrió con lágrimas en los ojos y me
dio un abrazo suave. Le devolví la sonrisa, y sentí, más que vi a Kennedy volver
a mi lado.
—Kennedy, como siempre, gracias por tu generosidad con la fundación.
La mujer se acercó y puso su mano en la suya. Se volvió hacia mí. —Cuida
bien de él querida. —Entonces se fue.
Kennedy sostuvo el abrigo para que me lo pusiera y luego me dirigió a los
estacionamientos con su mano en mi espalda baja. Salimos fuera al aire fresco
y casi me congelé cuando vi a Mikayla allí de pie. Con una deslumbrante
sonrisa en su rostro me ignoró por completo. —Kennedy, qué maravilloso verte.
Kennedy asintió secamente—: Mikayla. — Su tono fue de advertencia.
Sentí su apretón en mi espalda y se movió para estar más cerca de mí. No hubo
otras palabras y esperamos en silencio incómodo por nuestro auto.
Los dos estuvimos callados en el viaje a casa. Yo tenía tantas preguntas
que hacer, pero quería poder ver su rostro cuando las respondiera. Él se sirvió 84
algo en un vaso de cristal y me entregó una copa de vino. Lo vi beber el líquido
de su vaso de un trago largo. Resistí la tentación de ceder a mis inseguridades,
tanto como pude. —¿Quién es Kelly? —Mi voz fue poco más que un susurro.
Kennedy estaba llenando su vaso de nuevo. Vi como se aflojaba la corbata
y se quitaba la chaqueta. No se volvió a mí cuando habló. —No quiero hablar de
eso Hope.
Me quedé mirándolo desde el otro lado de la habitación, él no miró en mi
dirección. Yo necesitaba garantías y no me daría ninguna. Terminó su segunda
copa y colocó el vaso sobre la mesa. Lo vi luchar con algo. Mi corazón empezó a
latir con fuerza y no estaba segura de qué hacer. De repente sentí que debía
irme a casa y dormir en mi propia cama esta noche. Pero mi cama estaba a
miles de kilómetros de distancia y no tenía a donde huir.
—Voy a ir a la cama. —Tragué, luchando con mis lágrimas.
Me tomé mi tiempo en el baño y me puse mi bata. Me metí en la cama
vacía y traté de relajarme con unas cuantas respiraciones profundas. La cabeza
me daba vueltas y me sentía sola. Estaba agotada, pero todavía tardé mucho
tiempo para que el sueño me encontrara.
Me desperté a la mañana siguiente y me sentí aliviada al encontrar a
Kennedy dormido junto a mí. Lo miré dormir y pensé en anoche. No habíamos
tenido una pelea y en realidad él no hizo nada malo. Él tenía cosas de las que
no quería hablar y estaba bien. Todo el mundo tenía problemas y no nos
conocíamos muy bien uno al otro. Sin embargo, todavía dolía.
Pasamos el día juntos y ninguno habló de anoche.
Preparamos el desayuno y el almuerzo en pijama e hicimos lo mejor para
no pensar en Mikayla ni en Kelly ni en ninguna otra mujer que pudiera haber
tocado Kennedy. Fue un buen día y nos reímos mucho, pero algo fue diferente.

85
La siguiente semana nos hablamos todos los días, como si nada extraño
hubiera ocurrido. Había sabido por las últimas dos semanas que no lo vería
este fin de semana, porque volaría a Londres el jueves por la noche en lo que
llamó un “viaje de negocios atrasado”. Pero después del último fin de semana,
se hizo más difícil no estar con él.
El jueves por la tarde sonó el teléfono y cerré la puerta de mi oficina
cuando vi su nombre en la pantalla. —Hola. Esta es una sorpresa, ¿a qué debo
el placer de una llamada a medio día de un ejecutivo muy ocupado?
—No puedo dejar de pensar en ti.
Sonreí. —Eres muy difícil dejar de pensar en ti también Sr. Jenner.
—Ven conmigo a Londres esta noche. —Hablaba en serio.
86
Mi estómago dio un vuelco. —Me encantaría, pero no puedo. No tendré
nada de tiempo libre del trabajo durante los primeros tres meses.
Su voz era baja y provocadora. —No puedo esperar otra semana para
verte Hope.
Odiaba la idea de no verlo también. —Yo también. Pero la próxima
semana es Acción de Gracias y volaré a Oregon el miércoles por la noche
después del trabajo. Hice planes antes incluso de mudarme a Nueva York.
—¿Puedo unirme a ti? —Su voz se volvió ronca—. Necesito estar contigo.
—Me encantaría eso. —Cerré los ojos, emocionada ante la idea de estar
con él en Oregon, pero aterrorizada de lo que él vería.
—Haré que Marcy haga los arreglos. —Exhaló audiblemente.
Hablamos un rato más y le dije acerca de mis planes de encontrarme con
Shauna y su nuevo jugador de baloncesto para comer sushi el sábado por la
noche.
—¿Sólo los tres? —Sabía lo que estaba preguntando.
—Shauna sabe que no estoy interesada en encontrar a nadie Kennedy.
—No es Shauna quien me preocupa.
Una larga pausa. —Bueno, tienes que confiar en mí Kennedy.
—Confío en ti, es en los tres millones de hombres de esa ciudad de quienes
no me fío.
Me reí de su respuesta, pero él no lo hizo. —Okay cariño. Necesito volver a
trabajar.
—Está bien hermosa.
Colgué y miré mi teléfono. Su tono celoso tenía un borde que hacía que mi
pulso corriera con velocidad y que mi corazón latiera rápido contra la pared de
mi pecho.

El sábado por la noche llegó y Charles me dejó en el restaurante de


comida japonesa donde me encontré con Shauna y su jugador de baloncesto
Jeremy. Kennedy había insistido en que Charles me llevara y esperara
mientras cenábamos para que no tomara el metro desde el centro en la noche.
Acepté porque lo hacía sentirse mejor, pero también porque me permitiría usar
el par más lindo de Jimmy Choos plateados para atar que había estado 87
muriéndome por usar, pero que no estaban hechos para el metro.
Shauna saltó de emoción cuando entré en el restaurante. Jeremy era casi
medio metro más alto que ella, aunque era alta y llevaba tacones. Vi a otro
hombre excepcionalmente alto de pie cerca de Jeremy y Jeremy lo presentó
como su compañero de equipo Derek. Miré a Shauna airadamente y ella me dio
una pequeña sonrisa y se encogió de hombros, como diciendo, que no era su
culpa.
La cena fue deliciosa y el Sake me ayudó a relajarme. Derek y Jeremy
eran muy agradables y me las arreglé para relajarme un poco y disfrutar de su
compañía. Todos nos reíamos mientras Shauna contaba historias sobre las
diferentes formas en que ella y sus compañeros de escuadrón lograron colarse
después del toque de queda cuando viajaban para los juegos. Derek y Jeremy
no parecieron menos sorprendidos cuando les dijo que el simulacro de incendio
el hotel hace tres noches en realidad había sido el producto de una gran
cantidad de coqueteo con el gerente del hotel cuando se encontraron a sí
mismos incapaces de colarse de nuevo en el suelo debido al equipo de
seguridad.
Cuando salimos del restaurante un par de fans estaban reunidos
pidiéndole a Derek y a Jeremy autógrafos y vi algunos destellos de fotos. Llamé
a Charles y le dije había terminado y esperé en el frente a que diera la vuelta
alrededor de la cuadra. Shauna me abrazó y me recordó que mañana era
domingo de pijamas en mi casa y Derek puso su brazo alrededor de ella y me
sonrió. —Podría llegar un poco tarde. —Shauna rió.
Mientras Charles se detenía, Jeremy tomó mi mano y se estiró
cortésmente y besó mi mejilla. —Fue un placer conocerte Jeremy.
Él me miró. —¿Puedo verte de nuevo?
Sonreí halagada. —Tengo novio.
Él me devolvió la sonrisa. —Bastardo con suerte.

El domingo por la mañana me desperté temprano con un fuerte dolor de


cabeza y el celular sonando. —Buenos días. —Mi voz todavía estaba aturdida.
—¿Qué hora es allí?
Kennedy estaba despierto y alerta. —Las dos de la tarde. ¿Mala noche? 88
—Shauna y el Sake. Es una combinación mortal.
—Apuesto que sí.
—¿Dónde estás? —Escuché voces en el fondo.
—En Trafalgar Square. Estaba en una reunión, pero tenía que dar un
paseo para aclarar mi cabeza.
—¿Todo bien? —sonaba estresado.
—No estoy seguro. ¿Por qué no me hablas de tu noche? —Mi niebla
soñolienta desapareció ante sus palabras.
Me senté. —Sabías que tenía planes de reunirme con Shauna y Jeremy
para cenar. No sabía Jeremy llevaría un amigo.
Él respiró hondo. —Y.
—Y cenamos y luego me fui a casa, sola. Pero estoy segura de que ya lo
sabías ya que sospecho que ya hablaste con Charles.
—No he hablado con Charles.
Estaba confundida. —Entonces, ¿cómo lo sabes?
Él ignoró mi pregunta. —¿Estabas pensando en decirme acerca de tu
doble cita?
Estaba molesta por su insinuación. —No fue una cita doble, y si no
hubieras llamado acusándome de algo, te lo hubiera dicho. No tengo nada que
ocultar.
Pensé por un segundo. —¿Y qué estuviste haciendo anoche Kennedy?
Tal vez la razón por la que no se fiaba de mí no tenía nada que ver con lo
que hice anoche.
—Tuve una cena con un hombre de setenta años, y luego volví a mi hotel y
me fui a dormir.
No sabía qué decir en respuesta. Los dos nos quedamos en silencio por un
momento.
—Tengo que volver a mi junta. Te llamaré esta noche.
—Bien.
—Y Hope, echa un vistazo a la página cincuentaidós del diario de Nueva
York. —Y entonces colgó. 89
Me levanté de la cama y fui a buscar ibuprofeno y café. ¿El New York
Daily? ¿Por qué tenía que leer el diario? No lo he leído muchas veces, aunque
era un diario muy popular, pensaba que se concentraban demasiado en los
deportes.

Para el momento en que Shauna se acercó con su pijama para nuestro día
de películas planeada a las tres, ya estaba a tres pasos de estar asustada. Me
acordé en el preciso momento en que la foto en la página cincuentaidós debió
haberse tomado. Su gran mano estaba envuelta alrededor de la parte superior
de mi brazo y estaba apoyado y diciéndome algo mientras miraba hacia abajo y
sonreía. Yo estaba mirando y sonriendo. Él sólo me había dicho que el chico con
el que estaba saliendo era un bastardo con suerte, pero la foto no hacía que se
viera como si estuviéramos discutiendo sobre mi novio. Parecía que nos habían
captado en un intercambio íntimo. No era de extrañar que Kennedy estuviera
tan molesto. El visual era malo. Si los papeles se invirtieran, y yo estuviera
mirando una foto de él viendo a una mujer así, habría estado igual de molesta.
—Bueno —Shauna hizo todo lo posible para encontrarle el lado bueno—.
Al menos nos vemos calientes.
—Grandioso. —Tragué mi agua—. Estoy segura de que Kennedy
encuentra eso muy reconfortante en este momento.
Shauna sabía lo que estaba pensando. —Si piensas que va a dejarte por
alguna foto tonta, no has estado prestando atención a la forma en que el
hombre te mira Hope.
—No lo oíste, estaba realmente enojado.
—Está a 6.000 kilómetros de distancia y celoso. —Shauna se sentó en el
sofá.
—No puedes pensar eso ahora, pero esto en realidad podría ser bueno
para su relación.
La miré como si estuviera loca. —Claro, fotos de mí sonriendo con
adoración hacia otro hombre, probablemente lo hará proponerme matrimonio.
—Un hombre como Kennedy pelea cuando encuentra a una mujer como
tú. No está acostumbrado a las relaciones y siente como que no se supone que
90
quiere estar en una. Al principio peleará contra ello, pero con el tiempo se dará
cuenta de que tiene que dejar de pelear y empezar a luchar por eso. La foto sólo
le ayudó a hacer el movimiento para pelear por ti.
Tomé su mano y la apreté. Pensaba que estaba loca, pero sabía que tenía
buenas intenciones. —Espero que tengas razón, porque estoy enamorada de él
Shauna.
Ella sonrió con confianza. —Sé que tengo razón. Y sabía que estabas
enamorada de él antes que tú Hopeless. —Golpeó su hombro contra el mío y me
llamó uno de los cientos de apodos que había creado a lo largo de los años.
—Entonces ¿cuál veremos hoy? —Era el turno de Shauna de escoger la
película, así que sabía que sería una película de terror sin preguntar.
—Evil Ranger. —Shauna sonrió—. Se trata de un guardabosques que
mata campistas en el parque estatal y les echa la culpa a los osos salvajes.
—Suena fascinante.
Eran casi las nueve antes de que mi teléfono sonara y me alegré de que no
me hubiera llamado mientras Shauna estaba todavía aquí. No quería ver la
decepción en sus ojos si las cosas no salían según su gran esquema.
—Hola —dije en voz baja en el teléfono.
—Hola. —Su voz era baja.
Ensayé lo que iba a decirle en mi cabeza durante la última hora, pero las
palabras se perdieron cuando escuché su voz. —Vi el periódico, lo siento mucho.
No fue lo que parecía... no en absoluto.
—Hope... —Mi estómago cayó cuando dijo mi nombre. Sabía lo que
vendría entonces. Amaba a este hombre, tenía que intentarlo.
—Kennedy, él me lo preguntó, pero le dije que tenía novio y luego dijo que
mi novio era un bastardo con suerte y tomaron esa foto cuando me reí de él
llamándote bastardo con suerte porque no sabía que yo era la afortunada y, y.
—Estaba siendo laberíntica. —Y no quiero perder más por una foto de algo que
no quiere decir nada para mí, pero que alguien la hizo ver como algo y...
—Hope —él me interrumpió y me tragué mis pensamientos—. Lo siento.
Dios no, no podía hacerme esto. Tenía que creerme. Esperé el resto del 91
discurso. Sabía lo que venía... siento no querer verte más. Él continuó—.
Lamento haberte acusado de algo que no hiciste.
¿Lo sentía por haberme acusado? ¿No sentía estar rompiendo conmigo?
Comencé a llorar. —Siento haberme quedado, debería haberme ido cuando vi
que Jeremy llevó a un amigo.
—Joder, Hope. Por favor, no llores. Fui un idiota.
—Me lo merecía.
—No, no lo hiciste. Lo siento hermosa. —Su voz se suavizó.
Hablamos un rato más y cuando colgamos el alivio me inundó. ¿Será
posible que Shauna estuviera en lo cierto?
Mi vuelo a Chicago el día antes de Acción de Gracias fue temprano. Nos
encontraríamos en el terminal y no podía esperar a ver a Kennedy. Tanto había
sucedido en los diez días que estuvimos separados y estaba ansiosa por ver si lo
que pensaba que teníamos todavía estaba allí.
Teníamos casi cuatro horas antes del vuelo a Oregon y nuestro plan era
conseguir algo de comer y pasar el rato en el salón ejecutivo, donde Kennedy
era miembro.
Dos pasos en el terminal desde la pasarela y lo vi. Estaba de pie en el
mostrador y dos atractivas asistentes de vuelo estaban hablando con él. De
repente me entró el pánico. ¿Qué pasaba si las cosas eran diferentes? ¿Qué
pasaba si nuestra pelea y el tiempo que pasamos separados habían cambiado
las cosas? Mi corazón se aceleró y pude sentir mis rodillas temblar. Él se volvió
92
y me vio. Las asistentes de vuelo no se dieron cuenta de que habían perdido su
atención. Nuestros ojos se encontraron y me sonrió. La brillante sonrisa llena
de hoyuelos que detuvo mi corazón la primera vez que lo vi. Él me levantó y me
abrazó tan fuerte que apenas pude respirar. Entonces me besó, justo frente a
las embobadas asistentes de vuelo. No fue un beso de hola, sino un beso de
película de Hollywood. Del tipo que hace que los fuegos artificiales se apaguen
en mi cabeza y la gente se detuvo para mirar deseando que fueran ellos. En el
momento en que nos alejamos para tomar aire, no estaba preocupada de que
las cosas hubieran cambiado.
—Vamos a salir de aquí. —Su voz era ronca y sexy.
Sonreí y negué. Salimos del aeropuerto a toda velocidad.
No tenía idea de a dónde íbamos, pero quería estar con Kennedy. Mientras
estábamos a punto de pasar por seguridad, me detuve. —Espera. ¿A dónde
vamos? Tenemos que pasar por seguridad otra vez para nuestro próximo vuelo.
—Hay un hotel y centro de conferencias adjunto a la terminal. Voy a pedir
servicio de habitación para nosotros en medio de follarte la primera vez y de
hacerte el amor en segundo lugar.
Sus ojos estaban oscuros de deseo.
Arqueé una ceja. —Podemos comer en el vuelo para ahorrar tiempo.
Una sonrisa torcida y un profundo hoyuelo. —Esa es mi chica. Vámonos.

Apenas habíamos entrado en la habitación cuando empezamos a


arrancarnos la ropa el uno al otro. No lo deseaba, lo necesitaba. Lo necesitaba
dentro de mí tanto físicamente que me dolía. Desabrochó los únicos botones de
mi blusa para llegar a mi sujetador. Rápidamente empujó la seda hacia atrás
con el pulgar y liberó mis pezones. Tomó un pezón en su boca y chupó con
fuerza y luego lo mordió antes de liberarlo por el siguiente.
Me levantó la falda y la juntó alrededor de mi cintura. Un tirón y arrancó
la ropa interior de mi cuerpo. Di un grito ahogado. Sus dedos rápidamente se
zambulleron en mi vagina.
—Jesucristo estás tan mojada para mí ya. —Me levantó y me llevó al
escritorio y sacó la mano de un solo golpe. Todo cayó al suelo. Yo terminé de 93
desabrocharle el pantalón y lo liberé. Estaba duro como el acero. Acaricié la
longitud de él y dejó escapar un gemido. El sonido fue profundo y erótico y mi
cuerpo reaccionó sólo de sentir su necesidad.
Él me colocó en el escritorio, la altura del alto escritorio alineado
perfectamente con sus caderas. Sus labios cubrieron los míos duro y pude sentir
la punta de su amplia cabeza contra mi clítoris. Él volvió un poco la cabeza y
profundizó el beso mientras sus caderas hacían círculos y luego en una carrera
larga se enterró hasta la raíz de su pene estuvo pegada a mí. Yo gemí de dolor
por la plenitud que de repente me extendió hasta el límite y mis manos sobre
sus hombros se apretaron, mis uñas en su espalda. Él maldijo por lo bajo y se
quedó plantado dentro de mí por un tiempo antes de moverse. Sus manos
sostuvieron mis caderas firmemente en su lugar y comenzó a bombear en mí
con furia. Yo gemí y sentí que estaba en el borde. —Mírame Hope, quiero verte
venir. —Abrí los ojos. Su rostro estaba a centímetros del mío.
Se veía tan serio y hermoso mientras miraba fijamente mis ojos. Mi
orgasmo no tuvo tiempo de crecer, él me llegó como una tonelada de ladrillos.
Sus fuertes golpes duros, su necesidad y su voz de mando sin sentido fue
demasiado. Gemí mientras rodaba sobre mí. Se sentía tan bien que no quería
que se detuviera nunca.
—Por favor, no te detengas, por favor, por favor. —Se movía con tan
fuertes rítmicos bombeos que no tuve tiempo de recuperarme del primero de
ellos cuando el segundo rodó en la parte superior del primero—. Joder Hope,
voy a explotar, no me puedo contener. —Se vino con un gruñido feroz y sentí
sus brazos apretarse en mis caderas y luego aflojarse con un temblor. Continuó
empujándose en mí por un minuto, pero los empujes se suavizaron y se
encontró con mi boca una vez más. Me besó suave, tiernamente y lleno de
emoción. Una lágrima escapó de mi ojo antes de que pudiera tirar de ella. Él
terminó el beso y apoyó su frente contra la mía. Nuestras respiraciones aún
entrecortadas. Lo vi seguir el camino de las lágrimas por mi rostro. Me quitó el
cabello de la cara y su pulgar limpió suavemente las lágrimas.
—Jesús, Hope. —Estudió mi rostro e hizo que mi corazón diera una
voltereta. Sus emociones estaban en exhibición en su rostro y no estaba
tratando de ocultarlas. Eso hizo que mi corazón se hinchara.
Sonreí. —Eso fue increíble. Eres increíble.
Me jaló a su pecho y me apretó tan fuerte que me dolió. Pero no me
importó, no quería que se moviera un centímetro. Él besó mi cuello y pude
sentir sus respiraciones ralentizarse en mi espalda. Nos quedamos así unos 94
minutos y luego se echó hacia atrás y me miró. —Tengo que darte de comer.
Ordenó servicio a la habitación y cuando llegamos había suficiente comida
para seis. Miré la comida y luego a él. —Umm, Kennedy, ¿estás muriéndote de
hambre o algo?
Él miró la comida confundido por un momento. —Maldita sea, mi cerebro
no estaba funcionando todavía cuando pedí. Ni siquiera recuerdo pedir algo de
eso.
Los dos nos reímos y luego comimos demasiado y Kennedy mantuvo su
palabra e hizo el amor conmigo en una segunda ronda.

Apenas llegamos a nuestro vuelo a tiempo. No me sorprendió cuando


abordamos el avión porque Kennedy había mejorado mi boleto a primera clase.
Aparte del hecho de que debía ser difícil meter su metro noventa de cuerpo en
un asiento regular, ya había aprendido que cuando Kennedy compraba las
cosas, compraba lo mejor. Cuando entramos en la cabina la asistente de vuelo
dio un respingo cuando vio a Kennedy. —Buenas tardes Sr. Jenner. Por lo
general no lo vemos en esta ruta. ¿Puedo tomar su abrigo?
Siempre un caballero cuando estábamos fuera de la habitación, se volvió
hacia mí.
—Hope, ¿puedo tomar tu abrigo? —Le entregó dos abrigos a la atractiva
mujer. Ella hizo el mejor intento de una sonrisa, pero no pareció contenta de
tener que tomar el abrigo de Kennedy. Ella se volvió hacia mí con una sonrisa
falsa azucarada—. Oh, no me di cuenta de que tenía una asistente uniéndose a
usted hoy.
Kennedy comenzó a hablar, pero yo me adelanté. —La única asistente que
tiene en este vuelo eres tú. —Le sonreí de vuelta con todo el azúcar que pude
reunir cuando tomé su mano y nos dirigimos a nuestros asientos.
Cuando finalmente me di cuenta de que Kennedy me miraba, sostuvo mis
ojos y se inclinó. —Esa actitud tuya sólo me puso duro. ¿Qué demonios estás
haciéndome?
Le sonreí y arqueé una ceja. No miré hacia otro lado mientras apuntaba a
la azafata y le hablaba—: Señorita, me puede traer vino blanco y Kennedy 95
tomará un whisky, sin hielo.
Kennedy se rió y negó.
El vuelo transcurrió sin incidentes. Kennedy y yo hablamos bajo durante
la primera hora.
Me habló de su viaje a Londres y el trato en el que estaba trabajando y yo
le dije acerca de la última conquista de Shauna. Cuando el capitán apagó las
luces de la cabina, me acurruqué contra él y puso su brazo alrededor de mí.
Apoyé la cabeza en su pecho y sus latidos me tranquilizaron mientras yacía allí
sensación cálida, feliz y contenta.
Debo haber dormido durante una hora, porque lo siguiente que supe es
que el capitán estaba pidiendo a los asistentes de vuelo que se prepararan para
el aterrizaje. —¿Cómo estuvo tu siesta, dormilona? —Me besó en la frente con
ternura.
Me enderecé en mi asiento y me puse a pensar en la visita eminente con
mi padre y mi madrastra. Estaba nerviosa sobre llevar a casa a Kennedy y
tenía miedo que Candace y sus chicas destruyeran en pedazos cualquier
confianza que hubiera desarrollado tan pronto como estuviera en su presencia.
¿Kennedy vería lo que ellas veían cuando me miraban? Kennedy veía a la
Nueva Hope y no quería decepcionarlo cuando descubriera a la verdadera
Antigua Hope.
Me moví en mi silla, incapaz de relajarme con la realización de lo que
pronto vendría. —¿Por qué estás nerviosa hermosa? —Él ya era tan bueno
leyéndome.
Por suerte una buena explicación me vino a la mente. Una que no era
totalmente mentira.
—Umm... estoy a punto de ver a mi papá por primera vez en tres meses y
no tengo ropa interior y me temo lucir como si acabara de tener tres horas de
sexo alucinante.
—Estás preciosa. Como el ángel que eres. Pero cada vez que miro esa
falda me acuerdo de ti sin bragas y me imagino esa falda ceñida en torno a tu
cintura. Tu papá tiene un arma. Creo que soy el que debe estar nervioso.

96
—Mi casa no es exactamente lujosa como en la que creciste Kennedy. —
Miré por la ventana mientras conducíamos a través de la pequeña ciudad de
Florence. Era extraño estar de vuelta en casa, a pesar de que sólo me había ido
cuatro meses. Las casas parecían tan pequeñas y deterioradas ahora, aunque
nunca lo había notado cuando vivía aquí. Nueva York estaba tan lleno de vida y
de lujo, y eso hacía que las calles desiertas bordeadas de casas pequeñas
parecieran a mundos apartes.
Las casas eran pequeñas pero pintorescas, repartidas entre los céspedes
que ahora eran marrones. Los árboles estaban ya desnudos y las flores de
verano se habían ido. Los caminos de entrada estaban pavimentados con rocas,
no con ladrillos, y estaban llenos de autos viejos. Algunas casas tenían autos
viejos entre ellas que parecían proyectos olvidados. No estaba segura de sí
Kennedy se daba cuenta o si no lo mencionaba.
—No me importa si creciste en una caja de cartón, Hope. Además, haber
crecido con dinero no es exactamente cómo lo pintan. Mi padre siempre estaba
en el trabajo y mi mamá siempre estaba fuera conviviendo con la sociedad o en
eventos de caridad jugando su papel. El tamaño de una casa en realidad no
importa cuando siempre está vacía.
Le había advertido que mi papá sería aprehensivo con él. Estar en el
servicio le había hecho desconfiar de la gente y le tomaba más tiempo que a la
mayoría ofrecerle su confianza a las intenciones de la gente. Y, siendo que él
venía a casa con su única hija, esperaba que mi papá fuera más aprensivo de lo
habitual. Sería educado, pero no tendría la misma calidez que papá reservaba
para mí.
Le dije un poco sobre Candace y sus hijas, pero no le dije de lo mucho que
realmente me odiaban. Lo dejé asumir que cualquier tensión entre nosotros era
probablemente debido a lo cercana que era a mi papá y que ella era mi
madrastra. No estaba lista para compartir toda la historia de sus años de
tortura y nunca podría estarlo.
Nos estacionamos en el camino de entrada y miré la casa. Todo parecía
igual, pero sin embargo, todo se sentía tan diferente. No vivía más allí. Era la
primera vez que sería una invitada en mi casa. Respiré profundamente y
exhalé lentamente. Papá caminó por la puerta principal y salió al gran porche
envolvente blanco. Me sonrió. —¿Vas a sentarte allí y mirar la casa o vas a
entrar nena? —Tomó un trago de su cerveza, sonrió y se dirigió hacia el auto.
A los cincuenta y cuatro, mi padre todavía podía pasar por alguien de 97
cuarenta. Con uno ochenta y delgado, con cuerpo atlético que trabajaba duro
para mantener. Llevaba sus habituales vaqueros y camiseta y sus pies estaban
desnudos. Tenía el comienzo de algo de gris en su cabello oscuro y grueso, lo
que pronto se convertirían en canas. Igual que yo, tenía los ojos verdes y tez
pálida. Se mantenía a sí mismo como si todavía estuviera en el servicio y tenía
un comportamiento natural tranquilo que funcionaba en su línea de negocios,
ya que mantenía a la gente hablando y le permitía tomar todo.
Abracé a mi padre y él me levantó y me dio la vuelta. Habíamos estado
haciendo ese baile desde que podía caminar y me había olvidado de lo bien que
se sentía. De repente me sentí como una niña de nuevo. Kennedy caminó
alrededor del auto y se presentó, y los dos estrecharon las manos. Kennedy me
sorprendió sonriendo mirándolos a los dos juntos y me dio una sonrisa
tranquila y sacudida de cabeza.
Mi momentánea felicidad llegó a un alto cuando entré por la puerta.
Candace se quedó allí mirando entre mi papá y Kennedy con una mirada
asesina en su rostro. Parecía más glamorosa de lo habitual. Alta y delgada con
grandes ojos azules, nariz recta y un montón de cabello rubio bien teñido. Sus
labios eran rosados y carnosos y sus pómulos de modelo. Tenía una reluciente
sonrisa llena, blanca que mostró dientes perfectamente rectos cuando volvió su
atención a Kennedy. —Debes ser amigo de Hope. Bienvenido a nuestra casa. —
Él aceptó su mano y yo no estuve segura de si Kennedy se había dado cuenta de
que su apretón de manos era más contacto del que yo había recibido de ella.
Papá le preguntó a Kennedy lo que bebería y me sorprendió cuando le dijo
que una cerveza. Papá me trajo un vaso de vino blanco y Candace pidió agua.
Todos nos quedamos de pie mientras papá y Kennedy hablaban sobre el vuelo y
vi como Candace miraba a Kennedy. Sus ojos lo estudiaban de arriba abajo y
estuve indignada al ver una mirada que decía que le gustaba lo que veía, y no
de la forma de una madre.
Después de un rato todos nos sentamos en la sala de estar y yo me serví
una segunda copa de vino. Kennedy parecía relajado y cómodo y se sentó a mi
lado en el sofá con su brazo casualmente alrededor de la parte de atrás de mi
asiento. Su presencia y el vino estaban ayudando a que me relajara hasta que
Candace decidió que era hora de que empezara el interrogatorio. —Entonces
Kennedy, ¿cómo se conocieron?
—Yo era un huésped en el Monet, el hotel donde trabaja Hope.
—¿Un huésped? ¿No vives en la ciudad?
98
—En realidad, vivo en Chicago.
—¿En Chicago? Bueno, eso debe ser difícil para una relación.
—No es la mejor situación, pero parece que nos la hemos arreglado bien
turnándonos para volar los fines de semana.
Sentí los ojos de papá en mi rostro. Sabía que no estaría feliz con la idea
de que viajara a Chicago todo el tiempo. —Kennedy me recoge en el aeropuerto
de Chicago y su chofer me lleva al aeropuerto de Nueva York, papá —hablé
directamente con papá, incluso aunque no había hecho una pregunta. Sabía por
su rostro que estaba preocupado. Hizo su mejor pequeña sonrisa y asintió una
vez.
—Bueno, debe ser muy caro para ustedes dos estar viajando todo el
tiempo. —Candace no iba a renunciar hasta que encontrara algo mal.
—Candace.... por favor. —Sentí el rubor extenderse por mi rostro.
—¿Qué, estoy preocupada por ti? —Sí correcto. Como si alguna vez
hubiera un día en el que tuviera preocupación por alguien más que por ella.
—Está bien Hope, entiendo por qué podría estar preocupada. La verdad es
que el dinero no es problema. Tengo un negocio exitoso y un fondo fiduciario
que apoyará a mis bisnietos algún día.
Fue el turno de Candace de volverse de color rosado. Sólo que no estaba
avergonzada porque estaba enojada. Yo sabía exactamente lo que estaba
pensando. ¿Por qué este magnífico hombre rico estaría conmigo?
Me volví a Kennedy. —No tienes que explicar nada más, estoy segura de
que mi papá ya sabe más sobre tus finanzas más que yo. —Kennedy miró a mi
papá y él lo miró a los ojos. Algo pareció pasar entre ellos, aunque no hubo
palabras dichas. Era un lenguaje masculino que a las mujeres nunca se les
enseñó. Pero me di cuenta que Kennedy estaba bien con lo que papá le había
dicho.

La mañana de Acción de Gracias fue un borrón entre la cocina y la


99
limpieza y Candace y yo nos las arreglamos para trabajar en la cocina durante
horas con sólo unos pocos comentarios sarcásticos tirados en mi
dirección. Papá y Kennedy estaban en la sala viendo el fútbol cuando Ashley y
Amanda hicieron su gran aparición. Yo estaba ocupada rellenando el pavo
cuando Candace corrió hacia la puerta para saludarlas. Pude oírla quejarse
acerca de lo hermosas que se veían y de lo emocionadas que estaban por estar
en casa durante todo el fin de semana de la escuela de posgrado.
Ashley irrumpió en la cocina unos minutos más tarde seguida por
Candace. Deben de haber entrado en la sala para saludar a mi papá y conocer a
Kennedy. —Oh. Mi. Dios. Mamá, ¿por qué no me dijiste que tendrías a un
magnífico hombre para Acción de Gracias? ¡Me veo como un lío!
—¿Estás hablando del tipo sentado con papá viendo el partido? —Esto iba
a ser divertido.
—Umm... sí, ¿No te fijaste en él?
Le sonreí con suficiencia. —Lo miro todo el tiempo Ashley, ese es mi novio.
En realidad nunca lo había llamado mi novio en voz alta, pero me gustó el
sonido de ello.
La boca de Ashley realmente se abrió. Miré a Candace que parecía como si
el vapor fuera a salir de sus orejas. —Cierra la boca Ash, es posible que atrapes
una mosca. —Sonreí y abrí la parte superior de dos cervezas para llevárselas a
mis hombres.

Creo que capté a Ashley y a Amanda babeando durante la cena, y no por


la vista del pavo de diez kilos dorado. Hubiera pensado que me molestaría que
abiertamente coquetearan con mi novio justo en frente de mí, pero no lo hizo.
Kennedy no mostró ninguna señal de interés hacia las hermosas gemelas.
En lugar de ello, cada vez que cualquier cosa remotamente me faltaba al
respeto, me daba cuenta de que hacía un pequeño gesto de afecto hacia mí. Un
roce en la espalda, una caricia con su mano, una sonrisa sólo para mí. No sé si
lo hacía a propósito o no, pero me sentía como que no estaba sola contra ellas
más. Kennedy tenía mi espalda. Por primera vez, sentí como que no estaba sola
contra ellas. Y se sentía bien.
100
Pudimos pasar la cena, pero para el postre me di cuenta de que Candace
había comenzado a articular mal las palabras. No había contado, pero estaba
bastante segura de que había bebido tres copas de vino durante la cena
solamente. La expresión de su rostro me decía que el alcohol estaba
alimentando un fuego nuevo a punto de rugir. —Entonces, Kennedy, ¿Quieres
hijos?
Casi me atraganté con el vino que estaba bebiendo. —Candace, pensé que
habíamos terminado con el interrogatorio a Kennedy.
—Está bien Hope. Sí, me gustaría tener hijos algún día. —No mostró
miedo al responderle.
—¿No será difícil con todos los viajes que haces?
Él pensó por un momento. —Pasé los últimos diez años haciendo crecer mi
compañía. Para ser honesto, nunca hubo nada lo suficientemente importante
para mantenerme en casa. Así que cuando requería viajar, lo hice. Pero
construí un gran equipo ahora. Tengo gente en la que puedo confiar para que se
haga cargo de algunos de mis viajes cuando no requieran mi atención personal.
Ya comencé a pasar cosas para poder estar en casa con Hope.
Vi otro intercambio tácito entre papá y Kennedy. Sus ojos se encontraron
y vi a papá darle a Kennedy una pequeña inclinación de cabeza.
Su respuesta fue la que toda madre querría oír. Saber que su hija era una
prioridad sobre el trabajo. Pero Candace no estaba buscando la comodidad de
una madre. —¿En casa? Qué casa sería esa, ¿en Nueva York o en Chicago?
—En este momento la casa para mí es Hope siempre. Ya veremos el resto
más tarde. —Me miró y sonrió. Dio una leve sonrisa de vuelta y levantó una
ceja en silencio preguntando si sus respuestas eran buenas. Me puse de pie
para empezar a limpiar la mesa y me incliné en su oído y le susurré en voz
baja:
—Perfectas.
Si no estuviera enamorada de él antes, la forma en que manejó a Candace
habría hecho que lo estuviera. Como siempre, él se mostraba confiado y en
control. Su actitud era fuerte y poderosa, sin embargo, era respetuoso y digno.
Podía entender por qué tenía tanto éxito en los negocios. Era intimidante y
bien hablado y su presencia controlaba una habitación.

101
Nuestro vuelo no salía hasta la noche del sábado, y le había dicho a
Kennedy que quería ir al cementerio a visitar a mi mamá. Nunca había ido al
cementerio con nadie, excepto el día del funeral. Yo iba todo el tiempo; siempre
queriendo ir sola.
Shauna y papá dos docenas de veces se habían ofrecido a ir conmigo, pero
siempre declinaba y ellos no me presionaban. Pero Kennedy no se ofreció a ir
conmigo, sólo fue.
Papá había elegido a propósito un cementerio al que podíamos ir
caminando, ya que era tan joven cuando ella murió. Era un paseo largo, pero
había crecido para disfrutar de él y nunca llevaba auto incluso después de que
aprendí a conducir. Kennedy estaba vestido y listo cuando bajé de la ducha. —
Espero que no te importe, pero me gustaría caminar hasta el cementerio. No es
un mal paseo y me resulta calmante en el camino a casa.
—No, en absoluto, prepárate y te encontraré en la planta baja dentro de
un rato.
Me besó en la frente y me apretó los hombros antes de alejarse.
Sólo le tomó a Kennedy quince minutos estar listo y se veía como salido de
la portada de una revista, pero a mí, me llevó al menos una hora. Me acomodé
el cabello y me puse maquillaje ligero. Elegí una falda de color arena que fluía
larga con botas de cuero marrón altas. Una camiseta crema con peludos flecos
en el largo suéter y pendientes de aro completaban mi apariencia gitana del
día.
Bajé las escaleras y encontré a Kennedy sentado en el porche con papá.
Tenía un hermoso ramo de flores silvestres que estaban atadas simplemente
con un cordón natural. Sabía que tenían que venir de Flores Gerlick sólo con
mirarlas. Gerlick era más que una artista de una floristería, y a menudo iba
allí para conseguir flores para llevarle a mamá. Si hubiera estado en la tienda,
esas son las flores exactamente habrían sido las que habría elegido.
Papá se puso de pie y me dio un fuerte abrazo. Luego le dio un rápido
asentimiento a Kennedy y puso su mano sobre el hombro de Kennedy antes de
alejarse. Otro intercambio tácito.

102

Caminamos hasta el cementerio de la mano y Kennedy llevó las flores.


Hablamos y reímos y platicamos los últimos días en Florence. —Creo que mis
hermanastras tienen algo enorme contigo.
Él se echó a reír.
—¿Las mujeres siempre se arrojan sobre ti?
—¿Quieres una respuesta sincera?
—No estoy segura, ¿no? —Me estremecí ante el pensamiento.
—Fue genial cuando era joven y estúpido. Pero te haces viejo bastante
rápido.
—Aww.... pobre pequeño niño rico bonito... suena duro. —Hice lo que pude
para poner una falsa cara triste fingiendo entender el momento difícil que
debió haber tenido.
—Sigue así y te pondré sobre mis rodillas con esa actitud. Y voy a
disfrutar cada puto minuto de ello.
—No te atreverías.
Él arqueó una ceja y sonrió. —Pruébame. He pasado tres días junto a ti y
he mantenido las manos para mí mismo por respeto a tu padre. Así que ya
estarás en problemas cuando por fin estemos solos. Me encantaría pegarte ese
trasero en forma de corazón tuyo hasta que se vuelva de color rojo brillante.
Me sonrojé. Jesús. ¡El hombre podía hacer que mi ropa interior se mojara
de camino a un cementerio! ¡Qué diablos es lo que me pasa!
Me mordí el labio inferior para tratar de sacar el pensamiento de él
golpeando mi trasero de mi cabeza. No funcionó.
Kennedy me dio una sonrisa taimada y negó. —No puedo esperar a estar
contigo a solas.

Visitamos la tumba de mi madre por un tiempo. Papá había colocado un


banco delante de su lápida hace años, de modo que pudiera sentarme y hablar
con ella. Era extraño compartir el banco con alguien. Durante años, me sentaba 103
y hablaba con mamá, diciéndole acerca de lo que estaba pasando en mi vida. A
veces, cuando las cosas se ponían mal con Candace, me ponía a llorar y le decía
cuánto la necesitaba y la echaba de menos.
—Cuando murió, me gustaba venir aquí y llorar todo el tiempo. No sabía
realmente qué hacer cuando la visitaba. Luego, a medida que fui creciendo, me
gustaba venir aquí y decirle sobre mi día o de lo que estaba pasando en mi vida.
A veces me ponía a llorar y le decía que no era justo que no la tuviera nunca
más. Entonces, un día, vino de visita y hubo un funeral al lado de su tumba. Vi
de lejos, mientras bajaban el pequeño ataúd al suelo. Era un niño. Regresé
unas pocas semanas después y vi la lápida. —Hice un gesto a la lápida a mi
izquierda—. Lilly sólo tenía doce cuando murió y vi a su madre enterrarla.
Después de eso, vine y le dije a mamá sobre mi día, pero no me quejé ni lloré
más. Al menos llegó a vivir treintaicinco años y a tener una hija. La pobre Lilly
me hizo darme cuenta que necesitaba apreciar el tiempo que tuve con ella y
dejar de vivir en el pasado en honor de la muerte de mamá.
Kennedy no dijo nada. Puso sus brazos alrededor de mí y me abrazó duro
y besó la parte superior de mi cabeza. Cuando me levanté y tomé su mano para
irme, vi como abrió el lazo de las flores y las puso en medio en la lápida de mi
madre y la otra mitad en la de Lilly. No sabía que yo había hecho lo mismo cien
veces antes.

Nos despedimos y prometí llamar el siguiente fin de semana. Papá me


recordó que iría a Connecticut para una conferencia en un par de semanas y me
dijo que le encantaría ver mi apartamento. Me apretó en un abrazo de oso y me
hizo girar. Sonreí y fingí pensar que era demasiado viejo para hacer eso todavía
lo, pero en realidad me encantaba y él lo sabía. Kennedy y papá se dieron la
mano. —Cuida bien de mi niña.
Kennedy asintió. —Lo haré.
—Candy me dijo que te dijera que sentía haberse quedado atrapada en el
tráfico y no llegar para decirles adiós en persona. —Sabía que Candace se
había ido a propósito a las tiendas hace unas horas y que no volvería a tiempo
para decir adiós. Pero me alegraba de que al menos tuviera una excusa para
que papá no se sintiera mal.
104
Kennedy estuvo callado en el viaje de regreso a Chicago. Yo tenía un vuelo
de conexión a Nueva York una hora más tarde y estaba esperando en secreto
que insistiera en que podría cambiar mi vuelo al domingo, así podríamos pasar
la noche juntos y solos. No lo hizo. Nos sentamos juntos mientras esperaba a
que mi vuelo fuera voceado para embarcar, y él besó y me aferré a él antes de
abordar. Estaba un poco decepcionada, pero pensé que probablemente tenía un
montón de trabajo por hacer y traté de no dejar que mi mente vagara.

Kennedy se despertó con un sudor frío, con el pecho agitado por la 105
respiración robada por el terror. No había tenido el sueño en cuatro años. ¿Por
qué estaban empezando de nuevo? Tomó años de terapia para que dejara de
repetir el día en que Kelly desapareció de sus sueños. No podía pasar por todo
de nuevo. Ahora no. No cuando había encontrado a Hope. ¿Diez años de vivir la
misma pesadilla una y otra vez no había sido suficiente tortura por sus
pecados? Nunca recordaba el comienzo de la pesadilla, pero siempre despertaba
en la misma parte.
Kelly Preston había sido su primer amor. Tenían catorce años cuando se
conocieron. Ella estaba en su clase de inglés y él la miró fijamente durante un
mes antes de invitarla a salir. Tenía cabello rubio largo y hacía dibujos de
ángeles que se daban la vuelta sobre el arco iris durante la clase en lugar de
tomar notas. Su arte era increíble y él no podía concentrarse cuando ella tenía
una foto en su cabeza hasta que la dejaba en el papel.
Le pidió que bailaran en la fiesta de noveno grado en octubre y fueron
inseparables los siguientes trece meses. Todos los días después de clases
caminaban de la mano hacia el parque.
La empujaba en el columpio y ella saltaba y volaba por el aire cuando
llegaba suficientemente alto como para lanzarse. Pasaban horas todos los días
sentados en la hierba bajo el gran roble y haciendo su tarea hasta que se ponía
el sol.
El verano de noveno grado lo dejó llegar a la tercera base. Al principio del
décimo grado, Kennedy era ya de casi uno noventa metros de altura y capitán
del equipo de fútbol. Las chicas estaban empezando a notarlo. A Kelly no le
gustaba toda la atención que estaba teniendo y lo culpó por fomentar la
atención.
Una tarde, Kennedy estaba hablando con Amber Maloney en la cancha
después de la práctica de fútbol. Estaba vestido con su uniforme de fútbol y
Amber estaba vestida con su uniforme de porrista. Sabía que a Amber le
gustaba y ella era una jugadora. Se quedaron en el campo y coquetearon
durante diez minutos después de que todos los demás jugadores se dirigieron a
los vestuarios.
No sabía que Kelly había ido a su encuentro después de la práctica y que
estuvo mirándolos sola desde las gradas del campo.
Kelly corrió llorando a casa sin decirle que había estado allí. Pero uno de
los compañeros de Kennedy la vio correr desde el campo y le dijo que ella se
106
había ido llorando. Él fue directamente a su casa después de la escuela, pero la
madre de Kelly le había dicho que tenía que dejarla sola, darle un poco de
espacio. Estaba molesta con él y pasaría la noche en casa de su mejor amiga
Julia de camino a su casa.
Kennedy no fue tras Kelly. Escuchó a su madre y le dio un poco de espacio
porque se sentía culpable por haberla disgustado de nuevo. Pensó que hablaría
con ella al día siguiente, después de que lo sacara de su sistema quejándose de
él con Julia. Pero Kelly nunca llegó a la casa de Julia. Nadie supo que estaba
perdida hasta la mañana siguiente cuando Kennedy fue a casa de Julia a
disculparse. Julia ni siquiera sabía que Kelly estaba pensando ir hasta que
Kennedy se lo dijo al día siguiente.
Al principio, todo el pueblo la buscó día y noche. Los testigos habían visto
a una chica con su descripción entrar en un auto con un hombre blanco mayor.
Alguien incluso había recordado el tipo de auto y algunas de las letras de la
placa. Una semana más tarde el auto fue encontrado, pero no había nadie en él.
Habían encontrado el ADN de Julia en el auto, y señales de pelea. Pero después
del auto, el rastro se enfrió.
La policía pasó seis meses trabajando día y noche en el caso.
La familia de Kennedy contrató investigadores privados y trajo a los
mejores rastreadores del país. Publicaron una gran recompensa por
información que condujera a Kelly. La recompensa descubrió todo tipo de
nuevas pistas, y todas fueron seguidas. Ninguna llevó a Kelly.
En el quinto aniversario de su desaparición, su familia celebró un servicio
conmemorativo y la policía trasladó su caso de activo a archivado. Kennedy
mantuvo a un investigador privado de tiempo completo sobre el caso durante
cinco años después de eso.
Su sueño siempre terminaba de la misma manera.
Kelly estaba gritando y golpeando el cristal en la parte trasera de un auto,
mientras se alejaba a toda velocidad. Kennedy estaba de pie con Amber
viéndola alejarse.

A la mañana siguiente, Kennedy llamó al Dr. Andrews. No había hablado 107


con su psiquiatra en más de cuatro años, pero él contestó su llamada en el
número de emergencia al segundo timbre en una mañana de domingo. —Dr.
Andrews, soy Kennedy Jenner. Necesito verlo.
El Dr. Andrews estaba fuera de la ciudad pero hablaron por teléfono
durante casi una hora y media y Kennedy le habló de Hope y de su pesadilla.
Luego hicieron una cita para la mañana del martes.

Shauna y yo nos reunimos en el salón para una tarde de manicure-


pedicure antes de dirigirnos a nuestro restaurante griego favorito. No podía
esperar a contarle sobre Acción de Gracias de regreso en Florence. —Pero tengo
miedo Shauna, estoy locamente enamorada de él, y a veces me siento como si se
sintiera de la misma manera... Luego otras veces me siento como si
estuviéramos al otro lado del Gran Cañón, a pesar de que está sentado a mi
lado.
—Tal vez él está asustado también. — Shauna cerró los ojos y se acomodó
en la silla de masaje mientras la pedicurista pintaba sus pies rojo sangre.
—¿Conoces al hombre? No tiene miedo de nada.
—Todo el mundo tiene miedo de algo Hope. ¿Por qué crees que es un
hombre de negocios tan exitoso? Porque no muestra miedo. Pero no mostrar
miedo y no tener miedo son dos cosas diferentes. Puedes darle kriptonita al
hombre. Veo la forma en que te mira. Ese hombre te ama y eres probablemente
la única que no estás segura de ello.
Suspiré. —Espero que tengas razón, porque si me termina, serás la que
coma helado de la caja y verás películas deprimentes conmigo por tres meses.

El domingo por la noche Kennedy llamó. Hablamos un poco pero él estaba


callado de nuevo. Demasiado callado. Después de colgar me sentí desesperada y
comencé a analizar el fin de semana que había pensado salió bien una y otra
vez en mi cabeza. ¿Pensaba que era débil por aguantar el comportamiento de
Candace? ¿Fui ilusoria al pensar que se estaba enamorando de mí también?
¿Cómo podía sentir que me amaba en un minuto y que me iba a dejar al 108
siguiente? Tal vez se sentía mal por romper conmigo tan rápido después de que
lo llevé a conocer a mi familia y sólo estaba atravesando los movimientos ahora
poniendo un poco de tiempo entre nuestro viaje y terminar las cosas.
¡Uf! ¿Qué estoy haciendo? Tuve que obligarme a dejar de pensar en eso.
Apagué las luces para tratar de encontrar el sueño. Me quedé allí durante casi
dos horas más en la oscuridad y finalmente me dormí agotada de luchar contra
mis propios pensamientos.

Al mediodía del lunes mis nervios estaban recibiendo lo mejor de mí. No


había dormido bien y el exceso de cafeína me tenía en el borde. Me alegré de
tener todas las citas para la tarde para mantenerme ocupada; lo que hizo que la
tarde pasara con bastante rapidez, aunque mantuve el celular cerca de mí
durante toda la tarde esperando saber de Kennedy por alguna razón en
particular. Él no llamó hasta bien entrada la noche y nuestra conversación fue
benigna y breve. Traté de despedir la sensación de vacío que tenía
convenciéndome a mí misma de que él estaba ocupado con el trabajo después de
estar ausente por tantos días conmigo. Pero nuestra conversación se sintió
torpe y me hizo sentir como si me llamara sólo para ser agradable. El tono de
su voz era casi sombrío, y estaba convencida de que nos dirigíamos por un
camino que terminaría conmigo destrozada en un millón de piezas.

109
La oficina del Dr. Andrew era simple y discreta. Las paredes de color azul
claro con dos desgastados sofás de cuero color chocolate oscuro uno frente al
otro estaban separados por una mesa de café de cristal que hacía que la
habitación pareciera más cálida y hogareña. Un gran viejo escritorio en la
esquina de la habitación estaba cubierto de papeles y archivos.
Kennedy pasó dos horas sentado frente al distinguido psicólogo de cabello
plateado. Había conocido al Dr. Andrew durante casi quince años, pero no lo
había visto en los últimos cuatro. Kennedy le dijo al Dr. Andrews sobre los días
previos a la pesadilla y sus sentimientos por Hope.
—Nuestros sueños a menudo provienen de nuestro subconsciente y
ordenan recuerdos que no te das cuenta que existen en nuestro cerebro. A
medida que avanzamos a través de nuestras actividades diarias normales, hay
110
cosas que pueden desencadenar nuestra memoria. Cuando estamos despiertos,
nuestra psique nos protege y nos mantiene enfocados en las cosas que suceden
a nuestro alrededor en el exterior. Cuando dormimos, nuestro cerebro puede
igualar los disparadores a viejos recuerdos y traer recuerdos almacenados de
nuevo al presente.
Kennedy había escuchado el discurso antes. Incluso entendía lo que
estaba pasando antes de hablar con el Dr. Andrews. No fue a verlo para
entender la psicología detrás de sus pesadillas. Necesitaba que el Dr. Andrews
le dijera que no era su culpa que Kelly desapareciera. Pero sabía por qué el Dr.
Andrews nunca le diría eso. Porque fue su culpa. Si no hubiera sido tan egoísta
y no la hubiera hecho llorar de nuevo, eso nunca habría ocurrido. Ella hizo su
carrera directo a las manos del peligro y él no la protegió. Ella confiaba en él y
él la decepcionó. Ella pensó que siempre estaría allí para protegerla, pero no
estuvo.
El Dr. Andrews sugirió que Kennedy le dijera a Hope sobre Kelly, de modo
que pudiera entender lo que estaba pasando. Kennedy dijo que lo pensaría,
pero sabía que nunca podría decírselo. Estaba avergonzado de admitir lo que
había hecho. Tenía vergüenza de decirle que era su culpa que nunca volviera a
casa. Que no la había protegido lo suficiente.
El martes por la tarde Kennedy estaba sentado en la cabecera de la gran
mesa larga de conferencias en la sala de vidrio conferencias. Su equipo
ejecutivo acababa de terminar una presentación mensual sobre el estado de sus
proyectos abiertos. Pero en realidad no había escuchado una palabra de lo que
ninguno había dicho. Ni siquiera estaba seguro de cuánto tiempo había estado
sentado allí desde que la reunión había terminado. No podía dejar de pensar en
Hope. Se estaba consumiendo por ella. Obsesionado. ¿Y si algo le pasó mientras
él estaba en Chicago y ella en Nueva York? No podría vivir consigo mismo si el
daño alguna vez se acercaba a ella. ¿Qué podía hacer? Sólo había una
respuesta. El Dr. Andrew estaba mal, no necesitaba decirle a ella sobre su
pasado. Tenía que asegurarse de que no volviera a ocurrir. Hope necesitaba
estar a salvo.
Necesitaba traerla a Chicago con él. Cuanto antes, mejor.
111
Estaba nerviosa por ver a Kennedy la noche del viernes. Él no era el tipo
de hombre que tomaba el camino más fácil, así que sabía que rompería conmigo
en mi cara y no por teléfono. Temía lo que vendría casi tanto como no podía
esperar a verlo. Miré por la ventana hasta que vi a Charles salir y luego abrir
la puerta.
Kennedy salió del asiento de atrás y se puso su bolsa de lona al hombro.
Había venido directamente de la oficina y todavía tenía pantalones, camisa de
vestir y chaqueta, aunque la corbata había sido sustituida por un par de
botones abiertos de su crujiente camisa azul claro. Me lo bebí.
Mis ojos no pudieron evitar deslizarse sobre él. Era todo el hombre
poderoso de negocios. Me estremecí ante la idea de perderlo.
Él se acercó a mí, con largas zancadas rápidas dejó caer la bolsa a sus pies 112
mientras se paraba frente a mí. —Hope, ¿Todo está bien? —Asentí y lo vi
buscar en mi rostro. Su brazo alrededor de mi cintura y me atrajo hacia él con
fuerza. Su enfoque sobre mí era intenso. Un ligero ceño entre sus cejas—. Hope,
recuerda nuestro trato.
Maldito. Ni siquiera tenía que decir la palabra mentira, y ahora mi rostro
me delataría de inmediato si incluso intentaba hacerlo. Mi papá tenía el mismo
efecto en mí cuando tenía quince años y Shauna y yo llegábamos tarde a casa
con excusas listas para su interrogatorio.
—Entremos. —No podía mentir, pero al menos podría detenerlo o tratar
de cambiar el asunto.
Vi como se quitaba la chaqueta y se sentaba a la mesa. Tomó mi mano y
me llevó a su regazo. —Te he echado de menos. —Una mano bajo mi falda para
frotar la parte exterior de mi muslo mientras hablaba—. Ahora dime lo que te
molesta.
Observé su mano a través de la tela de mi falda, evitando sus ojos. —Sólo
ha sido una semana larga. —Lo cual no era mentira, los días se habían sentido
como meses mientras esperaba a que la hora de la verdad llegara.
Su otra mano me levantó la barbilla, obligándome a mirarlo. —Está bien.
Pero no pareció muy convencido. Sus dedos se deslizaron por mi rostro,
con los ojos buscando más. La forma en que se veía tan preocupado hizo que me
doliera el pecho. Sus ojos azules eran cálidos y cuidadosos.
—Olvidemos la semana entonces. —Su mano bajo mi falda comenzó a
moverse arriba y abajo de mi muslo externo ligeramente al lugar de la piel
sensible en mi parte interna del muslo. Kennedy podría hacerme olvidar la
semana. Podría hacerme olvidar todo lo que pasó antes de que entrara en mi
vida. Su pulgar rozó la sensible piel entre mis piernas y me excitó al instante.
Cerré los ojos, pero lo sentí mirándome. Mi rostro estaba tan cerca del
suyo, podía sentir su aliento cálido. Él me ajustó en su regazo para que mis
piernas se abrieran más ampliamente. Alcancé la camisa y él me agarró la
mano y tiró de ella hacia su boca, besando cada dedo tiernamente. —Sin tocar,
estoy haciéndote olvidar la semana ángel. —Dejé que mi cabeza cayera contra
su pecho y me relajé en él.
Su pulgar frotó mi clítoris en pequeños círculos suaves. Sentí la
acumulación de tensión dentro de mí y mis pezones se endurecieron contra el
encaje de mi sujetador. Mi pulso se aceleró mientras la presión de su pulgar se
hacía más fuerte y los círculos se hicieron más rápidos. Un pequeño gemido se 113
le escapó. Él tiró mis bragas a un lado y empujó un dedo en mí, acariciándome
lenta y constante hasta que me puse más húmeda. Él deslizó un segundo dedo
y me arqueé en su mano mientras él incrementaba el ritmo. Su pulgar frotó mi
clítoris mientras empujaba sus dedos dentro y fuera de mí hasta que estuve
cerca. Él lanzó un tercer dedo dentro de mí y yo estaba en el borde. Su voz era
profunda y rasposa—: Vente para mí ángel. —Y fue todo lo que necesité para ir
por encima del muro. Me vine con un gemido—. Mírame nena. Quiero ver que
te corres. —Abrí mis ojos y se encontraron con los suyos. Fui incapaz de
apartar la mirada y vi como las lágrimas corrían por mi rostro—. Mierda Hope.
Todavía estaba sin aliento mientras él me atraía hacia él y me abrazó con
fuerza. Yo sollocé en su camisa y él no me soltó hasta que terminó todo. Me
aparté de su abrazo y lo miré. No pensé en lo que iba a decir, sólo lo dejé salir.
—Estoy enamorada de ti Kennedy. Si viniste aquí para romper conmigo,
por favor, simplemente hazlo y acaba de una vez.
Él me miró por un momento. Me levantó y me llevó a la cama sin decir
una palabra. Entonces me hizo el amor hasta que nos quedamos dormidos
agotados enredados uno en el otro.
Mis ojos se abrieron a la mañana siguiente para encontrarlo mirándome.
—Estás mirándome.
Él pasó el dorso de sus dedos sobre mis mejillas y me besó en los labios
suavemente. —Múdate conmigo. Ven a Chicago y múdate conmigo. —Sus ojos
no se apartaron de los míos.
—¿Qué? —No era exactamente lo que esperaba.
—No puedo soportar estar tan lejos. Necesito que estés cerca de mí. —Su
rostro estaba serio.
—Pero, me acabo de mudar a Nueva York y tengo mi trabajo aquí y un
contrato de arrendamiento de mi apartamento.
—Soy dueño de un hotel en Chicago. Puedes ser planificadora de eventos
allí si quieres trabajar. Y mis abogados te zafarán del contrato de
arrendamiento aquí, o lo compraré si no pueden hacerlo.
114
Me apoyé en los codos. —¿Eres dueño de un hotel en Chicago?
—Y de uno en Atlanta y de otro en Los Ángeles.
Estaba emocionada de escuchar a Kennedy decirme que quería que me
mudara con él, pero algo faltaba. Le dije que estaba enamorada de él ayer por
la noche, pero él no me lo dijo también. ¿Se sentía mal que no pudiera hacerlo y
que esta fuera su respuesta?
—¿Por qué quieres que me mude a Chicago? —Realmente necesitaba
saberlo.
—Ya te lo dije Hope, no puedo soportar estar tan lejos de ti.
La cabeza me daba vueltas; por supuesto que quería mudarme a Chicago
para estar con Kennedy. Me mudaría a cualquier lugar al que quisiera que
fuera, pero necesitaba saber que quería que me mudara por más razones que
simplemente no quererme lejos.
—Tengo que pensar en ello Kennedy. Es un cambio tan grande y sólo
quiero asegurarme de que es adecuado para mí.
—Me amas ¿verdad? —Él me acarició la mejilla.
—Te dije que lo hacía ayer por la noche.
—Entonces, ¿qué más hay que pensar? —Sus dedos acariciaron mi mejilla
deteniéndose en su lugar. Miró en silencio hacia mí, a la espera de una
respuesta.
Levanté la vista hacia él. —Mucho Kennedy. Ayer pensé que habías
venido aquí a romper conmigo. A veces me siento como si estuviera en una
montaña rusa. Cuando estamos juntos todo se siente tan perfecto, aun cuando
estemos separados, siento como que voy a perderte.
Él besó mi cuello y me susurró al oído—: Entonces, si estamos juntos todo
el tiempo, no te sentirás de esa manera.
Aunque me encantaba su lógica, no estaba muy segura de que era la
respuesta. Le sonreí. —Dame un poco de tiempo para pensar en ello de todos
modos, ¿de acuerdo?
Su rostro hizo un mohín y me di cuenta que a menudo no se salía con la
suya. Poniendo ambas manos alrededor de su cuello y tiré de su rostro al mío.
—Tal vez deberías pasar la mañana tratando de convencerme. —Arqueé una
ceja provocativamente y jalé la sábana entre nosotros para que nuestros
cuerpos desnudos se estuvieran tocando.
115
—¿Oh sí? Sigues mirándome de esa manera y voy a convencerte tan bien
que no podrás entrar en el Monet el lunes sin darles tu notificación.

Cuando Charles llegó a buscarlo el domingo por la noche, no estaba


dispuesta a dejarlo ir. Quería decirle que me mudaría a Chicago, pero algo
estaba deteniéndome. En su lugar, nos despedimos y le dije que iría a Chicago
el fin de semana siguiente. ¿Tal vez cuando estuviera allí todo caería en su
lugar?
La noche del jueves fue una noche de “amigos y familiares” para el equipo
de Shauna y le había prometido que iría a ver el partido. A todos los jugadores
y porristas se les dio boletos y sus invitados estaban sentados en los palcos de
lujo y el equipo anfitrión haría una gran fiesta después del partido. Había ido el
año pasado y se había convertido en una fiesta salvaje al medio tiempo. Al final
del juego, después de que todos los fans se fueron, todos los jugadores y
porristas se unieron al partido y continuaron en la cancha. Shauna había hecho
planes para que me fuera con alguno de los invitados de sus amigos en el
equipo, algunos se habían reunido antes y eso me gustó.
Cuando le dije a Kennedy acerca de esa noche, me di cuenta por su voz
que no estaba encantado, pero no trató de decirme que no fuera. Pero había
aceptado que Charles me llevara casa cuando todo terminara, y prometió que lo
llamaría cuando llegara. 116
Faltaban cerca de diez minutos para el final del juego cuando decidí tratar
de encontrar un cuarto de baño fuera en la suite de lujo. Había tenido un par
de cervezas y mi vejiga no tenía paciencia para lo que estaba pasando en el
interior del cuarto de baño de lujo entre la pareja que vi entrar dentro unos
pocos minutos antes. Estaba a punto de entrar en el cuarto de baño cuando fui
abruptamente detenida en seco por un largo brazo enganchándose alrededor de
mi cintura.
—Dónde está tu novio esta noche perra. —Habló con un insulto borracho.
Sobresaltada, miré hacia arriba para encontrar al tipo al que Kennedy
había amenazado después de que agarró mi brazo fuera de Salt. Estaba
borracho y enojado.
—Suéltame. —Se rió de mi solicitud y me apretó con más fuerza.
Entonces, de repente, estuve libre y el chico estaba volando por el aire. Un
muy grande tipo calvo de aspecto temible, que parecía que era luchador
profesional o simplemente se había escapado de la cárcel, tenía al borracho por
la garganta contra la pared. Mi salvador se veía vagamente familiar, pero no
podía identificar por qué. —Lamento lo que pasó señorita. —No tuve tiempo de
darle las gracias, mientras veía como el gran chico torcía el brazo del borracho
en su espalda y lo escoltaba por el pasillo.
El resto de la noche transcurrió sin incidentes y me las arreglé para
relajarme un poco para cuando llegara el momento en que Shauna fuera a la
fiesta después del juego en la cancha. Bailamos y bebimos y casi se me olvidó
que era un día de semana cuando miré mi reloj y vi que era después de las dos
de la mañana. Llamé a Charles y él estaba afuera esperando cuando
tropezamos en el auto riendo. Él llevó a Shauna casa y luego estaba de vuelta
en mi apartamento.
Mi teléfono sonó mientras estaba desvistiéndome y casi me caí tratando
de subirme los pantalones mientras corría al teléfono. —Hola.
—Se suponía que me llamaría cuando llegaras. —Me di cuenta de que
estaba molesto.
—Acabo de llegar e iba a llamarte después de que me cambiara. — Hice
mi mejor esfuerzo para ocultar mis palabras arrastrándose.
—Háblame de tu noche.
El alcohol afloja mi filtro verbal y me encontré balbuceando, diciéndole 117
más de lo necesario. Le hablé de la pelea que se desató en la cabina de lujo
cuando dos mujeres se dieron cuenta de que ambas fueron invitadas por el
mismo jugador con quien se estaban acostando. Le describí cómo dos de los
jugadores hicieron piruetas en el aire, mientras bailaban y admití que algún
idiota me molestó y un desconocido entró y se hizo cargo de él. No me había
dado cuenta de que yo estaba haciendo toda la plática y él no estaba tan
divertido por mis historias como yo.
—Debería haberle enseñado a ese tarado una lección la primera vez.
Empecé a decir que no era un gran problema cuando me di cuenta de que
no le había dicho que el tipo que me molestó era el mismo hombre del
restaurante hace unos meses.
—¿Cómo sabías quién me molestó? —De repente estaba alerta y sobria.
Silencio por un momento. —Necesito asegurarme de que estés segura
Hope. —No hubo ninguna disculpa en su voz.
¡Mierda! ¿Tenía a gente siguiéndome? —¿Qué significa eso?
—Significa exactamente lo que dije.
—¿Tienes gente siguiéndome? —Mi voz de repente era fuerte y estaba
enojada como el infierno—. ¿No confías en mí?
—No es que no me fíe de ti Hope. —Su tono era severo. Me sentí como una
niña que está siendo regañada. ¿Cómo se atrevía?
—¿Es por eso que quieres que me mude a Chicago? ¿Para así poder
mantener un mejor ojo en mí?
—Por qué no hablamos de eso mañana cuando llegues a Chicago, cuando
estés sobria y tranquila. —Su voz era condescendiente.
—¡Porque no estaré en Chicago mañana! —Estaba tan enojada que estaba
jadeando. Había luchado con todas mis propias inseguridades y celos por este
hombre y ¿cómo había pagado mis esfuerzos?
—No hagas esto Hope. —Sonaba como si yo fuera la que estuviera loca.
Mi voz se quebró y agrietó. —No tienes idea de lo difícil que es para mí
confiar en la gente, y te di mi confianza. Pensé que tenía la tuya a cambio. Sin
confianza, no tenemos nada. —Jalé aire y respiré hondo—. Necesito un poco de
tiempo para pensar Kennedy.
118
Esperé una respuesta del otro lado del teléfono, pero no salió nada.
—Buenas noches Kennedy.
—No era mi intención lastimarte Hope.
Colgué el teléfono y sollocé incontrolablemente. No entendía lo que había
hecho para hacerle cuestionar mi confianza. Olvidando que eran las dos de la
mañana, tomé el teléfono y llamé a Shauna. Ella escuchó mi voz y estuvo en mi
apartamento en menos de media hora.

Shauna entró y echó un vistazo a mi rostro lleno de lágrimas y al instante


se encendió. —¿Qué te hizo?
Yo estaba divagando sin control. —Oh Susana, ¡le dije que lo amaba! —
Mis manos temblaban.
—Oh cariño, ¿te dijo que no te ama?
—No, no dijo eso. Me pidió que me mudara a Chicago.
—¿Qué? ¿Cuándo? No entiendo. Entonces, ¿por qué lloras? ¿No es bueno
que quiera que te mudes a Chicago?
—No, quiere que me mude, porque no confía en mí. ¡Hizo que me
siguieran!
—¿Él dijo eso? —La furia enlazó sus palabras.
—¿Recuerdas al tipo que me molestó fuera del restaurante unos meses
atrás al que Kennedy amenazó? Bueno, me atrapó esta noche y algún chico
intervino.
—¿Por qué no me dijiste que alguien te molestó esta noche?
—No sé, no creí que fuera gran cosa. El tipo estaba borracho y me agarró y
un tipo que no conocía se encargó de él. Todo sucedió muy rápidamente. Pero el
chico que no sabía que no era un desconocido entró. Trabaja para Kennedy y
estuvo siguiéndome porque Kennedy no confía en mí.
—¿Cómo sabes que Kennedy no confía en ti?
—¿Por qué si no iba a tener gente siguiéndome? ¿Y de qué lado estás?
¿Estás dando la cara por él?
119
—Siempre estaré de tu lado Hope, ya lo sabes. Pero tal vez hay más de él
de lo que piensas.
—Todo tiene sentido ahora. Todo parece perfecto cuando estamos juntos,
pero luego, cuando estamos separados las cosas cambian. Me pide que me mude
a Chicago, pero no me ama. El rompecabezas no tenía sentido hasta ahora. No
confía en mí, es por eso que es tan diferente cuando estamos separados. —Mi
voz se quebró.
—Oh Hope. —Me dio un abrazo apretado hasta que me calmé—. Si eso es
cierto, entonces es un maldito idiota y no te merece.

Me veía como la muerte a la mañana siguiente, cuando llegué al trabajo


apenas a tiempo. Habría sido fácil fingir que estaba enferma y tomarme la
tarde libre. Papá estaría en Connecticut el fin de semana, y había decidido salir
de la ciudad y pasar algún tiempo con él. Un comienzo temprano para un fin de
semana con papá era justo lo que necesitaba. Estuvo encantado de oír que
pasaría el fin de semana con él, pero podía oír la preocupación en su voz cuando
le dije que tenía que salir de la ciudad para pensar.
La foto de Kennedy apareció en mi celular cuando sonó. Envié la llamada
directamente al correo de voz. No llamó de nuevo por el resto del día y no
escuché su correo de voz.
Papá y yo cenamos en el restaurante del hotel y luego fuimos a dar un
paseo. Él no mencionó a Kennedy durante la cena y yo tampoco Nos limitamos
a los temas seguros y le conté todo acerca de mi trabajo y él me actualizó sobre
algunos de sus amigos del servicio.
Caminamos las primeras cuadras en silencio. —Entonces, ¿qué está
pasando chica?
Ni siquiera pretendí no saber de lo que estaba hablando. Le acababa de
decir a papá lo que había pasado con Kennedy y él había escuchado. —Estar
enamorada no siempre es fácil princesa.
—Sé eso papá, es sólo que, ya sabes, si no confía en mí ahora, ¿a dónde
iremos desde aquí? —Estaba eligiendo mis palabras con cuidado, porque no
quería herir sus sentimientos. 120
Él respiró hondo. —Es difícil tener una relación sin confianza, pero a
veces cuando amas a alguien lo suficiente, puedes solucionarlo. Le puedes dar
tiempo para tener confianza y desarrollarse. No estoy diciendo que sea fácil,
pero hay cosas más duras qué superar.
Pensé en sus palabras, pero no las entendí. —¿Qué es más difícil de
superar que una relación sin confianza papá?
Él se detuvo y me miró. —La pérdida de la persona y todo junto, niña.
Estaba tan profundamente entristecida por sus palabras. —Lo siento,
papá, sé que amabas mucho a mamá.
—Lo sigo haciendo cariño. Y no sé lo que tú y Kennedy tienen juntos, pero
mi conjetura es que el hombre no quiere lastimarte o no confía en ti. A veces las
personas actúan por su pasado y no tiene nada que ver con la persona que
están en su presente. Tal vez deberías averiguar lo que hace al hombre que es
hoy.
Al crecer, mi padre no me dio conferencias ni presionó sus creencias sobre
mí. Sin embargo, siempre supe que estaba allí para mí con consejos si lo
necesitaba. Su consejo nunca era la respuesta a mi problema. En su lugar, de
alguna manera siempre se las arreglaba para guiarme a la ruta de acceso para
encontrar la respuesta que estaba buscando yo misma.
Lo miré mientras caminábamos de la mano. Contuve las lágrimas por su
bien, pero no pude conseguir que mi voz más fuera más fuerte que un susurro
—Gracias papá.
Una sonrisa vacilante en su rostro. —Espero que funcione de la manera
que tu corazón quiere princesa.

A la mañana siguiente, cuando mi teléfono sonó durante el desayuno con


papá, él me vio mirar la foto de Kennedy en la pantalla y luego tragar y
contestar. —Hola.
—¿Dónde estás? ¿Estás bien? —No había enojo en su voz, era algo más.
—Sí, estoy bien. Estoy desayunando con mi padre en Connecticut. Decidí
salir de la ciudad y venir a pasar el fin de semana con él. Conduciré de vuelta 121
por la mañana.
—Tenemos que hablar.
Dejé escapar un profundo suspiro. —Lo sé. ¿Por qué no te llamo cuando
llegue a casa mañana por la noche, cuando esté de vuelta en la ciudad?
—Estaré esperando.
Después puse lejos mi celular, miré a papá. Él me dio una sonrisa
pensativa y un rápido guiño de aprobación. No estaba segura de si estaba de
acuerdo con Kennedy, pero estaba contenta de que iba a averiguar lo que era
correcto para mí.

Papá insistió en que me hiciera un tratamiento de spa mientras se


encontraba en su conferencia de la tarde. No me había dado cuenta de lo tensa
que estaba hasta que mi cuerpo empezó a relajarse a mitad de camino a través
del masaje de alivio de tensión de una hora. Mis ojos se cerraron y mis
músculos se relajaron, me acosté en el cuarto oscuro en silencio pensando
después de que el tratamiento terminó. ¿Cómo había llegado aquí? Estoy total y
absolutamente enamorada de un hombre y ni siquiera estoy segura de lo que
siente por mí. Me sentía asustada y vulnerable. Me podría arrasar con sólo
unas pocas palabras. Estaba segura que Kennedy no tenía ni idea de cómo me
sentía. Asustado y vulnerables no estaba en él.
A diferencia de mí, él era fuerte y en control.

Se sentía extraño desempacar la ropa de mi bolsa de viaje y no haber


pasado el fin de semana con Kennedy. Pasábamos cada momento libre que
podíamos encontrar el uno con el otro desde que nos conocimos. Abrí mi cajón
de la cómoda para guardar la camiseta que había empacado pero que no había
usado, y la pintura del helado que Kennedy me había comprado después de
nuestra primera cita y con la que se quedó mirándome. Mi cuerpo reaccionó con
el recuerdo de nuestra primera cita. La forma en que se me erizó el cabello de
la nuca, estar al borde con sólo el roce de su mano contra mi piel. Recordé la 122
forma en que me miró, como si fuera la única mujer en la habitación. Como si
nadie más que yo existiera para él y estuviéramos en un universo secreto. Lo
extrañaba ya y no podía permitirme pensar que lo había visto por última vez.
Fue un poco después de las seis cuando finalmente me las arreglé para
tener el valor para llamarlo. No estaba segura de lo que quería oír. Él contestó
el teléfono en el segundo llamado y mi corazón dio un vuelco al escuchar su voz.
—¿Estás de vuelta en casa sana y salva?
—Sí. ¿Cómo estuvo tu fin de semana?
—Tú no estuviste aquí, ¿cómo crees que estuvo? —Él no habló con
sarcasmo en su voz, pero sus palabras fueron decisivas y puntuales.
—Estoy tan confundida acerca de lo que está pasando con nosotros
Kennedy. —Mis ojos se cerraron y suspiré odiando lo débil que soné.
—No quise molestarte con ponerte un guardaespaldas. No se supone que
interferiría en tu vida; no deberías haber siquiera sabido que estaba cerca.
Sólo quería que estuvieras a salvo hermosa.
Estaba irritada por su falta de disculpa. ¿Pensaba que el problema era el
matón interfiriendo en mi vida o que había contratado el matón en absoluto? —
Debería haber sabido que estaría cerca. Si querías hacerme un seguimiento,
debería haber estado involucrada en la decisión.
—No era un seguimiento. Estaba allí por tu seguridad personal —su
respuesta fue lacónica.
—¿Y por qué habría de necesitar un guardaespaldas en absoluto?— Podría
darle la actitud correcta hacia él.
—Te lo dije, fue por tu seguridad. —Él se estaba enojando, pero yo estaba
más enojada.
—Bueno, si no me estabas siguiendo, y sólo estaba allí para mi seguridad
personal, ¿por qué no me dijiste que lo habías contratado?
—Debido a que habríamos tenido esta pelea, más temprano que tarde. —
Estaba probablemente en lo cierto, pero la respuesta sólo me molestó aún más.
—¿Por qué quieres que me mude a Chicago Kennedy? —Silencio por un
momento y luego—: Porque quiero despertar con tu hermoso rostro todos los
días. Quiero que tu sonrisa sea lo primero que vea cada mañana cuando me
despierte y lo último que vea todas las noches antes de dormirme. Debido a que
mi apartamento parece vacío sin ti, y me duele físicamente pasar por días 123
enteros sin tocarte. Porque no he podido enfocarme en nada desde el día en que
te conocí, y no creo que podría vivir conmigo mismo si algo te pasara mientras
estás en Nueva York y yo aquí.
Me quedé sin palabras. No sé lo que esperaba, pero no era eso.
—Guau. No sé qué decir.
—Di que me perdonas y que te mudarás a Chicago Hope.
Mi corazón me decía que gritara que sí, pero mi cerebro no había llegado
allí todavía.
—¿Qué tal si te digo que te perdono, pero que necesito más tiempo para
pensar en mudarme a Chicago?
Él dejó escapar un profundo suspiro. —Está bien, pero tendré que pasar
todo el fin de semana demostrándote los beneficios de vivir aquí. —Su voz era
sexy y sensual.
—Suena como que acabo de hacerte una oferta muy buena, con un experto
negociador, Sr. Jenner. —Coqueteé mi respuesta.
Él se rió y yo cerré los ojos y lo imaginé sonriendo con su plena sonrisa de
hoyuelos que hizo que mis rodillas se debilitaran.
—En realidad, yo soy el que consiguió un buen negocio señorita York. No
puedo pensar en nada más que preferiría hacer con mi tiempo.

El lunes y el martes pasaron rápido. El director del hotel, George, se fue


de vacaciones, así que estuve ayudando a la asistente del gerente quien
normalmente trabajaba por las noches en algunos proyectos abiertos. Me alegré
de que estuviéramos muy ocupadas, ya que me impedía contar los minutos
hasta la noche del viernes cuando bajara del avión y llegara a ver a Kennedy.
Shauna estaba entusiasmada con Kennedy y yo tratando de resolverlo, y
había decidido que requeriría nueva lencería para el próximo fin de semana.
Me llevó al Scarlet en el centro del Palace en Greenwich Village después
del trabajo, y pasamos casi dos horas riendo y probándonos cosas. Desde el
exterior de la tienda, parecía que vendían lencería romántica, pero el interior
era todo menos romántico. Estaba abarrotada de mercancía de suelo a techo, y
124
fue asombroso ver tanta parafernalia de sexo en un solo lugar.
Tenía que haber cientos de diferentes opciones solamente de vibrador, y
luego había todo un lado de la tienda dedicada sólo a fetiches. Había trajes de
goma, látigos, cadenas, trajes de juegos de rol, muñecas inflables, filas y filas
de juguetes sexuales que iban desde abrazaderas de pezón a apretadores de
pene. Toda la tienda era demasiado para asimilar a la vez.
La mujer que trabajaba allí parecía la versión de treinta años de la chica
de al lado y estaba vestida con un uniforme de escuela católica lo
suficientemente corto como para que sus nalgas en realidad se mostraran sin
agacharse.
Me puse un corpiño de encaje blanco con cordones de cinta verde
esmeralda por la parte superior y diminutas bragas de encaje blanco con una
ranura oculta en la entrepierna para facilitar el acceso y una cinta en la parte
posterior. La ropa interior se mostraba con un sexy liguero de encaje y medias
altas blancas hasta el muslo. Añadí una liga verde esmeralda y Shauna juraba
que el traje era de gatita sexual encontrando un bibliotecario. Salimos de la
tienda con $350 dólares menos más tarde, pero no pude recordar la última vez
que me había reído tanto.
Más tarde esa noche, abrí el cajón final de mi cajonera para guardar mis
compras y vi la carpeta que Shauna me había dado cuando había conocido a
Kennedy. Había olvidado completamente su investigación, y los
acontecimientos de la tarde me habían hecho tener curiosidad por saber más
sobre el pasado de Kennedy. Incluso mi papá me había animado a descubrir
cómo el pasado de Kennedy le había dado la forma al hombre en que se había
convertido.
Me serví un vaso de vino y puse la carpeta en la cama. No estaba
realmente traicionando a Kennedy si hacía un poco de investigación, ¿verdad?
Mi cabeza me decía que no lo hacía, pero por alguna razón, mi corazón no
estaba de acuerdo. Sabía que tenía que encontrar una manera de tener mi
cabeza y corazón en la misma página, y me pregunté si la carpeta tenía algunas
respuestas. Tomé unos sorbos de mi vino y abrí la carpeta indecisamente. Los
primeros artículos eran de páginas sociales y tenía fotos de Kennedy y de
mujeres diferentes. Algunas de las imágenes eran de Kennedy y Mikayla, otras
tenían fotos de mujeres que no reconocí. Pero todas eran hermosas y las fotos
hicieron que mi estómago se pusiera agrio.
Mi atención fue capturada por una imagen de Kennedy y la mujer mayor 125
a la que había conocido en la fiesta de beneficio a la que asistimos con las
familias de las víctimas en Chicago. La imagen era de hace unos pocos años y la
mujer era más joven, pero era sin lugar a dudas era ella. Me acordé de que me
había dicho que se alegraba que Kennedy se viera feliz y que Kelly hubiera
estado feliz por él también. Pero Kennedy nunca me había explicado sobre
Kelly así que busqué en el artículo la respuesta.
Erica Preston y Kennedy Jenner asistieron al cuarto Evento anual de
caridad de Familias Unidas en el Hotel Marimount. El Sr. Jenner fundó la
organización para ayudar a cubrir los costos de tratamientos de los familiares
sobrevivientes de las víctimas de delitos violentos. La organización fue fundada
en honor de Kelly Preston, novia de la secundaria del Sr. Jenner.
La Srita. Preston desapareció hace siete años, a la edad de quince años
mientras caminaba a casa de una amiga. La investigación policial determinó
que la señorita Preston fue subida a un auto contra su voluntad en base a la
sangre que se encontró en un vehículo abandonado. El cuerpo de la señorita
Preston nunca fue recuperado. Familias Unidas ofrece asistencia a las familias
que tienen dificultades para reanudar su vida después de sobrevivir a trágicos
acontecimientos.
Mi corazón se detuvo y se rompió en un millón de pedazos. Me agarré el
pecho con dolor físico. Kennedy. El hombre que amaba profundamente había
amado y perdido y me partía el corazón pensar en su dolor. No podía soportar
la idea de lo que debió haber pasado. Cómo debió haber tenido un efecto tan
profundo en su vida que todavía era gran parte de él después de tantos años.
Mi amado Kennedy firme e inquebrantable.
Vi varias de las piezas del rompecabezas caer en su lugar ante mis ojos. Él
tenía miedo de que algo me pasara. Necesitaba protegerme. No estaba
vigilando porque no se fiara de mí, sino para protegerme. Me había dicho eso
desde el comienzo y no le creí. Papá tenía razón, el pasado había hecho al
hombre que era hoy. Pero ¿por qué no me lo dijo? Hubiera sido tan fácil
simplemente explicármelo. ¿Incluso me daría la oportunidad de explicárselo?
Había sido un idiota.

126
Me alegré de ver a George de vuelta en el trabajo el miércoles, porque
había decidido la noche anterior que no podía esperar hasta el viernes para ver
a Kennedy. Le dije a George que necesitaba tomarme unos días de descanso por
una emergencia familiar y reservé un vuelo para esa tarde. Me apuré durante
la mañana de reprogramación de citas y me encargué de las cosas que había
que hacer antes de irme. Sabía que era arriesgado pedir tiempo cuando sólo
había estado allí un par de meses, pero George pareció comprender y ya había
decidido que me iría si se me permitía el tiempo libre o no. Por suerte, todo
salió bien y todavía tenía trabajo cuando mi vuelo aterrizó en el O'Hare el
miércoles por la tarde.
No le había dicho a Kennedy que iría, porque quería darle una sorpresa.
Los últimos diez días habían sido difíciles para los dos y necesitaba verlo
127
en persona. Lo llamé a su oficina cuando me metí en el taxi para poder
confirmar a dónde iría. Me sentí aliviada cuando contestó el teléfono con tanta
rapidez.
—¿Todo está bien? —No lo llamaba generalmente al medio día.
Su voz me tranquilizó. —Sí, estoy teniendo un día ajetreado y quería
escuchar tu voz.
—Estoy en una reunión ahora mismo. Pero esa es una buena noticia.
¿Podemos seguir con esto en una hora? —Era evidente que había gente sentada
alrededor de él, pero me di cuenta de que estaba sonriendo cuando habló.
—Claro. Diviértete en tu reunión.
Dejé caer el teléfono en mi bolso y me moví en el asiento. Estaba
emocionada y escuchar su voz me hizo sentir embelesada, como si hubiera
estado bebiendo toda la mañana. Veinte minutos más tarde, vi su edificio a la
distancia y saqué mi espejo para retocar mi maquillaje mientras estábamos en
el tráfico.
Nos detuvimos y me sentí como una niña despertándome en la mañana de
Navidad y viendo el árbol con los presentes debajo. Abrí la puerta del taxi y mi
mirada se dirigió a la puerta principal. Mikayla estaba saliendo del edificio y
captó mi vista tan instantáneamente como yo veía la de ella. Me dio una
sonrisa de complicidad y la vi reírse de mí desde la distancia.
Me quedé inmóvil, incapaz de moverme, ya sea saliendo del taxi o de
regreso. La impaciencia del taxista interrumpió mis pensamientos. —Señorita,
no puedo estar en doble fila aquí, así que va a tener que salir ahora. —Mi
cerebro estaba tratando de procesar lo que estaba sucediendo. ¿Por qué
Mikayla estaba dejando la oficina de Kennedy? ¿Ella era la cita por la que me
había colgado? De repente sentí una oleada de náuseas pasándome. Mikayla se
puso delante del edificio mirándome mientras me metía de nuevo en el taxi.
—Por favor, lléveme de vuelta al aeropuerto. —Mi corazón latía con fuerza
y estaba segura de que iba a vomitar en el taxi. La idea de Kennedy con
Mikayla me enfermaba el estómago y el interior del taxi estaba girando. Estaba
mareada.
El chofer se encogió de hombros y se alejó. —Lo que quiera señorita, es su
tarifa.
No lloré todo el camino de regreso a Nueva York. Me senté en mi asiento y
repasé los movimientos en trance. Estaba entumecida.
128

Pensé que Kennedy podría venir a Nueva York cuando no respondí a sus
mensajes la noche del miércoles, pero no lo hizo. El jueves no salí de la cama
todo el día. Mi trabajo ya me había dado los días de descanso, y no estaba en
condiciones de funcionar y planificar eventos de personas felices para ellos.
Sabía que tenía que enfrentar a Kennedy, pero no me sentía lo suficientemente
fuerte. No había dormido casi nada en toda la noche y me desperté llorando
después de dos horas cuando finalmente pude dormir.
Estuve dentro y fuera de conciencia durante todo el día, alternando entre
el llanto y sentir lástima por mí misma y estar enojada con Kennedy. Todavía
llevaba la ropa que habían usado para trabajar el día anterior cuando contesté
el teléfono al ver parpadear la imagen de Kennedy.
—Hola. —Me alegré de que me hubiera atrapado cuando estaba enojada
en lugar de llorando. Por lo menos podía salir con cierta apariencia de
dignidad.
—Hey. ¿Qué pasó anoche? Traté de llamarte de regreso después de mi
cita, pero se fue al correo de voz.
—¿Después de tu cita? —Mi voz se estaba poniendo alta—. ¿Cómo salió tu
cita de todos modos?
—Fue productiva. ¿Qué está pasando Hope?, suenas molesta. —Molesta ni
tranquilamente era suficiente para describir lo que estaba sintiendo. Enojada,
traicionada, con el corazón roto, violenta.
—Vi a tu cita Kennedy.
—¿Viste a Mark?
Me reí con sarcasmo. —Sí correcto, a Mark. Vi a Mikayla dejar tu edificio.
—¿Estás en Chicago?
—Estuve en Chicago. Y mi momento fue perfecto. Mikayla y yo tuvimos
una conversación sin palabras fuera de tu edificio. Entonces me di cuenta que
era una completa idiota y regresé a Nueva York.
—No sé lo que crees que viste, pero no he visto a Mikayla desde la noche
que ambos la vimos en la cena de caridad —su tono era seco, su enojo evidente. 129
—No puedo seguir con esto Kennedy. Estaba tan preocupada de que no
confiaras en mí que no me detuve a pensar que era porque no podía confiar en
ti. Pensé que había entendido todo, pero me equivoqué. Mortalmente
equivocada.
—Nunca te he mentido.
—No, simplemente dejas cosas fuera. —Cerré mi teléfono de golpe y
apagué el timbre. No podía hablar con él más. Estaba tan desesperada que
finalmente empezaría a creer lo que dijo sobre lo que estaba delante de mis
ojos. No quería ser la tonta de la que se aprovechara. Había visto lo que sucedía
enfrente de mis ojos antes y sabía lo mucho que dolía.
—Te ves como una mierda. —Shauna estaba de pie con sus caderas contra
mi mesa de la cocina con los brazos cruzados. Una posición que había llegado a
conocer y que significaba batalla. Una vez que Shauna pensaba que algo se
debía hacer, nada se ponía en su camino. Una vez había sido testigo de su
convencimiento con un jugador de metro noventa para admitir que tenía un
problema de drogas con el entrenador porque ella se preocupaba por su
seguridad. El jugador fue suspendido por cuatro meses y pasó tres en un centro
de rehabilitación. Su admisión le costó más de dos millones de dólares en
multas.
—Kennedy no es el único hombre que hay. Eres hermosa, inteligente e
independiente, ahora empieza a actuar así.
Escuchar el nombre de Kennedy hizo decirme. Que esperaba que la
130
semana pasada hubiera sido un mal sueño y que viniera a decirme que estaba
equivocada y que me amaba, pero no había escuchado de él después de nuestra
última conversación en la que le dije que sabía que me estaba engañando.
Ni siquiera podía llorar más, no tenía más lágrimas después de cuatro
días de revolcarme en mi propia autocompasión. —Sé que tienes razón, creo
que sólo necesito un poco de tiempo. Es difícil para mí aceptar que el hombre
que amo es un tramposo. Trae a colación esos malos recuerdos. Lo vi con mis
propios ojos, pero todavía no quiero creer que sea verdad.
—Oh cariño, siento mucho que esto te haya pasado, pero tenemos que
conseguir sacarte de aquí, por un poco de aire fresco.
Una hora más tarde estábamos abrigadas y caminando del brazo por la
Sexta Avenida. Navidad había impactado la ciudad con venganza. Había
árboles y luces blancas parpadeando por todas partes. Santas aparecían en
cada esquina de la calle agitando una campana mientras un bote colgaba
esperando pacientemente a las bulliciosas multitudes que llevaban paquetes
para recordarles el espíritu de la Navidad. Cuerdas de terciopelo rojo con líneas
familiares se extendían a lo largo y ancho alrededor de las tiendas de
departamento que ofrecían elaborados escaparates temáticos de las fiestas.
Vi como parejas caminaban de la mano llevando regalos y paquetes. Los
pocos hombres valientes arrastraban árboles de Navidad por la calle. Me
recordó que había planeado conseguir un pequeño árbol el siguiente fin de
semana, mientras que Kennedy estaba en la ciudad y que me ayudara a
decorarlo. Pero ahora no quería celebrar ni decorar. Sólo quería cerrar los ojos y
volver atrás en el tiempo y hacer todo bien de nuevo.
Hice mi mejor esfuerzo para fingir que nuestra caminata me hizo bien,
pero Shauna siempre había podido ver a través de mí. Me dio un abrazo cuando
llegamos a mi edificio y me hizo comprometerle encontrarla para los tragos la
noche del martes.

Lauren se sorprendió cuando abrió la puerta el martes por la noche para


la cena. En los quince años que lo conocía, nunca había visto a Kennedy verse
como nada que no fuera impecablemente acicalado y confiado. —¿Qué pasa?
¿Estás enfermo? ¿Hope está bien?
—Estoy bien, Hope y yo rompimos y no quiero hablar de ello. 131
Kennedy no se había afeitado en tres días. Llevaba pantalones de chándal
y una sudadera térmica, en lugar de su normalmente reluciente, caro traje de
negocios. Sus ojos azules estaban bordeados con ojeras y su piel oliva
normalmente profunda era cetrina.
Ella echó un vistazo a Franklin con preocupación y le dio un abrazo a
Kennedy. —Cariño lo siento.
Después de la cena, Franklin y Kennedy se sentaron normalmente en la
terraza para tomar una copa juntos, pero Franklin se ofreció a limpiar dándole
a Lauren una mirada silenciosa que ella entendió. —Yo limpiaré esta noche
amor, tuviste una larga semana, ¿por qué no te vas a relajar y tomas una copa
con Kennedy después de cenar y yo pongo a los niños a dormir?
Fuera en la terraza hacía frío en el aire de diciembre, pero Kennedy no lo
sintió. Lauren le trajo a Kennedy su bebida habitual y vertió un poco de
Amaretto para mantener el calor. —¿Me veo tan mal que envió a los peces
gordos? —Kennedy tomó un gran trago de su vaso y lo puso sobre la mesa junto
al sillón en el que estaba sentado solo.
Lauren se sentó frente a él en la mecedora, observando los movimientos
de Kennedy. —¿Qué pasó? ¿Pensé que finalmente habías encontrado a tu
única?
Kennedy miró al frente. Su cálido aliento visible mientras respiraba
profundamente en el aire frío. —Yo también.
—¿Se puede arreglar?
—Piensa que estuve con Mikayla. No confía en mí.
—¿Estuviste con ella?
La cabeza de Kennedy saltó al rostro de Lauren. Dagas se dirigieron a sus
ojos. —No.
—¿Le dijiste eso?
Él tomó su vaso y se tragó el líquido. —Lo hice, pero no me cree.
—¿Por qué no iba a creerlo? ¿Cómo podía no confiar en ti si sabe lo que
sientes por ella?
Kennedy se estremeció ligeramente, pero Lauren lo captó. —No le has
dicho lo que sientes por ella, ¿verdad? 132
La ira tentó su voz. —¿Así que es mi culpa que no confíe en mí?
—Yo no dije eso. Pero si supiera lo que significa para ti, entonces tal vez
entendería que nunca podrías traicionarla.
Kennedy se quedó en silencio por un momento. —Es mejor así, estaba
causando que perdiera la concentración de mi negocio.
Lauren se puso de pie. —Kennedy Jenner, nunca te he conocido por ser
cobarde. Tomas cada desafío que puedes encontrar y no cedes hasta que ganas.
Pero no peleas por ella porque tienes miedo.
Kennedy se puso de pie y miró a Lauren. —Esto es una mierda, no
necesito esto. —Luego se marchó hecho una furia de la casa y condujo a casa
con los puños apretados alrededor del volante.
La siguiente semana pasó en un frenesí. El Monet se agotó hasta mucho
después de Año Nuevo y la élite de la ciudad celebró sus fiestas corporativas en
el hotel.
Más de 1.000 flores de pascua rojas intrépidas adornaban el hotel y
pequeñas luces blancas marcaban el telón de fondo. El hotel parecía mágico
durante las navidades, pero Hope no se dio cuenta. Trabajaba siete días a la
semana y ayudaba en cientos de detalles para hacer cada evento perfecto.
—Hope, ¿está todo bien contigo? —George la miró preocupado.
—Sí, todo está bien. ¿Me perdí algo? —Una mirada de pánico en mi rostro.
—No, no, estás haciendo un gran trabajo. Ni siquiera estoy seguro de
cómo estás administrándolo todo. Pero te has visto tan.... triste en las últimas
dos semanas, pensé que algo estaba mal.
Intenté una sonrisa para darle las gracias por su preocupación. —Lo
siento, George, creo que las fiestas me traen un poco abajo ya que mi novio y yo
nos separamos. No era mi intención dejar que interfiriera con mi trabajo.
—Estás haciendo un gran trabajo. Sólo quería asegurarme de que estabas
bien. Tal vez mis dos pies izquierdos podrían animarte si reservas un baile 133
conmigo en nuestra Fiesta de Navidad la próxima semana.
Sonreí. —Claro, por qué no. Eso suena divertido.

El sábado por la noche el gran salón de baile se llenó hasta la una de la


mañana con abogados borrachos. Las salas de banquetes más pequeñas
estaban todas llenas con las fiestas de tres casas más grandes de bolsa del
centro. A las dos de la mañana el vestíbulo del hotel se había convertido en un
mercado de carne en estado de ebriedad en que los hombres en trajes de dos mil
dólares estaban apiñados en torno a la última de las mujeres saliendo. Yo le
dije buenas noches al personal de recepción y me dirigí a la puerta en una
niebla. Estaba agotada de todas las largas horas, y normalmente habría sido
más cordial con el hombre trabajando para captar mi atención, pero estaba
cansada y triste y no tenía más energía para los hombres en trajes de poder.
—No me interesa; por favor sal de mi camino.
El atractivo hombre alto, obviamente, no estaba acostumbrado al rechazo.
Estiró su brazo para tocar mi cintura. —Vamos nena; permíteme pagarte una
copa.
Yo seguí caminando, sin hacerle caso. Pero me agarró del brazo en un
férreo control.
—Maldita perra.
El portero me vio acercarme y caminó hacia mí. —Señorita York, ¿todo
está bien?
Miré al hombre que soltó mi brazo y luego al portero. —Sí, creo que lo
está. Gracias, buenas noches Ray.
Fuera la calle estaba tranquila, y sabía que probablemente debería tomar
un taxi, pero acababa de derrochar mi dinero en un par de botas ridículamente
caras en uno de mis viajes de compras de “Anímate Hope” con Shauna, y
caminar estaba más en mi presupuesto que los taxis.
Algunas parejas pasaron por la calle y me dolió ver lo feliz que se veían.
¿Podría sentirme así otra vez? Habían pasado dos semanas desde que Kennedy
y yo rompimos, pero todavía pensaba en él en cada momento libre. Al doblar la 134
esquina para dirigirme a través de la ciudad a mi apartamento, estaba tan
absorta en mis pensamientos acerca de Kennedy que no me di cuenta de los
pasos detrás de mí hasta que sentí un fuerte tirón en el brazo.
—Sabes que me deseas. —El hombre de la recepción del hotel me tomó por
el codo y movió mi brazo detrás de mi espalda. Me acercó a él. Podía oler el licor
en su aliento—. No puedes ignorarme ahora ¿no, perra?
De repente fui consciente de su tamaño e ira. La calle estaba desierta.
Entré en pánico y tiré mi rodilla tan fuerte como pude, impactando en su
entrepierna con todo mi poder. Él me soltó y se inclinó. Miré por un segundo
mientras él gemía y se doblaba más. Entonces corrí tan rápido como pude.
Estaba tan concentrada en conseguir alejarme de él antes de que se
enderezara, que ni siquiera me di cuenta del taxi que doblaba la esquina hasta
que fue demasiado tarde.

Me desperté confusa y desorientada. Mi visión era borrosa y no tenía ni


idea de donde estaba. Había tubos en mi brazo y una máscara sobre mi rostro y
escuché los sonidos de pitidos procedentes de todo a mi alrededor. Alguien
estaba sosteniendo mi mano, pero no podía concentrarme lo suficiente para ver
su rostro. Una mujer se acercó a mí.
—Señorita York, ¿sabe dónde está?
Negué.
—Estás en el hospital, tuviste un accidente anoche. Te lastimaste, pero
vas a estar bien. Trata de permanecer quieta y voy a decirle al Dr. Que estás
despierta y ver si podemos quitarte la máscara para que puedas hablar con tu
marido.
¿Mi marido? Me volví hacia el hombre que estaba sentado a mi lado y me
esforcé para poner su rostro en enfoque. Kennedy estaba mirándome y tomando
mi mano. —Está bien hermosa. Vas a estar bien.
Yo estaba confundida y no estaba muy segura de si era un sueño o no.
Quería concentrarme más, pero no podía mantener los ojos abiertos, sin
importar cuánto lo intentara. El médico debió haber entrado porque lo escuché
hablar.
—No se alarme, le di un sedante porque estaba tan molesta cuando la 135
trajeron. Seguramente dormirá toda la noche. Se ve peor de lo que es. Su nariz
está rota y es normal que tengas los dos ojos negros. Hay mucha hinchazón por
lo que probablemente tendrá algunos problemas con su visión, pero mejorarán
a medida que baje la hinchazón. Tuvimos que quitarle el bazo debido a la
hemorragia interna, por lo que estará dolorida por un tiempo, pero aparte de
eso, parece que tuvo suerte y no sufrió ningún daño permanente.
—Gracias Dr. Tan pronto como se puede mover, la quiero en una
habitación privada para que pueda descansar.
—Voy a avisarle a las enfermeras, pero esperaría que estuviera en la UCI
durante uno o dos días por supervisión.

Escuché la voz de mi papá y abrí los ojos. Él me besó en la frente y


susurró—: Todo estará bien niña. —Cerré los ojos, atrapada en algún lugar
entre el sueño y la vigilia.
—Gracias por llamarme, Joe. —Kennedy aún sostenía mi mano a mi lado.
—Por supuesto. ¿Acabas de llegar aquí?
—Llegué aquí sobre las seis de la mañana —Kennedy habló en voz baja
sobre mí a mi papá.
—Oh, no me di cuenta que estabas en la ciudad cuando me llamaste.
—No lo estaba. Alquilé un avión y vine directamente aquí.
Papá asintió. —¿Cómo está?
—Los médicos dicen que estará bien. Estaba en el quirófano cuando llegué
aquí, tuvieron que sacarle el bazo, pero dicen que salió sin problemas y que
tendrá una recuperación completa. —Pasó un minuto y después—. Debería
haber estado con ella. Esto fue mi culpa.
—No es tu culpa, hijo. Estás aquí ahora, y eso es lo que importa.

Para el momento en que me desperté estaba en medio de la noche, el día


136
después del accidente. Kennedy seguía sentado a mi lado, tomando mi mano.
Lo vi dormir por unos minutos y luego sus ojos se abrieron como si intuyera que
estaba viéndolo.
—Hola hermosa. ¿Puedes ver mejor ahora? —Se acercó y me quitó la
máscara del rostro.
—Sí.
Se puso de pie y se cernió cerca sobre mí, mirándome a los ojos. Entonces
me besó suavemente en los labios. —Lo siento mucho Hope.
—¿Por qué lo sientes?, yo soy la que se topó con un taxi. —Hice mi mejor
esfuerzo de tener humor, pero mi garganta estaba seca y dolorida y las
palabras eran apenas audibles.
Kennedy me sirvió un vaso de agua de la jarra en la bandeja junto a él y
me sostuvo la cabeza para que tomara la pajita. —Bebe.
Lo hice y me quemó pero me sentí bien.
—Siento, no haberte dicho que te amo antes. No creíste que nunca te
engañaría porque no te dije lo que significabas para mí. Si hubiera sido honesto
contigo, en lugar de miedoso, entonces habrías comprendido que jamás podría
estar con otra mujer otra vez.
Las lágrimas me escocieron los ojos y rodaron por mis mejillas. Él las secó
con cuidado con su pulgar. —Por favor, no llores Hope. —Me miró a los ojos—.
Te amo. Vas a estar bien. Vamos a estar bien. No voy a dejar que suceda de
ninguna otra forma.

A la mañana siguiente me trasladaron a una habitación privada y algunos


de los tubos fueron retirados de mis brazos. Kennedy había ido a buscar un
poco de café, y decidí que era momento de que me mirara al espejo. Llamé a la
enfermera y le pedí que me ayudara a ir al cuarto de baño. Una mujer mayor
en uniforme de enfermera entró para ayudarme. Nos movimos poco a poco y yo
estaba un poco mareada por pasar días en la cama. Pero casi me caí cuando vi
mi reflejo en el espejo. Mi cara tenía tonos negros y verdes y mi nariz estaba
hinchada al doble de su tamaño. Tuve que estirarme y tocar el espejo para
asegurarme de que era mi propio reflejo mirándome.
La auxiliar de enfermería vio mi rostro. —Por lo general, se ve peor antes
de que esté mejor, pero se está recuperando muy bien. Y no me preocuparía 137
cariño, ese marido suyo no ve lo que usted está viendo. La mira como si fuera la
única mujer en el mundo. Y voy a admitir que más de una de las enfermeras
han mirado en su dirección, ese chico suyo seguro es algo para mirar. Pero ni
siquiera se dio cuenta de ellas. Ahora es un guardián. No vemos muchos de
ellos por aquí.
Sonreí. Ella me tranquilizó. Até mi bata y me estabilicé para el viaje de
regreso a la cama. Mientras salíamos del cuarto de baño, una cama extra era
desplegada en la habitación. —¿Pensé que era una habitación privada?
Kennedy entró en la habitación y vino a ayudarme a caminar con la
auxiliar.
—Lo es, pero estaba cansado de dormir en una silla. —Me dio una sonrisa
diabólica y puse mis ojos en blanco en respuesta juguetonamente.
El doctor entró en la habitación. —El Sr. Jenner hizo una generosa
contribución a nuestra clínica y era lo menos que podía hacer para darle las
gracias.
Estar en la cama descansando todo el tiempo arrojó el reloj interno de mi
cuerpo en picada. Kennedy había instalado su ordenador portátil en mi
habitación para tratar de mantenerse al día con su trabajo, y me di cuenta de
que salía afuera para hacer llamadas cada vez que me quedaba dormida. Pero
en su mayor parte, cuando estaba despierta, estaba allí junto a mí. Después de
que vino la enfermera a tomar mis signos vitales a las dos de la mañana,
estuve despierta y también Kennedy. Él cerró la puerta y suavemente retiró las
mantas y se metió en la cama junto a mí.
Puse mi cabeza en su pecho y escuché los latidos del corazón. Él acarició
mi cabello suavemente. —Kelly era mi novia de la secundaria. Cuando
teníamos quince, tuvimos una pelea por una animadora. Las chicas habían
empezado a fijarse en mí y yo no había aprendido a manejar la atención
todavía. Me gustaba cuando otras chicas coqueteaban conmigo, y estaba
empezando a aprender a coquetear con ellas también. Creo que mi corazón
pertenecía a Kelly, pero era un chico de quince años con furiosas hormonas y
sin control de sí mismo. Ella se fue sola después de nuestra pelea y nunca la vi
de nuevo. Hubo señales de pelea, y mis propios investigadores vigilaron a un
sospechoso por años, pero ella simplemente desapareció.
138
Sentí que luchaba por continuar. Se detuvo de acariciar mi cabello y
envolvió su brazo alrededor de mí apretado. —No la protegí. Fue mi culpa. No
voy a permitir que nada te suceda nunca Hope.
Mi corazón se rompió por el joven de quince años dentro de él. Lo miré en
la oscuridad. —No fue tu culpa. Tenías quince y no podrías haber sabido que
algo iba a pasar con ella después de una pelea. Eso es lo que hacen todos los
chicos. Coquetean y pelean con sus novias. Su desaparición no tuvo nada que
ver con tu pelea. —Lo apreté duro a pesar de que era doloroso a causa de mi
incisión.
Él me besó en la frente. —Eres la primera chica a la que amé desde Kelly.
Eres la primera mujer que he amado. No sé cómo hacer esto, pero voy a
arreglármelas. Nunca quise nada más en mi vida.
Lo miré, con el rostro tan crudo de emoción. —Vamos a averiguarlo juntos.
—A pesar de que, literalmente, había sido atropellada por un auto, nunca me
había sentido mejor en mi vida.
La tarde siguiente, Charles estaba esperando en frente mientras Kennedy
me llevaba en la silla de ruedas a la salida del hospital. —Me alegra ver que se
siente mejor señorita York.
—Gracias Charles.
Kennedy me ayudó a entrar en la parte trasera del auto y miré por la
ventana a la gente caminando por la acera mientras nos dirigíamos a mi
apartamento. —¿Crees que la policía capturó al chico que me atropelló? —No
habíamos hablado de la noche en detalle, aunque Kennedy estuvo a mi lado
cuando le di mi declaración a los detectives.
Vi su mandíbula tensarse. —Creo que te sientes mejor que él en este
momento.
Mi frente se arrugó y me volví hacia él un poco nerviosa al escuchar su 139
respuesta.
—¿Qué significa eso? ¿Pudieron averiguar quién era?
—Me encargué de eso.
—¿La policía lo arrestó?
—Lo arrestaron y lo dejaron salir bajo fianza el mismo día. Lo acusaron de
asalto, pero eso no fue suficiente.
Oh. Mi. Dios. —Kennedy, ¿qué hiciste?
Él se acercó a mí y me puso su brazo alrededor. —Deberías estar más
preocupada por lo que voy a hacer cuando por fin te tenga a solas. —Sus
palabras enviaron escalofríos por mi columna por más de una razón.

—Tengo muchas ganas de tomar una ducha. —Se sentía bien estar en
casa y quería lavarme del hospital.
Kennedy me dio una sonrisa diabólica y comenzó a desabrocharse la
camisa. Cuándo vio el vendaje que cubría mi incisión, se agachó y besó
suavemente a su alrededor.
—No se supone que debas mojarte, así que te ayudaré.
Mi rostro era menos negro y azul y más amarillo y verde, pero Kennedy no
parecía darse cuenta de lo horrible que me veía. Se desnudó y dejamos la ropa
en una pila en el suelo fuera del baño. Mi cuarto de ducha era pequeña sólo
para mí, no para añadirle el metro noventa de amplio hombre en la misma. Él
se dio la vuelta en el agua y ajustó la temperatura. Entré y dejé caer mi cabeza
hacia atrás dejando correr el agua por encima de mi cabello.
Kennedy entró delante de mí y sostuvo su mano alrededor de mi espalda
mientras se arqueaba en el agua. El agua se sentía increíble en mi cabeza y mi
posición evitaba que el vendaje se empapara bajo el agua. También dejaba todo
mi torso abierto a Kennedy. Su cabeza se agachó y tomó mi pezón suavemente
en su boca. Un suave gemido se le escapó. Su lengua se movió y lamió
suavemente mientras moldeaba el agua sobre mi cabeza detrás de mí. Sus
suaves lamidas a mis pezones endurecidos y él chupó con fuerza en respuesta a
la reacción de mi cuerpo. 140
Levanté la cabeza de la corriente de agua y me di la vuelta. Él quitó la
cabeza del chorro y cuidadosamente la dirigió para mojar todo mi cuerpo, con
cuidado de mantener mis vendajes secos. Se enjabonó sus manos y lavó mi
espalda mojada. Tenía las manos firmes y me frotó mientras me lavaba. Mi
cuerpo se relajó con su toque. Besó la parte de atrás de mi cuello y volvió a
colocar la ducha en sus manos para enjuagarme. Me dio la vuelta y suavemente
movió mis piernas. Colocó la llave de la ducha para que el agua pulsara
constante contra mi clítoris mientras bajaba la cabeza a mi cuello y lentamente
besaba su camino hasta mi oído.
Yo gemí, el agua estaba pulsando duro y el deseo latía en mis venas. Él
mordió mi pezón y un temblor pasó por mí. Las semanas de privación de su
toque, y los días llenos de tensión, estaban liberándose y todo fue muy difícil de
controlar.
Él colocó la cabeza de la ducha de nuevo por encima y me perdí en la
corriente pulsante inmediatamente. Abrí los ojos y lo encontré mirándome. Él
llevó las manos a ambos lados de mi cabeza y presionó su hambrienta boca
sobre la mía. Yo estaba completamente bajo su control. Su lengua acarició la
mía y chupó mi lengua duramente antes de romper el beso. Ambos jadeamos
alto.
Yo di un grito ahogado por la pérdida de su boca y vi como se ponía de
rodillas delante de mí. —Kennedy... —No estaba segura de que podría
mantenerme en su toque.
—Yo te tengo hermosa. —Suavemente posicionó mis piernas abiertas y
luego sus brazos se apretaron alrededor de mis muslos. Colocó su rostro debajo
de mi sexo mientras yo me levantaba y acarició suavemente mi clítoris con su
lengua. Me sentía débil, pero sus brazos me mantuvieron en mi lugar. Su
lengua dibujó círculos fuertes alrededor de mi hinchado clítoris hasta que fue
casi demasiado para soportar. Gemí profundamente y él excitó y chupó mi
clítoris hasta que me vine gritando su nombre.
Mi cuerpo se sentía sin huesos, y pensé que podría perder el equilibrio,
pero él me re-acomodó y movió su cabeza aún más entre mis piernas. Entonces
su lengua se sumergió en mí profunda y duramente. Yo agarré sus hombros y
me incliné para profundizar la penetración. Me vine de nuevo cuando empujó
dos dedos dentro de mí y me miró. —Buena chica. Mírame comerte. Voy a
chupar hasta la última gota dulce de ti.
Y lo hizo. Si sus manos no me hubieran apoyado, me habría caído.
Mientras se ponía de pie, llegó por la parte trasera de mis piernas y me folló, 141
sosteniéndome. Podía sentir su pene firme empujando contra mi trasero
mientras me llevaba a la cama. Me puso suavemente en el centro de la cama y
luego se cernió sobre mí. Sus brazos a ambos lados de mí tomaron la peor parte
de su peso. —No quiero hacerte daño, pero necesito estar dentro de ti.
Me agaché y lo acaricié pausado, haciéndole saber que lo deseaba tanto
como él me deseaba a mí. Tomó mi boca y sentí su cuerpo caliente ligeramente
contra mí. Lo necesitaba dentro de mí más de lo que necesitaba cualquier cosa.
Levanté mis caderas y él me miró a los ojos mientras empujaba su largo y
grueso pene dentro de mí en una fuerte estocada.
—Dios me encanta cuán apretada estás. —Su voz era ronca. Comenzó un
firme ritmo dentro y fuera, dentro y fuera, teniendo cuidado de mantener su
peso fuera de mi torso. Yo sacudí mis caderas hacia arriba, lo que le permitió ir
más profundo y respondió con un gruñido y giró sus caderas en mí mientras su
raíz presionaba firmemente contra mí. Sus pesadas bolas golpearon duro en mi
trasero mientras se hundía en mí con cada carrera de avance. Lo sentí crecer
más y luego su pene se contrajo y sentí que me llenaba—. Mierda.
La crudeza sin censura de su placer me hizo jadear y caí encima del borde
con él de nuevo.
Me desperté a la mañana siguiente enredada en Kennedy igual que me
había dormido la noche anterior. Sabía que estaba despierto antes de alzar los
ojos para encontrar los suyos. Podía sentirlo mirándome fijamente. —Buenos
días hermosa. —Un beso en mi frente.
—Es agradable despertar contigo en mi cama en lugar del hospital. — Me
acurruqué más cerca sin querer dejar ningún espacio entre nosotros.
—Traeré tu cama a Chicago, si quieres.
Levanté la vista hacia él, sus ojos eran cálidos y suaves mientras me
miraba.
—No es la cama lo que hace que sea agradable.
—Bueno, porque me gusta más mi cama. —Él sonrió y su estado de ánimo
juguetón hizo que mi corazón se detenga—. Entonces, está decidido, nos
desharemos de tu cama y usaremos la mía. 142
—¿Ah, sí?
Me besó firmemente en los labios y asintió. —Tiene sentido para mí, pero
si mantener tu cama es un tema de oferta, entonces estoy bien con eso también
ángel.
—Pero yo no he aceptado mudarme.
—Está bien, entonces vamos a empezar con lo primero, para poder
entender la cama que estaremos conservando. —Trató de ocultar la sonrisa,
pero la ligera señal de un hoyuelo lo delató.
—Kennedy, yo...
Él puso su dedo sobre mi boca. —Lo estropeé Hope. Nunca debí aceptar un
no por respuesta la primera vez que te pedí que vivieras conmigo. No voy a
aceptar un no por respuesta ahora, así que podrías también entender eso antes
de tomar una decisión. —Sus pálidos ojos azules buscaron los míos,
sosteniéndome donde quería que estuviera—. Chicago es donde están mis
negocios, por lo que es difícil para mí vivir en otro sitio. Pero si no estás lista
para mudarte, me iré a vivir a Nueva York. Me las arreglaré. Voy a comprar
este edificio y a mudarme a uno de los apartamentos aquí si eso es lo que
quieres. Pero, tienes que saberlo, a menos que me digas que no me quieres ya,
que estaré donde tú estés, donde quiera que sea.
Sabía en lo profundo de mi corazón que amaba este increíble, atractivo,
hombre mandón. Lo miré a los ojos. Me acordé de ser una niña y ver a mi papá
mirar a mi mamá, no podría describir lo que era, pero sabía que la amaba más
que a nada en el mundo. Nunca había visto la mirada de un hombre a una
mujer de esa manera. Hasta hoy. Tomé mi decisión en ese momento y él debió
haber visto lo que sucedía en mi rostro. Me sonrió.
La sonrisa de hoyuelos completa y gloriosa.
—Está bien —salió como un susurro.
—¿Está bien? —él sonó como si estuviera sorprendido, pero ambos
sabíamos que no.
Puse los ojos en blanco juguetonamente. —Me vendré a vivir a Chicago.
Él presionó sus labios suavemente en los míos. —Gracias hermosa. Te
amo.

143

Pasó una semana y Kennedy fue fiel a su palabra. No me dejó salir de su


vista. Me llevó a todas mis citas de seguimiento con el médico, y se sentó y
sostuvo mi mano cuando me quitaron los puntos de sutura. Mi mesa de la
cocina se convirtió en el comando central de Jenner Holdings, y él trabajaba
mientras yo descansaba y poco a poco empecé a hacer las maletas. Llamé a
George y le dije que renunciaría la primera semana de enero, después de que
Navidad y los eventos de fin de año estuvieran detrás de nosotros. Él me dijo
que estaba triste de me fuera, pero lo entendía y estaba feliz por mí.
—No me gusta la idea de que vayas a trabajar mañana ángel. —Su voz
era severa.
—Ya tuvimos esta discusión Kennedy. No puedo dejarlos durante las dos
semanas más concurridas de la temporada. Tengo que volver mañana para
ayudarle. Es lo menos que puedo hacer teniendo en cuenta que me iré después
de sólo tres meses.
—Pondré un guardaespaldas para ti cuando no estés conmigo. Se quedará
fuera de tu camino, pero no estará a más de un centenar de metros de
distancia.
Una racha de calor se movió a través de mi cuerpo, como siempre lo hacía
cuando Kennedy tomaba ese poderoso tono de mando. —No es necesario, pero
si eso te hace sentir mejor.
—Lo hará.
Sonreí, habiendo aprendido las batallas que valía la pena pelear con
Kennedy, ésta no estaba en la lista. —Bien cariño.
Apreté mi cuerpo en medio de la mesa y Kennedy y me senté en su regazo,
a horcajadas sobre él. Mis manos se posaron en su hombro y él me acercó más,
presionándose a mí.
—Estaba pensando. Tal vez deberíamos llevar a tu hermano a un juego
mientras está en la ciudad. Shauna puede conseguir entradas y podríamos
tomar un bocado después de que termine.
Él arqueó una ceja. —No estás tratando de hacer de casamentera
¿verdad?
—No. —mentí.
Kennedy me miró con suspicacia. —Ok, arréglalo. Él llega este jueves por
144
la noche y se quedará hasta el domingo.
—Ya lo comprobé, estarán jugando en su casa la noche del viernes. Así
que podemos hacerlo entonces. —Le di una sonrisa victoriosa.
—No me sonrías con esa sonrisa linda. O mi próxima video conferencia
será ver tu trasero arriba y abajo en esta silla en unos tres minutos.
Sentí que mi rostro se ruborizaba y me lo imaginé desnudo y reluciente de
sudor mientras sostenía sus hombros gruesos y rodaba su longitud arriba y
abajo en trazos largos completos.
Él me miró, su mirada fija en mi boca. —Joder, Hope. —Entonces le marcó
a su secretaria y le dijo que retrasara su conferencia una hora. Yo me retorcí
encima de él mientras hablaba. Entonces lo monté hasta que estuvimos
exhaustos y tomamos una siesta desnudos en el sofá donde me podía ver
mientras trabajaba el resto de la tarde.
Garrett actuaba cada parte de soltero como los periódicos de Chicago le
habían hecho ser. Había empezado a acostumbrarme a la manera como las
mujeres miraban a Kennedy, con sus bocas hechas agua y pechos turgentes
empujados hacia adelante. No me molestaba porque Kennedy nunca
reaccionaba hacia ellas. Su concentración siempre estaba en mí, y nunca estaba
segura de si ignoraba las miradas que ya había recibido por mi beneficio o si
sólo se había vuelto inmune a ellas. Garrett, por otro lado, tomaba plena
ventaja de cada oportunidad que se le presentaba.
Shauna nos había conseguido entradas laterales y estaba emocionada de
presumirle a mi mejor amiga. Estaba bastante segura de que la camarera VIP
estaba descuidando los otros clientes cuando pasó diez minutos coqueteando
con Garrett en su cuarto viaje para asegurarse de que no necesitábamos algo
más. Mientras las porristas hacían su camino hacia la cancha para su 145
espectáculo de medio tiempo, decidí que había terminado con la sexy servidora.
—Garrett, Shauna es la tercera a la derecha. —Hice un gesto hacia la
derecha al lado de la línea de saque de formación. Garrett le echó un vistazo a
Shauna y se olvidó de la camarera allí de pie esperando su atención.
—Estamos bien por ahora. —Le sonreí a la camarera y ella
despectivamente resopló.
Garrett siguió a Shauna con sus ojos. Ella sonrió y nos guiñó un ojo
mientras nos movía en posición para el espectáculo de su equipo.
—¿Te dije que eras mi hermano favorito? —Garrett se inclinó hacia
Kennedy, sin apartar los ojos de Shauna.
Yo le sonreí a Kennedy y fingí estar sorprendida por la reacción de
Garrett, pero Kennedy lo sabía mejor. Negó hacia mí y me dio una mirada que
decía que podría estar en problemas más adelante.

Después de que el juego terminó nos fuimos a un bar que Garrett escogió.
La hermosa anfitriona se emocionó al ver a Garrett y evaluó a Shauna con
desaprobación mientras nos llevaba a una sección VIP que daba una pista de
baile más abajo. Shauna se había cambiado su uniforme y tenía unos
pantalones vaqueros con rasgaduras estratégicamente colocadas y botas de
cuero negro hasta la rodilla. Llevaba una apretada camiseta negra estampada
con el nombre del equipo en cristales a través de su pecho. Sus muñecas
estaban cubiertas de pulseras de plata y de brillante cristal; parecía una
traviesa Barbie, una ficción de sueño húmedo de todo hombre.
Kennedy y Garrett fueron al bar para recoger nuestras bebidas y Shauna
me dijo lo hermoso que pensaba que era Garrett.
Dos chicos se detuvieron en la mesa. —¿Podemos comprarles damas una
bebida? —preguntó el más bajo con músculos corpulentos.
Miré a Shauna y luego de nuevo a los chicos, que claramente no estaban
acostumbrados al rechazo por la manera en que se veían de pie, magníficos y
confiados. Estaba a punto de declinar, y explicarles que estábamos allí con
compañía, cuando sentí la presencia de Kennedy detrás de mí.
—Muévanse —dijo Kennedy con una cara de acero y un gesto desdeñoso
de su mano.
146
Kennedy se instaló en el asiento de al lado, con el brazo detrás de mí en
actitud posesiva. Capté la atención de Shauna y ella me dio una sonrisa de
aprobación.
—Vamos Garrett. Puedo leer mucho acerca de un hombre en la pista de
baile y estoy preguntándome qué clase de libro eres. —Shauna arqueó una ceja
con picardía y Garrett tomó su mano y la llevó hasta la pista de baile.
Los vimos mientras bailaban y rápidamente encontraron su ritmo juntos.
Mi mirada se deslizó sobre Kennedy. Llevaba pantalón de vestir gris y suéter
gris oscuro de cachemira en cuello V. Sus ojos azules normalmente pálidos
habían captado el color de su ropa y cambiaron de su color a un gris azul
inusual.
Se veía urbano y ridículamente sexy. Nunca podría acostumbrarme a lo
hermoso que era este hombre.
—Lo estás haciendo otra vez. —Su voz era baja y ronca.
Salí de mi admiración visual momentánea de él. Confundida. —¿Haciendo
qué?
—Mirándome como un ángel que quiero llevar a casa y follar hasta que le
salga el diablo.
Impresionada por sus palabras, me quedé sin aliento, cruzando las
piernas juntas y apretadas por la reacción de mi cuerpo a su fuerza. —Oh,
muchacho.
Él dejó escapar un suspiro alto y dejó su copa. Se volvió hacia mí. —Estoy
muriéndome por tratar de empujar hacia abajo las ganas de golpear como la
mierda al hombre que trató de comprarte algo de beber y tú estás sentada allí
mirándome como si fuera un regalo que desearas desenvolver. No tienes ni
puta idea. ¿Qué hice para merecer eso Hope?
Yo estudié su rostro, tomando cada detalle. —Me hiciste creer quien soy.
Sus labios cubrieron los míos y me besó. Por un momento no hubo nada
excepto Kennedy y yo. La música desapareció y todas las personas que nos
rodeaban. Cuando me soltó, le susurré al oído—: Te amo.
Él sonrió entonces estirándose para susurrar en mi oído—: Yo también te
amo hermosa.
Shauna y Garrett pasaron un tiempo bailando y yo estaba encantada de
que se gustaran entre sí tanto como esperaba. Cuando Shauna intentó
conseguir que bailara con ella, sentí a Kennedy ponerse tieso y supe que era 147
más de lo que podía manejar esta noche. Kennedy anunció que era hora de
terminar la noche, y Charles apareció en el frente cuando finalmente nos
abrimos paso entre la multitud.
—Ummm, tomaremos una oportunidad con la lluvia en un gran paseo
hermano, llevaré a Shauna caminando a casa. —Garrett estaba sosteniendo la
mano de Shauna y ella me sonrió y guiñó un ojo y me lanzó un beso. Kennedy y
yo subimos a la limusina.
—¿A dónde Sr. Jenner? —preguntó Charles.
—A casa —respondió Kennedy y me di cuenta que no importaba donde
viviéramos, estaba en casa si estaba con él.

Mi primera semana de vuelta al trabajo voló y apenas tuve tiempo de


darme cuenta del hulk que Kennedy había contratado para cuidar de mí.
Navidad fue el domingo y estuve emocionada de que tuviéramos un fin de
semana de tres días a pesar de que apenas había vuelto a trabajar.
Habíamos decidido ir a Chicago para el fin de semana y pasar la Navidad
con su hermano y su familia. Después de mi último día en mi trabajo, iríamos a
Oregon por una semana y pasaríamos la tarde de Navidad con mi papá. Sabía
que papá estaba preocupado cuando se fue después de mi accidente, pero
también sabía que Kennedy había estado llamándolo y dándole una
actualización desde que se fue de vuelta a casa.

148
Cuando llegamos al apartamento de Kennedy en la víspera de Navidad,
estaba eufórica al encontrar un alto árbol de Navidad de tres metros brillando
con miles de luces parpadeantes. Estaba decorado íntegramente en plata y rojo
y parecía como si hubiera sido arrancado de un diseño de La revista Good
Housekeeping.
—¿Cuándo encontraste tiempo para hacer todo esto? —Kennedy se acercó
por detrás de mí y envolvió sus brazos alrededor de mí.
—Hice que viniera un decorador y que tuviera la casa lista para nosotros.
El apartamento estaba a oscuras, a excepción de las luces del chispeante
árbol. Se veía mágico. —Es hermoso, gracias.
—Me alegro de que te guste, es el primer árbol que he tenido.
149
Mi voz delató mi shock. —¿Qué? ¿Nunca tuviste un árbol de Navidad
antes?
—No. Voy donde Franklin cada año para Navidad, por lo que nunca vi el
punto de poner uno.
—Pero ¿iremos donde Franklin para la Navidad de este año también?
Kennedy pensó por un minuto. —Supongo que nunca tuve nada que
celebrar antes.
Estiré la mano y me puse de puntillas y lo besé suavemente en la boca. —
Ambos tenemos algo que celebrar este año.

Me desperté la mañana de Navidad antes que Kennedy, lo que era raro.


Lo vi dormir por un tiempo, encantada con su mandíbula cincelada y labios
perfectos. No podía imaginar un día cuando lo viera que no me quitara el
aliento. Era tan perfectamente masculino. Incluso durmiendo exudaba una
cruda sexualidad. Me tomó más de un poco de autocontrol no despertarlo, pero
los dos tuvimos un par de semanas duras, y él necesitaba dormir.
Fui a la cocina e hice café. Me quedé mirando el majestuoso árbol en la
oscuridad por un tiempo y reflexionando en las palabras de Kennedy de anoche.
Debajo de ese fuerte, exterior oscuro había un hombre reflexivamente hermoso.
Un hombre que me amaba. Un hombre que
quería vivir conmigo. El pensamiento me hacía sentir cálida por dentro.
Alcancé a ver de Kennedy por el rabillo de mi ojo mientras ponía los
huevos en platos. Él se quedó de pie en la puerta, apoyado en el umbral de la
puerta casualmente con los brazos cruzados. Su cuerpo llenaba la puerta y su
rostro parecía divertido.
—Eso huele bien. Pero me hubiera gustado haber tenido el desayuno en la
cama.
Él sonrió.
—Estaba trabajando en ello, pero saliste antes de que estuviera listo el
tocino. —Hice un puchero.
—No estaba hablando de tocino y huevos. —Su sonrisa era pecaminosa.
Podía sentir mi rostro sonrojarse y su mirada era inquebrantable. —Oh.
150
—Tengo un regalo de Navidad para darte. —Él dio dos zancadas y
extendió la mano y me tomó en sus brazos.
Lo miré y sentí el calor en mi rostro encenderse. —Apuesto a que sí.
Él se rió y sus ojos claros se iluminaron. Su sonrisa sexy me hizo
hormiguear y envolví mis brazos alrededor de él.
—Te ves tan jodidamente sexy vistiendo esa camiseta y de pie en la cocina
haciendo el desayuno. Tuve una erección antes de tocarte. —Presionó sus
caderas contra mí para validar sus palabras.
—Compórtate —le advertí—. Nuestro desayuno se enfriará y quiero darte
tu regalo antes de ir a la casa de Franklin.
—Voy a comportarme si me prometes que puedo follarte doblada sobre tu
escritorio en tu nuevo trabajo muy pronto. —Su voz era baja y sensual.
—¿No es un poco prematuro? ¡Ni siquiera he comenzado todavía!
—Sólo prométeme que si se presenta la oportunidad, estarás lista para mí.
He estado soñando con ello durante días.
Me excité sólo de pensar en lo que decía, y él lo sabía. Su sonrisa fue
tortuosa y deliciosa.
Solté un exagerado suspiro como si le estuviera haciendo un gran favor.
—Bueno, está bien, si se presenta la oportunidad.

Desayunamos e intercambiamos regalos. No había tenido mucho tiempo


para ir de compras, pero Shauna me había ayudado a escoger algunas cosas
que sabía que quería conseguirle.
No fue una sorpresa para mí que Kennedy hubiera exagerado. Para mi
primer regalo, me llevó al dormitorio y abrió una puerta del armario. Él había
vaciado un armario entero para mí y ya estaba lleno de ropa y zapatos. Filas de
hermosa ropa de diseñador se alineaba en las paredes y estaba segura que
había contratado a un comprador personal con una muy gorda comisión de
Navidad.
Como si toda su generosidad no fuera suficiente. —Tengo un regalo más
para ti. Pero tienes que vestirte para verlo.
—Kennedy, estás loco. ¡Ya me compraste demasiado! 151
—No te preocupes hermosa, éste es tanto para mí como para ti. — Golpeó
mi culo—. Ahora ve y cubre ese pequeño trasero dulce, así podré sacarte en
público.
Como de costumbre, obedientemente cumplí con su orden. Kennedy no me
dijo a dónde íbamos. Nos detuvimos frente a un hermoso hotel y Kennedy vino
y abrió mi puerta.
—Buenos días, Sr. Jenner —dijo el valet al cogiendo las llaves que
Kennedy lanzó en su dirección.
Nos dirigimos al segundo piso cuando el gerente del hotel nos vio. —Sr.
Jenner, que bueno verlo. Todo lo que solicitó está en orden.
—Bien. No necesitaré nada más hoy. —Nuestro paso se aceleró con su
evidente despedida del gerente que pareció un poco decepcionado.
Llegamos a la puerta que Kennedy estaba buscando, y me entregó un
conjunto de llaves. Me di cuenta de que el llavero tenía una letra J y la placa en
la puerta decía Hope York. Él sonrió e hizo un gesto con la mano para que
siguiera y abriera la puerta.
Dentro había una oficina elegantemente decorada. Era profesional, con un
toque de fantasía. Un gran escritorio antiguo con patas talladas estaba en
medio de la oficina. En una esquina estaba la foto de Kennedy y yo que se tomó
la noche de la cena de caridad de Kelly, y ambos estábamos sonriendo y
mirándonos el uno al otro. En la otra esquina había un tarjetero de visitas.
Tomé una de las tarjetas, Hope York, Gerente de Eventos. En el lado opuesto
del escritorio había tres sillas diferentes, de forma única tapizadas estilo Reina
Ana. En la esquina había una gran litografía de la pintura del helado que
colgaba en nuestros dormitorios.
Sentí que mis ojos ardían mientras lo veía todo. —¿Cómo hiciste todo esto?
—Las lágrimas rodaron por mis mejillas mientras miraba hacia él y él me veía
de cerca, deseando mi aprobación.
—Maldita sea ángel, no llores.
Yo sorbí poco atractivamente a través de mis lágrimas. —Te amo.
Él levantó mi barbilla obligándome a mirarlo. —Te amo también ángel,
feliz Navidad.
Bajó su boca a la mía y juntó mis labios con los suyos de una manera 152
suave. Apoyó su frente contra la mía. Sus pálidos ojos se oscurecieron con
lujuria. —Parece como que la oportunidad se presentó.
No había manera de que pudiera decirle que no. Él había hecho mucho
para hacerme sentir como en casa, y había sido tan generoso conmigo. Quería
demostrarle lo mucho que apreciaba todo lo que había hecho. Además, el
hombre era simplemente irresistible.
Él cruzó la habitación rápidamente y cerró la puerta, luego se deslizó
detrás de mí frente a mi nuevo escritorio. Entonces le dejé hacer lo que le
prometí... follarme inclinada sobre mi nuevo escritorio.

La casa de Franklin y de Lauren estaba llena con la electricidad de un


emocionado niño en la mañana de Navidad. Emily había convencido a Lauren
de dejarla abrir uno de nuestros regalos, y quedé encantada con lo emocionada
que estaba cuando abrió el nuevo Horno Easy Bake. Era mi juguete favorito
cuando niña, y tenía la esperanza de que no tuviera ya uno.
Emily y yo estábamos ocupadas haciendo un mini pastel de chocolate en
su nuevo horno cuando escuché el timbre de la puerta y la voz de Garrett. Oí
algunas presentaciones y murmullos, pero Emily y yo estábamos demasiado
centradas en observar la bombilla cocinar el pequeño pastel para notar a
alguien entrando en la habitación.
—Bueno ¿esto lo que harás en Chicago durante todo el día, hornear
pequeños mini pasteles y jugar a la casita? —No había duda en esa voz. Me
volví.
—¡Shauna! ¿Qué estás haciendo aquí? —Corrí y la abracé y nos quedamos
así durante un minuto.
—¡Garrett y yo queríamos vernos otra vez y Kennedy pensó que sería una
agradable sorpresa venir a visitarte! —Nos reímos como dos muchachas de la
escuela que acaban de salir con el capitán del equipo de fútbol.
Miré hacia arriba y vi a Kennedy viéndonos fijamente. Él me dio una
verdadera sonrisa de hoyuelos y yo articulé te amo.
Shauna se unió rápidamente a Lauren y las tres pasamos la mitad del día
bebiendo vino y tomando turnos contando historias sobre Shauna y yo en la 153
secundaria y Garrett y Kennedy en la secundaria. Nos reímos como viejos
amigos, y de vez en cuando miraba a través de la habitación y veía a Kennedy
mirándome con una sonrisa. Me di cuenta de que estaba disfrutando de su
tiempo con sus hermanos, pero sin embargo, siempre estaba consciente de
dónde estaba.
—¡Hey! —grité cuando lo vi de pie apoyado en el mostrador de la cocina
con los brazos cruzados mirándome, mientras sus hermanos estaban en medio
de una conversación junto a él—. ¿Qué estás mirando? —Sonreí y le devolví la
sonrisa.
Kennedy volvió a llenar su vaso y tomó la botella medio vacía de vino que
los tres estábamos bebiendo y se acercó a donde estábamos paradas. Volvió a
llenar cada uno de nuestros vasos. Shauna y Lauren sin pensar se acomodaron
sus vasos para recargarlos, sin romper su conversación. Él se deslizó detrás de
mí y envolvió sus brazos con fuerza alrededor de los míos, juntando las manos
debajo de las suyas.
Shauna estaba diciéndole a Lauren una historia que había escuchado una
docena de veces, sobre cuando nos escapamos de la escuela y tomamos el auto
de su padre para ir a la playa para encontrarnos con dos chicos. Uno de los
chicos había llevado té helado con vodka añadido y Shauna había bebido
demasiado y tuve que llevarla a casa. El único problema era que nunca había
conducido un auto con caja de cambios, y nos tomó casi tres horas recorrer en
auto los veinte kilómetros a casa entre todas mis frenadas y cambios de
embrague. A dos cuadras de su casa, casi choqué con el auto delante de
nosotros, que pasó a ser de los dos chicos que habíamos conocido en la playa.
En las tres horas que nos llevó llegar a casa, ya se les había pasado la
borrachera y manejaron de regreso.
—Espero que no manejes un auto con caja de cambios Kennedy. —
Shauna rió mientras terminaba su historia.
—No, y lo tendré en cuenta cuando vayamos a comprar un auto nuevo
para ella la próxima semana.
—¿Comprar un auto nuevo? —Arrugué nariz con confusión hacia él.
Lo vi tomar su bebida del manto y tragar de nuevo el líquido amarillo en
el pequeño vaso de cristal. Su otra mano se quedó en mi cadera. — ¿Cómo crees
que ibas a conseguir caminar alrededor de Chicago? No tenemos el transporte
masivo que tiene Nueva York, necesitas un auto aquí.
—Uf... no había pensado en ello. ¿Qué tan lejos es? ¿No puedo ir 154
caminando a trabajar? Realmente no puedo pagar un auto.
—Podemos permitirnos un auto ángel. Y no caminarás para ir a trabajar
sin importar en qué punto esté. Mira lo que pasó la última vez que entraste a
casa tarde en la noche.
Mi pecho se agitó por su tono de mando y la idea de que éramos un
nosotros. Pero no podía dejar que me comprara un auto, incluso si era
ridículamente rico. —Eso es muy dulce, pero no es tu trabajo cuidar de mí.
Bueno, eso fue un error decirlo. Sus ojos se endurecieron y su mandíbula
se tensó inmediatamente. Nuestra juguetona, risueña conversación sólo se
había convertido en algo más.
—Es mi trabajo y tal vez deberíamos tener esta conversación más tarde.
Vi a Shauna y a Lauren mirando nuestra interacción como si
estuviéramos en una telenovela. Lauren me sonrió y me dio la sensación de que
pensaba que toda la conversación era divertida por alguna razón. Como no
quería arruinar el día o mostrarle alguna falta de respeto a Lauren en su casa,
respiré profundamente y decidí que Kennedy tenía razón, y la conversación era
mejor dejarla para cuando estuviéramos en privado después. Le devolví la
sonrisa a Lauren y di vuelta hacia Kennedy y me puse de puntillas y le di un
rápido beso en la boca. —Está bien, más tarde será.
Debe haber asumido que iba a reaccionar de manera diferente, porque me
miró de soslayo y me sonrió, sacudiendo la cabeza mientras caminaba de
regreso a sus hermanos.
Lauren se excusó y Shauna y yo estuvimos solas por fin. —¿Qué está
pasando contigo y Garret? —Mi sonrisa se ensanchó.
Shauna lanzó detalles acerca de la larga noche que pasaron juntos
después de que todos se fueron a su juego y luego al bar. Yo podría haber
saltado la parte sobre cómo él tenía lo que estimaba unos veinticinco
centímetros ocultos en sus pantalones. Pero en secreto no me sorprendió saber
que Kennedy era su hermano. Ella me dijo que se habían estado enviando
mensajes de texto y hablando todos los días lo que me tomó por sorpresa. —
¿Hablas con él todos los días? —La mirada de asombro se registró claramente
en mi rostro.
—Sí, no lo puedo creer. Esto más de lo que he hablado con un hombre en
mucho tiempo sin que rompiera alguna de mis diez reglas. Estoy tan
155
emocionada que creo que lo recompensaré más tarde vestida con mi uniforme
modificado de porrista.
Las dos nos reímos. Shauna odiaba cuando los hombres mencionaban que
debía usar su uniforme de porrista como en los juegos previos. Pero si
realmente le gustaban, y no lo mencionaban, se les presentaba con su
“uniforme modificado de porrista”, lo que significaba una vieja falda que
dejaba las nalgas de su trasero colgando y un corte bajo apretado arriba, sin
sujetador ni ropa interior.
—Estoy tan triste que no estaré cerca de ti en la ciudad, ¡si ustedes chicos
se vuelven pareja podrías mudarte a Chicago y estar más cerca de mí! —El
alcohol y mi actual estado de feliz aturdimiento había hecho que las cosas
parecieran tan simples y fáciles de resolver.
Shauna me miró como si estuviera loca y luego rompió a reír.
—Eres tan graciosa borracha y enamorada. Me encantaba la Hope
borracha, ¡pero creo que la Hope borracha y enamorada es aún mejor!
Fue después de medianoche en el momento en que regresamos de nuevo al
apartamento de Kennedy, me sentí como si estuviera flotando. Kennedy me
sirvió una copa de vino y lo observé avivar el fuego. Podía ver los músculos de
su espalda doblarse cuando se estiró para acumular la madera y estaba segura
de que no había una parte de él que no me pareciera atractiva. Nos sentamos
en el suelo frente al fuego con sólo el árbol de Navidad y el fuego encendido.
—Gracias por la mejor Navidad que he tenido —susurré mientras me
acomodaba entre sus rodillas apoyada frente al fuego.
Él me besó en la frente ligeramente. —De nada, pero no hice nada. Garret
y Lauren hicieron todo el trabajo.
¿Estaba hablando en serio? —Limpiaste un armario, me compraste un
nuevo vestuario, me diste un nuevo trabajo con una memoria increíble en mi
nueva oficina y trajiste mi mejor amiga a Chicago.
—Eso no tienen nada que ver con Navidad. Habría hecho todo eso si fuera
agosto y aceptaste venir a vivir aquí. —Él acarició suavemente mi cabello,
empujando zarcillos escapados detrás de mi oreja y con un movimiento suave— 156
. Así que ahora que lo pienso, realmente no te di un regalo de Navidad.
El hombre estaba loco. —Tu lógica está un poco deformada allí Sr. Jenner.
—Me reí e incliné la cabeza en su toque al lado de mi rostro.
—Mientras estamos en el tema de mi lógica, te voy a comprar un auto.
Podemos decir que es tu regalo de Navidad si eso te hace sentir mejor. —Su voz
era severa.
—No puedo dejar que me compres un auto también Kennedy. —Me volví y
me apoyé en él.
—Es muy dulce querer hacerlo, pero es demasiado.
Él contempló mis palabras con ojos entrecerrados. —Lo que tengo es tuyo
ahora, Hope. Vivo de una manera determinada. Trabajo duro por ello, y me
gusta mi estilo de vida y una cierta cantidad de indulgencia. No podemos
existir en dos mundos diferentes. Quiero cuidar de ti. Tengo que cuidar de ti.
Permíteme hacerlo.
Con sólo sus pocas y simples palabras y la mirada en sus ojos, me di
cuenta de que era importante para él. Tenía que cuidar de mí. No sólo me
quería, me necesitaba. Entendí lo que quería decir. —Está bien —susurré
suavemente, sus ojos no soltaron los míos.
Era un manojo de nervios manejando a la casa de papá desde el
aeropuerto, porque no le había dicho a papá que me había mudado a Chicago
todavía. Que me había mudado con Kennedy.
—¿Estás bien? —Él le apretó la mano que sostenía mientras yo miraba
por la ventana viendo la ciudad en la distancia y la pequeña ciudad en el
horizonte.
—Sí, sólo estoy cansada —mentí.
—Hope —su tono era autoritario y me pregunté cómo sabía que estaba
mintiendo tan instintivamente.
Apoyé la cabeza contra la ventana de cristal frío mientras mi rostro
enrojecía por mi mentira. —También podría estar un poco nerviosa acerca de
decirle a mi papá que me mudaré contigo. 157
Él jaló de nuestras manos enlazadas a su boca y besó suavemente la parte
posterior de mi mano. —Hablaré con él al respecto.
—¿Lo harás? —A pesar de que tenía 26 años, todavía me sentía como una
niña pequeña cuando estaba cerca de mi papá.
—Por supuesto que lo haré. Debería haber hablado con él al respecto
antes de ahora de todos modos.

Candace hizo su habitual efusividad con Kennedy y me tocó tan poco como
fue posible mientras fingía ser feliz de verme también. Salí de las atentas
manos de Kennedy a las de Candace y a sus impresionantes abrumadoras hijas
y fui a instalarme y a dejar nuestras cosas. Unas horas más tarde, mi papá
todavía no estaba en casa todavía, así que pensé que sería un momento perfecto
para ir visitar a mamá. No había podido pasar más de una hora o dos en la casa
con Candace sin papá en años. Sólo había tanto que no podía tomar de ella, y
observarla coquetear con Kennedy estaba empujándome a mi límite.
—Tengo que salir de aquí por un momento —le susurré a Kennedy en voz
baja.
Él asintió.
—Candace, vamos a ir al cementerio, estaremos de vuelta en un par de
horas. —Vi su mandíbula tensarse y la ira de sus ojos y me pregunté si
Kennedy también lo vio. El hombre ni siquiera tenía que mirarme para saber si
estaba mintiendo, estaba segura de que podría ver a través del exterior
falsificado de Candace.
Nos detuvimos en la floristería y escogí flores para mamá y Kennedy eligió
flores para Lilly. Cuando estábamos a punto de salir de la tienda, me dirigí
directamente hacia el entrenador Fitz. No había manera de evitarlo. —Umm...
Hola entrenador Fitzsimmons —pronuncié y una repentina sensación incómoda
se instaló en mí.
—Hola Hope. Encantado de verte. —La incomodidad entre nosotros era
espesa. Miró a Kennedy y Kennedy le tendió la mano.
—Kennedy Jenner. —Se dieron la mano.
—Mark Fitzsimmons. —Un incómodo silencio por un momento—. Umm…
fui entrenador en la secundaria de Hope.
Sentí que me ruborizaba y quise salir corriendo de la tienda. Kennedy me 158
miró y luego al entrenador, evaluando la situación.
—Es así. —Su rostro era una máscara de piedra y su tono gélido. Kennedy
puso la mano en la parte baja de mi espalda y me condujo alrededor del
entrenador y salimos por la puerta.
Ninguno dijo una palabra el corto viaje al cementerio. Me alegré de que
sugiriera que condujéramos, porque el paseo en el frío habría sido helado con el
hielo entre nosotros. Limpiamos la tierra delante de la lápida de mamá y de
Lilly en un incómodo silencio y apoyé las flores sobre la helada hierba marrón.
Kennedy se sentó en el banco, mirándome mientras jugueteaba con las
flores, tratando de ganar tiempo antes de tener que enfrentarme a él. —Tú y el
entrenador tienen un pasado —era más una afirmación que una pregunta.
Seguí limpiando la hierba marrón y recogiendo las malas hierbas
imaginarias. —Sí, pero no es lo que estás pensando.
Él extendió la mano y tomó la mía dejando escapar un profundo suspiro.
—Los celos no son algo que estoy acostumbrado a sentir. Sé que debes haber
tenido novios, pero vi la tensión entre tú y él y quise golpearlo como la mierda.
Tenía que salir de allí.
Las lágrimas llenaron mis ojos y los cerré y le apreté la mano. Sabía que
tenía que decirle la verdad. No más mentiras, nunca. —Debiste haberlo
golpeado como la mierda.
Él me miró y vi el dolor en su rostro. —Es una larga historia. Podríamos ir
a dar un paseo mientras te lo digo, no es algo que me guste decirte aquí.
Él asintió y tomó mi mano. Caminamos por el cementerio, y alrededor de
la ciudad, durante casi dos horas en el frío. Le conté toda la sórdida historia,
desde la aventura de Candace a los años de vivir con una madrastra que me
odiaba y fingir que todo estaba bien por papá. Le dije que ella me culpaba de
que papá lo supiera y la consiguiente dificultad en su relación. Observé su
mandíbula apretarse mientras le dije entre lágrimas que, después de tantos
años, empecé a creer las cosas que ella dijo, y que mi traslado a Nueva York fue
para alejarme y reinventarme.
Él secó las lágrimas de mi rostro y tomó mis mejillas. —Ella estaba celosa
de ti.
—¿Por qué Candace estaría celosa de mí? —Shauna había dicho lo mismo
un par de veces antes, pero pensé que sólo estaba tratando de hacerme sentir
159
mejor.
—Jesús Hope, realmente no tienes ni idea. —Su rostro era serio mientras
buscaba en mis ojos—. Eres hermosa, de pies a cabeza. Y no sólo en el exterior.
El hecho de que no lo veas o no lo uses sólo te hace mucho más hermosa. —Besó
mis labios suavemente—. Ella es una reina de belleza envejeciendo que está
desesperada por atención y tú ni siquiera te das cuenta de toda la atención que
te dan.
Mi corazón se llenó con sus palabras. Me moría de ganas de creerle. De
verme yo misma de la forma en que él me veía. Tenía tanto miedo de admitir lo
que era ante él, pero no me veía diferente después de conocerme. Quería que
me entendiera y me devolviera una parte de lo que solía ser.

Papá estuvo de buen humor durante toda la noche y realmente parecía


disfrutar estar con Kennedy. Era extraño verlo relajado con un hombre que no
era su amigo. Él siempre estaba rodeado de chicas. Yo, mamá, las gemelas,
Candace. Me pregunté si tal vez papá alguna vez se arrepintió de no tener un
hijo. Tal vez él y mamá habrían intentado tener un niño si ella no hubiera
muerto tan joven. Él y Kennedy se reían como si fueran viejos amigos, y mi
corazón se calentó al ver a los dos hombres que amaba llevarse tan bien. Me di
cuenta de que Kennedy se aparecía cada vez que estaba a solas con Candace, y
no estaba segura de si era una coincidencia o estaba siendo protector.
Candace había bebido una botella entera de vino ella sola, y me di cuenta
que estaba media bebida. Estábamos a punto de acabar la limpieza después de
la cena en la cocina cuando sus garras salieron. —Tu padre me dijo que te
mudarás con Kennedy. Sabes, a los hombres no les gustan las mujeres que lo
hacen tan fácil para ellos. —Arrastró las palabras e inclinó la cabeza hacia
atrás para vaciar el vaso—. Supongo que no debería sorprenderme que no
tengas idea de cómo mantener el interés de un hombre.
Sentí mi cara ardiendo de ira mientras seguía limpiando el último de los
platos.
Desde detrás de mí, con un tono tranquilo y fresco, envió escalofríos por
mi columna. —Hope tiene más que mi interés. —Me volví y podría decir que
estaba manteniendo su voz abajo para que papá no lo escuchara hablar.
Su aparición puso a Candace nerviosa, pero era una profesional en
160
enmascarar el mal dentro de ella. —Le estaba diciendo a nuestra pequeña
Hope que a veces los hombres no compran la vaca, cuando reciben la leche de
forma gratuita. —Arrastró su dedo perfectamente cuidado con coquetería
través de la espalda de Kennedy mientras lo pasaba en su salida de la cocina.
Verla tocarlo me puso mal del estómago. Vi como todo su cuerpo se tensaba
ante su toque.
Me acerqué a él y puse mis manos sobre su pecho, apoyándome.
—¿Estás bien? —me preguntó mientras pasaba sus manos arriba y abajo
de mi espalda.
Hice mi mejor intento de sonrisa. —No voy a dejar que me afecte —mentí.
Honestamente, la mujer conocía la zona de mis mayores temores. ¿Él se
aburriría de mí? Era precioso, mundano y rico. Los hombres como él no
pertenecían con aburridas chicas de pequeños pueblos como yo.
Me miró de soslayo, como si no estuviera seguro de que estaba diciéndole
la verdad. —En realidad, estoy bien. Volvamos con papá antes de que se dé
cuenta de que algo anda mal.
Me apretó y me llevó a la sala de estar. No estaba segura de que creía en
mí, pero me estaba dando un pase libre.
Papá obligó a Candace y a las gemelas a mantener un presente sin abrir
desde Navidad, así que todos pudimos abrir los regalos juntos, ya que no los
habíamos intercambiado todavía.
Papá y yo estábamos repartiéndoles regalos a todos cuando me di cuenta
que Candace tomaba asiento en el pequeño sofá de dos plazas junto a Kennedy.
Era un pequeño sofá de dos plazas, por lo que normalmente la gente tenía que
sentarse cerca, pero Candace parecía que estaba sentada extra cerca. Cuando
miré a Kennedy pude ver que su mandíbula estaba apretada y que lo había
notado también.
Me acerqué a Candace y le tendí un regalo sin decir una palabra. Ella
sonrió con un gesto plástico recubierto de azúcar hacia mí y lo arrebató de mis
manos. Procuré ignorarla y volví mi rostro a Kennedy y le entregué un regalo.
—Ya me diste mis regalos. —Su voz era tranquila, pero sabía que estaba
controlando su ira sentado tan cerca de Candace.
—Guardé uno para que lo abrieras aquí. —Le sonreí y vi como su rostro se
destensaba.
Me dio una pequeña sonrisa de regreso. —Yo guardé uno para ti también. 161
—Él arqueó una ceja y mis rodillas temblaron ante su sonrisa traviesa con
hoyuelos. Sentí que mi rostro se sonrojaba cuando Candace hizo una fuerte tos
falsa, que nos devolvió a la habitación. Abrí mucho mis ojos hacia Kennedy en
un rostro silencioso y juguetón de “basta”, y caminé de regreso a papá.
Abrí uno de los regalos que papá me había dado. Era un bonito llavero con
una gran estrella de plata colgando.
—Gracias papá, es muy bonita.
—No me importa si es bonita niña, tiene una alarma secreta dentro. —Él
tomó el llavero y presionó los lados de la parte inferior y emitió un tono alto,
perforador de orejas, un sonido fuerte de alarma.
Sonreí. —Gracias papá, lo usaré. Pero ya te dije que estoy bien.
Él me besó en la frente. —Sé que lo estás, confío en que Kennedy cuide
bien de ti.
¿Lo hace? ¿Mi padre confiaba en Kennedy para que cuidara bien de mí?
¿Cuándo pasó eso?
—Estoy segura de que estarás sola una gran cantidad de tiempo viviendo
allí en Chicago. Quiero decir que Kennedy es un ocupado hombre de negocios y
estoy segura de que tiene una gran cantidad de funciones y de viajes que
monopolizan su tiempo. Tu padre y yo sólo queremos asegurarnos de que
estarás a salvo, Hope.
Las palabras de Candace salieron en una extraña mezcla de insulto y de
algo azucarado.
—En realidad, no tengo planes de ir a ninguna de mis funciones o de viaje
a algún lugar sin Hope, ahora que se estará mudando a Chicago. —Kennedy no
miró a Candace mientras habló.
—Eso es lo que dices ahora, pero las cosas pueden cambiar.
—Candace. —Toda la habitación se quedó en silencio con su sola palabra.
Su tono lo dijo todo.
Pero Candace nunca sabía cuándo parar. —Bueno, alguien tiene que
vigilar a nuestra pequeña Hope. Tengo miedo de que vaya a acabar sola
mientras Kennedy está ocupado en su mundo. —Las palabras sonaron
discretas, pero sabía lo que quería decir. Éramos de diferentes mundos y yo no
pertenecía al suyo.
—Estarán bien. Y no creo que este sea el momento ni el lugar para 162
discutir alguna preocupación que puedas tener. —Mi papá rara vez levantaba
su voz, pero su respuesta fue lacónica alta y clara.
Kennedy se puso de pie y tuve miedo de que hubiera llegado a su límite y
hubiera tenido suficiente. Sabía que era protector conmigo; Caminé hacia él
necesitando tocarlo para mantenerlo calmado.
—Está bien, Joe. Me gustaría tranquilizar a Candace, para que no esté
preocupada. —Kennedy se acercó y tomó mi mano y la llevó a sus labios,
besando la parte superior de ella suavemente. Me miró a los ojos—. Candace no
tiene que preocuparse de que me sienta ocupado en mi mundo sin ti, porque tú
eres mi mundo. —Hizo una pausa pero sus ojos nunca apartaron la mirada de
la mía—. No tengo ninguna función más, nosotros tenemos funciones. —Vi
cómo veía a papá y él le dio una sonrisa y un asentimiento. Entonces se volvió
hacia mí—. Pero hay una cosa en la que Candace tiene razón, las cosas pueden
cambiar. Y espero que lo hagan, muy pronto. —Miró hacia abajo y metió la
mano en su bolsillo—. He estado llevando esto en el bolsillo desde la noche en
que tuviste el accidente. —Era el anillo de mi madre—. Pero esta noche le pedí
a Joe su bendición, y pensó que deberías tenerlo en su lugar. —Buscó en su
bolsillo de nuevo y vi el anillo de mi madre. Mis ojos se llenaron de lágrimas.
Estaba en shock. Emoción. Amor. Felicidad. Quería gritar y saltar arriba y
abajo, pero estaba congelada.
Su gran mano tomó suavemente mi barbilla y la levantó para que me
encontrara con su mirada.
—Hope Marie York, sé que no soy lo suficientemente bueno para ti, pero
¿me dejarías pasar el resto de mi vida en tu mundo?
Mi cabeza empezó a dar vueltas y me di cuenta de que había estado
conteniendo la respiración.
Kennedy se inclinó hacia abajo, con la cabeza junto a la mía, susurró—:
Respira ángel, respira.
Exhale y las lágrimas comenzaron a fluir de manera incontrolable.
Él secó mis lágrimas. —Dame una respuesta hermosa.
—Sí. —le susurré.
—¿Sí? —él susurró de vuelta y me sonrió.
—¡Sí! —grité—. Sí, ¡Sí, me quiero casar contigo! —Puse mis brazos
alrededor de él y lo abracé con fuerza. Él sonrió y me miró. 163
—Bienvenido a la familia hijo. —Papá le dio unas palmaditas en la
espalda a Kennedy. Yo abracé a papá.
—Gracias papá —susurré mientras lo abrazaba. Por encima del hombro
de papá vi el rostro de Candace y apenas pude contener una risa histérica.
Tenía la boca colgando abierta y estaba pálida, como si acabara de ver un
fantasma.

En el momento en que nos fuimos a la cama esa noche, me sentí como si


estuviera flotando. Era más feliz de lo que nunca pensé posible. Iba a casarme
con el hombre de mis sueños, que me amaba y me protegería con su vida. Me
quedé mirando el hermoso anillo de mi madre cuando Kennedy se metió en la
cama junto a mí.
—Te amo —dije en voz baja.
—Yo también te amo hermosa. —Su boca cubrió la mía con un suave beso.
Él levantó la cabeza para mirarme a los ojos mientras movía su cuerpo
sobre el mío, apoyando su peso sobre sus brazos. Sentí la rigidez entre mis
piernas acariciar mi pierna cuando movió su cuerpo para acomodarse entre mis
piernas. —Ahora voy a darte el presente que he estado guardando para ti. —Vi
las esquinas de su sucia sonrisa y alcancé a ver sus hoyuelos mientras
levantaba la mano y apagaba la luz. Y luego me dio otro regalo.

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Vi Keeland es neoyorkina de nacimiento con tres niños que ocupan la
mayor parte de su tiempo libre, de lo que ella se queja a menudo, pero que no
cambiaría por nada del mundo. Es un ratón de biblioteca y se sabe que lee su
kindle en la parada de semáforos, mientras peinan su cabello, limpiando,
caminando, durante eventos deportivos y con frecuencia mientras pretende
trabajar. Ella es una aburrida abogada durante el día, y una excitante autora
de Best Sellers eróticos durante la noche.

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