Lipski Las Lenguas Criollas de Base Hispana

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Lexis XXVIII. 1-2 (2004): 461-508.

Las lenguas criollas de base hispana

John M. Lipski
Univiersidad Estatal de Pennsylvania

l. Introducción
Una faceta importante de la dialectología hispánica es el estudio de
las lenguas criollas de base española, existentes o recién desapareci-
das. Los criollos hispánicos no son, strictu sensu, dialectos del espa-
ñol sino lenguas independientes, productos del mestizaje lingüístico
y un proceso de transmisión interrumpida y reestructurada que
rompe con los tradicionales modelos genealógicos de las lenguas
indoeuropeas. Los criollos de base hispana han convivido con la
lengua española y en su auge se ha producido una compenetración
y una influencia mutua que habrá de haber dejado huellas perma-
nentes en la evolución del español regional de por lo menos tres
continentes. Según las hipótesis más aventuradas, todas las varieda-
des vernaculares del español caribeño -y tal vez de otras naciones
hispanoamericanas- son resultado de una gradual descriollización
de una variedad parcial o totalmente acriollada del español colo-
nial. Es imprescindible, pues, que se coloquen las lenguas criollas
de base española dentro del marco de la dialectología diacrónica y
sincrónica.
Empecemos con unas definiciones. Un pidgin -de acuerdo con
las corrientes actuales de estudios criollos- es un lenguaje de con-
tacto surgido por razones de urgencia en medio de grupos de perso-
nas que no comparten una lengua mutuamente conocida. El pidgin
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es una variedad sumamente reducida de una lengua natural, y nor-


malmente no es posible la comprensión mutua entre el pidgin y el
idioma completo. En las circunstancias más frecuentes, el pidgin se
deriva del idioma del grupo dominante, por ejemplo la lengua de
los amos en una plantación esclavista, la lengua de la potencia colo-
nial en un mercado políglota asiático o africano, etc. Este lenguaje
reducido -que carece de toda inflexión, conjugación, concordancia,
y complejidad sintáctica- es adoptado por los miembros de distintos
grupos lingüísticos para facilitar la comunicación básica entre sí. En
algunas regiones, por ejemplo la costa occidental de Africa, las ciu-
dades de Nueva Guinea, y las islas de Polinesia, un pidgin puede
existir al lado de las lenguas nativas durante muchas generaciones.
Existen muchos ejemplos del español y el portugués pidginizados en
las imitaciones del habla de negros!fala de preto hechas por autores
peninsulares de los siglos XV-XVII (Gil Vicente, Lope de Rueda,
Sánchez de Badajoz, Lope de Vega, Góngora, Quiñones de Bena-
vente, Calderón, entre muchos otros). 1 Posteriormente en Hispa-
noamérica, el pidgin afroespañol está documentado a partir de los
villancicos de Sor Juana Inés de la Cruz, y continúan hasta las pri-
meras décadas del siglo XX, sobre todo en Cuba, el litoral peruano
y -en el siglo XIX- en el Río de la Plata.
Una lengua criolla surge típicamente cuando un pidgin llega a ser
lengua nativa, por ejemplo cuando es adquirido por niños cuyos pa-
dres no tienen una lengua en común que no sea un pidgin reducido.
Los niños -así como los adultos que conocen profundamente el
pidgin- transforman este lenguaje reducido en un idioma completo,
expandiendo las bases sintácticas, inventando nuevas combinaciones
léxicas, y convirtiendo una colección de elementos sueltos y caóticos
en un sistema coherente y eficiente. Si los idiomas nativos que
forman el substrato del pidgin son gramaticalmente parecidos, el
criollo resultante puede ser una verdadera lengua híbrida, combi-
nando la base léxica del idioma "lexificador", y las estructuras sin-
tácticas de las lenguas del substrato. Así es, por ejemplo, que el
kréyol haitiano tiene un 99% de palabras de origen francés, pero una
gramática completamente reestructurada según la familia Ewe-Fon

1 Véanse Lipski (1986a, 1986c, 1986g, 1988b, 1991a, 1992b, 1992d, 1995), Chasca

(1946) y Granda (1969).


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de Dahomé/Benín, el principal substrato africano. El Tok Pisin de


Papua-Nueva Guinea combina palabras de origen inglés con estruc-
turas gramaticales austropacíficas. El "chabacano" -lengua criolla
hispano-filipina- combina palabras españolas con partículas gramati-
cales y configuraciones sintácticas de las principales lenguas filipinas.
Cuando el substrato es más heterogéneo, tanto el pidgin original co-
mo el criollo resultante suelen tener menos características marcadas
de lenguas específicas y predomina la simplificación morfosintáctica
y los denominadores comunes fonéticos y gramaticales. Así es que el
criollo afroportugués de Sao Tomé y Príncipe, cuyo substrato estaba
dividido entre las familias Kwa y Benue-Congo de Nigeria y unas
lenguas bantúes de Angola, tiene relativamente pocas estructuras
que puedan ser trazadas directamente a las lenguas africanas de base.
En la mayoría de las comunidades lingüísticas afrohispanas -tanto
en España como en Hispanoamérica- era tan variada la proceden-
cia de los africanos. que raramente encontramos en el español 'afri-
canizado' estructuras que no sean resultado de la simplificación
lógica de la lengua española.
Cuando un idioma criollo convive con la lengua lexificadora ori-
ginal, se produce un continuum poscriollo, en que los miembros de la
comunidad lingüística combinan aspectos del idioma criollo con es-
tructuras del idioma original, según su nivel de escolaridad. A lo
largo, se puede producir una descriolli<JLción en dirección a la lengua
lexificadora, siempre que se den las condiciones sociodemográficas
que garanticen el triunfo del idioma lexificador. La descriollización
es de suma importancia para la dialectología hispanoamericana, ya
que en la medida que haya existido un criollo afrohispano en épo-
cas pasadas, es posible que el habla vernacular actual -sobre todo
de los enclaves afroamericanos aislados- sea resultado de la aproxi-
mación gradual del antiguo criollo al castellano normativo.
Dentro del marco teórico que acabamos de exponer, el aspecto
más significativo de una lengua criolla es la etapa de DESCONTINUI-
DAD diacrónica, el momento de ruptura (creación de un pidgin por
individuos que desconocen la forma completa del idioma lexifica-
dor) seguido de la creación de un idioma nuevo (el criollo), cuyas
estructuras no pueden ser derivadas -en una reconstrucción etimo-
lógica lineal- directamente del idioma original. Estas son las defini-
ciones que gozan de la más amplia aceptación en la actualidad,
aunque no sean universalmente aceptadas.
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Existe una tercera opción, que en la actualidad despierta el interés


de muchos especialistas: un semicriollo, es decir, una lengua -produc-
to de algún tipo de contacto lingüístico que demuestra unas caracte-
rísticas acriolladas con respecto a las variedades anteriores, pero que
no requiere la ruptura total que presupone la conversión de un
pidgin no nativo en un idioma criollo nativizado. 2 Un semicriollo
puede resultar de un prolongado período de bilingüismo entre ha-
blantes nativos de un idioma e individuos que lo adquieren lenta-
mente, sin abandonar completamente sus respectivas lenguas nativas.
Así es, por ejemplo, que algunos registros del español andino tienen
características semicriollas, producto del contacto entre una pobla-
ción hispanoparlante de origen europeo y otra población indígena
cuyo interlenguaje parcial nunca llegó a reemplazar el castellano
europeo como lengua mayoritaria, pero sí pudo matizar la lengua
europea de manera permanente, dejando sus huellas a lo largo de
generaciones posteriores que hablarían el español como lengua na-
tiva. El portugués brasileño vemacular también posee rasgos estruc-
turales que difícilmente se derivan del portugués europeo, sino que
provienen de la presencia de una comunidad afrobrasileña cuyo
aprendizaje gradual del portugués quedó reflejado en la reestructura-
ción parcial del idioma continental. El inglés vemacular de los ne-
gros estadounidenses es otro ejemplo posible de un semicriollo, que
en la actualidad pierde sus rasgos creoloides en contacto con las
variedades normalizadas del inglés norteamericano. Para algunos ob-
servadores, es posible que se forme una lengua criolla sin la existen-
cia previa de un pidgin nativizado; es decir, la reestructuración lenta
de un idioma en contacto con una variedad de otras lenguas puede
dar lugar a criollo en el transcurso de una o más generaciones. Des-
de esta perspectiva, la diferencia entre un semicriollo y un criollo se
hace más tenue, siendo tal vez el criterio principal la variedad de
lenguas en contacto y el grado de ruptura con respecto al idioma
lexificador.

2. Las lenguas criollas de base española: pasado y presente


En la actualidad, existen los siguientes criollos de base española:

2 Holm (1988, 1989), Lorenzino (1993), Lorenzino et al. (1998) y Mello et al (1998).
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(1) El papiamento, lengua vernacular de las Antillas Holandesas


(Cura<;:ao, Aruba, Bonaire), que contiene elementos españoles y por-
tugueses, además de unas contribuciones posteriores del idioma ho-
landés.
(2) El palenquero, la lengua vernacular de la aldea afrocolombia-
na de San Basilio de Palenque.
(3) Existen por lo menos tres variedades acriolladas del español
en las Islas Filipinas, conocidas colectivamente como chabacano.
(4) Según muchos investigadores, el español hablado por negros
bozales (nacidos en África que hablaban variedades parcialmente
adquiridas del español) debe haberse convertido en una lengua crio-
lla en Cuba, Puerto Rico y posiblemente otras regiones del Caribe
hispánico.
Además de los criollos antes mencionados, quedan unos rema-
nentes de lenguaje afrohispánico que pueden ser los últimos suspiros
de lenguas criollas ya desaparecidas. Así, por ejemplo, tenemos:
(1) El lenguaje ritualizado de los negros congos de Panamá, aparen-
temente derivado de un criollo anterior.
(2) Existen pequeñas comunidades afroamericanas en el litoral pe-
ruano, en las Yungas de Bolivia, en el interior y la costa del Ecua-
dor,3 en el Chocó colombiano, 4 en el interior de la República Domi-
nicana5 y en el Barlovento venezolano,6 que retienen configuraciones
que sugieren la existencia de un criollo o un semicriollo afrohispánico.

3. La escasez de criollos de base española


En el marco de los contactos lingüísticos afroibéricos, la aparente
falta de criollos exclusivamente afrohispánicos ha sido motivo de cons-
ternación. El investigador norteamericano John McWhorter (1995 y
2000) ha sugerido que todos los criollos afroatlánticos -sean de base
portuguesa, inglesa, francesa, u holandesa- se formaron originalmente
en las factorías o fortalezas europeas en la costa occidental de África,
a partir del siglo XVI. Como es bien sabido, los portugueses disfru-

3 Lipski (1986j, 1987g), Schwegler (1999a).


4 Ruíz García (1999), Schwegler (1991a).
5 Green (1997, 1999, 2001), Megenney (1990a, 1993).
6 Megenney (1989a, 1990b, 1990c, 1999), también Álvarez (1991, 1.992, 1999).
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taban de un monopolio casi total en la trata africana durante el


primer siglo y medio; posteriormente compitieron franceses, ingleses
y holandeses, enviando su mercancía humana directamente a sus
colonias americanas. Los españoles, sin embargo, no se establecie-
ron en África negra hasta las últimas décadas del siglo XIX, mucho
después de la formación de los criollos afroatlánticos.
Por muy atractiva que sea la hipótesis de Me Whorter, debemos
reconocer que algunos criollos caribeños parecen haberse formado
in situ, sin una base previa de criollos surgidos en la costa africana:
el kréyól de Haití, el papiamento, y aun el palenquero (que muestra
algunas semejanzas con los criollos portugueses del Golfo de Gui-
nea) son creaciones afroamericanas, aunque hayan recibido contri-
buciones extraterritoriales afrocriollas. Es más probable que la falta
de criollos afrohispánicos se deba a las proporciones demográficas
entre blancos y negros durante los momentos decisivos del Caribe
hispánico, así como la poca duración de las altas concentraciones de
africanos bozales en el Caribe. Varios investigadores han señalado
que las proporciones demográficas en Cuba nunca eran propicias
para la formación de una lengua criolla, ya que en ningún momento
la población negra de la zona hispanoamericana de mayor caneen- .
tración de negros bozales -es decir, Cuba durante el boom azucarero
del siglo XIX- superaba un 60%, aunque admiten que en algunas
áreas azucareras la proporción puede haber sido más significativa.

4. El chabacano
Los dialectos hispanocriollos de Filipinas (conocidos regionalmen-
te como chabacano) han surgido en distintas partes del archipiélago
filipino; entre ellos figuran los ya moribundos dialectos de Temate y
Cavite en la Bahía de Manila, el ya desaparecido dialecto de Ermita,
en la ciudad de Manila, y los dialectos chabacanos vestigiales de Da-
vao y Cotabato. 7 El único dialecto chabacano que ha sobrevivido

7 Una bibliograña mínima sobre los dialectos hispanocriollos de Filipinas contendría

por los menos los siguientes estudios: Apostol (1962-67, 1967), Camins (1989), Forman
(1972), Frake (1971, 1980), Lipski (1986e, 1986f, 1987b, 1987c, 1987d, 1987e, 1987f, 1988a,
1992c, 1996c, 2000b, 2001b), Maño (1963), McKaughan (1954), Molony (1973, 1977),
Quilis (1970, 1975, 1980, 1984, 1985, 1992), Riego de Dios (1976a, 1976b, 1978, 1989) y
Whinnom (1954, 1956, 1965).
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los desplazamientos lingüísticos de los últimos 150 años (entre ellos


la fuerte presencia de la lengua castellana en las décadas finales de la
colonia española, la ocupación norteamericana y la implementación
masiva del idioma inglés, y las posteriores campañas nacionalistas
en pro de la lengua tagala) es el zamboangueño, hablado en la ciu-
dad de Zamboanga y sus alrededores, y que cuenta con varios cen-
tenares de miles de hablantes. En la actualidad, el idioma tagalo ha
reemplazado casi por completo a los dialectos chabacanos de Ter-
nate y Cavite, mientras que en Davao y Cotabato han sido los idio-
mas de Visayas (principalmente el cebuano) los triunfadores en la
pugna lingüística de Mindanao, tierra de imigrantes de otras áreas
de Filipinas. Por su parte, el zamboangueño ha incorporado una enor-
me cantidad de palabras visayas, pero al mismo tiempo ha retenido
su naturaleza hispanocriolla, y sigue siendo el idioma mayoritario de
uno de los principales centros culturales y económicos de Filipinas,
en su extremo meridional. De esa manera, el chabacano de Zam-
boanga se destaca como integrante legítimo del mosaico lingüístico
filipino, a diferencia del idioma castellano que, con la excepción de
unas cuantas personas de la clase mestiza, dispersadas por toda la
república, ha perdido toda vigencia actual.
Es difícil trazar con exactitud los orígenes del dialecto zamboan-
gueño, pero lo más probable es que éste haya surgido en Zamboan-
ga después del retomo del destacamento militar español en el año
1719, cuando llegaron soldados mercenarios de varias zonas de la
colonia, entre los cuales figuraban con toda probabilidad unos ha-
blantes del ya existente chabacano de Cavite/Temate. 8 Aunque el
dialecto zamboangueño difiere de los dialectos de Cavite y Temate
en varios aspectos significativos (por ejemplo, en cuanto a las par-
tículas verbales de aspecto y tiempo, el uso de pronombres de ori-
gen visayo y la cantidad de elementos léxicos de origen cebuano e
hiligaynón), son aun más notables las semejanzas estructurales, en
vista de las cuales es imposible que los dos grupos de dialectos ha-
yan tenido un origen independiente. Los estudios comparativos se-
ñalan el temateño como el dialecto más cercano al postulado dialecto
hispanocriollo llevado a Filipinas desde las Islas Molucas en el siglo
XVI, o formado espontáneamente en aquel país. 9 El dialecto cavite-

8
Lipski (1992c) y las etapas tentativas presentadas en el Cuadro l.
9
Molony (1973, 1977a, 1977b) y Whinnom (1956).
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ño presenta un aspecto algo más evolucionado, al mismo tiempo


que da evidencia de un contacto más reciente con el idioma espa-
ñol, y el dialecto zamboangueño evidentemente se formó después de
haberse producido la diferenciación entre el ternateño y el caviteño.
Aunque los primeros estudios sobre el dialecto zamboangueño 10
dieron la impresión de que ese dialecto se moría ya, en realidad
parece que el número de hablantes va en aumento, debido a la
migración hacia Zamboanga desde otras áreas de Filipinas. El cha-
bacano es la lengua nativa de la mayoría de la población actual de
Zamboanga, con excepción de los musulmanes oriundos del archi-
piélago de Sulú. Los emigrantes recién llegados a Zamboanga se ven
obligados a aprender el chabacano, aunque es posible emplear al-
guna combinación de inglés, cebuano y tagalo para llevar a cabo la
comunicación esencial. Entre los zamboangueños nativos, el chaba-
cano es el idioma preferido en la mayoría de las situaciones lingüís-
ticas, aunque entre los grupos profesionales y escolares existe un
importante componente léxico de origen inglés.
Además de la eliminación de la conjugación verbal y la flexión
nominal, características de todo dialecto hispanocriollo, los dialectos
chabacanos manifiestan unas modificaciones fonológicas y un reper-
torio léxico a la vez arcaico, popular y vulgar, que apunta incontes-
tablemente hacia las zonas caribeñas y mexicanas. En la dimensión
fonética, ha sido frecuente la aspiración y pérdida de s final de sí-
laba/palabra y la confusión entre l y r, y son normales el yeísmo y
el seseo total. Estos rasgos hacen un contraste notable con el caste-
llano actual que se habla en Filipinas y nos permiten una recons-
trucción parcial de los dialectos hispánicos que se empleaban en los
siglos XVII y XVIII, a lo largo de las rutas marítimas entre Europa
y América, y entre el puerto de Acapulco y las islas del Pacífico. 11
En cuanto al léxico es notable el empleo de vos como pronombre
de trato familiar. El dialecto de Ternate tiene mihotro para 'nosotros',
buhotro para 'vosotros' y lohotro para 'ellos/ellas', lo que refleja una
pronunciación popular que existe hasta hoy en día en el mundo his-

10 Sobre todo Whinnom (1956), que llegó a ser la referencia más importante hasta la
publicación de Frake (1971). Whinnom no había visitado Zamboanga debido a la difícil
situación política y se basaba en comentarios recogidos en Manila. Frake había hecho sus
trabajos de campo en Zamboanga y verificaba la vitalidad del dialecto zamboangueño.
11 Lipski (1986f, l987b) y Molony (1973).
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pamco. Los dialectos chabacanos de Luzón tienen platicá 'hablar',


mientras que conversá es más corriente en Zamboanga. Corrientes en
todos los dialectos chabacanos son los americanismos hincá 'arrodi-
llarse', butá 'tirar', pará 'ponerse de pie', amarrá 'atar', canto 'esquina',
excusao 'retrete', lindo 'hermoso', los títulos ñor y ñora, y los mexica-
nismos zacate, zapote, camote, sayote (chayote), changue (tianguis), pa-
lenque 'mercado', chongo (chango) 'mono', petate, atole, chile. Para
pedir la repetición de algo cuyo sentido no ha sido captado, es fre-
cuente el empleo de ¿mande? Los orígenes humildes de los dialectos
chabacanos se dejan ver en el uso corriente de palabras que en el
castellano actual llevan una conotación rústica y aun vulgar: pescuezo,
barriga, parí 'dar a luz', miá 'orinar' carecen por completo de valor
semántico negativo en los dialectos chabacanos. Algunas palabras
españolas han experimentado ligeros desplazamientos semánticos,
tanto en los dialectos chabacanos como en el español filipino actual:
podemos citar seguro 'tal vez, posiblemente' frente a (a)segurao 'cierto,
seguro'; lenguaje 'lengua nacional', ahora 'hoy'. Tal vez el filipinismo
léxico más notable consiste en la conjugación de la palabra cuidao:
tú cuidao, usted cuidao, ustedes cuidao quieren decir aproximadamente
'depende de ... ' o 'lo que ... quiera[n],' mientras que yo cuidao signifi-
ca 'yo me ocuparé del caso'. Esto refleja el tagalo ako ang baha-
la!bahala ko 'yo me ocuparé del caso'; ikaw ang bahala!bahala ka 'lo
que tú quieras', etc. Esta expresión es de uso corriente entre todos
los filipinos de habla española (pero no entre los que han aprendido
el español exclusivamente en los colegios) y ocurre también en los
dialectos chabacanos.
Todas las lenguas autóctonas de Filipinas manifiestan el orden sin-
táctico preferido Verbo-Sujeto-Objeto, y las variedades chabacanas
suelen mantener el mismo patrón gramatical. Al igual que las otras
lenguas criollas, el chabacano carece de inflexión verbal; el verbo se
forma de una raíz invariable (derivada del infinitivo o de la tercera
persona del singular), acompañada de una partícula preverbal que
señala tiempo, modo o aspecto. En Cavite, las partículas son ta
(habitual, progresivo), ya (pasado, perfectivo) y di (< ha de) (fu-
turo/irrealis). El dialecto de Ternate emplea ta, di y a para expresar
pasado/perfectivo. El chabacano zamboangueño emplea ta, ya y ay
(futuro/irrealis); existe una variante arcaizante el para expresar el
futuro. A diferencia del papiamento y el palenquero, el chabacano
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no combina las partículas preverbales para expresar condicional,


imperfectivo progresivo, etc. La partícula ba (de origen filipino) se
emplea en las frases interrogativas: Puede ba yo andá contigo? '¿Puedo
acompañarte?' En Cavi te y Ternate, la negación se efectúa a partir
de la palabra española no. En Zamboanga la situación es más com-
pleja: no se emplea exclusivamente con los verbos 'modales' (que no
aceptan partículas preverbales): no puede yo andá contigo. En las ora-
ciones perfectivas, se emplea nuay (< no hay) y se suprime la partícu-
la ya: nuay yo andá contigo 'No te acompañé'. En los demás casos se
emplea la palabra filipina hendeq: hendeq ta andá yo na tyangue 'No
voy al mercado'. En Zarnboanga también se emplea la partícula pa
'todavía' a veces en combinación con nuay. nuay pa yo andá na
Zamboanga 'Todavía no he ido a Zamboanga'.
Los pronombres de sujeto en la serie singular son comunes a to-
das las variedades del chabacano: yo, (e)bos (y a veces tu, oste}, ele 'él,
ella'. En la serie plural, los dialectos de Cavite y Ternate emplean
palabras derivadas de los pronombres españoles: nisós, busós, ilós en
Cavite y mihotro, buhotro, lohotro en Ternate. El chabacano zamboan-
gueño emplea pronombres de las lenguas visayas: kamé (exclusivo),
kitá (inclusivo), kamó (y en un estilo más refinado ustedes), silá. Igual-
mente, los pronombres posesivos y de complemento directo ocupan
las formas filipinas en la serie plural: diamon, diaton, diiño, diila; ka-
namon, kanaton, kaniño, kanila. En la serie singular el objeto directo
se marca con la palabra con, igual que en las variedades chabacanas
de Ternate y Cavite: ta mira yo con ele 'Yo lo/la veo'. Todos los dia-
lectos del chabacano emplean la preposición polisémica na, que in-
dica direccionalidad, ubicación y contenido, reuniendo las funciones
de las preposiciones españolas a, en y a veces de y para. El cuadro
(a) resume las principales características gramaticales del chabacano.
La incorporación de elementos léxicos al chabacano zamboan-
gueño ha pasado por cuatro etapas: los primeros contactos con el
español, la influencia visaya, los últimos contactos españoles y la in-
fluencia contemporánea del inglés. Después de la formación inicial
del dialecto zamboangueño, una gran cantidad de palabras de ori-
gen visayo pasó a formar parte del léxico hispanocriollo, reempla-
zando a palabras españolas, algunas de las cuales han sobrevivido
en el ternateño y el caviteño. En las últimas décadas del siglo XIX,
fueron integradas o reincorporadas otras muchas palabras españolas
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al chabacano de Zamboanga; a veces es posible identificar estos his-


panismos posteriores por el aspecto moderno; p. e. ahora en vez de
agora, antes en vez de endenantes, etc. Asimismo, en algunos casos, el
valor semántico sugiere un préstamo moderno, al tratarse de un
concepto tecnológico que no existía en la época formativa del hispa-
nocriollo: aeroplano, auto (automóvil), aeropuerto, gasolina. Tal vez el
hispanismo reciente más significativo es la propia palabra españo~ la
que reemplaza a la palabra castila (<Castilla/castellano), en el sentido
del idioma y el pueblo de España. La palabra castila todavía se en-
cuentra en los dialectos chabacanos de Ternate y Cavite, y no es
desconocido este término entre los zamboangueños más ancianos.
Algunos de los préstamos visayos parecen ser más recientes, pues
entre los habitantes rurales de edad avanzada todavía se utilizan las
formas españolas/criollos correspondientes: diutay (chiquito); anak (hi-
jo/hija); bata (niño/niña); manok (gallina); subay (hormiga), etc. Actual-
mente, la fuente principal de préstamos léxicos es el inglés, y entre
los zamboangueños que dominan aquel idioma, es frecuente la alter-
nación entre las dos lenguas en el transcurso de la misma conversa-
ción. En algunos casos, los nombres, adjetivos y verbos ingleses ad-
quieren la forma de una palabra chabacana, tal como ocurre en otras
comunidades bilingües, en Estados Unidos, Centroamérica, Gibral-
tar, etc.: sacrificiá 'sacrificar', compositá 'componer', dependable 'con-
fiable', valuable 'valioso', serioso 'serio/grave', preliminario 'preliminar',
mayor 'alcalde'. El zamboangueño también recurre al prefijo man-,
de origen visayo; originalmente este prefijo servía para formar ver-
bos a partir de nombres visayos y españoles: man-cuento 'charlar',
man-encuentro 'reunirse', man-ulan 'llover', man-gulu 'buscar pleitos'.
En la actualidad, este sufijo puede combinarse con cualquier palabra,
frase o expresión inglesa, prácticamente sin límite: man-relax 'des-
cansar', man-type 'escribir a máquina', man-takeover 'ocuparse de un
caso', man-kidnap 'secuestrar', man-turnover 'entregar', man-public ser-
vice 'hacer un anuncio de servicio público por la radio'. Este proceso
morfológico es activo y puede transformar cualquier palabra inglesa,
aun cuando exista una palabra chabacana equivalente de uso co-
rriente.
Conviven en el habla de Zamboanga palabras españolas de corte
moderno y palabras hispanocriollas o visayas plenamente integradas
al léxico zamboangueño, por ejemplo pequeño (Ch. diutay o chiquito),
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calle (Ch. camino), esquina (Ch. canto), cualquiera (Ch. maskín), padre/
madre (Ch. tata/nana), estómago (Ch. barriga), hijo/hija (Ch. anak), em-
pezó, (Ch. principia}, pared (Ch. dingdiniJ, vergüe11<.,a (Ch. huya}, mañana
[primeras horas del día] (Ch. aga), etc. En muchos casos, las diferen-
cias consisten en una palabra chabacana que ha sufrido un proceso
de erosión fonética frente a la palabra española correspondiente:
también (Ch. tamén), luego (Ch. lego), pescado (Ch. pescaolpehcao), después
(Ch. de(h)p~.
Es posible que algunos de estos elementos españoles provengan
de la población hispanoparlante que se encontraba en Zamboanga
hacia fines del siglo pasado, aunque nuestras encuestas realizadas
con sujetos zamboangueños bilingües no revelaron una proporción
mayor de hispanismos recientes que entre los chabacanos monolin-
gües de la ciudad de Zamboanga. Por otro lado, aunque muchos
residentes de edad avanzada de la provincia de Zamboanga del Sur
saben hablar algo de español, el empleo de hispanismos modernos
es bastante menos frecuente en las zonas rurales, aun entre los habi-
tantes más ancianos, muchos de los cuales pueden sostener una con-
versación parcialmente en español y recitar de memoria canciones y
oraciones en aquel idioma. Además, las actitudes de los residentes
urbanos hacia el habla rural zamboangueña suelen ser negativas; no
sólo se comenta la imposibilidad de entender muchas de las pala-
bras que circulan aún en el ámbito rural, sino también se tilda de
'atrasado', 'retrógrada' o, en las propias palabras chabacanas, grave,
hondo, rudo y bastos el lenguaje del campesino.

5. El palenquero
El palenquero es una lengua criolla de base afroibérica que se
habla en la aldea colombiana de Palenque de San Basilio, al sur de
Cartagena de Indias. En el pueblo el idioma recibe el nombre de
lengua, frente a kateyano 'castellano', la otra lengua de la comunidad.
La lengua palenquera surgió durante el siglo XVII cuando un grupo
de esclavos cimarrones se fugaron de Cartagena para establecerse en
una comunidad fortificada en el interior de Colombia. Aparente-
mente muchos de los fundadores del palenque eran bozales, y es
posible que varios también hayan tenido conocimientos de la lengua
criolla afrolusitana que emergía en la isla de Sao Tomé, sitio de con-
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centración de esclavos de los traficantes portugueses. El sacerdote


español Alonso de Sandoval, residente de Cartagena de Indias,
quien declaró, en el año 1627, que los esclavos africanos arribados al
puerto colombiano procedentes de la isla portuguesa de Sao Tomé
hablaban "con la comunicación que con tan bárbaras naciones han
tenido el tiempo que han residido en San Thomé, las entienden casi
todas con un género de lenguaje muy corrupto y revesado de la por-
tuguesa que llaman lengua de San Thomé" (Sandoval 1956: 94). Es
indudable la referencia al criollo afrolusitano que se habla hasta hoy
en Sao Tomé; sin embargo, el padre Sandoval no da a entender que
los esclavos africanos de otras regiones hayan poseído conocimien-
tos del criollo saomense, pues dice más adelante: "[ ... ] al modo que
ahora nosotros entendemos y hablamos con todo género de negros
y naciones con nuestra lengua española corrupta, como comúnmen-
te la hablan todos los negros." Esta última declaración implica que
los verdaderos bozales, que ignoraban hasta los idiomas criollos afro-
europeos, adquirían el castellano paulatinamente una vez llegados a
tierras americanas. Las diferencias estructurales entre el palenquero
y el criollo saotomense no permiten la hipótesis de una simple rele-
xificación, pero el parentesco compartido es indiscutible.
Los palenqueros hicieron las paces con los españoles para la se-
gunda mitad del siglo XVII y tenemos evidencia de que los palen-
queros eran bilingües y hasta que la "lengua" especial se mantenía
deliberadamente como afirmación de su identidad de cimarrones.
Cuando se levantaban los datos para el Atlas Lingüístico de Co-
lombia en la segunda mitad del siglo XX, la existencia de la lengua
palenquera pasó desapercebida; sólo se registraba una variedad cos-
teña del español colombiano para la aldea aunque Escalante (1954)
ya había publicado un extenso trabajo antropológico que daba cuen-
ta de la presencia de un sistema gramatical distinto del castellano en
el pueblo de San Basilio. No fue hasta el artículo de Bickerton y
Escalante (1970) que los lingüistas reconocieron el carácter indiscuti-
ble criollo de la lengua que se hablaba a la par del castellano en esta
aldea afrocolombiana.
Según Megenney (1986) el palenquero contemporáneo ha sufrido
una descriollización debido a su convivencia con la lengua española;
Schwegler (1996a) disputa esta afirmación, y sostiene la hipótesis
que el palenquero original no distaba mucho de las configuraciones
474 Lexis XXVIII.l y 2

encontradas hasta hoy en día. 12 Es significativo que aunque el palen-


quero comparte algunas características descriollizantes con el caste-
llano regional, el español hablado por los palenqueros apenas refleja
la presencia de otra lengua de estructura tan diferente. 13
El sistema verbal del palenquero se efectúa a base de una raíz
invariable y partículas preverbales, pero igual que el crioulo cabove-
derdiano también hay formas que parecen tener el sufijo imperfecti-
vo -ba. Las partículas principales son: ta {habitual, progresivo), a-se
{habitual), tan {futuro/irrealis), a {pasado/perfectivo), taba {pasado/
imperfectivo).
Los pronombres de sujeto {iguales a los pronombres de comple-
mento, con excepción de la primera persona del singular) son: i!yo,
bo, e(le), suto, uterelenú, ané. Los pronombres de segunda y tercera
personal del plural son de origen bantú y se parecen a los pronom-
bres del criollo de Sao Tomé (i}niise, (z)ne. La forma i (que convive
con yo) puede ser una forma abreviada de m~ que ocurre en todas
las demás lenguas criollas de base afroibérica, aunque Schwegler
{2002) afirma que es de origen kikongo. Las construcciones posesi-
vas se logran al posponer el nombre o pronombre personal al objeto
poseído: casa suto 'nuestra casa', moná ané 'hijo/hija de ellos'. El mar-
cador ma, aparente de origen pan-bantú, indica pluralidad: ma hende
'las personas'. La negación se realiza al colocar la palabra nu {siem-
pre realizada de manera átona pero con tono alto) al final de la ora-
ción completa: i a-se hablá lengua nu 'yo no hablo palenquero'.
Hoy en día la lengua palenquera está amenazada y muchos niños
ya no la aprenden. Por otra parte, a pesar de la falta de aceptación
oficial y la ausencia de materiales escritos (a excepción de una pe-
queña "cartilla" experimental para la escuela primaria), muchos pa-
lenqueros han retomado la lengua como afirmación positiva de su
identidad. La nueva constitución colombiana otorga concesiones te-
rritoriales y económicas a las comunidades lingüísticas minoritarias y
los palenqueros han podido demostrar que la lengua no es simple-
mente una variedad regional de la lengua nacional.

12 También Megenney (1984a, 1985b), Patiño Rosselli •(1999), Friedemann y Patiño


(1983).
l:l Schwegler y Morton (2002).
Lipski • Las lenguas criollas de base hispana 475

6. El papiamento
El papiamento es una lengua criolla de base léxica española y
portuguesa, y de orígenes fuertemente disputados, Según las teorías
más aceptadas, el papiamento nació en la isla holandesa de Cura-
<_;ao, tal vez hacia comienzos del siglo XVIII. Una proporción consi-
derable del léxico -hasta un 60%- puede derivarse tanto del espa-
ñol como del portugués, 14 p. ej. e.g. frio, cabes, largu, boka. Muchas
palabras son de indiscutible origen español: bieu 'viejo/a', hasi 'ha-
cer', mucho, traha 'trabajo/trabajar'. Otras apuntan hacia un origen
en la lengua portuguesa: bai 'ir', trese 'traer', nasementu 'nacimiento',
papia 'hablar'; además han entrado muchas palabras holandesas e
inglesas.
Existen tres teorías en cuanto al origen del papiamento, de base
indudablemente afroibérica. Según la primera hipótesis, el papia-
mento es una relexificación de un criollo afrolusitano formado en
África occidental en el siglo XVI, y que forma la base de casi todas
las lenguas criollas de base afroeuropea. Es una versión del modelo
"monogenético" y para el caso del papiamento la sostienen van Wijk
{1958), Granda {1974), Megenney {1984a, 1985a) y Martinus {1996);
los trabajos tempranos de Lenz {1928) y Navarro Tomás {1953) ya
anticipaban la posibilidad de una relexificación, aunque no propo-
nían un modelo explícito. Según otros investigadores 15 el papiamen-
to proviene de un criollo de base portuguesa, formada en la misma
isla de Cura<_;ao con la llegada de judíos sefarditas de habla portu-
guesa que huían de la región nororiental del Brazil en el siglo XVII
cuando esta zona fue reconquistada de los holandeses. Finalmente,
hay quienes sostienen que el papiamento es un criollo de base es-
pañola, cuyos elementos portugueses fueron introducidos por los
sefarditas lusófonos así como los traficantes negreros portugueses. 16
Existen semejanzas tipológicas entre el papiamento y el crioulo de
Cabo Verde, sobre todo en el sistema verbal, pero las diferencias
son igualmente significativas y todavía no se ha logrado una genea-
logía definitiva del papiamento.

14 Baird (1975), Birmingham (1970, 1976) y DeBose (1975).


15 P. ej. Goodman (1987a, 1987b).
16 Ferro! (1982) y Rona (1971, 1976).
476 Lexis XXVIII.l y 2

El papiamento cuenta con un sistema verbal semejante a las con-


figuraciones encontradas en las otras lenguas criollas: una raíz inva-
riable derivada del infinitivo o de la tercera persona del singular y
una serie de partículas preverbales: 17 ta (habitual, progresivo), a (pa-
sado, perfectivo), lo (< logo-futurolirrealis), tábata (imperfecto/progre-
sivo). Si el sujeto es pronominal, la partícula lo se antepone al sujeto:
lo mi traha 'trabajaré'; si el sujeto es un sintagma nominal, lo ocupa
la posición preverbal: Maria lo traha. 18 El verbo copulativo es ta y
puede combinarse con adjetivos y sustantivos: mi ta homber 'soy
hombre', mi ta mashá kontentu 'estoy muy contento'. El verbo tin
expresa existencia: tin un buki riba la mesa 'hay un libro en la mesa';
en el pasado se emplea la forma compleja tábatin. El papiamento es
la única lengua criolla que cuenta con una verdadera construcción
pasiva, que proviene de la palabra holandesa WiJrdu, base de la VOZ
pasiva en holandés: e kas a wordu ser pintá 'la casa fue pintada'.
Los pronombres de sujeto -que en la mayoría de los casos son
idénticos a los pronombres de complemento- son mz~ bo, e(le) en el
singular y nos, boso(nan), nan en el plural. Todos son de origen ibero-
rromance a excepción de nan, de origen desconocido. El pronombre
se coloca al final de los sustantivos para indicar plural, siempre que
sea necesario especificar pluralidad (Dijkhoff 1983): hombrenan 'hom-
bres', kasnan 'casas'.
El papiamento ha convivido con el español caribeño (sobre todo
del vecino país Venezuela) por varios siglos. En Aruba casi todos
hablan español y en Cura¡;ao la lengua española también es amplia-
mente conocida. La costa venezolana contiene varios poblados de
habla papiamento, descendientes de comunidades de cimarrones.
En el siglo XIX millares de braceros de habla papiamento llegaron
a Cuba y Puerto Rico para trabajar en las labores agrícolas; en las
Antillas españolas convivían con negros bozales que escasamente ha-
blaban español y está documentado el aprendizaje parcial o comple-
to del papiamento de parte de bozales cubanos, lo cual resultaría pos-
teriormente en una confusión con respecto a la verdadera naturaleza
del habla bozal hispanocaribeña.

17 Anderson (1990), Lipski y Schwegler (1995) y Maurer (191!6, 191!7).


18 En el habla vemacular existe una tendencia de colocar lo en posición perverbal aun
cuando el sujeto sea pronominal, creando así una configuración uniforme para todas las
partículas.
Lipski • Las lenguas criollas de base hispana 477

A diferencia de las otras lenguas criollas, el papiamento goza de


amplia aceptación oficial en las Antillas Holandesas así como de una
tradición literaria que remonta al siglo XIX. El papiamento es len-
gua ca-oficial de las Antillas Holandesas y tiene una presencia pro-
minente en la prensa, la radio y la televisión.

7. El "habla bozal'' caribeña


Si entendemos por bozal el habla de los esclavos nacidos en
África que hablaban el español con dificultad -es decir con las ca-
racterísticas del hablante no nativo- no podemos considerar que el
habla bozal sea una lengua criolla. Sin embargo, un número impor-
tante de investigadores, 19 basándose en evidencia variada (doble ne-
gación, existencia de paralelos significativos entre los criollos afrolu-
sitanos y los criollos caribeños) analizan las imitaciones del habla de
los bozales como manifestaciones de una variedad acriollada del
español, hablada con cierta uniformidad entre las poblaciones afro-
hispanas en la zona del Caribe. Según las versiones más abarcadoras
de esta teoría -conocida como el modelo monogenético- el preten-
dido criollo afrocaribeño estaría emparentado con otros criollos de
base lexificadora indoeuropea por medio de una fuente común: un
lenguaje de contacto de origen afrolusitano, hablado a lo largo de
las costas africanas en siglos anteriores y conocido ampliamente en-
tre marineros, traficantes de esclavos y comerciantes. 20
En el caso del habla bozal caribeña, la población bozal cambiaba
constantemente, a medida que llegaban dotaciones de esclavos de
distintas regiones de África a los varios sitios de trabajo en las colo-
nias hispanoamericanas. El español bozal en general no tenía un
substrato constante21 ni contaba con la continuidad de su comuni-
dad lingüística, ya que los esclavos eran destinados a diversos luga-
res de trabajo, en la mayoría de los cuales había pocos bozales en

19 Por ejemplo por Granda (1968, 1971, 1977), Megenney (1984a, 1985b, 1985, 1990a,

1993), Perl (19R2, 1984, 1985, 1987, 1988, 1989a, 1989b, 1989c, 1989d), Otheguy (1973),
Schwegler (1991), Wagner (1949) y Whinnom (1956, 1965).
20 Naro (1978), Perl (1982, 1985, 1989a, 1989b, 1989c) y Whinnom (19.56, 196.5).
21 En algunas comunidades afrohispánicas predominaba una etnia, que contribuía su

lengua y su cultura a los demás africanos; véase Schwegler (1996b).


478 Lexis XXVIII.l y 2

comparación con esclavos que hablaban el español con facilidad. A


diferencia de los pidgins extendidos tales como el Pidgin English
africano, en la mayoría de los casos los hijos de los bozales adquirían
el español como lengua nativa, no necesariamente sin retener algún
deje o alguna variedad etnolingüísticamente marcada, pero de todas
maneras una versión completa del idioma que se diferenciaba poco
o nada del habla de los colonos blancos. En las poblaciones negras
más marginadas -sea por aislamiento geográfico, sea por encontrar-
se en ingenios grandes donde imperaba la separación forzada de la
población negra- se daban las condiciones sociodemográficas para
la formación o expansión de una modalidad afrocriolla que se tras-
pasaba a las primeras generaciones nacidas en las Américas. 22
A pesar de las conclusiones generalmente negativas sobre la po-
sible criollización del lenguaje bozal caribeño, existe un residuo pe-
queño pero importante de textos afrohispánicos que contienen ele-
mentos que difícilmente se deben a la transmisión normal del español
caribeño ni a la generación espontánea. Estas configuraciones a su vez
son parecidas a las estructuras de los criollos afroibéricos reconocidos.
Todos los textos claves provienen del siglo XIX, y de Cuba y Puerto
Rico. No hay evidencia de estructuras acriolladas en el amplio corpus
de materiales afro-rioplatenses y afroperuanos, ni en los escasísimos
datos sobre la lengua bozal de Colombia, Venezuela y la República
Dominicana. Los textos afroantillanos aportados como evidencia de la
criollización del español bozal contienen las siguientes características,
colocadas aquí en orden decreciente de viabilidad en cuanto a sus orí-
genes criollos:

22 Es posible, sin embargo, que algunos de los bo<:Ples hayan aprendido un pidgin
extracaribeño, por ejemplo un portugués reducido de las factorías portuguesas de Sao
Tomé, Cabo Verde, etc., y que este lenguaje haya canalizado su aprendizaje del español,
dándole al habla bo<:Pl un carácter crioloide que no proviene solamente de la adquisión
imperfecta del castellano. De todas maneras, si entendemos por bo<:Pl sólo los negros naci-
dos en África (los negros de nación del Caribe), la problemática del habla bo<:Pl se reduce a
la búsqueda de fuentes extrahispánicas para el pidgin reducido de los esclavos africanos.
No entra en juego la posibilidad de que el lenguaje bo<:Pl haya sido un criollo, puesto que
el habla bozal no era ni siquiera una lengua completa, ni mucho menos la lengua nativa
de una población estable. Por supuesto, de haber existido ya en territorio caribeño un
criollo afrohispánico, los ho<:Ples se aproximarían al lenguaje de los blancos por medio del
habla acriollada de los negros.
Lipski • Las lenguas criollas de base hispana 479

(1) El empleo de marcadores preverbales en combinación con un


verbo invariable. El elemento más notable es ta, que marca el as-
pecto progresivo, habitual, o imperfectivo:
Po que tú no ta queré a mí? (Ramón Caballero, La juega de gallos o el
negro boZP-~
Horita ta bení pa cá (Ignacio Villa, Drumi, Mobila)
Río seco ta corre mamba (Fernando Ortiz, Los bailes y el teatro de los
negros en el folklore de Cuba)
Como que yo ta cuchá la gente que habla tanto... yo ta mirá gente
mucho (Manuel Cabrera Paz, Exclamaciones de un negro)
Primero ta llorá na má. (María de Santa Cruz, Historias campesinas)
Sí, páe, yo ta robá un gaína jabá. (Lydia Cabrera, Francisco y Francisca)
Cuando ojo ta llorá a narice toca su parte. (Lydia Cabrera, Refranes de
negros viejos)
Amo ta pedí leche. (Lydia Cabrera, Ayapa)
Ya branco ta debaratá cosa (Lydia Cabrera, La sociedad secreta Abakud¡
pavo real ta bucá palo (Lydia Cabrera, El monte)
Ta juí, ta pujá mí, siñó (Anselmo Suárez y Romero, Francisco)
Algunos investigadores han sugerido que las palabras va y ya tam-
bién funcionaban como partículas aspectuales, aunque es difícil eli-
minar los valores normales de estas palabras:
USO POSIBLE DE VA COMO PARTÍCULA PREVERBAL:
¿quiene va pagá la pato? ... luego me va drumí... (Manuel Cabrera,
Exclamaciones de un negro)
yo va a contá a ti una cosa (Miguel Bamet, Biografía de un cimarrón)
¿y nélle lo muchachito va pendé su Paña de nuté? (Martín Morúa Del-
gado, La familia Unzúazu)
¿Qué yo te va a dicí...? (Benítez del Cristo, Los novios catedráticos)
Maninigalá va acabá con arró ... (Lydia Cabrera, Francisco y Francisca)
yo va consultá la fuersa (Antonio Berenguer y Sed, Tradiciones villaclare-
ñas)
yo va caminá (Anselmo Suárez y Romero, Francisco)
Yo va vé (Emilio Bacardí Moreau, Doña Guiomar)
Yo va preguntá a too la gente si conoce a mi yijo Eulogio (Benjamín
Sánchez Maldonado, Los hijos de Thalía)
Cuanto yo va vini de filósofo bautizamiento ... (Francisco Femández, El
bautizo)
yo va etá divrití nese casa (Antonio Mellado y Montaña, La casa de Taita
Andrés)
480 Lexis XXVIII.! y 2

USO POSIBLE DE YA COMO PARTÍCULA PREVERBAL:


Ya mi llegá la bují... (Manuel Cabrera, &clamaciones de un negro)
Francisco mi pariente disió que ya vos parió {Emilio Ballagas, Villancico
negro)
yo ta yorá poque Calota ya ta mori {Ignacio Villa, Calota ta morz)
ya yo jablá mimo hoy don Ciriaco ... ya yo cuchá a usté ... {Benítez del
Cristo, Los novios catedráticos)
ya yo no tiene que da vueta y vueta y vueta lo trapiche {Lydia Cabrera,
Francisco y Francisca)
cuando lumba ya cayó cimarrón con cimarrón prende cimarrón {Lydia
Cabrera, Por que)
ya yo brubí {Cirilo Villaverde, &cursión a vuelta abajo)
neye ya sabe ... {Lydia Cabrera, Reglas de congo)

En los textos bozales, ya aparece más frecuente antes de los pro-


nombres de sujeto (igual que la partícula del futuro lo en Papia-
mento), en vez de en posición preverbal, tal como ocurre con la par-
tícula yalja en los demás criollos de base ibero-románica. En algunos
casos, pues, la combinación de ya o va más verbo invariable puede
representar una transformación gramatical de estos elementos.
(2) La doble negación: yo no sé no. Esta configuración también
ocurre en el habla vernacular del Chocó colombiano y en el español
vernacular dominicano; se encuentra en algunos textos afrocubanos
del siglo XIX. La doble negación ocurre en los criollos afrolusitanos
del Golfo de Guinea, en el portugués vernacular brasileño (de fuerte
presencia africana) y en el portugués de los barrios populares o mus-
seques de Luanda, Angola. La fuente probable es el empleo de la
doble negación en el kikongo, lengua bantú del antiguo Congo por-
tugués.23
(3) Empleo del pronombre invariable de tercera persona elle!nelle:
Elle estaba en un mortorio. El borbanaó manda prendeslo. Dentra
Tondá, elle solito con su espá, coge dos {Cirilo Villaverde, Cecilia Valdés)
¿y nelle lo muchachito va pendé su Paña de nuté? {Martín Morúa Del-
gado, La fomilia Unzúazu)
Eso mimo quiere yo, nelle lo mimo, vamo pa la engresia {Ignacio Benítez
del Cristo, Los novios catedráticos)

23 Schwegler (1985-7, 1996b).


Lipski • Las lenguas criollas de base hispana 481

yo mira que nelle tiene sangre, ese simbregüenza mimo se piá detrá la
quitrín y arrancá corré. (Ildefonso Estrada y Zenea, El quitrín)
Hora, dipué que nelle coge yebba la gloria, vamo saludá Ocha... Muñeco
con píritu de mueto muchacho, que nelle metía dientro (Lydia Cabrera,
El monte)
Yo tiene la pecho premío pur nelle. Yo ta namorá, yo va vé si nelle quié
só mugé mía pur langresia... yo pué casá cunelle... (Francisco Fernández,
Los negros catedráticos)
nelle que lo só intriuo... nelle mimo que lo só ... poque nelle ta en la tea...
porque nelle lo gatá... (Francisco Fernández, El negro cheche)
noté quie jabla cun nelle... y disi que va a tumbá mi bují, vereme nelle...
(Manuel Mellado y Montaña, La casa de Taita Andrés)
nelle tiene un vapó... nelle viene, yo le da... Neye se ñama mujé... neye va
acabá con pacífico insurrecto ... (Lydia Cabrera, Reglas de congo)
toíto neye ta cargá... cuando neye mira yo ... neye ta morí de risa... (Manuel
Cabrera Paz, Exclamaciones de un negro)
Neye lo que tiene só un bariga con su yijo lentro (Martín Monía Delgado,
Sofía)
Nelle son mala cabesa (Ramón Méndez Quiñones, Pobre Sinda.~
Yo no quisió di con elle (Eleuterio Derkes, Tio Fele)
Algunos afrocubanos ancianos todavía emplean esta palabra. 24 En
los demás criollos de base portuguesa, se emplea el pronombre inva-
riable ele. Algunos investigadores han intentado derivar elle de ele,
pero es más probable que se deba a una combinación de ella, ellos,
ellas. 25
(4) Otro rasgo frecuente en el habla bozal era el empleo del verbo
copulativo invariable son: tú son, nosotros son, etc.: 26
Cura que no son de acá, ta caramá como chiva (Manuel Cabrera, Ex-
clamaciones de un negro)
tú son dueño e tierra (Miguel Barnet, Autobiografía de un cimarrón)
¿qué son ese? (Cuba, Anon. Canto de cabildo)
Ya yo son libre, yo ta casá (Creto Gangá)
porque tú son mis antojos (Ignacio Benítez del Cristo, Los novios catedrá-
ticos)
¿Tú dicí que yo son tu corazó y no retuece pecuezo pollo? (Lydia Ca-
brera, Francisco y Francisca)

24 Ortiz López (1998).


25 Álvarez Nazario (1974) y Schwegler (1999a).
26 Green (1996), Lipski (1999c, 2000).
482 Lexis XXVIII.! y 2

mañana son día corobata (Lydia Cabrera, Por qué: cuentos negros de Cuba)
Papá son ma diablo que yo (Lydia Cabrera, Reglas de congo)
tú son bruto (Lydia Cabrera, El monte)
tú no son valiente (Bacardí Moreau 1914)
Mosotro no son casá por le iglese (Cirilo Villaverde, Cecilia Valdés)
ud. son lo mimo que la madrecita pa nosotros (Ruíz García 1957)
lamo son amo brabo ... nella son honrá (Ramón Méndez Quiñónez, iPobre
Sinda!)
yo son nengra, yo son ñata, pero no conoce maceta... (Anon. Entremés
del huamanguino entre un huantino y una negra [Huamanga, 1797] (Ro-
mero 1987: 164)
no son un neglo e Ampanga so moleno di Lucanga (poema afrouruguayo
'Negro de "Uté'" (Carámbula 1952: 76-7):
Lo más notable del corpus bozal antillano es precisamente la con-
vivencia de varios registros, sociolectos o variantes, que oscilan entre
el pidgin más asistemático y lo que puede haber sido un verdadero
criollo. ¿Cómo reconciliar, pues, los muchos textos bozales que no
manifiestan sino la adquisición parcial del español como segunda
lengua y los documentos bozales que contienen estructuras innovado-
ras que apuntan hacia una base afrocriolla? Hasta el momento, el
debate en tomo a la posible base afrocriolla del español bozal caribe-
ño sólo ha admitido la comparación entre supuestos textos bozales e
idiomas criollos formados antes de llegar al Caribe, con el propósito
de demostrar que éstos hayan sido el precursor de aquéllos, sin admi-
tir la participación de etapas intermedias caracterizadas por el con-
tacto entre el español y otras lenguas criollas previamente estableci-
das en suelo americano. Sin embargo, es bien sabido que, a lo largo
de la época colonial, y sobre todo en el siglo XIX, después de la
entrada de las potencias europeas en la abolición de la trata esclavis-
ta africana, los desplazamientos demográficos de obreros esclavos y
libres entre los territorios insulares del Caribe adquirían un ritmo fre-
nético, con el resultado de que las haciendas cafetaleras, los ingenios
azucareros y hasta los barrios urbanos se convertían en verdaderos
mozaicos de culturas y lenguas afroamericanas originalmente forma-
das fuera del entorno hispanoamericano. Es así, pues, que los idio-
mas criollos de base francesa, inglesa, holandesa e ibérica conviven,
en los sitios de trabajo agrícola, junto con el español hablado como
lengua nativa por negros criollos y ladinos y con las aproximaciones al
castellano aportadas por los bozales. Es lógico suponer que el resulta-
Lipski • Las lenguas criollas de base hispana 483

do lingüístico de estos contactos plurilingües refleje no sólo las ten-


dencias del novicio que se aproxima al español, sino también las
configuraciones gramaticales de los idiomas criollos hablados como
lengua nativa por algunos sectores de la fuerza laboral. Dadas las
importantes semejanzas estructurales entre los criollos afrocaribeños
debidas, tal vez, a una versión limitada de la hipótesis monogenética,
la trasferencia de combinaciones sintácticas de una lengua criolla de
base extraibérica bien podría confundirse con la persistencia de ele-
mentos derivados de un protocriollo afroibérico. En trabajos anterio-
res27 hemos señalado posibles huellas de los siguientes idiomas crio-
llos en el español ho<Pl caribeño: (1) el papiamento, que estuvo
presente en Cuba, Puerto Rico, y por supuesto, a lo largo de la costa
venezolana; (2) el criollo francés de Haiti, que tuvo su impacto
mayor en Santo Domingo y el oriente cubano; (3) el criollo inglés de
Jamaica y otras islas caribeñas, presente en Cuba, Puerto Rico, y la
República Dominicana; (4) el inglés afroamericano de los Estados
Unidos, trasladado a varias aldeas dominicanas; (5) el pidgin English
de África occidental, documentado para Cuba; (6) el negerhollands,
criollo de base holandesa que se hablaba anteriormente en las Islas
Vírgenes Danesas y luego Norteamericanas, y que estuvo presente en
Cuba y Puerto Rico; (7) el criollo portugués de Macao, hablado por
los millares de braceros chinos importados a Cuba en la segunda mi-
tad del siglo XIX. En el siglo XIX, el Caribe era un gigantesco table-
ro de ajedrez, en que esclavos y peones de la más variada proceden-
cia eran trasladados de una isla a otra, formando así comunidades de
trabajo lingüísticamente heterogéneas. Aun cuando los trabajadores
en determinados sitios no compartían la misma lengua nativa, ni
siquiera una lingua franca ampliamente conocida, había un factor
que favorecía la comunicación eficaz, por lo menos entre los obreros
criados en una isla caribeña. Por todo el Caribe, los nativos hablaban
idiomas criollos afroeuropeos cuyas estructuras sintácticas coincidían
en gran medida, y que ofrecían un patrón común para el ho<Pl africa-
no que aprendía el castellano. Sólo penetraban en el habla ho<Pllos
rasgos más robustos y de mayor presencia entre los idiomas criollos
reunidos en los ingenios cubanos.

27 Lipski (1993, 1994a, 1996a, 1998a, 1998b, 1998c, 1999a, 1999b, 1999e, 2000a,
200la y 2002a).
484 Lexis XXVIII.! y 2

Quedan los recuerdos del habla bozal hasta la segunda mitad del
siglo XX, donde todavía encontramos poemas, canciones y obras de
teatro radiofónico que reproducen el habla del negro boza~ o del
negro criollo que hablaba un lenguaje sensiblemente diferente del
español cubano corriente. 28 El pueblo de Cuba retiene la memoria
colectiva del lenguaje africanizado y las huellas del habla bozal son
más profundas de lo que se suele admitir.

8. El habla de los negros congos de Panamá


Además de las lenguas criollas reconocidas y la reconstrucción
del habla bozal caribeña, quedan unas manifestaciones lingüísticas en
Hispanoamérica que recuerdan los contactos afrohispánicos y la po-
sible criollización transitoria de la lengua española, siendo el caso
más llamativo el lenguaje de los negros congos de la costa caribeña de
Panamá. El juego de los congos, que hoy día se realiza durante la
época de Carnaval, tiene un componente histórico (la referencia a
eventos de la historia de los negros esclavos de Panamá), un compo-
nente hispánico (la música y hasta cierto punto el baile) y un aspec-
to africano (el tambor y los disfraces), y presupone la existencia de
una cofradía de iniciados que tiene antecedentes tanto en la socie-
dad hispánica -donde abundan las hermandades religiosas- como
en las sociedades africanas, donde la vida cotidiana está regida por
una combinación de lazos familiares y la existencia de grupos her-
méticos. Hasta ahora en Panamá el juego de los congos ha recibido la
atención de varios estudiosos, en las disciplinas de antropología, his-
toria, musicología y folklore, con el fin de preparar una descripción
adecuada del fenómeno, trazar sus orígenes históricos dentro de
Panamá, determinar la influencia hispánica, africana y aun indígena
que haya intervenido en la formación de este fenómeno cultural y
medir su impacto en la vida cotidiana de los residentes de la costa
de Colón y otros poblados de gran presencia negra. 29 En la dimen-
sión lingüística, existen más incógnitas, pues la ceremonia de los
congos conlleva una modalidad lingüística distinta del español pana-
meño popular hablado entre las poblaciones de la costa caribeña, el

28 Lipski (1999d).
29 Béliz (1959), P. Drolet (1980a, 1980b), R. Drolet (1980), Franceschi (1960), Laribe
(1968, 1969), Smith (1975) y TejeiraJaén (1974).
Lipski • Las lenguas criollas de base hispana 485

hablar en congo, un dialecto o jerigonza basada en la lengua española,


pero con deformaciones y modificaciones sistemáticas que impiden
su comprensión por parte de los no iniciados. 30
El hablar en congo según los propios practicantes consiste a la vez
de hablar 'como los negros bozald y hablar el castellano 'al revés'.
El segundo componente del lenguaje congo trata de una inversión
improvisada del sentido de las palabras: así ponese entedo (ponerse
entero) puede significar 'romperse', vivi (vivo) significa 'muerto', etc.
No hay reglas fijas: los congos se retan mutuamente con una jocosi-
dad desbordante; y, acompañados de fuertes dosis de aguardiente,
realizan competencias de proeza verbal. Los albures y otros juegos
de palabras pueden ser abrumadores y dan la impresión de que el
lenguaje congo no es sino una masiva parodia del buen hablar. Así
es, efectivamente, lo que opinan los demás panameños que conocen
el fenómeno de los congos, pues éstos, al encontrarse fuera de su
región (sobre todo en Colón, para distanciarse de los afroantillanos,
de habla anglocriolla) pueden intercambiar frases en este lenguaje
'enrevesado'.
Para la afrocriollística, el aspecto de importancia primordial es la
supuesta imitación del pidgin boza~ que en Panamá dejó de formar
parte de la vida cotidiana relativamente temprano, con la decaída de
la feria de Portobelo y el abandono casi total de la trata esclavista a
Panamá durante el siglo XVII. El lenguaje congo de hoy está repleto
de verbos mal conjugados, nombres y adjetivos que no concuerdan
y palabras distorsionadas, así como de modificaciones fonéticas de-
terminadas, siendo la más extendida el reemplazo de /11, Ir! y /rr/
por [d] oclusiva: carretera> cadeteda, claro> ciado/ erado, etc. En algu-
nas aldeas, se agrega una [r] y a veces una [i] semivocálica al ataque
silábico, así como papa deviene piapia o priapria, bochinche > brachin-
che, pipa (coco) > pripa, escopeta> ehcoprieta, coco> criocrio, etc. La in-
seguridad morfológica siempre era parte del lenguaje boza~ ya que
representa la adquisión incompleta del sistema gramatical del caste-
llano. La neutralización de Ir! y /rr/ es común entre los idiomas
afro ibéricos, mientras que la neutralización de /11 y 1di es caracterís-
tica de la familia bantú, y también aparece en los tempranos textos
bozales. En el lenguaje afrohispano literario y real, el resultado final

30 Joly (1981), Lipski {19ll5, 1986h, 1986i, 1989, 1997).


486 Lexis XXVIII.! y 2

de estas neutralizaciones suele ser [r], es decir un ligero flap intervo-


cálico producto de la pronunciación oclusiva y rápida de la /d/,
pero también se dan casos del cambio contrario, en favor de [d], por
ejemplo en algunos pueblos afroperuanos, afrodominicanos y en el
Barlovento venezolano. 31
La inseguridad de los sufijos y terminaciones era común en el
habla ho<11l desde sus inicios en el siglo XV y se refleja, por ejemplo,
en los criollos afroibéricos existentes, tales como el papiamento y el
palenquero colombiano. Cabe pensar, entonces, que el lenguaje de
los negros congos no es pura invención lúdica, sino que puede repre-
sentar la continuación auténtica de una modalidalidad bozal que se
ha ido perdiendo en cuanto a los detalles lingüísticos a lo largo de
las décadas -y hasta siglos- desde que llegaban africanos ho<!lles a
Panamá. Es lícito preguntarnos cómo y por qué una imitación de las
primeras fases de la adquisición del español se ha retenido como
memoria colectiva y como instrumento cultural por lo menos dos
siglos después de los últimos momentos en que esta manera de
hablar se oía en suelo panameño. Podemos preguntarnos también si
el lenguaje congo puede considerarse una auténtica lengua criolla, ya
que ha sobrevivido -repetidias veces- la transición intergeneracio-
nal que supone la conversión de un lenguaje pidgin en un criollo.
Aunque tenga sus orígenes en el español ho<11l de siglos pasados, el
lenguaje congo panameño poco o nada tiene que ver con otras mani-
festaciones lingüísticas afroamericanas. Las discrepancias con res-
pecto al español normativo, en la medida que reflejen el habla bo<11l
original en vez de la improvización contemporánea, no son sino las
aproximaciones al español alcanzadas por una amplia gama de ha-
blantes de distintas procedencias. Si hay palabras africanas en el len-
guaje congo son escasísimas y mal conocidas. Existen algunas pa-
labras curiosas cuyo origen permanece desconocido y que pueden
derivarse de palabras africanas, aunque bien pueden provenir de de-
formaciones accidentales o deliberadas de palabras españolas: cudia
(¿< acudir?) 'venir', dumia (¿< rumiar?) 'comer', jurumingue (¿< hormi-
ga?) 'niño', jopia 'beber', sopodínl chopodín 'lancha', etc. Los negros
congos no afirman que estas palabras sean africanas, sólo que perte-
necen al lenguaje congo, entendido no en su sentido etimológico afri-

31
Cuba (1996), Megenney (1990a), Núñez Cedeño (1982 y 1987), Hernández (1981) y
Mosonyi et al. (1983).
Lipski • Las lenguas Ciiollas de base hispana 487

cano sino como símbolo icónico cuyo exoticismo contribuye a la


etnicidad de esta comunidad afroamericana. Para los congos paname-
ños, su lenguaje ritual es una metáfora logocéntrica de un pasado
remoto, perdido para siempre por los estragos de la trata esclavista.
Los lingüistas han estudiado el habla de los congos como capítulo
final de un continuum pos-boza4 pero, dentro de la comunidad que
la emplea, la autenticidad histórico-etimológica carece de importan-
cia. Hablando una modalidad lingüística que se deriva de un 'mal
castellano', los congos en efecto hablan 'mejor' que las personas que
sólo hablan el castellano contemporáneo, ya que los congos hablan su
lenguaje con una proeza increíble, fruto de un aprendizaje delibera-
do y meticuloso. Los negros congos han convertido la marginalidad
sociolingüística en trofeo de su resistencia secular a la subyugación y
la asimilación por la cultura dominante. La supuesta africanía de su
lenguaje radica más bien en esta inversión deliberada de un código
lingüístico surgido en situaciones de adversidad extrema. A diferen-
cia de las lenguas criollas, que son producto de una transculturación
inconsciente e involuntaria, la adopción del habla congo es un acto
deliberativo, un desafío a la erosión de la consciencia africana, aun
cuando hayan desaparecido las lenguas africanas.
Las palabras presumiblemente africanas en el lenguaje congo son
muy pocas, pero hasta ahora no han sido descodificadas. Todas son
invariables, aun cuando asumen una función verbal. Además de las
palabras ya mencionadas se encuentran mojongo y mojobrio 'mujer',
jotá 'tomar', potoñá 'salir'. Fuda (posiblemente de [agua] pura, puede
derivarse del panameñismo folo 'de la raza blanca', a su vez un afri-
canismo, del kikongo fola 'espuma (p. ej. del vino de palma)'32 o
posiblemente del fula foda 'pólvora') es 'aguardiente'. La única pala-
bra del lenguaje congo que tiene parentesco demostrable con otras
lenguas afroibéricas es jurumingue 'niño'. Esta palabra se parece a fru-
minga en papiamentu, que significa 'hormiga', del portugués fromiga. 3 :~

32 Laman (1936: 159).


33 Véase Joly (1981), que estima que jurumingue viene de hormiga. También se parece
al juruminga, baile afrovenezolano del tamunangue que predomina en Barquisimeto (Aretz
1970), y que puede ser otro ejemplo de la bien documentada presencia del papiamentu
en Venezuela. Aretz (1970: 103) afirma ignorar su etimología. Sajo (1986: 86) propone
que en juruminga "además de la desinencia despectiva africana NGA aparece la voz
MENGA, que viene de la malinké MENG y que quiere decir 'quien.' Pero esta voz usada
en el baile larense sugiere la idea de significar más bien 'rasguñar como gato', pues
MINGA-MINGA es 'gato' en el dialecto ya dicho". Esta etimología es sumamente dudosa,
488 Lexis XXVIII.! y 2

En el dialecto congo, las deformaciones de palabras castellanas


pueden dar la impresión de una gran cantidad de palabras exóticas,
y por lo tanto 'africanas'; he aquí unos ejemplos: ::::.ucria 'azúcar', pa-
dencia 'Palenque', poquitria 'poquito', ahodamima 'ahora mismo', dia-
bria 'diablo', momrienta 'momento', guguntu 'garganta', pringamá, bri-
camá 'Panamá', codó 'color', erado 'claro', jubriá 'hablar', cocopraya [coco
de playa] 'cocotero', chadé (< chalet) 'rancho', sumuna sunta 'Semana
Santa', conobriá 'carnaval', mugaña 'mañana', trumuya 'trasmallo', cufié
'café', pringadigui 'cigarillo', mundebrió 'Nombre de Dios', pogriá 'pa-
gar', madeda bron.;::o (< madera de bronce) 'zinc', agua sodiya (< agua de
chorillo, o tal vez agua de soda) 'aguardiente', etc.

9. Otros posibles remanantes de variedades acriolladas del


español
Existen varias comunidades de habla en Hispanoamérica que ma-
nifiestan posibles remanentes del habla boza4 aunque en la mayoría
de los casos se trata de ocasionales lapsos de concordancia adjetivo-
nombre o verbo-sujeto o de fenómenos de índole fonológica que
reflejan los contactos afrohispánicos. Es insólito que aparezcan com-
binaciones gramaticales de origen criollo indiscutible; sin embargo
existen fenómenos prometedores que justifican la realización de in-
vestigaciones sistemáticas. Entre las muchas configuraciones de posi-
ble naturaleza (post) criolla, se destacan los siguientes:
(1) En el Valle del Chota, una zona tropical en medio de la sierra
ecuatoriana, la población afrohispana exhibe muchos lapsos de con-
cordancia y configuraciones sintáticas que reflejan la presencia ante-
rior de lenguas africanas (no se parecen a las modificaciones que
resultan del contacto con el quechua). 34 Schwegler afirma haber
detectado el pronombre personal ele, de posible origen criollo.35

pues combina aparentemente al azar fragmentos de palabras de lenguas africanas muy


diversas, sin demostrar que éstas hayan participado en la formación de los núcleos pobla-
cionales afrovenezolanos. Es mucho más probable que juruminga en Venezuela y jurumin-
gue en el lenguaje congo panameño estén emparentados al fruminga del papiamentu, y de
que la palabra frumiga del portugués o del español antiguo sean las fuentes léxicas de los
neologismos afrohisánicos.
34
Lipski (1986j y 1987g), Schwegler (1999a y 2000).
as Powe (1998: 137) observa que los choteños emplean la palabra ele como vocifera-
ción de asombro; nosotros también hemos notado este uso, que puede confundirse con
una forma pronominal.
Lipski • Las lenguas criollas de base hispana 48Y

(2) La zona afrocolombiana del Chocó contiene rasgos lingüísticos


que sugieren unos antecedentes semicriollos. Ruíz García ( 1999) ha
encontrado vestigios del pronombre ele en el habla del Chocó co-
lombiano, así como ejemplos de vocales paragógicas de posible
origen africano. Schwegler (1991a, 1996b) atribuye la doble nega-
ción que prevalece en el habla chocoana a la existencia previa de un
criollo afrohispánico.
{3) La República Dominicana es una zona fértil para las manifes-
taciones lingüísticas afrohispánicas. En una aldea dominicana de
fuerte presencia afroamericana, Green (1997, 1999 y 2001) ha en-
contrado unos hablantes aislados cuyo lenguaje contiene rasgos de
aparente origen criollo. 36
(4) La costa de Barlovento, Venezuela, todavía cuenta con aldeas
aisladas de población negra, donde es posible encontrar lapsos de
concordancia y modificaciones fonéticas que recuerdan el habla
bozaL En algunos caseríos se encuentran los loangos, descendientes de
esclavos del litoral del antiguo Congo portugués, que todavía retie-
nen algunas variantes fonéticas y morfológicas que provienen de los
contactos lingüísticos afrohispánicos.
(5) Las Yungas de Bolivia, al este del altiplano de La Paz, contie-
nen una población mestiza afro-aymara, que todavía habla el espa-
ñol con características gramaticales y fonéticas que difieren tanto del
español mundial como del español andino hablado por indígenas de
habla aymara y quechua. Angola Maconde {2000: 13-14) ofrece unos
ejemplos37 que requieren una investigación más profunda para de-
terminar su verdadera naturaleza.

36 Luis Ortiz López, Irene Pérez Guerra y yo pudimos entrevistar a algunos de los in-
formantes estudiados por Green, y observamos algunos rasgos característicos de un im-
pedimento cognoscitivo y lingüístico, lo cual puede haber contribuído al lenguaje creoloide.
El caso merece una investigación más profunda, pues tipifica la existencia de sociolectos
desconocidos rodeados de variedades dialectales más integradas al español mundial.
37 Por ejemplo:

Cho, hasti tendé huajaya in eje cotencia, nuasti olvida di remira, cumu ta un poco
chaypu, no vaya a chojtá, no tengo ni poco pa volia [por favor extiendes un poco de coca
en el mantel, no te descuides de observer el tiempo, como está un poco nublado, si le
moja la lluvia se pondrá negro, no tengo ni poco para mascar o acuytar]
Hasta que día nojotro va ta in fiesta, eje día qui yo mia dició, yo no fue jai. Quilaya pue
tia ta, andi pue ote va anda, ote va vini o no. Ote wuawuay quién pues, di tía pituca ¿¡u
juamía Flore? [Hasta que día nosotros vamos a estar de fiesta, el día que usted me dijo,
yo no fui. Como te encuentras tia, donde te vas a caminar, podrás venir o no, hijo de
quien eres, de la tía Petronila ¿de la familia Flores?]
490 Lexis XXVIII.! y 2

Apéndice: estructuras gramaticales de los principales criollos de


base española

Bosquejo gramatical del palenquero


Pronombres personales: i/yo suto
bo utere (enú-arcaico)
eli ané

Partículas verbales: bo ta trabajá {presente/progresivo}


bo trabajá {presente}
boa trabajá {perfectivo}
bo ta-ba trabajá {imperfecto progresivo}
bo ase trabajá {habitual}
bo tan trabajá {futuro}
... pa bo trabajá {subjuntivo}

Sintagma nominal: un kasa "una casa"


dos kasa "dos casas"
ma kasa "(las) casas"

Negación: -nu al final de la frase:

i asé hablá lengua nu "yo no hablo palenquero"


yo tené un ma problema muy ngande "yo tengo unos problemas muy
grandes"

Posesivos: nombre/pronombre pospuesto:

kasa suto "(la) casa de ellos"


ma gaína mi "mis gallinas"

Más ejemplos:
Ma moná mi asé viví Catahena "Mis hijos viven en Cartagena"
Bo pole ablá lengua nu "Tú no puedes hablar palenquero"
Ané conoce bon u "Ellos no te conocen"
Suto quelé komé nu "Nosotros no queremos comer"
¿Ke ané tan come? "¿Qué comerán ellos?"
¿Ke bo tan nda mi? "¿Qué ma vas a dar?"
¿Cuando bo a viní? "¿Cuándo viniste?"
Ele ta trabajá casa suto "Él está trabajando en nuestra casa"
Lipski • Las lenguas criollas de base hispana 491

10. Conclusiones
Las lenguas criollas de base española representan una importante
fuente de datos sobre la diversificación de la lengua española en
siglos pasados, así como los resultados de los encuentros políglotas y
la creación de las "lenguas nuevas" que son los criollos. Sus relacio-
nes genealógicas conforman un parentesco complejo que implica la
acción de universales lingüísticos y la compenetración de lenguas en
condiciones asimétricas.
El papiamento (Cura~o, Aruba, Bonaire)
Pronombres personales: mi (ami) nos (anos)
bo (abo) baso (bosonan, aboso)
e (el, ele) nan {anan)
Las formas que comienzan con a- son enfáticas; anos, aboso, anan no se
emplean en Cura<;:ao.

Pronombres demostrativos: esaki "éste" esakinan "éstos"


esei "ése" eseinan "ésos"
esaya "aquél" esayanan "aquéllos"

Partículas verbales: mi ta traha {presente}


mi a traha {perfectivo}
mi tábata (ta'a) traha {pret. imperfectivo}
lo mi traha {futuro/irrealis}
lo mita traha(ndo) {futuro progresivo}
lo mi ta'a traha(ndo) {"estaría trabajando"}
lo mi a traha {potencial}
... pa mi traha {subjuntivo}

Mi ta deseá pa e bai "Quiero que se vaya"


Mi tin un buki "Tengo un libro"
Mi ta bai traha un kas "Voy a construir una casa"
E sa bini seka nos tur dia "Suele venir a nuestra casa todos los días"
Ora e bini, lo mi t'ei "Cuando él venga, estaré ahí"
Nos ta topa na mitar de kaminda "Nos encontraremos a mitad del camino"

Sintagma nominal: un kas "una casa"


e kas "la casa"
dos kas "dos casas"
hopi kas "muchas casas"
e kasnan "las casas"
kasnan "casas"
492 Lexis XXVIII.! y 2

El criollo hispanofilipino (chabacano)

CAVITE (BAHÍA DE MANILA):

Pronombres personales: yo nisós


(e)bos/(tu) busós
ele ilós

Partículas verbales: ta mirá yo {progresivo/habitual}


ya mirá yo {pasado/perfectivo}
di mirá yo {futuro/irrealis}

Plural: el libro (singular); el mga libro (plural)

Partícula interrogativa: Puede ba yo anda na tyange?


"¿Puedo ir al mercado?"

Orden de palabras preferido: VSO


Ta mirá yo con el mga libro "Veo los libros"
Puede nisos habla: que grande nga pala el sacrificio del mga heroe para
niso independencia. Debe nga pala no niso ulvida con ilos. Ansina ya ba
numa? Debe haci niso mga cosa para dale sabi que ta aprecia niso con el
mga heroe-que preparao din niso haci sacrificio para el pueblo. Que
laya? Escribí mga novela como ]ose Rizal?
TERNATE (BAHÍA DE MANILA):

Pronombres personales: yo mihotro


(e)bo/(tu) buhotro
ele lohotro

Partículas verbales: ta mirá yo {progresivo/habitual}


a mirá yo {pasado/perfectivo}
di mirá yo {futuro/irrealis}
ZAMBOANGA

Pronombres personales: yo kamé (exclusivo)


kitá (inclusivo)
(e)bos/(tu) kamó/(ustedes)
ele sil á
Partículas verbales: ta mirá yo {progresivo/habitual}
Lipski • Las lenguas criollas de base hispana 493

ya mirá yo {pasado/perfectivo}
ay mirá yo {futuro/irrealis}
el mirá yo {arcaico}

Posesivos: di mi(o) diamon (excl.)


diaton (incl.)
di tuyo diiño (di ustedes)
d'ele diila

Complemento directo: conmigo kanamon (excl.)


kanaton (incl.)
contigo/bos kaniño (con Uds.)
con ele kanila

Negación: hendeq yo ta mirá con ele {presente/futuro}


no puede yo andá contigo {verbo modal}
nuay yo mirá contigo {pasado/perfectivo}
nuay pa yo mirá contigo {"todavía no"}

Trenta'y cuatro kilometro desde na pueblo de Zamboanga, Bunguiao un


diutay barrio, estaba como un desierto. No hay gente quien ta queda.
Abundante en particular de maga animal como puerco, gatorgalla, venao
y otro pa. Maga pajariador lang ta puede visita con este lugar.

A treinta y cuatro km. de la ciudad de Zamboanga, Bunguiao es un


pequeño pueblo, que estaba casi despoblado. No quedaba nadie. Había
muchos animales, como venados, jabalíes, tigres y otros más. Hasta los
cazadores de pájaros podían visitar este lugar.
494 Lexis XXVIII.l y 2

Posible bosquejo gramatical del habla "bozal" caribeña

pronombres personales: yo (mi) nosotro


tú/u té/ güeté utede
elle/nelle elle/nelle
(él, ella) (ellos, ellas)

partículas verbales: yo ta trabajá {progresivo}


yo va trabajá {futuro/irrealis}
yo ya trabajá {pasado/perfectivo}
ya yo trabajá
pa yo trabajá {subjuntivo}

cópula: yo/tú/nosotro/nelle ... son bueno


Lípski • Las lenguas criollas de base hispana 495

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