Comentario San Juan
Comentario San Juan
Comentario San Juan
A oscuras y segura
por la secreta escala, disfrazada,
¡oh dichosa ventura!,
a oscuras y en celada,
estando ya mi casa sosegada.
En la noche dichosa,
en secreto que nadie me veía
ni yo miraba cosa
sin otra luz y guía
sino la que en el corazón ardía.
Aquesta me guiaba
más cierto que la luz de mediodía
adonde me esperaba
quien yo bien me sabía
en parte donde nadie parecía.
En mi pecho florido,
que entero para él solo se guardaba
allí quedó dromido
y yo le regalaba
y el ventalle de cedros aire daba.
El aire de la almena
cuando yo sus cabellos esparcía
con su mano serena
en mi cuello hería
y todos mis sentidos suspendía.
Quedéme y olvidéme;
el rostro recliné sobre el amado;
cesó todo, y dejéme
dejando mi cuidado
entre las azucenas olvidado.
TEMA.
RESUMEN.
Una joven cuenta cómo, en plena noche, aprovechando la tranquilidad de esa hora, sale a
escondidas de su casa y va a reunirse con su enamorado. Envuelta en la oscuridad, se deja dirigir
por la luz de su propio amor hasta el lugar de la cita, donde la pasión de los amantes culmina. A
continuación, relajados por la brisa nocturna, los amantes se adormecen, primero, el amado velado
por la amada, por último, ella misma.
ESTRUCTURA.
-Segunda parte (estrofas 3ª y 4ª): muestra a la muchacha, ya fuera de la casa, yendo al encuentro
del amado;
• Primera subparte (vv.11º-12º): la muchacha avanza sin ser vista por nadie.
• Segunda subparte (vv. 13º-18º): el amor que siente la orienta en la oscuridad.
• Tercera subparte (vv. 19º-20º): su amado la espera en un lugar solitario.
-Tercera parte (estrofa 5ª): expresa el clímax que provoca el encuentro de los amantes.
• Primera subparte (vv. 21º- 24º): apelación a la noche, que ha hecho posible la reunión de los
amantes.
• Segunda subparte (v. 25º): los amantes se funden en uno con el otro.
-Cuarta (estrofas 6ª, 7ª y 8ª): describe la relajación que sigue a la pasión del encuentro.
• Primera subparte (estrofa 6ª): muestra la dulzura de la amada al velar el sueño del amado.
• Segunda subparte (estrofa 7ª): el aire nocturno exacerba los sentidos de la amada.
• Tercera subparte (estrofa 8ª): la amada se abandona a ese sueño.
RECURSOS ESTILÍSTICOS.
Al comienzo del poema, la alegría de la amada se destaca con recursos enfáticos, de repetición,
como:
• La aliteración de nasales en el 2º verso: “con ansias, en amores inflamada”.
• La aliteración de s en el 4º verso: “salí sin ser notada”.
• La repetición de la exclamación del 3º verso en el 8º: “¡oh dichosa ventura!”.
También resalta este estado de ánimo el hipérbaton del 2º verso, que adelanta el complemento
circunstancial de modo, “con ansias, en amores inflamada”, al verbo, “salí”.
La facilidad con que la noche disimula la salida de la amada también se subraya con el mismo
tipo de recursos:
• La anáfora de “a oscuras” a comienzo de los versos 6º y 9º, entre los que hay un
paralelismo.
• El pleonasmo del verso 1º, “noche oscura”, que parece querer dar mayor intensidad a un
rasgo natural en la noche, como es la oscuridad.
• La repetición del mismo verso al final de las dos estrofas: “estando ya mi casa sosegada”.
Esta importancia de la noche como tiempo idóneo para encontrarse con el amado se acentúa con:
• La elipsis de “salí sin ser notada”, que se debe sobrentender en la segunda y tercera
estrofas. Mediante esta elipsis, el poeta prescinde de la acción para insistir, sobre todo,
en el ambiente que rodea a la amada, pues su relevancia en la unión de los amantes es
esencial, como se intentará explicar en el comentario crítico.
• Los hipérbatos de los versos 1º y 11º, donde los complementos circunstanciales de
tiempo, “en una noche oscura” y “en la noche dichosa”, preceden al verbo “salí”,
explícito en la estrofa 1ª y sobrentendido en la 3ª.
• La personificación de la noche: primero en el v. 11º, “noche dichosa”, que atribuye a la
noche los sentimientos de la muchacha; después, en la apóstrofe de la 5ª estrofa, donde la
noche es representada a modo de celestina que reúne a los amantes.
• La paradoja del verso 21º, “¡Oh noche, que guiaste!”, en la que la noche realiza una
acción en apariencia imposible a causa de su oscuridad, la acción de “guiar” a los
amantes, pero que indica que es esa oscuridad precisamente la que ha facilitado el
encuentro de ambos al protegerlos de las miradas ajenas.
• La antítesis del verso 22º entre la “noche” y la “alborada” , que destaca de nuevo la
importancia de la oscuridad de la noche al considerarla superior a la luz del día.
En contraste con la negrura externa de la noche, en el poema el amor aparece representado con
la metáfora de la luz interior. El amor es luz, “luz y guía” (v.14º), porque es fuego, “en el corazón
ardía” (v.15º). Antes, en el v. 2º, ha aparecido ya esta metáfora que identifica al amor con el fuego,
“en amores inflamada”, muy habitual en esta época para referirse al poder que este sentimiento
tiene sobre el ánimo de los enamorados. Aquí, sin embargo, el fuego del amor parece ser el impulso
que lleva a la muchacha hasta el amado, como parece poner de manifiesto la hipérbole de los versos
16º y 17º, “aquesta me guiaba/más cierto que la luz del mediodía”, donde el amor es una fuerza que
proporciona seguridad a la amada en su camino.
La estrofa 5º acumula gran cantidad de recursos porque en ella se produce el hecho esencial del
poema, la unión amorosa de los amantes, expresión máxima del amor. Entre estos recursos
sobresalen:
• La apóstrofe a la noche, resaltada por la exclamación, por la anáfora de “oh noche” (al
comienzo de los versos 21º, 22º y 23º) y por el paralelismo que repite el vocativo (“oh
noche”) seguido de una subordinada adjetiva (vv. 21º y 23º) o de un adjetivo (v.22º). La
vehemencia de esta apóstrofe sugiere el intenso sentimiento que experimenta la amada.
• La derivación y la aliteración de m y d en los versos 24º y 25º, “Amado con amada,/
amada en el Amado transformada”, que evocan el éxtasis al que llegan los amantes, al
sugerir que pierden la conciencia de ser seres distintos.
En los versos siguientes, las “ansias” de la amada al comienzo del poema se han transformado,
tras el goce del amor, en una actitud relajada y dulce. Como antes se ha hecho con la noche y la luz
interior, se vuelven ahora a utilizar la metáfora, la personificación del ambiente y la aliteración para
mostrar esa sensación de paz espiritual:
• Las metáforas referidas a los amantes los revisten de belleza: el “pecho” de la amada es
“florido”, como un prado, al tiempo que el cuerpo del amado es “azucenas” sobre las que
reposa la amada. Sin embargo, estas metáforas parecen aludir, más que a una descripción
física de ambos, al sentimiento de felicidad serena que los embarga. Esta es la
interpretación que tendrían los dos últimos versos, “dejando mi cuidado/ entre las
azucenas olvidado”, en los que las “azucenas” (el cuerpo del amado) dan reposo a la
inquietud (“cuidado”) de la amada.
• El ambiente acogedor, protector, se evoca a través de la sensación provocada por el aire,
que se describe con la metáfora que transforma los cedros en un abanico (“ventalle de
cedros”, v. 30º) y con la personificación del aire en la 7ª estrofa, donde éste aparece casi
como otro amante, sobre todo a través de la metáfora que identifica la relajación de los
sentidos con una herida (“con su mano serena/en mi cuello hería/y todos mis sentidos
suspendía”).
• La aliteración de d y m en los versos 36º (“Quedéme y olvidéme”) y 38º y 38º, apoyada
en una derivación, (“dejéme,/dejando mi cuidado”), potencia la idea de paz con que la
muchacha se abandona al descanso.
COMENTARIO CRÍTICO.
En el comentario crítico se deben explicar las dos posibles interpretaciones del poema: la
religiosa y la erótica.
Si se considera el poema desde un punto de vista religioso, en él se describe la experiencia
mística del poeta desde que su alma, la amada, está purificada hasta que se une a Dios, el amante.
La escapada nocturna representa el camino recorrido por el alma, en el que se distinguen tres pasos
necesarios: la vía purgativa, la vía iluminativa y la vía unitiva. Cada una de estas “vías” se refiere a
un estado distinto de la vivencia del místico. El místico es un hombre que logra “fundirse” con
Dios, sentirlo dentro de sí. Para llegar a ese momento de exaltación espiritual en que el hombre deja
de ser él mismo porque Dios ocupa todo su ser, el místico ha de pasar por distintos momentos que
lo han preparado para esa situación sublime.
El primero de esos momentos es la vía purgativa, que tiene como fin purificar el alma para
hacerla digna de Dios. Esta purificación se consigue a través del alejamiento de todas las
tentaciones y preocupaciones terrenales, de modo que nada pueda distraer al alma del anhelo de
encontrar a Dios. La “casa sosegada” sugiere esta calma del espíritu, distante de cualquier inquietud
que lo perturbe. La “noche” que ayuda a la amada no es la noche del mundo real, la oscuridad que
esconde a la amada de la vigilancia de aquéllos que podrían impedir su amor. La noche es la noche
del espíritu, un estado del alma en el que ésta no presta atención a nada externa, porque para que
Dios entre en ella, el alma debe olvidarse del mundo y concentrarse sólo en ella.
Ya en esa noche, donde el alma está sola, comienza la vía iluminativa, el paso en el que el alma
ve o siente la presencia de Dios. Este momento está simbolizado en el texto por la luz “que en el
corazón ardía”. En un texto que trata sobre el alma y Dios, la luz tiene que ser necesariamente una
luz interior, Dios hace arder en el corazón, porque esa luz es una gracia que Dios concede al alma
para señalarle su presencia. La luz es, en suma, una muestra del amor de Dios.
En el verso 25º, “amada en el Amado transformada”, se produce la realización de la “vía
unitiva”. En esta última vía, el alma logra sentir plenamente a Dios en ella y pierde la conciencia de
sí misma, llega a ser un solo ser con Dios. En esta experiencia, el alma deja de ser ella misma para
formar parte de la divinidad y vivir una sensación que está más allá de la razón humana. Sólo la
noche le sirve para explicar esta vivencia de unirse a Dios, puesto que en la noche parece no existir
nada salvo Dios.
Las últimas estrofas descubren la felicidad del alma tras el encuentro con Dios. En ellas, el alma
revela una actitud distinta de la del inicio del poema. Ahora, todo el entorno es un reflejo del amor:
los cedros, la almena, el aire y las metáforas de las flores forman un mundo donde todos los
elementos son cómplices del amor y aíslan a los amantes. Este mundo reflejaría la impresión de paz
y de belleza que deja Dios en el alma del místico.
A esta interpretación religiosa del poema, es posible oponer otra tan sólo humana. El poema
puede ser leído como un poema de amor sin más, donde una muchacha relata una noche de amor
con su amante. Aunque el propio poeta confirmara la explicación religiosa de sus versos, no tuvo
más remedio que escoger de la tradición poética erótica los elementos que le permitieran evocar, lo
mejor posible, su vivencia mística. Y estos elementos de la poesía amorosa anterior permiten
entender los versos como simples versos de amor.
El más importante de estos elementos es la muchacha escogida para representar al alma. La
muchacha que habla en el poema es semejante a todas las otras muchachas que nos expresan su
angustia o su felicidad en la poesía tradicional española: las jarchas, las cantigas de amigo o los
villancicos castellanos. Nada hay en ella diferente, salvo esa la luz que arde en su corazón, pero
también esta metáfora de la luz o fuego de amor se encuentra con frecuencia en la poesía de
tradición provenzal y en la lírica cortés del siglo XV. También en la poesía tradicional se da con
relativa frecuencia el encuentro en la noche de los amantes. El romance de Gerineldos es uno de los
ejemplos más bellos de este tópico.
Una tradición amorosa distinta a la española domina en las últimas estrofas: la del “Cantar de los
cantares”, el poema bíblico atribuido a Salomón en el que el rey declara su amor a una joven. Los
cedros, el almena y los cuerpos de los amados transformados en elementos naturales, las flores en
este caso, pueden estar determinados por la influencia de ese poema.
Además, en el texto rige desde el principio hasta el final la pasión de la voz de la muchacha. El
poeta, San Juan de la Cruz, puede insistir en que intenta desvelar la unión entre el alma y Dios, pero
los sentimientos del poema son tan extremos, tiernos e ingenuos, que crean la impresión de ser en
verdad los propios de una muchacha enamorada. Al comienzo, el cuidado con que sale de su casa
para no ser descubierta sugiere el miedo propio de una joven consciente de que hace algo impropio,
merecedor de un castigo. En ningún momento son estos sentimientos los de un alma que sale al
encuentro de Dios. La alegría de la exclamación, “¡oh dichosa ventura!”, parece más bien la alegría
de la muchacha que elude la vigilancia de los que impedirían su salida hacia la cita con el amado.
Esa misma idea se encuentra en los versos siguientes, cuando la amada insiste por dos veces en la
ausencia de testigos: “en secreto, que nadie me veía” (v.12º) y “en parte donde nadie parecía”
(v.20º).
En las exclamaciones de la quinta lira del poema converge una confusión de alegría y placer que
puede explicarse como manifestación del éxtasis erótico. En los versos que siguen a esta lira,
predominan las sensaciones físicas: la suavidad y hermosura del pecho de los amantes (“pecho
florido”, “azucenas”), la frescura del aire y el movimiento de los árboles (“el ventalle de cedros”),
la sensibilidad de la piel ante la brisa (“el aire del almena…en mi cuello hería”), el deleite de
acariciar el pelo del amado (“cuando yo sus cabellos esparcía”) y la laxitud del cuerpo tras el amor
(“el rostro recliné sobre el amado”). Estas sugerencias corresponden con bastante acierto, a pesar
de la intención del poeta, a un cuerpo agotado y, al mismo tiempo, con los sentidos exaltados
después de haberse entregado al amor.
Por último, la pasión amorosa que se desprende de todo el poema, que da sentido a la alegría de
la muchacha, se debe a una circunstancia fundamental: desde la primera estrofa, se deja claro que el
amor de la muchacha es un amor oculto, probablemente ilícito. Ya hemos comentado algunos de los
versos de los que se deduce esta idea, sin embargo el que la manifiesta de un modo más preciso es
el sexto: “por la secreta escala, disfrazada”. El empeño y el valor de la muchacha por superar
cualquier obstáculo, hacen que su amor sea el amor de una persona para la que el amor es tan
importante que desprecia cualquier otro tipo de circunstancia: el castigo de la familia, la vergüenza
social, la duda sobre si es realmente amada. Se trataría, en conclusión, de un amor tan inocente y tan
fuerte que se ajusta de un modo natural al amor tal y como lo sentiría una joven enamorada, sea o
no símbolo del alma de un místico.
Voy a comentar este poema de San Juan de la Cruz comenzando por introducirlo antes en su
contexto literario.
Noche oscura del alma pertenece a la literatura mística del siglo XVI.
San Juan de la Cruz (Juan de Yepes) nació en Fontiveros (Avila) en 1542. Ingresó en la Orden del
Carmelo donde conoció a su contemporánea Santa Teresa. Teresa de Jesús le integró en el
movimiento reformador iniciado por ella, y editó sus obras. Sus intentos de reforma monástica y su
actividad propagandística le llevaron a sufrir prisión en Toledo en 1577. Se escapó de la cárcel y se
refugió en un monasterio. Pasó los últimos años en Andalucía y murió en Ubeda en 1.591.
Fue beatificado en 1675 por Clemente X, canonizado en 1726 por Benedicto XIII y declarado
Doctor Místico de la Iglesia por Pío Xl en 1926, está considerado como el poeta místico más
excelso de la literatura española.
San Juan aparte de ser un gran poeta tenía una gran energía y una sólida formación religiosa.
Entre su escasa obra podemos destacar en poesía: "La Noche oscura de alma", "El Cántico
espiritual", "Llama de amor viva", "El Pastorcico" ; y en prosa cuenta con 4 tratados. "Subida al
Monte Carmelo", "Noche Oscura" "Cántico espiritual"y "Llama de amor viva"; en todos ellos
comenta y aclara sus poemas que llevan el mismo título.
El estilo de San Juan de la Cruz es complicado, utiliza símbolos para expresar sus experiencias
místicas. En él se funden: el éxtasis religioso, la inspiración poética, la riqueza de imágenes y
simbolismos y el sentimiento elevado.
El texto que voy a comentar "Noche oscura del alma" es una lira 7ª 11B 7ª 7b 11B. tiene una rima
consonante.
El asunto del texto es la unión que experimenta el alma con Dios en el proceso místico. El místico
queda extasiado cuando ha entrado en contacto con Dios, cuando termina su estado de éxtasis
vuelve a la normalidad.
El autor está patente a lo largo de toda la obra.
La 1ª estrofa cuenta como el alma se independiza del cuerpo y sale de él. "Éxtasis del místico".
Aquí el místico se encuentra en su vía purgativa, encuentra la paz espiritual, está totalmente
dedicado a Dios. Está esperando el siguiente paso.
En esta primera estrofa las exclamaciones destacan la alegría del alma al salir del cuerpo. Habla el
alma como si fuera una persona. La casa es el cuerpo, el alma sale del cuerpo y empieza su camino
a Dios.
La repetición de los versos "¡ Oh dichosa ventura ¡ y "Estando ya mi casa sosegada " en la segunda
estrofa supone hacer más hincapié en la alegría de tener cerca de Dios.
El alma ya va en camino de la unión, esto nos lo indican las palabras "escala disfrazada".
En la 5ª estrofa el alma se une con Dios. "El místico entra ya en la vía unitiva".
Ahora ya no es el alma es que habla y la unión la expresa San Juan mediante anáforas. "Oh
noche…" y con exclamaciones para dar más ilusión a algo tan aspirado por él. Es la vía unitiva. En
esta estrofa San Juan utiliza una aliteración de la "m".
En las 2 siguientes, el místico está con Dios y sólo vive para él y por él durante el éxtasis. " Éxtasis
total del místico".
En la 6ª estrofa habla San Juan y describe como siente a Dios dentro de sí y como vive sólo para él.
Nunca nombra a Dios, lo expresa de tal manera que hace que parezca que está muy presente en él.
El paisaje es dinámico. Aparece la naturaleza mediante al tacto y el olor.
En la 7ª San Juan cuanta como Dios le llena todo su ser, queda extasiado.
En la 8ª y última estrofa el alma vuelve al cuerpo y acaba así su estado de éxtasis. "El proceso
místico termina". El alma está fundida con Dios. Utiliza pronombres enclíticos "Quedéme y
olvidéme".
Hay que destacar la complejidad de expresión de San Juan que explica perfectamente una cosa tan
difícil como es el proceso místico. San Juan deja plasmado en su obra que el amor y la iluminación
interior es el camino directo hacia Dios. Tiene a Dios muy dentro de sí, lo vemos por la manera que
tiene de nombrarle a lo largo del poema.
Describe en su poema las tres vías que sigue el místico para su perfecta unión con Dios.
Se trata de una alegoría y los símbolos están expresados a lo largo de todo el poema.
Bueno, hasta aquí este comentario del que he de confesar un secreto. No, no es un plagio, es un
análisis que hice de este poema con 14 años. Ayer, buscando trabajos del cole para pasar a una de
mis sobrinas, lo encontré y pedí a Ciao que lo añadiera entre sus categorías. Me parece una poesía
bonita que puede interpretarse de muchas maneras aunque San Juan la concibió desde el punto de
vista de su amor a Dios,.