Juan Bosch y Su Vision Geopolitica Del Caribe.

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Juan Bosch y las visiones

geopolíticas del Caribe


Jorge Rodríguez Beruff

No es la geografía sola la que hace la historia;


es el hombre que engendra la historia en la geografía.
Jorge Mañach, 1961.

L a geopolítica ha sido un punto de vista compartido por autores en diver­


sos países y regiones culturales del Caribe, recurrente en distintos mo­
mentos del desarrollo histórico regional desde, al menos, el siglo xix. De
hecho, varias de las historias generales sobre el Caribe en el siglo xx, como
las de Erick Williams, Juan Bosch, y W. H. Parry y Philip Sherlock, por
mencionar algunas, incorporan una perspectiva geopolítica. Más que una
categoría discreta o excluyente, la perspectiva geopolítica podría verse
como un paradigma que atraviesa diversas temáticas y escuelas de pensa­
miento, y en la cual no es fácil encajonar a los pensadores y sus obras.
El historiador puertorriqueño Pedro San Miguel plantea que las obras de
enfoque geopolítico constituyen una de las tres corrientes de análisis en la
historiografía regional.1 Bajo esa categoría clasifica a un grupo de historiado­
res de varios países. El tema de las perspectivas geopolíticas en los estudios
sobre el Caribe lo había explorado Richard Morse a fines de los sesenta, lo
cual indica la persistencia de esta corriente de pensamiento.2 El autor trini­

1
Su cuestionamiento de las perspectivas geopolíticas se hace evidente, no sólo en su implicación
de que representan la adopción de una “mirada imperial”, sino también en su comentario sobre Juan
Bosch, quien alegadamente convierte “la geografía en una divinidad”. Según él, las otras dos corrien­
tes son la de la identidad y la de las estructuras económicas y la dependencia. Pedro San Miguel, Los
desvaríos de Ti Noel: ensayos sobre la producción del saber en el Caribe. San Juan: Ediciones Vértigo, 2004,
pp. 32-39.
2
Richard Morse, “The Caribbean: Geopolitics and Geohistory”, en Sybil F. Lewis y Thomas G.
Matthews eds., Caribbean Integration… Río Piedras: Institute of Caribbean Studies, 1967, pp. 157-173.

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notas y diálogos

tario Anthony Maingot recalca la vigencia de la perspectiva geopolítica en la


introducción de su reciente libro sobre las relaciones entre Estados Unidos
y el Caribe. El autor sentencia categóricamente en la introducción que:

Si tuviera que seleccionar una sola palabra para encapsular la historia del Cari­
be, esa tendría que ser “geopolítica”, que trata de la relación entre la geografía
y las relaciones internacionales. El aspecto más importante de la geografía cari­
beña ha sido el mar que, históricamente, en vez de un “lago interno” según el
cliché, fue un complejo de avenidas marinas que unen la región con el resto
del mundo. Es por estas “autopistas” que el Caribe nunca estuvo aislado.3

Las visiones geopolíticas caribeñas, aunque vinculadas generalmente a


proyectos nacionalistas, han servido para sustentar prescripciones políticas
muy diversas. A diferencia de América del Sur, las formulaciones geopolíti­
cas no han estado asociadas a la derecha autoritaria o al pensamiento mili­
tar.4 Debemos aclarar que por geopolítica entendemos las formulaciones
sobre el poder y las relaciones internacionales que ponen énfasis en los in­
tereses y acción de los Estados, y toman en cuenta factores de localización
geográfica y relaciones espaciales, o que están sustentadas en consideracio­
nes sobre el espacio geográfico. No nos referimos a una doctrina o unos
contenidos particulares.

La geopolítica como ruptura en el pensamiento de Bosch

En este ensayo me propongo examinar la perspectiva geopolítica que Juan


Bosch adopta luego de los dramáticos eventos de 1965 en la República
Dominicana –la Revolución Constitucionalista, la invasión estadounidense
y el ascenso de Joaquín Balaguer al poder–, principalmente en su libro

3
Anthony P. Maingot, Estados Unidos y el Caribe: retos de una relación asimétrica. San Juan: Editorial
de la Universidad de Puerto Rico, 2005, p. xvii.
4
Sobre la geopolítica latinoamericana puede consultarse: Lewis A. Tambs, “Latin American
Geopolitics: A Basic Bibliography”, Revista Geográfica (México), No. 73 (dic. 1980), pp. 71-105; y John
Child, “Geopolitical thinking in Latin America”, larr, Vol. 14, No.2 (1979), pp. 81-111. Para un aná­
lisis de las perspectivas geopolíticas mexicanas sobre el Caribe véase: Laura Muñoz, Geopolítica, segu-
ridad nacional y política exterior: México y el Caribe en el siglo xix. México: Instituto de Investigaciones Dr.
José María Luis Mora, 2001.

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notas y diálogos

De Cristóbal Colón a Fidel Castro, el Caribe frontera imperial, ubicándola en el


contexto de las corrientes historiográficas y del pensamiento político caribe­
ño. Nos referiremos también a El pentagonismo, sustito del imperialismo, un
texto relacionado y escrito en la misma coyuntura, que se inscribe en otra
corriente de análisis, a saber, la de los estudios críticos sobre la militarización
de los Estados Unidos en el período de la posguerra, pero que esclarece la
visión del autor sobre la coyuntura geopolítica regional. En ese momento
post 1965 Bosch escribe también el polémico texto Dictadura con respaldo
popular y Composición social dominicana, que no discutiremos aquí, donde
expone sus prescripciones políticas a la luz de su lectura del contexto inter­
nacional en que se encuentra el Caribe a fines de los sesenta.5
Proponemos que los eventos de 1965, y los años inmediatamente sub­
siguientes, provocaron una ruptura y radicalización en el pensamiento de
Bosch, basadas en la percibida imposibilidad de que Estados Unidos apo­
yara proyectos democráticos en la región en el marco de la Guerra Fría y en
el diagnóstico que hizo sobre la transformación interna que había ocurrido
en ese país, la cual denominó la pentagonización de la sociedad. Pa­blo
Mariñez se refiere a esa transformación en el prólogo del libro Temas interna-
cionales, que recoge artículos de Bosch.6 La experiencia de esos años de la
segunda mitad de los sesenta lo llevó a ubicarse en dos corrientes de pensa­
miento de las que se nutrió y a las cuales aportó con sus escritos.
La primera corriente fue la historiografía caribeña, sobre todo la cubana,
que le asignaba gran peso a factores geopolíticos al analizar la trayectoria
histórica de la región en el siglo xx. Esa corriente de pensamiento geopolí­
tico le asignaba mucha importancia al papel de las potencias europeas y los
Estados Unidos en la región como condicionante de la trayectoria histórica
de las sociedades y estados caribeños. De Cristóbal Colón a Fidel Castro, el
Caribe frontera imperial se inscribe en esa vertiente de análisis.

5
Sobre las circunstancias en que escribe esos textos, ver: Juan Bosch, El pld, un partido nuevo en
América. Santo Domingo: Alfa & Omega, 1989, pp. 102-110. Sobre Composición social dominicana y De
Cristóbal Colón a Fidel Castro dice el autor lo siguiente: “Para mí lo que importaba era que los domini­
canos no sólo cuáles y cuántos hechos históricos se habían producido a lo largo de los siglos que tenía
nuestro pueblo, sino cómo y por qué se produjeron esos, hechos, cuáles fueron las fuerzas que los
formaron” (p. 103).
6
Juan Bosch, Temas internacionales. Santo Domingo: Fundación Juan Bosch, 2006, pp. 44-45.

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notas y diálogos

Por otro lado, El pentagonismo se ubica en otra corriente de pensamiento:


la de los estudios críticos sobre la militarización de la sociedad estadouni­
dense en la posguerra, que encuentran su antecedente más cercano en la
llamada hipótesis del “estado guarnición” formulada por el destacado cien­
tífico político Harold Lasswell en 19417 y desarrollada en 1956 por el soció­
logo C. Wright Mills en La elite del poder, así como el debate sobre el com­
plejo militar industrial que estaba planteado en los años sesenta al calor de
la guerra de Vietnam.8

Visiones decimonónicas: El fiel de la balanza


y el Mediterráneo Americano

Antonio Gaztambide ha analizado las perspectivas geopolíticas decimonó­


nicas sobre el Caribe, o más bien, las Antillas, de Eugenio María de Hostos
y José Martí, entre otros pensadores. En ellos ya se expresa una visión de la
región que pone énfasis en su posición geográfica intermedia entre la Amé­
rica sajona y la latina. Hostos, y no Martí, es quien acuña en 1870 la expre­
sión el “fiel de la balanza”, como metáfora que explicaba la peculiar situa­
ción internacional de las Antillas. Pero el “fiel de la balanza” no tenía en
Hostos el sentido posterior martiano, sino que transmitía la idea de las An­
tillas como lugar de fusión de razas e ideas entre el Norte y el Sur, “el ver­
dadero lazo federativo de la gigantesca federación del porvenir...”. Vale la
pena citar el pasaje de Hostos:

Pienso que es necesario que América complete la civilización, sirviendo a estas


dos ideas: unidad de la libertad por la federación de las naciones; unidad de las
razas por la fusión de todas ellas. A este trabajo han de concurrir todos los miem­
bros del continente; tierra firme e islas: la tierra firme ha entrado en fusión…
fuera de la esfera de acción americana, intentando entrar en ella, las Antillas.
¿Qué son las Antillas? El lazo, el medio de unión entre la fusión de tipos y de
ideas europeas de Norte América y la fusión de razas y caracteres dispares que

7
Harold Lasswell, “The Garrison State and the Specialists on Violence”, American Journal of
Sociology, No. 47, 1941, pp. 455-68.
8
Para un análisis de esos debates véase (particularmente los capítulos 3 y 5.): V. R. Berghahn, Mili-
tarism, The History of an International Debate, 1861-1979. Cambridge: Cambridge University Press, 1981.

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notas y diálogos

penosamente realiza Colombia (la América Latina): medio geográfico natural


entre una y otra parte del Continente, elaborador también de una fusión tras­
cendental de razas, las Antillas son, políticamente, el fiel de la balanza, el verda­
dero lazo federativo de la gigantesca federación del porvenir; social, humana­
mente, el centro natural de las fusiones , el crisol definitivo de las razas.9

Según explica Gaztambide, para 1884 Martí tenía una visión cercana a la
expresada por Hostos. Como director de la publicación La América se pro­
ponía como observador de los intereses “de la América Latina en la Améri­
ca Sajona [y], el explicador de la mente de los Estados Unidos del Norte
ante la mente de aquellos que son en espíritu, y serán algún día en forma,
los Estados Unidos de la América del Sur...”. Su destacado escrito de 1891,
“Nuestra América”, puede verse como un llamado a un proyecto latino­
americano frente a todo mimetismo colonial, quizás una respuesta antillana
al planteamiento de Sarmiento en Civilización y barbarie, pero no una visión
geopolítica del Caribe como muro de contención frente al expansionismo
estadounidense.
Es a partir de 1894, que Martí claramente redefine la metáfora hostosia­
na del “fiel de la balanza” para argumentar que el equilibrio de América y
el mundo dependía de la suerte de las Antillas, o aun de Cuba, de su capa­
cidad de afirmar su independencia frente al expansionismo del Norte:

En el fiel de América están las Antillas, que serían, si esclavas, mero pontón de
la guerra de una república imperial contra el mundo celoso y superior que se
prepara ya a negarle el poder, mero fortín de la Roma americana; –y si libres–
dignas de serlo por el orden la de la libertad equitativa y trabajadora –serían en
el continente la garantía del equilibrio, la de la independencia para la América
española aún amenazada y la del honor para la gran república del norte…

Y en su muy citada carta a Manuel Mercado del 18 de mayo de 1895,


su último escrito, donde dice: “Ya estoy todos los días en peligro de dar

9
Hostos, Diario, 28 de marzo de 1870, Obras Completas, I, pp. 284-285, citado en Antonio Gaz­
tambide-Géigel, Tan lejos de Dios… Ensayos sobre las relaciones del Caribe con Estados Unidos. San Juan:
Ediciones Callejón, p. 68. Énfasis en el original de Hostos.

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notas y diálogos

mi vida por mi país y por mi deber –puesto que lo entiendo y tengo ánimos
con que realizarlo– de impedir a tiempo con la independencia de Cuba
que se extiendan por las Antillas los Estados Unidos y caigan, con esa fuer­
za más, sobre nuestras tierras de América”.10 Podríamos argumentar
que entre Hostos y Martí se produce un tránsito del liberalismo al naciona­
lismo radical.
Para el momento en que Martí escribe este texto, y otros en que reitera
la idea de equilibrio continental y las Antillas como frontera disputada o
muro de contención, estaba en ascenso en Estados Unidos una visión
geopolítica expansionista sobre la región. El principal arquitecto de esa vi­
sión geopolítica imperial de fines del siglo xix lo fue el geoestratega Alfred
Thayer Mahan, quien había planteado en su libro The Influence of Seapower
upon History, publicado en 1890, lo siguiente sobre el Caribe:

Furthermore it [the Mediterranean] has at the present time a very marked analogy in
many respects with the Caribbean Sea, –an analogy which will be still closer if a Pana-
ma canal-route be completed. A study of the strategic conditions of the Mediterranean,
which have received ample illustration, will be an excellent prelude to a similar study of
the Caribbean, which has comparatively little history.11

Mahan elabora en 1897, poco después de la muerte de Martí y el año


antes de la inicio de la guerra con España, esa visión geopolítica del Caribe
como el “Mediterráneo americano” en el ensayo “The Strategic Features
of the Gulf of Mexico and the Caribbean Sea”.12 Él compara la posición de
Estados Unidos en el Caribe con la de Roma o Gran Bretaña en el Medite­
rráneo, y propone un esquema para el dominio naval de la región que pre­
suponía, entre otras cosas, el control de Cuba, que se hacía imperativo para
defender desde sus accesos un futuro canal en Panamá. Su visión estratégi­
ca estaba sustentada también en un argumento sobre la superioridad cultu­

10
José Martí, Obras Completas, Vol. 20. La Habana: Editorial de Ciencias Sociales, 1975, p. 161.
11
A. T. Mahan, The Influence of Seapower upon History, 1660-1783. Boston: Little, Brown and Co.,
1890, p. 33.
12
A.T. Mahan, “The Strategic Features of the Gulf of Mexico and the Caribbean Sea”, Harper´s
New Monthly Magazine, octubre, 1897.

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notas y diálogos

ral y política de los Estados Unidos.13 La geopolítica navalista mahaniana


condicionó la óptica sobre el Caribe por parte de Estados Unidos por varias
décadas, resurgiendo con fuerza en momentos de crisis o guerra internacio­
nal.14 Se convirtió en un referente importante para las formulaciones geopo­
líticas de historiadores y autores caribeños.

La perspectiva geopolítica
de la historiografía cubana

La visión geopolítica martiana influyó en los intelectuales e historiadores


cubanos, al menos desde la década del veinte. Un sector de la intelectuali­
dad cubana, agrupado principalmente en torno del influyente “Grupo Mi­
norista”, articuló la visión de que un factor decisivo para el fracaso del pro­
yecto republicano cubano había sido la injerencia estadounidense, plasmada
en la Enmienda Platt.15 El “minorismo” también postuló el retorno al pro­
yecto político martiano contenido en el Manifiesto de Montecristi. Este movi­
miento, políticamente heterogéneo pero de marcado acento nacionalista,
agrupó a intelectuales como Jorge Mañach, Calixto Masó, Juan Marinello,
Emilio Roig de Leuchsenring y Rubén Martínez Villena.16 Roig de Leuschen-
ring denunció los designios geopolíticos estadounidenses sobre Cuba en
obras como Historia de la Enmienda Platt, una interpretación de la realidad cu-
bana (1935), Cuba no debe su independencia a los Estados Unidos (1950) y Martí
antimperialista (1953). Los “minoristas” ejercieron influencia no sólo en el
campo intelectual, sino también en diversos movimientos políticos.
Aunque no estuvo asociado al “minorismo” y fue funcionario del go­
bierno de Gerardo Machado, Ramiro Guerra y Sánchez produjo una de las
obras más importantes de corte geopolítico, La expansión territorial de los
Estados Unidos a expensas de España y los países hispanoamericanos, en el con­

13
Véase Jorge Rodríguez Beruff: “Cultura y geopolítica: un acercamiento a la visión de Alfred
Thayer Mahan sobre el Caribe”, en Antonio Gaztambide Geigel, Juan González Mendoza y Mario R.
Cancel (eds.), Cien Años de sociedad , los 98 del Caribe. San Juan: Ediciones Callejón, 2000, pp. 27-42.
14
Jorge Rodríguez Beruff, “Puerto Rico and the Caribbean in US Strategic Debate on the Eve of
the Second WorldWar”, Revista Mexicana del Caribe, Año I, Núm. 2, 1996, pp. 55-80.
15
Un ejemplo de ese diagnóstico es el ensayo de Jorge Mañach titulado “Revolución en Cuba”
en Pasado Vigente. La Habana: Editorial Trópico, 1939, pp. 234-253.
16
Ana Cairo, El Grupo Minorista y su tiempo. La Habana: Editorial de Ciencias Sociales, 1978.

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notas y diálogos

texto de la revolución de 1933 y de las actividades intervencionistas de


Sumner Welles y la administración Roosevelt en Cuba. Constituye un rela­
to pormenorizado del expansionismo estadounidense desde sus inicios, de
cuya lectura sólo se puede colegir el peligro inminente que se cernía sobre
Cuba y las precarias repúblicas del Sur. Fue una obra de denuncia y expre­
sión de un nacionalismo asediado: “Esta es, en síntesis, la historia del con­
flicto entre ‘yanquis’ y ‘latinos’, desde hace cerca de siglo y medio en Amé­
rica… El cuadro de conjunto de esta enconada rivalidad es una historia
dolorosa y lamentable para los vencidos, siempre los mismos.” Menos co­
nocida es otra obra suya de enfoque geopolítico, En el camino de la indepen-
dencia: estudio sobre la rivalidad de los Estados Unidos y la Gran Bretaña en sus
relaciones con la independencia de Cuba.17
Otros historiadores cubanos como Herminio Portell Vilá, Emeterio San­
tovenia, Julio Le Riverend y José Luciano Franco, para mencionar algunos,
también adoptaron una perspectiva geopolítica.18 Portell Vilá, por ejemplo,
destaca los esfuerzos cubanos por evitar la anexión en su monumental obra
de 1939, Historia de Cuba, en sus relaciones con los Estados Unidos y España.19
La historiografía de corte geopolítico fue una de las corrientes de pensa­
miento que sustentó el nacionalismo cubano y encontró expresión política
en las revoluciones de 1933 y 1959.20

17
Ramiro Guerra y Sánchez, La expansión territorial de los Estados Unidos a expensas de España y los
países hispanoamericanos. La Habana: Editorial Nacional, 1964; y En el camino de la independencia: estu-
dio sobre la rivalidad de los Estados Unidos y la Gran Bretaña en sus relaciones con la independencia de
Cuba. La Habana: Ciencias Sociales, 1974.
18
Herminio Portell Vilá, Historia de Cuba en sus relaciones con los Estados Unidos y España, Cuatro
Tomos. La Habana: Jesús Montero Editor, 1938-1941; Emeterio Santovenia, Armonías y conflictos en
torno a Cuba. México: Fondo de Cultura Económica, 1956; y José Luciano Franco, Armonía y contra-
dicciones cubano-mexicanas, 1554-1830. La Habana: Casa de las Américas, 1975; La batalla del Caribe,
revoluciones y conflictos internacionales en el Caribe 1789-1854. La Habana: Instituto de Historia, Acade­
mia de Ciencias, 1965; Historia de la revolución de Haití. La Habana: Academia de Ciencias, 1966.
19
Herminio Portell Vila, Historia de Cuba, en sus relaciones con los Estados Unidos y España , tomo II
(1853-1878). La Habana: Jesús Montero Editor, 1939, p. 8.
20
Rafael Rojas critica esa corriente como parte de una “cultura de la queja” en La isla sin fin, con-
tribución a la crítica del nacionalismo cubano. Miami: Ediciones Universal, 1998, pp. 126-127. El analista
conservador Mark Falcoff señala: “The centrality of Cuban nationalism to Cuban historiography
hardly requires emphasis. Indeed, the two are virtually inseparable.” “The Cuba in Our Mind”, The
National Interest, 1 de junio, 1996.

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notas y diálogos

Es interesante que el filósofo Jorge Mañach, luego de su exilio en Puerto


Rico, escogiera el terreno del discurso geopolítico para deslindar sus dife­
rencias con el proyecto político que se había impuesto en Cuba en 1959.21 En
Teoría de la frontera, argumenta que una frontera marca un confín, pero tam­
bién un lugar de contacto y comunicación. Mañach distingue entre varios ti­
pos de frontera y formula el concepto de “frontera cultural” para aplicársela a
Puerto Rico. Según él, estar en la frontera provoca dos reacciones extremas:
“cierto antagonismo hosco, resentido del poder ajeno y de la propia impo­
tencia” o “una sumisión blandengue… que en la jerga política suele llamarse
‘entreguismo’”.22 Mañach utiliza el concepto de frontera para referirse al
Caribe varios años antes que Bosch, en los meses cercanos a la invasión de
Playa Girón, pero desde una perspectiva de un nacionalismo moderado que
busca alternativas al enfrentamiento entre los Estados Unidos y Cuba.

Otras visiones caribeñas

El importante autor puertorriqueño de los treinta, Antonio S. Pedreira, le


atribuyó el insularismo o “aislamiento centenario” de Puerto Rico a la falta
de interés de España en su posición geográfica.

La espléndida posición geográfica que en nuestros días es motivo de propagan­


da, ofreciéndose como punto de apoyo en el tráfico aéreo entre Norte y Sur
América, y como posible puente entre las dos culturas novomundanas, no reci­
bió favores que en otros tiempos dispensaron a Cuba y a Santo Domingo los
gobiernos españoles por estas antillas hermanas más asequibles e importantes
al desarrollo colonial. Nosotros quedamos al margen de las rutas europeas, em­
potrados en un aislamiento centenario que siempre entorpeció nuestras ansias
de vinculación indoamericana.23

La segunda Guerra Mundial significó una expansión sin precedentes


del poder regional de Estados Unidos, abarcando su influencia a todos los

21
Jorge Mañach, Teoría de la frontera. Río Piedras: Editorial Universitaria, 1970. El libro de Maña­
ch fue calificado por una autora cubana como una “diatriba contra la Revolución Cubana”. Véase Ana
Cairo, El grupo minorista y su tiempo. La Habana, 1978, p. 220.
22
Ibid., p. 76.
23
Antonio S. Pedreira, Insularismo. Río Piedras: Editorial Edil, 1985, p. 109,

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notas y diálogos

territorios bajo control colonial de las potencias europeas. El Caribe se


convirtió en uno de los escenarios del conflicto global. Los intelectuales
que se formaron en la década del cuarenta tomaron nota del peso que
tenían fac­tores estratégicos y geopolíticos en el destino de los estados y te­
rritorios caribeños.
Humberto García ha analizado el pensamiento geopolítico en la forma­
ción intelectual y la obra del historiador y político trinitario Eric Williams.
Su primer libro, The Negro in the Caribbean, fue el resultado inmediato de un
viaje en 1940, a comienzos de la segunda Guerra Mundial, por Cuba, Haití,
la República Dominicana y Puerto Rico. En Cuba conoció la obra de Rami­
ro Guerra y Herminio Portell Vilá. Williams asume plenamente, con nota­
ble hipérbole, el discurso geopolítico de la época sobre el Caribe.

For the Caribbean is one of the most important seas, strategically speaking, in the world.
Who commands the Caribbean commands the Panama Canal… The Caribbean islands
are, in fact, a vital link in the chain of hemisphere defense. The Caribbean has become
for the United States “our sea”, the “American Mediterranean” with Puerto Rico as its
Gibraltar.24

Luego, en From Columbus to Castro, The History of the Caribbean 1492-


1969, su historia general sobre el Caribe, Williams reitera la visión geopolí­
tica utilizando la metáfora de la gallera:“The Caribbean islands began their as-
sociation with modern society as the pawn of European power politics, the cockpit of
Europe, the arena of Europe´s wars hot and cold.”
Sin embargo, como Humberto García señala, la geopolítica de Williams,
aunque vinculada en su pensamiento a un nacionalismo pancaribeño e in­
tegracionista, nunca lo llevó a plantearse una ruptura radical con los Estados
Unidos, como ocurrió en el caso de Cuba. Debemos añadir que Williams
no fue un caso aislado en el Caribe angloparlante. Historiadores como
Fitzroy André Baptiste y Ken Post, particularmente el primero, adoptaron

24
Eric Williams, The Negro in the Caribbean. Washington D.C.: Associates in Negro Folk Educa­
tion, 1942), pp. 7, 8. Citado en Humberto García Muñiz, “Geopolitics and Geohistory in Eric Wil­
liams Discourse on Caribbean Integration”, Brian Moore and Swithin Wilmot (eds.), Before and after
1865: Papers on Education, Politics and Regionalism in the Caribbean. Kingston: Ian Randle, 1999.

128
notas y diálogos

un enfoque geopolítico en sus escritos sobre el período de la segunda Gue­


rra Mundial en el Caribe.25
También se debe notar que la historia general de la región de Parry y
Sherlock, publicada en 1956, más de una década antes de la de Williams y
Bosch, ya expresaba un acercamiento geopolítico que tomaba distancia de
la formulación estadounidense de Alfred Thayer Mahan. Para estos auto­
res, la ubicación del Caribe, en la encrucijada de importantes rutas maríti­
mas, lo había convertido en un corredor o zona de tránsito, que lo vinculaba
externamente con el mundo Atlántico y Pacífico, pero lo fragmentaba in­
ternamente.

The Caribbean has sometimes been likened, in its historical role, to the Mediterranean;
but the likeness is superficial. The Mediterranean is an enclosed sea which for millennia
linked, in peace or war, the cities, the empires, the cultures of the peoples living round its
shores; and for millennia those peoples had no need to look beyond the boundaries of
their sea. The Caribbean has been less a meeting and crossing place that a corridor. The
gravitational pull of Europe to the east was balanced by a corresponding pull to the
west. The islands, for much of their history, were valued not as citadels or dwelling pla-
ces for their own sake, but as the outlying barbicans of a gate…
The Caribbean waterways have linked Europe with Latin America, Spain with the
Philippines, New England with California. They have divided the Caribbean islands,
shore from shore and island from island; and most of the traffic passing through has
passed the islands by.26

El historiador puertorriqueño Arturo Morales Carrión también inició su


carrera en los albores de la segunda Guerra Mundial y participó, como Wi­
lliams, en los proyectos de colaboración caribeña impulsados por los Esta­
dos Unidos en las décadas de los cuarenta y los cincuenta, como la Comi­
sión Anglo Americana del Caribe (1943-1946), que luego se convirtió en la
Comisión del Caribe (1948-1955).

25
Fitzroy André Baptiste, War, Cooperation and Conflict, the European Possessions in the Caribbean,
1939-1945. Nueva York: Greenwood 1988. También Ken Post, Strike the Iron: A Colony at War, 2 vols.
Atlantic Highlands, NJ. y La Haya: The Institute of Social Studies, 1981.
26
W.H. Parry and Philip Sherlock, A Short History of the West Indies. Londres: Macmillan Carib­
bean, 1971, pp. vi-vii.

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notas y diálogos

En un ensayo de 1940, Morales Carrión plantea que el dilema histórico


de Puerto Rico ha sido la lucha entre dos tendencias principales que deno­
mina “la fortaleza” y la “ciudad”. “La fortaleza” es emblemática de la
transformación gradual de Puerto Rico para proteger al Caribe de “intrusos
externos”, o lo que llama “the military determinism of its geography”, mientras
que la “ciudad” representaba “the emergence of a civilized community”. En
1940, Puerto Rico era gobernado por un almirante estadounidense y se im­
pulsaban frenéticamente los planes defensivos para la guerra.27
La principal obra de Morales Carrión, Puerto Rico and the Non Hispanic
Caribbean: A Study in the Decline of Spanish Exclusivism, publicada en 1952,
está escrita desde una perspectiva geopolítica. Allí el autor afirma que el
área antillana “es el producto de una intensa lucha por el poder entre los
estados marítimos”. También refuta la tesis sobre el “insularismo” plantea­
da en los treinta por Pedreira, recalcando el carácter abierto y poroso de
toda la región.

El área antillana es un complejo mosaico entrecruzado por los más diversos


rasgos étnicos y culturales. Históricamente es el producto de una intensa lucha
por el poder entre los Estados marítimos, una lucha encarnizada en la cual se
disputó y se retuvo cada isla y cada cayo con tenaz obstinación. No hubo comu­
nidad alguna que se desarrollara en plácido aislamiento sin ser perturbado por
el oleaje de grandes conflictos bélicos o imperialistas. El mar era una gran ave­
nida abierta por donde afluía toda clase de viajeros para entrar en las islas: ex­
ploradores y conquistadores de España, traficantes de esclavos portugueses,
piratas franceses e ingleses, contrabandistas daneses y, años más tarde, corsa­
rios americanos.28

Según Morales Carrión, la “camisa de fuerza” del sistema colonial espa­


ñol llevó al contrabando de Puerto Rico con el Caribe no hispánico y, luego,
a un fuerte vínculo económico con los Estados Unidos: “La última fase del

27
Arturo Morales Carrión, “Puerto Rico: the fortress or the city?”, InterAmerican Quarterly
(July,1940) pp. 36‑46. Sobre el contexto de este escrito ver, Jorge Rodríguez Beruff, Strategy as Politics,
Puerto Rico on the Eve of the Second World War. San Juan: Editorial Universitaria, 2007.
28
Arturo Morales Carrión, Puerto Rico y la lucha por la hegemonía en el Caribe, colonialismo y contra-
bando, siglos xvi-xviii. San Juan: Editorial de la Universidad de Puerto Rico, 1995, p.1. Versión españo­
la de la edición original de 1952.

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notas y diálogos

exclusivismo español en Puerto Rico, presenció, en medio de la devasta­


ción de la época revolucionaria, el aumento de la dependencia comercial de
Puerto Rico en los Estados Unidos.”29 De ahí que el ascenso del poder de
Estados Unidos se presenta como un proceso secular y gradual, que tuvo
sus orígenes económicos en el momento de la independencia de ese país.
Morales Carrión va a promulgar, en otros escritos, un “nacionalismo cultu­
ral” destinado a preservar los rasgos distintivos de una nacionalidad puerto­
rriqueña, dentro del arreglo político de posguerra representado por el Esta­
do Libre Asociado (ela).
Puerto Rico and the Non Hispanic Caribbean se publicó, significativamen­
te, en el año 1952, coincidiendo con la promulgación de la Constitución del
ELA, en plena Guerra Fría, y en un punto muy alto del poder regional e
internacional de los Estados Unidos. El autor tendrá una destacada partici­
pación política como asesor de Luis Muñoz Marín, gobernador de Puerto
Rico, para temas internacionales y funcionario de la administración
Kennedy, entre otros importantes cargos que ocupó.

Juan Bosch: del archipiélago de las dictaduras


a la frontera imperial

En Póker de espanto en el Caribe, escrito en 1955, Juan Bosch describe a la


región como un archipiélago de dictaduras. Aunque el fenómeno era regio­
nal, cada una de esas dictaduras tenía sus particularidades en cuanto a sus
estilos de ejercer el poder. El énfasis de su análisis estaba puesto en los
factores internos y no había un esfuerzo sistemático por conectar la prolife­
ración de los regímenes dictatoriales de posguerra con la política militar o
exterior de los Estados Unidos. De hecho, descarta al imperialismo estado­
unidense como la causa de las dictaduras criollas.

En los últimos tiempos se ha propagado mucho la tesis de que el imperialismo


es el responsable de que el Caribe se encuentre apestado de tiranías. Mas he
aquí que las agresiones políticas y armadas de los Estados Unidos en esa zona
no toman cuerpo sino a partir de 1898, y ya a esa época los pueblos caribes co­

29
Ibid., p. 183.

131
notas y diálogos

nocían despotismos tan prolongados y tan crueles como los regímenes del indio
Carrera en Guatemala o de Ulises Heureaux en Santo Domingo, o como el de
Henri Cristophe en Haití y el de Guzmán Blanco en Venezuela.
Un análisis exhaustivo de las causas que producen las tiranías en el Caribe
aconseja dejar a un lado la costumbre de buscar la razón única. Hay muchas
razones entrelazadas. Lo que sí aparece claro a los ojos del estudioso es que las
tiranías del Caribe se producen por ciclos, y cada ciclo corresponde al momento
en que debe producirse un cambio en la estructura social.30

El corolario político de Póker de espanto era que la lucha por la democra­


cia en el archipiélago de las dictaduras requería de un movimiento demo­
crático a escala regional, lo cual correspondió con su práctica política de esa
época. Se trataba de hacer alianzas con las fuerzas democráticas en Centro
América y el Caribe para construir un archipiélago de democracias. La otra
implicación de su análisis era que se requería cambiar las estructuras socia­
les internas que generaban las condiciones para los regímenes despóticos.
Sin embargo, hay ideas que Bosch plantea en este texto que guardan
continuidad con su perspectiva en De Cristóbal Colón a Fidel Castro… Por
un lado, se refiere a un pasado de lucha constante por la libertad: “La lucha
de los pueblos es constante; nacen mártires donde muere uno, florecen las
ideas allí donde las persiguen; un pasado heroico cuajado de nobles nom­
bres, estimula a los jóvenes e ilumina el porvenir.” Por otro, desarrolla un
concepto del Caribe muy cercano al de “Cuenca del Caribe”, que será el
que utilizará en esa obra posterior: “El Caribe tiene forma de un toro echa­
do. La cabeza parece mirar hacia el Pacífico, por encima de las llanuras de
Yucatán; el pescuezo y el espinazo están formados por las Antillas Mayores;
el anca, por las Menores. Pueden verse sus patas delanteras dobladas en las
rodillas siguiendo el curso de las costas de Nicaragua, Costa Rica y Panamá;
y pueden verse las traseras y el vientre descansando en las orillas de Vene­
zuela y de Colombia”.31 Esta visión caribeñista lo va a diferenciar de la
perspectiva de Ramiro Guerra, quien usa el concepto de “países hispano­
americanos”. Su definición también tiene un enfoque claramente político,
ya que el Caribe lo constituyen las diez repúblicas cuyas costas baña el Mar

30
Juan Bosch, Póker de espanto en el Caribe. México: unam, 2009, p. 34.
31
Ibid., p. 209.

132
notas y diálogos

Caribe, en un momento en que buena parte de las sociedades caribeñas


vivían bajo arreglos coloniales.
El golpe de estado de 1963 no altera radicalmente su visión sobre los
condicionantes internos de las dictaduras caribeñas. Bosch aún no rompe
sus vínculos con los sectores liberales en los Estados Unidos. En un texto
publicado en 1991 sobre la revolución constitucionalista de 1965, Bosch
subraya la excepcionalidad del período de John F. Kennedy: “Con la ex­
cepción de los años de Kennedy, la política exterior norteamericana en la
América Latina ha sido la de entenderse con los grupos de poder y usar la
fuerza para respaldar esos grupos… Fue John Fitzgerald Kennedy quien
transformó los viejos conceptos y puso en práctica una nueva política, pero
desaparecido él, volvió a imponerse el criterio de que el poder se ejerce
sólo a través de la fuerza.”32
Debemos recordar que fue el gobernador Luis Muñoz Marín quien en­
vió un avión a recogerle en Guadalupe y le ofreció refugio en Puerto Rico.
Jaime Benítez lo acogió en la Universidad de Puerto Rico. Desde Puerto
Rico mantuvo abiertos canales de comunicación con los sectores liberales
de la administración Kennedy, aunque esas relaciones se tornaron cada vez
más difíciles y tensas, y se rompieron a raíz de la revolución constituciona­
lista y la decisión de invadir el país. George Ball dice en sus memorias que
Bosch era “…unrealistic, arrogant and erratic”. Bosch, por su parte, ataca a
Adlai Stevenson y Dean Rusk en El pentagonismo como parte de un grupo
sin liderato y sin principios.
Crisis de la democracia de América en la República Dominicana fue escrito
en su exilio de Puerto Rico en 1964, poco después de haber sido derrocado
por el golpe de 1963.33 En ese texto, Bosch hace referencia de nuevo a cau­
sas internas y factores estructurales de la sociedad dominicana para explicar
el golpe de estado y dice que su libro es continuación del anterior, Trujillo:
causas de una tiranía sin ejemplo. Su explicación se sustenta en la persistencia
del trujillismo y en que “muchos antitrujillistas eran, en realidad, aspirantes

Juan Bosch, “La debilidad de la fuerza” en Temas internacionales, op. cit., p. 600.
32

Juan Bosch, Crisis de la democracia de América en la República Dominicana. Santo Domingo: Alfa y
33

Omega, 1999.

133
notas y diálogos

a sustituir al tirano, no a liquidar su régimen”.34 Al final plantea una pregun­


ta que demuestra el escepticismo que ya sentía sobre un apoyo externo a la
restauración de la democracia en la República Dominicana.

Hay, pues, gente para construir la democracia en la República Dominicana.


Pero antes de poner a levantar otra vez la casa de la libertad y la justicia, esa
gente mira hacia su pasado, mira hacia toda la América y pregunta: “¿Vale la
pena volver a edificar para que nos roben lo que hacemos? Rusia ayuda a Cuba,
y a nosotros, ¿quién nos ayudará?”.35

Juan Bosch publica De Cristóbal Colón a Fidel Castro, el Caribe frontera im-
perial, una de las obras más representativas de la perspectiva geopolítica, en
1970, pocos años después de la invasión estadounidense de la República
Dominicana de 1965 y el ascenso a la presidencia de Joaquín Balaguer al año
siguiente.36 El autor formula la metáfora del Caribe como “frontera impe­
rial”, como escenario secular de las luchas entre imperios, concluyendo su
relato, no con los trágicos eventos de 1965 que le había tocado vivir de cerca,
sino con la victoria de Fidel Castro en la batalla de Playa Girón de 1961.

La historia del Caribe es la historia de las luchas de los imperios contra los pue­
blos de la región para arrebatarles sus ricas tierras; es también la historia de las
luchas de los imperios, unos contra otros, para arrebatarse porciones de lo que
cada uno de ellos había conquistado; y es por último la historia de los pueblos
del Caribe para libertarse de sus amos imperiales.37

Bosch se refiere en el primer capítulo, “Una frontera de cinco siglos”, a


eventos recientes en el Caribe que sirven como telón de fondo de su obra:

34
Ibid., pp. 8-9.
35
Ibid., p. 231.
36
Llama la atención que Bosch solamente destacara la obra de un autor cubano, José Antonio
Saco, Historia de la esclavitud de los Indios en el Nuevo Mundo. La Habana: Cultural, 1932. Pero reconoce
la aportación del historiador dominicano Emilio Cordero Michel en su obra La revolución haitiana y
Santo Domingo. Santo Domingo: Editora Nacional, 1968.
37
Juan Bosch, De Cristóbal Colón a Fidel Castro, el Caribe frontera imperial. Santo Domingo: Funda­
ción Juan Bosch, 2005, p. 12.

134
notas y diálogos

la Revolución Cubana, los conflictos de 1964 en Panamá y la Revolución


Constitucionalista en la República Dominicana.

Santo Domingo es un país del Caribe y el Caribe seguía siendo en el año de


1965 una frontera imperial, la frontera del imperio americano…Pues una fron­
tera –como se sabe– es una línea que demarca el límite exterior de un país, y
todo país tiene derecho a defenderse si es atacado. Y pues Santo Domingo es
parte de la frontera imperial, a los ojos del imperio y de sus partidarios era lógi­
co y justo que ese pequeño país padeciera su sino de tierra fronteriza.38

De ahí que, aunque por el Caribe pueden haber pasado las fronteras de
otros imperios a través de la historia, la que importaba ahora era la frontera
imperial de los Estados Unidos. Ya no se trata de una lucha por la libertad
contra los despotismos criollos, sino su adhesión a un proyecto regional an­
timperialista, para lo cual busca en el pasado caribeño los asideros históricos
que se puedan convocar como fuerzas de resistencia en ese conflicto.
La aportación de la historiografía cubana a la perspectiva geopolítica de
Juan Bosch no es evidente en la bibliografía citada en esa obra. Destina su
obra a un amplio público que, según él, encuentra engorrosa la referencia a
las fuentes. Apenas menciona la obra de José Antonio Saco Historia de la
esclavitud de los indios en el Nuevo Mundo y la Historia de la nación cubana, obra
en diez volúmenes, editada por Ramiro Guerra y Sánchez, José M. Pérez
Cabrera, Juan J. Remos y Emeterio S. Santovenia. Sin embargo, Bosch era
un lector acucioso que vivió por un largo período en Cuba, inmerso en la
vida política e intelectual del país, por lo que debió conocer también otras
obras como el libro de Ramiro Guerra sobre el expansionismo estadouni­
dense y los escritos de otros historiadores importantes de enfoque geopolí­
tico como Herminio Portell Vilá y Emilio Roig de Leuschenring.
El pentagonismo, sustituto del imperialismo, otro influyente texto que
Bosch escribió en la misma época, complementa los argumentos desarrolla­
dos en De Cristóbal Colón a Fidel Castro. En El pentagonismo…., el autor do­
minicano argumenta que la política exterior de Estados Unidos se ha mili­
tarizado y que, por lo tanto, América Latina y el Caribe no se enfrentan ya

38
Ibid., pp. 14-15.

135
notas y diálogos

al imperialismo en el sentido leninista, sino a un Estado “pentagonizado”,


es decir, crecientemente controlado por el poder militar. Según él, “La Re­
pública Dominicana, [es] el primero de los países de la América Latina que
cayó bajo el poder pentagonista…”.39
El corolario político de su análisis es que los Estados Unidos, inde­
pendientemente del partido que estuviera en el poder, no apoyaría proyec­
tos democráticos en la región por la militarización de su política exterior,
proceso que había comenzado en el Caribe. El predominio del poder mili­
tar se comenzó a gestar desde dentro de la administración Kennedy, y ya
estaba firmemente asentado al llegar Lyndon Johnson a la presidencia. Ba­
hía de Cochinos y la invasión dominicana de 1965 fueron dos instancias de
su ascenso. Sobre los sectores liberales que le habían apoyado, Bosch dice
lo siguiente:

El sector liberal norteamericano, cada vez más pequeño, es ya una flor exótica,
producto de una sociedad liquidada. Quedan algunos liberales que sobreviven
por razones biológicas, debido a su edad avanzada. La expresión natural de una
sociedad de masa en un régimen de libre competencia es el pentagonismo, no
el liberalismo.40

Bosch continuó cultivando el enfoque geopolítico en otros escritos sobre


la región y la situación mundial.41 Además, tuvo sus seguidores, particular­
mente el sociólogo e historiador Gerard Pierre Charles. Éste afirmó, en un
libro publicado en 1981 que, en el Caribe, “la primera mitad del siglo xx se
caracterizó por el dominio irrestricto de los Estados Unidos” y que “en el
período posbélico, el Caribe se convierte en una avanzada del imperio, en­
tonces en la fase óptima de su desarrollo”.42
La perspectiva geopolítica caribeña constituyó una respuesta a la geopo­
lítica imperial que reducía la región a una zona valiosa para la seguridad de

39
Juan Bosch, El pentagonismo, sustituto del imperialismo. Santo Domingo: Alfa y Omega, 2000, p.
126. Un comentario nuestro sobre ese texto se puede encontrar en: www.caribenet.info/pensare_06_ro-
driguez_beruff_pentagonismo.asp?l=.
40
Ibid., p. 102.
41
Juan Bosch, Temas internacionales, op. cit.
42
Gerard Pierre Charles, El Caribe contemporáneo. México: Siglo xxi Editores, 1981, p. 25.

136
notas y diálogos

Estados Unidos, y definía a los países y territorios como “lugares” de valor


estratégico a controlar o para enclavar bases militares. Juan Bosch y otros
intelectuales caribeños contribuyeron a la comprensión de los álgidos mo­
mentos del expansionismo estadounidense y de la confrontación global en
el marco del la Guerra Fría.
El fin de la Guerra Fría y la transformación del sistema internacional
han marcado cambios notables en la región del Caribe. Aunque persisten
algunas líneas de conflicto de períodos anteriores, el Caribe se ha tornado
más complejo con la presencia de nuevos actores internacionales y nuevos
retos a la viabilidad de sus sociedades. Ciertamente requerimos nuevos en­
foques que den cuenta de las circunstancias actuales de la región y su ubi­
cación en el sistema internacional, y que nos permitan desarrollar estrate­
gias eficaces para “vivir en la frontera”.

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