Plusvalía

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República Bolivariana de Venezuela

Ministerio del Poder Popular para la Educación Superior


Universidad Nacional Experimental “Simón Rodríguez”
Aula Territorial El Socorro
Curso: Economía General
Código: 32061
Carrera: Administración de Recursos Materiales y Financieros

Plusvalía y
Capitalismo

Profesor: Integrantes:
Reinaldo Carpio Osmery Fajardo
Luis Díaz
Marbelys Bastardo

El Socorro, Noviembre de 2020


ÍNDICE
Pág.
Contenido

INTRODUCCIÓN.........................................................................................................4

PLUSVALÍA (ECONOMÍA)........................................................................................5

EL ORIGEN DEL CONCEPTO DE PLUSVALÍA......................................................5

¿CÓMO SE CALCULA LA PLUSVALÍA?.................................................................6

EJEMPLO DE CÁLCULO DE LA PLUSVALÍA........................................................7

Críticas al concepto de plusvalía...............................................................................7

Entre las críticas positivas a este concepto se encuentran:........................................7

Capitalismo................................................................................................................8

Características del capitalismo..................................................................................9

Rol de la Plusvalía en el Capitalismo......................................................................10

Ejemplifique el Comportamiento de la Plusvalía con un Caso Práctico.................10

LA TASA DE GANANCIA........................................................................................11

Reproducción simple y ampliada............................................................................12

Pilares del capitalismo.............................................................................................13

Valor de Uso y Valor de Cambio............................................................................17

Economía Clásica....................................................................................................17

Corrientes Alternativas: Austriacos y Marxistas.....................................................18

Ejemplos de Valor de uso y Valor de cambio.........................................................19

Crisis y depresión del capitalismo...........................................................................20

Diferencia entre bien y mercancía...........................................................................27

CONCLUSIONES.......................................................................................................29

ii
BIBLIOGRAFÍA.........................................................................................................30

iii
INTRODUCCIÓN

Carlos Marx, en su obra, El Capital, en el tomo I, capítulo VII, abordó el tema


de la cuota de plusvalía, la cual es considerada la piedra angular de su obra, descubrió
y explicó con ejemplos reales, en qué consistía. En el proceso productivo capitalista
el empresario tiene como fin primordial, aumentar sus ganancias, si es posible en
forma exponencial, él cuenta con un repertorio de recursos para emplear, que son los
factores que intervienen directa e indirectamente en el proceso productivo. La lógica
del empresario se interpreta de cómo lograr un máximo de ganancia con una pequeña
inversión o con una ínfima disminución del desgaste y la depreciación de los medios
de producción en la confección de la mercancía. Carlos Marx para llegar a descubrir
el plus valor, realizó una investigación minuciosa y a profundidad del modo de
producción capitalista imperante en Inglaterra, que por cierto, era el país más
industrializado y moderno de la época, es decir, Marx tuvo uno de los mejores
laboratorios para efectuar su investigación científica, la que desarrolló en solitario
durante cuatro décadas.En Europa hacía aproximadamente un siglo que la revolución
industrial estaba en su esplendor, y fue precisamente en Inglaterra en donde mejor se
desarrolló, masas de campesinos se habían convertido en obreros, y a estas alturas de
1867, ya habían transcurrido tres generaciones de proletarios, y se observaba que la
clase trabajadora no tenía beneficios del acelerado desarrollo del capitalismo, lo
contrario, había permanecido en la miseria y trabajaba en condiciones infrahumanas.
Por el lado de los capitalistas, sus riquezas aumentaban cada vez más, había un
desarrollo desigual y contradictorio, porque a nivel macro, estadísticamente había un
crecimiento económico para los propietarios de los medios de producción, sin
embargo, los proletarios se encontraban sumidos en la pobreza extrema. Cómo se
podía interpretar y explicar esa fenomenología, bueno, se hacía de diferentes aristas,
pero fue Carlos Marx el que explicó académicamente a donde residía el punto donde
reposaba en la explotación de la fuerza de trabajo.

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PLUSVALÍA (ECONOMÍA)

El concepto de plusvalía, que fue desarrollado ampliamente por Karl Marx a


finales del siglo XIX, es el excedente monetario originado por el trabajo humano
presente en cualquier acción productiva. La plusvalía, también conocida como
plusvalor, apareció definido por Marx en su obra ‘El Capital’ y es básicamente, el
valor no pagado del trabajo del obrero que crea un plusproducto del cual se hace
propietario el empresario. Originando así la esencia de la explotación o acumulación
capitalista. Es decir, según la teoría desarrollada por Karl Marx, al trabajador se le
paga menos de lo que realmente produce. Así pues, la diferencia entre lo que
realmente produce y su salario es lo que se conoce como plusvalía. Esta plusvalía
constituye la ganancia extra del empresario. Este plusproducto o plusvalor al ingresar
al mercado se convierte en mercancía y se vende, convirtiéndose en dinero que no
retorna a los bolsillos del empleado en manera de sueldo.

EL ORIGEN DEL CONCEPTO DE PLUSVALÍA

El concepto de plusvalía, tal como reconoce Karl Marx en sus escritos, fue
tomado del economista clásico David Ricardo. A su vez, podemos decir que, David
Ricardo había tratado de perfeccionar el concepto acuñado por Adam Smith. No
obstante, quién desarrolló el concepto tal y como lo conocemos en la actualidad, fue
Karl Marx. Marx trabajó el concepto hasta distinguir entre ‘fuerza de trabajo’ y
‘trabajo’. Este hecho facilitó enormemente la explicación eficaz de la plusvalía. El
concepto de plusvalía constituye un término fundamental en su teoría del ‘Valor-
Trabajo’. Marx también explicó que el capitalista es capaz de acrecentar la intensidad
de la explotación a través de la maximización de la ‘plusvalía absoluta’. Bien,
tratando de extender la jornada laboral. O, bien por medio de la ‘plusvalía relativa’, es
decir, disminuir la cantidad de obreros.

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¿CÓMO SE CALCULA LA PLUSVALÍA?

Una de las principales novedades del desarrollo del concepto por parte de
Marx, fue la formulación matemática del problema. Es decir, una fórmula que
permite calcular la cantidad de la plusvalía. Intuitivamente, la plusvalía se calcula
como el resultado de restar a los beneficios los costes de producción. Así pues la
fórmula sería la siguiente:

Plusvalía (s) = Ingresos – costes de producción (c+v)

Además Marx descompone los siguientes valores para desarrollar su teoría del
valor trabajo:

c = capital constante (maquinaria,materiales, costes fijos…)


v = capital variable (trabajadores)
s = plusvalía (excedente del empresario)

En palabras de Marx, únicamente genera plusvalía el ‘trabajo viviente’. O lo


que es lo mismo, solo genera valor el componente ‘v’, la fuerza de trabajo. Mientras
que el componente ‘c’ que define como ‘trabajo muerto’, no genera plusvalía.

De lo anterior, podemos calcular la tasa de plusvalía.

La fórmula es:

Tasa de plusvalía = s/v

El resultado del cálculo anterior representa las unidades que gana el


empresario por cada unidad de trabajo.

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EJEMPLO DE CÁLCULO DE LA PLUSVALÍA

Supongamos que existe una empresa que dedica 80 dólares a maquinaria (c),
50 dólares a los salarios de los trabajadores (v) y vende sus mercancías por 150
dólares (ingresos). Entonces la plusvalía es:

Plusvalía (s) = Ingresos – costes de producción (c+v) = 150 – (80+50) = 20

Tasa de plusvalía = 20 / 50 = 0,4

Los resultados anteriores se interpretan de la siguiente forma:

La plusvalía total del empresario (s) es de 20 dólares. Asimismo, la tasa de


plusvalía es de 0,4. Este 0,4 equivale a decir que el empresario se queda con un 40%
del producto generado por los trabajadores.

Críticas al concepto de plusvalía

Como todo concepto, el término desarrollado por Karl Marx, tiene ventajas y
desventajas. Es decir, economistas que están a favor de su teoría y otros en contra. No
obstante, es importante indicar que la teoría de Marx ha evolucionado. Hay que tener
en cuenta, para valorarla correctamente, la época en la que se escribió.

Entre las críticas positivas a este concepto se encuentran:

Puede que el empresario, por asumir el riesgo, merezca esa plusvalía pero
habría que controlarla. Algunos economistas defienden que el beneficio que obtienen
los empresarios es excesivo. Y que, por tanto, deberían retribuir mejor a sus
trabajadores. Entre los más afines a su teoría, defienden que no debería existir tal

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beneficio en favor de los empresarios. Las empresas deberían retribuir a sus
trabajadores exactamente por el valor de lo que producen. Supone un antes y un
después en la teoría económica. Tanto es así que en la actualidad se siguen
desarrollando trabajos al respecto. Entre las críticas negativas podemos encontrar:

 El concepto tenía sentido cuando se escribió. Ahora el mercado de trabajo ha


cambiado y las máquinas (c) sí que ofrecen valor.
 La existencia de maquinaria o de automatización de procesos no empobrece a
la población. Al contrario, permite que el trabajo sea más productivo y reduce
las horas trabajadas.
 La tecnología no tiene necesariamente que aumentar el desempleo. El
desempleo se mueve de unos sectores a otros y cambia conforme las
necesidades de los mismos.

Capitalismo

El capitalismo es un sistema económico y social basado en que los medios de


producción deben ser de propiedad privada, el mercado sirve como mecanismo para
asignar los recursos escasos de manera eficiente y el capital sirve como fuente para
generar riqueza. A efectos conceptuales, es la posición económico-social contraria al
socialismo.

Un sistema capitalista se basa principalmente en que la titularidad de los


recursos productivos son de carácter privado. Es decir, deben pertenecer a las
personas y no una organización como el Estado. Dado que el objetivo de la economía
es estudiar la mejor forma de satisfacer las necesidades humanas con los recursos
limitados que disponemos, el capitalismo considera que el mercado es el mejor

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mecanismo para llevarlo a cabo. Por ello, cree necesario promover la propiedad
privada y la competencia.

Los factores fundamentales de producción son el trabajo y el capital. El


capitalismo propone que el trabajo se proporcione a cambio de salarios monetarios y
debe ser aceptado libremente por parte de los empleados. La actividad económica se
organiza de manera que las personas que organizan los medios de producción puedan
obtener un beneficio económico y aumentar su capital. Los bienes y servicios se
distribuyen mediante mecanismos de mercado, promoviendo la competencia entre
empresas. El aumento de capital, por medio de la inversión ayuda a la generación de
riqueza. Si los individuos persiguen el beneficio económico y la competencia en el
mercado, aumentará la riqueza. Y con el aumento de riqueza, aumentarán los recursos
disponibles.

Características del capitalismo

Los principios básicos del capitalismo son:

 Defensa de los derechos individuales: Propiedad privada de capital y de


medios productivos.
 Libertad de empresa: Mediante la cual es posible llevar a cabo proyectos
empresariales o ponerles fin.
 Mercado competitivo: Lo cual supone que el precio de intercambio se da por
la interacción de oferta y demanda con la menor injerencia posible del Estado.
 En este mercado con múltiples opciones y alternativas de productos entre los
cuales los individuos tienen la posibilidad de escoger. En él se conforman las
decisiones de demanda y oferta que dan lugar a los equilibrios y los precios.

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 De acuerdo a estas bases los miembros del espectro económico operan de
acuerdo a la búsqueda de su propio interés y la maximización de sus
beneficios acumulando y empleando capital para ello. Alternativamente, los
trabajadores que participan en el sistema aportando mano de obra reciben en
contraprestación un salario u otros tipos de retribución que satisfaga su
utilidad y les permita hacerse con los bienes o servicios que requieran.

Rol de la Plusvalía en el Capitalismo

La plusvalía es el cambio de valor, es el capital invertido en los salarios de los


trabajadores, que es el pago de la fuerza de trabajo y que es la conversión del capital
variable en la ganancia del capitalistas, v + p = v + Av (v más incremento v), ese
incremento es la plusvalía. Según Marx, es el valor constante primitivo del
capitalismo es el que se invierte en el pagos de la fuerza de trabajo, para valorizar el
capital variable es necesario la inversión en los medios de producción, esta situación
es necesaria para el funcionamiento en la producción de mercancías, de otra forma no
funcionaría el capital variable. En el proceso de producción el obrero no se limita a
crear el valor de su fuerza del trabajo, para la adquisición de sus medios de
subsistencia, sino a crear un valor de más, en este escenario se interpreta que el
trabajador en el proceso de la elaboración de mercancías, el salario es insuficiente
para la adquisición de los medios de subsistencia, lo que lo obliga a subsistir en la
miseria y en condiciones insalubres de asinamiento, es decir, en condiciones
infrahumanas.

Ejemplifique el Comportamiento de la Plusvalía con un Caso Práctico

Un caso práctico conocido actualmente es por ejemplo los trabajadores de la


popular “Avícola del Alba” ubicada en las cercanía del municipio, y es que si su

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desempeño es únicamente alimentar e hidratar a las unidades productivas “las
gallinas”, para posteriormente recolectar los huevos, a veces son sometidos a realizar
trabajos extras, como por ejemplo conducir una unidad, a veces también son sobre
explotados trabajando en horarios fuera del estipulado.

LA TASA DE GANANCIA

La fórmula general del capital es D - M - D'; es decir, que se vuelca a la


circulación una suma de valor para extraer de ella una suma de valor mayor. El
proceso que genera esa suma de valor mayor es la producción capitalista; el proceso
que la realiza es la circulación del capital. El capitalista produce la mercancía no por
la mercancía misma, no por su valor de uso ni para su consumo personal. El producto
que interesa en realidad al capitalista no es el propio producto palpable, sino el
excedente de valor del producto por encima del valor del capital consumido en él. El
capitalista adelanta el capital global sin tener en cuenta el diferente papel que
desempeñan sus componentes en la producción del plusvalor.

Adelanta de igual manera todos esos componentes no sólo para reproducir el


capital adelantado, sino para producir un excedente de valor por encima del mismo.
Sólo puede transformar en valor mayor el valor del capital variable que adelanta, si lo
intercambia por trabajo vivo, si explota trabajo vivo. Pero sólo puede explotar el
trabajo, si adelanta al mismo tiempo las condiciones para la efectivización de ese
trabajo: medios de trabajo y objeto de trabajo, maquinaria y materia prima; es decir,
haciendo que una suma de valor que se halla en su poder adopte la forma de
condiciones de producción, del mismo modo que, en general, sólo es un capitalista,
sólo puede llevar a cabo el proceso de explotación del trabajo por el hecho de que, en
cuanto propietario de las condiciones de trabajo, se opone al obrero en cuanto mero
propietario de la fuerza de trabajo. Ya hemos señalado con anterioridad, en el primer
libro, que es precisamente la posesión de estos medios de producción por parte de los

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no trabajadores lo que convierte a los trabajadores en asalariados, y a los no
trabajadores en capitalistas.

Al capitalista le da lo mismo considerar que él adelanta el capital constante


para extraer del capital variable una ganancia, o que adelanta el capital variable para
valorizar el capital constante, que desembolsa dinero en salarios a fin de conferir un
valor más elevado a las máquinas y a la materia prima, o que adelanta el dinero en
maquinaria y materia prima para poder explotar el trabajo.

Pese a que sólo la parte variable del capital crea plusvalor, lo crea con la
condición de que también se adelanten las otras partes, las condiciones de producción
del trabajo. Puesto que el capitalista sólo puede explotar el trabajo mediante el
adelanto del capital constante y como sólo puede valorizar el capital constante
mediante el adelanto del capital variable, uno y otro coinciden en forma equitativa en
su representación, y ello tanto más por cuanto el grado verdadero de su ganancia está
determinado no por la relación con el capital variable, sino con el capital global, no
por la tasa del plusvalor, sino por la tasa de la ganancia, la cual, como veremos, puede
seguir siendo la misma pero no obstante expresar diferentes tasas del plusvalor.

Reproducción simple y ampliada

Reproducción simple: proceso de renovación constante de toda la producción


social capitalista en escala invariable. Bajo el capitalismo, se da la reproducción
simple cuando los capitalistas dedican a sus gastos personales toda la plusvalía que se
apropian bajo el aspecto de distintas formas de ingreso, de suerte que las dimensiones
de la producción no se modifican.

Reproducción ampliada: proceso de renovación constante de toda la


producción social capitalista en creciente volumen. Cuando la reproducción es

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ampliada parte de la plusvalía se capitaliza, es decir, se une al capital activo y se
emplea para aumentar el volumen de la producción.

Pilares del capitalismo

El capitalismo se basa en los siguientes pilares:

• Propiedad privada, que permite a las personas poseer bienes tangibles, como tierras
y viviendas, y activos intangibles, como acciones y bonos.
• Interés propio, por el cual las personas persiguen su propio bien, sin considerar las
presiones sociopolíticas. No obstante, el comportamiento descoordinado de esos
individuos termina beneficiando a la sociedad como si, según aseveró Smith en 1776
en La riqueza de las naciones, estuviera conducido por una mano invisible.
• Competencia, la cual, gracias a la libertad de las empresas para entrar y salir de los
mercados, maximiza el bienestar social, es decir: el bienestar conjunto de productores
y consumidores.
• Un mecanismo de mercado que determina los precios de forma descentralizada
mediante interacciones entre compradores y vendedores; los precios, a su vez,
asignan recursos, que naturalmente buscan la mayor recompensa, no solo por los
bienes y servicios sino también por los salarios.
• Libertad de elección con respecto al consumo, a la producción y a la inversión: los
clientes insatisfechos pueden comprar productos diferentes; los inversores, emprender
proyectos más lucrativos, y los trabajadores, dejar su empleo por una mejor
remuneración.
• Intervención limitada del Estado, para proteger los derechos de los ciudadanos
privados y mantener un entorno ordenado que facilite el correcto funcionamiento de
los mercados.

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Las diversas formas de capitalismo se distinguen por el grado en que
funcionan esos pilares. En las economías de libre mercado, o de laissez-faire, los
mercados operan con escasa o nula regulación. En las economías mixtas, donde se
combinan los mercados y el Estado, los primeros tienen un papel dominante, pero
están regulados en mayor medida por el segundo, para corregir sus fallas, como la
polución y la congestión de tránsito; promover el bienestar social, y por otras razones,
como la defensa y la seguridad pública. Actualmente predominan las economías
capitalistas mixtas.

Los dos grandes factores de la mercancía: valor de uso y valor de cambio, o


valor propiamente dicho. (Sustancia y magnitud del valor.) La riqueza de las
sociedades en que impera el modo de producción capitalista se presenta como una
"inmensa acumulación de mercancías". Por tanto, el punto de partida de nuestra
investigación será el análisis de la mercancía, forma elemental de dicha riqueza.

En primer lugar, la mercancía es un objeto externo, una cosa que, en virtud de


sus propiedades, satisface necesidades humanas de cualquier clase. La naturaleza de
estas necesidades, el hecho de que tengan su origen en el estómago o en la fantasía,
no cambia para nada la cuestión. Tampoco se trata aquí de saber cómo son satisfechas
dichas necesidades, si de manera directa, como medio de vida, o de manera indirecta,
como medio de producción.

Todas las cosas útiles, como el hierro, el papel, etc., pueden considerarse
desde dos puntos de vista; el de la calidad y el de la cantidad. Cada una es un
conjunto de diversas propiedades y, por lo tanto, puede resultar útil en distintos
aspectos. El descubrimiento de tales aspectos diversos y, al mismo tiempo, de los
diferentes usos de las cosas es un hecho histórico. Lo mismo sucede con el
descubrimiento de medidas sociales para la cantidad de los objetos útiles. La

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diversidad de estas medidas de las mercancías tiene su origen, en parte, en la diversa
naturaleza de los objetos a medir, y en parte, en la convención.

La utilidad de una cosa hace de ella un valor de uso. Pero esta utilidad no es
algo vago e impreciso. Está determinada por las propiedades materiales de la
mercancía y no puede existir sin ella. En consecuencia, la materialidad misma de la
mercancía, el hierro, el trigo, el diamante, etc., es un valor de uso. Y no es el mayor o
menor trabajo que le cuesta al hombre apropiarse de sus cualidades útiles lo que le da
ese carácter. Al referirse a valores de uso; se les supone siempre en una cantidad
determinada; por ejemplo, una docena de relojes, un metro de tela, una tonelada de
hierro, etc. Los valores de uso de las mercancías suministran los materiales para un
conocimiento particular, el de la ciencia comercial. Los valores de uso no se hacen
efectivos más que en el uso o en el consumo. Constituyen la materia de la riqueza,
cualquiera que sea la forma social de ésta. En la sociedad que tenemos que estudiar
son al mismo tiempo los soportes materiales del valor de cambio.

El valor de cambio se presenta en primer lugar como la relación cuantitativa,


la proporción en que valores de uso de una clase se cambian por valores de uso de
otra; relación que varía constantemente con el tiempo y el lugar. Así, pues, el valor de
cambio parece algo arbitrario y puramente relativo; un valor de cambio intrínseco,
inmanente a la mercancía, parece, como diría la escuela, una contradictio in adiecto.
Examinemos la cosa más de cerca.

Una determinada mercancía, por ejemplo, un quarter de trigo, se cambia por


otros artículos en las más diversas proporciones. Sin embargo, su valor de cambio
permanece inmutable, ya se exprese en x betún, en y seda, en z oro, etc. Por lo tanto,
debe tener un contenido distinto de estas diferentes expresiones.

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Tomemos ahora dos mercancías; por ejemplo, trigo y hierro. Sea cual fuere su
relación de cambio, siempre podrá representarse mediante una ecuación en que una
cantidad dada de trigo se considere igual a una cantidad cualquiera de hierro; por
ejemplo, un quarter de trigo = x kilogramos de hierro. ¿Qué significa esta ecuación?
Significa que dos objetos diferentes, un quarter de trigo y x kilogramos de hierro,
tienen algo en común. Por lo tanto, ambos son semejantes a un tercero, que no es ni el
uno ni el otro. Cada uno de ellos, en cuanto valor de cambio, debe ser reducible al
tercero, independientemente del otro.

Un ejemplo tomado de la geometría elemental nos aclarará esto. Para medir y


comparar las superficies de todas las figuras rectilíneas, se las descompone en
triángulos. El mismo triángulo se reduce a una expresión completamente distinta de
su aspecto visible: al semiproducto de su base por su altura. Del mismo modo, los
valores de cambio de las mercancías deben ser reducidos a algo común, del que
representan un más o un menos.

Este algo común no puede ser una propiedad natural cualquiera, geométrica,
física, química, etc., de las mercancías. Sus cualidades sólo interesan en la medida
que les dan una utilidad que las convierte en valores de uso. Pero, por otra parte, es
evidente que al cambiar las mercancías se hace abstracción de su valor de uso y que
toda relación de cambio está caracterizada por esta abstracción. En el cambio, un
valor de utilidad vale justamente tanto como otro cualquiera, siempre que se halle en
la proporción apropiada. O, como dice el viejo Barbon: "Una clase de mercancía vale
tanto como otra cuando su valor de cambio es igual; no existe ninguna diferencia,
ninguna distinción entre cosas que tienen el mismo valor de cambio".

Como valores de uso, las mercancías tienen ante todo cualidades distintas;
como valores de cambio, sólo se diferencian por la cantidad.

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Dejando a un lado el valor de uso de las mercancías, sólo les queda una
cualidad, la de ser productos del trabajo. Pero el producto del trabajo ya ha sido
metamorfoseado sin nosotros saberlo. Si hacemos abstracción de su valor de uso, al
mismo tiempo desaparecen todos los elementos materiales y formales que le daban
este valor. Ya no es, por ejemplo, una mesa, una casa, hilo o un objeto útil cualquiera;
tampoco es ya el producto del trabajo del tornero, del albañil o de cualquier otro
trabajo productivo determinado. Con los caracteres útiles particulares de los
productos del trabajo, y al mismo tiempo que ellos, desaparecen el carácter útil de los
trabajos en ellos encerrados y las diversas formas concretas que distinguen unos tipos
de trabajo de otros. Por lo tanto, ya no queda más que el carácter común de estos
trabajos; todos se reducen al mismo trabajo humano, a un gasto de fuerza humana de
trabajo, siendo indiferente la forma concreta en que dicha fuerza haya sido gastada.

Valor de Uso y Valor de Cambio

La cuestión del valor es una de las que más debates suscitó al interior de la
discusión económica, en la medida que una gran cantidad de los estudiosos de la
materia partieron su análisis preguntándose cuál era el motivo por el que las personas
decidían trabajar, e intercambiar el producto de su trabajo por otros bienes. Toda la
discusión respecto a la teoría del valor trae consigo una serie de controversias que
llegan hasta el hueso de la economía, y que muchas veces tienen aristas relacionadas
con la filosofía.

Economía Clásica

La teoría económica clásica, fundamentada por Adam Smith a finales del siglo
XVIII supone que el trabajo es la calidad de medida exacta que cuantifica el valor.
Los cambios de valor en los bienes existen, pero detrás de ellos está invariablemente

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el trabajo depositado en ellos para su transformación, que es el patrón definitivo e
invariable del valor.

Tiempo después, David Ricardo tomó la teoría de Smith y la complementó,


considerando que existen dos tipos de bienes, aquellos que son reproducibles y
aquellos que no lo son: los primeros dependerán del trabajo depositado en su
realización, mientras que los segundos dependerán de la escasez.

Ambos economistas, sin embargo, distinguieron entre la valoración en tanto


consumo y utilización de los bienes respecto de la valoración para el intercambio: sin
embargo, fundar el valor en el trabajo depositado en la realización de los productos
difunde estas dos visiones entre ellas.

Corrientes Alternativas: Austriacos y Marxistas

La corriente más ortodoxa económica que se ha dedicado al estudio puntilloso


del valor es la escuela austríaca, que considera que el valor que le asignan los
consumidores al producto se relacionan con las necesidades, que son en primera
instancia individuales y particulares. Consideran que el valor no se produce ni puede
producirse: la producción solo genera bienes que tienen valor a partir de la
consideración que de ellos hacen los consumidores.

La teoría marxista, una de las más importantes del siglo XIX, tiene como
consideración particular una mirada sin precedentes del valor. Es que la doble visión
que tiene el valor en esta teoría es el de satisfacer una necesidad, a la vez que
pertenecer a un cúmulo de mercancías, el cúmulo de la totalidad de la producción
humana que no es homologable entre sí y que pasa a serlo a partir de poseer algo en
común, que es el trabajo humano encerrado en la producción de todos los bienes, en
particular el trabajo humano abstracto, pues ya no tiene que ver con el producto en

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cuestión, socialmente necesario. La objetivación de la presencia de trabajo en todos
los bienes es fundamental para la conclusión posterior de Marx, y la teoría de la
plusvalía.

Ejemplos de Valor de uso y Valor de cambio

Así las cosas, fueron diferentes las visiones del valor que se dieron a lo largo
de la historia.

Considerar la diferencia entre valor de uso y valor de cambio trae aparejado


alguna interpretación económica, por lo tanto se analizarán ejemplos de valor,
aclarando cómo se interpretaría en algunos casos.

Un trabajador que en un día puede realizar cuatro relojes, tiene su fuerza de


trabajo un valor de uso de cuatro relojes por día.

El valor de cambio de los productos reproducibles, para el marxismo, se


encuentra materializado en el tiempo de trabajo abstracto socialmente necesario para
su realización.

El valor de cambio de una prenda de vestir oscila a lo largo del año y respecto
de las modas, aunque el trabajo depositado en ella es igual permanentemente.

Los bienes agropecuarios cotizan en el mercado internacional teniendo allí un


precio único, por lo que tienen un valor de cambio estipulado en forma internacional.

El valor de uso de los productos debe estar específicamente pensado, en la


medida que el tiempo de duración que tenga será posiblemente tiempo en el que el
consumidor no vuelve a comprar otro.

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El valor de uso de una máquina es la capacidad de producir sin desgastarse.

El valor de uso de una computadora será diferente para un niño, que para un
desarrollador de Software.

El valor de las acciones y los títulos de deuda oscila en el mercado, iterándose


hasta alcanzar un definitivo valor de cambio.

El valor de uso de una verdura podrá ser el consumo, o su utilización en la


elaboración de otro alimento.

Los productos como las pinturas determinan su valor respecto a la utilidad que
hicieran los conocedores, siendo su valor de cambio diferente según el observador.

Crisis y depresión del capitalismo

La crisis que sufrimos obedece a la estructura básica del vigente sistema


político-económico capitalista y neoliberal. No se trata de la acción depredadora de
unos cuantos banqueros y financieros corruptos, o la distorsión del mercado. No
responde a la falta de trasparencia, desregulación y descontrol de la economía
financiera. Como si hubiera un «buen» capitalismo […]

La crisis que sufrimos obedece a la estructura básica del vigente sistema


político-económico capitalista y neoliberal. No se trata de la acción depredadora de
unos cuantos banqueros y financieros corruptos, o la distorsión del mercado. No
responde a la falta de trasparencia, desregulación y descontrol de la economía
financiera. Como si hubiera un «buen» capitalismo productivo y un «mal»
capitalismo financiero, un parásito, una excrecencia, que bastaría con eliminar o
«regular» para volver a un funcionamiento «normal» del capitalismo. Estos «males»,

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estas excrecencias, no son una distorsión del capitalismo contemporáneo sino, al
contrario, el medio para que funcione plenamente, la esencia del mismo: la búsqueda
del máximo beneficio de unos pocos a costa de la explotación de los trabajadores y
las trabajadoras de todo el planeta.

Esta crisis, por lo tanto, afecta a los fundamentos mismos del capitalismo: el
desplome de Wall Street es comparable a lo que representó, en el ámbito geopolítico,
la caída del muro de Berlín. La exclusiva propiedad de los medios de producción en
manos de unos pocos, el voraz afán de lucro, la especulación sin freno, que
caracterizan esencialmente a este modelo, que rigen nuestras vidas y relaciones
laborales, es lo que provoca la crisis que hoy vivimos. Recuérdese la afirmación del
inversor multimillonario y primera fortuna del mundo Warren Buffet: «existe, y es un
hecho, una guerra de clases; sólo que es una clase, la clase de los ricos, la que dirige
el baile; y esta guerra la estamos ganando» (New York Times del 26-XI-06).

Los medios de comunicación, comprometidos con los grandes intereses


económicos que controlan el planeta, tratan de hacer creer que se trata de
degeneraciones de algunos sectores especialmente especuladores, exageradas
bonificaciones de los directivos, excepciones y no expresiones de la actividad
bancaria imperante. Nos hablan de la crisis económica como si sólo hubiese fallado
una parte del sistema económico, de que los responsables son sólo unos
desaprensivos y avariciosos que han actuado por la falta de control financiero. La
clase política, subordinada a los intereses de las grandes corporaciones, proclaman
que se tiene que refundar el capitalismo, predican que hay que hacerlo más humano
para que esto no vuelva a suceder. Sería indecente que esos mismos gobiernos,
igualmente responsables del gran desastre actual, «refundasen» un sistema económico
para preservar sus privilegios. En realidad, vivimos una grave crisis estructural del
sistema capitalista y, más aún, una verdadera crisis de la civilización, que puede
poner en riesgo la supervivencia de la humanidad. Detrás de esta crisis se perfila, a su

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vez, la verdadera crisis estructural sistémica del capitalismo. La continuación del
modelo de desarrollo de la economía real, tal y como lo venimos conociendo, así
como el del consumo en los países enriquecidos que le va emparejado, se ha vuelto
una verdadera amenaza para el porvenir de la humanidad y del planeta (Amin, 2008).
Por eso el capitalismo no se puede humanizar porque es, en sí mismo, injusto e
inhumano.

Este sistema, junto al colonialismo y el imperialismo, ha sido y continúa


siendo responsable, como nunca antes en la historia, de la explotación extrema de los
seres humanos, de la destrucción, del derroche y de la degradación de los recursos
naturales planetarios que son centrales para sustentar la vida y la dignidad humana.
La dictadura de elites dominantes que han venido controlando y concentrando la
riqueza y los recursos del mundo son responsables del actual nivel de degradación de
los ecosistemas y del deterioro global, de las profundas diferencias en las condiciones
de vida de miles de millones de seres humanos; y también somos responsables en
parte los demás ciudadanos y ciudadanas del mundo, que no hicimos lo suficiente
para evitarlo. La consecuencia de la globalización ha sido la destrucción de los
colectivo, la apropiación por el mercado y las entidades privadas de las esferas
pública y social.

Con la última etapa de la globalización neoliberal, hemos presenciado un


periodo de la historia en el que se ha dado la más grande transferencia de riqueza de
los pobres a los ricos, en todas las naciones, y desde los países pobres del Sur al Norte
del planeta. Estos subsidios masivos de los pobres a los ricos del mundo no han sido
suficientes para compensar los grandes desequilibrios producidos por la guerra fría, la
especulación y el derroche improductivo de las elites dominantes y de las grandes
potencias -en primer lugar, sus gastos militares.

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A partir de los años ochenta, con el neoliberalismo, el sector productivo tendió
a crecer cada vez menos; el sector financiero especulativo se volvió dominante y se
convirtió en el centro de la actual crisis económica, financiera, política, social, militar
y cultural. A la vez estamos próximos al agotamiento de recursos energéticos y
vitales cada vez más escasos, como el petróleo, el agua o los recursos minerales. Por
otro lado, se produce una competencia entre biocombustibles y alimentos por el uso
de la tierra, lo que encarece la producción de los últimos. Está claro que se trata de
una crisis estructural y no solamente coyuntural, pero, además, de una crisis de la
civilización que exige un replanteamiento de parámetros al que la lógica del
capitalismo no puede responder.

El sistema capitalista actual está dominado por un puñado de oligopolios que


controlan la toma de decisiones fundamentales en la economía mundial. Unos
oligopolios que no sólo son financieros, constituidos por bancos o compañías de
seguros, sino que son grupos que actúan en la producción industrial, en los servicios,
en los transportes, etc. Su característica principal es su financiarización, es decir,
estos oligopolios no producen beneficios, sencillamente se apoderan de una renta de
monopolio bajo la apariencia de inversiones financieras (Amin, 2008). El sector
financiero ha llegado a representar más de 250 billones de euros, es decir, seis veces
el conjunto de la riqueza mundial. Con eso conviene comprender que el centro de
gravedad de la decisión económica ha sido transferido de la producción de plusvalía
en los sectores productivos hacia la redistribución de beneficios ocasionados por los
productos derivados de las inversiones financieras.

Los fondos de inversiones han arrasado. Invirtieron más de 220.000 millones


sólo en el curso del primer semestre de 2007, haciéndose así con el control de 8.000
empresas en Estados Unidos. Ya un asalariado estadounidense de cada cuatro, y un
asalariado francés de cada doce, trabaja para estos mastodontes. No hay quien se les
resista. El principio es simple: un club de inversores compra empresas a las que

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inmediatamente después administra de manera privada, lejos de la Bolsa y sus normas
coactivas, sin tener que rendir cuentas a accionistas puntillosos. Adquieren una
empresa que vale 100; el fondo pone 30 de su bolsillo y pide prestados a los bancos
70, aprovechando tipos de interés muy bajos. Durante tres o cuatro años «reorganiza»
la empresa, reduciendo el empleo, comprimiendo los salarios, aumentando los ritmos
y deslocalizando; capta toda o parte de las ganancias para pagar los intereses…, de su
propia deuda. Después de lo cual, revende la empresa a 200, por lo general a otro
fondo que hará lo mismo. Una vez devueltos los 70 en préstamo, le quedan 130 en el
bolsillo, por una puesta inicial de 30, es decir, más del 300% de tasa de retorno sobre
inversiones en cuatro años (Ramonet, 2008).

La voracidad del capitalismo no tiene límites. Necesita expandirse


continuamente para tener mayores tasas de ganancia. De ahí la huida hacia delante en
las inversiones financieras. Pero esto no podía durar eternamente cuando la base
productiva sólo crecía con una tasa débil. La llamada «burbuja financiera», significa
que el volumen de las transacciones financieras es del orden de dos mil trillones de
dólares cuando la base productiva, el PIB mundial, sólo es de unos 44 trillones de
dólares. Hace treinta años, el volumen relativo de las transacciones financieras no
tenía ese tamaño. Esas transacciones se destinaban entonces principalmente a la
cobertura de las operaciones directamente exigidas por la producción y por el
comercio nacional e internacional. La crisis debía pues estallar por una debacle
financiera.

Cuando ésta estalló y los bancos comenzaron a desmoronarse, los neoliberales


se quedaron afónicos exigiendo la protección del Estado. Archivaron sus doctrinas de
libre comercio y reclamaron la salvación del sistema financiero argumentando que,
dado que los bancos y las grandes empresas son las que bombean el dinero requerido
por toda la sociedad, debían ser preservadas con fondos públicos de esa sociedad
(Katz, 2009). Desde mediados de 2007 se han venido incrementando las masivas

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inyecciones de dinero, extraído mágicamente de los impuestos de los contribuyentes,
en un intento por evitar el colapso de los más grandes bancos y empresas, principales
responsables de la crisis. En un mundo en el que se aseguraba que no hay dinero para
las pensiones, para el seguro de desempleo, para la educación, para la sanidad, ahora
resulta que sí que hay dinero, que éste fluye por encanto. Hace unos meses, el anterior
presidente de EEUU, Bush, se negó a firmar una ley que ofrecía cobertura médica a
nueve millones de niños y niñas pobres por un coste de 4.000 millones de euros. Lo
consideró un gasto inútil. Después, para salvar a los rufianes de Wall Street nada le
parecía suficiente. En otras palabras: dinero público para bancos privados que lo
prestarán a interés, entre otros, a los demás bancos privados… Se ofrece a los
inversores potenciales que le presten dinero al Estado (mediante interés) para que el
Estado lo devuelva a los bancos. ¡El Capital se ha quedado con los ahorros, y ese
dinero se presta al Estado para reflotar al Capital! El capital siempre gana.

Porque realmente no existe, ni ha existido nunca, el denominado «libre


mercado». Es una falacia que, a base de oírla, repetida una y otra vez por
determinados políticos y medios de comunicación, nos la hemos creído
ingenuamente. Cuando «los mercados» tienen problemas no se les deja que
«libremente» los solucionen, como cuando tienen grandes beneficios y entonces, sí
que se reparten los dividendos «libremente». Se confirma así una ley del cinismo
neoliberal: Privatizados ya los beneficios, en cuanto resultan amenazadas las
inversiones financieras, se socializan las pérdidas. Cuando se produce una crisis en
los «mercados» (eufemismo para designar a las grandes corporaciones
multinacionales) aparecen las instituciones públicas que, con nuestros impuestos,
inyectan enormes sumas de dinero para mantener su liquidez y los políticos más
señalados y los dirigentes de esas instituciones hacen declaraciones públicas para
calmar y serenar la crisis. ¿Por qué no salen cuando hay despidos masivos por parte
de esos mercados? ¿Por qué no utilizan nuestros impuestos para solucionar los
problemas que nos causan a los trabajadores y trabajadoras esos mercados que se

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«deslocalizan» a países donde las condiciones laborales son todavía más degradantes
e infrahumanas? Como ya advertía Kenneth Galbraith (1992) «cuando se trata de los
empobrecidos, la ayuda y el subsidio del gobierno resultan sumamente sospechosos
en cuanto a su necesidad y a la eficacia de su administración a causa de sus efectos
adversos sobre la moral y el espíritu de trabajo. Esto no reza, sin embargo, en el caso
del apoyo público a quienes gozan de un relativo bienestar. No se considera que
perjudique al ciudadano el que se salve de la quiebra a un banco. Los relativamente
opulentos pueden soportar los efectos morales adversos de los subsidios y ayudas del
gobierno; pero los pobres no».

La supuesta devoción por el laissez faire, por el dogma del «libre mercado»,
esa religión fanática predicada por los neoliberales, desaparece cuando los intereses
de los beneficiarios de la globalización se hallan en peligro. Las operaciones de
rescate han llegado a niveles inimaginables que se miden por millones de millones de
dólares (trillones), muchísimo más de lo que han costado, desde 2001, las invasiones
de Afganistán y de Irak. Las autoridades acuden al rescate de los «banksters»
(«banqueros gánsteres»): es el socialismo para los ricos y el capitalismo salvaje para
los pobres. Tales intervenciones monetarias agregan más volatilidad al sistema e
incrementan la incertidumbre, profundizando aún más la crisis. Esto implica que en el
futuro tales emisiones de dinero tratarán de ser respaldadas con una mayor
transferencia de riqueza real desde los países empobrecidos, desde las clases
trabajadoras y medias de los países del norte, por la vía de diferentes mecanismos,
incluyendo la amenaza o la imposición militar para sostener el poder económico de la
elite de los países ricos y, en particular, de Estados Unidos.

Son esas mismas corporaciones, que exultaban la ideología neoliberal


exigiendo la liberalización y la imposición de estrictas limitaciones a la intervención
pública, en caso de despidos laborales o derechos sindicales, las que ahora quieren,
reclaman y esperan de los gobiernos «asistencia social» en forma de rescates

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financieros, rebajas fiscales y subvenciones, encauzando hacia ellas el dinero de los
impuestos de la ciudadanía. Por eso más que hablar de «rescate de bancos o del
sistema», habría que calificarlo de «botín de piratería’: fruto del abordaje y del
saqueo consentido de las arcas públicas por parte del gran capital.

Diferencia entre bien y mercancía

Hemos recibidos varias consultas sobre la diferencia que pueda existir entre
un bien y una mercancía. Es una consulta un tanto curiosa y que por lo sencilla,
resulte quizás un tanto complicado de explicar. Pero como de costumbre, trataremos
de resolver estas inquietudes sencillas, puesto que aquí tratamos de escribir para
quienes tienen pocos conocimientos y no para eruditos. Empecemos por definir que
es un bien en economía o en términos económicos:

Bien: Objeto producto material de la actividad económica empleado para


satisfacer alguna necesidad de la empresa. Cosas o derechos susceptibles de producir
beneficios y/o conceder derechos de carácter patrimonial.

Mercancía: Objeto material cuya producción, transformación, distribución o


venta es el objeto social de la empresa. Producto destinado a ser comercializado.
Cuenta del activo donde se registran los bienes destinados a la venta, que en nuestro
plan de cuentas para comerciantes, corresponde al código 14.

De lo anterior concluimos que un bien es todo objeto o activo propiedad de la


empresa, como es por ejemplo un edificio, vehículo, maquinaria, papelería, etc. La
mercancía es también un bien, sólo que es un bien dedicado a la venta. Esto nos lleva
a concluir que todo bien o activo que la empresa tenga destinado para la venta se
llama mercancía. En otras palabras, toda mercancía es un bien pero no todo bien es

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una mercancía, puesto que se considera mercancía, sólo aquel bien destinado para la
venta, para ser comercializado.

Se puede dar el caso por ejemplo, que un mismo bien sea activo y mercancía.
Supongamos una empresa que vende televisores (su objeto social es la venta de
televisores), pero decide que uno de los televisores lo colocará en una esquina del
almacén para que los empleados y clientes observen los partidos de fútbol. Es este
caso, el televisor que se cuelga en la esquina no es una mercancía puesto que no está
para la venta, sino que su se ha destinado para ser utilizado por la empresa, en tanto
que los demás televisores que si se van a vender siguen siendo una mercancía. Bien
es cualquier activo u objeto para ser utilizado por la empresa. Mercancía es cualquier
activo u objeto para ser vendido por la empresa.

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CONCLUSIONES

El grado de explotación que se produce en el sistema capitalista está


determinado por la plusvalía, que es la principal fuente de enriquecimiento de los
propietarios de los medios de producción y del dinero, que constituye el capital
constante y el capital variable.

Entre más elevado sea el nivel de la plusvalía más será la ganancia del
capitalista, es decir, en cuanto más intensa y profunda sea la explotación de la fuerza
de trabajo, asimismo, entre más mínimo sea el salario con el que se le retribuya a los
obreros, la plusvalía será más elevada.

Lo que significa que el desarrollo y mantenimiento del capitalismo se asienta


en la apropiación del trabajo no retribuido al obrero, que se produce precisamente en
la realización del trabajo excedente, y es en él, que se produce la plusvalía.

Para Marx, la plusvalía juega un papel más importante que los medios de
producción y el grado de tecnificación que puedan poseer los instrumentos de
producción y los bienes inmuebles o infraestructura en donde se producen.

En la medida en que el tiempo necesario para producir el valor del trabajo, sea
en un porcentaje menor que el tiempo excedente, en esa proporción será el nivel de
explotación.

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BIBLIOGRAFÍA

Borisov, Zhamin, & Makárova. (2017). Diccionario de economía política.


Recuperado 3 de julio de 2017, a partir de
http://www.eumed.net/cursecon/dic/bzm/c/constante.htm

Gómez, H. (2017). Capital constante y capital variable. Recuperado 3 de julio


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%20CONSTANTE%20Y%20CAPITAL%20VARIABLE.htm

Marx, K. (2010). El capital (Vol. I). Siglo XXI. Recuperado a partir de


https://filosinsentido.files.wordpress.com/2013/07/77588940-karl-marx-el-
capital-vol-i.pdf

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