Revista No.5
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El
CÓDIGO
PROCESAL
PENAL
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15
ENMP
Investigación y Análisis
Revista del
Instituto de Educación Superior
Escuela Nacional del Ministerio Público
ENMP
Investigación y Análisis
ISSN 2221-6812
Notas institucionales:
María Olivares,
directora de Comunicaciones
Fotografías de interior:
Santo Collado,
fotógrafo
Cristóbal Rodríguez,
miembro
Prólogo 13
Editorial 17
Contribuciones nacionales
Contribuciones internacionales
Contenido 11
Construcción de la memoria colectiva 181
Seguimiento, difusión y cumplimiento de las conclusiones
y recomendaciones 182
Reconciliación 183
Conclusiones 184
Referencias 186
Notas institucionales
Jean Rodríguez
Procurador General de la República
Prólogo
15
Jean Rodríguez
EDITORIAL
Las leyes son una creación humana y como tal, son susceptibles de
mejoras en el tiempo. La experiencia que se acumuló por más de una
década en la implementación del Código Procesal Penal es un insumo
importante para revisar los resultados de esta trascendental herramienta
del sistema de justicia. Es un deber del legislador y de quienes tienen
iniciativa legislativa, proponer mejoras continuas en las normas vigen-
tes, con el fin principal de garantizar de manera efectiva el ejercicio de
los derechos de las personas y de modificar los contenidos normativos
para que se traduzcan en mejoras de los servicios que proporciona el
Estado a los ciudadanos.
Editorial
19
Gladys Esther Sánchez Richiez
para poder ejecutarlas de conformidad con la orientación dada por
el legislador, de forma tal que se hace necesario que nos aboquemos
a participar y motivar debate en torno a estos importantes tópicos.
Summary
The present work is oriented to the analysis and the constructive criticism on
the reform of the Code of Criminal Procedure brought by Law no. 10-15, of
February 10, 2015, regarding implementation of sentences. It points out the
cases in which the reform has operated positively and makes the process more
efficient, while also warning of its inconsistencies and contradictions, as well
as violations of the core principles of the code itself and of the Constitution of
the Republic in which it incurs.
The modified articles are transcribed to deepen in its analysis and criticism. Li-
kewise, comments are made on the intention of the legislator in the reform and
its efforts to strengthen the effectiveness of criminal prosecution and eradication
of the culture of impunity. Then, a final reflection is made on this intention of
reform, which is considered inscribed in a criminal populism already warned by
some jurists and that might end up doing more harm than good.
El solo hecho de formar parte íntegra del proceso penal genera conse-
cuencias constitucionales y procesales que redundan en la aplicación
de todos los principios y garantías que la Constitución, la ley y los
convenios internacionales le reconocen a los condenados y que se
resumen esencialmente en los principios de legalidad, humanización,
judicialización, reinserción y derecho de defensa. Así pues, las perso-
nas sentenciadas penalmente siguen siendo acreedoras de los mismos
derechos fundamentales que les ampararon desde su arresto, en la fase
de la instrucción, en la fase de juicio y en la etapa recursiva.
I. ARTÍCULOS REFORMADOS
En este artículo subsiste el mismo contenido solo que hay una inversión
del orden escrito, lo que en literatura se llama hipérbaton, al expresar el
texto “si el imputado se aparta en forma considerable e injustificada…”.
El artículo anterior expresaba “si en forma considerable e injustificada,
el imputado se aparta…”, por lo demás, resulta ser el mismo contenido.
Otra nota que se agrega a este artículo es que las decisiones del juez
de ejecución de la pena no contravendrán las competencias de la
administración del sistema penitenciario que las leyes reconocen a la
Dirección General de Prisiones, sin perjuicio de la obligación de los
jueces, acordada por la Constitución, de salvaguardar los derechos
fundamentales de todos los ciudadanos.
Agrega además que el secretario del juez o tribunal que dictó la sen-
tencia la remitirá dentro de las siguientes cuarenta y ocho horas al
juez de la ejecución para que proceda a inscribirla en sus registros
y hacer los cómputos correspondientes cuando el condenado deba
cumplir pena privativa de libertad. El juez de ejecución notificará al
imputado el cómputo de la sentencia en el plazo de las setenta y dos
horas, pudiendo requerir la presencia del condenado; finalmente,
le da facultad al juez para realizar todas las medidas para cumplir los
efectos de la sentencia.
Del texto constitucional citado se infiere con toda lógica que la capaci-
dad y autoridad de juzgar y hacer ejecutar lo juzgado es competencia
única y exclusiva de los tribunales del orden judicial de República
Dominicana y no así del Ministerio Público, de manera que la función
judicial le corresponde de manera exclusiva al juez, a través de la admi-
nistración de justicia que se legitima con la motivación de sus decisiones
por el carácter vinculante que tiene esta con la Constitución como
fuente del ordenamiento jurídico del Estado, las leyes y los principios
generales del derecho (Sosa, 2011, 286). En consecuencia, lo dispues-
to en el artículo objeto del presente análisis resulta ser contrario a la
norma suprema del Estado, ya que le asigna al órgano investigador y
persecutor del proceso penal, que es el Ministerio Público, la facultad
de ejecutar la pena a un condenado contra quien la autoridad judicial
competente no ha dictado orden alguna. Y si bien es cierto que de la
ejecución de las providencias del juez de la pena nace una relación
CONCLUSIÓN
REFERENCIAS
Summary
Este instituto jurídico ha sido implementado en todos los países que han
hecho suyo el código procesal modelo para Iberoamérica, entre ellos:
Argentina, Paraguay, Chile, Perú, Costa Rica, Guatemala y Colombia.
Para ello, se observa que los presupuestos que deben darse para que
el juicio se considere como tal, son:
El proceso penal en sentido general se puede llevar por dos vías: por
la ordinaria y especial. Desde este punto de vista, se entiende que el
procedimiento penal abreviado, visto como una de las figuras alternas
de solución del conflicto, es de naturaleza especial, toda vez, que por
la forma en que está estructurado, solo puede ser aplicado en casos
judicializados.
2.2. CLASIFICACIÓN
b. Ámbito de aplicación
c. Condiciones de admisibilidad
d. Tribunal competente
c. Tribunal competente
REFERENCIAS
Summary
This essay is focused to the right of every individual in a social and democratic
state of right to appeal any decision to a higher body since, as those who issue
judicial decisions are human beings, they tend to make mistakes. As a result, it
is illegal and in violation of our constitutional regulations, as well as of interna-
tional treaties on human rights, specifically the right to equality and the double
degree of jurisdiction. This violation can be seen in articles 303 and 304 of the
Code of Criminal Procedure, in which two decisions are issued that culminate the
preparatory procedure, one of which benefits the victim while the other benefits
the accused, but one is actionable and the other is not.
Los tribunales del orden judicial se resisten a aplicar las leyes adjeti-
vas en sujeción a la preponderancia normativa del art. 6 de nuestra
Constitución: “Todas las personas y los órganos que ejercen potestades
públicas están sujetos a la Constitución, norma suprema y fundamento
del ordenamiento jurídico del Estado. Son nulos de pleno derecho
toda ley, decreto, resolución, reglamento o actos contrarios (…)”.
2 Corte IDH, sentencia del 29 de julio de 1988, párrafo 166, Velásquez Rodríguez
vs Honduras.
3 Comité de Derechos Humanos, comentario núm. 31 del 26 de mayo de 2004.
4 Corte IDH, sentencia del 26 de septiembre del 2006, párrafo 124, Almonacid y
otros vs Chile.
5 SCJ, Sentencia núm. 4, del 11 de septiembre de 2002, B.J. No. 1102. STC
125/1997.
Uno y otro texto establecen que “toda” decisión puede ser recurrida, ad-
jetivo que cuando es seguido de un sustantivo en singular y sin artículo,
como sucede en ambos casos, no significa otra cosa que “cualquiera”.
Al no tratarse de un derecho excepcional ni propio de un cierto tipo
de decisiones, es claro que aquellas que la parte perdidosa considere
infundadas, arbitrarias o injustas, pueden ser recurridas, conclusión
que refuerza el art. 69.10 de la misma Constitución: “Las normas del
debido proceso se aplicarán a toda clase de actuaciones judiciales y
administrativas”.
El derecho que consagran los referidos arts. 69.9 y 143, párrafo III, lo
propio que los arts. 14.5 y 8.2h del PIDCP y CADH, respectivamente,
exige que el recurso sea conocido por un “tribunal superior”, mas no
especifica que sea la apelación o un doble examen.
6 STC 125/1997.
Así las cosas, el recurso debe permitir la revisión de los puntos de hecho
y de derecho valorados por el órgano jurisdiccional a quo, ofreciendo
garantías a los justiciables de que los errores fácticos y jurídicos en los
que se haya podido incurrir sean eventualmente subsanados por la
jurisdicción de alzada. Si, pues, el derecho comentado debe prolon-
gar el debate procesal en un órgano diferente, “lo que supone una
concurrencia de opiniones imparciales y jurídicamente fundadas que
aunque no aseguren, cuando menos sí proporcionan que se alcance
una solución correcta…”(Macías, 175), debemos convenir en que se
trata de una apelación.
7 Corte IDH, Herrera Ulloa vs Costa Rica, sentencia del 2 de julio de 2004, párr.
161.
Ahora bien, ¿por mayoría relativa o agravada? ¿A qué tipo de ley se re-
firió el legislador constituyente? Mediante Sentencia TC/0150/13, del
12 de septiembre de 2013, el Tribunal Constitucional, al reafirmar la
configuración legislativa del derecho al recurso, no lo aclaró. Se limitó
a señalar que el legislador ordinario “… puede establecer condiciones y
requisitos para la interposición de los recursos jurisdiccionales”. Como
se sabe, nuestra Ley de Leyes consagra en sus arts. 112 y 113 las leyes
ordinarias, cuya aprobación exige de “la mayoría absoluta de los votos
de los presentes de cada cámara”, y las orgánicas, que requieren de
una mayoría reforzada, esto es, “del voto favorable de las dos terceras
partes de los presentes en ambas cámaras”.
Hago otra brevísima digresión para explicar que las leyes orgánicas son
las que por su especial relevancia completan la Constitución, prolon-
gando a través del legislador ordinario, mediante un procedimiento
Ahora bien,
Para no dejar fisuras abiertas, digamos de una buena vez que la Ley
núm. 76-02 es una ley ordinaria, ya que en ninguna de las revisiones
constitucionales anteriores a la del 26 de enero de 2010 se previeron las
leyes orgánicas. Nuestros legisladores, por desconocimiento o atraídos
tal vez por la sonoridad del término, designaron ciertas leyes que regu-
laban instituciones públicas y órganos descentralizados con el adjetivo
“orgánica”. Sin embargo, no fueron ni son tal cosa, pues el legislador
ordinario no gozaba entonces de facultad para aprobarlas, dado que la
existencia de las leyes orgánicas “… se halla subordinada a su previa ad-
misión por la Constitución, que debe establecer en su cuerpo sustantivo
cuáles materias son objeto de las mismas”. (Cury, 2000, 41)
El art. 303 del CPP señala que el auto de apertura a juicio “no es sus-
ceptible de ningún recurso”. A su vez, el auto de no ha lugar, que es el
anverso de la misma moneda, “es apelable”, según el art. 304 del mismo
cuerpo legal. Estas dos disposiciones plantean no pocas interrogantes
en torno a su conformidad, validez y eficacia constitucionales. Pudiera
afirmarse que al tratarse de una ley ordinaria, el CPP carece de fuerza
normativa para morigerar derechos fundamentales, y como ya expresé,
el TC ha considerado que la tutela judicial efectiva y el debido proce-
so lo son. Y si acogemos como válida la posición de que solo las leyes
orgánicas, en virtud del referido art. 112 de la Constitución, pueden
fijar las condiciones en virtud de las cuales puede regularse un derecho
fundamental, y el derecho al recurso es garantía inmanente de uno,
pudiéramos concluir que el art. 303 es inconstitucional.
No solo porque el derecho al recurso sea una garantía del debido pro-
ceso, sino también porque imputado y acusador deben ser titulares de
idénticos derechos procesales, de posibilidades parejas para sostener
y fundar lo que a cada cual le convenga ante idénticos hechos o resul-
tados. Se me podrá decir que ninguna de las partes puede recurrir el
auto de apertura, en tanto que ambas, imputado y acusador, pueden
apelar el de no ha lugar. Visto así, los textos en cuestión no contemplan
ningún tratamiento diferenciado, toda vez que a uno y a otro les está
igualmente prohibido recurrir el auto de apertura a juicio.
Si, pues, el principio de igualdad tiene por finalidad que las partes
del proceso tengan las mismas oportunidades de alegar, defenderse,
probar y recurrir para que no medien ventajas en ninguna de ellas
con relación a la otra, ¿se verifica en la especie? Veamos:
11 Sentencia del Tribunal Constitucional del Perú, del 19 de abril de 2007, inciso
37b. Recuperado de http://www.justiciaviva.org.pe/nuevos/2007/mayo/31/
precedente_vinculante.doc.
El TC ha sostenido que
Aunque a mi modo de ver el párrafo III del art. 149 redunda, no cabe
duda de que tropieza con el art. 69.9, pues este último es mudo respecto
de las indicadas excepciones, lo que abre una interrogante: ¿Es posible
restringir el derecho al recurso? Aunque se trata de dos disposiciones
constitucionales, inclinarse por la afirmativa equivaldría a reconocerle
preponderancia al primero y relegar a un segundo plano las garantías
del debido proceso, o sea, de un derecho fundamental. Por otro lado,
si se valida la especiosa tesis del TC, deberíamos entonces sepultar el
criterio que al respecto predomina no solo en el Comité Internacio-
nal de Derechos Humanos, sino también en la Corte IDH, que en su
célebre sentencia del caso Herrera Ulloa vs Costa Rica, estimó que
Nada importa que el párrafo III del art. 149 haya insertado el vocablo
“excepciones”, pues no es esa la disposición que reconoce la garantía
del derecho al recurso, inmanente del debido proceso y respecto del
cual el TC ha considerado que “es un derecho humano el obtener to-
das las garantías que permitan alcanzar decisiones justas”.17 No huelga
apuntar que el art. 69.9, como tampoco el PIDCP ni la CADH, emplean
el término de referencia, porque las garantías fundamentales “deben
respetarse en el procedimiento administrativo y en cualquier otro pro-
cedimiento cuya decisión pueda afectar los derechos de las personas”.18
CONCLUSIÓN
Para concluir, y a manera de resumen, el legislador ordinario carece
de facultades para restringir el ejercicio del derecho al recurso, pues
la Corte IDH ha enfatizado que la configuración legal de los diferen-
tes Estados partes de la CADH “no pueden establecer restricciones
o requisitos que infrinjan la esencia misma del derecho a recurrir el
Asimismo, el art. 303 del CPP, al cerrar la apelación contra los autos
de apertura a juicio, recurso que no obstante puede deducirse contra
los autos de no ha lugar, le otorga un privilegio indebido y hace añi-
cos la justicia distributiva o conmutativa. ¿Por qué? Simple: porque el
acusador comparece al juicio preliminar armado de una distinción
normativa irrazonable y violatoria al principio de igualdad ante la ley,
toda vez que si la decisión le desfavoreciese, solo él podrá recurrirla
ante un tribunal superior, mientras que el imputado, en similitud de
circunstancias, no podría ejercer el mismo derecho.
Summary
Al final dejamos una queja que podría ser motivo de otro trabajo o
de que alguien retome dicha idea: Siendo el principio fundamental
entre nosotros acerca de la prueba su libertad por el investigador en
I. CONCEPTO Y VALORACIÓN
DE LA PRUEBA
Una tarea similar es, pues, la que desarrolla cualquier ser humano
dentro de la normalidad que se pretende desarrolle un individuo sin
ninguna otra circunstancia que bloquee ese conocimiento, es la que
desarrolla el “testigo” de un evento: con los sentidos aprehende el
entorno, lo capta y lo reproduce ayudado por su memoria.
Para Valera (1999, 69), “el fenómeno del conocimiento linda con tres
esferas distintas: la psicológica, en cuanto toma en cuenta al sujeto, la
lógica al considerar la imagen y por último la ontológica al hacerlo con
el objeto”. De hecho, este fenómeno variará de un individuo a otro. Es
22 Se refiere a los casos más comunes de accidentes de tránsito (N. del A.).
Es muy probable que muchas cosas sirvan para probar un hecho delic-
tivo, pero si ellas no han sido aprovechadas por el actor-persecutor del
proceso penal, es probable, pues –indudablemente– que no interesen
como prueba para dicho proceso. Esto implica que la prueba judicial
deberá ser, además de relacionada con el hecho que se quiere pro-
bar, obtenida legalmente e incorporada legalmente, lo cual son dos
operaciones diferentes.
23 En algunos países sus procesos penales permiten una intervención activa del
juez, por lo que se dice que un principio de la prueba es el de la investigación.
Entre nosotros la intervención del juez en la producción de la prueba no es ya
posible en materia penal aun cuando en otras ramas sea permitido. (N del A)
24 En este caso se aplica la llamada teoría del Árbol Envenenado, surgida a raíz de
un precedente establecido en el derecho norteamericano, el planteamiento se
refiere a que el árbol envenenado solo da frutos envenenados. El significado
estriba en la idea de que si una prueba está contaminada, su resultado será por
igual contaminado.
Las opiniones anteriores nos indican que los indicios no son más que
aquellas circunstancias que prevén la posible existencia del hecho
que acompaña, sin llegar a ser indicaciones eficientes de su existencia
real, por lo que se entiende que podrían diluirse en el camino de la
comprobación.
CONCLUSIONES
Más allá del problema del conocimiento que atañe al principal me-
dio de prueba en materia procesal penal, me refiero al testimonio, el
tema de la prueba es sin dudas el aspecto más importante que tiene
el proceso penal acusatorio adversarial que iniciamos en Republica
Dominicana a partir del año 2004.
Aun cuando a partir del artículo 166 del Código Procesal Penal se es-
tablecen las normas mínimas de comportamiento y manera de actuar
para recabar las pruebas en el proceso penal acusatorio de República
Dominicana, no menos cierto es que se hace necesario unas reglas de
evidencias más clara y comprometedoras con todo cuanto constituye el
desarrollo de la actividad probatoria. Fuera de las autorizaciones judi-
ciales y el levantamiento de actas, no se tiene certeza como se procede
en un allanamiento, quien es necesario y quien no; como proceder
cuando de una interceptación telefónica se trata o cuando se solicita
a un tercero una prueba material que reposa en su poder.
Summary
However, the basic structure of the modern study of criminal law -the theory of
crime- promotes the need of an in-depth analysis that must be carried out when
attempting to filter the configuration of economic crimes against this current of
thought. This is so, on the assumption that the elements of this theory, in principle,
would not allow the harmonious application of the same to the criminal type in
question, since such aspects (action, typicity, anti-legality and guilt) could not
arise of the strict form in which the theory of the crime is raised.
a) Acción
b) Conducta
c) Tipicidad
d) Antijuricidad
Por ello, la teoría del delito brinda una noción estándar para el
estudio de la configuración de cualquier ilícito penal, en la medida
en que se enfoca en la concurrencia de los aspectos antes señalados
que son, o deberían ser, comunes para todo tipo de delito desde el
momento de ocurrido el hecho; mientras que la teoría que promueve
el estudio de los “elementos constitutivos” tiende a ser más amplia y
de una mayor complejidad, en la medida en que amerita que cada
ilícito deba tener sus propios elementos que lo configuren y, por
Del mismo modo, se advierte que el delito como figura jurídica acepta
su configuración partiendo de otras tres características principales:
la tipicidad, la antijuricidad y la culpabilidad, que vienen a existir
luego de un elemento básico –la conducta–, generando una relación
directa y vinculante con el primero, lo que implica la exclusión tácita
de poder incluir otros aspectos en la presentación del ilícito que no
estén relacionados con el hecho humano voluntario. Por ende, es de
rigor saber cómo la dogmática penal ha concretizado limitantes con
la teorización del delito, con el único fin de reducir cualquier modo
excesivo e irracional de la aplicación de las normas penales.
27 En ese sentido, afirma Zaffaroni (2005) que los datos sociales enseñan que el
poder punitivo selecciona personas y la conducta es solo el pretexto con que
opera. Para contener este impulso selectivo personal del Estado policial, el de-
recho penal debe asegurarse, al menos, que cualquier pretensión de ejercicio
punitivo se lleva a cabo sobre la base de una acción.
28 Es bueno precisar que, el derecho penal económico constituye una nueva área
jurídica actual, interdisciplinaria y, pese a concepciones históricamente antiguas,
nuevas, que todavía tiene un papel subordinado en los estudios –sobre todo, uni-
versitarios–, que incluso es esporádico. En cambio, en la práctica, la importancia
del derecho penal económico es cada vez más fuerte: aproximadamente uno de
cada tres fiscales se ocupa de asuntos relacionados con este y el número de salas
especializadas en delitos económicos se han incrementado considerablemente en
los últimos años. (Tiedemann, 2007)
29 Un breve resumen sobre la evolución histórica del derecho penal económico
debe partir de la base en que ya en la antigüedad todos los Estados, especial-
mente en tiempos de crisis, pero también para la protección de abusos de poder
económico en el acontecer económico normal, sancionaban penalmente las
intervenciones estatales en el (libre) desarrollo económico. (Tiedemann, 2010)
30 Ello así si se considera a las personas jurídicas como entes incapaces de tener
voluntad propia y que por ende no pueden tener una conducta y menos que
sea típica, antijurídica y culpable.
En ese tenor, hay que señalar, sin pretensión de ser redundante, que
el carácter supraindividual o institucional de los delitos económicos
provoca razonablemente una desvinculación con el resultado del daño
CONCLUSIÓN
ALGUNAS INSTITUCIONES DE LA TEORÍA
DEL DELITO ANTE EL DERECHO PENAL
ECONÓMICO
Así los doctrinarios como Silva, Zaffaroni o Gómez Jara han señalado
que esta es la manera en que la teoría del delito es materializada para
determinar la configuración de un tipo de ilícitos que es tan frecuente
en la actualidad y que hace tanto daño a la sociedad en su conjunto,
pero que por la misma complejidad de las estructuras desde las cuales
usualmente se cometen, se dificulta su análisis y la configuración de
sus elementos.
REFERENCIAS
Cerezo Mir, J. (2004). Curso de derecho penal español. Parte General. Intro-
ducción, sexta edición. Madrid: Tecnos.
Silva Sánchez, J. (2014). Fundamentos del derecho penal de la empresa.
Buenos Aires: Edisofer.
Tiedemann, K. (2007). Derecho penal y nuevas formas de criminalidad,
primera edición. Perú: Grijley.
Summary
This article makes a brief and precise study on the appeal in the Dominican This
article gives a brief review on the appeal procedure in the Dominican criminal
process, taking into account the modifications introduced into the legal system by
law No. 10-15, on February 10, 2015, which amended the code of criminal
procedure and brought several legal consequences with regard to the appeal.
The new law includes a new procedural regime in terms of the application and
legal nature of the appeal in the Dominican criminal procedural legislation. There
has been an important twist, as from a model of contestation in the strict sense it
moved to one that combines it with the assessment model. While the appeal is still
a way to impugn, now it brings elements of the model of assessment, under which
judges will decide the procedural aspects as well as the ones related to the trial.
The new procedure combines two models responding to different legal and objective
with the consequent confusion for normative interpretation.
Existen diferentes tipos de recursos, cada uno con sus respectivas par-
ticularidades. La doctrina ha propuesto varias clasificaciones. Por un
lado se encuentra la clásica separación de los recursos en ordinarios o
extraordinarios, que puede ser encontrada en la mayoría de los orde-
namientos jurídicos europeos y latinoamericanos.
Para los fines del presente trabajo la clasificación que más nos interesa
es aquella que divide los recursos en dos grupos principales: los me-
dios de gravamen, que son aquellos recursos que tienden a renovar
el juicio en que se basa la decisión recurrida, y los medios de impug-
nación, recursos que tienden únicamente a fiscalizar el juicio (Vecina
Cifuentes, 2006, 69). Los medios de gravamen tienen como objetivo
el conocimiento del proceso en las mismas circunstancias existentes
en primera instancia, mientras que los medios de impugnación solo
La Ley núm. 10-15 trajo consigo un aumento de los plazos para in-
terponer, contestar y decidir, entre otras cosas, los recursos de ape-
lación, tanto para aquellos que se interponen contra las decisiones
La Ley núm. 10-15 trajo consigo cuatro cambios sustanciales que mo-
dificaron de manera considerable la naturaleza jurídica del recurso de
apelación. Son estos: a) La inclusión del “error en la determinación de
los hechos y en la valoración de la prueba” dentro de los motivos de
El artículo 417 del CPP fue modificado para agregarle este motivo
a los otros cuatro, que permanecieron intactos. La importancia de
esta inclusión radica en el hecho de que este nuevo motivo esta-
blece, sin lugar a dudas, que la corte de apelación tiene potestad
plena para ejercer un control sobre el juicio de hecho del tribunal
de primera instancia.
El artículo 418 del CPP, que versa sobre la presentación del recurso
de apelación contra la sentencia, fue modificado para que ahora
establezca tres (3) casos en que las partes pueden presentar pruebas
en apelación: (1) cuando sean para probar defectos en el proce-
dimiento, (2) cuando sean propuestas por el imputado a su favor
(incluyendo las pruebas relacionadas a la determinación de hechos)
y (3) cuando se trate de prueba esencial para resolver el fondo,
presentada por el Ministerio Público, el querellante o el actor civil
(siempre y cuando haya sido rechazada, no haya sido conocida con
anterioridad o esté relacionada con hechos nuevos).
CONCLUSIÓN
La Ley núm. 10-15 ha variado, sin lugar a dudas, el ámbito del recurso
de apelación en el marco del proceso penal. Muchas de las variacio-
nes han surgido para asistir o ayudar a las partes del proceso, como
los plazos más largos y la posibilidad de corregir el recurso luego de
haber sido interpuesto.
COMISIONES DE LA VERDAD
Pero, siendo ello cierto no todas han conseguido sus objetivos, por
la falta de implementación de los acuerdos que, en algunos casos
–como el de El Salvador–, puede decirse que ha sido un auténtico
fraude para las víctimas que, por la ausencia de cumplimiento de
los acuerdos, ni fueron realmente reparadas con la verdad ni lo han
sido a través de la justicia, porque el recurso a esta, impulsadas desde
la propia Comisión de la Verdad, fue contestado de forma radical
con una ley de impunidad que promovió la amnistía de 1993, cuya
constitucionalidad está siendo cuestionada en la actualidad y desde
hace tres años por las víctimas. Por el momento, las víctimas solo han
obtenido el apoyo de la Corte Interamericana de Derechos Humanos,
que en la sentencia por las masacres de El Mozote, de 25 de octubre
de 2012, ha exigido el cumplimiento de los estándares mínimos de
justicia frente a la impunidad de esa ley.
EL RIESGO DE REVICTIMIZACIÓN
CONSTRUCCIÓN
DE LA MEMORIA COLECTIVA
Para que pueda hablarse de reconciliación esta tiene que surgir del
perfecto funcionamiento del sistema de justicia transicional, en el sen-
tido de que las víctimas tienen que comprobar y sentir que el mismo
se está cumpliendo en su integridad, porque si no, lo que percibirían
sería un fraude permeado por la impunidad más rampante. La justicia
restaurativa, como parte esencial de la justicia transicional, será asumida
frente a la tradicional justicia retributiva que preconizan los contrarios
a todo proceso de paz, si el mecanismo que la incluye funciona con una
exactitud absoluta y una participación real de los actores protagonistas
del conflicto y de las víctimas; con sanciones creíbles y cumplimiento
efectivo de las mismas. La privación de libertad no tiene por qué ser el
único medio para que se pueda afirmar que se ha impartido justicia.
Un sistema de justicia transicional como el que se pretende poner en
funcionamiento en Colombia, con los correctores adecuados, cumplido
CONCLUSIONES
REFERENCIAS
Gladys Esther Sánchez Richiez, rectora del IES-ENMP, y Rafael Blanco, decano
de la Facultad de Derecho de la Universidad Alberto Hurtado, de Chile, junto
a los participantes en la jornada.
Del ensayo
1. Identificación
En la versión digital el nombre del archivo debe ser el título del traba-
jo o una parte de él que permita diferenciarlo fácilmente. Debe estar
encuadernado, identificado solo con el título. En la versión digital el
nombre del archivo debe ser el título del trabajo o una parte de él que
permita diferenciarlo fácilmente.
2. Lenguaje y estilo
3. Márgenes
Algunos ejemplos:
Ejemplo:
Ejemplo:
Ejemplo:
Ejemplo:
10. Referencias
• Tamaño carta
• Tipografía: Times New Roman tamaño 12.
• Papel bond base 20 (en caso de imprimir)
• El resumen, introducción, inicio de capítulos o partes deben
comenzar en página nueva.
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