2a CLASE

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* Renán Silva, “La crítica ilustrada de la realidad”, en: Margarita Garrido (Ed.

), Historia de
América Andina, Vol. 3, Ecuador, Universidad Andina Simón Bolívar, 2001, pp. 361-394.

El Rey de España es un señor endeudado que tiene la plata


guardada en los Andes, sin quererla sacar.

Alexander Von Humboldt

1. LA CRÍTICA ILUSTRADA DE LA REALIDAD EN LAS SOCIEDADES ANDINAS

En las páginas que siguen vamos a considerar, para el área andina (Venezuela, Colombia,
Ecuador, Perú, Chile y Argentina), lo que una convención historiográfica ya bien
establecida ha denominado crítica ilustrada de la realidad, entendiendo por ella ese proceso
de distancia y de balance que frente a sus logros y posibilidades se planteó, un sector de los
hombres de letras, de los hombres de cultura, quienes emprendieron, con resultados
diversos, el primer esfuerzo sistemático por producir una imagen de su sociedad, alejada de
los fabularios y bestiarios que desde la Conquista habían sido dominantes.

1. La determinación espacial del proceso: el mundo andino ("sociedades andinas", "zona


andina"). Lo andino es el lugar de una experiencia humana común, hecha al tiempo de
unidad y diversidad, y cuya consideración en tanto área socio-cultural permite no solo
establecer los marcos generales que hacen posible la comprensión de los "cortes regionales
internos" en tales sociedades, sino avanzar hacia una perspectiva más amplia que rompa
con el encierro de las fronteras nacionales que han sido siempre el límite tradicional de las
historiografías que permanecen ancladas en la perspectiva histórica del siglo XIX, la que en
su afán de legitimación del nuevo proyecto de construcción de Estados-Nación, produjo
una unidad de análisis (los países) que resulta inadecuada para la comprensión de una
dinámica que, por lo menos desde el siglo XVI, se organizaba sobre marcos territoriales
más amplios. Ver comentario de J. B. Boussingault al coronel Joaquín Acosta.

Ahora bien, para comprender esa dinámica particular de las sociedades andinas es
necesario, al tiempo que se reconoce su especificidad (histórica, ecológica, étnica, etc.), no
olvidar su pertenencia al imperio español, pertenencia reforzada durante el siglo XVIII y
sobre todo durante los años que cubre el período de las reformas borbónicas.

2. ¿QUÉ ES LA CRÍTICA ILUSTRADA DE LA REALIDAD?

Los especialistas tienden hoy a ponerse de acuerdo sobre ciertos rasgos, que se encuentran
bien expresados en las palabras del profesor Charles Minguet, uno de los historiadores que
más ha contribuido al conocimiento del período:

“Quiero aquí hablar del período bastante excepcional y bastante efímero en


que los españoles y criollos ilustrados emprenden juntos, dentro del
movimiento reformista de los Borbones de España, y con el impulso de la
Corona, hacer el inventario de la realidad socio-económica del Nuevo
Continente”.

El contexto mayor del proceso: las reformas borbónicas, las que particularmente desde el
punto de vista de la América andina y en relación con su núcleo central, pueden ser
comprendidas como un esfuerzo por extender la esfera del Estado, extensión que tenía
como objetivo la reconquista (o por lo menos el afianzamiento) del poder imperial, y la
fijación de un nuevo estatuto económico para la región, que permitiera no solo una mayor
integración con la metrópoli, sino ante todo mayores rendimientos económicos y fiscales,
para lo cual era necesario alterar los tradicionales equilibrios de poder (el se obedece, pero
no se cumple), y modificar los arcaicos sistemas productivos en la minería y la agricultura,
a través de la introducción de transformaciones técnicas y en general de la aplicación de las
ciencias en el trabajo productivo y en el propio estudio de la naturaleza.

Señala también con acierto el profesor Minguet que, localmente, en tal proceso se vieron
comprometidos criollos y peninsulares. El punto es importante, pues, en general, los
análisis americanos han querido hacer depender la crítica ilustrada de la realidad
exclusivamente de los criollos (un término que nunca dejará de ser ambiguo).

Como lo muestra la experiencia de América andina, en la crítica ilustrada de la realidad


participaron muchos más que los descendientes directos de los primeros pobladores
-convertidos en la nobleza local- y el grupo de funcionarios ilustrados españoles; pues en el
movimiento encontramos también pequeños colonos, comerciantes españoles, clérigos-
letrados peninsulares (el obispo de Quito José Pérez Calama y el canónigo de Lima Baltasar
Jaime Martínez Compañón), y sobre todo los hijos de un grupo español de migración tardía.
Se trata de grupos familiares que habían tenido un contacto inicial en España con las
primeras manifestaciones de los ideales ilustrados de progreso y prosperidad, y quienes
luego, habiéndose integrado a las sociedades locales a través del sistema de alianzas
matrimoniales, fueron aquí decididos promotores de ideas y proyectos que se colocaban en
la dirección de la crítica ilustrada de la realidad. Los hijos de estos grupos familiares de
migración tardía serán, por lo menos en algunas regiones del área andina, uno de los
principales soportes de la difusión del pensamiento ilustrado, y artífices directos de la
crítica ilustrada de la realidad. Éste es particularmente el caso de la Gobernación de
Popayán, en el Virreinato de Nueva Granada, como se comprueba al analizar el pasado
familiar de hombres como Camilo Torres, Francisco José de Caldas y José Ignacio de
Pombo, tres de los más notables representantes de la crítica ilustrada de la realidad en el
continente.

Escribe con acierto Minguet, que uno de los rasgos distintivos de la crítica ilustrada de la
realidad fue el de haber emprendido "el inventario de la realidad socio-económica del
continente". Se trata de un hecho constatado y constatable, y en la región andina nombres
como los de José Baquíjano y Carrillo, Félix de Azara, Miguel de Lastarria, Manuel de
Salas y Pedro Fermín de Vargas, están ahí para mostrarlo.

Sin embargo, habría que acentuar un poco más que en ese inventario se jugó mucho más
que un acercamiento (tardío) a la ciencia del siglo XVII y a la naciente economía de los
siglos XVII y XVIII, que permitían una nueva percepción del Universo, la adopción de
nuevos principios de clasificación de las especies naturales y una nueva comprensión del
papel de la agricultura y el comercio en la vida económica de las sociedades, pues, para
decirlo en la fórmula precisa de Pierre Chaunu, se trató de un retorno del pensamiento sobre
la vida y las cosas", es decir, de la emergencia de un principio inicial de secularización (sin
que ello signifique el abandono de la idea de salvación) y, por lo tanto, de una cierta
redistribución de las relaciones que hasta entonces lo sagrado y lo profano habían
mantenido en estas sociedades, con las consecuencias que ello tendrá en cuanto a las
posibilidades de surgimiento del individuo moderno (ser de necesidades crecientes en cuya
satisfacción busca la felicidad terrena, y que es al tiempo sujeto portador de una opinión), y
sin que afirmemos que ese proceso fue completo o que cubrió al conjunto de la sociedad.

Tesis: Diremos pues, sin ningún temor de volver a reformular el problema al final de
estas páginas, que la crítica ilustrada de la realidad es entre nosotros una primera
figura de la Modernidad, que apoyándose en un nuevo tipo de saber, inició un balance
del pasado y el presente de las sociedades locales, y una evaluación de sus
posibilidades futuras, tarea que tendrá como resultados centrales, de una parte, la
incorporación a la vida social de nuevos ideales (metas, valores, aspiraciones) para la
vida social y colectiva; y de otra parte, la formación de un pensamiento utópico, que se
expresará en una permanente actitud proyectista (la idea de reforma de la sociedad),
actitud que, de manera particular entre los hombres de letras partícipes del proceso,
potenciará aun más el mencionado elemento utópico, en la medida en que el proyecto
de reformas, cuyo impulso inicial venía de la Monarquía, se encontrará bloqueado con
la llegada al trono de Carlos IV y su nuevo equipo de gobierno.

Importancia:

- Legado de conocimientos nuevos sobre la región.

- Carácter inédito de la nueva actitud crítica.

- Distancia que produjo entre los miembros de la comunidad utópica en formación y


el grueso de la sociedad (en términos de valores, normas y representaciones).

- Separación entre los miembros de esa misma élite y la administración colonial, a la


que los nuevos hombres de letras después de 1790 percibirán como opuesta a las
ideas de reforma.
3. CRONOLOGÍA PARA LA CRÍTICA ILUSTRADA DE LA REALIDAD

Minguet habla de la crítica ilustrada de la realidad como de un período (es decir, una
unidad diferenciable en el tiempo).

En otros textos de Minguet y del común de los autores que se ocupan del tema, las fechas
que marcan los extremos son siempre las de 1760 y 1810.

Sobre el año de 1810 hay poco que decir. Se trata apenas de un hito formal que,
cualesquiera sean las fechas aceptadas como aquellas de la Independencia de cada uno de
los países andinos (lo que a su vez depende de diferentes mitologías nacionales), nosotros
preferimos trasladar a 1808, año en que comienza en España la crisis de la Monarquía
absolutista, y con ella la descomposición del Imperio español.

Nuestra principal reserva en cambio tiene que ver con el punto elegido como arranque del
proceso, pues asumiendo el año de 1760 (momento en el cual comienza el tiempo fuerte de
las reformas Borbónicas), se adscribe la totalidad del fenómeno al reinado de Carlos III y al
gobierno de la nueva élite ministerial que lo acompañó, cuando existen buenas razones para
creer que la orientación pragmática y dirigista de la cultura y la decisión de modificar el
papel del mundo colonial hispánico dos fenómenos que se encuentran en la base de la
crítica ilustrada de la realidad, responden a una cronología más amplia, cuyas raíces se
encuentran en el propio resultado de la guerra de Sucesión y en los efectos de Tratado de
Utrech.

En cualquier caso, y a pesar de los evidentes desfases existentes entre las proposiciones de
medidas de reforma y su aplicación -cuando ésta se dio-, lo cierto es que, por ejemplo, los
intentos de reorganización espacial del mundo andino -un eslabón clave del proyecto de
reformas- se encuentran ya en marcha hacia 1740, como lo muestra la llamada "segunda
creación" del Virreinato de Nueva Granada…

Además, asumiendo la fecha de 1760 se colocan como antecedentes todas las actividades
de exploración científica del territorio andino en los años 30, las que en verdad significaron
para las sociedades locales, en particular para Quito y el Perú, una primera forma de
contacto práctico con la nueva perspectiva ilustrada.

Como lo han mostrado Lafuente y Mazuecos el impacto cultural de la tarea científica y


expedicionaria franco-española de la primera mitad del siglo XVIII sobre las élites
culturales locales en la región andina fue grande, pues favoreció y renovó los contactos con
la" ciencia europea", permitiendo una mínima difusión del cartesianismo y un nuevo interés
por la física experimental (no aristotélica).

Además, la labor de los expedicionarios europeos sirvió como elemento de legitimación del
reducido grupo de hombres de letras que se interesaban por la nueva ciencia,
estimulándolos a "superar su aislamiento y el carácter rutinario, cuando no ornamental de
su actividad científica".

Se debe observar que esta cronología que hace arrancar el proceso de crítica ilustrada de la
realidad del año 1760, acepta de manera implícita un modelo de difusión lineal del “centro
a la periferia”, dejando de lado las evoluciones internas y anteriores de las sociedades
locales y, por lo tanto, descuidando el estudio de personajes que muestran ya, en la primera
mitad del siglo XVIII, el perfil típico de aquellos que distinguimos por excelencia como los
representantes de la crítica ilustrada de la realidad. Caso del criollo panameño radicado en
Lima, don Miguel de Santisteban: estudió geografía, matemáticas y náutica, entre 1713 y
1720. Hizo en 1740 un viaje por el Reino de Quito, Nueva Granada y la Capitanía de
Venezuela, viajó a España donde permaneció siete años. Dos años después de regresar de
España, Santisteban recibe en 1751 de parte del Virrey Pizarro, la misión de dirigir una
expedición a Loja y a otras regiones del sur de Quito, para averiguar sobre los cultivos de
quina y sobre los costos de explotación y transporte hasta puertos de embarcación hacia
España. Será Santisteban quien, luego de 1761, suministre al botánico José Celestino Mutis,
las mejores informaciones y los mejores dibujos sobre una variedad de quina, que serán
finalmente los que en Suecia recibirá Karl Linneo. Como se observa, Santisteban es el
típico científico naturalista, el hombre curioso y enciclopédico que observa, realiza
pequeños experimentos e interroga. Este ejemplo debe advertirnos el carácter relativo del
año 1760 como el inicio de la crítica ilustrada de la realidad, y romper con cierta
perspectiva estatizante e institucional en el análisis, para dirigir más bien nuestra atención a
la sociedad y a sus grupos.

4. LA CRÍTICA ILUSTRADA DE LA REALIDAD: OBJETIVOS Y


EXPERIENCIAS

La economía

A principios del siglo XIX, José Ignacio de Pombo, un comerciante y hombre de letras
nacido en Popayán y establecido en Cartagena de Indias, ciudad en donde dirigía una
importante casa comercial, escribía:

Es muy notable y sensible, que perdiendo tantos su tiempo en hacer traducciones de


romances, novelas y otras obras propias solo para corromper el gusto y las
costumbres, no lo empleen en aquellas que tienen un mérito distinguido y son de
utilidad general. Hasta el año de 1794 no hemos tenido una traducción de la obra
maestra de Adam Smith, Riqueza de las Naciones.

En estas palabras se sintetiza bien la preocupación de los ilustrados de la región por


alcanzar un punto de vista nuevo sobre los fenómenos de la economía y del comercio, y
particularmente sobre aquellos directamente relacionados con el crecimiento económico.
Análisis tradicional: Se trata de hechos conocidos y de los cuales, en los términos
tradicionales de la Historia de las Ideas, se ha tratado de establecer el balance de las
influencias recibidas, de las lecturas realizadas, y en fin, del pensamiento económico de los
siglos XVII y XVIII. Se ven dichos intereses intelectuales en relación un tanto mecánica,
con los intereses de clase de los grupos de comerciantes que veían un bloqueo a su
expansión en las limitaciones del Reglamento del Libre Comercio imponía España, el
monopolio comercial que obligaba a comerciar tan solo con España o sus aliados, y en
trabas impuestas a través de la política fiscal (los "estancos o de la prohibición directa de
ciertos cultivos agrícolas).

Propuesta del autor: ver otros puntos: la nueva orientación de la reflexión económica de
los hombres de la región en los finales del siglo XVIII, es un jalón en el descubrimiento de
la economía política, es decir, en la proposición de una antropología que declara que el
lucro, el interés y la ganancia son los motivos básicos del obrar humano y que solo la
prosperidad material es la base de la felicidad colectiva e individual.

Al nuevo ideal del homo oeconomicus no se sumará sino un grupo minoritario de las élites,
quedando la mayoría de la sociedad al margen de él.

Para empezar, hay que señalar que la idea básica que recorre esta "preocupación por la
economía" en los hombres que se encargaron en la región del análisis económico, es la de
un convencimiento total de que puede haber un crecimiento económico ilimitado, que
contribuya al beneficio de todos, y sea la fuente no solo de prosperidad material. sino de la
misma felicidad terrenal. Prosperidad y felicidad son dos vocablos cargados de
materialidad en los finales del siglo XVIII. Criticando toda forma de producción limitada
al consumo oponiéndose a la idea de una satisfacción simple de las necesidades,
introduciendo los términos de opulencia, lujo y comodidad, era ante todo otro ideal de vida
social el que se proponía.

Hay en este ideario económico un principio de vida social menos sometida al peso de la
mínima satisfacción y, en cambio, rodeada de un cierto nivel de riqueza que se convirtiera
en un principio de civilización.

La noción en torno del cual se estructura este nuevo ideal del crecimiento ampliado es la
de la existencia de recursos naturales multiplicados, pues se piensa no solo que la
naturaleza es pródiga en todas partes del Universo, sino que lo es particularmente en
América, como regalo de la Providencia.

Así pues, la idea de reproducción ampliada, básica en el pensamiento moderno que ha


inventado a un hombre capaz de necesidades crecientes, encontraba su soporte en la
representación de una naturaleza pródiga al infinito, pero necesitada de la ciencia y de la
técnica, del conocimiento útil que permitiera su explotación racional. Y es esta perspectiva
la que une en la crítica ilustrada de la realidad al reformista social con el botánico y el
naturalista, y la que vincula la crítica de la economía colonial de la última década del siglo
XVIII, con la vieja actividad de exploración naturalista que viene desde la tercera década
del mismo siglo.

Por lo menos en términos de la representación construida de la sociedad, los esbozos de


análisis económico de finales del siglo XVIII en el mundo andino, entrañan otro elemento
más, que una modificación cultural mayor. En tales Representaciones, Memoriales,
Memorias y otra clase de documentos, se ve aparecer, por primera vez de manera clara, en
el campo del análisis, una forma nueva de describir los objetos de reflexión, que antes había
estado limitada al campo de la investigación naturalista y que constituye el primer esfuerzo
en el campo de la sociedad para describir en términos empíricos la realidad que se tiene al
frente. Los criterios de verdad y de validación son ahora, los de la de la experiencia, los de
la medida, los de los hechos constatables.

Más allá de la idea de "inventario de recursos naturales", lo que está por destacarse, "en el
orden de las modificaciones culturales significativas, es la introducción de criterios antes
ignorados y que aspiran a convertirse en principios de objetividad, que darán lugar a
formas iniciales de investigación de la realidad económica, llevando al análisis el ideal de
la exactitud, ya conocido en el campo de la investigación naturalista. Este hecho es una
constante en toda la literatura económica de la región.

Ejemplos:

 El limeño, don José Baquíjano y Carrillo, quien en el principio de su Disertación


histórica y política sobre el comercio del Perú [1791].

 Felix de Azara, quien en su Memoria sobre el estado rural del Río de la Plata
[1801].

 El Correo Curioso y el Semanario del Nuevo Reino de Granada.

 José Ignacio de Pombo, quien intenta no solo practicar el ideal de orden, claridad y
método, sino quien, como otros de sus pares en la región, introduce la idea de
contabilidad nacional, balanza de pagos y construye tablas estadísticas que ya
muestran un saber económico de relativa complejidad.

Articulado con los dos puntos anteriores se encuentra el tercero y más importante, aquel
que se relaciona con una definición nueva del hombre como homo oeconomicus, con la
idea de que la riqueza es el fundamento de la felicidad general y que no hay género de
hombres que no pueda aplicarse a algún trabajo, para hacerse útil y feliz. Aparece claro que
el interés individual y la libertad de acción son los fundamentos de un obrar humano
económico, que es manifestación del orden natural.
Se introduce el principio de la acción individual y la idea de riesgo y de inversión, lo que se
expresa bien en uno de los temas de crítica: la habitual queja contra el dinero quieto (la
ausencia de inversiones y riesgo), según la expresión del neogranadino Jorge Tadeo Lozano
en el Correo Curioso. Se defiende no solo las actividades comerciales y del trabajo, sino la
apuesta por una sociedad que acepte la idea de que hacer dinero, enriquecerse.

Ejemplo: el Obispo José Pérez de Calama, en un acto académico en la Universidad de


Quito en 1792: “¿Será posible que en Quito, tan pobre y miserable, se establezca el arte de
hacer dinero, que es el espíritu y alma política de todos los pueblos cultos”.

La polémica criolla contra Buffon y de Pauw

Desde su propio descubrimiento, el continente americano había sido motivo de juicios


negativos por parte de los pensadores europeos, tanto desde el punto de vista de las
posibilidades de su territorio, como por relación con las virtudes de sus habitantes. Pero a
partir del siglo XVIII, la polémica volvió a tomar fuerza, con nuevo saldo negativo para los
americanos, aunque en esta ocasión cobró fuerza la reacción de los americanos.

- El Conde de Buffon: "inmadurez del continente americano", "recién salido del agua y
aún no bien seco", debilidad congénita de sus especies animales.

- El Abate Cornelius de Pauw, radicaliza y pervierte las tesis de Buffon: geología,


zoología antropología: "la naturaleza americana es débil por estar corrompida; inferior por
estar degenerada"; los americanos son al tiempo "impotentes y apaleados, bajo las
maldiciones conjuntas de la naturaleza y de la historia".

Los escritores locales reaccionaron simplemente en forma orgullosa y airada, limitándose a


declarar que "el prusiano" era un enemigo de América. Así pues, ninguna polémica
científica. Tan solo una reacción defensiva.

La constatación es interesante y establece los propios límites de la crítica ilustrada de la


realidad. Como lo señala Gerbi, lo que podría haber sido un debate de ciencia, "se desteñía,
se empequeñecía y a la vez se exacerbaba en diatriba política".

La "respuesta americana" fue hecha en Italia por los jesuitas exiliados (como el chileno
Juan Ignacio Molina, el ecuatoriano Juan de Velasco, o los españoles largamente residentes
en los Andes: José Jolís, y José Manuel Peramás) no solo intentó enfrentar a los análisis de
Buffon y las calumnias de de Pauw una descripción matizada de cierta objetividad y que, en
algunos casos, renovaba la historia y arqueología prehispánicas, sino que además
constituyó un primer esbozo de la nueva crónica histórica de la región, con gran apoyo en
la Historia Natural moderna.1 Ejemplos: las obras de Salvador Gilij y de Joseph Gumilla.
1
La historia natural. La sistematización de la naturaleza en la segunda mitad del siglo afirmó aún más
poderosamente la autoridad de la imprenta, y así, la de la clase que la controlaba. Ello parece cristalizar
imágenes globales de una clase diferente a las de la vieja navegación… La historia natural mapea no el rastro
La respuesta andina local, la de los peruanos José María Dávalos e Hipólito Unanue, el
chileno Manuel de Salas, los neogranadinos Francisco José de Caldas y Diego Martín
Tanco es forzoso reconocer con A. Gerbi, fueron réplicas tardías, incidentales e inactuales,
incapaces de desarrollos fecundos, viciadas entre otras cosas, por una característica
estrechez de horizontes.

Súmese el hecho que se prefiriera la ejecución simbólica de la efigie del odiado prusiano.

Pero la falta de sustancia científica del debate, no impidió los frutos ideológicos de la
polémica, pues ésta renovó en los Andes el conocido "artículo de fe" sobre la prodigalidad
infinita de la naturaleza americana y la misión redentora de estas sociedades frente a la
humanidad (o por lo menos frente a una Europa en decadencia), tema sobre el cual se
asentará el "patriotismo criollo", valorado en el último tercio del siglo XVIII como un
principio de identidad americana, a la que la investigación botánica daría aun más fuerza,
como principio de diferencia no solo natural sino cultural.

Respecto de este redescubierto patriotismo, telúrico y naturalista, hay que recordar su


antigüedad ("tierra fértil de ricos minerales y metales preciosos... críanse venas de sangre
generosa y minas de entendimiento", escribía Garcilaso de la Vega), y señalar por lo menos
dos de sus matrices de formación:

1. La primera tiene que ver con el establecimiento de las órdenes religiosas , en las que
puede rastrearse el “despertar de la conciencia criolla”. Inicial proceso de
rivalidades entre sujetos provenientes de diversas regiones de España, hecho al que
se sumó la temprana incorporación de nativos (muchos de ellos mestizos) a las
comunidades religiosas, dando lugar a un acelerado proceso de criollización.

2. La segunda es la inicial literatura americana, como se ha señalado en el caso de La


Araucana, pero que puede mostrarse en muchos autores de la región: Francisco
Álvarez y Zorrilla, aquel que escribía en sus endechas a la madre Sor Juana Inés de
la Cruz, "Que tenemos [los americanos] instinto, que somos como gente, que
hablamos y sentimos, que somos también inteligentes".

leve de la ruta tomada, ni las líneas donde se encuentran la tierra y el agua, sino los contenidos internos de
aquellas masas de tierra y agua cuya extensión constituye la superficie del planeta. Estos vastos contenidos
serán conocidos no por las líneas sobre el papel blanco, sino por representaciones verbales reunidas en
nomenclaturas, o a través cuadrículas marcadas dentro de las cuales se podrían situar las entidades. La
totalidad finita de estas representaciones o categorías constituyó un mapa no ya de líneas costeras o ríos, sino
de cada pulgada cuadrada, o aun cúbica de la superficie de la tierra Como el auge de la exploración del
interior, el mapeo sistemático de la superficie del globo, es correlativo a la expansión de la búsqueda
comercial de recursos explotables, mercados, tierras por colonizar, tanto como la geografía de la navegación
está ligada a la búsqueda de rutas de comercio. A diferencia de ésta, sin embargo, la historia natural concibió
al mundo como un caos del cual los científicos produjeron un orden". Tomado de: Mary Louise Pratt,
Imperial Eyes, Travel Writing and Transculturation, New York, Routledge, 1994, p. 30.
Esta primera afirmación patriótica, será reestructurada en el último tercio del siglo XVIII,
sobre la base de la nueva Historia Natural, sin que ello signifique una negación de los lazos
de pertenencia a una comunidad política y humana mayor, cuyo centro se encontraba en la
metrópoli y en la Corona.

Ciencia útil y expedicionaria

América andina conoció en la segunda mitad del siglo XVIII un vasto programa de estudio
de la Naturaleza que, apoyándose en las nuevas clasificaciones que había producido la
Historia Natural, buscaba organizar bajo la forma del dibujo, el herbario, la clasificación y
el jardín botánico la inmensa riqueza de la flora de la región. El instrumento de tal ejercicio
de saber, de utilidad económica y de gloria nacional se llamó Expedición Botánica.

La del Perú, comprendiendo Chile y parte del actual Ecuador, tuvo su punto de arranque en
1778.

La otra, se centró en el virreinato de Nueva Granada -aunque realizó trabajos en parte del
actual territorio del Ecuador-, y su fecha oficial de comienzo de sus tareas se considera el
año de 1783.

Entre los modelos neogranadino y peruano de expediciones botánicas existen grandes


diferencias, en relación con el origen de la iniciativa y el impulso del proyecto (mayor peso
de los elementos locales en el caso de la Nueva Granada), y en relación con los vínculos
que cada una de tales expediciones estableció con la administración colonial (vínculos en
extremo complejos en Nueva Granada en donde en 1794 algunos de los miembros del
equipo botánico fueron juzgados como conspiradores) y, por lo tanto, con el sistema de
patronazgo real del que dependían las expediciones botánicas.

Sin embargo, más allá de esas diferencias y los rencores y envidias que existieron entre sus
miembros, las dos expediciones botánicas cumplieron una tarea memorable en la formación
del primer inventario científico que conocemos de la naturaleza andina.

Desde el punto de vista de la difusión de sus resultados las diferencias son también grandes.
La Expedición Botánica del Perú, conducida por José Pavón e Hipólito Ruiz, dos antiguos
discípulos de Casimiro Ortega en el Real Jardín Botánico de Madrid, tuvo la suerte de ver
aparecer a la luz pública una parte importante de sus resultados: la Flora peruviana et
chilensis –3 volúmenes entre 1798 y 1802–.

Por el contrario, la Expedición Botánica de Nueva Granada, conducida por el botánico


gaditano José Celestino Mutis, no produjo resultados públicos; como no conoció tampoco
una extensión de sus tareas después de 1808.

En cambio, la Expedición Botánica del Perú dio lugar, por lo menos hasta 1820 a nuevas
actividades de exploración, tuvo una cátedra de botánica en la Universidad dio los primeros
pasos para la creación de un jardín botánico en Lima, bajo el impulso de Hipólito Unanue,
de la Sociedad de Amigos del País y redactor del Mercurio Peruano.

No resulta adecuado separar las expediciones botánicas peruana y neogranadina del


conjunto de la actividad expedicionaria europea del siglo XVIII. El modelo general de
ciencia que éstas involucran no es diferente del que se encuentra en la Expedición de
Malaspina (1784). Las prácticas de ciencia y los desarrollos de ciencia que favorecieron
ambas expediciones botánicas no son diferentes a los que aspiraba la Comisión
Metalúrgica del Reino, llegada a Buenos Aires en 1788, compuesta por una quincena de
expertos mineros alemanes,2 quienes venían con la misión de modernizar la tecnología de
las regiones mineras de los Andes, introduciendo el método de Born para el beneficio de la
plata, y otra serie de cambios técnicos, que tenían que ver con intentos de mejora en la
organización del trabajo, con vistas a lograr aumentos en su productividad.

Si los progresos de la Comisión fueron tan escasos, el impulso que animaba tales empresas
obedecía a una misma lógica: la nueva política científica de la Corona.

El contexto europeo y español de las expediciones botánicas: interés de las potencias


europeas por el Nuevo Continente, y proceso expansivo colonial, primeros avances del
sistema capitalista. La afirmación de que tales expediciones eran el ojo con que la
industrialización europea miraba a América, expresa un hecho cierto, siempre que tal hecho
no sea separado de la existencia de verdaderos intereses de conocimiento, de entusiasmo
por el saber, de esperanzas en la renovación de la farmacéutica -y por tanto de mejoras en la
salud del hombre-, y de un elemento de gloria nacional. Debe recordarse también que, en su
origen, las expediciones fueron un interés de otras potencias europeas, antes que un interés
de España. En el caso de la expedición al Perú, la iniciativa vino de Francia, a través del
empeño del ministro Turgot y de la misión dada a José Dombey para explorar la zona
andina. En el caso de la Expedición de Nueva Granada, la aprobación oficial de una
petición presentada desde veinte años atrás, solo se otorgó cuando se conoció la inminente
llegada de una misión oficial alemana de exploración, hecho ante el cual el Virrey Antonio
Caballero y Góngora se decidió a oficializar lo que ya venía funcionando como iniciativa
privada, y a buscar a continuación la aprobación de la Corte.

Influencia de las expediciones botánicas sobre las sociedades locales . Tal influencia no
puede ser restringida al ámbito de la alta élite cultural; existió en toda América andina una
importante periferia ilustrada que, sin formar parte directa de la República de las Letras,
incorporó a su pensamiento y actividad muchos de los temas y propuestas que vemos
aparecer en la crítica ilustrada de la realidad. Ello aparece claro sobre todo cuando se
constata la existencia de un núcleo de científicos aficionados", de "prácticos" que se
asociaban de distintas maneras a las tareas de los naturalistas, de la exploración geográfica

2
Por la misma época fue la misión de similares objetivos que encabezó en Nueva Granada el vasco Juan José
D'Elhuyar.
y de ciertas experimentaciones agrícolas. Ejemplo: en la Capitanía de Venezuela, se
encuentran ejemplos de prácticas singulares de ciencia y de técnica: aquella experiencia que
relata Humboldt referida a don Carlos del Pozo, a quien conoció en la pequeña población
de Calabazo y descubrió admirado que éste por su propia cuenta, sobre la base de la lectura
de gacetas que recibía, del Tratado de Física de Sigaud de La Fond y de las Memorias de
Benjamin Franklin, fabricaba complejas máquinas eléctricas, de las que aspiraba sacar
resultados prácticos y útiles para producir mejoras en la agricultura.

PRENSA, TERTULIAS Y SOCIABILIDADES MODERNAS

Uno de los fenómenos básicos del cambio cultural del último tercio del siglo XVIII es
aquel que tiene que ver con la aparición del periodismo. 1. La prensa fue una creación de
los hombres de letras de finales del siglo XVIII, cuyos nombres se asocian con el
movimiento de crítica ilustrada de la realidad, y fue uno de los vehículos de difusión de los
temas centrales de tal crítica. 2. Alrededor del nuevo periodismo cristalizaron fenómenos
sobresalientes, que son expresión de las mutaciones culturales por las que atravesaban las
sociedades andinas.

No se debe confundir la aparición de la prensa ilustrada con el nacimiento estricto del


periodismo. En América andina circulaban Relaciones y Nóticieros impresos, hojas
volantes con relatos breves de noticias de Europa, España y América, que a su manera
constituían crónicas de la actualidad. Y a finales del siglo XVII ya circuló en el Perú un
Diario de las Noticias de Lima, con las informaciones sobre los temblores del veinte de
octubre de 1687. La Gaceta de Lima empezó a publicarse desde 1739.

Esto, no debe ocultar los rasgos inéditos que se encuentran presentes en el periodismo de
finales del siglo XVIII y el contexto cultural modificado en que hace su aparición (y al que
contribuye a modificar). En esa dirección hay que mencionar:

1. La nueva prensa (y pensamos tanto en el Mercurio Peruano, como en el Papel Periódico


de Santafé, en las Primicias de la Cultura de Quito, en el Lucero de Caracas o en el
Telégrafo de Buenos Aires) se inscribe en una experiencia de tipo moderno que, utilizando
las palabras del Correo Curioso de Santafé, en 1801, puede ser definida como el ideal de la
libre comunicación cultural, sin que ello hubiera significado renegar de la protección Real
a cuyo amparo creció la prensa.

2. La aparición del periodismo ilustrado tiende a coincidir con una modificación del
mercado del libro, cuyo monopolio venían perdiendo desde tiempo atrás los libreros
tradicionales -y entre ellos principalmente las órdenes religiosas-, y con un cambio de cierta
proporción en las prácticas de la lectura, las que en adelante serán definidas desde el doble
ángulo de lo útil y lo agradable, adjetivos a los que se agregaba -en la misma dirección- los
de perceptible y mundana.
3. La lectura será considerada como una práctica susceptible de producir modificaciones en
la conducta y comportamiento. Estas modificaciones en las prácticas de la lectura
entrañarán al mismo tiempo entre los hombres de letras un cambio en las prácticas de la
escritura: el inicio moderado de la descomposición del barroco en el orden de lo escrito y la
introducción de los ideales de simpleza y claridad, acordes con el ideal de extensión del
saber que desearon los miembros de la nueva élite cultural.

Ejemplo: Eugenio Espejo quiere que las Primicias de la cultura de Quito se lea a los niños
de las escuelas de primeras letras, y que el maestro explique en el aula de clase qué es
"imprenta, impresor, redactor", pero no menos qué es "sociedad, periódico, suscripción,
plan, prospecto", etc., para que aprendan y "luego no se escandalicen al oír palabras
nuevas".

De la misma manera, se aspira a introducir la prensa y las nuevas concepciones de la


lectura en la vida universitaria. Así, Pérez Calama declara en su Plan de reforma de la
Universidad en Quito, que "el tal ejercicio o asistencia de cátedra viene a ser como una
tertulia o conferencia política, en que se leen gacetas y mercurios. Todos oyen sin
repugnancia y todos aprenden mucho".

La prensa y las nuevas prácticas de la lectura encontraron su verdadero soporte y la razón


de su eficacia en un tipo de asociación, que constituye un primer embrión de sociabilidad
moderna, y que es común a toda la región andina (desde luego también a España ya
México): las tertulias, lugar en donde la idea de lectura colectiva, discusión y opinión
individual ganaron terreno entre las gentes interesadas en las letras, en los libros y en la
propia crítica ilustrada de la realidad.

DEFINICIÓN DE TERTULIA: El obispo Pérez Calama, desde Quito, detallará el


programa de trabajo de una tertulia ("instrumento contra la inacción político-literaria"),
diciendo que se trata de una forma de encuentro entre gentes interesadas en la lectura y en
el ejercicio libre de la opinión. Y en cuanto al tipo de relaciones que deberían mantener los
asociados, el obispo Pérez Calama escribirá, insistiendo en todos los rasgos que definen
una asociación de corte moderno, es decir, indicará que se trata una asociación
conformada por individuos iguales, que mantienen vínculos contractuales y que en tanto
individuos no dependen de lazos creados por la pertenencia histórica a un cuerpo o
comunidad, que:

...los tertulianos asistirán en el hábito y traje que más les acomode, al tiempo
y hora que cada cual pueda. Estarán sentados o levantados o paseándose, y
cada cual podrá fumar y ejecutar cualquiera otra acción de franqueza,
libertad y familiaridad compatibles con el decoro... No habrá distinción de
asientos. Cada cual se sentará según vaya entrando, sin que nadie se levante
o ejecute ceremonia.
El modelo asociativo igualitario y libre de la tertulia se trató de implantar en otros lugares,
entre ellos en la universidad. Así por ejemplo, para la cátedra de Política en la Universidad
de Quito, Pérez Calama, yendo más allá que la mayor parte de los ilustrados locales,
propondrá "dar permiso para que asistan todos los ciudadanos que quieran... y también se
ha de permitir que vayan en cualquier traje y que en el aula no haya distinción de asientos".

El programa y las formas de acción que se proponían para las Sociedades de Amigos del
País, encontró su apoyo y soporte en el mundo de las tertulias, las que, desde el punto de
vista práctico, no solo fueron uno de los embriones originales de las Sociedades Patrióticas,
sino que, en gran parte, asumieron la tarea mayor que se planteaba para tales Sociedades: la
proposición de un plan de reforma para la sociedad, tarea que fue asumida en el ámbito
menos formal y menos institucional de las tertulias, sobre todo después de 1790, en que
resultó claro el viraje de la política de la Corona y en que comenzaron a hacerse difíciles las
relaciones de los nuevos hombres de letras y las administraciones coloniales.

Así pues, será una asociación del ámbito de lo privado, regida, en principio, por vínculos
tradicionales (relaciones primarias de tipo familiar y de amistad) y por formas rituales de
relación convivial (la visita de casa, la conversación de mesa de truco, el encuentro y paseo
que seguían a la misa, la reunión de amigos y amigas en una propiedad campestre cercana),
la que se encontrará en la base del "asociacionismo moderno" que se expresará en el campo
de lo público, luego que con la crisis de 1808, y sobre todo con las declaraciones de
independencia nacionales…

CRÍTICA ILUSTRADA DE LA REALIDAD Y SOCIEDAD

En distintas ocasiones se ha insistido en el hecho de que los exponentes de la crítica


ilustrada de la realidad no fueron muy lejos ni en sus propuestas de reforma social ni en la
reelaboración de la imagen de su historia y de su sociedad que se encuentra en el fondo del
proyecto que emprendieron. Y casi siempre se ha ofrecido como explicación de esta
pretendida verdad el hecho de que su pensamiento tuvo como matriz efectiva de formación
el propio proceso de la Ilustración española. Es necesario recordar lo complejo que para
toda sociedad, sin excepción, ha resultado el tránsito a la modernidad, uno de cuyos
aspectos resultó siendo entre nosotros, precisamente la crítica ilustrada de la realidad, y
recordar que una comprensión más justa de los procesos locales exigiría tener en cuenta los
puntos de partida del conjunto de la sociedad en relación con ese proceso.

Justificación del débil impacto socil y político de la Ilustración en América andina:

1. Se trataba de sociedades de rígidas estructuras sociales, de extremada fidelidad


monárquica.

2. Escaso dinamismo en términos de la cultura intelectual.

3. El peso enorme de la religión católica en la vida social.


4. Formas de mentalidad antiguas que no soportaban el avance por caminos nuevos, no
solo un inventario de su realidad, sino su difusión entre capas sociales amplias de la
población.

5. Como lo recuerda la Historia de las Ciencias, el primer encuentro de una mentalidad


aristocrática con una nueva cultura científica, se expresa siempre bajo la forma de
diletancia y de curiosidad ingenua.

Evidencia: Alejandro de Humboldt en una carta para el botánico J. C. Mutis, recrea el


panorama cultural de Popayán y de los " americanos" en general: reconoce un innegable
interés por las ciencias prácticas, por la técnica y por el examen de la realidad, pero agrega
que nada se obtendrá si no se logra hacer comprender a los nuevos "aficionados a las
ciencias", “que no se puede aprender todo en pocos días, y que más vale saber poco, como
se sepa bien", presentando una imagen de la relación con la actividad científica que se hace
de trabajo y de dedicación, y no de curiosidad y asombro ingenuo. Pero volvía en seguida
sobre el problema de la propia mentalidad de las élites coloniales y de los hombres de
cultura, mostrando que ahí se encontraba el obstáculo mayor del proceso:

Por lo demás la física, las ciencias que faltan a todos los americanos, no pueden
echar raíces profundas sino en una generación robusta y enérgica. ¿Qué se puede
esperar de unos jóvenes rodeados y servidos de esclavos, que temen los rayos del
sol, que huyen del trabajo, que cuentan siempre con el día de mañana? Estos jóvenes
no pueden dar sino una raza afeminada e incapaz de los sacrificios que piden las
ciencias y la sociedad.

Este problema de una cierta contradicción entre la ideología progresista de las Luces y la
mentalidad efectiva de quienes encarnaban la crítica ilustrada de la realidad llamó de
manera poderosa la atención de Humboldt en su viaje por las sociedades andinas, al punto
que vuelve siempre como un tema recurrente en su correspondencia.

Perspectivas de investigación: Nos parece que se trata de un tema mayor que en próximas
investigaciones sobre la relación entre las élites sociales y culturales y las sociedades
andinas, debería ser planteado con énfasis, pues podrían encontrarse ahí, y no en una
caracterización apresurada de la ilustración española, algunas de las condiciones que
explican el curso específico de la crítica ilustrada de la realidad entre nosotros, evitándonos
de esta manera el error tan frecuente en la historia de nuestras sociedades, de confundir la
paja con la viga... Desde Cumaná, Humboldt escribía a su hermano Guillermo:

En verdad se encuentran [en estas sociedades]... medios de instruirse; sólo


que a menudo se encuentran hombres que, con la boca llena de máximas
filosóficas, desmienten sin embargo los primeros principios de la filosofía
por sus actuaciones; maltratando a sus esclavos con el Raynal en la mano, y
hablando con entusiasmo de la importancia de la causa de la libertad, venden
los hijos de sus negros a los pocos meses de nacidos. ¡Qué desierto no sería
preferible al trato con semejantes filósofos!

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