2a CLASE
2a CLASE
2a CLASE
), Historia de
América Andina, Vol. 3, Ecuador, Universidad Andina Simón Bolívar, 2001, pp. 361-394.
En las páginas que siguen vamos a considerar, para el área andina (Venezuela, Colombia,
Ecuador, Perú, Chile y Argentina), lo que una convención historiográfica ya bien
establecida ha denominado crítica ilustrada de la realidad, entendiendo por ella ese proceso
de distancia y de balance que frente a sus logros y posibilidades se planteó, un sector de los
hombres de letras, de los hombres de cultura, quienes emprendieron, con resultados
diversos, el primer esfuerzo sistemático por producir una imagen de su sociedad, alejada de
los fabularios y bestiarios que desde la Conquista habían sido dominantes.
Ahora bien, para comprender esa dinámica particular de las sociedades andinas es
necesario, al tiempo que se reconoce su especificidad (histórica, ecológica, étnica, etc.), no
olvidar su pertenencia al imperio español, pertenencia reforzada durante el siglo XVIII y
sobre todo durante los años que cubre el período de las reformas borbónicas.
Los especialistas tienden hoy a ponerse de acuerdo sobre ciertos rasgos, que se encuentran
bien expresados en las palabras del profesor Charles Minguet, uno de los historiadores que
más ha contribuido al conocimiento del período:
El contexto mayor del proceso: las reformas borbónicas, las que particularmente desde el
punto de vista de la América andina y en relación con su núcleo central, pueden ser
comprendidas como un esfuerzo por extender la esfera del Estado, extensión que tenía
como objetivo la reconquista (o por lo menos el afianzamiento) del poder imperial, y la
fijación de un nuevo estatuto económico para la región, que permitiera no solo una mayor
integración con la metrópoli, sino ante todo mayores rendimientos económicos y fiscales,
para lo cual era necesario alterar los tradicionales equilibrios de poder (el se obedece, pero
no se cumple), y modificar los arcaicos sistemas productivos en la minería y la agricultura,
a través de la introducción de transformaciones técnicas y en general de la aplicación de las
ciencias en el trabajo productivo y en el propio estudio de la naturaleza.
Señala también con acierto el profesor Minguet que, localmente, en tal proceso se vieron
comprometidos criollos y peninsulares. El punto es importante, pues, en general, los
análisis americanos han querido hacer depender la crítica ilustrada de la realidad
exclusivamente de los criollos (un término que nunca dejará de ser ambiguo).
Escribe con acierto Minguet, que uno de los rasgos distintivos de la crítica ilustrada de la
realidad fue el de haber emprendido "el inventario de la realidad socio-económica del
continente". Se trata de un hecho constatado y constatable, y en la región andina nombres
como los de José Baquíjano y Carrillo, Félix de Azara, Miguel de Lastarria, Manuel de
Salas y Pedro Fermín de Vargas, están ahí para mostrarlo.
Sin embargo, habría que acentuar un poco más que en ese inventario se jugó mucho más
que un acercamiento (tardío) a la ciencia del siglo XVII y a la naciente economía de los
siglos XVII y XVIII, que permitían una nueva percepción del Universo, la adopción de
nuevos principios de clasificación de las especies naturales y una nueva comprensión del
papel de la agricultura y el comercio en la vida económica de las sociedades, pues, para
decirlo en la fórmula precisa de Pierre Chaunu, se trató de un retorno del pensamiento sobre
la vida y las cosas", es decir, de la emergencia de un principio inicial de secularización (sin
que ello signifique el abandono de la idea de salvación) y, por lo tanto, de una cierta
redistribución de las relaciones que hasta entonces lo sagrado y lo profano habían
mantenido en estas sociedades, con las consecuencias que ello tendrá en cuanto a las
posibilidades de surgimiento del individuo moderno (ser de necesidades crecientes en cuya
satisfacción busca la felicidad terrena, y que es al tiempo sujeto portador de una opinión), y
sin que afirmemos que ese proceso fue completo o que cubrió al conjunto de la sociedad.
Tesis: Diremos pues, sin ningún temor de volver a reformular el problema al final de
estas páginas, que la crítica ilustrada de la realidad es entre nosotros una primera
figura de la Modernidad, que apoyándose en un nuevo tipo de saber, inició un balance
del pasado y el presente de las sociedades locales, y una evaluación de sus
posibilidades futuras, tarea que tendrá como resultados centrales, de una parte, la
incorporación a la vida social de nuevos ideales (metas, valores, aspiraciones) para la
vida social y colectiva; y de otra parte, la formación de un pensamiento utópico, que se
expresará en una permanente actitud proyectista (la idea de reforma de la sociedad),
actitud que, de manera particular entre los hombres de letras partícipes del proceso,
potenciará aun más el mencionado elemento utópico, en la medida en que el proyecto
de reformas, cuyo impulso inicial venía de la Monarquía, se encontrará bloqueado con
la llegada al trono de Carlos IV y su nuevo equipo de gobierno.
Importancia:
Minguet habla de la crítica ilustrada de la realidad como de un período (es decir, una
unidad diferenciable en el tiempo).
En otros textos de Minguet y del común de los autores que se ocupan del tema, las fechas
que marcan los extremos son siempre las de 1760 y 1810.
Sobre el año de 1810 hay poco que decir. Se trata apenas de un hito formal que,
cualesquiera sean las fechas aceptadas como aquellas de la Independencia de cada uno de
los países andinos (lo que a su vez depende de diferentes mitologías nacionales), nosotros
preferimos trasladar a 1808, año en que comienza en España la crisis de la Monarquía
absolutista, y con ella la descomposición del Imperio español.
Nuestra principal reserva en cambio tiene que ver con el punto elegido como arranque del
proceso, pues asumiendo el año de 1760 (momento en el cual comienza el tiempo fuerte de
las reformas Borbónicas), se adscribe la totalidad del fenómeno al reinado de Carlos III y al
gobierno de la nueva élite ministerial que lo acompañó, cuando existen buenas razones para
creer que la orientación pragmática y dirigista de la cultura y la decisión de modificar el
papel del mundo colonial hispánico dos fenómenos que se encuentran en la base de la
crítica ilustrada de la realidad, responden a una cronología más amplia, cuyas raíces se
encuentran en el propio resultado de la guerra de Sucesión y en los efectos de Tratado de
Utrech.
En cualquier caso, y a pesar de los evidentes desfases existentes entre las proposiciones de
medidas de reforma y su aplicación -cuando ésta se dio-, lo cierto es que, por ejemplo, los
intentos de reorganización espacial del mundo andino -un eslabón clave del proyecto de
reformas- se encuentran ya en marcha hacia 1740, como lo muestra la llamada "segunda
creación" del Virreinato de Nueva Granada…
Además, asumiendo la fecha de 1760 se colocan como antecedentes todas las actividades
de exploración científica del territorio andino en los años 30, las que en verdad significaron
para las sociedades locales, en particular para Quito y el Perú, una primera forma de
contacto práctico con la nueva perspectiva ilustrada.
Además, la labor de los expedicionarios europeos sirvió como elemento de legitimación del
reducido grupo de hombres de letras que se interesaban por la nueva ciencia,
estimulándolos a "superar su aislamiento y el carácter rutinario, cuando no ornamental de
su actividad científica".
Se debe observar que esta cronología que hace arrancar el proceso de crítica ilustrada de la
realidad del año 1760, acepta de manera implícita un modelo de difusión lineal del “centro
a la periferia”, dejando de lado las evoluciones internas y anteriores de las sociedades
locales y, por lo tanto, descuidando el estudio de personajes que muestran ya, en la primera
mitad del siglo XVIII, el perfil típico de aquellos que distinguimos por excelencia como los
representantes de la crítica ilustrada de la realidad. Caso del criollo panameño radicado en
Lima, don Miguel de Santisteban: estudió geografía, matemáticas y náutica, entre 1713 y
1720. Hizo en 1740 un viaje por el Reino de Quito, Nueva Granada y la Capitanía de
Venezuela, viajó a España donde permaneció siete años. Dos años después de regresar de
España, Santisteban recibe en 1751 de parte del Virrey Pizarro, la misión de dirigir una
expedición a Loja y a otras regiones del sur de Quito, para averiguar sobre los cultivos de
quina y sobre los costos de explotación y transporte hasta puertos de embarcación hacia
España. Será Santisteban quien, luego de 1761, suministre al botánico José Celestino Mutis,
las mejores informaciones y los mejores dibujos sobre una variedad de quina, que serán
finalmente los que en Suecia recibirá Karl Linneo. Como se observa, Santisteban es el
típico científico naturalista, el hombre curioso y enciclopédico que observa, realiza
pequeños experimentos e interroga. Este ejemplo debe advertirnos el carácter relativo del
año 1760 como el inicio de la crítica ilustrada de la realidad, y romper con cierta
perspectiva estatizante e institucional en el análisis, para dirigir más bien nuestra atención a
la sociedad y a sus grupos.
La economía
A principios del siglo XIX, José Ignacio de Pombo, un comerciante y hombre de letras
nacido en Popayán y establecido en Cartagena de Indias, ciudad en donde dirigía una
importante casa comercial, escribía:
Propuesta del autor: ver otros puntos: la nueva orientación de la reflexión económica de
los hombres de la región en los finales del siglo XVIII, es un jalón en el descubrimiento de
la economía política, es decir, en la proposición de una antropología que declara que el
lucro, el interés y la ganancia son los motivos básicos del obrar humano y que solo la
prosperidad material es la base de la felicidad colectiva e individual.
Al nuevo ideal del homo oeconomicus no se sumará sino un grupo minoritario de las élites,
quedando la mayoría de la sociedad al margen de él.
Para empezar, hay que señalar que la idea básica que recorre esta "preocupación por la
economía" en los hombres que se encargaron en la región del análisis económico, es la de
un convencimiento total de que puede haber un crecimiento económico ilimitado, que
contribuya al beneficio de todos, y sea la fuente no solo de prosperidad material. sino de la
misma felicidad terrenal. Prosperidad y felicidad son dos vocablos cargados de
materialidad en los finales del siglo XVIII. Criticando toda forma de producción limitada
al consumo oponiéndose a la idea de una satisfacción simple de las necesidades,
introduciendo los términos de opulencia, lujo y comodidad, era ante todo otro ideal de vida
social el que se proponía.
Hay en este ideario económico un principio de vida social menos sometida al peso de la
mínima satisfacción y, en cambio, rodeada de un cierto nivel de riqueza que se convirtiera
en un principio de civilización.
La noción en torno del cual se estructura este nuevo ideal del crecimiento ampliado es la
de la existencia de recursos naturales multiplicados, pues se piensa no solo que la
naturaleza es pródiga en todas partes del Universo, sino que lo es particularmente en
América, como regalo de la Providencia.
Más allá de la idea de "inventario de recursos naturales", lo que está por destacarse, "en el
orden de las modificaciones culturales significativas, es la introducción de criterios antes
ignorados y que aspiran a convertirse en principios de objetividad, que darán lugar a
formas iniciales de investigación de la realidad económica, llevando al análisis el ideal de
la exactitud, ya conocido en el campo de la investigación naturalista. Este hecho es una
constante en toda la literatura económica de la región.
Ejemplos:
Felix de Azara, quien en su Memoria sobre el estado rural del Río de la Plata
[1801].
José Ignacio de Pombo, quien intenta no solo practicar el ideal de orden, claridad y
método, sino quien, como otros de sus pares en la región, introduce la idea de
contabilidad nacional, balanza de pagos y construye tablas estadísticas que ya
muestran un saber económico de relativa complejidad.
Articulado con los dos puntos anteriores se encuentra el tercero y más importante, aquel
que se relaciona con una definición nueva del hombre como homo oeconomicus, con la
idea de que la riqueza es el fundamento de la felicidad general y que no hay género de
hombres que no pueda aplicarse a algún trabajo, para hacerse útil y feliz. Aparece claro que
el interés individual y la libertad de acción son los fundamentos de un obrar humano
económico, que es manifestación del orden natural.
Se introduce el principio de la acción individual y la idea de riesgo y de inversión, lo que se
expresa bien en uno de los temas de crítica: la habitual queja contra el dinero quieto (la
ausencia de inversiones y riesgo), según la expresión del neogranadino Jorge Tadeo Lozano
en el Correo Curioso. Se defiende no solo las actividades comerciales y del trabajo, sino la
apuesta por una sociedad que acepte la idea de que hacer dinero, enriquecerse.
- El Conde de Buffon: "inmadurez del continente americano", "recién salido del agua y
aún no bien seco", debilidad congénita de sus especies animales.
La "respuesta americana" fue hecha en Italia por los jesuitas exiliados (como el chileno
Juan Ignacio Molina, el ecuatoriano Juan de Velasco, o los españoles largamente residentes
en los Andes: José Jolís, y José Manuel Peramás) no solo intentó enfrentar a los análisis de
Buffon y las calumnias de de Pauw una descripción matizada de cierta objetividad y que, en
algunos casos, renovaba la historia y arqueología prehispánicas, sino que además
constituyó un primer esbozo de la nueva crónica histórica de la región, con gran apoyo en
la Historia Natural moderna.1 Ejemplos: las obras de Salvador Gilij y de Joseph Gumilla.
1
La historia natural. La sistematización de la naturaleza en la segunda mitad del siglo afirmó aún más
poderosamente la autoridad de la imprenta, y así, la de la clase que la controlaba. Ello parece cristalizar
imágenes globales de una clase diferente a las de la vieja navegación… La historia natural mapea no el rastro
La respuesta andina local, la de los peruanos José María Dávalos e Hipólito Unanue, el
chileno Manuel de Salas, los neogranadinos Francisco José de Caldas y Diego Martín
Tanco es forzoso reconocer con A. Gerbi, fueron réplicas tardías, incidentales e inactuales,
incapaces de desarrollos fecundos, viciadas entre otras cosas, por una característica
estrechez de horizontes.
Súmese el hecho que se prefiriera la ejecución simbólica de la efigie del odiado prusiano.
Pero la falta de sustancia científica del debate, no impidió los frutos ideológicos de la
polémica, pues ésta renovó en los Andes el conocido "artículo de fe" sobre la prodigalidad
infinita de la naturaleza americana y la misión redentora de estas sociedades frente a la
humanidad (o por lo menos frente a una Europa en decadencia), tema sobre el cual se
asentará el "patriotismo criollo", valorado en el último tercio del siglo XVIII como un
principio de identidad americana, a la que la investigación botánica daría aun más fuerza,
como principio de diferencia no solo natural sino cultural.
1. La primera tiene que ver con el establecimiento de las órdenes religiosas , en las que
puede rastrearse el “despertar de la conciencia criolla”. Inicial proceso de
rivalidades entre sujetos provenientes de diversas regiones de España, hecho al que
se sumó la temprana incorporación de nativos (muchos de ellos mestizos) a las
comunidades religiosas, dando lugar a un acelerado proceso de criollización.
leve de la ruta tomada, ni las líneas donde se encuentran la tierra y el agua, sino los contenidos internos de
aquellas masas de tierra y agua cuya extensión constituye la superficie del planeta. Estos vastos contenidos
serán conocidos no por las líneas sobre el papel blanco, sino por representaciones verbales reunidas en
nomenclaturas, o a través cuadrículas marcadas dentro de las cuales se podrían situar las entidades. La
totalidad finita de estas representaciones o categorías constituyó un mapa no ya de líneas costeras o ríos, sino
de cada pulgada cuadrada, o aun cúbica de la superficie de la tierra Como el auge de la exploración del
interior, el mapeo sistemático de la superficie del globo, es correlativo a la expansión de la búsqueda
comercial de recursos explotables, mercados, tierras por colonizar, tanto como la geografía de la navegación
está ligada a la búsqueda de rutas de comercio. A diferencia de ésta, sin embargo, la historia natural concibió
al mundo como un caos del cual los científicos produjeron un orden". Tomado de: Mary Louise Pratt,
Imperial Eyes, Travel Writing and Transculturation, New York, Routledge, 1994, p. 30.
Esta primera afirmación patriótica, será reestructurada en el último tercio del siglo XVIII,
sobre la base de la nueva Historia Natural, sin que ello signifique una negación de los lazos
de pertenencia a una comunidad política y humana mayor, cuyo centro se encontraba en la
metrópoli y en la Corona.
América andina conoció en la segunda mitad del siglo XVIII un vasto programa de estudio
de la Naturaleza que, apoyándose en las nuevas clasificaciones que había producido la
Historia Natural, buscaba organizar bajo la forma del dibujo, el herbario, la clasificación y
el jardín botánico la inmensa riqueza de la flora de la región. El instrumento de tal ejercicio
de saber, de utilidad económica y de gloria nacional se llamó Expedición Botánica.
La del Perú, comprendiendo Chile y parte del actual Ecuador, tuvo su punto de arranque en
1778.
La otra, se centró en el virreinato de Nueva Granada -aunque realizó trabajos en parte del
actual territorio del Ecuador-, y su fecha oficial de comienzo de sus tareas se considera el
año de 1783.
Sin embargo, más allá de esas diferencias y los rencores y envidias que existieron entre sus
miembros, las dos expediciones botánicas cumplieron una tarea memorable en la formación
del primer inventario científico que conocemos de la naturaleza andina.
Desde el punto de vista de la difusión de sus resultados las diferencias son también grandes.
La Expedición Botánica del Perú, conducida por José Pavón e Hipólito Ruiz, dos antiguos
discípulos de Casimiro Ortega en el Real Jardín Botánico de Madrid, tuvo la suerte de ver
aparecer a la luz pública una parte importante de sus resultados: la Flora peruviana et
chilensis –3 volúmenes entre 1798 y 1802–.
En cambio, la Expedición Botánica del Perú dio lugar, por lo menos hasta 1820 a nuevas
actividades de exploración, tuvo una cátedra de botánica en la Universidad dio los primeros
pasos para la creación de un jardín botánico en Lima, bajo el impulso de Hipólito Unanue,
de la Sociedad de Amigos del País y redactor del Mercurio Peruano.
Si los progresos de la Comisión fueron tan escasos, el impulso que animaba tales empresas
obedecía a una misma lógica: la nueva política científica de la Corona.
Influencia de las expediciones botánicas sobre las sociedades locales . Tal influencia no
puede ser restringida al ámbito de la alta élite cultural; existió en toda América andina una
importante periferia ilustrada que, sin formar parte directa de la República de las Letras,
incorporó a su pensamiento y actividad muchos de los temas y propuestas que vemos
aparecer en la crítica ilustrada de la realidad. Ello aparece claro sobre todo cuando se
constata la existencia de un núcleo de científicos aficionados", de "prácticos" que se
asociaban de distintas maneras a las tareas de los naturalistas, de la exploración geográfica
2
Por la misma época fue la misión de similares objetivos que encabezó en Nueva Granada el vasco Juan José
D'Elhuyar.
y de ciertas experimentaciones agrícolas. Ejemplo: en la Capitanía de Venezuela, se
encuentran ejemplos de prácticas singulares de ciencia y de técnica: aquella experiencia que
relata Humboldt referida a don Carlos del Pozo, a quien conoció en la pequeña población
de Calabazo y descubrió admirado que éste por su propia cuenta, sobre la base de la lectura
de gacetas que recibía, del Tratado de Física de Sigaud de La Fond y de las Memorias de
Benjamin Franklin, fabricaba complejas máquinas eléctricas, de las que aspiraba sacar
resultados prácticos y útiles para producir mejoras en la agricultura.
Uno de los fenómenos básicos del cambio cultural del último tercio del siglo XVIII es
aquel que tiene que ver con la aparición del periodismo. 1. La prensa fue una creación de
los hombres de letras de finales del siglo XVIII, cuyos nombres se asocian con el
movimiento de crítica ilustrada de la realidad, y fue uno de los vehículos de difusión de los
temas centrales de tal crítica. 2. Alrededor del nuevo periodismo cristalizaron fenómenos
sobresalientes, que son expresión de las mutaciones culturales por las que atravesaban las
sociedades andinas.
Esto, no debe ocultar los rasgos inéditos que se encuentran presentes en el periodismo de
finales del siglo XVIII y el contexto cultural modificado en que hace su aparición (y al que
contribuye a modificar). En esa dirección hay que mencionar:
2. La aparición del periodismo ilustrado tiende a coincidir con una modificación del
mercado del libro, cuyo monopolio venían perdiendo desde tiempo atrás los libreros
tradicionales -y entre ellos principalmente las órdenes religiosas-, y con un cambio de cierta
proporción en las prácticas de la lectura, las que en adelante serán definidas desde el doble
ángulo de lo útil y lo agradable, adjetivos a los que se agregaba -en la misma dirección- los
de perceptible y mundana.
3. La lectura será considerada como una práctica susceptible de producir modificaciones en
la conducta y comportamiento. Estas modificaciones en las prácticas de la lectura
entrañarán al mismo tiempo entre los hombres de letras un cambio en las prácticas de la
escritura: el inicio moderado de la descomposición del barroco en el orden de lo escrito y la
introducción de los ideales de simpleza y claridad, acordes con el ideal de extensión del
saber que desearon los miembros de la nueva élite cultural.
Ejemplo: Eugenio Espejo quiere que las Primicias de la cultura de Quito se lea a los niños
de las escuelas de primeras letras, y que el maestro explique en el aula de clase qué es
"imprenta, impresor, redactor", pero no menos qué es "sociedad, periódico, suscripción,
plan, prospecto", etc., para que aprendan y "luego no se escandalicen al oír palabras
nuevas".
...los tertulianos asistirán en el hábito y traje que más les acomode, al tiempo
y hora que cada cual pueda. Estarán sentados o levantados o paseándose, y
cada cual podrá fumar y ejecutar cualquiera otra acción de franqueza,
libertad y familiaridad compatibles con el decoro... No habrá distinción de
asientos. Cada cual se sentará según vaya entrando, sin que nadie se levante
o ejecute ceremonia.
El modelo asociativo igualitario y libre de la tertulia se trató de implantar en otros lugares,
entre ellos en la universidad. Así por ejemplo, para la cátedra de Política en la Universidad
de Quito, Pérez Calama, yendo más allá que la mayor parte de los ilustrados locales,
propondrá "dar permiso para que asistan todos los ciudadanos que quieran... y también se
ha de permitir que vayan en cualquier traje y que en el aula no haya distinción de asientos".
El programa y las formas de acción que se proponían para las Sociedades de Amigos del
País, encontró su apoyo y soporte en el mundo de las tertulias, las que, desde el punto de
vista práctico, no solo fueron uno de los embriones originales de las Sociedades Patrióticas,
sino que, en gran parte, asumieron la tarea mayor que se planteaba para tales Sociedades: la
proposición de un plan de reforma para la sociedad, tarea que fue asumida en el ámbito
menos formal y menos institucional de las tertulias, sobre todo después de 1790, en que
resultó claro el viraje de la política de la Corona y en que comenzaron a hacerse difíciles las
relaciones de los nuevos hombres de letras y las administraciones coloniales.
Así pues, será una asociación del ámbito de lo privado, regida, en principio, por vínculos
tradicionales (relaciones primarias de tipo familiar y de amistad) y por formas rituales de
relación convivial (la visita de casa, la conversación de mesa de truco, el encuentro y paseo
que seguían a la misa, la reunión de amigos y amigas en una propiedad campestre cercana),
la que se encontrará en la base del "asociacionismo moderno" que se expresará en el campo
de lo público, luego que con la crisis de 1808, y sobre todo con las declaraciones de
independencia nacionales…
Por lo demás la física, las ciencias que faltan a todos los americanos, no pueden
echar raíces profundas sino en una generación robusta y enérgica. ¿Qué se puede
esperar de unos jóvenes rodeados y servidos de esclavos, que temen los rayos del
sol, que huyen del trabajo, que cuentan siempre con el día de mañana? Estos jóvenes
no pueden dar sino una raza afeminada e incapaz de los sacrificios que piden las
ciencias y la sociedad.
Este problema de una cierta contradicción entre la ideología progresista de las Luces y la
mentalidad efectiva de quienes encarnaban la crítica ilustrada de la realidad llamó de
manera poderosa la atención de Humboldt en su viaje por las sociedades andinas, al punto
que vuelve siempre como un tema recurrente en su correspondencia.
Perspectivas de investigación: Nos parece que se trata de un tema mayor que en próximas
investigaciones sobre la relación entre las élites sociales y culturales y las sociedades
andinas, debería ser planteado con énfasis, pues podrían encontrarse ahí, y no en una
caracterización apresurada de la ilustración española, algunas de las condiciones que
explican el curso específico de la crítica ilustrada de la realidad entre nosotros, evitándonos
de esta manera el error tan frecuente en la historia de nuestras sociedades, de confundir la
paja con la viga... Desde Cumaná, Humboldt escribía a su hermano Guillermo: