Autoestima y Desarrollo Moral A Lo Largo de La Vida
Autoestima y Desarrollo Moral A Lo Largo de La Vida
Autoestima y Desarrollo Moral A Lo Largo de La Vida
Autoestima y
desarrollo moral
Elementos generales de Psicología
Evolutiva para la EPA
Cada persona realiza este proceso de manera singular y única, por lo cual
idénticas situaciones vividas por niños diferentes tendrá diversa intensidad,
significación e importancia en la vida de cada uno de ellos. Por otra parte el
modo en que estas experiencias primarias se imbriquen con las experiencias
posteriores tendrá mayor o menor impacto en la vida adulta.
Es por ello que si bien las experiencias de la primera infancia constituyen una
matriz psicológica, cimiento del desarrollo futuro, no son completamente
determinantes en la vida adulta: están sujetas a otras experiencias,
posibilidades para ser procesadas y recursos disponibles para cada individuo.
Erikson sostenía que “poco es lo que no se puede remediar después y mucho
lo que puede impedirse absolutamente” en la medida en que en los primeros
1
De Beni, Michele, (2000). Prosocialitá e A l t r u i s m o , G u i d a all'Educazione Socio-afettiva. Trento:
Ed. Ericsson
2
Freud proponía el modelo de las series complementarias de acuerdo al cual interactúan factores
congénitos o heredados, factores disposicionales, experiencias infantiles y factores desencadenantes
años se propician las mejores condiciones para la educación y contención del
niño.
Auto/het
Generatividad
Moral
Genitalidad
Intimidad Respeto Postconvencional
por la ident
4
Identidad Pubertad Nuevas
posibilidades
3
“parece haber acuerdo en llamar conducta prosocial a los comportamientos llevados a cabo voluntariamente para ayudar o
beneficiar a otros (Holmgren, et al., 1998; Pakaslahti, Karjalainen y Keltikangas-Järvinen, 2002), tales como compartir, dar apoyo
y protección. Por otro lado, altruismo implica actos prosociales llevados a cabo por motivos o valores internos sin buscar ningún
tipo de recompensa externa (Holmgren et al., 1998)”. Sánchez-Queija, I; Oliva, A.; Parra, A. (2006) Empatía y conducta
prosocial durante la Adolescencia; Investigación realizada en el marco del Plan Nacional de Investigación Científica, Desarrollo e
Innovación Tecnológica y publicada en Revista de Psicología Social. Sevilla
experiencias humanas en las que l biológico se enriquece y amplía gracias a la
afectividad, la palabra, el vínculo con el otro.
Durante el primer año de vida la experiencia del propio valor está fuertemente
ligada a los cuidados de las figuras significativas: la estabilidad de adultos
disponibles a calmar, alimentar, sostener, etc, se traduce en vivencias de
seguridad y protección, que construyen en el bebé la confianza básica en
términos de Erickson, que imprimirá una base afectiva para el desarrollo futuro
de la personalidad.
También Bowlby4 sostiene que “los seres humanos de todas las edades son más
felices y pueden desarrollar mejor sus capacidades cuando piensan que, tras
ellos, hay una o más personas dignas de confianza que acudirán en su ayuda
si surgen dificultades. La persona en la que se confía, designada también
como attachement figure (figura a la que se tiene apego) puede considerarse
que proporciona a su compañero (o compañera) una base segura desde la
cual operar”.
4
Bowlby, J. (2006). Vínculos Afectivos: Formación, Desarrollo y Pérdida. Editorial Morata. 5ª edición.
Madrid.
5
Winnicott propone la figura de la madre suficientemente buena, es decir aquella que que es capaz de
dar cabida al desarrollo del verdadero yo del niño, de acoger su gesto espontáneo, e interpretar su
necesidad y devolvérsela como gratificación.
La visión positiva de mí mismo y de los Es a partir de esta base segura que
otros, me permite: el niño podrá conquistar las
...aproximarme al mundo con confianza. sucesivas tareas evolutivas de la
...afrontar las dificultades en forma autonomía y la iniciativa personal
positiva y con eficacia. entre los dos y los cuatro años, ya
...obtener o dar ayuda.
que en la medida en la que pueda
confiar en el sostén de otro, podrá
abrirse paulatinamente a la
confianza en las propias
posibilidades.
El paso del juego solitario al juego compartido con otros niños, el ingreso al
jardín maternal, requieren de una cierta autonomía, y las primeras experiencias
de separación de la madre o de las figuras significativas. En este sentido es
importante comprender que “la madurez y la capacidad para estar solo
implica que el individuo ha tenido oportunidad, gracias a los adecuados
cuidados maternos recibidos, de elaborar una creencia en un ambiente
benigno… Gradualmente, el ambiente que apoya la afirmación del yo es
introyectado y corporizado en la personalidad del individuo, de manera que
surge en él la capacidad de estar solo. Aún así, teóricamente, siempre hay
alguien presente, alguien equiparado, en última instancia y de manera
inconsciente, con la madre”6
6
Winnicott, D.W. (1958). La capacidad para estar solo. En Los procesos de maduración y el ambiente
facilitador (pp. 36-46) Barcelona: Paidos, 1992.
nuevos horizontes sociales: la escuela con sus maestros y compañeros de
grado, el club donde practica un deporte, la academia, la familia de sus
amigos a los que visita para jugar o compartir tareas escolares. En este nuevo
horizonte social se ponen a prueba las competencias desarrolladas hasta el
momento y se adquieren otras nuevas. Es un tiempo para capitalizar estas
experiencias bajo una mirada propiciatoria, que alienta y estimula.
7
Sibilia, Paula estudiosa en Comunicación y Antropología, profesora de Estudios Culturales y Medios.
Sus investigaciones más recientes se ocupan del estatuto del cuerpo y de sus imágenes, de las nuevas
prácticas corporales y de las transformaciones en la subjetividad contemporánea. Algunas de sus
publicaciones son El hombre postorgánico. Cuerpo, subjetividad y tecnologías digitales (2005, 2009) y La
intimidad como espectáculo (2008).
que tenían lugar en la interioridad, hoy están desplazadas, moviendo sus
contenidos desde adentro de uno mismo para mostrarse, para estar visibles. En
palabras de la autora “esto hace que la estabilidad del yo se pierda, con lo
bueno y lo malo que esto implica. Se luchó mucho por no tener que estar
condenado a una identidad impuesta, para poder autocrearse. Hoy tenemos
la posibilidad de romper condicionamientos de origen, con el idioma, con la
profesión del padre, con todo a lo que antes uno estaba condenado”.
8
Hassoun, J. (1996). Los contrabandistas de la memoria. Ediciones de la flor. Buenos Aires.
Autoestima baja
Autocrítica rigorista
Hipersensibilidad a la crítica
Indecisión crónica
Deseo innecesario de complacer
Perfeccionismo
Culpabilidad neurótica Autoestima positiva
Hostilidad flotante Compromiso con ciertos valores
Tendencias depresivas Asertividad
Autonomía de pensamiento
Compromiso con el presente
Proyecciòn
Autogestión
Autopercepción positiva y
consciencia de ser valioso para
otros
Sensibilidad y actitud prosocial
Capacidad de comunicar su
mundo interno
Capacidad de disfrutar
No olvidemos que los cimientos para el proyecto de vida del joven, con
integridad y un ajustado valor de sí mismo, se establecen en la infancia. Los
lazos que allí lograron afirmar han debido ser lo suficientemente fuertes y
afectivos como para que el joven puede elegir lo mejor para su futuro. Sin
embargo la adolescencia representa una nueva ocasión para hacer
experiencias positivas, que puedan fortalecer o restablecer un lugar positivo en
la relación con otros significativos. Podemos concluir que la construcción
gradual de la imagen de sí es un proceso que se da sobre el trasfondo
relacional esencial a la persona, en la búsqueda de trascendencia que nos
conduce a encontrar el verdadero sentido de la vida en la apertura al otro.
9
Frankl, V. (1984). El Hombre Doliente. Editorial Herder. Barcelona.
Desarrollo moral y de la prosocialidad
En los apartados anteriores nos hemos referido sobre todo a aquellos ligados al
desarrollo afectivo. En este momento, en cambio, nos interesa adentrarnos en
el desarrollo cognitivo-moral.
10
Roche, Robert. (1998). Psicología y Educación para la Prosocialidad. Madrid: Editorial Ciudad Nueva
11
Fabbri Montesano, D. e Munari, A. (1984). Strategie del sapere.Bari. Dedalo
A continuación presentamos las etapas para cada uno de los autores,
haciendo breve referencia a los conceptos centrales.
12
De Beni, M. (2000). Prosocialità e altruismo. Guida all’educazione socioaffettiva. Editoriale Erickson.
Etapa 1: El punto de vista propio del niño es Una acción es buena o mala de acuerdo a
orientación egocéntrico, no reconoce los intereses de las consecuencias físicas que tiene (evitar
al castigo y la los otros como diferentes a los propios. castigos y no causar daños materiales).
obediencia Las acciones se consideran sólo
(moral físicamente.
Nivel I: heterónoma).
moral
preconvencional. Etapa 2: Reconoce que los demás tienen intereses Una acción es justa si satisface mis
orientación que pueden no coincidir con los propios. Lo necesidades y ocasionalmente las de los
relativista- justo es relativo, ya que está ligado a los demás, es buena sólo cuando beneficia a
instrumental intereses personales, y es necesario un alguien.
(perspectiva intercambio para conseguir que los propios
individualista). intereses se satisfagan.
El niño desarrolla la capacidad de ponerse Ser bueno significa tener buenos motivos y
Etapa 3: en el lugar del otro. preocuparse por los demás, mantener
Orientación Se destacan los sentimientos, acuerdos y relaciones mutuas de confianza, lealtad,
interpersonal del expectativas compartidas, pero no se llega respeto y gratitud.
“niño bueno” aún a una generalización del sistema. Una acción es buena si obtiene la
Nivel II: (mutualidad). aprobación de otros, el reconocimiento de
moral ser una buena persona.
convencional.
El niño reconoce el sistema social que Una acción es justa si demuestra respeto por
Etapa 4: define los papeles individuales y las reglas la autoridad y deseo de mantener el orden
Orientación a la de comportamiento y es capaz de social.
ley y orden. diferenciar los acuerdos y motivos
interpersonales.
En esta etapa se integran las diferentes Lo justo consiste en respetar las reglas para
perspectivas individuales mediante asegurar la imparcialidad y el mantenimiento
mecanismos formales de acuerdo, contrato, del contrato social.
Etapa 5:
imparcialidad y procedimiento legal. El La motivación para hacer lo justo es la
Orientación
sujeto es consciente de la diversidad de obligación de respetar el pacto social para
legalista, de
valores y opiniones y de su origen relativo a cumplir y hacer cumplir las leyes en beneficio
Nivel III: moral contrato social.
las características propias de cada grupo y propio y de los demás, protegiendo los
postconvencional cada individuo. derechos propios y los ajenos.
o
basada en Se alcanza una perspectiva propiamente Lo justo es seguir los principios éticos
principios. moral. Todo individuo racional reconocerá el universales que se descubren por el uso de
Etapa 6: imperativo categórico de tratar a las la razón. Las leyes particulares y acuerdos
Orientación según personas como fines en sí mismas, y no sociales son válidos porque se basan en
los principios como medios para conseguir ninguna esos principios: la justicia: la igualdad de
éticos universales ventaja individual o social. derechos y el respeto a su dignidad de
(autonomía). La razón para hacer lo justo es que, se ve la individuos. Son valores que además pueden
validez de los principios y se llega a un usarse eficientemente para generar
compromiso con ellos. decisiones concretas.
Hoffman da un paso más allá, intentando comprender las razones que llevan
a una persona a elegir comportamientos coherentes con los propios valores
más allá de la búsqueda de ventajas o beneficios personales: ¿por qué
alguien ofrece ayuda a otros, arriesgando incluso su persona?, ¿qué nos
impulsa a renunciar a la satisfacción de alguna necesidad nuestra o deseo
cuando éstos pueden dañar a otros?. Considera a la moral más que como un
sistema de principios cognitivos destinados a regular las relaciones
interpersonales, como un complejo de cualidades personales-motivacionales
de tipo cognitivo-emotivo-afectivo.
13
Ocaña, L. y Rodríguez, N. (2011). Desarrollo socioafectivo. Editorial Paraninfo. Madrid
y subraya que una disciplina inductiva
favorece el desarrollo de la autoestima y
promueve tanto la interiorización de normas
como el desarrollo de los comportamientos
prosociales.
Las relaciones con los pares y la inserción progresiva en los distintos ámbitos
sociales, va posibilitando la madurez afectiva. Esta dimensión relacional,
indispensable para la construcción armónica de la identidad personal,
requiere de la maduración de la capacidad de reflexión, del aprendizaje del
uso consciente del pensamiento, junto al desarrollo de los recursos simbólicos y
afectivos propios del alfabeto emocional-afectivo.
Esta capacidad que la persona tiene de vivirla como un modo más profundo y
completo de comunicar el amor que existe entre un hombre y una mujer,
enriquece a la pareja y puede ser generadora de nueva vida. Y, como se
hace evidente ya desde esta primera definición, no escapa a la impronta
relacional que caracteriza a la persona, ya que al decir de Ionata el hombre
ha “nacido para amar”.
Representa la dimensión de la
personalidad en la que más se expresa lo
social, ya que orienta a la persona fuera
de sí misma, y la hace ir al encuentro del
otro. En este acercamiento se ponen en
juego cuestiones de orden biológico o
fisiológico, al tiempo que se instala un
vínculo social profundo y trascendente.
Este primer vínculo simbiótico, en el que el sostén del bebé -físico pero sobre
todo psicológico- es la madre, suscita la primera experiencia de placer: las
necesidades que van siendo satisfechas permiten al niño una serie de
experiencias satisfactorias y placenteras que abren la posibilidad del deseo, el
cual posibilita la relación con otro -objeto de amor- a lo largo de la
maduración de la persona.
Hacia los dos o tres años el niño atraviesa una etapa caracterizada por dos
movimientos: el descubrimiento del propio cuerpo y la angustia edípica. Si
trazamos el recorrido de la sexualidad, veremos que desde el primer estado de
indiferenciación simbiótica con la madre, el niño ha pasado por una
progresiva “separación” que le permite distinguirse como otro, pero en el que
predomina aún la “díada” (la madre y el niño).