Operación Masacre y A Sangre Fría
Operación Masacre y A Sangre Fría
Operación Masacre y A Sangre Fría
Rodolfo Walsh
Género: novela testimonio
Resumen
Con la publicación del libro en 1957, Walsh no dio por terminada la investigación. En
las sucesivas ediciones fue incorporando nuevos elementos y variando su reflexión final
sobre los hechos, a medida que variaba su concepción sobre el sistema que regía a la
Argentina. Los fusilamientos quedaron impunes. Operación Masacre, sin embargo,
cumple su cometido histórico: pulveriza la versión oficial de los hechos y ofrece para el
futuro un valorable ejemplo.
Estructura externa
Cada capítulo, a su vez, se divide en secciones. La primera parte del 1 al 13; la segunda
del 14 al 31 y la tercera del 32 al 37, cada una de ellas con título.
La primera edición de este libro fue hecha en 1957. En 1964, editorial Continental
realiza una edición en la que se incluye el expediente Livraga. La edición analizada
corresponde a Ediciones de la Flor y es la décima novena de febrero de 1994. Consta de
204 páginas. En 2011 la misma editorial publica, en edición definitiva, este clásico de la
literatura política argentina incluyendo comentarios de Osvaldo Bayer.
La Historia
A las 23.30 del 9 de junio de 1956, la policía de la Provincia de Buenos Aires allana una
casa en la localidad de Florida y detiene a un grupo de civiles que suponen implicados
en la rebelión militar del general Juan José Valle contra el gobierno de facto del general
Pedro Eugenio Aramburu. En la madrugada del día siguiente, aproximadamente seis
horas después, esas personas son fusiladas en un basural de José León Suárez, en
cumplimiento de la ley marcial que se promulga y difunde por radio después que fueran
arrestados. El saldo: cinco asesinados. Sus nombres: Nicolás Carranza, Francisco
Garibotti, Carlos Alberto Lizaso, Mario Brión y Vicente Damían Rodríguez. Cinco
hombres que dejarán -entre hijos, viudas y familiares- dieciséis deudos.
Para contar las vidas y los últimos pasos de los protagonistas, narrar lo sucedido la
noche de los asesinatos y mostrar el expediente judicial que se genera posteriormente, el
autor elegirá una forma llana de escritura con un certero equilibrio entre lo novelado y
lo testimonial. Se sabrán detalles íntimos: algunos intuidos, otros obsesivamente
buscados.
La tensión subirá y el ritmo de la novela irá pasando cada vez más rápido. Utiliza
sencillos recursos: datos sutiles para afirmar la veracidad de lo narrado y la
investigación en la sensación que, seguramente, tuvieron esos hombres. Así, la matanza
será reconstruida, más que nada, con los últimos diálogos y pensamientos de los
hombres.
“No los ve pero sabe que le apuntan a la nuca. Esperan un movimiento. Tal vez ni
eso. Tal vez le tiren lo mismo. Tal vez les extrañe justamente que no se mueva. Tal vez
descubran lo que es evidente, que no está herido, que de ninguna parte le brota sangre.
Una náusea espantosa le surge del estómago. Alcanza a estrangularla en los labios.
Quisiera gritar. Una parte de su cuerpo -las muñecas apoyadas como palancas en el
suelo, las rodillas, las puntas de los pies- quisiera escapar enloquecida. Otra -la cabeza,
la nuca- le repite: no moverse, no respirar”.
El tiro de gracia nunca llegará y Don Horacio habrá nacido de nuevo. A Livraga le
perforan la cara de un balazo, lo tiran herido en la comisaría de San Martín (Buenos
Aires) y luego lo pasan a la cárcel de Olmos, donde estará dos meses junto a Giunta,
que antes había sido sometido a tortura psicológica. Mucho más tiempo estará Díaz en
la misma prisión. Gavino, Benavídez y Julio Troxler (asesinado por la Triple A el 20 de
septiembre de 1974) se exiliarán en Bolivia.
Repercusiones ()
Las certezas de esa noche provienen de la investigación que realizó Walsh. En el libro
esta todo: nombres, fechas, horas, situaciones, que muestran la dimensión del trabajo
que construyó. De hecho, la única investigación judicial que se realizó por la denuncia
de Juan Carlos Livraga no prosperó: el juez castrense no encontró delitos en el accionar
de ningún funcionario policial.
Cuando los asesinatos ocurrieron, los diarios importantes del país no registraron nada.
No fue sino hasta el 23 de diciembre de 1956, en que Leónidas Barletta publicó en su
periódico Propósitos la denuncia del sobreviviente. Hoy se sabe que esa iniciativa fue de
Walsh:
En rigor, no hay que decir que las desmentidas, réplicas, apéndices y corolarios se
extendieron hasta abril de 1958 y que, técnicamente, la obra, tal y como se conoce hoy,
le llevó al periodista cerca de quince años de trabajo, ya que en 1972 efectúa la última
corrección a la que sería la cuarta edición del libro.
Véase también
In Cold Blood (A sangre fría, en español) es una novela del periodista y escritor
estadounidense Truman Capote, empezada a escribir en 1959 y publicada en
1966, y para cuya documentación el autor realizó un gran trabajo de campo. A
sangre fría explica como una familia de un pueblo de Estados Unidos es
asesinada sin ningún sentido y cómo los asesinos son capturados y
sentenciados a pena de muerte. En la novela se quieren mostrar las dos caras
del sistema judicial, la humanidad que está detrás de un crimen y,
especialmente, el motivo del crimen.
Argumento
A sangre fría es una novela de Truman Capote que narra el brutal asesinato de
los cuatro miembros de una familia de Kansas. En 1959 un violento crimen
sacudió la tranquila vida de Holcomb, Kansas. La sociedad norteamericana de
aquellos años no tuvo más remedio que encarar con desesperación, angustia,
miedo y, sobre todo, desconfianza, un crimen que sugería que cualquiera podía
morir asesinado en cualquier momento.
Los asesinos, Richard Eugene (Dick) Hickock y Perry Edward Smith, eran
convictos en libertad condicional que creían que en la casa de los Clutter
hallarían una caja fuerte con no menos de diez mil dólares. No la hallaron, pero
de todos modos asesinaron a los padres y a sus dos hijos adolescentes.
Truman Capote estaba en New York cuando leyó la noticia del asesinato en el
diario. En ese momento decidió ir a Holcomb para investigar sobre lo ocurrido y
ver cómo afectaba esto a la gente del pueblo. Junto a la escritora Harper Lee,
autora de Matar un ruiseñor, Capote entrevistó a la policía y a conocidos de los
Clutter, incluso antes de que se supiera el nombre de los sospechosos, Dick
Hickock y Perry Smith. De ahí salieron miles de páginas de anotaciones que
irían creciendo.
Capote tuvo que ganarse la confianza de todos los testigos y habitantes del
pueblo de Holcomb. En un principio, tanto por su actitud estrafalaria y
extrovertida, como por su pública orientación homosexual, le fue difícil. El tercer
día de su llegada al pueblo, Capote quería abandonar pero Harper Lee le
convenció de que continuara. Durante las conversaciones con los habitantes
del pueblo, Capote no utilizaba ninguna libreta de notas, ya que decía que así
se perdía espontaneidad. Por la noche, Capote y Harper Lee escribían las
notas y compartían opiniones. La ayuda de Harper Lee fue tan importante que
Capote le dedico el libro, conjuntamente con su novio.
A partir de 1960, cuando los asesinos fueron detenidos, Capote decidió que
quería obtener más información y empezó a hablar con Dick Hickock y Perry
Smith. Se rumorea que Capote y Perry Smith establecieron una relación
sentimental durante los años que duró la situación. Muchas de las cosas que
Capote escribe de las familias de los asesinos son mentira, ya que quería que
el lector simpatizara con ellos, pues Capote iba a constituirse en un gran
defensor de los asesinos. Truman Capote no pudo asistir al juicio y hubo de
pagar muchos millones por las transcripciones.