Elementos Básicos de Redacción
Elementos Básicos de Redacción
Elementos Básicos de Redacción
EJERCICIOS
En las siguientes frases subraye las cacofonías, los elementos que
1
Ejemplos citados por Julio Casares en su obra "Crítica profana".
2
producen monotonía y las asonancias. Separe con barras (/) los períodos con
ritmo de verso.
1. La carretilla de Carmen no cabía en la cabina.
2. Es penoso pensar que Pedrito no perciba el peligro de jugar a la
pelota en la calle.
3. Según tú, no debo secundar a Luis, porque seguramente que se ha
equivocado al seleccionar sus pruebas de semilla.
4. Cualquiera puede llegar a ser un gran hombre, sin estar dotado de un
gran talento ni de un ingenio superior, con tal que tenga un juicio sano y una
cabeza bien organizada.
5. Hay el talento natural y el talento adquirido; el talento para las
ciencias y el talento para las artes. Y también el talento para vivir sin dar
golpe.
6. Para aliviar al contribuyente, es preciso hacer grandes rebajas y
grandes reducciones en los presupuestos; y también conviene dar al pueblo
grandes facilidades para el comercio y para que se funden grandes
industrias.
7. "Al verla discutiendo las condiciones de un caballo de carreras no se
sabía si era una dama rastacuera, o una aventurera". (Valle Inclán: "Cofre de
Sándalo".)
8. "En las tardes doradas, paseando en la solana y durante las noches
largas, bajo el temblor de la vela que se derrama". (Valle Inclán: "La Guerra
Carlista".)
9. "¡Con cuánto dolor ahora, cosas piadosas, os dejo para tornar viejo y
triste al lugar donde nací!" (De Ricardo León.)
10. "Antes de irme, he sentido pasar por mi frente un soplo de terror".
(De Ricardo León, en "Comedia sentimental".)
4
EL ORDEN SINTÁCTICO
EJERCICIOS
2
Las frases de estos ejercicios se ordenarán sintácticamente, sólo para ejercitar al alumno; y ello a
5
1. Para un niño pobre - Luis, el hijo de la portera - ha entregado - todos
sus ahorros.
2. Contra un árbol de la carretera - chocó - el coche de mi hermano -
violentamente.
3. En un escenario giratorio - las bailarinas de la Compañía X - "El amor
brujo", de Falla - interpretaron.
4. El vampiro de Francfort - con un estilete puntiagudo - asesinaba - a
las mujeres.
5. Ha ganado - el caballo "Loto" - la última carrera - en el Hipódromo de
Madrid.
6. Los niños del Colegio - en el salón de actos del Ayuntamiento –
representaron un juguete cómico.
7. Destrozaron la cosecha de aceituna - de Jaén y Córdoba - las grandes
tormentas del mes pasado.
8. No ha encontrado - a los raptores - la policía - del niño Juanito Alonso.
9. La comprometida situación - la resolvió - el jefe - con gran serenidad.
10. Al estudio de todo lo relacionado con el átomo - se dedicó - el
profesor - desde su niñez.
11. Doce metros de envergadura por siete de longitud - tenía - el avión.
12. En la acogedora capital de España - está situada - la Casa de
Campo.
OBSERVACIONES
Lugar del verbo en la frase
No obstante lo dicho acerca del orden sintáctico, nos parece oportuno
recordar que, en la frase unitaria, el verbo se coloca normalmente intercalado
entre el sujeto y el complemento. En cuanto a estos dos elementos, debe
preceder el de mayor interés, y el otro colocarse al final de la frase. Lo que no
es correcto en castellano es colocar el verbo al final de la frase. Esta
construcción o es un “latinismo” o un “germanismo”.
conciencia de que este tipo de construcción chocará a veces con la lógica o con la belleza de la frase.
6
Luis compró una bicicleta.
Luis una bicicleta compró.
Compró una bicicleta Luis.
Compró Luis una bicicleta.
Una bicicleta compró Luis.
Una bicicleta Luis compró.
LA CONSTRUCCÓN LÓGICA
Todos estos libros los regaló mi primo, poco antes de morir, a mi padre.
O mejor aún:
EJERCICIOS
a) "Los alumnos aprenden fácilmente la pronunciación francesa con los
discos "Linguaphone".
Sin duda alguna, la segunda frase “en medio de este brasero ardiente”
liga mejor, más lógicamente, con la “espantosa intensidad de las llamas”.
EJERCICIOS
De acuerdo con lo expuesto, ordene lógicamente los siguientes
párrafos. (Fíjese en la idea fundamental del período, o bien en la idea
expresada en la frase inicial. Es decir, tener en cuenta el orden lógico y el
interés psicológico):
Otro ejemplo: El teniente Martínez tuvo que tomar el mando del batallón
cuando mataron al comandante López y al capitán García.
NOTA: En realidad, y tener ello muy en cuenta, estas reglas son un tanto
elásticas. No es preciso seguirlas siempre. A veces, la construcción lógica
debe ceder ante la sintáctica o la armoniosa. Por consiguiente, en los
ejercicios que van a continuación, el alumno volverá a ordenar sólo aquellas
frases cuya corrección le parezca imprescindible. Y lo será siempre que el
orden expuesto no exprese con claridad lo que se quiere decir. Si es así,
escriba la frase lo más lógicamente posible.
EJERCICIOS
1. El número de cuartillas que tenía que escribir eran unas cincuenta,
según calculé después.
2. Las ciudades antiguas estaban situadas en las proximidades de los
ríos o en lo alto de las montañas, dicen los historiadores, por necesidades de
tipo comercial o para su mejor defensa.
3. Luis estuvo en Granada a la vuelta de un largo viaje por todo el Sur de
España.
4. La choza empezó a caerse a pedazos a causa del temporal reinante.
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5. El Barcelona puede ganar el campeonato de Liga si no tiene bajas
importantes en su actual alineación.
6. Hubo muchos heridos; algunas mujeres quedaron magulladas y dos
niños fueron pisoteados cuando se incendió el autobús.
7. El sereno vigilaba los alrededores de la casa incendiada, armado de
su chuzo, mientras se esperaba la llegada de los bomberos
8. Las aguas potables fluorizadas disminuyen las caries dentales dicen
los expertos de la OMS, según recientes datos estadísticos.
9. Luis hizo muy bien en presentar la dimisión de su cargo, tal es mi
opinión, si lo que se cuenta es verdad.
10. Un lobo entró en el gallinero, se comió dos pollitos y mató a tres
gallinas, mientras nosotros dormíamos a pierna suelta.
OBSERVACIONES
A veces no resulta fácil colocar el relativo inmediatamente después de
su antecedente. En tal caso, si el empleo de “que”, “cual”, “cuyo”, etc., fuese
causa de equívoco, se recomienda sustituirlo por “el cual”, “del cual”, etc., o
bien se repite el antecedente o, simplemente, se da otro giro a la frase.
Al decir, “Hay una edición de este libro que resulta muy agradable por su
impresión”, si queremos colocar el relativo “que” inmediatamente después del
antecedente “edición”, tendríamos que escribir:
Hay una edición que resulta muy agradable por su impresión de este
libro.
13
Hay una edición de este libro, la cual resulta muy agradable por su
impresión.
O también: De este libro hay una edición que resulta muy agradable por
su impresión.
Dado que ninguna de las variantes nos agrada (la última rima en “ón”),
lo mejor en este caso, sería dar otro giro a la frase. Por ejemplo: “ Hay una
edición de este libro, muy gratamente impresa”. Hemos suprimido el relativo
“que” y así hemos salido del atolladero más fácilmente.
a) La metáfora
El problema que nos plantea la metáfora es, en realidad, el mismo de la
imagen o comparación estudiado en el tema anterior. La metáfora --se ha
dicho-- no es más que una comparación abreviada. Si yo escribo: “tenía la piel
verdosa y arrugada como un lagarto”, he hecho una comparación, si digo: “su
piel de lagarto”, he utilizado una metáfora. Escribiré en sentido comparativo,
si digo que “el galope de los caballos sobre la llanura era como el sonido de
un tambor ” ; en cambio, si escribo “ los caballos van tocando el tambor del
llano” lo he hecho metafóricamente3.
La metáfora es siempre imagen. No obstante, conviene diferenciar
estas dos figuras.
“ La metáfora --escribe Albalat-- consiste en transportar una palabra de su
significación propia a otra significación, y ello en virtud de una comparación
que se realiza en el espíritu y que no se indica. Es una transposición por
comparación instantánea.”
Es decir que, según esta tesis, la comparación es más lenta, más racional, la
3
"Metáfora" quiere decir traslación: el significado de una palabra se emplea en un sentido que no le corresponde inicialmente.., en
resumen... En sea una comparación abreviada. Sigue siendo válido que la metáfora tiene por base una dualidad y que significa algo
diferente de lo que expresa lingüísticamente. (Pertenece a las "figuras de pensamientos, no a las "figuras de dicción"). [Wolfgang Kayser:
"Interpretación y análisis de la obr siguientes]
14
metáfora más rápida, más intuitiva. Con la imagen se comprende mejor una
cosa; con la metáfora se ve de otro modo, acaso con más claridad: es un rayo
de luz que ilumina repentinamente el cuadro, es un toque de color preciso, un
soplo de vida en lo que, de otro modo, sería sólo descripción incolora y vulgar.
4
Para la metáfora rigen las mismas condiciones o requisitos estudiados en el tema anterior al referirnos a la comparación.
15
He aquí algunos ejemplos de metáforas “lorquianas” (van subrayadas en letra
cursiva):
5
Sin embargo, los versos transcritos no son totalmente malos. Pueden admitirse, con un poco de buena voluntad.
16
EJEMPLO: “Un ciclo de mulos blancos
cierra, sus ojos de azogue
dando a la quieta penumbra
un final de corazones.”
En cambio, acierta plenamente, cuando dice: “ Un pleno de cigarras tiene el
campo”, o también “y un horizonte de perros --ladra muy lejos del río”.
En resumen, y como dice Albalat, en este difícil escollo de las metáforas
es preciso evitar “la anarquía de la imaginación”.
“Oled mucho una flor --decía Guyau-- y acabaréis por ser insensibles a
su perfume; después de cierto número de vasos de ginebra, se embota el
gusto. Todo ejercicio de una función o de un sentido, lo agota: la postración
que sigue es proporcional a la violencia de la acción. Por esto es necesario
introducir en la obra de arte, gradación y variedad. Nuestros poetas y
novelistas contemporáneos olvidan demasiado esta ley: su estilo es
perpetuamente tenso, sus imágenes perpetuamente brillantes y hasta
violentas. Resultado: a las dos páginas ya estamos extenuados.”
El peligro, pues, no está en la metáfora, sino en su patológica
deformación, en ese cáncer del estilo que, humorísticamente, podría también
ser llamado “metaforitis”, y del que resulta jocosa muestra el siguiente trozo
descriptivo, citado por Albalat:
“ Ella tenía la frente de marfil, los ojos de zafiro, cejas y cabellos de
ébano, mejillas de rosa, una boca de coral, dientes de perla y cuello de cisne.”
De donde resulta que la “Ella” así descrita era un muestrario de las más
diversas cosas. Uno no sabe si lo descrito es una mujer, el escaparate de una
joyería o un monstruo.
b) La frase hecha.
La metáfora, como el papel moneda, se gasta con el uso, se deprecia y
llega un momento en que es preciso “ retirarla de la circulación ” . El papel
moneda desgastado se convierte en un papelucho despreciable; la metáfora
archiusada se transforma en tópico, en lugar común, en frase hecha.
Puede ser que un día, ya lejano en el tiempo, fueran expresiones
acertadas, felices, los “talles de palmera”, los “dientes de perla”, la “nave del
Estado”, etc. Hoy, estas metáforas se han convertido en lugares comunes, en
tópicos, en frases hechas.
El propio García Lorca habló un día de un gitano, llamándolo “moreno de
verde luna ” . Fue aquella una imagen feliz. Pero, desde entonces, surgieron
17
tantas moreneces “de verde luna”, entre los aprendices de la poesía, que ya
resultaría un tópico insistir en esta metáfora “lorquiana”.
Hay, pues, que luchar contra las frases hechas, como se lucha en la vida
contra todo lo inútil; y, ante el tópico, sólo caben dos posturas: o darle nueva
vida o burlarse de él. 6
Alonso Schoekel, en su obra La formación del estilo, escribe:
“ Lanza un buen escritor un enlace feliz de palabras, reluciente,
nuevecito; la frase es aceptada y repetida, precisamente porque vale, y al
poco tiempo la frase equivale a una palabra sin fuerza de imagen.”
“Se decía ‘montón’ sin producir imagen; uno añadió un epíteto: “confuso
montón”, y se produjo la imagen; se gastó la frase y ahora nos da lo mismo
montón que confuso montón; tan estéril es uno como el otro. Se decía: “hacer
que el público aplauda» sin producir imagen; a uno se le ocurrió una metáfora:
“ arrancar aplausos», y provocó la imagen; ahora ni hacerse aplaudir ni
arrancar aplausos producen imagen.”
He aquí, a continuación, una serie de frases hechas, de expresiones
gastadas, sin fuerza ni colorido:
Provocar una discusión; reinaba la serenidad en su rostro; abrir el corazón
(salvo en el caso de que un cirujano lo abra de verdad); lágrimas amargas; un
sordo rumor; la febril impaciencia; la cólera implacable; en el seno de la
academia; en los medios políticos.
6
A este propósito recomendamos la lectura del semanario humorístico La Codorniz, sobre todo en su primera época. Encontraremos
18
Veamos, ahora, como pueden renovarse algunas imágenes, sin tener
que recurrir a la hipérbole humorística. Para ello basta, según recomienda
Albalat, con exagerar un poco la idea, Así, Bossuet, para expresar los gritos y
lamentos de los ermitaños en el desierto, ha dicho: “Ellos rugían su penitenci
a”.
En vez de escribir: “ ¿Quién puede conocer el fondo de las cosas? ” ,
podemos decir: “¿Quién es capaz de llegar hasta los más profundos abismos
de las cosas?”
Víctor Hugo escribió:
La luna abre en las ondas
su abanico de plata.
Y García Lorca dice:
La luna vino a la fragua
con su polisón de nardos.
“ El arte del escritor --dice Dauzat-- consiste en partir de una metáfora
corriente, aceptada, medio usada, para sacar de ella las posibilidades que
encierra, para traer imágenes más nuevas, que si se lanzan bruscamente, sin
transición, podrían desconcertar: la casa se despierta..., respira..., se estira y
se da importancia.”
El ejemplo citado es el de la metáfora animista, por la que se atribuyen a
las cosas inanimadas, las sensaciones y propiedades de los seres vivos.
EJERCICIOS
a) En las siguientes frases y párrafos subráyense las metáforas, diga si
la imagen es "buena", "regular" o "mala", y razone el juicio:
1. A lo lejos se divisaba el aterciopelado oleaje de los naranjales.
2. Al dirigirle la palabra, a Elisa se le encendían las rosas rojas de sus
mejillas.
3. "Jugaba con su voz de sombra, con su voz de estado fundido, con su
7
Perelman, Olbrechts y Tyteca hablan de metáforas "adormecidas" y del "despertar" de la metáfora para referirse --metafóricamen
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voz cubierta de musgo, y se la enredaba en la cabellera o la mojaba en la
8
manzanilla o la perdía por unos jarales oscuros y lejanísimos"
4. "La niña de los Peines tuvo que desgarrar su voz porque sabía que la
estaba oyendo gente exquisita... ¡Y cómo cantó! Su voz ya no jugaba, su voz
era un chorro de sangre digna por su dolor y su sinceridad" 9
5. Se le enroscaba al cuerpo la serpiente del deseo...
6. Los acordes finales de la sinfonía, columna polícroma de sonidos, se
clavaban en el cielo de la noche.
7. Y yo me fui perdiendo en la oscura noche de sus ojos.
S. Se le clavaron en el alma los cuchillos helados del desaliento.
9. "Allá abajo, a lo lejos, veíamos avanzar al rebaño en una gloria de
polvo."
8
De García Lorca. “Teoría y juego del duende”.
9
Idem, ídem.
20
14. Del país se apoderó la hidra de la anarquía.
21
EL ADJETIVO Y EL ADVERBIO
EJEMPLOS:
El tren marchaba muy rápidamente.
Animales terriblemente feroces.
Juan vive muy lejos.
EJEMPLO:
Son necesarios mucho dinero y mucha paciencia.
Es necesario mucho dinero y mucha paciencia.
EJEMPLO:
Notorio y manifiesto; ilustre y preclaro; bello y hermoso...
(Azorín ha dicho: “ Si un sustantivo necesita de un adjetivo, no lo
carguemos con dos. El emparejamiento de adjetivos indica esterilidad de
pensamiento. Y mucho más la acumulación inmoderada”.)
EJEMPLOS
Una tarde maravillosa.
Un espectáculo lindo.
2. DEL ADVERBIO
EJEMPLOS:
Canta maravillosamente.
Se expresa correctamente.
EJEMPLO:
Vivíamos tranquila y holgadamente.
Este defecto puede subsanarse utilizando como adverbios a otras
palabras. Por ejemplo: si suprimimos el sufijo “mente”, podemos decir, en vez
de “se expresa muy oscuramente”, “se expresa de un modo muy oscuro”. O
también: “pronuncia claros”, en vez de “pronuncia claramente”.
25
EL GERUNDIO CORRECTO Y EL INCORRECTO
Gerundio correcto
Gerundio incorrecto
CONCLUSIONES
Consideramos muy difícil que el alumno, al escribir, retenga en la
memoria todas las reglas que hemos dado acerca del gerundio. Por ello,
reconmendamos seguir la pauta del conocido aforismo: “En la duda, abstent
e”. Es decir, no usemos el gerundio cuando no estemos muy seguros de que
su empleo es correcto. Siempre será posible recurrir a otra forma verbal. Por
ejemplo: en vez de “ Estando en la Base llegó la orden de partir ” , podemos
escribir: “Cuando estábamos en la Base, llegó la orden de partir”.
“Como norma, más o menos estabilizada en el estado actual del idioma
–escribe Criado de Val en su obra Fisonomía del idioma español--, podemos
aceptar lo siguiente: el uso del gerundio español será tanto más propio
cuanto más predomine en él el carácter verbal (o adverbial), cuanto más
atractiva y considerada en su trayectoria (aspecto durativo) sea la acción que
expresa, cuanto más coexistente o inmediatamente anterior a la principal sea
esa misma acción”.
“Viceversa, el uso del gerundio español será tanto más impropio cuanto
más se aproxime a la función adjetiva, a la expresión de cualidades o estados
(ya sean momentáneos o permanentes), o cuanto mayor sea el desacuerdo
28
entre el tiempo de su acción (especialmente en el caso de ser posterior) y el
del verbo o frase principal.”
EJERCICIOS
EL GERUNDIO
EL GERUNDIO ESPAÑOL
Existen en castellano 2 clases de gerundios: uno simultáneo: hablando;
otro anterior: habiendo hablado. El primero es imperfecto y expresa
coincidencia temporal o anterioridad inmediata respecto al verbo al que
acompaña en la frase. Veamos este ejemplo:
La vi cogiendo flores.
Como se ve el ver y el recoger son contemporáneos en un cierto
momento.
[...]
El sujeto del gerundio puede ser el mismo de la oración principal o algún
otro elemento de ella que no hay necesidad de repetir; pero a veces el
gerundio lleva un sujeto autónomo, independiente de la oración principal. En
todo caso, el gerundio constituye una oración subordinada de carácter
adverbial.
Así en la oración:
El muchacho salió corriendo a todo correr.
La palabra corriendo tiene por sujeto al muchacho y ofrece un sentido
modal.
En la oración:
La encontró escribiendo a su padre.
El gerundio tiene por sujeto el complemento directo la de la oración
principal, y el sentido es asimismo modal.
[...]
El Manual de Gramática Española, de Rafael Seco, recoge también estos
ejemplos:
Pasando nosotros por la plaza venía el regimiento.
Estando tú conforme, yo acepto el trabajo.
Estas son oraciones de tipo condicional.
Este otro ejemplo es de una oración causal:
No puedo admitir tu afirmación conociendo tu manera de ser.
Y la que aparece a continuación tiene sentido concesivo:
Lloviendo a cántaros, iría a tu casa.
Verbos de representación
Pintaron el niño durmiendo.
Representan al cura bendiciendo.
32
Explicación: Para que el complemento directo del verbo principal pueda
ser el sujeto del gerundio, han de utilizarse verbos llamados de comprensión y
percepción (sentir, oír, observar, distinguir, escuchar, hallar, encontrar,
advertir, etc.), o verbos de representación (pintar, dibujar, representar, grabar,
etcétera).
Es incorrecto el uso del gerundio cuando su sujeto lógico es el
complemento directo de verbos que no son los llamados de percepción o de
representación.
Expresan causa:
Habiendo terminado Luis su carrera con excelentes notas, su padre lo
envió a Europa.
No hallando a nadie en la casa, Luis se retiró de mal humor.
Habiendo terminado y hallando expresan la causa de los hechos
afirmados por los verbos principales.
Expresan condición:
Estudiando, saldrás bien en los exámenes.
Levantándote temprano, tendrás tiempo de terminar el trabajo.
Los gerundios estudiando y levantándote equivalen a las proposiciones
subordinadas condicionales: Si estudias y si te levantas
El gerundio, como ya hemos estudiado, puede expresar acción
simultánea o anterior a la del verbo a que se refiere.
El niño se quemó con agua hirviendo.
Cayó en un horno ardiendo.
Hirviendo y ardiendo modifican a los sustantivos agua y horno. En estas
oraciones esos gerundios realizan función de adjetivos.
Salvo las excepciones de los gerundios hirviendo y ardiendo resulta
incorrecto usar el gerundio como adjetivo.
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GONZALO MARTÍN VIVALDI
EL ESTILO
EJEMPLO: El maestro dijo a Luis que iba a escribir a su padre. Confusión: ¿Al
padre de quién? ¿Al de Luis o al del maestro? Manera de resolverlo: recurrir al
estilo directo y, así, podremos escribir:
El maestro dijo a Luis:
“Voy a escribir a mi padre.”
“Voy a escribir a su padre.”
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EJERCICIOS
Los siguientes párrafos, frases y trozos literarios están escritos en
estilo indirecto. Escríbalos en estilo directo.
1. El primer día de clase, el profesor dijo a los alumnos que, ante todo,
exigía orden y disciplina. Añadió que prefería las faltas a clase, a los alborotos
dentro de ella, y acabó recomendando a los buenos alumnos que no se
dejaran contaminar por los malos.
2. El piloto, mientras volaba, sintió lo que no había sentido nunca; notó
que sus nervios estaban tensos y que sus manos no obedecían a su voluntad.
Pensó que los "reflejos" no funcionaban, y atribuyó la causa a unas copas de
más que se había tomado la noche anterior.
3. Desde el aire, el paisaje de la ciudad le pareció totalmente nuevo.
Pensó entonces que merecía la pena velar, aunque sólo fuese por descubrir
nuevas facetas de cosas conocidas.
4. El médico dijo al padre del enfermo que su hijo tenía un tumor
maligno, que la amputación se imponía y que era preciso tener valor.
5. Mi padre me dijo que no estaba contento conmigo, que tenía que
estudiar más y que, si no estudiaba, no tendría más remedio que ponerme a
trabajar y aprender un oficio.
6. María, la criada, dejó su cesta sobre un banco. El soldado, su novio, le
preguntó que por qué no había venido el día anterior. A lo que ella contestó
que había venido, pero que él ya se había marchado. El soldado reconoció que
podía ser verdad, y le explicó que él había tenido que marcharse porque
habían tocado retreta y no pudo esperar más.
7. El profesor de Filosofía nos explicó la teoría de la relatividad, y nos
dijo que actualmente los postulados de Einstein estaban siendo discutidos y
puestos en tela de juicio.
8. Los dos amigos recordaron entonces sus tiempos de guerra. Juan
preguntó a Luis a qué se había dedicado cuando lo licenciaron. Y Luis le
respondió que, en el primer momento, se encontró como "despista- do" y que
no sabía qué camino tornar, hasta que por fin se decidió por emprender de
nuevo los estudios.
41
Gonzalo Martín Vivaldi: “ Estilos directo e indirecto ” , Curso de redacción,
Editorial Pueblo y Educación, La Habana, 1980, pp. 230-234.
ESTILO Y ESTILÍSTICA
10
"El estilo es el ropaje del pensamiento", escribió Chesterfield, en sus "Cartas" Y Flaubert dijo que "el estilo es la vida, la
43
Lo que supone, complementariamente, el análisis científico de los
principales defectos que han de evitarse o vicios del mal estilo.
11
Véanse temas V, VI y VII del capítulo II.
12
"Situations" lI, págs. 70 y ss.
44
proponerse no ser claros a conciencia:
Se cuenta que, cierto día, el poeta francés Mallarmé --"simbolista"--
decía al poeta José María de Heredia-- "parnasiano"-
--Acaba de escribir una obra magnífica; pero no la entiendo bien y vengo
a que usted me la explique.
13
LES CARACTÈRES: "De la societé et de la convérsation."
45
Estilo denso es aquel en que cada línea, cada palabra o cada frase están
preñadas de sentido. Lo contrario es la vaguedad, la imprecisión, el exceso de
palabras; lo que vulgarmente se dice retórica.
"La pesadez, la morosidad, el tempo lento --ha dicho Baroja--, no puede
ser una virtud. La morosidad es antibiológica y antivital".
"Cuando se estudia fisiología --sigue Baroja-- se ve que en el cuerpo hay
nervios con dos, tres y más funciones; no sé si por eso al organismo se lo
llama economía. Lo que no se ve jamás en lo vivo es que lo que se puede
hacer rápidamente se haga con lentitud, ni que lo que pueda hacer un nervio
lo hagan dos".
"Con el tiempo, cuando los escritores tengan una idea psicológica del
estilo y no un concepto burdo y gramatical, comprenderán que el escritor, que
con menos palabras pueda dar una sensación más exacta, es el mejor". (Pío
Baroja: La intuición y el estilo. Memorias.)
"La falta de concisión --según Albalat-- es el defecto general de los que
empiezan a escribir... La concisión es cuestión de trabajo. Es preciso limpiar
el estilo, cribarlo, pasarlo por el tamiz, quitarle la paja, clarificarlo, petrificarlo y
endurecerlo hasta que desaparezcan las virutas, hasta que la fundición
carezca de rebabas y se hayan tirado todas las escorias... En una palabra, que
no se pueda decir más concisamente lo que hayamos dicho."
"Lo que es preciso evitar --dice más adelante el autor citado-- es lo
superfluo, la verborrea, el añadido de ideas secundarias que no añaden nada
a la idea matriz, sino que más bien la debilitan."
No se crea, por lo dicho hasta aquí, que escribir conciso equivale a
“escribir corto” --según expresión tópica en el periodismo.
Literariamente, no hay trabajos cortos ni largos, sitio bien o mal
escritos.
Ni tampoco significa la concisión que sea preciso cortar las alas a la
fantasía ni a la imaginación, renunciando al color o a la magia de las palabras.
No; cuando la fantasía pide vuelo hay que dejarla elevarse. Pero no se
confunda el vuelo sereno y majestuoso del águila con el revoloteo del
murciélago.
“ No se olvide --escribe Albalat-- que, las frases están hechas las unas
para las otras y que es su encadenamiento apretado el que origina una de las
bellezas generales del estilo. Que las frases no parezcan injertadas, sino
engendradas; no ficticiamente yuxtapuestas, sino lógicamente deducidas. “
SENCILLEZ Y NATURALIDAD son otras dos condiciones o cualidades
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necesarias del buen estilo. Y se refieren tanto a la construcción, a la
composición de lo que escribimos, como a las palabras que empleamos.
Sencillez, es decir, huir de lo enrevesado, de lo artificioso, de lo complicado,
de lo “ barroco ” , en suma. Naturalidad, o sea, no escribir de un modo
conceptuoso, sino decir naturalmente lo natural.
La sencillez del estilo podríamos definirla acudiendo a su contrario lo
enrevesado. Ser sencillo no es tan fácil como pudiera creerse. Por vanidad
tendemos a distinguirnos de los demás. El escritor vanidoso casi nunca es
sencillo en su expresión. La sencillez --se ha dicho-- es el sello de la verdad. 14
El hombre sencillo se expresa con naturalidad, de la cual hemos dicho
--metiendo a conciencia lo definido en la definición-- que consiste en decir
naturalmente lo natural. Lo que significa que hay que procurar adaptar el
estilo --la forma-- al fondo. Escribir naturalmente es procurar que las palabras
y las frases sean las propias, las que el tema exige. Es, en suma, huir de la
afectación, del rebuscamiento. Lo contrario de lo natural en lo artificioso.
Albalat sostiene que la naturalidad consiste en escribir con la palabra
propia, simple y exacta. Y afirma: “El don de escribir con naturalidad no es una
aptitud inconsciente. Lo natural se adquiere... Es un resultado del esfuerzo”.
Condillac decía que “la naturalidad es el arte convertido en hábito”.
Contra lo expuesto podría argüirse que hay personas que son
literalmente afectadas. Afirmación ésta muy discutible psicológicamente y
que, además, no nos sirve aquí. Llaneza, pedía Cervantes, porque toda
afectación es mala. Y si fuera verdad que hay personas naturalmente
afectadas, no por ello vamos a considerar tal afectación como virtud.
También hay quien es naturalmente cojo, o tuerto, y no por ello dejaremos de
reconocer que es mejor tener dos piernas y dos ojos.
14
Armando Palacio Valdés dijo en su "Testamento literario": “Me agradan ¡las mujeres hermosas que se lavan con agua pura, los c
47
refutables... La Estilística es contingente y aleatoria. Cada autor tiene su
norma. Las normas que expresamos, con reservas, son las siguientes:
“ Primera. Poner una cosa después de otra y no mirar a los lados.
Escolio: Hay que escribir directamente; es superfluo todo lo que dificulte la
marcha del pensamiento escrito”. Por tanto: huir de los incisos, porque, según
Azorín, la atención del lector se cansa.
“ Segunda. No entretenerse. Escolio: no amplificar; es propio de
oradores el desenvolver con prolijidad un tema. Lo que en la oratoria es
preciso, huelga en la escritura.”
“Tercera. Si un sustantivo necesita de un adjetivo, no le carguemos con
dos. El emparejamiento de adjetivos indica esterilidad de pensamiento. Y
mucho más la acumulación inmoderada.”
“ Cuarta. El mayor enemigo del estilo es la lentitud... Leemos a un
escritor lento y nos desesperamos; quisiéramos poder empujarle para que
prosiga más rápidamente en su camino.”
En otro de sus aleccionadores artículos, el propio Azorín nos da la
receta contra el peligro de la lentitud. Y afirma:
“ Entre todo este laberinto del estilo se levanta, a nuestro entender, el
vocablo eliminación. Porque de la eliminación depende el tiempo propio de la
prosa. Y un estilo es bueno o malo, según discurra la prosa con arreglo a un
tiempo o a otro. Según sea más o menos lenta o más o menos rápida. Fluidez
y rapidez: estas dos son las condiciones esenciales del estilo, por encima de
las condiciones que preceptúan las aulas y las academias: pureza y
propiedad.”
48
RESUMEN DE REGLAS PRÁCTICAS DE REDACCIÓN Y ESTILO
52
Gonzalo Martín Vivaldi: “La elegancia en el lenguaje – Apéndice B: Resumen
de reglas prácticas de redacción y estilo”, Curso de redacción, Editorial Pueblo
y Educación, La Habana, 1980, pp. 282-286.
ANGEL ZAPATA
NATURALIDAD Y ESTILO
NATURALIDAD
En el caso de estos autores, las historias funcionan no a pesar de la
complejidad del estilo, sino precisamente por ella. Una novela como Tirano
Banderas, de Valle-Inclán, es muy posible que nos desconcierte en las
primeras páginas por el extremo manierismo de su escritura (algo que nunca
va a ocurrirnos, por ejemplo, con Baroja o Galdés). Y aun así, si el lector se
sobrepone a esa prueba de fuego inicial, va a asistir al espectáculo de una
ficción fascinante cuya magia resulta inseparable de la textura de la prosa.
Valle-Inclán era posiblemente el escritor en castellano más dotado de
este siglo (y por eso imitarle es un esfuerzo inútil). Como también es cierto
que en cada generación literaria se dan aproximadamente dos o tres autores
a los que cabe considerar superdotados verbales. Este tipo de escritor
mantiene con el idioma una relación privilegiada, y cualquier cosa que escriba
funciona porque sí: por el puro encanto con que coloca una palabra detrás de
otra; su personalidad artística es tan fuerte, que puede permitirse no ser
llano... y hasta no escribir claro, o con una “claridad” convencional.
Pero dejando a un lado estas situaciones de privilegio, escribir con
naturalidad es una especie de higiene artística que no puede sino favorecer el
desarrollo de un escritor. Una prosa natural (nítida, llana, y con buena
temperatura emotiva), constituye una destreza básica sobre la que ir
elaborando otros efectos quizá más sofisticados... y desde luego garantiza, o
53
casi, una comunicación eficaz con los lectores.
No es un ungüento milagroso, claro; sino una especie de solfeo no muy
difícil de dominar, y con el que cada autor, después, podrá escribir la melodía
que más se ajuste a sus intenciones. Eso también: desde mi propia
experiencia como profesor y corno artista me arriesgaría a sugerir que el
mayor obstáculo para escribir con naturalidad suele ser de orden subjetivo, y
no exactamente técnico.
O lo que es igual, cuando el escritor o la escritora principiantes se dicen
a sí mismos: “Bien... si de verdad aspiro a escribir algo que merezca la pena,
entonces vale más que empiece por expresarme de un modo llano, nítido y
comprensible ” , este propósito, de hecho, equivale a haber renunciado al
fantaseo de la genialidad. Si a fin de cuentas he de esforzarme por escribir
sencillo, porque el lector me entienda a la primera, eso significa que no
pertenezco a la selecta minoría de los superdotados verbales; que sólo puedo
ser -después de un largo trabajo-- lo que suele entenderse por un buen
escritor.
Y a excepción de los genios mismos (para quienes sería un error
pasajero después de todo), una renuncia así suele representar también el
primer paso hacia una madurez artística verdadera.
ESTILO FORMAL
El estilo formal es el modo de escritura que suele emplearse en los
documentos administrativos, los informes técnicos, y en general en todos
aquellos escritos en los que ha de marcarse dentro del texto mismo el
carácter impersonal de la relación que une al emisor y al destinatario.
Esta frase que abre la sección se aproxima bastante al estilo formal, y
como habréis podido observar resulta fría, sosa, puramente informativa. En
estilo formal se redacta todos los días el Boletín Oficial del Estado; y desde
luego es comprensible que el Ministerio de Educación, por poner un ejemplo,
se dirija a nosotros en estilo formal al denegamos una beca. Si el funcionario
Luis García o la funcionaria Concha Martín nos escribieran en confianza para
darnos el mismo recado, lo más probable es que les cogiéramos ojeriza y les
pitasen los oídos durante varios meses.
En una circunstancia semejante, qué duda cabe de que lo propio es
recibir una carta redactada en estos términos:
“ En relación a su solicitud de beca para el curso 96/97 lamentamos
comunicarle que dicha solicitud ha sido desestimada al no cumplir los
requisitos especificados en los puntos 6 y 7 de la convocatoria publicada en
el BOE con fecha 21-3- 96.”
Porque es bastante posible que si el funcionario o la funcionaria se
expresasen en nombre propio, acabaran mandándonos alguna frase muy
parecida a esta:
“Yo lo que no comprendo todavía es cómo gastas tiempo pidiendo una
beca con esas notas birriosas, ¿de verdad has pensado que una instancia
como la tuya podía dar el pego?”
Básicamente, la información es la misma en una redacción y en otra
--que no, que ni hablar de la beca--; pero en la carta del Ministerio es una
Institución quien toma la palabra, no un individuo, y en consecuencia el
lenguaje que en ella se emplea está desprovisto de toda marca subjetiva o
personal. Lo mismo ocurre (o al menos debe ocurrir) en una ponencia
científica, en la retransmisión de un funeral egregio, o en el acta que levanta
un notario.
Ahora bien, que el narrador de una ficción se dirija a sus lectores en
tono formal es un recurso que alguna vez se emplea en la literatura del siglo
55
XIX, muy poco en la del XX, y que por regla general lo que garantiza es un
aburrimiento considerable, y un sopor resistente a siete carajillos de coñac,
tirando por lo bajo.
El tono formal es una especie de pelusa que de vez en cuando le sale a
la prosa; y todo artista aplicado hará muy bien en mantener sus frases
aseaditas, limpias de polvo y paja, y en escribir ficciones con la menor
formalidad posible. Un ejemplo de escritura narrativa en la que predomina el
tono formal podrían ser estos párrafos que os propongo examinar ahora:
ESTILO ENFÁTICO
Por oposición al estilo formal, podríamos decir que el estilo enfático
lleva consigo una cercanía excesiva entre el autor y sus lectores... lo que no
siempre equivale a un buen acercamiento. El autor enfático --digámoslo así--
más que contar las cosas se las grita al lector en el oído; narra su historia a
voces.
Claro: aquí convendría hacer una advertencia, porque es verdad que la
escritura enfática, hiperbólica, exagerada, suele corresponder con una fase
iba a decir que necesaria --lo digo-- en el aprendizaje de muchos buenos
escritores. Para escribir de un modo enfático, es cierto, hace falta riqueza de
vocabulario, ingenio verbal, buenas dosis de inventiva, y cuando un autor
dispone de estos recursos qué duda cabe de que su trabajo promete. Ahora
bien, el riesgo estriba siempre en contentarse con sólo eso, en no llegar más
allá. Y se trata de un riesgo tangible, porque a través del estilo enfático,
caricaturesco, continuamente exagerado, es posible obtener un tipo de relato
“resultón”, que encanta a los amigos e incluso puede depararle a su autor el
reconocimiento en algún certamen literario.
Si se hace bien, si el autor tiene aptitudes después de todo, resulta muy
plausible que el estilo hiperbólico “cuele”. Y cuando cuela puede ocasionar un
verdadero percance, porque entonces es fácil que dé lugar a una escritura
plana y autocomplaciente. Dicho de otra manera: el peligro del estilo enfático
consiste en que a través de él se pueden conseguir trabajos convincentes, y
en cambio es una técnica muy válida... a condición de que se use de un modo
ocasional. Tomada como estilo, como rutina expresiva, la escritura
hiperbólica se transforma en un obstáculo para el aprendizaje, precisamente
57
porque favorece el espejismo de que uno escribe de maravilla.
¿A qué me refiero, más en concreto, cuando hablo ahora de escritura
enfática? Vamos a verlo mediante un ejemplo. Imaginad que estamos
escribiendo un relato de intriga. Pues bien: si en algún tramo de la acción el
protagonista escucha un grito, hay una alta probabilidad de que el escritor
experimentado se lo cuente a sus lectores mediante una frase como esta:
“Entonces oyó un grito.”
Al escritor principiante, en cambio, es bastante probable que ese grito
se le quede corto, escueto, y entonces quiera darle volumen y rotundidad, con
una frase de más calibre:
“En ese instante, un alarido estremecedor le desgarró los tímpanos.”
Si lo pensamos detenidamente, la primera frase es la descripción de un
suceso, y la segunda, su caricatura. En ella, el hecho de oír un grito está
exagerado hasta un extremo cómico, lo que empañaría la clase de atmósfera
que ha de prevalecer en un relato de misterio. Como veíamos en la
introducción, la retórica clásica incluía en las virtudes del buen estilo la de
adecuarse a su asunto. Y en esta línea, uno de los problemas de la escritura
enfática es que le impide al escritor principiante desarrollar el tacto para el
tono, e instaura la rutina de someter a un mismo tratamiento --caricaturesco,
esperpéntico, tremendista-- cualquier tipo de historia.
Al escribir de un modo enfático es cierto que el autor se escucha en el
texto “alto y claro” --y la prosa adquiere un relieve descalabrante--, pero estos
recursos de choque no deben confundirse con una genuina eficacia
expresiva. Por decirlo en pocas palabras: el énfasis satura, le prueba la
paciencia al lector, y representa un riesgo considerable para la verosimilitud
de un argumento.
Un ejemplo muy conocido sobre los perjuicios de la escritura enfática
podemos encontrarlo en las primeras obras del escritor norteamericano H. P.
Lovecraft, todo un clásico ya de los cuentos de miedo. Dotado de una
portentosa imaginación mítica, a Lovecraft le debemos, sin duda, algunos de
los relatos más cautivadores que se han escrito en este siglo... Y vale la pena
que nos detengamos en su caso, porque a esta escritura fascinante sólo llegó
en la madurez. Sus textos de aprendizaje, en cambio, acusan el lastre de una
retórica ampulosa, y un estilo saturado de énfasis que a menudo empuja la
narración hasta el borde de lo ingenuo. Os transcribo una pequeña muestra,
tomada de su novela Viajes al otro mundo:
58
“ Sin aliento estaba Carter, cuando le arrastraron al interior de la
caverna del precipicio y te condujeron a través de intrincados laberintos. Al
principio trató de zafarse instintivamente, pero sus captores le pellizcaron
ferozmente para impedírselo. No cambiaron entre sí un solo sonido, y aun sus
alas membranosas se movían en silencio. Eran espantosamente fríos,
húmedos y resbaladizos, y sus zarpas le manoseaban de manera repugnante.
Poco después se dejaron caer a través de un abismo inconcebible en un
torbellino vertiginoso de aire húmedo y sepulcral, y Carter sintió que se
precipitaba en un vórtice final de locura ululante y demoniaca. Gritaba y
gritaba desesperadamente, y cada vez que lo hacía las pinzas de aquellas
bestias le pellizcaban con más sutileza.”
Sería opinable --no lo pierdo de vista-- si esta escritura atronadora que
emplea Lovecraft no resulta adecuada en último término a sus visiones de
pesadilla. Aun así, parece claro que el texto no gana gran cosa con ese
constante subrayado enfático que representan los adverbios... Y también
juraría que con una adjetivación menos gesticulante ya nos habíamos
arreglado.
De hecho, son estos mismos excesos verbales del autor de Los mitos
de Cthulhu los que reproduce el escritor catalán Juan Perucho --como parodia
y homenaje-- en un cuento que lleva por título “Con la técnica de Lovecraft”:
Una vez más, la calidad de la escritura salta a la vista; y pese a ello ¿no
os parece que el texto ganaría en eficacia con rebajarle un poco la
intensidad?
En el espacio de unas pocas líneas, la redacción acumula elementos
como “ imposible, fatal, muerte, totalmente perdida, aturdida, sin rumbo, sin
destino, vagar, todo era en vano, revolverse, aridez, calor electrizante, luz
cegadora, desierto impío ... “ Y una acumulación así --lo tengo presente
también-- quizá podría emplearse como traca final en un relato breve. Sin
embargo resulta arriesgado que ese sea el tono habitual de un narrador...
porque a la larga nos va a impedir jugar con el crescendo de la historia y dar
auténtico realce a los momentos críticos.
Si todo está realzado y exagerado dentro de la narración --si la
intensidad del estilo convierte cada párrafo en un pequeño terremoto--,
entonces la historia no le deja al lector un instante de sosiego y su avance se
percibe como un colapso continuo.
Hay, sí, una escritura muy correcta en este último ejemplo que hemos
visto. Pero si tomamos al pie de la letra las afirmaciones del narrador ¿qué
más podría ocurrirle al personaje protagonista? ¿hacia qué punto de tensión
podría evolucionar la trama? Es tanto, y tan importante, y tan terrible, lo que el
relato acaba de describir, que casi en cada frase ya estaría compendiado un
destino humano completo. La alternativa, claro, es que tomemos con ciertas
reservas las palabras del narrador... pero entonces ese matiz de fingimiento
que hemos percibido en su voz va a dañar de un modo irreparable nuestra
empatía hacia la historia.
Quizá yo mismo estoy exagerando un poco --no diría que no--; y también
por eso os hablaba al principio sobre el falso atractivo de la escritura enfática.
De momento resulta vistosa, pero satura en unas pocas líneas; y sobre todo
--sobre todo--, es que acaba entorpeciendo el avance natural de la trama, con
una sombra de irrealidad.
Si exceptuamos los cuentos muy breves, en cualquier otro tipo de
narración la intensidad es una impresión de conjunto (no un efecto que haya
de percibirse en cada frase), y de ahí que al contar una historia la exageración
nunca deba ser continua y ni siquiera muy frecuente. Conviene mantener a
raya los adjetivos que apedrean al lector, los verbos que lo agarran por las
solapas, los adverbios que hacen aspavientos en mitad de los párrafos, y así
61
en general toda esa orquestación trompetera que sólo sirve para aturdir.
En este sentido, la intensidad del texto habrá que construirla sirviéndose
más bien de los contrastes: secuencias tensas y secuencias distendidas,
párrafos tranquilos y párrafos cargados, frases rotundas y frases de
transición. Son el cuento o la novela, tomados como un todo, los que
finalmente han de inducir en el lector la impresión de haber asistido a una
historia excepcional. El énfasis, en cambio, es una especie de estado de
excepción continuo que se impone a la prosa... y que resulta tan poco
llevadero como cualquier estado de excepción.
ESTILO RETÓRICO/POÉTICO
Sobre las muchas desventajas de la escritura retórica y poética hemos
hablado extensamente en las primeras secciones de este capítulo, y estaría
de más insistir. Aun así, parece claro que sin poesía, sin retórica, sin un poco
de exageración incluso, cualquier texto literario quedaría condenado a un
estilo flojo y municipal, que afectaría seriamente a su vigor expresivo.
Como hemos ido viendo, todo es cuestión de grados. Es verdad que un
recurso como el lirismo puede potenciar la eficacia de una narración... Y en
cambio se convierte en un estorbo cuando usurpa el protagonismo del texto.
¿Cómo encontrar entonces ese punto de equilibrio? ¿Hay que adoptar acaso
la escritura natural como una especie de plantilla correctora mientras dure el
proceso de aprendizaje?
¡Hombre!... reconozco que he usado una imagen un poco ortopédica;
pero en esta línea --y tal como yo lo veo-- es mucho lo que depende de que el
escritor y la escritora que empiezan no se encierren en una única manera de
escribir y tiendan a identificarla, de un modo prematuro, como la suya propia.
Qué clase de escritura es la nuestra, en qué tipo de estilo y de sensibilidad
vamos a sentirnos cómodos, es algo que tarda en saberse. Algunos autores,
es cierto, muestran desde sus primeras obras una manera personalísima de
hacer. Otros terminan por encontrarla después de muchos rodeos, y también
se da el caso de los escritores “sin estilo”, que en cada nuevo libro ensayan
una vía diferente.
Estar abierto a la experimentación representa en este sentido una
actitud imprescindible para el escritor principiante, y estoy por decir que es la
garantía de una pasión artística genuina. Naturalmente, nada de esto se
consigue sin una difícil batalla interior, porque en todo escritor que se precie
hay también un cabezón incorregible, y uno cambiaría de nombre, de país, de
62
casa, de pareja, antes que de manera de escribir.
Sin embargo hay que hacerlo algunas veces.... y es frecuente incluso
que cuando uno encuentra en sus adentros al “ escritor de su vida ” no se
parezca ni mucho ni poco a la imagen que se había forjado. Resulta muy
posible que un aspirante a poeta rompa en humorista, o que un aprendiz de
novelista sesudo termine siendo un espléndido autor de literatura infantil. La
musa es muy veleta --contad con ello--, y no siempre el tipo de literatura que
uno prefiere coincide con aquella para la que tiene verdaderas dotes. Por eso
importa probar. Y experimentar. Y mantenerse muy alerta, sobre todo, ante la
clase de escritura que nos resulte más grata, más cómoda y más fecunda.
Eso también: conviene no perder de vista que hay una frontera demasiado
sutil entre la fe en sí mismo que todo artista necesita para llevar adelante su
obra, y el puro empecinamiento.
El exceso de retórica vuelve ilegibles los textos, el lirismo es fácil que
empalague, el estilo formal resulta soporífero y helador, y la escritura enfática
y exagerada puede tener chispilla algunas veces, pero por regla general es
una técnica gruesa. La mayoría de los autores de ficción han empezado
escribiendo en alguno de estos registros, o combinando varios. Ellos
representan, podríamos decir, las vías de acceso más habituales para el
manejo del código escrito; y a la vez proporcionan al aprendiz de escritor una
destreza parcial... que no hay que confundir apresuradamente con la pericia
verdadera.
En el mismo sentido, no es ningún secreto que los grandes escritores
llegaron a serlo porque fueron capaces de soltar lastre. Y me refiero a lastres
de todo tipo: vicios retóricos, caprichos personales, idearios estéticos y
entrañables manías. Lo saludable es la evolución, en el arte y yo diría que en
todo. A menudo, es cierto, tenemos la impresión de que los artistas que
admiramos nunca necesitaron corregirse, cambiar de rumbo, bajarse de la
moto, o como queramos llamarlo. Y sin embargo es una impresión falsa.
Hace un momento os ponía el ejemplo de Lovecraft. Pero incluso un
escritor de la talla de Borges tuvo que ir elaborando su estilo inconfundible a
fuerza de renuncias y correcciones. El propio Borges experimentó durante
mucho tiempo, y cambió, y aprendió... Porque sus textos primerizos --dicho
sea con perdón-- resultan más bien espesos. Son líricos, retóricos,
sumamente artificiales, y en definitiva: muy cargantitos. Por si quedase
alguna duda, os copio un ejemplo de una de sus obras de juventud -- ” El
tamaño de mi esperanza”-, un libro de aprendizaje que el Borges maduro se
63
negaría a reimprimir:
Entre los dos ejemplos que acabamos de ver hay una distancia de
veintitrés años. En el primero de ellos asistimos a la escritura de un
aficionado genial. En el segundo, vemos trabajar a un maestro.
En el espacio de dos décadas, Borges va prescindiendo de la sintaxis
laboriosa, la metáfora puramente decorativa, el vocabulario extrañador.. o por
lo menos contiene esas tendencias, hasta dejarlas en un punto muy
64
razonable. No perdió el gusto por las alusiones pedantes (el saludo de las
caballerías, en el primer ejemplo, es una escena con numerosos antecedentes
clásicos); ni tampoco --afortunadamente esta vez-- la atmósfera épica en que
acierta a envolver buena parte de sus ficciones.
Tal como os digo, lo que aquí nos importa después de todo es que
también Borges aprendiera. No es ningún desdoro apearse del caballo color
de aurora de la retórica. Y parece sensato no mojar la pluma más de la cuenta
en las leoninas aguas de la poesía. En vista de su ejemplo, que uno detecte en
su escritura estas tendencias pintorescas tampoco resulta demasiado
alarmante. Más bien al contrario: son un indicio de pedigrí, y es casi seguro
que debajo de ellas hay un escritor o una escritora de verdad. Borges cambió
de estilo para ser Borges; y de no haberse convertido en otro tampoco habría
llegado a ser él mismo, con sus tigres, sus rosas, sus espejos, sus laberintos
y sus galimatías.
ESTILO ASERTIVO
Pero dejando atrás el universo mágico de Borges, os propongo
examinar ahora un último estilo yo diría que errado, y bastante frecuente
también en el trabajo de los escritores que empiezan. Podemos referirnos a él
como “estilo asertivo”. El adjetivo deriva del verbo “aseverar”, y describe ese
tipo de escritura que se apoya casi continuamente en la afirmación.
Sobra añadir que el estilo asertivo representa un obstáculo para la
naturalidad de cualquier prosa artística... Porque está claro que las personas
no solemos hablar así, mediante escuetas afirmaciones, salvo en los días
muy/muy torcidos.
Al igual que ocurría con el registro formal, el estilo asertivo --la
aseveración desnuda y continua--resulta apropiado para un informe técnico,
una noticia del periódico, o cualquier otro texto, en suma, en donde prime el
valor informativo, prescindiendo del todo de la subjetividad y las emociones
del emisor.
La afirmación, en efecto, podríamos decir que es el modo natural de
exponer algo; la vía más directa para transmitirle una serie de datos al
receptor de nuestro mensaje.
En este sentido --y si se trata de una persona juiciosa--, es probable que
el gerente o la gerente de una gran compañía se expresen en estilo asertivo
ante la junta de accionistas, más o menos en estos términos:
“ Los beneficios netos de la empresa han aumentado en un 8,2 por
65
ciento en relación con el año anterior, y el índice de incremento interanual
previsto para el mes de junio se sitúa en un 9, 7.”
Roth, Miller, Salinger, Flaubert... Ya, imagino lo que estáis pensando: con
un equipo semejante, conquistar la atención de los lectores es un juego de
niños. Y aun así, yo no aseguraría que os estoy proponiendo en esta sección
un recurso muy sofisticado. Todo depende del tacto, de vuestro propio interés
por escribir buenas ficciones, y sobre todo de la práctica.
Cuando antes hablábamos de la inmersión del lector en la historia,
habíamos dicho que hay un efecto básico en toda prosa narrativa y es el
“contacto” que en ella entablamos con un interlocutor imaginario a través de
su voz.
En este sentido --y tal como acabamos de ver ahora--, el lector de una
obra literaria habrá de percibir que esa voz que le habla en el texto es
consciente no sólo de las cosas que se propone contar, sino del hecho
mismo de estar contando un incidente. O lo que es igual: que dice y se
desdice, que matiza sus afirmaciones, que quizá tiene dudas sobre cómo
ocurrieron los hechos o teme que la memoria le traicione... o que deforma un
poco el argumento o lo reinventa a su manera; o que unas veces ríe y otras se
asombra o se conmueve ante las situaciones que narra. De modo que la
propia narración --el hecho de que la historia sea contada ahora por un
narrador o un personaje--, ha de adquirir también el carácter de un
acontecimiento: de un suceso que tiene lugar como un acto espontáneo y
vivo, en la conciencia viva del narrador.
Para obtener un efecto así --ya está dicho-- conviene que la escritura de
una ficción no se apoye continuamente en una pura afirmación de hechos.
Ahora bien: ¿cómo se neutraliza esa tendencia casi “ natural ” hacia el estilo
asertivo?
Pues tal como hemos visto en los ejemplos de la sección:
1. Mediante el uso de modalizadores (“tal vez”, “puede que”, “casi”, “un
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poco”, “algo”, “si no me engaño”, “en parte”, “hubiera dicho que”, “como si”,
“quizá”, “hasta donde recuerdo”, “seguramente”... ) Los modalizadores restan
rotundidad a la afirmación, y connotan --por parte del narrador-- la conciencia
activa de estar contando.
2. Mediante el recurso de la interrogación (tal como se observa en el
párrafo de Miller).
y 3. Buscando siempre que esa voz que enuncia el texto (narrador o
personaje) esté provista de una textura dialógica; que en su discurso --de un
modo implícito o explícito-- esté dialogando consigo mismo, o con las
opiniones, las acciones y los afectos de otros personajes complicados en la
historia.
Como ya os avisaba en la introducción, tratándose de la escritura
literaria no hay recetas del todo seguras... y el punto exacto --que es lo que
importa de verdad-- sólo vais a encontrarlo a través de la práctica, las
reescrituras, y esa larga paciencia de amanuense obcecado en que consiste a
fin de cuentas el trabajo de un escritor. Ningún profesor de escritura creativa
os va a poder llevar de la mano en el momento de la verdad. Pero a la vez
espero que todas las estrategias que hemos ido estudiando sirvan para
reforzar el atractivo de vuestros textos, y su poder de convicción artística.
No hace falta decir que hay otras muchas. La escritura natural favorece
de entrada una empatía sólida e intensa hacia cualquier relato. Pero ya
hemos visto también que el texto de ficción debe sumergir a sus lectores en
una especie de fantaseo plástico y ligado --casi tangible, diríamos--, que
resista el tictac del reloj, el ronroneo del frigorífico... y los mil quehaceres
pendientes de los que el lector suele acordarse (no lo perdáis de vista)
apenas comienza a leer una historia. Sobre esta inmersión --y los posibles
modos de obtenerla-- vamos a hablar en el capítulo que sigue.
-en esta última frase, la coma, después de mujeres, nos dice que falta
gráficamente, pero no en el sentido, el verbo declarativo llegaron.
Al referirnos a la frase como tal, ya hemos dicho que algunos
tratadistas estiman que, mejor que hablar de elipsis, debe hablarse de
construcción nominal, es decir de aquella construcción en que el elemento
verbal se suprime a favor del nominal (sustantivos, adjetivos, y
determinantes-artículos, demostrativos y posesivos).
Modernamente, por mayor brevedad, se tiende a la construcción
nominal, aunque según Criado de Val, “son el francés y el inglés los idiomas
occidentales, que más intensamente acusan esta preferencia, mientras el
español y el alemán son los más resistentes a ella”.
Dos razones da este autor para explicar la actual preferencia por la
construcción nominal:
76
ORESTES CABRERA DÍAZ
SIGNOS DE PUNTUACIÓN
USO DE LA COMA
De todos los grafismos lineales y puntiformes con los cuales nos
empeñamos en señalar las relaciones lógicas de nuestras proposiciones, es
la coma el rasgo que nos da más motivos para cometer errores. El
desenvolvimiento de un texto, a menudo tributario de una sola coma, oscila
de la afirmación a la negación, siguiendo los lugares de ubicación que
asignemos a esos menudos signos auxiliares de la escritura.
Sus variadas aplicaciones exigen un estudio mucho más detenido que
los demás signos, entre otras razones, por la liberal construcción española,
que lícitas unas veces, vedadas en otras, hace que recurramos con frecuencia
a ese signo para no malograr el sentido o la claridad de las expresiones.
Su desacertada colocación ha originado equívocos risueños, famosos y
hasta trascendentales a veces, que han merecido los honores de la crónica y
hasta de la crítica autorizada.
Comúnmente se le llama a la coma signo de pausa, y sólo se le concede
el modesto papel de separar expresiones o palabras para que no se mezclen
entre sí, o el de simple intervalo respiratorio. Sin embargo, no es tan modesto
su papel, pues la confusión que introduciría su ausencia, haría ininteligibles
las ideas escritas; lo mismo que su colocación originaría equívocos y
confusiones, desvirtuando la claridad de lo que se quiere decir.
Los ejemplos que ofrecemos a continuación aclararán mejor estos
77
conceptos que la propia teoría:
Otro ejemplo:
Todos sus súbditos, sumisos y tímidos, uniéronse a su causa.
En esta forma resulta que todos sus súbditos son sumisos y tímidos, y
desde luego, que todos ellos se unieron a su causa. Pero si sacamos una de
las comas, la primera, resulta que solamente los tímidos y los sumisos se
unieron a su causa, y no así los demás.
82
Trabajo y recreo, combinados, producen bienestar.
Tuvo muchas veces competencia con el cura de su lugar, que era un
hombre docto, graduado en Sigüenza, sobre cual había sido mejor caballero.
(Cervantes)
83
PUNTO Y COMA
Este signo participa de la función de la coma, y en no pocos casos de la
del punto también. Su uso es muy convencional; menos que el de la coma,
pero tanto como puede serlo el carácter de signo mixto que ha adoptado hoy
en nuestras letras. Hasta poco después de comienzos del siglo se hacía de él
un uso correcto, pero el actual estilo cortado, nervioso, sincopado, va
cediendo el cetro al punto.
Lo usamos, comúnmente, para separar en los períodos más o menos
extensos, unas párrafos de otros, en los cuales hay una o más comas, o
ninguna, a veces, y siempre que las ideas que se suceden estén de tal manera
subordinadas a la principal que no podamos separarlas con el punto. Como
esta subordinación o dependencia la vemos y consideramos cada uno de
nuestra manera, o no la vemos, de ahí que optemos por cualquiera de los 3
signos dichos. Corroboran esto muchos ejemplos citados, y algunos que van
aquí con la autoridad que les confieren sus autores y que hemos escogido de
una obra de José M. Rafols:
Al que has de castigar con obra, no trates mal con palabras; pues le
basta al desdichado la pena del suplicio.
Sí; la montaña tiene un alma sensible difundida entre sus infinitos
accidentes; ella da rumor cadencioso a los árboles; vibración sonora a las
aristas agudas de las cimas; resonancia de acorde sagrado al viento.
Regla gramatical
El punto y coma (;) denota una pausa algo más prolongada que la que
indica la coma. Cuando en un período de alguna extensión se encuentra
alguna de las conjunciones adversativas, mas, pero, aunque, sino, sin
embargo, se le hará preceder de punto y coma.
Veamos estos párrafos:
84
Las cartas comerciales deben ser breves, claras y concisamente
redactadas; pero las que se dirijan a los amigos, o la familia, deben ser tan
extensas como se quiera.
El tomador de una letra de cambio es la persona que debe cobrar el
documento; sin embargo, esta puede endosarlo a otra. (Cuando la cláusula es
corta basta una coma antes de la conjunción.)
Aquí dio fin Cardento a su larga plática y tan desdichada como amorosa
historia; y al tiempo que el cura se prevenía para decirle algunas razones de
consuelo; le suspendió una voz que llegó a sus oídos.
(Cervantes)
DOS PUNTOS
Las aplicaciones de los dos puntos son interesantes. Fuera de los usos
comunes, usamos este signo para explicar, ampliar completar una
proposición que truncamos de pronto, sirviéndonos los dos puntos de enlace
con la siguiente, pues en realidad suplen un nexo callado; sin ellos el conjunto
carecería por lo regular de sentido. Hay quienes utilizan la coma con el mismo
oficio y viceversa, pero estas permutas no son siempre valederas en los
casos a que aludimos:
Hay autores que abusan de este signo por lo cómodo que resulta para
la concisión y el enlace rápido de ciertas construcciones; pero usado
moderadamente el efecto expresivo y vigorizador que se persigue es más
eficaz.
Regla gramatical
Los dos puntos a los que sigue siempre una aclaración, denotan una
pausa casi completa. Se ponen igualmente los dos punto después de los
saludos con que principian las cartas:
Muy Señor mío:
Obra en mi poder su carta del día...
Querido amigo:
He recibido con verdadera alegría...
Cuando se citan palabras textuales deben ponerse los dos puntos antes
del primer vocablo de la cita:
También se pondrán los dos puntos después de las frases: como sigue,
a saber, por ejemplo, y otras parecidas.
PUNTO FINAL
El punto final es como un apoyo en el camino de las ideas --dice Rafols--
y su acertado uso da al discurso la belleza y armonía de las facetas de una
gema bien tallada.
Puede escatimarse su uso, buscando nexos que lo suplan, como hacían
los prosistas de otros tiempos, tan sobrios en el punto como galanos y
audaces en los extensas períodos. Hoy, por lo contrario, hay marcada
tendencia a utilizarlo con exagerada largueza, al extremo de que en muchos
estilos el punto devora no sólo al punto y coma, sino también a la coma.
Prosistas admirables y ejemplares son hoy también galanos a través de ese
estilo cortado; pero otros que no son prosistas, ni galanos --agrega el autor--
remedan los formularlos telegráficos, o nos hacen víctimas de ese
“simultaneísmo vargasviliano" que convierte la prosa en hipo.
PUNTO SUSPENSIVO
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También cuando se hace una pausa al ir a expresar temor, duda o algo
sorprendente.
PARÉNTESIS
Actualmente, al paréntesis le ha salido un rival formidable en el guión
largo o rayuela, que no sólo desempeña la mayor parte de los oficios
asignados antiguamente al paréntesis, sino que, además, se usa a veces
simplemente para dar énfasis a un elemento que, en realidad, no interrumpe
en modo alguno al sentido de la oración principal. No obstante, el paréntesis
se usa todavía para segregar los mismos elementos que hemos visto entre
rayuelas.
En otras palabras: se encierra entre paréntesis la oración incidental
aclaratoria, ya sea breve o larga, que, interrumpiendo el sentido y giro de lo
expuesto, tiene alguna conexión con lo que se va diciendo. Veamos este
párrafo de Cadalso:
COMILLAS
Las comillas se usan en las citas, transcripciones, títulos de
publicaciones y libros, voces y giros exóticos. Aunque su utilización se va
restringiendo, todavía las vemos encerrando nombres de embarcaciones,
fábricas, instituciones, localidades, trofeos, etc., seguramente para impedir
confusiones. Úsanse también para destacar palabras, en vez de los tipos
negritas o cursivas (bastardillas), que no siempre resultan cómodos para el
tipógrafo.
Sin embargo, esas voces prescinden por lo general del signo si van con
inicial mayúscula, pues con ella ya adquieren significado propio, como sería el
caso de embarcaciones, fábricas, instituciones, etcétera.
Hasta hace algunos años, las transcripciones extensas, como
conferencias, discursos, pasajes de obras, y otros, empezaban con comillas
de apertura, que se cerraban, o no, en cada párrafo aparte, para cambiarse
por las comillas de clausura al comienzo del siguiente, y así hasta el cierre
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final. Hoy sólo van abriéndose los párrafos apartes, dejándose las comillas de
clausura para el final de la transcripción. Si hay citas intercaladas, se suele
abrir comillas en cada línea --o a gusto del autor-- y se cierran cuando
aquellas terminan. Pero en las transcripciones extensas, frecuentemente se
reduce hoy el cuerpo y se prescinde de las comillas --salvo las de
intercalaciones-- como podemos comprobarlo a diario, en que los discursos y
las conferencias ocupan vastos espacios de lo rotativos.
Otros usos
Las comillas se pueden utilizar cuando se quiere dar cierto, énfasis a
una palabra, o simplemente un sentido irónico:
El peligro del uso de este signo está en el abuso que del mismo, hacen
algunos escritores. Hay quienes entrecomillan las palabras creyendo que así
la frase resulta más intencionada o más "graciosa". El resultado suele ser
antiestético y hasta contraproducente.
Cuando se abusa de las comillas el signo pierde fuerza y acaba por ser
prácticamente insignificante.
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LOS ACENTOS
ACENTO TÓNICO
Se acentúan las palabras agudas (oxítonas), o sea las que su última
sílaba se pronuncia con más fuerza, cuando terminan en vocal, n o s. sofá,
jamás, batintín, según.
Las palabras agudas que terminan en consonantes que no sean n o s no
se acentúan: arroz, pared, barril, cantar.
Se acentúan las palabras llanas (paroxítonas), o sea las que su
penúltima sílaba se pronuncia con más fuerza, cuando no terminan en vocal,
n o s: Alcázar, Apóstol, César, Cristóbal, Núñez.
Se acentúan las palabras esdrújulas (preparoxítonas), o sea las que su
antepenúltima sílaba se pronuncia con más fuerza: crítico, cámara, lámpara,
héroe, míralo.
Si al posponer un nombre a una forma verbal ésta se convierte en
palabra esdrújula, hay que acentuarla como tal: abriéronse, sacáronla,
devolviéronles, etcétera.
Las palabras esdrújulas siempre se acentúan.
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Las palabras sobresdrújulas, que son en las que se carga la
pronunciación en 3 y aun 4 sílabas antes de la última, también se acentúan:
sácaselos, contándoselo, oblíguesele, quédatelo, etcétera.
Cuando una forma verbal lleva acento lo conserva aun cuando se le
agregue un pronombre: castigóme, conmovióla, suplicále, etcétera.
Cuando un vocablo se compone de 2 elementos, ha de suprimirse el
acento que corresponde al primer componente: decimosexto,
decimoséptimo, rioplatense porque el primer componente pierde
normalmente el acento prosódico, lo cual no ocurre en los adverbios
terminados en mente, en que ambos componentes conservan su tonicidad
propia.
La pronunciación de esos adverbios con un solo acento, es decir, con
voces llanas, ha de tenerse por incorrecta. Se pronunciará pues, y se escribirá
en el adverbio marcando en el adjetivo el acento que debiera llevar como
simple: ágilmente, cortésmente, lícitamente.
Cuando los vocablos están formados por 2 adjetivos unidos con guión,
cada elemento debe conservar su acento: físico-químico; y cuando 2
gentilicios designen una fusión deben escribirse sin separación: anglosajón,
francoalemán; mientras que cuando no haya fusión se escribirán con guión:
hispano-cubano.
La cuestión de los acentos cambia de aspecto cuando los vocablos, o
una de sus sílabas, son diptongos o triptongos. Entonces el acento se usa
para deshacer el diptongo o el triptongo, si la pronunciación lo exige: laúd,
baúl, país, transeúnte, rúa, río, tío, raíz, decíais, decidíamos, sufría, egoísmo y
otros.
Quiere decir que un diptongo se deshace acentuando la vocal débil del
mismo (que es siempre la i o la u), y un triptongo, acentuando una de las
vocales débiles; como íais, de decidíais o de decías. Si no se acentuara la
primera i del triptongo, el vocablo tendría que pronunciarse cargando en la
sílaba ci, en el primer caso, y en la sílaba de, en el segundo.
NUEVAS NORMAS
Los monosílabos: fue, fui, vio, dio, se recibirán sin tilde.
Los pronombres: éste, ése, aquél, con sus femeninos y plurales llevarán
normalmente tilde; pero la Real Academia autoriza prescindir de ella cuando
no exista riesgo de anfibología.
La partícula aun llevará tilde (aún) y se pronunciará como bisílaba
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cuando pueda sustituirse por todavía, sin alterar el sentido de la frase:
Aún está enfermo.
No ha llegado aún.
En los demás casos, es decir, con el significado de hasta, también,
inclusive (o siquiera con negación) se escribirá sin tilde:
Aun los sordos han de oírme.
No hizo nada por él, ni aun lo intentó.
La palabra solo en función adverbial, podrá llevar acento ortográfico si
con ello se ha de evitar una anfibología.
Contrariamente a lo que se había anunciado al publicarse las nuevas
normas de ortografía, no hay que suprimir el acento ortográfico en los
infinitivos terminados en air, eir y oir. Así embaír, reír, sonreír, oír, desoír,
deben llevar acento ortográfico.
CONJUNCIONES Y PREPOSICIONES
Las conjunciones e, o, u, y la preposición a no llevan tilde. Sólo la lleva la
conjunción o cuando va entre cifras para evitar que se confunda con el cero:
Uno u otro.
Madre e hija.
María va a casa.
5 ó 6 niños.
También la Real Academia recomienda la acentuación de las letras
mayúsculas.
Las voces extranjeras se acentúan de acuerdo con las reglas
castellanas; pero los nombres propios extranjeros se escribirán sin ponerles
ningún acento que no tenga en el idioma original.
ACENTO DIACRÍTICO
Acento diacrítico es el que se aplica para distinguir la función o el oficio
de ciertos vocablos de igual escritura o con carácter homónimo; entre ellos
hay varios monosílabos como: el, si, se, mi, tu, de, te, mas.
Los términos que, cual, quien, cuyo, cuando, cuanto, como, donde,
adonde, se acentúan cuando tienen carácter de interrogativos o admirarlos.
CASOS DE HIATOS
En cuanto a la acentuación ortográfica en los casos de hiatos, se dejan
de lado las reglas generales y se coloca la tilde sobre la vocal débil, a sobre la
primera vocal, si ambas son débiles.
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ORTOGRAFIA
REGLAS GENERALES
1. Se escribe d a fin de palabra cuando el plural lo hace en des.
Ej.: De bondad, bondades.
2. Se escribe z a fin de palabra cuando el plural lo hace en ces.
Ej.: De juez, jueces.
3. Se escribe y a final de palabra cuando no sean agudas terminadas en esta
vocal.
Ej.: Muy, rey, ley, hoy, doy, voy.
Excepto: Colibrí, manatí, hurí ...
4. Después de las consonantes l-n-s (lunes) y al principio de palabra, se
escribe r aunque se lea como rr.
Ej.: Alrededor, honra, Israel, rabia.
5. Se escriben con mayúscula los nombres propios, al empezar un escrito y
después de punto.
Ej.: José, Córdoba, Ebro, Ibérica.
6. Las palabras derivadas se escriben con la misma ortografía que las
primitivas de donde proceden.
Excepto: De hueco, oquedad.
De huérfano, orfandad, orfanato.
De hueso, ósea, osario, osamenta
De huevo, oval, ovoide, ovíparo
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De Huelva, onubense
De Huesca, oscense.
REGLAS DE LA B
Se escriben con b
1. Las palabras que empiezan por al
Ej.: albañil - alboroto.
Excepto: Álvaro - alvéolo - altavoz – altivez.
2. Las palabras que empiezan por es
Ej.: esbelto - escarbar.
Excepto: esclavo - esclavitud – esquivar – estival – espolvorear.
3. Las palabras que empiezan por ab - ob
Ej.: abdicar - objeto.
4. Las palabras que empiezan por bu - bur - bus
Ej.: bujía - burbuja - busto.
5. Las palabras que empiezan por bien
Ej.: bienvenido - bienestar.
Excepto: Viena - viento – vientre.
6. Las palabras que empiezan por abu – abo
Ej. abusar – abolir
Excepto: avocar
7. Las palabras que terminan en bilidad
Excepto: movilidad - civilidad.
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8. Las palabras que terminan en bundo - bunda
Ej.: meditabundo - moribunda.
9. Las palabras que terminan en probar
Ej.: aprobar - comprobar.
10. Las terminaciones del pretérito imperfecto de indicativo de los
verbos de la 1ª. conjugación (infinitivo en -ar) y también el mismo tiempo del
verbo ir (iba - ibas - iba - íbamos - ibais - iban)
Ej.: amaba – rezábamos – llorabais - iban.
11. Las palabras en que a la b le siga una consonante
Ej.: subvención – objetivo – habría
REGLAS DE LA C
Se escriben con c
1. Las palabras terminadas en encia - ancia
Ej.: conciencia – paciencia – infancia – tendencia
Excepto: ansia
2. Las palabras terminadas en cir – ducir
Ej: conducir – decir – reducir – lucir
Excepto: asir
3. Los verbos terminados en cer
Ej.: hacer – mecer – obedecer – cocer
Excepto: ser – coser – toser
REGLAS DE LA G
Se escriben con g
1. Las palabras que empiezan por in
Ej.: indígena - ingeniero.
Excepto: injerto – injertar
2. Las sílabas ges - gen
Ej.: genio – gente – virgen - digestión
Excepto: Jenaro - jenable – jengibre – majestad – enajenar - ajeno -
berenjena
3. Las palabras que terminan en gen – gente – gional – gélico – genario –
gión – géneo – gionario – génico – gioso – gésico – gírico – gesimal –
ogía – giénico – ígena – genio – ígeno – génito – gíneo – ginoso – gismo
(excepto salvajismo y espejismo por derivarse de salvaje y espejo) – ógica
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- gético
Ej.: urgente – indigenge – contingente – legionario – oxígeno – lógica –
energético
4. Las palabras que terminan en ger - gir - igerar - gía
Ej.: proteger - afligir - aligerar.
Excepto: mujer - tejer - crujir - desquijerar – lejía – bujía – herejía -
apoplejía
5. Las palabras compuestas por geo (tierra)
Ej.: geografía – geología - hipogeo
6. Los verbos que terminan en ger – gir – igerar sustituyen la g por la j
cuando le sigue una a o una o
Ej.: proteger-protejas – regir-rijo – fingir-finjo – coger-cojan
REGLAS DE LA H
Se escriben con h
1. Las palabras que empiezan por hipo - hidro - hiper
Ej.: hipócrita - hidrógeno - hipérbola
2. Las palabras que empiezan por hue - hui - hia - hie
Ej.: hueco - huida - hiato - hielo.
3. Las palabras que empiezan por hu más m más vocal
Ej.: humedad - humano.
4. Todos los tiempos de los verbos haber, hacer, hablar, hallar y habitar
Ej.: hubo - hago - hallo - hablo – habito
5. Los compuestos y derivados de palabras que llevan h
Ej.: deshacer – enharinar – inhábil
Excepto: hueso-osario – hueco-oquedad – huérfano-orfandad –
huevo-ovario
REGLAS DE LA J
Se escriben con j
1. Los sonidos ja – jo – ju
Ej.: caja – joven - judío
2. Las palabras que empiezan por aje - eje
Ej.: ajedrez - ejercer.
Excepto: agencia - agenda – agente
3. Las palabras que terminan en aje - eje - uje
Ej.: coraje - hereje.
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Excepto: protege – cónyugue – auge - ambages
4. Las palabras que terminan en jero - jera - jería
Ej.: aligero – flamígero – belígero - ligero.
5. Las palabras que terminan en jear
Ej.: canjear - cojear.
6. Los tiempos de los verbos en que intervengan los sonidos je – ji, si en el
infinitivo no llevan ni g ni j
Ej.: producir-produje – conducir-conduje – decir-dijimos – traer-trajimos
REGLAS DE LA LL
Se escriben con ll
1. Las palabras que empiezan por fa - fo - fu
Ej.: falleba - folleto - fullería.
2. Las palabras que terminan en illo - illa
Ej.: ovillo - pastilla.
3. Las palabras que terminan en alle – elle – ello
Ej.: valle – calle – fuelle – sello – cuello
Excepto: plebeyo - leguleyo
REGLA DE LA M
Se escribe con m
1. Siempre delante de p y b
Ej.: Bombilla, lámpara.
2. A fin de sílaba cuando la sílaba siguiente empieza por na, ne, ni, no
Ej.: columna - alumno - solemne - amnesia
Excepto: perenne, y los compuestos de las preposiciones en - in - con –
sin
Ej.: ennoblecer, innovar, connatural, sinnúmero.
REGLA DE LA P
Se escribe con p
1. Hay muchas palabras que llevan p al final de la sílaba sin que exista para
ello regla alguna, pero conviene conocer su ortografía
Ej.: lapso – adepto – ruptura – elipse – cápsula – cripta – inepto –
triptongo – apto – optar – interruptor – erupción
REGLAS DE LA R
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Se escribe con una sola r
1. Las palabras que comienzan con r
Ej.: rana – rosa – rico – rumor
2. Después de las consonantes n – l – s
Ej.: Israel – enredo – alrededor – Enrique
REGLAS DE LA S
Se escriben con s
1. Las palabras que comienzan con seg – sig
Ej.: segar – segundo – sigla – siguiente
Excepto: cigüeña – cigarro – cegatón, etc.
2. Las palabas que terminan con ulsión – ísimo – sivo
Ej.: emulsión – rapidísimo – repulsivo
Excepto: nocino – lascivo
3. Los gentilicios con la terminación ense
Ej.: canadiense – costarricense - nicaragüense
Excepto: vascuence
4. No confundir con la x las siguientes palabras
Ej.: espontáneo – estructura – espléndido – estentóreo - estreñido –
estricto – espectro - estremecer
REGLAS DE LA V
Se escriben con v
1. Las palabras que empiezan por di
Ej.: divino - diversión.
Excepto. dibujo - dibujar – dibujante – diabólico - disturbio
2. Las palabras que empiezan por vice-villa
Ej.: viceversa - villanía.
Excepto: billar (juego) y biceps (músculo)
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3. Las palabras que empiezan por ad
Ej.: adverbio - adversario.
4. Las palabras que empiezan por lla - lle - llo - llu.
Ej.: llave - llevar - llover - lluvia.
REGLAS DE LA X
Se escriben con x:
1. Las palabras que empiezan por extra
Ej.: extraño - extravío.
Excepto: estrada - estrafalario - estragar - estrangular - estratagema –
estraza – estrategia - estrato
2. Delante de las sílabas pla - pie - pil – plo - pre - pri - pro
Ej.: explotar - expresar - exprimir.
Excepto: esplendor y espliego
3. Las siguientes palabras que no responden a reglas concretas
Ej.: auxilio – conexión – máximo – flexible
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REGLAS DE LA Y
Se escriben con y
1. Los tiempos gramaticales de los verbos que no llevan ni ll ni y en el
infinitivo
Ej.: oír-oyendo – erguir-yergo – ir-yendo – caer-cayó
2. Al final de la palabra cuando ésta no es aguda o cuando siéndolo, el
acento no esta en la i (marroquí, confundí)
Ej.: grey – Uruguay – Godoy
3. Las siguientes palabras que no responden a reglas concretas
Ej.: plebeyo – enjoyar – disyuntiva – payaso – bayeta – ensayar – reyerta
– pléyade
REGLAS DE LA Z
La z cambia al final de una palabra cuando el plural termina en es
Ej.: audaz-audaces – luz-luces – juez-jueces – pez-peces
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