Aristoteles
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Aristoteles
Aristóteles
En la Academia de Platón
Aristóteles nació en el año 384 a.C. en Estagira, una pequeña localidad
macedonia cercana al monte Athos; de su población natal procede una
designación habitual para referirse al filósofo: el Estagirita. Su padre,
Nicómaco, era médico de la corte de Amintas III, padre de Filipo II de
Macedonia y, por tanto, abuelo de Alejandro Magno. Nicómaco pertenecía a
la familia de los Asclepíades, que se reclamaba descendiente del dios
fundador de la medicina y cuyo saber se transmitía de generación en
generación. Ello invita a pensar que Aristóteles fue iniciado de niño en los
secretos de la medicina, y que de ahí le vino su afición a la investigación
experimental y a la ciencia positiva. Huérfano de padre y madre en plena
adolescencia, fue adoptado por Proxeno, al cual podría mostrar años
después su gratitud adoptando a un hijo suyo llamado Nicanor.
En el año 367, es decir, cuando contaba diecisiete años de edad, fue
enviado a Atenas para estudiar en la Academia de Platón. No se sabe qué
clase de relación personal se estableció entre ambos filósofos, pero, a
juzgar por las escasas referencias que hacen el uno del otro en sus
escritos, no cabe hablar de una amistad imperecedera. Lo cual, por otra
parte, resulta lógico si se tiene en cuenta que la filosofía de Aristóteles iba a
fundarse en una profunda crítica al sistema filosófico platónico.
Platón
(Atenas, 427 - 347 a. C.) Filósofo griego. Junto con su maestro Sócrates y
su discípulo Aristóteles, Platón es la figura central de los tres grandes
pensadores en que se asienta toda la tradición filosófica europea. Fue el
británico Alfred North Whitehead quien subrayó su importancia afirmando que
el pensamiento occidental no es más que una serie de comentarios a pie de
página de los diálogos de Platón.
Obras de Platón
A diferencia de Sócrates, que no dejó obra escrita, los trabajos de Platón se
han conservado casi completos. La mayor parte están escritos en forma
dialogada; de hecho, Platón fue el primer autor que utilizó el diálogo para
exponer un pensamiento filosófico, y tal forma constituía ya por sí misma
un elemento cultural nuevo: la contraposición de distintos puntos de vista y
la caracterización psicológica de los interlocutores fueron indicadores de
una nueva cultura en la que ya no tenía cabida la expresión poética u
oracular, sino el debate para establecer un conocimiento cuya legitimación
residía en el libre intercambio de puntos de vista y no en la simple
enunciación.
Una característica del estilo platónico que revela una admirable conjunción
entre pensamiento y expresión es su empleo del mito para hacer más
evidente el pensamiento filosófico. Sin duda el más célebre de ellos es el
mito de la caverna utilizado en La República; pero también son conocidos el
del juicio de ultratumba, que aparece en Gorgias, y el de Epimeteo,
en Protágoras.
La filosofía de Platón
El conjunto de la obra de Platón, cuya producción abarcó más de cincuenta
años, ha permitido formular un juicio bastante seguro sobre la evolución de
su pensamiento. De las obras de juventud consagradas a las
investigaciones morales (siguiendo el método socrático) o a la defensa de
la memoria de Sócrates, pasó Platón a desarrollar sus ideas filosóficas y
políticas en los diálogos constructivos o sistemáticos, y luego a revisar y
completar sus propias teorías en las difíciles obras de su etapa final.
El mito de la caverna
En su obra La República, Platón ilustró esta concepción con el célebre mito de
la caverna. Imaginemos, dice Platón, una serie de hombres que desde su
nacimiento se hallan encadenados en una cueva, y que desde pequeños
nunca han visto nada más que las sombras, proyectadas por un fuego en
una pared, de las estatuas y de los distintos objetos que llevan unos
porteadores que pasan a sus espaldas. Para esos hombres encadenados,
las sombras (los seres del mundo sensible) son la única realidad; pero, si los
liberásemos, se darían cuenta de que lo que creían real eran meras
sombras de las cosas verdaderas (las Ideas del mundo inteligible).
Sólo el mundo inteligible es el verdadero ser, la verdadera realidad; el
mundo sensible es mera apariencia de ser. Dado que el mundo físico, que
se percibe mediante los sentidos, está sometido a continuo cambio y
degeneración, el conocimiento derivado de él es restringido e inconstante;
es un mundo de apariencias que solamente puede engendrar opinión (doxa)
mejor o peor fundamentada, pero siempre carente de valor. El verdadero
conocimiento (epistéme) es el conocimiento de las Ideas. En este punto es
patente la influencia de su admirado Parménides.
En el Timeo, Platón explicó el origen del mundo sensible a través de la figura
de un poderoso hacedor, el Demiurgo, una divinidad superior que, feliz en
la perenne contemplación de las Ideas, quiso, por su misma bondad,
difundir en lo posible el bien en la materia. El Demiurgo, disponiendo del
espacio vacío y partiendo de la materia caótica y eterna, modeló poliedros
regulares de los cuatros elementos (la tierra, el fuego, el aire y el agua,
conforme a la formulación de Empédocles), y, combinándolos, formó los
distintos seres del mundo sensible tomando las Ideas como modelos; tales
seres, obviamente, no podían ser perfectos por las mismas limitaciones de
la naturaleza de la materia. Hay que subrayar que el Demiurgo, partiendo
de la materia, formó cosas materiales; el alma humana, que es inmaterial,
no es obra suya.
El alma
Ética y política
Su influencia
Platón
(Atenas, 427 - 347 a. C.) Filósofo griego. Junto con su maestro Sócrates y
su discípulo Aristóteles, Platón es la figura central de los tres grandes
pensadores en que se asienta toda la tradición filosófica europea. Fue el
británico Alfred North Whitehead quien subrayó su importancia afirmando que
el pensamiento occidental no es más que una serie de comentarios a pie de
página de los diálogos de Platón.
Obras de Platón
A diferencia de Sócrates, que no dejó obra escrita, los trabajos de Platón se
han conservado casi completos. La mayor parte están escritos en forma
dialogada; de hecho, Platón fue el primer autor que utilizó el diálogo para
exponer un pensamiento filosófico, y tal forma constituía ya por sí misma
un elemento cultural nuevo: la contraposición de distintos puntos de vista y
la caracterización psicológica de los interlocutores fueron indicadores de
una nueva cultura en la que ya no tenía cabida la expresión poética u
oracular, sino el debate para establecer un conocimiento cuya legitimación
residía en el libre intercambio de puntos de vista y no en la simple
enunciación.
Los veintiséis diálogos platónicos probadamente auténticos (de los cuarenta
y dos transmitidos por la Antigüedad) pueden clasificarse en tres grupos.
Los diálogos del llamado período socrático (396-388), entre los que se
incluyen la Apología, Critón, Eutifrón, Laques, Cármides, Ión, el Hipias menor y tal
vez Lisis (que quizá sea posterior), revelan claramente la influencia de los
métodos de Sócrates y se distinguen por el predominio del elemento
mímico-dramático: comienzan abruptamente, sin preámbulos
preparatorios. Todas estas obras son anteriores al primer viaje de Platón a
Sicilia, y en ella dominan los diálogos investigadores a la manera socrática.
Dentro de los diálogos del siguiente período, llamado constructivo o
sistemático, pertenecen a una fase de transición Protágoras, Menón (que
anunció la doctrina de las Ideas), Gorgias, Menéxenes, Crátilo y Eutidemo. Los
grandes diálogos de esta etapa son el Fedón, cuyo tema es la inmortalidad
del alma; El banquete, en el que seis oradores debaten sobre el amor; La
República, el texto platónico más sistemático, fruto de largos años de
trabajo, que presenta tres líneas principales de argumentación (ético-
política, estético-mística y metafísica) combinadas en un todo; y el Fedro,
que mediante la forma de diálogo dramático debate aspectos relativos a la
belleza y el amor, y contiene momentos de honda poesía. Estos diálogos,
en los que se muestra en su apogeo la fuerza expresiva de Platón, no son
ensayos filosóficos propiamente dichos, sino obras literarias que tratan
temas filosóficos, y por ello no se limitan a un solo tema o asunto.
Los diálogos del período tardío o revisionista, por último, fueron escritos a
partir del momento de la fundación de la Academia. Si bien carecen de los
méritos dramáticos y literarios que caracterizaron a los diálogos
precedentes, presentan en cambio una mayor sutileza y madurez de juicio,
ya que en ellos se expresa más el pensador decidido a presentar la
definitiva exposición de su pensamiento filosófico que el artista. En
el Parménides, Platón revisa la doctrina de las Ideas; en el Teeteto combate el
escepticismo de Protágoras acerca del conocimiento, al tiempo que exalta
la vida contemplativa del filósofo; en el Timeo expone el mito de la creación
del mundo por obra del Demiurgo; en el Filebo trata las relaciones entre el
Bien y el placer, y en Las leyes intenta adaptar más a la realidad su doctrina
del Estado ideal, tomando como referencia las constituciones y legislaciones
de varias ciudades griegas.
Una característica del estilo platónico que revela una admirable conjunción
entre pensamiento y expresión es su empleo del mito para hacer más
evidente el pensamiento filosófico. Sin duda el más célebre de ellos es el
mito de la caverna utilizado en La República; pero también son conocidos el
del juicio de ultratumba, que aparece en Gorgias, y el de Epimeteo,
en Protágoras.
La filosofía de Platón
El conjunto de la obra de Platón, cuya producción abarcó más de cincuenta
años, ha permitido formular un juicio bastante seguro sobre la evolución de
su pensamiento. De las obras de juventud consagradas a las
investigaciones morales (siguiendo el método socrático) o a la defensa de
la memoria de Sócrates, pasó Platón a desarrollar sus ideas filosóficas y
políticas en los diálogos constructivos o sistemáticos, y luego a revisar y
completar sus propias teorías en las difíciles obras de su etapa final.
Su influencia
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¿En qué se traduce entonces su idea de una vida feliz? En una vida sencilla, con
sólidas amistades, pequeños placeres y alejada de tensiones innecesarias. Una vida
tranquila, sin excesos. Independiente. Autónoma. Autárquica. Una vida basada en el
mismo principio de la filosofía estoica: la ataraxia. La tranquilidad de ánimo. La paz de
espíritu. Y toda su filosofía está enfocada a ello. Para Epicuro, el conocimiento no sirve
para nada si no ayuda al hombre a ser feliz.
Esta realidad, dice el filósofo griego, está compuesta por dos elementos: átomos
y vacío, que es el espacio en el que se mueven los átomos. Estos elementos forman la
realidad, el universo en el que vivimos. Un universo que, dice Epicuro, es eterno, lo que
supone un gran golpe de efecto en cuanto a las opciones metafísicas aportadas antes
y después de él. Olvidémonos de motores inmóviles, de Dioses y de primeros
principios. La existencia, sencillamente, existe. Desde siempre y para siempre. No tiene
principio ni fin. La existencia es infinita.
Un agnóstico deísta
Puede que el lector, tras lo leído anteriormente, considere a Epicuro un ateo
recalcitrante, si bien no es exactamente así. En la materialista filosofía de Epicuro el
universo es un mecanismo sin finalidad o intervención. Es decir, que los dioses existen
o pueden existir, pero que no interfieren en modo alguno en los acontecimientos del
mundo. No les importa absolutamente nada el curso de la historia, ni prestan ninguna
atención a la vida de los hombres. Ante esto, Epicuro cree que lo mejor es que
nosotros hagamos lo mismo y vivamos sin preocuparnos de ellos. De hecho, para él los
dioses no tienen más que una función educativa, como ejemplo de la virtud y
excelencia a la que hemos de tender los seres humanos.
Epicuro no cree ni deja de creer. Cree que podría haber dioses, pero
que no interfieren en los acontecimientos del mundo
Muchos de aquellos que jamás se han preocupado por la filosofía, para los que
Epicuro y muchos otros son perfectos desconocidos, viven, sin saberlo, según los
preceptos de nuestro protagonista, que nos dio algunas de las claves más naturales
y eficaces para lograr una vida digna de ser vivida. Su pensamiento no deja de ser
visible en multitud de ramas científicas y psicológicas, y no deja de ser curioso que,
aún hoy, acudamos a expertos, leamos libros y paguemos cursos que, en realidad,
dicen poco más que aquello que este griego dejó dicho hace ya más de 2.000 años… y
nosotros sin enterarnos. Esfuerzo, gasto y preocupaciones que, con toda seguridad,
quedarían resueltas con una visita a la biblioteca más cercana. Sólo por eso ya merece
la pena investigar el pensamiento de Epicuro.
Palabra de Epicuro
“Comamos y bebamos, pues mañana moriremos”
«¿Dioses? Puede que los haya. Ni lo afirmo ni lo niego, porque no lo sé y no tengo modo de
saberlo. Pero sí sé, porque me lo enseña la experiencia diaria, que si existen ni se ocupan ni se
preocupan por nosotros”
“La muerte es una quimera, pues, cuando yo estoy, no está ella; y cuando está ella, no estoy yo”
“¿Quieres ser rico? No te afanes en aumentar tus bienes, sino en disminuir tu codicia”
“Debemos meditar sobre las cosas que nos reportan felicidad, porque si disfrutamos de ella, lo
poseemos todo, y si nos falta, hacemos todo lo posible por obtenerla”
Sócrates
(Atenas, 470 a.C. - id., 399 a.C) Filósofo griego. Pese a que no dejó
ninguna obra escrita y son escasas las ideas que pueden atribuírsele con
seguridad, Sócrates es una figura capital del pensamiento antiguo, hasta el
punto de ser llamados presocráticos los filósofos anteriores a él. Rompiendo
con las orientaciones predominantes anteriores, su reflexión se centró en el
ser humano, particularmente en la ética, y sus ideas pasaron a los dos
grandes pilares sobre los que se asienta la historia de la filosofía occidental:
Platón, que fue discípulo directo suyo, y Aristóteles, que lo fue a su vez de
Platón.
Sócrates
Con los bienes que le dejó su padre al morir pudo vivir modesta y
austeramente, sin preocupaciones económicas que le impidiesen dedicarse
al filosofar. Se tiene por cierto que Sócrates se casó, a una edad algo
avanzada, con Xantipa, quien le dio dos hijas y un hijo. Cierta tradición ha
perpetuado el tópico de la esposa despectiva ante la actividad del marido y
propensa a comportarse de una manera brutal y soez. En cuanto a su
apariencia, siempre se describe a Sócrates como un hombre rechoncho, con
un vientre prominente, ojos saltones y labios gruesos, del mismo modo que
se le atribuye también un aspecto desaliñado.
El ser humano aspira a la felicidad, y hacia ello encamina sus acciones. Sólo
una conducta virtuosa, por otra parte, proporciona la felicidad. Y de entre
todas las virtudes, la más importante es la sabiduría, que incluye a las
restantes. El que posee la sabiduría posee todas las virtudes porque, según
Sócrates, nadie obra mal a sabiendas: si, por ejemplo, alguien engaña al
prójimo es porque, en su ignorancia, no se da cuenta de que el engaño es
un mal. El sabio conoce que la honestidad es un bien, porque los beneficios
que le reporta (confianza, reputación, estima, honorabilidad) son muy
superiores a los que puede reportarle el
Sócrates toma la cicuta (detalle de un óleo de David)
Enrique Serrano*
En oposición a Platón, Aristóteles comienza por advertir, al igual que lo había hecho en
su análisis del concepto de Bien, que la noción de justicia se utiliza con diversos
significados2. Su estrategia para determinar estos significados consiste en establecer
los distintos usos del adjetivo injusto. De esta manera, advierte que llamamos injusto
tanto al transgresor de la ley (paranomos), como al codicioso (pleonektês), esto es,
aquél que atenta contra la igualdad, al exigir más de los bienes y menos de los males
que le corresponden. Esta vía negativa permite definir dos sentidos centrales del
término justicia. En un primer sentido, justicia es, en cierto modo, lo legal y, en un
segundo sentido, es el respeto a la igualdad o, para ser más precisos, aquello que
impide la generación de desigualdades no justificadas. Al primer sentido se lo ha
denominado justicia universal o general (iustitia legalis sive universalis - sive
generalis), al segundo justicia particular (iustitiaparticularis).
De suerte que es evidente que, al lado de la injusticia total, hay una parcial sinónima
de ella, pues su definición está dentro del mismo género; ambas pues tienen la fuerza
de ser definitivas con relación al prójimo, pero una tiene por objeto el honor o el dinero
o la seguridad o algo que incluya todo esto (si tuviéramos un solo nombre para
designarlo), y tiene por móvil el placer que procede de la ganancia, mientras que la
otra se refiere a todo cuanto interesa al ser humano virtuoso (EN 1130a-1130b).
En la Retórica se introduce una distinción que, aunque próxima a ésta, implica una
diferencia importante:
Figura
En relación con el tema de la justicia universal, ante todo es menester advertir que
Aristóteles reflexiona desde un contexto social en donde no existe un amplio desarrollo
del proceso de diferenciación funcional de la sociedad, como sucede en la modernidad.
Por ello, cuando él habla de las leyes (nomoi) se refiere a todas las normas que
regulan las relaciones sociales, es decir, no sólo habla del sistema jurídico, sino
también de las costumbres en general. Precisamente, utiliza la noción de justicia
universal porque "las leyes hablan de todas las cosas y tratan de realizar lo que
conviene a todos (...)" (EN 1129b 14). Sin embargo, en la Grecia clásica ya se
establece una diferenciación entre las costumbres en general y aquellas leyes escritas
que conforman lo que Aristóteles llama la justicia política. Esta diferenciación
corresponde a la distinción entre oikos y polis. En el mito de Prometeo y Epimeteo, que
narra Platón en el Protágoras, se plantea que si bien los hombres son
espontáneamente sociales, sólo se convierten en seres políticos cuando tienen la
capacidad de reunirse para definir conscientemente aquellas leyes que definen sus
fines e identidad común, es decir, cuando adquieren el sentido de la justicia y del
pudor (el sentido moral en general). De acuerdo con Aristóteles, los seres humanos
son por naturaleza animales políticos potencialmente. Esta potencialidad política se
actualiza cuando constituyen, mediante la actividad conjunta, la polis. La justicia
universal, por tanto, se refiere fundamentalmente al conjunto de leyes que
representan los muros espirituales de la polis y en las que se condensa el bien común.
Aristóteles parte del supuesto de que la legalidad implica la justicia, pues las leyes
introducen un orden (kosmos) que hace posible no sólo la convivencia, sino también la
aspiración de alcanzar una vida buena. Aunque el conjunto de normas imperantes en
una sociedad concreta no cumplan plenamente con las exigencias de la justicia, su
mera eficacia ya implica un mayor grado de justicia en comparación con aquellas
sociedades en donde no existe un legalidad definida o donde ésta no se respeta. Para
Aristóteles el concepto de legalidad presupone no sólo una regularidad en las
conductas, sino también una referencia a la justicia. Porque la ley (en su sentido
normativo) contiene el mandato de vivir conforme a la virtud y la prohibición de
comportarse de manera viciosa. Como dirá más tarde San Agustín la diferencia entre
las leyes y las órdenes dadas por un ladrón (o por un tirano) es que en las primeras
existe una demanda de justicia, de la que emana su autoridad.
En tanto las leyes representan el principal medio para formar a los individuos como
miembros de la sociedad en general y como ciudadanos en particular, todos deben
obedecerlas. De acuerdo con Aristóteles el mejor gobierno es el gobierno de las leyes;
pues, la única otra alternativa a este último sería el gobierno de un ser infinitamente
sabio, capaz de controlar plenamente sus pasiones, lo que, como el propio Platón
reconoció, no es una alternativa real o viable en el mundo humano.
(...) no es más justo gobernar que ser gobernado, y al hacerlo por turno es justo. Esto
es ya una ley, pues el orden es una ley. Por consiguiente, es preferible que mande la
ley antes que uno cualquiera de los ciudadanos, y por esa misma razón, aún si es
mejor que gobiernen varios, éstos deben ser establecidos como guardianes y
servidores de las leyes. Pues es necesario que existan algunos magistrados, pero no es
justo, se dice, que tenga el poder uno solo, al menos cuando todos son iguales (... )
Así pues, el que defiende el gobierno de la ley, parece defender el gobierno de la
divinidad y de la inteligencia; en cambio, el que defiende el gobierno de un hombre
añade también un elemento animal; pues tal es el impulso afectivo, y la pasión
pervierte a los gobernantes y a los hombres mejores. La ley es, por tanto, razón sin
deseo. (Política 1287a)
Aristóteles advierte una conexión entre legalidad y justicia en el nivel conceptual, esto
es, que la noción de legalidad implica de manera implícita una referencia a la justicia.
Por ejemplo, ningún legislador puede afirmar, sin caer en una contradicción, que la ley
que establece es injusta, pues ello sería afirmar que los ciudadanos deben someterse,
no a la ley, sino a su arbitrio. Dicho de otra manera, se negaría el sentido normativo
del orden civil y de la legalidad que lo conforma. Pero entre el vínculo conceptual que
une legalidad con justicia y el nivel empírico existe un abismo (no toda ley vigente es
justa). Ello exige establecer un criterio racional que permita juzgar críticamente la
validez (el carácter justo) de las distintas leyes y normas empíricas. En este punto se
introduce la conocida distinción entre justicia natural y justicia legal. "La justicia
política, puede ser natural y legal; natural, la que tiene en todas partes la misma
fuerza y no está sujeta al parecer humano; legal, la que considera las acciones
indiferentes, pero que cesan de serlo una vez establecida (...)" (EN 1134b 20). Incluso
en la Retórica se apela al pasaje de la tragediaAntígona de Sófocles en el que se
afirma: "No pensaba que tus proclamas tuvieran el poder como para que un mortal
pudiera transgredir las leyes no escritas e inquebrantables de los dioses. Éstas no son
de hoy, ni de ayer, sino de siempre y nadie sabe de donde surgieron" (45-456). Más
adelante Aristóteles agrega:
(Ley) particular es la que ha sido definida por cada pueblo en relación consigo mismo,
y ésta es unas veces no escrita y otras veces escrita. Común, en cambio, es la (ley)
conforme a la naturaleza, porque existe ciertamente algo -que todos adivinan-
comúnmente (considerado como) justo o injusto por naturaleza, aunque no exista
comunidad ni haya acuerdo entre los hombres, tal como por ejemplo, lo muestra la
Antígona de Sófocles, cuando dice que es de justicia, aunque esté prohibido, enterrar a
Polinices, porque ello es justo por naturaleza (Retórica 1373b 3).4
Esto ha dado pie a que un gran número de intérpretes asimile la posición de Aristóteles
a las posturas del tradicional iusnaturalismo, en un lugar cercano a Platón. Es cierto
que Aristóteles asume, al igual que Platón, la existencia de un orden
natural (kosmos) que tiene como propiedad central la justicia (el equilibrio que
mantiene ese orden). Sin embargo, en contraste con Platón, Aristóteles afirma que la
ciencia política y la ética no son ciencias (episteme -ver: EN libro I, cap. 3), lo cual
implica que del conocimiento teórico del orden natural no se puede deducir las leyes
que deben regir en la polis5. Por otra parte, una vez que rechaza la tesis de aquellos
sofistas que quieren reducir toda justicia a una convención o artificio social, Aristóteles
admite que la propia justicia natural entre los seres humanos es variable, "quizá entre
los dioses no lo sea de ninguna manera", "entre los seres humanos hay una justicia
natural y sin embargo, toda justicia es variable, aunque hay una justicia natural y otra
no natural. Ahora, de las cosas que pueden ser de otra manera, está claro cuál es
natural y cuál no es natural, sino legal o convencional, aunque ambas sean igualmente
mutables" (EN 1134b 30).
Frente a este hecho, Aristóteles sostiene que debe existir una correspondencia o
adecuación entre la leyes estatuidas por el poder político y las costumbres, pues sólo
de esa manera puede darse una armonía entre la sociedad y su orden civil,
entre oikos y polis. En una sociedad democrática se requiere instituir leyes
democráticas, así como en una sociedad aristocrática deben establecerse leyes
aristocráticas. Esta afirmación encierra la tesis, ampliamente reconocida a lo largo de
la historia del pensamiento político y jurídico, respecto a que la eficacia de la legalidad
política se encuentra más en la aceptación de los ciudadanos, que en la coacción y que
dicho consenso se alcanza cuando existe una cierta correspondencia entre las
costumbres y la leyes jurídicas. Pero aunque esta correspondencia entre costumbres y
legalidad política tiene una importancia técnica fundamental no resuelve el problema
de la justicia. En tanto las costumbres son contingentes y, por tanto, variables en los
distintos contextos sociales, podemos encontrar costumbres injustas que propicien una
normatividad política igualmente injusta. En una comunidad de fanáticos religiosos, por
ejemplo, puede darse un amplio consenso en torno a normas dominadas por esa visión
del mundo intolerante. Es decir, el simple consenso empírico no ofrece una certeza de
la validez racional de las reglas.
(...) no permitimos que nos mande un hombre, sino la razón, porque el hombre manda
en interés propio y se convierte en tirano, El magistrado, al contrario, es el guardián
de la justicia, y si de la justicia, también de la igualdad. Y puesto que se considera que
no tiene más, si en verdad es justo (pues no se atribuye a sí mismo más de lo que es
absolutamente bueno, a no ser que sea proporcional a su mérito; por eso se esfuerza
para otros y ésta es la razón por la que se dice que la justicia es un bien para el
prójimo, como dijimos antes), de ahí que deba dársele una recompensa, y ésta es el
honor y la dignidad; y los que consideran esta recompensa insuficiente, se hacen
tiranos. (EN 1133-1334)
Hay que subrayar que la diferencia entre el tirano y el magistrado es que éste último
deber ser un guardián de la legalidad, creada por todos los ciudadanos. "Pues esta
justicia (la política E.S.) era de acuerdo con la ley, y existe entre aquellos que tienen la
ley de un modo natural, es decir, aquellos que son iguales en el mando y en la
obediencia" (EN 1134b14). La ley justa emana de una manera espontánea entre
aquellos que son iguales; igualdad (isonomía) que consiste en su participación en la
definición del contenido de la legalidad. El atributo básico del ciudadano es la
pertenencia activa al orden social y su actividad fundamental es ser, directa o
indirectamente, legislador. El legislador directo puede ser el magistrado; cuando esto
sucede el resto de los ciudadanos se convierte en legisladores indirectos cuando
aprueba esas leyes, en condiciones de libertad. La noción normativa de la polis como
un espacio creado libremente por los seres humanos, que hace posible la persistencia
o continuidad de esa libertad nos permite determinar un principio universal de justicia
universal, se trata del conocido principio Volenti non Jit iniura. "Es evidente, pues,
que el ser tratado injustamente no es voluntario" (EN 1136b 14). La evidencia que
atribuye Aristóteles a este principio se encuentra relacionada con dos tesis: a. - Las
acciones para que puedan ser calificadas, de manera estricta, como justas o injustas,
tienen que ser realizadas de manera voluntaria. b.- Nadie puede actuar injustamente
consigo mismo.
Respecto a la primera tesis es necesario aclarar que Aristóteles reconoce que un acto
involuntario puede ser causa de un daño. Pero, al no poder ser imputado al sujeto,
este no puede ser calificado de injusto. "cuando los hombres cometen estos daños y
equivocaciones obran injustamente y son injusticias, pero no por ello los autores son
injustos o malos, porque el daño no tiene por causa la maldad; pero cuando actúan
con intención, son injustos y malos" (EN 1135b 24). Ante esto Aristóteles afirma que
estas acciones o hechos son injustos de manera accidental; ello quiere decir que en sí
mismos no tienen un carácter moral; lo que se puede juzgar moralmente es la reacción
de los individuos frente a esas acciones o hechos. Una persona puede cometer una
injusticia involuntariamente, pero no por ello es injusto. Sólo es injusto sí, una vez que
toma conciencia de ese hecho, no busca repararlo. Lo mismo sucede con personas que
nacen con algún impedimento físico; pues, si bien esta situación encierra una
injusticia, ésta no puede ser atribuida a nadie. Lo injusto en sentido estricto sería que
los miembros de la sociedad, conociendo esta situación de injusticia accidental, no
tomaran medidas para superarla. Por otra parte, esta tesis encierra una dificultad que
no puede solucionarse de manera abstracta, ya que en los distintos casos particulares
puede ser muy difícil establecer el carácter voluntario o involuntario de la acción. Sin
embargo, ello no invalida la tesis, sino que indica la necesidad de apelar a nuestra
capacidad de juicio (phronêsis) en su aplicación empírica.
En relación con la segunda tesis, se admite que alguien puede dañarse a sí mismo,
pero ello no se da de manera voluntaria. Tal es el caso del incontinente: "Sin embargo,
el incontinente, no hace lo que desea, pues la incontinencia consiste en obrar
contrariamente a lo que se cree que es lo mejor bajo la influencia del apetito (...)" (EN
1223b 7)7. Aristóteles también menciona el caso de quien al repartir o intercambiar un
bien se da o recibe voluntariamente menos de lo que merece, como sucedió con
Glauco, el cual dio a Diomedes "armas de oro por las de bronce, precio de cien bueyes
por los de nueve" (Ilíada VI 236). En la medida que dar más está en manos de Glauco
no se puede afirmar que ello es injusto; por el contrario, "esto es lo que parece que
hacen los hombres modestos, porque el hombre bueno tiende a atribuirse menos".
Puede ser que Glauco no sea modesto o bueno, sino que, dando más bienes de un
tipo, espera recibir más de otro, por ejemplo, honor o prestigio. Otra situación posible
es aquella en la que un ser humano elige, debido a su falta de información, lo que
parece ser un bien, pero que en realidad resulta ser un mal para él. En esta situación
el individuo se daña a sí mismo, pero no se puede decir que ese daño es voluntario en
sentido estricto. Por tanto, como se mencionó en relación con la primera tesis, se
puede reconocer que hay una injusticia, pero esta no puede ser imputada al agente.
Pero las costumbres también pueden ser injustas pues el consenso que presuponen, en
tanto surgidas espontáneamente de la dinámica social, no implica necesariamente una
aceptación voluntaria en sentido estricto. Es decir, el consenso en torno a ellas no
implica una condición de igual libertad de todos los participantes; por el contrario,
generalmente en la sociabilidad espontánea de la que emergen las costumbres
predominan las relaciones asimétricas de dominio. Desde esta perspectiva, la polis, en
la medida que cumple con la condición normativa de garantizar la libertad de los
ciudadanos, representan el ámbito social que permite establecer leyes apoyadas en un
consenso libre, esto es, leyes justas. Para Aristóteles tanto las leyes escritas, como las
no escritas, son justas cuando se fundamentan en un consenso, surgido en condiciones
de igual libertad. Pero es la polis el ámbito en el que pueden darse con una facilidad
relativamente mayor dichas condiciones. Dicho en términos aristotélicos,
la polis representa el fin supremo (la causa final) de la vida social, ya que en ella se
encuentra en juego crear leyes justas que permitan, no sólo la supervivencia, sino
también la vida buena. El ser humano es un animal político porque la ley justa que
debe regir su conducta no se da de manera espontánea, sino que tiene que ser creada
a través de su actividad consciente, voluntaria.
1.1. La equidad
El recurso de utilizar esta paradoja y su solución resulta genial pues ello permite
determinar con precisión la relación entre justicia y legalidad. Como hemos dicho ya, la
justicia se predica, en primer lugar, de la legalidad; sin embargo, ello no implica que
las leyes, escritas (justicia política) o no escritas (costumbres), vigentes en una
sociedad particular sean siempre justas. Por el contrario, entre las leyes creadas por
los seres humanos en los diferentes contextos sociales y la noción normativa de la
legalidad, esto es, aquella que se identifica con la justicia, siempre existirá un grado
variable de disonancia. La justicia exige que la ley tenga un carácter universal, es
decir, que sea válida para todos los casos de un tipo de acción y para todos los
miembros de un grupo, por eso, la justicia está ligada a una modalidad de igualdad
(igualdad frente a la ley). Sin embargo, en las distintas formulaciones empíricas de las
leyes es imposible tener en cuenta o prever todas las variaciones posibles de los
diversos tipos de acción8. Tampoco es posible determinar la dirección de las
transformaciones del orden social. Por tanto, en la administración o aplicación de la
legalidad siempre es menester tomar en cuenta la diversidad de variables no previstas,
para poder establecer una mediación entre la ley general y los casos particulares.
El llamado juicio, en virtud del cual decimos de alguien que tiene buen juicio y que es
comprensivo, es el discernimiento recto de lo equitativo. Señal de ello es que llamamos
comprensivo, sobre todo, a lo equitativo, y equitativo a tener comprensión sobre
algunas cosas, y juicio comprensivo al que discierne rectamente lo equitativo, y
rectamente es estar de acuerdo con la verdad (...) Ahora bien, todas las cosas
prácticas son individuales y extremas, y, así, no sólo ha de conocerlas el prudente,
sino que el entendimiento y el juicio versan también sobre las cosas prácticas, que son
extremas. (EN Libro VI, 1143a 19)
Asumir la equidad como complemento indispensable de la legalidad no presupone
aceptar la arbitrariedad del sujeto que juzga, ni las excepciones que niegan la validez
de la ley. El tema de la equidad hace patente que la administración de la justicia no
puede considerarse un proceso técnico, una mera subordinación de casos particulares
a leyes generales, sino que es necesario una interpretación. De ahí que en los procesos
judiciales sea necesario la figura del juez, como un tercera persona, que pueda cumplir
de una manera más adecuada con las exigencias de la objetividad. Pero, en la medida
que el discernimiento y consideración de los jueces tampoco puede ser infalible, sus
sentencias deben, a su vez, estar sometidas a un proceso de revisión o corrección.
Para ello es menester que la argumentación, en la que se sustenta la sentencia, tenga
un carácter público, ya que, como exige el principio de la justicia universal, la
sentencia debe ser susceptible de generar un consenso general.
Aunque cumplir con la exigencia de acceder a la solución correcta en todos los casos
difíciles sea pedir demasiado, la búsqueda de esa solución correcta es un ideal que no
puede dejar de perseguirse, si se quiere que la administración de la legalidad sea
considerada una actividad social sometida al valor de la justicia. La supuesta solución
formalista, esto es, el hacer a un lado la equidad, aduciendo el carácter falible del
discernimiento humano, representa el primer paso para convertir la legalidad, supremo
principio de la convivencia civilizada, en mero legalismo. Este último se caracteriza por
convertir a la ley en un instrumento de dominación, al desligarla del principio de
justicia universal.
En primer lugar, se debe establecer el principio de que muchos son los regímenes
existentes y si bien todos están de acuerdo en la justicia y la igualdad proporcional, no
las alcanzan, como ya se ha dicho anteriormente. La democracia surgió de creer que
los que son iguales en un aspecto cualquiera son iguales (pues, en efecto, siendo todos
igualmente libres, consideran que todos son absolutamente iguales). Y la oligarquía de
suponer que los que son desiguales en bienes en un solo punto son desiguales en todo
(...) Así pues, todos tienen cierta justicia, pero desde el punto de vista absoluto están
en el error. Y por esta razón, cuando unos u otros no participan del poder según la
concepción que cada uno tiene, se sublevan. (EN 1301a 26)
Para Aristóteles el conflicto político no es, generalmente, el resultado de una lucha
entre el bien y el mal, sino el efecto de un conflicto entre diversas concepciones del
bien (en este caso de la igualdad) emanadas de la pluralidad humana. Por lo que la
solución equitativa no es tratar de excluir a alguno de los grupos en pugna, sino que
cada uno reconozca el derecho que tiene el otro de participar en el poder político. Con
ello no se suprime el conflicto, pero se le somete a una normatividad compartida por
todos; lo cual hace posible evitar las transformaciones violentas del régimen
político (metabolai). La equidad de la práctica política se encuentra en subordinar el
conflicto de las partes en pugna al principio de la legalidad (consensus iuris). Dicho
principio no implica que los contendientes estén de acuerdo en el contenido de todas
las leyes particulares; por el contrario, a través del conflicto político se busca corregir
la legalidad vigente, pero respetando los canales institucionales establecidos para ese
fin. Por lo tanto, la equidad no debe ser un atributo exclusivo de los jueces, también
debe ser una condición necesaria de la ciudadanía. La autonomía del ciudadano y el
deber de obedecer a la leyes se tornan compatibles si el ciudadano tiene la posibilidad
de participar en el proceso de corrección de la legalidad, propio de la equidad.
2. Justicia particular
Aristóteles afirma que la justicia particular es una parte o una especie de la justicia
universal que se aplica a la distribución de honores, dinero o cualquier otro bien
externo compartido por los miembros de la comunidad, así como a los tratos que los
individuos establecen en sus relaciones. Lo primero que hay que responder es por qué
Aristóteles, a diferencia de los filósofos que lo precedieron, ofrece un desarrollo
especial de esta modalidad de justicia. Me parece que la respuesta a ésta interrogante
se encuentra en el término pleonexia ("querer tener más") que define el impulso que
conduce a la transgresión de éste tipo de justicia. Según la antropología implícita en
la Historia de la guerra del Pelóponeso, narrada por Tucídides, lapleonexia es una
peculiaridad del comportamiento de los individuos, que se manifiesta también en la
política expansionista de los sistemas políticos. Así, mientras la justicia universal
presupone la igualdad, la pleonexia representa el factor fundamental en la aparición de
las desigualdades que impiden la realización y consolidación del orden justo.
Recordemos que, para Aristóteles la desigualdad es la principal fuente de los conflictos
sociales. Por tanto, si el objetivo de la justicia particular es el control de
la pleonexia, propia del comportamiento humano, la realización de dicha justicia es
una condición de posibilidad para mantener la vigencia de las normas que regulan las
relaciones sociales.
De acuerdo con Aristóteles la forma más simple de justicia distributiva es aquella que
se basa en lo que él llama igualdad aritmética, la cual consiste en que cada uno de los
participantes recibe la misma cantidad de los bienes que deben distribuirse. Sin
embargo, utilizar la igualdad aritmética como único criterio distributivo en todos los
casos llevaría a producir una gran cantidad de injusticia, pues los miembros de la
sociedad contribuyen de manera desigual al proceso de reproducción general de los
bienes. "De ahí que se susciten disputas y acusaciones, cuando aquellos que son
iguales no tienen o reciben partes iguales y cuando los que no son iguales tienen y
reciben partes iguales". (EN 1131a 21) Por eso es necesario introducir un criterio de
distribución basado en lo que él denomina igualdad proporcional o igualdad de acuerdo
a la analogía (similitud).
(A + x) ÷ (B + z) = A ÷ B
o bien:
A÷B=x÷z
En oposición a la tesis de que la mayoría simple debe decidir tanto quién debe
gobernar, como el contenido de las leyes, Aristóteles afirma que la justicia política no
debe entrar en contradicción con el criterio de justicia distributiva propio de otras
actividades sociales. En este caso, se trata de que la justicia política respete el criterio
económico de proteger la riqueza y propiedad de aquellos que la han adquirido de una
manera justa. Aquí se encuentra en germen la idea de que las leyes escritas de la
justicia política deben respetar ciertos límites, no todo se encuentra a disposición del
arbitrio del soberano. Las leyes escritas deben tomar en cuenta la validez de las
normas emanadas de manera espontánea de la dinámica social en sus distintos
ámbitos. Sin embargo, en contra del criterio oligárquico advierte que el fin supremo de
la polis (del orden civil) no es la protección de la riqueza y la propiedad, sino la vida
buena. Quizá esta tesis requiere ser expresada con mayor precisión, ya que en las
sociedades modernas en numerosas ocasiones se confunde el bienestar con el mero
desarrollo económico. Aunque éste último es un elemento importante de la vida buena,
no es el único. También debe considerarse la seguridad, la libertad, la definición de la
identidad colectiva e individual, el sentimiento de pertenencia a una comunidad,
etcétera. De hecho, se puede decir que para lograr un desarrollo económico estable se
precisa cumplir con una serie de condiciones, las cuales tienen que ver con la finalidad
específica de la actividad política. La posesión de riquezas no es un elemento suficiente
para saber si un individuo puede ser un buen gobernante.
Si bien la idea del voto calificado (el mayor peso del voto de los ricos) que propone
Aristóteles ha sido cuestionado por el universalismo consecuente de las democracias
modernas, lo importante de su propuesta no es este punto, sino la tesis de que los
criterios en los que debe sustentarse la justicia distributiva, así como la manera de
establecer los méritos individuales, requiere establecerse por un consenso en el que
participen en igual condición de libertad los diferentes grupos que componen la
sociedad. Con ello se afirma de manera implícita que la única manera de obtener una
solución al problema de la justicia distributiva es resolver el tema de la justicia
universal. Al no existir la posibilidad de definir en abstracto un criterio universal de
justicia distributiva, lo que se requiere es crear las condiciones políticas para que todos
los ciudadanos participen en la definición de ese criterio, así como en su corrección
permanente. Dicho de otra manera, el reconocimiento de la igualdad jurídica, como
base de la participación ciudadana, es una condición necesaria, aunque no suficiente,
para acceder a una justicia distributiva. Esta tesis fundamental, que puede resultar
contraintuitiva, se ha comprobado una y otra vez a lo largo de la historia de las luchas
políticas y especialmente en la historia de las revoluciones y sus fracasos.
2.2. Justicia Conmutativa
Es menester, por tanto, que todo se mida por una sola cosa, como se dijo antes. En
realidad, esta cosa es la necesidad que todo lo mantiene unido; porque si los seres
humanos no necesitaran nada o no lo necesitaran por igual, no habría cambio o no tal
cambio. Pero la moneda ha venido a ser como una especie de sustituto de la necesidad
en virtud de una convención, y por eso se llama así, porque no es por naturaleza sino
por ley, y está en nuestras manos cambiarla o inutilizarla (...) Por ello, todas las cosas
deben tener un precio, porque, así siempre habrá cambio y con él asociación de
hombres. Así, pues, la moneda, como una medida, iguala las cosas haciéndolas
conmensurables. No habría asociación, si no hubiese cambio; ni cambio, si no hubiera
igualdad; ni igualdad, si no hubiera conmensurabilidad. (EN 1133a 26 y 1133b 14)11
Sin duda es una gran contribución de Aristóteles haber iniciado el análisis del
intercambio y la moneda; sin embargo, él parece no percibir que en su argumentación
existe una contradicción. La idea central es muy simple: Existirá justicia en el
intercambio cuando el precio (el valor expresado en moneda) de los bienes
intercambiados sea el mismo. Pero si la necesidad representa el criterio para
establecer el precio, ello no generará necesariamente justicia. Si alguien tiene una
gran necesidad, aunque escasos bienes, tendría que recibir una gran cantidad de
bienes a cambio de pocos; con ello recibiría más de lo que originalmente tenía. Es
decir, no habría un intercambio igualitario de bienes, sino un subsidio de los que más
tienen a los más necesitados. Ello puede parecer una propuesta atractiva, pues
conduce a una sociedad más igualitaria; pero sería muy difícil que ese intercambio se
diera de manera voluntaria por parte de aquellos que más tienen. Además, al no tener
en cuenta el mérito de cada individuo en la actividad económica, se cometería una
injusticia a los que producen más.
Aunque es la necesidad lo que impulsa el intercambio, parece que debe existir otro
criterio para establecer la igualdad de los bienes intercambiados. Esto fue lo que
percibieron Adam Smith, Ricardo y Marx, entre otros, cuando afirmaron que el trabajo
es la medida del valor de las mercancías. Como diría Marx, el tiempo de trabajo
socialmente necesario es aquello que hace conmensurable a las mercancías. Sobre
esto vale la pena recordar lo que el propio Marx dice de Aristóteles:
Para reparar el daño se apela a un juez, es decir a una tercera persona, cuya función
consiste en representar el término medio virtuoso, desde donde es posible restaurar la
igualdad. Aristóteles compara la tarea del juez con aquél que se enfrenta a una línea
dividida en segmentos desiguales y quita el trozo que excede de la mitad del segmento
mayor, para añadírselo al segmento menor y, de esta manera, hace posible una
división igual. Precisamente la proporción aritmética de la que se habla en este
contexto consiste en la mitad de la suma de las dos magnitudes (a + b ÷ 2).
Aristóteles advierte que no en todos los delitos se pueden hablar en sentido estricto de
una ganancia o una perdida, como sucede en las relaciones de intercambio. Por lo que
no siempre está claro en qué consiste la restauración de la igualdad. Pensemos en el
caso de un asesinato.
En relación con esta dificultad se discute el término de reciprocidad (antipeponthos), la
que era considerada por los pitagóricos como sinónimo de justicia y que llevó a
Radamantis, hermano de Minos rey de Creta, a sostener: Si el hombre sufriera lo que
hizo, habría recta justicia. Desde este punto de vista, la reciprocidad representa el
principio que subyace a la conocida lex talionis. La manera en que Aristóteles aborda y
discute esta noción genera muchas confusiones. En primer lugar rechaza la visión
taliónica de la justicia correctiva, pero no lo hace mediante argumentos que apelen a la
posibilidad de regeneración del delincuente, propios del humanismo moderno, ni por
razones pragmáticas sobre la posibilidad de cometer un error en la administración de
la justicia. Ante todo se apela a un ejemplo: Si un magistrado golpea a alguien, no por
ello debe ser golpeado a su vez. Pero si un particular golpea a un funcionario no sólo
debe ser golpeado, sino que debe, además castigársele. Pero esto contradice la
exigencia de que los individuos sean tratados como iguales ante la ley en el momento
de reparar un daño. Parece que Aristóteles pretende introducir en la justicia correctiva
una igualdad proporcional basada en una concepción jerárquica de la sociedad. Lo que
le daría la razón a Marx respecto a que los prejuicios ligados a su contexto social
impiden que la teoría aristotélica de la justicia saque las consecuencias adecuadas de
sus principios.
2.3. Breve Recapitulación
En la medida que en ningún contexto social se puede tener una certeza sobre la
validez de las normas vigentes en él, se requiere que la justicia legal sea
complementada con la equidad, entendida como la continua corrección de la legalidad
de acuerdo con las exigencias de la experiencia. Por tanto, la justicia universal,
vinculada a la legalidad, requiere asegurar la libertad de todos para garantizar el
consenso voluntario en el que se sustenta la validez de la legalidad. Todo ciudadano
debe ser legislador ya sea directa o indirectamente. Universalidad en este sentido
significa inclusión y, como tal, representa un requisito para la defensa de la
particularidad. La falsa oposición entre universalidad y particularidad es una
consecuencia de identificar, como le sucede en la concepción jerárquica aristotélica de
la sociedad, la universalidad con una particularidad (por ejemplo, identificar la
universalidad ligada al concepto de humanidad, con los miembros del grupo al que se
pertenece o, de manera más restringida, con aquellos miembros varones libres que
encabezan un grupo familiar.)
B. La justicia particular es una virtud (ética) entre otras (una parte del todo) que tiene
como función básica contener la codicia (pleonexia) que se manifiesta en el
comportamiento de los individuos. Mientras la justicia universal tiene como fin
primordial determinar el bien en términos colectivos, la justicia particular se centra en
la determinación del bien en las relaciones entre individuos particulares.
2. La justicia conmutativa implica tanto el intercambio voluntario, faceta para la cual
podemos reservar el término de justicia conmutativa en sentido estricto, como la
situación en la que existe un daño que requiere ser reparado, faceta a la que podemos
llamar justicia correctiva. Una manera de aproximarse a esta diferenciación es
tomando en cuenta la actual distinción entre derecho civil y derecho penal.
Otra manera de enfocar este problema, que puede tornar verosímil la tesis
contractualista, consiste en considerar el concepto de ciudadanía, definido por la
pertenencia activa o voluntaria. Todos los seres humanos somos arrojados a un
mundo, en ese sentido somos seres sociales por naturaleza o, para ser más precisos,
nuestra sociabilidad es espontánea. Sin embargo, no somos seres civiles de manera
inmediata; nos constituimos como ciudadanos cuando somos capaces de asumir la
responsabilidad de nuestros actos frente a los otros y para ello es indispensable, a su
vez, que cada uno posea una garantía social de su libertad (sólo a un ser libre se le
pueden imputar sus acciones). La exigencia de obediencia a la legalidad, básica para la
existencia de un orden civil, no implica que el ciudadano acepte de manera acrítica el
contenido de todas las leyes vigentes. Por el contrario, para que la obediencia a la
legalidad sea compatible con la libertad propia del ciudadano, éste debe poder
cuestionar esas leyes a través de los medios que el propio orden civil le ofrece. El
sentido normativo de la práctica política se encuentra precisamente en el principio de
la equidad, tal y como lo define Aristóteles, esto es, como la corrección de la justicia
legal. Aunque el ciudadano no sea el autor directo de la ley, se puede afirmar que
participa en el proceso legislativo (actividad básica del ciudadano) si posee el derecho
a disentir, así como la posibilidad de transformar las leyes positivas.
La metáfora del contrato social, como recurso teórico para expresar gráficamente el
principio de justicia universal, dejó de utilizarse a partir del éxito que obtuvieron las
explicaciones históricas en las ciencias sociales15. A pesar de que la explicación
genética no se contrapone a la perspectiva normativa del modelo contractualista, ya
que se sitúan en diferentes niveles, el proyecto teórico que adquirió prioridad fue tratar
de localizar un supuesto orden histórico que permitiera la mediación entre el ser y el
deber ser. Ello desemboca en las diversas filosofías de la historia que proliferaron a
partir del siglo XVIII. Sin embargo, los acontecimientos del siglo XX cuestionan de
manera radical la creencia en la existencia de un vínculo necesario entre desarrollo
técnico y formación moral; creencia en la que se había sustentado la noción de
progreso utilizada por las filosofías de la historia. Ello propició el renacimiento de la
perspectiva contractualista como estrategia para definir un ideal normativo que pueda
guiar las acciones.
En Teoría de la Justicia (1971), John Rawls utiliza de nuevo una variante del modelo
contractualista como recurso para determinar los principios de justicia que debe
cumplir la estructura básica de una sociedad, es decir, aquellas instituciones que
distribuyen los derechos, así como los deberes fundamentales y determinan la división
de las ventajas provenientes de la cooperación social. Aunque Rawls percibe la
herencia de Aristóteles presente en la tradición contractualista, en su propuesta sólo
toma en cuenta una faceta de la teoría aristotélica, a saber: la justicia particular en su
aspecto de justicia distributiva.
El sentido más específico que Aristóteles da a la justicia y del cual se derivan las
formulaciones más familiares, es el de abstenerse de la pleonexia, esto es, obtener
para uno mismo cierta ventaja apoderándose de lo que pertenece a otro, sus
propiedades, sus remuneraciones, su empleo o cosas semejantes; o negándole a una
persona lo que le es debido, el cumplimiento de una promesa, el pago de una deuda,
el mostrarle el debido respeto, etc. Es evidente que esta definición pretende aplicarse
a acciones y se piensa que las personas son justas en la medida en que tienen, como
uno de los elementos permanentes de su carácter, el deseo constante y efectivo de
actuar justamente. (1979 pp. 23-24)
Cabe señalar que el propio Rawls advierte que esta definición no es suficiente, pues,
presupone "una explicación de lo que propiamente le pertenece a una persona y de lo
que es debido", lo cual depende de derechos que, a su vez, se derivan de instituciones
sociales y de las legítimas expectativas ligadas a ellas. Es decir, lo que falta es,
precisamente, la noción de justicia universal. Pero Rawls no examina la relación entre
la justicia universal y la justicia particular en su carácter de justicia distributiva. Parece
que no percibe la complejidad del concepto aristotélico de justicia, lo que tiene
importantes efectos en su propia teoría. Rawls ya no parte de una descripción del
supuesto estado de naturaleza, sino de una hipotética posición originaria, en donde
individuos racionales y con un sentido de justicia eligen, bajo ciertas restricciones
(entre ellas el famoso velo de ignorancia, que les impide percibir su posición
particular), los principios de justicia a los que debe adecuarse la estructura básica de la
sociedad. Según Rawls la elección recaería en los siguientes dos principios, elegidos
entre un serie de alternativas determinadas:
Como hemos visto, para Aristóteles la justicia universal representa una igualdad de
libertad entre los ciudadanos, nacida del reconocimiento recíproco como personas
(sujetos de derechos y deberes). Esta justicia universal tiene prioridad sobre la justicia
particular, ya sea distributiva o conmutativa. Esta tesis aristotélica se encuentra, en
cierto modo, en la teoría de Rawls cuando éste sostiene la existencia de un orden
lexicográfico entre los principios de justicia, es decir, un orden que establece la
prioridad del primer principio. Precisamente, de ese orden lexicográfico extrae dos
reglas de prioridad: a) La prioridad de la libertad implica que la libertad sólo puede
llegar a ser restringida por mor de la misma libertad. b) la prioridad de la justicia sobre
la eficiencia y el bienestar, lo cual significa que el segundo principio de la justicia debe
situarse por encima de los imperativos de la eficiencia y maximización de los
beneficios. La primera regla coincide con la tesis de Aristóteles, creo que confirmada
por la historia de los conflictos sociales, respecto a que sólo se puede acceder a una
justicia distributiva si se cumple antes con las exigencias de la justicia universal. El
caso contrario, esto es, considerar que se puede arribar a una justicia distributiva sin
una justicia universal (legal - Estado de derecho), implica que alguna instancia social
(Estado, partido, vanguardia o líder) puede determinar los criterios de distribución
justa más allá del consenso social y de la participación de ciudadanos autónomos. Esta
ha sido la ilusión que ha sido utilizada como coartada de legitimación (no racional) por
diversos sistemas de dominación, desde el totalitarismo moderno, hasta el tradicional
populismo.
Es evidente que con esta propuesta muy general no se trata de ofrecer una receta
concreta para enfrentar el problema de la justicia distributiva, pero sí se establece una
ruta para pensar alternativas, más allá de los dilemas tradicionales17. El segundo
principio de la justicia que propone Rawls puede ser visto como un complemento o,
quizá, como una corrección de la proporción geométrica que utiliza Aristóteles para
definir la idea de justicia distributiva. De hecho, la lectura de Rawls podría sugerir una
interpretación de la concepción aristotélica, en la cual la decisión de establecer la
distinción entre justicia universal y justicia particular es el resultado de advertir que el
principio legal de la justicia universal (lo que se ha llamado el aspecto formal de la
justicia) no es suficiente, sino que implica un campo más amplio. La tesis se podría
formular de la siguiente manera: Asumir los imperativos de la justicia universal
(legalidad) implica un compromiso con la justicia distributiva, el cual trasciende el
imperativo de garantizar el orden legal vigente. Es decir, la exigencia de equidad no se
limitaría a la corrección del contenido concreto de las normas jurídicas, sino que,
además, incluiría el imperativo de crear las condiciones sociales que permitan una
distribución equitativa de la libertad.
En primer lugar, supongo que la estructura básica está regulada por una constitución
justa que asegura las libertades de una ciudadanía igual (... ) creo, también, que hay
una justa igualdad de oportunidades (no sólo una igualdad formal). Esto significa que,
además de mantener los tipos habituales de capital social general, el gobierno intenta
asegurar iguales oportunidades de enseñanza y cultura, a personas similarmente
capacitadas y motivadas, o bien subvencionando escuelas privadas o bien
estableciendo un sistema de escuela públicas. También, aplica y subraya la igualdad de
oportunidades en las actividades económicas y en la libre elección de ocupación. Esto
se logra supervisando la conducta de las empresas y las asociaciones privadas e
impidiendo el establecimiento de restricciones monopólicas y barreras a las posiciones
más codiciables. Finalmente, el gobierno garantiza un mínimo social, bien por
asignaciones familiares y subsidios especiales, por enfermedad y desempleo, o, más
sistemáticamente, por medios tales como un complemento graduado al ingreso,
llamado el impuesto negativo sobre la renta. (1979 pp. 257-258).
Bibliografía
Notas
1
Cabe señalar que Aristóteles nunca ofreció una exposición sistemática de esta virtud
fundamental del orden civil. El libro V de la Ética Nicomáquea -en adelante EN- donde
se aborda con mayor amplitud el tema de la justicia, es una de las partes menos
estructuradas y, por tanto, más difíciles de éste tratado. Se trata, además de un texto
que requiere ser complementado con diversos pasajes de la Política, la Retórica, así
como de sus otros tratados de ética.
2
Para Aristóteles es indispensable partir del lenguaje cotidiano y sus ambigüedades:
"(...) hay que denominar los objetos con el mismo vocabulario que la mayoría, pero en
cuanto a qué clase de objetos son tales, ya no hay que atender a la mayoría." Esto
recuerda lo que planteó Austin en el siglo XX respecto a que el lenguaje cotidiano debe
tener siempre la primera palabra, aunque no siempre la última.
3
Tucídides, Historia de la guerra del Peloponeso, Madrid, Gredos, 2000, libro II, p.
341.
4
Aristóteles cita otros textos: "Y como dice Empédocles acerca de no matar lo que
tiene vida, dado que ello no es para unos justo y para otros injusto, sino que es la ley
para todos y se extiende largamente por el amplio éter y la inconmensurable tierra. Y
como también lo dice Alcidamante en su Meseníaco: libres dejó Dios a todos, a nadie
hizo esclavo la naturaleza".
5
Esto implica, además, desactivar la crítica central del positivismo al iusnaturalismo
tradicional respecto a la confusión entre ser y deber ser.
6
"Además, las leyes fundadas en las costumbres tienen mayor autoridad y conciernen
a asuntos más importantes que las escritas, de modo que aun si un hombre es un
gobernante más seguro que las leyes escritas, no lo es más que las consuetudinarias."
EN 1287b 11.
7
"Sin duda, uno puede ser dañado y sufrir injusticias voluntariamente, pero nadie es
objeto de un trato injusto voluntariamente, porque nadie lo quiere, ni el incontinente,
sino que obra contra su voluntad. En efecto, nadie quiere lo que no cree bueno, y el
incontinente hace lo que sabe que no debe hacerse" (EN 1136b 5).
8
En la Retórica, Aristóteles advierte que las omisiones de la ley general pueden ocurrir
unas veces sin voluntad y otras por voluntad de los legisladores. Lo primero sucede
porque los legisladores, como todos los seres humanos, no pueden abarcar todos los
elementos de los diversos casos posibles. Lo segundo porque en otros casos no sería
fácil o, incluso, resultaría imposible describir todas las posibilidades. Así que el juez o
cualquiera que quiera aplicar la ley requiere utilizar su criterio, lo que no quiere decir
que juzgue arbitrariamente, pues la ley establece un marco general en el que debe
justificarse su decisión.
9
Esta tesis será retomada posteriormente por la tradición republicana romana. Los
miembros de esta tradición se jactan de que Roma posee las mejores leyes conocidas,
porque estas han sido un producto de muchas generaciones.
10
En la traducción de Gredos se agrega a este pasaje la siguiente nota aclaratoria:
"Aristóteles supone la circunstancia en que la fortuna de los ricos es doble que la de los
pobres y por tanto un rico debe tener dos votos y el pobre uno. En el caso particular
que presenta, un grupo suma en total 17 votos, provenientes de 12 (6X2) + 5; y el
otro 23 que provienen de 8 (4X2) + 15. Es, por tanto, este segundo grupo el que debe
prevalecer a pesar del número mayor de pobres.
11
"Por eso para los cambios convinieron entre sí en dar y recibir algo tal que, siendo
en sí mismo útil, fuera de un uso muy fácilmente manejable para la vida, como el
hierro, la plata y cualquier otra cosa semejante (...) Una vez inventada ya la moneda
por la necesidad del cambio, surgió la otra forma de la crematística: El comercio de
compra y venta." (Política 1257a 8 y 1257b 9).
12
Marx, EL Capital, Bogotá, FCE, 1976, pp. 25 y 26.
13
De nuevo nos topamos con la idea central: "Es evidente, pues, que el ser tratado
injustamente no es voluntario".
14
Esta es la tesis que defienden tanto Kant como Hegel en sus filosofías del derecho.
15
El éxito de la perspectiva histórica y con ella de las explicaciones genéticas se debió
en gran parte a ilustración escocesa, especialmente de la teoría de Adam Smith.
16
En cierta manera reconoce esto Rawls cuando, una vez establecidos los resultados
de su modelo de contrato, apela al criterio de un equilibrio reflexivo. La situación
contractual se encuentra diseñada para definir un procedimiento equitativo y, al lograr
este objetivo, se trata de utilizar ese procedimiento para juzgar críticamente las
concepciones de la justicia imperantes en un contexto social. Ello sería una forma de
describir los dos niveles de los que hemos hablado en este trabajo.
17
Lo que encontramos en la obra de Rawls es una justificación del llamado Estado de
bienestar. Cabe señalar que habla mal de la humanidad el hecho de que, mientras el
Estado de derecho fue fundamentado antes de constituirse y consolidarse, el Estado de
bienestar sólo encuentra una justificación teórica cuando experimenta una profunda
crisis.
La palabra filosofía de origen griego fue acuñada por primera vez por Pitágoras y
significa "amor por la sabiduría" o "amigo de la sabiduría".
En este sentido, los sofistas eran escépticos y relativistas afirmando que el bien y
el mal, por ejemplo, dependían del punto de vista de cada individuo. Por otro lado,
Sócrates enseñaba que estos conceptos no son relativos sino absolutos, y se llega
a esa verdad mediante un proceso de preguntas y razonamiento.
La filosofía clásica sienta las bases para el discurso político y lógico del
pensamiento occidental, que se caracteriza por el uso de la retórica (sofistas) y la
mayéutica (Sócrates).
El objetivo principal era la búsqueda del principio primordial, único y universal del
cual se generaban todas las cosas, el cual lo llamaron arjé. Esta búsqueda era
hecha a través del conocimiento (logos), dando inicio al pensamiento racional.
Discípulos de Sócrates
La evolución de la filosofía griega toma como base las enseñanzas de Sócrates a
través de su discípulo: Platón (427 -347 a.C.). Platón funda después de la muerte
de Sócrates en 387 a.C. la Academia, institución donde se formaría Aristóteles.
Justiniano I (527-565)
Tras el abandono de África por parte de Belisario en 534 con los cautivos y el
botín del reino vándalo, los jefes de las tribus moras decidieron que era el
momento adecuado para una insurrección. La retirada de buena parte de las
valiosas tropas personales de Belisario convenció a los jefes moros de que las
probabilidades de éxito eran mucho mayores. Al frente del África se encontraba
ahora Salomón, en su doble cargo de Prefecto del Pretorio y Magister Militum. A
pesar de ser un hábil comandante y administrador, Salomón se vio pronto envuelto
en una complicada guerra de desgaste.
La primera señal del cambio de los tiempos fue la aniquilación, durante la
primavera de ese año 534, en Bizacena de una unidad de caballería al mando
de Rufino y Aigán. Salomón probó la vía diplomática para zanjar el conflicto, pero
la irreductibilidad de los caudillos moros condujo inevitablemente a la guerra. Entre
los motivos que pueden explicar la belicosidad de las tribus se aducen el
crecimiento demográfico y la reducción de los recursos naturales en sus zonas de
asentamiento.
Salomón reunió a todo su ejército y partió de Cartago al encuentro del enemigo. El
contacto se produjo en Mames:
“Y una vez que llegó a un lugar llamado Mames,
donde estaban acampados los cuatro jefes
moros de los que hemos hecho mención un
poco más arriba [Cutcinas, Esdilasas, Yurputes
y Medinisas], se hizo construir una empalizada.
Ese sector está ocupado por unas elevadas
montañas y, al pie de ellas, hay un terreno llano
alrededor, donde los bárbaros se preparaban
para el combate y ponían el ejército en orden de
batalla de la manera que enseguida voy a
describir. Formando un círculo con los
camellos, justo como conté en el libro anterior
que hizo Cabaón, formaron un frente con una
profundidad de doce animales, y a las mujeres
junto con los niños las colocaron dentro del
círculo, pues era costumbre entre los moros
introducir en el dispositivo de batalla a una
pocas mujeres junto con sus hijos, con la
función de construirles las empalizadas y las
chozas, cuidar de los caballos con manos
expertas y ocuparse de los camellos y de la
comida”Procopio de Cesarea, Guerra Vándala, IV,
xi, 15-18
En la batalla que tuvo lugar el uso de camellos provocó gran desorden en las filas
imperiales. En el momento crítico la reacción de Salomón evitó el desastre:
“Pero posteriormente, Salomón, observando lo
que estaba sucediendo, saltó de su caballo el
primero y animó a todos los demás a obrar de
la misma manera. Y una vez que hubieron
desmontado, ordenaba a los otros que se
estuvieran quietos y que mantuviesen sus
escudos delante de ellos y que, recibiendo los
disparos enviados por los enemigos,
permaneciesen en su puesto; sin embargo él,
conduciendo personalmente a no menos de
quinientos soldados, se abatió sobre la otra
parte del círculo. A estos hombres les dio la
orden de que desenvainasen sus espadas y
matasen a los camellos que allí se encontraran.
Entonces cuantos moros estaban alineados en
esa zona, se lanzaron a la fuga y los hombres
que acompañaban a Salomón mataron a unos
doscientos camellos e inmediatamente el
círculo, una vez que los camellos cayeron
muertos, se hizo accesible para los romanos. Y
estos avanzaban a la carrera hasta el centro del
círculo donde permanecían sentadas las
mujeres de los moros, en tanto que los bárbaros
se retiraban completamente fuera de sí de terror
en dirección a la montaña, que se encontraba a
muy poca distancia y, mientras escapaban ellos
con un completo desorden los romanos los
perseguían y les daban muerte. Y se dice que
murieron en este encuentro diez mil moros, en
tanto que la totalidad de las mujeres junto con
sus hijos pasaron a la condición de
esclavos”Procopio de Cesarea, Guerra Vándala,
IV, xi, 50-55
La victoria de Mames no resultó decisiva. Los moros continuaron desencadenando
ataques en la Bizacena, devastando y saqueando la región. En los primeros
meses de 535 Salomón volvió a movilizar el ejército africano para defender la
provincia. Los moros se refugiaron en las laderas del monte Burgaón. Un asalto
combinado en el que las tropas del conde de los excubitores Teodoro el
capadocio tuvieron un papel principal, provocó el pánico entre los moros y la
derrota decisiva de su ejército. De creer a Procopio los muertos en el campo
superarían los 50.000 aunque deben tomarse sus cifras con mucha precaución.
La resistencia mora se traslada ahora en el macizo del Aurés en Numidia,
encabezada por el jefe Yaudas. Salomón partió de nuevo a la guerra, esta vez
auxiliado por los caudillos moros Ortayas y Masonas. Durante los meses de
invierno el ejército imperial asedió al enemigo en el monte del Escudo mientras
Salomón se retiraba a Cartago para preparar una nueva campaña en la primavera
de 535. Es en este contexto cuando se produce el amotinamiento del ejército. La
infiltración de elementos vándalos, el descontento entre los soldados por la política
antiarriana, los retrasos en las pagas y el agotamiento por las continuas campañas
condujeron a una revuelta en Pascua de 535.
Tras un fallido intento de asesinato contra Salomón, los insurgentes se reunieron
en la llanura de Bula Regia y allí aclamaron como jefe a Estotzas, un antiguo
guardia del general Martino. A los 8.000 soldados congregados allí se unieron un
millar de vándalos y numerosos esclavos. De inmediato se inició el asedio de
Cartago.
La gravedad de la situación exigió el retorno de Belisario, que en aquel entonces
había comenzado la invasión de Sicilia. El general llegó acompañado de unos
pocos hombres a Cartago y organizó la defensa de la ciudad. Después de reunir a
todos los soldados leales disponibles, apenas 2.000, salió para enfrentarse a los
sublevados. El choque tuvo lugar en Membresa y supuso una clara victoria para
los imperiales. El peligro inmediato para Cartago desapareció y Estotzas huyó a
Numidia para continuar la resistencia.
En abril de 552 Narsés llega a Salona. Ante el bloqueo de la vía terrestre por los
francos, el ejército imperial sigue la costa atravesando los ríos con pontones
flotantes. El 6 de junio de 552 llegan a Rávena. El 15 de ese mismo mes Narsés
toma el camino de Roma por la Via Flaminia. Totila y su general Teyas se
presentan en el camino, dispuestos a cerrarle el paso junto a la localidad de
Taginas.
A pesar de su superioridad numérica el ejército imperial se dispone a la defensiva.
Narsés hace desmontar a buena parte de su caballería y la coloca en el centro,
con miles de arqueros en las alas. El resto de la caballería se aposta detrás de
una colina. El ejército ostrogodo cae en la trampa. Su valeroso y alocado ataque
por el centro se ve castigado por la eficacia mortífera de los arqueros de los
flancos. La intervención de la caballería decide el final de la batalla. Totila resulta
herido de gravedad y muere pocas horas más tarde. Tras esa gran victoria Narsés
se deshace de sus incómodos aliados lombardos tras los excesos cometidos
durante la campaña y avanza sin oposición hacia Roma que es tomada sin
oposición.
Los godos supervivientes se reunieron en Verona. Allí Teyas fue coronado como
su rey, pero sus medios son muy escasos ya. El último enfrentamiento de la
campaña se produce en el sur. Narsés intenta tomar Cumas, donde Totila ha
depositado buena parte del tesoro real. Teyas se dirige a marchas forzadas para
impedir la pérdida de unos recursos vitales. La batalla en el Monte Lactario, el 30
de octubre, termina con una derrota total de los ostrogodos y la muerte de su rey
Teyas. Un millar de godos al mando de Indulfo, el antigo bucelario de Belisario, se
encastillan en Pavía. Durante tres años mantienen una guerra de guerrillas hasta
que asediados en Conza son obligados a rendirse en 555. El año anterior Cumas
capitula y Aligerno entrega a Narsés las regalia ostrogodas. El reino ostrogodo ha
dejado de existir.
Para que la victoria fuese completa Narsés había tenido que enfrentarse también
al problema planteado por los alamanes y francos. El rey
merovingio Teodibaldo no había aceptado la petición de Teyas de intervención en
el conflicto pero permitió que sus subordinados Butilino y Leotaris condujesen
unos 75.000 hombres contra Italia en junio de 553. Sin encontrar resistencia los
invasores atravesaron el centro y sur de la península hasta Reggio. El grupo de
Leotaris perdió buena parte de su botín a la vuelta gracias a la intervención de
Artabanes. Una vez en la región de Venecia buena parte de los supervivientes
sucumbieron a la peste. Por su parte el grupo de Butilino, mucho más numeroso,
sufrió graves bajas por la disentería pero conservó la fuerza suficiente para
intentar un golpe contra Roma. En el otoño de 554 Narsés reunió unos 18.000
soldados para hacer frente a esa amenaza.
El choque tendrá lugar en Casilino. Los francos luchan a pie, en una masa
compacta de combatientes. Frente a ellos Narsés dispone a la infantería en el
centro y la caballería en los flancos. El empuje inicial da la ventaja a los francos en
el centro, pero la intervención de los arqueros montados disparando a distancia
permite la aniquilación de su enemigo. El propio Butilino es uno de los muertos en
la jornada.
Tras las victorias sobre francos y alamanes y la derrota de Teyas sólo quedan
focos aislados de resistencia en Italia. Narsés asedia y toma Conza en la
primavera de 555. Juan el Sanguinario recobra la Liguria y los últimos enclaves
ostrogodos, Verona y Brescia son conquistadas en 563. Después de casi treinta
años de guerra Italia entera obedece otra vez al emperador pero el precio, al igual
que ocurrió en África, es demoledor.
El tratado de 561
Se ha conservado en los fragmentos de la obra de Menandro
Protector los detalles del tratado firmado por Bizancio y Persia
en 561. Este testimonio es un precioso ejemplo de la historia
diplomática de la época…
“Cuando esas y otras cuestiones fueron discutidas, el tratado de
cincuenta años fue escrito en griego y persa, y la copia en griego
fue trasladada al persa y la persa al griego. Por los romanos los
documentos fueron validados por Pedro el magister officiorum,
Eusebio y otros, por los persas por Zij Yesdegushnaf, el Surenas
y otros. Cuando los acuerdos quedaron escritos en ambas
lenguas fueron colocados uno al lado del otro para asegurarse de
que el contenido se correspondía.
Ahora detallaré las cláusulas del tratado:
La política interior de
Justiniano I
facultad que usa para vengarse de sus enemigos, especialmente entre el sector
ortodoxa de su esposo.
(magister militum per Thraciam de 518 a 527). Como general probó ser un hombre de
éxito derrotando a los Antes en el Danubio y a los rebeldes africanos tras la retirada de
fidelidad hasta el fin. Su pertenencia a la más alta capa social y su parentesco con el
emperador le granjearon el odio de Teodora. Tuvo dos hijos, Justino y Justiniano y una
hija, Justina.
Triboniano: Nacido hacia 500 en Panfilia, era un hombre de gran cultura que
de devolverle la cuestura en 535, puesto que mantuvo hasta su muerte en 544 o 545.
durante el que tuvo ocasión de conocer a Justiniano, entonces magister utriusque militiae.
Justiniano I le nombró numerarius (jefe del servicio de finanzas del magister officiorum).
Ascendido pronto a vir illustris fue nombrado prefecto del pretorio de Oriente en 531. El
rápido ascenso de Juan se debió a su gran habilidad para enfrentarse a los problemas
financieros y a proporcionar a su señor los fondos que necesitaba para sus proyectos.
guardia personal para protegerle de sus enemigos. Frente a la elección del latín por
Justiniano y Triboniano para la redacción del Corpus Iuris Civilis, Juan forzó que las
Teodora era su enemiga y consiguió su caída en 542 en una conspiración tramada con la
nombró magister officiorum entre 529 y 533 y nuevamente en 535. Falleció el 15 de abril
de 535. Durante su carrera desempeñó importantes misiones diplomáticas ante los reyes
Cabades y Cosroes, entre las cuales estuvo la de la firma de la Paz Eterna. Durante la
guerra persa colaboró con Belisario en la batalla de Daras y fue encargado de mediar en
redacción del Código. Prefecto del pretorio de Iliria de 529 a 531, cuestor del Palacio
Sagrado en 534-535 y magister officiorum de 536 a 539. Durante la sedición Niká fue el
encargado de averiguar las condiciones exigidas por los insurrectos. No parece haberse
largitionum (Constantino y Estrategio) y comes rei privatae (Floro). Eran hombres sin
Sitas: Otro general. Al igual que Belisario el comienzo de su carrera tuvo lugar en
magister utriusque militiae para Asia Menor entre 528 y 529 y el mismo cargo para el
ejército central entre 530 y 538. Patricio en 535 y cónsul honorario en 536 realizó toda su
convirtió en eunuco, lo que no fue obstáculo para realizar una brillante carrera militar.
militum per Africam. Durante su mandato recibió también el nombramiento como prefecto
insurrección del ejército en 535 y en varias etapas contra los moros. Fue nombrado
cónsul honorario en 539-540 y patricio. Murió en Cillium combatiendo contra los moros.
Oriente fue nombrado magister utriusque militiae para Oriente entre 540 y 542 y recibió el
como magister utriusque militiae en Lázica entre 544 y 556 tras lo cual se pierde su
rastro.
La corte de Justiniano I, mosaico de San Vital en
Rávena
Las ambiciones de Justiniano I debían ser servidas por una administración experta
en exprimir los recursos proporcionados por el imperio. La responsabilidad
fundamental recaía en el prefecto del pretorio de Oriente, cargo que fue detentado
desde 531 por Juan de Capadocia, que la ejerció durante diez años con el breve
paréntesis tras el estallido de la revolución Niká. Las importantes reformas del
periodo se deben a él y todas tuvieron una finalidad primordial: encontrar el dinero
necesario para cubrir las necesidades de la política imperial.
Los rasgos principales de la política financiera de su tiempo fueron:
las catástrofes naturales en los comienzos del reinado. Las ciudades reciben grandes
afectadas.
y rei privatae en beneficio del prefecto del pretorio. Se refuerza también la figura del
sacelario, gestor de las mansiones divinae (bienes situados en una misma región
mayor porción de los recursos financieros sin tener que dar cuenta a un miembro de la
alta nobleza.
intereses se identifican con los salarios. En palacio los puestos de guardia en las
Escuelas y los protectores domestici con una función ceremonial, son puestos en venta.
patricios entre la categoría de los illustres. El exceso de miembros del Senado tras las
de peaje interiores, extensión del impuesto del aerikon (penalización por no respetar las
preservar los intereses de los contribuyentes. Por la Novella 130 del año 545 se protege a
los particulares de los abusos cometidos por soldados de paso. En 544 se acuerda la
remisión de los atrasos impositivos desde 522 aunque, paralelamente, por la epibolé los
contribuyentes de una unidad rural son responsables colectivamente del pago de los
nomisma = 288 piezas de bronce. De 542 a 550 un nomisma = 180 follis) para favorecer a
las clases inferiores que reciben sus sueldos en follis. A partir de 550 se restablece la
Imperio. Durante el siglo VI los persas detentan el monopolio de la compra de seda cruda.
Artaxata. La elevación de los precios como consecuencia de las guerras con Persia
establece el monopolio estatal de la seda aunque esta medida no baja los precios, una
libra de seda teñida vale una libra de oro (72 nomismata). La solución, importar gusanos
proporcionada hacia 552 por unos monjes nestorianos que la importan de Sogdiana
Justiniano I y la política
religiosa
las que hay que añadir las Novellae promulgadas tras la segunda edición del Código en
534.
supervisar el trato a los prisioneros en las cárceles públicas, incluso juzgar en su tribunal
al gobernador si los ciudadanos inician un proceso contra él) y sobre los conventos y
monasterios.
única y obligatoria para todos sus súbditos. Ordena a todos los no bautizados que se
hagan conocer y se dirijan con sus familias a una iglesia para hacerse instruir. Estas
disposiciones son complementadas con medidas fiscales (confiscaciones, prohibición del
recibir pensiones del estado. Los paganos se convierten en muertos civiles. Los
maniqueos son perseguidos desde 527, los paganos desde 529. La medida afecta a
El Código: mucho más rico que su predecesor el código teodosiano al recoger las
fiscal.
reducida hasta unas 150.000 líneas agrupadas en cincuenta tomos, basadas sobre todo
en la producción de grandes juristas de los siglos II y III como Ulpiano y Pablo. Esta obra
colosal fue promulgada el 16 de diciembre de 533, tras sólo tres años y medio de
trabajos.
con la finalidad de servir como manual para los estudiantes de derecho. El trabajo fue
obligaciones, los delitos y acciones. Por su parte las Novellae es el conjunto de leyes
a partir del poder que le es entregado por la voluntad popular y la ley divina.
Se afirma una concepción embrionaria de los derechos del hombre al afirmar los
redactores del Código la superioridad del derecho de gentes (aplicado a todos los
hombres) por encima del derecho civil (que concierne sólo a los ciudadanos romanos).
todos los ciudadanos. También la situación legal de los esclavos mejora, con la
supresión de la noxae datio (derecho del padre a expulsar del domicilio familiar a un hijo
por algún daño que est hubiese causado). Los hijos, incluso no emancipados, conservan
sus bienes y el padre se ve limitado al derecho de usufructo. Del mismo modo los
derechos de los maridos sobre sus mujeres son reducidos, probablemente por influencia
de la emperatriz Teodora, pero también obedeciendo a una corriente de fondo. Las penas
aplicadas a los divorcios ilegales castigan ahora por igual a hombres y mujeres. Las faltas
a la moral sexual, que siguen siendo más severas para las mujeres, son rebajadas con la
herencias y dotes.
Dulcificación de las penas aplicadas a los deudores a los que ahora se les
conceden dos años y medio para saldar sus deudas. El interés máximo de los préstamos
Justiniano I y el pueblo: la
sedición Niká
apaciguar a las masas fracasa y la rebelión se extiende. Varias prisiones son asaltadas y
sublevados.
El 15 de enero el emperador intenta por primera vez usar la fuerza para romper el
asedio de los sublevados. Belisario realiza una salida pero tiene que retirarse ante la
Hebdomón en las afueras chocan contra los sublevados pero no consiguen llegar hasta el
Justiniano se reúne con sus consejeros para analizar la situación. Ante las dudas
actúe con energía. Decidido por fin a usar la fuerza, envía a Belisario y Mundo para
una matanza indiscriminada, con cifras que varían entre los 30.000 y los 40.000 muertos.
La política edilicia de
Justiniano I
Los artífices de estas obras son hombres competentes dotados de una formación
intelectual y práctica descollantes. Son los mecanopoioi, una mezcla entre
nuestros arquitectos e ingenieros. Se trata de arquitectos con grandes
conocimientos matemáticos, muy bien considerados en la jerarquía social pero
escasos en número. Tras ellos están los architektones, los arquitectos
propiamente dichos y por debajo los technitai, profesionales que encuentran su
nicho en las obras menores o como subalternos de las otras dos clases. Y
alrededor de todos ellos un conglomerado de artesanos que viven de la
construcción: pintores de frescos, constructores de mosaicos, escultores,
albañiles, carpinteros agrupados en corporaciones supervisadas por el Estado.
Justiniano I dedica su principal atención a la reparación de los estragos causados
en Constantinopla por la sedición Niká:
Los edificios de la plaza del Augusteón son los primeros en recibir la atención,
los baños de Zeuxipo, los pórticos que rodean la plaza y los de la Mesé hasta el foro de
Constantino. La fachada del Senado también es reconstruida. Varios sectores del Gran
dedicadas a la Santa Sabiduría, a Santa Irene, a San Demetrio, a Santa Ana… a lo que
se añaden santuarios consagrados a los Apóstoles y los mártires. Las labores caritativas
enero de 532 y en otros dos construidos en las afueras de la capital. Junto a ellos se
levantan casas para la atención de los que llegan a la capital para resolver asuntos
administrativos y judiciales.
Otra parte de los esfuerzos constructivos se destina a la red de abastecimiento de
agua para la capital, cuestión crítica durante los veranos. Para aumentar las reservas de
agua Justiniano hace construir unas inmensas cisternas en las proximidades de Hagia
Sofía en el emplazamiento del antiguo patio del Pórtico Imperial que abastecerán a la
regiones más apartadas también está presente la voluntad constructora. En los Balcanes
multiplican las fortalezas para proteger el país de las incursiones de las tribus moras.
con el uso de la cúpula no sólo en la gran iglesia de Hagia Sofía sino en construcciones
previas o contemporáneas como San Polieucto (entre 524 y 527) por iniciativa de la
noble Anicia Juliana, y las basílicas de Santa Irene y de los Santos Sergio y Baco.
del Imperio. En Siria y Mesopotamia sigue predominando la forma basilical de las iglesias
palaciego de Qasr ibn Wardan, en la estepa siria, construido entre 561 y 564. El
plan basilical no muestra influencias del Este. Sin embargo la de San Vital, iniciada en
531-532 y rematada alrededor de 547, presenta planta central y uso intensivo del ladrillo
Tras las grandes victorias del período 530-540 el decenio siguiente ofrece al
Imperio y al propio Justiniano I un amargo receso. Desastres naturales, el terrible
azote de la peste bubónica, derrotas en Italia y en el Este, un marcado descenso
demográfico y el estancamiento de la economía son factores que sacuden con
terrible fuerza al Imperio:
Fracaso militar: En 540 el rey Cosroes, receloso por los resonantes éxitos
apenas restablecida de las consecuencias del terremoto de 526. En los años siguientes
mismos años los hunos invaden el Ilírico y alcanzan el istmo de Corinto. En Italia Totila,
África las derrotas se suceden ante las tribus moras hasta que la llegada del magister
550 el río Cidno arrasa Tarso. Al año siguiente nuevos seísmos en el litoral de Asia
Menor. En Beirut hay 30.000 muertos y la escuela de derecho tiene que ser transferida a
década fue inmortalizada por Procopio en su obra, siguiendo el modelo creado por
provocada en la capital fue estimada por Procopio en 5.000 e incluso 10.000 fallecidos al
día. Tras un periodo de tres años la peste remitió para reaparecer posteriormente en
brotes cada diez a quince años (558, 560, 561, 573-574, 592, 599). Las estimaciones
a las fuentes conservadas. Tras una primera manifestación en 501-504 coincidiendo con
cosechas, lluvias, etc. se van sucediendo inexorablemente durante todo el siglo VI.
En esta década se produce también un relevo en los hombres de confianza del
emperador. Tras la conspiración que provoca la caída de Juan de Capadocia en
542 llega el turno a Belisario. Cuando el emperador contrae la peste y se plantea
la cuestión del nombramiento de un heredero los comandantes en el Este son
tibios a la hora de respetar la posición de Teodora. Esta no olvida el agravio y su
ira recae especialmente sobre Belisario y Buces. El primero se ve enviado de
nuevo a Italia sin los medios para restablecer la situación mientras que el segundo
sufre prisión durante años. Una nueva generación de colaboradores se sitúan
cerca del emperador, hombres en su mayoría de origen urbano, que han
estudiado leyes y deben su ascenso a su competencia. Areobindo es prefecto de
la Ciudad. Pedro, magister officiorum, originario de Daras; los sirios Pedro
Barsimés y Adeo, el africano Junilo, cuestor y el egipcio Hefesto, prefecto del
pretorio en 551; Marcelo el conde de los excubitores (539-565) y siempre Narsés,
el praepositus sacri cubiculi.
La peste en el reinado de Justiniano I, obra
de Guilhem de Encausse
Los últimos años de
Justiniano I
mantiene una política contradictoria, persiguiendo con celo a los monofisitas al tiempo
que asegura protección a sus líderes, como los antiguos patriarcas Antemio y Teodosio.
intentará otra vez haciendo venir a la capital a Jacobo Baradeo, el líder monofisita, con
teológicas que alejan más que nunca la posibilidad de una reconciliación entre los credos.
En los años finales Justiniano I se deja seducir peligrosamente por la herejía del
trono patriarcal a Juan III Escolástico con la esperanza de que se pliegue a sus deseos.
emperador y sólo la muerte de este impide una ruptura total con todos los patriarcas
ecuménicos.
Imperio. Peste, revueltas, terremotos que provocan una honda impresión entre los
durante cuarenta días como señal de duelo por el terremoto más violento del siglo. En
febrero de 558 rebrota la peste. El 7 de mayo de ese año la cúpula de Hagia Sofía se
heredero. Tras la muerte del brillante Germano en 550 son dos Justinos los que tienen
palacio y tenía inclinación por las cuestiones administrativas. No parece haber habido
animosidad entre ambos pero la mujer del segundo Justino, Sofía, era ambiciosa y la
Hasta aquí ha llegado esta entrada sobre Justiniano I. Espero que haya sido de tu
gusto.
Un saludo cordial
Roberto
¿Qué es el helenismo?
El helenismo es, básicamente, una época histórica y cultural en la
que se produjo la expansión de la cultura griega por todo el
Mediterráneo, llegando desde la Península Ibérica hasta Oriente.
Estamos hablando de una época que transcurre, aproximadamente,
entre la muerte de Alejandro Magno (323 a.C.) hasta la conquista
del Mediterráneo por parte de los romanos (aprox. año 30 a.C.).
Aquí tienes un mapa de las conquistas de Alejandro Magno desde
Grecia hacia el Este y el Sur. Fíjate en las fechas y verás la cantidad
de territorio que conquistó en relativamente pocos años.
Significado de Estoicismo
Qué es Estoicismo:
Como estoicismo se denomina la doctrina filosófica que practicaba el dominio
de las pasiones que perturban la vida valiéndose de la virtud y la razón.
Como tal, su objeto era alcanzar la felicidad y la sabiduría prescindiendo de las
comodidades, los bienes materiales y la fortuna. De allí que también designe
cierta actitud moral, relacionada con la fortaleza y la ecuanimidad en el carácter.
El ideal de los estoicos era lograr la imperturbabilidad y cierto grado de
independencia ante el mundo externo. Aunque era una doctrina fundamentalmente
ética, también tenía sus propias concepciones lógicas y físicas. Fue influida por los
cínicos y por Heráclito.
La escuela estoica fue fundada por Zenón de Citio hacia el año 301 a. de C. en
Atenas. Acostumbraban reunirse en un pórtico de la ciudad, de lo cual derivó su
nombre, que proviene del griego Στωϊκός (Stoikós), derivado de στοά (stoá), que
significa ‘pórtico’.
Fue una de las escuelas filosóficas helénicas de mayor influencia. Su periodo de
auge se registra entre el siglo III a. de C. y el II d. de C. Su debilitamiento coincidió
con el auge del cristianismo.
Cinismo.
Ecuanimidad.
Ética estoica
La ética estoica es la faceta más conocida de esta escuela. Como tal, propone
que la felicidad implica vivir conforme a nuestra naturaleza racional; que el único
bien es la virtud y el único mal es el vicio y la conducta pasional e irracional; que
las pasiones que perturban la razón son contrarias al ideal estoico; que los bienes
materiales o aspectos de la vida humana, como la salud o la enfermedad, el dolor
o el placer, son indiferentes para el estoico y de allí proviene su fortaleza. Todo
esto tiene como objeto alcanzar la apatía, que es aceptación de los ideales
ascéticos. En este sentido, es un sistema que se opone al hedonismo de Epicuro y
al eudemonismo de Aristóteles.
Estoicismo, epicureísmo y escepticismo
El estoicismo, el epicureísmo y el escepticismo son tres corrientes de pensamiento
filosófico surgidos en la Antigua Grecia. Mientras que tanto el estoicismo como
del epicureísmo son doctrinas que se proponen alcanzar la felicidad —el primero
a través del dominio de las pasiones que perturban la vida, y el segundo mediante
el equilibrio de los placeres en función del bienestar del cuerpo y de la mente—,
el escepticismo, más que una doctrina, es una actitud o una corriente de
pensamiento basada en la desconfianza o la duda hecha extensiva a todas las
cosas, incluido el propio juicio del escéptico.
Significado de Escepticismo
Qué es Escepticismo:
Como escepticismo se conoce la actitud de desconfianza o duda que se
manifiesta ante a la verdad o la eficacia de algo. Como tal, la palabra deriva
de escéptico, que proviene del griego σκεπτικός (skeptikós), que significa ‘el que
examina’.
Escepticismo es también el nombre de una corriente de pensamiento
filosófico según la cual debemos de dudar de todas las cosas, fenómenos y
hechos, y que afirma que la verdad no existe, pero que, de existir, el hombre sería
incapaz de conocerla.
El escepticismo también puede ser cierta propensión pesimista, consistente en
ver las cosas de un modo siempre desfavorable. Por ejemplo: “Julio mantuvo su
escepticismo a pesar del resultado positivo de la reunión”.
Asimismo, escepticismo puede referirse a cierta actitud de incredulidad o
aprehensión respecto a la pureza y valor moral y ético de las acciones de los
hombres. Por ejemplo: “El escepticismo de la sociedad frente a los políticos se ha
traducido en una gran abstención en las últimas elecciones”.
Escepticismo en Filosofía
En Filosofía, el escepticismo es una corriente de pensamiento que se fundamenta
en la duda hecha extensiva a todas las cosas, sensaciones, fenómenos o hechos
que se presentan a la conciencia, y que considera que toda información debe ser
apoyada por la evidencia. En este sentido, se manifiesta fundamentalmente como
una actitud inquisitiva al conocimiento.
El escéptico duda de todo, incluso de su propio juicio. Por esto, es característico
del pensamiento escéptico no dar por cierta, de buenas a primeras, ninguna
verdad ni aceptar dogma alguno, bien se refiera a la religión, bien a los valores
sociales establecidos, o bien a fenómenos de otra índole. De allí que presente una
postura opuesta al dogmatismo.
Vea también Dogmatismo.
Escepticismo metódico
El escepticismo metódico es aquel que pone en duda todo lo que nos rodea
mediante un proceso de indagación filosófica. Su objetivo, con esto, es el de
descartar lo falso para acceder a un saber seguro, certero.
Escepticismo profesional
Como escepticismo profesional se conoce la actitud con que un profesional de la
contabilidad debe proceder ante una auditoría, y que se caracteriza por la
capacidad inquisitiva y de evaluación crítica de la evidencia, sin dar por sentado
nada que no pueda ser probado por las evidencias. El objetivo, como tal, es llevar
a cabo la recopilación y evaluar con objetividad las pruebas.