Batallar Fuera de Casa

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Montserrat Huguet Journal of Feminist, Gender and Women Studies 3: 31-43, Marzo/March 2016

Batallar fuera de casa: mujeres de uniforme en la Primera Guerra


Mundial
Battling out of the Home Front: Women in Uniform During World War One

Montserrat Huguet1, @
1
Universidad Carlos III de Madrid. España.
@
Autor/a de correspondencia: [email protected]

Resumen
En el otoño de 1914 las mujeres de los países occidentales dieron el paso de afrontar la guerra y tomar parte activa en
ella. Lo hicieron a la manera diversa en que los seres humanos afrontan los problemas: en la difícil cotidianidad del
que aguarda el regreso de los soldados, soportando todo el esfuerzo del sostenimiento familiar, o colaborando en los
trabajos de producción para la vida civil y militar. Pero no pocas empujaron a los gobiernos para que les permitieran
luchar dentro de los ejércitos, llevando los uniformes militares y mostrando los colores de la patria. Estas líneas están
dedicadas a conformar su historia.

Palabras clave: Primera Guerra Mundial, mujeres, ejércitos.

Abstract
In the fall of 1914 western women began their way to cope with war taking an active part in it. They did it in the
various ways human beings usually face problems: awaiting the return of the soldiers in the everyday difficulties,
supporting all the works of family´s needs, or helping in the country production work for the civil and military life. But
also, not few women pushed governments to allow them fighting in armies, wearing military uniforms and showing
the colors of their country. This text shows their history.

Keywords: First World War, women, armies.

Journal of Feminist, Gender and Women Studies


https://revistas.uam.es/JournalFeminist
INTRODUCCIÓN
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Montserrat Huguet Journal of Feminist, Gender and Women Studies 3: 31-43, Marzo/March 2016

La Primera Guerra Mundial ha sido objeto de corta fiebre del heno, agotándose en sí misma a los pocos
numerosas preguntas, la primera y más fundamental, la meses de su comienzo, en el invierno de 1914.
que aún sigue abierta pues las respuestas no terminan de Los oficiales que habían servido a los estados planes
convencer a los investigadores, es la de por qué querría de guerra ineficaces para las condiciones dispuestas por el
suicidarse un continente próspero y hegemónico, el armamento moderno, no sabían ahora gestionar los campos
europeo, que gozaba de los beneficios que comporta estar de batalla: lugares hostiles y desconocidos por efecto de las
en la cúspide del sistema mundial. En 1914 Europa era un nuevas armas (ametralladoras, gases venenosos o carros de
continente con un largo siglo de paz a sus espaldas, en combate…). La gran distancia que separaba las decisiones
absoluto un logro desdeñable. Algunas naciones de Europa de los mandatarios -élites acomodadas en los usos liberales
habían hecho las Revoluciones, todas ellas liderando un de finales del siglo XIX- y las consecuencias insospechadas
modelo de organización que por entonces se estimaba de las tecnologías que manejaban -a refugio los dirigentes
universal. La última gran guerra en el continente se había en las cancillerías o despachos oficiales- era una brecha
dado por cerrada en 1815 con la derrota del Imperio de insalvable cuando se trataba de dirigirse a la gente, o de
Napoleón y el destierro del Emperador. A la gran cuestión enviar a los soldados a la batalla. Quienes luchaban en el
inicial, cabe suponer respuestas del estilo de: se estaba frente y en las trincheras eran sobre todo obreros y
produciendo un cambio de ciclo hegemónico y por ello campesinos, gente por lo habitual con escasos recursos y
mismo se expresaba, con la guerra, un ansia insatisfecha de nulo patrimonio que, una vez pasada la fiebre nacionalista
poder absoluto por parte de las diferentes potencias del de los primeros días de combate, desconocían las razones
momento: Alemania, Rusia (McMeekin, 2011), Francia, Gran por las que se veían obligados a abandonar a sus seres
Bretaña , a la manera quizá en que había sucedido en los queridos en sus pueblos, dejándoles a menudo sin recursos
comienzos del siglo XIX y las guerra europeas de entonces. para subsistir, para afrontar los peligros de la guerra en la
No obstante, y porque casi nada que parezca claro retaguardia. Matar al enemigo sería enseguida una razón de
en la historia lo es en realidad, las razones últimas que dan escasa envergadura para abandonar el hogar e ir a la
explicación a la llamada Gran Guerra del 14 (McMeekin, guerra, pues el enemigo, visto de cerca, envuelto en barro y
2013), o si se prefiere, que ponen fin a la Gran Paz piojos, era un clon de uno mismo, también al albur de los
(MacMillan, 2013) de todo un siglo volcado en las caprichos de la correspondiente élite nacional.
transformaciones sociales y económicas, pueden ser
rastreadas en la corriente profunda de la historia, aquella LAS OPCIONES DE LAS MUJERES ANTE LA GUERRA
que conduce elementos más sutiles (Clark, 2012). El
desencadenamiento de una catástrofe (Hastings, 2013) Una vez hubo estallado la guerra, en todos los países
humana del calibre de la Primera Guerra Mundial se que la declararon se iniciaron programas gubernamentales
entiende -que no explica- en una oleada gigantesca de de propaganda para solicitar a la población el esfuerzo de
estupidez humana, en una ceguera casi general a propósito guerra, además del reclutamiento de los soldados y la
de la acción suicida. Y cómo no, al concatenado de organización estatal para el sostenimiento de las familias.
arrogancias masculinas dispuestas sobre la mesa de Con los hombres, cabezas de familia por lo general, fuera de
operaciones militares como si de un tablero de juegos casa, técnicamente el estado se hacía garante de la tutela y
infantiles se tratara, cuyo coste fue, solo en vidas, la custodia de sus familias. Esta condición de Estado como
supresión de más de nueve millones de personas. tutor de las mujeres o de los niños no era nueva en los
Añadamos el precio de la ruina del territorio, del paisaje países occidentales. En los Estados Unidos, durante la
largamente elaborado, de la vegetación y los animales Guerra Civil (1861-1865), la Confederación se había hecho
aniquilados, del patrimonio cultural y de las esperanzas, cargo legalmente de las familias cuyos hombres iban al
sobre todo de la confianza y del optimismo perdidos en una frente. Ahora el trabajo de las mujeres en todo este
Europa que viviría las siguientes décadas instalada en el complejo entramado social que arropa la guerra adquiere
recelo. tres componentes básicos: el doméstico, el voluntariado
Para la historiadora Margaret MacMillan, la guerra (sanitario y asistencial preferentemente) y, en algunos
-así lo recoge el título de su obra- puso término a la Gran países, responsabilidades directas en el frente. Bajo la
Paz, como he dicho, y ello porque los líderes y dirigentes de segunda y la tercera opción el trabajo de las mujeres fue
la época no midieron con sensatez la enorme debacle que objeto de algún tipo de remuneración.
iba a provocar sus masculinas decisiones, en la apuesta Una pintura muy reveladora, fechada en 1862, obra
por las decisiones incorrectas y el uso y desarrollo de del autor británico George Elgar Hick y que lleva por título
las tecnologías militares más punteras del momento. La Woman’s Mission. Confort the Old Age, expresa qué se
historiadora aporta al clásico problema de los orígenes de la esperaba de las mujeres todavía en el inicio de la guerra
Gran Guerra una mirada cualitativa muy perspicaz que, sin mundial medio siglo después. La mujer joven del cuadro,
la consolidación académica de los Estudios de Género, que va vestida con ricos ropajes de color crema y puntillas,
hubiera quizá pasado inadvertida. MacMillan habla por vive en un ambiente cerrado e íntimamente confortable. Su
ejemplo de la crisis de la masculinidad a finales del siglo XIX, actividad consiste en atender solícita a un caballero anciano
en plena era del darwinismo social, y de cómo la explosión que está sentado en una butaca envuelto en mantas. El
varonil en cadena enturbió la visión de sus propios efectos hombre es viejo y parece agotado, como herido en lo más
pues, en la perspectiva de los políticos y mandos militares profundo. Tiene la mirada perdida pese a que la joven está
irritados por el jingoísmo y la arrogancia, la guerra habría de inclinada a solo un palmo de su rostro. Ella sostiene con la
tener a lo sumo, como a menudo se ha recordado, la mano izquierda un libro abierto sobre el brazo del sofá y con
duración de una la otra una copa, posiblemente con algún licor o medicina
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que
procura darle al anciano sin que él la acepte. La joven mira denunciada por las feministas y las sufragistas en el
al viejo con arrobamiento y amor, en tanto que el hombre la territorio de los ejércitos aliados de la Commonwealth, pues
ignora, el pensamiento muy lejos de allí, la mirada perdida a los hombres no se les aplicaban las mencionadas normas
o quizá atisbando asuntos superiores a los cotidianos. El destinadas a prevenir el contagio de las enfermedades
entorno en que transcurre la escena es femenino, los venéreas (Harrison, 1995). La prostitución (Grayzel, 1997)
tonos suaves de las telas y tapices. Bajo el cuidado atento -regularizada para frenar los contagios indeseados- dejaría
de la mujer, el hombre se ha vuelto también mujer: frágil de vincularse exclusivamente al placer o a la doble moral
y envuelto en ropas blandas que le arrebatan su condición masculina de los inicios del siglo XX, pasando a cumplir
masculina. Este es el territorio de ella, el asistencial, en el ahora algunos requerimientos de índole patriótica. A la
que se desenvuelve con plena soltura femenina. prostitución se aplicaría en tiempo de guerra una cierta
La situación en agosto de 1914 es bien distinta. La comprensión permisiva, en atención sobre todo al
mayoría de las mujeres europeas apoyaron el hecho de la reconocimiento de que las condiciones habían propiciado
guerra, si bien una minoría muy respetable era netamente situaciones ambiguas que afectaban a muchas mujeres,
antibelicista por razones de conciencia y seguramente por tradicionalmente “decentes”, desposeídas ahora de los
algo que hoy calificaríamos de mero sentido común. El anti medios de vida habituales (Figura 1).
patriotismo, que así se entendía la posición anti bélica, era La guerra fue pues un buen caldo de cultivo para
una opción socialmente reprobable que muy pocas mujeres la diversificación de los modos de entender el activismo
se atrevieron a manifestar. Las campañas de las pacifistas no femenino -la adquisición de derechos políticos y laborales-,
tenían la mejor prensa en Gran Bretaña, donde eran en la práctica: el sufragismo, el pacifismo internacionalista
tildadas de cobardes. Por otra parte, incluso reputadas (Huguet, 2015), o la militancia en partidos y sindicatos (Law,
feministas, como Adela y Christabel Pankhurst -no así Adela 1997). Lamentablemente fue la guerra y no otro proceso de
y Sylvia, pacifistas recalcitrantes-, entendían que la guerra la historia la que proyectaría a las mujeres hacia la escena
iba a proporcionar a las mujeres oportunidades de salir de histórica en hitos relevantes como las revoluciones
casa, al emplearse en las fábricas, en los transportes, en los socialistas y obreras en torno al 1917, al gestar las
arsenales de armas o en los muelles. Se estima que no condiciones de un cambio social y cultural que dará como
menos de un millón de mujeres se adhirieron formalmente resultado el surgimiento de las bases del futuro estado del
a la fuerza de trabajo entre los años 1914 y 1918. En bienestar.
Francia, muy pocas socialistas se oponían a la guerra. Para Sobre las mujeres que se quedaron en el Frente
las feministas favorables a la guerra además, la justicia Doméstico, la mayoría, mucho se ha dicho y escrito
interna en las naciones habría de surgir precisamente de la (Grayzel, 1999). Su esfuerzo -de madres, enfermeras, y
interacción con el exterior, siendo la guerra un medio como trabajadoras- merece la memoria y la historia que actualiza
otro cualquiera. El nacionalismo había calado también en el reconocimiento de sacrificios colectivos y particulares
ellas, entendiendo que su función pública era la del cuidado (Figura 2).
de los heridos y del ya denominado frente doméstico o A propósito de las que en cambio, superando la
Home Front. condición de trabajadoras en la retaguardia, llegaron al
La guerra actualizó además un conjunto de frente de la batalla, la historia ha sido más cicatera,
situaciones que desbarataron los esquemas existentes a guardado una mayor reserva por ser estas menos en
propósito de la moral y la sexualidad. En sociedades cuya número, o quizá porque la arrogancia varonil que -a juicio
supervivencia está en juego, los formalismos o la doble de la historiadora Margaret MacMillan- originó la guerra se
moral pierden cuerpo. La “fiebre de los uniformes” o khaki mantuvo en pié tras su final, siendo incapaz la sociedad de
fever empujaba a las jóvenes -decían las crónicas británicas- ceder a las mujeres siquiera el lugar que merecían en los
en brazos de los soldados de uniforme, pues en las reconocimientos
mitologías populares los muchachos inexpertos que dan la
vida por la patria son antes arrastrados por las mujeres a la
perdición del sexo. El incremento de niños ilegítimos en
situaciones extremas rebajó forzosamente las exigencias
morales de tiempos de paz. Durante la guerra en todos los
países se multiplicaron los casos de mujeres desreguladas:
solteras con hijos o adúlteras, a quienes se denomina por
ejemplo amateur girls, mujeres estas británicas cuya
promiscuidad sexual –forzosa o buscada- propalaba
enfermedades venéreas y no solo en el frente sino también
entre la población civil.
Este tipo de cuestiones preocupaba a los mandos
porque la vulnerabilidad de las tropas no dependía solo
de la metralla o los gases venenosos, sino también de las
enfermedades extendidas al entrar en contacto los soldados
con mujeres enfermas y contagiosas, que a su vez lo eran
por tener sexo con soldados enfermos. De manera que,
prácticamente tratadas como traidoras a la patria, las encarceladas para “limpieza” antes de
mujeres de moral dudosa llegarían a ser arrestadas y verificar su estado de devolverlas a la calle o a
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los burdeles. Era llamativa la discriminación, Figura 1. Tarjeta dibujada Figura 2. Propaganda
por un soldado británico en francesa referente a la
1918, anónimo. función maternal de las
mujeres en ausencia del
esposo, en el frente.
oficiales de las naciones. Los memoriales a los héroes de la En los Estados Unidos en 1917 Loretta Perfectus Walsh fue
patria de las dos guerras mundiales son en todos los países una chica a la que se permitió servir en las fuerzas armadas
lugares dedicados a la memoria de los soldados, que los estadounidenses
compatriotas y sus mujeres cuidan y visitan, relegando la
nómina de mujeres que -también de uniforme- murieron,
como los datos indican, por su patria.
En conjunto, puede mirarse la Primera Guerra
Mundial como una experiencia histórica en la que las
mujeres afrontan un tipo de actividades dentro del campo
de lo que se espera de ellas: la asistencia a los heridos;
también otras nuevas, véase la lucha en la batalla. La guerra
puede observarse incluso como una crisis u oportunidad en
relación al desempeño de demandas ligadas a los derechos
civiles o laborales. Como fuere, durante y tras la guerra las
mujeres ganaron visibilidad y capacidades antes
insospechadas, aunque también perdieron mucho. De
entrada se quedaron solas. Para muchas, sus hijos,
hermanos, maridos o amantes habían muerto y, con una
pirámide de población desequilibrada, sus posibilidades de
matrimonio o de formar una familia quedaban muy
reducidas. Además, y este tema no es menor, su acceso a
los trabajos que antes hacían los hombres seguía regulado
por su sometimiento a la condición de ciudadanas
dependientes, con salarios inferiores y prácticas de control
tanto o más aviesas que las que se ejercía sobre los varones.
La vida de las mujeres puede que fuese más libre tras la
guerra, pero no por ello más fácil. Los prejuicios a propósito
de su independencia como individuos con derechos civiles
eran aún enormes, al tiempo que -en sociedades
demográficamente descompensadas- se les exigía un mayor
esfuerzo físico y anímico.
La lucha directa de las mujeres en las guerras
contemporáneas estaría ligada por lo general a la defensa
frente a las invasiones o a su faceta de revolucionarias.
Piénsese en las milicianas españolas que en el verano del
treinta y seis visten uniforme y empuñan un fusil, pero que
son retiradas de inmediato del frente pese a estar al menos
tan preparadas como la mayoría de los futuros
combatientes republicanos varones. En la guerra de 1914
algunos estudios señalan que unas ochenta mil mujeres
sirvieron uniformadas en los ejércitos, si bien no todas
como combatientes (Burke, 2000), sí en el campo de batalla
y sometidas a los peligros de la guerra. Había organizaciones
de muy diversa índole para implicarse en la guerra. El CICR,
Comité Internacional de la Cruz Roja, daba cobijo a muchas
mujeres que no querían limitarse a una condición pasiva en
la Guerra. Esta organización sería galardonada con el Nobel
de la Paz en 1917, siendo Gustave Moynier su Presidente
(Dunant, 1988: 353-395).
De entre las mujeres que participaron directamente
en la guerra puede recordarse a la aviadora rusa Eugenie
Mikhailovna Shakhovskaya, la primera mujer piloto, que
voló en misiones de reconocimiento en el ejército del Zar en
1914; ya en 1917, el Gobierno Provisional de Rusia creó una
formación de quince batallones compuesta solo por
mujeres, que incluiría el Primer Batallón de la Muerte,
comandado por Maria Bochkareva. Ellas fueron llamadas a
luchar en la Ofensiva Kerensky contra las tropas alemanas.
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chicas llegaron a tener un status idéntico al de los hombres atendiendo a los heridos en plena acción militar. No se
al final de la guerra. trataba solo de actuar en calidad de soldado sino de ser
El caso de Flora Sandes es uno de los más tratada y reconocida como tal, insistiría Flora a la prensa
conocidos. Joven alistada voluntaria en el Cuerpo de cuando se le preguntaba al respecto. Disfrutaba -como ella
Ambulancias de St John, vivió la crisis humanitaria de aceptaría en las entrevistas que se le realizaron antes de
Serbia, donde se unió a la Cruz Roja (Figura 3). fallecer a mediados de los años cincuenta- del fragor de
Pero habiendo sido separada de su unidad durante la batalla, entre otros motivos porque la guerra le había
la retirada a Albania, se incorporó a las filas de un dado ocasión de tomar contacto de una serie de formas de
regimiento serbio para así poder sobrevivir. A partir de ese libertad insospechadas en época de paz (Miller, 2012). Algo
momento, Flora se convierte en la primera mujer que, en definitiva, también les sucedía a muchos hombres
comisionada como oficial británica en el ejército serbio, y al abandonar la vida civil para afrontar las condiciones de la
la única mujer que formaría parte de un listado de vida en el ejército (Figura 4).
soldados durante la Primera Guerra Mundial. Promocionó Las mujeres -y en esto no eran distintas a los
como oficial y además fue herida por una granada de mano hombres- descubrían en esta nueva forma de vida la
enemiga durante el avance serbio hacia Bitola (Monastir). excitación ante el peligro, la aventura o la camaradería.
Llegaría a capitán, condecorada con el más alto Esta última faceta de la vida en el ejército especialmente,
reconocimiento militar en Serbia: la estrella del Rey pues las chicas como Flora se sentían tratadas como iguales
George. Sandes provenía del campo de la enfermería, por los combatientes serbios. Puede imaginarse el impacto
formada y preparada a su vez para formar a otras, en la y la frustración que supuso para ella la vuelta a la vida civil
Women’s First Aid Yeomanry Corps y en el servicio de al final de la guerra. En la paz, topó de nuevo con las
ambulancias. Pero, a pesar de su destino en la retaguardia, restricciones que la sociedad imponía a las mujeres. De
se empeñó en actuar en el frente, como un soldado más, entrada -se queja- al desprenderse de la cómoda ropa
en medio del fuego cruzado, preparando los fusiles o militar y aunque la moda había cambiado,
Figura 3. Uniforme de Figura 4. Flora Sandes como
(en la US Navy Reserve) en puestos no sanitarios. Loretta enfermera británica. Museo Sargento Mayor. Postal.
llegaría a ser oficial de la Marina, donde más de once mil de la Guerra, Londres.
la ropa femenina le restaba libertad de movimientos; movimiento sufragista más se había desarrollado, véase en
echaba en falta además el contacto habitual con los Gran Bretaña, querían que las jóvenes tomaran las armas. Lo
hombres, con quienes había convivido durante años y de cual se explica porque ambos, feministas y conservadores,
cuya compañía se veía ahora privada, pues la moral de pre veían en la implicación militar de las mujeres una incógnita y
guerra volvía a constreñir los hábitos cotidianos. Como quizá el desencadenamiento de situaciones que podían
tantos de ellos, que en la guerra adquirían personalidades descontrolarse. En aquellos días, muchas de las feministas
significativas, el verse privada de esta situación excepcional británicas eran mujeres de clase media y hasta acomodada,
la devolvía a la anomia cotidiana y en cierto modo a la ajenas al mundo real en el que, en la sordidez propia de la
infelicidad. vida, se luchaba cotidianamente por la obtención de los
Hubo en los países en guerra más historias como las recursos básicos. En los primeros años del nuevo siglo por
de las jóvenes mencionadas, si bien hay que reconocer que ejemplo dos pintoras inglesas inconformistas viajaban a
fueron excepcionales, pues eran casi universales las trabas Francia procurando vivir con sus propios medios en un estilo
normativas para la participación directa de las mujeres que por entonces se calificaba de experimental o bohemio.
en los combates. En el fondo, los impedimentos legales Se llamaban Gwen Hohn y Dorelia McNeil y habían decidido
provenían de una percepción social contraria a que las educarse en artes en Slade School of Art desechando la
mujeres empuñaran las armas y al hecho de que la mayoría Royal Academy por conservadora. Hohn y McNeil, magníficas
de la gente las veía en las labores de enfermería o al frente pintoras, fueron un símbolo de cómo entendían en aquella
de movimientos pacifistas. Según un opúsculo británico, época las mujeres su libertad: autosuficiencia económica y
firmado por A Little Mother y publicado en 1916, del que derecho a participar en la política.
se vendieron unas setenta y cinco mil copias en una sola De manera que, una cosa era solicitar el voto y vivir
semana, las mujeres eran ideales para dar la vida pero no
para quitarla, tarea esta propia de los varones. De los temas
más tabú que podían contemplarse entonces estaba el de
las mujeres carentes de instintos de protección. Campañas
de este calado buscaban acallar las inquietudes de las
chicas, que demandaban protagonismo público en las
sociedades materialmente más avanzadas. Era necesario
insistir en la delicadeza natural con que las chicas
preservaban la vida: cuidaban a los heridos, propios y
enemigos, como escribía en su ensayo, Golden Lads (1916),
el autor británico Arthur Gleeson. Calmadas y pacientes,
sensibles y abnegadas, las jóvenes, de acuerdo a lo que
señalaba este autor, eran sobre todo inmunes al interés por
el peligro, el ruido de las armas o el afán de lucha.
Además de los sectores más conservadores, tampoco
las feministas europeas, especialmente allí donde el del trabajo personal y otra bien distinta hacerlo además en la
senda de las obligaciones públicas que era lo que distinguía
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realmente a los varones. La obligación de morir por la patria mujeres en la maternidad. Este -en correspondencia con
no estaba en el horizonte de libertad al que aspiraban la aquel- merecía, a juicio de estas feministas, que se les diese
mayoría de las feministas, pues muchas mantenían el el voto a las mujeres. En realidad esta argumentación ha
argumento de equiparar el esfuerzo de los varones en la sido un eje conductor en la ideología que alentó las políticas
guerra al de las de defensa nacionales contemporáneas, reacias -salvo
excepciones tempranas en el siglo XX como la del Estado
de Israel- a que las mujeres hiciesen el servicio militar. Se
trataba de un argumento acomodaticio y complaciente
con los intereses de los más reacios a la incorporación
de las mujeres en la tropa y también de las feministas
antimilitaristas, activistas desde el último tercio del XIX.
Ellas no pedían la equiparación con los varones en el
esfuerzo de la defensa de la patria sino por medio de la
abolición de los ejércitos de reemplazo, o si se prefiere de la
defensa de la patria en sí misma en los términos inventados
por el ejército napoleónico.
A continuación se verán algunas circunstancias y
casos de mujeres que, en diferentes ejércitos, participaron
en la primera línea de la Gran Guerra. Quedarían por
mencionar otros, igualmente interesantes, como los de las
mujeres de uniforme en países como Australia, Nueva
Zelanda o Canadá, implicadas también en el esfuerzo de
guerra.

HEROÍNAS DE RUSIA Y DE LA UNIÓN SOVIÉTICA

Los países de Europa occidental, especialmente


Gran Bretaña y los Estados Unidos, como se verá,
permitieron cierta forma de integración uniformada de las
mujeres, pretendiendo situárlas en zonas por lo general
apartadas del peligro. En Rusia sin embargo, en el frente
oriental, la presencia de las mujeres en combate fue
fundamental y extraordinaria (Sowers, 2003), incluso en la
creencia popular de que las mujeres no deberían tomar
parte de ninguna manera en la lucha armada. María
Bochkareva por ejemplo se puso al frente de una unidad de
infantería durante el Gobierno Provisional de 1917. Su
unidad, El Batallón de la Muerte, combatió en las líneas más
adelantadas del frente (Shepherd, 1918: 5). En relación a la
Batalla de Smorgon por ejemplo, Bochkareva creó una
unidad de combate tan solo en seis semanas, las que tuvo
para reclutar y adiestrar a las chicas antes de acceder al
frente. Estas mujeres no tenían, a diferencia de los
hombres, ninguna práctica de combate, pero salían de las
trincheras para atacar a los alemanes y se adentraban en la
zona de fuego hasta llegar a las líneas alemanas capturando
prisioneros. Muchas de ellas serían condecoradas por su
valor.
Cien años después de su acción, el Batallón de la
Muerte sigue siendo objeto de admiración y de estudio en
las escuelas militares de todo el mundo. En su época, para
la sufragista Emmeline Pankhurst, Bochkareva fue la mujer
más importante del siglo, opinión respaldada por muchas
otras mujeres y hombres en épocas posteriores. Emmeline
Pankhurst había estado en Rusia durante varios meses, en
representación de Lloyd George, el Premier británico, con
la intención de apoyar al Gobierno Provisional frente a
los grupos y partidos extremistas como los bolcheviques.
Visitaba asiduamente al Batallón de Boschkareva en su
acuartelamiento y no se cansaba de alabar su acción, en
la que veía además una expresión de avance para la causa
del sufragio de las mujeres. Su argumento era contundente:
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qué nación seguiría negando el voto a las mujeres si estas


luchaban en el frente, como los hombres, por la patria. saber nada de su belleza, se rebelaba contra sí misma y
Bochkareva fue herida en más de una ocasión y se reintegró consideraba su feminidad como una regresión a la visión
siempre a la primera línea de la batalla, destacando en su burguesa del mundo, y a todo el género femenino como
capacidad para la arenga y el liderazgo militar (Figura 5). un residuo absurdo de un mundo caduco y agonizante. Ella
El éxito del Batallón movió a Kerensky a organizar era más valiente que todo el grupo de hombres con quienes
otras unidades de combate compuestas solo por mujeres. luchaba”. El retrato nos remite a los carteles publicitarios de
Pero curiosamente, y a pesar de cuánto contribuyó la URSS realizados por Rodchenko. La imponente Natascha
Kerensky a la hora de ceder un espacio a las mujeres en el guarda una innegable identidad “epocal”, hecha de guerra y
ejército ruso, nunca las menciona en sus memorias (Pipes, heroísmo. Roth nos introduce en la confusión íntima de las
1995). Pese a este vacío de la memoria política, se estima primeras mujeres soldado de nuestro tiempo, que se
que entre cinco y seis mil mujeres rusas participaron en debatían entre una identidad transmitida durante
combates durante la Primera Guerra Mundial bajo el generaciones en el hogar y un sentido moderno del deber
Gobierno Provisional. Tomaron parte por ejemplo en la patriótico. Natasha se entrega a sus rutinas con ardor
defensa del Gobierno Provisional en el Palacio de Invierno guerrero y no discrimina entre sus obligaciones personales y
de Petrogrado en noviembre de 1917 durante el asalto al públicas, alimentando así en el observador la imagen de una
mismo de los bolcheviques, a quienes hay que atribuir la ciudadana responsable a tiempo completo (Roth, 2009: 25).
disolución de las unidades militares de mujeres rusas para Pero en la paz, cuando la vida cambia para todos, la
crear las suyas propias. Durante la Guerra Civil, 1918-1920, mujer-soldado se adapta mejor que los antiguos soldados a
fueron 80.000 las mujeres que sirvieron como soldados en la vida civil y hace uso de los métodos militares para poner
el Ejército Rojo contra el Ejército Blanco. orden en el caos postbélico. Natasha -el personaje de Roth-
La historia ha visto en el caso de las soldados rusas pasa a dirigir un hospital, lugar idóneo donde seguir
y soviéticas un ejemplo excepcional, por su organización manteniendo con sus camaradas los vínculos del
dentro del ejército, por su lucha cuerpo a cuerpo junto con compañerismo aprendidos en el ejército y a los que no
los hombres, por su coraje y determinación en las acciones quiere renunciar.
(Posner, 1917: 431). Y es que las condiciones de la época
y las circunstancias eran cuanto menos desesperadas. La A ESTE LADO DEL ATLÁNTICO: LAS SHE-SOLDIERS
experiencias (Levine y Boschkareva, 1919) de los Batallones BRITÁNICAS
de mujeres rusas serían fuente de conocimiento para los
ejércitos de todo el mundo pues -se ha relatado- que tras Las mujeres británicas hicieron narrativa sobre
las fases iniciales de adecuación a la convivencia y, una su relación con la guerra y con la paz, también con las
vez organizados los protocolos para el respeto mutuo, la ventajas que la nueva situación les proporcionaba, pues
convivencia entre hombres y mujeres fue muy buena y los temporalmente eran conscientes de haber adquirido
resultados militares eficientes. libertad y responsabilidades sociales. Jeannie Maitland,
En relación con los años que siguieron a la Guerra escribió un texto reivindicativo de gran difusión: Woman’s
Mundial, en la Guerra Civil rusa, la literatura nos ha Own, y la gran Vera Brittain reaccionaba públicamente con
brindado ejemplos que sintetizan el caso de mujeres muy vivacidad ante la propaganda y las directivas oficiales
jóvenes que tomaban las armas y se ponían al mando de las (Bostridge, 2014). Los géneros de estas escrituras de
tropas. Natasha Alexandrovna era una chica campesina y mujeres fueron diversos: poesía, diarios, historias cortas o
bella aunque un tanto andrógina y muy vigorosa, divorciada novelas, memorias, o ensayos. Virginia Woolf, tal vez la más
y de carácter pragmático, pero sobre todo vehemente con internacional, lideró un discurso pacifista diferenciado, en
su conciencia de protagonismo histórico. Así nos la presenta contestación a la propaganda masculina. En 1929 en A
Joseph Roth, en su relato Fuga sin fin (1927): “No quería Room of One’s Own, Virginia Woolf escribiría que las
mujeres eran un magnífico espejo en el que los hombres se
miraban porque su figura se agrandaba duplicando su
tamaño, de manera que toda la gloria y heroicidad
adquirida por ellos en las guerras habría quedado en nada
de no haber sido por el espejo que la reflejaba. Las mujeres,
en busca de su identidad pública (Oudit, 1994), quisieron
pensar que estaban adquiriendo poder, si bien no
terminaban de saber cómo gestionarlo en su propio
beneficio.
Es cierto que a lo largo de la historia muchas mujeres
aportaron su función de espejo a los hombres que iban
a la de guerra, sin atreverse a ser ellas mismas las que se
observaban en él, vestidas con el uniforme militar. Por ello,
en 1914 las mujeres uniformadas, incluso si no lo eran en
calidad de combatientes, fueron toda una novedad. El
uniforme facilitaba esta sensación de aventura y cambio.
Algunas de las jóvenes que más se implicaron en la guerra
tenían, como los chicos, auténticas ansias de una vida
Figura 5. Sodado rusa, desconocida.
7
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Figura 6. Cartel p excitante, alejada de los vivían las mujeres según la tradición decimonónica. Y
ro pa ga n d íst ico
lugares privados en que puesto que habían pasado a realizar tareas duras, que antes
estadounidense.
recaían
operadoras, conductoras, al frente del manejo de
en los varones, también ellas se desahogaban en los pubs herramientas en las industrias de
locales bebiendo más alcohol del que acostumbraban
1 http://www.dailymail.co.uk/news/article-2438142/The-ladies-spent-First-
con anterioridad. Los periódicos ingleses de la época se World-War-fighting--to-bar-Newspaper-archives-reveal-outrage-army-
quejaban de que las mujeres no dejaban reservas de licor women-spent-conflict-pub.html#ixzz2ndEe2mZ4. Consultado por última
a los hombres, mostrándose además escandalizados por el vez el 24-11-2015.
libertinaje de sus hábitos. Pese a la hostil campaña de
prensa contra las trabajadoras que bebían en los pubs, en
muchas ciudades británicas las mujeres seguirían
consumiendo todo el alcohol que sus maridos y hermanos
no podían beber, y no solo en los pubs sino también en
privado1. Sin duda esta era una forma como otra cualquiera
de afrontar los tabúes y las discriminaciones en razón del
género, conscientes las mujeres -según escribía Peggy
Scott para el Daily Mail (Scott, 1917)- de estar trastocando
las relaciones sociales a propósito de su incursión en el
trabajo.
Merece la pena además recordar que la propaganda
oficial de aquellos años utilizaba la figura de las mujeres
de uniforme militar -si bien con gesto poco marcial- para
llamar a los varones a alistarse, por ejemplo en la marina
estadounidense por ejemplo (Figura 6).
Los slogans al estilo del National Service o del
Women’s Land Army, pretendían impulsar preferentemente
el esfuerzo de Guerra de las mujeres en el frente doméstico

(Figura 7).
Figura 7. Mujeres reclutadas con uniforme de marine.

A pesar de todas las trabas impuestas a la acción


directa de las mujeres en los combates de la Gran Guerra,
ellas tuvieron ocasión de lucirse en los trabajos más
diversos. Las necesidades del conflicto y su prolongación en
el tiempo así lo requerían. La actualización de datos señala
un incremento de actividad del 1751% de las británicas en la
vida laboral adscrita al Servicio Civil y en un 376% el de las
industrias del metal. La asignación de trabajos a las mujeres
casadas dejó de ser sinónimo de discriminación o acarrear
repercusiones sociales negativas. Las mujeres aprendieron
rápidamente a afrontar trabajos nunca imaginados,
manejando por ejemplo maquinaria pesada, distribuyendo
carbón, extrayendo mineral en el subsuelo, como tele

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guerra, y todo ello sin contar sus ocupaciones en las tareas Figura 8. Fotograma. Mujeres trabajando en una fábrica
de munición del Reino Unido. Museo Imperial de la
civiles clásicas: en las granjas, los comercios, las industrias,
Guerra, Londres.
etc En todos estos puestos lucían uniformes adecuados a
cada trabajo (figura 8). Muchas de estas mujeres manejaban municiones
-fueron fotografiadas y filmadas-, un trabajo obviamente
muy peligroso por el que los hombres recibían un salario
que doblaba el de ellas. En Silvertown, Londres, enero de
1917, una explosión mató -se estima pues los datos no son
precisos debido a la censura en tiempo de guerra- a cerca
de setenta trabajadoras e hirió a otras cuatrocientas. Ahora
usaban monos de tela ruda y pantalones, llegando a
trabajar cien horas a la semana, en muchos casos lejos de
los refugios a los que la población acudía cuando
comenzaron a producirse las razias aéreas. La suma de las
horas de trabajo de las mujeres durante aquellos años es
incalculable, al igual que resulta impactante su capacidad
para aprender de la nada oficios y tareas que antes
ninguna había realizado. Podían tanto coser uniformes
como manejar armamento o ensamblar piezas para los
tanques. Tal fue la trascendencia de la faceta laboral de las
mujeres en la guerra que en 1919 se dió la Sex
Disqualification Act, una ley por la que se consideraba ilegal
no emplear a una mujer por razón de su sexo. Sin duda no
todas las industrias y empleadores acataron esta norma al
pie de la letra pero el hecho regulador fue la consecuencia
más visible de que la sociedad se hubiera habituado al
trabajo femenino durante la guerra. Con todo, las mujeres
cobraban y seguirían cobrando tras la guerra en torno a un
cincuenta por ciento menos que los hombres, un aliciente
sin duda para que los empresarios decidiesen contratarlas
sin reservas.

Los diferentes cuerpos de voluntarias en los servicios Dorothy se entregó a las autoridades. Los mandos que la
sanitarios lucían uniformes estrictamente militares. El interrogaron llegaron a la conclusión de que se trataba de
Scottish Women´s Hospitals Unit por ejemplo portaba una camp follower o prostituta. Pero también hubo otros
un atuendo marcial sin reservas. A comienzos de 1917, se casos más dramáticos, como el de Edith Cavell, británica
creaba el Women’s Auxiliary Army Corps, con 12,000 miembro de la Cruz Roja que fue ejecutada el 12 de octubre
mujeres desplazadas para el servicio, y a finales de aquel de 1915 por los alemanes acusada de haber ayudado a
mismo año, el Women’s Royal Navy Service, cuyas escapar a cientos de soldados de las fuerzas de la Entente en
actividades no obstante eran solo terrestres. Finalmente, en Bélgica (Souhami, 2010). Su labor de espionaje para el MI5
1918, se creó la Women’s Royal Air Force en apoyo a la parece hoy demostrada.
recientemente formada Royal Air Force. Cerca de 80.000 A la mayoría de las mujeres, no alistadas
mujeres sirvieron en las tres organizaciones militares. Estas directamente en la tropa, se les permitió el uso de armas
fuerzas de mujeres eran denominadas “no combatientes” para la defensa de sus hogares y familias en caso de ataque,
(Goldman, 1982), lo cual no dice mucho de su tarea real, constituyéndose el así llamado Home Front (Adie, 2013),
pues portaban armas en ocasiones y se entrenaban para el germen de una estructura más desarrollada en la II Guerra
combate, como tantos hombres. Muchas mujeres Mundial. La revolución tecnológica durante la guerra, y con
resultaron buenas tiradoras ella los bombardeos, trasladaban el campo de batalla a la
-proliferaron las Asociaciones del Rifle de Mujeres- y retaguardia, los hogares, a las ciudades, las granjas… donde
además capaces de adiestrar ellas mismas a los hombres en ya solo quedaban ex solados tullidos, mujeres, ancianos y
el manejo de armas, si bien por lo general, en sus nuevas niños. Existía el frente militar, sin duda, pero se hacía ya
actividades las mujeres eran entrenadas por hombres en la obsoleta la concepción de una guerra que solo afectaba a los
reserva. Aunque cobraban siempre menos que los hombres, soldados y respetaba a los civiles. La guerra entraba
las mujeres se manifestaban recompensadas por el mero directamente en las casas y las familias se preparaban para
hecho de su acceso a la actividad pública. enfrentar al enemigo.
Se dio el caso de una mujer que se alistó como Dos prohombres de la época, Kitchener y Lord
soldado en el ejército británico haciéndose pasar por Roberts, habían creado The Women’s Defence Relief Corps,
hombre. Se trataba de Dorothy Lawrence, una chica de cuerpo compuesto por dos divisiones: la Sección Civil,
veinte años, reportera muy ambiciosa que se unió en 1915 a orientada a sustituir a los hombres en los empleos que iban
la Compañía Tuneladora, adoptando el nombre de Denis abandonando para incorporarse a filas, y la Semi-Military or
Smith y siendo ayudada por varios jóvenes conocedores de Good-Citizen Section, ahora sí una unidad en la que las
la suplantación. Tras llevar tres días infiltrada en la tropa, mujeres eran reclutadas para las fuerzas armadas, y seguían
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adiestramiento militar con el fin de la autodefensa en el a las Queen Alexandra’s Imperial Military Nursing Service
entorno inmediato o área civil. Como, y pese a los (QAIMNS) y a las Queen Alexandra’s Naval Army Nursing
bombardeos directos sobre las poblaciones, Gran Bretaña Service (QAANNS) en 1902, en el final de la guerra de los
no fue objeto de invasión, la autodefensa se hizo Boers (1899-1902), que ahora, en la Gran Guerra, formaban
innecesaria. Inglaterra había organizado a su vez a las enfermeras del servicio médico en los Royal
Army Medical Corps. Con unas mil enfermeras al comienzo
de la guerra, los mencionados cuerpos vieron incrementar
su voluntariado hasta las diez mil durante la guerra, todas
ellas lideradas por algunas veteranas como Ethel Hope
Beecher, enfermera curtida en las batallas anteriores a esta
guerra. Un red de hospitales nacionales -ubicados desde
1908 en instituciones públicas, como escuelas, oficinas
públicas y hoteles- acogía el trabajo de las enfermeras en el
territorio nacional. Era el Territorial Force Nursing Service
(TFNS), una organización tachada sin embargo de poco
eficiente por activistas como Vera Britain (Testament of
Youth, 1933).
Si las enfermeras tuvieron una buena acogida en la
sociedad en guerra, tampoco costó mucho acostumbrarse
a las conductoras de ambulancia, una auténtica novedad.
Sin embargo, la instancia superior de la profesión sanitaria,
la de los médicos, era reacia a militarizar a las mujeres
médico. Elizabeth Blackwell, que había obtenido su título en
la escuela de Medicina de Ginebra en 1848 y fue la primera
mujer médico titulada en los Estados Unidos, o Sophia Jex-
Blake, doctora desde 1877 por el Colegio de Médicos de
Irlanda, tuvieron serias dificultades para poder aportar a la
Guerra su conocimiento y habilidades. La enfermería era
el límite tolerable socialmente para las mujeres. Ahora, a
la Doctora Elsie Inglis, graduada por la Escuela de Medicina
Femenina de Edimburgo, se le denegaba hacerse cargo de
las unidades médicas en el frente. Y ello pese a que esta
doctora había organizado un centro hospitalario para
mujeres en Edimburgo, con la ayuda de la política feminista
Violet Douglass-Pennant. Evelina Haverfield por su parte
fundaría en 1914 un Cuerpo de emergencias femenino,
llevando su esfuerzo de colaboración con Flora Sandes hasta
Serbia. Todos estos nombres son solo algunos ejemplos. Al
finalizar la guerra, se estima que aproximadamente cien mil
mujeres británicas habían tomado parte en la acción
directa, bien como voluntarias civiles, como enfermeras o
en unidades militares.

DESDE AQUELLA ORILLA: GUERRERAS


ESTADOUNIDENSES

Para la propaganda, el principal trabajo bélico de las


mujeres seguiría siendo el de ayudar a quienes regresaban
del frente a adaptarse a las condiciones de la paz a causa de
los violentos traumas físicos y psíquicos sufridos en la
guerra, así como a hacer frente ellas solas a una vida sin
hombres. Pero muchas jóvenes de los Estados Unidos, unas
trece mil, quisieron sumarse al esfuerzo de Guerra en 1917
vistiendo el uniforme del ejército nacional (Breuer, 1997;
Friedl, 1996; Lewis, 1999; Skaine, 1999). Algunas conocían
ya el entorno militar, pues habían servido en el Cuerpo de
Guarda Costas del país. Pese a ello, técnicamente no fueron
alistadas como los jóvenes varones, sino bajo la condición
de contratadas y en calidad de voluntarias. Como fuere, la
mayoría de ellas quedó vinculada a las funciones militares
más alejadas del combate: administrativas, avituallamiento,
enfermería (Feller y Moore, 1995), etc. Hubo
10
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organizaciones como la

11
Cruz Roja (Hallet, 2014), el Ejército de Salvación y la YMCA
que enviaron directamente a sus mujeres a Europa, a
ayudar al ejército de hombres y a las poblaciones civiles
europeas afectadas por los combates. En el caso de las
voluntarias, las VAD o Voluntary Aid Detachements, se
concitan todos los mitos referidos a la función de las
enfermeras de guerra: el romanticismo, el heroísmo.
Hablamos de unas seis mil mujeres en la Cruz Roja, y de
cerca de cuatro mil en la YMCA (Figura 9).
Las estadounidenses
se emplearon a fondo por lo
tanto en el teatro de
operaciones europeo desde
1914, como enfermeras
-Borden y La Motte-,
periodistas y en trabajos
asistenciales varios
Figura 10. Grupo de Hello Girls.
-Elizabeth S. Sergeant, Edith
Wharton y Mildred Aldrich- Se encargaban fundamentalmente de comunicar a
o directamente dentro de las tropas del General Pershing con las de los otros aliados
los cuerpos de ejército que en Francia. Las mujeres alistadas voluntarias fueron unas
entraron en combate. Es setecientas jóvenes que trabajaban en la Compañía
preciso contextualizar este Telefónica Bell. Algunas de estas mujeres procedían de la
movimiento pues en Estados frontera con Canadá, por lo que resultaban fundamentales
Unidos existía en aquella en el servicio. Entre las más conocidas, los nombres de
Figura 9. Voluntaria
del YMCA, en París. época un nutrido número Grace Banker (instructora en AT&T), Oleda Christides -años
de mujeres profesionales, más tarde retratada por su hija con el uniforme de las Hello
véanse médicos, traductoras, Girls (Figura
mecanógrafas, periodistas, farmacéuticas , que se enrolaron 11) y Merle Egan Anderson. Habían recibido entrenamiento
directamente, al igual que sus colegas varones, asumiendo militar en Nueva York, Chicago, San Francisco, Philadelphia,
su obligación para con los intereses de la nación de acuerdo Hershey, y Lancaster, Pennsylvania, y en Atlantic City, New
a lo que dictase la Administración estadounidense. Las que Jersey, además de una graduación relativa a conocimientos
se apuntaban directamente al servicio en el ejército eran específicos como radio operadoras.
las Yeomanettes o Yeomates que, al llevar a cabo trabajos El uniforme fue en
de oficina para la Marina, pasaban a ser denominadas principio azul, propio de la
Marinettes, incluso si, como sucedía, las leyes navales Marina, y más tarde verde
seguían impidiendo a las mujeres enrolarse en barcos oliva. La jóvenes se vestían
militares. con sombreros de campaña
Estados Unidos ya tenía un Ejército y un Cuerpo de y llevaban insignias y galones
Enfermeras en 1908 y el Presidente Wilson hizo públicos en el uniforme, pues, como
trece mil puestos para mujeres que quisiesen alistarse en el el resto de los componentes
Cuerpo de Marines y en la Navy, con idéntico status que los de la marina, promocionaban
hombre y uniformadas, como veremos. Si bien sabemos de en sus puestos. En el número
esta participación, en la actualidad se desconoce el número de la revista Barras y
de mujeres americanas -o de otras nacionalidades- heridas Estrellas, “Stars and Stripes”,
en las batallas y en el frente en general. Y tampoco hay de 29 de marzo de 1918, se
información contrastada de la naturaleza o el grado de sus hacía referencia a los rasgos
heridas. Sí se sabe que en total participaron en la guerra identificativos de este cuerpo
unas treinta y cuatro mil jóvenes estadounidenses. Solo
los testimonios particulares de algunas de ellas -al hilo por Figura 11. La Hello de Hello Girls. Tras la guerra,
Girl Oleda
ejemplo de largas hospitalizaciones- dan fe del peligro que y pese a que las Yeomates
Christides retratada
afrontaban en la guerra. Sin ser soldados, a las doctoras y por su hija. sí obtuvieron status de
enfermeras en el frente se les quemaban los pulmones por veteranas, se privó a las Hello
los gases, al igual que a los jóvenes que luchaban o los que Americana. Fueron las Hello Girls (Figura 10).
trabajaban en la intendencia, lo que en el caso de los
varones sería reconocido a efectos de pensiones. No así el
de ellas. Muchas mujeres resultaban incapacitadas de por
vida, sin compensación de ningún tipo.
Consideradas las primeras mujeres combatientes
de la Primera Guerra Mundial, cientos de ellas llegaron a
Gran Bretaña y Francia como parte del Cuerpo de Señales
de la Armada, como telefonistas de la fuerza Expedicionaria
Girls de dicho status. En aquel momento vivían aún setenta la victoria. El trabajo de estas tele operadoras permitía la
de ellas. Finalmente, las supervivientes o sus conexión directa de las tropas con el General al Mando.
descendientes consiguieron el status demandado en 1976, Pershing había solicitado específicamente que fuesen
a los sesenta años del armisticio. mujeres quienes se ocupasen del trabajo, alejando que eran
Su función en el frente había sido esencial para mucho más pacientes, esforzadas, trabajadoras y fiables
que los hombres para una tarea tan crucial. En el día a día, vez al noroeste de Verdun. Como los soldados, se refugiaban
se sometían a los mismos protocolos, disciplina, y normas en barracones que resultaban incendiados durante los
que los soldados estadounidenses, incluida la revista militar bombardeos. Estas mujeres, pese a la modernidad de sus
(Figura 12). ciudades de procedencia, soportaron sin embargo una
enorme presión de los medios nacionales contrarios a su
actividad en la

Figura 12. El General Pershing pasa revista a las Hello Girls,


1917.

Las Hello Girls recibían igual salario o paga que los


soldados de su misma posición en el ejército. Así las
operadoras ganaban 60 $ mensuales y las operadoras jefe
125 $. Pero cada recluta tenía que aportar entre 300 y 500$
por sus uniformes, incluidos una especie de pantalones
bombachos debajo de la falda. Habían llegado a Francia
muy avanzada la guerra, en marzo de 1918. Era un pequeño
contingente, de treinta y tres jóvenes que, como las que
siguieron llegando, fueron enviadas a diferentes puntos del
país y trasladadas a diversos escenarios durante la guerra.
Un grupo de seis operadoras (Esther Fresnel, Helen Hill,
Berthe Hunt, Marie Large y Suzanne Prevot), supervisadas
por la Operadora en Jefe, Grace Banker, fue destinado al
frente y asignado a los cuarteles del Primer Ejército
Americano (Figura 13).

Figura 13. Operadoras de teléfono del US Army Signal


Telephone Corps o Hello Girls, en Tours, Francia.

En septiembre de aquel año las Hello Girls tomaron


parte de la Batalla de St. Mihiel. Durante la semana que
duró la batalla ellas mantuvieron las comunicaciones con
ocho líneas abiertas. A finales de septiembre volvió a
reasignarse a las seis operadoras a la nueva ofensiva, esta
guerra, si bien por otra parte, el gobierno americano estadounidense adinerada que vivía en Inglaterra cuando
impulsó su incorporación al frente para poder desplazar al estalló la guerra y cuya energía se encauzó a la creación de
personal de oficina y sanidad masculino a la batalla. Pese al un hospital móvil de guerra para heridos del frente
miedo y penurias sufridas, la mayoría de las jóvenes se occidental tras Ypres o el Somme. En 1929 Mary Borden
quedó trabajando en Francia largo tiempo después del publicó una novela que causó gran impacto: The Forbidden
Armisticio (Figura 14). Zone (La Zona Prohibida), en la que expresaba sus
experiencias en la guerra. Por su parte, Ellen La Motte era
una enfermera profesional empleada por Borden que
también utilizó la escritura para mostrar sus experiencias en
la Guerra. Su libro, The Backwash of War: The Human
Wreckage of the Battlefield as Witnessed by an American
Hospital Nurse (1934), relata su vida en la primera línea del
frente de Bélgica.
Pero no conviene olvidarnos de las mujeres negras
estadounidenses, cuyas actividades patrióticas
-no menos intensas que las de las blancas- fortalecieron
el particular Home Front de las tropas de color, pese a las
indignidades sufridas por la aplicación de las leyes estatales
discriminatorias de Jim Crow. Ellas crearon clubes y
asociaciones de mujeres negras: National Association of
Colored Women (NACW), cuya finalidad era dar soporte
Figura 14. Hello Girls, Conferencia de Paz de París. Hotel anímico a las tropas -Soldier’s Confort Units- además de
Crillón, 1919. ocuparse de tareas más prácticas relativas a los suministros
que necesitaban los jóvenes soldados negros. En
También en Francia, la escritora -auto exiliada- Washington
Edith Wharton, realizó trabajo de guerra apoyada por la D.C. ayudarían al mantenimiento del 372 Regimiento de
Cruz Roja en los hospitales militares del frente occidental y Infantería del Ejército por ejemplo y, al igual que el resto de
directamente en los campos de batalla como Verdun, con mujeres, también las afroamericanas se unirían al YMCA y
las bendiciones del General Joffre. Wharton fundaría una a la Cruz Roja americana, estableciendo sus propias grupos
institución para refugiados que le valió la condecoración de dentro de ellas, véase por ejemplo la Women’s Auxiliary of
Caballero de la Legión de Honor francesa en 1916. Algo the New York 15th National Guard, una especie de guardia
similar a lo que le sucedió a Mary Borden, conocida
encargada de atender las necesidades específicas de los demandaba en relación a la guerra. Las mujeres francesas
soldados negros de la Unidad de Infantería nº 367. Para trabajarían en actividades productivas de primera
estas mujeres la guerra supuso una toma de conciencia de necesidad, de lo que da prueba el reguero de huelgas que
algunos aspectos ligados no ya a los derechos civiles en protagonizaron para exigir la dignificación laboral de su
general sino a los de las mujeres en particular, de modo que, trabajo. El 29 de junio de 1916 se produjo una primera
al tener en sus manos una labor pública, se incrementó el huelga de mujeres francesas que trabajan en las fábricas de
activismo político entre ellas, en solicitud por ejemplo de municiones, que no sería aislada, pues las huelgas se
mejoras salariales o condiciones equiparables a las de los repetirán en los meses y años siguientes, aún en 1917,
varones (Brown, 2007): las lavanderas de los estados del Sur siendo París una ciudad duramente afectada por los
se organizaron en asociaciones que promovieron huelgas en conflictos. En 1917 se autorizó la incorporación de mujeres
demanda de un mejor trato por parte de sus empleadores en los servicios de policía, algo sin duda muy inusual y fruto
blancos. de la necesidad imperiosa de personal para cubrir estos
puestos. Las francesas que trabajaban en las fábricas fueron
EL CONTINENTE EN LA RETAGUARDIA: FRANCIA Y desmovilizadas en 1918, y nunca lograron vestir uniforme
ALEMANIA militar.
Tampoco los alemanes llegarían a entender que sus
Comparativamente, las mujeres de otros países mujeres podían aportar al esfuerzo de guerra algo más que
occidentales en guerra estuvieron mucho más limitadas cuidados compasivos a los enfermos. Los alemanes llegaron
en su actividad. Aunque en Francia y Bélgica se vieron a luchar en dos frentes a la vez por lo que necesitaban más
rápidamente inmersas en la primera línea del combate pues soldados, a pesar de lo cual imperó el criterio de que las
la guerra comenzó en estos países, una enorme confusión mujeres no podían implicarse directamente en la guerra. En
las hizo quedar en un lugar poco definido y socialmente la mentalidad prusiana y de los terratenientes de la época, la
muy expuesto. Sus casas, sus hogares entraron en guerra de guerra era una tarea exclusivamente varonil. A las jóvenes
la noche a la mañana, bajo la dominación de tropas alemanas se les permitió llevar a cabo actividades
enemigas en muchos casos. Su adaptación a la nueva relacionadas con la guerra, si bien en aspectos de la vida
situación llevó a algunas mujeres a ejercer actividades estrictamente civiles, no como soldados. No fueron
socialmente recriminadas como la prostitución, y muchas uniformadas, y tampoco se les permitió llevar armas, de
fueron tomadas por prostitutas sin serlo en realidad. Es modo que nunca se les reconocería ningún estatus de
obvio sin embargo que también ellas se ocuparon de poner combatiente (Tuten, 1982). Piénsese que Alemania admitió a
en marcha aquellos mecanismos productivos que se les la primera mujer como miembro de la Bundeswehr en 1975.
Aunque Hindenburg opinaba que las mujeres debían al sobre actividad en las industrias solo para varones de entre
menos participar en las actividades ligadas a la producción diecisiete y sesenta años. Sí fueron creados no obstante, ya
industrial, sin embargo el Reichstag se opuso y ratificó una al final de la guerra y por necesidades imperiosas, los
ley Centros de Trabajo de Mujeres (Frauenarbeitstellen),
dedicados a la actividad en el sector armamentístico, donde
llegaron a trabajar unas 700.000 mujeres.
Pero en la primavera de 1917 el Estado Mayor
Alemán hubo de tomar lo que para él era una medida
drástica: solicitar de las mujeres que aceptaran trabajos
pagados en las zonas de retaguardia con el fin de que los
hombres pudieran luchar en el frente. Con ello nacería un
Programa de Mujeres Auxiliares en la Retaguardia, que
contó con cientos de voluntarias provenientes de la clase
trabajadora y que eran empleadas en labores diversas, por
ejemplo el cuidado y mantenimiento de los depósitos de
armas, hospitales veterinarios, y hasta en servicios
espirituales para la tropa. Las enfermeras alemanas -unas
cien mil, entre las de la Cruz Roja y diversas organizaciones
religiosas- seguían siendo civiles, a diferencia de otros
países en las que se las había militarizado (Figura 15).
En los momentos finales de la guerra, las mujeres

Figura 15. Enfermeras alemanas 1914.

de Alemania (Hämmerle et al., 2014), aproximadamente


quinientas, también tomaron parte en el servicio de
telecomunicaciones, en sustitución de los especialistas, que
se necesitaban ahora en el frente. En el caso de Alemania,
hubo mujeres que, como Clara Zetkin, expresaron, incluso
alejadas formalmente del campo de batalla, su implicación
en los asuntos públicos, y salieron a la calle para hacer
política activa durante la guerra (Elshtain y Tobias, 1990:
150).

CONCLUSIÓN

Las mujeres que tomaron parte activa en la guerra


lo hicieron en cierto modo impulsadas por el avance de la
democratización operado en los primeros años del siglo XX
en el mundo Occidental. Es posible que el varonil código
del honor que justificaba el jingoísmo de las naciones se
democratizase igualmente, afectando ahora no solo a las
clases dirigentes sino también a los obreros y a las mujeres,
en cuya mano estaba defender aquello que garantizaba la
hegemonía de los países, uno de cuyos efectos estaba
siendo ciertamente el avance de los sistemas democráticos.
En el otoño de 1914 nadie quería ver a su país humillado,
como si la humillación fuese el peor de los males posibles.
Pero el código de honor de cuyo origen ni las mujeres ni los
obreros
tenían la menor responsabilidad dejaría pronto de constituir Bloomsbury.
una razón convincente para sufrir los males de la guerra de Breuer, William B. 1997. War and American Women,
modo que, incluso los perdedores, preferían la humillación
a la muerte o las privaciones. Pronto las banderas y las
escarapelas con los colores de la patria se convirtieron en
símbolos de una decisión errónea, de un coste excesivo en
relación a los beneficios que proporcionaría no ser
humillado por una potencia rival. Para las mujeres, la guerra
fue doblemente costosa, pues afrontaron retos
desconocidos durante la guerra y en la posguerra fueron
castigadas con la privación de sus hombres que, para
muchas de ellas, habían muerto. Algún beneficio quedó no
obstante de todo aquello para las mujeres: la oportunidad
de exponerse públicamente bajo condiciones adversas
demostrando que tenían plena capacidad para afrontar las
responsabilidades propias de los sujetos civiles.
Después de un intenso año de recordatorio y
conmemoraciones relativas a los cien años desde que
estallara la Primera Guerra Mundial, podemos hacer
balance en el sentido de constatar el creciente interés de
los estudios
-de historiadores, sociólogos, periodistas- sobre el papel de
las mujeres durante la guerra -también en sus
prolegómenos y tras ella. Resulta cuando menos
llamativo comprobar el ingente número de publicaciones
-especialmente las anglosajonas y francesas- al respecto, así
como la variedad de los matices que, en todas ellas,
comienzan a tenerse en cuenta. No se trata ahora ya de
determinar “la” participación de las mujeres en la guerra
(esto quedó hace tiempo suficientemente probado), sino
aspectos tan precisos como su eficacia real o la dimensión
de su actividad en relación con el esfuerzo bélico nacional o
en la reestructuración de las sociedades en guerra.
El amplio capítulo de las causas de la guerra, de su
cierre en falso con la paz, la cuestión de los irredentismos
o de las revoluciones sociales dentro de las naciones en
guerra, que fueron temas centrales en las historiografías
de la segunda mitad del siglo XX, se cumplimenta hoy
-aprovechando la conmemoración del inicio de la Primera
Guerra Mundial- con este de la incorporación de las mujeres
occidentales a los episodios centrales de la construcción y la
crisis de las naciones en guerra. También se suma -la historia
de las mujeres en la guerra-, a los discursos a propósito del
dibujo del perfil internacional de la sociedad mundial de
comienzos del siglo XX. No solo como sujetos pasivos de
la acción, sino como actores principales, las mujeres que
lucharon durante la Primera Guerra Mundial en los diversos
frentes de guerra activaron también muchos de los resortes
que darían lugar a la Sociedad Internacional contemporánea
tal como hoy la conocemos: en sus aspectos cooperativos,
para la paz y el bienestar de las sociedades, pero también
en el ámbito de la responsabilidad de protección social,
mediante su incorporación a las tareas de la defensa.

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