Folklore 25 (Granaderos y San Martín)

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CUADERNILLO DE TEMAS

FOLKLÓRICOS

LOS SESENTA GRANADEROS


Número dedicado a ese tema
y a cosas sanmartinianas

San Martín es transportado a Cauquenes por una compañía


de sesenta granaderos: óleo de Fidel Roig Matons

Raúl Lavalle
Editor responsable: Raúl Lavalle
Dirección de correspondencia:
Paraguay 1327 3º G [1057] Buenos Aires, Argentina
tel. 4811-6998
[email protected]

nº 25
2020
Publicación auspiciada por la Academia del Folklore de Salta

1
ÍNDICE

Presentación p. 3

“Romance de los sesenta granaderos”, obra de Alfredo Bufano p. 4

Sobre “Los sesenta granaderos” p. 11

Coplas al General p. 13

“Un niño y San Martín” de César Fernández Moreno p. 14

“Romance de la muerte del General San Martín” de Domingo


Zerpa p. 15

El libro de Accame, un recuerdo sanmartiniano p. 17

Enrique Larreta y su “San Martín” p. 18

José Del Bono. Civismo gaucho (poema) p. 19

Marilyn Stalla. Dos imágenes de la casa de Yapeyú p. 21

Minucias sanmartinianas p. 22

2
PRESENTACIÓN

En los actos a los que va el Regimiento de Granaderos no es


raro que, junto con marchas patrióticas, ellos interpreten Los
sesenta granaderos. Siempre aclaro que conozco mal nuestra rica
historia pero escribo lo poco que sé. En este caso, se trata de una
acción edificante, que ha llegado a mí a través de la poesía y, en
todo caso, de la consulta en un sitio de la Red.1 Además, habrá
espacio para otros temas sanmartinianos. Quizás pueda lograr
que otros me acompañen, tanto en la lectura como en la escritura.
Este pequeño esfuerzo se suma al del nº 9 de estos cuadernillos,
donde publicamos versiones al francés y al guaraní de la Marcha
de San Lorenzo, en ocasión del bicentenario del ilustre combate.
R.L.

1
Es LA HISTORIA CANTADA (https://lahistoriacantada.wordpress.com/2017/05/15/
los-sesenta-granaderos-san-martin-cruza-la-cordillera-en-una-camilla/). Más abajo (en
p. 8) hago otra referencia.

3
ROMANCE DE LOS SESENTA GRANADEROS,
Obra de Alfredo Bufano

El poeta mendocino Alfredo Bufano (1895-1950) es el autor del


Romance de los sesenta granaderos. No lo he encontrado en la Red.
Creo por ello que el mayor mérito de este trabajo será ponerlo a
disposición de todos. El texto lo tomo de: Los poetas argentinos cantan
al Libertador. Buenos Aires, 1950. A continuación ofrezco un pequeño
comentario literario.

ROMANCE DE LOS SESENTA GRANADEROS

I
El Gran Capitán de América
yace postrado en su lecho,
el Gran Capitán que tiene
el corazón de oro y cielo.
Su cuerpo que fuera otrora
una llamarada al viento:
para las marchas, de pluma;
para las tormentas, recio;
para el embate, jaguar;
para el amor, terciopelo;
inmóvil yace y dolido
por cruentas garras opreso.

¡No sufren así los cóndores


de alas heridas o ciegos
ni el mar ni los huracanes,
de la quietud prisioneros!

II
Perú le aguarda aherrojado
en sus grilletes de duelo.
Claman las costas pacíficas,
clamor que repite el eco
de sur a norte en el mar,
de oeste a este entre cerros:
¡toda América es un solo
grito profundo y tremendo!

4
¡Mas yace el Gran Capitán,
yace postrado en su lecho!
Su corazón se agiganta
en un luminoso sueño.

Mendoza, la muy querida,


lo ve sufrir en silencio
y espera el dulce milagro
que trueque la roca en viento.

III
En Cauquenes,1 la perdida
salud hallará su cuerpo;
en Cauquenes, cuyas aguas
serán las voces del cielo.
Ciento treinta leguas hay
de ruta entre pueblo y pueblo,
ciento treinta leguas ásperas
de arduos caminos roqueños,
ciento treinta leguas curvas
de quiebras, valles y cerros.

¡Y el Gran Capitán no puede


mover su inválido cuerpo!
¡Jaguar en horas mejores
y llamarada en el viento!

IV
Las tropas de Tamarindos2
un día el llamado oyeron:

“¡A pie hay que cruzar los Andes,


llegar a suelo chileno,
llevando sobre los hombros
al Águila de otros tiempos!”

¡Por disputarse tal honra


clamó todo el regimiento!

1
Comuna y ciudad a unos 50 km de Santiago de Chile.
2
Los Tamarindos, poblado de Mendoza.

5
V
¡Sesenta hombres se eligen,
son sesenta granaderos,
mendocinos los sesenta
y los sesenta de hierro!
En una blanda litera
San Martín ha sido puesto;
cuatro rudos mocetones
lo han levantado sonriendo.

¡Carga mejor no llevaron!


¡Camino mejor no hicieron!
¿No es su jefe una bandera?
¿No es la libertad su cuerpo?
¿No es el camino la gloria
que habrán de cantar los pueblos?

VI
Desde Mendoza a Colchagua1
–fragosos caminos pétreos–
salen gozosos y firmes
los sesenta granaderos.
De cuatro en cuatro se turnan
para llevar –¡dulce esfuerzo!–
al querido jefe inmóvil
que sueña en hondo silencio.
¡Solo la nube y el cóndor
conocen sus pensamientos!

VII
Agrias quiebras laberínticas,
blancos picachos enhiestos,
precipicios, altiplanos,
el limpio, inmutable cielo,
claras lunas, anchos soles,
verdes ríos y arroyuelos
vieron pasar el fantástico
escuadrón de granaderos.

1
Nombre de una provincia chilena.

6
Cuando emprendieron la marcha
maduraban los cerezos;
llegaron cuando las uvas
en fresca miel trueca enero.
¡Y a Cauquenes arribaron
los sesenta que salieron!

¡Rancagua1 vibró de asombro


ante tamaños viajeros
y el Cachapoal2 rumoroso
también cantó para ellos!

VIII
El Gran Capitán ya cura,
ya sana el señor guerrero,
ya se reintegran sus músculos
a la pujanza del fuego.
Nuestra Señora la Virgen
ha oído todos los ruegos.

¡El puma vuelve a ser puma!


¡El viento torna a ser viento!
¡Y así sonó el himno grande
del continente libérrimo,
himno que llevó la gloria
por tierras, mares y cielos!

IX
¡Hoy son sesenta aguiluchos
los sesenta granaderos,
mendocinos los sesenta
y los sesenta de hierro!
¡Ay, Mendoza de mi vida,
tales hijos te nacieron!

¡Para ellos alzo mi voz


en este romance viejo:
para ellos clarines áureos,
rosa y laurel para ellos!

1
Comuna y ciudad de la zona central de Chile.
2
Río de Chile.

7
Una primera cuestión, seguro de no mucho peso, es si “sesenta
granaderos” se debe escribir con letras capitales. Sé que hoy es un tema
difícil de resolver de un modo normativo. Creo que esta historia mítica,
que quizás tenga alguna base real, no tiene un estado canónico tan
aceptado; por ello prefiero las minúsculas. En fin, no creo sea
descaminada la otra posibilidad.

Respecto de la historia, me permito citar una síntesis de la


misma. Aparece ella en la Red (http://blogs.lanacion.com.ar/historia-
argentina/personalidades/los-sesenta-granaderos/). El lugar que cito
admite que los datos proceden de una obra del historiador Daniel
Balmaceda. Allí se habla de una fuerza de sesenta granaderos,
encargados de transportar a San Martín a través de la Cordillera, para
que pudiera tomar baños termales y sanar.

Ahora bien, dicen algunos que no está bien hacer la apoteosis del
héroe; que, si lo deificamos, falseamos las cosas y –más grave en la faz
práctica– no estimulamos el valor ordinario y oscuro, fuerza inmensa.
Puede ser, pero siempre son necesarios la poesía, el mito, las tradiciones,
pues todo ello estimula el amor a la patria. En todo el poema,
especialmente en el comienzo, encontramos un San Martín heroico; y es
un héroe americano, más allá de su formación europea. Los animales y
los paisajes de nuestra América acompañan la formación de su mito.
Mas los héroes son hombres “divinos”, que a veces sufren la infirmitas,
la debilidad corpórea: “yace postrado en el lecho.”

Sigo con una pregunta: ¿cuál es la tierra más gaucha? Bufano y la


cueca Los sesenta granaderos –lo veremos en otro artículo– responden
que Mendoza, porque ella emprendió la gesta de los Andes. Pues bien,
en la segunda parte del romance hay dos personificaciones; a saber,
Mendoza y el Perú. La tierra de los incas siente “duelo” por la muerte de
su libertad. Y, si nos ponemos bíblicos, vendrá una resurrección, pues el
Gran Capitán, si bien postrado, continúa bien vivo en el seno de su
“luminoso sueño.” En consonancia espiritual, Mendoza “espera el dulce
milagro.”

En la tercera parte se habla de unas termas, que fueron sin duda


medicinales: madre Natura es muy poderosa, en sus aguas, en sus
piedras, en sus hierbas, en sus climas, en sus vientos. Pero me atribuyo
por un momento título de médico y afirmo que sí, que curaron las
termas… pero que también curaron los maravillosos paisajes
cordilleranos y el calor de los soldados. San Martín, llevado por ellos,
“entre pueblo y pueblo” goza, en medio del dolor, de un espectáculo que

8
creo no es fácil de ver. El gozo –continúo afirmando en mi ignorancia–
no es un mal galeno.

Muchas veces los héroes son comparados con animales: saltar


como un león, ser más veloz que un ciervo, ser más fuerte que un oso.
Pues bien, San Martín, aunque ahora herido, es un jaguar y un águila. La
segunda imagen quizás sea más universal, pues recuerda a las águilas
romanas, el mejor ejército de la antigüedad. Y en plan de símbolos, el
número sesenta es significativo, como fueron “setenta” los traductores de
la Biblia. De esos sesenta “cuatro rudos mocetones” ofrecerán soberbio
espectáculo a “la nube y el cóndor”, águilas de los Andes.

Arriba decíamos que un tema en este romance es el carácter


gaucho de la tierra mendocina. Y aquí se une a otro, el del testigo mudo,
pues Mendoza “ve sufrir en silencio” al héroe máximo. Y justamente se
percibe su carácter heroico tanto en él mismo como en sus granaderos,
quienes con gran coraje sufrieron el rigor de Natura más de un centenar
de leguas (¡en aquellos tiempos y en la férrea montaña!). ¿Y quiénes son
los testigos mudos del tópico? “Blancos picachos”, “precipicios”,
“altiplanos”, “el cielo”, la clara Luna, eterna amiga de poetas y
enamorados, los soles, los ríos, los arroyos. ¡Qué bella la tierra
mendocina!

Y hay un lugar común literario: a veces los elementos no solo son


personificados, sino que hasta sienten con nosotros. No quiero
multiplicar ejemplos pero puedo mencionar el de aquellos jóvenes de la
Sicilia griega que, en una erupción del Etna, intentaban salvar a sus
padres y no sus riquezas (sus padres era la verdadera riqueza). Pues bien,
lava y llamas retardaban su avance, para que ambos hermanos los
llevaran a horcajadas: uno al padre, el otro a la madre. Esto se da en
nuestro romance, pues la naturaleza se asocia, llena de gozo en honor del
Gran Capitán: cerezas, uvas, mieles, cantos de montes y arroyos. Ahora
bien, en la antigüedad griega había diosas; en el romance, “Nuestra
Señora la Virgen.”

Las metamorfosis míticas se leen en las más antiguas culturas.


Pero el puma y el viento seguirán siendo lo que son: en todo caso, antes
tuvieron una suerte de metamorfosis moral, pues manifestaron su
“simpatía” por San Martín. En cambio los sesenta granaderos llegarán a
ser, al modo de los relatos del poeta latino Ovidio, aguiluchos de la
montaña, “hijos” especiales de Mendoza. Y esto está muy bien, pues San
Martin es un héroe “a la romana”, según veremos en esta publicación,
pues se parece a los antiguos hombres de arma latinos.

9
Para terminar, la última estrofa nos habla de la forma literaria
“romance viejo.” Quiere decir, serie indefinida (a pesar de que hay aquí
división en partes) de versos octosilábicos con rima asonante en los
pares. Sin duda Bufano se vale con acierto de esta venerable forma
popular española, que incluso transmitió la historia peninsular. Y me
agrada mucho el que un poeta italiano, como yo, que habla español,
como yo, haya traído desde la Edad Media una épica que honra, al modo
militar, con el clarín al Héroe Máximo; con el laurel, emblema clásico de
la victoria; con la rosa, flor que como ninguna otra representa el paso del
tiempo (tiempo que fue vencido por la memoria de las grandes obras de
San Martín; en otras palabras, el ‘no moriré entero’ de Horacio).

10
SOBRE LOS SESENTA GRANADEROS

La cueca Los sesenta granaderos siempre me conmueve. La letra


es de Hilario Cuadros pero la música, de un gran músico paraguayo:
Félix Pérez Cardozo, quien murió en 1952 en Buenos Aires.

Leamos los versos de Cuadros, gran folklorista mendocino.


Ante el Cris… ante el Cristo Redentor
se arrodi… se arrodillaba un arriero
y roga… y rogaba por las almas
de los bra… de los bravos granaderos.
Eran se… eran sesenta paisanos,
los sesen… los sesenta granaderos;
eran va… eran valientes cuyanos
de cora… de corazones de acero.
Quiero elevar mi canto
como un lamento de tradición
para los granaderos,
que defendieron nuestra nación.
Pido para esas almas
que la bendiga Nuestro Señor.

Nuestra Se… Nuestra Señora de Cuyo


contempló la cruzada de los Andes
y bendijo al General San Martín,
el más gra… el más grande entre los grandes.
Cuna de… cuna de eternos laureles
con que se… con que se adorna mi patria,
es Mendo… es Mendoza la guardiana
por ser la… por ser la tierra más gaucha.

11
Empiezo por el tema de los autores, con una comparación con la
Marcha de San Lorenzo. En efecto esta célebre composición, que llegó a
ser conocida allende los mares, tiene letra del mendocino Carlos Javier
Benielli y del oriental Cayetano Silva. En Los sesenta granaderos ya
dijimos que la música es de un paraguayo; respecto de la letra, Hilario
Cuadros era mendocino pero de padre de origen chileno. Creo que esto
cuadra muy bien con la mente de San Martín, un pater patriae
Americanae. También creo que esto adquiere especial significación hoy,
puesto que Buenos Aires es una gran urbe cosmopolita sudamericana,
con creciente número de inmigrantes.

Tengo la duda de si ese “modo cortado”, al modo de “Ante el


Cris…”, pertenece a la autoría o es una forma de cantar que, con el
tiempo, se hizo parte de la canción. Mi modesta opinión es que la
primera posibilidad es la que conviene seguir. Pero la cueca es muy bella
síntesis de lo que veíamos en el Romance de Bufano: sus sesenta héroes,
la Virgen protectora, la excelencia del Dux, el eminente carácter
gauchesco de Mendoza, tesorera del espíritu sanmartiniano. En todo caso
reservo para mí el lugar de un ayudante de ese humilde arriero, que
elevaba plegarias en bien de la Patria. Tanto Alfredo Bufano como
Hilario Cuadros detuvieron su mirada en héroes anónimos de nuestra
emancipación. Ojalá pudiera yo imitar a tales paladines en su espíritu de
grandeza; en esa virtud que los antiguos romanos llamaron
magnanimidad. Por último, de todas las versiones de Los sesenta
granaderos mi preferida es la de Antonio Tormo.

12
COPLAS AL GENERAL

A la orden, General
de mi patria tan querida:
vine a rendirle homenaje
desde mi pobre casita.

Admiro su monumento
en esta grandiosa plaza:
toda ella está de acuerdo
con su valor y su fama.

Por eso me inclino al pasto


y la beso emocionado:
es tierra sanmartiniana
la que ahora estoy pisando.

Vivo cerca de Plaza San Martín, en Buenos Aires. Días pasados fui a
caminar por ella y me senté ante el gran monumento a nuestro Libertador.
Escribí las coplillas de arriba. Sentí que algo me faltaba, pues esta publicación
está dedicada al folklore. Me pareció bien entonces, como dice la última copla,
besar el suelo, una tradición folklórica casi universal, que desde la Biblia los
pueblos han cultivado. [R.L.]

13
UN NIÑO Y SAN MARTÍN

San Martín, fatigado, de galopar el cielo,


en el pueblo y mi plaza puso fin a su vuelo:
ved ahora su brazo que hacia el azul señala,
tan firme sobre el viento como si fuera un ala.
Desde su pedestal altísimo de piedra
es el gran capitán del ombú y de la hiedra
y también de las flores que adornan los canteros;
de los ligustros graves, de los pastos terreros,
donde empuja su lodo el negro escarabajo.
Porque es el capitán de lo alto y de lo bajo,
de lo fuerte y lo débil, de lo humilde y altivo.
Lo puedo decir yo, que ante su plaza vivo.
Y, con mis compañeros, en ella río y lloro,
mientras él con justicia reparte el sol de oro.
Cuando en su pedestal juego a las escondidas
y me toca contar en sus piedras sabidas,
hacia él mi mirada sube entre dedo y dedo
y en su actitud de bronce aprendo su denuedo.
Si él quisiera tomarlo de un manotazo airado,
el cielo le cabría en un puño cerrado;
si él quisiera dos cielos, de un tajo formidable
en dos lo partirla con su virgíneo sable.
Pero él no quiere nada. Le basta lo que tiene:
el don de señalar el rumbo que conviene;
porque donde él indica, allí el Norte se asoma.
La rosa de los vientos por él cambia de aroma.
¡Oh general del cielo! Junto a tu pedestal,
a tus plantas rendido, se desvanece el mal.
Contigo raya el día donde la noche raya.
Recíbeme en tu sombra cuando la luz se vaya.
CÉSAR FERNÁNDEZ MORENO

El autor (1919-1985), hijo del célebre Baldomero, fue poeta y ejerció el


periodismo cultural. Nos ha dejado este poema en alejandrinos que vuelve a
darnos el héroe de bronce. Pero no debemos pensar que su carácter broncíneo
es, por ello, menos humano. Al contrario, su imagen nos reconforta y gracias a
ella “se desvanece el mal.” Bien cierto, porque –al menos siento que eso me
pasa a mí– una estatua de un héroe me da la paz que no consigo. El texto está
en varios sitios. En una vieja antología lo encuentro como “El niño y San
Martín.” Intento mejorar la redacción que encontré en la Red. [R.L.]

14
ROMANCE DE LA MUERTE
DEL GENERAL SAN MARTÍN

–Madre, quiero que me digas,


que me vuelvas a decir,
por qué a las tres de la tarde,
a las tres de un día gris,
la rosa no fue más rosa,
ni el jazmín fue más jazmín.

–Niño, a las tres de la tarde,


¿cómo te podré decir?
La rosa no fue más rosa
ni el jazmín fue más jazmín,
porque a las tres de la tarde,
a las tres, lejos de aquí,
lejos del clavel del aire
y el aire de su país,
vino y se llevó la muerte
al General San Martín.

–Madre a las tres de la tarde,


todos lo vimos partir;
iba en un caballo blanco
por un camino de añil.
¡Qué fulgor el de sus ojos,
el de su voz, qué clarín!
Brillaba tanto su sable
que el sol no quiso salir.

–Si tanto brillaba, niño,


la espada de San Martín,
no brillaba por ser de oro,
que el oro no brilla así;
si tan alto relucía,
¡oíd, mortales, oíd!,
fue porque se hizo de día
la noche de Guayaquil.

–Por los caminos celestes,


cruza, madre, el adalid.
Cada astro es un granadero,
cada nube es un jazmín.

15
Allá Gregorio Las Heras,
Soler y O’Higgins aquí.
Todos llevan en el pecho
la estrella de Guayaquil.
¡Oh, Capitán de los Andes,
quién te pudiera seguir!
Cierro los ojos y rezo:
“¡Padre nuestro, San Martín!”

DOMINGO ZERPA1

1
En la Red encuentro que este autor (1909-1999) fue el primer poeta jujeño en
trascender las fronteras de su provincia. Su romance es buen ejemplo de esa como
“religión patriótica” que se enseñaba en las escuelas, cuando yo era niño Respeta muy
bien la índole literaria del romance viejo; entre otras cosas, porque es a la vez lírico y
épico. Justamente es propio de la épica el “catálogo” o enumeración de héroes.

16
EL LIBRO DE ACCAME,
UN RECUERDO SANMARTINIANO

No puedo recordar qué librería de viejo me dio este libro


venerable. El autor, un militar argentino de principios de siglo (del mío,
del XX) estudia allí el concepto de guerra de aniquilación, en la que
descollaron el gran cartaginés Aníbal… y nuestro San Martín.

17
SAN MARTÍN

Para ser entre todas y de veras


las más bellas montañas, les faltaba
ese histórico acento que les daba
la vociferación de las banderas.
Y se alzaron así las cordilleras
sobre el abismo azul. Roja alcazaba,
cuyas líricas torres transmontaba
un ideal que no supo de fronteras.
Luminoso, justiciero, soldado.
Fuego de arcángel. Hierro, hierro alado
tu espada. Hierro y cóndor. Tú quisiste
ceñir sólo tu frente con benigno
laurel. Laurel fraterno, al fin. Tú hiciste
del Paso de los Andes nuestro signo.
ENRIQUE LARRETA1

1
A pesar de ser Enrique Larreta tan amante de España, supo reconocer a nuestro
Libertador. ¿Por qué? Quizá porque veía en nuestra patria una “nueva España”, sui
generis. En fin, mi muy humilde interpretación. Ávila rindió homenaje a este gran
señor de las letras, autor de La calle de la vida y de la muerte, como prueba la foto de
la inscripción. [R.L.]

18
CIVISMO GAUCHO

A fe de que soy paisano


Vía recordar con civismo
Las glorias y el patriotismo
De mi suelo americano;
A Las Heras, a Belgrano,
A Guido, a Soler, a Brown,
A Pringles y Pueyrredón
Que pelearon como fieras
Pa defender la bandera
Que ondea en mi pabellón.

El 25 de Mayo
Día sublime y honroso
De aquellos hombres gloriosos
Que lucharon sin desmayo,
Los que a pata de caballo
Salieron con dignidad
Con santa argentinidad
Para enfrentarlo al cretino
Dándole al pueblo argentino
Honor; Patria y libertad.

19
Y si esos héroes se han muerto,
Aún nos quedan, ¡canejo!,
Esos camperos reflejos
Que nos legara el pampero.
Y yo que en mi derrotero
Soy de la patria un girón
En sana recordación
Brindo al gaucho un monumento,
Porque fue el primer cimiento
Que sostuvo a mi nación.

Y al despedirme, señores,
En forma franca y cordial
Dejo un saludo triunfal
Con camperos resplandores
Pa San Martín mil amores.
Fue de mi patria un edén;
Recordándolo también
A Rosas, Mansilla y Paso.
Y pido un fuerte aplauso
Pa Güemes Beruti y French.

JOSÉ DEL BONO

Del Bono, recitador, poeta y criollista

20
DOS IMÁGENES DE LA CASA DE YAPEYÚ

De las dos fotos que aquí abajo se ven, la primera es del interior
del Templete donde nació el Gral. San Martín. La otra es la vista exterior
del mismo tal cual se conserva hoy; es un Monumento Histórico
Nacional. Esa casa fue construida por los jesuitas, ya que era una
reducción gobernada por el Teniente Gobernador, que fue el padre de
San Martín, en el año 1778. Allí permaneció San Martín y su familia por
solo tres años, para luego dirigirse a España. Este lugar es fielmente
custodiado por el glorioso Regimiento de Granaderos a Caballo.

Los correntinos invitamos a visitar este lugar cautivante y lleno


de emociones.
MARILYN STALLA

21
MINUCIAS SANMARTINIANAS

El Pino de San Lorenzo… y de la Plaza de Mayo


El título posee una mentirilla pues el parque que pertenecía al
Edificio Libertador está muy cerca, no en Plaza de Mayo. Ahora el
edificio de la calle Azopardo contempla una plaza pública, que incluso
da más valor a las esculturas militares que allí hay. Pero me detengo un
minuto en mi mala foto.

El lector ve un ombú, no muy grande, al fondo. Pero en primer


plano hay un retoño del Pino de San Lorenzo.
Suave brote que viniste
a traerme los recuerdos
del valiente coronel
y sus bravos granaderos:
mudo testigo tú fuiste
de ese bautismo de fuego.
Saúl González

22
De mi biblioteca sanmartiniana
El título no debe inducir a pensar que por biblioteca entiendo un
mueble entero. Estoy hablando de una veintena de libros. Algunos son
raros, de esos que gustan a los bibliófilos, aunque tengan muy poco valor
monetario. Seleccioné tres. El primero:

Las fotos no son de mis ejemplares sino de la Red. Germán


Berdiales, autor escolar muy leído (por ese motivo también) en otros
tiempos, nos da una biografía literaria del Héroe Máximo. Buena ocasión
para recordar la colección Robin Hood. Vamos ahora a uno de bolsillo:

23
Para quienes gustan de las efemérides, este librillo será
interesante. Como botón de muestra, cito una: “El 21 de septiembre
(1821) se enarboló la bandera peruana en los castillos del Callao,
perdiendo el rey de España su última almena al sur del continente
americano.” Para terminar, un muy interesante ensayo:

Mi profesor en literatura española no solo nos brinda lo ameno


del ensayo, sino que también ha hecho una labor documental, pues
transcribe cartas: por ejemplo, la de Belgrano a San Martín del 6 de abril
de 1814. En fin, me agradó este breve paseo libresco… y me dio ocasión
de recordar a alguien que fue importante en mi formación.
R.L.

Las estampillas de San Martín


No soy filatelista pero me gusta juntar estampillas. Siempre
aclaro la diferencia que una vez escuché; esto es, que una cosa es el
coleccionista y otra el que podríamos llamar “juntador.” El primero es un
estudioso del tema elegido y adquiere libros y diversos instrumentos de
estudio para tal fin; concurre a foros específicos. El segundo, en cambio,
es mucho menos metódico y se conforma con reunir piezas del rubro que
le agradó. Pues bien, tengo bastantes (tengo también miedo de que este
adjetivo me quede grande) estampillas de distintos lugares del mundo y

24
de Argentina, pero simplemente las guardo ensobradas por país. Varias
son como la de la imagen de abajo, que tomé de la Red, para evitar mi
mala condición de fotógrafo.

Así como hay sellos ingleses con la Reina y sellos españoles con
el Rey, durante mucho tiempo nuestro sello postal distintivo fue el Gral.
San Martín. No hay reyes por estas tierras pero ha recibido varios
tratamientos: uno de ellos, El Héroe Máximo.
R.L.

Centésimo septuagésimo aniversario (1850-2020)

Presente, mi General,
le dice un compatriota,
a quien dio usted en herencia
una patria no sin gloria.

Quiera Dios que consigamos


hacer nosotros lo nuestro:
que crezca día tras día
con las mieles del esfuerzo.

Saúl González

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