El Circuito Informal de Libros en El Perú
El Circuito Informal de Libros en El Perú
El Circuito Informal de Libros en El Perú
E-ISSN: 1562-4730
[email protected]
Julio Santillán Aldana, ed.
Perú
Por:
Aída Villanueva Montalvo.
Bibliotecóloga en la Pontificia Universidad Católica del Perú.
(Perú)
Correo electrónico: [email protected]
Resumen
Abstract.
This article approaches the reality of the informal book circuit in Peru, of which the
Amazonas Street Fair is the foremost exponent. The main points studied are the
perception that the so-called ‘libreros populares’ have concerning their toil, book piracy
and the relationship the Book Law has with this sector. Necessary information was
obtained through interviews of the leaders of the ‘libreros populares’, polls of the
‘libreros’ themselves and conversations with people directly involved with the subject
matter. An essential objective of this report is to sensitize sectors involved with cultural
promotion to the existence of the CPL (People’s Chamber of Books) as
proof of popular demand for books in Peru, and the challenge that responding creatively
to this need entails.
1. Introducción.
En el contexto del debate por la promulgación de una ley del libro para el Perú – meses de
abril, mayo y junio de 2002 - los libreros de la populosa zona del jirón Amazonas cobraron una
notoriedad extraña en nuestro país para cualquier ente ligado a la cultura. Organizados en la
Cámara Popular de Libreros, presentaron una propuesta legislativa, a favor del cual organizaron
una marcha que fue ampliamente cubierta por los medios de comunicación. En el mismo sentido,
lograron que se les incluyese en las sesiones de información sobre el tema organizadas por el
Congreso de la República, en las que presentaron un alcance sobre la situación, perspectivas y
planteamientos del único ente cohesionador de libreros informales en el Perú.
El eje de la propuesta legislativa de la Cámara Popular de Libreros (CPL) fue que la futura
ley del libro1 los incluyese como un componente del sector dedicado al libro en el Perú, ya que ni
la propuesta original – presentada por la Cámara del Libro – ni las subsiguientes, lo hacían. Por
demás lógica, la propuesta fue recogida desde el primer dictamen que tuvo la llamada Ley del
Libro y Fomento de la Lectura, la que incluyó a un representante de los libreros populares en el
Consejo Nacional de Democratización del Libro y de Fomento de la Lectura, ente que estaría
encargado de llevar a la práctica el ideal de la ley. Este hecho constituyó una importante victoria
para los llamados libreros populares, en un momento en el que la promulgación de la tan esperada
norma parecía inminente.
Sin embargo, esta decisión no fue bien recibida por algunos importantes sectores de la
paupérrima industria librera peruana, tales como la editorial “Peisa” y, posteriormente, la propia
Cámara Peruana del Libro, que ha mostrado en su postura especial rigidez. La principal razón
esgrimida para ello es que la Cámara Popular de Libreros constituiría una asociación de
vendedores de libros pirata, con una ínfima cantidad de comerciantes dedicados a los “libros de
viejo”.
En esta línea, la propuesta original de la Cámara del Libro Peruana no incluía la sola mención
de los llamados “libros de viejo” en su propuesta de ley de fomento a la lectura, y designaba
como “de interés nacional” únicamente a la Feria del Libro “Ricardo Palma”, organizada por esta
institución.
Luego de un año de trabajo en el tema, los libreros del Jirón Amazonas consideran que la
mentada Ley del Libro ha sido, después de todo, una excelente excusa para afianzar su
organización. El trabajo relacionado con su participación en el Consejo de Democratización del
Libro y Fomento a la Lectura no ha cesado, pero éste es hoy sólo uno de los frentes en los que
trabaja la CPL, en la práctica, responsable del acercamiento a la lectura de un sector cada vez
mayor, imposibilitado de adquirir publicaciones nuevas.
Perú y Haití son los únicos países en América Latina que no cuentan con una Ley del Libro en
vigencia, que fomente la lectura y la actividad editorial en su territorio. Los lamentables índices
de rendimiento escolar y capacidad de comprensión lectora entre los estudiantes peruanos no van
en contraposición a este hecho2. Siendo el problema del sistema educativo de nuestro país en
extremo complejo, cabe señalar a la escasez de libros y de incentivos a la lectura como parte
fundamental de él. En este marco, los canales de circulación de publicaciones son escasos y
pobres; las librerías insuficientes y los libros en ellas costosos, mientras que las bibliotecas, en
1 Tras largos debates y propuestas, la Ley del Libro peruana fue finalmente aprobada el 22 de mayo de 2003.
2 El más reciente estudio de este tipo, cuyo resultado haya sido dado a conocer, es el llamado "Aptitudes Básicas para
el Mundo del Mañana", elaborado por UNESCO y OCDE, en el cual se evaluó el rendimiento académico de escolares
de 15 países de economías e ingresos medianos, comparándolos con los de 28 de 30 países miembros de la OCDE.
Perú fue el país que obtuvo los más pobres resultados, con el 80% de alumnos calificados en el nivel de puntuación
Año 5, No.17, Enero - Marzo 2004
una abrumadora mayoría, no cumplen la función de espacio de lectura y creación que en buena
medida constituye el auto denominado “Paraíso de los Libros” del Jirón Amazonas.
El presente informe pretende aportar un alcance sobre la Feria de Libros del jirón Amazonas, la
más importante de las ferias populares de libros en el Perú. Los temas específicos tratados se
refieren a la percepción de los libreros en cuanto al sentido de su que hacer, la piratería de libros,
la importancia de la Ley del Libro y qué esperan de ella. Con el fin de aportar el contexto
necesario al informe, se aborda también la relación de la Cámara Popular de Libros con la
Cámara Peruana del Libro, organismo que elaboró el texto base de la autógrafa hoy en discusión,
y que agrupa a las empresas editoriales y afines peruanas.
Los datos requeridos han sido obtenidos en dos momentos: durante mayo y junio del
2002 y en setiembre de 2003. En junio del año 2002, época en la que se dieron la mayor
parte de manifestaciones públicas relativas a la Ley del Libro, se entrevistó al señor
Javier Ugaz, presidente de la Cámara Popular de Libreros en aquel período. Asimismo,
se conversó con diez (10) de libreros del campo ferial, escogidos al azar de un total de
200, sobre los temas que aborda este informe. En setiembre de 2003, se conversó con
personas directamente involucradas en la elaboración y debate de la Ley del Libro
peruana: Liliana Minaya, administradora de la Cámara Peruana del Libro, Alberto
Bringas, asesor de la Congresista Elvira de la Puente, presidenta de la Comisión de
Cultura y Patrimonio Cultural hasta agosto de 2003 y Armando Rubio, asesor de la
actual Comisión de Educación, Cultura, Patrimonio Cultural, Ciencia y Tecnología,
quien, sin embargo, no pudo aportar mayores datos, puesto que, a tres semanas de su
instalación, dicha comisión se encontraba aún en proceso de revisión de toda la
documentación referida a la autógrafa de ley. El actual presidente de la Cámara Popular
de Libreros es el señor Roberto Tantavilca, a quien se entrevistó, también en setiembre
de 2003, con el fin de contrastar los datos obtenidos el año 2002 e inquirir sobre la actual
situación de la CPL y su agenda pendiente.
Los inicios de la asociación se sitúan a principios de la década de los 80 (años 1982 y 1983), en la
avenida Grau, importante y populosa arteria del centro de Lima. A partir de un acuerdo con el
alcalde de aquel entonces, Eduardo Orrego, los comerciantes de libros que ocupaban distintas
zonas del centro de Lima - jirones Lampa, Emancipación y Tacora, principalmente - se agruparon
en una cuadra de esta avenida, en la que se vendía y compraba libros usados (en adelante “libros
de viejo”), ediciones populares y, posteriormente, piezas de interés bibliófilo. Compartiendo la
berma central de la avenida Grau con vendedores de alimentos y ropa de segunda mano, los
libreros llegaron a ocupar en poco tiempo cinco cuadras de la transitada arteria, lo que forzó la
organización.
En el año 1997 la Municipalidad de Lima, dirigida esta vez por el señor Alberto Andrade,
decide despejar la avenida Grau de comerciantes, con lo que se iniciaron largos meses de
negociaciones para llegar a un acuerdo con los libreros. Así, a fines de 1997 se firmó un acuerdo
por el cual los libreros pasarían a ocupar la cuadra ocho del jirón Amazonas, una zona que por
aquel momento era refugio habitual de delincuentes. Para efectos de llevar a cabo dicho traslado
sin mayores dificultades, las distintas asociaciones de la avenida Grau se unificaron a fines de
1997 en la Cámara Popular de Libreros (CPL).
Cabe destacar que de los diez libreros entrevistados, ocho empezaron en el negocio de libros en la
avenida Grau. Según ellos, la etapa de organización con miras a la defensa de sus intereses frente
la Municipalidad de Lima, y la posterior de habilitación del jirón Amazonas, cimentó de manera
Villanueva – El circuito informal de libros en el Perú
Actualmente, la CPL agrupa al íntegro de los comerciantes libreros del jirón Amazonas, lo
que suman 200. La mayor parte de ellos son migrantes del interior del país, que habitan en zonas
de los conos de Lima3: Canto Grande, Villa María del Triunfo del Triunfo, Comas y San Juan de
Miraflores.
La feria constituye un singular espacio de compra, venta e intercambio de libros, hoy apoyado
por los vecinos del jirón Amazonas, quienes han sido testigos de la rápida transformación de esta
zona, otrora de extrema peligrosidad.
La administración corre a cargo de una mesa directiva formada por cinco integrantes –
presidente, vicepresidente, secretario de economía y dos vocales -, formada mediante elecciones
libres, regularmente efectuadas cada año. Asimismo, se eligen comités de trabajo para temas de
especial interés, como el de seguridad y la Ley del Libro. Estas comisiones suelen estar integradas
por tres personas, quienes deben a los miembros reunidos en asamblea la presentación de
informes de su labor.
Los puestos son atendidos por familias que trabajan en turnos; en épocas de alta afluencia de
clientes, el íntegro de la familia se ocupa del negocio. Se comercializan principalmente “libros de
viejo” – libros usados que no califican como pieza de interés bibliófilo -, aunque también se
pueda adquirir ejemplares antiguos o de edición escasa, cuyos comerciantes mantienen una
asociación propia llamada “Carlos Prince”, adscrita a la Cámara Popular de Libreros. La piratería
no se excluye en este medio; este punto será desarrollado más adelante. Asimismo, existen
algunos puestos dedicados a grabaciones sonoras (la mayor parte, discos compactos o cassettes
reproducidos ilegalmente y otros de segunda mano), un puesto muy vistoso en el que se compran
y venden trabajos de ciencia para escolares, elaborados a gusto del cliente, y uno más en el que se
puede adquirir reproducciones en madera o plástico de dinosaurios y vídeos sobre esa era.
3
Los llamados “conos” de Lima constituyen zonas de urbanización relativamente reciente, debida a la migración
Año 5, No.17, Enero - Marzo 2004
adquirir otro tipo de material, “ponerlo en valor” y venderlo satisfactoriamente. Ello requiere
experiencia en el oficio, conocimiento de los títulos y capacidad sugerencia de acuerdo a cada
necesidad. La piratería constituye entonces un buen filtro para acceder a títulos con una
circulación garantizada y mantener el negocio en alta rotación.
De los comerciantes entrevistados, tres se auto definieron como libreros, señalando como
primera razón para ello los más de quince años que llevarían en el rubro y su capacidad de
asesorar al cliente. Según el señor Tantavilca, existen 60 libreros en el jirón Amazonas; sin
embargo, la aspiración de la CPL es que todos lleguen a serlo. Para ello, su dirigencia ha firmado
recientemente un acuerdo con el Instituto Nacional del Cultura, con el fin de que se implementen
talleres de restauración de material bibliográfico y reconocimiento de ítems con valor bibliófilo.
Un ingrediente que comparten “libreros” y “vendedores de libros” es la identificación de su
trabajo como uno de servicio a la comunidad. Así, ocho de los diez comerciantes entrevistados
hicieron énfasis en su objetivo como el de proporcionar a los estratos de más bajos recursos los
libros que requieran para compensar el vacío creado por la inexistencia de una política estatal de
apoyo a la difusión del libro y los elevados costos de las publicaciones nuevas.
Resulta evidente que los costos y obligaciones del librero en el jirón Amazonas son
considerablemente menores a los de un librero formal. Además del costo mínimo del lugar
ocupado, el librero en el jirón Amazonas invierte en material que considera tendrá mayor
rotación, mientras que una librería formal debe a sus clientes el contar con material diverso, lo
que incluye la compra y almacenamiento de publicaciones académicas, actualizadas y de escasa
rotación. Según Liliana Minaya (Cámara Peruana del Libro), los libros de alta y segura rotación
(novelas recientes de García Marquez o Vargas Llosa, por ejemplo) suelen compensar los costos
generados por el mantenimiento y constante adquisición de libros de escasa demanda.
La CPL no mantiene un registro estadístico de la cantidad o monto de sus ventas, como tampoco
de los libros que ingresan a sus puestos. Sin embargo, calcula el señor Tantavilca, que el 60% de
los clientes busca “libros de viejo” en general, un 20% libros escolares nuevos y el 20% restante,
libros nuevos de otra temática; la mercadería ofrecida correspondería a la demanda. Cabe
señalar que en el año 2002, el señor Ugaz proporcionó una cifra muy similar.
de una empresa grande frente a pequeñas, implica que se puedan encontrar en el jirón Amazonas
libros editados por “Norma” a S/. 16.00.
Por su parte, Ugaz y Tantavilca afirman que varias editoras de libros escolares y la Editorial
Universidad Nacional Mayor de San Marcos comercializan la casi totalidad de su producción en
el Jirón Amazonas, a precios asequibles. En este sentido, cabe señalar que las editoras de textos
escolares constituyen un caso aparte en la producción editorial, debido principalmente al mercado
cautivo con el que cuentan y sobre la base del cual planifican su tiraje.
En cuanto a las enciclopedias y similares, los dos comerciantes entrevistados que se dedican a
este rubro provienen de la venta ambulatoria de materiales de referencia y llegaron al Jirón
Amazonas con la decisión de mantener el contacto con las empresas editoriales que serían sus
proveedoras. Los precios ofrecidos al público son aquí un 20% menores a los que fijan las
librerías formales, debido a las ventajas ya mencionadas en cuanto a costos que permite la
informalidad.
En el Perú los “libros de viejo” cuentan con un mercado en constante movimiento, formado
por lectores de todo tipo, aunque para el caso de Amazonas resulte clara la preponderancia de
textos escolares. Como se menciona líneas arriba, los “libros de viejo” constituyen el 60% de lo
comercializado en el Jirón Amazonas, según su dirigencia.
Campos feriales de este tipo existen en diferentes lugares del mundo, especialmente en
aquellos de tradición librera más antigua. En el Perú, la venta de libros usados está permitida y ni
aún la Cámara Peruana del Libro mantiene objeciones respecto a su existencia. Sin embargo, la
mayor parte de los libreros de viejo comercializan sus productos en la vía pública, por lo cual
enfrentan problemas por el afán de las autoridades ediles de regular el comercio ambulatorio en
general. El Jirón Amazonas resulta entonces una zona de trabajo privilegiada para los libreros
informales, aunque no exenta de normas, como se detallará más adelante.
Según los libreros entrevistados, la adquisición de libros de viejo se da, en primer lugar,
mediante la compra de colecciones a personas que buscan venderlas por razones de viaje,
necesidad económica o afán de renovar su biblioteca. Al respecto, especifica el señor Tantavilca
que 15 de los 200 libreros invierten regularmente en anuncios en el periódico, de modo que los
interesados en vender colecciones pueden contactarse con los libreros. Estos, suelen ser
precisamente los de mayor antigüedad en el negocio y, por ende, pericia en la selección de los
libros y la fijación de un precio. Usualmente, las colecciones se venden íntegras a un solo
comerciante, quien luego lleva la mercadería al campo ferial y la oferta entre el resto de libreros,
ya con un margen de ganancia. Afirman el señor Tantavilca, y cuatro de los diez libreros
entrevistados, que la venta de colecciones compuestas por un centenar de libros o más se da
diariamente.
4 . Cámara Popular de Libreros del Perú. (2002, abril). Propuesta legislativa a la Ley del Libro y de Fomento de la
Año 5, No.17, Enero - Marzo 2004
Otra modalidad de compra es la visita a la feria informal conocida como “La Cachina”,
ubicada en la avenida Aviación (distrito de La Victoria). Allí confluyen los comerciantes
ambulantes que recorren la ciudad casa por casa, e intercambian libros, ropa, botellas o artefactos
averiados por artículos de uso en el hogar, como escobas o implementos de plástico. La mayor
parte de estos comerciantes no conoce el valor de cada ítem, por lo que muchas veces el precio se
fija por el peso de una caja de libros. Sin embargo, en esta zona comercian también personas
familiarizadas con la compra y venta de antigüedades, con quienes el trato es ítem por ítem.
Por último, otra forma de abastecimiento es la compra libros en los remates organizados por
casas editoriales, que ofertan a muy bajo precio grandes cantidades de ejemplares
correspondientes a títulos que no tienen mayor circulación.
Cabe destacar que el jirón Amazonas es ya conocido como un espacio de venta y compra de
libros, por lo cual es muy frecuente la visita de estudiantes, profesionales o amas de casa que
buscan vender cantidades pequeñas de libros. Así, es muy común la venta de textos escolares que
luego serán reemplazados por los requeridos en un siguiente año de estudios.
“...Libro “pirata”. El que transgrede los derechos de autor y/o las disposiciones
legales vigentes que se publica en forma no autorizada y/o falsificando diseños o
características editoriales registradas”. 7
Según la Cámara Peruana del Libro, la producción de libros pirata ha triplicado su volumen de
ventas entre 1996 y 1999 (de 800 mil a 2 millones 500 mil ejemplares), así como sus ingresos (de
4 millones a 12,5 millones de dólares). En consecuencia, la actividad editorial de las empresas
formales se habría visto reducida a la tercera parte, generándose pérdidas no sólo para los
empresarios sino también para fisco. 8
5
En los países que presentan este problema con mayor gravedad – incluido Perú – se excluye del término “piratería” a
la reprografía no permitida, por un simple ordenamiento de prioridades. Sin embargo, en los países cuya industria
editorial no enfrenta la competencia de la industria pirata – Brasil y Uruguay son los ejemplos más contundentes – el
problema de la reprografía es el que más preocupa a las respectivas Cámaras del Libro, y suele identificársele como
piratería. En el presente informe, se denomina piratería únicamente a la copia ilegal de libros o productos editoriales
afines con fines de comercialización, copia además, que intenta elaborar un producto similar gráficamente al original.
7 Autógrafa de la “Ley de Democratización del Libro y de Fomento de la Lectura”, elaborada por la Comisión de
Cultura y Patrimonio Cultural, debatida y aprobada en el Congreso de la República el 22 de mayo de 2003.
8 Datos proporcionados por Liliana Minaya, administradora de la Cámara Peruana del Libro. Estas cifras son también
recogidas por el proyecto de Ley del Libro elaborado por la Congresista Martha Hildebrandt.
Villanueva – El circuito informal de libros en el Perú
La copia ilegal de productos que cuentan con autoría intelectual ataca a varias industrias: discos
compactos, programas informáticos, vídeos y otros. Sin embargo, en lo referente a los libros, este
fenómeno se da casi exclusivamente en los países en desarrollo y es, para los libros en español,
una amenaza a la propia existencia de la industria9.
Dada la propia naturaleza de este delito, no se cuenta con estadísticas fiables sobre su incidencia
en América Latina y, por ende, tampoco de datos derivados de igual importancia: monto que deja
de percibir el fisco de cada país, número de empleos perdidos por el avance de la industria pirata
o el monto que dejan de percibir los autores (que, para el caso peruano, debieran recibir el 10%
del precio final de cada ejemplar).
Incluso los estudios sobre el tema en general son escasos, y rara vez abordan más que la
coyuntura de persecución a la piratería en determinado país. Un esfuerzo en este sentido fue
llevado a cabo por el Grupo Interamericano de Editores (GIE), que elaboró el primer Estudio
sobre la piratería editorial en América Latina. Dicho estudio, cuyos resultados fueron presentados
en la Feria del Libro de España en octubre de 2002, fue elaborado sobre la base de encuestas a las
cámaras del libro de cada país. Los datos recopilados revelan entonces, en buena medida, la
importancia que cada cámara le da problema. Según este estudio, el volumen de libros pirata
reviste mayor gravedad en Bolivia, Perú y Venezuela, cuyas cámaras del libro afirman que la
piratería equivale al 40% del total de libros legalmente reproducidos en el país. Cabe, sin
embargo, señalar que representantes de importantes editoras peruanas calculan un porcentaje
mayor, que no ha sido recogido en el mencionado estudio. Siguen en la lista, Ecuador, que
considera que este porcentaje fluctúa entre el 35 y el 25%, Chile, entre el 20 y 25%, Guatemala y
Honduras, con un porcentaje de 10%. Los factores considerados como determinantes al calificar
la gravedad del problema en cada país son varios; los recogidos por este estudio son, de un lado,
la percepción de las cámaras del libro sobre este problema (Bolivia, Perú y Venezuela lo
calificaron de muy grave) y de otro, el cálculo de pérdidas estimadas por las cámaras. Así, de
mayor a menor, el Perú ocupa el tercer lugar en el monto de pérdidas generadas por la piratería a
las casas editoriales con 12 millones de dólares. 10
Asimismo, la Cámara Peruana del Libro culpa a la piratería y a la inexistencia de una ley del
libro para nuestro país, de la debacle de la industria editorial peruana, que subsiste con la
publicación de obras que no requieren del pago de derechos de autor, por haber fallecido los
creadores hace más de 70 años. La publicación de “clásicos” es considerada muchas veces una
forma de mantener la empresa ante la adversidad, ya que no constituiría propiamente un trabajo
editorial.
Los métodos para combatir la piratería son similares en los países iberoamericanos, sin que,
hasta el momento, se hayan obtenido resultados satisfactorios. El avance tecnológico permite que
la calidad del libro pirata pueda ser cada vez mejor y hace inútil la lucha en este frente. Ello
implica que en la mayor parte de países con una industria pirata importante, sea difícil distinguir
un libro pirata de uno original. Nuestro país es una excepción a la regla en este sentido, ya que los
libros piratas suelen ser de baja calidad. 11
En cuanto a la legislación y represión, El Centro Regional para el Fomento del Libro en América
Latina y el Caribe (CERLALC) ha realizado una importante labor, al proporcionar incluso
“legislación tipo” para enfrentar el problema, y colaborar estrechamente con las entidades
gubernamentales que la requieran. Sin embargo, según puede desprenderse de la lectura de los
Los debates iniciados en marzo 2002 sobre la necesidad de una ley del libro peruana, obligaron a
la Cámara Popular de Libreros a actuar con celeridad y afianzar las medidas contra la
comercialización de estos productos, cuya presencia en el Jirón Amazonas podría eliminarlos
como interlocutor válido en dichas discusiones.
Para fines del año 2002, la piratería no había sido eliminada del jirón Amazonas, pero se contaba
ya con una mención explícita en su contra en el reglamento interno de la CPL. Por su parte, la
Cámara Peruana del Libro afirma que el único logro de la CPL al respecto consistió en esconder
la piratería, trasladarla de los estantes y mostradores a almacenes ubicados a pocas cuadras del
campo ferial. Sin embargo, resulta evidente que la eliminación de la piratería es también un
interés de la CPL, por los motivos ya mencionados, lo que no implica necesariamente la condena
personal de los miembros a este delito.
Desde otro ángulo, el definir al culpable de la piratería, incluso en términos de penalidad, resulta
también un problema. Así, aunque la CERLALC apoya la organización de operativos de
incautación de mercadería pirata, no considera a los que la comercializan como delincuentes, sino
a los productores, quienes evaden, en primer lugar, el pago por derechos de autor. Esta tesis es
también defendida por los libreros del jirón Amazonas. Así, manifiesta la CPL que su
organización hace todo lo posible por eliminar este tipo de mercadería de sus puestos, pero que es
deber de las autoridades eliminar la producción del libro pirata y no centrarse en quienes la
comercializan.
Javier Ugaz, presidente de la CPL hasta febrero de 2003, afirma que la lucha por la
erradicación progresiva de piratería en el jirón Amazonas empezó a inicios del año 2001, mucho
antes de iniciada la discusión sobre la Ley del Libro. Sin embargo, las primeras directivas de la
CPL relativas a este tema datan del año 2002. Para Ugaz, el libro pirata es un bien cultural
además de económico. Suple la necesidad de adquirir conocimiento; sin embargo, se evade
impuestos y se atenta contra la industria nacional. Resulta inútil intentar erradicar la piratería en
forma aislada, deben crearse mecanismos que la suplan: abaratar costos, editar libros populares.
Por su parte, el señor Tantavilca afirma claramente que la piratería es un delito que perjudica
a los autores y editores, y que, como tal, viene siendo perseguido en su administración de la CPL.
Así, informa que la venta de piratería ha sido prohibida en el Jirón Amazonas por decisión de
asamblea de miembros desde marzo de 2003; en la lucha contra este delito, la CPL estaría además
buscando afirmar lazos con la Cámara Peruana del Libro. Ambos dirigentes coinciden en que los
métodos utilizados son la persuasión (en asambleas de socios) y la sanción (decomisos, multas,
cierre de puestos, todas medidas llevadas a cabo al interior de la CPL). Acota el señor Tantavilca,
que desde la vigencia de la prohibición de piratería en el jirón Amazonas, no se permite el ingreso
de los camiones que solían abastecer de esta mercadería a los libreros de la CPL que la requerían.
Aunque esta medida no impide la compra a imprentas piratas fuera del campo ferial, sería un
12 Declaraciones de Germán Coronado, responsable de Editorial Peisa – Perú. Iglesias, L. (1999, mayo). Piratas de
papel. Boletín de la UNESCO.
Villanueva – El circuito informal de libros en el Perú
importante inicio. En todo caso, se puede afirmar que la dirigencia de la CPL ha endurecido su
posición frente a la piratería en el transcurso del año 2003.
En cuanto a la percepción sobre este delito entre los libreros, ella es similar entre los
entrevistados. Así, ocho opinaron que el libro pirata es un problema social, y que el Estado no
toma en cuenta la necesidad de lectura de la población al perseguirla. Están de acuerdo, sin
embargo, en que debe erradicarse del jirón Amazonas, ya que su comercio perjudica al centro:
expone a los comerciantes a los decomisos e impide que se les incluya en la Ley del Libro.
Sólo dos de los libreros mencionaron en primer lugar que la piratería es un delito que merece
sanción, ya que atenta contra la industria nacional y los derechos de autor. Sólo un entrevistado
consideró que la piratería perjudica su negocio, ya que él vende libros originales aunque de
segunda mano, y debe asignarles un precio igual o menor al de los libros piratas.
Durante el desarrollo de entrevistas a libreros para efectos de este informe, se pudo presenciar la
ejecución de medidas correctivas ejercidas por el comité de seguridad de la CPL13; sin embargo,
no se presenció ninguna de este extremo para el caso de venta de piratería.
Por el momento, aunque resulta obvia la disminución notable del comercio pirata en el jirón
Amazonas (especialmente si se le compara con los niveles de venta que ameritaron en 1999 el
artículo citado al inicio de este acápite), se puede encontrar este tipo de material en algunos
puestos, especialmente en los dirigidos a postulantes a universidad y a temas de informática.
Como parte de sus funciones, la CPL organiza presentaciones de libros, mesas redondas sobre
temas de actualidad, recitales de poesía entre otras actividades. En este marco, resulta de especial
interés la organización de exposiciones bibliográficas, usualmente programadas de acuerdo al
calendario de festividades y homenajes nacionales. El día de la madre, el aniversario de creación
de una región o el homenaje anual a un santo católico pueden propiciar una de estas exposiciones,
en las que es participan los libreros que cuenten con material sobre el tema. Las exposiciones
generan especial interés entre los escolares, que buscan a los libreros para solicitar asesoría
respecto a los materiales a adquirir y su uso.
En cuanto a las presentaciones de libros, éstas han adquirido importancia como medio de
propaganda para la CPL desde el presente año. A partir del trato con “Alfaguara” por el que se
presentó la novela “El paraíso en la otra esquina” del Doctor Mario Vargas Llosa en el campo
ferial Amazonas, se han organizado otras presentaciones, entre ellas, las de Rosa Montero y
Frieda Holler.
Fuera de Lima, la CPL ha organizado ferias itinerantes, usualmente constituidas por un número
de quince a veinte libreros. Durante setiembre de 2003, una feria itinerante visitó Iquitos y otra
Cajamarca. Las ferias se instalan previo convenio con la Municipalidad y suelen ser un éxito,
según ambos presidentes entrevistados. No existen ferias similares en el interior del país, y los
libros nuevos tienen un costo mayor al de comercialización en Lima. Por ello, a pesar de que la
inversión es alta – $1.00 por kilo transportado por avión – los libreros participan activamente en
estas ferias, de realización constante desde el año 2002.
13 La dirigencia ordena el decomiso de material exhibido de forma que obstaculice las vías de tránsito en el campo
Año 5, No.17, Enero - Marzo 2004
El debate en pos de la promulgación de una Ley del Libro peruana data de inicios del año 2002,
época para la que se contaban con siete proyectos de Ley del Libro14, ninguno de los cuales
incluía a los “libreros de viejo”. El objetivo de todas las propuestas fue “democratizar el libro”
sobre la base del impulso a la industria editorial, de modo que ésta pueda abaratar el precio de
venta. La propuesta base de los proyectos mejor desarrollados (pertenecientes a las Congresistas
Martha Hildebrandt y Elvira de la Puente) fue la de la Cámara Peruana del Libro y la “ley tipo”
elaborada por CERLALC.
Los siete proyectos contemplaban el impulso y apoyo económico no sólo a la industria editorial,
sino también a los espacios de difusión cultural ligados a la lectura, tales como bibliotecas y
librerías, aunque sólo fuese clara la participación económica del Estado al desarrollo de la
industria editora. El constatar que ninguna de las propuestas incluía a las “ferias populares” de
libros, la CPL organizó mesas de diálogo entre los propios comerciantes a fin de definir la
propuesta que presentarían al Legislativo. Parte importante de este proceso fue la definición del
librero popular, teniendo en cuenta tres aspectos: el económico, el social y el cultural. 15
• Económicamente. Pequeños y microempresarios que trabajan con un objetivo
especial: el libro, que es un bien económico y también cultura.
• Socialmente. Personas naturalmente asociadas, provenientes de estratos
populares, que practican relaciones de solidaridad y reciprocidad en su actividad
económica.
• Culturalmente. Promotores o agentes culturales, difusores del libro y la lectura
entre los sectores de menores ingresos de la población.
Para apoyar su propuesta, y en general a la ley del libro, la CPL organizó una marcha a Palacio
Legislativo y dos mesas redondas en las que se trató el tema. Según dos de los diez libreros
entrevistados, la dirigencia de la CPL (dirigida en aquel momento por Javier Ugaz) motivó el
interés de los libreros por la Ley del Libro, a través de los mencionados espacios de discusión y la
propia asamblea de miembros. Consideran dichos entrevistados que, aproximadamente, el 20%
de los libreros del jirón Amazonas siguieron de cerca este proceso. Todos, sin embargo,
coincidieron en que las actividades relacionadas a la ley del libro ocuparon el primer lugar en la
agenda de la CPL en el verano de 2002.
En abril de 2002, la marcha organizada por la CPL hasta el Congreso de la República para
presentar su propuesta legislativa fue ampliamente cubierta por los medios masivos de
comunicación. Como resultado, se acogió el eje de la propuesta en el primer dictamen elaborado:
la inclusión de un representante de la CPL en el “Consejo Nacional de Democratización del Libro
y de Fomento a la Lectura, PROMOLIBRO”. En agosto de 2002 asumió la tarea una nueva
Comisión de Cultura y Patrimonio Cultural, en la cual la Congresista Elvira de la Puente
reemplazó en el cargo de Presidente al Congresista César Acuña. Afirma el Doctor Alberto
Bringas, asesor de dicha Congresista, que la elaboración de este dictamen contó con el apoyo
continuo e incondicional de CERLALC, y que tuvo por objetivo favorecer al íntegro de la cadena
que da lugar a la producción de un libro, lo que incluye a las empresas dedicadas a diagramación,
prepensa16, traducciones, etc. En el entendido de que la producción de libros implica un proceso
en el que cada eslabón es fundamental para el objetivo, la Cámara Peruana del Libro sustentó
desde un inicio la necesidad de favorecer al íntegro de la cadena. El ejemplo más claro al respecto
14 Los proyectos fueron presentados por los Congresistas César Acuña Peralta, Henry Pease, Martha Hildebrandt,
Elvira de la Puente, Luis Alva Castro, Gonzalo Jiménez Dioses y Emma Vargas. Textos disponibles en:
www.congreso.gob.pe. Consultado en junio de 2002.
15
Cámara Popular de Libreros. (2002, abril). Propuesta legislativa a la ley del Libro y el Fomento a la Lectura.
16 Conjunto de procesos que permiten la fijación, en una matriz, del contenido y portada del libro y productos
editoriales afines, para su reproducción industrial o electrónica. Comprende la edición electrónica de textos e imágenes,
así como la elaboración de fotolitos para fijación en película.
Villanueva – El circuito informal de libros en el Perú
lo constituye el papel que juega el Impuesto General a las Ventas (IGV) en la producción editorial
peruana. Como se sabe, desde 1996 los libros están exonerados del cobro por IGV, sin que lo
estén los insumos requeridos para su producción (papel, tinta, servicios de impresión, preprensa,
etc). Ante la imposibilidad de cobrar IGV, el editor carga el costo de este impuesto, invertido en
cada eslabón de la cadena, al precio final que debe pagar el consumidor.
Sin embargo, la exoneración a todos los componentes de la cadena productiva fue uno de los
puntos observados por el Poder Ejecutivo, que devolvió al Congreso de la República la autógrafa
con 13 observaciones y una propuesta alternativa que no incluyó al representante de los libreros
de viejo en la constitución del PROMOLIBRO.
Tal como opinó el Doctor Bringas, la no inclusión de los libreros de viejo en la propuesta
alternativa del Ejecutivo fue un problema que pudo resolverse rápidamente, ya que el grueso de
observaciones planteadas se refirieron a los nuevos costos que implicaría la aplicación de esta ley,
así como el peligro de una evasión tributaria por parte de empresas que forman parte de la cadena
productiva del libro, pero también de otros productos cuya promoción no es prioritaria.
Asimismo, el Poder Ejecutivo decidió no exonerar de impuestos a los libros importados, de
importancia fundamental para el sector académico y de instrucción superior.
5. Conclusiones.
En la composición de los libreros populares se halla un considerable
sector de personas que no han recibido o culminado sus estudios de
educación superior y que han llegado a este oficio de manera empírica.
(...) Dentro del amplio sector del comercio informal, cualquier persona no
puede establecerse de manera permanente como librero popular. El
proceso de competencia que general la relación con el mercado obliga a
un proceso de selección en el cual permanecen como libreros aquellos
que reúnen un mínimo de condiciones para brindar un servicio de filtro
bibliográfico y, en consecuencia, un servicio cultural” [El subrayado es
mío]17
Libreros “de viejo” existen en muchos lugares. En los países con una tradición libresca afianzada,
cuentan con reconocimiento estatal y del público. Curiosamente, son países en los que el libro no
es necesariamente un artículo de lujo, cuya población cuenta además con bibliotecas para
satisfacer sus necesidades de lectura. En nuestro país, la situación general del acceso al libro
define la suma importancia de los libreros populares, y, por consiguiente, la necesidad de
incluirlos en cualquier política de apoyo al fomento de la lectura.
Cabe entonces preguntarse el motivo por el que las ferias informales de libros no fueron incluidas
desde un inicio en ninguno de los siete proyectos para una ley del libro que busca democratizar el
acceso a la lectura entre los peruanos.
Año 5, No.17, Enero - Marzo 2004
Quizá una de las razones para este hecho sea la común identificación de la librería informal con el
libro pirata, o el tradicional desdén hacia circuitos informales en general. Sin embargo, sabemos
que un porcentaje mayoritario de los peruanos trabaja, compra y vende inmerso en los llamados
circuitos informales. La pregunta sería entonces quiénes – suponemos –leen en el Perú. Si la feria
de libros “Ricardo Palma”, organizada cada año en el distrito de Miraflores por la Cámara
Peruana del Libro, es la única que merece ser reconocida e impulsada, la única que cuenta como
“de interés cultural”. En resumen, si los peruanos leemos únicamente gracias a librerías formales
– en donde compramos libros nuevos – y bibliotecas.
La feria de libros del Jirón Amazonas, recientemente auto proclamada “El paraíso de los libros”,
mantiene aún la venta de libros pirata, que no genera ningún beneficio para sus autores o editores.
Se compra y vende “inventos” o trabajos de ciencia para escolares, y mucho del material que
comercializa como apoyo al texto escolar se encuentra desfasado. Sin embargo, a pesar de los
innegables problemas, cumple una función que, obviamente, no cumple la biblioteca municipal
para el niño de doce años que busca desarrollar sus tareas escolares con textos que puede comprar
de a tres por un nuevo sol. La afluencia de público durante las exposiciones bibliográficas, con
ocasión del aniversario de fundación de Arequipa, por ejemplo, debiera llevarnos a pensar cuántas
bibliotecas del Sistema Bibliotecario del Perú en Lima tuvieron el mismo éxito en sus respectivas
muestras, las que organizan como parte de un calendario establecido por la Biblioteca Nacional.
Sabemos que la necesidad de lectura para información y recreación existe, está la Cámara Popular
de Libreros y los centenares de solicitudes de módulos de bibliotecas, dirigidas a la Biblioteca
Nacional, para probarlo. Si bien resulta saludable y lógico que exista un mercado para los libros
de viejo en el Perú, también lo es que hoy, la CPL cubre en parte un vacío creado no sólo por la
escasez de recursos en las bibliotecas, sino a la apatía e invisibilidad de muchas de éstas.
Resulta entonces, tarea pendiente el involucrar a los organismos formales, y especialmente a los
estatales, en una auténtica reflexión sobre los canales del libro existentes en nuestro país. La
experiencia del sector informal, que por definición debe sostenerse a partir de sus ventas, es
exitosa desde varios puntos de vista y puede ayudarnos a comprender mejor el mercado lector
limeño, de modo que podamos satisfacer de mejor manera las necesidades de sectores que
debieran contar con una opción de bajo costo y calidad para satisfacer sus necesidades de
información y recreación por medio de la lectura.
SOBRE EL AUTOR:
c.e: [email protected]