Definición de Eudemonismo

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Definición de Eudemonismo

Eudemonismo es un término griego que


viene de la palabra eudaimonia, que quiere decir felicidad.

El eudemonismo como teoría o concepción ética defiende la tesis de que el


hombre anhela la felicidad como bien supremo. La felicidad es, desde esta
perspectiva, un bien al que todos aspiramos.
Según el eudemonismo el hombre quiere ser feliz por encima de todo, pero
su conducta tiene que estar en consonancia, ya que todo individuo tiene un
sentido moral para distinguir lo bueno de lo malo.
La ética eudemonista es de tipo material, ya que identifica la felicidad con la
obtención de un bien. En contraposición, hay una ética formal (defendida,
por ejemplo, por Kant), la cual no indica ningún bien concreto, sino que
propone que lo primordial es una propuesta virtuosa que sea valorada en sí
misma. Kant se opone al eudemonismo y considera que el criterio ético
debe ser una propuesta general sin contenido alguno (por ejemplo, actúa de
tal manera que tu comportamiento pueda ser universal e imitado por
cualquiera).

El primer filósofo que defendió el eudemonismo fue Aristóteles. Según este


pensador griego, el hombre tiende a realizar aquello que le caracteriza y lo
esencial en el ser humano es el uso de la razón. Así, un comportamiento
será virtuoso si está regido por la capacidad racional del ser humano. Y
según esta capacidad el bien más elevado consiste en comportarnos
buscando la virtud suprema. Hacer el bien es para Aristóteles la manera de
ser correcta desde un punto de vista ético. Seremos justos y virtuosos, es
decir, realizaremos el bien si con nuestra inteligencia sabemos encontrar
el equilibrio entre lo correcto y lo incorrecto. Veámoslo con un ejemplo. Hay
dos valores opuestos: la generosidad y el egoísmo. ¿ Cuándo estaremos
actuando de una forma auténticamente generosa ? Según Aristóteles,
utilizando el término medio adecuado (el mesotés) entre una actitud
desprendida y altruista hacia los demás y el extremo opuesto, el egoísmo.
Si realizamos el bien porque hemos sabido encontrar el equilibrio entre dos
extremos, estaremos en condiciones, según el eudemonismo de Aristóteles,
de lograr la felicidad.

El eudemonismo es una de las propuestas éticas más influyentes en la


cultura occidental. Sin embargo, ha sido objeto de discusión filosófica
durante más de veinte siglos. Este debate es totalmente razonable, ya que
todo hombre se hace una pregunta que no tiene una fácil respuesta: de qué
La ética formal o ética Kantiana promueve la libertad, dignidad y la buena voluntad
por sobre todo
La Ética Formal, es la que se conoce como Ética Kantiana, en
homenaje a su propulsor, el filósofo alemán Immanuel Kant.
En lo que respecta a la historia de la ética y a la teoría del
conocimiento, en el siglo XVIII, se producirá un cisma con la aparición
en escena del filósofo alemán Emmanuel Kant, por un lado, por su
crítica a la razón pura y por otra parte porque su proposición de una
ética formal vino a contrastar ciertamente a las éticas materiales
vigentes.
Su propuesta ética promueve la libertad y la dignidad de todos los
hombres por sobre todas las cosas. Kant sostenía que lo
objetivamente bueno es una buena voluntad, el resto de las cosas que
solemos considerar como valiosas, como ser la inteligencia, el valor, la
riqueza, entre otros, no lo son, e incluso hasta pueden volverse
peligrosas para el hombre cuando lo que prima es una voluntad torcida.
Características esenciales
De acuerdo a Kant, el hombre posee tanto razón como instinto,
mientras tanto, la razón no solo tiene una función teórica sino también
práctica cuyo objetivo es buscar el bien moral.

Ahora bien, según Kant la razón difícilmente puede hacer feliz a alguien,
porque el sabio, a partir de su intelecto, rápidamente descubrirá la
muerte, la enfermedad, la pobreza, entre otras situaciones
desagradables, en tanto, los actos buenos que proceden de la razón
práctica no llevan a la felicidad, aunque, sí es posible que el hombre
más sencillo encuentre la felicidad sin necesidad de la razón y con su
mero instinto. Por tanto, Kant argumenta que si el fin del hombre fuese
justamente la felicidad la naturaleza no nos hubiese dotado de una
razón práctica que elabore juicios que no nos lleven a la felicidad,
entonces, es un hecho que el hombre fue dotado de esa razón por un fin
mucho más alto que la felicidad.

De lo antedicho se descubre que los actos morales no son evaluables en


función de sus resultados porque no se los elige para alcanzar algo sino
por sí mismos, porque el resultado de un acto considerado como bueno
puede ser perjudicial, pero de todos modos, el acto continuará siendo
bueno, porque para Kant lo más importante de un acto moral pasa por
aquello que lo mueve.
Otro concepto relevante dentro de la propuesta kantiana es
el imperativo categórico, que son aquellos actos mandados por el
deber; este imperativo mandará siempre pero sin fin alguno, solo por
respeto hacia el deber, por tanto, el hombre que lo siga, que sea capaz
de mandarse a sí mismo, será un ser libre.
Así como se concibe que la ley moral no puede disponer de nada
empírico, el imperativo categórico tampoco lo podrá contener,
solamente la forma de lo moral.
A Kant le gustaba decir al respecto que había que obrar de acuerdo a la
máxima de modo tal que puedas querer a la vez que se vuelva una ley
universal; recomendaba también obrar como si a máxima acción fuera a
convertirse por la propia voluntad en una ley universal de la naturaleza;
y finalmente decía que había que obrar de tal modo que se use a la
humanidad tanto en la persona de uno como en la de otro, siempre
como fin y jamás como medio.

Ninguna de las propuestas expresadas por Kant disponía de nada


vinculado a la experiencia, sino que solamente se atañe a la forma de lo
moral. No decía jamás al otro como debía comportarse de modo
concreto y expreso, ni propugnaba como única alguna norma, ni
tampoco promovía un fin con interés de algún tipo.
Hacía hincapié en la universalidad de nuestros actos y siempre
privilegiando lo que la propia voluntad determina, haciendo de esto
modo prevalecer la libertad y la autonomía de las personas que deciden.

Para él, la voluntad no podía estar sujeta a ningún elemento de la


experiencia ni mucho menos, deberá ser libre y el imperativo que es el
que tiene la misión de regularla no promueve ninguna conducta, siendo
así que la voluntad deberá darse per se una norma de conducta,
atribuyéndole un absoluto carácter autónomo.

Lo que ha destacado a la ética kantiana del resto de las éticas es el foco


puesto en las formas de las decisiones éticas.

Imanuel Kant
(1724-1804)

 
 
 
 

ÉTICA FORMAL

LA ÉTICA KANTIANA. AFIRMA QUE ES POSIBLE DECIDIR LA BONDAD O MALDAD DE UNA


MÁXIMA A PARTIR DE UN RASGO MERAMENTE FORMAL COMO ES SU POSIBILIDAD DE SER
UNIVERSALIZADA.

      La ética formal defiende que un criterio meramente formal nos permite decir si
una conducta es buena o mala, nos permite separar o delimitar las conductas buenas
de las malas; este criterio consiste fijarse en posibilidad de universalización de la
máxima. Kant distingue entre la forma y la materia de un mandato: la materia es lo
mandado (por ejemplo, decir la verdad para el mandato "no se debe mentir"), y
la forma, el modo de mandarlo (si se ha de cumplir siempre, algunas veces o
nunca); aquellas máximas de conducta que cumplen el requisito formal de ser
universalizables describen una acción buena, y aquellas máximas que no puedan ser
universalizables describen una conducta mala; así, por ejemplo, la máxima de
conducta según la cual cuando hago una promesa la hago con la intención de no
cumplirla, es una máxima que describe una conducta mala pues si la universalizamos
dejaría de tener sentido proponer y aceptar promesas.

         Otras características de la ética formal son lo que se ha llamado rigorismo


kantiano, la defensa de la autonomía de la voluntad en la experiencia moral, y la
propuesta de los imperativos categóricos como imperativos propiamente morales .

         El rigorismo kantiano es una consecuencia de la consideración de los mandatos


morales como mandatos que se deben cumplir de forma incondicionada o absoluta, es
decir de los mandatos morales considerados como imperativos categóricos. Con la
expresión "rigorismo kantiano" nos referirnos a las dos cuestiones siguientes:

  el deber por el deber: debemos intentar realizar la conducta que manda el
imperativo moral, pero no porque con ella podamos conseguir algún bien
relacionado con nuestra felicidad, sino exclusivamente por respeto a la ley (por
deber). El cumplimiento del deber es tan importante que incluso lo he de elegir
aunque su realización vaya en contra de mi felicidad y de la felicidad de las
personas a las que quiero;
  el carácter universal de la bondad o maldad de una acción: si una
acción es mala, lo es bajo cualquier circunstancia; aceptar una excepción
implicaría aceptar las condiciones del mundo en la determinación de la
voluntad, y por lo tanto la heteronomía de la ley moral (si está mal mentir no
vale ninguna mentira, ni la mentira piadosa  ni la mentira como algo necesario
para evitar un mal mayor).

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