La Adoracion. - Curso
La Adoracion. - Curso
La Adoracion. - Curso
La adoración
Natán Hege
Traducido por Pablo Yoder
ISBN-13: 978-1-61778-263-3
ISBN-10: 1-61778-263-7
42100/6-14
Contenido
Dios está presente. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 5
Lección 1: El significado de la adoración . . . . . . . . . . . . . . 7
A. ¿Qué es la adoración? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7
B. ¿Qué significa postrarse? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9
3
Lección 6: Adorémosle en espíritu. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 47
A. ¿Cómo postramos nuestro espíritu? . . . . . . . . . . . . . . . . 47
B. ¿Cómo se manifiesta el espíritu postrado? . . . . . . . . . . .49
C. Una sombra de la adoración en espíritu . . . . . . . . . . . . . 50
4
Dios está presente
Dios está presente,
Vamos a postrarnos
Ante él con reverencia;
En silencio estemos
Frente a su grandeza,
Implorando su clemencia.
Quien con él quiera andar,
Su mirada eleve;
Votos le renueve.
5
6
Lección 1
El significado
de la adoración
“Y los veinticuatro ancianos
que estaban sentados delante
L a gente de nuestros días piensa
que hay muchas maneras de ado-
rar. Desde la adoración más tradicional
de Dios en sus tronos, se
hasta la más moderna... desde la muy
postraron sobre sus rostros,
formal hasta la muy informal... desde
y adoraron a Dios.”
la muy carismática hasta la muy abu-
—Apocalipsis 11.16
rrida... Las iglesias de hoy ofrecen
todas estas formas de adoración.
Esta gran variedad de adoración ha debilitado el verdadero signi-
ficado de la adoración. Por eso quizá tú te preguntes: “En todo esto,
¿qué significa la adoración?”
Tenemos que volver a la palabra de Dios para saber cuál es la
verdadera adoración.
A. ¿Qué es la adoración?
En el Antiguo Testamento la palabra adorar se traduce de la palabra
hebrea shajah. En el libro de Daniel se traduce de la palabra aramea segad.
Para saber qué significaba la adoración para los escritores hebreos
y para los lectores del Antiguo Testamento, nosotros tenemos que
explorar los significados de las palabras shajah y segad.
Según el “Diccionario Expositivo, VINE”, shajah significa “postrar-
se, bajarse, inclinarse”, como cuando uno se inclina en homenaje delante
de un rey o una deidad. Shajah bien se traduce como adorar, inclinarse o
arrodillarse. Los traductores no siempre han estado de acuerdo cuándo
debe traducirse “adorar” o cuándo debe traducirse “inclinarse”.
Para los hebreos, adorar significaba “inclinarse boca abajo en hu-
mildad y sumisión ante algún ser honorable”. Ya que la palabra shajah
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Lección 1
Doblar la rodilla
“Por esta causa doblo mis rodillas ante el Padre
de nuestro Señor Jesucristo” (Efesios 3.14).
Postrar el cuerpo
“Y los veinticuatro ancianos (...) se postraron
sobre sus rostros, y adoraron a Dios” (Apoca-
lipsis 11.16).
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Lección 1
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El significado de la adoración
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Lección 1
¿Y delante de Dios?
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El significado de la adoración
2. Rut 2.8–10:
3. 2 Samuel 14.22:
4. 2 Samuel 24.18–23:
5. 2 Reyes 2.12–15:
6. Lucas 24.5:
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Lección 2
Dios es digno
de nuestra adoración
“¿Quién como tú, oh Jehová,
entre los dioses? ¿Quién como
C uando el apóstol Pablo visitó
Atenas, “su espíritu se enardecía
viendo la ciudad entregada a la idola-
tú, magnífico en santidad,
tría” (Hechos 17.16). Los atenienses
terrible en maravillosas haza-
se habían inventado muchos dioses,
ñas, hacedor de prodigios?”
—Éxodo 15.11 se habían forjado muchos ídolos para
representar esos dioses, y luego los
adoraban. Pero no quedaron satisfe-
chos con los dioses que se habían hecho. Además, trataron de adorar
a un dios que no conocían... el Dios verdadero.
Pablo sintió el deseo de hablarles a los atenienses acerca de su ignorancia
de Dios, pues habían errado en su esfuerzo de adorarlo. Pablo se paró en
medio del Areópago (una loma rocosa donde adoraban al dios ares) y dijo:
“Al que vosotros adoráis, pues, sin conocerle, es a quien yo os anuncio”
(Hechos 17.23). Él después les explicó que no se podía adorar a Dios con
los métodos que ellos usaban porque Dios “no habita en templos hechos por
manos humanas, ni es honrado por manos de hombres” (Hechos 17.24–25).
Para adorar a Dios como se debe, nosotros tenemos que conocerlo como
él es. Tenemos que convencernos de cuán digno él es de nuestra adoración.
Por eso, al comienzo de este estudio acerca de la adoración, nos enfocamos
en Dios. Sólo al conocerlo más y más es que podemos adorarlo más y más.
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Lección 2
“He aquí, estas cosas son sólo los bordes de sus caminos;
¡Y cuán leve es el susurro que hemos oído de él!”
—Job 26.14
B. ¿Cómo es Dios?
Casi siempre la mejor manera de describir a algo o a alguien es al
comparar lo desconocido con algo conocido. Sin embargo, este método
es muy limitado cuando queremos describir a Dios. Él de sí mismo
dijo: “¿A quién me asemejáis, y me igualáis, y me comparáis, para
que seamos semejantes? (...) Yo soy Dios, y no hay otro Dios, y nada
hay semejante a mí” (Isaías 46.5, 9). Dios está solo en su categoría.
Dios es Espíritu (véase Juan 4.24). Él es celestial y el hombre no
puede hacer dibujos terrenales que reflejen correctamente cómo es él.
Cada comparación que pudiéramos hacer para describir a Dios sólo
nos abre una ventanilla a los misterios de Dios. La Biblia dice que Dios
es una Roca. Él es una seguridad inmovible. Pero en otros sentidos él no
es como una roca. Una roca es muerta; Dios es vivo. Una roca se puede
dividir; Dios siempre será uno. La Biblia también dice que Dios es un
pastor. Él ama y cuida de sus ovejas como el pastor cuida de las suyas.
Pero él nunca esquila las ovejas ni manda a los corderos al matadero.
Dios es como una roca y como un pastor en un sentido limitado. Pero
aun estas comparaciones limitadas nos pueden ayudar a conocerlo mejor.
C. Dios es soberano
Las escrituras comparan a Dios con un rey. Incluso le llaman Rey. El
Salmo 47.7 dice: “Dios es el Rey de toda la tierra”. Esta comparación es
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Lección 2
una semejanza adecuada. Esto se debe a que un rey debe ser soberano
en su reino. Un rey soberano está en una posición más alta que todos
sus súbditos. Él tiene más poder que cualquiera. Él controla a todos.
Pero en realidad, el rey terrenal no es soberano. Tarde o temprano
alguien desafiará su reinado. En algún momento el desafiador derrotará
al rey. Si un rey realmente fuera soberano, sería superior a todos los
demás. Para él no habría desafío o competencia.
Dios sí es soberano. Nada amenaza su reino. Jehová es Rey eterna-
mente y para siempre (véase Salmo 10.16). Todo el poder es suyo en el
cielo y en la tierra. Él domina aun a los más poderosos. Él es el Rey de
todos los reyes, Dios de todos los dioses y Señor de todos los señores.
Dios es el único Dios. Cualquier dios, para ser Dios, tiene que tener
algo que de veras le pertenezca... un reino en donde él sea supremo y
soberano... una fuerza que no esté sujeta a ningún otro. ¿Habrá otro
dios que tenga todo eso?
“Yo soy el Alfa [la primera letra del alfabeto griego] y la Omega
[la última letra del alfabeto griego], principio y fin, dice el Señor”
(Apocalipsis 1.8). Dios es el primero; ningún dios puede adelantársele.
Él es el último; ningún dios puede colársele. Él lo llena todo; no hay
ningún lugar, dentro o fuera del espacio, donde otro dios pudiera to-
mar posesión. Dios lo sabe todo; no hay sabiduría que algún otro dios
pudiera guardar en secreto del Todopoderoso. Él tiene todo el poder;
no queda más poder que algún dios pudiera controlar por sí solo.
Ya que mucha gente y muchos ángeles usan el poder que tienen para
el mal, se nos olvida quién es la fuente de todo poder. David señaló
la fuente de todo poder cuando dijo: “Tuya es, oh Jehová, la magnifi
cencia y el poder, la gloria, la victoria y el honor; porque todas las
cosas que están en los cielos y en la tierra son tuyas. Tuyo, oh Jehová,
es el reino, y tú eres excelso sobre todos” (1 Crónicas 29.11). Todo
poder fluye de Dios, ya sea el poder de la mar embravecida, el poder
de los inventos de los hombres o las obras de los ángeles. Ya que Dios
es la fuente de todo poder, cuando alguien usa su poder contra él, Dios
puede restringirlo o eliminar el poder que tiene. Por ejemplo, cuando
Lucero desafió a Dios, sin gran esfuerzo Dios lo echó de su presencia.
Nuestra libertad de rechazar el señorío de Dios parece contradecir
su soberanía. Nuestros corazones parecen ser isletas sin conquistar en
el vasto, eterno dominio donde Dios reina soberano. Pero la misma
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Dios es digno de nuestra adoración
D. Dios es grande
Dios es grande en sí mismo y por sí solo. Su grandeza no depende
de que lo reconozcan.
Las habilidades de Dios declaran su grandeza. Génesis 1.1 nos ex-
plica mucho acerca del origen de todo. Todo, menos Dios en sí mismo,
fue hecho por él, para él, y sigue existiendo por causa de él. “Todo” te
incluye a ti y a mí. “En él vivimos, y nos movemos, y somos” (Hechos
17.28). Por su palabra él creó los planetas y marcó sus órbitas. Dios
llenó los mares y puso sus niveles. Él comenzó toda forma de vida.
Dios todo lo puede (véase Job 42.2). Nada lo cansa. El que creó los
confines de la tierra “no desfallece, ni se fatiga con cansancio” (Isaías
40.28). Ni siquiera crear todo el universo lo cansó. Él descansó el
séptimo día, no para refrescarse, sino porque su obra había terminado.
“Todas las cosas son posibles para Dios” (Marcos 10.27). Sin em-
bargo, por su misma grandeza hay algunas cosas que él nunca haría.
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Lección 2
E. Dios es bueno
De lo más profundo del ser de Dios fluye hacia nosotros la miseri-
cordia, la bondad, la honestidad, la amistad y el amor. El Salmo 136 nos
hace una representación de semejante Dios. Cada uno de sus veintiséis
versículos terminan con: “...porque para siempre es su misericordia”.
“Gustad, y ved que es bueno Jehová” (Salmo 34.8). Cuando nosotros
gustamos de Dios, lo hallamos bueno. Los que creen que Dios no es
bueno y dicen que es cruel o injusto realmente no lo conocen.
Dios creó un mundo bueno. Cuando el sol brilló por primera vez
sobre toda la creación, el mundo era muy distinto al mundo que
conocemos hoy. El mundo de entonces era sin falla, mientras que el
mundo de hoy está manchado por el pecado y herido por 6.000 años
de deterioro. No obstante, aún quedan con nosotros algunos rastros
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Dios es digno de nuestra adoración
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Lección 2
F. Dios es perfecto
Dios es perfecto en todo aspecto. Él es perfectamente soberano,
perfectamente grande y perfectamente bueno.
El carácter de Dios es perfecto. Él le dijo a Israel: “Yo Jehová,
Santo vuestro” (Isaías 43.15). Los serafines que vio Isaías daban voces
diciendo: “Santo, santo, santo, Jehová de los ejércitos” (Isaías 6.3).
Ellos testificaron acerca de la perfección del carácter de Dios. Dios
es magnífico en santidad (véase Éxodo 15.11). Él es sin pecado, sin
falta y sin tacha.
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Dios es digno de nuestra adoración
4. Puesto que no hay nada que sea semejante a Dios, ¿por qué com-
pararlo con otras cosas?
5. ¿Por qué no hay nada que represente una amenaza para Dios?
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Lección 2
2. Glorioso:
3. Bueno:
4. Santo:
5. Infinito:
6. Justo:
7. Amante:
8. Misericordioso:
9. Perfecto:
10. Inalterable:
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Lección 3
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Lección 3
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¿Quién debe adorar?
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Lección 3
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¿Quién debe adorar?
Dios nos ama y nos dio a su Hijo en sacrificio vivo y muerto por
nuestros pecados. ¿Amas tú a Dios lo suficiente como para cumplir
con sus propósitos y para complacerlo con tu vida?
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Lección 3
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¿Quién debe adorar?
Mucha gente quiere negar este derecho. Ellos creen que nosotros
nos hemos hecho a nosotros mismos. Muchos afirman que algunos
procesos naturales de desarrollo han creado el género humano. Si la
gente de veras se hubiera hecho a sí misma, ¿a quién pudiera adorar?
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Lección 4
El género humano
quiere adorar
“Porque lo que de Dios se
conoce les es manifiesto,
H ace algunos siglos los conquis-
tadores españoles abandonaron
España con el objetivo de explorar
pues Dios se lo manifestó. y conquistar el nuevo mundo. Ade-
Porque las cosas invisibles de más de buscar nuevas tierras para su
él, su eterno poder y deidad, patria, ellos querían adquirir nuevos
se hacen claramente visibles feligreses para la iglesia católica.
desde la creación del mundo, Con ese fin, ellos llevaron consigo a
siendo entendidas por medio algunos sacerdotes.
de las cosas hechas, de modo Pero dondequiera que los españoles
que no tienen excusa.” hallaron gente, ellos se dieron cuenta
—Romanos 1.19–20
que esas personas de aquellos lugares
ya adoraban. Los aztecas, los mayas
y los incas todos tenían sus creencias religiosas, celebraban sus ritos
religiosos y adoraban sus objetos sagrados.
Aunque muchos indígenas aceptaron el catolicismo de los españoles,
otros siempre se aferraron a algunas formas de su adoración antigua.
Aun hoy en día en muchos lugares de América Latina la gente no prac-
tica el catolicismo puro que trajeron los sacerdotes de España. Ellos
todavía mezclan el catolicismo con sus formas antiguas de adoración.
Las formas que quedan dan testimonio de esta verdad asombrosa: cada
cultura, en todo lugar y en todo tiempo, ha adorado algo.
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Lección 4
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El género humano quiere adorar
C. Necesitamos a Dios
Encontramos y comprendemos a Dios solamente cuando nos enfren-
tamos honestamente con nuestra necesidad de él y lo buscamos. Dios
llena a aquellos que reconocen que están necesitados. Jesús dijo: “Bien-
aventurados los que ahora tenéis hambre, porque seréis saciados” (Lucas
6.21). Dios no satisface a aquellos que están satisfechos de sí mismos.
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El género humano quiere adorar
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Lección 4
5. ¿Por qué las otras cosas nunca pueden ocupar el lugar de Dios en
el corazón del hombre?
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Lección 5
La adoración
que a Dios le agrada
“Mas la hora viene, y ahora
es, cuando los verdaderos
S
egún Juan 4.23, Dios busca a ver-
daderos adoradores. Él los busca
porque hay muy pocos que lo adoran
adoradores adorarán al Padre
como él quiere. Y aunque la gente
en espíritu y en verdad; porque
también el Padre tales adora-
construye más y más capillas, la es-
dores busca que le adoren.”
casez de verdaderos adoradores que
—Juan 4.23 comenzó en el Huerto del Edén se
mantiene hasta nuestros días.
Por supuesto, muchos quieren ser
salvos. Muchos gritan aleluya. Pero, lamentablemente, muy poco de
lo que se conoce como adoración es adoración. Muy, pero muy pocos
de los adoradores que Dios encuentra lo adoran como él quiere.
A. Adoradores mecánicos
Las plantas hacen exactamente lo que Dios quiere que ellas hagan.
Ellas responden a Dios al doblegar sus ramas e inclinar sus cabezas
cuando Dios hace soplar el viento. En un sentido, los adoradores
mecánicos honran y adoran a Dios. Pero lo hacen sin sentimiento,
comprensión o deseo. Sus cantos (véase 1 Crónicas 16.33) y su aplauso
(véase Isaías 55.12) son automáticos o, es decir, mecánicos.
Todo el universo se inclina a la voluntad de Dios. Cuando Dios
habla, la creación responde. “Él mira a la tierra, y ella tiembla; toca
los montes, y humean” (Salmo 104.32).
Adoramos mecánicamente cuando cantamos u oramos por mera
costumbre. Adoramos mecánicamente cuando cumplimos los ritos sin
pensar y sin sentir. Adoramos mecánicamente cuando nuestras palabras
o hechos de adoración no están unidos a nuestra mente, a nuestras
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Lección 5
B. Adoradores sensuales
Al decir sensual, me refiero al cuerpo y a los sentidos que son diferentes
del espíritu. La adoración sensual nace de los sentidos y de las emociones.
La adoración sensual se dirige por medio de los deseos y las tendencias
de nuestro cuerpo y alimenta esos deseos y esas tendencias a su vez.
Los animales le ofrecen adoración sensual a Dios porque ellos siempre
responden a sus sentidos e instintos según la naturaleza que Dios les dio.
Aunque es cierto que su naturaleza bella y original ha sido manchada por
la maldición que Dios puso en la tierra por el pecado, los animales no pue-
den decidir dejar de adorar a Dios. Ellos adoran sin pensar. Nunca tienen
que decidir entre los deseos de sus cuerpos y la voluntad de Dios. Esto se
debe a que es la voluntad de Dios que ellos hagan lo que el cuerpo quiere.
Cuando un pájaro siente deseos de cantar, canta. Y porque hace fiel-
mente lo que Dios quiere que haga, en un sentido adora a Dios. Cuando
el pájaro quiere dejar de cantar, ya no canta más. Pero siempre alaba
a Dios, porque sigue fielmente siendo un pájaro como Dios lo creó.
El pájaro, al igual que cualquier otro animal, no tiene otra alternativa
que seguir sus instintos, sentimientos y deseos.
¿Por qué algunos perros lloran cuando oyen música que no armoni-
za? Porque los animales tienen la habilidad de responder a la música.
Pero su respuesta es sólo sensual.
Nuestros cuerpos responden automáticamente a nuestros sentidos.
Una música suave con un ritmo y un movimiento natural hace que
nuestros cuerpos se relajen. Por otro lado, si escuchamos música brusca
y chocante, nuestros cuerpos se ponen tensos.
Nuestros cuerpos también responden automáticamente a nuestros
sentimientos. Si escuchamos que un amigo muy querido ha muerto, las
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La adoración que a Dios le agrada
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Lección 5
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La adoración que a Dios le agrada
C. Adoradores espirituales
En el principio de la vida de Adán, su espíritu ardía con la vida de
Dios. La vida de Dios alumbraba su espíritu (véase Proverbios 20.27)
y le dio a Adán actitudes y un comportamiento del todo piadoso. Adán
adoraba a Dios en espíritu.
Dios le dijo a Adán que el día que él comiere del árbol prohibido moriría.
Pero la Biblia narra como él comió y luego siguió viviendo en este mundo
por muchos años más. ¿Murió Adán el día que comió del árbol prohibido?
Sí, pues la verdadera muerte de los hombres no es la muerte física.
Para los animales la muerte física sí es la única muerte. Pero la muerte
de los hombres es diferente a la muerte de los animales. La muerte de
los animales es el cese de la vida, pero la muerte de los hombres es la
separación de la Vida.
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La adoración que a Dios le agrada
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Lección 5
5. “Porque ¿quién de los hombres sabe las cosas del hombre, sino el
espíritu del hombre que esta en él?” (1 Corintios 2.11).
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Lección 6
Adorémosle en espíritu
“Dios es Espíritu; y los que le
adoran, en espíritu y en verdad
L a mujer samaritana que se encon-
tró con Jesús junto al pozo estaba
confundida. Sus antepasados adoraban
es necesario que adoren.”
en cierto monte. Los judíos adoraban
—Juan 4.24
en Jerusalén. ¿Dónde ella debía adorar?
Ella, como muchas personas hoy en
día, se preocupaba más por la parte visible de la adoración que por la
parte invisible. Pero Jesús aclaró el asunto. Él le dijo a ella que no era
tan importante si adoraba en el monte o en Jerusalén. Lo importante
era adorar en espíritu.
Tal vez nosotros también tengamos una pregunta en cuanto al sig-
nificado de la adoración. Sabemos que adorar significa “postrarse”.
Pero, ¿dónde, cómo y cuándo debemos hacerlo?
Jesús nos saca de la confusión en Juan 4. Allí, él deja bien claro que
no es tan importante dónde ni cuánto nos inclinemos. Lo importante
es postrar nuestros espíritus delante de Dios. Postrarnos por dentro es
más importante que postrarnos por fuera.
En Juan 4.24 se nota claramente que Dios quiere que nos postremos tanto
en espíritu como en verdad. En esta lección vamos a estudiar la adoración
en espíritu y en la próxima lección estudiaremos la adoración en verdad.
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Lección 6
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Lección 6
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Adorémosle en espíritu
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Lección 6
1. Escribe las frases que indican que los hermanos de la iglesia pri-
mitiva hallaban gozo y ánimo en su adoración.
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Lección 7
Adorémosle en verdad
“Dios es Espíritu; y los que le
adoran, en espíritu y en verdad
Q ué es esto? —preguntó un hom-
bre que llevaba un pañuelo rojo
amarrado en la frente y tenía el cabello
es necesario que adoren.” recogido en una cola. Entonces tomó
—Juan 4.24
el tratado y comenzó a leer.
Pronto lo devolvió diciendo:
—Soy espiritual, pero no soy religioso.
—¿Cuál es la diferencia?
—Yo soy una persona muy espiritual —contestó, señalando su
corazón—. Pero no ando metido en las iglesias. Dios dijo: “Llamad y
se os abrirá”. Yo llamo en mi corazón y hallo. Llame usted en el suyo
y hallará también.
—Entonces usted cree en la Biblia, pues cita de ella.
—La Biblia tiene muchas enseñanzas buenas. Pero cuando los
arqueólogos la comparan con los jeroglíficos, no concuerdan. Yo no
condeno la religión de nadie, no importa si adoran a Buda, Yaweh,
el Gran Espíritu o al Alfa y a la Omega. Hay una expresión de Dios
en cada religión. Cada persona tiene que hacer lo que sienta que es
correcto aquí —dijo, señalando su corazón de nuevo.
Lo que nuestro amigo dijo suena muy bonito, pero no es lo que
enseña la Biblia. Por cierto, aunque sea según el espíritu, no es según
la verdad.
Realmente, la verdadera adoración es espiritual. Pero eso no quita su
realidad y su verdad. La adoración nace de la realidad de las verdades
espirituales. La adoración es real. La adoración es más que tratar de
adorar y después imaginarnos que tal vez adoramos. Los que adoran
en espíritu también tienen que adorar en verdad.
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Lección 7
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Adorémosle en verdad
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Lección 7
Mientras adoramos, puede ser que nos demos cuenta de algo que
debemos arreglar. En Mateo 5.23–24 Jesús nos dice qué hacer cuando
esto sucede: “Por tanto, si traes tu ofrenda al altar, y allí te acuerdas
de que tu hermano tiene algo contra ti, deja allí tu ofrenda delante del
altar, y anda, reconcíliate primero con tu hermano, y entonces ven y
presenta tu ofrenda”. Dios no quiere nuestra adoración a menos que
hayamos hecho frente a los pecados que él nos ha mostrado.
Cuando nos postramos delante de Dios y nos vemos en la pura
luz de su gran santidad, muchas veces nos damos cuenta de algo que
Dios quiere hacer en nuestras vidas. Su verdad hace resaltar nuestros
pecados, nuestras faltas y nuestras debilidades. El salmista dijo de
Dios: “Pusiste nuestras maldades delante de ti, nuestros yerros a la luz
de tu rostro” (Salmo 90.8). La única manera de seguir adorando es al
reconocer lo que Dios va revelando en nuestras vidas.
Si rechazamos la verdad que Dios nos muestra, podemos seguir
aparentando que estamos adorando. Podemos seguir congregándonos,
seguir cantando, orando y dando en la ofrenda. Sería penoso dejar de
presentar las expresiones exteriores de la adoración. No quisiéramos
que la gente creyera que somos ateos.
Pero no podemos cambiar este hecho: Si rehusamos responder
positivamente a la verdad, ya no estamos inclinados adorando a Dios.
Hemos comenzado a adorar a otros dioses. Ya estamos adorándonos
a nosotros mismos y al autor de todo engaño, Satanás.
Isaías puso su vida en las manos de Dios. Después que Dios había
purificado a Isaías, le hizo una pregunta: “¿A quién enviaré, y quién
irá por nosotros?”
Isaías contestó: “Heme aquí, envíame a mí”.
Una vez la reina Ester se presentó ante el rey Asuero sin invitación
de parte de él. En ese tiempo eso era inaceptable y el rey podía ordenar
que mataran a cualquiera por hacer esto. Ella literalmente puso su vida
en sus manos. “Si perezco, que perezca” dijo ella (Ester 4.16).
Pero nosotros sí sabemos qué hará Dios con nosotros cuando po-
nemos nuestra vida en sus manos. Él nos ama y hará lo que sea mejor
para nosotros. Poner nuestras vidas en sus manos demuestra nuestra
fe en esa verdad.
Al llegar a conocer a Dios y sus propósitos, nosotros reconocemos
que existimos para él y no él para nosotros. “Todo fue creado por medio
56
Adorémosle en verdad
Job sabía que Dios era bueno aun cuando las circunstancias esta-
ban en su contra. ¿Cómo Job pudo sentirse seguro en las manos de
Dios aun cuando estas manos parecían destruirlo? (Véase Job 13.15.)
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Lección 8
Adorémosle en privado
“Mas tú, cuando ores, entra
en tu aposento, y cerrada la
C aminó, pues, Enoc con Dios, y
desapareció, porque le llevó Dios”
(Génesis 5.24). Enoc vivió una vida ra-
puerta, ora a tu Padre que diante en la constante luz de la presencia
está en secreto.” de Dios. Imagínate la dulzura que gozaba
—Mateo 6.6
en ese caminar, cuán cerca se sentía de
Dios y cuán real era su presencia para él.
¿Será que la vida en el tiempo de Enoc era de alguna manera más sencilla o
que el cielo estaba más cerca? ¿Acaso era difícil para Enoc adorar a Dios?
Muchos de nosotros vivimos vidas ocupadas y bulliciosas. Nos
enfrentamos con desilusiones e incertidumbres. Tenemos que proveer
para nosotros y para nuestras familias. Tenemos que ir al pueblo de
compras y asistir al culto.
Además de las cosas que tenemos que hacer, nosotros tenemos una lista
de las cosas que deseamos hacer. Deseamos hacer algunas cosas en la casa,
en el taller o en la finca. Deseamos hacer algo valioso por nuestro amigo.
Deseamos leer cierto libro. Y, además, deseamos trabajar para el Señor.
Además de todo esto, Dios quiere que lo adoremos. Como cristianos
sinceros, nosotros decidimos hacerlo. Pero no es fácil adorar a Dios
hoy en día. El mundo se nos hace inmenso y muchas veces saca de
nuestros pensamientos al cielo y a Dios. Para nuestra carne es más
fácil hacer otra cosa que adorar.
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Adorémosle en privado
En tentaciones o ansiedad
Tu calma da Señor.
Podamos en serenidad
O en la más ruda tempestad
Oír tu voz de amor.
—John Whittier
Traducido por Nicolás Martínez
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Adorémosle en privado
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Lección 8
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Adorémosle en privado
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Adorémosle en privado
1. Las palabras dan una imagen de un andar íntimo con Dios, pero
los cantantes tratan de elevar su habilidad e inteligencia al cantar.
2. Las palabras dan una imagen de nuestro amor para con Cristo como
el amor romántico en nuestra cultura; la música no toca más que
las emociones.
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Lección 9
Adorémosle en público
“Venid, adoremos y postrémo-
nos; arrodillémonos delante
L os hijos de Israel todavía estaban
en el desierto cuando Dios le dijo
a Moisés: “Reúne toda la congregación
de Jehová nuestro Hacedor.” a la puerta del tabernáculo de reunión”
—Salmo 95.6
(Levítico 8.3). A Dios le agrada cuando
su gente se congrega para adorar.
A los verdaderos adoradores les encanta cuando tienen una oportunidad
de adorar juntos. Para adorar junto a otros, algunos cristianos han tenido
que caminar muchos kilómetros, padecer frío o hambre y hasta enfrentarse
con las garras crueles de la muerte. Pero el precio no ha sido demasiado alto
al compararlo con el galardón que recibieron. El refrigerio que recibieron
juntos delante del trono de Dios les galardonó ampliamente.
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Lección 9
nos lleva a arrodillarnos. Pero no los unos hacia los otros, sino todos
juntos inclinándonos hacia Dios.
C. Adorémosle al cantar
Cantar es un don extraordinario de Dios, pues comunica en otras
maneras lo que no se puede comunicar con palabras. La música añade
*
“Acción y efecto de impresionar a alguien una cosa por su belleza, su magnitud u otra cualidad
extraordinaria.” (Diccionario de uso del español, María Moliner.)
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Adorémosle en público
Si te toca dirigir
Cuando te piden dirigir los himnos, te han llamado a hacer algo
más que simplemente escoger los himnos. Te han llamado a dirigir
a la gente en la adoración.
Para dirigir la adoración tú tienes que adorar. Toma tiempo con
el Señor y prepárate para dirigir. Pídele a Dios que te ayude a
enfocarte en él y a honrarlo mientras diriges. Estudia el mensaje
de los himnos que has escogido para que tu corazón y tu mente
estén en armonía con el mensaje.
Tu dirección debe ser una expresión del canto en vez de una
expresión de tu persona o de la técnica que hallaste en el manual de
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Adorémosle en público
los himnos
música. Tus gestos deben dirigir e interpretar el himno sin distraer o
molestar a la congregación. Al dar el compás de la música, algunos
líderes de coros exageran el movimiento de las manos y llaman la
atención a sí mismos más que al himno. Sin mostrar nada más que
un rostro sonriente y placentero y una voz entusiasta, tú puedes
dirigir bien.
La congregación refleja a su líder. Si al dirigir estás muy consciente
de ti mismo, la congregación se va a fijar en ti. Si te muestras inseguro
y apenado, sin duda la congregación se va a sentir igual. Si tú te
alegras en el canto que diriges, ellos te seguirán.
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Lección 9
D. Adorémosle al escuchar
Hebreos 10.25 nos dice: “No dejando de congregarnos, como algu-
nos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis
que aquel día se acerca”. La esencia de la adoración consiste en que un
hermano se pare delante de la congregación y exhorte a los oyentes al
exponer las verdades de Dios. Él habla de Dios y de su voluntad para su
pueblo. Él llama a los incrédulos al arrepentimiento y a los convertidos
a una entrega más profunda y constante. Él escudriña los misterios de la
gracia y de la redención y llama a los corazones al asombro y la alabanza.
Escuchar tales mensajes llega a ser adoración cuando el oyente volun-
tariamente inclina su espíritu a la verdad que oye. El apóstol Pablo puso
énfasis en cuán importante es el oír en la adoración cuando escribió: “Pero
si todos profetizan, y entra algún incrédulo o indocto, por todos es conven-
cido, por todos es juzgado; lo oculto de su corazón se hace manifiesto; y
así, postrándose sobre el rostro, adorará a Dios” (1 Corintios 14.24–25).
Para que el oír sea adoración, la congregación tiene que comprender la
verdad enseñada. Cuando la congregación no entiende lo que se predica
ni cómo se aplica a ellos, entonces lo que oyen no les ayuda a adorar.
Las verdades no comprendidas son como bolas de hule que rebotan de la
mente y del corazón como una pelota rebota al lanzarla contra un muro
de cemento. Por eso el apóstol Pablo escribió: “En la iglesia prefiero
hablar cinco palabras con mi entendimiento, para enseñar también a
otros, que diez mil palabras en lengua desconocida” (1 Corintios 14.19).
El problema más común hoy, sin embargo, es que el mensaje se
enfoca en los gustos y deseos de la congregación en vez de las verdades
inalterables de Dios. Demasiados pastores incluyen entretenimiento
en su mensaje (o mensaje en su entretenimiento) para que aquellos
con poco interés espiritual escuchen. Por otra parte, la iglesia de vez
en cuando ofrece una comida o algún juego para que los que no tienen
ningún interés espiritual escuchen. Tal mensaje no está acorde con la
verdad y el carácter de Dios. Un mensaje así baja a Dios hasta el nivel
del hombre para que los hombres puedan juguetear con él. Esto inclina
a Dios hacia el hombre y no el hombre hacia Dios. Eso no es adoración.
Si el que habla quiere llamar a la congregación a la adoración, él
tiene que adorar primero. El predicador debe tener una visión de la
grandeza de Dios de tal manera que le llene de un respeto santo. Así
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Adorémosle en público
E. Adorémosle al orar
Cuando oramos nos acercamos al trono de Dios en una manera muy
directa. Es muy apropiado llegar a ese lugar arrodillados. No nos acer-
camos al trono de Dios para demandar, sino para pedir y alabar como
la gente hacía en los tiempos antiguos al arrodillarse delante de su rey.
Cuando Jesús dijo que debíamos entrar en nuestro aposento para
orar, él no estaba prohibiendo del todo la oración pública. Él nos enseñó
que las oraciones privadas debían ofrecerse en un lugar privado. Jesús
mismo muchas veces oraba en público y después de su ascensión los
discípulos “perseveraban unánimes en oración y ruego” (Hechos 1.14).
Una necesidad colectiva y una convicción colectiva que Dios puede
suplir tal necesidad da a luz la oración colectiva. Cuando oramos juntos
nos colocamos juntos debajo de la carga del hermano para ayudarlo
a presentar dicha carga ante Dios. Eso nos une en el corazón, nos une
en adoración y nos lleva juntos delante del trono de Dios para rogar
por su misericordia.
Una misión importante de la iglesia es llevar las almas perdidas a
Cristo. La iglesia da un paso importante hacia el cumplimiento de esa
misión cuando los miembros ruegan juntos por los perdidos.
Para enfrentarse al futuro, la iglesia necesita la dirección de Dios.
De lo contrario, ¿cómo hallaría el camino en este tiempo torcido y
lleno de trampas? La iglesia tiene que orar colectivamente pidiendo la
mano de Dios como guiador. Esdras ayudó a Israel a hacer esto mismo.
Él publicó “ayuno allí junto al río Ahava, para afligirnos delante de
nuestro Dios, para solicitar de él camino derecho para nosotros, y para
nuestros niños, y para todos nuestros bienes” (Esdras 8.21).
Dios contesta tales oraciones. Esdras dio un resumen de los resulta-
dos de buscar el rostro de Dios, al decir: “Ayunamos, pues, y pedimos
a nuestro Dios sobre esto, y él nos fue propicio” (Esdras 8.23). Dios
escuchará cada vez que su iglesia unida se incline delante de su trono
para buscar su dirección. Él guiará a aquellos que quieran ser guiados.
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Lección 9
Pero para hallar su dirección tenemos que doblegar más que nuestras
rodillas; tenemos que doblegar nuestra voluntad y postrar nuestro es-
píritu. Cuando una iglesia no se inclina de forma unida, entonces su
desunión nubla la misma dirección que Dios les quiere dar.
Las oraciones de la iglesia deben resonar con agradecimiento y alabanza.
“Sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y rue-
go, con acción de gracias” (Filipenses 4.6). Todo lo que somos y tenemos
viene de Dios. Reconocerlo es humillante. Significa inclinarnos delante
de la bondad de Dios y reconocer nuestras necesidades. Eso es adoración.
F. Adorémosle al ofrendar
Desde el principio de la adoración colectiva de los israelitas, dar de
los bienes materiales formaba parte de su adoración pública. El llamado
de David a adorar también incluía dar. “Dad a Jehová la honra debida
a su nombre; traed ofrenda, y venid delante de él; postraos delante de
Jehová en la hermosura de la santidad” (1 Crónicas 16.29).
El Nuevo Testamento también pone mucho énfasis en dar (2 Corintios
8–9; Efesios 4.28; 1 Timoteo 6.17–19). Jesús nos dice que por medio de dar
podemos hacer tesoros en el cielo (Lucas 12.33–34; Lucas 18.22). Pablo
les mandó a los corintios apartar una ofrenda el primer día de la semana,
que parece ser el día en que se reunían para adorar (1 Corintios 16.2).
En sí, ¿será que dar u ofrendar es adoración? La mera esencia de la
adoración es darle el trono de nuestro corazón a Dios. Cualquier otra
acción de dar que nazca de este regalo de adoración es también ado-
ración. La viuda en Lucas 21 adoró cuando echó las dos blancas en el
arca de las ofrendas porque su dar resultó de la entrega a Dios de ella
misma y de todo lo que tenía. Jesús dijo que su regalo era más grande
que las grandes cantidades de dinero que echaban los ricos. No era más
grande en dinero, pero era más grande porque los ricos no se habían
dado ellos mismos a Dios primeramente. Lo único que le dieron a Dios
fue su dinero. Dios no es adorado por los regalos del corazón del terco,
así como tampoco es adorado por la alabanza de la lengua orgullosa.
El espíritu adorador nos conmoverá a dar. Cuando Israel se preparaba
para construir el tabernáculo y necesitaban materiales, cada hombre
cooperó: “Vino todo varón a quien su corazón estimuló, y todo aquel
a quien su espíritu le dio voluntad, con ofrenda a Jehová para la obra
del tabernáculo” (Éxodo 35.21). Cuando Dios nos da más de lo que
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Adorémosle en público
Juntos en tu presencia,
Henos, bendito Dios,
Con filial reverencia,
Para escuchar tu voz.
Salvos por pura gracia,
Siervos por puro amor;
Llena tú nuestras almas,
Bendícenos, Señor.
Padre, te suplicamos
En tu gran compasión,
Guárdanos los hermanos,
En dulce comunión.
Prontos a perdonarnos,
Prontos a oír tu voz.
Cual escogidos, santos,
Y amados tuyos, Dios.
—Enrique Turrall
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Lección 10
Adorémosle
por la eternidad
“Después de esto miré, y he
aquí una gran multitud, la cual
A lgún día nos levantaremos de
nuestras rodillas por última vez.
Algún día las notas de nuestro último
nadie podía contar, de todas canto cesarán. Algún día saldremos
naciones y tribus y pueblos y por las puertas de la capilla por última
lenguas, que estaban delante vez. Esto es verdad porque Dios ha
del trono y en la presencia del dicho que todos tenemos que morir.
Cordero, vestidos de ropas Pero la muerte no destruirá al ado-
blancas, y con palmas en las rador verdadero ni a su adoración. Des-
manos; y clamaban a gran pués que el adorador verdadero pase
voz, diciendo: La salvación por el valle de la muerte y entre por las
pertenece a nuestro Dios que puertas de la ciudad eternal él entonces
está sentado en el trono, y al adorará en una manera más profunda y
Cordero. Y todos los ángeles completa de lo que adoraba en la tierra.
estaban en pie alrededor del
trono, y de los ancianos y de A. En la eternidad veremos
los cuatro seres vivientes; y a Dios como es él
se postraron sobre sus rostros
delante del trono, y adoraron Nuestra carne oscurece nues-
a Dios.” tra visión de Dios al igual que
—Apocalipsis 7.9–11 un vidrio oscuro nubla nuestra vi-
sión de lo que está al otro lado. Ve-
mos a Dios, pero de forma oscura.
Sin embargo, eso cambiará en la eternidad. Allí conocere-
mos a Dios tanto como sea posible para un ser finito (véase
1 Corintios 13.12). Veremos claramente su gloria y su poder. Nosotros
entenderemos perfectamente cuán digno él es de nuestra adoración. La
carne que por tanto tiempo oscureció nuestra visión habrá desaparecido.
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Lección 10
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Lección 10
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Don Fortunas
aprende a inclinarse
Una alegoría
Fortunas era siervo del rey. Todos los días cuidaba de las ovejas del
rey en una cordillera alta. Ya que cuidar las ovejas del rey no era un
trabajo tan agotador para el cuerpo y la mente de Fortunas, él pasaba
mucho tiempo pensando en otras cosas aparte de las ovejas. A él le
encantaba pensar en otros lugares que no fueran la humilde cordillera.
A él le encantaba pensar en ser algo diferente que ser un siervo.
A Fortunas le gustaba pensar en razones para pedir audiencia con
el rey. ¿Qué problemas con las ovejas eran tan serios como para me-
recer su presencia en el palacio? ¿Qué ruidos él habría escuchado que
parecieran una invasión del enemigo?
Un día, Fortunas pensó que había encontrado una buena razón para
aparecerse en el palacio del rey. Él reunió a todos sus ayudantes. Ellos
se recostaron en el cerco del corral mientras él con mucho cuidado les
explicaba lo que tendría que hacer.
—Como ustedes sin duda saben —comenzó—, el rey tiene muchas
ovejas aquí en la cordillera. Yo soy responsable de todas ellas. Esta gran
responsabilidad incluye muchas otras responsabilidades. Y por estas
grandes responsabilidades es necesario que yo aparezca delante del rey.
Fortunas hizo una pausa. Sus ayudantes suspiraron en asombro.
Ninguno de ellos jamás había visto al rey ni habían entrado a su pa-
lacio. Todos ellos eran gente campesina que nunca había salido más
allá del pueblo vecino en el valle.
—Ahora miren muchachos —Fortunas estiró su pequeña estatura al
máximo—, mientras yo no esté entonces ustedes se tienen que comportar
bien. Cuiden de las ovejas. No anden en travesuras ni se suban en los
peñascos. Aunque no estaré, siempre soy responsable. Si ustedes hacen
un buen trabajo, algún día tal vez podrán también ver al rey y su palacio.
Sin mirar atrás un momento, Fortunas dejó su puesto en la cordillera.
Él se jactó con su esposa diciendo que tenía una reunión con el rey y
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Una alegoría
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Dios tiene la respuesta para esta
última pregunta y él te la revela en
su palabra. Este estudio explora el
significado bíblico de la adoración
Man en un esfuerzo por abrir un camino
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a la adoración verdadera. Este
camino con seguridad nos llevará
a través de la confusión que
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Liturgia predomina en nuestros días as
hasta la adoración que
le agrada a Dios.
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La adoración