Lo Fatal Un Poema Conclusivo de Ruben Dario 918430
Lo Fatal Un Poema Conclusivo de Ruben Dario 918430
Lo Fatal Un Poema Conclusivo de Ruben Dario 918430
Resumen
La complejidad del mundo poético de Cantos de vida y esperanza, de Rubén Darío, es
muy superior a la de sus libros anteriores, sobre todo porque se han intensificado de
manera muy notable las reflexiones metafísicas que aparecen por todas partes y que se
concentran en símbolos y referencias que, con una gran cohesión, aluden a preocupa-
ciones muy claras del poeta, que resume y sintetiza en los poemas finales, y especial-
mente en «Lo fatal», el último poema del libro que se analiza en el presente trabajo.
Palabras clave: Rubén Darío, inmortalidad, destino, eros, tánatos, introspección.
Abstract
The complexity of the poetic world of Ruben Darío’s Cantos de vida y esperanza is far
superior to that of his previous books, especially since the metaphysical reflections
that appear everywhere have intensified significantly and focus on symbols and ref-
erences that, with great cohesion, refer to very clear concerns of the poet. These are
summarized and synthesized in the final poems, and especially in «Lo fatal», the last
poem in the book which is discussed in this paper.
Keywords: Ruben Darío, immortality, fate, Eros, Thanatos, introspection.
Uno de los avances más notables que se advierten en Cantos de vida y espe-
ranza es la presencia del propio poeta en el libro, advertida desde el mismo
comienzo, desde su poema prólogo, que, iniciado por el verso «Yo soy aquel
que ayer no más decía», da nombre a todo el volumen. Adquiere esta com-
posición la conformación genérica del «retrato», característico de la poesía
todo, la dependencia de lo erótico de algo que no es él, que está fuera de él.
Empieza a vivir más, porque vive más quien mayor número percibe de estas
maravillosas dependencias de las realidades (2007: 760).
Recuerda en su edición de Cantos de vida y esperanza José Carlos Rovira unas
palabras del poeta Ángel González de 2003, que no nos resistimos a repro-
ducir: «”Lo fatal” trata de la incertidumbre de la existencia, del radical des-
amparo de los seres humanos perdidos en el tiempo con un solo punto de
referencia: la inevitabilidad de la muerte: lo demás es misterio impenetrable»
(2004: 246).
No se conoce ninguna publicación previa de este poema. Por lo que po-
demos pensar que Rubén lo escribe precisamente para cerrar Cantos de vida
y esperanza, lo que no ocurre con otros muchos poemas del libro que fueron
publicados previamente. No puede pasar inadvertida la situación del poema
en el libro. Es el que lo cierra y por ello se establece un contraste con el poema
que lo abre, el retrato al que nos hemos referido antes, «Yo soy aquel que ayer
no más decía». Por su situación en el libro lo hemos denominado poema con-
clusivo. Y también es importante en este sentido el propio título, en neutro
del poema «lo fatal». El título, «Lo fatal», alude a la angustia que experimenta
el yo poético ante la existencia y lo ineludible de la muerte («el espanto segu-
ro de estar mañana muerto»); la condición consciente del ser humano que no
puede evitar el sufrimiento que produce esta certeza («no hay dolor más gran-
de que el dolor de ser vivo / ni mayor pesadumbre que la vida consciente»).
Hay otros aspectos externos muy interesantes en relación con «Lo fatal»
que no pueden ser obviados cuando del poema tratamos. Por ejemplo el dedi-
catario. La dedicatoria, en todas las ediciones, reza: «A René Pérez». Se trata,
como recuerda José Carlos Rovira (2004: 245) de un amigo de Rubén, de
París y chileno de nacimiento, René Pérez Mascayano: hombre de negocios,
pianista y compositor. En 1905 coincide con él en París y lo visita en su pisito
de la calle Feydeau, 26, acompañado de otro chileno, Francisco Contreras. Es
cuando Pérez Mascayano lo anima a volver a Chile tirado por un cisne, como
Lohengrin. «No es país de cisnes ése, respondió sordamente [el poeta], recor-
dando sin duda ciertos ataques que allí, hacía poco, le hicieran». Como anota
en su edición de Cantos de vida y esperanza José Carlos Rovira, en los días
parisinos coincidió con Rubén Darío y asistió a la fiesta familiar del bautizo
de Guicho, el hijo de Rubén y de la española Francisca Sánchez, en octubre
de 1907 (2004: 245).
El mismo Pérez Mascayano escribió a Rubén en diversas ocasiones cartas
que se conservan y Pérez Mascayano fue secretario de Rubén Darío, desde su
primer número (mayo, 1911), en la revista Mundial, en la que figura junto
al director artístico Leo Marello. pero antes colaboró con Darío en la corres-
pondencia previa, ayudado por René Pérez, se escribió cartas a sus amigos de
España y América, escritores, publicistas o magnates aficionados a las letras
pidiéndoles colaboración.
También hay que hacer algunas referencias de carácter estilístico, que nos
permiten conocer el mundo retórico y estético de este Rubén de 1905. Por
ejemplo, la estructura externa que no es sino la de un soneto alejandrino
modificado o frustrado. De la trascendencia en la recuperación del alejan-
drino y del papel de Darío en su difusión ya traté hace muchos años (1985:
13-55) y no es extraño que el poeta utilizase una vez más el verso de catorce
sílabas para un poema tan significativo que se estructura sobre tres estrofas
cuya rima es consonante en todo el poema, y la distribución de sus rimas es
alterna como corresponde al serventesio (ABAB - CDCD - EFEEF). Pero los
dos últimos versos presentan una irregularidad: en lugar de ser un alejandri-
no, como en las estrofas anteriores, se fragmenta en dos versos, 1 eneasílabo
(9 sílabas) y 1 heptasílabo (7 sílabas) dando lugar a un serventesio truncado
con la eliminación del verso del último terceto, decisión que puede relacio-
narse con la intención de Rubén Darío de romper la estructura tradicional
del soneto y así reflejar la fatalidad del asunto que está tratando. Los verbos,
adjetivos y sustantivos pertenecen a los campos semánticos del miedo, del
sufrimiento, de la vida o de la muerte. Los sustantivos abstractos dominan la
primera parte del poema y los verbos están en presente para otorgar sentido
absoluto y permanente al poema. Los infinitivos muestran firmeza expresiva y
sentenciosa. Los campos semánticos de la muerte (muerte, tumba, fúnebre) y
la vida (ser vivo, vida) provocan las antítesis fuertemente convincentes. Vida
y muerte se enlazan a lo largo de todo el poema en el campo de las sensaciones
y el sentimiento.
Es interesante la estructura retórica interna del poema con la presencia de
numerosos recursos estilísticos que refuerzan la expresión de su contenido.
Así la gradación señalada tantas veces: La piedra («no siente») el árbol («ape-
nas sensitivo») el hombre («sensitivo y consciente»). Así, todos los seres vi-
vos, excepto el hombre, son dichosos al vivir en la inconsciencia. El hecho de
ser consciente, es decir, su capacidad de reflexión sobre el destino o el azar y
el sentido de la vida, supone el mayor dolor. También hay una enumeración
de los males que suponen el vivir y que provocan la angustia existencial,
siendo el peor la certeza de la muerte. Los reinos mineral, vegetal, animal y
animal racional son la estructura ideológica sobre la que se basa la afirmación
dariana de que el que peor lo tiene, el que sale perdiendo, es el reino animal
racional: el ser humano.
Bibliografía citada
Acereda, Alberto, Rubén Darío, poeta trágico (Una nueva visión), Barcelona, Teide,
1992.
Alonso, Amado, «Estilística de las fuentes literarias: Rubén Darío y Miguel Ángel»,
Materia y forma en poesía, Madrid, Gredos, 3ª edición, 1965.