P. L. Los Versos de Rafael Cadenas
P. L. Los Versos de Rafael Cadenas
P. L. Los Versos de Rafael Cadenas
Víctor Bravo-
El Nacional -junio 23, 2019
Versos de la más esencial pobreza, como aquella que enseña a los místicos el
camino de lo divino, para revelar y demandar, con fuerza emancipadora, las
trampas del palabrerío, el cerco de las idealizaciones y de las ideologías; para
conjurar las aristas tóxicas de la estafa y lo falso que asedian el vivir en cada
uno de nuestros contados instantes; y para poner en evidencia, por encima de
las cegueras que parecen constituir al humano ser, los fundamentos de la
existencia misma. Y todo en el resplandor de la más elevada eticidad.
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Si es posible decir que regresar a nuestra casa es regresar a lo que somos, así
el poeta abre la puerta del yo, cruza el umbral para descubrir el pasaje hacia la
subjetividad, acaso el ámbito de lo más profundamente humano, y allí enfrenta
con sereno escándalo la colonización que el poder realiza en compulsión de
saqueo; y coloca en el centro de la luz poética las piedras preciosas de los
fundamentos.
Poesía de borde (“Hoy descubrí que aquel borde maligno aún existe”) donde
concurren los imaginarios de la inquietud de sí: el otro feroz o amoroso, el
perseguidor y el otro yo mismo; poesía que lleva consigo las lámparas de la
conciencia crítica y de la sensibilidad, y ese llevar consigo hace brotar por arte
del poema la más humana de las intencionalidades, la que es capaz de
sustraer a los mismos dioses: la multiplicación de la percepción; y en esa
intencionalidad el poema atraviesa la ideología, arma principal del poder
absoluto cuando aparece en los tiempos de la modernidad, y funda lo que
Nietzsche llamara “el pathos de la distanciación”, que es capaz de atravesar las
múltiples fantasías que nos agobian; y así poder decir “Seamos reales / quiero
exactitudes aterradoras”.
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Como expresión misma de los fundamentos, la “exactitud” de la expresión
estética, revelará el arco paradójico de la simultaneidad de lo excluyente: así la
expresión estética testimonia la desnuda crueldad, como es posible ver, por
ejemplo, en un Éluard, en un Sade, en un Onetti; y simultáneamente,
testimonia la nobleza del ser, esa que ya el texto homérico pone en evidencia
al celebrar “los dones de la hospitalidad”, que el cristianismo extenderá, como
amor al prójimo, uno de sus fundamentos éticos y que Kant, en el horizonte de
la secularización, a medio camino entre razón y fe señalará en hermosa frase,
“el cielo estrellado sobre mí y la ley moral en mi corazón”. La resonancia de
esos fundamentos se revela con fuerza en los versos de Rafael Cadenas, que
se desprenden de una genealogía poética en cuyo ramaje será posible
mencionar, por ejemplo, distintos y distantes a Rilke o a Celan; que se insertan
en la esplendente genealogía poética de la lengua, el genio de la lengua, de
nuestro rudo y dulce español, y que irradia de la peculiar genealogía poética
venezolana, entre tantos ejemplos mencionemos las diversas entonaciones de
la sabiduría de la frase de un Ramos Sucre o de un Antonio Arráiz; y en el
despliegue generacional que nos es contemporáneo, entre tantos importantes
nombres menciono uno, el de Patricia Guzmán y su poesía de hilos de acero y
ternura, si se me permite la expresión.
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