Perfil Del Profesorado Del Siglo Xxi

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1.

EL PERFIL DEL PROFESORADO DEL SIGLO XXI1

Ricardo Fernández Muñoz


Profesor de Nuevas Tecnologías
Aplicadas a la Educación
Departamento de Pedagogía
Universidad de Castilla-La Mancha

La doble faceta de docente e investigador del profesor exige una correcta


preparación tanto para la adquisición de conocimientos y actualización de los mismos
como para el desarrollo de nuevas habilidades y destrezas exigibles en una sociedad en
permanente cambio. Este artículo ofrece un estudio de las nuevas competencias
docentes y de cómo su desarrollo profesional se encuentra sometido al influjo de la
sociedad de la información y la comunicación.
Asimismo, se reclama la capacitación de los profesionales de la educación en el
dominio y explotación didáctica de las nuevas tecnologías tras reconocer que con su
auxilio se puede lograr la mejora de los procesos de enseñanza y aprendizaje en sintonía
con los cambios que hoy se operan en la sociedad y en el individuo.

COMPETENCIAS PROFESIONALES DEL DOCENTE EN LA SOCIEDAD


DEL SIGLO XXI
El creciente desarrollo de las nuevas tecnologías de la información y la
comunicación, el acelerado cúmulo de información y la omnipresencia de las
comunicaciones en el entorno social, contribuyen a que en el ámbito educativo se lleven
a cabo las necesarias transformaciones para adecuarse a una sociedad en estado de
cambio permanente, con nuevas necesidades y valores.
En el informe publicado por la OCDE en el año 1994 sobre «Calidad en la
enseñanza» se confirma la necesidad de adaptarse a estas nuevas situaciones: «los
nuevos desafíos y demandas hacia las escuelas y los profesores surgen a partir de unas
expectativas nuevas y ampliadas sobre las escuelas. La investigación sobre la enseñanza
y el aprendizaje muestra la necesidad de gestionar clases cada vez más diversas en
términos étnicos, lingüísticos y culturales. Estos nuevos desafíos y demandas requieren
nuevas capacidades y conocimientos por parte de los profesores. La situación actual es
dinámica y variada. Las escuelas se organizan ahora de diferente forma, en términos

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Texto reproducido de Competencias Profesionales del Docente en la Sociedad del Siglo XXI - Ricardo
Fernández Muñoz
tanto de las tareas como de las responsabilidades asignadas a los profesores y a la
diferenciación de roles entre profesores…
El alcance de estos desafíos y demandas y el ritmo de los cambios hacen que la
situación actual sea diferente respecto de años anteriores.

No cabe duda de que las nuevas tecnologías están


transformando la ecología del aula y las funciones
docentes, y estos cambios están induciendo una
mutación sistemática en las teorías y en las
prácticas didácticas

Los profesores deben ser capaces de acomodarse a continuos cambios


dramáticos en algunos países tanto en el contenido de su enseñanza como en la forma de
enseñar mejor».
Ante estos desafíos surgen numerosos interrogantes: ¿transformará radicalmente
la nueva tecnología la manera en que tiene lugar la educación? ¿Qué competencias
habrá de asumir el profesor para dar respuesta a la sociedad del siglo XXI? ¿Están los
profesionales de la educación suficientemente preparados para asumir el reto
tecnológico para la formación de las futuras generaciones? ¿La integración curricular de
las nuevas tecnologías en el marco de la educación formal contribuirá a la mejora de los
procesos de enseñanza- aprendizaje?
No cabe duda de que las nuevas tecnologías están transformando la ecología del
aula y las funciones docentes, y estos cambios están induciendo una mutación
sistemática en las teorías y en las prácticas didácticas. El desarrollo tecnológico actual
nos está situando ante un nuevo paradigma de la enseñanza que da lugar a nuevas
metodologías y nuevos roles docentes.
Si consideramos que numerosos estudios corroboran que después de los factores
familiares es la capacidad del profesor el factor determinante más influyente en el éxito
de los estudiantes, con independencia de su nivel socioeconómico, esto justifica que
centremos nuestra atención en definir las competencias que habrán de desempeñar los
profesionales de la educación ante el reto y demandas que la sociedad del siglo XXI
plantea.
Escolano Benito (1996: 44-46), al definir la profesión docente, lo hace en torno a
tres papeles básicos:
 El primero es un papel técnico, que permite identificar a los docentes como
expertos habilitados para guiar el aprendizaje de los alumnos conforme a
determinadas reglas metódicas de reconocida solvencia. Este papel ha ido
incorporando algunas funciones que desbordan la docencia clásica, como las
relacionadas con la tutoría, la gestión didáctica y la innovación. Su identidad se
define por una tarea de claro matiz tecnológico según la cual el profesor sería un
ingeniero de la instrucción.
 El segundo papel se asocia a los aspectos éticos y socializadores de la profesión.
El docente es un agente de primer orden en el proceso de socialización metódica
de los menores en el tejido social. Los valores, actitudes y otras pautas de
conducta que exhibe o vehicula constituyen un marco de referencia normativo
para las personas en formación. Por otra parte, como juez evaluador, el docente
desempeña una función fundamental de control social, al legitimar a través del
sistema de exámenes, calificaciones y grados los prerrequisitos del orden
meritocrático e influir en las estrategias de reproducción, movilidad,
igualitarismo y compensación.
 Finalmente, el tercer papel del profesor se vincula a la satisfacción de las
necesidades de autorrealización de los individuos en formación y de sus
demandas de bienestar. Este papel enlaza con algunas tradiciones bien
enraizadas en el mundo pedagógico, como las que enfatizan el papel del docente
como preceptor, partenaire o terapeuta.
En esta primera aproximación al rol del docente nos podemos cuestionar: ¿puede
el profesor actual ser al mismo tiempo un profesional eficaz, ingeniero de la instrucción,
un juez justo y un buen compañero? No cabe duda de que el profesor del tercer milenio
deberá abordar otras nuevas tareas, desde una actitud abierta a los múltiples
acontecimientos e informaciones que se generan a su alrededor. Y es que el cambio
tecnológico se produce a una gran velocidad y requiere por parte de los profesionales un
esfuerzo de adaptación, actualización y perfeccionamiento permanente.
En el momento actual no podemos seguir considerando a los docentes como
almacenes del saber y por lo tanto dispensadores omnipotentes del conocimiento. La
cantidad de información que existe sobre cualquier tema es de tal envergadura que es
imposible pensar que puedan existir personas que pretendan saber todo de todo.
Afortunadamente están los medios electrónicos para ayudar con este volumen de
información.
En la sociedad de la información el modelo de profesor cuya actividad se basa
en la clase magistral es obsoleto. Las redes telemáticas pueden llegar a sustituir al
profesor si éste se concibe como un mero transmisor de información, ya que en las redes
tienen gran capacidad para almacenar información y desde ellas se puede adaptar dicha
información a las necesidades particulares de cada alumno.
El profesor no puede ni debe competir con otras fuentes informativas, sino
erigirse en elemento aglutinador y analizador de las mismas. En el momento que
vivimos no basta con saber el contenido de la materia para enseñar bien. El profesor
debe ser un conocedor de su materia, pero además ha de aprender a ser un experto
gestor de información sobre la misma, un buen administrador de los medios a su
alcance, y desde esta orientación, dinamizar el aprendizaje de sus alumnos. Una ayuda
eficaz para la gestión de la información que aceleradamente se genera en la sociedad de
la información y la comunicación con las Nuevas Tecnologías.
Desde esta perspectiva se desprende un cambio importante en el papel del
docente, que pasará de ser expositor a guía del conocimiento y, en última instancia,
ejercerá como administrador de medios, entendiendo que estos medios de comunicación
constituyen un aporte muy significativo al cambio o innovación de la educación al
generar nuevas posibilidades de expresión y participación. «Ellos han contribuido a la
recreación de las relaciones entre educadores y alumnos, poniendo en crisis al maestro
informador, para dar cabida al educador-animador, al comunicador, al coordinador, al
facilitador del aprendizaje, dejando de ser el alumno el receptáculo pasivo de la
información para convertirse en el agente-actor del proceso de expresión y
comunicación» (Escotet, M.A., 1992: 88).
El nuevo papel del profesor con relación al uso de la Tecnología de la
Información y la Comunicación puede entenderse atendiendo al siguiente cuadro, en el
que se especifican las características y tareas del profesor desde dos modelos educativos
contrapuestos.
El perfil del docente debiera configurarse como un profesional atento a todas las
posibilidades de comunicación que el medio le ofrece, para hacer más adecuado, exitoso
y atractivo el proceso de aprendizaje de los alumnos; un profesional que revise
críticamente su propia práctica desde la reflexión de sus intervenciones como docente, y
que pueda ayudar a sus alumnos a «aprender a aprender» en una sociedad cambiante y
en constante evolución.
La tarea del profesor se dirige a que los alumnos aprendan por ellos mismos, y
para lograr este propósito realizarán numerosos trabajos prácticos de exploración.
Frente al profesor centrado en la transmisión de conocimiento, asentado en bases de
poder, conciencia social y política, aparece la figura del profesor como facilitador,
entendido como aquel docente capaz de preparar oportunidades de aprendizaje para sus
alumnos.
Atendiendo a las nuevas teorías psico- pedagógicas sobre el aprendizaje, el
profesor se ha convertido en alguien que pone, o debería poner, al alcance de sus
alumnos los elementos y herramientas necesarias para que ellos mismos vayan
construyendo su conocimiento, participando de forma activa en su propio proceso de
aprendizaje. La figura del profesor se entiende más como un tutor del proceso de
aprendizaje.
Con la integración de nuevas tecnologías en el ámbito educativo, las aulas en las
que son debidamente explotadas se convierten en un espacio abierto e interactivo que
permite asegurar el derecho a una educación para todos, sin límites ni fronteras, y es que
las nuevas tecnologías son la semilla del cambio.
Desde este enfoque el profesor adopta una función más de gestor del aprendizaje
de sus alumnos que de transmisor de conocimiento. El conocimiento se ha vuelto
dinámico, y ello compromete a inducir destrezas y estrategias a los alumnos. La relación
entre lo que se sabe y lo que se es capaz de aprender cambia día a día, y nos acercamos
al aprendizaje a lo largo de la vida. Ante estos incesantes cambios debemos tomar una
actitud de estar al día, prepararnos para los cambios y no establecer puntos de llegada
sino procesos de evolución.
En este marco, y a partir de las competencias básicas que debe tener todo
docente –dominio de la materia que imparte (competencia cultural), cualidades
pedagógicas (habilidades didácticas, tutoría, técnicas de investigaciónacción,
conocimientos psicológicos y sociales…), habilidades instrumentales y conocimiento de
nuevos lenguajes y características personales (madurez, seguridad, autoestima,
equilibrio emocional, empatía…)–, el profesor Marqués (2002; pp.310-321) sintetiza las
principales funciones que los profesores deben realizar hoy en día:

Se necesitan nuevos profesionales del aprendizaje, con un


papel y un estatus redefinidos.
 Planificar cursos (conocer las características individuales y grupales de sus
alumnos; diagnosticar sus necesidades de formación; diseñar el currículum).
 Diseñar estrategias de enseñanza y aprendizaje (preparar estrategias didácticas
que incluyan actividades motivadoras, significativas, colaborativas,
globalizadoras y aplicativas y que consideren la utilización de Nuevas
Tecnologías de la Información y de la Comunicación…).
 Buscar y preparar recursos y materiales didácticos (diseñar y gestionar los
recursos).
 Proporcionar información y gestionar el desarrollo de las clases manteniendo
el orden (informar a los alumnos de las fuentes de información, los objetivos,
contenidos, metodología y evaluación de la asignatura que han sido
previamente contrastados…)
 Motivar al alumnado (despertar la curiosidad e interés de los alumnos hacia los
contenidos y actividades relacionadas con la asignatura…).
 Hacer participar a los estudiantes (incentivar la presentación pública de
algunos de los trabajos que realicen…).
 Facilitar la comprensión de los contenidos básicos.
 Ser ejemplo de actuación y portador de valores.
 Asesorar en el uso de recursos.
 Orientar la realización de actividades.
 Tutoría (presencial y telemática).
 Realizar trabajos con los alumnos (implicarse en la realización de trabajos
colaborativos con los estudiantes).
 Evaluar (evaluación formativa y sumativa, fomentando la autoevaluación de los
estudiantes y de las intervenciones docentes).
 Fomentar actitudes necesarias en la «sociedad de la información» (actitud
positiva y crítica hacia las tecnologías de la información y de la comunicación;
valoración positiva del pensamiento divergente, creativo y crítico, así como del
trabajo autónomo, ordenado y responsable; trabajo cooperativo. Adaptación al
cambio, saber desaprender…)
 Trabajos de gestión (realización de trámites burocráticos… colaborar en la
gestión del centro utilizando las ayudas tecnológicas…).
 Formación continua (actualización en conocimientos y habilidades didácticas;
mantener contactos con otros colegas y fomentar la cooperación e
intercambios…).
 Contacto con el entorno (conocer la realidad del mundo laboral al que
accederán los alumnos; mantener contacto con el entorno escolar…).
En el informe del Consejo Escolar de Castilla-La Mancha sobre «El educador en
la sociedad del siglo XXI», se señalan algunos rasgos que definen el modelo de profesor
que se está demandando desde la sociedad:
 Educador que forma a la persona para vivir en sociedad, desarrollando una
educación integral que incluye la formación de conocimientos, procedimientos y
actitudes.
 Que oriente a los alumnos simultáneamente a la realización de sus tareas de
enseñanza.
 Educador democrático, abierto a la participación, justo en sus actuaciones,
tolerante.
 Motivador capaz de despertar en los alumnos el interés por el saber y por
desarrollarse como personas.
 Capacitado para aprender de la reflexión sobre su propia experiencia.
 Implicado con su profesión, vocacionado, que busca contribuir a la mejora de
la situación social a través de su ejercicio profesional.
Se precisan nuevos profesionales del aprendizaje, con un papel y un estatus
redefinidos. Los profesionales de la educación deberán reorientar sus objetivos en
función de la cultura circundante, así como sus procedimientos y técnicas. Necesitan
cambiar su manera de trabajar, tanto individual como grupalmente, su relación con la
organización del centro y la manera de acceder a la información que se necesite.
A tenor de las actuales circunstancias tecnológicas, culturales y sociales, el
profesor deberá responder a los objetivos de la educación de las generaciones del siglo
XXI. Siguiendo a Salinas (1996) estos objetivos son:
 Preparar para un trabajo cada vez más versátil, capaz de responder a las
cambiantes necesidades, mediante las destrezas básicas necesarias (educación
para el empleo).
 Entender la realidad que a uno le toca vivir y entenderse uno mismo, cambiar al
aprendizaje de cómo vivir en una sociedad tecnificada (educación para la vida)
 Comprender el impacto de la ciencia y la tecnología en todos los aspectos de la
sociedad, que requiere, además de las disciplinas tradicionales, un punto de
vista más global: educación para la responsabilidad ambiental y para el
desarrollo armonioso de las relaciones intra e inter sociedades (educación para
el mundo).
 Desarrollar el análisis crítico de tal manera que seamos capaces de entender
conceptos y desarrollarnos por nosotros mismos: favorecer la creatividad, las
destrezas físicas y sociales, y en particular las comunicativas y organizativas
(educación para el auto-desarrollo).
 Educar para un uso constructivo del tiempo de ocio y al mismo tiempo que la
educación se vaya convirtiendo en una actividad placentera (educación para el
ocio).
En estos objetivos hay una clara presencia de los nuevos medios de información
y comunicación, así como del desarrollo del análisis crítico y de la creatividad. Esto
hace necesarias ciertas destrezas y capacidades a la hora de manejar estas potentes
herramientas, dado que la capacitación tecnológica del profesorado se está convirtiendo
en un imperativo en consonancia con nuestro tiempo y dejando de lado prejuicios y
resistencias infundadas que nos puedan hacer creer que las nuevas tecnologías puedan
desplazar o suplantar el papel de los docentes. Lo que sí se afirma cada vez con mayor
fuerza es que el profesor con dominio de nuevas tecnologías desplazará al profesor que
no tenga dicha capacidad. Podemos apuntar algunas competencias tecnológicas básicas
en la profesión docente que potencian nuestro desarrollo profesional como docentes del
siglo XXI:
 Tener una actitud crítica, constructiva y positiva hacia las nuevas tecnologías
de la información y la comunicación (NTIC), ya que forman parte de nuestro
tejido social y cultural.
 Conocer las posibilidades de las nuevas tecnologías para la mejora de la
práctica docente.
 Aplicar las NTIC en el ámbito educativo tanto en tareas relacionadas con la
gestión de los centros educativos como en la organización de los procesos de
enseñanza-aprendizaje que se desarrollan en el aula.
 Seleccionar, utilizar, diseñar y producir materiales didácticos con NTIC que
promuevan la adquisición de aprendizajes significativos (multimedia, páginas
web…) y que conviertan el aula en un laboratorio desde el que fomentar el
protagonismo y la responsabilidad en los alumnos.
 Utilizar con destreza las NTIC, tanto en actividades profesionales como
personales.
 Integrar las NTIC en la planificación y el desarrollo del currículum como
recurso didáctico mediador en el desarrollo de las capacidades del alumno,
fomentando hábitos de indagación, observación, reflexión y autoevaluación que
permitan profundizar en el conocimiento y aprender a aprender.
 Promover en los alumnos el uso de Nuevas Tecnologías de la Información y la
Comunicación como fuente de información y vehículo de expresión de sus
creaciones.
 Desempeñar proyectos de trabajo colaborativo (listas de discusión, debates
telemáticos, cursos de formación on line…) con una actitud solidaria, activa y
participativa.
Un profesional comprometido con la educación deberá actuar, en consecuencia,
preparando a las nuevas generaciones para convivir con los medios desde una formación
que promueva la participación y reflexión crítica en su uso e interpretación. No
podemos seguir enseñando a las generaciones del futuro con las herramientas que
formaron parte de nuestro pasado.
Mi derecho a no cambiar termina justo allí donde comienza el derecho de mis
alumnos al mejor profesor que llevo dentro.

MODELO TRADICIONAL O
MODELO TECNOLÓGICO
CLÁSICO
1. El profesor como instructor. 1. El profesor como mediador.
2. Se pone el énfasis en la enseñanza. 2. Se pone el énfasis en el aprendizaje.
3. Profesor aislado. 3. El profesor colabora con el equipo
docente.
4. Suele aplicar los recursos sin 4. Diseña y gestiona sus propios
diseñarlos. recursos.
5. Didáctica basada en la exposición y 5. Didáctica basada en la investigación
con carácter unidireccional. y con carácter bidireccional.
6. Sólo la verdad y el acierto 6. Utiliza el error como fuente de
proporcionan aprendizaje. aprendizaje.
7. Restringe la autonomía del alumno. 7. Fomenta la autonomía del alumno.
8. El uso de nuevas tecnologías está al 8. El uso de nuevas tecnologías está
margen de la programación. integrado en el currículum. El
profesor tiene competencias básicas
en TIC.

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