Sincronia y Diacronia

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El termino diacronía proviene del vocablo francés diachronie, a su vez de la

expresión griega (δια – Χρόνος – khrónos) que se traduce como ‘dia a traves
del tiempo’. Muchas veces se vincula la diacronía al análisis de los fenómenos
sociales a lo largo de diversas fases históricas atendiendo a su desarrollo
histórico y la sucesión cronológica de los hechos relevantes a lo largo del
tiempo.

La frontera entre diacronía y sincronía no es tan evidente como puede parecer


a primera vista, pues al conocer el significado de una palabra nos podemos
preguntar cuál es su historia.

En lingüística, el término diacronía se refiere al estudio de la lengua a lo largo


de su evolución, es decir, históricamente, investigando los diversos cambios
lingüísticos del idioma desde su origen hasta el momento actual.

Así, la lingüística diacrónica del español (tradicionalmente llamada gramática


histórica del español) se ocupa entre otras cosas de la reconstrucción del
proto-castellano, del castellano antiguo, de cambios fonológicos importantes
como el reajuste de las sibilantes del idioma español (que alejaron a la lengua
de otras lenguas romances de la Península Ibérica como el portugués o el
catalán), y de cambios sucesivos que han dado lugar a las diferentes
variedades de español tal como son hoy en día.

La diacronía se opone a la sincronía, en la dimensión que permite observar


cualquier fenómeno por ejemplo cultural como es lo lingüístico tal como es en
un momento dado de su evolución. Así se entendería dicha oposición entre
sincronía, que estudia múltiples hechos ocurriendo a un mismo tiempo, y
diacronía, que estudia un mismo hecho a lo largo del tiempo.

Además podemos decir que la diacronía se opone la sincronía, que es el


análisis de la lengua en una etapa temporal concreta, mientras que la diacronía
es el estudio de la lengua a través del paso del tiempo.
La relación diacronía/sincronía fue introducida por Saussure (1857-1913) con el
propósito de definir el objeto de estudio de la lingüística.
Según Saussure, el estudio de una lengua se puede afrontar desde dos
enfoques: el sincrónico y el diacrónico. El primero es el que observa una lengua
desde el punto de vista estático -como si se hiciera un corte temporal o se
tomara una fotografía- para determinar las pautas que en ese momento
componen la lengua tal y como es aceptada por la comunidad lingüística. A
partir de esas normas, se puede confeccionar una gramática y copilar un
diccionario. Así, el estudio sincrónico del lenguaje de una comunidad humana
es un estudio fundamentalmente estructural.

El enfoque diacrónico (o dinámico), en cambio, es el que examina la evolución


de la lengua a través de la historia. En él se refleja el modo en que se
modifican paulatinamente los significados de las palabras, se forman nuevos
vocablos mientras que otros se tornan arcaicos, se van modificando las reglas
de la construcción gramatical, y se altera el estilo del habla y de la escritura. El
enfoque diacrónico permite detectar los vínculos entre la lengua y el habla de la
comunidad lingüística, relación ausente en el enfoque sincrónico. Por lo tanto,
el estudio diacrónico del lenguaje de una comunidad humana es un estudio
fundamentalmente cronológico-histórico.

El estructuralismo y algunas tendencias posestructuralistas, han concebido la


sincronía y la diacronía en relaciones de exclusión mutua, con clara preferencia
por los aspectos sincrónicos, en detrimento del aspecto historicista. Según
ellos, la sincronía es como el eje horizontal de la lengua, estructura, estado,
lugar de una lingüística estática y descriptiva; la diacronía como eje vertical de
la palabra, identificada con la historia, con el cambio lingüístico, lugar de una
lingüística dinámica y genética. En Saussure, sin embargo, la oposición entre
ambos términos es puramente práctica, de forma que llega a decir que "cuando
se sale del campo de la fonética, resulta difícil distinguir entre diacronía y
sincronía". Es el conjunto diacrónico/sincrónico lo que es histórico. Diacronía y
sincronía no constituyen, pues, en Saussure términos opuestos, sino que
tomados juntos conforman una fuerza de historización del lenguaje que no se
limita a constituir una de las fuentes de la modernidad, sino que continúa
teniendo una actividad teórica y una historia. Según Ferrater Mora, ambos
conceptos "pueden ser a la vez contrapuestos y complementarios, lo cual
quiere decir, por lo pronto, que no son mutuamente reducibles", y sugiere que
pueden ser funcionales (si se quiere, "dialécticamente funcionales").
Las ideas de Saussure fueron retomadas por los estudiosos rusos Nikolai S.
Trubetzkoy, Roman O. Jakobson y J. Tinianov quienes se propusieron
reinterpretar la diacronía como historia de un sistema lingüístico, al mismo
tiempo que reafirmaron la complementariedad de los análisis sincrónicos y
diacrónicos.
Los conceptos de sincronía y diacronía sobrepasan el marco de la semiótica,
para adentrase en otros campos dinámicos de la vida humana. R. Jakobson y
J. Tinianov aplicaron la distinción diacrónico/sincrónico a todo el ámbito de la
cultura (Problemas de estudio de la literatura y de la lengua, 1928). Levi-
Strauss los utilizó en antropología para examinar las estructuras de parentesco.
En biología se puede hablar de elaborar para cada especie un estudio
sincrónico (una taxonomía, con sus especies y subespecies, y sus
correspondientes descripciones para un tiempo dado), o un estudio diacrónico
(una teoría de la evolución de una especie a través del tiempo).

La lengua, tal como existe en un momento dado –como existe, por ejemplo, en
nuestro presente o durante la época de los Reyes Católicos-, es el resultado de
una evolución secular y, a la vez, una etapa de esa evolución, que proseguirá a
lo largo del tiempo. Ya vimos cómo la lingüística del siglo XIX pretendió que
sólo ese aspecto evolutivo, o histórico, era digno de estudio.
En evidente oposición a aquella manera de ver las cosas, sabemos
que Saussure hizo notar que los hablantes no tenemos conciencia de que
nuestra propia lengua, tal como la empleamos, experimente o haya
experimentado variaciones que alteren su fisonomía. Por el contrario, creemos
que utilizamos el mismo idioma que emplean nuestros abuelos y que emplean
–o emplearán- nuestros hijos y nuestros nietos. Así, la lengua, tal como la
sienten los hablantes de una época cualquiera, es una realidad sincrónica –es
decir, es un sistema de signos coexistentes en un momento dado-, y resulta
legítimo estudiarla con las mismas pretensiones científicas que su anterior
evolución.
Y es que, llegados a este punto, corresponde enunciar la segunda dicotomía
importante que estableció el suizo Ferdinand de Saussure. La primera, cómo
no, es su distinción entre lengua y habla. La segunda nos dice que el estudio
lingüístico puede realizarse bien en el eje de las simultaneidades –lingüística
sincrónica-, bien en el eje de las sucesiones –lingüística diacrónica-. Además,
los métodos de ambas serán completamente distintos.

El concepto de sincronía no se identifica con el de “actualidad”, como


comúnmente se cree. Puede hacerse un estudio sincrónico del español
contemporáneo, desde luego, pero también puede hacerse del español que se
hablaba en la época de Alfonso X, de Garcilaso o de Cervantes. Sincronía, así
pues, viene a significar “simultaneidad de signos lingüísticos, considerando un
breve lapso cronológico para su estudio”. O, dicho de otro modo, “estudio de un
estado de la lengua en un momento dado, sin tener en cuenta la acción del
tiempo sobre ella”. Hacer un estudio sincrónico de una lengua semeja, en
realidad, a hacer una fotografía de la misma, y estudiarla en su quietud,
anulando la variable temporal que sobre ella opera. Nos da una idea del estado
de esa lengua en el momento en que la estudiamos, y a partir de esa idea es
cuando podemos acometer, ya sí, estudios históricos, evolucionistas, o
diacrónicos.

La nueva dicotomía pues, más que oponerse a los estudios diacrónicos –en
realidad, los afirma-, se opone a los gramáticos tradicionales que afirmaban la
exclusividad del estudio histórico. Porque, como veníamos diciendo, la
lingüística sincrónica se opone conceptualmente a la diacrónica, lingüística que
aussure no derriba, sino que complementa y resitúa

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