Eutanasia Final Final

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¿SALVAR LA VIDA O PROLONGAR LA AGONÍA?

Guillermo Valencia Montoya

Resumen

En el presente trabajo se exponen consideraciones históricas, religiosas, jurídicas y ético-


médicas que tienen como propósito participar del debate bioético desde los principios de
beneficencia y autonomía entorno a la eutanasia voluntaria y tratar de responder a la
pregunta si, en algunos casos, lo que debe prevalecer es: el derecho a la vida como valor
supremo, o por el contrario, es la dignidad humana y la calidad de vida las que deben
considerarse como máximos valores de la existencia. Es decir, si a ultranza y contra la
voluntad del paciente, en la sociedad laica del presente, lo que se debe es salvar la vida,
por encima de cualquier consideración, aun a costa de prolongar innecesariamente la
agonía del paciente.

Palabras Clave: eutanasia, homicidio por piedad, suicidio asistido, bioética, beneficencia,
autonomía, libertad, moral

Articulo recibido: mayo 13 de 2010 aprobado: junio 25 de 2010


Psicólogo, especialista en psicología Clínica y docencia universitaria. Docente Facultad de Ciencias de la
Salud, Universidad Libre de Pereira y Universidad Tecnológica de Pereira
Introducción

Exigir la inmortalidad del individuo es querer perpetuar un error al infinito


Arthur Schopenhauer

La eutanasia es una muerte suave, sin dolor (1,2,3) y sin sufrimientos, especialmente la
que es provocada. En la actualidad se distingue entre eutanasia voluntaria1, en la cual el
paciente rehúsa todo tipo de tratamientos, y expresa abiertamente el deseo de quererse
morir, conocida también como eutanasia pasiva, dentro de la cual se incluye el suicidio
asistido (algunos autores creen que la relación es poca con la eutanasia); y eutanasia
involuntaria, cuando el agente de la intencionalidad de la muerte es alguien diferente al
sujeto mismo, también llamada eutanasia activa directa dentro de la cual se incluye el
homicidio por piedad.

La práctica de la eutanasia no es un hecho humano surgido de la sociedad actual (quizás


ahora esté en aumento), es un acto conocido y practicado desde la más remota
antigüedad. En todas las sociedades del planeta (aunque en unos momentos prescrita, y
en otros proscrita), no ha dejado de tener vigencia e importancia. La misma ha sido
empleada con fines políticos, sociales, económicos, eugenésicos y humanitarios. Por
razones de Estado la prescribió Esculapio, por razones humanitarias la proscribió

1
La eutanasia se divide en voluntaria e involuntaria. Es voluntaria cuando el deseo y el consentimiento son
expresados por parte del paciente, bien sea que no se le suministren medicamentos, o por que consiente en
que se le suspendan debido a su situación. Es involuntaria cuando por causas “ de defecto de razón o
voluntad” (Jean Rawls) la persona no pueda hacer uso de su autonomía para dar el consentimiento válido, y
en su caso, otro u otros deciden por él, ya sea por razones médicas, altruistas, o simplemente para dar una
“muerte piadosa”. Ambas formas de eutanasia a su vez pueden ser activa o directa, y pasiva o indirecta.

La eutanasia activa o directa es la acción intencional que tiene como objeto matar a un individuo, bien sea
por compasión, o bien sea por rechazo a cuidarlo en situación terminal.
La eutanasia activa indirecta, consiste en las acciones terapéuticas para intentar calmar el dolor intenso
de un enfermo terminal, con medicamentos que disminuyendo el sufrimiento, acortan la vida. Es indirecta,
por que la intención y el objetivo son calmar el dolor, así las consecuencias no queridas, sean acortar la vida,
o catalizar la muerte.
La ortotansia (confundida a veces con la eutanasia) consiste en “dejar morir” con dignidad a un enfermo
terminal sin aplicarle tratamientos o procedimientos médicos desproporcionados, que disminuyendo su
calidad de vida, no evitan la irreversibilidad del proceso terminal. Es claramente una aceptación filosófica
de la condición finita y limitada de la existencia humana. Es la diferencia entre “déjeme morir doctor” y la
petición “Máteme doctor” según el doctor Gutiérrez Jaramillo.
La distanasia, es la prolongación innecesaria y tortuosa debido a la aplicación de procedimientos médicos
que alargando la vida, disminuyen la calidad de la misma, como por ejemplo, mantener con vida
artificialmente a un paciente declarado en “estado vegetativo”
Hipócrates; pero también, por estas mismas razones durante el Renacimiento Tomas
Moro (4) en su famosa Utopía 2, la recomendó en casos de dolores extraordinarios. Las
sociedades nómadas y seminómadas la practican por razones sociodemográficas. Por
razones políticas la aplicaron Herodes y Hitler.

Estas formas de eutanasia, que en nuestros días serían consideradas simplemente


genocidios, asesinatos, eugenesia o eutanasia directa activa 3, la antropología moderna
nos recuerda, no eran prácticas desconocidas de las sociedades sin escritura,
especialmente en las nómadas, condicionadas a los aspectos de la delimitación territorial,
y en consecuencia, al ajuste y nivelación permanente de la demografía, pues el número
del grupo debía ser estrictamente controlado, para evitar que la sobrepoblación afectara
la frágil estabilidad del sistema. Por eso, a los niños que nacían por encima de un
determinado número, los mataban directamente. Muy cerca de nosotros, en el Paraguay,
el antropólogo francés Pierre Clastres 4 observó a mediados del siglo pasado, el mismo
fenómeno en una sociedad seminómada, los Ashé Guaraní (5,6). Y en la Francia del siglo
XVIII, de acuerdo con el sociólogo Phillippe Ariés (7), en Lyón, a diario los niños eran
echados por carretadas a las profundas aguas del Saona y del Ródano.

La revisión de textos y documentos sobre el tema de la eutanasia deja entrever que desde
la época homérica hasta la nuestra, se han sucedido varias tradiciones definidas en la
práctica médica para el abordaje de la eutanasia: la posición esculapia, más social y de
Estado, la posición hipocrática, centrada en la moral y la deontología, la posición
eclesiástica, muy cercana a la anterior y fundamentada en la sacralidad de la vida, y la
tradición laica, mas reciente, de carácter humanístico, orientada al respeto y promoción
de la dignidad humana.

2
En el capítulo dedicado a Los Enfermos, Tomas Moro escribe: “Si la enfermedad es incurable, con grandes y
constantes dolores, los Sacerdotes y el Magistrado le visitan y confortan, tratando de persuadirle de que
hallándose inepto para los actos de la vida, molesto a los demás y pesado a sí mismo, que no se rebele
contra su pronto fin queriendo alimentar la maligna enfermedad. Que siendo su vida un tormento, no dude
en morir, antes bien lo desee con la confianza de tan miserable estado, ya sea quitándose él mismo la vida o
pidiendo que se la quiten, ya que al morir no dejará comodidades, sino la peor miseria”.

3
En estos casos la intencionalidad de la acción es la de matar a un individuo por razones humanitarias o
utilitaristas

4
El tema de la eutanasia en las comunidades guaraníes es relatado por Clastres en dos de sus libros,
Chroniques des indiens Guayaki, y en La Societé contre L´état. “Habría como una autonomía del espacio del
poder (o del non-poder), estableciéndose y reproduciéndose alejada y al abrigo de toda influencia externa,
el número de la población por ejemplo haría parte de dicha autonomía. Y, de hecho, la idea de esa relación
calmada entre el grupo y su poder, parece corresponder bastante bien con la realidad que ofrecen las
sociedades arcaicas, que conocen y ponen en práctica múltiples medios para controlar o impedir el
crecimiento de su población: el aborto, el infanticidio, los tabúes sexuales, destete tardío, etc.” Pág. 69.
Consideraciones históricas
En la Grecia antigua Esculapio (Asclepios para los griegos) encargado de otorgar el cuerpo
sano y las formas de conservarlo a los elegidos (dueños de un alma de oro) ordenó la
práctica de la eutanasia tanto por razones de Estado (por el alto costo social que
representaba el cuidado de los enfermos y de los heridos incurables), como por razones
eugenésicas, pues además de médico, era un gran guerrero. Platón, en el Libro III de la
República (8), citando La Ilíada, hace referencia a las prácticas eutanásicas, especialmente
a una forma de eutanasia justificada en buena parte por los designios del dios de la
medicina, para quien los enfermos crónicos o sin salvación, además de ser una carga para
el Estado, no son importantes ni imprescindibles

Digamos que esas son las razones –opina Platón- que han movido a Esculapio a no
prescribir medicamento alguno para aquellos que siendo de buena complexión, sufren
una enfermedad pasajera [...] Respecto a los cuerpos radicalmente enfermizos no ha
estimado conveniente tratar de prolongar la vida y sus sufrimientos con un régimen
seguido, remedios internos o externos aplicados adrede, ni ponerlos en condiciones de
que dieran al Estado súbditos que se asemejasen a ellos

Por eso, durante la guerra de Troya, los hijos de Esculapio hicieron lo propio que
prescribiera su padre: mientras que a los guerreros “elegidos” como Menelao y Euripilo
les aplicaron algunas pócimas, les dieron uno que otro bebedizo, y les suministraron
algunos medicamentos, a los hombres que estaban sujetos a enfermedades penosas o
muy mal heridos, y que no tenían “alma de oro o plata”, no creyeron que fuese de interés
suyo, ni de interés público, prolongarles la vida, ni que se hubiera hecho para los tales la
medicina, ni que hubiera que ocuparse de ellos, aunque fuesen mas ricos que el propio
Midas5

Cinco siglos después, Hipócrates (460-375 A.c.), heredero del mismo linaje que
Esculapio y de familia de médicos (su abuelo también llamado Hipócrates y su padre
Heráclides lo eran), desaprobó algunas de las prácticas de su antecesor y condenó la
eutanasia y el aborto en su famoso juramento al imponerle a sus discípulos la
obligatoriedad de no causar el mal, poniendo como testigos solemnes a todos los dioses
del Olimpo.

La práctica del principio de Beneficencia se consagra en el juramento al declarar que: y


me serviré, según mi capacidad y mi criterio, del régimen que tienda al beneficio de los
enfermos, pero me abstendré de cuanto lleve consigo perjuicio o afán de dañar.
Consecuente con lo anterior, la posición de la tradición hipocrática frente a la eutanasia
y al aborto se ratifica en uno de los apartes del juramento: y no daré ninguna droga letal
a nadie, aunque me la pidan, ni sugeriré un tal uso, y del mismo modo, tampoco a
ninguna mujer daré pesario abortivo, sino que, a lo largo de mi vida, ejerceré mi arte
pura y santamente. Esta concepción sigue aun vigente y es practicada por un gran
número de médicos del mundo entero, aunque criticada por otro gran sector de la
5
Platón, Idem. Pág. 90
medicina que considera que el código hipocrático ya tuvo su momento y que las
costumbres éticas de la actualidad son diferentes. Por esta razón han surgido códigos de
ética modernos, y el juramento del médico de Cos ha sido reemplazado por la
Declaración de Ginebra promulgada en 1948 durante la segunda asamblea general de la
Asociación Médica Mundial (9)

En la tradición espiritual, la posición de las distintas religiones frente a la eutanasia no es


unánime. Mientras que la Iglesia Católica, la Luterana y la Evangélica se han pronunciado
en asuntos bioéticos, especialmente en lo referente a la eutanasia y el aborto, en los
cuales se declaran abiertamente en contra, sea cual sea la forma de realizarlos, otros
grupos religiosos, como el Metodista y la Iglesia Unida de Cristo, han mostrado actitudes
más liberales sobre el tema, a tal punto que han hecho pública su aceptación de la
eutanasia, y aun del suicidio asistido (10). La tradición religiosa está más próxima a la
tradición hipocrática, en cuanto ambas ponen por encima de cualquier otra consideración
moral, el derecho a la vida.

Hacia finales del siglo XIII la filosofía escolástica sirvió de derrotero para reorientar la fe
cristiana. Las ideas sobre la sacralidad de la vida desde una perspectiva católica se le
deben a Santo Tomás de Aquino. El autor de De Veritás parte de la idea que la vida
humana no es un don de Dios, que es tan sólo un préstamo: De Dios tienen las
naturalezas lo que son como naturalezas (11) en tal sentido, al tratarse de la vida, sólo Él
puede arrebatárnosla, por que Dios es la vida de toda vida, la existencia de toda
existencia6.

Se sigue entonces que nadie puede disponer de su vida, ni de la de otro semejante, pues
sería obrar contrario al ideal de la naturaleza humana y en contravía de la voluntad de
Dios. Esta posición fue reafirmada por la Iglesia colombiana recientemente a raíz de la
reapertura del debate en torno a la eutanasia por parte de la Corte Constitucional
Colombiana. El obispo auxiliar de la Arquidiócesis de Bucaramanga, monseñor Juan
Vicente Córdoba, experto en bioética y ex decano de la facultad de Medicina de la
Universidad Javeriana, sostuvo que desde el punto de vista católico la vida sólo le
pertenece a Dios y que el hombre no puede sentirse poseedor de su vida o la de los
demás. El prelado también deja en claro que si bien la Iglesia Católica acepta que no se
debe mantener artificialmente la vida en casos especiales, para la cristiandad el derecho a
la vida prevalece sobre la autonomía, pues uno puede ser autónomo, pero no en la esencia
de la vida que nos fue dada (12).
La idea sobre la eutanasia, el suicidio y el aborto ha prevalecido hasta nuestros días, y es
ratificada encíclica tras encíclica, a medida que se han sucedido los papas, especialmente
los del siglo XX, con Juan Pablo II a la cabeza de una gran cruzada universal a favor del
derecho a la vida. Posición que desde luego también es mantenida frente a la guerra y
frente a otras formas de atentar contra la vida, como los etnocidios. Este aspecto es el que
caracteriza la posición monolítica de la Iglesia Católica.

6
Ídem Pág. 402
Finalmente, el surgimiento de una tradición laica con fuertes bases humanísticas, desde
comienzos del siglo pasado mostró interés por la eutanasia y por sus implicaciones
morales, políticas y jurídicas (13). Esta tradición surge en la sociedad occidental en los
años 30 del siglo XX, especialmente en Inglaterra, en donde un grupo de intelectuales y
científicos redactó un proyecto en el cual se pedía la legalización de la eutanasia, por
considerar que el tema era de incumbencia del sujeto con autonomía moral. El proyecto
fue rechazado por las Altas Cámaras. El movimiento para la legalización de estas prácticas
siguió en aumento y creó en 1935 la Asociación por la Legislación de la Eutanasia
Voluntaria, mas tarde conocida simplemente como Asociación para la Eutanasia. Poco
tiempo después se fundó otra asociación con idéntico propósito en Estados Unidos 7.

Después de estos dos eventos, este tipo de asociaciones no han dejando de aparecer en
todas las sociedades del mundo, además de Europa y América. También en Israel y Japón;
incluso en Asia y Oceanía, en donde actualmente se discute y debate el tema de la
eutanasia desde una visión laica. Con iguales propósitos también se crearon asociaciones
en América Latina, y desde la década de los 80, en Colombia.

El concepto de laico es utilizado como contrario a dogmático (14) y conlleva la no-


religiosidad. La bioética es laica porque presupone la idea de un pluralismo de valores [...]
de grupos e individuos, sean o no sean creyentes 8. Al igual que en otras éticas, la bioética
laica parte de un cuerpo de principios que tienen como fundamento el respeto de la
ciencia y el reconocimiento de que la misma contribuye al progreso de la humanidad. De
esto se desprende el amor por la verdad y el recelo de toda intromisión dogmática en
cuanto a lo que se debe y no se debe investigar.

El énfasis de la bioética laica puesto en la autonomía moral reconoce la dignidad del ser
humano y en consecuencia postula que todo hombre es igualmente digno, y ninguna
autoridad sobre él puede decidir su salud y su vida. Para garantizar esta autonomía es
necesario el derecho a la información. El mismo principio de autonomía moral obliga al
respeto de las convicciones religiosas del sujeto humano, pero se aparta de la idea que la
fe pueda prescribir soluciones precisas a los problemas de bioética.

Los principios de la bioética laica también revindican la calidad de vida como criterio de
salud. Por eso, frente a la eutanasia la ética laica postula que si no se garantiza el
bienestar del paciente el individuo tiene derecho a vivir y morir con un mínimo de
sufrimiento posible.

7
La Asociación Derecho a Morir Dignamente (DMD) de España pública en su portal de Internet un boletín
dedicado a la eutanasia. En él aparecen no sólo notas y artículos españoles, sino que por el contrario, reseña
en sus páginas la actualidad mundial sobre el tema. Por tratarse de ser uno de los portales más actualizados
y mejor orientados, pues además de las consideraciones médicas, dedica buena parte a los aspectos legales
en el ámbito internacional, fue una de las fuentes principales de información. Para este trabajo se
consultaron las notas que aparecen desde mayo de 2001 hasta junio de 2006.
8
El manifiesto de la bioética laica. En este documento se encuentran los fundamentos y principios de la
tradición laica.
Perspectivas actuales
Aunque en la actualidad las cuatro tradiciones descritas se mantienen, incluida la
esculapia (vg. los paseos de la muerte, una verdadera muestra de eutanasia social) la
reflexión sobre la eutanasia proviene básicamente de tres fuentes: religiosa, jurídica, y
médica. Como se dijo anteriormente, el punto de vista espiritual, especialmente el que
procede del catolicismo, se fundamente en una visión vertical e inamovible sobre la
mayoría de los asuntos bioéticos, siendo particularmente sensible en el caso de la
eutanasia y del aborto, los cuales en las ideas modernas de los grupos de orientación
religiosa son asimilados al asesinato.

Las otras dos miradas, la del derecho y la de la misma medicina se van a caracterizar por
su adhesión a la ética principialista (15) de Beauchamp 9, especialmente a los principios de
beneficencia y autonomía. Puede decirse que las posiciones prevalecientes en estas dos
disciplinas, actualmente en los ámbitos internacional (aun en aquellos países en donde ha
sido despenalizada) y nacional sobre la práctica de la eutanasia están divididas, por un
lado entre aquellos que se orientan por el principio de beneficencia, argumentando el
derecho a la vida, como el máximo bien, mientras que del otro, se encuentran los que
hacen prevalecer la dignidad humana, pues consideran que una vida sin bienestar y sin
libertad, parafraseando a Sócrates 10 no merece ser vivida (16), y en tal sentido, defienden
los derechos del enfermo a decidir sobre su propia vida cuando sus facultades mentales y
físicas le permiten tomar decisiones de una manera libre y conciente, conforme al
principio de autonomía. Es decir, su posición la asumen desde una ética laica.

En el marco legal, los juristas se debaten entre la autonomía y la beneficencia para su


legalización o penalización en los respectivos países en donde actualmente se estudian
leyes al respecto. Hay que tener en cuenta que muchas legislaciones, incluida la
colombiana, establecen marcos jurídicos sobre temas como el aborto y la eutanasia, y
otros asuntos bioéticos apoyados mas en consideraciones de tipo religioso, que jurídico y
científico. Esta contradicción es la que se trata de resolver en los Estados Sociales de
Derecho, con una mirada más secular, como sucede en la Comunidad Europea, y
actualmente en Colombia

La situación jurídica de la eutanasia en algunos países diferentes al nuestro, ha sido más


definida y por lo tanto, deja a los médicos en condiciones menos ambiguas respecto a
ciertos procedimientos considerados eutanásicos. En Francia el tema se abordó
directamente en noviembre de 2004 cuando Vincent Humbert, un joven tetraplégico de
20 años, en una carta dirigida al presidente Jacques Chirac, invocó el derecho a morir (17),
y en un best-seller publicado en su país con el título de Pido el derecho a morir activó el

9
Los principios en los cuales se fundamenta esta ética son: Beneficencia, Autonomía y Justicia.
Recientemente se incorporó el de No-Maleficencia.

10
Sócrates solía decir que “una vida que no se piensa, no merece la pena ser vivida”. Esta reflexión es citada
por David Hothersall en su libro Historia de la Psicología Pág. 24
debate público sobre el tema en su país. Mas recientemente con el caso del doctor Joël
de Bourayne, acusado del asesinato de nueve personas, la justicia francesa clarificó la
responsabilidad de los médicos, cuando un juez de instrucción produjo un sobreseimiento
de dicho caso en febrero de 2005 en cuyo texto afirmaba que: lejos de librarse a prácticas
eutanásicas criminales, el doctor de Bourayne en realidad, inscribió su acción en un
procedimiento de cuidados paliativos para el conjunto de enfermos en fase terminal (17).
El 12 de abril de 2005, finalmente el Parlamento francés adoptó una proposición de ley
que no legaliza la eutanasia, pero define el derecho a dejar morir a los enfermos sin
esperanza de cura o en fase terminal.

En España a pesar que la práctica de la eutanasia en el Código Penal 11 (2) se halla tipificada
como delito bajo la figura del homicidio o instigación al suicidio, el debate es intenso
luego de la muerte del marinero Ramón Sampedro (ayudado a morir por su amiga
Ramona Maneiro), y deja al descubierto varias pociones diametralmente opuestas. Por un
lado está la posición de la Iglesia y de los grupos religiosos y de las asociaciones de
médicos católicos; por el otro, la sociedad laica, representada en una organización muy
sólida y activa, la Asociación Derecho a Morir Dignamente, que promulga por una
legislación civil en asuntos de eutanasia.

Teniendo en cuenta la autonomía provincial española, cada una de las diferentes


comarcas autonómicas ha desarrollado su respectiva legislación o está trabajando
activamente en la misma, unas con el afán de aprobar una ley, otras, por el contrario, para
rechazarla. En lo que sí existe acuerdo entre los diversos sectores españoles es que la
práctica de la eutanasia, tanto la directa activa, como la pasiva, va en aumento, y es cada
día mas aceptada y solicitada por un mayor número de españoles, a pesar de la
prohibición legal, como lo demuestra el recurso a los Testamentos Vitales, de acuerdo con
la DMD española y con la DMD colombiana (3).

En países como Holanda existe una ley desde 2002, aprobada por el 85% de la sociedad
que se pronunció a favor de la despenalización de la eutanasia pasiva y del suicidio
asistido, y en Suiza, donde en algunos cantones existe en la legislación la figura del suicidio
asistido. En Inglaterra, en cambio, el suicidio asistido es castigado hasta con 14 años de
prisión, a pesar de ser el primer país de Europa que habló sobre la eutanasia. En
Alemania, la administración de un fármaco mortal se asimila a un homicidio. Pero la Ley
admite la eutanasia pasiva, es decir, el cese de tratamientos destinados únicamente a
prolongar la vida cuando el enfermo manifieste claramente su deseo de que así se haga.

En Bélgica, una ley de mayo de 2002 despenalizó, bajo ciertas condiciones la eutanasia
médica, “la aplicación legal actual concierne mensualmente un poco menos de 40
personas” afirma el doctor Philippe Maaseen, quien además sostiene que “legalizar para
humanizar, es posible” (18)

11
El artículo 79 del Código Penal español citado por Romina P. Ocampo En la página Web de la Universidad
de Buenos Aires llamada Bioética y Derecho.
En otros estados de la Unión Europea como Noruega y Suecia también se trabaja
intensamente en leyes que se dirigen sobre todo al derecho de los enfermos, en donde
desde luego se considera el derecho a morir dignamente.

En Asia y Oceanía a raíz de casos concretos tanto en Hong Kong, como en Nueva Zelanda
el tema de la eutanasia se ha convertido en asunto de debates públicos; y en Israel, en un
fallo sin precedentes jurídicos en ese país, en donde la eutanasia sólo se permitía, si el
enfermo lo solicitaba o lo había formulado por escrito (Testamento Vital), el Tribunal del
distrito de Tel Aviv accedió, a que un enfermo incurable de 71 años fuera desconectado, a
petición de su esposa, y de los equipos médicos que lo mantenían artificialmente con vida
(13).

En Colombia la divergencia jurídica en torno a la eutanasia se protocolizó en mayo de


1997 cuando se demandó ante la Corte Constitucional (19) una norma del Código Penal
del artículo 326 (20), que aludía al “homicidio por piedad” 12. En ese primer debate en la
Corte las posiciones de los magistrados enfatizaron aspectos diferentes para la toma de
sus posiciones. Algunos como José G. Hernández y Eduardo Cifuentes argumentaron que:
el derecho a la vida está por encima de la libertad declarándose abiertamente a favor del
principio de beneficencia. Otros como Jorge Arango y Carlos Gaviria por su parte,
consideraron que una vida sin libertad carece de sentido haciendo prevalecer el principio
de autonomía.

Once años después de que la Corte Constitucional legalizara la eutanasia en Colombia, el


Congreso de Colombia aprobó en septiembre de 2008 en el primero de cuatro debates el
proyecto de ley que reglamenta la aplicación de la eutanasia en Colombia y establece
como obligación del Gobierno prestar servicios de cuidados médicos paliativos para los
enfermos terminales.

Con una votación de once a favor y tres en contra, el proyecto superó por primera vez el
debate inicial en la comisión primera del Senado (cámara alta). Desde entonces, su
aplicación ha sido aplazada en repetidas ocasiones en el legislativo (21).

A pesar que el debate sigue aun en pie, es un tema que no tiene un soporte jurídico claro.
De acuerdo con dos médicos colombianos, el doctor Juan Mendoza Vega, presidente de la
Fundación Pro Derecho a Morir Dignamente (en Colombia), y el doctor Fernando Sánchez
Torres, Presidente del Instituto Colombiano de Estudios Bioéticos, dicho fallo no resuelve
nada y más bien, deja a los médicos en el limbo jurídico. Para el doctor Mendoza Vega
todavía no tenemos legislación al respecto. En una entrevista concedida al diario El
Tiempo (22) afirma: me preocupa que apresuradamente introduzcan una legislación que
pueda confundir los términos y adoptar por Ley definiciones no totalmente ciertas, por eso

12
Un análisis desde el punto de vista jurídico de la Sentencia C239/97 y del Artículo 326 del decreto 100
de1980 y del numeral 2 del artículo 32 de la ley 599 de 2000 sobre el consentimiento del sujeto pasivo se
encuentra en el libro La eutanasia: eliminación del sufrimiento humano, de los doctores Eduardo Franco D. y
Jaime Robledo T Pág. 12-19.
pide a los legisladores que en el debate inevitable que se avecina sobre el tema, se
asesoren bien, que hagan debates muy serios antes de cualquier legislación. El problema
es que la vigencia de tan polémica sentencia quedó sujeta a la debida reglamentación
venida del Congreso de la Republica, lo cual ocho años después, no ha ocurrido (23).

La mirada de la comunidad médica sobre la eutanasia, tanto en el ámbito internacional,


como en el local no es coincidente. Hoy las dos posiciones se mantienen: la tradición
hipocrática y una tradición laica, caracterizadas cada una por el énfasis puesto en lo
deontológico y lo religioso la primera, y por la reivindicación de la libertad y la dignidad
humanas la segunda. Sin embargo, y de acuerdo con las encuestas 13 realizadas por
organizaciones médicas y laicas, el porcentaje de los médicos a favor de la eutanasia
pasiva está incrementando en el mundo entero.

En España (24), una encuesta realizada por el Centro de Investigaciones Sociológicas para
el Senado de la Republica, con 1057 médicos sobre su posición con respecto a la
eutanasia, mostró que seis de cada diez médicos está a favor de la eutanasia. La misma
situación se encuentra en los demás países de la Comunidad Europea, en los cuales, se
han aprobado leyes sobre la despenalización de la eutanasia, y en donde las
organizaciones médicas han jugado un papel determinante, como en el caso de Holanda,
de Bélgica, de Francia y de Suiza, invocando para ello las libertades individuales y los
derechos de los enfermos, un gran sector, mientras que otro sector se aferra a la
beneficencia y a los preceptos religiosos, como es el caso de la comunidad de médicos
católicos de Cataluña y también los del Vaticano. La misma diferencia de criterios se
encuentra en la comunidad médica colombiana.
En Colombia, los médicos también se posicionan en la polaridad entre beneficencia y
autonomía. El doctor Javier Gutiérrez Jaramillo (25), asume una posición basada en los
principios de Beauchamp, y entre la autonomía y la beneficencia, opta por esta última
cuando se pregunta sí: ¿Somos acaso dueños de nuestra propia vida o de la vida de los
demás? . Y apoyándose en una premisa de su mentor religioso, a quien cita, responde
que: no podemos disponer de nuestra propia vida.

Para justificar la elección por la beneficencia, mas adelante el doctor Gutiérrez afirma
que: es cierto que uno de los principios éticos es la autonomía del paciente, pero no hay
ninguna autonomía absoluta. Mi autonomía puede tener el límite de la autonomía de los
demás. Si yo pido autónomamente que se termine con mi vida, esto chocará contra la
autonomía de mis familiares y de mi médico tratante.

Su posición es decididamente en contra de la eutanasia directa activa, por eso reconoce


que Siempre se debe buscar el bien del paciente (principio de beneficencia) y hay
situaciones en donde dejar llegar la muerte, no el producirla, es la mejor solución para ese

13
El boletín de la DMD reseña varias encuestas y sondeos realizados tanto en España, como en diferentes
países del mundo. Las encuestas se realizaron a médicos, abogados, y personas del común. Los resultados de
algunas de ellas realizadas entre 1991 y 2005 aparecen en la sección Encuestas y Estadísticas del mismo
boletín.
paciente en su etapa final... por que, no es lo mismo: Déjeme morir doctor, que máteme
doctor. Este punto de vista es acogido por el doctor Luis Augusto Gómez Díaz, coordinador
de Internado de la Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma de Bucaramanga
(UNAB), para quien provocar la muerte es una actividad contraria a la ética profesional y
algo para lo cual no estamos formados, pues nos preparamos para preservar la vida, en
las mejores condiciones posibles. (26)

Una visión contraria es expresada por otros galenos. En una entrevista con el diario el
Tiempo de Bogotá, el doctor Juan Mendoza Vega (27) respondiendo a la pregunta de sí:
¿la vida es una obligación o un derecho?, afirmó que: En algunos casos, cuando el enfermo
vive en condiciones infrahumanas y no hay manera de ayudarle, tiene derecho a resolver
que no quiere seguir viviendo. Soy liberal y sacrifico lo que sea necesario con tal de que las
personas tengan derecho a sus libertades. Y disponer de sus vidas es una libertad.

Fernando Sánchez (28), conocedor de la actual situación jurídica de la eutanasia en


Colombia, asume una posición mas en concordancia con las éticas laicas y racionalistas y
sostiene que: no me he opuesto a la práctica de la eutanasia médica, pues considero una
opción de muerte que tiene cabida en excepcionales circunstancias, sin embargo, teniendo
en cuenta que las consideraciones legales podrían traer mas complicaciones que
beneficios para los médicos se pregunta si: ¿ No será mejor que se dejen las cosas como
están, que sea la conciencia del médico, su buen juicio, la que le otorgue licencia para
hacer en silencio y con inteligencia lo que considere correcto?, es decir, seguir las
orientaciones del doctor Gregorio Marañón en el quehacer médico: La conducta la
impone cada caso y la resuelve, si el profesional es digno de serlo, su propia conciencia y
nada mas, es decir, obrar con libertad y ejerciendo su juicio autónomo.

Conclusión
Desde Homero hasta nuestros días, el problema de la eutanasia ha rondado el espíritu de
la comunidad humana. También desde la más remota antigüedad la sociedad ha estado
dividida respecto al significado atribuido a dicha práctica, como resultado de las
concepciones de Esculapio, de Hipócrates, de Santo Tomás y en los últimos tiempos de la
bioética laica.

Creo que las diferentes concepciones sobre temas bioéticos, filosóficos y científicos debe
mantenerse, pues la diversidad enriquece, mientras que la exclusividad restringe. En lo
que si no se puede estar de acuerdo es con las concepciones unilaterales o totalitarias. En
los Estados laicos, aunque respetuosos de los diferentes credos religiosos, y de otros
dogmas, por ser una sociedad plural, son los principios civiles los que buscan determinar
el ordenamiento jurídico de los mismos. La vocación humanista 14 del Estado Social de
Derecho reconoce en cada ser humano un sujeto de responsabilidad, un sujeto de razón y
14
El humanismo es el rescate y reivindicación de la libertad, de la autonomía y de la dignidad humana, en
tal sentido se convierte en el soporte filosófico de cualquier sociedad laica. En el caso del Estado
colombiano, la Constitución de 1991 consagró el respeto a la dignidad de la persona humana, como el valor
supremo de nuestro ordenamiento jurídico.
de conciencia, es decir, un sujeto de libertad, apartándose de las concepciones basadas
en la fe o en los dogmas de cualquier naturaleza, que hacen del hombre un ser
determinado.

En la actualidad es en la aplicación de la eutanasia voluntaria, más que en la práctica de la


eutanasia directa activa, donde se encuentran los puntos divergentes de las diferentes
posiciones revisadas anteriormente, y en donde surgen tanto para el médico, como para
el paciente, los dilemas, bien sean éticos o jurídicos. El dilema es producto de
concepciones diferentes frente a la vida. De un lado están los que creen que por no ser la
vida un bien propio, debe ser tutelada religiosa o jurídicamente. Es decir, ven la vida
como una obligación. Del otro están los que sostienen que, precisamente por ser el único
bien que realmente nos pertenece, podemos disponer del mismo en plena libertad y
autonomía, es decir, que es nuestro derecho el vivir la vida como mejor nos parezca. Y si la
existencia que se nos ofrece no es la mejor, tener la opción de elegir entre seguir viviendo
o morir.

En esa dirección, desde una ética laica todo acto individual es producto de la libertad y de
la autonomía, por tanto, el sujeto asume plenamente la responsabilidad del mismo. Sin
embargo, los actos de un individuo deben considerarse en relación con las consecuencias,
como psicológicos (con implicación individual), morales (con implicación ética) o jurídicos
(con implicación legal). De acuerdo con esta clasificación, la eutanasia, cuando es
voluntaria, entra dentro de los actos psicológicos y por lo tanto la solicitud por parte del
paciente, como la respuesta por parte del médico hace parte de la categoría de conductas
autónomas y no deberían ser objetos de consideración de otras instancias.

Los médicos laicos, más acordes con el concepto moderno de salud que incluye tanto la
autonomía, como la solidaridad y el bienestar, no están de acuerdo con el mantenimiento
innecesario de la vida (distanasia) porque riñe con dichos criterios.

De acuerdo con ellos, allí donde se disminuyen los estándares de la calidad de vida, se
afecta la dignidad humana. Para el médico laico es tan válido el derecho a la vida digna,
como también, a la muerte digna. En el caso de la eutanasia vale entonces preguntarse,
invocando los principios de la bioética laica, si de lo que se trata en última instancia es de:
Salvar la vida o de prolongar la agonía. Este dilema lo debe resolver el médico desde su
real saber y entender y el paciente desde su propia libertad.

Referencias
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Las referencias de periódico deben tener el autor y título del artículo como sigue:

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