Obstáculos para Una Buena Comunicación
Obstáculos para Una Buena Comunicación
Obstáculos para Una Buena Comunicación
Cada uno de nosotros suele considerar con frecuencia que se está expresando claramente y
que su comunicación es adecuada, pero eso no es así. ¿Cómo nos damos cuenta?
Básicamente porque los demás nos miran, nos preguntan, nos responden de una forma
distinta a lo que esperábamos, etc. Así, nuestras palabras, actitudes o silencios tienen
consecuencias, aunque no nos demos cuenta.
Para poder expresarnos de la mejor manera posible y a la vez, obtener los resultados
deseados, es preciso, antes de hablar, preguntarnos lo siguiente: ¿Qué es lo que
realmente quiero decir?, ¿Cómo lo voy a decir (o lo estoy diciendo en ese momento)?,
¿Para qué lo quiero expresar?, ¿Estoy comenzando la conversación en el sitio y situación
correctas?
Son muchas las razones que no nos permiten entablar una charla, debatir de una manera
más eficiente, amena, natural o simplemente transmitir aquello que queremos comunicar a
nuestro interlocutor. La comunicación también tiene sus entresijos. Los principales
obstáculos que impiden una buena comunicación son:
Insinuar quiere decir dialogar de manera poco clara, esperando que la otra persona se
dé cuenta o interprete qué es lo que estamos hablando. Pero no es posible que eso
siempre ocurra, ya que el interlocutor (u oyente) no tiene una bola de cristal o no nos
conoce lo suficiente.
Si no hablamos claramente, el otro puede interpretar cualquier cosa, lo que sin duda,
no es favorable. Incluso cuando llevamos mucho tiempo conviviendo con otra persona es
recomendable ser claro y expresar lo que queremos sin dejar que el otro lo adivine y que
nosotros supongamos sobre su comportamiento.
Hay que saber cuándo decir las cosas y de qué manera. No todos nos levantamos
siempre con una sonrisa o hemos tenido un día bonito por lo que es importante analizar el
contexto y el estado de ánimo de la persona receptora de nuestro mensaje.
Además, no todos tenemos las mismas capacidades, por ejemplo, uno puede ser bueno
hablando, el otro escuchando. Reconoce en tu interlocutor de qué perfil se trata. Dirigirte de
una manera incorrecta es tu problema, no el del otro y si sabes que esa persona es mejor
“oyente”, no intentes sacarle información, hacerle preguntas, pedir opinión. Respeta como
es la otra persona y deja que solo hable cuando lo desea o crea necesario.
No escuchar
No escuchar es casi un hábito universal. A menudo, mientras simulamos “escuchar”
estamos pensando en qué vamos a decir. Practicar la habilidad de la escucha es más
difícil de lo que parece y sino puedes comprobarlo…
Suponer
Mal de muchos es suponer lo que el otro nos está diciendo o pensando. ¿Realmente crees
que porque conozcas a esa persona durante mucho tiempo puedes adivinar lo que tiene en
su cabeza? Suponer es crear una historia con tus percepciones personales…
Una comunicación importante necesita un sitio y una hora adecuadas. Y sobre todo,
que sea privada. Los expertos dicen que para saber cuándo y dónde discutir o tratar un
tema con delicadeza, pienses que en lugar de hablar vas a desnudarte. ¿Queda bien que lo
hagas en un restaurante, en frente a tus padres o en el autobús? Pues si tu respuesta es no,
tampoco es sitio para comenzar una discusión.
Ten cuidado, igualmente, en no dejar que pase el tiempo sin hablar del tema, porque
conlleva a acumular odios y tensiones, olvidar qué es lo importante y pasar malos
momentos mientras tanto.
Tener orgullo
El orgullo genera consecuencias en nuestras relaciones personales. En ocasiones,
tendremos que ceder o dar nosotros el primer paso, no podemos esperar a que el otro
sea siempre el que comience. A nuestro ego le encanta que se dirigen hacia él para
engrandecerse pero tenemos que saber hacerle sombra.
DESARROLLO
Lo solucionaría haciéndole caer en cuenta que no era el sitio ni el lugar ya que para todo
hay espacio y tiempo.