La Cuna Vacía. El Doloroso Proceso de Perder Un Embarazo
La Cuna Vacía. El Doloroso Proceso de Perder Un Embarazo
La Cuna Vacía. El Doloroso Proceso de Perder Un Embarazo
M. Àngels Claramunt
La cuna vacía
El doloroso proceso de
perder un embarazo
Primera edición: junio de 2009
ISBN: 978-84-9734-850-8
Depósito legal: M-18.418-2009
Fotocomposición: J. A. Diseño Editorial, S. L.
Fotomecánica: Unidad Editorial
Imposición y filmación: Preimpresión 2000
Impresión: Rigorma
Encuadernación: De Diego
Impreso en España-Printed in Spain
Índice
Agradecimientos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 13
Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 15
7
Sentirse madre . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 79
Conclusión: normalizar las pérdidas . . . . . . . . . 80
8
Probabilidad de que abortos consecutivos sean
de la misma causa . . . . . . . . . . . . . . . . . . 244
Principales causas de muerte . . . . . . . . . . . . . . . 245
Abortos recurrentes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 257
Abordaje de las pérdidas en el primer trimestre . . . 267
Abordaje de las pérdidas en el segundo y tercer
trimestres . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 273
Abordaje psicológico (cómo deben actuar los
profesionales en la asistencia al parto para
ayudar a sobrellevar mejor el duelo) . . . . . 276
Principios para el cuidado de personas afectadas
por muerte fetal . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 281
En caso de aborto, ¿cuánto esperar para un
nuevo embarazo? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 284
Cómo optimizar la probabilidad de quedar
embarazada de nuevo . . . . . . . . . . . . . . . . 284
El ciclo menstrual: un equilibrio perfecto . . . . . 285
La gráfica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 293
Glosario . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 303
Bibliografía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 327
Direcciones de interés . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 333
9
A los no nacidos, a los que vivieron sólo en el seno
materno y a sus madres que los amaron.
13
mediante las asociaciones y los foros como El Parto Es Nuestro
y Superando un Aborto.
14
Introducción
15
Las pérdidas son procesos que afectan a muchos aspectos
de la vida: fisiología, emoción, duelo, relación de pareja, rei-
nicio del ciclo y un largo etcétera, que debe ser tratado en su
totalidad.
Esta obra se dirige a las madres que están pasando o ya
pasaron por pérdidas perinatales; a los padres de estas criatu-
ras que murieron sin haber tenido vida aérea o teniendo muy
poca; a sus familiares y las personas cercanas; a los profesio-
nales que atienden a estas mujeres: comadronas, doulas, pro-
fesionales de la medicina, de la ginecología, específicamente,
de la psiquiatría y psicología; a las personas que se dedican a
apoyar en el duelo, a cualquier persona interesada en conocer
con detalle gran parte de los aspectos relacionados con este
tema.
El libro lo componen cuatro grandes apartados: la vivencia
de las madres; el punto de vista psicológico con respecto a la
madre y el padre; el enfoque desde la perspectiva de los acom-
pañantes, sanitarios, familiares, etc. y los detalles médicos.
En el primer apartado, dedicado a las pérdidas en primera
persona, elaborado por M. Àngels Claramunt, repasamos los
lugares comunes de las pérdidas desde la perspectiva de las ma-
dres y desde la propia experiencia de la autora y el conocimien-
to que le aporta el hecho de compartir con otras muchas mu-
jeres sus respectivas vivencias. Aparecen testimonios ilustrativos
de las cuestiones abordadas. La falta de validación, la búsque-
da de ayuda, la empatía y el acompañamiento adecuado, la
información, el apoyo en Red, el sentimiento de culpa, el en-
torno, la atención recibida, el maltrato, la infertilidad, el nue-
vo embarazo, los miedos y las incertidumbres, la necesidad de
conocer las causas, la capacidad de sentirse madre de todos
modos son algunos de los temas tratados en esta parte.
16
En el segundo apartado, escrito por Mónica Álvarez, se
enfoca la pérdida desde el punto de vista psicológico. Rituales
para la pérdida, celebración, sanación y crecimiento. En una
sociedad que vive las pérdidas gestacionales como algo físico,
que «se cura, se olvida, se esconde», tratamos de ver este fenó-
meno desde un punto de vista normalizador y, por añadidura,
terapéutico. Desgranamos las diferentes facetas personales des-
de las que se vive la pérdida y cuál sería el modo ideal de abor-
darla. Proponemos la creación de rituales como modo nove-
doso de sanar el universo cuerpo-mente-espíritu de la madre
y del padre, y de equilibrar las relaciones familiares, que pu-
dieran verse comprometidas de un modo u otro. La otra cara
de la muerte es la vida, y siempre que se sale de una encruci-
jada vital se sale crecido, más maduro y fuerte. Proponemos
celebrar la vida desde la vivencia consciente de la pérdida, para
no retrasar los duelos, ni posponer la sanación, ni retrasar el
momento de enfrentarse a la verdad personal.
En la tercera parte, Rosa Jové nos explica cómo acompañar
emocional y psicológicamente este proceso. Va dirigido tanto
a profesionales que participan en estos momentos (ginecólo-
gos, enfermeras, psicólogos) como a familiares que quieren
ayudar a sus seres queridos. Saber dar una mala noticia, así
como las cosas que podemos hacer y las que debemos evitar en
cada momento harán que las personas en duelo se sientan me-
jor y las que les rodean se sientan útiles. Es una herramienta
imprescindible para todo aquel que trabaje en el duelo y quie-
ra ayudar de forma efectiva.
Hay una mención especial en el capítulo dedicada a los
más pequeños: a esos hermanos que también pierden a un her-
manito. Rosa Jové, como psicóloga infantil, no se olvida de
ellos. En este sentido, es una de las primeras veces que se abor-
17
da este tema, ya que en la mayor parte de los textos sobre due-
lo en padres que acaban de perder un bebé se focaliza mucho
la ayuda en los propios padres (¡cómo no!), pero se olvida a los
más pequeños de la familia.
En la última parte, Emilio Santos, como ginecólogo y psi-
quiatra, aborda los aspectos médicos, buscando formas de
atender la muerte fetal o embrionaria con la mínima interven-
ción posible. Este abordaje se hace desde el respeto a la opción
elegida por la mujer que lo padece. Por un lado, se relatan las
de tendencia más intervencionista, entendiendo que la muer-
te de un embarazo es un proceso que causa sufrimiento y que
es normal querer evitar dicho dolor; ésta es la razón por la que
muchas mujeres, cuando han perdido a un bebé en su útero,
quieran evitar vivir el proceso y busquen en su ginecólogo a
alguien que se lo «saque» cuanto antes, en un centro donde el
proceso pase de la forma más rápida y menos dolorosa posible,
respetando también a esos muchos profesionales que creen
ayudar cuando tratan de medicalizar el proceso para hacerlo
rápido y pasajero. Por otro lado, se relatan también los abor-
dajes de tendencia menos intervencionista, entendiendo que
el hecho de querer huir de los procesos emocionales suele ser
un deseo de tapar lo que podría representar una patología tí-
pica de nuestra sociedad avanzada. En esta perspectiva, los
tiempos y ritmos de los procesos vitales son importantes. Para
una mujer, vivir plenamente el proceso de pérdida de un em-
barazo puede ser un camino de maduración personal y de
aprendizaje, además de que se eliminan intervenciones (legra-
dos) que pueden constituir una agresión a un órgano que, para
muchas mujeres, representa el centro de su sexualidad.
Perder un bebé en gestación produce en la madre un vacío
enorme, no suficientemente validado ni comprendido por el
18
entorno familiar, social ni médico. Consecuentemente, existe
poca bibliografía al respecto. Hemos querido elaborar un ma-
nual que contenga todo lo que se puede abordar, hoy por hoy,
sobre este tema, con la intención de normalizar y dar el justo
interés a una cuestión de suma trascendencia en la vida repro-
ductiva de la mujer, de la pareja.
Entendemos el título La cuna vacía simbólicamente: la
imagen de unos padres desolados que se quedan vacíos. Como
vacío siente la madre su útero, la única cuna que conoció su
bebé, ya que sólo vivió en su seno. Los padres tal vez encuen-
tren una cuna real a su regreso a casa, y un armarito con ropa,
cajas de pañales, peluches, regalos varios que habrá que guar-
dar o retirar como parte del proceso de duelo. El título alude
a una madre cuyos pechos rebosantes no encuentran el con-
suelo de un pequeño que se sacie en su regazo; a un útero que
estaba pleno hasta hacía unas horas y que ahora se encuentra
«vacío», llorando lágrimas de sangre; a los brazos de unos pa-
dres que ya no acunarán a su pequeño entre leche y arrullos.
No hemos querido escribir un libro que se quede sólo en
la tristeza de la pérdida. Necesitamos saber, crecer, indagar.
Nos atrevemos, por fin, a estudiar, analizar y tratar en profun-
didad todo lo relacionado con la muerte perinatal. Con la es-
peranza de que sea un incentivo para que otros muchos sigan
tratando aspectos diversos relacionados con este tema, con el
deseo de poder ayudar a las personas afectadas o interesadas,
con la certeza de que, en lo que respecta a las pérdidas, a su
acompañamiento, sólo cabe ir a mejor.
19
i
M. Àngels Claramunt
Lo único que nos cura de un sufrimiento es vivirlo a fondo.
MARCEL PROUST
23
gente lo dice con buena intención, pero me hacen más daño
aún.
Durante las pocas semanas que ha estado en mi vientre me
sentí tan contenta, tan ilusionada, que doy gracias por ello y
espero que este sentir mío le haya llegado de algún modo.
No paro de analizar qué pasó, por qué ocurrió. Nadie lo
sabe, pero me siento culpable de lo sucedido. Es como si hu-
biese entrado en otra dimensión, donde veo las barrigas y los
bebés enormes, y todo lo demás pequeñito. Deseaba tanto a
este hijo, había hecho tantos planes… y ahora me ahogo en
ellos, me pierdo con él.
Es tan duro. Los hijos nos enseñan muchas cosas, también
los que se van tan pronto, me dicen mujeres sabias. De momen-
to sólo puedo llorar. Poco a poco…
Este hijo que he perdido siempre será mi bebé, siempre
estará en mi corazón.
tema tabú
24
Esta indiferencia social hacia la pérdida perinatal ha im-
pedido que las mujeres transmitan la sabiduría de su vivencia
de generación en generación. Se ha escondido de tal modo
que incluso en muchas ocasiones los hijos ignoran los abortos
de sus madres. En la actualidad, en la era de la «sexualidad
abierta» y supuestamente sin tabúes, se continúan escondien-
do los abortos. Las mujeres cuentan sus embarazos exitosos,
pero silencian sus embarazos truncados. Las parejas de estas
mujeres, más todavía. Es sorprendente, por lo poco habitual,
que una mujer cuente que ha tenido tres hijos y dos abortos,
por ejemplo. En la importante exposición organizada por la
Fundación Santiago Dexeus, Mujer: un cuerpo, una vida,1 que
tenía como finalidad mostrar el universo femenino desde el
punto de vista fisiológico, científico y social, ¡no se trataba
este tema!
Y los padres han sido excluidos: es como si la pareja no
perdiera a su bebé porque no lo lleva en su interior. Está tan
mal vista aun la expresión de sus sentimientos, que los hom-
bres no los exteriorizan. Y a su vez, no son tenidos en cuenta,
no se les pregunta cómo están, solamente por su mujer.
Al ser considerado como enfermedad, cualquier proceso
de la sexualidad femenina (el aborto espontáneo, la menopau-
sia, etc.), se impide al cuerpo de la mujer y a su psique vivir de
manera consciente estos procesos naturales, de modo que la
aceptación y el crecimiento personal que entrañan se ven alte-
rados por procedimientos medicalizados, por protocolos y no
se abordan desde la información a la mujer de todas las alter-
1
Exposición Dona: un cos, una vida, inaugurada en Barcelona en el marco
del Programa Ciencia 2007, celebrado en el Fòrum.
25
nativas posibles, porque existe una especie de prisa por desha-
cerse de esta «incomodidad».
En un curso sobre parto fisiológico impartido por Michel
Odent,2 el cirujano y obstetra explicaba que cuando se produ-
ce un aborto espontáneo, con el consecuente legrado, los mé-
dicos no se preguntan nada más. Vacían artificialmente el úte-
ro y bloquean el «cóctel» de hormonas que se ha puesto en
marcha de forma natural. Se están anticipando a un hecho que
venía o ya estaba ahí; con su consecuente secreción de oxito-
cina. Esta hormona tiene efectos en el comportamiento, pues
cuando se inhibe éste se modifica; se evita el torrente de hor-
monas naturales que intervienen en el proceso y se acentúa así
el riesgo de una enfermedad importante para la madre: la de-
presión. La oxitocina que segrega el cuerpo de forma natural
es un antidepresivo.
La prisa es mala compañera en cualquier situación, y en ésta
especialmente, porque la muerte vivida tan de cerca, vivida en
tu propio seno, paraliza. El respeto a los tiempos de la mujer va
a favor de un desarrollo del duelo más sano, de la aceptación,
más en armonía con la fisiología, con nuestra naturaleza. Una
pérdida perinatal casi nunca es una urgencia médica.
En ambientes sensibles a los temas relacionados con la ma-
ternidad también se da este tabú. Espacios donde se cuestionan
intervenciones obstétricas de rutina, no basadas en la evidencia
2
Curso sobre parto fisiológico, Barcelona, 2006, en el Programa de For-
mación de Doulas. Profesor: Michel Odent, cirujano, obstetra, fundador del
Centro de Investigación sobre la Salud Primal de Londres, cuyo objetivo es
estudiar la correlación entre lo que ocurre durante el periodo primario y la salud
y comportamiento posterior en la vida. Sus valiosos aportes a la humanización
se han publicado en sus 10 libros, en 19 idiomas.
26
científica, dejan de hacer preguntas de este tipo cuando se da
el caso de que el bebé intrauterino fallece. ¿Se debe inducir
inmediatamente el parto de un bebé muerto en el útero de su
madre? ¿Se realizará la episiotomía por rutina, para precipitar
la salida del bebé? Cuando el bebé muere, no se cuestiona la
praxis o se hace muchísimo menos. Respetar la fisiología en
estos casos no tiene por qué descartarse de entrada. Y quizás es
más importante que nunca, para evitar a toda costa que que-
den heridas físicas, cicatrices externas. Las lesiones internas van
a quedar con total seguridad, y es importante evitar que reste
cualquier otra. La máxima para las intervenciones obstétricas
de todo tipo debería ser la que reinó en la célebre Escuela Ofi-
cial de Matronas de Madrid: «No hacer daño».3
Una mujer que estaba buscando y preparando un parto
natural tendría que poder procurarse esa misma atención cuan-
do se encuentra con este terrible desenlace. Esa mujer se ve
obligada a hacer una gran renuncia, a su hijo, y no debería te-
ner que renunciar a nada más, si no es por razones médicas
basadas en la evidencia científica.
La mayoría de las veces, pues, se prescinde de la sabiduría
del cuerpo de la mujer para expulsar ese embarazo que, por la
razón que sea, no progresa, y el acontecimiento se vive sin vi-
virlo, con una rapidez antinatural, sin que la psique lo interio-
rice ni pueda procesarlo. Y, sobre todo, porque en la mayoría
de las ocasiones no se le ofrece a la mujer la posibilidad de ele-
gir, debidamente informada de todos los pros y los contras,
cómo quiere que se intervenga en su proceso de pérdida.
3
Consuelo Ruiz Vélez-Frías, Parir sin miedo, Ob Stare, Santa Cruz de
Tenerife, 2009.
27
Mi nombre es Natalia. El 30 de abril fuimos a hacer la prime-
ra ecografía de nuestro primer bebé. Todo iba muy bien, está-
bamos radiantes y plenos de amor. En un momento dado, la
doctora nos dijo que no iba bien y que el embarazo se había
detenido. Yo no podía parar de llorar, no me lo creía. Ella nos
daba las opciones de hacer un legrado o esperar. Inmediata-
mente sentí que debía esperar. Estuve cuatro días tirada sin
poder hacer otra cosa que llorar y pidiendo que saliera de mí.
Al cuarto día empecé a sangrar y, ya más tranquila, sentí que
podía recuperar la confianza, y que no quería pasar por una
intervención. Llamé a mi ginecóloga particular (que iba a
llevar todo el embarazo), desde el primer momento me apoyó,
y me explicó que los abortos pueden ser tan naturales como
el embarazo. Nos vimos, y su gran apoyo (es un ángel) me
devolvió la tranquilidad. Me explicó que no hay prisas ni pe-
ligros, que el cuerpo sabe cómo hacer este trabajo y me reco-
mendó esta página.4 Hizo una ecografía y el bebé está aún allí
aferrado…
Ayer estuve lista por primera vez para hacer mi ritual de
despedida. Me despedí de mi bebé, le dije que estaba preparada
para dejarlo marchar, y que su papá y yo siempre lo íbamos a
amar, que no tuviera miedo porque su alma siempre iba a estar
en nosotros, siendo parte de lo que viniera a partir de ahora.
También le di las gracias por haber estado en mí, aunque fuera
por poco tiempo, y permitirme sentir la maravilla, el placer de
ser mamá. Luego trabajé visualizando mi útero y pidiéndole
4
Se refiere al foro Superando un Aborto, http://groups.msn.com/superando-
unaborto. Los grupos msn han sido eliminados a partir de febrero de 2009. La
reubicación del foro Superando un Aborto es en http://superandounaborto.foro-
activo.com
28
que se abriera y que lo dejara ir, que se limpiara. Fue muy po-
tente lo que pasó, porque de dentro de mí salió una fuerza muy
grande que me obligó a moverme. Me dejé llevar y empecé a
tomar las posiciones que yo había imaginado que sucederían en
el momento del parto, sentía que de alguna manera necesitaba
vivir ese momento que había quedado inconcluso… Hoy me
siento más liviana y sin angustia…
Desde el primer momento que me enteré que estaba em-
barazada sentí que esto era un desafío a la confianza, a mi na-
turaleza femenina, a los procesos, a la entrega hacia la vida mis-
ma. Así lo viví, con todo mi ser, sin miedos. Habíamos
decidido hacer un parto natural, en casa, y estábamos disfru-
tando de tanto aprendizaje.
Nada salió como esperábamos, pero de alguna manera
siento que estoy viviendo el otro lado del mismo proceso,
porque dentro de la vida está la muerte, dos polaridades que
son una. Ahora creo que hacerme un legrado sería no permi-
tirle a mi organismo vivir este proceso, y que él lo concluya
con toda su sabiduría, cuando deba ser. Sería traicionarme a
mí misma, es como pensar que si las cosas salen bien puedo
apostar por parir de manera natural, y si salen mal o como no
esperábamos debo ponerme en manos de los que saben más
que yo.
También siento que todo esto es un desafío a la paciencia,
porque de alguna manera todos declaran que debes ponerte
bien «rápido». Durante este tiempo me he preguntado «¿rápi-
do?, ¿para quién?, ¿para qué?». Siento que este dolor no se irá
rápido, ni creo que haya que pretenderlo, y tampoco es un
proceso que se pueda cerrar de un día para otro. No puedes
sentirte embarazada un día y al otro, ya está, todo pasó. Siento
que es un duelo y simplemente hay que vivirlo y estar muy
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consciente de lo que necesitemos, estar a la escucha de nuestra
alma.
Hoy me siento tranquila, llevo ocho días de sangrado, aún
no se ha desprendido, sigo esperando… He leído las informa-
ciones de la página y han sido de gran utilidad, me han afir-
mado en mi decisión. ¡Gracias! A veces dudo sobre cuánto
debo intervenir, no sé si ayudar con acupuntura o algo de
homeopatía, o simplemente seguir confiando y dejar solo a
mi organismo. Ahora siento que necesito un poco más de
ánimo y apoyo para pasar esta espera, así es que si alguna
tiene información, rituales o lo que sea que piense que me
pueden ayudar, estoy abierta a sus consejos. Desde ya, muchas
gracias por estar y compartir, siento que estos encuentros nos
ayudan a todas, y entre todas contribuimos a que nuestra
alma se sienta mejor.
Natalia
30
tenerlo en cuenta. Las excepciones se cuentan con los dedos
de una mano en la bibliografía referida al embarazo. Embara-
zo seguro,5 libro de gran éxito y reconocimiento, escrito por dos
comadronas holandesas, es una de estas excepciones. Dedican
todo un capítulo a este tema.
Y nadie se prepara con antelación para algo así, únicamen-
te existe la posibilidad de tomar conciencia en el caso de que
las pérdidas hayan sido múltiples. El estado de perplejidad, de
shock, de tristeza y desesperación contribuye al «nublado»
de la mente y al entumecimiento del cuerpo por el gran dis-
gusto acaecido, y es mal momento para tener en cuenta todas
las opciones, se debe buscar una atención respetuosa con la
manera personal de enfocar la pérdida. Normalmente se da
poco tiempo y poca información.
5
Beatrijs Smulders y Mariël Croon, Embarazo seguro, Medici, Barcelona,
2001.
31
puede ser interrumpido dicho embarazo, y cuál es el procedi-
miento habitual de intervención del centro que informa. Y qué
pasa si no se interviene, sin coacciones ni presiones. Si ese bebé
no va a poder vivir fuera del útero, algunos padres pueden
plantearse que no es necesario apresurar el desenlace, que pre-
fieren esperar a que los hechos se sucedan cuando tengan que
suceder, cuando dicte la naturaleza. Es el planteamiento habi-
tual en caso de vida extrauterina.
Además, hay detalles importantísimos sobre los cuales los
padres deben poder decidir, si hay más de una sola opción:
¿cómo y cuándo le van a desencadenar el parto?, ¿cómo será
acompañada la mujer?, ¿qué se va a hacer con el cuerpo del
bebé?, ¿en qué lugar va a estar el padre?, ¿van a poder estar con
su bebé?, y si es así, ¿cuándo, cuánto y dónde? Se trata, en fin,
de decidir sobre la anestesia, poder acompañar al bebé si éste
vive un corto espacio de tiempo después del parto, etcétera.
Existe una clara asimetría en el reconocimiento de la dig-
nidad humana de una persona que muere después de nacer y
una que muere intrauterinamente. En el primer caso se consi-
dera normal la dignidad de los restos, en el segundo caso, no
siempre.
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zada, pero en el fondo tenía la esperanza de que, habiendo recu-
perado ese embrión, se podrían saber por fin las causas de mis
pérdidas, o al menos de ésa y a eso me agarré. Cuando al cabo de
unas horas fuimos a mi ginecólogo con el bote, lo abrió, miró
por encima lo que contenía, se dirigió al lavabo, abrió el grifo…
y le vi la intención. ¡Pegué un grito desesperado! ¡Iba a tirarlo
desagüe abajo! ¡No me lo podía creer! Alarmado por mi reacción,
volvió a depositarlo en el bote y me dijo que si lo quería, que ahí
lo tenía. A mí se me vino el mundo encima, porque se me esfu-
maba la esperanza de que lo que con tanto dolor había expulsado
y recogido no sirviese para nada. ¡Y era tratado de aquel modo
ante mis ojos! Y sigo sin entender nada, porque resulta que con
los avances actuales encuentran un pelo en el lugar de un crimen
y pueden saber millones de cosas de su propietario, mientras de
un embrión completo, en su tiempo de gestación… no se sabe
nada. ¡No me lo explico!
Poder enterrar esos restos fue un ritual que me ayudó mu-
cho en esos momentos.
María
33
Civil, para inscribir los nacimientos desde la ruptura del cor-
dón umbilical del nacido sin perjuicio del artículo 30 del Có-
digo Civil y concordantes: una proposición no de ley llamada
Reforma Amanda. Esta reforma se propuso para modificar el
reglamento del Registro Civil, que hasta ahora no permite re-
gistrar a ningún bebé que no haya vivido más de 24 horas fue-
ra del seno materno. La propuesta llegó al Congreso gracias al
esfuerzo de Georgina Rosell y su pareja, Joan, que después de
perder a su hija no pudieron registrarla. Amanda era el nombre
que habían elegido para ella. La proposición no de ley no se
materializó finalmente.6
La falta de reconocimiento de la dignidad humana de los
niños fallecidos en el vientre materno dice mucho sobre la rea-
lidad cultural y social, pero también es reveladora a nivel jurí-
dico. Claudia Carvajal7 habla de vulneración de los derechos
de los padres y de atentado contra la dignidad de las personas
que murieron en el vientre materno. Considera que valorizar
y enseñar el respeto a la vida pasa por entender en profundidad
la dimensión de la dignidad humana, que comienza con la
concepción, pero no termina con la muerte fetal, y reflexiona
sobre la dignidad humana de las criaturas muertas en el vientre
materno a partir de la actitud hacia la muerte intrauterina por
parte de la sociedad.
La forma en que se actúa con el cuerpo del bebé o con los
restos recogidos de un legrado varía de un centro hospitalario
6
Para profundizar en el tema: www.umamanita.es, web que surgió en
memoria de la hija de sus autores, Uma, que nació sin vida el 30 de diciembre
de 2007. Su objetivo: aportar un poco de luz en este momento de oscuridad.
7
Claudia Carvajal, «Educando en la cultura de la vida desde la muerte intrau-
terina», ponencia en el Congreso Internacional Provida, septiembre de 2003.
34
a otro. Es importante preguntar a los padres qué desean, por-
que a veces, cuando los padres reaccionan ya es demasiado
tarde y ya no es posible recuperar el cuerpo o los restos.
También se da el caso paradójico de que hay centros que
dan a elegir a los padres entre hacer la autopsia y tener la po-
sibilidad de saber por qué ocurrió, o poder tener el cuerpo para
enterrarlo. Circunstancia que no ocurre con ningún otro tipo
de autopsia. No se debería tener que elegir, pueden ser factibles
ambas: la autopsia y poder recuperar el cuerpo.
Estamos muy ciegos aún. Ahora que desde el principio del em-
barazo podemos saber cómo es el feto, con ecografías superde-
finidas… las futuras madres se hacen mil ecografías para dis-
frutar de más imágenes y hacerse una idea más real. Conectar
con el bebé, cantarle, hablarle… Ahora que podemos saber
todo esto, cuando hay una pérdida… se niega, no se quiere ver,
no se tiene en consideración para hacerle un entierro digno…
¿Con qué nos guiamos? ¿Dejamos el instinto de madres para
aferrarnos al Código Civil, que dice que no se es persona hasta
no sé cuándo? ¿Morir antes de nacer es morir «menos»?
Xus
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midad, porque la pérdida ha sucedido en su entorno cercano,
a familiares, etc. Por lo que respecta al lugar más solicitado y
con información más al día de nuestro tiempo, Internet, tam-
bién se evidencia esta falta de espacios que traten el tema a
fondo.
Muchas madres en busca de ayuda, información y apoyo
se encuentran con que la ambigüedad del término «aborto» las
conduce a montones de páginas dedicadas a defender o denun-
ciar el aborto quirúrgico, también llamado «voluntario», pero
poco hallan referido a lo que ellas buscan.
Algunas lenguas, como el inglés o el francés, designan de
modo distinto el aborto espontáneo del provocado.8 Muchas
de las páginas se dedican a defender o denunciar tal práctica
desde posturas políticas, religiosas, morales, aspectos que nada
tienen que ver con lo que busca una madre que ha perdido
espontáneamente un bebé deseado. En español tenemos un
término único para ambos casos y cuando no se especifica, so-
breentendemos que se habla del provocado. En los medios,
cuando tratan el aborto, no se refieren casi nunca al aborto
espontáneo, no es noticia, no se habla de ello, y en nuestra
época lo que no aparece en los medios es un claro indicio de
que no interesa y, por tanto, «no existe».
Por poner un ejemplo ilustrativo en prensa, escogemos
La Vanguardia del 3 de diciembre de 2008. Una noticia pe-
queña en portada anunciaba: «Un 10 por ciento más de abor-
tos, ¿el fracaso de la prevención?». Podríamos pensar que ha-
bla de abortos espontáneos que se podrían prevenir con
cuidados especiales de la madre o quizás con medicamentos
8
Inglés: miscarriage/abortion, francés: fausse couche/avortement.
36
surgidos de investigaciones revolucionarias. Ojalá esto fuera
motivo de atención de los medios de comunicación y de los
estudios científicos. No, la noticia, como queda especificado
en el interior, habla de la IVE, interrupción voluntaria del
embarazo.
Merece una mención especial, por excepcional, el reporta-
je «Duelo por el bebé que se fue al nacer», publicado en el pe-
riódico El País el 16 de enero de 2007.
También sucede que en algunos trabajos el asunto se abor-
da desde la perspectiva física y se pasa de puntillas o se olvida
la vertiente emocional; o el enfoque se basa en la difusión de
testimonios, sin tratar otros aspectos de la pérdida. Una visión
parcial, sesgada de la multiplicidad de aspectos que tienen que
ver con la pérdida: físicos, emocionales, psicológicos, médicos,
fisiológicos, familiares, sexuales, de pareja, etc. Hay poca bi-
bliografía, pocos artículos que aborden el tema con amplitud.
Los padres afectados perciben poco interés médico y social en
ahondar en un tema que sigue tan descuidado. El aborto no
puede seguir siendo considerado un problema menor por los
profesionales de la comunidad médica. Conlleva demasiado
sufrimiento durante el proceso y después de él, y consecuencias
que afloran en posteriores embarazos y partos.
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menos validada socialmente, pueda expresarse ante la familia,
los hospitales, los compañeros de trabajo, los equipos sani-
tarios.
Cuando una persona muere, a los familiares y allegados se
les da el pésame, se les acompaña en el sentimiento, hay una
ceremonia, un ritual. Todo esto no existe en la muerte intrau-
terina. Y las parejas se sienten solas e incomprendidas en su
dolor la mayoría de las veces.
Y dentro de esta negación, la que más evidencia la falta de
validación es la pérdida durante el primer trimestre, cuando la
realidad del embarazo lo es sólo para la madre, para la pareja.
Cuando el deseo por ese bebé, el lugar que ocupa ya en esa
pareja, no es reconocido por el mundo exterior, que percibe
que «no hay nada», que «no pasa nada» y que se va a olvidar la
pérdida, cuanto antes mejor, y ya está. Sólo existe el vínculo
interno, en la pareja, en la familia más directa.
En nuestra época, cuando las ecografías de alta resolu-
ción ya reflejan bebés formadísimos a finales del primer tri-
mestre, cuando hay un interés social por hablar del vínculo
que podemos crear con nuestro bebé intrauterino con can-
ciones, tocando la barriga, conectando emocionalmente con
él, etc., se produce la paradoja de que si muere se considera
que era un montón de células y nada más: «No le demos más
vueltas».
Pero la mujer se siente madre, porque siente a ese bebé
vivo en su seno, y el padre se queda también sin ese hijo, al que
ya se le había hecho un espacio en su vida para el resto de sus
días; porque unos padres nunca proyectan sobrevivir a los hi-
jos, va contra natura.
Lo peor de las pérdidas del primer trimestre es la compa-
ración con pérdidas posteriores. Ya lo dice el saber popular, «las
38
comparaciones son odiosas». Y lo son especialmente en estos
casos, porque restan valor al dolor de unos padres desolados,
por razones de calendario, porque como su pérdida se ha pro-
ducido «muy pronto», se cree que no pasa nada y no tiene por
qué afectarles. Y se establece una jerarquía de valores, que juz-
ga que es mejor cuanto antes. Uno de los motivos de la no va-
lidación radica en que se supone que el dolor de los padres es
proporcional a las medidas de su hijo intrauterino. Pero los
testimonios de muchas madres cuestionan tal «regla de tres»,
y la evidencia niega lo que parece ser racionalmente aceptado.
La vivencia de la muerte intrauterina es terrible. Valorar cuán-
do es mejor o peor es entrar en comparaciones que validan
unas pérdidas por encima de otras. Una muerte intrauterina
nunca es «mejor». Siempre representa un disgusto enorme. Y
que las parejas vivan mejor o peor el duelo, que lo superen con
más o menos éxito o rapidez, no depende tanto de en qué se-
mana se encontraba del embarazo, sino de su vinculación, sus
expectativas con ese hijo, las circunstancias personales de cada
uno/a, de cada pareja, de cómo ha sido vivida la pérdida, que
tengan un buen o mal acompañamiento, etcétera.
La comparación no consuela a la mujer en duelo, porque
el dolor por su querido bebé no se mitiga aunque otra mujer
haya perdido dos, o a pesar de que otra lo haya perdido antes
o después. Como dice la sabiduría popular, a cada uno le due-
le lo suyo. Comparar no alivia el propio dolor ni exime del
duelo necesario.
Cuando un médico me decía después de mi segunda pér-
dida, «tranquila, lo tuyo no es nada, la mujer que ha entrado
antes que tú ha perdido diez», a mí no me tranquilizaba. ¡Me
hacía pensar que me podían quedar un montón de pérdidas
que pasar!, y antes de ese comentario no era tan consciente de
39
ello. ¿Por qué me tenía que consolar esa información? ¿Quién
me aseguraba a mí que no iba por el mismo camino, si nadie
sabía encontrar las causas de mis pérdidas?
La actitud hacia la muerte intrauterina por parte de la so-
ciedad nos dice mucho sobre el tema. Muy pocas religiones
contemplan la pérdida perinatal, hay un gran vacío legal, reli-
gioso, moral, científico. El silencio del que hablábamos al
principio deja a la madre sin referencias, sin muletas donde
apoyar su dolor.
La poca validación que socialmente se da a las pérdidas
perinatales reprime muchos duelos, los acorta innecesariamen-
te y muchas mujeres que se permiten vivirlo son culpabilizadas
o se culpabilizan por ello.
sentimiento de culpa
40
motivo, sino que el motivo fue otro, pero el esfuerzo ha sido
el desencadenante de una expulsión que se habría producido
de todos modos.
También se sienten mal por no poder vivir la pérdida como
el entorno les exige. Y se culpan de estar sumidas en un duelo
demasiado largo, «no proporcional a lo sucedido»… interiori-
zando el discurso social que se forja al respecto. Cuando una
pérdida perinatal no se valida, cualquier proceso de duelo va a
ser considerado enfermizo, y susceptible de medicación y tra-
tamiento.
Cuando un psiquiatra me quería recetar antidepresivos al
mes de mi tercera pérdida y yo no quería, me puso el siguien-
te ejemplo: «Imagina que estar bien es como hacer un viaje a
París, tener que llegar allí. Yo te ayudo, con el medicamento,
a ir en avión y tú quieres ir a pie». Pero, a lo mejor, yo necesi-
taba «ir a pie». ¿Quién no conoce los beneficios del Camino
de Santiago?
Por eso es tan importante acompañar, compartir y validar
los sentimientos de la mujer que vive esta experiencia. Y no
olvidarse del padre.
La culpa llega también desde fuera, porque desde el exte-
rior se juzga, se decide cuál es el grado de tristeza y el número
de días apropiado; y quien lo hace no es especialista ni enten-
dido, ni siquiera ha pasado por ello.
Con las nuevas tendencias de la medicina alternativa, que
busca en toda enfermedad el significado de lo que el cuerpo
nos quiere decir y subraya la importancia de escucharlo, algu-
nas madres tienen que oír que han perdido a su bebé «porque
en el fondo no lo querían». Pero un aborto, como un embara-
zo o un parto, no es una enfermedad, sino parte del proceso
de la llegada al mundo de otra persona. Creo que ahí radica la
41
diferencia clave. Además, ¿qué mujer no ha sentido incerti-
dumbre, duda, desasosiego, miedo al embarazo en algún mo-
mento de la gestación; o no se ha preguntado «¿dónde me he
metido?», si era buen momento, si podría con ello. Son reac-
ciones lógicas y generalizadas que se vuelven en contra ante la
pérdida, pero que es importante saber que es normal que apa-
rezcan en la gran mayoría de embarazadas.
La medicina oriental, de enfoque radicalmente opuesto a
la medicina occidental tradicional, no entra en esta cuestión
porque considera que en ello interviene la voluntad de dos
personas, la de la madre y la del bebé, y pueden ser distintas.
Ante este modo de plantearlo, muchas madres culpan al bebé
«de no querer venir».
No sabemos qué hay de cierto en todo esto, pero consta-
tamos que la culpabilidad circula en todos los sentidos y por
todas partes. Y si conocemos este dato, podemos ayudar a la
madre a validar este sentimiento, analizarlo y descartarlo, si es
el caso.
Miedo y culpabilidad conducen a la madre, también, a
negar la necesidad que surge de conectar con el nuevo ser en
camino, ante un nuevo embarazo. Porque conectarse con el
bebé significa «olvidarse» del bebé que se fue. Y ninguna ma-
dre quiere olvidar al bebé que perdió. Cuando se producen
los movimientos del nuevo bebé en camino, se sienten de ma-
nera agridulce, con una desconfianza que la madre vive cul-
pándose por ese sentimiento. Como el perro del hortelano, se
culpa por vincularse con el nuevo bebé y por no hacerlo.
Cuando se da el caso de que años atrás viviera un aborto
provocado, la mujer que pierde espontáneamente a su bebé
experimenta un sentimiento de extrema culpabilidad, incluso
de castigo divino. Esa interrupción voluntaria del embarazo
42
vuelve con toda su fuerza y amargura cuando esa mujer, en
otras circunstancias y generalmente pasado bastante tiempo,
desea un bebé, se queda embarazada y lo pierde. Es entonces
cuando se cuestiona si fue «voluntario» o bajo presión de la
pareja o la familia, por la falta de ayuda y apoyo social e insti-
tucional a la mujer embarazada, etc. O cuando se pregunta si
la vida, o quien sea, según sus creencias, la está castigando.
O lo vive como el precio que tiene que pagar por lo que hizo.
Cuanto más conocemos testimonios de pérdidas perinata-
les, sean cuales sean los motivos y las circunstancias, más evi-
dente se nos hace la necesidad de tratarlos, de no pasar página
sin elaborar el duelo. Porque un hijo es «para toda la vida» y
un aborto, también.
43
Después de estar dialogando durante más de cuatro años
con medio millar de mujeres que han sufrido pérdidas en dis-
tintos momentos del embarazo, a veces pérdidas repetidamen-
te, hemos aprendido, sobre todo, lo que no se puede decir,
porque provoca desconsuelo, desasosiego… todo lo contrario
de lo que se pretende.
Muchas mujeres han contado que tienen escalofríos al re-
cordar qué dijeron a otras compañeras, familiares, amigas que
pasaron por una pérdida sin haberlo sufrido ellas, su grado de
inconsciencia y los comentarios desafortunados, que juzgan
desde su experiencia actual. Incluso después de vivir una pér-
dida en carne propia puede ser difícil encontrar las palabras
adecuadas o vencer el miedo a herir a la otra persona con ex-
presiones desacertadas. Son numerosísimos los mensajes en los
que las mujeres se lamentan del dolor que les causan los co-
mentarios fuera de lugar, desatinados…
A las personas preocupadas por actuar de la mejor manera
posible con la madre y el padre que han sufrido una pérdida
se les podría sugerir la siguiente «regla de oro», de fácil recor-
datorio y aplicación: «En caso de muerte intrauterina no digas
o hagas nunca lo que no dirías o harías en caso de muerte ex-
trauterina».
A modo de ejemplo ilustrativo, imaginemos que a alguien
de nuestro entorno cercano, vecino, compañero de trabajo,
amigo, etc., se le muere un familiar muy querido a quien no
conocemos: ¿qué no le diríamos nunca?
44
o parientes que tengamos… y por mucho que los que-
ramos no será un afecto que sustituya al que se ha ido.
Cuando a una mujer que pierde un embarazo se le
recuerda que tiene más hijos, se está haciendo un
comentario culpabilizador y humillante. Ella sabe mejor
que nadie cuántos hijos tiene y cuánto los quiere, y ese
conocimiento, ese sentimiento no mitiga el dolor por
la pérdida que está viviendo.
45
4. «Mejor ahora que más adelante»
La muerte de un ser querido nunca es «mejor»; se acepta
más fácilmente en el caso de una persona muy mayor, en
el sentido que es «ley de vida», pero nunca es mejor. Por-
que sobre esa abuela tan querida que murió a los 80 años,
su nieta puede pensar: «Mucho mejor si hubiera sucedido
a los 90 o a los 100 años». Y un bebé deseado, en camino,
es un ser queridísimo por sus papás y sus hermanos, si los
hay… Incluso se puede llegar a pensar que si hubiera sido
meses más tarde, hubiera habido más esperanzas, o que
se hubiera podido saber el motivo… aunque nunca lo
podamos llegar a saber a ciencia cierta.
9
Patricia Hughes y Daniel Riordan, Dynamic Psychotherapy Explained,
Radcliffe Medical Press Ltd., Oxford, 1999.
46
6. «Eres joven, tendrás otros»
La edad no tiene nada que ver con que se pueda pasar
un duelo más o menos «ligero». Es la fuerza de los sen-
timientos, de las vivencias, de las expectativas en ese
hijo lo que mide el duelo, no la edad. Nadie desea per-
der un hijo deseado, a ninguna edad, ni en el caso de
que se tengan otros hijos. Además, nadie sabe cuál va a
ser el historial fértil de una pareja, y por más que se les
diga que no va a suceder otra vez («¡no tendrán otra vez
tan mala suerte!»), la realidad es que puede volver a
pasar. Y las personas que lo han vivido saben que puede
volver a pasar y no hay razones de peso que les puedan
asegurar lo contrario. Es por eso por lo que se viven tan
mal los siguientes embarazos, con tanta angustia y tan-
tos miedos. Para empeorar las cosas, muchas veces los
padres continúan desconociendo las causas de la pérdi-
da y les suenan a palabras vacías las de quienes les ase-
guran que esta vez irá bien («¡y ellos qué sabrán!»). Por
tanto, no les calman en absoluto estos comentarios
basados en la buena voluntad, pero carentes de funda-
mento. Una de las cosas más terribles que se dicen sin
pensar, con la mejor de las intenciones, o por decir algo,
es cuando, al siguiente embarazo después de la pérdida,
se le comenta a la madre «esta vez cuídate mucho»,
sentencia que lleva implícito que la vez anterior no se
cuidó lo suficiente…
47
mundo! Por tanto, si está mal es porque no puede estar
de otro modo. Decirle que debe salir, que debe «esfor-
zarse», «poner más voluntad», es culpabilizarla de su
situación, de cómo se siente, y no validar el proceso de
su duelo.
8. «Ya tendrías que estar mejor, pasó hace “x” meses o días»
Respetar a la persona que está en duelo y sus tiempos
es fundamental para el acompañamiento. A veces las
madres cuentan que les han hecho comentarios que
rayan lo ridículo: «Ya hace 15 días, ¡deberías estar
mejor!». Incluso se ha hablado de duelos patológicos a
los 2 meses de tristeza aguda. Como hemos visto ante-
riormente, el duelo patológico tiene mucho más que ver
con cómo es vivido que con lo que dura. Nuestro tiem-
po, nuestra paciencia con los duelos de los demás no
tiene que interferir en la validación de los tiempos del
otro. Y a lo mejor tiene mucho que ver con nuestros
propios duelos no resueltos.
48
Las frases destacadas son las que más mencionan las mu-
jeres afectadas, las más recurrentes. Son, entre los que involun-
tariamente hacen daño, los comodines más utilizados para
consolar. Lamentablemente, no son producto de la imagina-
ción, no son palabras inventadas. Se pronuncian a menudo
para quitar «hierro» a la pena de los padres, para relativizar el
dolor; pero ya hemos visto que consiguen todo lo contrario.
Afligen, enfadan, molestan, dañan, hunden. Los destinatarios
reciben, sobre todo, incomprensión.
Compartiendo experiencias con muchas madres que han
sufrido una pérdida, se constata que permitirse vivir el duelo
tan profundamente como se necesite, aunque el entorno no lo
apruebe, es lo más beneficioso para un proceso sano de viven-
cia de la pérdida. Como indica la frase de Proust, remarcada
al inicio de este apartado, «lo único que nos cura de un sufri-
miento es vivirlo a fondo».10
La mujer sabe lo que necesita y debe procurárselo, hacerse
caso. Quererse mucho, mimarse. Sólo ella sabe lo que necesita
en ese tiempo posterior a la pérdida, lo que le duele escuchar
y lo que le reconforta. Y demasiadas veces el estado de deses-
peración y ansiedad inducen al autocastigo; mujeres que se han
cuidado mucho para un embarazo sano y feliz, ante la pérdida
se castigan abandonándose, como parte del duelo, del enfado,
de la rabia, y también como reacción al cuidado que se procu-
raron cuando estaban embarazadas y que interpretan que no
les sirvió para nada.
10
Marcel Proust. Escritor francés (1871-1922), autor de la serie de siete
novelas En busca del tiempo perdido, una de las obras más destacadas e influyen-
tes de la literatura del siglo xx, a quien se le atribuyen reconocidas frases céle-
bres, como la destacada en el libro.
49
Muchas mujeres se preguntan hasta cuándo es recomen-
dable esperar para buscar un nuevo embarazo. No hay tiem-
pos «generalizables». Hay que buscar el nuevo embarazo
cuando la mujer, la pareja, se sienta preparada para ello, pero
escuchando el corazón o las entrañas para decidirlo, no mi-
rando el calendario, ni mucho menos a la desesperada, en
una especie de «contrarreloj-maratón», que no es nada buena
para los duelos y puede jugar malas pasadas. Una madre que
se quedó embarazada muy deprisa después de una pérdida
comentaba que la gestación fue terriblemente pesada, física
y psíquicamente, porque tuvo la sensación de haber estado
embarazada durante 14 meses seguidos. Lo vivió como muy
duro y agotador; no pudo reponerse, descansar entre ambos
embarazos.
La mujer notará cuándo afloran de nuevo en ella las ganas
de buscar, y esas ganas llegarán seguro, renovadas y frescas,
para cada cual a su tiempo. A todas nos ha sucedido, aunque
nunca se olvide lo que ocurrió.
encontrando apoyo
11
Asociación El Parto Es Nuestro (EPEN), www.elpartoesnuestro.es. Asocia-
ción sin ánimo de lucro, formada por usuari@s y profesionales que pretenden mejo-
rar las condiciones de atención a madres e hij@s durante el embarazo, parto y
posparto en España.
50
rincón donde encontrarnos y conversar, entre iguales, sobre
cómo nos sentíamos, qué dudas teníamos, qué apoyos nece-
sitábamos. Fue en la primavera de 2004. Ella había vivido la
pérdida del hijo de unos amigos muy cercanos, alrededor de
la fecha del parto, y yo había pasado por mi tercera y doloro-
sísima pérdida.
Fueron llegando mujeres, algunos, poquísimos, hom-
bres y algún/a profesional, también muy pocos. Hasta la
actualidad, en que hemos llegado a ser más de medio mi-
llar, mujeres mayoritariamente, en conexión a través del
foro.
Durante estos cuatro años hemos aprendido mucho, entre
todas, y podemos decir que el apoyo en Red, por sus caracte-
rísticas intrínsecas, tiene una serie de ventajas que la hacen
óptima para ayudar a las parejas en esta vivencia:
51
tante para vivir plenamente el proceso mientras se atra-
viesa.
5. Se encuentra un lugar donde compartir dudas, miedos,
rabia, recaídas, logros con otras personas con la misma
vivencia.
6. Se da apoyo, se valida, se acompaña, se consuela y, ade-
más, se ahonda en la parte de crecimiento y de cambio
que supone cada pérdida.
7. Se comparten «soluciones» a problemas que van sur-
giendo y se aprende del otro. Toda persona que aporta
sale beneficiada de la aportación: ayudar ayuda, en defi-
nitiva.
52
mejor que lo cuentes.12 En él, el autor nos explica cómo el «es-
píritu de la hoguera», la costumbre de encontrarnos alrededor
del fuego para contarnos historias, ha dado paso a que la fuen-
te proveedora de relatos para la construcción de nuestra iden-
tidad sean los medios de comunicación y las nuevas tecnolo-
gías. El asunto que nos ocupa, como tema tabú, no encuentra
espacio en el mundo de los medios, pero sí que adquiere mu-
cho sentido en el encuentro en el ciberespacio.
El encuentro es posible si el relato es honesto y el creador
y el medio actúan con transparencia. Entonces se vuelve a vivir
el espíritu de la hoguera, alrededor de la cual se compartían
relatos que permitían a los miembros de la tribu encontrar el
sentido vital.
En ningún caso la participación en una comunidad de este
tipo excluye la atención profesional médica y psicológica re-
querida por la particularidad de cada caso.
Los encuentros presenciales son también altamente reco-
mendables, aunque en la actualidad existen poquísimos grupos
de este tipo,13 seguramente porque es difícil establecer conexio-
nes geográficas cercanas si socialmente no se valida esta viven-
cia. Desde hace poco empiezan a consolidarse los grupos de
apoyo en el duelo, sin ser aún del todo reconocidos y apoyados
por las instituciones públicas.
El apoyo de madre a madre se puede concretar, también,
a través de la figura de la doula. Las doulas son mujeres con
12
Antonio Núñez, Será mejor que lo cuentes, Empresa Activa, Barcelona
2007.
13
«Petits amb llum», grupo de terapia presencial. Programa de Atención
a la Salud Sexual y Reproductiva (PASSIR). CAP Pare Claret y Hospital de la
Vall d’Hebron (Barcelona), http://www.petitambllum.org
53
gran experiencia en maternidad, que apoyan a las madres en
su vivencia de la maternidad. Se especializan en acompañarlas
en el embarazo, el parto y en el posparto, ofreciéndoles apoyo
emocional en todo el proceso. No son profesionales de la sa-
nidad. Su formación y su oficio, reconocido en muchos países,
no lo está aún en el nuestro.
Algunas doulas acompañan también los procesos de muer-
te perinatal. En la definición de doula se olvida la mayoría de
las veces esta parte oscura de la maternidad. Según mi punto
de vista, la descripción del trabajo de una doula debería tener
siempre en cuenta la pérdida. El acompañamiento de la vi-
vencia de una muerte perinatal por parte de una mujer que
conoce el proceso fisiológico y emocional puede ser de gran
ayuda para la mujer que está pasando por ello, y también para
su pareja.
La figura de la doula apareció hace unos veinticinco años,
a raíz de un estudio que demostró que las embarazadas que
contaban con el apoyo de otras mujeres con unas nociones
básicas sobre el nacimiento tenían menos problemas en el
parto.
Por mi experiencia acompañando a diversas mujeres en sus
pérdidas, he constatado que viven el proceso de manera más
consciente, les ayuda a elaborar el duelo desde el primer mo-
mento, se sienten mucho menos desorientadas, saben qué pue-
den esperar durante la pérdida, cosa que resta mucha angustia,
y pueden entregarse a su tristeza, eximirse de las obligaciones
«mundanas», sabiendo que otra mujer estará pendiente de
asuntos que en esos momentos, y seguramente durante días,
la mujer y su pareja se ven incapaces de afrontar. La doula les
puede preparar para el futuro más inmediato, para afrontar lo
que puede suceder. La mujer tiene un referente a quien recurrir
54
ante cualquier necesidad relacionada con el proceso que no
requiera atención médica. Se trata de apoyar a la pareja para
que pueda ser capaz de decidir de qué manera desea vivir la
pérdida, no de decidir por ellos. Se trata de saber entender las
necesidades de la mujer en duelo en su individualidad, porque
cada mujer es distinta y lo vive de forma específica.
Ayudar a la madre con los quehaceres diarios: muchas ve-
ces un aborto puede ser físicamente tan pesado para el cuerpo
como un parto de un bebé nacido a término. El puerperio es
duro, y sin bebé, insoportable, en el pleno sentido de la pala-
bra. Ayudarla con las comidas, ayudarla con los otros hijos, los
quehaceres del hogar improrrogables, puede ser necesario para
la recuperación física de la madre, y también puede darle áni-
mo a su espíritu. Es muy importante entender que alguien que
ha pasado por esta situación de pérdida tan triste necesita del
apoyo de otros, pero para ella puede ser demasiado agobiante
buscar esa ayuda. Eso de «si necesitas alguna ayuda, llama» no
funciona en estos casos; alguien que está pasando por tanta
pena no se siente con fuerzas para llamar a nadie, ni pedir ayu-
da para lo que necesita desesperadamente.
falta de apoyo
55
dres. Existe una importante variedad de enfoque y abordaje
del asunto de un centro a otro. Hay pocos centros hospitalarios
que se hayan planteado pautas de actuación en casos de muer-
te perinatal.
En la época de los test de calidad y de la ISO (Interna-
tional Organization for Standardization, Organización Inter-
nacional para la Estandarización) en las empresas, no se ha
preguntado a las madres que sufren pérdidas qué es lo que ne-
cesitan o desean realmente. ¿Desean ser tratadas en la planta
de maternidad al lado de mujeres que están pariendo o recién
paridas? ¿Quieren que se las deje solas y tranquilas o que se las
acompañe? ¿Necesitan apoyo emocional?…
56
¿Qué se hacía antes? (y se sigue haciendo en muchos cen-
tros): tener prisa, sólo ver la parte física, no preguntar sobre
sentimientos, no mirar a los ojos, no involucrarse, no facilitar
las expresiones, no dejar ver al bebé…
¿Las claves del cambio? Validar, acompañar, escuchar, no
tener prisa, informar de manera cercana, explicar con la
máxima precisión y detalle, contestar a todas las preguntas,
responder honestamente y de forma clara, informar de las
intervenciones a realizar, hacer seguimiento posterior, ofrecer
disponibilidad, explorar, identificar, validar y descartar los sen-
timientos de culpa…
Su meta: «Ayudar a que la herida no se cure en falso y que,
a pesar de que la cicatriz quede para siempre, se pueda mirar
con serenidad».
Pero, según los testimonios de muchísimas madres, pocos
centros han hecho este ejercicio tan necesario: sentarse a re-
flexionar, debatir y definir cómo debe ser su actuación con la
pareja en proceso de pérdida. Incluso en el mejor de los casos,
no se consulta a las mujeres sobre cómo lo han vivido y qué
mejorarían en el centro.
Toda actuación en el ámbito de la sanidad requiere, con
carácter general, el previo consentimiento de los pacientes o
usuarios. El consentimiento informado, según explica la abo-
gada Francisca Fernández,14 experta en derecho sanitario, es un
formulario que facilita el ejercicio del derecho a saber y decidir.
No reemplaza el diálogo personal, la base de la relación tera-
péutica en que la mujer puede preguntar lo que necesite para
14
Francisca Fernández, «Atención al parto, todos tus derechos», El Mundo
de tu Bebé, nº 189, diciembre de 2008.
57
tomar decisiones. Debe obtenerse después de que el paciente
reciba información adecuada, no por anticipado. Y el/la pa-
ciente o usuario/a tiene derecho a decidir libremente entre las
opciones clínicas disponibles. La usuaria puede revocar su con-
sentimiento en cualquier momento, es decir, puede ejercer el
rechazo informado. Todo paciente tiene derecho a negarse al
tratamiento y esta negación no podrá suponer la denegación
de atención.
La legislación sanitaria otorga la máxima protección a la
dignidad e intimidad de los usuarios y su derecho a recibir in-
formación adecuada, tomar decisiones libremente y elegir entre
las alternativas clínicas disponibles. Todo usuario también tiene
derecho a que se respete su voluntad de no ser informado.15
En el año 2007 el Ministerio de Sanidad y Consumo presen-
tó la «Estrategia de Atención al Parto Normal en el Sistema Na-
cional de Salud», con el objetivo fundamental de humanizar la
atención al parto, otorgar protagonismo a la mujer. Aumentar, en
definitiva, la calidad en la atención sanitaria. Sería deseable que
los centros aprovecharan esta oportunidad para mejorar, también,
la atención a la mujer que sufre una pérdida en cualquier momen-
to del embarazo. Es la cara y la cruz de la misma moneda.
Los casos relatados de maltrato en estos momentos tan deli-
cados son demasiado abundantes y doblemente terribles, porque
vienen a sumarse al dolor de la pérdida en sí. Demasiadas mujeres
declaran haberse sentido maltratadas en el proceso de la pérdida
por el personal sanitario que las atendió. Es posible que a veces
15
Según la Ley Básica Reguladora de la Autonomía del Paciente y Dere-
chos y Deberes en Materia de Información y Documentación Clínica, de
noviembre de 2002, conocida coloquialmente como «Ley de Autonomía del
Paciente».
58
estas actuaciones rígidas sean para reducir la ansiedad del equipo
médico-sanitario, más que para cumplir con la finalidad de ofrecer
una atención más sensible y empática hacia los padres.
16
Carme Pallàs, Antes de tiempo, nacer muy pequeño, Ex-Libris, Madrid,
2006.
59
quier mujer. Este segundo embarazo, planificado, deseado y
esperado, tampoco llegó a su fin. Era un embarazo gemelar (mo-
nocorial y biamniótico), en el que hay probabilidades de que en
el segundo trimestre de gestación se produzca el llamado síndro-
me de trasfusión feto-fetal. Y justamente a las 27 semanas de
gestación, en una eco de control me anunciaron que mis geme-
los no tenían latido, así que ese mismo día me indujeron un
parto, con el consiguiente ingreso, oxitocina, dilatación, enema,
paritorio, epidural… En fin, absolutamente todos los pasos por
los que pasa una parturienta «normal», sin tener en cuenta de-
talles como que, en la cama de al lado, tu compañera va a parir
un hijo vivo y tú no, que en el paritorio tienen preparada la
ropita de bebé para los recién nacidos que tú no vas a utilizar, o
que al día siguiente el ginecólogo te pregunta cuánto han pesa-
do los gemelos, mientras tú te deshaces en lágrimas. Con esto
tan sólo me gustaría reivindicar un protocolo específico para
estos casos en las maternidades públicas, ya que las secuelas psi-
cológicas disminuirían si cuidasen estos detalles.
A los 6 meses de esta pérdida me volví a quedar embaraza-
da. Supongo que es algo que todas las mujeres que han pasado
por un suceso similar están deseando volver a hacer, ya que es
una manera de frenar la presión social a la que eres sometida y
de intentar borrar aquello de lo que nadie quiere hablar. Real-
mente y después de cuatro años, me doy cuenta de que no es-
taba preparada para afrontar un nuevo embarazo. No era cues-
tión de poner el contador a cero y empezar de nuevo. El miedo
y la tristeza me invadieron, no pude disfrutar en ningún mo-
mento, tanto que cuando me dijeron a las 21 semanas de ges-
tación que a mi hijo no se le había formado la mitad izquierda
del corazón, casi pensé que era lógico, ya que ¿cómo iba a for-
marse bien un niño dentro de un cuerpo lleno de angustia? Me
60
quedé en estado de shock durante horas, creo que ni siquiera
podía llorar. Pero los acontecimientos me hicieron reaccionar,
ya que la interrupción de este embarazo fue mucho más trau-
mática, si cabe, que la anterior. No conocía hasta dónde puede
llegar la hipocresía de la Administración, la sanidad, la medici-
na o de quien quiera que sea la culpa, pero la noticia me la dio
el mismo médico, en la misma sala de ecografías que hacía 6
meses. Sin embargo, como mi hijo estaba vivo (aunque su pa-
tología era incompatible con la vida), no podían hacerme el
mismo proceso de la vez anterior, sino que la misma Comuni-
dad de Madrid tiene concertadas una serie de clínicas privadas,
donde te subvencionan esta intervención, pero como si ellos no
vieran nada… El caso es que además te hacen ir a un organismo
de la Comunidad de Madrid, para hablar con una trabajadora
social, para que le cuentes qué es lo que ha pasado y firmes que
voluntariamente vas a realizar esa interrupción. Después te asig-
nan clínica y día. Y allí comenzó mi pesadilla, tanto por el
protocolo que siguen, como por la falta de infraestructura. Des-
de mi experiencia, me gustaría dejar claras las cuestiones más
importantes a la hora de elegir la clínica.
Lo primero, y más importante, es elegir un sitio donde te
dejen estar acompañada en todo momento, y no un lugar en
el que a las 22.00 horas echen a tu pareja, estés en el momen-
to que estés. Un centro en el que las habitaciones estén prepa-
radas para que puedan visitarte tus allegados, por si te apetece
estar más acompañada de tu familia.
Que los medios físicos sean los adecuados, que tengas
baño en la habitación y no tengas que cruzar un pasillo para
utilizar uno comunitario, y en el que finalmente te sonden
para que así no tengas que levantarte y avisar al personal, del
cual escasean.
61
Que una camilla entre por la puerta de la habitación y no
tengas que levantarte (en mi caso tuve que sujetarme el cordón
que tenía colgando, simplemente pinzado, con una mano y la
botella del suero con la otra, mientras traían la silla para llevar-
me al quirófano).
Que intenten utilizar un protocolo más flexible y que la
inducción del parto sea más natural. En mi caso me durmieron
dos veces (una para pinzar el cordón y que el corazón dejara de
latir y otra para hacer un legrado y sacar la placenta). Yo hubie-
se preferido que me dejaran expulsar la placenta (así lo hice la
otra vez), y que me hubiesen puesto a cambio la epidural (no
había necesidad de pasar tanto dolor sin justificación).
Que te den la opción de despedirte en la intimidad de tu
hijo y acompañada de tu pareja, en vez de que él se tenga que
quedar frente a la puerta de la clínica, metido en el coche toda
la noche, para estar más cerca de ti.
Como podréis suponer, las secuelas psicológicas de este
proceso, sumadas a las anteriores, y con el peso de haber perdi-
do en menos de un año tres hijos, hicieron que cayese en una
profunda depresión, de la que aún quedan resquicios.
He precisado de ayuda farmacológica para superar mi es-
tado ansioso-depresivo, y de una terapia psicológica, que me
está ayudando enormemente a recomponerme. Por suerte he
contado con el apoyo de mi entorno y con los medios para
poder recuperarme. Pero ¿y las mujeres que no cuentan con ello?
Muchas veces pienso en el abandono que sufrimos después de
estos sucesos, sin orientación, ni seguimiento del después.
Por experiencia, compruebo que cada una hace lo que pue-
de y busca algún sitio donde le puedan ayudar, donde sentirse
entendida, aun habiendo pasado el tiempo, y donde quede re-
flejado que algo muy fuerte ha pasado en tu vida. Foros como
62
el de Superando un Aborto, sin duda, han sido un gran apoyo
para muchas de nosotras. Espero que iniciativas como ésta sur-
jan desde las administraciones y se pueda minimizar el tiempo
de desconsuelo que conlleva una pérdida gestacional.
Sara
Las únicas palabras de aliento por parte del hospital fueron las
de una enfermera que me dijo «no te pongas así porque vamos
a limpiar tu casita para que tu otro hijo que vendrá pronto la
encuentre limpita». Todo esto lo decía acariciándome la cabeza.
Todos los demás me dispensaron un trato nefasto, me trataron
como un animal que había dado a luz un millón de células
embrionarias que no eran vida. Me dieron el alta 2 días des-
pués, no diciéndome absolutamente nada. Me fui sin nada en
las manos. Yo adoraba a mi hijo de casi 8 semanas, hubiera
dado mi vida para que todo hubiera salido bien.
17
Ibone Olza, psiquiatra infantil, autora junto con el ginecólogo Enrique
Lebrero de Nacer por cesárea, Granica, Barcelona, 2005.
63
sí lo han hecho, de manera respetuosa y responsable, son la
excepción que confirma la regla.
64
embarazada, que yo iba a que me explicara la autopsia… Bue-
no, pues nada, que me ha citado otro día.
Conclusión: volvemos al tema de siempre, tacto, desde lue-
go no tienen.
Julia
Otro ejemplo que evidencia este enfoque son los centros que
optan por enviar por correo las necropsias a casa de los padres,
sin explicaciones ni entrevista cara a cara, a veces varios meses
después del óbito. Para los padres esa larga espera es terrible, y
recibir las explicaciones del motivo de la muerte por carta, sin
entender a veces los conceptos expresados, es desesperante. Por
no hablar de la impotencia que queda al constatar que han es-
perado tanto por unos análisis que no esclarecen la causa.
65
y adiós muy buenas. Recorrió el hospital en busca de un médi-
co que le pudiera informar. Nada de nada. Hasta que, por fin,
dio con un ser humano que ejercía la profesión de médico,
concretamente en el Anatómico Forense, y le contó más deta-
lladamente lo que le pudo suceder a Gabriel (había muerto
porque se enredó con el cordón umbilical), respondiendo luego
a las dudas que mi marido le planteó.
Ana
Tampoco creo que hubieran podido hacer nada, pero podían ha-
berme ahorrado algunas cosas, como las risitas y comentarios de
66
los de la sala de urgencias «porque me había hecho pis», por haber
roto la bolsa. O como la media hora larga que me pasé sentada en
una silla de ruedas paseándome de una sala a otra, porque no
sabían dónde meterme. Y más que nada, el paseo de una hora que
me dieron hasta el quirófano con mi bebé entre las piernas, por-
que salió el cuerpo, pero no la cabeza, que para mí fue lo peor.
Marta
67
interés por conocer las causas
18
La Genética al Alcance de Todos es una web divulgativa sin ánimo de
lucro sobre genética humana, creada en un intento de acercamiento entre la
población científica y la general, con la finalidad de difundir los avances y
conocimientos que se producen en este sector y la forma en que la población
puede beneficiarse de ellos, utilizando un lenguaje sencillo, claro, ameno y
fácilmente accesible (www.lagenetica.info).
68
los padres, y si el coste es alto y éste es otro motivo en contra del
estudio —dato que desconocemos—, dar a los padres la posibi-
lidad de hacerse cargo de ello si lo consideran importante.
El derecho a saber, a la información, es constitucional, y el
porqué de la pérdida tiene dos puntos de interés. El primero,
conocer qué pasó con ese embarazo que nada hacía prever que
terminaría en pérdida. El segundo, verificar si va a afectar o no
a otros posibles embarazos. También habría un tercer motivo,
tanto para el interés de las parejas como para la ciencia: dismi-
nuir el porcentaje de pérdidas que no se sabe por qué se pro-
ducen y que es demasiado alto en los tiempos que corren.
La pregunta del porqué de lo sucedido invade a los padres
y aún resulta demasiado difícil encontrar respuestas.
Pero ¿qué se sabe de la vida intrauterina? ¿Hay especialistas
en autopsias de fetos? ¿Por qué una muerte extrauterina es casi
siempre «explicable» con una autopsia y la muerte intrauterina
lo es tan pocas veces? ¿Por qué muchos centros no contemplan
la recuperación del cuerpo del bebé si se hace la autopsia? ¿Por
qué se tarda tantos meses en dar los resultados? ¿Por qué en
muchos informes de análisis de restos de aborto lo único que
se especifica es que en los «restos abortivos no se observa nin-
guna infección, anomalía», etc.? ¿Qué es lo que se mira, qué se
analiza? ¿Han cambiado estos análisis en los últimos años te-
niendo en cuenta los últimos estudios científicos?
Son muchas las preguntas y pocas las respuestas.
69
dad lleva asociadas dos ideas distintas, pero con idénticos re-
sultados: la imposibilidad de tener un bebé. Porque son dos
conceptos distintos que nos llevan a lo mismo. Uno, la impo-
sibilidad de concebir; el otro, no conseguir que el embarazo
llegue a término. A veces el hambre se junta con las ganas de
comer, y existen muchas parejas a las que les cuesta muchísimo
tiempo conseguir el embarazo, y cuando éste llega, termina en
pérdida. ¡Y es que parece tan fácil cuando lo explican en la
escuela! Pero la fecundación se ríe de la teoría.
Que cueste más o menos un embarazo no significa que la
pérdida tenga que ser más o menos dolorosa, pero sí que
la angustia de buscar, que la carrera contrarreloj puede ir
en contra del proceso de duelo. La pérdida se recrea cada mes, en
cada regla.
70
media naranja después, desencuentros/malentendidos con la
pareja en este terreno (una de las partes quiere un/otro hijo,
la otra, no) y un largo etcétera.
Carmen
embarazos alrededor
71
Los sentimientos que acompañan un aborto espontáneo
son muchos: desesperación, culpa, rabia, frustración, fracaso,
tristeza profunda, sensación de que ya no se tiene control so-
bre el propio cuerpo. Rabia con una misma y con el mundo
entero.
¡Todas las mujeres del mundo pueden quedarse embaraza-
das y mantenerse embarazadas hasta culminar el proceso satis-
factoriamente menos ella!
El sentimiento ante la maternidad de otra es doloroso y
ambiguo. Y qué decir cuando el embarazo truncado iba a la
par con otro muy cercano en la familia o en el grupo de amis-
tades, en el vecindario, en el trabajo…Y es que la envidia tiene
un gran componente de admiración, y admiramos lo que de-
seamos y vemos muy difícil de conseguir.
El sentimiento de envidia, rabia, desesperación por otro
embarazo va unido a un sentimiento de culpa, por la mezquin-
dad que implica sentirlo así. Hay rabia, alegría y frustración al
unísono por un embarazo cercano.
También es duro para la persona que se queda embarazada
o sigue con su embarazo. Esto puede dar lugar a situaciones
comprometidas, como no comunicárselo a la mujer afectada
por la pérdida o retrasar la noticia, hasta el punto de que aca-
be enterándose por terceros, cuando todo el mundo ya lo sabe.
Lo que podríamos llamar «conspiración del silencio» crea un
sentimiento amargo que empeora las cosas. Este trato hace
daño.
Se da el caso de que las conversaciones sobre embarazos y
bebés se detienen abruptamente cuando aparece la mujer que
ha sufrido una pérdida, y ella lo nota. Y confiesa, a la vez, que
estas conversaciones le hacen daño. Son las consecuencias emo-
cionales de estar atravesando un doloroso duelo.
72
Mucho mejor sería sincerarse con las emociones que se
sienten, aceptar la diversidad de sentimientos contradictorios
y poder compartirlo. Sincerarse y encontrar un espacio para
poder hablar puede ayudar mucho.
73
Yo vengo ahora medio descompuesta porque he ido a hacerme
análisis en un centro hospitalario, y casualmente en materni-
dad… ideal… y en ese hospital es donde esta semana debería
haber nacido mi hija… no os digo más…
Gloria
74
este tipo de noticias, que el hecho de alegrarme realmente su-
puso un alivio enorme.
No sé si os parecerá una tontería lo que comento, pero he
pensado que quizás alguna de vosotras se haya sentido igual y
puede que os ayude saber que no se trata de algo que dure toda
la vida, sino que simplemente es algo pasajero, que también se
supera.
Olivia
de nuevo embarazada
19
Joann O’Yeray, «El embarazo después de perder un bebé», MPH, MS,
revista Ob Stare, El Mundo de la Maternidad, nº 9.
75
médica no ha prestado atención a los embarazos posteriores a
la pérdida de un bebé.
Un embarazo después de una pérdida es muy distinto
de lo que sería sin haberla vivido, por más que se haya pro-
ducido una recuperación del duelo. Para unos padres que
han sufrido la pérdida de un hijo en camino no es fácil se-
guir los cursos ordinarios de preparación al parto junto con
otros padres que mantienen la «inocencia intacta». Sería in-
teresante poder abordar la pérdida durante la preparación al
parto. Pero en grupos heterogéneos es casi imposible, porque
el tabú aparece con toda su fuerza y para muchos es como
llamar a la mala suerte. No se nombra, luego no existe. Se-
ría importante considerar que lo que no se ha trabajado en
cada pérdida puede reaparecer en el momento menos pen-
sado, más inoportuno, como explica la psicóloga Cristina
Silvente:20
20
Cristina Silvente, psicóloga especialista en temas de embarazo, parto,
pérdidas perinatales y puerperio, www.cristinasilvente.com
76
La palabra clave es miedo. El nuevo embarazo se vive
con mucho miedo, con conductas de evitación de lo que
suponemos que no fue bien «la otra vez», con supersticiones,
sensación constante de peligro, de riesgo, con ansiedad. Un
embarazo de este tipo lleva una carga de estrés inherente
porque el sentimiento de alerta, de inquietud y tensión acom-
paña toda la gestación. Y es un pez que se muerde la cola,
porque la madre sabe que este estado no es bueno para el em-
barazo.
77
El recuerdo de nuestra Anita está cada día más presente,
me acuerdo mucho de cómo estaba con ella, y no puedo negar
que me dan muchas ganas de llorar, pero intento darme fuerzas
y me digo a mí misma que ya podré disfrutar de ella, y que por
ahora tengo que disfrutar de este angelito y de los recuerdos de
nuestra Anita.
Chantal
21
José Antonio Marina, Anatomía del miedo: un tratado sobre la valentía,
Anagrama, Barcelona, 2007.
78
tro y otras se tenga miedo, u otras no se quiera o se tema sentir
alegría por lealtad al que se perdió. Se trata de un proceso ló-
gico y no se debe juzgar, sino dar el espacio para poder expre-
sar esos sentimientos, atender las dudas, la necesidad de com-
probar que todo va bien. No cargar a la mujer y/o a la pareja
con una lista de deberías porque ésta es una situación especial
y diferente. Ayudar a encontrar todo aquello que pueda dar
paz, estabilidad, sensación de seguridad, de tranquilidad. Es
estar disponibles, dar tiempo, ofrecer apoyo y tener en cuenta
que nunca sabremos lo que es estar en su lugar, ni siquiera
cuando la persona que acompaña haya vivido en su piel una
pérdida, pues el dolor de cada una es único y debe tener la
categoría como tal.
sentirse madre
79
Así se desprende también del «Informe científico sobre la co-
municación materno-filial en el embarazo: células madre y vín-
culo de apego en el cerebro de la mujer», un documento de la
Universidad de Navarra resultado del trabajo de diversos expertos
y que ha sido dirigido por Natalia López Moratalla, catedrática
de Bioquímica. Esta tolerancia se inicia a petición del embrión,
a través de una red de sustancias que liberan y desactivan todas
las células maternas que generarían el natural rechazo hacia lo
extraño. La conclusión de estas evidencias, según Moratalla, es
que los circuitos entre madre y embrión durante el embarazo «se
potencian y dan lugar al equilibrio de la vida emocional». Según
ella, la comunicación materno-filial durante el embarazo supone
un diálogo molecular, una simbiosis de dos vidas.
Los bebés no nacidos dejaron parte de sus células en el
cuerpo de su progenitora. Todos los hijos que estuvieron en
nuestro seno dejaron huella. Los que estuvieron por poco
tiempo, también. La vida es un milagro y lo que se va descu-
briendo nos lo reafirma.
¡Son tantas las parejas que sufren pérdidas y es tan poco lo que
se habla de ello y de ellas!
Algunas pocas novedades sobre el tema han llegado por
casualidad, cuando el foco de atención estaba en otro lugar: en
la reproducción asistida, en el diagnóstico prenatal, en la ge-
neralización de los test de embarazo de resultado positivo in-
mediato a la fecundación, etcétera.
Necesitamos normalizar las pérdidas, no en el sentido de
considerar que es normal que algunos embarazos se trunquen,
80
sino para lograr que salgan del anonimato, del silencio, del
tabú, del maltrato, del olvido.
81
ii
Mónica Álvarez
Todo es para bien. Se me murió un hijo.
Es lo más terrible que me ha podido pasar.
Pero si no hubiera ocurrido eso, yo no sería quien soy ahora.
ALEJANDRO JODOROWSKY
Los niños eligen venir a través de unos padres. Ellos marcan los
tiempos y ni los tratamientos de fertilidad más punteros lograrán
que una mujer quede embarazada si antes no ha sido tocada por la
varita mágica de algún hada caprichosa. La moderna medicina casi
nos ha hecho creer que somos los amos de nuestra vida, que
podemos elegir cuándo preñarnos con los modernos métodos de
fecundación, decidir qué día nacerá nuestro hijo; alargar la vida
cuando ya nos toca irnos, sortear a la muerte con tratamientos
costosos que nos salvan la vida y nos curan de mil enfermedades…
Pero todavía, en pleno siglo XXI, nadie sabe por qué razón ocurre el
milagro de la vida en el vientre de una mujer. Yo creo que nuestros
hijos, cuando son seres de luz en algún lugar hermoso, nos eligen.
Eligen quedarse y, a veces, eligen irse. No sé la razón. Sólo sé que el
viaje de la vida es más complejo y mágico de lo que nuestras
pequeñas cabecitas podrían imaginar nunca.
MÓNICA ÁLVAREZ
introducción
85
de llegar. Buscaba en otras mujeres con inquietudes similares
aquellas respuestas que los médicos no sabían darme. Al poco
tiempo logré el embarazo soñado. Mi pequeña Hebe se despi-
dió de mí pocas semanas después. Este hecho ha sido un pun-
to de inflexión en mi vida, desde el que he madurado, apren-
dido, llorado, celebrado, vivido… Cuando comenzamos esta
búsqueda de información sobre la muerte prenatal para dar
acompañamiento a las mujeres que iban acudiendo al foro,
poco encontramos sobre lo que basarnos. Los profesionales de
la obstetricia a los que preguntábamos nos contestaban con
grandes silencios (no sabe, no contesta). Poco a poco fuimos
reuniendo artículos, estudios, encontramos a otras personas
con experiencias similares que también buscaban y comparti-
mos lo que teníamos. Desde estas líneas queremos poner en
común lo aprendido, para quienes estén sedientos de respues-
tas y para quienes estén dispuestos a continuar la búsqueda con
nuevas preguntas.
86
alma por independizarse, poder comprarse el piso y, una vez
asentados, deciden enfrentarse al reto de la maternidad-pater-
nidad. Pero esta asignatura de la carrera de la vida tiene una
pequeña trampa: conseguirlo no es tan sencillo como parece.
Tras tantas campañas de prevención de embarazos no desea-
dos, nos encontramos con que cuando lo deseamos, se hace
de rogar. Aquel chiste que contaba que «las dos cosas más di-
fíciles de la vida son que tu novia no se quede embarazada
y que tu mujer se quede embarazada» se hace realidad cruel y
certeramente.
Escuchamos cifras alarmantes de la bajada en la calidad
de los espermatozoides de los hombres. El ritmo de trabajo
similar al de los hombres provoca en las mujeres cada vez más
problemas en la salud de sus ciclos menstruales. Desde el pa-
sado siglo asistimos al aumento trepidante de las enfermeda-
des conocidas como «de la mujer»: desde el síndrome pre-
menstrual, a los terribles cánceres de útero, cuello de útero,
ovarios, mama… pasando por otras enfermedades no menos
problemáticas como endometriosis, ovarios poliquísticos, fi-
bromas, pólipos… Todo ello añade obstáculos a la fertilidad,
mientras, en muchos casos, el reloj biológico va corriendo en
su contra.1
Es curioso observar cómo muchas mujeres se acostumbran
a vivir cada menstruación como otra pérdida más. Es realmen-
te frustrante ver pasar los meses. Esos días previos a la venida
de la regla, ya de por sí duros por el baile hormonal que supo-
ne al cuerpo, se transforman en una lotería, a la espera de la
1
Christiane Northrup, Cuerpo de mujer, sabiduría de mujer. Una guía para
la salud física y emocional, Urano, Barcelona, 2003 (1ª ed. 1994).
87
suerte de un embarazo. Se viven con gran tensión, que en oca-
siones puede hacer que se retrase hasta en un par de días la
llegada de la menstruación (eso si aún se tienen ciclos más o
menos regulares), añadiendo más frustración, si cabe, al mo-
mento en que se encuentra la temida mancha roja.
Pero un día ocurre. Las dos rayitas del test de embarazo no
dejan lugar a dudas. La alegría, sumada a la incredulidad, copa
el corazón de los futuros padres. Comienza un periodo mági-
co de 9 meses plagado de sensaciones, ilusión, espera. El bebé
va haciéndose un hueco en la barriga de su madre y en la casa
que habitan, en sus planes de futuro, en su realidad cotidiana
y en su vida. Estadísticamente, uno de cada cuatro embarazos
termina en aborto. Tal vez a los papás de nuestra historia les
toque. Tal vez no.
88
mayores derechos tienes en nuestra sociedad), el informe mé-
dico es el que cuenta y, a nivel civil, será el único papel legal
donde constará que el pequeño al que ciertamente su madre
llevó en su vientre con todo el amor existió realmente.
«Aborto» no es una palabra que guste; tiene la connotación
de algo feo, contrahecho, monstruoso. Aunque no es ése el
significado que originalmente tuvo, sí que es el que más pesa;
de hecho, cuando alguien es muy feo, popularmente (y con
cierta mala baba) se dice que «parece un aborto»… Las mamás
que han perdido un bebé en el segundo y tercer trimestre pro-
claman que ellas no han tenido un aborto, porque su bebé era
hermoso, tenía apariencia humana. Quienes han logrado pasar
casi todo el periodo gestacional en el vientre materno, aunque
luego tengan la desgracia de morir, parece que ya van siendo
aceptados como pequeñas personitas y, socialmente, comienza
a aceptarse el hecho de que las madres y los padres que pasan
por este terrible trance tienen derecho a estar tristes.
Como decíamos anteriormente, a efectos de informes hos-
pitalarios da igual. Todas las categorías en las que se expresan
los informes son terriblemente frías y emocionalmente dañinas
para los destrozados padres. Da igual que en el papel que se
llevan a casa ponga «aborto diferido» o «parto vaginal sin pro-
ducto».
La tragedia consiste en que, dentro de toda la dolorosa si-
tuación que conlleva la muerte intrauterina, para efectos de
reconocimiento de nuestra sociedad, al no quedar estos bebés
inscritos en ningún libro de registro civil ni constar en el libro
de familia, el único papel físico que certifica que el bebé existió
en el vientre de su madre es este informe sanitario. Como pa-
pel legal cumplirá su función, pero desde el punto de vista te-
rapéutico es tan dañino como un chupito de cianuro.
89
El vocabulario médico está bien para el ámbito para el
que fue creado: el propio sistema médico-sanitario, esto es,
la interacción oral y escrita entre miembros del propio siste-
ma... Pero sería necesario tener en cuenta que una parte de
ese sistema ha de comunicarse necesariamente con el exterior,
con personas comunes y corrientes que desconocen la jerga
médica y que necesitan que se les expliquen las cosas en «su
propio idioma». Y, sobre todo, que viven con una gran carga
emocional y psicológica las afirmaciones que se hacen en sus
informes médicos, muy lejos de la asepsia profesional con
que son leídos y escritos por los propios profesionales. A los
atribulados padres no se les puede pedir que «tomen distan-
cia» y que lo lean como lo que es, un «informe médico».
Desde hace ya varias décadas se investiga en la Terapia de
Familia cómo el tipo de comunicación dentro de cualquier
grupo social cura o enferma. No se trata sólo de cómo se dicen
las cosas, el tono, el volumen en que se expresan, sino también
de las propias palabras que se emplean. Como en el conocido
ejemplo de la jarra de agua, podemos decir que está medio lle-
na o medio vacía, las dos descripciones son correctas, pero a
nadie le cabe la menor duda de que el significado profundo no
es el mismo.
Hace tiempo escribí en el foro Superando un Aborto:
«¿Sabéis cómo me gusta vivir las palabras con su significado
más terapéutico. Primero pensé que «aborto» es una palabra
horrible y quise cambiar el término. Después llegué a la con-
clusión de que tal vez sea la palabra adecuada, precisamente
por la connotación tan dura que tiene. Pensé que lo que me
costaba aceptar era mi dolor. Finalmente, llegué a la conclu-
sión de que un aborto no es algo «que se tiene», sino «algo que
sucede».
90
Las palabras y el modo en que las utilizamos tienen un
trasfondo que propicia el cambio y la sanación. Numerosas
corrientes terapéuticas2 recogen este modo de proceder: la Te-
rapia Constructivista, el PNL, la Hipnosis Ericksoniana, la
Terapia Familiar desde los estudios de los resultados nocivos
del lenguaje psicopatológico…3
Se nos invita a mirar la jarra medio llena, a cambiar el
modo de definir las palabras si hace falta, o los hechos, a po-
nernos las gafas del pensamiento positivo y buscar aquellos
términos que nos hacen bien. Así que os invito a recorrer el
camino hacia una nueva definición de la pérdida intrauterina,
menos dañina, más respetuosa y sana.
2
Richard Bandler y John Grinder, La estructura de la magia. Lenguaje y
Terapia, Cuatro Vientos, Santiago de Chile, 1998.
3
Sidney Rosen (comp.), Mi voz irá contigo: los cuentos didácticos de Milton
H. Erickson, Ediciones Paidós Ibérica, Barcelona, 1994.
91
vida intrauterina cesa. En el momento en que deja de haber
latido fetal, el cerebro de la madre recibe por medio de hor-
monas y sustancias químicas la señal de que hay que «abortar
la operación»: el embarazo se ha interrumpido y ya no es ne-
cesario gastar más energía en la gestación de un bebé que no
tiene vida y no va a responder. Comienza un proceso de invo-
lución que culmina con el parto de un embrión, feto o bebé,
dependiendo de la edad gestacional.
92
macenada la memoria arcaica de todos los seres que han po-
blado la Tierra, la misma memoria filogenética que hace que
un embrión sepa cómo ha de desarrollarse, o sepa crecer
como un bebé humano y no como un bebé de mandril, por
ejemplo. Porque a esa edad tan temprana, en etapa embrio-
naria, todos los seres vivos tienen un aspecto parecido. Lue-
go, cada especie se separa tomando los rasgos característicos
propios.
Si fuéramos académicos de la lengua y pudiéramos influir
en los contenidos de los diccionarios propondría la siguiente
definición de aborto natural: «Conjunto de procesos incluidos
dentro del ciclo psicosexual, emocional y espiritual femenino
que se da naturalmente en el cuerpo-mente-espíritu de una
mujer gestante como consecuencia de una muerte intrauterina.
Este proceso se dará independientemente de que exista o no
intervención médica de por medio».
En la época del liberalismo sexual es curioso cómo todos
los procesos relacionados con la concepción y el embarazo,
aborto, parto, puerperio, lactancia, así como las propias rela-
ciones sexuales que se tengan en este periodo vital de la mujer
son aún un tabú profundo propio del puritanismo y la moji-
gatería que muchos y muchas se jactan de haber superado. El
día que realmente logremos respetar y vivir con naturalidad
nuestros procesos sexuales seremos capaces de ser muchísimo
más conscientes de lo que nos pasa, conectar con ello desde la
intuición profunda y darle paso, dejarlo fluir para que no se
nos quede estancado en un lugar de nuestras sombras, entre
nuestros fantasmas.
Hay otros términos dentro del vocabulario médico utili-
zados para diagnosticar diferentes momentos dados dentro de
un proceso abortivo.
93
Los padres que acuden asustados a la consulta del ginecólo-
go porque la mamá está manchando (hablamos del primer tri-
mestre de embarazo) necesitan que el profesional no sólo escu-
che y se haga cargo como médico de lo que ocurre. Antes que
nada, son personas angustiadas porque presienten que algo no
va bien. Desean por encima de todo a ese bebé que con tanta
ilusión esperan y, en la mayoría de las ocasiones, se encuentran
con un profesional cuyo nivel de empatía es prácticamente igual
a cero, que somete a la mujer a diversas pruebas a todas luces
invasivas (que no ofrecen ningún resultado realmente claro) y
que, a falta de algo más concreto, la envía de nuevo a casa a ha-
cer reposo absoluto y con un informe cuyo título resulta terrible:
«Amenaza de aborto». Esto, quien no lo ha vivido, no puede
hacerse una idea de lo que es. Si llegabas a la consulta con una
cierta aprensión, te vas creyendo realmente que el mundo se va
a desplomar encima de ti.
94
en el foro Superando un Aborto, sabemos que la angustia que
se deriva de recibir un diagnóstico así se atenúa cuando les ex-
plicamos que han tenido un embarazo normal, que han estado
embarazadas realmente, que su hijo no era raro ni aberrante,
ni el huevo estaba vacío ni nada por el estilo. Que, simplemen-
te, se fue cuando era muy chiquito.
¿Qué cuesta explicar las cosas de manera que todo el mun-
do las pueda entender como son realmente? ¿Es que se sigue
juzgando a un buen médico por lo ininteligible de su jerga?
Nos costará aún recorrer el camino que equilibre la relación
médico-paciente, pero pienso que es fundamental y que forma
parte de la propia salud de nuestra sociedad el que ambos nos
pongamos a la altura de las personas y nos tratemos como tales.
95
nido. Parece mentira que un ser tan pequeño me haya
enseñado tanto en esta vida.
M. A. A.
el proceso
96
de las fases sucesivas de un fenómeno natural o de una opera-
ción artificial.
Acostumbramos a ver la muerte prenatal como un simple
proceso físico, y lo cierto es que abarca mucho más.
En la definición terapéutica propuesta para la pérdida ges-
tacional hablamos de «un conjunto de procesos», porque todo
suceso dado en un organismo vivo (sistema abierto) ocurre en
diferentes niveles o subsistemas. A su vez, este organismo for-
maría parte de otros sistemas que los rodean (suprasistemas),
todos ellos interaccionando entre sí.4
Si queremos que el fenómeno de la muerte prenatal co-
mience a ser un «ciudadano de primera fila» en la urdimbre de
nuestra sociedad, hemos de hacer el esfuerzo de subir de nivel
mental y comenzar a verla como lo que es: un proceso comple-
jo que abarca diferentes esferas de la vida de la persona que lo
sufre.
4
Gregory Bateson trabajó en los años cuarenta en la teoría de los sistemas
aplicados a las relaciones humanas. En la web http://www.ecovisiones.cl/metavi-
siones/taocibernetica/grupoprinceton.htm aparece un artículo relativo a ello.
97
1. Subsistema físico: endocrino-hormonal, muscular, quími-
co-nutricional…
El cerebro capta señales a nivel hormonal que anuncian
el final del embarazo. A su vez comienza a enviar men-
sajes a nivel químico para preparar al cuerpo con el fin
de evacuar los restos. Este proceso, desde que el embrión
muere hasta que comienza el llamado «miniparto»
puede durar hasta 5 semanas. Llegado el tiempo, igual
que en un parto, tras la expulsión de un pequeño tapón
mucoso, la oxitocina cumplirá su papel provocando
contracciones musculares que llevarán a la expulsión del
embrión, placenta y tejidos endometriales.
Un ejemplo de cómo interaccionan los diferentes subsiste-
mas físicos sería el síndrome de ovario poliquístico. Se trata
de una alteración hormonal que da lugar a diferentes sínto-
mas (entre ellos la posibilidad de abortos recurrentes) que,
aparentemente, no tienen que ver entre sí. Por ejemplo,
tenemos a una mujer que sufre diferentes síntomas: obesi-
dad, resistencia a la insulina, ciclos menstruales irregulares,
dificultad para quedarse embarazada, abortos recurrentes,
vello facial, dificultad para adelgazar, acné, estrés... Si se
observan los síntomas por separado, parece que hubiera que
enviar a esta mujer a diferentes profesionales: dietista, gine-
cólogo, estilista… Pero si observamos los datos a la luz del
síndrome expuesto, vemos un cuadro que toma forma con-
creta y que puede recibir un tratamiento para hacer frente a
todos los síntomas. La doctora West propone en su libro5
5
Zita West, La guía definitiva de la fertilidad y la concepción, Pearson
Alhambra, Madrid, 2005.
98
otras terapias complementarias menos invasivas, como
acupuntura, homeopatía, reflexoterapia, psicoterapia
(hablaríamos de aspectos emocionales que puedan estar
agravando la situación), así como una dieta rica en
nutrientes que ayuden a restaurar el equilibrio hormo-
nal: fibra, verdura, frutas, ácidos grasos esenciales, com-
plemento multivitamínico… También las técnicas de
reducción de estrés pueden ayudar, dado que las glán-
dulas suprarrenales reaccionan a las situaciones de estrés
liberando más testosterona, lo cual agrava el desequili-
brio hormonal de base. La doctora West ha comprobado
entre los miles de casos que ha tratado en su clínica que,
en caso de obesidad, una reducción del 10 por ciento
del peso corporal puede mejorar la fertilidad con tanta
efectividad como cualquier técnica de fertilidad.
99
que se desarrolla el modelo médico nos convierte en
pacientes que se dejan manipular por el médico que todo
lo sabe y cuyo juramento hipocrático le obliga a actuar
por nuestro bien. Esto tiene sus fallas en el momento en
que nos obliga a ser sujetos pasivos que han olvidado los
procesos físicos básicos de su cuerpo. Asimismo, desde el
modelo mecanicista, la medicina adoptó como anatómi-
camente perfecto el cuerpo del hombre, con el que se
comparó (y salió malparado) el cuerpo de la mujer. Desde
esta óptica, en una medicina ejercida por hombres,
habiendo sido las parteras y las mujeres sabias de la
comunidad apartadas por «brujas»,6 encontramos que el
cuerpo femenino con sus ciclos, sus fluidos, su sabiduría
ancestral para engendrar, parir, renovarse cada luna fue,
y es, considerado imperfecto. Así que la medicina, en su
buen afán por ayudar a la mujer a reconducir su imper-
fecto modo de ser, nos ayuda a acallar nuestra memoria
ancestral de mujeres sabias cortando, raspando, cosiendo,
proporcionando diferentes tipos de anestesias (físicas y
anímicas), inventando chismes que nos «liberen» de las
cargas derivadas de nuestra condición de mujer y salván-
donos la vida en aquellos momentos en los que la iatro-
genia (véase glosario) del propio sistema la pone en peli-
gro (por supuesto, explicándonos que lo que produjo el
6
Es curioso descubrir lo que realmente significa lo que siempre hemos
considerado sinónimo de «bruja».
Diccionario de la Real Academia Española: Pizpireta. (De or. onomat.).
1. adj. coloq. Alegre, vivaz y algo coqueto.
Pirujo, ja. 2. f. Mujer joven, libre y desenvuelta.
100
riesgo fue nuestra propia condición femenina y sus «per-
versas» expresiones).
En el caso de las pérdidas gestacionales, aun cuando
están demostrados los peligros y efectos secundarios de
los legrados-raspados-aspirados, éstos se realizan con
total impunidad, sin tener en cuenta el caso concreto
de cada mujer y sus necesidades específicas (me resulta
curioso ver cómo la mujer moderna liberal y feminista
asume sin rechistar semejante violación de su espacio
más íntimo).
101
dolor profundo del alma del que hablábamos. Michel
Odent7 explica este proceso a nivel hormonal: el proce-
so del parto8 provoca en el cuerpo un baile hormonal
que hace que los niveles de endorfinas aumenten. La
hormona oxitocina, que Odent llama la hormona del
amor, corre por las venas de la parturienta provocando
en un aborto una anestesia natural que impide a la
mujer hundirse en la desolación de la pérdida. Quien
ha vivido el final de su embarazo como un proceso
consciente, descubre en sí una fuerza que desconocía,
que la eleva al estatus de «diosa», de mujer fuerte, de
mujer consciente de su cuerpo, de sus procesos. Si el
bebé nacido está muerto o es un pequeño embrión, la
madre que pueda acogerlo y despedirse como lo que es,
el cuerpo del hijo que ha habitado el suyo durante un
tiempo, podrá enfrentarse al duelo desde la realidad del
hijo que ha perdido. El amor que siente ya no tendrá
como objeto un ser imaginado en un futuro que ya no
llegará, sino un ser real, de carne y hueso, al que tal vez
ha podido lavar, vestir, acunar, despedir de una manera
respetuosa y digna. No digo que de este modo vaya a
ser menos doloroso, pero sí más sano. La cicatriz estará
ahí siempre, el recuerdo perdurará por muchos años
que pasen, pero no existirá la incongruencia profunda
7
Michel Odent, La cientificación del amor, Fundación Creavida, Buenos
Aires, 2007.
8
Hablaremos de «parto» independientemente de que el bebé nacido esté
vivo o muerto, de que sea un parto de un embarazo a término o de un embrión
de pocas semanas.
102
de quien entra anestesiada a un quirófano con una
barriga y sale sin ella.
103
primera vez, siento que es mi cuerpo, que soy yo y no otra
gente la que decide. Me siento orgullosa de mi cuerpo,
feliz de que sea la naturaleza la que haga el trabajo, así
como lo ha hecho a lo largo de generaciones, sin interven-
cionismos, sin avasallamientos traumáticos, sin invasiones
violentas a mi cuerpo, a nuestros cuerpos (…). Acabo de
volver de darme un paseo y creo que me ha sentado bien.
Estoy tranquila y trato de cuidarme y escuchar a mi cuer-
po. Estos días están siendo para mí una gran experiencia y
cada momento que pasa me siento más fuerte (…). Hoy
he ido a la gine, pero no nos ha atendido la de siempre,
sino otra. Como nosotros tampoco estábamos muy con-
tentos con la anterior, nos ha dado un poco igual el cam-
bio. Más de lo mismo... La nueva no tenía ni idea de por
qué yo estaba ahí, ni siquiera se había molestado en tomar-
se un par de minutos para leerse mi historial. De todas
formas, yo le he explicado mi historia rápidamente y le he
dicho que llevaba 4 días sangrando, dos de sangrado in-
tenso y que había tomado la decisión de que esta vez fuera
mi cuerpo el que hiciera el trabajo y que no quería legrado.
Ella me ha dicho que había que hacer una ecografía para
ver cómo iba todo. Me la ha hecho y me ha dicho (algo
que yo ya sospechaba porque ayer expulsé algo como un
pequeño chicle, sólido, y como de un centímetro y medio
o más) que ya había expulsado el saquito. Así que nos
hemos puesto muy contentos de que mi cuerpo se esté
portando tan bien.9
9
Transcribimos un proceso de pérdida gestacional desde la vivencia de una
mujer que acudió al foro Superando un Aborto en busca de orientación y apoyo.
Se han omitido ciertas partes para que no resulte tan largo.
104
3. Subsistema mental: ideaciones, creencias, cogniciones…
Hablamos de un proceso por el cual poco a poco se va
cambiando el patrón mental «estoy embarazada», por
el de «ya no estoy embarazada». No se trata sólo de que el
tiempo que una mujer lleva imaginando su embarazo,
cómo será su parto, su hijo, conforman una realidad
a nivel mental, sino que el embarazo supone una
inmersión a todos los niveles en el mundo del bebé.
Las ilusiones se tornan realidad. Es tan grande el vuel-
co que da la vida cuando una mujer comprende que
está gestando y lo que esto supone, que hará falta un
tiempo de «descompresión» para ir saliendo poco a
poco de la burbuja de felicidad en la que vive la mujer
embarazada.
105
a otras embarazadas y a otros bebés viene dado por esta
paradoja mental: cuando el cuerpo ya no está embara-
zado, la mente aún está pensando en cómo sería ese
bebé, lo percibe como real, aunque físicamente ya no
esté.
106
punto, la mente no da para más. La sanación profunda
de la persona ha de implicar emociones y estratos más
profundos del ser. Alguien que años más tarde cuenta
su pérdida desde la más absoluta racionalización de lo
ocurrido, no ha superado el trauma. Incluso estaría
más atrás en el camino que quien lo relata bañado en
lágrimas. Quien es capaz de llorar, al menos es capaz
de sentir dolor. La mente puede utilizarse como un
parapeto tras el que cobijarse de las emociones más
dolorosas. El proceso terapéutico consistirá, en primer
lugar, en romper esa coraza. En los casos más extremos
de negación disfrazada de racionalización no habrá
lugar para un proceso terapéutico, porque la mujer ni
siquiera será consciente de que necesita ayuda. Como
dice un dicho popular, «nadie se ha emborrachado
hablando del vino». Son importantes los grupos de
apoyo, presenciales, virtuales… Representan las redes
sociales con las que se contaba antaño, cuando vivía-
mos más cerca unos de otros. Ahora no nos paramos a
hablar. Vivimos en bloques llenos de vecinos pero no
hay confianza para ciertas expresiones emocionales.
Curiosamente, suplimos la necesidad de expresión con
las visitas al médico. Sobre todo en el embarazo y el
puerperio, el médico suple en muchos casos la labor de
las comadres que enseñaban a la reciente mamá todo
lo que necesitaba saber. Ahora son el ginecólogo y el
pediatra quienes gestionan ese conocimiento. Profesio-
nales que, paradójicamente, no disponen ni de tiempo
ni de la capacidad empática que se necesita para escu-
char con la profundidad deseada. En caso de pérdida
perinatal ni siquiera existe ese seguimiento. Ya no hay
107
bebé, ya no mereces pertenecer al grupo de pacientes
de obstetricia.
108
Hemos mencionado el duelo en el sistema emocional,
pero no por ello queremos afirmar que el duelo sea
únicamente una experiencia emocional. Al contrario,
tendría su correlato en cada uno de los sistemas:
A nivel físico, el duelo puede conllevar una serie de
molestias tales como cansancio, sensación de debili-
dad, cefaleas, dolores musculares, síntomas gripales…
No tienen por qué darse todos a la vez ni en una
misma persona. Tal vez no se asocien al duelo en sí,
sino que sean tomados por distintos problemas físicos
y puestos en conocimiento del médico de cabecera.
En muchos casos se recetan pastillas para las diferen-
tes dolencias. Si se viera el cuadro con una perspecti-
va más amplia, un médico con experiencia sabe que es
parte del proceso del duelo. Incluso es posible que
determinados síntomas se repitan en la época del año
en que sucedió la pérdida, a modo de recordatorio. A
veces, es interesante hacer una analítica, por si hubie-
ra una anemia real, fruto de la bajada de defensas
producida por el estrés derivado de toda la situación
o de la propia sangre que se pierde. Unas simples vita-
minas a veces hacen milagros con estos síntomas,
inyectan una dosis de fuerza a un sistema corporal
deprimido que invierte esfuerzo extra en superar la
pérdida y en reinventarse de nuevo. El profesional
correspondiente tendría que valorar si conviene admi-
nistrar o no un suplemento alimenticio que dé el
empujón de ayuda necesario para ponerse de nuevo
en marcha. Son inocuos al lado de los antidepresivos
que se recetan con tanta alegría hoy en día en la con-
sulta del médico de cabecera.
109
A nivel mental, surgen los pensamientos recurrentes,
la sensación de «no poder creer lo que ha sucedido»,
«que esto me haya pasado a mí», las diferentes creen-
cias erróneas que puedan impedir que la herida mental
sane de forma natural y eficaz («siempre me pasan a mí
las cosas malas»; «no soy normal»; «nunca podré ser
madre», etc.) y que habría que contrastar y desactivar
por un terapeuta para que no se conviertan en lastres
del proceso. No estamos hablando de pensamientos
patológicos, sino del proceso habitual. La mente tam-
bién ha de invertir su patrón de pensamiento «ya no
estoy embarazada».
También es cierto que si se diera con más facilidad la
posibilidad de hacer las pruebas pertinentes para descu-
brir las razones de la pérdida se evitarían mucha angus-
tia y estrés innecesarios. Saber por qué ocurrió ayuda a
la elaboración del duelo y evita pensamientos recurren-
tes basados en fantasías (posibles causas seguramente,
pero fantasías al fin y al cabo), que podrían llegar a
convertirse en problemas psicoemocionales mayores si
se dieran las circunstancias.
La peculiaridad del duelo en el aborto es precisamente
que no queda claro cuándo comienza. Hay quien inicia
su duelo cuando le dan la noticia de que el feto está
muerto. Hay mujeres con mucha sensibilidad que
notan los síntomas físicos de involución del embarazo:
el feto muere y poco a poco los síntomas van desapa-
reciendo, y van sintiendo una especie de nostalgia que
la embarazada, en su eterna inocencia, asocia a su pro-
pio estado. Es después, tras la pérdida, cuando se da
cuenta de que su cuerpo ya comenzaba a despedirse.
110
Hemos recogido también muchos testimonios de
mujeres que soñaron que se despedían de sus hijos o
tenían pesadillas referentes a la pérdida días antes de
que se declarara el sangrado. En muchos casos recibir
la terrible noticia no hace sino confirmar algo que ya
sabían.
Legrado no es sinónimo de final del embarazo. Igual
que en una cesárea realizada sin mediar trabajo de parto,
habrá dolorosos entuertos producidos por un cuerpo
que lucha por cumplir con su instinto natural. Sea
mediante un miniparto natural o artificial vía legrado,
el sangrado durará unos días aún.
El cuerpo ni siquiera asume que el final del aborto coin-
cide con el final del sangrado. Todavía durante unas
semanas correrá por las venas de la mujer la hormona
HCG, responsable de que el test de embarazo dé posi-
tivo. Puede tardar en desaparecer hasta 2 meses después
de la pérdida. Paradójicamente, una mujer que se haga
un test de embarazo después de perder uno, dará posi-
tivo. Esto supondrá un baile hormonal en un cuerpo
que todavía no ha superado el estatus de embarazo y ya
intenta reanudar sus ciclos.
Es como si la persona, a través de los distintos subsiste-
mas que conforman su ser, fuera iniciando pequeños
duelos, en la medida en que va siendo consciente de la
pérdida. Cada mes que pasa, la madre va tachando
mentalmente las semanas que faltan para la fecha pro-
bable de parto, hasta que llega el día. Es tan doloroso
darse cuenta de que ese día, en el que probablemente
habría parido y tendría a su hijo en sus brazos, ya no
podrá ser… Pero es como si se hubiera cerrado un ciclo,
111
como si lo hubiera perdido definitivamente. No habrá
ningún milagro, ninguna cigüeña vendrá y pondrá en
sus brazos un bebé sano, como seguramente escuchó de
niña que ocurriría. Termina la fantasía y no queda más
remedio que aferrarse, un día más, a la realidad.
Esto se complica cuando ocurren varios embarazos muy
próximos en el tiempo, con sus respectivos abortos. Si
un aborto ya es difícil de digerir, ¿cómo dar cabida a
semejante tempestad emocional?
112
viembre, y cuando veo mujeres que están a punto, pues me
da una sensación extraña, de envidia y de impotencia por
no poder tener a mi segundo bebé...
Alvex
113
había caído de un caballo fracturándose la pelvis (…). No digo
que se produzca mucho, pero es algo a considerar en estas cir-
cunstancias.
Ahora le digo a la mujer (…) debe seguir cuidándose como
si estuviera embarazada; necesita comer bien, descansar, hacer
los ejercicios apropiados, tomar aire fresco; debe seguir tenien-
do conciencia del proceso del embarazo y de su sensibilidad
emocional, y reservarse para estar consigo misma la semana en
que hubiera parido, o para estar con su compañero si es nece-
sario, y mantenerse abierta a cualquier cambio o nueva con-
ciencia que pueda experimentar.10
Ambivalencia
10
Elson M. Haas, La salud y las estaciones, Edaf, Madrid, 1983.
114
biendas de que eso es lo que quiere y que para ella la verdade-
ra renuncia está en acallar esa voz que le llama desde lo más
profundo de su ser. Como si no fuera suficiente el miedo, no
ya a un nuevo embarazo, sino a otra pérdida, muchas veces las
personas de alrededor no hacen, «por su bien», más que echar
leña a la hoguera de la incertidumbre.
Lo cierto es que es una etapa dura, con la sensibilidad a
flor de piel. No se han acabado de ir las hormonas del emba-
razo cuando el cuerpo reanuda sus ciclos y la mujer se ve en-
vuelta en una gran montaña rusa emocional. Familiares y ami-
gos lo tienen complicado: digas lo que digas y hagas lo que
hagas, sentará mal. Es lo que llamo «el síndrome del culo es-
cocido». Si tienes escocido el culo, da lo mismo que te pongas
bragas de esparto, de lana, de seda… te va a doler igual, porque
lo que tienes es un problema en (con perdón) tu culo. De nada
sirven consejos y frases bienintencionadas que sólo suenan a
hueco. Es el momento del silencio cómplice, de los abrazos,
de llorar juntos. Somos seres mentales, necesitamos hablar,
comentar, dar vueltas a un mismo asunto. Esto está bien hasta
cierto punto. A partir de aquí no sirven de nada las palabras,
entramos en el campo de las emociones. Como decía alguien,
«hay momentos en la vida en los que lo único que se puede
hacer es llorar y darse besos». ¿Por qué no? Si no sabemos
afrontar nuestras emociones (que es diferente a enfrentarse a
ellas), ocurrirá que «las lágrimas acabarán por convertirse en
piedras en tu estómago».
Porque una mujer que ha pasado por una o varias pérdidas
no necesita de nadie que «le caliente la oreja» diciéndole a lo
que se expone. Ya lo sabe. Lo lleva impreso en el alma.
Lo que se siente, esa mezcla de deseo y miedo de tener otro
bebé tiene un nombre: ambivalencia.
115
La ambivalencia es querer y no querer algo, todo a la vez.
Es otra etapa del proceso por la que hay que pasar, pero que
también se supera. Aunque crea un gran desasosiego (por to-
das las emociones opuestas que desata) es como un limbo:
evita tener que tomar la siguiente decisión (la que sea, en cada
caso). Es un mecanismo de defensa que actúa, como su nom-
bre indica, en beneficio propio: evita que tomemos decisiones
en momentos en los que no estamos preparados para ello.
Aunque sea muy desagradable, tiene un beneficio secundario
muy claro.
Es como si estuvieras al comienzo de la carrera pensando
«¿me pongo las zapatillas verdes o las rojas?» y no echaras a an-
dar. Pero no hay que culparse por esta indecisión. Tras una
experiencia tan sumamente dura, hay que repostar, coger fuer-
zas. Funciona así. Aunque todos te digan, «muévete, sal de
casa, etc.», has de confiar en el instinto.
A veces hace falta mucho cabreo para echar a andar. El en-
fado es como el combustible.
Otra razón más para sentirse culpable en un momento así
es la sensación de estar perdiendo el tiempo. Hazte un favor,
nunca digas «he perdido el tiempo». El tiempo no es algo que
se nos pueda «perder». Siempre lo estamos ocupando con ac-
ciones. A veces, simplemente, necesitamos parar. Vivimos en
la creencia de que «poseemos» el tiempo y que podemos dis-
poner de él a nuestro antojo, y es una gran mentira. ¿Verdad
que cuando se está a gusto pasa más rápido y cuando uno se
aburre, más despacio? Esto lo saben los niños.
El secreto está en lo siguiente. Solemos decir «cuánto tiem-
po ha pasado», como si fuera algo lineal que puede medirse
con un metro. Pero no es cierto. Vivimos tiempos, etapas.
Unas más activas que otras. Vive intensamente el tiempo que
116
te toca vivir. Es tuyo, es tu ahora, y nunca volverá. Tu dolor es
tuyo. Te pertenece y tienes todo el derecho a sentirlo plena-
mente. Aunque, paradójicamente, no es tuyo, os pertenecéis
mutuamente. Date permiso para sentir plenamente ese dolor
(ojo, para sentir, ¿eh?, no para pensar sobre ello), y después
date permiso para despedirte y dejarlo ir, serenamente. Cuan-
do llegue el tiempo, no antes.
Querida X:
117
piedra. Si hoy lloras es porque te das permiso11 para sentir (a lo
mejor hasta ahora no estuviste preparada para sentir y lo pos-
pusiste) y eso es bueno. Es muy bueno.
Me gustaría que, quien leyera estas palabras, al hacerlo lle-
gara a ser capaz de hablar de sus sentimientos. Y no os asuste si
hay llanto. Imagínate en un abrazo inmenso que te arropa y te
protege, lo suficiente como para darte permiso para dejar bro-
tar todas tus emociones a través de unas lágrimas.
Un abrazo muy fuerte, muy fuerte, muy fuerte.
Mónica Álvarez
11
Joaquín Argente, Me doy permiso para…, Obelisco, Barcelona, 2009.
118
Es muy buena señal descubrir que se comienza a sentir la
necesidad de «sacar» todo el dolor que se lleva escondido en lo
más íntimo. Sin embargo, para esto, como para muchas cosas,
la prisa es mala consejera. Hay que estar preparada para darse
todo el tiempo que sea necesario. Y no preocuparse por si se
está haciendo bien o mal. Seguro que se está haciendo muy
bien. «Tu cuerpo es sabio, tú eres sabia y conoces tus tiempos».
Hay sentimientos muy difíciles de afrontar. Es muy bueno co-
menzar a hacerlo. Pero, al igual que no hay que tener prisas,
hay que estar atento para no exigirse más allá de lo que las pro-
pias fuerzas permitan.
Es importante ponerlo todo en la balanza: hablar y permi-
tirse guardar para una los propios sentimientos el tiempo que
sea necesario. Todo saldrá a su debido tiempo.
Como las ondas que se crean en un estanque al tirar una
piedrecita, todo suceso ocurrido en la vida se propagará e in-
fluirá en la persona en todos sus niveles. Todo lo que sucede
alrededor de una pérdida gestacional tendrá, para bien o para
mal, su consecuencia.
Igual de importantes son las personas que rodean a la
mamá. Forman otros sistemas mayores que la rodean, la pare-
ja, la familia nuclear, la familia extensa, los diferentes grupos
sociales en los que se mueve… Ella forma parte de estos siste-
mas mayores con los que interactúa y a través de los cuales se
bio-retroalimenta.
119
tendremos tan profundamente como con la madre, por ser ella
quien que vive la pérdida física. En gran parte, lo ya explicado
sirve aquí también como modelo.
El proceso del padre, aunque pueda parecer que le toca la
«mejor» parte, es complejo. Al dolor y a la frustración de per-
der al hijo ha de añadirse la preocupación por lo que pueda
pasarle a su esposa.
Asimismo, al no vivir el nivel físico, se perderá la parte
hormonal y química, tan importante, como decíamos, para
crear endorfinas que ayuden a no hundirse emocionalmente,
así como para mantener a flote el sistema inmunitario.
Es importante ayudar al hombre a implicarse en el proce-
so de despedida. Es muy fácil que sean las otras mujeres de la
familia quienes «cuiden» de la madre mientras el proceso físico
culmina impidiendo que el padre se sienta parte implicada. Él
también tiene un duelo que resolver, y en su caso, ya que no
ha vivido las mieles y las molestias del embarazo, puede que-
darle la sensación de que ese hijo «no ha existido». A la fase de
negación propia del proceso de duelo puede unirse en el padre
la sensación de irrealidad, de hacer «como si no hubiera pasa-
do nada». Esto sería una tremenda equivocación y un lastre en
el camino hacia la sanación psicoemocional.
Cada persona es un mundo y no se puede prever cómo
reaccionará cada hombre.
El hombre que tiene la capacidad de cuidar de su com-
pañera hasta que se recupera físicamente podrá vivir el pro-
ceso del aborto de la forma más directa, más vivida. Es muy
probable que aplace su propio duelo en su preocupación por-
que su compañera esté bien, con la sensación de que «ahora
no le toca». Sus tiempos no son los mismos que los de la mu-
jer. Es probable que en algunos casos tampoco dé muestras
120
de dolor o de tristeza tan palpables. Será un duelo más racio-
nal, más mental, a su manera. Tal vez en un mes o dos, si no
se permitió vivir la tristeza desde las emociones, lo exprese a
un nivel físico. Más de un padre ha acabado con una bajada
de defensas y una gripe en cuanto su cuerpo ha visto que po-
día bajar la guardia. Es su manera de permitirse meterse en
la cama y ser, a su vez, cuidado.
121
estaba yendo de ella, y la estaba haciendo parir sabiendo que
no habría nada después.
Es en esos momentos de silencio cuando las palabras no
son tan necesarias, pero se deben decir si se siente que hay
que hacerlo. Esas emociones no son un juego, son un presen-
te vivo. El mañana (el futuro) hará que aprendamos a sentir
lo vivo que uno puede estar cuando se alía con esa otra parte
con quien uno, en su día, comenzó a compartir un espacio,
un tiempo, una vida de encuentros, de vivir en pareja para,
siendo individuos, poder llegar a formar una familia.
Está bien ser persona, pero más importante es ser indivi-
duo dentro de una pareja, para crecer con ella, no físicamente,
sino emocionalmente. Hay que dejarse sentir, darse permisos,
e-mocionar-se.
S. R. G.
122
herida, ha comprobado cómo se fortalecía el vínculo entre
ambos.
Sirve también en este apartado la «Receta para ayudar a
salir al dolor de su madriguera» expuesto en el anterior.
123
bres tienen vetado el derecho a expresar sus emociones. Con-
trariamente al sentido común, muchas mujeres adoptan esta
equívoca expresión de fortaleza, negándose el derecho a expre-
sar el dolor. La pérdida de un hijo en el vientre puede ser una
crisis tan profunda en el seno de la pareja que fuerce a romper
los moldes previos que indican cómo ha de comportarse uno
frente a los vaivenes de la vida. Será necesario que los compo-
nentes de la pareja encuentren juntos nuevos modos de expre-
sión emocional que tal vez antes de la crisis no existían. Esto
es crecer como pareja. Si no se da esta maduración en los dos
miembros, como individuos y como pareja en sí, estarán en el
comienzo del fin de la misma.
Más allá del hombre y la mujer aparece la «pareja». Es el
término que designa certeramente la dualidad de dos que han
elegido vivir como uno. Es como el tercero entre dos que se
quieren, a quien se ha de cuidar, a quien se ha de tratar como
uno más de la familia. Es el tercer miembro de la pareja,
miembro intangible a primera vista, pero vital en el universo
familiar.12
La pérdida gestacional, como crisis vital que es, sacude el
microcosmos de la pareja, rompe en pedazos lo que era, obli-
gando a cada uno a recolocarse en sus nuevas posiciones, res-
pecto a sí mismos y al otro. No puede ser de otra manera. No
se puede «esperar que esto pase y volvamos a ser los de antes»,
ya nunca jamás volverán a ser como antes.
Aunque en el plano civil no se tiene en cuenta, en Terapia
de Familia se considera que ese bebé no nacido es de hecho un
miembro más, con todo su peso y su realidad. Es como si las
12
Philippe Caillé, Uno más uno son tres, Paidós, Barcelona, 2001.
124
energías y dinámicas subyacentes de cada familia quedaran
impregnadas con la esencia de ese pequeño ser. Aunque no
llene un espacio físico, ocupará un lugar en el universo imagi-
nario de la familia y de cada uno de sus miembros. Si no se
hace consciente esta necesidad de conversar acerca del peque-
ño que no se llegó a conocer, de pensar en él, en cómo sería de
mayor, a quién se parecería, de llorarle y recordarle, de guardar
un espacio y un tiempo para él, la necesidad se hará tan gran-
de en el subconsciente que ocupará espacios propios de la vida
cotidiana, de los miembros vivos de la familia y de sus emo-
ciones y pensamientos. Véanse esos casos de madres que se
niegan a desmontar la habitación del bebé, que viven por y
para el hijo muerto, padres que ahogan en alcohol la falta de
diálogo y la incapacidad de expresar el dolor guardado tantos
años; hijos que acaban sufriendo la lacra de la enfermedad
mental desde el sentimiento de un hermano muerto que pare-
ce más importante y familiarmente más deseado que los pro-
pios hijos vivos. Son casos muy extremos que abundan en los
manuales de psiquiatría.
Según esto, una pareja que sufre una pérdida gestacional
se convierte automáticamente en familia, ya que el hijo, aun-
que civilmente no exista, en el imaginario familiar es tan real
como la vida misma.
Será responsabilidad de cada grupo familiar cómo quiere
vivirlo, como un secreto, con naturalidad, desde la obse-
sión…
125
Los hermanos
126
sobre cómo se siente por el contexto de la pregunta que por
ella en sí.
No hay que preocuparse más de lo necesario por cómo se-
rá su reacción; los pequeños hacen gala de una madurez im-
presionante en momentos en los que los adultos nos quedamos
sin palabras.
127
Pero no hacía falta que lo dijera, recuerdo perfectamente llegar
a su habitación y verla tumbada en la cama, pálida, triste, casi
gris. Aunque entonces yo no entendía muy bien qué pasaba,
sólo sabía que mi madre estaba triste, enferma. Me dio la sen-
sación, o siempre la he tenido, de que estuvimos mi hermano
y yo fuera de casa unos días, pero ella afirma que no fue así.
Quizá los niños, los hermanitos, estamos totalmente fuera de
esta historia y se nos queda más el sentimiento de aislamiento
o de que se nos echa fuera. El primero de sus abortos fue a raíz
de empujar el coche, que quedó tirado en la carretera. Ella
decía «voy a perder la barriga», al cabo de unos días empezó a
sangrar y, finalmente, perdió su bebé de 3 meses. Yo debería de
tener unos 3 o 4 años y mi hermano, 1 o 2. Luego tuvo otro
más, ella siempre se quedó con la duda de qué pasó y de si en
realidad seguía vivo, pues le practicaron un legrado antes de que
ella pudiese ni siquiera reaccionar. Y, finalmente, nació mi es-
perada hermana, una hermana ansiada por todos.
A pesar de tener presente esta vivencia, no he sido real-
mente consciente de su significado hasta que he sido madre
y he conocido y escuchado las historias de pérdida de otras
mujeres desde esta perspectiva de madre. Pero haberla cono-
cido de cerca supongo que te da una perspectiva también
diferente.
Cristina
128
neje mejor la situación, esta vez ha sido definitivo el empeño
de no recibir a nadie, ni madre, ni suegra, ni amigos, ni nadie.
Porque me doy cuenta de que, estando tranquila conmigo mis-
ma, la situación de encontrarte con una persona, por muy que-
rida que sea, es ponerte en el ojo del huracán. Ese momento de
silencio que es tan denso que se podría cortar con un cuchillo,
la pena en los ojos de una persona que quieres... ese «ambiente»
es el que te precipita hacia el llanto, y una vez que empiezas no
puedes parar...
Chicas, os lo recomiendo: soledad absoluta durante una
semana, ni teléfono, ni visitas, ni nada de dramas exteriores.
Hablad con vuestra pareja y que se ocupe él del mundo exterior.
Es momento de pensar en vosotras mismas y de pasar vuestro
duelo.
Yo, después de una semana así, me encuentro muuuuucho
más fuerte. No he tenido que contener mi lloro porque esté
alguien delante, ni dar explicación ninguna, ni aguantar pal-
maditas en la espalda de consuelo, mi dolor no tiene con-
suelo.
El otro día, cuando me estaba duchando, al ver que mi
cuerpo volvía a ser el de antes, mi pecho ya no estaba preparan-
do la lactancia... empecé a llorar como no lo había hecho hace
mucho. Y me pasé llorando una hora entera, debajo del agua
de la ducha, hasta que me di cuenta de que gran parte de mi
tristeza se había ido por el desagüe. Salí del baño y empecé a
hacer planes para el futuro. ¿Qué es lo que voy a hacer ahora?
Creo (bueno, lo sé por experiencias anteriores) que si hubiera
estado rodeada de gente, incluso de poca gente, no habría te-
nido tan claras las cosas como ahora.
En breve empezaré a buscar un médico que me dé solucio-
nes, también estoy informándome sobre adopciones, y... ¡sí!, lo
129
que necesito ahora es un viaje para relajarme, ¡mmmmhhhh!,
tal vez mire alguna página de esas que salen fotos del Caribe.
La vida es increíble, chicas, miremos hacia adelante, aún hay
muchas olas que saltar...
13
Ibone Olza y Enrique Lebrero, op. cit.
130
obstáculo en el camino que lo propicie. Nuestra sociedad no
deja espacio para asumir el dolor que supone una pérdida en
el seno materno. Actualmente comienza a considerarse nor-
mal que una pareja que pierde un hijo en un embarazo a
término se sienta «chocada» y entre en duelo. Sin embargo,
no se da esta benevolencia en abortos de pocas semanas o
meses.
Una manera especialmente cruel de minimizar la pérdida
son los comentarios e intentos de consuelo por parte de cono-
cidos y allegados. Es triste, pero nuestra sociedad no está pre-
parada para afrontar la muerte en el seno materno. Siendo un
hecho tan frecuente y cotidiano, constatamos con cada mujer
que abre su corazón y comparte con nosotros su experiencia
que no existen resortes sociales a través de los cuales poder re-
lacionarse y expresarse.
En Terapia Familiar se habla muchas veces de «guiones so-
ciales». Así, será diferente el tipo de conversación que se tiene
según el «escenario» (en la consulta del médico, en la calle, en
casa, en el gimnasio, en el autobús…) y según los «personajes»
de la escena que se desarrolla. Cada tipo de situación en la vida
tiene un guión predeterminado. En caso de pérdida perinatal
hay un tipo de guión que se queda obsoleto, pobre y rayando
en el insulto en cuanto se pone a la luz del amor, la empatía y
la compasión.
Un ejemplo de guión que se utiliza en estos casos podría
ser: «¡Ay, chica! Ya me dijo tu madre, bueno, hija, piensa que
estas cosas ocurren, no tiene mayor importancia, a mí también
me pasó. Ya verás cómo para el año que viene a estas alturas
has conseguido uno». Muy típico, teniendo en cuenta que la
mujer perdió un embarazo, pongamos, por ejemplo, en la se-
mana 10. Pero ¿qué diríamos si a quien hubiera perdido fuese
131
a su marido? Se vería de muy mal gusto el comentario de la
bienintencionada vecina, ¿verdad?
Pues ése es el sentir de la madre que perdió a su preciado
bebé, aunque no midiera más que unos pocos centímetros.
Lo cierto es que no hay fórmulas para afrontar este tipo de
comentarios. Tampoco existen en el caso de la poca empatía
que se suele mostrar cuando hay dos embarazadas en la misma
familia y una de ellas pierde el bebé y la otra tiene la buena
suerte de seguir adelante. Es típico el ninguneo hacia el bebé
que ya no será (y, por extensión, a su madre). Tanto, que pa-
rece que nunca existió.
Todo esto es típico de una sociedad que tiene mucho tra-
bajo pendiente con sus propios duelos y pérdidas. Tan sólo tres
generaciones atrás se vivió una guerra cruenta. Era una socie-
dad en la que no había tiempo para llorar a los muertos, pues
primaba la propia supervivencia. Si miramos hacia el pasado,
encontramos siglos de guerras y de matanzas sin sentido. ¿Es
que hemos acumulado tantas capas de insensibilidad en nues-
tra memoria filogenética?14
Curiosamente son aquellas personas que pasaron por una
pérdida gestacional, aunque hayan pasado muchos años, quienes
demuestran la empatía suficiente para permanecer en el silencio
cómplice de quien no tiene qué decir, porque todo está dicho.
Las lágrimas son un río que nos lleva a alguna parte. El llanto
crea un río alrededor de la barca que transporta nuestra vida
espiritual. Las lágrimas levantan la embarcación por encima de
14
La memoria filogenética se refiere a aquella que llevamos a nivel celular
acumulada como especie a través de miles de generaciones. Por el contrario, la
memoria ontogenética sería la que, como individuos, acumulamos en la vida.
132
las rocas, por encima del terreno seco y la transportan río aba-
jo a un lugar nuevo y mejor.
El llanto de una mujer siempre se ha considerado muy
peligroso porque abre las cerraduras y el pestillo de los secretos
que lleva dentro. Pero, en realidad, por el bien del alma salvaje
de la mujer, es mejor llorar. Para las mujeres las lágrimas son el
comienzo de la iniciación en el Clan de la Cicatriz, esta tribu
eterna de mujeres de todos los colores, naciones y lenguas que,
a lo largo de los siglos, han sobrevivido a algo muy grande, lo
hicieron con orgullo y lo siguen haciendo.
Hay veces en la vida de una mujer en que ésta llora sin
cesar, y aunque no cuente con la ayuda y el apoyo de sus seres
queridos, no puede dejar de llorar. Las lágrimas sirven para
remendar los desgarros de la psique por los que se ha ido esca-
pando la energía. La situación es muy grave, pero lo peor no
llega a producirse —no nos roban la luz— porque las lágrimas
nos otorgan la conciencia. No hay posibilidad de que nos que-
demos «dormidas» mientras lloramos. Y el sueño que se produ-
ce es tan sólo para descanso del cuerpo.
A veces una mujer dice: «Estoy harta de tanto llorar, quie-
ro detenerme». Pero es su alma la que derrama lágrimas y éstas
son su protección. Por consiguiente, tiene que seguir haciéndo-
lo hasta que termina su necesidad. Algunas mujeres se asom-
bran de la cantidad de agua que puede producir su cuerpo
cuando lloran. Eso no dura eternamente, sólo hasta que el alma
termina de expresarse de esta sabia manera.15
15
Clarissa Pinkola Estés, Mujeres que corren con los lobos, Círculo de Lec-
tores, Barcelona, 2002.
133
despedidas y rituales
16
http://www.escuelai.com/gramatica/preterito-imper.html
134
Tenemos naturalmente asimilado que el embarazo es un
periodo de tiempo con principio y fin. El inicio tiene lugar con
la concepción y el término con el parto. Al final iría asociada,
por supuesto, la imagen de una mujer agotada, pero feliz, con
su bebé recién nacido en brazos. Curiosamente, a pesar de la
alta cifra de abortos naturales y muertes perinatales que se pro-
ducen en nuestra sociedad, no contemplamos esta posibilidad.
Como veremos más adelante, fuertes y arraigados tabúes ayu-
dan a ocultar la posibilidad de la muerte tras el telón de la som-
bra arquetípica. En el inconsciente colectivo, se asocia la tríada
embarazo-parto-nacimiento como la única posibilidad. Por tan-
to, ¿qué ocurre en el caso de que dicha cadena de acontecimien-
tos no sea culminada? Esto es, ¿cómo reaccionará la mente-
cuerpo-espíritu en el caso de que el embarazo se malogre y no
dé lugar al fruto deseado?
Pues ocurrirá que, si no se permite vivir el duelo y la pér-
dida, si no encuentra el momento y el espacio para sentir más
allá de los convencionalismos sociales y lo que el propio dolor
le permita, sucederá que la mujer quedará como en un limbo,
con la sensación de que algo quedó a medias, sin acabar, sin
cumplir. En el caso excepcional de las pérdidas gestacionales
no sólo es el trabajo de duelo lo que hay que elaborar, sino
también otro de carácter más profundo y sutil que queda im-
bricado en los telares del subconsciente, en los rincones más
recónditos del alma. No se aprecia a simple vista, pero está ahí,
agazapado, oculto en la sombra, esperando el momento más
adecuado para salir.
Entramos en el universo simbólico de la persona, más allá
de lo puramente físico, mental, emocional… Entramos en lo
sagrado, en lo más hondo del alma. Ese lugar al que estamos
acostumbrados a visitar tan poco. O nada.
135
No hace falta pertenecer a ninguna religión para esto, ni
siquiera ser creyente. Sólo se precisa dejarse llevar por la voz
interior, ésa que tan relegada al olvido ha quedado en nuestra
cultura, más acostumbrada a guiarse por un GPS mecánico,
construido por la mano del hombre, cuadriculado y preciso.
Un ritual es un paseo por el mundo simbólico y sagrado
de cada uno. Como decíamos, no es necesario pertenecer a
ninguna religión; tan sólo permitirse dejar volar la imagina-
ción, las sensaciones, lo más ancestral de nuestro instinto, de
nuestra cultura. Todas las tradiciones han creado ritos de des-
pedida para sus muertos. Las antiguas sociedades matriarcales
del Neolítico ya enterraban a sus difuntos colocados en posi-
ciones concretas, rodeados por sus utensilios cotidianos y por
sus mascotas. Tradiciones ligadas a la Tierra, a una diosa madre
que los acogía en su seno tras una vida de trabajos y satisfac-
ciones.
Un ritual es un acto poético y creativo.17 Es poético porque
traduce nuestros actos desde una clave simbólica, incluso los
más cotidianos. Es creativo porque, aunque realicemos varias
veces el mismo ritual, nunca es el mismo, porque se recrea cada
vez en cada persona. Como decía el filósofo, nunca atravesa-
mos dos veces el mismo río.
El ritual se ancla en un espacio y un tiempo concretos.
Existen rituales preestablecidos, como los que proponen
las distintas religiones oficiales. Ritos que han atravesado siglos
de tradición, que han sido recreados y reorganizados, adaptán-
dose a los tiempos.
17
Evan Imber-Black, Janine Roberts, et al., Rituales terapéuticos y ritos en
la familia, Gedisa, Barcelona, 1997.
136
Existen rituales cotidianos. Cada vez que ponemos con-
ciencia en un acto, cada vez que nos hacemos conscientes de
nuestra actividad, creamos un ritual. Actos tan habituales
como beber un simple vaso de agua pueden convertirse en un
rito sagrado de limpieza y purificación si conscientemente nos
damos cuenta del viaje que el agua ha realizado hasta llegar a
nuestro vaso, cómo entra en nuestro cuerpo a través de nues-
tra boca, pasando a nuestro aparato digestivo, hidratando
nuestro cuerpo y sus células, hasta el último rincón del orga-
nismo… No se tarda tanto tiempo en beber un vaso de agua;
una simple inspiración profunda puede traer a nuestra mente-
cuerpo-espíritu toda la secuencia. Lavarse las manos, despe-
dirse del ser querido con un beso cuando nos vamos a traba-
jar, ponernos esa pulsera que nos regalaron en el último
cumpleaños mientras baila en el corazón una plegaria silen-
ciosa… son gestos cotidianos que podemos hacer sagrados
sólo con ser conscientes del significado simbólico profundo
que encierran.
Tipos de rituales18
18
Seminario impartido por Janine Roberts: «Rituales de nuestros tiempos:
celebrando, sanando y cambiando nuestras vidas».
137
2. Tradiciones familiares del calendario interno de la pro-
pia familia: se celebran nacimientos, cumpleaños, ani-
versarios, reuniones varias.
3. Celebraciones familiares del calendario externo: Navi-
dad, Año Nuevo, Día de la Madre, etcétera.
4. Rituales del ciclo vital: bautizos, bodas, graduaciones,
emancipación de los hijos, divorcios, jubilaciones,
muerte…
138
acceso a los ritos socialmente aceptados (en la posguerra los
republicanos no tenían cabida en el cementerio cristiano) se
buscaba la manera de cubrir ese hueco con otros que cumplie-
ran una función semejante. Para quienes han perdido un ser
querido se hace necesario tener un lugar donde acudir con
unas flores, una oración… A veces es suficiente una flor en la
iglesia del barrio, un árbol plantado en un monte, una urna
con cenizas en la balda preferente del salón… Habitualmente
se ven personas que van a limpiar las lápidas de sus seres que-
ridos que ya no están, ponen flores y se ocupan, en general,
de que el lugar esté limpio y dispuesto al recogimiento. Inclu-
so hoy en día, cuando nuestra sociedad está ciertamente des-
acralizada en alto grado, los cementerios siguen siendo lugares
donde muchas personas encuentran el consuelo de tener un
trozo de tierra de la que ocuparse y a la que acudir para sentir
más presente al ser que ya no está físicamente. Y desde que
somos aldea global tenemos acceso a otros ritos diferentes de
los cristianos que se adapten mejor a nuestro modo de vivir
lo sagrado.
Marcamos con los ritos nuestros periodos vitales, ya sea en
comunidad o de modo individual. Nos dan identidad y nos po-
nen en contacto con un grupo en el que nutrimos nuestro ser
social y donde alimentamos nuestras redes, aquellas personas
que en momentos de crisis vital nos brindarán su apoyo y cerca-
nía, tan importantes para la supervivencia emocional y física.
139
tal que todas juntas se hacen difíciles de «digerir». Un cambio
de etapa siempre es una crisis, porque se deja atrás un tiempo
en la vida para afrontar las posibilidades y los cambios que
conlleva crecer y madurar. Pero hay unas crisis soportables y
otras crisis duras de roer.
El embarazo es un momento de crisis muy especial en la
vida de una pareja. Va a terminar el tiempo en que dos per-
sonas eran simplemente pareja para convertirse en familia.
De cómo se adapten y reensamblen en sus papeles de «hom-
bre», «mujer», «bebé», «esposo», «esposa», «padre», «madre»,
«hijo/a», con relación, primero, a ellos mismos como micro-
sociedad y, segundo, a la macrosociedad que supone la fa-
milia extensa, los amigos, vecinos, compañeros de trabajo,
conocidos, etc., depende que superen la crisis con mayor o
menor acierto. En su ayuda vendrán, como decimos, los ri-
tuales más o menos preestablecidos que se realizan en nues-
tra sociedad: regalos varios para el bebé; las chaquetitas y
patucos de lana que con tanto amor tejen las abuelas; los
cuidados que la futura mamá recibe de parte de todo el
mundo para que se encuentre cómoda, se alimente bien, se
sienta cuidada y arropada; las comidas familiares en las que
se planea el futuro del deseado nieto; las reuniones de co-
madres en la sala de espera del paritorio; el padre que ofrece
puros o champán… Tras el nacimiento del bebé las coma-
dres se reúnen de nuevo en torno a la parturienta para en-
cargarse de lo que haya que hacer, cocinar, poner lavadoras,
cambiar el pañal al niño, bañarlo, mirarlo, besuquearlo…
Hacen un poco como de colchón para que la pareja tenga
algo más de tiempo para hacerse a la idea de su nueva situa-
ción. Pasadas unas semanas, la suegra se vuelve a su casa, la
madre visita y acompaña en los paseos matinales… la vida
140
va volviendo a su ser o, más bien, creando nuevas rutinas y
modos de vivir. La mamá paseará orgullosa a su retoño, pa-
rándose con vecinas y desconocidas que le dirán lo precioso
y gordo que se cría. Con todas las fuerzas y atenciones vol-
cadas en el pequeño ser, tal vez cansada, a medio comer y
sin dormir, la mamá de vez en cuando recordará aquel tiem-
po en el que era el centro de los cuidados y los mimos, y
recordará con nostalgia un periodo que acabó física, emo-
cional y espiritualmente: «Cuando estuve embarazada…».
Los rituales son a la vida lo que la fibra es a la alimenta-
ción; nos ayudan a «digerir» los momentos de cambio, nos
prestan la trama para tejer en ella el paño en el que refleja-
mos aquellos aspectos de los que debemos deshacernos, los
que debemos adaptar a los tiempos actuales y los nuevos que
hemos de adquirir e integrar en nuestro universo personal.
Como observará el lector en lo expuesto hasta ahora, no
existen rituales preestablecidos que ayuden a los afligidos pa-
dres a digerir la pérdida del hijo que no han llegado a conocer.
Ni para los padres, ni para los abuelos, ni para la familia, ni
para la sociedad… Muere un bebé en el seno materno y, en el
mejor de los casos, lo acoge un silencio tan pesado como una
losa.
No existen guiones preestablecidos a los que acogerse, de-
jando a los desolados padres solos y desorientados. No hay un
acto de escribir su nombre en el registro civil. No va a haber
un funeral. Tal vez un responso por sus cenizas si era un bebé
de gestación avanzada. Nada, en el caso de que sea un feto de
varias semanas o meses. A nivel civil no ha existido. A nivel
familiar muchas veces se prefiere olvidar el mal trago. ¿Cómo
superar una pérdida si negamos que hubo un bebé en el vien-
tre de su madre? ¿Qué cuentas pendientes tiene esta sociedad
141
con sus muertos para estar anclada en la más tremenda nega-
ción de un hipotético duelo arquetípico?
¿Cómo ayudar a las madres y a los padres a continuar su
camino en la vida?
Comentaremos, como excepción, la forma en que la so-
ciedad japonesa soluciona esta necesidad de despedirse del
bebé. Hablaremos de los O-Jizo-San, pequeñas estatuillas de
buda de color gris, de entre diez y treinta centímetros de al-
tura. La tradición dice que Jizo es el patrón de las mujeres
embarazadas. Únicamente en Japón se le considera protector
de los bebés nacidos muertos, los que murieron al nacer, los
abortados de forma natural o inducida, y los niños que mu-
rieron prematuramente. Estas pequeñas imágenes se ponen
en los cementerios y a lo largo de los caminos, adornadas
con collares, flores, gorros, baberos con dibujos, molinillos
de viento… Simbolizan lo que pudo ser y no fue, los nom-
bres que ya no se pondrán, los sueños que ya no serán reali-
zados…19
También encontramos en Chile, en Santiago, la capital, la
siguiente iniciativa: el Programa Dignifica, cuyo objetivo es
entregar un lugar de descanso eterno a los no nacidos. Como
explica el artículo publicado por el Arzobispado de Santiago,
«el programa busca dignificar la muerte de aquellos niños que
no alcanzaron a nacer y que, hace pocos años atrás, eran trata-
dos como desechos orgánicos». Dentro del cementerio habili-
taron una zona (el columbario) en la que ofrecen un lugar
donde los restos de estos bebés puedan descansar y al que sus
19
http://onamoto.blogspot.com; http://arualia.blogspot.com/2006/06/un-jizo-
por-un-nio-perdido.html, http://entreterremotosytifones.blogspot.com/2008/07/el-
templo-hasedera-en-kamakura.html
142
familias puedan acudir a despedir a su ser querido, rezar, lle-
varle unas flores. Saber dónde está enterrado ayuda a la familia
a elaborar su duelo.20
20
http://www.vicariaparalafamilia.cl/noticias/noticias182.html
143
tar aquello que, aunque doloroso y pesado, ya conocemos y
nos es familiar?
Es tan necesario este paso, que de ello va a depender cómo vi-
vamos en adelante nuestra sexualidad, fecundidad, embarazos, par-
tos, crianza y otras pérdidas gestacionales que pudieran devenir.
Sería importante tener esta prueba superada antes de em-
barcarse en otro embarazo. Muchas mujeres preguntan a su
ginecólogo: «Doctor, ¿cuándo podemos intentar un nuevo
embarazo?». Yo les preguntaría, ¿te has despedido de este niño
que concebiste?, ¿le pusiste un nombre, una ropa, le diste un
lugar en tu familia, en tu casa, le dijiste que le querías y le
diste permiso para irse?, ¿te has dado permiso a ti misma para
dejarlo marchar? Pues si no lo has hecho, aún estás a tiempo.
Busca un lugar, unas personas que quieras que te acompañen,
un signo que conmemore este momento. Dile todo lo que
quisieras decirle, como si estuviera delante de ti y lo pudieras
tocar. Luego despídete. Haz esto tantas veces como sientas
que necesitas despedirte de nuevo. Hasta que sientas que se
marcha feliz y lo aceptes así. No tiene sentido buscar un nue-
vo niño si no has tratado al anterior con todo el respeto que
se merece una persona.
Sólo una vez realizado este paso la madre sentirá que pue-
de dar por terminado el embarazo y al hablar le saldrá natural-
mente la expresión «estuve embarazada». Porque, ciertamente,
si escucháis a una puérpera que atiende feliz a su bebé decir
«cuando estaba embaraza», algo no fue del todo bien en ese
parto; a un nivel muy profundo una parte de ella sigue «al otro
lado del río», sin haber cruzado aún.
¿Cómo saber que una mujer ha transitado con éxito? Porque
en ella no hay pensamientos obsesivos, ni angustia ya sea ante el
embarazo que perdió, ya sea ante la posibilidad de uno nuevo.
144
Esto, en una situación ideal. Habrá quien no tenga tiempo
para realizar el tránsito antes de buscar otro bebé, o quien ya lo
tuvo y siente que le falta «algo». La buena noticia es que el trán-
sito puede realizarse en cualquier momento de la vida. Todas las
veces que se crean necesarias. Tal vez el río es muy largo y hay que
dar pequeños saltos, de piedra en piedra, hasta llegar al otro lado.
Como sea, cuando sea, pero el objetivo es llegar al otro lado.
Es la cuenta pendiente de cada uno y de cada una. Estar
realmente equilibrados, como dirían los budistas «en todos los
cuerpos y niveles». Hablamos de cuerpo físico, cuerpo emo-
cional, cuerpo mental y otros cuerpos sutiles más espirituales.
Estamos en la era de la información. Estamos a un «clic» de
todo lo que necesitamos saber. Podemos leer, estudiar, acumu-
lar libros y apuntes. Pero si no tenemos integrada toda esa in-
formación, es como si no tuviéramos nada.21 Nadie se embo-
rrachó nunca hablando del vino.
Visto así, un aborto, una pérdida perinatal puede repre-
sentar en la vida de unos padres conscientes la oportunidad de
realizar un viaje iniciático a las profundidades de su propia
alma. Crecer, madurar, salir fortalecidos, nacer de nuevo… El
libre albedrío de cada uno decide si se debe aprovechar esta
oportunidad o esperar a la siguiente.
Rituales
21
Julia Martínez, curso de kinesiología aplicada «Tres conceptos en uno».
145
y pensamientos que le acompañan. Las emociones producidas
por un hecho pasado no tienen por qué influir en el presente.
Vivir en el pasado supone:
146
produjo en el centro sanitario o si la despedida se hizo desde
la frialdad de un legrado, se hace aún más importante celebrar
un ritual que dé sentido a lo que ha pasado y lo enmarque en
el continuum de la vida.22
Un proceso de pérdida vivido desde el manejo expectante23
es en sí un ritual potente y efectivo.
22
Jean Liedloff, El concepto de continuum: en busca del bienestar perdido,
Ob Stare, Santa Cruz de Tenerife, 2006.
23
Se llama así al tratamiento del aborto que consiste en esperar a que el
cuerpo elimine los restos de manera natural, sin intervención.
147
a lo mejor prefieren el silencio. Sería bueno utilizar todo ese
sentimiento para cerrar un tiempo y despedirse, soltar para
volver a vivir. Se me ocurren algunas maneras de hacerlo a
través de rituales.
(…)
Qué importante es poder despedirse. Igual que le damos
la bienvenida, es bueno decir adiós. Es el primer paso hacia la
sanación. Luego habrá que dar muchos más. Pero hay que co-
menzar de alguna manera.
(…)
Una idea: escribe en una hoja todo lo que has vivido en
este tiempo (podéis hacerlo tu pareja y tú, los dos a la vez o
cada uno la suya) y cuando terminéis, quemadla y llevad las
cenizas a algún lugar bonito. Tomaos el día para vosotros, para
estar juntos y renovar vuestro vínculo; para hablar o para, sim-
plemente, daros la mano y miraros a los ojos. Y dejad que las
cenizas vuelen. Puede ser un buen comienzo para un nuevo
camino.
Mónica Álvarez
148
queño ritual de despedida. He encendido una vela y me he
sentado tranquilamente a oscuras en el cuarto de baño. Me
he imaginado a aquel hijo que llevé dentro y le he dicho todo
lo que sentía. Le he dado las gracias por haber pasado por nues-
tras vidas, por habernos hecho más fuertes, por habernos per-
mitido crecer como personas. Si no hubiera sido por él, segu-
ramente hoy no tendría a mi otro hijo, que es lo más grande
que me ha pasado en la vida, ni estaría de nuevo embarazada.
Perder aquel hijo fue un palo enorme, pero, pensándolo
bien, si volviera a nacer y me dieran la oportunidad de cambiar
algo en mi vida, volvería a pasar por ello. Quizás os parezca un
contrasentido, pero creo que el hecho de haber vivido una ex-
periencia tan dura ha significado mucho para mí y me ha mar-
cado, en cierto modo, de forma positiva.
Os escribo estas líneas mientras espero que se apague esta
vela. No he querido apagarla porque esta vez quiero que se
apague por sí sola. Cuando pasé por el aborto, apagué de forma
abrupta aquella vida que llevaba dentro y que no tenía ninguna
posibilidad de existencia fuera de mí. Hoy quiero que esta vela
se consuma y se apague lentamente, a su tiempo, para despe-
dirme de aquel ser que pasó por mi vida dejando una gran
herida y, a la vez, una especie de fuerza extraña que siento que
siempre me acompañará.
Estés donde estés, gracias por todo.
Aivilo
149
ocurrido ya ideas al leer las historias de otras personas que
hicieron el camino.
La primera regla es que no existen reglas. Bueno, la regla
de oro sería no hacerse daño ni hacérselo a otro. Quitando
esto, las posibilidades son infinitas, tantas como personas di-
ferentes y momentos diferentes hay para hacer un ritual.
Hacer algo preparado no tiene por qué ser mejor ni más
profundo que algo espontáneo. Todo vale. Todo en su mo-
mento y según lo que necesiten las personas participantes.
Lo que es un ritual maravilloso y lleno de sentido para al-
guien puede no decirle nada a otro. Para gustos están los co-
lores.
Si es posible dar una guía, podríamos decir que suele ser
interesante dejarse llevar por los cinco sentidos: oído, vista,
tacto, gusto y olfato.
Se puede poner una música adecuada, o si se está al aire
libre pararse a escuchar el canto de los pájaros u otros sonidos
propios de la naturaleza. También se puede cantar o leer un
texto en voz alta.
Los colores que se empleen han de ser significativos para
decorar el escenario elegido. También cabe buscar un lugar
cuyo paisaje sea relevante.
La ropa que se lleve puesta es importante. Portar flores o
algún otro objeto, como una caja de recuerdos u otro que se
considere oportuno.
Se puede aprovechar la ocasión para comer y beber algo,
festejar, compartir una merienda. Si se ha elegido hacer el ri-
tual en grupo, es un buen momento para estrechar lazos. Igual-
mente se puede hacer en pareja o en solitario.
El olor de esencias naturales, incienso, velas aromáticas…
puede añadir un detalle más al momento.
150
También parece que son apropiados los rituales que llevan
en sí alguno de los cuatro elementos: agua, fuego, tierra, aire.
En la historia vemos ejemplos de cómo se daba sepultura a los
muertos a través de alguno de estos elementos: En el mar, y en
culturas muy ligadas al mismo, se embarca al difunto dejando
que las olas se lo lleven. La cremación del cadáver es habitual
en muchas culturas, y está tomando auge actualmente en la
nuestra. Las tradiciones de las culturas matriarcales, ligadas a
la tierra, han enterrado a sus muertos, como la judeocristiana
de la que procedemos. Tirar las cenizas al viento es un ritual
que completa en ocasiones al del fuego.
Y valen todos los ejemplos de rituales que están presentes
en el libro.
Si el lector tuviera necesidad de consejo para elaborar su
ritual, siempre puede encontrarnos en la comunidad Superan-
do un Aborto.24 Estaremos gustosas de acompañarle y compar-
tir experiencias.
24
http://superandounaborto.foroactivo.com/
151
da, rodeada de personas desconocidas (las chicas habían abierto
hacía poco el local) y estaban alarmadísimas, porque yo me re-
torcía de dolor, sangraba sin parar y no era capaz de articular
palabra. Mi mente se bloqueaba cuando tenía que decir lo que
estaba pasando, decirlo era que existiera, y yo no quería.
No podía pronunciar: ESTABA embarazada, porque unos
segundos antes aún lo estaba, y este verbo en pasado me desqui-
ciaba. Querían avisar a una ambulancia y pude pararlo, conven-
ciéndolas de que llamasen a mi marido. Llegó volando, nos
fuimos a la clínica, y yo, peinadísima para mi segundo legrado…
Estuve mucho tiempo muy enfadada, no sabía bien con quién:
conmigo, con Dios, con los médicos, con el mundo, con la
criatura que no quería venir…
Esto pasó en agosto y no hice el ritual hasta junio del si-
guiente año. Una de las gotas de la peluquería cayó en mi za-
patilla; junto con la foto de la primera ecografía era lo único
que tenía. Mi marido y yo quemamos ambas cosas en la hogue-
ra purificadora de San Juan. Me quedé tan a gusto, tan ligera,
tan libre… Limpié mucho con ese fuego, llevé en la cabeza la
intención de este ritual durante unos meses antes, lo iba elabo-
rando…
J. S.
152
sentía que necesitaba despedirme otra vez. Me acerqué con un
folio y un bolígrafo a la desembocadura del río, en mi ciudad.
Es un lugar precioso, con un último puente y un muro desde
el que asomarse. Es hipnótico ver cómo rompen las olas, mez-
clándose las aguas del mar con las del río. En ocasiones las
gotitas saladas me salpicaban la cara. Llamé por teléfono a mi
marido; trabajaba cerca y era la hora de salir. Quedamos en
encontrarnos allí. Sentía que era una despedida de los dos.
Mientras esperaba y disfrutaba del sol de primavera que calen-
taba fuerte mis huesos recién salidos del invierno, iba dibujan-
do una especie de lágrima, como los tejidos de cachemira, con
cara, ojos y una boca sonriente. Me saludaba desde algún lugar
feliz. Le escribí unas letras. Llegó mi marido y también escribió
su despedida. Y en aquel lugar en el que confluían los cuatro
elementos (las aguas dulces y saladas, el fuego del sol de prima-
vera, el viento marino que secaba nuestras lágrimas y la tierra
que nos sostenía) partimos el papel en mil cachitos que lanza-
mos a volar en mil direcciones. Después nos fuimos a comer, a
celebrar la primavera.
M. A.
153
es la vida. Pareciera que todo lo malo que nos ocurre lo acha-
camos a la menstruación. Como una gran sombra en nuestra
psique, depositamos en ella todo lo «malo», poniendo a la vez
todo lo «bueno» en un embarazo que ya pasó o que aún está
por llegar. La gran enfermedad femenina de nuestra época es
precisamente vivir la menstruación como una enfermedad.
Buscamos vivir nuestras pérdidas de manera normalizada y lo
más sana posible, pero todavía tenemos la cuenta pendiente de
reconciliarnos con nuestro útero, que nos envía puntualmente
cada mes su mensaje.
Nunca como en el siglo xx han proliferado tanto las enfer-
medades femeninas. Nunca como en el siglo xx (y aun en el
xxi) hemos estado tan desligadas de la tierra, de los instintos,
de las comadres.25 Pareciera que nuestro arquetipo más fuerte
fuera la Atenea del panteón griego, diosa de la Razón y de la
Ciencia, que nació de la cabeza de Zeus. También nosotras,
mujeres modernas que queremos vivir al día con los tiempos
que corren, hemos desestimado el rol femenino que experi-
mentaron nuestras madres (mujeres abnegadas que se dedica-
ron a sus hijos, su casa, su marido). Vivimos en un mundo de
energía yang. Buscamos para nosotras aquellos valores que en
su día rechazaron en los hombres nuestras antepasadas, las pri-
meras feministas, y tenemos como modelo mujeres que corren
a trabajar al poco de parir, mujeres que eligen pasar por una
operación de cirugía mayor antes que sentir la fuerza y el po-
derío de sus cuerpos pariendo a sus hijos, mujeres que creen
realmente que sus hijos están mejor con una profesional de la
25
Laura Gutman, Violencias invisibles y adicciones, RBA Integral, Barcelo-
na, 2007.
154
puericultura que pegados a su piel (o siendo alimentados con
el biberón último modelo, o amaestrados para que duerman
de un tirón toda la noche con el tratamiento conductista de
moda).
¿Cómo han conseguido convencernos para robarnos nues-
tro poder más grande? ¿Es que damos tanto miedo?
¿Es que aprendimos a ocultar nuestro poder para no morir
abrasadas en la hoguera de la incomprensión social? ¿Merece
la pena pagar precio tan alto?
conclusiones
155
que una buena chica no debe «oler»; que lo contrario de «fres-
ca» es «sucia», y que para sentirse segura no hay nada como
una buena compresa.26 En nuestra cultura creada por y para
los hombres, el cuerpo perfecto es masculino. El femenino es
imperfecto por cuanto es diferente. Todos los procesos ligados
a la sexualidad femenina son tratados como una enfermedad.
Hoy en día la mujer se somete al escrutinio del médico, que es
quien «sabe» si está embarazada, de cuánto tiempo está, cuán-
do parirá, etc. Si la menstruación es vivida como una enferme-
dad, no digamos cómo será vivido un aborto, que viene a ser
una menstruación fuerte, sobre todo si ocurre en las primeras
semanas. Hay que raspar, legrar, devolver el cuerpo femenino
a su estado más «limpio», aquel que tenía en el tiempo en el
que todavía era una niña, sin ovulación, sin ciclos, sin tejido
endometrial, sin capacidad de concebir.
Muerte. La que sacamos fuera de las ciudades y de nuestras
vidas. Los ritos funerarios apenas quedan hoy reducidos a una
misa, que la mayoría de los familiares jóvenes (y no tan jóve-
nes) pasan en el bar de enfrente (lo que no deja de ser en sí
otro ritual). Atrás quedaron los velatorios de cuerpo presente
en los que participaban todos los familiares, mayores y peque-
ños, los vecinos, amigos, conocidos del difunto… Quien ha
tenido la oportunidad de vivir uno en sus vacaciones en el pue-
blo, cuando era niño, guarda el recuerdo de la muerte como
algo benigno, natural, sin artificios. Hoy en día la muerte es
lo que vemos en el telediario, en las películas y en los videojue-
gos. Tan cotidiana y tan desconocida a la vez.
26
http://www.eldedoenlallaga.com/
156
Dolor. En la era de los avances médicos, que son maravi-
llosos y salvan muchas vidas humanas, cometemos el error,
una vez más, de tratar procesos naturales del cuerpo (mens-
truación, embarazo, parto, puerperio, menopausia, todos ellos
ligados al ciclo psicosexual emocional de la mujer) como en-
fermedades, y sus síntomas como molestias a erradicar. La
gran mayoría de la población (incluidos los profesionales de
la salud) desconoce la verdadera idiosincrasia de los procesos
físicos femeninos. Asimismo, se ignoran los aspectos no físicos
de los mismos: el mundo psicoemocional y el dolor que apa-
rece cuando las incongruencias psicoemocionales campan a
sus anchas. Como psicoterapeuta, he podido comprobar en
consulta la gran fuerza que tiene el trabajo terapéutico para
erradicar los síntomas dolorosos de la menstruación. Si esto
se hiciera popular, la industria farmacéutica perdería mucho
dinero del que nos dejamos cada mes en productos específicos
para aliviar los dolores de regla. Otras veces el dolor no es más
que una parte del proceso, dolor del que se nos enseña siste-
máticamente a huir. Hemos olvidado que nuestro cuerpo es
sabio, que tiene sus tiempos y sus modos de ayudarnos a co-
nectar con nuestros estratos subconscientes más profundos.
El dolor menstrual, de parto, es uno de ellos. Las mujeres
primitivas sabían conectar con los estados de trance27 en los
que su cuerpo se sumía en los diferentes momentos del ciclo
psicoemocional-sexual. El dolor libera endorfinas, que son
opiáceos naturales que el cuerpo genera cuando se somete a
un esfuerzo físico. Está bien visto experimentar con alucinó-
27
Miranda Gray, Luna roja: los dones del ciclo menstrual, Gaia, Madrid,
2005 (5ª ed., 1ª ed. 1995).
157
genos, fumar marihuana, correr extenuantes maratones o ba-
tir marcas imposibles en las diferentes modalidades deporti-
vas; pero sigue estando mal vista una mujer que llora de dolor
mientras su hijo deja sus entrañas entre lágrimas de sangre. Es
«poco higiénico».
Sexo. Estamos en la era de la revolución sexual, si por re-
volución sexual se entiende el acceso fácil a la pornografía. En
revistas para treceañeras se exhiben relatos eróticos que ya
quisieran las revistas clasificadas X para adultos. No hay pelí-
cula que no incluya su escena de cama; cuerpos sudorosos y
desinhibidos se muestran en las películas en cuyos interme-
dios la última campaña para prevenir embarazos no deseados
grita su eslogan machacón, al que no hace caso casi nadie.
Mientras, sigue aumentando el número de abortos volunta-
rios, como si de un «moderno» anticonceptivo se tratase. Mu-
cho debe evolucionar una sociedad que obliga a una niña de
13 años que se quedó embarazada tras acostarse con su novio
a abortar «para que no sufra un trauma», como si concebir,
gestar, parir, amamantar, criar fuera una aberración. ¿Y abor-
tar a un hijo en el seno no es en sí un hecho traumático? ¿Eli-
minar de cuajo la sexualidad de una niña en el apogeo de su
expresión no es traumático? ¿O es que nadie le explicó a esa
niña qué riesgos físicos, psíquicos y espirituales conlleva abor-
tar a un hijo en el seno? Pues sí, ésta es la gran paradoja de
nuestro tiempo. Se apuesta por la mujer desinhibida sexual-
mente, pero la «desinhibición sexual» se reduce a la relación
íntima entre hombre y mujer. Una mujer que apuesta al cien
por cien por vivir su sexualidad es, primero, temida y, luego,
rechazada, como las brujas de siglos anteriores. Como la mu-
jer que es invitada en un museo cualquiera a guardarse la teta
que amamanta a su hijo.
158
Los doctores Lebrero y Olza hablan en su libro Nacer por
cesárea de la herida de la feminidad, y cito textualmente: «El
parto es mucho más que la llegada al mundo de un hijo. Es
también un momento crucial en la feminidad de muchas mu-
jeres. Casi siempre se olvida algo fundamental respecto al par-
to: que es un momento singular, único de nuestra vida sexual.
En realidad, buena parte del malestar de muchas madres con
su cesárea viene de ahí, porque intuyen que ha faltado algo. En
lo más profundo de su ser se sienten robadas, heridas».
Una cesárea es otro tipo de embarazo abortado (a mi per-
sonal y discutible modo de ver), esta vez con el resultado de
que la operación se realiza para salvar la vida del bebé y en
ocasiones también la de la madre. En la mayoría de los casos,
el resultado es una mamá agotada y pendiente de superar una
operación de cirugía mayor, con un bebé hermoso que la re-
clama. Sin embargo, debido al «corte» que se le da al emba-
razo (y no me refiero al corte físico del bisturí), la sensación
que le queda a una madre consciente de su cuerpo, de sus
procesos y de su sexualidad es que algo no ha sido acabado.
Ha quedado pendiente un tránsito que realizar, un trabajo
pendiente en la tarea de cruzar a la otra orilla del río de la
vida. Pero éste sería otro tema a tratar en otro libro. Lo que
quería hacer ver es otra cosa: igual que una mujer sana se en-
frenta a una «innecesárea»28 a la hora de parir, la misma mujer
puede llegar a tener que enfrentarse a un «ilegrado»29 en caso
de que su embarazo no llegue a término y tenga que parir a
28
Innecesárea: término que se acuñó en el foro Apoyo Cesáreas a las cesá-
reas realizadas sin ser realmente necesarias.
29
Ilegrado: término acuñado en el foro Superando un Aborto para designar
los legrados realizados por sistema sin necesidad real.
159
su hijo muerto. La mujer que sufre un aborto se ve en la ma-
yoría de los casos en los hospitales de este país privada de vivir
«un momento singular, único en su vida sexual»: el parto, la
despedida de su hijo muerto en su seno. Queda mucho para
que las mujeres seamos conscientes del robo a nuestra integri-
dad que supone «evitarnos» por las razones que sean, por muy
buenas intenciones que se tengan, parir de forma natural a
nuestros hijos, ya sean vivos o muertos. No reclamamos volver
a las cavernas ni parir sin asistencia alguna. Pretendemos, en
pleno siglo xxi en el que estamos, reclamar nuestro estatus de
mujeres sabias, recuperar la sabiduría ancestral que corre por
nuestra memoria celular. Igual que al bebé en el vientre nadie
le dice cómo ha de crecer y formarse, sería maravilloso recu-
perar el instinto con el que a través de miles de años de his-
toria de la humanidad nos hemos reproducido con total éxito.
La era de la medicina moderna, con sus métodos paternalistas
de salvarnos la vida, de los problemas iatrogénicos que ellos
mismos crean, no es más que un pequeño lapso en la historia
total de los seres vivos.
El parto de un hijo muerto en el seno es un momento sin-
gular y único en la vida sexual de una mujer.
Sé que es una afirmación atrevida, que va en contra de lo
que comúnmente se piensa hoy en día. Pero me atrevo a afir-
mar también que mientras el pensamiento general de la socie-
dad (y el pensamiento de las mujeres, en particular) no cambie
seguiremos siendo esclavas en nuestra propia casa, en nuestro
propio cuerpo.
El día en que seamos capaces de integrar en la luz y de ce-
lebrar la parte más oscura de nuestra femineidad, como son las
pérdidas gestacionales, seremos más grandes, más libres, más
completas. Recuperaremos el poder perdido que, como muje-
160
res, tuvimos un día, y nadie tendrá que llorar en silencio la
pérdida de su hijo del alma.
Durante mucho tiempo no se pudo hablar de «ello». Todas
las palabras estuvieron escondidas en un oscuro baúl bajo sie-
te llaves. Un día, de puro viejo se hizo una pequeña brecha en
un lateral. Por allí se coló una pequeña palabra (luz). Detrás
salió otra y luego otra, y otra, y ya no se pudo parar. Salió un
torrente de palabras cantarinas y pronto fueron un río y un
mar. Un mar inmenso que llegó a todas las costas. Saltaron a
tierra y se colaron en el corazón de tantas personas sedientas
de hablar, de contar su tristeza, de conjurar su dolor. Poner
palabras a lo que nos ocurre es una poderosa medicina. Ya na-
die se sintió mal por no poder hablar de lo perdido.
Lo sagrado,
sangrar,
llorar,
soltar lo perdido,
festejar lo ganado.
Descubrir lo aprendido,
echar a volar los pájaros
que en el aire viven.
Abrir la jaula de la tristeza
al corazón enladrillado.
Lo sangrado,
lo sagrado,
llama a la Madre Tierra,
se acoge a su seno,
donde encuentran sustento amable
todos los seres.
161
El sol despunta,
guarda tus lágrimas
para la próxima siembra.
Lo sangrado,
lo sagrado,
lo sanado,
lo llorado,
lo aprendido.
162
iii
INTERVENCIÓN PSICOLÓGICA
Y APOYO EMOCIONAL
EN FALLECIMIENTO DE BEBÉS
INTRAUTERINOS Y EXTRAUTERINOS
Rosa Jové
La ciencia moderna aún no ha producido
un medicamento tranquilizador tan eficaz
como son unas pocas palabras bondadosas.
SIGMUND FREUD
introducción:
un hijo es un hijo
165
sólo de eso, sino de la vinculación, de lo que cada madre1
(o pareja) establece con su hijo; y hay padres que esos lazos
los establecen muy pronto y padres que, desgraciadamente,
no los establecerán nunca.
Muchas madres reproducen en los foros frases duras «de
consuelo» que les han dicho, del tipo «no te preocupes, si aún
no estaba formado», ¡como si el dolor dependiera de eso!
Robert A. Neimeyer en su libro Aprender de la pérdida cita
el siguiente testimonio:2
1
Notarán que, aunque normalmente hablo de «padres» en este capítulo,
sí que es cierto que me inclino más por usar la palabra madre, ya que un niño
siempre nace de una madre, y es de los pocos casos en que puedo utilizar
mayoritariamente esta palabra. La muerte prenatal, perinatal y posnatal (tema
central de este libro) nos lleva a escribir básicamente sobre una mujer embara-
zada o que acaba de alumbrar, tenga pareja o no la tenga, tenga familia o no.
Y aunque es importante acompañar el dolor en cada uno de los miembros de
la familia, la madre siempre va a ser el eje central. ¿Discriminación positiva?
Permítanmela, por favor.
2
Robert A. Neimeyer, Aprender de la pérdida, una guía para afrontar el
duelo, Paidós, Barcelona, 2002, p. 39.
166
cómo dar una mala noticia
La muerte no nos roba a los seres amados. Al contrario, nos
los guarda y nos los inmortaliza en el recuerdo.
F. MAURIAC
167
2. Buscar la persona ideal
Me explicaban que en un área de urgencias las malas
noticias las solía dar una auxiliar de clínica que se había
preparado en estos temas y lo hacía muy bien. Pero se
dieron cuenta de que los pacientes se sentían defrauda-
dos de que no fuera el médico que había llevado el caso
el que les explicara lo que estaba sucediendo. La res-
puesta les llegó del área de cuidados intensivos: ellos ya
se habían dado cuenta de que era mejor que el médico
encargado del paciente les comunicara el estado de la
situación.
Eso nos lleva a plantearnos quién es la persona ideal: si
la que mejor lo hace o la que la persona espera. Y la
respuesta es: las dos. Es decir, se debe buscar a la perso-
na más adecuada (en el ámbito de la salud se espera que
sea el facultativo al mando y en el ámbito familiar, la
persona más próxima), y debe ser preparada para que la
dé adecuadamente.
Vamos a ver los ejemplos más frecuentes para tener una
idea más clara.
Si a un niño se le debe comunicar que ha perdido un
hermanito, no vamos a buscar al profesional, ni al mejor
psicólogo para que le dé la mala noticia: son sus padres,
debidamente preparados, quienes se lo van a comu-
nicar.
Si es un abuelo que ha perdido a un nieto, cualquiera
de sus hijos (aunque no sean los propios padres del
niño) puede darle la mala noticia, si sabe cómo
hacerlo.
Si unos padres pierden a su bebé, será el médico que ha
llevado el caso la persona más adecuada.
168
3. Buscar un lugar que en la medida de lo posible sea tran-
quilo, íntimo y cree confianza
Creo que a estas alturas a nadie se le ocurrirá dar una
mala noticia en medio de un pasillo abarrotado de
gente. Hay que mimar un poco este aspecto para que
las personas que reciban la noticia puedan aceptarla
lejos de miradas indiscretas y con la intimidad que un
momento así requiere.
No obstante, no vamos a retrasar la comunicación de
una mala noticia porque el lugar elegido esté muy lejos.
¿Se acuerdan de cuando éramos pequeños y alguien era
llamado al despacho del director del colegio? ¡Ese tra-
yecto se hacía eterno! Imagínense cómo se sentirán unos
padres a los que se les dice: «Acompáñenme al despacho
del doctor tal, que tiene que hablarles». Si el despacho
está a escasos metros del lugar y es un lugar mucho
mejor que la habitación en donde se encontraban los
padres, es correcto. Pero si se sitúa en el extremo opues-
to del hospital, será preferible que el doctor se desplace
a la habitación de los padres, porque la angustia de ese
trayecto va a ser perjudicial.
169
personal (se ha muerto porque estaba mal formado),
cuando aún no se sabe la realidad de la pérdida, y los
padres perderán la confianza cuando les den otro diag-
nóstico (¡si se lo dan!). Tampoco es afortunada porque
echa la culpa de la muerte al bebé (no ha aguantado y
se ha muerto), como si el bebé pudiera decidir si aguan-
taba o no. Por lo tanto, recuerden: una frase corta, sin
valoraciones ni culpas, que contenga la realidad de lo
ocurrido.
Una mención especial merece el resto de familiares
próximos, a quienes a veces les escondemos la verdad
amparándonos en la edad («los niños no se enteran») o
en la salud («la abuela no va a poder aguantar la noti-
cia»), etcétera.
En primer lugar, si los padres ya habían comunicado la
noticia del embarazo o del nacimiento, es cuestión de
tiempo que la abuela o el hermanito se enteren de que
allí no llega nadie. En el caso de los adultos (familiares,
amigos) podemos imaginar lo que ha sucedido y
muchos se sentirán defraudados por la falta de confian-
za. Pero es mucho más terrible en el caso de los niños,
que, no sabiendo exactamente qué ha pasado (muchos
no saben que un bebé puede fallecer), ponen a funcio-
nar su imaginación. Esa imaginación infantil puede
convertir el fallecimiento de un hermano en un «se han
deshecho de él». El miedo que el niño puede desarrollar
ante sus padres no tiene precio.
En segundo lugar, puede que la pareja no hubiera
comunicado la noticia de un embarazo y por eso deci-
den no comunicar la de la pérdida. Están en su derecho
y eso debe respetarse. Pero no estaría de más que se les
170
pudiera hacer reflexionar sobre la conveniencia de
hacerlo: puede que no sepan lo que ha pasado, pero el
estado de ánimo de los padres no pasará desapercibido
a los amigos, a los abuelos y a los niños de la casa. Lo
que no se sabe se supone o se inventa, por eso es mejor
desvelar lo sucedido antes de que el rumor sea peor.
¿Todo el mundo está preparado para oír la verdad? A
veces se pueden separar la realidad y la verdad. La rea-
lidad es lo que realmente va a notar aquella persona (un
niño va a echar en falta a su hermanito), aunque la
verdad de todo lo que ha ocurrido (operación, insufi-
ciencia cardiaca, etc.) no haga falta explicarla.
Las personas necesitamos enfrentarnos a la realidad sin
tener que suponer nada, aunque cada persona decide
hasta dónde quiere saber. Las personas que damos malas
noticias debemos averiguar hasta qué punto el sujeto
quiere conocer toda la verdad.
Creemos interesante exponer la reflexión del doctor
Marc Antoni Broggi, cirujano del Hospital Trias i Pujol
de Badalona. Éste ha hallado una fórmula magistral
para reflexionar sobre el tema de la verdad que deben
contener las malas noticias, se den en el ámbito en que
se den: hay que sustituir las mentiras piadosas por las
formas piadosas de comunicación de la verdad.
En este sentido, nos atrevemos a decir que nunca debe-
mos callar o mentir, puesto que la realidad es la que es
y debemos comunicarla. A partir de ahí, hay formas
más piadosas de enfrentarse a esa realidad, y verdades
que el sujeto no desea escuchar. La dificultad radica en
discernir en la línea tan fina que separa el derecho que
todo el mundo tiene a saber y el derecho que todo el
171
mundo tiene a saber sólo lo que quiere. Ante la duda,
mejor ser sinceros que mentir.
172
Hemos de posibilitar y saber responder a esas muestras
de dolor: si no sabe cómo hacerlo, en el apartado «Las
primeras reacciones» damos unas orientaciones.
173
mos explicar más detalles de esa realidad, puesto que así
se nos pide.
Hay dos preguntas que no tienen respuesta o cuya res-
puesta suele ser difícil: «¿Por qué?» y «¿por qué a mí?».
Como normalmente no suele haber negligencia médica
(y si la hubiere, en los primeros momentos no se sabe),
me inclino a explicar a los padres la constatación de que
los accidentes ocurren. Que hay hechos fortuitos con
consecuencias no deseadas que ocurren en la vida:
desastres naturales, muertes prematuras, accidentes de
circulación… Nadie los programa, nadie los desea, pero
ocurren y nadie está exento de ello. Lo que les ha pasa-
do es terrible, pero ocurre y hay niños que no llegan a
sobrevivir a pesar de todo. El hecho de que les haya
ocurrido a ellos tan sólo es la constatación palpable de
que cualquiera puede ser víctima de un hecho así.
En el caso de que los padres hayan sido víctimas más de
una vez de tales hechos (hay madres que han sufrido
más de un aborto espontáneo), se puede variar el dis-
curso anterior explicando que puede haber algún pro-
blema médico que influya en ello, pero que el hecho de
existir no quiere decir que sepamos cuál es. Puede que
la ciencia actual determine que una madre es perfecta-
mente apta para gestar un hijo, pero, en cambio, se
produzcan abortos de repetición porque todavía se des-
conozca el hecho que lo produce.3
3
Es por ello por lo que en muchos foros y webs sobre estos temas los padres
piden que se realicen autopsias y pruebas a los bebés intra y extrauterinos fallecidos,
para que la medicina pueda avanzar y evitar a otros padres pasar por lo mismo.
174
7. Dar información de los hechos futuros para transmitir
seguridad
Hay una frase de Krishnamurti que dice así: «El movi-
miento de la certidumbre a la incertidumbre es lo que
yo llamo miedo». Y eso es lo que sienten muchas madres
y padres cuando les han notificado el fallecimiento de
un bebé. «Y ahora… ¿qué?», es la pregunta que surge
en muchas mentes, porque ha habido un cambio, un
momento de crisis, y las personas tendemos a buscar la
respuesta que nos devuelva el equilibrio. Si las respues-
tas no se encuentran, las personas entramos en un esta-
do de inseguridad que, conjuntamente con la mala
noticia, provoca un estado de shock y de miedo. Nos
encontramos desvalidos, con las facultades para pensar
y razonar alteradas. Las preguntas ¿qué voy a hacer? y
¿qué va a pasar? golpean la mente sin encontrar respues-
tas. Es por ello que si los profesionales y los familiares
podemos dar respuesta a estas preguntas, los padres
dolientes van a conseguir un poco de tranquilidad en
sus corazones.
Si es el profesional el que ha dado la mala noticia, puede
continuar con una explicación del tipo: «A partir de
ahora usted está en las mejores manos, el doctor tal, que
la llevará a partir de ahora, es un especialista en estos
casos; pero hasta entonces continuará usted ingresada
(o le daremos el alta y seguiremos en contacto). A par-
tir de la semana que viene (o el día que se crea oportu-
no) la volveremos a visitar para comentar el resultado
de las pruebas y planificar el futuro conjuntamente».
Si el que habla es un familiar o amigo, puede dar una
explicación con dos ideas básicas: estamos para lo que
175
haga falta y nos podemos ocupar de todo lo que que-
ráis. Lo más importante es que las madres y padres que
sufren la pérdida de un hijo sepan que tienen gente a
su alrededor que va a cuidarles y en quienes pueden
delegar. Mucha gente me cuenta cómo agradecen en
estos momentos que los familiares se preocupen de la
casa mientras no están, de otros hijos (si los hubiere) o
de la burocracia que hay que hacer en estos casos (pape-
leo, esquelas, entierro, etcétera).
Se debe respetar en todo momento la decisión de los
padres: hay padres que quieren ser ayudados y otros que
prefieren tomar parte activa en el proceso. Nuestra labor
es tranquilizar a los padres mediante la información de
lo que va a suceder y el ofrecimiento de nuestra ayuda,
no suplirlos.
176
casos de las pérdidas de bebés intra y extrauterinos
pueden esperar un poco más, ya que suele haber
autopsias y pruebas médicas de por medio que retra-
san ese proceso.
Por eso vamos a pedir a los padres que tomen esas deci-
siones, una vez pasado el estupor y el shock inicial. No
pasa nada por realizar la autopsia unas horas más tarde,
no pasa nada por provocar el nacimiento unas horas
más tarde (si el niño fallecido permanece en la barriga
de su mamá), y lo mismo pasa con los legrados (siempre
y cuando sean apropiados, porque en la mayoría de
casos no son necesarios).
A veces los profesionales de la salud someten a los padres
a una toma de decisiones para la que no están prepara-
dos y acaban diciendo que sí a todo aquello que se les
propone, puesto que pensar les supone un esfuerzo que
no son capaces de hacer. Seguramente acabarán tenien-
do el proceso que haya elegido la encargada de rellenar
el formulario, en lugar del suyo propio.
Demos tiempo para que puedan tomar sus decisiones:
informemos de todas las posibilidades y dejemos un
tiempo prudencial para que decidan. Es muy difícil que
haya que tomar una decisión rápida cuando hay un
bebé ya fallecido. Esa calma serenará a los padres y posi-
bilitará una toma de decisiones más acorde con sus
ideas.
177
resumen
178
reacción va a ser considerada en principio normal, puesto
que lo anormal es la situación que la produce. Los psicólogos
solemos decir: son reacciones normales ante una situación
anormal.
Pero la diferencia entre cualquier otro tipo de duelo y
los duelos traumáticos es ese carácter inesperado e injusto,
que deja afectada nuestra vida, destruyendo y desorganizan-
do nuestro mundo personal. Por mucho amor que sintamos
hacia nuestros abuelos, su muerte natural no tiene ese valor
de traumática, por ser más o menos esperada y porque no
destruye ni desorganiza nuestro mundo; en cambio, la muer-
te de un bebé posee estas connotaciones. En cuanto a la jus-
ticia de una muerte, tenemos una frase muy utilizada cuan-
do muere una persona mayor: es ley de vida. En una
muerte infantil nunca podremos entender que es «ley de
vida».
4
En nuestro país antiguamente se contrataban lloronas y plañideras para
llorar en un entierro, y hay culturas en donde el dolor se expresa físicamente,
golpeándose el pecho u otras partes del cuerpo.
179
Sea cual sea el nivel de dolor considerado normal en nues-
tra comunidad, si los padres lo presentan, simplemente lo
acompañaremos en un primer momento, puesto que hemos
de permitir ese desahogo emocional.
A partir de aquí puede haber dos reacciones que nos lla-
men la atención:
180
le ser difícil en personas que están muy desbordadas, puede
conseguirse a base de preguntas que les hagan pensar. ¿Cómo
hacerlo? Pondré un ejemplo:
181
namiento y la memoria a largo plazo del córtex cerebral. Am-
bas partes del cerebro tienen una curiosa propiedad: si se al-
tera una, cuesta más que funcione la otra. Por eso, cuando
tenemos una experiencia traumática (sistema límbico) nos
cuesta pensar con claridad y razonar (córtex); de este modo
cuando le pedimos a una persona en un estado emocional
importante (sistema límbico) que piense en algo (que conec-
te con su córtex) le costará, pero si cree que eso es de vital
importancia, se esforzará, para lo cual intentará calmarse, es
decir, desconectar de ese sistema límbico para conectarse con
su córtex.
También es sabido que después de un periodo de gran
desbordamiento emocional se produce un periodo de calma.
Nadie llora las veinticuatro horas del día, por muy dolorosa
que sea la pérdida. La causa es que cuando estamos en estado
de alarma hay una serie de neurotransmisores que suben has-
ta niveles tóxicos (como, por ejemplo, el cortisol), y como eso
es dañino para nuestro cerebro, al cabo de un tiempo la men-
te da la orden de secretar otros neurotransmisores que contra-
rresten a los primeros (serotonina, entre otros) que ayudan a
apaciguarnos. Por lo tanto, ante un caso con desbordamiento
emocional, sólo es cuestión de tiempo que el sujeto baje a ni-
veles menos expansivos, en donde sean posibles el dialogo y
la intervención. Dar tiempo a la persona doliente suele ser un
buen recurso.
Siempre que se observe que con estos consejos los padres
no consiguen expresar sus emociones o se desbocan sin con-
trol, se debe valorar la necesidad de buscar ayuda especiali-
zada.
182
Las etapas del duelo
183
espasmos laríngeos por el llanto. Las emociones más
evidentes son la sensación de irrealidad, negación o
incredulidad, en un primer momento, pasando a una
fase de expresión emocional (más o menos intensa),
siendo también muy frecuentes los ataques de furia
(contra los que pensamos que no hicieron lo posible) y
de culpa (contra uno mismo por no haber hecho…).
Recordemos que todo puede ser normal en esos prime-
ros momentos.
La forma en que se comunique la noticia, junto con la
presencia y acompañamiento de personas queridas y los
rituales de despedida (véase más adelante) reducen
mucho las alteraciones en esta fase.
184
que a veces el mensaje es el contrario («mejor no hable-
mos de este tema»).
185
lidad de apoyo social, características del deceso, situación
socioeconómica, estrategias de afrontamiento y religiosidad,
entre otros. Los momentos más difíciles del proceso se regis-
tran durante el primer y segundo año.5
5
J. Montoya Carrasquilla, «Aspectos incipientes y apuntes de farmacolo-
gía en el duelo», en Leila Nomen (coord.), Tratando… el proceso de duelo y de
morir, Pírámide, Madrid, 2008, capítulo 4.
6
Citado en Robert A. Neimeyer, op. cit., p. 35.
186
te de mi marido fue el año de “mis primeras veces”: mis
primeras vacaciones sin él, mis primeras navidades (…)».7
Al principio y, sobre todo, durante el primer año, se
producen una serie de circunstancias (Navidades, ani-
versarios…) que son especiales y llaman al recuerdo de
las personas que deberían estar pero no se encuentra
entre nosotros. Es, por lo tanto, normal que al menos
durante ese año las personas experimenten unos senti-
mientos de tristeza más agudos, y que la gente puede
pensar que son más propios del pasado. Pero no es eso:
simplemente notamos su falta más que en otros días,
porque esos días son verdaderamente especiales.
Por lo tanto, eso se puede dar el primer año y a lo largo de
nuestra vida, porque siempre hay un primer momento en
que echamos en falta a un ser querido. Mi abuela perdió
a su hijo pequeño (Pauet) de una pulmonía en los años
cuarenta. Yo no nací hasta unos veinte años después de
ese suceso, pero mi abuela seguía recordando el día de su
aniversario y el día de su fallecimiento con especial cariño.
7
Ibíd., p. 37.
187
El duelo parece que es algo que con el tiempo debe
perder la intensidad, como los colores, pero siempre
quedará un hermoso y suave color que lo recuerde.
8
Ibíd., p. 37.
188
hemos dejado que los padres lo expresen: se les ha pedido
que callen, que vayan a trabajar como si nada, les hemos
evitado para que no nos puedan expresar sus emociones…
y esperamos que el tiempo cure las heridas. Puede que el
tiempo cronológico sea de tres años, pero el tiempo dedi-
cado es muy inferior. El tiempo no cura las heridas, lo que
cura es lo que podemos elaborar mientras el tiempo pasa.
Por eso hay personas que siguen un calendario (como el
que explicábamos en las etapas del duelo) y otras que no.
IMPORTANTE
Hay que recordar que son factores a tener en cuenta para poder
ayudar a las madres y padres en duelo, para entender su dolor y
poder compartirlo. NO SON PARA VALORAR. Puede que una
madre tenga muchos de esos factores y elabore su duelo de forma
adecuada o con unas reacciones más comedidas, y, en cambio,
otra, con tan sólo uno de estos factores en contra, puede presen-
tar un duelo complicado o con gran desbordamiento emocional.
El dolor es subjetivo, no se mide por factores, pero pueden
ayudar a los profesionales, familiares y amigos para entender
mejor algunos procesos.
189
1. Experiencias de pérdidas anteriores menos traumáticas
Si la primera experiencia de muerte que tiene una per-
sona es la de un hijo dejará una huella más profunda
que si ha vivido otras muertes menos traumáticas en la
familia y sabe lo que su familia puede hacer en estos
casos y lo que supone que una persona esté de luto. La
familiarización con el dolor de los otros nos ayuda a
superar el nuestro.
3. Edad gestacional
Las pérdidas tardías en el embarazo (o posparto inmedia-
to) se asocian con reacciones de aflicción más intensas
que las pérdidas prematuras. Lo mismo sucede compa-
rando la muerte de bebés más mayorcitos con pérdidas
prematuras. Pero, como repetíamos al principio, un hijo
es un hijo y a cada madre le duele el suyo, digan lo que
digan las estadísticas.
4. Momento de la muerte
Las muertes perinatales más traumáticas son las que se
producen de forma inesperada, durante el trabajo de
parto o poco después del nacimiento. En los casos en
190
que se pueda prever la pérdida, aunque la pena sea la
misma, la pareja tiene la posibilidad de prepararse emo-
cionalmente para asumir la pérdida final. Es el caso de
bebés con graves enfermedades, en los que se puede
preparar su muerte con tiempo.
9
Asociación El Parto Es Nuestro, www.elpartoesnuestro.es
191
por ejemplo) se puede unir la dificultad de establecer
un vínculo con aquel bebé debido a la malformación.
La muerte se presenta como una liberación, pues era
inevitable y pone punto final al sufrimiento contenido.
La evolución suele ser más favorable.
8. Nacimiento múltiple
A veces, en un parto gemelar muere uno de los bebés.
Incluso puede suceder durante la gestación. Los padres
pueden sentirse ambivalentes: alegría ante el nacimien-
to y tristeza ante el fallecimiento. Ambos sentimientos
son normales y debe explicarse a los padres que es
bueno que dejen que fluyan los dos.
192
Cuántas veces, en emergencias, ante una persona que expre-
saba su dolor he oído, por parte de los profesionales de la salud,
«¿quiere que le pinche algo?». Ese algo (normalmente, un tran-
quilizante) provoca más problemas, puesto que el dolor no cede
y cuando la persona vuelve a su estado natural siente el mismo
dolor con el sentimiento de culpa de no haber podido estar al
cien por cien. Imaginen por un momento el ejemplo que explica-
ba anteriormente, que justo antes de saber la muerte de su madre
entraran en coma; al despertar al cabo de una año, ¿no llorarían
igual la muerte de su madre? Cuántas personas, al volver de un
viaje, se han enterado de la muerte de un conocido sucedida ya
hace tiempo, y lo sienten igual que si lo hubieran sabido el pri-
mer día: el hecho de ignorar o retrasar el dolor no va a hacer que
no se dé. Lo único que sucede es que no se da cuando estamos
nosotros y eso nos va bien, porque nos causa menos problemas.
Hemos de saber estar y acompañar en esos momentos.
Actuación profesional
193
Puedo entender a esos profesionales, porque sólo ven en
aquel acto una intervención de muerte, sin futuro, y cargada
de dolor emocional, que les angustia porque les hace sentirse
impotentes y sin utilidad en aquel trance. Si pudieran ver el
amor de esa madre y lo mucho que los necesita, seguramente
se animarían más a participar y a estar presentes, pues verda-
deramente son necesarios.
Las actuaciones pueden variar según el momento de la
muerte o la edad gestacional de la madre.
194
toma de decisiones. (Pueden consultarse estos apartados
en páginas anteriores).
2. En caso de que conserven los restos y los muestren al
facultativo, debe tenerse en cuenta que han de ser tra-
tados con el máximo respeto: serán recogidos y acogi-
dos con cuidado y observados con interés y respeto.
3. Se debe considerar la posibilidad de realizar una autop-
sia o algún tipo de prueba para buscar la posible causa.
Eso puede ayudar a la madre para otra ocasión o a otras
madres en una misma situación. Es importante que los
profesionales que son reticentes a hacer este tipo de
pruebas por considerar que no aportan mucho sepan
reconocer que, aunque es cierto que muchas veces no
se sabe por qué se producen estos casos, el hecho de que
no se sepa no quiere decir que no puedan llegar a saber-
se si se estudian más.
4. Se preguntará a los padres qué desean hacer con los
restos y se respetará su decisión.
195
(si no se ha producido). Una vez que sabemos que el
embarazo no prosigue, no hay prisa para acabar con
el proceso. Podemos esperar a que llegue el padre,
podemos esperar a que el ginecólogo de referencia de
la madre esté presente, podemos permitir que se vaya a
casa si tiene hijos que atender y luego regrese... Introdu-
cir prisa es innecesario y puede bloquear las decisiones
de la madre. Una decisión mal tomada puede hacerla
sentirse culpable durante mucho tiempo.
3. No ingresar a la madre en la planta de neonatos. En
otros capítulos de este libro ya se habla de cuán amarga
es la experiencia de una madre que acaba de perder a su
hijo ingresada en la misma planta de mujeres que aca-
ban de tener al suyo.
4. En la medida de lo posible, pedir una habitación indi-
vidual o más íntima, no sólo para que esté ingresada, si
procede, sino para el alumbramiento. Aunque por tra-
dición se suele llevar a la madre a una sala de dilatación
y/o de partos para atenderla, es un acto que bien podría
tener lugar en una habitación íntima.
5. Que el personal a cargo (médico, enfermeras, etc.) sea
siempre el mismo durante esos momentos, para que la
madre tenga unos referentes fijos y así darle confianza
y seguridad.
6. Aunque no sea necesario, estar presente en el periodo
de dilatación y expulsivo para dar apoyo anímico en
esos momentos.
7. Permitir la presencia de la pareja, familiar cercano o
aquella persona que la madre quiera.
8. Tener paciencia y repetir tantas veces como se nos
requiera la información sobre cualquier parte del pro-
196
ceso. El momento del shock hace que sea muy habitual
el no entender las cosas a la primera. Hay que mantener
informado también al acompañante, como pieza clave
en este proceso.
9. No utilizar tecnicismos excesivos, porque resultan fríos
y distantes, ni actitudes paternalistas exageradas, puesto
que parecen ficticias.
10. Favorecer, siempre y cuando los padres quieran, la
posibilidad de ver al que iba a ser su futuro hijo. En
casos de bebés intrauterinos de larga gestación y cerca-
nos al término es casi indispensable para la correcta
elaboración del duelo. En embriones de pocas semanas
no es tan importante la visualización si los padres no
quieren, pero siempre deben decidir qué hacer con los
restos.
11. Si los padres quieren verlo, trataremos al que iba a ser
su futuro hijo con mucho cuidado: le retiraremos con
delicadeza restos de sangre, meconio… lo envolvere-
mos en un arrullo o toalla y lo depositaremos con amor
en los brazos de sus padres para que puedan despedir-
se de él. Es importante darle un valor humano añadido
a ese bebé que ha fallecido, por ejemplo, diciendo a los
padres: «Ha sido un niño» o preguntando «¿le habías
puesto un nombre?» (y si lo tiene, llamarle así en ade-
lante), porque eso le da más entidad.
197
dentes) o cuando se ha podido trabajar con más tiempo (por
ejemplo, ante enfermedades).
198
2. No ingresar a la madre en la planta de neonatos si acaba
de dar a luz.
3. En la medida de lo posible, que sea una habitación
individual o más íntima. En casos de accidentes, los
niños suelen estar en urgencias, pero las habitaciones
(o boxes) de urgencias no poseen esas características y,
por lo tanto, si fallecen, intentaremos adaptar el entor-
no en la medida de lo posible para despedirlo. (En las
Navidades de 2006 falleció un pequeño de 4 meses en
mi ciudad por muerte súbita. Estaba en el hospital y
los padres y familiares desearon despedirse de él antes
de que se lo llevara la funeraria. El personal de urgen-
cias habilitó un consultorio, más cerrado e íntimo, en
donde se pudo realizar el acto).
4. Permitir la presencia de la pareja, familiar cercano, her-
manos y todas aquellas personas que los padres quieran
en esos momentos.
5. Que el personal al cargo (médico, enfermeras, etc.) sea
siempre el mismo durante esos momentos, para que los
padres tengan unos referentes fijos y así darles confian-
za y seguridad.
6. Tener paciencia y repetir tantas veces como se nos requie-
ra la información sobre cualquier parte del proceso.
7. No utilizar tecnicismos excesivos, porque resultan fríos
y distantes, ni actitudes paternalistas exageradas, puesto
que parecen ficticias.
8. Evitaremos hablar del futuro: «El tiempo lo cura todo»,
«ya tendrás otro hijo». Como este tipo de discurso suele
ser más típico de los familiares, en el apartado siguien-
te, dedicado a ellos, comentamos los errores más fre-
cuentes y lo que no se debería decir.
199
9. Hemos de favorecer, siempre y cuando los padres quie-
ran, que puedan ver a su hijo y despedirse de él. Hay
casos especiales (accidentes de tráfico, atentados) en que
los bebés puede que estén muy desfigurados o tremen-
damente malheridos. A veces son irreconocibles. En
esos casos, si los padres quieren ver a sus hijos, debemos
realizar tres pasos:
Se les pide un ejercicio de imaginación para que, sabien-
do cómo ha sido el accidente, puedan imaginar cómo
está el niño: «Ya sabéis que vuestro hijo/a ha sufrido
una caída desde la azotea. ¿Cómo pensáis encontrarlo
cuando lo veáis?». Si la respuesta es acorde a cómo está
el niño, se les dice: «¿Y aun así deseáis verlo?». Si la
respuesta no es adecuada, les damos pistas hasta que,
más o menos, se hagan una idea.
Si aun así quieren verlo, se les dice que primero van a
ver alguna fotografía. Es adecuado enseñarles alguna
fotografía del cuerpo en donde se pueda intuir la desfi-
guración, pero no excesivamente en detalle, aunque
debe verse lo que verán después, si quieren.
Si a pesar de todo quieren ver el cadáver, están en su
derecho y pueden hacerlo. Los profesionales de los hos-
pitales deberían velar para que la parte más cruenta
quedara oculta por alguna sabanita, vendaje, etc. En las
funerarias es todo un arte lo que consiguen. Por eso, a
veces vale la pena esperar a que el cuerpo ya haya pasa-
do por la funeraria.
10. Si los padres quieres verlo, trataremos al niño con
mucho cuidado, tal y como exponíamos en páginas
anteriores: lo envolveremos y lo depositaremos con
amor en los brazos de sus padres para que puedan des-
200
pedirse de él. Puesto que es un bebé ya nacido, debe
ponérsele un nombre (la burocracia nos lo pedirá), y
así tanto padres como profesionales, deberíamos lla-
marle.
11. Hay que hacer mención especial a los hermanos en este
apartado, que también deberían despedir al bebé, pues
es un miembro de la familia con el que han convivido
durante un tiempo y, por lo tanto, parte de su vida para
siempre. Se debe valorar la edad del niño, el tiempo que
ha convivido con el hermano, del aspecto físico que
presenta el fallecido y las circunstancias del momento.
Para ayudarles a discriminar mejor lean el apartado
dedicado a los niños.
12. La burocracia que hay detrás de estos fallecimientos de
bebés (mucho menor cuando es un bebé no nacido) es
una carga que a los padres les es difícil de entender y
asumir. Se debería poner al servicio de los padres un
trabajador del centro que entienda de estos temas y les
pueda ayudar y guiar en el proceso.
13. A veces, la situación puede desbordar a los profesiona-
les. En esos casos la intervención de los psicólogos espe-
cializados en emergencias10 es de gran ayuda a los pro-
fesionales en el ámbito hospitalario. En casi todas las
comunidades suele haber un equipo de psicólogos for-
mados; si se necesitan, se puede hacer la petición de
intervención.
10
Desde estas páginas quiero mostrar mi admiración por tantos compa-
ñeros con los que he trabajado en emergencias: por su labor y por lo mucho que
he aprendido y compartido con ellos.
201
b. Sucedidos de forma anunciada
202
El papel de las personas cercanas: familia, amigos…
11
Ejemplo extraído de Robert A. Neimeyer, op. cit., p. 85.
12
Leila Nomen (coord.), op. cit.
203
los hermanitos (si los hubiere) o a los abuelos y resto de
familiares.
2. Leer e informarse de todo lo relacionado con el duelo,
la aflicción y el luto. De esta forma la ayuda será más
efectiva. Hay fallos fácilmente solucionables si estamos
debidamente informados.
3. Si estamos informados, ayudar y sugerir al personal hos-
pitalario la mejor actuación. Puede que los profesiona-
les de la salud con los que se vaya tropezando no sepan
qué hacer en estos casos, ni cómo dar una mala noticia;
pero que no sepan cómo hacerlo no quiere decir que no
quieran hacerlo bien. Siempre que pueda, sugiérales la
mejor actuación, que tiene recopilada en las páginas
anteriores.
4. Lo mismo podemos hacer respecto al resto de familiares
y amigos, incluso a los propios dolientes: informarles de
la mejor manera de ayudar y ayudarse. Ofrézcales biblio-
grafía e ideas generales. Sugiera, pero nunca imponga.
Contribuya a que el apoyo y la comunicación efectiva
de la familia sean los instrumentos más efectivos que
faciliten la recuperación de la pérdida del ser amado.
5. Mantener los oídos atentos para escuchar el dolor, la
tristeza, la rabia, la frustración, la soledad y todos los
otros sentimientos que acompañan a la aflicción. Inten-
te escuchar un 80 por ciento del tiempo y hablar sólo
un 20. Hay muy pocas personas que se tomen el tiem-
po necesario para escuchar las preocupaciones más pro-
fundas de otros.
6. Permitir y animar la expresión de los sentimientos de
dolor y tristeza por la pérdida del ser amado, y no huir
ante la expresión de los mismos.
204
7. Prestar, indefinidamente y mientras sea necesario, sus
hombros, brazos, manos y pecho como consuelo.
8. Aprender a sentirse cómodo con el silencio compartido
en lugar de intentar hablar para animar a la persona.
Muchas veces no hace falta hablar, sino tan sólo estar.
Dé la mano a esa persona y permanezca a su lado.
9. Ser paciente con la historia de la persona que ha sufrido
la pérdida y permitirle compartir sus recuerdos del ser
querido. Necesitan hablar y explicar. Muchas veces, cuan-
do la persona afectada nos empieza a hablar de sus emo-
ciones o de sus recuerdos del bebé intentamos que cam-
bie de tema o le comentamos que eso no le hace bien.
Nada más falso: permítale que le hable de lo que siente.
10. No esperar a que el deudo busque ayuda, sino tomar
siempre la iniciativa visitándolo o llamándolo. También
puede ofrecer ayuda concreta con las tareas de la vida
cotidiana. Lo importante sigue siendo estar ahí. Debe-
rán mantenerse abiertas las puertas de la comunicación.
Si no sabe qué decir, pregunte: «¿Cómo ha estado hoy?»,
«¿cómo va el día?». Haga preguntas neutrales lo sufi-
cientemente abiertas como para que el doliente pueda
hablar del tema o pueda eludirlo.
11. Adelantarse a los acontecimientos dolorosos (aniversa-
rios del fallecimiento, etc.), ponerse en contacto con los
padres y participar en la organización de alguna activi-
dad para ese día.
12. Respetar las diferencias individuales en la expresión del
dolor y en la recuperación del mismo. La cronología
del duelo es diferente en cada uno, como ya hemos
visto, y la manera de expresar el dolor puede ser distin-
ta a la nuestra.
205
13. Estar atento a la presencia de reacciones anormales o
distorsionadas del duelo. Puede ver los indicadores en
el último apartado de este capítulo.
14. Durante el proceso y una vez alcanzada la recuperación,
animar a que se ponga en contacto y colabore en grupos
de autoayuda, tanto presenciales como virtuales. Eso les
da la tranquilidad de sentir que no son diferentes y que
no están solos.
13
Extraído de Robert A. Neimeyer, op. cit.
206
muriera alguien querido, ¿podría dejar de pensar en él?
Lo único que conseguiremos es acallar esas expresiones
que tanto bien le podrían hacer, y que sienta que nos
está defraudando porque no puede hacer lo que noso-
tros le pedimos.
2. Decirle que usted sabe lo que siente. Aunque haya pasa-
do por lo mismo, no puede saberlo. El doliente no con-
fiará en usted porque sabe que usted no siente como él,
y, por lo tanto, la ayuda que usted le brinde no será
escuchada. Si ha tenido una experiencia similar (es
lo que sucede en los grupos de autoayuda), puede suge-
rir que usted pasó por algo parecido y el doliente le
entenderá, pero nunca debe decir que sabe lo que siente.
3. Minimizar su dolor: «No pasa nada, puedes tener más
hijos», «tranquila, el tiempo lo cura todo», «aún no
estaba formado». Cada hijo es único, aunque tengas
una docena, estén formados o no, y el amor y dolor
por ellos no se puede medir por eso. A mi padre, una
vez que estábamos todos los hermanos juntos, le pre-
guntaron «¿tiene usted familia numerosa?», y mi padre
contestó: «¡No!, tengo cuatro hijos únicos». Cada uno
de nosotros era importante por sí mismo a los ojos de
mi padre.
4. Explicar a la persona que ha sufrido la pérdida lo que
tiene que hacer. «Llora, que te hará bien», «sal y diviér-
tete un poco»… La persona en duelo sabe lo que nece-
sita, y ya lo hará, si le dejamos.
5. Desaparecer. A veces nos enteramos de que un com-
pañero de oficina ha perdido un hijo y no sabemos
cómo empezar una conversación con él, y le evitamos,
estamos una temporada sin llamarle, no vamos a desa-
207
yunar a los mismos sitios, etc. En la familia hay con-
versaciones como «no la llamo porque no sé qué decir-
le» o «no la llamo porque siempre me acaba hablando
de lo mismo».
6. Delegar en otros la ayuda. Una cosa es sugerir que se
implique más gente y otra que usted se escape. Todos
somos importantes.
7. Aislar a la persona de su familia. «En este estado no
puedes ir a ver a tu hermana», «mejor pasas unos días
fuera para que no te vean así». Una cosa es que el padre
o la madre quieran tomarse un periodo se intimidad
tras el trance y otra que intentemos apartarlos de la
familia. Una mención especial merece la frase «no te
invitamos a la fiesta porque pensamos que no ibas a
venir». El doliente ya nos informará sobre si quiere
venir o no. Lo mejor es decirle: «Vamos a hacer una
fiesta y estáis invitados; nos gustaría mucho que asistie-
rais, pero podemos entender que no os apetezca. La
decisión es vuestra».
8. Esperar que el doliente rehaga su vida cuando usted
decida que ya ha pasado un tiempo prudencial. El tiem-
po en cada uno es diferente. Y ya hemos explicado en
apartados anteriores que no es lo mismo el tiempo
transcurrido que el tiempo dedicado o «las recaídas»
que nos parece observar durante el año de las primeras
veces.
9. Aguardar que los padres en duelo den el primer paso:
«Cuando me necesitéis me llamáis», «estaré en el pue-
blo, pero si queréis algo me lo pedís». En esos momen-
tos cuenta mucho la capacidad de tomar la iniciativa,
y una ayuda tan valiosa como usted se puede perder.
208
Mejor dé el primer paso: llámeles y ofrézcase para
algo concreto («¿queréis que os traiga la compra?, ¿os
venís a tomar un café?»), o vaya a verles de cuando en
cuando.
209
no olvidemos a los niños
210
3. Excluirle de la situación. En muchos casos se lleva al
niño a vivir a otro sitio mientras dura el proceso, y
cuando vuelven queremos que, a pesar de tener una
situación diferente de la que dejaron al marchar, no
pregunten y se adapten como si nada ocurriera.
Básicamente los pasos a seguir son los mismos que los explica-
dos en los adultos:
Que el menor esté informado cuanto antes de todo lo que
sucede. La mayoría de menores son grandes observadores y
«saben» que algo pasa aunque no sepan el qué. Esa inseguridad
suele complicar el duelo y provocar el trauma. Es mejor des-
velar la intriga que mantenerla.
La persona que debe dar la mala noticia ha de ser alguien
cercano al menor (un padre, un tío, un maestro, etc.), con
quien tenga una vinculación importante. El papel de los pro-
14
Rosa Jové, «Niños y adolescentes en duelo», en varios autores, Tratan-
do… el proceso de duelo y de morir, Pirámide, Madrid, 2008, cap. XV.
211
fesionales será preparar a esa persona para que lo haga adecua-
damente siguiendo los puntos que vienen a continuación:
212
la pérdida de un ser querido como un abandono
(«me ha dejado para estar mejor»).
c. No funcionalidad: el cuerpo cuando muere deja de
respirar, de comer, ni va al baño, ni siente frío o dolor.
Los niños suelen hacer preguntas como «mamá, ¿quién
le da de comer al hermanito?», y debemos decirles
que ellos no sienten hambre ni necesitan comer.
d. Universalidad: los niños han de saber que todos los
seres vivos se mueren, que todas las personas nos
morimos un día u otro.
e. Excepcionalidad: no nos morimos con facilidad; lo
normal es vivir muchos años. Para inculcar esa idea
en los niños pequeños hemos de resaltar el carácter
excepcional del hecho (aunque faltemos un poco a
la verdad). Si el hermanito se ha muerto era porque
estaba muy, muy, muy malito. En los adolescentes,
mejor no exagerar, porque conocen la realidad, aun-
que debe quedar claro ese concepto de que la muerte
es algo que no nos ocurre con facilidad a la mayoría.
213
4. Anticiparse y explicar lo que puede suceder tranquiliza
al menor y siempre da seguridad en momentos de crisis.
Contarle cómo serán los próximos días, su visita al hos-
pital, cómo va a desarrollarse el funeral o decirle los
pasos que va a seguir toda la familia puede infundir
tranquilidad en momentos de inseguridad.
b. Físicas:
❐ Trastornos del sueño: insomnio de conciliación,
pesadillas, miedo a dormir solo o a la oscuridad y
enuresis nocturna.
❐ Trastornos de la alimentación: falta de apetito, alimen-
tación compulsiva y rechazo de algunos alimentos.
214
❐ Enuresis (incluso diurna) en los más pequeños.
❐ Abuso de sustancias en los adolescentes.
❐ Jaquecas, dolores de tripa o musculares.
❐ Tics.
❐ Accidentes frecuentes: caídas, fracturas…
15
Rosa Jové, op. cit.
215
❐ Ha mantenido una relación segura y afectuosa con los
padres.
❐ Ha recibido información precisa y puntual sobre el
hecho.
❐ Ha podido hacer todas las preguntas que ha querido y
se le han contestado.
❐ Ha participado de la aflicción, incluidos los ritos fune-
rarios.
❐ Cuenta con la presencia de un adulto de confianza que
le da seguridad y estabilidad afectiva.
216
Si quiere más ideas sobre cómo actuar con niños, lea el
apartado «Intervención psicológica en niños», porque se deta-
llan técnicas psicológicas de muy fácil aplicación por personas
no expertas.
intervención psicológica
Cuándo y cómo
16
Enrique Echeburúa y Arantxa Herrán, «¿Cuándo el duelo es pato-
lógico y cómo tratarlo?», en Análisis y Modificación de Conducta, 33, 2007,
pp. 31-50.
217
Apuntes sobre cómo hacerlo
17
EMDR es una técnica de desensibilización y reprocesamiento del trau-
ma muy efectiva, que ayuda no sólo a superar el duelo complicado, sino a
avanzar en el duelo normal.
18
T. A. Rando, Treatment of Complicated Mourning, Reseach Press, Cham-
paign, 1993.
218
■ Aceptar la realidad de la pérdida.
■ Sentir la pérdida y expresarla emocionalmente.
■ Readaptarse al entorno en que el bebé no va a estar.
■ Reubicar al bebé, es decir, colocar a ese ser querido en la vida de
uno, mediante el recuerdo no traumático y las conmemoraciones.
19
V. Landa y J. A. García, en Leila Nomen (coord.), op. cit., pp. 103-106.
219
visitas al cementerio, hablar con el difunto), tratando
de reestructurar la cotidianidad con hábitos sanos, evi-
tando otros modos de vida más nocivos como el seden-
tarismo, el aislamiento social, el tabaco, horas de tele-
visión, etcétera.
5. Conversar acerca de los sueños y de las presencias:
visuales, auditivas, táctiles. Durante el proceso del
duelo, a la vez que se apaga el pensamiento lógico se
activa el pensamiento mágico, y hay que enseñar al
doliente a ser crítico con ese modo mágico de explicar
sus vivencias, para —poco a poco— volver a un pensa-
miento más racional. Muchas veces las madres sueñan
con el bebé y hay que hablar de ello sin miedo.
6. «Sondas emocionales» y preguntas terapéuticas. Suele
ser útil, a veces, utilizar preguntas cerradas, que nos
sirven para rastrear emociones y, a modo de sacacor-
chos, ayudan a que puedan salir: «¿Habías pensado
hablar hoy de algo a lo que has estado dándole vuel-
tas?», «¿ha habido alguna fecha anterior o se acerca algu-
na fecha significativa para el recuerdo?», «¿te ha pareci-
do ver u oír a tu hijo en alguna ocasión?», «¿a veces crees
estar volviéndote loca?». Conviene rastrear ideas suici-
das y también saber qué y quién le afianza y le da apego
a la vida.
7. Huida de los tópicos sociales al uso. Las frases hechas,
los tópicos, suelen ser normalmente molestos para el
doliente, porque transmiten lejanía emocional. Por eso,
en la medida de lo posible, se deben evitar. La comuni-
cación no verbal es más honesta, sincera y se capta fácil-
mente (mirada, apretón, guiño, sonrisa) y transmite
entendimiento y tranquilidad.
220
8. Utilización de fármacos. Los fármacos deben usarse sólo
en caso necesario. Medicalizar el duelo es darle catego-
ría de enfermedad y esto tiene repercusiones en el
doliente y la familia. Es recomendable controlar el uso
de hipnóticos y ansiolíticos. Se puede aconsejar el uso de
ansiolíticos puntualmente en actos públicos, y poste-
riormente de forma discontinua si es necesario, pero
debemos evitar la anestesia emocional que ocasiona su
uso continuado.
9. Pruebas complementarias: análisis, radiografías, electro-
cardiograma. Con frecuencia aparece el miedo a la muer-
te al verla tan cerca y, a pesar del deseo de morir, se tiene
miedo de que ese dolor que se experimenta sea un infar-
to o un cáncer, y conviene hacer una radiografía, un elec-
trocardiograma, una analítica... En el caso de los abortos
se puede llegar a pedir un exceso de pruebas médicas.
10. Detección de complicaciones y filtro del sistema. Debe-
mos estar alerta ante evoluciones de duelo perjudiciales,
como estilos de afrontamiento autolesivos (alcohol, taba-
co), morbilidad asociada (fobias, estrés postraumático),
sospecha de duelo patológico (ausencia de duelo, croni-
ficación) y —si es preciso— derivarlos a salud mental.
221
2. A partir del primer mes ya debería haber superado las
tres primeras tareas del duelo (aceptar la pérdida, poder
expresar emocionalmente la misma y empezar a readap-
tarse al entorno en el que la persona no está). El resto
puede conllevar varios meses más. Si todavía no ha
aceptado la pérdida se ha de intervenir.
3. En el supuesto de que los trastornos y alteraciones,
tanto físicos como psicológicos, persistan de forma evi-
dente durante más de 6 semanas, y si van remitiendo
esperar hasta 8 meses (puede consultarse el listado del
apartado sobre el papel de los padres).
4. Si presentan algunos de estos nuevos síntomas:
222
❐ Deseos de venganza, más allá del pensamiento. A
veces pueden inducir a que el menor realice algún
comportamiento delictivo. Como prevención debe-
ría trabajarse ese deseo con un profesional para evitar
males mayores.
Afecciones depresivas de gravedad que llegan inclu-
so a calificarse como psicóticas.
223
5. Colocar de nuevo a ese ser querido en la vida de uno
mediante el recuerdo no traumático y las conmemo-
raciones. En el momento en que el niño pueda hablar
de la persona fallecida por medio de recuerdos agra-
dables o pueda conmemorar el día de su deceso, es
síntoma de que el duelo se ha elaborado de forma
correcta.
224
❐ Estar preparados para escuchar una y otra vez las
mismas preguntas, como si jamás las hubiéramos
respondido o él no las hubiera escuchado, y respon-
damos con sinceridad y comprensión.
❐ Abrazarle y mantener el contacto lo máximo posible:
si se siente seguro puede asumir mejor la pérdida, si
se siente inseguro se aferrará a ella.
❐ Hablar con el niño del ser que falleció.
❐ Visitar el cementerio si él lo pide.
225
que lo necesite. El niño debe sentir que está atendi-
do en todo momento.
❐ Ayudar a los adolescentes, que al sentir vergüenza
por sus emociones pueden expresarlas en forma de
comportamientos violentos o actividades de riesgo,
a entender el problema y canalizarlo de forma ade-
cuada. Busque actividades menos peligrosas que
pueda hacer con usted (o con otro familiar o profe-
sional), pero que también le desahoguen, pues ése es
el fin: que se exprese, pero que no corra peligro su
vida. Si observa que le gusta jugarse la vida en moto,
apúntele a bajar ríos en canoa o a practicar escalada
con gente profesional. Si realizan esas actividades
conjuntamente se ganará su confianza y podrá expre-
sar sus emociones con usted.
226
❐ Hablarle sobre la muerte utilizando elementos de la
naturaleza, si son pequeños. Si son mayores, conver-
sar abiertamente sobre ella, dejándonos guiar por sus
dudas.
❐ Leerles cuentos sobre el duelo y los niños.
❐ Hablar de sus temores frente a la muerte.
❐ En adolescentes, las ideas acerca de la muerte ya
deberían ser correctas. Si no lo son, es que algo ha
fallado en su educación. En tal caso, podemos pro-
bar los puntos anteriores, pero adaptándolos al len-
guaje y nivel del adolescente. Ante la duda, háblele
como a un adulto, se lo agradecerán más.
227
❐ Repetir el visionado de películas que había visto con
el fallecido en el cine o en la tele.
❐ Conmemorar el primer aniversario de la ausencia.
❐ Hacer algo creativo a raíz de la pérdida (un collage
de fotos, escribir un relato, un poema, hacer un
dibujo).
❐ Recoger en una cajita recuerdos de esa persona.
❐ Animarle a organizar un homenaje personal.
❐ Dejar una foto del bebé (si ya había nacido) al lado
de la cama.
20
Rosa Jové, op. cit., p. 273.
228
jos, el habla, la escritura, etc.) es muy difícil, por cuanto no
hacen casi nada de ello. En este sentido, técnicas como el
EMDR también facilitan el acceso al sujeto, aunque éste no
hable ni garabatee. Para la ansiedad también pueden usarse
masajes (con los bebés funciona muy bien) y técnicas de con-
trol de la respiración de 2 años en adelante (hinchar globos
imaginarios, etc.).
De 3 a 8 años. Se trabaja muy bien con estos niños utili-
zando técnicas proyectivas, dibujos, explicar historias relacio-
nadas con el suceso, cantar, etc. También es beneficioso ense-
ñarles técnicas de relajación (respiración, visualización, yoga)
para aprender a controlar su ansiedad y mal comportamiento.
Evidentemente, el EMDR funciona muy bien.
De 9 a 12 años. Podríamos recomendar lo mismo que en
los de 3 a 8 años, con la salvedad de que son muy reacios a
hablar del tema directamente. El uso de cualquier técnica que
les permita expresarse es adecuado.
De 13 a 18 años. No deberíamos considerarlos meno-
res, aunque lo sean, ya que no les gusta que se les trate
como tales. Por eso, habremos de eliminar de nuestro re-
pertorio el dibujo u otras técnicas que ellos puedan asociar
a niños pequeños (aunque sean igual de válidas para
ellos).
229
Es inevitable que sintamos pena, tristeza por ellos, y eso
nos desborde tanto a nivel profesional como particular. ¿Qué
hacer?
21
Son sesiones grupales dirigidas por un psicólogo, en donde los partici-
pantes expresan lo que han sentido y se buscan estrategias para solucionar pro-
blemas emocionales en situaciones iguales que se puedan dar en el futuro.
230
zado al grupo más cercano y les pueda pedir ayuda si la
situación lo requiere.
231
iv
Emilio Santos
introducción
235
habitualmente en la fase de mórula. Los estudios científicos
dicen que, aproximadamente, el 20 por ciento de todos los
embarazos terminan en aborto con síntomas, y otro tanto o
más son «silenciosos» y no causan ningún síntoma significa-
tivo.
Además, entre los nacidos vivos en España se producen 5,6
muertes perinatales (en los primeros 7 días tras nacer) por cada
1.000, según el Instituto Nacional de Estadística.
Siendo todo esto un problema tan extendido y serio, es
muy importante entender las posibles causas de la muerte
de embriones, fetos y neonatos; y es clave el asesoramiento
adecuado de aquellas mujeres que han tenido abortos recu-
rrentes.
La muerte de un embarazo es un proceso que causa sufri-
miento y es normal querer evitar dicho dolor. Por ello, muchas
mujeres cuando han perdido a un bebé dentro de su útero
quieren evitar vivir el proceso.
Buscan un ginecólogo que «se lo saque» cuanto antes. Bus-
can un centro donde el proceso lo pasen de la forma más rá-
pida y menos dolorosa posible. Por eso, muchos profesionales
creen ayudar cuando tratan de medicalizar el proceso para ha-
cerlo más rápido y pasajero. De hecho, es un error muy exten-
dido entre las personas cercanas a quien ha perdido un emba-
razo decir frases como: «No es nada, olvídalo; vendrá otro
embarazo».
A nuestro juicio son errores inmersos en nuestra cultura.
Perder un embarazo es como perder a un familiar. La mujer
que lo pierde amaba a ese ser. Para ella es un ser irrepetible. No
es sustituible por otro.
Por otro lado, la medicalización de las pérdidas de bebés
anteparto lleva como consecuencia, a menudo, una agresión
236
al útero de la mujer, ya sea ésta en forma de legrado, fórceps,
episiotomías o cesáreas.
Pensamos que hay otras fórmulas, otras formas de atender
la muerte fetal o embrionaria. Por eso hemos escrito este libro,
donde tratamos de persentarlas.
237
La segunda consideración es que, en la actualidad, la su-
pervivencia de bebés prematuros ha mejorado gracias a los
avances en la tecnología médica y la evolución en los cuidados
en unidades de neonatología especializadas; ejemplos son el
uso de corticosteroides para forzar la maduración pulmonar
de un feto próximo a nacer prematuro, la ventilación mecáni-
ca y el uso de surfactantes exógenos.
El concepto de viabilidad del feto es de gran importan-
cia, ya que es el marcador usado por la ley para decidir el
límite legal del aborto; este límite varía dependiendo de las
leyes de cada país. La ley española ha fijado el límite en las
22 semanas de gestación, basándose en la existencia de al-
gunos casos de bebés «supervivientes» nacidos a esta edad
gestacional; pero este número es realmente escaso, hasta el
punto de que tales supervivientes podrían considerarse ane-
cdóticos, muchos de ellos con secuelas físicas y neuro-
psicológicas graves. En Inglaterra la ley aumenta este límite
hasta las 24 semanas, basándose en que los bebés nacidos
entre las 22 y las 24 semanas tienen muy pocas posibilidades
de sobrevivir y si lo hacen, tienen un riesgo muy alto de su-
frir graves secuelas. En países donde el límite legal es 24 se-
manas, la ecografía del segundo trimestre se hace a las 22-23
semanas, para que dé tiempo a realizar un aborto legal en
casos de malformaciones. En países, como España, donde el
límite legal es a las 22, la ecografía del segundo trimestre se
realiza a las 20-21 semanas. Algunos ginecólogos ecografistas
en España defienden el límite legal de 24 semanas, basándo-
se en el hecho de que la ecografía del segundo trimestre a las
22-23 semanas arroja mucha mayor precisión anatómica que
a las 20-21 semanas.
238
clasificación de pérdidas de embarazo
según la edad gestacional
239
lenguaje del aborto
1er 2º 3er 4º 5º 6º 7º 8º 9º
mes mes mes mes mes mes mes mes mes
aborto tardío /
aborto tardío
muerte fetal
muerte fetal
aborto
aborto
5-7 17,5
8-11 50,6
12-15 47,0
16-19 32,8
20-27 10,7
240
1. Amenaza de aborto
Definición: es un estado que sugiere que se podría pre-
sentar un aborto espontáneo. Por tanto, se denomina
amenaza de aborto a todo sangrado vaginal antes de la
semana 20 del embarazo.
Síntomas: sangrado vaginal antes de cumplir 20 sema-
nas de embarazo. Dolor abdominal (contracciones de
leve intensidad). El orificio cervical interno está cerra-
do, el cérvix blando y el tamaño uterino acorde con la
edad gestacional. Con el aborto espontáneo verdadero,
típicamente se presenta dolor lumbar o dolor abdomi-
nal (sordo o agudo, constante o intermitente) y se puede
dar expulsión de tejido o material con apariencia de
coágulos a través de la vagina.
Tratamiento: la mayoría de estos embarazos llega a tér-
mino con o sin tratamiento. El aborto espontáneo ocu-
rre en sólo un pequeño porcentaje de mujeres que tiene
este tipo de sangrado vaginal durante el embarazo.
Muchos ginecólogos recomiendan el reposo en cama o
el reposo pélvico (abstenerse de relaciones sexuales,
duchas vaginales, uso de tampones), aunque no hay
evidencia que muestre que esto realmente reduzca la
tasa de abortos espontáneos. Es conveniente el reposo
emocional (evitar el estrés).
Algunos ginecólogos recomiendan el uso de progeste-
rona, aunque es controvertido. La progesterona podría
ayudar a relajar los músculos lisos, incluyendo el del
útero, pero también podría aumentar el riesgo de un
aborto incompleto o de un embarazo anormal. A menos
que haya una insuficiencia luteínica, no se debe usar la
progesterona.
241
Pronóstico: bueno cuando el embarazo continúa nor-
malmente y desaparecen todos los síntomas.
Complicaciones posibles: anemia, infección, pérdida de
sangre moderada o severa, aborto espontáneo.
2. Aborto inevitable
Definición: es un aborto espontáneo que ya no se puede
detener.
Síntomas: dolores cólicos en la parte baja del abdomen
(contracciones uterinas) y sangrado uterino. El tamaño
uterino es acorde con la edad gestacional, el cuello ute-
rino está ya dilatado (el orificio cervical interno es
mayor de 8 milímetros) y el material fetal o placentario
ya puede haber salido del cuerpo.
3. Aborto incompleto
Definición: en un aborto incompleto, partes del feto
o del material placentario permanecen dentro del
útero.
Síntomas: entre otros, sangrado vaginal, dolores de tipo
cólico en la parte baja del abdomen (contracciones) y
eliminación de tejido trofoblástico o embrionario. El
orificio cervical interno está abierto y el tamaño uterino
es más pequeño de lo esperado para la edad gestacional.
Mediante ecografía abdominal o vaginal se puede con-
firmar el contenido uterino.
Tratamiento: si no se soluciona en pocos días o si per-
siste el sangrado vaginal debe realizarse un legrado para
vaciar el útero.
242
4. Aborto completo
Definición: es un aborto en el cual todo el feto y la pla-
centa han salido del útero por completo. No necesita
ayuda médica.
Síntomas: ha habido sangrado, contracciones uterinas y
eliminación de tejido embrionario, que han disminuido
o cesado. El orificio cervical, mediante la exploración,
se palpa ya cerrado, y el tamaño uterino es menor del
esperado para la edad gestacional. Mediante ecografía
vaginal o abdominal se puede confirmar que el útero
está vacío.
5. Aborto retenido
Definición: embrión o feto muerto y retenido en cavi-
dad uterina.
Síntomas: hay síntomas de embarazo, con un tamaño
uterino más pequeño de lo esperado para la edad ges-
tacional. En la exploración vaginal, el cuello del útero
se palpa cerrado. El método diagnóstico es la ecografía.
Si el desarrollo del embrión es demasiado pequeño para
que la ausencia de latido cardiaco sea significativa, una
solución es esperar unas 2 semanas y repetir la ecogra-
fía.
243
ten medios diagnósticos (ecografía) y terapéuticos
(legrado y antibióticos) que evitan estas situaciones.
Síntomas: fiebre, sangrado vaginal y cólicos (contraccio-
nes).
244
probabilidad de repetición de causa porcentaje
de pérdida de embarazo (%)
245
lución del embrión y existe una alta incidencia de abortos es-
pontáneos (Harvey J. Kliman et al., 2000).
1. Anomalías genéticas
❐ Trisomías autosómicas (60 por ciento)
❐ Monosomía X (25 por ciento)
❐ Triploidías (15-20 por ciento)
❐ Tetraploidías (3-6 por ciento)
❐ Translocaciones (3-5 por ciento)
❐ Inversiones
246
que se suele reservar para casos de repetición de abortos.
Una vez diagnosticado, los padres reciben el asesora-
miento de un consejero genético que les ayudará a deci-
dir si deberían intentar otro embarazo en el futuro u
optar por la adopción.
2. Anomalías endocrinas
a. Deficiencia de progesterona
La única forma de objetivar insuficiencia lútea es
valorando niveles plasmáticos de sus hormonas. Sin
embargo, la producción de progesterona por el
cuerpo lúteo es pulsátil y tiene marcadas fluctuacio-
nes de niveles séricos. Consecuentemente, diversos
estudios han mostrado pobre correlación entre nivel
plasmático de progesterona y hallazgos de biopsia
endometrial (M. Filicori et al., J Clin Invest, 1984,
73: 1638). Además, un factor de confusión es el
hecho de que los huevos aberrantes cursan con nive-
les bajos de progesterona. En estos casos la baja con-
centración de progesterona es el resultado de un
aborto y no su causa. Se ha sugerido que la medi-
ción de 17 OH progesterona podría ser un mejor
marcador que la progesterona. Ésta permitió dife-
renciar las pacientes que abortaron de las que no lo
hicieron en embarazos obtenidos con agentes induc-
tores de la ovulación (J. H. Check et al., Int J. Fertil,
1990, 35: 112-115).
La deficiencia de fase luteínica (segunda fase del
ciclo menstrual, en la que predomina la producción
de progesterona) ha mostrado ser más frecuente en
pacientes con abortos recurrentes (J. Balasch et al.,
247
1986). Además, la progesterona prácticamente no
provoca efectos adversos en la madre, y diversos
estudios han demostrado ausencia de efectos terato-
génicos. Por estas razones se utiliza con frecuencia
sin intentar demostrar niveles séricos disminuidos.
Sería de utilidad el uso de progesterona en el primer
trimestre en casos de nivel sérico de progesterona
menor de 30 µg (nanogramos) /dl en tres tomas. Se
suele prescribir también en casos de embarazos con-
seguidos mediante inducción de ovulación, y sería
de dudosa utilidad en casos de recurrencia de abor-
tos. La realidad es que se sobreutiliza la suplementa-
ción de progesterona y se sobrediagnostica la defi-
ciencia de progesterona.
b. Hiperandrogenismo
Caracterizado por hirsurismo (aumento de vello) y
niveles elevados de testosterona y dehidroepiandros-
terona. El exceso de andrógenos causa disfunción del
cuerpo lúteo.
3. Separaciones corioamnioníticas
Separación entre amnios y corion o entre corion y deci-
dua (hematoma subcoriónico). Generalmente, ocurre en
248
el lado opuesto a la placenta. La causa subyacente es des-
conocida. El tamaño del hematoma en la ecografía es el
principal factor pronóstico. El 50-60 por ciento conti-
núan una gestación normal.
4. Anomalías inmunológicas
Cuando hay ciertos componentes químicos en la sangre
que atacan a las células y tejidos del cuerpo, puede ser
la causa de la pérdida del embarazo. Estos componentes
químicos llamados «anticuerpos» normalmente van por
la circulación sanguínea sin causar problemas, o puede
que causen algunos, como diabetes, lupus, síndrome
antifosfolípido o hipotiroidismo. Pueden causar coágu-
los de sangre en la placenta, que cerrarían el flujo de
sangre al bebé, causando el aborto. Un análisis de san-
gre especial puede diagnosticar este problema, y con un
tratamiento de pequeñas dosis de aspirina y a veces
inyección de heparina (hace la sangre menos coagula-
ble), normalmente ayuda a tener éxito en el embarazo.
Éstos serían embarazos de riesgo, porque hay un riesgo
más elevado de bebés pequeños, estrés fetal, preeclamp-
sia y otros problemas, por lo que a menudo requiere un
seguimiento especial del embarazo.
249
❐ Pérdidas recurrentes del embarazo.
❐ Preeclampsia (aparición precoz).
❐ Retraso del crecimiento intrauterino.
❐ Corea gravítico.
❐ Trombosis arterial y venosa.
❐ Accidentes cerebrovasculares transitorios.
❐ Migrañas.
250
de los anticuerpos antifosfolípidos y otras enfermeda-
des autoinmunes. Por este motivo, el lupus sistémico
eritematoso es difícil de diagnosticar y la prueba de
los anticuerpos antinucleares se debe completar con
otras pruebas con objeto de descartar otras enferme-
dades autoinmunes del mesénquima. El mesénquima
son los vasos sanguíneos y órganos cardiovasculares,
el músculo liso, el mesotelio, el sistema linfático y el
tejido conectivo propiamente dicho. Son los órganos
que se ven afectados por estos síndromes.
c. Aloanticuerpos
Son los anticuerpos que reaccionan con un aloantí-
geno. Durante el embarazo, se puede producir el
rechazo inmunológico del feto por existencia de
anticuerpos alotípicos en las membranas ovulares.
a. Sinequias uterinas
Su asociación con aborto precoz es bien conocida
desde el trabajo original de Asherman en 1947. Gene-
ralmente, son causadas por infección intrauterina
251
combinada con traumatismo quirúrgico. El diagnós-
tico se hace usando histeroscopia. Su tratamiento
disminuye sustancialmente la tasa de abortos.
1. Infección
La corioamnionitis aguda es la responsable de la mayo-
ría de las muertes entre las semanas 14 y 20 de gesta-
252
ción. Bacterias y virus pueden ascender desde la vagina,
a través del cérvix y colonizar la cavidad amniótica, esto
desemboca en una cascada de citoquinas que provoca
daño fetal, parto pretérmino y, en casos muy graves,
muerte fetal intrauterina. Suelen ser infecciones por vía
ascendente y están facilitadas por defectos en la oclu-
sión cervical. Por ello está asociado a mecanismos del
parto prematuro y RPM. Las bacterias aisladas son
aerobios y anaerobios con predominio de E. Coli y
estreptococo del grupo B. También se ha demostrado
el rol etiológico de Mycoplasma Hominis, Ureaplasma
Urealiticum y Clamidia Trachomatis. Infecciones hema-
tógenas por varicela, rubeola, parvovirus, listeria, toxo-
plasma, citomegalovirus y treponema tienen también
un rol etiológico estudiado.
2. Insuficiencia cervical
Esto significa que el cuello del útero de la mujer (cér-
vix) es muy débil y comienza a dilatar y abrirse demasia-
do pronto durante el embarazo. Puede causar el aborto
espontáneo o el nacimiento de un infante prematuro.
Esta condición puede haber resultado de un daño cervi-
cal previo o ser debida a malformaciones uterinas congé-
nitas. En la mayoría de los casos la mujer no siente nin-
gún síntoma, el cuello del útero se va dilatando sin que la
afectada lo note. A veces se produce un poco de sangrado,
pero cuando esto pasa, normalmente, es demasiado tarde
para parar el parto pretérmino. Una mujer que ha sufrido
un aborto espontáneo en el segundo trimestre debido a
una insuficiencia cervical tiene un riesgo muy elevado
de que le vuelva a ocurrir en su siguiente embarazo, por
253
eso debería asegurarse de consultar a un especialista en
embarazos de alto riesgo lo antes posible en su próximo
embarazo, idealmente antes de la concepción. El médico
le aconsejará tener frecuentes revisiones antenatales para
monitorizar el cuello del útero a través de ecografía vagi-
nal. También le recomendará que evite hacer ejercicio
físico intenso o mantener relaciones sexuales.
Síntomas y signos
❐ Pérdidas recurrentes en el segundo trimestre.
❐ Dilatación cervical indolora y aumento del volumen
del flujo vaginal.
❐ Invaginación de membranas a canal cervical visible
mediante ecografía.
❐ Diámetro del orificio cervical interno mayor de 23 mm
visible mediante ecografía.
❐ Cérvix elástico en mujer no gestante que permite
paso de tallo de Hegar nº 8.
Tratamiento
❐ El cerclaje cervical entre las 12 y 16 semanas es una
intervención que se realiza en gestaciones con riesgo
a aborto o parto prematuro debido a «incompetencia
cervical». Consiste en colocar una cinta o hilo alre-
dedor del orificio cervical y mediante su anudación
se produce una reducción de la amplitud del mismo.
La técnica actual más utilizada es la de McDonald.
❐ Tratar las complicaciones: corioamnionitis (infec-
ción grave de las membranas placentarias) y RPM
(ruptura prematura de membranas).
❐ Antibioticoterapia (tratamiento con antibióticos).
254
3. Preeclampsia: implantación anormal de la placenta
La placenta es defectuosa por la insuficiente invasión
trofoblástica de arterias uterinas o mala evolución. Los
efectos son el retraso de crecimiento intrauterino, el
parto prematuro y la muerte fetal precoz, a veces inclu-
so sin los signos típicos de la preeclampsia. El mecanis-
mo es la disminución de la circulación de sangre de la
madre a la placenta, posiblemente por ataque del siste-
ma inmunológico de la madre a la placenta.
2. Diabetes severa
La proporción de muertes fetales entre las semanas 20
y 28 se ve multiplicada por 2,5 en mujeres con diabetes
tipo 2, en comparación con la población no diabética.
Las diabéticas con niveles elevados de glucemia y de
hemoglobina glicosilada en periodo periconcepcional
tienen un riesgo entre 3 y 4 veces mayor de aborto
espontáneo en el primer trimestre. En tanto las diabé-
ticas con un buen control metabólico tienen riesgo
255
similar a controles (J. I. Mills et al., N Engl J Med,
1988. 319: 1617-1623).
256
do esto es grave, ambos gemelos mueren dentro del
útero. Si se detecta a tiempo, este síndrome tiene tra-
tamiento.
5. Otras causas
❐ Restricción del crecimiento fetal.
❐ Abuso de alcohol, drogas o tabaco.
❐ Desprendimiento de placenta.
❐ Traumatismo (accidente de tráfico).
❐ Ruptura del útero.
❐ Hemorragia anteparto.
❐ Condiciones médicas maternas preexistentes (por
ejemplo, lupus).
❐ Colestasis gravídica.
❐ Complicaciones del parto.
abortos recurrentes
257
ción significativa con pérdidas del embarazo en los estudios
científicos.
258
casos similares y poder asesorar a la gestante ante futuras ges-
taciones.
Al ingreso de la gestante se realizará:
Una anamnesis sobre antecedentes familiares, personales y
obstétricos. Esta anamnesis tiene que ser detallada y orientada
a detectar posibles causas de muerte o factores de riesgo para
la misma. Los datos deben quedar claramente reflejados en la
historia clínica. Aunque no existe unanimidad en cuanto a las
condiciones a tener en cuenta, sí parece haber acuerdo en los
puntos que se exponen a continuación.
259
placenta o hemorragia feto-materna durante la gesta-
ción actual.
260
examen físico así lo aconseja. Se suele realizar con orina
materna, pero es posible la determinación de metabo-
litos estables en meconio o pelo fetal.
❐ Prueba de Kleihauer-Betke. El diagnóstico de hemorra-
gia feto-materna puede darse como seguro si la prueba
confirma una tasa de hematíes fetales superiores al 0,2
por ciento en sangre materna, habiéndose producido la
muerte fetal como máximo durante las 24-48 horas pre-
vias y existen además signos clínicos o placentarios de
anemia fetal. Puede resultar positiva en un 5-15 por cien-
to de las muertes fetales sin causa aparente y en un 3-5
por ciento de todas las muertes fetales. Se debe realizar
lo más precozmente posible tras el diagnóstico, pero no
se modifica de forma significativa si se realiza en el puer-
perio inmediato, salvo que el parto haya sido por cesárea.
❐ Estudio de trombofilias. El estudio incluye anticuerpos
anticoagulante lúpico, anticardiolipina, antitrombina, pro-
teína C y S, factor V de Leiden, mutación del factor II
e investigación de hiperhomocisteinemia. Este estudio
es complejo y se puede valorar la idoneidad de ser rea-
lizado por un hematólogo. Los anticuerpos anticoagu-
lante lúpico y anticardiolipina llegan a ser positivos en
un 10-15 por ciento de las gestantes con feto muerto
de causa desconocida. La importancia de su determina-
ción radica en que los anticuerpos antifosfolípido ori-
ginan un estado de hipercoagulabilidad en la circula-
ción uteroplacentaria, que puede ser prevenido en
futuras gestaciones.
❐ Investigación de trombopenia aloinmune. Se trata de
una disminución del número de plaquetas por causa
relacionada con el sistema inmunológico.
261
❐ Cariotipo a ambos progenitores. Es el estudio de los
cromosomas. Sólo se realizará en caso de abortos de
repetición o cuando fetos o recién nacidos previos o el
actual tengan algún defecto congénito.
❐ Electroforesis de hemoglobina. Sólo en caso de feto
hidrópico, madre anémica o sospecha de talasemia alfa.
1
Necropsia o autopsia es el estudio anatómico. Se realizan cortes y se
observan en directo y al microscopio.
262
tivas en el 30 por ciento de los casos. Y cuando se realiza
necropsia fetal en casos de fetos muertos sin causa, la
necropsia revela la misma en un 30 por ciento. El estudio
placentario se considera, pues, complementario de la
autopsia fetal. Del análisis de dos estudios prospectivos se
deduce que los hallazgos placentarios confirman los datos
clínicos y/o de la necropsia hasta en un 95 por ciento y
son diagnósticos en un 23-46 por ciento de los casos.
❐ Se ofrecerá realizar la necropsia del feto, para lo cual se
requiere el consentimiento de los padres. El valor de la
necropsia fetal es indiscutible y, como hemos visto, es
la mejor prueba diagnóstica aislada. Con los cinco estu-
dios retrospectivos disponibles, los hallazgos de la
necropsia confirman la clínica entre el 29-89 por ciento
de los casos, ocasionan un cambio diagnóstico en el
11-38 por ciento y aportan información adicional útil
en el 3-24 por ciento. Con el fin de aumentar la renta-
bilidad del estudio anatomopatológico, en el Reino
Unido, el Royal College of Obstetricians and Gyneco-
logists y el Royal College of Pathologists redactaron unas
recomendaciones en el año 2001 relativas al protocolo de
estudio y criterios de calidad. En el supuesto de que los
padres no consientan la realización de la necropsia, puede
ser especialmente importante tomar fotografías del feto o
realizarle radiografías. En este caso también se ha sugerido
la realización de una resonancia magnética nuclear.
❐ Se valorará la idoneidad de realizar un estudio cromo-
sómico o genético al feto ante la presencia de malfor-
maciones congénitas, retraso de crecimiento intrauteri-
no, hidrops, genitales ambiguos o rasgos dismórficos.
El riesgo de cromosomopatías en fetos muertos sin ras-
263
gos dismórficos probablemente es de alrededor del
5 por ciento. Aunque las tasas más altas de éxito se
obtienen recogiendo líquido amniótico mediante una
amniocentesis realizada en el momento del diagnóstico
de la muerte fetal (éxito del 82-92 por ciento), otras
posibles muestras son 3 ml de sangre fetal obtenida del
cordón o por cardiocentesis y conservadas en un tubo
estéril con heparina o un fragmento de placenta de 1
cm2 recogido de debajo de la inserción del cordón (éxito
del 60 por ciento) y conservada en medio estéril espe-
cífico o en suero salino. Las muestras se deben recoger
tan pronto como sea posible, de forma estéril y se han
de conservar a temperatura ambiente.
264
permita entender, hasta donde sea posible, las causas que han
provocado el fallecimiento, informar sobre la probabilidad de
repetición de la muerte fetal en futuras gestaciones y ofrecer
las diversas alternativas posibles. Para finalizar, debemos insis-
tir, una vez más, en el carácter interdisciplinario de esta inves-
tigación. Sólo una buena coordinación entre todos los especia-
listas implicados permitirá obtener unos buenos resultados.
Prevención
1. No fumar
Fumar durante el embarazo está asociado con un mayor
porcentaje de muerte fetal, ya que su crecimiento y
desarrollo se ven afectados, y hay una mayor inciden-
cia de problemas de salud y bienestar. Nunca es tarde
para dejar de fumar. Hay tratamientos psicológicos efi-
caces, como la hipnosis. Los que viven a tu alrededor
también deberían dejarlo.
2. Evitar el estrés
El organismo tiene mecanismos por los cuales prioriza
sus actividades. Estrés en la naturaleza es sinónimo de
riesgo de muerte. Ante situaciones ambientales estre-
santes el sistema neurohormonal del cuerpo de la mujer
favorece otras actividades frente a las actividades repro-
ductivas y es más fácil que se produzca una pérdida de
embarazo.
265
3. Llevar una vida normal
El embarazo no es el momento para comenzar una dieta
de adelgazamiento, ni para comenzar una actividad depor-
tiva diferente. Tampoco es bueno disminuir la actividad
y pasar a una vida sedentaria. Es mucho mejor continuar
con el mismo grado de actividad que se estaba teniendo
anteriormente. En cuanto a las relaciones sexuales, en el
embarazo, en general, son sanas y recomendables.
6. Evitar infecciones
Bacterias como la listeria, salmonela y toxoplasmosis
incrementan el riesgo de muerte fetal anteparto. Para
evitar la posibilidad de tener estas infecciones se deben
seguir de forma más estricta que en otros periodos las
normas higiénicas con la alimentación.
266
7. Atender todos los controles antenatales
En ellos se monitoriza el progreso del embarazo (análi-
sis de orina y sangre, tensión arterial, ecografías, medi-
das del peso estimado del bebé) y si se presenta algún
problema garantizarán que recibas el cuidado que nece-
sitas. Algunos estudios muestran que las mujeres que
reciben atención prenatal tienen mejores resultados en
sus embarazos, para ellas mismas y para sus bebés.
2
Basado en las recomendaciones del Royal College of Obstetricians and
Gynecologists del Reino Unido.
267
de progesterona en cuanto comienzan los síntomas, lo cual,
sin embargo, tampoco ha demostrado científicamente su uti-
lidad. La mayoría de los profesionales aconsejan limitar la
actividad física y abstenerse de mantener relaciones sexuales
o de hacer ejercicio extenuante, si bien no hay demostración
científica de que estas limitaciones tengan efecto. Posiblemen-
te, más que limitaciones al estrés físico, lo que pueda tener
algún efecto positivo son las limitaciones al estrés emocional.
Es probable que sea, incluso, dañino en la amenaza de aborto
un reposo en cama si este reposo va a conllevar un estado
emocional alterado.
El médico debe valorar si hay sospecha de posibilidad de
gestación ectópica, en cuyo caso es preciso, para el diagnóstico,
realizar ecografía transvaginal y, si en ésta no se detecta el em-
brión, análisis de los niveles de la hormona HCG en sangre.
Para las mujeres con Rh negativo se recomienda que reci-
ban inmunoglobulina anti-D en circunstancias de embarazo
ectópico, aborto con o sin legrado e incluso en situación de
amenaza de aborto.
Hasta hace poco, la mayoría de las mujeres eran sometidas
a una evacuación uterina quirúrgica. En la actualidad, con los
avances tecnológicos en las técnicas de diagnóstico y tratamien-
to, y teniendo en cuenta las secuelas psicológicas asociadas con
estas intervenciones, el tratamiento está cambiando. Lo ideal es
que estas mujeres sean tratadas por profesionales especializados
en embarazo, pero evitando el ingreso en hospital (lo cual se
podría conseguir en un 40 por ciento de los casos).
Las mujeres que han sufrido una pérdida del embarazo en
las primeras 12 semanas tienen a su disposición tres opciones
terapéuticas: expectante, médica y quirúrgica. La mujer debe
ser informada de en qué consiste cada una de estas opciones y
268
siempre que no existan contraindicaciones específicas en su
historia clínica, debe ser capaz de elegir el tratamiento que ella
prefiera. Está demostrado que las mujeres que eligen su tipo
de tratamiento tienen, en general, una mayor calidad de vida
relacionada con la salud.
269
midia, ya que si no es tratada conlleva un elevado riesgo de
sufrir enfermedad pélvica inflamatoria después de la cirugía.
El uso de profilaxis antibiótica se debería dar sólo en casos
individuales donde esté indicado clínicamente. Si se sospecha
una infección, se recomienda retrasar la cirugía 12 horas, para
dar tiempo a la administración de antibióticos.
Es una intervención quirúrgica cuyo objetivo es la preven-
ción del sangrado prolongado o la infección, pero como tal
conlleva ciertos riesgos:
270
Consiste en la administración de análogos de la prosta-
glandina (misoprostol) con o sin el uso de una antiprogestero-
na (mifepristone) preparatoria. Este método tiene una eficacia
de alrededor del 90 por ciento, pero depende de muchas va-
riables de la historia clínica y de las dosis de los medicamen-
tos que se den. Por tanto, el tratamiento se diseña específi-
camente para cada caso individual, para asegurar una mayor
efectividad.
Ésta es una técnica alternativa que complementa pero
no reemplaza la evacuación quirúrgica. Según la opinión de
las mujeres que han optado por esta técnica, la prefieren
porque así evitan la anestesia general y sienten que tienen
más control de su tratamiento. Las desventajas son que está
asociado con un incremento del dolor y con un mayor san-
grado, que suele durar unas horas pero que puede llegar
hasta 3 semanas.
Un estudio concluye que la inducción inmediata del
parto en los casos de muerte fetal intrauterina favorece el
duelo de la gestante y evita complicaciones obstétricas (en-
dometritis).
271
pletan hacia el día 14 del seguimiento. Este manejo reduci-
ría, sin duda, el número de mujeres sometidas a cirugía (Luise
et al., 2002).
Si la mujer elige este tratamiento, para empezar se debe
confirmar que se trata de un embarazo intrauterino por exa-
men físico y ecografía, y así descartar que se trate de un emba-
razo ectópico. La completa resolución puede llegar a tomar
varias semanas, durante las que la mujer debe llevar un segui-
miento médico regular y vigilar por si aparecen signos de in-
fección.
Es normal que pasen hasta 40 días desde la muerte fetal
hasta la aparición de sangrado, ya que el cuerpo tarda un poco
en darse cuenta de que el embarazo ha terminado. Antigua-
mente, cuando no se hacían ecografías, no se sabía que el em-
brión había muerto hasta que aparecía el sangrado y el cuerpo
procedía a la expulsión poco después. Hoy, dado que la eco-
grafía informa inmediatamente de la muerte, es habitual no
esperar el tiempo suficiente para completar el proceso; se ha-
cen muchos legrados innecesarios por temor a infecciones y
por motivos psicológicos (la mujer no desea tener dentro un
bebé muerto). Sin embargo, una mujer informada puede pre-
ferir el tratamiento expectante argumentando, con razón, que,
igual que en el parto normal de un feto vivo, se liberan en-
dorfinas y esto ayuda a superar el sufrimiento de la madre por
la pérdida.
Cuando se produce un aborto espontáneo, con el consi-
guiente legrado, el médico puede no preguntarse nada más.
Tras vaciar artificialmente el útero, está bloqueando el «cóctel»
de hormonas que se ha puesto en marcha de forma natural. Se
está anticipando a un hecho que ya vendría o ya estaba ahí;
con su consecuente secreción de oxitocina. La oxitocina pro-
272
ducida de forma natural tiene efectos beneficiosos en el com-
portamiento. Cuando se inhibe, se puede estar acentuando el
riesgo de una enfermedad importante para la madre: la depre-
sión. La oxitocina que se segrega de forma natural es, en ese
sentido, un antidepresivo. Uno de los problemas es la ausencia
de estudios en la actualidad correlativos interdisciplinares. El
psiquiatra o el psicólogo desconocen el punto de vista del obs-
tetra y el obstetra desconoce el punto de vista de los primeros.
No se establecen relaciones científicas porque la medicina que
nos trata aborda el cuerpo por especialidades aisladas. Es im-
portante, pues, hacerse preguntas. Cuando ha habido un em-
barazo que no ha prosperado y se impide el «miniparto», se
está modificando el duelo.
273
de trombocitopenia, hipofibrinogenemia o aumento de los
productos de la degradación del fibrinógeno. La probabilidad
de que se produzca una alteración de la coagulación se relacio-
na con la duración de la retención del feto muerto en el útero.
Para dar cifras, pueden presentar alteración de la coagulación
una de cada cuatro mujeres con retención de feto muerto de
más de 4 semanas. Las complicaciones de otro tipo son poco
frecuentes.
El American College of Obstetricians and Gynecologists
considera que la actitud expectante es la ideal en un principio,
si es lo que la mujer prefiere. En los primeros 14 días se habrán
puesto de parto un 75 por ciento, y en los primeros 20 días se
habrán puesto de parto el 9 por ciento.
Cuando se decide abordaje expectante, se debe realizar una
analítica para controlar pruebas de coagulación (fibrinógeno,
tiempo de protrombina, productos de degradación de fibrinó-
geno) y signos de infección (hemograma y PCR). Este control
se ha de repetir, como mínimo, semanalmente. La temperatu-
ra se debe controlar diariamente.
Pasados estos 14-20 días (como máximo 4 semanas), es
conveniente inducir el parto si el feto está en situación longi-
tudinal (con presentación de cabeza o de nalgas). En casos de
situación transversa, antes de la inducción se debe valorar la
posibilidad de una versión externa, teniendo en cuenta que en
este caso no existen los riesgos fetales de los casos de feto
vivo.
Se debe realizar una inducción si la mujer lo desea, si su
estado emocional lo requiere o si aparecen signos de infección
o de alteración de coagulación. Se debe realizar una extracción
inmediata si hay un descenso marcado del fibrinógeno, por
debajo de 100 mg/100 ml.
274
En la inducción del parto, cuando el índice de Bishop es
favorable se debe optar por la oxitocina intravenosa (ver pro-
tocolo de inducción del parto). Cuando el cuello no está ma-
duro, el fármaco de elección son las prostaglandinas. Tradicio-
nalmente se ha utilizado la E2. El misoprostol presenta una
eficacia superior y se puede administrar por vía oral o vaginal.
Esta última forma tiene menos efectos secundarios y acorta el
tiempo hasta el parto. Aunque existen diferentes pautas, todas
ellas con una efectividad similar, en general suelen tener en
cuenta el tamaño uterino o la edad de gestación:
275
go fetal, está reservada para casos muy concretos. En este tipo
de partos, al igual que en los partos de nacidos vivos, se libe-
ran endorfinas que ayudan a superar el dolor del parto y, en
el caso de fetos muertos, a superar el dolor emocional de la
pérdida.
Durante el parto se solicitará un estudio de coagulación
inicial. Se favorecerá la atención en una sala de partos indivi-
dual y la presencia de una persona de confianza de la partu-
rienta. La analgesia de elección es la epidural si la mujer la
desea. Se realizará un uso lo más restrictivo posible de la epi-
siotomía.
Es extremadamente raro que en el parto de un feto muer-
to se necesite utilizar el fórceps o las espátulas. Aquí no hay
riesgo para un feto vivo y, por tanto, el único motivo que lo
justificaría sería que para la mujer sea realmente ventajoso ace-
lerar el proceso de expulsión. Si esto fuera así, la ventosa suele
ser una opción menos lesiva. Pero en la mayoría de los casos
lo más ventajoso para la mujer que pare un feto muerto es ha-
cer la mínima intervención posible y tratar por todos los me-
dios de evitar la episiotomía.
276
po hasta que el parto comience, aunque es duro, puede darse
la posibilidad de que piense sobre los próximos días, que serán
tan importantes para su vida.
El personal del hospital debería explicar con claridad exac-
tamente todo lo relacionado con la medicación y cuáles son las
opciones de analgesia a su disposición. La mujer debe saber
que en todo momento ella tiene el control sobre su parto y
puede desarrollar el plan de parto que ella prefiera. Éstos son
algunos de los asuntos sobre los que la mujer se puede plantear
decidir:
277
Es conveniente tomarse su tiempo y recordar que los pro-
fesionales que les atienden están ahí para hablar en detalle de
todas estas decisiones.
278
reemplazarlo y poner al siguiente el nombre que deseaban para
éste. Es un error, porque, de alguna forma, está predisponiendo
al nuevo a tener que llenar un hueco o suplir unas expectativas.
Esto no quiere decir que, por el contrario, no se deba respetar
el deseo de muchos padres de no poner nombre a este bebé.
Crear memorias
Recuerdos
279
dos que se pueden guardar son: pulsera de identificación, un
mechón de pelo, huellas de las manos y pies, la manta en la
que estuvo envuelto, las medidas de peso y longitud, una foto
de ecografía, las tarjetas de las flores que recibió. Algunos hos-
pitales tienen libros de memorias diseñados especialmente para
guardar este tipo de cosas.
280
principios para el cuidado de personas afectadas
por muerte fetal3
3
Basado en las recomendaciones de las guías SANDS del Reino Unido.
281
7. El duelo de un padre puede ser tan profundo como el
de una madre: sus necesidades de apoyo deberían ser
reconocidas y cubiertas. Las necesidades de la pareja en
una relación de dos personas del mismo sexo deberían
considerarse igualmente.
8. Muchas de las pérdidas de bebés incluyen periodos de
incertidumbre. Los profesionales han de evitar dar espe-
ranzas que puede que al final sean falsas. Ellos deberían
reconocer la dificultad de vivir con incertidumbre.
9. En aquellas situaciones en las que se tienen que tomar
decisiones, se debería dar a los padres toda la informa-
ción que necesiten, y que sean apoyados y animados
a tomar sus propias decisiones acerca de lo que les va a
ocurrir a ellos y a su bebé.
10. Además de un buen apoyo emocional, las mujeres debe-
rían recibir un cuidado físico excelente, durante y des-
pués de la pérdida.
11. La mujer debería ser cuidada en el lugar que sea más apro-
piado, dependiendo de a qué altura del embarazo se
encuentra y el tipo de pérdida que está experimentando.
12. La mujer y su pareja deberían ser cuidadas siempre por
profesionales que han sido especialmente formados para
afrontar no sólo su cuidado clínico y sus necesidades
físicas, sino también sus necesidades emocionales.
13. Los padres de aquellos bebés que han muerto en el
segundo o tercer trimestre deberían tener la oportuni-
dad de crear memorias. Sus puntos de vista y deseos
deben ser respetados.
14. Los cuerpos de los bebés y restos fetales han de ser tra-
tados con respeto en todo momento: deberían existir
medios para que se pueda celebrar un funeral respetuo-
282
so o cualquier tipo de ritual que los padres deseen. Los
rituales son procesos de despedida que en muchos casos
ayudan a vivir un duelo.
15. La transferencia del cuidado del hospital a cuidados
primarios debería asegurar una continuidad de la aten-
ción y el apoyo.
16. El apoyo continuado es una parte esencial del cuidado,
y debería estar al alcance de todos aquellos que lo deseen,
sin tomar en cuenta el tiempo transcurrido desde la
muerte o el tipo de pérdida que se experimentó. El
apoyo debería continuar estando al alcance de todas las
mujeres y sus parejas durante su siguiente embarazo y
después del nacimiento de otro bebé.
17. Todos los profesionales que se encargan del cuidado de los
padres durante o después de la pérdida deberían tener la
oportunidad de mejorar su conocimiento y habilidad, y
tendrían que tener acceso a un buen apoyo para sí mismos.
283
obligados a decir algo más. La pena es que lo que intentamos
decir en situaciones tan sensibles puede que no sea bien reci-
bido y que estemos diciendo algo hiriente e insensible como
«el bebé habría salido deformado de todas formas», «debe ser
un castigo por algo malo que has hecho», «puedes tener otro
pronto», o «¿cómo puedes estar tan triste si estabas tan poco
embarazada?». Da igual cuánto llevaran de embarazo, muchas
mujeres sufren tanto por la pérdida de un bebé en el primer
trimestre como por un bebé nacido muerto o que hubiera
muerto meses o años después de nacer. El duelo es muy per-
sonal, y amigos, familiares y allegados deberían tratar de ser
amables y ayudar durante este proceso tan difícil.
284
debe tener su sitio independiente en el «corazón» de las perso-
nas que lo querían. Sólo se debe buscar un nuevo embarazo
cuando de verdad se desee un nuevo ser, nunca para sustituir
a otro ser aunque éste tuviera una vida sólo intrauterina.
Toda mujer debería conocer su ciclo, ya que es la clave para
entender su ritmo y su fertilidad. Es importante comprender lo
que está sucediendo en cada etapa del mes: reconocer los cam-
bios físicos, hormonales y emocionales para familiarizarse con el
ciclo y, así, reconocer y aprovechar al máximo su periodo fértil.
285
Fase folicular
286
La ovulación ocurre entre 12 y 16 días antes de la regla.
El desprendimiento del óvulo dura 15 segundos. La
ovulación de dos óvulos es poco frecuente y suele pro-
ducirse en el transcurso de 24 horas. El óvulo es atraído
y recibido por la fimbria de la trompa de Falopio y lle-
vado al oviducto. Es conducido por las paredes del ovi-
ducto, gracias al movimiento de unos pequeños filamen-
tos de la fimbria llamados cilios, en dirección al útero.
El óvulo viaja, desciende a través de las trompas de Falopio
hasta el útero, ayudado por los cilios que tapizan la trom-
pa. En este camino por la trompa de Falopio, si el óvulo
se encuentra con un espermatozoide se produce la fecun-
dación. Cada óvulo sólo es fértil 24 horas: el día de la
ovulación, pero el esperma vive unos 5 días en la vagina.
El ovario vía hormonas ha hecho que el endometrio del
útero se engrose preparándose para la posible anidación
del óvulo fecundado. Si no se produce fecundación, el
endometrio se desprenderá conformando la regla.
La fecha más importante del mes para la fertilidad es la
segunda semana, del día 8 al 14 del ciclo, ya que el día
14 del ciclo, contando desde el primer día que vino la
regla, es el posible día fértil.
287
❐ Dolor ovulatorio
A un lado del bajo vientre, con duración desde unos
minutos a unas horas.
Fase luteínica
288
Según las estadísticas, la duración media del ciclo mens-
trual es de 28 días; sin embargo, el ciclo de ciertas mujeres
puede ser más corto o más largo (a veces, puede durar incluso,
meses). El contexto emocional puede, en efecto, perturbar la
duración habitual del ciclo de una mujer. Así, una mujer que
suele tener las reglas cada 28 días, puede tener un ciclo mucho
más largo después de un acontecimiento emocional intenso
(como un contexto amoroso). Esa variabilidad de la duración
del ciclo se produce a costa del periodo preovulatorio (fase fo-
licular) y no del postovulatorio (fase luteínica). El ciclo mens-
trual se divide en dos periodos: primero, el periodo preovula-
torio, cuya duración puede ser muy variable y luego el periodo
postovulatorio que, al contrario, no suele superar 14 días (ex-
cepto en caso de embarazo). Así, en un ciclo de 25 días, lo más
probable es que la ovulación sea el día 11 del ciclo, y en un
ciclo de 31 días, lo más probable es que la ovulación sea en el
día 17, a contar desde el primer día de la regla.
La duración de vida de los espermatozoides no excede de
5 o 6 días tras la eyaculación, y la del óvulo alcanza hasta 48
horas tras la ovulación. Así pues, el periodo más fértil de la
mujer es desde 5 o 6 días antes de la ovulación (por la duración
de los espermatozoides), hasta 2 días después de la ovulación
(por la duración de los óvulos). Es importante saber que los
espermatozoides en un medio hostil no suelen durar más de
unos minutos. Es extremadamente raro, por tanto, que una
mujer pueda quedar embarazada a través de una «contamina-
ción», como sería el caso de sentarse en un retrete o de darse
un baño en piscina o mar.
El problema es que una mujer habitualmente no conoce su
periodo de ovulación, ya que como hemos visto anteriormente
un contexto emocional puede retrasar la fecha de ovulación.
289
¿Cuáles son los métodos naturales para conocer el momento de la
ovulación?
1. Método de Ogino-Knauss
El método natural más antiguo que se conoce es el Ogi-
no-Knauss, método del ritmo o calendario, que permite
obtener, mediante cálculos matemáticos, los días de fer-
tilidad de la pareja, teniendo en cuenta que la mujer
ovula sólo una vez al mes a los 14 días antes de la próxi-
ma menstruación, que el óvulo vive 48 horas después de
la ovulación y el espermatozoide 72 horas después de la
eyaculación.
Cuando los ciclos son regulares el método es útil, pero,
dadas las frecuentes irregularidades, el método tiene
numerosos fallos que generalmente se producen porque
el tiempo entre la menstruación anterior y la ovulación
depende de la hipófisis, y ella a su vez del hipotálamo, y
éste de la corteza cerebral, de manera que cualquier
estrés es capaz de hacer que la ovulación se atrase o ade-
lante, no así la segunda fase del ciclo, que casi siempre
es regular para cada mujer en aproximadamente 2 sema-
nas entre la ovulación y la siguiente menstruación.
Los cálculos se hacen tomando en cuenta los 12 ciclos
anteriores, se restan 19 días al ciclo más corto y 11 al
más largo. Sería la fórmula C – 19 y L – 11. Por ejem-
plo, supongamos que los 12 ciclos anteriores fueron de
28, 27, 31, 32, 28, 30, 29, 32, 30, 28, 32 y 28 días. El
más corto es de 27 días y el más largo de 32. Entonces
290
tenemos 27 – 19 = 8 y 32 – 11 = 21; de forma que por
este método la pareja podría ser fértil del día 8 al 21 y
si desea posponer el embarazo puede tener relaciones
desde el primer día de la menstruación hasta el 8º; a
partir del 8º debe guardar abstinencia sexual hasta el día
21, a partir del cual puede reanudar las relaciones.
291
basado en la observación diaria del moco cervical reco-
gido a la entrada de la vagina. Este método consiste en
que cada día la mujer lleva un gráfico donde anota los
cambios que observa en el moco cervical. Con este
método la mujer debe pasar papel sanitario por el
introito vaginal antes y después de realizar sus necesi-
dades, y observar si encuentra o no moco, así como sus
características. El moco cervical transparente, húmedo
y viscoso o elástico indica fertilidad.
5. Método sintotérmico
El método sintotérmico es la combinación de varios
métodos para la determinación fisiológica de la ovula-
ción; combina el cálculo pre-ovular del Ogino, los
cambios del moco cervical del método Billings, el
registro de la temperatura basal, la autopalpación del
cuello y el dolor intermenstrual de la ovulación. Se
puede utilizar la combinación de todos estos métodos
o sólo algunos de ellos. Cuando se desea posponer el
embarazo, se toma para comenzar la abstinencia el pri-
mero de los signos o cálculos de fertilidad que aparez-
292
ca, y se termina la abstinencia el último día del último
método.
Requiere un aprendizaje previo para reconocer bien
las características de las señales, interpretarlas y utili-
zarlas.
El método sintotérmico permite a la pareja conocer el
cuerpo y biorritmo de la mujer y mejora extraordina-
riamente la sexualidad. Es un buen método para opti-
mizar la fertilidad, y su uso permite también descubrir
alteraciones que influyen en la capacidad reproductiva.
Es, además, un buen método anticonceptivo, altamen-
te eficaz cuando se aprende y sigue bien. Para ello es
necesario un mínimo de un año de gráficas y debe ser
seguido por un profesional familiarizado, que enseñará
a valorar cada señal.
Cuando se aprende en el primer mes de observación, se
recomienda no tener relaciones sexuales, especialmente
para la observación del moco, ya que puede haber cam-
bios en su aspecto al estar presente el semen.
la gráfica
293
hora de la toma, el día del mes, el día del ciclo, datos sobre
el moco y sobre el cuello, y las fechas en que se mantienen
relaciones coitales. Hay un apartado de sensaciones, sínto-
mas, malestares…
La temperatura basal
a. Línea basal
Separa las temperaturas observadas tras la regla, que
forman el nivel bajo, de las observadas tras la ovulación,
que constituyen el nivel alto.
294
5º día de la regla, hasta que muestran una tendencia a
elevarse. Se necesita un mínimo de 6 temperaturas
correspondientes al nivel bajo. En caso de alguna tem-
peratura anormalmente alta del nivel bajo por alguna
alteración ya anotada, no se tendrá en cuenta al trazar
la línea básica.
295
bios sutiles en su apariencia: textura, color, cantidad, viscosi-
dad y tacto a lo largo del ciclo.
Fisiología
El cuello del útero está formado por una mucosa que segrega
moco cervical. La fluctuación del nivel hormonal produce
cambios en el moco cervical. El cérvix responde al incremento
de estrógeno abriendo las glándulas del canal cervical para li-
berar el moco.
296
tico, que recuerda a la clara de huevo y que puede verse en la
ropa interior: es el moco más fértil. El moco es muy elástico: se
puede comprobar con el test de la yema de los dedos entre
el pulgar y el índice. Se estirará varios centímetros antes de de-
sunirse. La vagina estará húmeda, pegajosa, mojada o escurri-
diza y con abundante moco, preparada para la ovulación. Se ha
creado un entorno muy amigable para el esperma, el moco fér-
til, en el que puede vivir hasta 72 horas, 3 días o más y se pue-
de mover libremente a través del cuello del útero.
Al día siguiente del pico fértil, volverá a sentirse un flujo
más pegajoso o seco, el moco volverá a ser denso como con-
secuencia de un aumento de la progesterona, forma un tapón
en el cuello del útero que actúa como barrera impenetrable.
A partir del día 19 y hasta el 28 se entra en una fase infértil.
El moco cervical se secreta por el cuello uterino durante
los días previos a la ovulación y los inmediatamente posteriores
a ella. Se recoge en la vulva o en la entrada de la vagina antes
de orinar, con el papel higiénico o directamente con los dedos.
A veces una hebra de moco cuelga de la vulva, en este caso es
suficiente con esta observación. Cuando se observa el cérvix
diariamente, el moco se detecta un día antes en el fondo vagi-
nal que en la vulva.
Los cambios de aspecto y sensación se anotarán en la gráfi-
ca. Es muy útil hacer un diario de las secreciones, describién-
dolas a la misma hora todos los días. Las anotaciones del moco
se hacen por la noche. Se pueden necesitar 3 ciclos de observa-
ciones antes de estar seguras de reconocer los cambios. Hay que
tener en cuenta si ha habido eyaculación para su valoración, ya
que el fluido seminal en la vagina puede dificultar la evaluación
del moco. No tener sexo con penetración durante el primer mes
puede ayudar a obtener un registro más preciso.
297
Descripción y anotación del moco cervical
❐ Autopalpación cervical
El cuello uterino se palpa por las noches, los días que
no hay menstruación. Es importante la higiene: hay
que hacerlo después de haberse lavado bien las manos
y las uñas. Se realiza en posición de pie, con un pie
sobre un taburete, introduciendo los dedos índice y
medio en la vagina.
298
❐ Cambios en la naturaleza del cérvix
■ Consistencia
De ser duro como la nariz, pasa progresivamente a
ser blando como los labios o el lóbulo de la oreja,
para después volver a ser duro.
■ Altura
Es fácilmente accesible tras la menstruación, se eleva
en la fase preovulatoria en unos 6 días, hasta 2-3 cm
más arriba. Por ello, la mujer debe introducir más los
dedos para tocarlo. Pasada la ovulación desciende
nuevamente en unos 2 días.
■ Ángulo
Al finalizar la menstruación el cérvix se inclina sobre
la pared vaginal, en fase ovulatoria tiende a ponerse
alineado con la vagina y tras la ovulación se inclina
de nuevo.
■ Apertura
El cuello se abre en la fase ovulatoria y se vuelve a
cerrar después. El día anterior a la ovulación ya se
encuentra moco antes de que éste aparezca en la vagi-
na al día siguiente.
■ Resistencia
Negro: cuello duro como la nariz. Con rayas: cuello
blando.
299
■ Altura
Guión bajo: cuello bajo fácil de tocar. Guión medio:
cuello elevándose. Guión alto: cuello alto, difícil de
tocar.
■ Ángulo o dirección
Diagonal: inclinado. Vertical: recto, en eje con la va-
gina.
■ Apertura
Punto: cuello cerrado. Círculo pequeño: entreabierto.
Círculo grande: abierto.
300
3. Fase infértil del ciclo postovulatoria
❐ Empieza el tercer día después del pico.
❐ La temperatura lleva 3 días por encima de la línea
básica.
❐ El cuello vuelve a endurecerse, bajar y cerrarse.
❐ El moco va disminuyendo.
4. Ciclos anaovulatorios
❐ Son aquellos en los que sólo hay un nivel bajo de
temperatura: la temperatura basal no sube.
❐ Son el 1 por ciento de la mujer sana.
❐ Tras un ciclo anaovulatorio suele aparecer una ovu-
lación temprana por ello. Tras un ciclo anaovulatorio
no se debe confiar en la misma duración de la fase
preovulatoria habitual.
301
contacto con la orina, pero cuando la luteinizante está alta, lo
que ocurre cuando la mujer es fértil, la tira se pone azul, por
lo que lleva el nombre de Bluetest®. En España se comerciali-
zan bajo distintos nombres registrados, con más o menos am-
plia posibilidad de diferentes días de prueba.
302
Glosario
303
el extremo superior del útero gestante hasta la prominencia del hue-
so de la sínfisis púbica. Esta medida en centímetros corresponde
aproximadamente a la edad gestacional.
Ambivalencia: (RAE) f. Psicol. Estado de ánimo, transitorio o perma-
nente, en el que coexisten dos emociones o sentimientos opuestos,
como el amor y el odio.
Amnios: también llamada bolsa de las aguas. Es una fina membrana que
forma una bolsa llena de líquido salino en cuyo seno el embrión o el
feto está protegido. Además de protegerlo contra golpes, el líquido
amniótico permite al feto moverse. Asimismo, el amnios permite que
las sustancias de desecho ingresen a la circulación materna para su
excreción.
Anatomía: ciencia médica que estudia las estructuras en cuanto a su dis-
posición espacial, ubicación, composición, relación con otras y cla-
sificación propia del cuerpo humano (o del cuerpo animal).
Anejos ovulares: la placenta y la bolsa de las aguas (el amnios).
Anemia: nivel de hemoglobina más bajo de lo normal. Los principales
síntomas de la anemia son: cansancio, palidez de la piel y de las mu-
cosas, y fatiga, taquicardia o palpitaciones cuando se hace un mínimo
ejercicio físico.
Anestesia: ausencia de sensaciones. En este texto, producida por un acto
médico controlado en el que se usan fármacos para bloquear la sen-
sibilidad táctil y dolorosa de un paciente. Puede ser general (en todo
el cuerpo), regional (en una porción grande del cuerpo) o local (en
una zona aislada del cuerpo). También puede ser con o sin pérdida
de la conciencia (con o sin dormir a la persona mediante fármacos),
o alcanzando un estado de adormilamiento (sedación). Se usan cua-
tro grandes tipos de anestesia en obstetricia:
general: se intuba a la paciente y se administran fármacos que blo-
quean la acción muscular, incluida la respiración espontánea y
se sustituye ésta por ventilación asistida; fármacos que produ-
304
cen sedación y fármacos que eliminan las sensaciones doloro-
sas. Hoy día en obstetricia sólo se reserva para casos aislados
en que la analgesia de otro tipo no resulta eficaz o no es sufi-
ciente.
local: se administra mediante una aguja en una zona de piel o mu-
cosa. Es la preferida cuando se trata de suturar y no se ha admi-
nistrado alguna de las anteriores, por ejemplo, en el caso de un
desgarro tras el parto.
locorregional: se administra en el líquido cefalorraquídeo, ya sea en
el espacio intradural o en el espacio epidural y produce analgesia
(eliminación del dolor, que es el efecto buscado), anestesia (eli-
minación de sensaciones en el parto, lo cual, en realidad, es un
efecto secundario) y paresia (eliminación de la movilidad, es
también un efecto secundario). La analgesia locorregional puede
ser de dos tipos:
analgesia epidural, administrada en el espacio epidural, por
encima de la duramadre, más difícil de administrar, y de
efecto más duradero. Es la preferida en los partos.
analgesia espinal, administrada en el espacio intradural, más
rápida de administrar y de efecto. Se usa para cesárea o
cuando se prevé que queda poco tiempo de parto.
sedación: se administran fármacos que producen somnolencia o hip-
nosis. Es la preferida en legrados.
Anomalías
inmunológicas: anomalías en el sistema inmunitario.
mullerianas: anomalías en los esbozos embriológicos del aparato
genital femenino. Las más características son: útero tabicado
(presencia de un tabique que divide parcialmente la cavidad ute-
rina en dos), útero doble (presencia de un tabique que divide
totalmente la cavidad) y útero bicorne (útero cuya cavidad tiene
forma de Y).
305
Anticuerpos (inmunoglobulinas): proteínas del tipo gamma globulina.
Pueden encontrarse de forma soluble en la sangre o en otros fluidos
corporales de los vertebrados, disponiendo de una forma idéntica que
actúa como receptor de los linfocitos B. Son empleados por el siste-
ma inmunitario para identificar y neutralizar elementos extraños ta-
les como bacterias, virus o parásitos.
anticardiolipina: anticuerpos que se buscan en sangre cuando ha
habido varios abortos para determinar la causa. Cuando estos
anticuerpos están presentes, se sospecha una formación inade-
cuada del coágulo sanguíneo, que forma parte del «síndrome
antifosfolípidos».
antinucleares: anticuerpos que se buscan en sangre cuando ya ha
habido varios abortos. Esta prueba se utiliza como ayuda para
el diagnóstico del lupus sistémico eritematoso y el lupus indu-
cido por fármacos; también puede ser positivo en casos de es-
cleroderma, enfermedad de Raynaud, síndrome de Sjögren, ar-
tritis reumatoide, síndrome de los anticuerpos antifosfolípidos
y otras enfermedades autoinmunes. Por este motivo, el lupus
sistémico eritematoso es difícil de diagnosticar y la prueba de
los anticuerpos antinucleares se debe completar con otras prue-
bas para descartar otras enfermedades autoinmunes del mesén-
quima. El mesénquima son los vasos sanguíneos, los órganos
cardiovasculares, el músculo liso, el mesotelio, el sistema linfá-
tico y el tejido conectivo. Son los órganos que se ven afectados
por estos síndromes.
Autosoma: cualquier cromosoma que no sea sexual. En el ser humano,
los cromosomas del par 1 al 22 son autosomas, y el par 23 corres-
ponde a los cromosomas sexuales X e Y, también llamados hetero-
cromosomas o gonosomas. Los rasgos o caracteres ligados a los au-
tosomas se dice que presentan una herencia autosómica, y los rasgos
o caracteres asociados a los cromosomas sexuales o heterocromoso-
306
mas se denominan caracteres ligados al sexo (éstos a veces son inde-
pendientes de X o de Y).
Bacteria: organismo vivo compuesto por una sola célula de pequeño ta-
maño.
aerobia: en su metabolismo obtiene energía a partir de sustancias
químicas que son oxidadas principalmente a expensas de respi-
ración de oxígeno (respiración aerobia).
anaerobia: en su metabolismo obtiene energía a partir de sustancias
químicas que son oxidadas principalmente a expensas de otros
receptores de electrones alternativos (respiración anaerobia).
Biorretroalimentación: a menudo se utiliza el término en inglés, biofeed-
back. Es un sistema que se informa a sí mismo y que informa a otros
sistemas de los cuales, a su vez, recibe información.
307
Ciclo menstrual: proceso a lo largo del cual se reducen las variaciones
hormonales que permiten los cambios en el útero y en los ovarios
que hacen que toda la sexualidad femenina tenga un patrón repeti-
tivo cada 28 días aproximadamente. El inicio del ciclo se define
como el primer día de la menstruación y el fin del ciclo es el día an-
terior al inicio de la siguiente menstruación.
Circulación úteroplacentaria: circulación a través de los vasos san-
guíneos que comunican el útero y la placenta durante la gesta-
ción.
Colestasis gravídica: síndrome que habitualmente se produce en el tercer
trimestre del embarazo y que se resuelve en el puerperio. Se caracte-
riza clínicamente por la presencia de prurito, con o sin ictericia y
alteraciones en los parámetros de función hepática. En este trabajo
se presenta, con un enfoque práctico, una revisión sobre la etiología,
el enfoque diagnóstico y las principales consideraciones para su tra-
tamiento.
Congénito: cualquier rasgo o entidad presente en el nacimiento, es decir,
adquirido durante la vida intrauterina, ya sea resultado de un factor
genético o ambiental. Las causas ambientales pueden ser infecciosas,
como la rubeola congénita, fármacos, tóxicos o radiaciones, entre
otras.
Continuum: serie de hechos sucesivos en el tiempo que hacen posible la
manifestación y el desarrollo de la vida. Si éste es alterado (ya sea
natural o artificialmente) dará como resultado que cualquier especie
pueda llegar a desaparecer (póngase como ejemplo los animales en
cautividad, que pierden su capacidad reproductiva o que, en caso de
poder reproducirse satisfactoriamente, han perdido la capacidad
de amamantamiento y cría).
Controles (en estudios de investigación): grupo de sujetos bajo observa-
ción en un estudio científico, quienes no reciben el producto bajo
estudio y son comparados con el grupo que sí recibió el producto.
308
Cordón umbilical: en mamíferos, es un tubo que une al embrión en vías
de desarrollo o feto con su placenta. En la especie humana, contiene
dos arterias y una vena a través de las cuales se produce el intercam-
bio de sustancias nutritivas y sangre rica en oxígeno entre el embrión
y la placenta. A las pocas horas de nacer el animal, la madre lo corta y
en la cría deja sólo una pequeña cicatriz (el ombligo).
Corea gravítico (chorea gravidarum): término médico que se refiere a un
trastorno del embarazo. Corea es la aparición de movimientos rela-
tivamente rápidos y fluidos, pero no rítmicos, de las extremidades y
el tronco. Gravídico significa que ocurre en el embarazo. En algunos
casos pueden ser movimientos asimétricos y de gran fuerza, simulan-
do una convulsión. Por lo general, se asocia a la eclampsia y sus efec-
tos sobre los ganglios basales del cerebro. Este tipo de movimientos
puede aparecer también con el uso de estrógenos, aunque el trastor-
no fundamental es un cambio dramático en la influencia hormonal
sobre el cerebro. Al final del embarazo o con la eliminación de la
hormona causante, los movimientos desaparecen.
Corion: es la membrana externa que recubre al embrión humano y que
colabora en la formación de la placenta. Es una membrana concén-
trica al amnios, que lo envuelve, así como a las demás membranas
fetales. Existen unas raíces llamadas vellosidades que emergen del
corion, invaden al endometrio y permiten el intercambio de nutrien-
tes entre la madre y el feto. Cuando el embrión se hace más grande,
el corion pasa a llamarse placenta.
Corticosteroides (corticoides): familia de hormonas producidas por la
corteza de las glándulas suprarrenales y sus derivados. Los corticos-
teroides están implicados en una variedad de mecanismos fisiológi-
cos. Entre otros efectos, disminuyen la inflamación, disminuyen la
acción del sistema inmunitario, aumentan el nivel de glucosa en san-
gre, aumentan el catabolismo de proteínas. Su función básica está
dirigida a afrontar el estrés. Pueden sintetizarse artificialmente y tie-
309
nen aplicaciones terapéuticas, utilizándose principalmente por sus
propiedades antiinflamatorias e inmunosupresoras y por sus efectos
sobre el metabolismo.
Creencia errónea: crédito que se le da a un hecho cuando el mismo no
tiene ni base científica ni está avalado por el sentido común. Puede
haber un componente cultural que le dé la categoría de «verdad»
aunque no se sustente.
Cuerpo lúteo (cuerpo amarillo): pequeña masa de color amarillo forma-
da a partir del folículo de De Graaf. Aparece en el ovario después de
la ovulación, durante la cual se genera una serie de hormonas, en
concreto estrógenos y progesterona. En caso de embarazo, el cuerpo
lúteo crece hasta el comienzo del tercer mes de gestación, mantiene
su función de producción hormonal y posteriormente va desapare-
ciendo lentamente. Si el óvulo no es fecundado, el cuerpo lúteo de-
saparece y la consiguiente disminución de la producción hormonal
desencadena la menstruación.
310
lógico en el páncreas. No se soluciona con dieta y precisa trata-
miento con insulina.
tipo II: aumento de nivel de glucosa en sangre debido a insensibili-
dad de las células a la acción de la insulina. En muchos casos
mejora o se soluciona con dieta.
Dolor
agudo: es el dolor que dura poco tiempo, generalmente menos de
dos semanas, como un dolor de muelas o el que se da tras un
golpe. Lo opuesto es un dolor crónico.
sordo: es el dolor difícil de localizar con precisión por el paciente. Se
contrapone al dolor localizado, que también se conoce como
dolor «a punta de dedo».
311
Endometrio: mucosa que cubre el interior del útero y consiste en un epi-
telio simple formado por células en forma de prisma con o sin cilios,
por glándulas y por un estroma rico en tejido conjuntivo y altamen-
te vascularizado. Su función es la de alojar al cigoto o blastocito des-
pués de la fecundación, permitiendo su implantación. Es el lugar
donde se desarrolla la placenta y presenta alteraciones cíclicas en sus
glándulas y vasos sanguíneos durante el ciclo menstrual en prepara-
ción para la implantación del embrión humano.
Endotelio vascular: tipo de epitelio de una sola capa de células, formado
por células endoteliales, que recubre el interior de todos los vasos
sanguíneos, incluido el corazón, donde se llama endocardio. El en-
dotelio permite el intercambio de nutrientes y desechos. El endotelio
total del organismo humano pesa casi 3,5 kilogramos. Sus células
consumen gran cantidad de energía debido a su activo metabolismo.
La superficie de las células endoteliales está recubierta de receptores
que permiten al endotelio realizar múltiples funciones. Por ello, la
disfunción del endotelio es la responsable de numerosas enfermeda-
des como la arteriosclerosis, la hipertensión arterial, la sepsis, la trom-
bosis, la vasculitis, y algunos tipos de hemorragias.
Estenosis: término utilizado para denotar la estrechez patológica de la luz
de un orificio o conducto.
Familia
extensa: los padres de ambos miembros de la pareja junto con sus
hermanos, cónyuges e hijos de los mismos.
nuclear: la que está formada por padre, madre e hijos.
reconstituida: la que consta de los miembros de la pareja más los
hijos que puedan tener de otras parejas anteriores.
Feto
hidrópico: feto afecto de hidrops. Hidrops es el edema generalizado.
El mecanismo es el siguiente. Debido a la hemólisis severa, se
312
produce una eritropoyesis extramedular extensa, asumiendo este
papel el hígado, bazo, riñón y glándulas suprarrenales. Los cor-
dones hepáticos y la circulación hepática están afectados por los
islotes de eritropoyesis, y como consecuencia de esto ocurre una
obstrucción de la vena porta y de la vena umbilical que originan
hipertensión portal. Todo provoca interferencias en la función
del hepatocito. La producción de albúmina disminuye, lo cual
repercute sobre la presión coloidosmótica plasmática, que des-
ciende y da lugar al desarrollo de edema generalizado, ascitis,
derrame pericárdico y pleural (anasarca).
macrosómico: bebé con un peso superior al percentil 95 del peso
ideal para su edad gestacional. En España, en bebés nacidos a
término de unos 4.000 g.
313
Heparina: anticoagulante usado en varios campos de la medicina. Se
encuentra de forma natural en pulmones, hígado, piel y células
cebadas.
Hemograma o biometría hemática o fórmula sanguínea: es uno de los
elementos diagnósticos básicos. Expresa el número, proporción y
variaciones de los elementos sanguíneos. Recoge el número de he-
matíes con sus valores globulares, el recuento de leucocitos de dife-
rentes tipos y su proporción, así como el número de plaquetas.
Hemorragia feto-materna: cuando ha existido un intercambio de sangre
entre la madre y el feto durante la gestación.
Hiperandrogenismo: exceso de hormonas masculinas, como testostero-
na y otros andrógenos.
Hipercoagulabilidad: tendencia a la formación de trombos debida a la
pérdida de plasma o aumento del fibrinógeno en respuesta a la fase
aguda.
Hipertensión arterial: condición médica caracterizada por un incremen-
to de las cifras de presión arterial por encima de 140/90 mmHg.
Hipofibrinogenemia: baja concentración de fibrinógeno en sangre. El
fibrinógeno es una proteína disuelta en el suero sanguíneo que tiene
un papel importante en la coagulación.
Hipófisis o glándula pituitaria: glándula que controla al resto, entre
ellas el tiroides. Es una glándula compleja que se aloja en un espacio
óseo llamado silla turca del hueso esfenoides, situada en la base del
cráneo, en la fosa cerebral media, que conecta con el hipotálamo a
través del tallo pituitario o tallo hipofisario.
Hipotálamo: zona del cerebro que forma parte del diencéfalo y se sitúa
por debajo del tálamo. Libera al menos nueve hormonas que actúan
como inhibidoras o estimulantes en la secreción de otras hormonas
en la hipófisis anterior, por lo que se puede decir que trabaja en con-
junto con ésta. Suele considerarse el centro integrador del sistema
nervioso vegetativo o autónomo. Regula la homeostasis del organis-
314
mo en conjunto con la hipófisis, por medio de un sistema de retroa-
limentación negativo.
Hipotiroidismo: disminución de los niveles de hormonas tiroideas en
plasma sanguíneo y consecuentemente en tejidos, que puede ser
asintomática u ocasionar múltiples síntomas y signos en todo el or-
ganismo.
Hirsutismo: crecimiento excesivo de vello terminal en mujeres siguiendo
un patrón masculino de distribución: predominio en zona de patillas,
barbilla, cuello, areolas mamarias, tórax, en área inmediatamente
superior o inferior al ombligo, así como en muslos o espalda. Fre-
cuentemente se asocia a acné, calvicie con patrón masculino (alope-
cia androgénica) e irregularidades menstruales. Es un trastorno que
afecta aproximadamente al 10 por ciento de las mujeres en edad fér-
til. Puede ser leve, lo que representa una variación del patrón de cre-
cimiento normal, y en raras ocasiones es signo de un trastorno sub-
yacente grave. Puede estar relacionado con el exceso de andrógenos,
como el síndrome de ovario poliquístico o la hiperplasia suprarrenal
congénita.
Huevo huero (vacío, aberrante): término que se utiliza en medicina para
designar el embarazo interrumpido tan temprano que el embrión
aún estaba en fase de mórula y tenía forma de huevo (como se suele
ver perfectamente en la ecografía).
315
lisis de bacterias, envueltas víricas y otros agentes patógenos. Es el primer
tipo de inmunoglobulina sintetizada en respuesta a una infección.
I-legrado: término acuñado en el foro Superando un Aborto para desig-
nar los legrados realizados por sistema sin necesidad real.
Implantación (en embriología): proceso consistente en la fijación, pene-
tración y anidación del blastocisto en la capa que tapiza la pared ute-
rina, durante las primeras fases del desarrollo prenatal.
Incompatibilidad feto-materna por el grupo sanguíneo ABO: reacción
inmunológica que ocurre en el cuerpo cuando dos muestras de sangre
de tipos ABO diferentes e incompatibles se mezclan. Las manifesta-
ciones clínicas de la enfermedad hemolítica del recién nacido (icteri-
cia y anemia) son el resultado del grado de hemólisis y de producción
compensatoria de eritrocitos del feto. En general, cuanto más intensa
es la reacción, más graves son las manifestaciones clínicas y mayor el
riesgo de daño del SNC causado por la hiperbilirrubinemia.
Inestabilidad hemodinámica: cursa con hipotensión, sudoración, ma-
reo, malestar...
Infección: término clínico para la colonización de un organismo huésped
por especies exteriores. En la utilización clínica del término infec-
ción, el organismo colonizador es perjudicial para el funcionamien-
to normal y supervivencia del huésped, por lo que se califica al mi-
croorganismo como patógeno.
Inmunología: rama de la biología y de las ciencias médicas que se ocupa
del estudio del sistema inmunitario en todos los organismos, enten-
diendo como tal al conjunto de órganos, tejidos y células que en los
vertebrados tienen como función biológica el reconocer elementos
extraños o ajenos dando una respuesta (respuesta inmunológica).
Insuficiencia de cuerpo lúteo: patología que provoca un descenso de la
concentración de progesterona en el plasma sanguíneo. Es una de las
principales causas de la esterilidad femenina. Se forma cuando el
óvulo sale del folículo y éste se transforma en el cuerpo amarillo.
316
Invaginar: plegar los bordes de una bolsa o tubo hacia dentro.
Invasión trofoblástica de arterias uterinas: cambios vasculares que ocu-
rren en la circulación uterina provocados por el embarazo. Se deben
a la pérdida de los componentes elásticos y musculares de las arterias
espirales, merced a la invasión trofoblástica y su reemplazo por tejido
fibrinoide.
Inversión: defecto cromosómico en el que dos o más segmentos del cro-
mosoma se rompen y se separan, para reintegrarse después al cromo-
soma en posición errónea.
Involución del embarazo: tiempo desde que el embrión/feto muere has-
ta que se inicia el parto fisiológico en el que van desapareciendo cier-
tas características físicas del embarazo y sus molestias asociadas.
317
filogenética: la constituida por el código genético de la especie. Esta
memoria consta del programa común a todos los individuos de
una especie, según el cual los mismos actúan en cada momento
según sus circunstancias.
ontogenética: la constituida por el código genético sumado al baga-
je cultural del individuo. Cada individuo recibe de la generación
anterior el bagaje genético más el bagaje cultural, que va acumu-
lando a lo largo de toda su vida.
Mesénquima: tejido del embrion, de tipo conjuntivo laxo, con una abun-
dante matriz extracelular, y relativamente pocas células. Dará lugar
a vasos sanguíneos y órganos cardiovasculares, músculo liso, meso-
telio, sistema linfático y tejido conectivo. El mesénquima procede
del mesodermo (la lámina intermedia en el disco embrionario trila-
minar) durante el desarrollo embrionario.
Metabolitos estables: metabolitos son los productos resultantes de reac-
ciones químicas en organismos vivos (por ejemplo, metabolismo).
Son estables cuando no se modifican en un tiempo largo.
Monosomía: en genética, es la eliminación de un cromosoma de una
pareja de homólogos (el individuo tiene 2n-1 cromosomas, en lugar
de 2n). En la especie humana, la monosomía es casi siempre letal,
produciendo la muerte intraútero, aunque una importante excepción
es la monosomía del cromosoma X, que produce el síndrome de Tur-
ner; es una monosomía de cromosomas sexuales en la cual existe un
único cromosoma X, pero ninguno Y.
Mortinato: nacido muerto.
Mórula: segundo estadio presente en la génesis del embrión animal o
humano. El nombre procede de que la disposición de las células po-
dría recordar a la de la mora (fruta). Es la etapa que consiste en una
serie de mitosis del cigoto, que lo convierten en una sólida bola de
8, 16, 32 y hasta 64 células, llamadas blastómeros; tras la fase de 64,
empieza a evolucionar hacia un balón hueco, la blástula. En el caso
318
de los humanos, los primeros días desde la fecundación del óvulo,
las células se duplican cada 24 horas aproximadamente, por lo que
se alcanzan unas 64 células en una semana.
Muerte antenatal: muerte del bebé durante la gestación.
319
la función hepática y visual. Cuando es severa puede presentar oli-
guria (orina menor de 400 ml/24 h), trastornos mentales, dolores
epigástricos (en puñalada, intensos), edema pulmonar o cianosis,
aumento de peso de más de 2 kg en una semana, alteraciones en la
visión: visión borrosa, doble, ver estrellitas luminosas, intolerancia a
la luz, cefaleas intensas y persistentes.
Profilaxis: prevención de enfermedades basada en un conjunto de actua-
ciones y consejos médicos.
Progesterona: la progesterona es una de las hormonas sexuales que se
desarrollan a partir de la pubertad en la mujer; aumenta en la segun-
da fase del ciclo menstrual, engrosando el endometrio para que pue-
da anidar el óvulo si hubiera sido fecundado; aumenta más aún si
prosigue el embarazo, evitando los ciclos menstruales; disminuye su
nivel en sangre durante la primera fase del ciclo menstrual, estimu-
lando los cambios madurativos, preparando así al endometrio para
la implantación del embrión. Al bajar sus niveles, el endometrio se
cae, produciendo la menstruación. Es la hormona responsable del
desarrollo de caracteres sexuales secundarios en una mujer y sirve
para mantener el embarazo. Es la responsable del aumento del tama-
ño de los pechos en el embarazo y, en algunos casos, durante los úl-
timos días del ciclo menstrual. Hay otras hormonas de la misma
familia que en conjunto se denominan progestágenos. Sus principa-
les fuentes son: el cuerpo lúteo formado en el ovario y la placenta; si
bien también pueden sintetizarse en las glándulas adrenales y el hí-
gado.
Prolapso de cordón: se produce cuando el cordón umbilical aparece por
el cuello uterino antes que el feto. Se trata de una complicación ex-
tremadamente rara en un parto en evolución espontánea, pero menos
rara cuando se realizan intervenciones en el parto, como la rotura
artificial de bolsa. El prolapso pone en peligro la vida del feto, ya que
la compresión del cordón limita el aporte de sangre y oxígeno del
320
mismo. Se soluciona mediante una cesárea urgente, pero en un por-
centaje muere el feto.
Prostaciclina: sustancia de la sangre generada por el organismo en ciertas
situaciones como la inflamación, que actúa principalmente evitando
la formación y agregación plaquetarias en relación con la coagulación
de la sangre. Es también un vasodilatador eficaz.
Prostaglandinas: sustancias de la sangre generadas por el organismo en
ciertas situaciones como la inflamación o en el parto; tienen forma
de ácidos grasos. Algunas prostaglandinas, como la E2, actúan pro-
vocando contracciones del útero. En general, todas producen dilata-
ción de vasos y bronquios, aumento del moco protector del estóma-
go y disminución de los ácidos del estómago.
Proteína C reactiva (PCR; CRP en inglés): miembro de una clase de
reactivos de fase aguda producidos por el hígado y por las células del
tejido adiposo; su nivel aumenta mucho durante los procesos infla-
matorios. Desempeña un papel importante en la inmunidad innata,
como un sistema de defensa temprano contra infecciones.
Pulsátil: relativo a una actividad caracterizada por una pulsación rítmica.
321
Ritual: acto poético y creativo, un paseo por el mundo simbólico y sa-
grado de cada uno.
RPM: rotura prematura de membranas. Prematura en este contexto sig-
nifica antes de comenzar el parto, por lo que muchos expertos con-
sideran que debería decirse rotura preparto de membranas. Puede
ser a término o pretérmino, según la edad gestacional.
Saco
amniótico: cubierta de dos membranas que cubre al embrión y que
se forma entre el octavo y noveno día de la fecundación. La
membrana interna, llamada amnios, contiene el líquido amnió-
tico y el feto en su interior. La membrana exterior, llamado co-
rion, alberga el amnios y es parte de la placenta.
gestacional: bolsa total que contiene la gestación.
Separaciones corioamnióticas: separación de las membranas amnios y
corion, a menudo rellena de sangre o coágulo. Si cursa con sangrado
supone una amenaza de aborto.
Síndrome
antifosfolípido (o síndrome de anticuerpos antifosfolípido): desor-
den de coagulación que produce trombosis tanto en arterias y
venas. En el embarazo esto provoca un aborto, parto prematuro
o preeclampsia. En algunas ocasiones se hace referencia a este
síndrome como el síndrome Hughes, en honor al reumatólogo
Graham R. V. Hughes (St. Thomas’ Hospital, Londres, Reino
Unido). Este síndrome coexiste comúnmente con otras enfer-
medades autoinmunes, como el lupus.
de ovarios poliquísticos: desorden endocrinológico que causa uno
de los desequilibrios hormonales más frecuentes en mujeres de
edad reproductiva. Se define por tres criterios: 1. Disminución
de la frecuencia de ovulación, que puede llegar a la ausencia de
la misma (anovulación); 2. Exceso de actividad androgénica:
caracterizada por aumento del vello, o aumento en sangre de
322
testosterona; 3. Ovarios multiquísticos visualizados por ecogra-
fía o por otra técnica de imagen.
de transfusión feto-fetal en gemelos que comparten placenta: ocu-
rre cuando un feto bombea sangre a la placenta del otro. El otro,
llamado el feto receptor, recibe demasiada sangre y el feto donan-
te no recibe suficiente. Es una situación grave para ambos bebés.
El feto donante no crece lo suficiente, apenas orina y tiene muy
poco líquido amniótico; puede morir por falta de sangre que
conlleva falta de oxígeno. El feto receptor recibe demasiada san-
gre y crece mucho; intenta regular la situación orinando mucho,
por lo que dispone de mucho líquido amniótico; puede morir a
causa del corazón por la sobrecarga de sangre. Tratamiento: una
operación prenatal en la cual, mediante técnicas con láser, se cau-
teriza las conexiones entre los vasos sanguíneos de los bebés.
Sinequias uterinas: cicatrices en la cavidad del útero, en que se adhieren
las paredes una con la otra. Suele haber algún antecedente de infección
o de un legrado. Generalmente cubren una pequeña extensión de la
cavidad y, en ocasiones, pueden ser muy extensas ocluyendo la cavidad
casi completamente. A veces afectan a a la fertilidad, dependiendo de
su extensión. Lo mejor es evaluarla por medio de una histeroscopia,
técnica que, al mismo tiempo que evalúa, corrige quirúrgicamente.
Streptococcus Agalactiae: anaerobio facultativo, Gram positivo, caracte-
rizado por presentar el grupo B de antígenos Lancefield. Se puede
encontrar en el aparato digestivo, urinario y genital de los adultos. La
colonización en la vagina por Streptococcus Agalactiae normalmente
no ocasiona problemas a las mujeres. Si durante el parto pasa a las vías
respiratorias y a la sangre del recién nacido, éste puede quedar afecta-
do por una infección grave llamada sepsis, que puede ser mortal. Esto
ocurre con más frecuencia en bebés inmunodeprimidos, o bien que
no han podido conformar adecuadamente su flora bacteriana de piel
y tracto gastrointestinal mediante el contacto precoz piel con piel con
323
la madre, o que no han recibido la protección de los anticuerpos
de la madre transmitidos mediante la lactancia materna, sobre todo
cuando el parto ha tenido intervenciones que favorecen el paso de
gérmenes a su sangre (como la colocación de un captor interno).
Subcoriónico: dícese cuando algo está situado debajo del corion. Suele
referirse a imágenes ecográficas. Por ejemplo, un hematoma subco-
riónico es una pequeña cantidad de sangre debajo de la membrana
corion.
Surfactante: sustancia que reduce la tensión superficial de un líquido.
Por ejemplo, en los alveolos pulmonares existe una capa de surfac-
tante que evita que los alveolos se cierren. Son exógenos cuando se
administran a un paciente (por ejemplo, bebés prematuros).
324
Triploidía: presencia de una dotación cromosómica de 3 cromosomas
homólogos en lugar de dos de cada uno de los cromosomas. Uno
de los gametos de los padres pone carga doble en el gameto que
aporta.
Trisomía: presencia de una dotación cromosómica de 3 cromosomas ho-
mólogos en lugar de dos en uno de los cromosomas, es un triplete.
En la especie humana, la única trisomía que es capaz de sobrevivir es
la trisomía del par 21, que se expresa mediante un síndrome llamado
síndrome de Down, con discapacidades intelectual y motriz, entre
otras.
Trombocitopenia: recuento plaquetario inferior a 100.000/mm³, es de-
cir, la disminución de la cantidad de plaquetas circulantes en el to-
rrente sanguíneo por debajo de los niveles normales. En términos
generales, los valores normales se ubican entre 150.000 y 400.000
plaquetas por cada milímetro cúbico.
Trombofilia: propensión a desarrollar trombosis (coágulos sanguíneos)
debido a anormalidades en el sistema de la coagulación. Los defectos
hereditarios en uno o más de los factores de la coagulación pueden
provocar la formación de coágulos potencialmente peligrosos (trom-
bosis).
Trombopenia neonatal aloinmune: paso de anticuerpos maternos diri-
gidos contra los antígenos plaquetarios fetales heredados del padre.
Se produce hemorragia cerebromeníngea que puede conducir a se-
cuelas neurológicas importantes.
325
Ventilación mecánica: procedimiento de respiración artificial que susti-
tuye o ayuda temporalmente a la función de entrada y salida de aire
de los pulmones. No es una terapia, es una intervención de apoyo
mientras se corrige el problema que provocó su instauración.
Vesícula gestacional: bolsa que contiene la gestación.
Vida aérea: la que tienen los seres tras su nacimiento.
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