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YOGA

UNA MEDICINA NATURAL

El Yoga es el reencuentro con lo más genuino de nosotros mismos. Es un sendero


de vuelta al hogar interno, a aquel centro en el que podemos hallar serenidad, integración y
satisfacción que no pueden ser totalmente conseguidas en la mente superficial ni en el
mundo circundante. El Yoga es aprender a escuchar la voz de todos los aspectos de nuestro
ser, físico, mental, energético y espiritual. El Yoga es puente hacia la naturaleza original, es
mística, psicología, ciencia de la salud integral, medicina natural, filosofía y actitud vital.

El Yoga es método de mejoramiento humano, sendero hacia el bienestar, técnica de


liberación del dolor. El Yoga hace del practicante su propio maestro y su propio discípulo.
El objetivo es la captación de la realidad tal y como es, lo que representa plena conciencia y
gozo.

Existen siete cuerpos, koshas, revestimientos o envolturas del Ser, planos de la


naturaleza o principios:

* Annamaya kosha, cuerpo grosero, físico, material.


* Pranamaya kosha, cuerpo de prana, el vehículo del prâna, de la vitalidad, doble etereo
astral
* Manomaya kosha, constituido, formado por la mente.
* Vijnanamaya kosha, el cuerpo causal, sede del intelecto.
* Buddhi Paranirvanico kosha, cuerpo budhico
* Anandamaya kosha, sede del atma del espíritu.
* Âtmâ Mahaparanirvânic kosha

Algo destacable es, que todos los koshas terminan con el adjetivo maya, ilusión.
Según la filosofía Vedânta, solo aquello que es inmutable y eterno merece el nombre de
realidad. Todo aquello que está sujeto a cambio por decaimiento y diferenciación, y que por
lo tanto tiene principio y fin, es considerado como maya, ilusorio. Y ciertamente es muy
posible que así sea, y que la realidad verdadera, sea otra muy diferente.

Es evidente que al comenzar en yoga con lo primero que nos encontramos es con
nuestro cuerpo físico, enseguida conectamos con lo energético y topamos con nuestras
emociones. Cuando adquirimos cierto equilibrio y ecuanimidad, lo mental se va
calmando y nos fundimos en el espíritu, y más allá…

Hatha Yoga, asimismo se traduce como “Sol y Luna. Unión” y porque en yoga
también intentamos equilibrar nuestro lado solar con el lunar, es decir los nâdîs Ida y
Pingala.

El Yoga como manera de vivir, como forma de vida, como el “camino que elegimos
caminar”, es accesible a todo el mundo.

Sobre todo reconocernos como canales de energía. Un canal a través del cual se
pueda ayudar a otras personas, para ir de la periferia hacia su centro, y un canal de
conocimiento ya que en realidad no somos portadores de nada, pero si transmisores de todo.

“Libera tu cuerpo de sus impurezas,


permite que tus palabras sean verdaderas y dulces,
siente amistad por el mundo,
y con humildad busca el bienestar y el conocimiento.”
T. Krishnamacharya.

A la hora de practicar, aunque en este momento existe mucha documentación, en


videos y libros, la guía de alguien que haya experimentado un pasito más en el camino,
siempre será de gran ayuda, dándonos ejemplo con su presencia y su perseverancia.

Hay algunos textos que sería interesante consultar. El Yoga Sutra de Patañjali, es
algo complejo. El Bhagavad Gîtâ, por el contrario, está escrito de una forma asequible para
que pueda acceder a todo el mundo, tiene una enseñanza central de que se puede alcanzar el
estado de yoga desde la vida social con el trabajo y la familia, sin la necesidad de recluirse
en un monasterio, ni de tomar una forma de vida ascética. También nos enseña que los
obstáculos para alcanzar esta unión que representa el estado de yoga no están fuera de
nosotros si no dentro de nosotros.
El hombre cree ser el que hace. Pero esto es un error.
Es el poder supremo el que hace todo, y el ser
humano es tan sólo una herramienta. Si acepta esta
posición, está libre de problemas.
Sri Ramana Maharashi.

Son muchos, los motivos que nos pueden acercar al mundo del Yoga. Pero hay un
denominador común, todo el que mantiene la práctica experimenta una transformación
interior. Esta práctica por lo general es positiva pero, como todo camino transformador,
tiene sus altibajos, momentos de euforia y otros de abatimiento, no obstante detrás de una
capa oscura siempre hay otra que brilla y nos anima a continuar.

Uno de los motivos por el cual sentí inspiración en realizar la práctica, no fue ver a
mi maestro como se doblaba, ni que aguantaba una hora sentado con las piernas cruzadas,
no. Lo que realmente me llamó la atención fue su aspecto jovial y alegre, con un gran amor
y una enorme sonrisa, para todos los que nos acercábamos. Y también una positiva actitud
fuera de clase. Estas cualidades son las que me atrajeron.

Es evidente que en un principio, con asistir fielmente a las clases ya hacemos


bastante. Pero enseguida comienza una demanda de algo más, y poco a poco se va
buscando un hueco en el horario y un rinconcito en la casa, para ir personalizando la
práctica. Cuando esto sucede es como si no hubiera vuelta atrás.
Cuando van pasando los años, es muy fácil que nos asalten nuevas dudas. Si esto
sucede, es muy aconsejable consultarlas y hablarlas. Pues las dudas, y más en el camino
interior, si se quedan dentro y sin solucionar, a lo único que nos pueden llevar es a dejar de
practicar. Es también con el paso del tiempo, que un buen día parece que no sucede nada,
no evoluciono. Pero si te paras y hechas una mirada a tu alrededor, entonces te dices “algo,
algo sí que está cambiando”.

Con la parte física te encuentras bien, no solo por las Âsanas, sino también por
llevar una vida más sana y equilibrada. En lo emocional también te vas descubriendo. En lo
mental te das cuenta que vivimos una locura, que debemos intentar ralentizar. Y en lo
espiritual, es algo más personal, porque el Yoga no es una religión en sí. Por lo tanto se
puede comenzar siendo cristiano, musulmán o ateo. Pero si se practica en serio en seguida
se ve que se puede ir más allá. Como dice el mantra “Gate gate, paragate,
parasamgate,bodhi swaaha.” “Más allá, más allá del más allá, más allá de la orilla más
lejana”.

Como dice el Yoga Sutra I.2 de Patanjali. “Yogas-citta-vrttih-nirodhah”, “Yoga es


el cese de las fluctuaciones de la mente”. Así de sencillo y de profundo, y… ¿Cómo se
consigue esto? Manteniendo nuestra atención, fija en un punto. Más sencillo todavía. Pero
cuando lo intentas por primera vez, surge el ego, los conflictos, las identificaciones, el
pasado, el futuro.

Sucede de todo, menos el cese de las fluctuaciones de la mente. Aquí, hay que hacer
como nos aconseja Jack Kornfield, en su libro “Un camino con corazón”, tratar a la mente
como un cachorro al que queremos educar. Una y otra vez insistir, con paciencia y amor,
dándonos cuenta de que siempre hay una nueva respiración, un nuevo instante para volver a
traer la consciencia al aquí y ahora, no identificarnos con nada de lo que suceda,
practicando la ecuanimidad, ni deseo ni rechazo.

Esta conciencia en el “aquí y ahora”, que maestros de tantas y tan diferentes


tradiciones han aconsejado, esta presencia consciencia es lo que provocara el “estado de
yoga” y por tanto el cese de las fluctuaciones de la mente.

De todas formas, lo importante no es la meta. Porque en esta sociedad tan acelerada


que vivimos últimamente, nos apuntamos a yoga u a otras actividades, buscando la
panacea, la fórmula mágica que nos dé la solución, ya. Y esto no sé si existirá, pero desde
luego, no en el yoga. En el yoga más bien hay que aprender a disfrutar de cada paso, de
cada respiración. Y dar tiempo a las capas de nuestro ser, que se vayan puliendo poco a
poco. Si buscamos esa fórmula mágica, enseguida veremos que no existe, y si persistimos
en este deseo sólo se dará tumbos.

Finalmente, el verdadero yoga comienza cuando nos levantamos del cojín, o cuando
salimos de la sala de trabajo. Esta actitud yóguica se refleja muy bien en la historia que
cuenta S.N. Goenka sobre la botella de aceite, que dice así:
Una madre mandó a su hijo con una botella vacía y un billete de
diez rúpias a comprar aceite a la tienda de al lado. El niño fue y llenó la
botella, pero al volver se cayó y se le fue al suelo. Antes de que pudiera
recogerla se derramó la mitad del aceite. Al ver la botella medio vacía,
volvió a su madre llorando: “¡He perdido la mitad del aceite! ¡He perdido
la mitad del aceite!”. Se sentía muy desgraciado.
La madre envió a otro hijo con otra botella y otro billete de diez
rúpias. También lleno la botella y también se fue al suelo al caerse cuando
volvía. De nuevo se derramó la mitad del aceite. Recogió lo botella y
volvió a su madre muy contento. “¡Mira, he salvado la mitad del aceite! Se
me cayó la botella y podía haberse roto. El aceite empezó a derramarse, se
podía haber salido todo. ¡Pero salvé la mitad del aceite!” Ambos volvieron
a su casa en la misma situación, con una botella que estaba mitad llena y
mitad vacía. Uno lloraba por la mitad vacía, el otro estaba tan contento por
la mitad llena.
La madre envió a un tercer hijo con otra botella y otro billete de
diez rúpias. Y como los cuentos son los cuentos, este tercer hijo también
se cayó cuando volvía y tiró la botella. La mitad del aceite se derramó.
Recogió la botella, e igual que el segundo hijo, volvió a su casa muy
contento: “¡Madre he salvado la mitad del aceite!” Pero este chico era un
chico conciente, lleno de optimismo y de realismo. Él comprendía: “bien, se ha salvado la
mitad del aceite, pero también se ha perdido la mitad.” Y por eso le dijo a su madre: “Ahora
iré al mercado, trabajaré duro el resto del día, ganaré cinco rúpias y llenaré la botella. A la
tarde la habré llenado.”

“Piensa globalmente, actúa localmente.”

Para llegar a esta actitud de optimismo, realismo y activismo se debe de tener un


buen equilibrio entre las tres esferas principales del ser humano. La vital para actuar, la
emocional para ser optimista, y la mental para ver la realidad tal como es.

En la práctica de yoga, en cada Âsana, deberíamos intentar entrar en un estado


meditativo, fundiéndonos en la conciencia del instante e interiorizando todo lo que nuestro
ego y nuestra mente nos permitan. Mientras, las impurezas se irán quemando por sí solas.

El yoga no es una acción. Es como bien nos dice Patanjali, el cese de las
fluctuaciones de la mente. Y esto no es algo que podamos hacer, es un estado que se da por
sí solo. Una fusión de nuestro cuerpo, con nuestro sentir, que nos aporta calma y claridad
mental. De hecho, se dice que el verdadero trabajo de yoga comienza cuando nos
levantamos de nuestra esterilla. Y la conciencia de Âsana, la trasladamos a un paseo por el
campo o por la ciudad, al ser más conscientes en el desempeño de nuestras labores diarias,
con nuestros seres queridos, incluso cuando manejamos el automóvil. Y cuando aportamos
conciencia a estas actividades, aportamos claridad y luz a nuestras vidas. El estado de yoga,
es algo que cuando ponemos la intención, la aspiración y la atención correctas,
sencillamente sucede.
Una vez escuche una historia sobre un monasterio, en el que se hacía todos los años
un retiro meditativo de tres meses, y el resto del año lo dedicaban a labores de campo y
limpieza para la manutención y autogestión del monasterio. Un día un monje que trabajaba
en la huerta vio que se acercaba el abad del monasterio y le solicito un momento para una
preocupación. El monje dijo “entiendo que tengamos que trabajar para llenar las bodegas
para los retiros de meditación, y para sostener el monasterio. Pero son largos periodos de
tiempo en los que mi avance hacia el interior se ve obstruido”. El abad le contesto con dos
preguntas. “Veamos, durante los tres meses de retiro ¿Qué es lo que hacemos?” el monje
contesto, “día tras día mantenemos la presencia en el aliento siguiendo a cada una de
nuestras respiraciones, y observando nuestras sensaciones” a lo que el abad volvió a
preguntar. “y mientras trabajas la huerta ¿es que no respiras, no sientes?”

Esta pequeña historia, nos explica cómo podemos llegar a lo que sería mantener la
meditación en la acción. Pero de todas formas no tenemos porque limitarnos a la
respiración, ya que el cuerpo tiene varios sentidos. Podemos ser conscientes del olfato, del
gusto, del tacto, de la vista u del oído, para que el sexto sentido, que sería la mente, este en
el aquí y ahora. Y cuando en meditación conseguimos abstraernos de los sentidos,
entraríamos en pratyâhâra. Lo que tampoco debemos olvidar, es que para llegar a esta
meditación en la acción, antes se debe haber trabajado profunda e intensamente, para
conseguir discernir la realidad, desde una clara presencia y profunda consciencia.
ORIGEN DEL YOGA

La palabra yoga viene del sanscrito. El sanscrito es el lenguaje clásico de los


brahmanes en la India, es un idioma clásico y milenario, en el que cada letra tiene su
significado oculto y su razón de ser. Las vocales, especialmente contienen las potencias
más ocultas y formidables.

La combinación de estas produce un efecto sumamente mágico y si lo leemos dando


la entonación perfecta de cada apostrofe, acento y signos que acompañan a las letras,
quedaría con una entonación musical y rítmica, como si se cantara. En este idioma están
escritos todos los textos sagrados de la India, y su traducción puede llegar a variar un poco
ya que cada palabra tiene varias acepciones. Por ejemplo yoga proviene de la raíz yug, y se
puede traducir como yugo, ceñir, juntar, unir. Un dato curioso, es que la palabra religión
aun viniendo del latín su etimología sea re-ligare, volver a unir.

YOGA SUTRAS DE PATANJALI

De estos textos sagrados, el Yoga Sutra que nos lego el Siddha Patanjali. Hay otros
textos sagrados como los Upanishad, el Hatha Yoga Pradipika o el Bhagavad Gîtâ, que no
son menos importantes. Pero Patanjali fue de los primeros en sintetizar la práctica del yoga
y dejarla por escrito. Estos aforismos sobre yoga los dividió en cuatro capítulos.

El primero Samadhi Pâda, libro de la superconsciencia. Contiene 51 sutras en los


que nos explica lo que es el yoga, las cualidades de la mente y sus obstáculos, como
superarlos y las diferencias entre el Samadhi con y sin semilla.

En el segundo Sâdhana Pâda, libro de la práctica. Contiene 55 sutras, en los que se


nos habla del Kriya Yoga basado en abstracción, auto estudio y abandono a la Voluntad
Divina. De los impedimentos para alcanzar la concentración y como superarlos. También se
mencionan los cinco primeros pasos del Astânga Yoga.

El tercero Vibhuti Pâda, libro de los poderes psíquicos. Tiene también 55 sutras, en
los tres primeros se completa el Astânga Yoga, y en el cuarto se menciona el Samyama, o lo
que es lo mismo el arte de poder mantener la concentración, la meditación y la
superconsciencia, de forma simultánea. Y de los poderes alcanzables al practicar Samyama
sobre diferentes formas y no formas, en el sutra III.37 nos advierte que estos siddhis,
poderes psíquicos, se vuelven un obstáculo considerable a la hora de mantener un estado
continuado de yoga, o sea a la hora de la autorrealización.

El cuarto Kaivalya Pâda, libro de la liberación. Es el más corto de todos con 34


aforismos. En los que se exponen las posibilidades que se ofrecen a una persona que haya
purificado totalmente su cuerpo y mente. Se dan las últimas indicaciones para la liberación
final, en la que el yogui o la yoguini se establecen en su naturaleza esencial y real, el
verdadero SER.

De todas formas el yoga es bastante anterior a Patanjali, se han llegado a encontrar


en excavaciones arqueológicas, figuras de piedra con Âsanas de yoga que datan de hace
cinco mil años. Se dice que viene de los Vedas, estos Vedas son las escrituras más antiguas
y sagradas de los indos, y los libros más antiguos de la humanidad que han llegado hasta
nuestros días.

Veda lo podríamos traducir como “conocimiento divino”. Los brahmanes les


otorgan una antigüedad de 3.000 años antes de Cristo. Es ciertamente complicado el
ponerles una fecha, ya que en un principio se trasmitieron de maestro a discípulo durante
muchos siglos, sin dejar nada escrito.

Fue Krichna Dwaipâyana, conocido también como Veda Vyâsa quien hizo una
primera recopilación escribiéndolos en sanscrito antiguo, lo que nos verifica estos 5000
años de antigüedad.

Los tres Vedas principales son contemporáneos del Bhagavad Gîtâ, y son Rig Veda,
Yajur Veda, Sâma Veda y un cuarto Atharva Veda, escrito posteriormente a los otros tres y
por tanto de origen más moderno.

Darshana significa, una forma de ver, de representar la realidad con discernimiento


de lo irreal. En los seis Darshanas se reconoce a los Vedas como una revelación Divina.

BHAGAVAD GITA

Bhagavad Gîtâ. Se traduce como “El canto del señor”, y es un episodio del
Mahâbhârata. Este también fue recopilado y escrito por Krichna Dwaipâyana, el
Mahâbhârata contiene 220.000 versos divididos en 18 libros, y se traduce como “La gran
guerra de los Bhâratas”. Es probablemente el poema más extenso del mundo, y describe las
pugnas por el poder que mantuvieron entre los Kuravas y los Pândabas, descendientes
directos de los Bhâratas. Es una obra en la que la realidad permanece oculta en forma de
fábula.

El Bhagavad Gîtâ, es una parte en la que el gran arquero Arjuna, uno de los cinco
príncipes Pândabas que intentan recuperar el trono, se encuentra acompañado en su
cuadriga por Sri Krichna, encarnado en auriga conductor de la cuadriga. Y mantienen una
relación de Guru y Chela, es decir de maestro y discípulo. Arjuna al ver que en el campo de
batalla de Kuruschetra, tiene que hacer frente a sus parientes, primos, tíos y amigos, presa
del dolor y del sufrimiento arroja su arco al suelo declarando que se dejará matar sin ofrecer
resistencia antes de luchar contra aquellos por cuyas venas corre su misma sangre. Sri
Krichna después de explicarle que en realidad no puede matarlos ya que sus flechas
solamente acabarán con su envoltura física “lo que no existe no tiene ser y lo que existe
jamás dejara de ser”, le dice Sri Krichna a Arjuna.

También le dice que no puede omitir sus deberes para con el trono usurpado por los
Kurus, y le revela en el mismo campo de batalla las sublimes doctrinas del Bhagavad Gîtâ,
de las cuales cabe destacar, el Yoga de la Acción, el Yoga de la Devoción, el Yoga del
Discernimiento y el Yoga de la subyugación.

El Bhagavad Gîtâ, no contiene una doctrina o religión determinada con dogmas


cerrados, ritos cerrados y moral definida. Como reflejo purísimo de la Verdad Divina, se
sobrepone a toda limitación que vendría de la ignorancia o del incompleto conocimiento.

VEDAS

Rig Veda. Rig viene de la raíz rich, celebrar, cantar, y veda ciencia. Esta ciencia del
celebrar la divinidad, según se dice fue creado de la boca oriental de Brahmâ, y transmitido
por grandes sabios a orillas del lago Mansaravara, más allá de los Himalayas hace miles de
años. Y como hemos dicho antes paso de maestro a discípulo hasta su recopilación.

En esta “Biblia de la Humanidad” fueron colocados los pilares fundamentales de


todas las religiones, credos y templos conocidos, y algunas perdidas en la noche de los
tiempos. Los mitos universales, los poderes divinos y cósmicos, así como los personajes
históricos de todas las regiones, fueron colocados en sus siete divinidades principales que
corresponden con los siete Rayos de la Unidad única e infinita.

Yajur Veda. Ciencia o tratado del sacrificio. Se compone casi exclusivamente de


himnos tomados del anterior Rig Veda, pero contiene algunos pasajes en prosa que son
nuevos. Su parte principal está formada por invocaciones aplicables a la consagración de
las victimas de sacrificios y de utensilios propios del mismo. Lo que hace que el Yajur
Veda, sea el libro del sacerdote oficiante de estos ritos.

Sâma Veda. La escritura de la paz. “De los vedas soy el Sâma Veda” dice Sri
Krichna en el Bhagavad Gîtâ, estancia décima, verso 22. El Sâma Veda es el principal de
los cuatro libros de los Vedas, sus himnos fueron compuestos para ser cantados durante las
ceremonias religiosas. Es propiamente el Veda del canto, en el más elevado sentido de la
potencia de la música.

Atharva Veda. Literalmente encantación mágica. Como hemos dicho, antes este
libro es relativamente moderno en comparación con los otros tres. Contiene aforismos,
encantos y fórmulas mágicas. Es uno de los más venerados por los brahmanes.
DARSHANAS

Los seis Darshanas, escuelas de filosofía de la India. Son la Vaizechika, la Nyâya,


la Pûrva Mîmânsa, la Sânkhya, la Yoga y la Uttara Mîmânsa o Vedânta. Las tres primeras
forman el grupo de Prakriti, tratan del conocimiento y dominio de la materia. Las tres
últimas entran en el grupo de Purucha, y principalmente tratan del espíritu.

Filosofía Vaizechika. Fundada por Kanâda, en el 200 de nuestra era. Se le conoce


también como escuela atómica, por que enseña la existencia de un universo de carácter
transitorio constituido de átomos permanentes, un número infinito de almas y un número
fijo de principios materiales. Por cuya relación y acción reciproca se verifican las
evoluciones cósmicas periódicas sin directriz alguna a excepción de una especie de ley
mecánica inseparable de los átomos. Estudia ampliamente la materia y enseña la existencia
de átomos primordiales eternos, que constituyen los cuatro elementos, tierra, agua, fuego y
aire. Estos átomos eternos formarían universos temporales. Los principios materiales que
enumeran son nueve, y son: Tierra, Agua, Luz, Aire, Éter o Akaza, Tiempo, Lugar o
Espacio, Alma y Mente.

Filosofía Nyâya. La escuela Vaizechika y la Nyâya, vienen a ser partes de un mismo


sistema completándose la una a la otra, aunque difieren en algunos puntos y esto es lo que
origina la división en dos escuelas.

La escuela Nyâya la fundó Gotama el año 100 anterior a nuestra era. Conocida
también como filosofía dialéctica de Gotama. Este sistema es el método adecuado para
llegar a una conclusión mediante el análisis lógico. Según este método, cuando en virtud de
un razonamiento justo y recto, el hombre se ha desligado del falso conocimiento, alcanza la
liberación.

Filosofía Pûrva Mîmânsa. Fundada por Jaimini, en el 200 antes de nuestra era. Su
objetivo, lo mismo que la escuela Uttara Mîmânsa, es el de enseñar el arte de razonar, con
el propósito de facilitar la interpretación de los Vedas, no sólo en la parte especulativa sino
también en la práctica. Especialmente en lo referido al karma, esto es la acción tanto
religiosa como mundana y sus frutos. También enseña el modo en el que el karma liga al
hombre a este mundo, siendo causa principal de la reencarnación, motivo por el cual a este
sistema filosófico a veces se le da el nombre de Karma Mîmânsa.

Filosofía Sânkhya. Fundada por Kapila, en el año 100 de nuestra era. Es un sistema
que va mas allá de la física analizando los veinticinco tattvas (fuerzas de la naturaleza en
diferentes grados), Sânkhya significa sistema enumerativo, o aun mejor dicho sistema
racionalista.

Explica la naturaleza del Purucha, el espíritu y de Prakriti, la materia, dos


principios igualmente increados y por lo tanto eternos, que por su mutua unión dan origen a
todos los seres. Este sistema filosófico no hace mención a ninguna divinidad o señor
supremo, pero admite un sinnúmero de Puruchas, puesto que cada ser de la creación tiene
su Purucha o Espíritu particular. Mientras habla de la actividad y continuos cambios de la
materia, reconoce la inactividad del espíritu, que permanece como espectador pasivo,
mientras la actividad de la materia se emplea únicamente a favor y en provecho del espíritu
para su experiencia y liberación.

Filosofía Yoga. La filosofía Yoga se le atribuye a Patanjali, en el año 200 de nuestra


era, por ser él quien dejo por escrito las bases de esta escuela. Pero el yoga en sí, es bastante
más antiguo, de hecho el mismo Siddhârta Gautama, 500 años anterior a nuestra era. Antes
de alcanzar el nirvana y el total despertar, abandono a su familia y la vida que llevaba en el
palacio de Kapilavastu, para indagar en las raíces del sufrimiento. Se retiró a la selva donde
permaneció seis años como asceta, practicando técnicas de concentración y meditación.
Estas técnicas se las enseñaron maestros que anteriormente habían sido discípulos de otros
maestros, y así sucesivamente. Estos son de suponer que ya conocían los antiguos Vedas y
mediante sus técnicas, alcanzaban estados mentales muy elevados.
El yoga de Patanjali viene a ser en el fondo, el sistema Sânkhya adaptado a la práctica y
modificado en algunos puntos. La diferencia más notable es que, mientras en el Sânkhya de
Kapila no se hace ninguna mención de Divinidad alguna, Patanjali por el contrario es
declaradamente teísta, pues admite la existencia de una Divinidad, siendo esta un Espíritu
diferente de los innumerables Espíritus individuales, de la escuela Sânkhya. Otra diferencia
importante entre dichos sistemas es la referente a los medios para lograr la liberación,
según la filosofía Sânkhya consiste en el conocimiento de los principios tattvas y el
discernimiento entre materia y espíritu, según los yoguîs consiste en la contemplación
espiritual y la devoción.
El yoga de Patanjali expone un “sistema de esfuerzos”, que tiene por objeto el dominio de
la mente, la liberación del espíritu arrancándole de los lazos de la materia y finalmente la
Unión con la Divinidad.

Filosofía Uttara Mîmânsa. También conocida como Filosofía Vedânta, fundada por
Vyâsa en el 200 de nuestra era. La Vedânta se divide a su vez en tres escuelas; Vedânta
Dvaita, la dualista; Vedânta Vizichtadvaita, dualista con diferenciación entre el Espíritu
individual y el Espíritu universal; Vedânta Advaita, doctrina monista o de la sustancia
única, que si reconoce la fusión del Yo individual con el Yo universal.
Este sistema místico de filosofía se ha desarrollado gracias a los esfuerzos de generaciones
de sabios para interpretar el secreto de los Upanishad. Se dice que la Vedânta es el fin u
objeto de todo conocimiento védico. Según esta escuela, Brahmâ o el Alma universal, es la
omnisciente y omnipotente causa de la existencia, mantenimiento y disolución del universo.
Brahmâ está en todo y todo es Brahmâ, mientras esta verdad y única realidad no se
reconoce como tal, se vive apegado a una realidad ilusoria.

De la Vedânta Advaita, un gran exponente fue Zankarâ Achârya que vivió en el


siglo VIII de nuestra era y de quien se llegó a decir que era la reencarnaron de Budha, éste
dejó escrito el Drg Drsya Viveka, texto para un correcto discernimiento entre lo real y lo
ilusorio, además de ser una buena introducción al sistema Vedânta Advaita.
De esta tradición viene la división en tres cuerpos, Sharira y estos en cinco envolturas o
Koshas

.
Los Upanishad. Este texto no es parte de los seis Darshanas, pero si es la
culminación de los Vedas. Los Upanishad fueron compuestos entre el 800 y 450 antes de
Cristo.

Los Upanishad se componen de 150 tratados, aunque solo 20 se han conservado con
toda su pureza. Estos no son una doctrina, si no que reflejan la creencia de un principio
universal llamado Brahmâ y otro individual, conocido como Âtmâ, nos explican cómo
llegar al Yoga de Brahmâ con Âtmâ, es decir a la fusión del ego individual con el ego
universal. También tratan cuestiones tales como; el origen del universo, la naturaleza y la
esencia de la Deidad in manifestada y de los dioses manifestados; la conexión primitiva y
final entre el espíritu y la materia; la universalidad de la mente y la naturaleza del ego y del
alma humana.

La palabra Upanishad, es traducida por los sabios de la India como: “aquello que
destruye la ignorancia produciendo así la liberación”. Esta liberación del espíritu, se da por
medio del conocimiento de la verdad suprema.

Además de estos textos también están el “Hata Yoga Pradipika”, “Goraksha


Samhita”, “Gheranda Samhita” y otros más modernos que explican más directamente lo
que serian las prácticas y técnicas del Hatha Yoga.

Todos estos textos se encuentran escritos de forma oculta, como si dijéramos en


clave y para entenderlos, salvo raras excepciones, se hace imprescindible la ayuda e
interpretación de un maestro.

Siddhârta Gautama, el Budha vivió hace unos 2.500 años y aunque finalmente
enseñó una nueva doctrina, en un principio comenzó, como mendicante y asceta,
aprendiendo con otros gurus que seguramente eran conocedores de los Vedas. Sobre esta
nueva doctrina se apoyaron posteriormente diferentes países.

Esto fue gracias al rey Ashoka, del año 200 antes de Cristo, este rey fue budista
consumado, y las personas que trabajan profundamente y conectan con su interior,
finalmente les mueve una compasión por compartir los meritos conseguidos, para que todos
los seres puedan encontrar la paz y serenidad. Es con este sentimiento que este rey envió
eruditos emisarios a diferentes países, y con ello se extendió el Budismo por Birmania,
China, Nepal, Tibet, Camboya, etc... Y también es gracias a ello que no se perdieron estas
sabias enseñanzas, pues 300 años después de Ashoka, o sea en el año cero de nuestra era, en
la India una serie de circunstancias provocó que el budismo desapareciera, y fue en estos
países donde se conservo. Se dice que en Birmania se conservo en toda su pureza, aunque
también hay ordenes monásticas del Tibet que se atribuyen esta conservación integra de las
enseñanzas de Budha. En realidad es lo mismo, lo importante es que no se perdió en la
noche de los tiempos como tantas otras tradiciones y sabidurías místicas.

Sobre Budismo, se han escrito cantidades de libros y con la invasión del Tibet por
los chinos, se ha provocado su expansión por todo el mundo. Pero no hace falta mucha
teoría para practicar el arte del despertar, ya que las enseñanzas del Budha fueron concretas
y sencillas. Lo primero que descubrió es el seguir “el camino del medio” sin dejarse llevar
por los extremos. Y lo segundo que nos dejó fue el óctuple sendero. Reconoció que en el
extremo del ascetismo y la mortificación del cuerpo no conseguiría la total liberación, ni
por supuesto tampoco dejándose llevar por la gula y por el deseo. Se cuenta que estando
Siddhârta Gautama en la orilla de un río pasó una canoa en la que se desplazaban un
maestro de Shitar (instrumento de cuerda), y su alumno. El maestro enseñaba como afinar
el instrumento, y le decía “para que el Shitar tenga el sonido justo, la cuerda no debe de
estar, ni excesivamente floja pues no haría nada, ni excesivamente tensa porque se
rompería.” Para El Budha, estas palabras que escucho, aunque no fueran dirigidas a él,
fueron reveladoras. Decidió que el camino correcto era el camino del medio. Así pues
abandonó el ascetismo extremo y continuo su búsqueda por otros medios. Cuando
finalmente alcanzó la liberación total, aun teniendo ya todo conseguido para él, le inundó
una profunda compasión y permaneció hasta los 74 años compartiendo y enseñando, lo que
llamo el Noble Sendero Octuple, y cuyos pasos son los siguientes:

Entrenamiento en la sabiduría.
Paso 1. Recta Visión.
Paso 2. Recta intención.

Entrenamiento en ética.
Paso 3. Recta Palabra.
Paso 4. Recta Acción.
Paso 5. Recto Vivir.

Entrenamiento en Meditación.
Paso 6. Recto Esfuerzo.
Paso 7. Recta Atención.
Paso 8. Recta Concentración.

Aunque hay una relación numérica y ascendente, la intención del Budha era que
fuesen enseñadas como un círculo o como una rueda de ocho radios, así con el constante
girar se va pasando y se van desarrollando los tres valores esenciales del budismo,
sabiduría, ética y conciencia meditativa.

Una de las principales bases de la meditación budista, se la transmita Sayagyi U Ba


Khin a su discípulo S.N. Goenka en un sencillo y a la vez completo consejo: “El mejor
amigo del hombre es… su nariz.” La respiración consciente, el fijarse al inhalar y exhalar el
aire, el ponerse a tono con los ritmos del cuerpo, es una gran técnica para alcanzar la paz
interior. Así una vez conseguida la concentración, la mente queda en calma y
permaneciendo en nuestro cuerpo, sin apego ni rechazo de cualquier sensación que surja,
nuestro Ser verdadero se revela. Posiblemente sea en este momento cuando los místicos de
todas las tradiciones reconocen a lo Divino en su interior y comprenden: “Yo soy eso”, el
Ser.

A pesar de la evidente relación entre el yoga y las escrituras sagradas, no es


necesario tener creencia alguna para su práctica. Lo ideal es practicar y experimentar por
uno mismo, ya que una de las máximas establecidas es: “no te creas nada porque alguien lo
diga, ni las palabras del Guru más venerado. Cree solamente lo que tú experimentes”.
Uno de los Sutras de Patanjali, que es esencial cuando queremos profundizar en el
yoga, es el I.12 y dice así: Abhyâsa vairâgyâbhyâm tan nirodhah. Mediante la práctica
constante y con el desapego, surge el cese de la identificación con las fluctuaciones de la
consciencia.

Es mediante la práctica, y no de otra forma como finalmente se adquiere una


experiencia. Y cuando se ha adquirido experiencia surgen ciertas cualidades, que debemos
dejar pasar mediante el desapego. Esto que dicho de esta manera puede parecer poca cosa,
es importantísimo ya que el Ego espiritual es el más peligroso que pueda existir y difícil de
soltar una vez que nos ha agarrado. Así pues mediante la práctica constante obtendremos
unos resultados, y mediante el desapego a estos, cesarán las fluctuaciones de la consciencia
y nuestro centro se nos revelará. Y al igual que los místicos de los que hablábamos antes
también entenderemos que “Yo soy eso”, el Ser profundo y verdadero, de consciencia
cristalina, energía universal y amor incondicional.

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