La Mujer en El Teatro de Garcia Lorca
La Mujer en El Teatro de Garcia Lorca
La Mujer en El Teatro de Garcia Lorca
La literatura es una forma de expresión del arte que manifiesta el entorno en que vive y narra su
autor – ya sea novela, teatro o poesía-.
Durante el transcurso del tiempo se ha narrado sobre la mujer y su mundo. A lo largo de las
diferentes etapas de la Literatura Española se han ido originando diversos tipos de mujer inserta
en distintos marcos sociales, en las distintas creaciones artísticas.
Durante la Edad Media, el hombre vivía entre crueles guerras devastadoras y una rígida
espiritualidad, pero también cantaba y alababa a un arquetipo de mujer ideal. Pura, modesta,
prudente, pero dentro de la sociedad medieval, existía otro tipo de mujer, por ejemplo: Celestina
o Bruja como la que sustenta el Arcipreste de Hita en su “Libro de buen amor”. Más allá del tipo de
mujer, ésta era un ser ignorado que sólo servía como objeto de padres o maridos.
A fines de la Edad Media, por ejemplo, en “La Celestina” se aprecia cómo Calixto venció el honor
de se amada Melibea. En la obra se conjugan los elementos que caracterizan a la sociedad de esa
época y los distintos tipos de mujer que la poblaban.
La Revolución Francesa y su influencia por toda Europa en el siglo XIX, período en que la mujer ha
salido a la calle y ha comenzado a luchar junto al hombre por su propia libertad.
Avanzando otro poco en el tiempo y llegando a la época contemporánea, nuestro siglo se presenta
con crisis de distintas índoles, se refiere a una mujer que se ha incorporado al trabajo y el viejo
concepto de la moral se quiebra mientras que el hombre contemporáneo tiene clara conciencia de
que la mujer puede salir al mundo, vivir, trabajar y crear ese mundo junto a él.
Las antiguas represiones, la vieja concepción del honor y la castidad femenina son exactamente
representadas y criticadas en la obra de Federico García Lorca.
La mujer lorquiana está capturada, encerrada por limitaciones ancestrales pero lucha por superar
esta situación que la asfixia y desborda. Va a luchar contra la sociedad y también contra ella misma
para lograr su libertad en cuerpo y alma.
Se llega a la vida para algo, para cumplir un destino. Todo lo que vive tiene su razón de ser, este
profundo propósito es la voluntad de Dios para con todos los mortales que habitan esta tierra. El
destino debe ser acatado plenamente, su marcha no debe ser desviada, el designio de las cosas
humanas debe ser cumplido, ya sea éste bueno o malo. Aquel que quiebre su destino muere en
vida, marcado por un dolor trágico que no lo puede salvar la vida y la muerte no lo purifica. Se
podría decir que es el fuerte impulso de los personajes de García Lorca cuando desafían
impetuosamente ese destino. Estas criaturas viven para vivir, pero siempre sobre ellas sienten la
amenaza de la muerte. García Lorca tiene la capacidad de plasmar en la escena del drama, de
mostrarlo descarnado y sangrante sobre el escenario reflejando el espíritu español, su tradición,
su raza.
Nadie como García Lorca ha mostrado con más verismo la vida de muchas mujeres que han
protagonizado una silente tragedia de deseos, de ilusiones y esperanzas reprimidas o ahogadas
por la tiranía de distintos seres. La mujeres siempre han protagonizado los dramas del teatro
lorquiano, desde “Mariana Pineda”, hasta “La casa de Bernarda Alba”, en la que no aparece
ningún hombre.
Lorca pone en escena el drama romántico de “Mariana Pineda”, el drama “Doña Rosita, la
soltera”, clasificada por su autor como “el drama de la cursilería española”, una farsa “La zapatera
prodigiosa” y también tres tragedias: “Bodas de sangre”, “Yerma”, y “La casa de Bernarda Alba”,
en estas tres últimas, lo hechos se instalan en espacios campesinos, rurales de Andalucía. Estos
espacios están sometidos a la antigua moral donde las efervescencias de las pasiones individuales
confrontan impetuosamente con las convenciones sociales.
“MARIANA PINEDA”
“Mariana Pineda” fue escrita en 1927, en pleno régimen militar de Primo Rivera, en escena se
representa la figura de una noble dama granadina que es ajusticiada a los veintisiete años por
verse implicada en una conspiración contra Fernando VII. Esta obra es un aporte más de la
tradición ibérica de Lorca, ya que la historia está tomada de un hecho real histórico acaecido en
1831. Mariana es culpada de bordar la bandera de los liberales del partido al que pertenecía su
amante, don Pedro, y es llevada a prisión, donde la condenan a muerte. Ella espera que su amado
venga a salvarla, pero él ya se encuentra lejos; está sola, desamparada en su cuarto de reclusión,
ella espera la salvación, espera sabiendo que la vida ya no le pertenece porque se la ha entregado
a aquel que la abandonó cobardemente, ella espera aunque en el fondo sabe que la vendrán a
buscar para llevarla al cadalso donde morirá, sin consuelo, sin esperanza; sabe que por más que la
maten, ya murió antes, fiel a su amor y a causa del desengaño que ya la ha llevado a ella y a su
frustración amorosa hacia la muerte.
En “Mariana Pineda”, el autor relaciona temas como: amor – libertad- muerte, haciendo de éstos
una unidad temática, es una especie de anticipo, este es el destino que correrán las protagonistas
de todas sus obras.
“BODAS DE SANGRE”
Fue estrenada el 8 de marzo de 1933. Esta obra nace de una noticia periodística que Lorca se
encarga de reelaborar. Entre el hecho policial y la obra existe una enorme distancia, pero el tema
le sirve al autor para llevar a escena una obra que se alimente de la realidad.
Los personajes esenciales son la Madre y la Novia, cada una sustenta un tema. En la Madre, la
lucha se deposita entre el deseo de prolongación de la estirpe e el sino trágico de la muerte
violenta. En la Novia, el conflicto se centra en la carga de la pasión y el sexo.
Tierra, Vida, Muerte se conjugan, porque si bien la tierra ofrece Vida también es la depositaria de
los inertes cadáveres.
La Madre tiene el temple del hombre agrario, es ella la que se encarga de la ceremonia de la
petición de la Novia. Hacia el final muestra la imagen desoladora, está destruida y abandonada,
pero mantiene la serenidad de lo ya no tiene solución. La realidad que le queda es la de los
cuchillos ensangrentados. Lo único que le queda por hacer es bendecir lo trigos, porque sus hijos
“están debajo de ellos”.
La Novia y Leonardo soportan el peso de la pasión, son símbolos de la potencia de la carne. Están
unidos, quieren huir del destino, pero no pueden,
La Mujer de Leonardo presiente los hechos que están próximos como ser pasivo y llora desde el
comienzo por las acciones de su marido, quiere controlar la situación enfrentándose a él aunque
sabe que tampoco podrá luchar contra el destino: “No sé lo que pasa. Pero pienso y no quiero
pensar. Una cosa sé. Yo ya estoy despachada. Pero tengo un hijo. Y otro que viene. Vamos
andando. El mismo sino tuvo mi madre. Pero de aquí no me muevo”. (Acto II). También es la que
descubre la huida de los amantes gracias a su permanente vigilancia: “¡Han huido! Ella y Leonardo.
En el caballo. ¡Iban abrazados, como una exhalación! (Acto II)
La criada es experimentada, vieja y astuta, como lo muestra toda la literatura española. Tiene una
visión sencilla y natural de la situación. Es la interlocutora más íntima de la Novia. Con ella, la
muchacha descubre la otra cara de la personalidad.
“Bodas de sangre” no es sólo una tragedia andaluza sino que encarna la tragedia misma.
“YERMA”
Esta obra toma la desventura de una mujer que limita todo su valor como persona en la
maternidad, sin embargo, no puede tener hijos.
El anhelo maternal de Yerma es tan profundo, tan real que sus relaciones maritales no tienen otro
propósito. Juan, su esposo, es un hombre lánguido, hosco, trabajador, a él la llegada de un hijo lo
tiene sin cuidado si los hijos llegan está bien y si no el campo, la intranquilidad por el agua y el
ganado ocupan su pensamiento por completo. Yerma tiene en su pecho clavada esa pena y la vieja
pagana se encarga de aguzarla aún más con toda malicia, pero Yerma es limpia, no desea caer en
bajos instintos, ella desea un hijo, que debe llegar por el camino de Dios, debe llegar a través de su
esposo. Entonces se presenta una lucha, al comienzo silenciosa, luego violenta y finalmente
trágica ente marido y mujer.
El vehemente deseo de dar a luz encuentra un obstáculo en la insensibilidad del marido: “Cada
noche, cuando me acuesto, encuentro mi cama más nueva, más reluciente, como si estuviera
recién traída de la ciudad” (Acto III).
Por un instante la vida de Yerma parece convertirse en un aliento de gozo que la invita a vivir,
cuando aparece Víctor, el pastor que la había hecho estremecer cuan ella aún era una muchacha y
la había tomado entre sus brazos, pero Víctor se marcha en busca de otros lugares y la deja con
esa sed de agua que el agua no puede calmar. Entonces la lucha con la muerte se aviva como el
fuego, y además siente la humillación de los celos del marido. Ya la vida de Yerma es un
abrumador morir.
Todo el tercer acto tiene una atmósfera abrasadora, áspera, violenta, como si apareciera en
escena la simiente fertilizante privativa del instinto. Yerma se contempla a sí misma por dentro.
Esta contemplación interna culmina cuando ahoga a su marido con sus propias manos. Aquí existe
un tema íntimo entre el tema de Narciso y el de la esterilidad. Narciso vive enamorado de su
propia persona, no puede perpetuarse, es estéril, muere prisionero en su propia pasión. Yerma se
mira en el hijo que no llega que en realidad es como mirarse en sí misma. Sueña con que no siente
latir en sus entrañas. Al matar a su esposo malogra para siempre el sueño de ser madre y
trascender.
Yerma está sola con su pena, porque su procedencia no es individual sino universal.
Margarita Xirgu estrena el 8 de marzo de 1945, en el Teatro Avenida de Buenos Aires la última
obra de Federico García Lorca, “La casa de Bernarda Alba”, a la que había titulado “Drama de
mujeres de los pueblos de España”. El drama es el de siempre: el fluir de la vida como un reguero
de pólvora pero sofocada por el no vivir libremente. El argumento es más bien lo que no pasa y
mucho menos lo que pasa afuera de la casa. La obra va a tratar el conflicto del individuo y la
sociedad.
La obra expone a una mujer, una madre autoritaria, dictatorial, cruel, miserable. La madre impone
el luto atroz que durará ocho años y también con él el encierro para todas sus integrantes. La casa
permanecerá cerrada como había ocurrido en la casa de su padre y de su abuelo. En realidad lo
que construye Bernarda es una fortaleza de odio y represión. El odio fermentado por ella, entre las
cuatro paredes se extiende hacia sus hijas, que se celan enfermizamente. Serán años oscuros y
silenciosos. Los colores que existirán serán el negro y el blanco. Las única tonalidades que
aparecen en la obra están en el abanico que le alcanza Adela a su madre pero que rechaza porque
no es congruente con la situación que viven.
El comienzo de la obra no adelanta nada sino que a través de los diálogos de La Poncia muestra la
personalidad de Bernarda, marcan la represión a la que están sujetas estas mujeres. El diálogo
entre La Poncia y la Criada presenta la exposición necesaria, expresa el sentido que va a perdurar a
lo largo de toda la obra. Poco a poco las palabras se van cargando de sentido. Cuando aparece en
escena esta mujer despótica, el espectador ya ha empezado a odiarla. Ya al decir su primera
palabra espanta: “Silencio”.
La hija mayor del primer matrimonio de Bernarda, Angustias, será quien herede, y que además
está por casarse con Pepe, el romano, que sólo aparece leudando la contenida tragedia de la
castidad oprimida. Pero en realidad con quien mantiene relaciones íntimas es con Adela, la hija
menor, y la que menos soporta ese vivir tiranizado, su corazón golpea en su pecho como el
garañón las paredes, su sed es cada vez mayor; ella misma dice: “Voy a beber agua”, y “Me
despertó la sed”. En realidad todas se ahogan en esa sed contenida, en ese deseo reprimido, el
agua dentro de este contexto es simbólico, logra un lenguaje poético. En el segundo acto, Martirio
quiere que llegue: “que llegue noviembre, los días de lluvia, la escarcha, todo lo que no sea este
verano interminable”; cuando Adela se levanta de la mesa para beber agua, después que el
garañón comienza con los golpes contra la pared pero Bernarda la hace sentar y manda a una
criada a traer “un jarro de agua fresca”, La Poncia le dice a Bernarda: “Cuando una no puede con el
mar lo más fácil es volver las espaldas para no verlo” luego dirá que: “hay una tormenta en cada
cuarto”.
Martirio, la hermana más fea también está enamorada de Pepe el romano, ella es quien tratará de
impedir la huida de Adela con su amante, en una violentísima escena de celos, acuden Bernarda y
sus hijas, entre ellas Angustias, la novia engañada. La madre fuera de sí por la ira dispara contra el
novio, no acierta con el disparo, pero Martirio se encarga de decir lo contrario, Adela escapa a
tanta locura desbordada y se ahorca en su habitación. Como siempre Bernarda anticipándose y
fuera de los sentimientos básicos, sólo cuida por guardar la apariencia de la honra, impone silencio
frente al llanto de sus hijas y ordena: “Ella,, la hija de Bernarda Alba, ha muerto virgen”. Esa orden
es una gran mentira que nadie creerá. Ahora ella y su casa andarán “en lenguas”, pero está
dispuesta a darle la espalda, a engañarse a sí misma, aunque no pueda engañar a los demás. La
ceguera de Bernarda es la que más impresiona, pero ninguna podrá escapar a las consecuencias
de esta hipocresía, porque en el fondo todas son culpables de la tragedia que llevó a la ruina a la
casa, por eso el título nombra la casa.
Existen personajes secundarios como María Josefa, la madre de Bernarda, una anciana
obsesionada por un deseo sexual: “Bernarda, yo quiero un varón para casarme y para tener
alegría”, La Criada y sobre todo La Poncia, hija de una mujer pública, recogida en la casa de
Bernarda, a quien odia y a la que le anuncia la tragedia que se aproxima y a la que la despiadada
madre hace oídos sordos. Con este personaje se puede trazar un paralelo entre la Criada de
“Bodas de sangre” y el Ama de “Doña Rosita, la soltera”.
Bernarda y Adela no son las únicas que entran en conflicto. También Angustias y Martirio juegan
un rol fundamental. Angustias sustentando el principio de autoridad, sujeta a Adela diciendo: “De
aquí no sales con tu cuerpo en triunfo. ¡Ladrona! ¡Deshonra de nuestra casa!”, pero el principio de
libertad impera ahora también en Martirio y no sólo en Adela. El universo natural de Bernarda se
hunde. Adela desde su conciencia expresa la fatalidad del destino que se cierne sobre ellas y dice:
“Nadie podrá evitar que suceda lo que tenga quesuceder”.
La obra comienza y termina de la misma manera, con el luto impuesto. Empieza y termina en
silencio, con la muerte.
Morir no es sólo dejar de vivir, morir es también, todo aquello que limita la realización esencial del
ser. Esto es lo que sucede en “Doña Rosita, la soltera”, obra estrenada en Madrid, el 13 diciembre
de 1935 por la compañía de Margarita Xirgu.
En esta obra es fundamental la acción inalterable del tiempo que, con su alcance corroe la ropa,
los colores, la realidad, las apariencias, el cuerpo y el alma de los personajes, la más afectada, en
este caso es Rosita. La acción se desarrolla en una época de fin de siglo y comienzos del
novecientos. Se puede decir que en la obra existe un personaje mudo: “el tiempo” . El tiempo
cronológico del drama comienza en 1890, sigue en 1900 y acaba en 1910, han pasado veinticinco
años desde el principio.
Rosita es una muchacha de veinte años, huérfana, que vive con sus tíos, que vive con una única
ilusión que languidece de a poco.
En la primera época, Rosita es joven, alegre, vive con el ímpetu que le otorga la juventud,
enamorada de su novio hasta que debe separarse de él, que marcha hacia Tucumán a la hacienda
de sus padres. Rosita queda sola, esperando al que nunca volverá. Aquí empieza el drama. Al
comienzo su dolor es agudo pero va evolucionando en la protagonista hasta que se torna penoso.
Esa urgencia que le marcaba la vida se va perdiendo. Su vida empieza a deshojarse
inevitablemente, comienza el no vivir y toda la acción dramática gira en torno de Rosita.
Quince años después, sigue su desgraciada e inútil espera, mientras la vida sigue su curso. El
tiempo pasa, todo cambia sin piedad, la plaza, el paseo, la ciudad, los amigos, pero ella sigue
introducida en la trampa de una inútil juventud ya agotada. Las cartas con su novio van y vienen
improductivamente. Ya es una muchacha madura. Cuando de repente, en este preciso momento
en la vida de Rosita comienza a fluir nuevamente la esperanza, el novio le anuncia que se casará
por poder. Pero volverá a soñar en vano. El sufrimiento se agudizará aún más.
En la tercera época, ya pasaron diez años más, ya nada tiene remedio. Su novio la engañó en
tierras lejanas casándose con una mujer de buena posición. Rosita en un momento siente todo el
peso de su vivir estéril, el envejecer callando, cuando el hijo de una amiga se despide llamándola
“Doña Rosita”. Sin embargo, Doña Rosita sigue manteniendo la fachada de una absurda ilusión. A
todo esto se le suman la muerte del Tío, la ruina económica y además deben marcharse de la casa.
A lo largo de los veinticinco años, entre las cuatro paredes de la casa, Doña Rosita fue testigo de su
propia muerte, vivió el fin de su alegría y perdió el goce de vivir. Será una de las tantas mujeres
que no han conocido el amor, ya no tendrá un lugar definido en la sociedad ni en la familia. Las
mujeres en esa época no se las capacitaba para el trabajo fuera de la casa y no les quedaba otro
remedio que convertirse en religiosas o vivir bajo el amparo de algún familiar caritativo.
Los otros personajes giran en torno del accionar de Rosita, en ningún momento toman decisiones
que modifiquen alguna situación.
La Criada es la figura realista. Responde a la tradición del criado confiable, lleno de sabiduría
popular. Es la fiel servidora que acompaña a sus amos en los buenos y malos momentos. Es
supersticiosa y siempre tiene algunas palabras para apartar el mal.
Las de Ayola pertenecen a una clase social en ascenso, con escaso roce social, visten
pomposamente haciendo alarde de su riqueza pero con muy poco gusto.
El título “Doña Rosita, la soltera o el lenguaje de las flores” manifiesta el destino de la protagonista
y justifica el desarrollo de los tres actos. Durante el transcurso de la obra se va señalando cómo la
juventud de la muchacha se va marchitando poco a poco, aquí se puede afirmar que existe un
paralelo con el jardín que cuida del Tío. Los sentimientos de la joven brota entre las flores, su vida
se puede comparar con la “rosa mutabilis”, que dura tan sólo un día y cambia de color con el paso
de las horas, desde que abre hasta que se deshoja. La vida de Rosita como la rosa se extingue. En
el Acto III, cuando se produce el desastre económico de la familia contemporáneamente en la
protagonista expira definitivamente la esperanza y el jardín desaparece totalmente abandonado.
La soledad y el vació de su vida son producto del paso del tiempo. La pérdida de la esperanza y la
frustración han germinado en su alma. Con estas palabras Rosita sintetiza todo su sentir: “Todo
está acabado…y sin embargo, con toda la ilusión perdida, me acuesto, y me levanto con el más
terrible de los sentimientos, que es el sentimiento de tener la esperanza muerta”.
LA ZAPATERA PRODIGIOSA
La Señora Zapatera es una muchacha de dieciocho años, tiene el cabello rubio y los ojos negros,
“que hay que ver el mérito que esto tiene”, dice ella misma (Acto I), está casada con el Señor
Zapatero de cincuenta y tres años y con “mil arrugas”, quizá se quieren, pero no llegan a
entenderse, ella es una muchacha presumida y le hace notar a su esposo su belleza y juventud, le
nombra constantemente los pretendientes que ha tenido y lo hace con excesiva fantasía,
“Emiliano, que venía montado en un jaca negra, llena de borlas y espejitos, con una varilla de
mimbre en su mano y las espuelas de cobre reluciente” (Acto I), con todos presume, se envanece;
canta, protesta, ríe y llora al mismo tiempo, es su juventud a flor de piel. El matrimonio se
transforma en la comidilla del pueblo.
El Zapatero es un hombre tranquilo, que no soporta más de tres meses cerca de su explosiva
esposa. Se Siente sin vigor para estar junto a ella, entonces decide irse por otros caminos y se va
de la casa. La Zapatera queda sola, y decide abrir una taberna a la que acuden todos los mozos y
no tan mozos a cortejarla, aumentando de esta manera las habladurías del lugar, pero no pasará
nada, sigue fiel a su esposo, en el Acto II dice: “Decente fui decente seré. Me comprometí con mi
marido. Pues hasta la muerte”.
La ausencia del Zapatero ha llevado a la muchacha a idealizar la figura del viejo marido. Lo lleva al
punto de su fantasía y ya no es para ella el anciano zapatero sino el galán de sus sueños. “Cuando
lo veía venir en su jaca blanca… Venía con su traje negro entallado, corbata roja de seda buenísima
y cuatro anillos de oro que relumbran como cuatro soles. La cola del caballo era blanca y larga que
llegaba al agua del arroyo” (Acto II). La Zapatera vive en su universo de ficción, solamente le
acongoja e irrita lo habitual, en el prólogo se observa: “No se extrañe el público si aparece violenta
o toma actitudes agrias, por que ella lucha siempre, lucha con la realidad que la cerca y lucha con
la fantasía cuando ésta se hace realidad visible”.
A los cuatro meses de su partida el Zapatero regresa cansado de rodar por distinto lugares, vuelve
disfrazado de titiritero para explorar la fidelidad de su esposa, ella desesperada le explica a su
modo su sufrimiento, pondera las virtudes de su Zapatero: “A pesar de sus cincuenta y tanta años,
benditísimos cincuenta años. Me resulta más juncal y torerillo que todos los hombres del mundo”
(Acto II), el esposo al comprobar la fidelidad de su esposa se quita el disfraz y todo vuelve al
comienzo.
CONCLUSIÓN
García Lorca condensa todo el sentir de la vida de la mujer en sus impulsos, sus sueños y sus
luchas. Son temas arraigados en las fibras más íntimas del alma femenina. El tiempo y la muerte
son inseparables presencias que también la inquietan. Estas mujeres pertenecen a la clase
campesina o a la clase media, es labradora o vive sin lujos, sin jactarse de nada, o es mujer que
vive holgadamente, pero con modestia y austeridad. No hay mujeres de la aristocracia excepto la
figura histórica de Mariana Pineda, las demás mujeres están dedicadas a su hogar e hijos. Todas
aparecen como grandes figuras, se desviven con vehemencia, sujetas por la severa educación
católica; viven calladas, soportando estoicamente las normas impuestas, pero a su vez con una
carga violenta, capaz de anegar la tierra con su fuerza cuando se trata de defender a su hijo, a su
amor o la libertad que desean, tanto es así que desafían hasta la propia muerte.
Todas las figuras femeninas tienen una doble vida, una es la exterior, entregada a lo preceptos
establecidos y la interior en la más lastimosa y cruel lucha de odios y amores enfrentados.
La mujer del teatro de García Lorca no es una mujer heroica por defender causas que tengan que
ver con la patria o disputas que pretendan salvar a la humanidad sino soportar la tiranía a la que
está sujeta en su hogar, donde se la encuentra colmada de conflictos interiores, en una lucha
permanente consigo misma hasta que estalla la tragedia y no tiene otro destino que el de perecer.
La mujer y su vida sucumben unidas una a la otra.
En la trilogía de las tragedias se unen: La pasión, la lacerante vigilia agazapada como un felino
pretendiendo capturar a su presa pero que a su vez clama por su libertad, la venganza que
carcome sus vísceras. En “Bodas de sangre” las pasiones entretejen la trama como un huracán de
sangre.
Los personajes de las tragedias viven en un estado de angustia, la Madre vive obsesionada por el
cuchillo, Leonardo cabalga rumbo a su destrucción abrumado por la insidia de la carne, la Novia
lucha entre el deber y el deseo que la empuja hacia su final.
“La zapatera prodigiosa” muestra la frescura de la juventud y el amor por la vida. El prodigio está
en mantenerse fiel a su esposo.
Cabe hace algunas diferencias entre la Madre de “Bodas de sangre” y Bernarda Alba, ambas
madres implacables. La primera colmada de odios y resentimientos, tiene momentos de
abatimiento en que se duele de los seres queridos que ha perdido, hasta le permite a la Novia que
llore tras la puerta pero Bernarda no deja que el dolor la domine, se mantiene inconmovible, no
soporta en su casa ni el dolor ni la alegría, nada parece conmocionarla.
La mujer también aparece en la obra de García Lorca de manera simbólica es la Luna, la Tierra, la
Tentación y la Muerte. La Mujer está pensada por el poeta como la sangre que impulsa a la vida,
como el aire y el instinto, Leonardo la define de esta manera:
Tanto Yerma, como la Novia de “Bodas de sangre” o Adela en Bernarda Alba son figuras femeninas
que no tienen felicidad ni descanso, las persigue el dolor y la muerte, esto es lo que sustenta la
tensión dramática y trágica en cada obra. En “Doña Rosita, la soltera” la carga envuelve a la
protagonista en un manto de tinieblas. “La Zapatera prodigiosa” mana frescura e inocencia que no
permiten imputarle culpas.
El destino de la Mujer ya está marcado. Así lo indican el encierro y la resignación a la que está
sujeta. Así se expresan la mujeres en la obra de García Lorca con respecto a estos temas:
“Doña Rosita” se resigna al drama de no haber vivido y el Ama lo define de la siguiente manera:
“Pero esto de mi Rosita es lo peor. Es querer y no encontrar el cuerpo; es llorar y no saber por
quién se llora, es suspirar por alguien que uno sabe que no merece lo suspiros. Es una herida
abierta que mana, sin parar, un hilito de sangre y no hay nadie, no hay nadie en el mundo, que
traiga los algodones, las vendas o el precioso terrón de nieve”.
En “Bodas de sangre” la Madre sintetiza el concepto tradicional sobre el destino que corren las
mujeres: “¿Tú sabes lo que es casarse, criatura…..? Un hombre, unos hijos y una pared de dos
varas de ancha para todo lo demás”.
Bernarda desde la cárcel que construyó dice: “Eso tiene ser mujer…Hilo y aguja para las hembras.
Látigo y mula para el varón”.
Estas mujeres viven en un mundo de hombres que acomete constantemente sobre ellas de
manera trágica y devastadora. La fatalidad se cierne sobre ellas, pretenderán escapar,
pretenderán encontrar la libertad de sus cuerpos y almas pero no lo lograrán, quedarán atrapadas
por el destino trágico que las amenazó constantemente.
Prof. en Letras
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