El Acorazado Potemkin y El Hombre de La Cámara
El Acorazado Potemkin y El Hombre de La Cámara
El Acorazado Potemkin y El Hombre de La Cámara
EL ACORAZADO POTEMKIN
Eisenstein logró con la rápida sucesión de unos 170 planos, dotar al filme un ritmo
que no había sido visto nunca antes. Con una potente dosis, la actividad del ritmo
conlleva a una atmósfera de tensión, drama y emotividad. El gran trabajo de la
dirección respecto a la actuación permiten que la secuencia se desenvuelva con
fluidez, además de que permite despertar en el público toda una serie de emociones
y sensaciones. El montaje premia esta secuencia de un valor narrativo y dramático
gigantesco: Eisenstein lleva a cabo su teoría del montaje de atracciones, al provocar
emociones, utilizando la yuxtaposición de planos, es decir, emplea un montaje de
choque; también emplea el montaje intelectual, pues los planos van más allá de
simples conceptos.
Las características del cine soviético se encuentran bien evidenciadas en este filme,
la crudeza del mismo aniquila el “happy end” al que estaba acostumbrado el público,
pues se basa en hechos reales y crudos. La conmoción que causa este film nos
señala esos horribles hechos y busca persuadirnos con su ideología; la cámara es
el medio que permite ese objetivo, la cámara va a donde tiene que ir, a la acción, a
lo fuerte, a lo simbólico y a lo expresivo. En los encuadres predominan las líneas
verticales y diagonales; también se establece una continuidad con las salidas y
entradas de los personajes en cada plano.
El ritmo que mueve este film es un aspecto importante, la duración de cada plano
permite una dinámica en la historia, de modo que los hechos que se narran no
decaigan y puedan relacionarse activamente entre sí, gracias a esto, el ambiente de
tensión y/o emotividad favorecen la influencia de la ideología pro-soviética. Los
intertítulos con diálogo también cuentan con mucho poder persuasivo y reflexivo.
EL HOMBRE DE LA CÁMARA
La propuesta experimental de Dziga Vertov, El Hombre de la Cámara (1929), busca
un lenguaje de cine que pueda ser entendido internacionalmente, alejado de la
influencia del teatro y la literatura; es por ello que este filme carece de un guión, de
actores profesionales y de sets. Sin embargo, este experimento no se aleja tanto de
la literatura como Vertov pensaba, de hecho, el uso de metáforas a lo largo del film
plantea un ejercicio literario. El director lleva a cabo su teoría del cine-ojo a través
de esta película, la cámara filma lo verdadero de la realidad, captando los rincones a
los que el ojo no llega.
A partir de aquí, las siguientes secuencias de este nuevo modelo de documental nos
adentra al mundo real, en donde las metáforas sobre la vida en la ciudad desarrollan
el filme. La ciudad se ve encarnada por una mujer, en la noche duerme plácida pero
llega el amanecer y despierta con los acelerados ritmos de la rutina, es así como la
ciudad se enciende: las empresas apenas van a abrir y el proletariado se alista para
ir a realizar sus labores. Del mismo modo, el hombre de la cámara inicia su labor de
cazador de imágenes. Es así como empieza a desarrollarse la dinámica de la
ciudad, con constantes metáforas que contribuyen a la función narrativa del filme.