SOGAY

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SOGAY

Aquí no hay calles bien delineadas


ni alcázar regio medieval;
son cual chocitas de nacimiento,
pegadas todas sobre el breñal;
y es que vivieron en otros tiempos
sus ancestrales –o los puquinas-
dejando rastros de su cultura-
como celdillas de algún panal…
En azoteas y corredores,
hay maceteros de clavelinas,
o viejos molles en las esquinas,
y madreselvas en el balcón…
Raza soberbia de labradores
la que juntara los arroyuelos
la que elevara hacia la cima
el agua limpia de las cascadas,
para los riegos de sus cosechas
para el sustento, para la sed…
Aquí el cacique Ramón Benites
tuvo en un tiempo regia morada,
y entre alguaciles y mayordomos
a los Oporto, y a los Quenaya
que eran los nobles del gran Sogay…
Por allí pasan las grandes rondas
de aguas captadas al mismo río
las que fecundan grandes haciendas
y multiplican su poderío…1

Sogay es uno de los anexos con una rica tradición prehispánica y de


un extraordinario y grandioso paisaje al pie de la cuesta de Hornillos
con terrazas superpuestas y casas que trepan las colinas (entre
ellas Patalaca y Borracho), a semejanza de un gigantesco
nacimiento; fue el asiento del curaca Ramón Benítez Quenaya
benefactor de la Iglesia (Parroquia) de Quequeña, y tiene como
cerros tutelares al San Pablo, Borracho, Cambraca, Chillaccata,
Ccorotillar y Ccacana. Sogay es una muestra palpable de la mixtura
que puede existir, en cuanto a recursos culturales y naturales, en
estos pueblos de existencia milenaria.
Sogay nace a la vida política al crearse la Villa de Yarabamba, ya
que antes dependía administrativamente del distrito de Quequeña.

Ingreso a Sogay, la ‘alameda’ así llamábamos a este trayecto, donde


había árboles (sauces) en ambos lados de la vía, al construirse el
nuevo ingreso éstos fueron quitados y no repuestos.
A la llegada de los españoles, en documento fechado en 1550,
encontramos que Sogay era un territorio muy importante convertido
en ayllu por la administración quechua o Inca. Y que dependía del
Curacazgo de Pocsi. Importante porque tenía un territorio de cultivo
muy amplio, mucho mayor que el mismo Yarabamba y un gobierno
independiente para su administración. Mientras que en Quequeña y
Yarabamba existía el Curaca Xule para la administración de estos
dos territorios, en Sogay existía Coalita2.

Del mismo modo, a los años 1655 el área cultivada en la zona de


Yarabamba era de 16 fanegadas 2 almudes ¼, (ó 133 topos 3/5 y 144
varas cuadradas). Sogay 33 fanegadas y 1 almud y medio, (ó 275
topos 3/5 y 576 varas cuadradas)3. Otro hecho importante es
también lo que señala el documento fechado el 13 de junio de 1779
(Testamento del Curaca de Sogay)4 en el que Ramón Benites
Quenaya, propietario de 25 topos de tierras en Sogay hace donación
a la Iglesia de Quequeña de 8 topos, de los cuales se beneficiaron
los curacas hasta el 17 de febrero de 1829, fecha en que se dicta un
decreto otorgando posesión de dichas tierras a la Iglesia; los 17
topos restantes beneficiaban a sus parientes. Las rentas de estas
tierras donadas servían para las celebraciones de las misas del año,
la fiesta del Chorpus Christi y su octava.5

Estos ocho topos donados, ubicados naturalmente en el anexo de


Sogay, ya no pertenecen a dicha Iglesia de Quequeña, sino a un
particular y no sabemos con qué documentación se ha hecho estas
transacciones. Sería bueno revisar dicha documentación para
recuperar estos terrenos y con ello hacer respetar la voluntad
expresa de Ramón B. Quenaya, para que dichos terrenos fueran para
lo que él indica en su testamento. Los descendientes de este
benefactor deben emprender una cruzada para este fin, porque
estos bienes no se pueden enajenar, renunciar o ceder los derechos
de los mismos.

Al fondo la colina de Patalaca donde está enclavado


este hermoso Pueblo. Aún se mantiene el uso del arado y la yunta
de bueyes para hacer producir la tierra en Sogay.
Este Tradicional Pueblo está ubicado a 35 kms. de la ciudad de
Arequipa, a una altitud de 2600 msnm (nivel de la plaza del pueblo).
Por la importancia de sus suelos, como área de cultivo, ha sido
ocupado por el ser humano desde épocas pre-incas, como lo indican
los restos en asentamientos aquí ubicados. Su aniversario es el 13
de junio, Resolución dada el 17 de junio de 2012. Como sabemos
Yarabamba fue jurisdicción del distrito de Quequeña hasta que el 25
de enero de 1943, mediante Ley Nº 9799 se eleva a la categoría de
Distrito (y de Villa a su capital Yarabamba). Sogay, por este tiempo
era el anexo más importante, como ya lo dijimos, y con el de mayor
población de este nuevo distrito.

Una de las casas típicas de Sogay, reconstruida siguiendo


patrones arquitectónicos tradicionales.
Es así que su territorio se sumerge en la vastedad del tiempo, en
cuanto a presencia humana.

Monseñor Leonidas Bernedo Málaga, al investigar la Cultura


Churajón, establece que este territorio era dominio, o tuvieron una
marcada influencia, de este gran señorío, por lo que habría que
considerar que los primeros pobladores de este territorio debieron
ser de origen Uro-Puquina. Así lo demuestran los restos que se han
ubicado en los Cerros Qawin, Puentelón, Borracho, San Pablo,
Paralón, etc. cerros que en su declive se encuentra gran cantidad de
cerámica fragmentada y están poblados de terrazas que van de la
base a la cima superponiéndose, y, por encima de los andenes
cultivados, un viejo canal que se aproxima a la altura de “Cerro
Cambraca” en forma paralela a los canales de la Acequia Alta de
Yarabamba y Sogay actuales. ‘Este canal es de piedras pircadas
unidas con argamasa de arcilla, tiene un ancho de dos metros, la
profundidad no se puede determinar por estar colmatado.

La anchura de los andenes, en semicírculo, varían entre 3.50 mts. y


5.50 mts. y el largo circunda a las lomas en sus alrededores, las
pircas de las terrazas aún quedan, alcanzando hasta 1.50 mts’,
señala el investigador Eloy Linares Málaga. 6 Existen también
algunos corrales especiales para el ganado, principalmente en el
Cerro San Pablo.

Una vista de Sogay desde la zona de Cerro Borracho


Monseñor Leonidas Bernedo Málaga, en su obra “La Cultura
Puquina”, al referirse al Sistema de Irrigación de los Puquinas, anota
que los acueductos que regaban las regiones altas de los pueblos de
Quequeña, Sogay y Yarabamba, son similares a lo encontrado en
territorio Churajón, tenían su origen en las profundas gargantas del
rio Sogay, en los sitios denominados Ccacana y Parasocso, canales
que atravesaban las faldas de los cerros rocosos de áspero declive y
terrazas deleznables sostenidas por sólidos terraplenes, como los
que surcan los altos cerros de Ccarahuaya y de Quequeña para
irrigar las andenerías existentes, incluso las de la Apacheta en
Yarabamba.

Tenemos también la presencia de Los Quechuas, aunque estos


llegaron después. Ellos se adueñaron de las antiguas terrazas, las
hicieron suyas y dominaron la etnia aquí situada, por eso se ubican
también fragmentos de cerámica Inca, tanto en Paralón, San Pablo,
Cerro Borracho.

Andenería de las zonas de Patalaca, Cerro Borracho y al fondo


La Banda y Patagache.
El nombre de Sogay tiene un doble significado. Paul Rivet y Bernedo
7

Málaga, cuando tratan la onomástica y la toponimia del Puquina, hoy


un idioma más relacionado con el Aymara, según el lingüista Torero,
indican tanto el sabio francés, como el estudioso Yarabambino, que
su origen es uro-arahuac y significa “testículos”. No se explica las
referencias de este significado al nombre del pueblo, Sogay. Al
mismo tiempo informan que hay étimos que corroboran que este
idioma era hablado en el lugar, como por ejemplo: “kutipa” que en
uro-puquina significa amarillo; “Lipe” que en puquina arahuac
significa carne; “ocola” que en uro arahuac significa casa; o también
“QUI-CHI-NI-UAY” que en uro es PUEBLO EN EL BARRANCO;
“QUEQUEÑA” cuyo significado es lugar pedregoso, sólido, macizo;
etc. estos son nombres de lugares o apellidos de personas que
existen actualmente en la zona; o también las terminaciones de
algunos topónimos como LACA, LAQUE, HUAYA, GUAYA; como
Mutuguaya, Ccarahuaya, Patalaca, entre otros.

Terrenos de cultivo de la zona de La Piedra Grande en Ccarahuaya.


El Prof. Justo Ruelas Quispe en “Centros Arqueológicos con étimos
quechuas, Aymaras y Puquinas” 1982, anota cuando se analizan los
nombres de la provincia de Arequipa señala que Sogay debe
escribirse SOKKAI, que significa sitio o lugar de castigo o también
SUHAY, en quechua tiene como significado “filtración de agua”. Este
último significado muy poco se puede aplicar a Sogay.8

Al observar este anexo, encontramos un sistema de andenerías y


pequeñas parcelas, que generan un microclima especial, propicio
para diversos cultivos. Este sistema de andenerías es de admirar,
dichos andenes han requerido la remoción de millares de metros
cúbicos de tierra, desgarramiento de gigantescas peñolerías, el
quebrantamiento de las rocas para formar bloques, el empleo de
bloques para construir muros, el acarreo de tierras vegetales de
larga distancia y la construcción de los canales para traer el agua.
Por lo que conviene nombrar a este lugar como ‘sitio de castigo’,
porque todo este esfuerzo no ha podido ser sino impuesto por una
minoría vencedora.
SU ANDENERÍA: Para que se formara el hermoso valle que hoy
admiramos, los hombres tuvieron que rellenar, terracear y construir
toda una serie de inmensos muros, algunos de ellos con hasta varios
metros de altura, y otro tanto de base, producto imponente del
‘neolítico andino’ como manifiestan los estudiosos.

Para lograr tierras aptas para el sembrío, hubo necesidad de aplanar


el terreno: Aplanar, un agricultor lo sabe, es limpiar el terreno de las
piedras, permitir que el agua vaya por un curso regular y evitar la
formación de charcos, perjudiciales para la agricultura. Domesticar
el agua significó aprender a conducirla para que regase
adecuadamente las tierras a cultivar, tarea sumamente difícil, si se
considera la topografía de Sogay. No fue cuestión de cavar
simplemente una acequia para que por ella corriese el agua, sino
que la acequia debió estar convenientemente orientada, con una
pendiente graduada para que el agua efectivamente llegase a donde
se requería y en la cantidad adecuada, porque de lo contrario el
agua simplemente hubiese arrasado con todo cultivo.

Terrazas agrícolas de la zona de Paralón, parte de esta andenería no


está en uso por la falta de agua.

Admira comprobar que nuestros ancestros alcanzaron tal progreso


sin atentar contra el ecosistema. Al contrario, se esforzaron por
preservarlo, entendiendo que dependía de él su propia
supervivencia. Con el paso del tiempo no sólo lo transformaron
adecuadamente, sino que lo reprodujeron, ampliando las zonas de
vida. Ésa fue la más alta expresión de este proceso, permitiendo el
desarrollo de la sociedad. La evidencia arqueológica señala que,
todo este territorio fue transformado por obra humana, creándose de
manera artificial estas áreas aptas para el cultivo. Las muestras
más importantes, de esta andenería, las tenemos en Paralón,
Puentelón, Patagache, la Peña, El Huayco, Ccarahuaya, Uzuña y
Patalaca.

Casa típica de Sogay en la que se ha empleado el sillar


en su construcción.
SU ARQUITECTURA: ‘Sogay es quizá el Pueblo más atractivo de la
zona de Yarabamba y el que mejor conserva muestras de una
arquitectura colonial mucho más adecuada a las condiciones
climáticas y ambientales de la zona, pero la modernización está
haciendo estragos y está dando paso a la delirante construcción de
concreto y ladrillo’. Es verdaderamente una pena perder todo el gran
atractivo que presenta este Pueblo lleno de tradición e historia. 9

A través de la historia las ciudades se han construido en formas


compactadas, por razones tales como el ofrecer defensa efectiva o
para reservar tierras destinadas a la agricultura, o a fomentar la
unidad social. Estos tiempos deben de haber estado marcados por
las constantes guerras. Posiblemente éste pudo ser el temor de los
asentamientos Churajón que adoptaron un tipo patrón, construyendo
viviendas aglutinadas con calles estrechas y laberínticas,
protegidas por murallas en sitios elevados y de difícil acceso, como
es el caso de Sogay; aunque aquí no existe, por supuesto, las
mencionadas murallas.

Casas reconstruidas en las primeras décadas del siglo pasado.


Las áreas urbanas compactadas estaban diseñadas apropiadamente
con sus callejuelas estrechas y tortuosas recibiendo el mínimo de
sol, reduciendo el efecto de los vientos tempestuosos, creando
zonas de sombras durante el día que proporcionan microclimas
frescos y confortables y se mantienen calientes durante las frías
noches de las zonas áridas. Se puede apreciar que en los núcleos
urbanos del señorío Churajón, se producían microclimas frescos y
confortables, los edificios que tenían techo, ofrecían sombra y clima
fresco, durante el intenso sol del día, típico de la serranía andina y
reteniendo el calor durante las frías noches. Las callejuelas,
estrechas y laberínticas, bloqueaban la luz solar, creando sombras
relativamente frescas, regulando los vientos fuertes del día y la
noche, dentro del área urbana.
Muchas de estas casas mantenían el color natural del material con
la que estaban construidas, el blanco del sillar. Hace pocos años se
cambió el mismo por el color amarillo.
Sogay también ha seguido este patrón urbano. Se localiza en una
lomada extensa donde habitan familias tradicionales de Arequipa,
con viviendas de sillar acondicionadas, restos históricos y un lecho
de río con amplia vegetación y que en su recorrido va tomando
distintos nombres de acuerdo a los poblados que benefician sus
aguas, así río Sogay, o Yarabamba. El slogan de este pueblo
tradicional, donde el tiempo parece haberse detenido, es “Sogay,
Naturaleza en silencio”10. Ya dijimos que las construcciones de
Sogay se localizan en las dos colinas que podemos visualizar, la
colina de Patalaca y la de Cerro Borracho. Aunque en esta última
solo quedan algunos vestigios de que aquí hubo viviendas.

Este lugar se constituye también como el sitio más bello, tanto por
su configuración cuanto por su ubicación alta y expectante y con
una vista incomparable hacia los recursos naturales con que cuenta
la ciudad de Arequipa.
El rótulo lo indica todo. Aquí, en Sogay aún podemos ver la
presencia dinámica de una cultura milenaria y nos trae también una
esperanza viva de una cultura que puede ser más milenaria aún.
SOGAY Y LA RUTA DEL LONCCO: Sogay es el ícono más importante
de la propuesta turística del distrito de Yarabamba y naturalmente
de la “Ruta del Loncco Arequipeño”; desde hace unos años se ha
propuesto esta ruta cultural, económica, natural e histórica para el
turismo doméstico, nacional y extranjero. Es sorprendente ir por la
RUTA DEL LONCCO actualmente, y más aún por los territorios que
nos ocupa, porque uno puede ver a este personaje típico de la
campiña arequipeña; cosa que ya no se puede ver quizá en algunos
lugares donde supuestamente antes el Loncco pertenecía al paisaje.
En La Ruta del Loncco se conserva esto, pero se conserva vivo. La
Ruta del Loncco, en este caso, no solamente nos trae esa presencia
viva de una cultura milenaria, también nos trae una esperanza viva
de una cultura que puede ser más milenaria aún. Por eso la Ruta del
Loncco, es uno de los patrimonios culturales, económicos, naturales
e históricos de la región que necesita la protección y apoyo de todos
los entes pertinentes. Aquí pues, en Sogay, resalta ese personaje de
la campiña típico agricultor arequipeño, persistente y trabajador,
personaje que nunca se rinde frente a las adversidades, fortalecido
con el alimento espiritual de la paciencia infinita heredada de sus
antepasados.

Construcción mucho más moderna, pero aún conserva


el tradicional empleo del sillar.
Debemos considerar que los nombres y muchos términos que llena
el habla de los arequipeños no son españoles, o son quechuas,
aimaras o puquinas, y el habla de estos pobladores, como en
Yarabamba, es conocida como ‘habla loncca’. Y para referirse a
ellos mismos existe dos términos: "lonccos" y "ccalas". El primer
término (del quechua lonq’o, "cuerpo esférico o redondeado.
También algo que debiendo tener filo no lo tiene o es tosco") es
utilizado despectivamente por los habitantes de la ciudad para
referirse a los pobladores de la campiña que rodea la ciudad de
Arequipa. El segundo término (del quechua ‘qala’, "desnudo, cosa
pelada") es a su vez empleado por la gente del campo para referirse
a los habitantes de la ciudad. Términos que marca la existencia de
identidades internas diferentes entre los arequipeños11.
Calles empedradas, angostas y en pendiente son las características
principales de las vías de Sogay.
En tal sentido, la historia de Arequipa, desde épocas coloniales, ha
sido entre otras cosas una historia de encuentros y desencuentros
entre los prósperos comerciantes españoles, aristócratas,
intelectuales, etc. que se afincaron en la ciudad y los pequeños
minifundistas de la campiña compuestos por mestizos e incluso
españoles pobres que se dedicaban a la agricultura y la ganadería.
Este último grupo, los "lonccos" siempre permanecieron marginados
de la dinámica social de la ciudad. Aun cuando tenían lazos
comerciales con los proveedores locales y en el mercado de la
ciudad. Hacia principios del siglo XX y con el surgimiento de la
corriente del indigenismo se dio una revalorización del personaje del
"loncco" como representante de la identidad regional del
arequipeño12. Los descendientes del idealizado "loncco"
minifundista, son los actuales habitantes de la campiña arequipeña
(los distritos tradicionales de Paucarpata, Sabandía, Characato,
Mollebaya, Quequeña, Yarabamba, Pocsi, Chiguata, Polobaya, Yura,
Tiabaya, Sachaca, Uchumayo y Socabaya).

Prosiguiendo con nuestro tema entre los atractivos apreciables (en


el mismo pueblo), está la Arquitectura de las casas (como ya
dijimos), la mayoría de ellas construidas a principios del siglo
pasado; sus callecitas todas empedradas, sinuosas y en pendiente;
la ‘Tanccana’ o batán y su mano de piedra donde la gente del
pueblo, antiguamente molía los granos de maíz, trigo, cebada y el
famoso maíz germinado (guiñapo), para la no menos famosa ‘chicha’.
Y ya en los alrededores, también están los Petroglifos ubicados
camino al viejo molino, los restos de las bóvedas y las piedras de
molienda de este molino colonial, denominado “Molino Rodríguez”; la
andenería del lugar, que muchos la comparan como un pequeño
anfiteatro parecido al Colca, pero en menor escala (apreciación
hecha por el insigne científico Augusto Cardich), y, por último, las
Cascadas ubicadas en la cañada de Cambraca.
LA IGLESIA DE SOGAY.

Plaza de Sogay con sus palmeras y pinos de muchos años, hoy


remodelada conservando su primigenio diseño.

Al producirse la invasión española al Imperio Incaico, el territorio y


su población que encontraron, fueron repartidos y encomendados a
los conquistadores; ya hemos reseñado lo ocurrido aquí en
Yarabamba; debemos decir también que la religión traída por ellos,
fue difundida por los miembros de las Órdenes religiosas, por lo que
los frayles de la Orden Franciscana tuvieron a su cargo la
evangelización y adoctrinamiento de los naturales en territorio del
curacazgo de Pocsi y por supuesto del valle de Yarabamba desde
154013, ya que formó parte de este Curacazgo, ello explica la gran
difusión que tuvo la devoción a San Francisco y, en especial, a San
Antonio de Padua, patrono de Sogay, aún hoy en día esta devoción
está muy arraigada en todo el distrito de Yarabamba14.

Al realizarse la visita Toledana fueron ratificados por el Visitador


Juan Maldonado, quien estableció la Doctrina de San Antonio de
Padua en el pueblo de Pocsi; y al crearse el Obispado de Arequipa
en la primera década del siglo XVII, los franciscanos fueron
retirados de Pocsi y reemplazados por sacerdotes seculares. A
mediados del S XVIII se crea la parroquia de Mollebaya, la misma
que tenía como vice-parroquias a Pocsi y Quequeña, de esta última
dependían los pueblos de Yarabamba y Sogay.

Plaza principal de Sogay remodelada recientemente.


Es por eso que debemos considerar que en todo este valle de
Yarabamba se levantaron pequeños templos o en su defecto
oratorios o capillas dentro de las viviendas (como se ve aún hoy en
la hacienda Grande de San José en el Cerro). Ya a mediados del s.
XVIII se tiene la construcción de la capilla de lo que actualmente es
la Iglesia o templo de Quequeña, es posible que por esta fecha haya
empezado la construcción de la capilla o templo en Sogay también.
Digo es posible, ya que fueron los dos ayllus más importantes, de
este sector con que contaba el Curacazgo de Pocsi y que
encontraron los españoles cuando empezaron a poblar este valle del
río Sogay. La falta de documentación nos impide establecer la
fecha, el constructor o maestro alarife, donantes y benefactores de
estas capillas.

Ingreso a la plaza de Sogay


Los distintos movimientos sísmicos y la falta de mantenimiento de
estos templos hicieron que colapsaran siendo reconstruidos con
donaciones, tanto de los feligreses como de personas que dejaron
como herencia bienes y dinero en efectivo. El caso más importante
tenemos, para el templo de Quequeña y para la misma Curia, los
ocho topos de terreno donados por Ramón Benites Quenaya, el
último Curaca de Sogay, en 1779.
Era tal la importancia de esta iglesia de Sogay, que en algún
momento el párroco de Pocsi, don Juan de Dios Tamayo, encargado
también del santuario de la Virgen de Chapi, decidió el traslado de la
imagen de la Santísima Virgen al pueblo de Sogay, donde podría
atender con mayor solicitud todos los actos de culto que tal
devoción merecía. Esto a raíz de los acontecimientos milagrosos
que con el correr de los años congregó a verdaderas multitudes de
devotos y, en muchas ocasiones, el espíritu que animaba era
desvirtuado por costumbres poco cristianas, esto motivó la queja de
los lugareños y por ello se decidió tal traslado, que finalmente no se
dio; como reza en la “Historia de la Santísima Virgen de Chapi” 15.

El actual templo es una de las últimas reconstrucciones que ha


tenido, gracias al apoyo de mano de obra de los pobladores y
donaciones de agricultores y ganaderos del lugar; tiene como
característica una arquitectura de estilo republicano. Esta
reconstrucción data de las primeras décadas del siglo pasado (la
fecha precisa 1922), el material de construcción utilizado es el
sillar, cemento, cal y canto. Cuenta con un techo abovedado o
semicircular de calamina; el piso es de baldosa ajedrezada, con una
sola nave; al interior de la iglesia se puede apreciar las imágenes de
la Virgen de la Dolorosa, Virgen de Fátima, Virgen de la Inmaculada
Concepción y San Isidro Labrador en diferentes hornacinas, cual
altares laterales. En la parte central del altar mayor, de arquitectura
neoclásica, podemos encontrar en hornacinas no tan grandes, a la
Virgen de la Purísima y a los lados a San Martin de Porres y Santa
Rosa de Lima (estos dos santos peruanos entronizados en los
últimos años, 2012-2013) y en la parte superior, como presidiendo,
se ubica San Antonio de Padua, patrón principal de Sogay. En la
fachada de la torre podemos apreciar el nicho donde descansan los
restos de Celedonio Polanco, personaje que, junto a Facundo
Rodríguez Cruz, contribuyó económicamente para la reconstrucción
del templo y principalmente a la construcción del campanario, esto
en el año 1928.
Molino Rodríguez Sogay.

MOLINO COLONIAL: El molino del lugar tiene la clásica bóveda de


medio punto fue construido en base a sillar, aún quedan los canales
internos y la rueda giratoria. La bóveda tiene una altura de 1.70
mts., una profundidad de 6 metros y un ancho en la boca de 3
metros. Por la parte exterior hay una habitación de 4.50 m. por 3.50
m y dos ruedas de granito, fechadas en 1820, de 1.50 m. de diámetro
y 0.24 de espesor con una boca de 0,23 y 0.55 m. cada una. Ambas
ruedas de piedra se sientan sobre gruesos troncos de madera, se ve
en estas ruedas los engastes entre ruedas y el clásico rayado para
la molienda de granos. El molino de Sogay, que pudo edificarse
hacia 1788, es tan bello como el de Sabandía, según los entendidos.
Rueda de granito utilizada en el molino. La datación es del año1820

LOS PETROGLIFOS: Sogay es uno de los anexos que tiene un


extraordinario potencial para presentar a sus visitantes. Adentrarse
en Sogay, significa disfrutar de la experiencia única que combina lo
tradicional y lo natural, como ya lo anticipamos, que le da un toque
especial al pueblo. Evidentemente para disfrutar está también: su
paisaje, la distribución de las chacras, que se prestan para un
inolvidable recorrido por sus verdes sembríos (propicio para un
agroturismo) y zonas con presencia milenaria del ser humano que
han dejado muestras de su exquisito arte en grandes moles de
piedra (lo existente pertenece a la segunda modalidad, con
referencia al arte rupestre propuesto por los investigadores entre
los que se destacan: Eloy Linares Málaga y Hostnig Rainer). La
propuesta de estos insignes investigadores, respecto al arte
referido, es que existen muestras de Pictografías, Petroglifos,
Geoglifos y arte Mobiliar con tradición rupestre. Los visitantes que
llegan a Sogay, recorren su territorio, pero no tienen oportunidad de
ir a las zonas de los petroglifos. Esto porque se desconoce o en su
defecto, no se ha promovido debidamente la existencia de tales
testimonios.
La presencia de Petroglifos en América, nos dicen los especialistas,
es paralela a la aparición de épocas agroalfareras; posteriores,
generalmente, a las pictografías. Los antiguos peruanos diseñaron
los petroglifos una vez concebida la idea, a base de la observación
de la naturaleza y de su propia idiosincrasia, plasmaron sus ideas
realistas sobre las rocas dándoles un carácter mítico-religioso y
funcional y de acuerdo con sus etnias.

Petroglifo en la zona de Paralón

• Respecto a esto último, lo más representativo que tenemos


son los petroglifos de “Los Uzuña”, contiguo a la zona de la “Piedra
Grande”. En gran parte se repite lo encontrado en Alto de San
Antonio. El lugar escogido por los antiguos peruanos es de alguna
manera estratégico para sus prácticas mágico religiosas.

Este arte rupestre, presenta motivos muy variados, antropomorfos,


zoomorfos (camélidos en gran mayoría, escenas de caza de
animales) y geométricos (líneas ondulantes). Llama la atención dos
figuras antropomorfas con los brazos levantados con presidiendo
algún ritual. Debemos indicar que los petroglifos ocupan un sitio
aparte en el arte precolombino y plantean dos problemas
principales: el primero referente a su fechado, el segundo a su
finalidad.

Petroglifo en la zona de la Piedra Grande,” Los Uzuña”.


A diferencia de los vestigios textiles y cerámicos, los petroglifos
están desprovistos, en la mayoría de los casos, de otro contexto
arqueológico y no pueden ser relacionados con un período cultural
preciso. Junto a este arte, se encontraron materiales líticos
trabajados como puntas, raspadoras, raederas, machacadores y
tajadores, así como abundantes morteros y esquirlas que sirvieron
como medios de producción para la caza de camélidos, roedores y
cérvidos que alimentaron a los primeros grupos trashumantes que
llegaron a toda esta zona de Sogay 16. Este material encontrado, por
lo análogo al material encontrado en Huanaqueros, E. Linares M.
señala la misma antigüedad de este último Taller Lítico.

Desgraciadamente todo este grupo de Petroglifos han sido


depredados, algunos han sido destruidos por construcciones que allí
se han hecho y en algunos casos, los mismos visitantes han
fragmentado las piedras. Este importante sitio, como muchos otros
de este Distrito, no es conservado como debiera ser. Aquí debemos
hacer un ‘mea culpa’ e iniciar una cruzada por facilitar la
investigación, dar mayor difusión y poner en valor todo este
preciado legado para el turismo.

Petroglifo aislado en la zona del Callejón, Ccarahuaya, “el Encanto”.

 Otra zona de petrograbados es Ccarahuaya, en lugares


denominados “la Ladera” y “el Callejón” (El Encanto). Se repite
las representaciones de escenas de caza de camélidos, venados
y figuras de diferente tipo, así zoomorfas como geométricas,
como existen en la zona de Los Uzuña y Paralón. En el Callejón
notamos, en un petroglifo aislado, otro tipo de representación,
hay una figura geométrica, círculos y líneas paralelas. Como este
arte está en los muros de la andenería privada existente, muchas
piedras han desaparecido por los constantes deslizamientos que
ha habido, tanto a consecuencia de las lluvias como por el mismo
riego a que son sometidos estos terrenos de cultivo.
El pequeño Valle de Ccarahuaya, Sogay
• Paralón tampoco está exenta de restos arqueológicos y de arte
rupestre. Es bueno indicar que toda esta zona es muy rica en
andenería pre Inca, conserva en la parte superior canales y trazos
de una pequeña aldea y aún quedan muestras, en algunos muros, de
pintura de pigmentación rojo oscuro con trazos de líneas rectas y
círculos, esto es pictografía17. Así mismo se ha podido verificar la
presencia de petroglifos, con representaciones de animales y líneas
ondulantes, círculos, escenas de caza de camélidos, presencia de
tridígitos; consideramos que Paralón, Alto de San Antonio, Cerro
Borracho, Quebrada de la Zorra, Aguada Vieja y Piedra Seca
pertenecen a un mismo gran territorio, que era recorrido por
trashumantes.
Petroglifo en la zona de PARALÓN. Nos muestra en el glifo los
TRIDIGITOS18 o las pisadas del Ñandú. Estos dibujos son muy
comunes en Alto San Antonio y Cerro Borracho.

Lo penoso es que la andenería existente ha sido, en parte, destruida


por algunas ladrilleras informales que sustraen la materia prima
para la confección de su producto, como son los ladrillos.
Pintura Rupestre en la zona de Paralón.

• Zona importante es también Cerro “Borracho”, lugar


estratégico donde se encuentra andenería pre inca y petroglifos,
estos últimos figuran en la relación del Inventario Nacional de Arte
Rupestre del Perú. Junto a este arte rupestre, existen también
pequeñas terrazas y plataformas y gran material cerámico disperso,
y, en la andenería reutilizada, pictografías con grafías lineales.

Tampoco es ajeno comentar, que este sitio se presenta como


estratégico para las prácticas mágico religiosas de los antiguos
yarabambinos, que hicieron de este territorio parte de su ruta de
trashumantes.
Oratorio Cristiano-católico en la cumbre del Cerro San Pablo.
• CERRO SAN PABLO: Existen algunas referencias importantes
sobre esta zona de Sogay. El arqueólogo A. Cardona Rosas
manifiesta que este territorio estuvo ocupado desde el Horizonte
Medio (600 a 1000 años d.C.): “En el valle son numerosas las aldeas
del Intermedio Tardío, en especial las pertenecientes a las fases
Churajón y Tres Cruces. Algunas de ellas presentan ocupación
continua desde el Horizonte Medio, destacando Cerro Gordo o
Coronado en Characato; San Pablo en Sogay, Kawillacta en
Mollebaya, algunos sectores de Pillo; Yumina, Buena Vista en
Sabandía...”19; las manifestaciones culturales que se encuentran en
este lugar hacen posible pensar que todo este territorio, unido a
Paralón, fue significativo para la agricultura por la presencia de tan
numerosa andenería para este fin, lo que corrobora lo aquí
manifestado por tan prestigioso arqueólogo.

Así mismo debemos indicar que en esta zona existen diferentes


evidencias que indican que este lugar, en la antigüedad, era un gran
centro de fervor, de respeto. Esto por las fosas encontradas en
diferentes niveles con pagos que se hacía a la madre tierra.

En este Cerro se conservan aún canales y una andenería en su


declive y, en la cumbre, evidencias de tumbas y habitáculos con
restos de cerámica fragmentada. Probablemente fue un gran centro
ceremonial de obligado descanso en el camino entre la Costa y la
Sierra, entre el mar y las faldas de los volcanes (Pichupichu
principalmente), entre las zonas de Chala y Yunga. Es posible, así
mismo, que este cerro haya sido el principal Apu 20 de Sogay, no cabe
duda de esto por la presencia de la cruz cristiana colocada en su
cumbre la cual ha sido cambiada por un oratorio, el mismo que fue
reconstruido varias veces a raíz de los sismos que sacudieron a toda
esta región, la última reconstrucción data del año 1957. Esta
devoción a la cruz colocada en los principales cerros, considerados
Apus por los antiguos peruanos, es a raíz de la extirpación de
idolatrías ordenada por el Virrey Toledo a partir de 1572 y es más
que seguro que esto sucedió también en Sogay, ya que era uno de
los ayllus importantes del curacazgo de Pocsi, situado
estratégicamente entre la Sierra y la Costa. Entre los Principales
Apus, Pichupichu y Misti, y el valle de Tambo, y es precisamente el
cerro San Pablo el lugar de tránsito, aún existe el camino pre inca
para dirigirse a poblados como Polobaya, Uzuña, Piaca, Pocsi o
Tuctumpaya, poblaciones situadas en el trayecto. No debemos
olvidar que, “el ritual de las ofrendas, así como el recorrido hacia la
cima de las montañas sagradas que lo preceden, representan una de
las actividades del ciclo anual de costumbres para los habitantes.
Puesto que creían que si no las realizaban sufrirían escases de
agua, o lluvias torrenciales que dañarían su agricultura, y un sinfín
de desgracias en la vida de los habitantes de esa época”21.

Es necesario precisar que, los antiguos peruanos tuvieron un


profundo respeto a las fuerzas de la naturaleza, a los apus
(montañas), al sol, la luna, animales y en especial a la “pachamama”
o madre tierra como parte de su religiosidad; considerándola como
“fuente de vida”, hacedora de todo lo existente. Por ello
construyeron lugares sagrados para rendir culto y celebrar lo
místico en agradecimiento a Ella. A este ritual se le conoce con el
nombre de “pago a la tierra”, actividad de reciprocidad entre el
mundo material y el mundo espiritual, del ser humano y la
naturaleza. Este ritual tenía como finalidad satisfacerla, nutrirla y
ofrecerle los mejores alimentos para darle fuerza y energía, con el
objeto que, en el futuro, les devuelva protección, alimentos,
prosperidad y buenas cosechas. Se trata de una deidad que
manifiesta la partición entre el dar y quitar, pues, así como favorece
y cuida, también castiga y reclama sacrificios. Es compasiva, pero
también vengativa, caprichosa, arbitraria e impredecible. Por ello
es respetada y temida.

San Pablo se convierte así, como un lugar sagrado para este ritual,
por ello se encuentran señales en todo su territorio de lo que
acontecía antiguamente y aún hoy en día. Esto ha motivado que
sujetos inescrupulosos estén depredando todo el lugar en busca de
‘tesoros’, pensando que estos pagos son ‘tapados’ (tesoros
enterrados) y lo único que hacen es destruir todo aquello que se
considera como un legado valioso de nuestros antepasados;
arruinando la andenería y fragmentando la cerámica con el
contenido de estos pagos.

Este recurso turístico tiene como punto de ubicación las


coordenadas MGRS WGS 84 19KBB 39944 66203 a una altura
aproximada de 2720 m.s.n.m, localizado en la región quechua; lleva
el nombre del mismo cerro donde se ubica, en la zona de Puentelón.
Al subir por el sendero se puede visualizar la flora característica de
la zona como son: tunas (Opuntia ficus-indica), sábilas (Aloe
arborescens), cactus (Euphorbia ingens), entre otras. En la cima de
este cerro encontramos además un pequeño adoratorio que data del
año 1957, como ya lo señalamos, y dentro se encuentra la imagen
del Señor de la Caridad. Desde este mirador se puede apreciar al
poblado de Quequeña y su Cristo blanco, al poblado de San Antonio
y al poblado de Sogay con sus sistemas de andenería que le dan un
sello característico a esta zona. De igual manera se divisa cerro
Borracho, otro de los lugares estratégicos de los antiguos
sogayenses como lo señaláramos líneas arriba; de muestra queda
evidencias importantes como pintura rupestre, petroglifos y
plataformas en las cuales se encuentran buena cantidad de
cerámica fragmentada dispersa.
 Por otro lado, en Sogay, tenemos también: las cascadas que se
encuentran en la zona de Cambraca, en el río Sogay. Ya habíamos
señalado que el río Sogay nace de la confluencia de los ríos
Polobaya y Poroto, este último nace en las quebradas de
Kakahuarayoc y Quimsapujio (éstas son quebradas colectoras de los
deshielos del Pichupichu), y a la altura del pueblo de Yarabamba
pasa a llamarse rio Yarabamba, el cual une sus aguas con el rio
Mollebaya, tomando el nombre de río Postrero hasta unirse al río
Chili en el sector de Tiabaya.

En su discurrir, este río, forma caídas que han horadado las rocas,
formando pozas muy profundas y junto al paisaje agreste de los
cerros que rodean el lugar, se convierten en centro de atracción
para los visitantes. Dos de las caídas más profundas están en la
zona de Cambraca, son caídas de por lo menos una de 20 metros y
luego ya en la misma garganta de este cañón, otra
aproximadamente de 25 metros. Este cañón se ubica entre los
cerros Ccorotillar (Yarabamba) y Cambraca (Quequeña - Polobaya),
el nombre toma precisamente de la segunda de las cumbres. Luego
de esta última cascada, tenemos cinco caídas más de agua de
diferentes tamaños hasta la zona de Parasocso, lugar por donde
cruzaba el camino para dirigirse hacia Polobaya y otros poblados,
hasta hace pocos años. Cada una de estas caídas forma pozas
naturales que invita a los visitantes a refrescarse con un baño en
sus aguas; estas caídas de agua junto al paisaje agreste de los
cerros que rodean el lugar, se convierten en centro de atracción
para los visitantes. El caudal máximo del río en los últimos 20 años
es de 91.5 𝑚3/s y un mínimo de 0.25 𝑚3/s.

Sogay ahora ya no tiene esa originalidad y está perdiendo parte de


su historia gracias a que no hemos sabido defender las tradiciones y
la Arquitectura de nuestro Pueblo. La arquitectura moderna se está
trayendo abajo toda una tradición histórica en su construcción, y es
precisamente esa originalidad la que convierte también a este
Pueblo, en un gran atractivo para el turismo. “Pero eso no es todo,
gente del mismo pueblo, con la venia de las autoridades,
construyeron casas de dos pisos con arcos truncados que podrían
estar en cualquier sitio menos en este pueblo”22. A pesar de todo,
esta zona resulta muy atrayente principalmente para el turismo
ecológico y de aventura. En la actualidad es visitada no sólo por
turistas nacionales o locales, sino también por un gran número de
extranjeros.

Sogay es pues, un pueblo que merece toda nuestra atención y donde


debemos tener mucho cuidado en combinar cultura y naturaleza;
buscar el equilibrio entre la modernidad y la tradición cuando se
trate de formular proyectos u otorgar licencias de construcción
tanto a los pobladores del lugar, como aquellos que han adquirido
propiedades en este Pueblo y, naturalmente, poner en valor todo el
patrimonio existente. Somos un pueblo privilegiado y no permitamos
más que el paisaje cultural conformado por nuestro río, andenes,
canales de irrigación y paisaje no se pierda, y, esto mismo,
conmueva la conciencia de las autoridades y la sociedad para ser
más sensibles con este patrimonio.
NOTAS
1. 1961: José L. Bedregal Arenas. Pág. 140. J. Bedregal A. Nació portando en la
diestra la tea ardiente de su rebeldía y sus porfiados sentimientos ancestrales;
periodista de garra, escritor y poeta, lleva en la sangre el fuego ígneo de su tierra
bravía y tormentosa, Yarabamba.
2. 2012 Quequeña, pág. 34
3. Cabe indicar que cada fanegada se lograba midiendo de largo 288 varas por 144 de
ancho lo que hace un total de 41,474 varas cuadradas, lo que en medida andina
significa 8 topos y 294 varas; siendo cada topo de 5,000 varas cuadradas.
4. 2012 Quequeña, pág. 82
5. 2002 Quequeña, A. Málaga Medina, ‘La Iglesia de Quequeña’.
6. 1983 Linares M. Eloy: “Sogay en el Tiempo o Historia y Prehistoria de Sogay”. Diario
El Pueblo.
7. 2009 Linares M. Eloy, pág. 85
8. 2009 Linares M. Eloy, pág. 86-87
9. Revista Bienvenida Turismo Cultural del Perú en su edición dedicada a Arequipa el
año 2005 en un artículo de Rafo León, llamado “Nuevas Rutas alrededor de la vieja
Arequipa”.
10. Revista “Mi Nombre es Arequipa” Nº 5 págs. 18-19
11. El significado de ambos términos se ha tomado del "Diccionario de Arequipeñismos"
de Juan Carpio Muñoz (1999).
12. 2015 Ricardo Claverías Huerse: “Fiestas regionales e integración territorial e
intercultural (Arequipa y el sur andino)”.
13. 2012 Quequeña, pág. 74
14. Aquí señalamos a Yarabamba, porque en la actualidad Sogay forma parte de este
distrito. No olvidemos que antiguamente Yarabamba y Sogay formaban parte de
Quequeña hasta el año 1943, año en que se crean ambos distritos: Yarabamba y
Quequeña.
15. 2015 “Historia de la Santísima Virgen de Chapi”: LA PEREGRINA DEL AMOR, pág.
4.
16. 2009, Linares M. Eloy.
17. Es bueno señalar que en Yarabamba hay tres lugares donde aún existen
pictografías, fuera de la Cueva de Ciriaco Málaga: C. Borracho, Paralón y Quebrada
La Despachana.
18. En la Revista Bodas de Oro, E. Linares Málaga, nos habla de la presencia de
Ñandúes (de ahí la pisada de esta ave reflejada en las piedras) que abundaron
seguramente hace 5000 años de nuestra era (pág. 32). El ñandú es similar al
avestruz, el cual es nativo de África. Sin embargo, tienen marcadas diferencias:
como un menor tamaño, entre 1,50 y 1,80 metros de altura (la hembra es un poco
más pequeña), la presencia de tres dedos en cada pie, mientras el avestruz sólo
tiene dos. El suri o Ñandú, que desde hace 20 millones de años vive en la puna
suramericana, fue de gran importancia en el Imperio incaico, donde se utilizaron sus
plumas para adornos de las altas jerarquías y rituales. En la actualidad sólo en Perú,
la población de esta ave sagrada de los Incas y testigo de la evolución de la
Cordillera de los Andes se ha reducido a 447 ejemplares distribuidos en las regiones
(último censo realizado a estas aves).
19. 2002 Cardona Rojas, Augusto, pág. 105.
20. La palabra Apu, según los lingüistas que estudian el idioma quechua, indican que,
etimológicamente, significa ‘señor’. Según los historiadores, Apu, para los Incas, era
una divinidad o Dios sagrado que puede referirse a lugares como una montaña, una
laguna o un nevado.
21. 2015 Arequipa Patrimonio Cultural de la Humanidad, pág. 88
22. Arq. Javier E. Flores Herrera, Revista Del Colegio de Arquitectos de Arequipa,
diciembre 2009 año 1 N.º 2.

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