Doctrinas de Arminioi

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El arminianismo es una doctrina teológica cristiana fundada por Jacobo Arminio en

la Holanda de comienzos del siglo XVII, a partir de la impugnación del dogma calvinista de la


doble predestinación.
Sustenta la salvación en la cooperación del hombre con la gracia divina a través de la fe.
Frente al concepto calvinista de predestinación (o “elección”) incondicional, el arminianismo
enseña que la predestinación se ha basado en: (1) la presciencia de Dios, quien tiene el
conocimiento previo de quién creerá y quién no creerá en Cristo; y (2) la voluntad del hombre,
por asistencia divina, que es hecha libre para creer o rechazar a Cristo.
Después de la muerte de Arminio (en 1609), sus principios se formularon en el manifiesto de
cinco puntos  Remonstrans, publicado en 1610 (por lo que sus seguidores también pasaron a
denominarse “remonstrantes”).

Índice

 1Detalles históricos
 2Controversias entre arminianos y gomaristas
 3Los Cinco Puntos del Arminianismo
 4Véase también
 5Referencias

Detalles históricos[editar]
Artículo principal: Remonstrantes

En 1618 el arminianismo fue condenado por el sínodo de Dort o de Dordrecht,1 convocado a


instancias del estatúder de Holanda Mauricio de Nassau, que apoyaba a los calvinistas
intransigentes y monárquicos (Franciscus Gomarus y los denominados “gomaristas” o
“contrarremonstrantes”). Johan van Oldenbarnevelt y otros dirigentes principales del
arminianismo fueron entonces ejecutados, mientras que otros muchos, entre los que se
encontraban Hugo Grocio y Simón Episcopius, tuvieron que exiliarse.
La teología arminiana contribuyó a la aparición del metodismo en Inglaterra. No todos los
predicadores metodistas del siglo XVIII fueron arminianos, pero sí la mayor parte, como el
propio John Wesley.

Controversias entre arminianos y gomaristas[editar]


Arminio afirmaba firmemente la necesidad de la gracia de Dios para la redención de todo ser
humano, pero consideraba que la gracia puede ser rechazada por el hombre en su libre
albedrío. El arminianismo se opone a la postura calvinista, donde esta última enseña que
algunos están predestinados para salvación y otros para perdición. Arminio consideraba que
la expiación de Cristo es para todos y no solo para algunos elegidos, aunque no todos la
aceptan y por lo tanto no reciben sus beneficios. Por lo tanto según los arminianos es posible
“caer de la gracia” y no es correcto pensar que los que ya recibieron la gracia nunca se
perderán.2 El calvinismo sostiene que: “Ya siendo salvo el individuo, siempre salvo”.
El arminianismo enseña que la destitución de Dios por causa de la rebelión es posible a pesar
de haber sido parte de Su institución.
La posición arminianista empieza desde la perdición y separación de Dios, del mismísimo
Luzbel (el diablo). Habiendo sido él un querubín, ocupando el más alto rango angelical, puesto
sobre los ángeles creados, conociendo a Dios íntimamente, habiendo sido parte de Su reino
por milenios, no obstante, decide por su libre albedrío rebelarse contra el Creador. Él junto con
los ángeles que le siguieron, fueron destituidos de la gloria de Dios. Adán, habiendo sido
creado por Dios junto con Eva su mujer, deciden por esa libertad otorgada comer del fruto
prohibido, trayendo sobre sí y sobre la humanidad el pecado y la destitución. El pueblo judío
fue liberado de la esclavitud de Egipto, lo cual tipifica ser liberado del pecado. Sin embargo,
por sus tendencias pecaminosas no heredaron la tierra prometida. Solo Caleb y Josué con los
suyos y la segunda y tercera generación de judíos entró en ella. El argumento más poderoso
del arminianismo, sin duda alguna, es el siguiente: “Si un número predeterminado de seres
humanos ya estaba predeterminado para salvación, la venida de Jesús, el Hijo de Dios, no
hubiese sido requerida”. El pasado, presente y futuro son simultáneos para Dios. Él en su
presciencia ya sabe quiénes lograron entrar en Su presencia, pero nosotros los hombres no.
Por lo tanto, no podemos determinar quiénes califican y quiénes no.
Pues hablando palabras infladas y vanas, seducen con concupiscencias de la carne y disoluciones a los
que verdaderamente habían huido de los que viven en error. Les prometen libertad, y son ellos mismos
esclavos de corrupción. Porque el que es vencido por alguno, es hecho esclavo del que lo venció.
Ciertamente, si habiéndose ellos escapado de las contaminaciones del mundo, por el conocimiento del
Señor y Salvador Jesucristo, enredándose otra vez en ellas son vencidos, su postrer estado viene a ser
peor que el primero. Porque mejor les hubiera sido no haber conocido el camino de la justicia, que
después de haberlo conocido, volverse atrás del santo mandamiento que les fue dado. Pero les ha
acontecido lo del verdadero proverbio: El perro vuelve a su vómito, y la puerca lavada a revolcarse en el
cieno.
2 Pedro 2:18-22.

Todos fuimos predestinados para salvación,3 es decir, con el objetivo de ser salvos. Pero eso
no quiere decir que necesariamente todos seremos salvos, porque aunque Dios nos
predestinó para salvación, también nos dio libertad para salvarnos o perdernos: el libre
albedrío.
¿Existen personas que nacen condenadas al tormento eterno, incluso si se arrepienten y
aceptan lo que hizo Jesús en la cruz? Eso no armonizaría con el carácter de Dios; pues Él
dice: A los cielos y a la tierra llamo por testigos hoy contra vosotros, que os he puesto
delante la vida y la muerte, la bendición y la maldición; escoge, pues, la vida, para que
vivas tú y tu descendencia.
Denominaciones arminianas son las diferentes Iglesias metodistas (Iglesia Metodista
Episcopal, Iglesia Metodista Unida, Iglesia Metodista Libre), la Iglesia del Nazareno, el Ejército
de Salvación (The Salvation Army), la Iglesia Adventista del Séptimo Día, la Iglesia
Wesleyana, la Iglesia de Dios, la mayoría de las Iglesias pentecostales, la Iglesia Internacional
del Evangelio Cuadrangular, las Iglesias de Cristo, las Asambleas de Dios, y otras del
movimiento restauracionista (menonitas en su mayoría).4 Muchos anglocatólicos (como C.S.
Lewis5)También otras iglesias cristianas como la Iglesia copta, la Iglesia católica6 y la Iglesia
ortodoxa creen en la libertad de la voluntad humana y que toda persona tiene la posibilidad de
recibir salvación y que, una vez que recibe la salvación, también la puede perder; si bien las
argumentaciones que dan al respecto son diferentes y de más vieja data.
Cabe anotar igualmente que cuando se habla de perder la salvación, no es porque Dios la
arrebata nuevamente después de haberla otorgado en Jesús, sino que es el mismo hombre
quien la desecha una vez que rompe su comunión con Dios a través del pecado.

Los Cinco Puntos del Arminianismo[editar]


1.- Libre albedrío o habilidad humana. Aunque la naturaleza humana fue totalmente
afectada por la caída, sin embargo, Dios en su gracia capacita la voluntad del pecador para
que libremente se arrepienta y crea, o rehuse hacerlo. Cada pecador, capacitado por la gracia
de Dios, tiene libertad para creer o rehusar creer, y su destino eterno depende de cómo use
dicha libertad. La libertad con la que Dios capacita al hombre caído, consiste en poder
escoger libremente entre el bien y el mal en la esfera de lo espiritual. El pecador puede
cooperar con el Espíritu de Dios y ser regenerado o resistir la gracia de Dios y perderse para
siempre. El pecador necesita la asistencia del Espíritu Santo, pero no tiene que ser
regenerado por el Espíritu antes de que pueda creer, ya que la fe es un don de Dios que el
hombre puede recibir o rechazar libremente, y precede al nuevo nacimiento. La fe es un don
de Dios; y el hombre lo puede recibir y ejercer para vida eterna, o rechazarlo para
condenación.
2.- Elección condicional. Dios escogió para salvación, antes de la fundación del mundo, a
todas aquellas personas que, asistidas por su gracia habilitadora, creen en Cristo. Esto se
debe al hecho de que Dios vio de antemano que dichos individuos habrían de responder
positivamente a su llamado, arrepintiéndose y creyendo en Cristo. Dios escogió solo a
aquellos que él vio de antemano que voluntariamente creerían en el evangelio, asistidos por
su gracia resistible.
3.- Redención universal o expiación general. La obra redentora de Cristo brinda a todos los
hombres la oportunidad de ser salvos, y garantizó la salvación de todos los que habían creído
y preservado hasta la muerte de Cristo, y también garantizó la salvación de todos los que
habrían de creer y perseverar después de la muerte de Cristo. A pesar de que Cristo murió
por todos los hombres, solo los que creen en él son salvados. Su muerte es suficiente para la
salvación de todos los hombres, pero solo eficaz en los que creen.
4.- El Espíritu Santo puede ser resistido eficazmente. Él Espíritu Santo convence de
pecado al mundo, y hace todo lo que se ha determinado para traer a cada pecador a la
salvación. El llamado del Espíritu, sin embargo, puede ser resistido, ya que el hombre es
hecho libre por la gracia de Dios. El Espíritu no regenera al pecador hasta que éste cree; la fe
(que es un don de Dios que el hombre puede recibir o rechazar libremente) precede al nuevo
nacimiento. Dios ha determinado que su llamado, a través del Espíritu Santo, pueda ser libre y
voluntariamente aceptado o resistido. El Espíritu Santo obra eficazmente trayendo a Cristo
solo a aquellos que no le resisten. El Espíritu no imparte vida hasta que el pecador responde,
arrepintiéndose y creyendo voluntariamente en Cristo. Dios, por tanto, ha determinado que Su
gracia no actúe de forma irresistible; sino que la misma puede ser resistida por el hombre.
5.- El caer de la gracia o el perder la salvación. Algunos arminianos creen que el ser
humano, una vez salvo, no perderá su salvación

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